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Banco Mundial: Más de 60 millones de personas podrían caer en pobreza extrema por COVID-19

Redacción: Estrategia y Negocio

Más de 60 millones de personas podrían ser ‘empujadas’ a la pobreza extrema en 2020, advirtió este martes David Malpass, presidente del Banco Mundial, esto debido a la pandemia del nuevo coronavirus y los cierres económicos obligados determinados para detener contagios.

Esta situación ha dado un duro golpe a la economía mundial, en especial a los países más pobres con un impacto directo en el ingreso de la población.

“Es probable que estas estimaciones aumenten aún más, con la reapertura de las economías avanzadas como determinante principal”, agregó al precisar la necesidad de que países en desarrollo y la comunidad internacional tomen medidas para acelerar la recuperación.

Según los capítulos analíticos 3 y 4 del informe de Perspectivas de la Economía Mundial del Banco Mundial, las medidas de respuesta a corto plazo para abordar la emergencia de salud deberán ir acompañadas de políticas integrales para impulsar el crecimiento a largo plazo, incluso mejorando la gobernanza y los entornos empresariales, y expandiendo y mejorando los resultados de la inversión en educación y salud pública. Para hacer que las economías futuras sean más resistentes, muchos países necesitarán sistemas que puedan construir y retener más capital humano y físico durante la recuperación, utilizando políticas que reflejen y fomenten la necesidad postpandemia de nuevos tipos de empleos, empresas y sistemas de Gobierno.

“Las elecciones de políticas realizadas hoy, incluida una mayor transparencia de la deuda para invitar a nuevas inversiones; avances más rápidos en la conectividad digital, y una gran expansión de las redes de seguridad de efectivo para los pobres, ayudarán a limitar el daño y construir una recuperación más fuerte” señaló el presidente del organismo.

Malpass identificó el financiamiento y la construcción de infraestructura productiva entre los desafíos de desarrollo más difícil de resolver y advirtió sobre la necesidad de ver medidas para acelerar los litigios y la resolución de quiebras.

A largo plazo, la pandemia dejará daños duraderos a través de múltiples canales, incluida una menor inversión; erosión del capital físico y humano debido al cierre de empresas y la pérdida de escolaridad y empleos; y un retiro de los vínculos mundiales de comercio y oferta.

Bajos precios del petróleo poco ayudarán a la recuperación

Los países en desarrollo que dependen del turismo, las remesas y del comercio mundial serán particularmente afectados, advierte el análisis del Banco Mundial y alerta que los bajos precios del petróleo poco ayudarán a la recuperación y en cambio, pueden agravar el daño causado por la pandemia al debilitar aún más las finanzas de los productores.

“Es probable que los bajos precios del petróleo proporcionen, en el mejor de los casos, un apoyo marginal a la actividad global al comienzo de la recuperación”, anticipa el análisis.

Para las economías emergentes exportadoras de petróleo, el escenario es poco alentador, ya que además de la crisis de salud pública sin precedentes, experimentan fuertes recesiones económicas a medida que sus ingresos por exportaciones cayeron.

«Incluso si los precios del petróleo aumentan a medida que se recupera la demanda mundial de petróleo, la reciente caída de los precios es otro recordatorio para los países exportadores de petróleo de la urgencia de continuar con las reformas para diversificar sus economías», consideró Ayhan Kose, director del Grupo de Prospectos del Banco Mundial.

Fuente: https://www.estrategiaynegocios.net/lasclavesdeldia/1383883-330/banco-mundial-m%C3%A1s-de-60-millones-de-personas-podr%C3%ADan-caer-en-pobreza

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La ofensiva sensible: una lectura somática de la coyuntura

Por: Amador Fernández Savater

Sobre La ofensiva sensible, Diego Sztulwark (Caja Negra, 2019)

Según su maestro Ignacio Lewkowicz, Diego Sztulwark practica un “modo piojoso” de leer y escribir. ¿En qué consiste? Es una manera de decir lo que uno quiere decir a través de las palabras y el pensamiento de otro. Un contrabando de las intuiciones más propias bajo capa de citas académicas o eruditas convenientemente deformadas. Es el “método” con el que ha sido escrito La ofensiva sensible. El resultado es muy rico, porque regala al lector una gran cantidad de referencias potentes -la “plebe” de Lefort/Maquiavelo, la “forma de vida” de Pierre Hadot, los “saberes del cuerpo” de León Rozitchner, etc.- y a la vez hace pasar sin estridencias un pensamiento original que las retuerce productivamente en el sentido deseado.

Aún así, por alguna razón que no desvela, Diego considera que este “método” es “seguramente insatisfactorio” para dar cuenta “de la exigencia que todo acontecimiento singular impone”. A la espera de una nueva tentativa creadora en el orden del pensamiento y la escritura, vamos a reseñar este libro de un modo “piojoso” también, pero al revés. Si Diego hace pasar sus intuiciones a través de las ideas de otros, nosotros haremos pasar las ideas de Diego a través de algunas palabras e imágenes propias. Un ejercicio de parafraseo. Pero el objetivo es siempre el mismo: mantener las ideas en movimiento, traducirlas y reapropiárnoslas sin fetichismo ni veneración, algo que hemos aprendido en muy buena medida del autor.

Batalla somática
Agarramos un hilo posible de lectura piojosa entre otros: la cuestión del cuerpo. El neoliberalismo según Diego Sztulwark no es una cuestión solamente política, económica o ideológica, no tiene que ver exclusivamente con políticas de austeridad, planes de ajuste o fe en el libre mercado, sino también, a la vez, al lado y a través de todo ello, con la producción y reproducción cotidiana de un tipo de cuerpo.

En el corazón de la pelea por conservar o transformar el estado de cosas hay por tanto una dimensión somática fundamental, pero a la que se presta muy poca atención. Hay un límite muy severo en las políticas que no tocan los cuerpos, en las políticas que le dicen a los cuerpos: “no te muevas, no te preocupes, quédate quieto, yo me encargo de dar la pelea por ti”. ¿De qué límite se trata?

