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Entrevista a Andrés Ruggeri, coordinador del VI Encuentro Internacional “Economía de lxs trabajadorxs”

Un Avance significativo de la Autogestión Obrera.

Por: Mario Hernandez

M.H.: ¿Podríamos hacer un balance del Encuentro?

A.R.: Creo que el balance todavía hay que hacerlo, pero salió muy bien, fue muy productivo, muy diverso, hubo mucho intercambio y mucha participación. El componente de las delegaciones estuvo además de muy internacionalista, con muchos trabajadores, miembros de organizaciones. También bastante diversidad desde el punto de vista político, hubo bastantes corrientes.

Me parece que fue un avance con respecto a Encuentros anteriores que fueron un poco más homogéneos, no desde el punto de vista de la organización sino del tipo de discusiones que había, y en éste se avanzó bastante en la discusión pero con mayor amplitud. Además, se sentaron las bases para continuar la discusión en países que hasta ahora no habían sido protagonistas, por ejemplo Chile que vino con una delegación muy participativa y organizada. Y también con la posibilidad de abrir Encuentros regionales en África y Asia, creo que esa es la consecuencia más importante, lo que habla de una expansión del movimiento, lo que significa también del interés en los temas que hemos discutido.

M.H.: Una presencia destacada fue el caso del compañero cubano, uno de los Cinco, Ramón Labañino Salazar que participó de la mesa de análisis político y económico del capitalismo global y además recibió un reconocimiento por parte de los trabajadores de Textiles Pigüé.

A.R.: Ramón fue un aporte desde el punto de vista simbólico por lo que representa, uno de los cinco héroes que estuvo preso en EE UU por denunciar e impedir el terrorismo de la gente de Miami contra Cuba y que fue liberado hace poco. Cuando me comentaron que estaba interesado en venir porque era uno de los comprometidos en el proceso cubano de desarrollo de cooperativas, de transformación de la economía cubana, fue una alegría y un aporte de peso para que el Encuentro tuviera más cuerpo. Creo que todavía falta incorporar esa discusión de Cuba a la dinámica de los Encuentros. Ramón no se pudo quedar los últimos dos días y creo que hubiera estado bueno discutir en profundidad con los demás compañeros.

M.H.: Interesante el comentario que hizo respecto de que el 95% de los alimentos frescos que se consumen en Cuba son aportados por cooperativas agrícolas. Luego también esbozó de alguna manera lo que son las primeras medidas que adopta la economía cubana en cuanto a la conformación de cooperativas por fuera de lo que es la actividad agrícola. Comparto que hubiera sido muy interesante que pudiera quedarse en el Encuentro para poder profundizar en esos aspectos.

Otras dos destacadas participaciones fueron de las compañeras Pin Yu Chen de Chinese Women Workers Network y Azize Aslan de Kurdistán.

A.R.: Creo que esos fueron los aportes más destacados, junto con los compañeros que vinieron de Sudáfrica y el compañero de Bangladesh que se sumaron a quienes ya venían participando más activamente de América Latina y Europa. Sobre todo porque da otra perspectiva de la economía y la política mundiales y lo que pasa con una de las zonas del planeta que aporta mayor cantidad de trabajadores.

M.H.: Nos faltó la India. Una de las mesas “Periodismo y autogestión” ha aportado bastante también, vi una nota en Tiempo Argentino el domingo pasado y hoy salió una nueva nota elaborada por los compañeros que participaron de esta mesa en la Paco Urondo; representantes de Tiempo Argentino, la mencionada Agencia Paco Urondo,El Independiente de La Rioja, La Masa de Rosario, La Prensa de Resistencia y La Diaria de la República Oriental del Uruguay.

A.R.: Vi la nota, fue importante que hubiera una mesa sobre medios y comunicación autogestionados, era un tema que habíamos tocado muy lateralmente hasta ahora. Anteriormente, habían participado El Diario de Villa María, La Masa y algunas otras cooperativas pero en tanto experiencias de recuperación de empresas o cooperativismo y no con la especificidad de discutir la cuestión de los medios. Yo no pude escuchar esa mesa, me la perdí, pero sé que ellos quedaron muy contentos, le dio una repercusión mayor al Encuentro justamente por tratarse de medios y toda la gente con la que charlé me dijo que esa mesa estuvo muy interesante y que hay una posibilidad de continuidad en cuanto a desarrollar estos medios autogestionados y de unificar, porque Tiempo Argentino estaba aislado de las otras experiencias y esto sirvió también para que haya un acercamiento.

