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Estos son los cambios sociales y políticos por pandemia de coronavirus: filósofo surcoreano

Redacción: Sipse

La virología desempodera a la teología. Todos escuchan a los virólogos, que tienen soberanía absoluta de interpretación de la pandemia por coronavirus, afirma Byung-Chul Han.

La pandemia por coronavirus ha significado un parteaguas para la sociedad actual, ha obligado a replantear los modelos económicos, educativos y sociales que actualmente imperan en las naciones. Debido a ello un reconocido filósofo asegura que “Sobrevivir se convertirá en algo absoluto, como si estuviéramos en un estado de guerra permanente”.

Han compartió con el medio internacional 9 definiciones de la pandemia, que de acuerdo con su criterio filosófico seducen al mundo del 2020:

“El coronavirus está mostrando que la vulnerabilidad o mortalidad humanas no son democráticas, sino que dependen del estatus social. La muerte no es democrática. La Covid-19 no ha cambiado nada al respecto. La muerte nunca ha sido democrática. La pandemia, en particular, pone de relieve los problemas sociales, los fallos y las diferencias de cada sociedad. Con la Covid-19 enferman y mueren los trabajadores pobres de origen inmigrante en las zonas periféricas de las grandes ciudades. Tienen que trabajar. El teletrabajo no se lo pueden permitir los cuidadores, los trabajadores de las fábricas, los que limpian, las vendedoras o los que recogen la basura. Los ricos, por su parte, se mudan a sus casas en el campo».

Segunda definición

“La pandemia no es solo un problema médico, sino social. Una razón por la que no han muerto tantas personas en Alemania es porque no hay problemas sociales tan graves como en otros países europeos y Estados Unidos. Además el sistema sanitario es mucho mejor en Alemania que en los Estados Unidos, Francia, Inglaterra o Italia”.

“El segundo problema es que la Covid-19 no sustenta a la democracia. Como es bien sabido, del miedo se alimentan los autócratas. En la crisis, las personas vuelven a buscar líderes. El húngaro Viktor Orban se beneficia enormemente de ello, declara el estado de emergencia y lo convierte en una situación normal. Ese es el final de la democracia”.

Cuarta definición

“Con la pandemia nos dirigimos hacia un régimen de vigilancia biopolítica. No solo nuestras comunicaciones, sino incluso nuestro cuerpo, nuestro estado de salud se convierten en objetos de vigilancia digital. El choque pandémico hará que la biopolítica digital se consolide a nivel mundial, que con su control y su sistema de vigilancia se apodere de nuestro cuerpo, dará lugar a una sociedad disciplinaria biopolítica en la que también se monitorizará constantemente nuestro estado de salud”.

Quinta definición

“El virus es un espejo, muestra en qué sociedad vivimos. Y vivimos en una sociedad de supervivencia que se basa en última instancia en el miedo a la muerte. Ahora sobrevivir se convertirá en algo absoluto, como si estuviéramos en un estado de guerra permanente. Todas las fuerzas vitales se emplearán para prolongar la vida. En una sociedad de la supervivencia se pierde todo sentido de la buena vida. El placer también se sacrificará al propósito más elevado de la propia salud”.

“La pandemia vuelve a hacer visible la muerte, que habíamos suprimido y subcontratado cuidadosamente. La presencia de la muerte en los medios de comunicación está poniendo nerviosa a la gente. La histeria de la supervivencia hace que la sociedad sea tan inhumana. A quien tenemos al lado es un potencial portador del virus y hay que mantenerse a distancia. Los mayores mueren solos en los asilos porque nadie puede visitarles por el riesgo de infección. ¿Esa vida prolongada unos meses es mejor que morir solo? En nuestra histeria por la supervivencia olvidamos por completo lo que es la buena vida”.

Séptima definición 

“Por sobrevivir, sacrificamos voluntariamente todo lo que hace que valga la pena vivir, la sociabilidad, el sentimiento de comunidad y la cercanía. Con la pandemia además se acepta sin cuestionamiento la limitación de los derechos fundamentales, incluso se prohíben los servicios religiosos. Los sacerdotes también practican el distanciamiento social y usan máscaras protectoras. Sacrifican la creencia a la supervivencia. La caridad se manifiesta mediante el distanciamiento. La virología desempodera a la teología. Todos escuchan a los virólogos, que tienen soberanía absoluta de interpretación. La narrativa de la resurrección da paso a la ideología de la salud y de supervivencia. Ante el virus, la creencia se convierte en una farsa”.