Podemos tener a la vez un gobierno anti-neoliberal o pos-neoliberal y una sociedad profundamente neoliberal, cuyos cuerpos y las relaciones que mantienen entre sí y con el mundo están organizados por dispositivos que reproducen un modo de existencia basado en calcular y extraer beneficio de cada encuentro, de cada vínculo, de cada situación, de cada gesto.

El neoliberalismo -noción que el autor considera “insatisfactoria” y sólo útil provisionalmente- no sólo “desciende” del mando político, sino que también “asciende” desde la sociedad al poder a través de los modos de vida. La victoria electoral y el gobierno de Macri -y de otros gobiernos similares- puede entenderse de ese modo como un concentrado, un reflejo, un holograma del triunfo de los modos de vida neoliberales, del cuerpo neoliberal.

El cuerpo flexible
A partir de la lectura del libro propongo tres imágenes para contribuir a dar visibilidad e importancia a esa dimensión somática de la transformación social: el cuerpo flexible, el cuerpo agrietado y el cuerpo vagabundo. Son cuerpos en disputa entre las fuerzas en presencia en la coyuntura actual. En medio estarían los agujeros.

El cuerpo flexible es el cuerpo neoliberal, el cuerpo que estamos presionados a darnos a nosotros mismos en tanto que empresarios de sí, gestores de un capital humano que debemos valorizar constantemente, yoes-marca. Es un cuerpo ideal e idealizado de omnipotencia (“sí se puede”), independencia (“yo puedo solo”) y disponibilidad total (“siempre puedo”). Según Diego Sztulwark, esa flexibilidad es en realidad pura docilidad a los dispositivos neoliberales de valorización del mercado. Nada que ver con una plasticidad interesante, una porosidad deseable, una apertura al lado salvaje y desconocido de la vida.

Tres apuntes sobre ese cuerpo neoliberal. En primer lugar, se reproduce a través de todo tipo de dispositivos que funcionan más allá o más acá de la esfera estatal: viajando en Uber, comunicando en Facebook, comprando en el súper, ligando en Tinder, etc. En segundo lugar, se consume más que inventarse. El neoliberalismo propone “modos de vida” ya hechos, listos para “bajarse”, si uno tiene para pagarlos, claro. Cada problema existencial tiene su solución, su receta, su app. Hay una diferencia fundamental entre “modo de vida” (que se consume) y “forma de vida” (que se crea). En tercer lugar, el neoliberalismo es un poder de homologación, de estandarización, de abstracción, nunca de singularización. La única singularización admitida es la “libre elección” de tal o cual perfil en Facebook o en Tinder, de tal o cual producto en el supermercado. Es un error fatal entregarle la palabra “singularidad” al neoliberalismo, que sólo conoce el esfuerzo por distinguirse de las mercancías idénticas.

Por último, el cuerpo flexible neoliberal -que somos cada uno de nosotros- es tan frágil como el cristal. A diferencia de muchos libros de pensamiento crítico, Diego no se regodea en describirnos cómo el neoliberalismo nos tiene atrapados y más atrapados aún cuanto más creemos rechazarlo. No cae en la fascinación del “crimen perfecto” que impregna hoy en día tantas denuncias sofisticadas. Este es un libro estratégico, escrito desde el punto de vista de las resistencias. Porque la crítica no pasa tanto por lo que se dice, como por desde donde se mira.

Los agujeros
Describir el neoliberalismo desde el punto de vista de las resistencias pasa por verlo enteramente agujereado. El tejido biopolítico neoliberal -que se presenta como total, pleno, acabado- está en realidad agujereado por todas partes. Tenemos el cuerpo, como dicen los compañeros de Córdoba, hecho un colador.

Una crisis de sentido es un agujero.

Una catástrofe social o ambiental es un agujero.

Una revuelta es un agujero.

Tal vez la afirmación más fuerte de este libro sea la siguiente: sólo es posible ver, pensar y transformar algo a partir de los agujeros. Los “síntomas”, en el lenguaje del autor.

Un enunciado difícil de acoger porque esos agujeros son nuestras heridas. Sólo podemos ver, pensar o transformar algo a partir de heridas íntimas y colectivas, pero eso supone mantenerlas abiertas y duele.

El cuerpo flexible neoliberal, que aspira a la omnipotencia, la independencia y la disponibilidad, es en el fondo frágil como el cristal. Con seguridad más frágil que otros formas de subjetivación dominantes en el pasado. El yo neoliberal se presenta como un conquistador, pero está siempre al borde de la depresión, a punto de venirse abajo, a un par de crisis de convertirse en un payaso como el Jóker.

¿Qué vamos a hacer con nuestro cuerpo agujereado? Esta pregunta es una encrucijada crucial en el libro. ¿Vamos a darnos desde ahí un cuerpo nuevo o vamos a dejarnos ganar por el miedo, a tratar de recobrar la normalidad, a cerrar como podamos los agujeros?

La época, y cada uno de nosotros, recorre esa cuerda floja.

El cuerpo agrietado
Empecemos por la segunda opción: el cuerpo agrietado(1). El cuerpo agrietado es un cuerpo agujereado pero que se ha quedado sin recursos -fuerzas propias, redes, alianzas- para darse un cuerpo nuevo, para efectuar transformaciones. Puede ser un cuerpo individual o colectivo, un sujeto o una sociedad, no hay diferencia.

Este cuerpo ya no es el cuerpo flexible neoliberal -triunfador, energético, optimista-, pero no inventa tampoco forma de vida. Está paralizado, muerto de miedo.

