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Japón: Las escuelas nocturnas revelan carencias en la atención a los extranjeros

Por: Yoshida Norifumi

Las escuelas nocturnas, que en el pasado dieron una segunda oportunidad a las personas que durante el caos que acompañó al fin de la Segunda Guerra Mundial no pudieron completar su educación secundaria, prestan ahora un importante servicio a los residentes extranjeros, cuyo número está creciendo últimamente. Son estos centros, creados y gestionados por voluntarios, los que están integrando a muchos extranjeros en sus ambientes escolares o laborales.

Esta primavera, la Junta de Educación de la ciudad de Kawaguchi (prefectura de Saitama) ha anunciado la creación, para abril de 2019, de una escuela nocturna municipal de secundaria (12-15 años). La iniciativa surge en consideración a una serie de situaciones, como las de los alumnos que, por razones económicas, circunstancias familiares o por haber sufrido acoso escolar, se ven imposibilitados de asistir a las clases de los centros diurnos, pero también responde al aumento del número de extranjeros que requieren un apoyo especial en idioma japonés.

Desde los años 80 existe en dicha ciudad la Escuela Secundaria Nocturna Independiente de Kawaguchi, regentada por un grupo de voluntarios. Pero la entidad que, manteniendo vínculos desde hace años con la primera, ha venido tratando de que el Gobierno municipal de Kawaguchi estableciera un centro público de esas características ha sido la Escuela Secundaria Nocturna Independiente de Matsudo (ciudad de Matsudo, prefectura de Chiba), una de las pioneras en este sector de la enseñanza en el que convergen actualmente más de 300 escuelas en todo el país.

En este momento en que las miradas se centran otra vez en estas escuelas, visité la referida de Matsudo.

Aumento del número de niños de nacionalidad extranjera

Enomoto Hirotsugu, presidente de la organización sin ánimo de lucro “Asociación Cívica para la creación en Matsudo de una escuela secundaria nocturna”.

Son las 5.45 de la tarde de un viernes de mediados de mayo cuando llego al Kinrō Kaikan, un edificio que da cabida a diversas actividades cívicas, educativas y culturales. En la primera planta hay cuatro aulas, ante las cuales sendos letreros indican que se trata de la escuela que busco. Sale a recibirme Enomoto Hirotsugu (67 años), responsable de la organización sin ánimo de lucro “Matsudo-shi ni yakan chūgakkō wo tsukuru shimin no kai” (“Asociación Cívica para la creación en Matsudo de una escuela secundaria nocturna”), entidad que regenta la escuela. Enomoto sostiene que el número de niños de nacionalidad extranjera que asisten a las clases de las escuelas nocturnas tiende a aumentar.

“Cuando inauguramos la escuela, en 1983”, explica Enomoto, “entre los alumnos había muchas personas oriundas de las dos Coreas, así como japoneses criados en China tras haber perdido contacto con su familia en la confusión del final de la Segunda Guerra Mundial, todos los cuales tenían entre 50 y 70 años aproximadamente. Con el correr del tiempo, algunos de ellos ya han fallecido. Últimamente vienen a nuestras clases nocturnas muchos niños nacidos y criados en el extranjero que han llegado a Japón con sus padres y que asisten a clases de primaria, secundaria o bachillerato en Matsudo o en municipios vecinos. En los picos llegamos a tener aquí en torno a los 20 alumnos. Tenemos chinos, surcoreanos, vietnamitas, filipinos, nepaleses, bangladesíes y de otras nacionalidades, 10 en total”.

Las clases comienzan a las 6.00 de la tarde y terminan a las 9.00 de la noche.

Matsudo, situada a unos 20 kilómetros del centro de Tokio, viene desarrollándose como ciudad-dormitorio, pero en los últimos años su población apenas crece. Aun así, el censo municipal de 2016 reveló que por primera vez se han superado los 490.000 habitantes. El motor de este crecimiento está en los residentes extranjeros.

Según estudios realizados por la propia ciudad a fines del año pasado, los residentes extranjeros eran 14.120 (frente a los 12.966 del año anterior). Por países, el de mayor representación es China, con 5.998 personas (5.576 en 2015), seguido por Vietnam con 2.039 (1.828), Filipinas con 1.653 (1.590) y las dos Coreas con 1.651 (1.603).

Importante apoyo en el paso a los institutos de bachillerato

Entre los alumnos de la escuela nocturna hay quienes se expresan en japonés con fluidez. Pero tampoco ellos son capaces de captar con precisión las explicaciones de los profesores de su escuela primaria o secundaria, ni los contenidos de los libros de texto. Las asignaturas que más se les resisten suelen ser Lengua Japonesa, Sociedad y Geografía.

Llama la atención la presencia de alumnos extranjeros que quieren prepararse para los exámenes de ingreso en institutos de bachillerato. Comienzan a aumentar en junio o julio y para el otoño se llega a los 20 o 25. Hasta la fecha señalada para su examen, que suele ser en febrero o marzo, acuden a la escuela nocturna casi todos los días. Enomoto señala que la tendencia es ya fija todos los años. “Menos los días de Año Nuevo, se aplican al estudio con tesón todos los días. Y nosotros, como ellos, rendimos al límite de nuestras fuerzas para conseguir el aprobado”.