Octava definición

“El pánico ante el virus es exagerado. La edad promedio de quienes mueren en Alemania por Covid-19 es 80 u 81 años y la esperanza media de vida es de 80.5 años. Lo que muestra nuestra reacción de pánico ante el virus es que algo anda mal en nuestra sociedad”.

Novena definición filosófica sobre la Covid-19

“La Covid-19 probablemente no sea un buen presagio para Europa y Estados Unidos. El virus es una prueba para el sistema. Los países asiáticos, que creen poco en el liberalismo, han asumido con bastante rapidez el control de la pandemia, especialmente en el aspecto de la vigilancia digital y biopolítica, inimaginables para Occidente. Europa y Estados Unidos están tropezando. Ante la pandemia están perdiendo su brillo. El virus no detiene el avance de China. China venderá su estado de vigilancia autocrática como modelo de éxito contra la epidemia. Exhibirá por todo el mundo aún con más orgullo la superioridad de su sistema. La Covid-19 hará que el poder mundial se desplace un poco más hacia Asia. Visto así, el virus marca un cambio de era”.

Fuente: https://sipse.com/mundo/filosofo-surcoreano-revela-cambios-sociales-y-politicos-por-pandemia-de-coronavirus-366216.html

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El coronavirus como ruptura social

Por: Miguel Ángel Pérez

Para los miles o millones de niños y niñas en edad escolar que actualmente habitan el planeta, estos días de marzo y abril serán recordados como días de profundos cambios sociales debido al coronavirus; cambios que implican el no asistir a las escuelas y el cumplir con las tareas asistidos por una computadora, cambios en los que se pide no salir de casa, permanecer aislados, separados y con el menor contacto físico, cambios en donde la relación social se debe brindar de lejos, no saludarse, no besarse y evitar los abrazos.

El tiempo de ruptura que vivimos hoy en día implica una nueva visión ante el mundo, ante la realidad y ante nosotros mismos; lo que podríamos distinguir como el pan y circo, ha sido lo primero que se ha desplazado del consumo cultural, los deportes públicos, los espectáculos masivos y la presentación de famosos es lo primero que se ha desplazado, ¿artículos innecesarios, superfluos?, la sociedad en proceso de cambio va jerarquizando los nuevos valores culturales.

Los llamados casi obsesivos del lavado de manos, de no salir ni establecer vínculos sociales, de evitar salir de casa, etc.; nos ha llevado a regresar la mirada a nosotros mismos, poco a poco lo único y lo último que queda en casa después de prolongados días de encierro somos los propios sujetos que ahí habitamos, dichos sujetos aislados, descobijados, huérfanos de bullicio social vivimos confrontados con nosotros mismos y es esa misma sensación de soledad, es la que sirve para regresarnos a los cimientos de la condición humana.

He notado que en algunos lugares no distinguen la dimensión del peligro ¿pero el peligro es real, es latente o es inventado? ¿sus dimensiones son parecidas a las que se viven en países de Europa? ¿son estas las formas más adecuadas de prever, de evitar ser parte de las estadísticas del desastre o todo es un gran engaño, en donde nosotros hombres y mujeres somos una pieza más de este gran teatro que han montado los poderosos?

Las respuestas a estas y otras preguntas no las podemos tener de manera inmediata se necesita esperar, vivir, construir las respuestas a partir de cómo va pasando el tiempo y las circunstancias sirven para aclarar las dudas.

Lo que sí se puede afirmar, es que a las generaciones jóvenes de ahora les ha tocado vivir tiempos difíciles cargados del enrarecimiento de una sociedad cada vez más compleja, cuyo eje de globalización ha servido para facilitar el riesgo, el peligro, la vulnerabilidad. ¿Qué podría pasar si viviéramos asilados en mundos locales a modo de pequeñas islas distanciadas unas de otras? ¿Qué sería de nosotros sin saber lo que pasa con los otros, que viven en el llamado viejo mundo o en mundos distantes geográfica y culturalmente? De nuevo gran parte de las preguntas que hacemos no tienen respuesta, la reflexión es la única tarea que nos queda y el comenzar a abrir libros de literatura fantástica, para que ayudados en la imaginación colectiva encontremos explicaciones.

Estoy seguro que después de la tormenta y en medio de la relativa calma comenzará el boom de películas, teatro, pintura y literatura, incluso se abrirá un nuevo género artístico el de la pandemia y el coronavirus.