Es un cuerpo (que se percibe) de cristal, a punto de estallar en mil pedazos al más mínimo contacto. Huye como de la peste de cualquier encuentro que le ponga a prueba, de cualquier encuentro con algo que no entiende ni domina. Sólo quiere repetir las escenas conocidas, donde sabe desenvolverse, donde sus grietas no se ven desde el exterior.

Se defiende de los agujeros al menos de tres maneras:

-recurriendo a todo tipo de prótesis. La prótesis es la manera de aparentar normalidad cuando ya no existe, cuando todo vacila o se derrumba. Es un dispositivo de orden en el desorden, de equilibrio en el desequilibrio, de control en el caos. Diego enumera: “Tinelli, porno, timba, series, evangelismo, fútbol”. Podríamos añadir: terapias, pastillas, mindfulness… En realidad cualquier cosa puede ser una prótesis, también la militancia política, porque no la configura como tal su consistencia objetiva, sino agarrarnos a ella como un estabilizador, un reparador de sentido, una máscara sin juego.

-la retirada o la ausencia, todas las formas de “desaparición de sí” que describe el libro del mismo nombre de David Le Breton, es decir, todos los modos de desaparecer del mundo y desertar de los afectos, todas las formas de anestesia e insensibilización. Es el Jóker cuando después de sufrir varios tropiezos un día cualquiera, llega por fin a casa, saca cuidadosamente todos los productos del congelador y se mete dentro.

-la victimización, la búsqueda de un culpable de lo que me pasa, la idea de que puedo cerrar el agujero de la crisis localizando y neutralizando a un enemigo, a un chivo expiatorio cuyo sacrificio nos devolverá a la normalidad: mujeres demasiado empoderadas, migrantes, jóvenes de las periferias, etc. Hay que pensar por ahí la capacidad inédita de la derecha actual para provocar daño con sus políticas de depredación y a la vez canalizar el malestar -incluso la protesta- contra ese daño.

El cuerpo agrietado gira hoy a derecha por todas partes, pero no se trata de interpelarlo desde la izquierda, de prometer desde la izquierda una protección real que la derecha sólo fingiría dar, como piensa el populismo de izquierda, sino de salir de él, de salir de nuestra condición victimizada y espectadora, siempre a la espera de algo o alguien que -sin tocar nuestro cuerpo, mediante la delegación y la representación- nos salve de los peligros que nos acechan.

El cuerpo vagabundo
La activista brasileña Alana Moraes llama la atención (2) sobre lo siguiente: Bolsonaro ganó las elecciones de 2018 con un campaña dirigida contra los vagabundos. Los vagabundos son en primer lugar los sin techo, sobre los que sectores de la policía quieren tener derecho de disparar impunemente, pero no sólo. Vagabundos son también los indígenas, los negros, las mujeres que se mueven de su lugar, los profesores que enseñan “lo que no deben”… Es decir, cualquiera que no encaje o cuestione la norma de productividad total.

Es vagabundo todo lo que se cuela, todo lo que se escapa, todo lo que se escurre por los agujeros. Todas las formas de vida heterogéneas en algún punto a la norma de productividad total. Todos los otros modos de relacionarse consigo mismo (no como empresario de sí), con los demás (no como obstáculos o competidores) y con el mundo (no como territorio de depredación). Lo vagabundo no evita los agujeros, sino que los atraviesa y pasa, seguramente no a otra dimensión, pero sí a otro plano de percepción.

El vagabundo deserta. El desertor fue la figura subversiva por excelencia de la sociedad disciplinaria: lo que se fugaba del molde principal de todas las disciplinas, el ejército. Lo que se escapaba de la “movilización total” de la sociedad por la guerra. Fueron desertores los judíos, los homosexuales, los gitanos… Pero cuando el capital asume su forma neoliberal, la vida es de nuevo movilizada. Ahora por la guerra económica. Cada aspecto y cada momento de la existencia es susceptible de generar valor, ese es el capitalismo depredador contemporáneo. Lo vagabundo que Bolsonaro quiere eliminar es lo que deserta de la productividad total, de la guerra y el fascismo posmoderno.

Podemos aprender mucho de esos cuerpos vagabundos si nos ponemos a la escucha: es una invitación apremiante de este libro. Aprender y contagiarnos de esas “subjetividades de la crisis” o “subjetividades plebeyas” que saben hacer sin garantías, hacer con poco, habitar la incertidumbre. El fascismo neoliberal -el fascismo como prótesis del cuerpo agrietado- no quiere eliminar los cuerpos vagabundos porque sí, porque sean débiles, como a veces se dice de las mujeres, de los migrantes o de los pobres. Todo lo contrario: los quiere eliminar porque son fuertes en su vulnerabilidad asumida, porque pelean e inventan formas de vida en medio de arenas movedizas.

Jack Kerouac, que vagabundeó mucho él mismo, tiene páginas hermosas sobre los vagabundos norteamericanos: sin idealizarlos, nunca los mira simplemente como figuras desgraciadas de la carencia y falta. Hay un “orgullo” del vagabundo, dice Kerouac, hay un deseo y una pulsión por el vagabundeo. Es el orgullo de una forma de vida soberana, en el sentido de que no recibe su valor de otra parte, sino que crea valor desde sí misma y sobre la marcha, on the road.

Ese es el orgullo que los pone en el punto de vista de los fascismos que emergen hoy. Precisamente quien no se deja sacrificar, quien no quiere sacrificar su vida en el altar de la patria-empresa, se vuelve sacrificable por otros. Es el “parásito”, el “enemigo”, cuya eliminación traerá supuestamente de nuevo la prosperidad y la normalidad.

Vagabundo es una falla en la identificación completa entre vida y capital que pretende el neoliberalismo. Es cualquiera de nosotros cuando elabora una crisis de sentido en términos de una transformación de las formas de vida.

Resensibilizar el cuerpo agrietado
Una esperanza para nuestro cuerpo agrietado: los movimientos.