M.H.: Y destacar también todo el aspecto organizativo porque los compañeros de Textiles Pigüé se pusieron el Encuentro al hombro.

A.R.: Hoy estuve charlando con gente de allá, con Francisco Martínez, y estaban muy contentos. Incluso dinamizó la discusión interna dentro de Textiles Pigüé. Creo que el efecto fue ése, movilizador, en una época donde parece que todo va en dirección contraria, en retroceso, donde nos encontramos en la necesidad de salir a defender cosas que parecían seguras y ya no lo están tanto.

El Encuentro fue en otra dirección y eso dio ánimos. Mañana (7/9) va a haber otra reunión de distintas federaciones y organizaciones de empresas recuperadas y cooperativas que se venía dando pero de capa caída y con el Encuentro levantaron las ganas de seguir articulando y hacerlo mejor. En el caso particular de Textiles Pigüé es para destacar el compromiso de las trabajadoras con la organización.

M.H.: Mucha presencia femenina.

A.R.: Sí, especialmente las compañeras fueron las que se pusieron el Encuentro al hombro.

M.H.: Un Encuentro que estuvo reivindicando también la aparición con vida de Santiago Maldonado, la problemática de los migrantes, de la huelga de maestros en Perú y la solidaridad con Venezuela. Fueron algunos de los temas que también lo atravesaron.

A.R.: Obviamente, la reivindicación por la aparición de Santiago Maldonado estuvo presente en todo momento, incluso se interrumpió el Encuentro para sacar una foto colectiva con la pregunta “¿Adónde está Santiago Maldonado?”. Creo que las distintas luchas sociales y políticas estuvieron presentes de alguna forma representadas por los países que participaron o las organizaciones que estuvieron presentes. Temáticas que hasta ahora no estaban tan fuertes en la discusión del Encuentro están apareciendo, lo mismo pasa con la cuestión de género.

M.H.: También quiero destacar el eje de educación popular, creo que fueron dos aciertos. Y también la presentación de la película de Fabián Pierucci.

A.R.: Que le permitió a los participantes entender más dónde estaban. Eso fue en el Teatro Español, el primer día en Pigüé, porque los otros dos días se sesionó en la fábrica. Fue muy importante para que todos conocieran la historia del lugar donde iban a estar. Además la película es muy buena.

M.H.: Además destacar el aporte de la Universidad Provincial del Sudoeste.

A.R.: Exactamente, que puso a disposición una sede el sábado, que fue un día que se desorganizó un poco, por el cansancio, porque alguna gente se había vuelto, entonces hubo que rearmar las mesas, pero finalmente se dieron las discusiones. Hubo algunos desajustes en el programa pero nada que provocara problemas, por el contrario, había un espíritu de ayudar entre todos a que el Encuentro saliera de la mejor manera posible.

M.H.: Y destacar la semana previa con una gran cantidad de actividades, con una importante participación de los compañeros venidos de distintos lugares del mundo. ¿ De cuántos países estamos hablando?

A.R.: Fueron 25 en total.

M.H.: ¿Cómo sigue esto?

A.R.: Nos queda hacer una reunión al Comité organizador para hacer un balance, pero especialmente sigue la idea de mantener mayor comunicación entre los participantes para que esto se empiece a conformar como una Red y no solo en un Encuentro una vez por año, aunque ya es bastante, pero la idea es formar un equipo más fuerte de los distintos países que se dedique a desarrollar esto para llegar a las distintas instancias de discusión con mayor bagaje atrás que nos va a permitir avanzar más.

Además, coordinar luchas, tener una perspectiva más de que esto influya en las concepciones, en las formas de organización, en la lucha cotidiana de cada uno de los que hayan participado, que no sea solo un espacio de discusión al margen de lo que nos pasa y de lo que vivimos. Me parece que ese es el desafío.