En la prefectura de Chiba, explica Enomoto, existe un sistema denominado “Gaikokujin no tokubetsu nyūgakusha senbatsu” (“Selección especial de aspirantes extranjeros a plaza escolar”). Según explica la Junta de Educación, pueden beneficiarse de este sistema los jóvenes extranjeros que vivan o tengan previsto vivir con sus padres o cuidadores en la prefectura de Chiba, siempre que no hayan transcurrido más de tres años desde su llegada a Japón.

Si cumplen dichos requisitos, estos muchachos pueden optar a una plaza en alguno de los institutos prefecturales o municipales homologados por la Junta Prefectural de Educación para implementar dicho sistema, simplemente mediante una entrevista y un ejercicio de redacción (composición) que podrán ser bien en japonés, bien en inglés. No se les exige que aprueben ninguno de los exámenes que deben pasar los aspirantes japoneses (Lengua Japonesa, Matemáticas, Lengua Inglesa, Sociedad y Ciencias). La selección se hace juzgando en conjunto los resultados de la entrevista y la redacción, el informe sobre el aspirante presentado por la escuela de secundaria donde cursó estudios y algunos otros documentos, como la solicitud escrita que debe presentar el aspirante para que a su expediente se le aplique la tramitación especial para extranjeros.

Así pues, las escuelas nocturnas se están convirtiendo en academias de refuerzo para que estos jóvenes extranjeros estén en condiciones de aprovechar estos mecanismos.

En pos de una escuela nocturna de carácter público

Como he dicho más arriba, la escuela nocturna de Matsudo fue fundada en 1983 por un grupo de voluntarios. Durante su etapa inicial, la mayor parte de su alumnado eran personas que, en aquellos años caóticos de la guerra y la posguerra, por una u otra razón no habían podido completar su educación secundaria. Entre ellos, muchos eran oriundos de la península coreana. Otros, niños nacidos en familias de colonos japoneses en China que, para evitar que corrieran la incierta suerte de sus padres que trataban de regresar desesperadamente a Japón siendo hostilizados por el camino, fueron confiados a familias chinas y generosamente criados por ellas, tras lo cual pudieron regresar a Japón. Posteriormente, el perfil del alumnado fue cambiando, aumentando la proporción de alumnos japoneses con problemas de integración en la escuela (acoso escolar, etc.) y personas con alguna discapacidad. Hasta el momento, han pasado por sus aulas un total próximo a las 1.700 personas. En mayo de 2017, la escuela contaba con 50 alumnos, de ellos 10 o 15 extranjeros.

Su personal está formado por 30 personas, algunas de ellas con experiencia docente en primaria o secundaria, aunque también hay exempleados de empresas privadas y exfuncionarios. Normalmente, suele haber una veintena impartiendo las clases. Los alumnos eligen una asignatura o campo de estudio y acuden a un profesor que puede ayudarles en esa área. Los alumnos combinan clases en grupo, particulares y de aprendizaje libre, en un horario que se desarrolla entre las 6.00 de la tarde y las 9.00 de la noche.

Para ingresar no es necesario pasar exámenes ni pagar matrícula. Tampoco se establecen tasas académicas mensuales. Normalmente, el alumno deja la escuela después de permanecer en ella durante dos o tres años. Los fondos necesarios para su gestión proceden de las aportaciones de los socios, que son unos 250, y se complementan con el producto de las ventas de takoyaki y otras especialidades culinarias en el puesto que lleva la organización en un mercadillo del área.

Según un estudio del Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología, a 1 de mayo de 2014 existían en Japón 307 escuelas nocturnas independientes, casi todas ellas sostenidas por voluntarios. Desde 1979, la asociación que regenta la escuela nocturna de Matsudo viene pidiendo a las autoridades educativas municipales que establezcan una escuela secundaria nocturna de carácter público, que pueda ofrecer titulación en ese ciclo escolar. No se trataba de erigir una nueva escuela, sino de conseguir que en una escuela municipal de secundaria de las ya existentes se ofrecieran clases en horario nocturno.

Fruto de este esfuerzo, la Junta Municipal de Educación hizo públicos en febrero de este año sus planes de establecer un horario alternativo nocturno en una de las escuelas municipales de secundaria. Sin embargo, según los datos del censo nacional de 2010, el número de personas que no se habían graduado de una escuela secundaria, es decir, que no habían cumplido el ciclo completo de la educación obligatoria, ascendía todavía a 128.000. Entre ellos, hay también extranjeros. No puede decirse que la Administración esté haciendo todo lo que debería para hacer frente a esta situación. Las escuelas nocturnas de carácter público, que en 1954 eran 89, se han reducido a 31 y además están concentradas en solo ocho de las 47 prefecturas del país. El ministerio de Educación sostiene que su intención es crear las suficientes para que haya al menos una por prefectura, pero no se aprecian avances significativos en estos planes.