Es muy pobre entender los movimientos simplemente desde la sociología política, como “movimientos sociales” o incluso como “contrapoderes”. Si el corazón de la disputa política es nuestro cuerpo, ¿qué efectos tienen sobre ellos los movimientos? Efectos de resensibilización nos dice este libro, en la estela de Franco Berardi (Bifo) o de Rita Segato. ¿Qué quiere decir esto?

Un movimiento es lo que nos permite sanar nuestro cuerpo agrietado sin recurrir a prótesis estabilizadoras, sin anestesiarnos o borrarnos del mapa, sin entregarnos a la rabia reactiva que busca culpables de nuestro malestar. Sanar aquí es justamente lo contrario de reparar, de negar y parchear los agujeros. Es ganar en plasticidad. Es saber hacer con el no saber. Es hacer de la crisis una palanca para la transformación íntima y social.

Allí donde hay miedo, resentimiento o rabia reactiva, un movimiento puede injertar en el cuerpo individual y colectivo un gusto, un deseo, una apertura y una disponibilidad al encuentro, al movimiento, al pensamiento, a la creación. Allí donde el otro se nos presenta como aquello que amenaza nuestro cuerpo frágil y agrietado, un movimiento puede traer empatía, solidaridad, confianza en que la única salvación posible pasa justamente por el contacto, por entrar en contacto.

Leo este libro desde Europa que ahora mismo me aparece como un gran cuerpo agrietado. Que rechaza por ejemplo a los migrantes que podrían ser -y de hecho son ya, a muchos niveles- un factor de rejuvenecimiento, de enriquecimiento y de revitalización del cuerpo agrietado.

A izquierda y derecha, todos los discursos políticos interpelan al cuerpo-víctima, al cuerpo sufriente, al cuerpo agrietado que pide protección y seguridad. Con diferentes significados, todos los discursos políticos ofrecen prótesis y señalan a algún chivo expiatorio culpable de nuestros agujeros (los migrantes, la élite política, los dos). La derecha es muy eficaz en este discurso, cierta izquierda babea de envidia y coquetea incluso con el racismo y la xenofobia para parecerse a ella.

Los movimientos abren otros caminos, por fuera de esas alternativas infernales. Afirman y despliegan potencias que no son sólo de protección vertical y de tutela, sino de bifurcación cultural, existencial. No simplemente contener con parches la crisis civilizatoria, sino hacer palanca en ella para girarla hacia una mutación civilizatoria. No sólo volver a la normalidad, sino crear nuevas formas de vida. No sólo tapar los agujeros sino mirar, pensar y crear a partir de ellos. Ensanchar las grietas.

En estos movimientos encontramos alianzas entre cuerpos agrietados -que se desagrietan por el camino, pasando de víctimas a afectados- y cuerpos vagabundos a la búsqueda de otras formas de vida. Es mi percepción de los chalecos amarillos franceses por ejemplo. Pero no esperemos ninguna pureza o coherencia en estos movimientos, porque la materia con la que trabajan es el malestar y la energía que elaboran sale de sus heridas, no de la ideología, la conciencia, un programa o un modelo alternativo de de sociedad. ¿Cuanta impureza podemos sostener?

Son movimientos vagabundos ellos mismos porque no saben adónde van, adónde vamos, a diferencia seguramente de otros tiempos cuando existía, fuese contestado o no, una alternativa social como la ofrecida por la URSS. Politizaciones impuras en los que se trata principalmente de estar, implicado, en contacto, a la escucha, aprendiendo, transformándose. Y a cuya lenta construcción de otro vocabulario, de otras formas de acción y de otras imágenes de cambio quiere contribuir este pequeño gran libro de Diego Sztulwark.

Intervención en la presentación de La ofensiva sensible en la librería La casa del árbol de Buenos Aires el jueves 5 de diciembre junto con Diego Genoud, Lila Feldman y Diego Sztulwark.

(1) Sobre esta figura del cuerpo agrietado, puede leerse algo más en Introducción a la guerra civil de Tiqqun.

(2) Por ejemplo aquí: http://www.ihu.unisinos.br/159-noticias/entrevistas/583308-a-polarizacao-politica-as-paixoes-da-sociedade-e-a-disputa-pelos-rumos-do-neoliberalismo-entrevista-especial-com-alana-moraes

Fuente e imagen: http://lobosuelto.com/una-lectura-somatica-amador-fernandezsavater/

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Education 4.0: Is Indonesia ready?

Education 4.0: Is Indonesia ready?

In the endeavour to build the future of any nation, higher education contributes significantly by providing “global competitive talent”. The skilled workforce coupled with innovative technology and advanced infrastructures are key drivers for any country’s sustainable growth. In that context, if we inspect both India and Indonesia – two of the most populous economies – it’s evident that they are facing some of the biggest global challenges: the rapid ascension of artificial intelligence (AI), machine learning (ML), automated learning (AL) and the Fourth Industrial Revolution. Both nations are struggling to equip their respective workforces with advanced skills, attitude and knowledge essential to stay relevant in today’s education 4.0 era.

These two countries share similar peculiarities – a vibrant and energetic youth – and are faced with the same question: “How to equip their higher education system for challenges associated with ever-evolving global technological advancements, and transform their institutions into ‘world class’ universities?”

Nevertheless, the scenario for India is marginally better as the sub-continent has supplied “some” of the world’s best talents in the past. For instance, CEOs at a few global companies like Adobe, PepsiCo, Google, and Microsoft are all Indians, and the landscape has expanded over the last decade. A recent Deloitte report has shown that the number of universities in India has slowly grown from 436 in 2009–2010 to 903 in 2017–2018. The number of colleges rose from 29,000 to 39,000 in 2010. In addition, with record-breaking student enrolments (35.7 million students) India stands as the third-largest in the world, next to China and the United States (US), but despite that, the country still lags behind the standards of the world’s best universities.