M.H.: Ya están definidas algunas próximas sedes para los regionales del año que viene, México, por ejemplo. Quedó pendiente la resolución de hacerlo en Chile en el caso sudamericano. ¿Se mantiene la idea de Italia para Europa?

A.R.: Lo que me dijo el compañero de Rimaflow es que probablemente se haga en otro lado, se van a reunir los europeos para definir dónde. Eso todavía está pendiente. Lo de Chile creo que por más que hayan dicho que querían consultar, se va a hacer allí. Lo importante de México es el cambio de sede, lo toma un sindicato, el SME (Sindicato Mexicano de Electricistas), que se auto propuso como sede, que es mejor que hacerlo en la Universidad como venía sucediendo.

Fuente:http://www.rebelion.org/noticia.php?id=231606&titular=un-avance-significativo-de-la-autogesti%F3n-obrera-

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Entrevista a Manuel Casal Lodeiro: “El colapso de la civilización es una oportunidad para la gente común”

Entrevista a Manuel Casal Lodeiro, autor de “La izquierda ante el colapso de la civilización industrial” (La Oveja Roja)
“El colapso de la civilización es una oportunidad para la gente común”
Por: Enric Llopis
¿Ha entendido la izquierda convencional el significado profundo de términos como “crecimiento”, “pleno empleo” o “Estado del Bienestar”? ¿Son compatibles con el colapso civilizatorio actual y con la idea de decrecimiento? Lo niega el activista Manuel Casal Lodeiro, quien partiendo de esta discrepancia ha publicado el libro “La izquierda ante el colapso de la civilización industrial” (La Oveja Roja, 2016). El ensayo, que fue editado un año antes en gallego por la Asociación Touda, fue presentado el 26 de julio en el Centre Octubre de Valencia, en un acto que contó con la colaboración de la Asociación por el Medio Ambiente y contra el Cambio Climático (AMA), Torrent Soterranya, La Ribera en Bici/Ecologistes en Acció y el Diploma Deseeea de la Universidad Politécnica de Valencia. Casal Lodeiro es divulgador del “Peak Oil” (cenit o agotamiento del petróleo), defensor del decrecimiento neorrural y ha coordinado la “Guía para o descenso enerxético. Preparando una Galiza Pospetróleo” (2013). Asimismo es coordinador de “15/15/15. Revista para una nueva civilización”. Considera que el colapso de la civilización industrial no tiene por qué resultar traumático para la gente común; puede ser “muy negativo”, pero según afirma, también el colapso del Imperio Romano supuso la liberación de millones de personas.

 En el libro se plantea un “choque de diagnósticos” entre la izquierda tradicional y los defensores del decrecimiento. ¿En qué términos?

Ellos ni siquiera plantean que vaya a producirse un colapso; nosotros no sólo decimos que vaya a haberlo, sino que éste ya ha comenzado. De hecho, estamos en las primeras fases.

-Los partidarios del keynesianismo, la economía marxista y las políticas socialdemócratas podrían argumentar que, ante la hegemonía neoliberal, si ya es difícil introducir en la “agenda” planteamientos de la izquierda tradicional, más aún costaría referirse al decrecimiento.

Ésa es la estrategia paulatina, pero ya no hay tiempo. El colapso de la civilización industrial y los cambios son hoy demasiado radicales. Se está poniendo en tela de juicio los cimientos de la política de la izquierda, y mucho más la de derechas. La izquierda convencional defiende el crecimiento, el empleo a toda costa y continuar con la cultura de la industrialización. Además, para buena parte de esta izquierda (por lo menos la no anarquista), el Estado es una institución perpetua, igual que la industria, el petróleo y el crecimiento; asimismo piensan que la tecnología nos va a salvar. Todo esto es falso.

-¿No es posible, por tanto, caminar poco a poco, agregando a gente y tratando de sumar mayorías?

Creo que no, porque hay que darle la vuelta totalmente a esto; el problema es que hoy la izquierda confunde los medios con los fines. Me refiero a la izquierda parlamentaria, la socialdemócrata y la socialista que no es ecosocialista.

-El prólogo del libro lo firma Teresa Moure (“Decrecimiento (también) para marxistas”).