A las generaciones nuevas de ahora les ha tocado vivir lo que a ninguna otra le había tocado en su corta o larga vida, lo único recomendable es que asimilen la lección, que aprendan de esta experiencia directa y que distingan, qué es lo fundamental para vivir humanamente y que cosas son superfluas que pueden pasar a segundo plano. Hoy vivimos tiempos de cambio, de ruptura social, el antes y el después del coronavirus.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/el-coronavirus-como-ruptura-social/

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¿Por qué estamos así en educación?

Por: Silvina Gvirtz.

Lo que creo es que hay cambios, hubo muchos cambios sociales. Estamos asistiendo a una sociedad con avances tecnológicos exponenciales, con cambios sociales muy importantes, donde si solo se rigiera por el principio de la economía capitalista habría mucha más gente sin trabajo de la que hay, donde necesitamos de la política para garantizar la inclusión, donde hay una pelea entre sectores por poder, por los ingresos, por la economía. Me parece que lo que la escuela tiene, es dar cuenta de estos cambios. La escuela de Argentina fue una muy buena escuela hasta la década del sesenta o del setenta, y ahí desde la exponencialidad de los avances tecnológicos hasta cambios en economía y demás, ahí empiezan a necesitarse algunas mejoras en el sistema educativo. Por ejemplo la doble jornada, junto con eso la inclusión de una segunda lengua para ser estudiada, hoy es necesario que los estudiantes aprendan programación, lo que significa un sistema operativo, trabajen con saberes tecnológicos, aprendan economía. Y sin embargo la escuela secundaria especialmente, sigue manteniendo la estructura del siglo diecinueve. Porque además con todos los avances sociales la escuela secundaria se masificó, ya en los cuarenta y en los cincuenta, la escuela secundaria había dejado de ser para aquellos que iban a entrar a la universidad o iban a ser parte de las burocracias intermedias del estado: los maestros, o comerciantes, o los que iban a ir a la universidad que estudiaban los bachilleratos, porque antes los otros secundarios no habilitaban para el ingreso a la universidad. Entonces la pregunta es cómo el sistema educativo y cómo la política educativa procesa esta masificación del sistema educativo. Porque la secundaria por suerte es obligatoria con una ley del dos mil seis, y hoy ningún chico va a tener un desarrollo profesional, o laboral, o cívico, o individual, o social interesante si no termina un secundario. Entonces el secundario pasa a ser parte de lo que antes era la educación básica o la educación común o lo que fue la educación primaria, pero al no modificarse la organización, entonces entramos en una situación muy complicada.

Porque es una secundaria preparada para seleccionar con una necesidad de una secundaria para todos. Y ahí empieza a haber problemas. Sumado a que cada vez más estamos en sociedades del conocimiento. Todo lo que tenemos desde el grabador, los teléfonos, las tazas, todo es valor agregado del conocimiento sobre la materia prima. Entonces si no tenemos una sociedad capacitada para hacer frente, para producir conocimiento, vamos a estar en problemas. A nivel social y a nivel individual. Todos estos cambios no fueron necesariamente incluidos para todos. Las escuelas de elite que atienden a los sectores socioeconómicos más favorecidos hicieron algunos de esos cambios –parchecitos- como jornada completa. Y en lo que hace a política general del servicio educativo, hay mucho por avanzar. Por otro lado para mí hay un concepto muy interesante, -y no lo digo desde el sentido común, porque me dediqué la vida a estudiar educación- y lamentablemente la gente cree que la educación no tiene o no implica un saber técnico específico. Y digo: ¿uno pondría a un no economista al frente del Ministerio de Economía? No se le ocurriría. Sin embargo en educación creemos que cualquiera puede deducir cualquier cosa y todos somos lo mismo.