While for Indonesia the agony is more severe as, in the past, it has supplied high volume but low-quality human capital. Surprisingly, according to research conducted by the Global Business Guide (GBG), Indonesia has 4,498 universities providing 25,548 majors, which is nearly double that of China, (2,825 universities); with a population that is less than one fifth of the latter. The country, in reality, is facing a 50 percent shortage of skilled workers according to data from the World Bank.

Quality versus quantity 

Merely having a massive number of universities and a record-breaking number of student enrolments does not guarantee quality. Rather, a robust and updated academic curriculum decked up with technological advancements, industry-academia collaboration, enough research funding, and quality global research, is required to transform a country’s education institutions into world class universities.

Since, in these economies, most of the universities or institutions are, mostly, privately owned, the quality of education imparted is mostly substandard resulting in “ill-equipped” graduates which encumber the global competitiveness of these countries. Merely three national universities in Indonesia managed to penetrate the world’s top 500 universities listing while India has 16. Though the latter ranked higher than Indonesia, globally, both are still far behind China and Japan with 39 universities, or South Korea and Taiwan with 24 universities.

Fearing this alarming situation, the education ministries of both nations have issued several decrees. The Ministry of Research, Technology and Higher Education in Indonesia has allowed for the appointment of foreign permanent lecturers in their public and state-owned universities and are inviting foreign universities to collaborate with local universities to boost academic achievements.

According to Universitas Sangga Buana YPKP in Kota Bandung in West Java, the Indonesian government has given its permission for 200 foreign lecturer appointments to speed up the growth of the country. On the same note, India’s former Minister of Finance and Corporate Affairs, the late Arun Jaitley made the Higher Education Financing Agency (HEFA), a non-profit organisation accountable for ameliorating the infrastructure of the country’s premier universities and establishing “20 world-class universities”.

Global Education Ranking 2019

Research

Research quality and quantity issues have been an ongoing debate for ages around the globe. The plethora of research literature available globally in the realms of science and business is imposing tremendous pressure on the peer review system. Every year, around two million scientific papers, as per an estimate, are published by 30,000 journals globally, mostly from countries like the United States (US), United Kingdom (UK), Germany, and China.

On a positive note, according to the SCImago journal and country ranking, research publications are gradually increasing for both, India and Indonesia with approximately 1,670,099 papers for India and 110,610 for Indonesia. While India is clearly ahead with a global ranking of nine, it still has far to go to move up in the academic world. Both countries should invest in bolstering the number of quality research publications and develop skilled, productive and flexible labour forces such as those found in the US, UK, China, and South Korea.

Faculty

Another critical determinant for a world-class university is having acclaimed and meritorious faculty pools who are excellent in the classroom. However, sadly, both countries lack in this regard too.

According to a report by global technology specialists, GBG, most lecturers (approximately 155,591) working in Indonesia only hold a Master’s level degree. In a few cases (34,393) even Bachelor’s degree holders are permitted to teach.

According to the National Education Policy Draft Report, the quality and standard of education imparted in India is largely below the mark. The faculties are underpaid and the majority work on an ad hoc basis which eventually forces them to seek other career options which offer more appealing salary packages coupled with higher career growth prospects. In fact, it is speculated that India will soon experience around 30 to 40 percent paucity of eligible lecturers.

Funding

Sufficient funding is another key ingredient for producing independent, high-quality research and in that respect, during the last couple of years, the Indian government has remained stagnant and even moved backwards as a funder for both, public and private universities. In Indonesia, funding is gradually increasing. In 2017-2018, Indonesia’s research expenditure was 0.24 percent of its gross domestic product (GDP) whereas India’s expenditure on research stood at 0.62 percent versus China’s 2.06 percent, Singapore’s 2.36 percent and Malaysia’s 0.63 percent. Public funding, somehow, for education has remained inadequate for both countries compared to other developing nations such as Brazil and South Africa.

Higher education in both nations desperately need a revolutionary change where “industry oriented and focused teaching” is desirable. Though India stands ahead when compared to Indonesia, it is still far behind in the global ranking. The governments of both emerging economies should initiate and design innovative solutions to stand against the global forces of change. Perhaps developing an “eco-system” among all the constituents of higher education – educational institutions, students, alumni, regulatory bodies and accreditation agencies, employers, and governments – can speed up their growth and aid them in remaining relevant in the era of Education 4.0.

Fuente de la Información: https://theaseanpost.com/article/education-40-indonesia-ready

 

 

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India needs a new education paradigm

India needs a new education paradigm

crisis effectively

As we embark upon a new decade, India celebrates the 10th anniversary of its Right to Education Act (RTE), which went into effect in April 2010. While the RTE has been censured for its limited focus on governance and learning outcomes, its achievement in improving access to schooling is undeniable. It has also served as a rallying point for a wide range of stakeholders to intervene in the sector.

But as is well-established by now, India’s learning outcomes remain stubbornly low. Quality concerns around education are seldom viewed as a political priority. But these concerns cannot be ignored for much longer, especially in light of India’s human capital crisis, reflected in unemployment statistics. Furthermore, as economist Shamika Ravi writes, those with higher education are less likely to be employed than those without: “It says something about the quality of Indian education; too many engineers and other professionals are waving around degrees that are relatively worthless.

” The 2030 Skills Scorecard by the Global Business Coalition for Education reinforces these concerns — in 2030, India will have the highest number of secondary school graduates in South Asia, but nearly half of them will lack the skills to enter the job-market.

Until now, the band-aid response to such crises has been to establish a Ministry of Skilling, instead of more profound reforms in school education. Moving forward, India must extricate itself from this unstable equilibrium and view education within a larger human capital framework. In the upcoming decade, India’s education sector must focus on both scale and substance, addressing the learning problem at a system-wide level, while also recalibrating the raison d’etre of the education system itself.