Es una persona de la izquierda que ha asumido, desde una formación marxista, el discurso decrecentista; ella ha estado implicada en partidos políticos, por el contrario yo les hablo a los partidos desde fuera. Además, como mujer y ecofeminista, aporta una perspectiva que personalmente se me escapa.

-¿Ha olvidado la izquierda convencional y el marxismo al mundo rural? ¿Qué relieve le concedes?

Sí, lo tiene olvidado. Creo que le doy la importancia que ha tenido en toda la historia de la humanidad, porque es de donde nos hemos alimentado. Se olvidó a partir de la Revolución Industrial y, sobre todo, de la Revolución Verde, porque debido al petróleo, los fertilizantes químicos y la maquinaria industrial, el campo dejó de necesitar tanta mano de obra. Esto le vino muy bien al capitalismo, que desplazó a la gente a trabajar en las fábricas y las ciudades. Por eso muy poca gente se dedica hoy a cultivar alimentos.

-Precisamente en tu localidad, Sobrado dos Monxes (A Coruña), ha desembarcado el dueño del Imperio Inditex, Amancio Ortega, para invertir en el sector forestal y la producción de castaños…

Esto es diferente. Se sabe que ha hecho esta inversión, y se está dedicando a la verdadera riqueza: la tierra. Es un indicio de que tiene claro que su negocio –producto de la mundialización, de la ropa barata estandarizada a escala global y de la moda-, tiene los días contados. Y que si quiere dejar un futuro a sus herederos, o tal vez a él mismo, más vale que vaya convirtiendo su riqueza en riqueza real. Supongo que éste habrá sido el planteamiento. Pero como este caso hay otros muchos en el mundo.

-¿En qué consiste tu polémica sobre la importancia del mundo rural/urbano con el filósofo y matemático Jorge Riechmann y el antropólgo social Emilio Santiago Muiño?

La batalla que va a librarse se producirá de manera simultánea en el campo y en la ciudad. Pero ellos piensan que se decidirá en el ámbito urbano; hay quien argumenta que nunca se ha ganado una lucha social en el campo, pero es falso. Simplemente con ir a la Wikipedia puede observarse la relación de revoluciones campesinas con sus resultados. Muchas triunfaron. Estas luchas volverán a darse.

-Recomiendas el libro “La vía de la simplicidad. Hacia un mundo sostenible y justo”, del activista australiano y defensor del decrecimiento Ted Trainer. ¿Por qué razón?

Lleva mucho tiempo predicando con el ejemplo; él vivió en las afueras de Sidney, en un terreno que heredó de su padre en el meandro de un río, rodeado por un mundo totalmente capitalista. Allí vivía con una fracción ínfima del consumo energético de un australiano medio. Cuenta además con un centro en el que promueve la divulgación, con visitas guiadas. Muestra además cómo practicar la permacultura, vivir con tecnología muy simple y sin apenas electricidad. Es decir, que los asentamientos humanos pueden organizarse de otra manera.

-¿Dónde radica, a tu juicio, su importancia teórica?

Ted Trainer ha juntado el ecologismo social, el municipalismo libertario y una cultura anarquista (muy realista y nada dogmática), con la propuesta del colapso. Ello ha cristalizado en una de las propuestas más viables que existen hoy, para transitar hacia una propuesta post-capitalista y post-industrial.

-¿Por qué, tomando como punto de partida el colapso y la defensa del decrecimiento, criticas la propuesta de la renta básica?

Soy crítico con una idea de la renta básica inspirada en los euros y en el Estado, porque resulta insustentable. El euro es una moneda totalmente inflada y que no controlamos (sólo una mínima parte de los euros en circulación corresponde a una riqueza real). Además, ¿qué ocurre si se depende del Estado para el reparto de la renta básica y éste quiebra? Actualmente el planteamiento consiste en captar ingresos de las empresas vía impuestos, y repartirlos en forma de renta básica para que la gente satisfaga sus necesidades, comprándolas en el mercado.

-¿Cuál es el problema?

Es un absurdo. ¿Por qué no reparte el Estado aquello que satisface directamente las necesidades de la gente, como la tierra? Si se reparte la tierra, la gente puede dotarse de alimento, vivienda y cuestiones como la autogestión de la salud o crear su propia vestimenta; quizá así sólo se necesitaría algo de dinero y soporte del Estado para alguna cosa más.