Después uno quiere explicar temas muy específicos técnicos y se encuentra con un debate sobre el sentido común que claramente a veces no puede, no tiene tiempo o no sabe cómo explicar. Por ejemplo el tema de la repitencia, que a la gente le parece fantástico. Sí, porque ese chico no se esfuerza y entonces tiene que repetir. Y en la secundaria esto es muy común. Y toda la biblioteca, toda la literatura educativa, sobre ese tema te dice ¡ojo! Hay que buscar otras estrategias didácticas que no sean la repitencia. La idea de la repitencia es que si le digo a alguien dos veces lo mismo aprende, si no lo prendió una, le vuelvo a repetir lo mismo y aprende. Y en realidad lo que dice toda la literatura educativa internacional y nacional es que si hacés repetir a un chico, ese chico después rinde menos académicamente -está hecho estadísticamente- y además deserta. Y que hay otras estrategias mejores como empezar a trabajar a principios de año, como buscar algunos caminos específicos, o hablar con los padres, trabajar en fin en un montón de cuestiones que son complejas. Y lo que siempre digo en educación como un principio básico es: miren, hay mucho por hacer, pero también hay modificaciones en el sistema educativo que se vinieron haciendo desde los cincuenta hasta hoy que valen la pena ser rescatados, y que vale la pena valorar el enorme esfuerzo que hacen los docentes en el día a día. Esa idea de que todos los docentes tienen la culpa de todos los males de la humanidad no es cierto. Y en educación vale la pena hablar más de qué logros tuvimos hasta acá y que desafíos tenemos a futuro, que es único modo de avanzar, porque si cada uno que viene dice que la educación es un desastre voy a tirar todo abajo, voy a poner la primera piedra, en realidad lo que hace es seguir en el mismo círculo de siempre.

Entonces me parece que para poder hacer un buen diagnóstico educativo, hay que mirar qué se hace bien, y qué hay que mejorar. Por supuesto que hay muchísimo para mejorar, pero también hay que valorar lo que se hace bien. Porque si no, siempre estamos haciendo un diagnóstico errado. Los docentes hacen un esfuerzo enorme para mejorar la enseñanza de los chicos. Pero tienen malas condiciones, poco tiempo, y el Estado tiene que encarar procesos de mejoras importantes, muy especialmente en la escuela secundaria.

En la primaria y en el jardín tiene que entregar los recursos didácticos que se necesitan en la escuela, por ejemplo los libros, de matemática, de prácticas del lenguaje, de ciencias sociales, de ciencias naturales, para que los chicos puedan estudiar. Yo soy maestra, y cuando ejercía copiaba todo el problema en el pizarrón, después el chico tenía que copiar el problema en el cuaderno, y recién ahí podía empezar a enseñar matemática, se me había ido la hora. Con un libro el docente trabaja en una página elegida y está todo listo. Que el docente pueda dedicarse a la tarea específica para la cual es designado.

Alguna receta en educación de otros países que se pueda aplicar en el nuestro

No creo en recetas que se puedan extrapolar de un país a otro. Porque la escala de un país define la posibilidad o no de aplicarse. Según la población y el ingreso per cápita. Creo que es importante señalar que una buena distribución del ingreso, que se ajusta, impacta positivamente en la educación. Cuanta mayor desigualdad, más difícil es trabajar para los maestros. Pero creo que hay como algunas claves que sí hay que tener en cuenta, por ejemplo: las políticas de consenso, la jornada completa, la política de distribución de libros que se da en gran cantidad de países, hay que seguir con la distribución de computadoras cuyo parque envejeció, y que son políticas que llevan a buen puerto. Cuando uno quiere diseñar políticas, hay que desagregar los datos. Tiene que ser un análisis minucioso porque si no, es para la foto de la tele. Me parece que tenemos que continuar trabajando con consenso y con datos de verdad. Y que hay que empezar por cosas concretas y resolver primero la coyuntura.

Fuente: https://diariolaopinion.com.ar/noticia/181811/por-que-estamos-asi-en-educacion

Imagen: http://www.enorsai.com.ar/upload/news/app_name/5366754c64552_crop.jpg

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Aprender al enseñar

Pedro Flores Crespo

“¿Qué es lo que confiere a un hombre o a una mujer el poder para enseñar a otro ser humano?”
—George Steiner en Lecciones de los maestros

La docencia es una fuente de importantes experiencias para el investigador. Tal sentimiento lo ratifico al impartir un Seminario de Investigación dentro del programa de la Maestría en Comunicación y Cultura Digital (MCCD) de mi universidad: la Autónoma de Querétaro.

Gracias a los temas de investigación que desarrollan los estudiantes de ese posgrado me doy cuenta de lo desafiante y complejo que resulta estudiar los fenómenos de la comunicación bajo los métodos de investigación tradicionales. ¿Cómo analizar un fenómeno virtual que se caracteriza por ser profundamente móvil y efímero? ¿Podemos darle veracidad a lo que ocurre en Facebook o en Twitter? ¿Cómo se reconcilian lo virtual y lo real, pregunta acertadamente Christine Hine, ex presidente de la Asociación Europea para el Estudio de la Ciencia y la Tecnología?