In the past, even the most sophisticated education policies and curriculum frameworks have failed to live up to their promise, owing to weak administration. Strengthening the pillars of governance in the education sector is of undeniable importance. The state’s role is central, as Julia Gillard, former Prime Minister of Australia and Chair of the Global Partnership on Education writes: “Like any good orchestra conductor, governments must get a diverse collection of instruments, each playing its own notes, to produce a sound of coherent splendour.”

Over the past few years, several States, including Haryana, Rajasthan, and Himachal Pradesh, have taken ownership to drive large-scale changes in how education is administered. In many of these States, the starting point has been the integration of schools. Historically, government schools have emerged organically without a coherent strategy, sometimes serving just a handful of students, causing a large, unwieldy school network. The state’s capacity to manage such a system, however, is limited with inadequate frontline administration, information gaps, and large vacancies among faculty.

Optimising for the number of schools is complemented with interventions directed at infrastructure improvements, adequate staffing of teachers, school leaders, and frontline officials, and developing the capacity of these staff. Alongside is a strong focus on ‘remediation’ to enable all students to achieve grade-level competency. In terms of administration, programmes across States appear to share some common elements: management information systems to improve review and monitoring; communications across all levels of government, leveraging technology such as video conferences and WhatsApp; and project management protocols at the State, district, and block levels.

In Rajasthan, where the International Innovation Corps worked with the Department of Education alongside other players, the State focussed on developing approximately 10,000 “model” secondary schools — one in every gram panchayat — with quality infrastructure and prioritised staffing under the Adarsh programme. Headmasters of these schools were subsequently designated Panchayat Education Officers and trained to mentor other schools. Such efforts reduced teacher vacancies from 50 per cent to 19 per cent over four years, and created a cadre of frontline administration that regularly monitors schools. The State has defied national trends to witness a reverse migration of students from private to government schools, and both the National Achievement Survey and Board results point to improvements in secondary school outcomes.

Other States have similarly seen positive results. For instance, in Haryana, an evaluation by Gray Matters India estimates that students in 94 of the 119 blocks are now “grade-level competent.” This has been attributed to the Saksham Haryana Programme. The programme has instituted new mechanisms for data collection and analysis, and a restructuring of planning, coordination, mentoring, and monitoring at the district- and block-levels.

Building on such successes, the NITI Aayog and three States — Odisha, Madhya Pradesh, and Jharkhand — are in the process of scaling such efforts through the SATH-E programme. Additionally, 14 of the 30 indicators for the NITI Aayog’s new School Education Quality Index are concerned with governance processes, including availability of teachers, training, and accountability and transparency.

Revaluation of outcomes

This focus on building the capability of the state to better manage the education system is an important shift in the sector, and the aforementioned examples demonstrate how to go about it. But despite their successes, these should be viewed as starting points. These efforts remain focussed on the public school system. For more meaningful change, it is imperative to transition from seeing the government as just a provider to a regulator and facilitator.

There has recently been an increasing sense of competition, with governments claiming how their schools are out-performing private schools. While this may induce a positive pressure to perform, the reality is that apart from an elite few, the bulk of private schools are under-resourced and have little regulation of quality, safety, or outcomes.

More fundamentally though, improving implementability needs to be complemented with a recalibration of intent. India’s education system continues to be centred on standardised and ambitious curricula, students grouped by age instead of learning levels, and high-stakes board examinations. The consequence is, as economist Karthik Muralidharan writes, a “sorting system,” not a human capital system. In this context, we should question if administrative strengthening, by itself, is merely improving the management of a faulty process, perpetuating a mass-production model of education — or the ‘Prussian Model’ — that may have outlived its utility.

Traditionally, education systems around the world have followed a linear logic of prioritisation — expanding schooling access, improving working to improve the quality of core academic subjects, and finally, focussing on cultivating the skills needed to thrive in the world. But, Rebecca Winthrop, as co-director of the Center for Universal Education, finds, there exists a 100-year gap between the educational attainment of those in developed versus developing countries. At the same time, there is uncertainty about the skills required for a rapidly changing world. What are the outcomes we want schooling to generate, and are they adequate to produce the qualities for individuals to contribute meaningfully to society and the economy? These factors, Winthrop explains, imply an urgent need to break away from this linear logic and “leapfrog” by transitioning to a system that expands its idea of outcomes from literacy and numeracy to a “breadth of skills” —the larger set of skills that are needed in a changing world, including critical thinking, collaboration, and problem-solving.

Fixing administration is an important but belated response to the state capacity problems. A new policy must capitalise on this energised administrative apparatus to redefine the broader objectives of the education system. This will require a fundamental reengineering of assessments mechanisms, a mass behavioural change to facilitate a shift in focus from high-stakes examinations, and new partnerships between stakeholders — parents, students, teachers, frontline administrators, and NGOs.

An “outcomes-focus” is undoubtedly critical, but should be underpinned by an overarching human capital strategy. In a few years, a generation of students, who would otherwise not have access to an education, will have completed a full cycle of schooling thanks to the RTE. But over the next decade, the key priority that education policy must seek to address is to make sure that schooling isn’t just an end for students, but a ladder to opportunity.

Rohan Sandhu was formerly Associate Director at the International Innovation Corps, and is currently at the Harvard Kennedy School. This article is by special arrangement with the Centre for the Advanced Study of India, University of Pennsylvania.

Fuente de la Información: https://www.thehindubusinessline.com/opinion/columns/india-needs-a-new-education-paradigm/article30736218.ece

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Siete propuestas para continuar cambiando la realidad educativa

Por: Edgardo Zablotsky.

 

La educación debe transformarse en un servicio público, ¿o acaso el derecho a la educación es secundario al de huelga? ¿Quién puede pensar que los días perdidos se recuperan?

 El 19 de octubre de 2011 el por entonces ministro de Educación Alberto Sileoni señaló: “hay miles de alumnos y educadores que prueban que la educación pública argentina está viva y en movimiento”. El 11 de septiembre de 2012 expresó que “un buen educador es un militante que está comprometido con su trabajo”. Un año después tuiteó: “No decimos que estamos en el paraíso, pero hemos reconstruido el sistema educativo y estamos construyendo un país distinto”.