Un apoyo que no termina con el ingreso en el instituto

El día de mi visita advertí que en un rincón de una de las aulas, alrededor de una mesa larga, dos madres con sus respectivos hijos recibían de un profesor septuagenario una lección de lengua japonesa. Los cuatro habían llegado a la ciudad en febrero de este año procedentes de la provincia china de Shandong. Eran un niño de sexto de primaria con su madre, y una niña de tercero con la suya. Los dos niños asistían a las clases de una escuela primaria de la ciudad.

La madre del niño habló conmigo en japonés. “Me resulta difícil usar el japonés. Tampoco entiendo bien las fotocopias (deberes) que trae mi hijo a casa. Pero aquí, en esta escuela nocturna, los profesores me explican esas cosas. Son muy amables y les entiendo muy bien. Me gustaría que mi hijo aprendiera bien el japonés e hiciera muchos amigos. Y sería estupendo si la escuela primaria le diera más oportunidades para aprender mejor la lengua”.

Su marido, que trabaja en una empresa cerca de Matsudo, llegó a Japón hace ocho años y vivió durante algún tiempo apartado de su familia. En febrero de este año llegaron su esposa y su hijo, y este entró en el sexto grado de primaria de una escuela local. La otra mujer presente en el aula llegó también a Japón en circunstancias similares, trayéndose a su hija. Su marido lleva seis años en Japón.

Entre los voluntarios que imparten las clases hay muchos con experiencia docente en primaria y secundaria, así como exempleados de empresas privadas y exfuncionarios.

En otra de las aulas, cuatro extranjeros aprendían japonés. Tres de ellos, mediante la referida “Selección especial de aspirantes extranjeros”, habían obtenido plaza e iniciado sus estudios en abril en institutos de bachillerato prefecturales o provinciales de Chiba, pero seguían asistiendo a las clases de esta escuela nocturna.

Uno de ellos era un muchacho filipino de 16 años llegado a Japón con sus padres tres años atrás. “Quiero estudiar la asignatura de Sociedad Contemporánea y conocer Japón más en profundidad. Pero no puedo mantenerme al nivel de las clases del instituto. Por eso vengo aquí para estudiar y tratar de no perder el ritmo”. Los otros dos son chinos. Uno de ellos llegó a Japón hace tres años con sus padres, procedentes de Shanghai. La familia se estableció en Matsudo. “No entiendo la clase de Ciencias (del instituto)”, confiesa uno de ellos. “No capto lo que dice el profesor. Ahora estoy asistiendo también a un juku [academia de refuerzo]. Ya sé que no estudio lo suficiente. Y las cosas no me entran en la cabeza”. El otro alumno chino llegó a Japón con su madre hace dos años. Su padre ya vivía en Matsudo. “No entiendo las clases del instituto. No sé lo que están diciendo los profesores”.

Extranjeros en programas de capacitación técnica

Parece ser que estas escuelas nocturnas de secundaria están sirviendo también para enseñarles japonés a los extranjeros que llegan a Japón con programas de capacitación técnica. Según datos sobre empleo de extranjeros en Japón hechos públicos en enero de 2017 por el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar, a finales de octubre de 2016 se superó por primera vez el millón de extranjeros empleados en Japón, situándose la cifra en cerca de 1,08 millones. Especialmente significativo fue el aumento de quienes llegan con programas de formación técnica, cuyo número ascendió un 25 % hasta los 210.000 aproximadamente. Los jóvenes chinos, vietnamitas, filipinos, tailandeses, indonesios y de otros países que llegan a Japón con el sistema de internado en prácticas técnicas para extranjeros (Gaikokujin ginō jisshūsei seido), organizado por el Gobierno de Japón, obtienen puestos de trabajo en la industria manufacturera o en otros sectores que, como la agricultura, la pesca o la construcción, sufren una grave carencia de mano de obra. La creciente presencia de estos trabajadores extranjeros en formación tiene mucho que ver con el asunto de la creación de una escuela nocturna municipal de secundaria en Kawaguchi, a la que me he referido al principio de este artículo.

La ventaja para las empresas que participan en este sistema es que pueden pagar salarios inferiores a los que pagarían si tuvieran que contratar a japoneses para esos mismos trabajos. Pero surgen muchos problemas. Algunos extranjeros se enzarzan en conflictos laborales con su empresa por cuestiones como la cuantía del salario, el pago del mismo o la extensión de la jornada laboral. Dicen que algunos extranjeros se desesperan sin saber qué hacer cuando ven que su empresa les retiene el pasaporte. Es probable que, entre los trabajadores extranjeros en prácticas que acuden a las escuelas nocturnas, muchos de ellos estén afrontando este tipo de conflicto con un conocimiento insuficiente de la lengua japonesa. Detrás de iniciativas como la creación de una escuela nocturna de secundaria asoman problemas directamente emanados de la forma de entender la misión del Estado.

(Escrito el 5 de junio de 2017 y traducido al español del original en japonés)

Fuente: http://www.nippon.com/es/currents/d00327/

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