Un tema de estudio que ha atraído a no pocos jóvenes es la manera en cómo las redes sociales han contribuido a impulsar movilizaciones políticas en países como Túnez, Egipto, Guatemala y México. Dentro de las primeras naciones se tuvo, en 2010, una amplia manifestación llamada “Primavera Árabe”, mientras que en nuestro vecino país del sur, el presidente Otto Pérez Molina renunció al cargo en 2015 en medio de una polémica por corrupción. En esto, parece ser que las redes sociales, en específico, Twitter sirvió de enlace entre la dimensión de tipo aspiracional y la virtual, según estudia Margarita Marroquín. En México, por otra parte, algunos estudiantes de comunicación de la Ibero le prepararon, en 2012, un recibimiento no grato al entonces candidato priista, Enrique Peña Nieto, y todo ello fue posible gracias al manejo del espacio virtual.

¿Es ese espacio una nueva estructura sobre la cual el individuo interviene y tiene, por lo tanto, un poder de transformación mayor? ¿Podremos cambiar los seres humanos nuestros entornos sociales más fácilmente cuando hacemos uso de las redes sociales? Con simpatía recuerdo una tesis dirigida por la doctora Miriam Herrera (UAQ) que mostraba que algunos jóvenes, al utilizar los recursos de socialización de Facebook, reducían su nivel de pena y vergüenza. Las relaciones sociales entonces ya no son lo mismo con la proliferación de las redes sociodigitales.

Otro tema que está en constante revisión bajo la perspectiva virtual es la construcción de la identidad. ¿Quién soy? ¿Cómo he llegado a ser lo de ahora? Bajo un análisis social clásico, se diría que gracias al contacto físico con nuestros grupos de referencia, uno forma los rasgos de la propia personalidad; sin embargo, Enrique Iturralde, otro brillante egresado de la UAQ, mostró en su tesis de Maestría en Ciencias Sociales que la identidad también puede configurarse dentro del espacio virtual que representa Twitter.

Esta identidad puede servir para perseguir ciertos fines políticos, según recuerdo.
Pero lo gratificante de dar clases en el posgrado de la UAQ puede tornarse preocupante cuando se tienen que diseñar los aparatos metodológicos para que los estudiantes respondan, de manera sistemática, a sus preguntas de investigación. Dado el carácter efímero de los fenómenos rastreados en las redes sociales, ¿podemos seguir utilizando y confiando en los estudios de tipo transversal? Como usted sabe, este tipo de estudios realizan observaciones en un momento determinado. Imagínese lo complicado que puede ser entonces medir y validar la popularidad de un político por medio de los recursos que ofrece Twitter y de Facebook (likes). En estos espacios, según me ha enseñando Tania Rivera, es muy difícil controlar el efecto de los “paleros virtuales”, también conocidos como bots. Si la investigación social clásica no pone atención a estas nuevas prácticas y realidades, la información presentada en una tesis o en una investigación puede ser errónea.

Dada la complejidad de los fenómenos estudiados por la comunicación, parece ser cada vez más necesario revisar, por un lado, nuestras teorías sociales “contemporáneas” y por otro, renovar nuestros encuadres metodológicos. Ante la realidad virtual que afecta nuestras vidas, los temas de objetividad e imparcialidad adquieren mayor relevancia. Ante el manejo mediático que hacen algunos actores, el amplio alcance de las redes sociales aún está por discutirse. Ante la necesidad de formar más jóvenes universitarios capaces de reflexionar y actuar sobre su realidad, la enseñanza en el posgrado de la UAQ es un reto profundamente gratificante. Por ello, no tengo duda alguna de que se aprende mucho al enseñar.

 

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/aprender-al-ensenar/

Fuente de la imagen:http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2016/10/54af56fc83668.jpg

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¿El individualismo todavía tiene futuro?

Leonardo Boff

En Estados Unidos hay una crisis más profunda que la económico-financiera.  Es la crisis del estilo de sociedad que se formó desde que fuera constituida por los «padres fundadores». Es una sociedad profundamente individualista, consecuencia directa del tipo de capitalismo que fue implantado allí. La exaltación del individualismo adquirió forma de credo en un monumento delante  del majestuoso Rockfeller Center en Nueva York, en el cual se puede leer el acto de fe de John D. Rockfeller Jr: «Creo en el supremo valor del individuo y en su derecho a la vida, a la libertad y a perseguir su felicidad».  