Para plantearnos hacia dónde vamos es importante recordar de dónde venimos. En educación aún estamos muy lejos de aquella ansiada revolución educativa. Pero afortunadamente también lo estamos de aquel pasado que acabo de ilustrar. Esta nota enumera siete propuestas que pueden contribuir a esa revolución.

1) Es necesario que los padres comprendan la emergencia educativa. Las evaluaciones son clave para ello, pero los resultados a nivel de escuela deben ser públicos. Es imprescindible, tal como lo solicitó el presidente Macri al Congreso los dos últimos años, modificar el artículo 97 de la ley 26.206, que prohíbe la difusión de los resultados por escuela. Su modificación despertaría a los padres y le daría al Gobierno el apoyo para enfrentar a los sindicatos docentes, los más acérrimos defensores del statu quo.

2) Frente a la irresponsable utilización del paro, muchas veces motivado en fines políticos, la educación debe transformarse en un servicio público, ¿o acaso el derecho a la educación es secundario al de huelga? ¿Quién puede pensar que los días perdidos se recuperan? Por supuesto, los niños de familias humildes son los más perjudicados. Es claro que esta no es la única forma de defender el derecho a la educación de aquellos niños de familias económicamente desfavorecidas. Las próximas dos propuestas son ejemplo de ello.

3) En Uruguay el mecenazgo educativo es una realidad. Ello permite la existencia de escuelas gratuitas de gestión privada, religiosas y laicas, que se financian con aportes de empresas y brindan educación de excelencia a adolescentes en zonas carenciadas. La ley 18.834 del país hermano establece que por cada 100 pesos que empresas donan a escuelas en zonas carenciadas, el costo real para ellas es de 18,75, porque el 75% de lo que donan lo pueden aplicar directamente a impuestos y el otro 25% es un gasto deducible de la renta. El Gobierno incentivó fuertemente el mecenazgo cultural, una legislación como la uruguaya sería su lógica contraparte y contribuiría a generar la igualdad de oportunidades que merece todo niño independientemente de su cuna.

4) ¿No sería razonable que aquellas familias que optasen por retirar a sus hijos de una escuela de gestión pública y enviarlos a una de gestión privada reciban, por ejemplo, una reducción en su carga impositiva que represente un porcentaje del costo de educar un niño dentro del sistema público y se deposite dicho monto en una cuenta de ahorro, que tan sólo pueda ser utilizada para fines educativos? Ninguna familia estaría peor por tener la posibilidad de elegir y aquellas que optasen por hacer uso de esta prerrogativa estarían mejor por acceder a la posibilidad de decidir qué tipo de educación es más apropiada para la educación de sus hijos, en función de sus aptitudes, gustos y valores familiares.

5) Es bien sabido que la Argentina es un caso de estudio en virtud de la ley 27.204, que prohíbe cualquier tipo de evaluación para estimular un ingreso de estudiantes bien preparados a la universidad. Como señala Alieto Guadagni, no se conoce en el mundo otra ley universitaria de estas características. ¿Puede el resto del mundo estar tan equivocado? Es claro que no, la masiva deserción es evidencia de ello. La modificación de la ley 27.204 evitaría estafar a miles de jóvenes que pierden valiosos años de sus vidas realizando estudios que nunca habrán de concluir, en lugar de prepararse para desarrollarse plenamente en su vida adulta. Este hecho motiva la siguiente propuesta.

6) Adaptar el sistema de educación dual alemán a nuestra realidad, lo cual facilitaría incorporar a la sociedad productiva a miles de potenciales ni nis. En el sistema dual, los estudiantes adquieren experiencia laboral en empresas, aún antes de su graduación de la escuela secundaria. Conforme pasan los años, el joven incrementa el tiempo en la empresa y reduce el tiempo en la escuela. Las prácticas profesionalizantes de la Ciudad de Buenos Aires marcan un avance en la dirección correcta, pero aún resta mucho por recorrer para acceder a un real sistema de educación dual.

7) Incentivar la formación de capital humano de millones de adultos beneficiarios de planes sociales, muchos de los cuales conducen a la cronificación de la pobreza. En 2018 el Gobierno dio un importante paso al reemplazar tres programas por un nuevo plan que cuenta con dos ejes centrales:“Educación Formal Obligatoria”, mediante la cual los beneficiarios deberán finalizar sus estudios secundarios y“Formación Integral”, que los capacitará a través de cursos y prácticas profesionales. Es imprescindible generalizarlo. Nadie, en condiciones de trabajar, debería acceder al subsidio de no cumplir con este requisito. De lo contrario la Argentina se convertirá en una sociedad de clases donde una elite educada mantiene a una clase permanente de desempleados: un escenario fiscalmente insostenible y humanamente reprochable.

¿Se avanzó en el terreno educativo en estos cuatro años? Definitivamente sí, recordar el pasado es suficiente para afirmarlo. ¿Se llevó a cabo una revolución educativa? Es claro que aún no. Implementar alguna de estas propuestas contribuiría a ello.

Fuente del artículo: https://www.clarin.com/opinion/propuestas-continuar-cambiando-realidad-educativa_0_2MEL2jIw-.html

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Políticas educativas: ¿Del universalismo básico a la focalización compensatoria?

Por: Claudio Rama. 

 

Las políticas sociales constituyen un tema de amplia discusión. Ello se asocia en estos tiempos, tanto a la evaluación de la acción del MIDES y a la necesidad de encarar acciones dados sus resultados obtenidos, como a la situación del país en la materia donde la crisis impacta en variadas situaciones y que los mecanismos existentes de asistencia social no logran responder eficazmente. Ello fue objeto de una interesante reflexión hace unos días por parte de Mg. Eduardo Alonso a través de una charla “Políticas sociales republicanas del Futuro”, en la ocasión del Acto Fundacional del Circulo Republicano impulsado por Manuel Flores Silva y que contó con la participación al cierre de Julio María Sanguinetti.

En la ocasión, el debate se estructuró alrededor de la desarticulación entre políticas universales y políticas focalizadas, mostrando la relativa duplicidad administrativa, la imprecisión de funciones y la ausencia de coordinación eficaz, entre por un lado organismos y acciones que impulsan políticas sociales universales o básicas como el Ministerio de Trabajo, el Banco de Previsión Social, el Codicen o el Ministerio de Educación,  y por el otro lado, un nuevo ámbito que se ha conformado como el MIDES, centrado en políticas sociales focalizadas. La visión que se presentó la existencia de una estructura burocrática paralela de formulación y ejecución de políticas sociales focalizadas frente a los ámbitos institucionales tradicionales de ejecución de políticas universales. Se develó la ausencia de un plan integrado entre políticas universales y políticas focalizadas, pero especialmente la repetición de ámbitos, políticas, acciones y recursos en tanto los organismos tradicionales ejecutores de políticas universales habían ya desarrollado políticas particulares focalizadas.

Las políticas asistenciales focalizadas no han sido nuevas en Uruguay, sino que ellas siempre se articularon con políticas sociales de tipo universal al interior de los propios ámbitos. Éstas políticas que hoy se han tendido a llamar de asistencialismo básico o universal, constituyen políticas de igualación de situaciones y muy tradicionales en el Uruguay batllista, y que en su instrumentación han tendido a derivar también en la creación de políticas focalizadas de acompañamiento a las políticas generales. En nuestro país además ellas han tenido una relativa articulación donde fuese posible a la educación, en tanto se ha partido siempre del paradigma que la formación de capital humano debe ser el objetivo final de cualquier acción social y transferencia monetaria.

La discusión entre políticas de asistencialismo básico y políticas de atención focalizada se constituye también en el centro conceptual de la educación dada las diferencias de capacidades de aprendizajes de las personas y las diferencias de entornos sociales, culturas y recursos. La educación para tener calidad siempre requiere de una atención particularizada para permitir alcanzar los aprendizajes, e igualmente, alcanzar cobertura, requiere políticas universales y también acciones de equidad particularizadas para determinados sectores marginados de menores ingresos, privados de la libertad, del interior, con capacidades especiales, etc. Lo universal existe también como sumatoria de diversidades sociales, culturales, geográficas y económicas.

Así en educación también se ha ido articulando un discurso que plantea la necesidad de articular políticas universales y políticas focalizadas. El universalismo básico requiere ser complementado eficientemente y focalizado con acciones que permitan alcanzar la mayor inclusión. Son acciones de compensación proactiva de tipo social y pedagógico, para alcanzar los resultados del universalismo básico que debe tener la política pública. No es un igualar hacia abajo, sino de impulsar un nivel de asistencialismo básico y universal para todos, para que desde ese piso, la educación ayude a construir trayectorias de éxito.

En educación se tienden a llamar políticas proactivas o de compensación. Es este un debate importante en varios países con existencia de políticas de calidad que han impuesto determinadas barreras de acceso a la universidad (cupos), y que gracias a las políticas focalizadas han creado accesos preferenciales de estudiantes a través de cupos especiales para determinados grupos sociales excluidos y un sinfín de políticas socioeducativas.  En Uruguay, el acceso a los sistemas educativos se ha apoyado en políticas de gratuidad y de acceso abierto. Sin embargo, la realidad muestra que ello no es condición suficiente para cubrir a todos los sectores.

La prueba más clara y ejemplo de este tema, ha sido la creación y el funcionamiento del Fondo de Solidaridad creado por la Ley Nº 16.524 de 1994, que creó un sistema de becas para los estudiantes de bajos ingresos, o los estudios que  tienen evaluaciones como -ahora- las carreras de Tecnologías Médicas de la UDELAR y que requerirían cupos.

En materia de educación superior, las políticas focalizadas se constituyen  en ejes de las políticas públicas. En Brasil fue el debate de la Ley de Cotas para el acceso a la educación superior para la población de color y en Bolivia y México se crearon universidades multiculturales para el acceso de los indígenas, como algunas de las cientos de expresiones de políticas en esta materia proactivas. Cuando los países impulsan políticas de calidad, tienden a promover a la vez  políticas proactivas de compensación. Cuando los países impulsan equidad bajo políticas sólo universales y sin políticas activas, la accesibilidad y a calidad es menor.

Este es el caso del modelo dominante de acceso abierto y centrado en la cobertura y la equidad y no en la calidad como se da en el país. El muestra una enorme desigualdad en los ingresos y egresos, así como el carácter desigual en términos sociales de la educación superior. Uruguay se ha focalizado en políticas de tipo universalistas con una escasa presencia de políticas focalizadas. Si entran todos en la educación, si hay gratuidad universal se pensaba que ello alcanzaba. La solución está viniendo desde el Fondo de Solidaridad que contribuye desde dos niveles. Por un lado aumenta los ingresos a la educación superior de estudiantes de menos recursos, y por la otra, ellos desertan menos y se titulan más, al estar las becas asociadas a los resultados y los esfuerzos.

En esta dinámica hay que empezar a pensar en más políticas focalizadas y revisar un universalismo básico que no está dando hoy los mismos resultados en los nuevos contextos sociales. ¿Cabe preguntarse y reflexionar si convendrá complementar “presencialidad” con tutorías, expandir otros modelos educativos como la educación a distancia, e incluso, si los bajos rendimientos y la repetición deben asociarse a perdida de la gratuidad?

Fuente del artículo: https://www.republica.com.uy/politicas-educativas-del-universalismo-basico-a-la-focalizacion-compensatoria-id717572/

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