En un fino análisis contenido en su clásico libro La democracia en América (1835), el magistrado francés Charles de Tocqueville (1805-1859) señaló al individualismo como la marca registrada de la nueva sociedad naciente. El individualismo se mantuvo triunfante, pero tuvo que aceptar límites debido a la conquista de los derechos sociales de los trabajadores y especialmente al surgimiento del socialismo, que contraponía otro credo, el de los valores sociales. Pero con el derrocamiento del socialismo estatal, el individualismo volvió a tener vía libre bajo el presidente Reagan hasta el punto de imponerse en todo el mundo en forma de neoliberalismo político.

Contra Barack Obama, que intenta un proyecto con claras connotaciones sociales, como salud para todos los estadounidenses y medidas colectivas para limitar la emisión de gases de efecto invernadero, el individualismo resurge con furor. Le acusan de socialista y de comunista y, en un facebook de internet, hasta no se excluye su eventual asesinato si llegara a suprimir los planes individuales de salud. Y eso que su plan de salud no es tan radical, pues, tributario todavía del individualismo tradicional, excluye de él a todos los millones de emigrantes.

La palabra «nosotros» es una de las más desprestigiadas de la sociedad estadounidense. Lo denuncia el respetado columnista del New York Times, Thomas L. Friedman en un excelente artículo: «Nuestros líderes, hasta el  presidente, no consiguen pronunciar la palabra ‘nosotros’ sin que les produzca risa. No hay más ‘nosotros’ en la política estadounidense, en una época en que ‘nosotros’ tenemos enormes problemas —la recesión, el sistema de salud, los cambios climáticos y las guerras en Irak y en Afganistán— con los que sólo vamos poder lidiar si la palabra ‘nosotros’ tiene una connotación colectiva» (JB 01/10/09).

Sucede que, por falta de un contrato social mundial, Estados Unidos se presenta como la potencia dominante, que prácticamente decide los destinos de la humanidad. Su arraigado individualismo proyectado al mundo se muestra absolutamente inadecuado para señalar un rumbo al ‘nosotros’ humano.  Ese individualismo no tiene ya futuro.

Se hace cada vez más urgente un gobierno global que sustituya el unilateralismo monocéntrico. O desplazamos el eje del ‘yo’ (mi economía, mi fuerza militar, mi futuro)  hacia ‘nosotros’ (nuestro sistema de producción nuestra política y nuestro futuro común) o difícilmente evitaremos una tragedia, no sólo individual sino colectiva. Independientemente de ser socialistas o no, lo social y lo planetario deben orientar el destino común de la humanidad.

Pero ¿por qué ese individualismo tan arraigado? Porque está fundado en un dato real del proceso evolutivo y antropogénico, pero asumido de forma reduccionista. Los cosmólogos nos aseguran que hay dos tendencias en todos los seres, especialmente en los seres vivos: la de auto-afirmación (yo) y la de integración en un todo mayor (nosotros). Por la autoafirmación cada ser defiende su existencia, si no, desaparece. Pero por otro lado, nunca está sólo, está siempre enredado en un tejido de relaciones que lo integra y le facilita la supervivencia. 

Las dos tendencias coexisten, juntas construyen cada ser y sustentan la biodiversidad. Excluyendo una de ellas surgen patologías. El ‘yo’ sin el ‘nosotros’ lleva al individualismo y al capitalismo como su expresión económica. El ‘nosotros’ sin el ‘yo’ desemboca en el socialismo estatal y en el colectivismo económico. El equilibrio entre el ‘yo’ y el ‘nosotros’ se encuentra en la democracia participativa que articula ambos polos. Ella acoge al individuo (yo) y lo ve siempre insertado en una sociedad mayor (nosotros) como ciudadano. 

Hoy necesitamos una hiperdemocracia que valore cada ser y a cada persona y garantice la sostenibilidad de lo colectivo que es la geosociedad naciente

Fuente del articulo: http://leonardoboff.com/site-esp/lboff.htm

Fuente de la imagen: http://3.bp.blogspot.com/_YR1LGw9ZFJQ/SZNWuM5lQLI/AAAAAAAAABY/iH2A1TpdHGg/s400/20061006105354-egoismo.j

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Revolución Social

América del Sur/Perú/Fuente:http://elcomercio.pe/

Por: Richard Webb.

El argumento usual para una revolución social se basa en un análisis blanco y negro. Cuando nos convencemos de que los males de una sociedad tienen una explicación claramente definida, se justifica más fácilmente un proyecto enérgico para extirpar ese mal, incluyendo la posibilidad de quebrar normas de la buena economía o de la democracia. La excesiva simplificación propia del pensamiento blanco y negro llevó al Perú a pensar que la pobreza desaparecería si eliminaba las haciendas, llevó al Brasil a una multiplicación masiva de los programas sociales y acaba de llevar al Reino Unido a salir de la Unión Europea para cerrar la puerta a los inmigrantes.  

Las propuestas políticas dirigidas a reducir la desigualdad parten hoy de un diagnóstico basado en el índice Gini, una estadística que pretende resumir la desigualdad. Así como el PBI mide la producción de un país, el Gini también permite la comparación con otros países y la fijación de una meta cuantitativa de reducción de la desigualdad. Pero mientras el PBI es presentado como una suma de las producciones de distintas actividades, facilitando la formulación de políticas de promoción productiva a medida para cada sector, la evaluación comparativa del costo-beneficio de esas políticas y la medición de los resultados de las intervenciones en cada caso; no ocurre lo mismo con el índice Gini.

Este, por contraste, es presentado como un resultado matemático cuya derivación es poco intuitiva, lo que no impide su uso como bandera política, pero sí limita su utilidad práctica para el diseño de estrategias de reducción de la desigualdad. Como la composición sectorial del PBI, el Gini es también un resultado de diversos procesos que crean diferentes formas de desigualdad, y que deben conocerse individualmente para servir de base para una estrategia igualitaria. Esta realidad compleja ha sido con frecuencia ignorada en el pasado, cuando se ha presentado una que otra reforma social sin tener en cuenta que el esfuerzo atacaba solo una parte del problema mayor de la desigualdad, como fue la reforma agraria en un momento, y como son los reajustes de salarios y las ocasionales modificaciones en los servicios sociales. 

Celebro entonces que el presidente electo en su breve discurso durante la ceremonia de entrega de credenciales haya formulado una “revolución social” no como una simple bandera general, sino como un conjunto de objetivos y políticas, mencionando en particular la desigualdad entre regiones, la desigualdad en la calidad de la educación y en los servicios sociales. Una presentación más completa incluirá sin duda otros elementos del bienestar cuya distribución se caracteriza también por una fuerte desigualdad, tales como la seguridad ciudadana, la justicia, el trato de las etnias y la igualdad de género, cada uno de los cuales es un valor en sí mismo, pero que a su vez afecta a los otros. 

La fijación de metas y la fiscalización de resultados para un conjunto tan diverso de valores monetarios y no monetarios no se prestarán a un fácil resumen estadístico, pero el éxito de una revolución social dependerá no solo de los avances numéricos en cuanto a los distintos valores de la vida social, sino también de lograr un avance balanceado entre ellos.

Fuente:

 http://elcomercio.pe/opinion/rincon-del-autor/revolucion-social-richard-webb-noticia-1913970

Imagen: http://cde.3.elcomercio.pe/ima/0/1/4/2/6/1426925/base_image.jpg

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Malhumor: «Es el nuevo estrés social”

Alejandro Grimson

Hay malhumor en la sociedad, malhumor en la calle. Más insultos en el tráfico, más nervios en los comercios, una irritabilidad que se expande. En una oficina pública de la ciudad, del Estado ya modernizado y alegre, vi un empleado que dejaba de atender a los ciudadanos diciendo “con la inflación que hay, yo ya trabajé demasiado”. ¿Huelga individual? Y la larga fila, como se dice en la calle, “se queda pagando”, como si no nos afectara la inflación.

Cada uno se mira un poco más el ombligo. Cuando levanta la cabeza y mira al conjunto, crece la incertidumbre. De manera vertiginosa, un optimismo que nunca fue unánime se transmuta en creciente desesperanza. Cada vez hay más caras que parecen preguntar “¿qué es todo esto que está pasando?”. No quieren respuesta cliché, quieren entender algo que se nos escapa de las manos. Algo que nos pone nervioso porque es escurridizo.

Si bien la Argentina está retrocediendo en la distribución del ingreso, avanza en la distribución de la mala onda. Es el estrés social. Atravesamos el pico de nerviosismo al compás de que ya el boleto de colectivo no es lo que era, la luz y el gas ya no son lo que eran. Dicen que se sinceraron, pero la verdad es que la plata no alcanza. Obvio, prometen que el futuro será el paraíso, pero en nuestra coyuntura hasta la palabra paraíso nos pone la piel de gallina.

Dos amigos, con opiniones políticas opuestas, me responden de idéntica manera a mi trivial pregunta ¿qué tal? “Todo bien, salvo el país”. La hiperinformación aceleran el pulso, incrementa la tensión. Tenemos la capacidad de atención desbordada. Estrés. ¿Cuándo te da descanso la Argentina? ¿Cuándo baja el ritmo y se aleja del precipicio? ¿Ya hay noticias? Prendé la radio, mirá tuiter, entrá cada segundo a refrescar la web.

La emocionalidad está a flor de piel mientras se deshojan las margaritas. Declara, no declara, recusa, aceptan, deniegan, imputan. Las palabras se vuelven locas. Hace mucho tiempo atrás, recuerdo que un fiscal solicitó la imputación de la expresidenta, y el título principal de algún diario daba a entender que era culpable. Ahora, que cambió la vara de la república y que el presidente en ejercicio está imputado, se informó tal como dicen las leyes, que la imputación sólo implica la apertura de una investigación donde se presume inocencia.

Es el doble estándar a la enésima potencia. Presumís la inocencia de los amigos y descontás la culpabilidad de los enemigos. Sí, la palabra “adversario” debería ser reservada para la política, la contraposición de argumentos y la contienda electoral. Ahí no hay “enemigos”. Es una guerra de palabras, claro, pero convencé a los pseudo republicanos de que los adversarios tienen derechos humanos. Hasta Videla había tenido aquí derecho al debido proceso. Hace dieciséis años que no escucho ansiedad por las causas de Menem, algunas que duermen el sueño de los justos en el tribunal más elevado previsto por la Constitución.

Cuando se escucha la frasecita “que ella vaya presa”, ¿dónde se perdió la pretensión de ser republicanos? ¿Dónde ha quedado el derecho a la defensa, el debido proceso, la necesidad de pruebas? He visto en la televisión y he escuchado en off tanto a los militantes de todo encarcelamiento como a quienes saben que una decisión irresponsable puede poner este país patas para arriba.

Todavía recuerdo, parece haber sucedido en otro siglo, al presidente afirmando que había opositores presos en Venezuela. También parece otro siglo cuando decían que el kirchnerismo quería parecerse a Venezuela. Ahora estamos tan excéntricos, que si fuera cierto lo que decía Macri, la Argentina alcanzaría ese nuevo estándar en la violación a los derechos humanos con la gestión actual.

Admito que me pone nervioso que los antikirchneristas emocionales no me entiendan. No importa lo que yo piense sobre la actuación de Milagro Sala. Tampoco importa si me gustó mucho o poco el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. No importa lo que yo piense del gobierno de Juan Domingo Perón. Lo que importa es que él jamás estuvo prófugo. Estuvo 18 años exiliado, que es muy diferente. Proscripto.

Lo que importa es que me gusta y defiendo la Constitución. Todos los ciudadanos, entiéndase bien, todos y cada uno, tienen derechos y obligaciones. Ahora, si nos creemos 42 millones de jueces supremos, hay un detalle: el supremo se calla la boca hasta que se apela después de la segunda instancia.

De pronto, todo resulta justificable. Cualquier derecho que sea eliminado, sean los descuentos del Pami, sean trabajos en el Estado, cualquier reducción de salarios vía inflación y tarifazos, todo puede ser decorado con palabras como sinceramiento, ñoquis, ladrones. Todo, obviamente, en pro de “unir a los argentinos”. La idea es sencilla: si se produce un auténtico terremoto que parta la tierra en dos, todos podremos reunirnos en el fondo de la grieta.

El artista plástico León Ferrari seleccionó decenas de noticias gráficas de los años de la dictadura que mostraban que había indicios, incluso en plena censura, de lo que estaba sucediendo. Tituló la obra con una frase que espero que nadie utilice ante los Panamá Papers: “Nosotros no sabíamos”. ¿Se procesa o desprocesa al ritmo de los cambios políticos? Nadie cree en el poder judicial y ese es el problema. El doble estándar se va a eternizar en la Argentina mientras no exista un tercero, un poder judicial limpio y transparente que se eleve por encima de todos los partidos y facciones, que responda a las leyes. Una justicia que honre esa palabra sería decisiva para bajar el estrés social, la ansiedad, para desacelerar. Si todos creyéramos que se va a hacer justicia, dormiríamos mucho más tranquilos.

Habría que avisarle al General que esto, entre todos, no lo vamos a arreglar. Las probabilidades están cerca de nadie. De hecho, a veces parece que hay quien cree que un país sin recaudación fiscal sería el verdadero paraíso.

Fuente del articulo: http://www.revistaanfibia.com/ensayo/malhumor/

Fuente de imagen: Foto de portada: Federico Cosso.

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