-En el libro mencionas la idea del antropólogo e historiador estadounidense, Joseph Tainter, en torno a que el colapso de la civilización no tiene por qué implicar una tragedia total.

Sí, el colapso puede ser incluso algo “bueno”, sólo es intrínsecamente negativo para las élites. Para la gente común es posible que llegue a ser muy “malo”, pero también algo positivo. Por ejemplo, en el Imperio Romano el colapso implicó la liberación de millones de personas, que se hallaban bajo el yugo del emperador. En el libro parto de una definición de colapso que supone el descenso brusco de la complejidad de un sistema, en este caso de la civilización.

-¿Qué es la Resiliencia? ¿Hay movimientos sociales que estén trabajando en este ámbito?

La Resiliencia es la capacidad de resistir un trauma muy fuerte con las funciones básicas intactas, y quizá prescindiendo de lo secundario. Por ejemplo, desde fuera de las instituciones, un movimiento que viene del ámbito de la cooperación internacional, “Solidaridad Internacional Andalucía”. Actualmente trabajan en la Resiliencia Local. Con vistas al próximo otoño, presentarán una campaña muy potente con todos los movimientos sociales andaluces que se han implicado en la cuestión del colapso –en un sentido positivo, como oportunidad- y han ido introduciendo en la gente el concepto de Resiliencia. Desde dentro de la política municipal y las instituciones, destacaría movimientos como “Ganar Móstoles”.

-Por otro lado, señalas la importancia de crear monedas “alternativas” a las oficiales. ¿Por qué?

Es una manera de apropiarnos de la herramienta dinero, muy denostada por cierta izquierda “radical”, pero que puede operar a favor o en contra del cambio que necesitamos. Las monedas sociales, si son democráticas, locales y orientadas a un objetivo concreto, pueden resultar muy positivas. Personalmente trabajo con varias, y he ayudado a definir algunas. Por ejemplo los “Revos”, que tienen una función muy específica y limitada, por lo que no demuestran todo el potencial de la moneda social. Simplemente la utilizamos a modo de trueque con quienes colaboran mediante sus artículos e ilustraciones en la revista “15/15/15”. La gente recibe esa moneda por cada colaboración; después se cierra el ciclo cuando se la dan a la revista por una suscripción, pagar una publicidad o pueden gastar en una librería de las que nos apoyan, que a su vez pueden después insertarnos publicidad. Nos permite, por tanto, darles algo a cambio a los colaboradores, nosotros no tenemos euros.

-En el ensayo “Nosotros, los detritívoros” (Asociación Touda, 2014) afirmas lo siguiente: “El detritus del que nos alimentamos no es otro que los tesoros energéticos fósiles (primero el carbón, después el petróleo y el gas natural) que nuestra especie aprendió a explotar y que han permitido que en un intervalo de tan sólo 200 años multipliquemos por siete la población mundial, que se había mantenido hasta el siglo XIX por debajo del millardo de personas”.

Planteo que la población actual es insostenible una vez nos quedemos sin petróleo y gas natural. Nunca han existido 7.500 millones de habitantes en el planeta. Si observas las gráficas de población (en el libro aparecen) y de crecimiento de la energía final, corren en paralelo. Entonces, ¿Cuánta gente puede caber en el planeta cuando ya no contemos con el petróleo? Éste es mi planteamiento en el libro.

-Por último, ¿qué cambios cotidianos pueden llevarse a término para apuntar a la transformación social?

Hay muchos. Por ejemplo con los huertos urbanos, pero la pregunta es cómo. En A Coruña, una de los llamadas ciudades “del cambio”, veo un cartel que anuncia “huertos urbanos” y a continuación, para que a nadie le quepa duda y piense que puede alimentarse y vivir de ello, añade “de ocio”. Esto es hacer las cosas mal. Hay que empezar a decirle a la gente que puede vivir de lo que cultiva. Los gobiernos “del cambio” andan con ese miedo y autocensura. ¿Por qué no dejar a la gente que piense que se puede alimentar con sus huertos, cuando se queda sin empleo? Y que tiene una huerta que le ha facilitado el ayuntamiento, con la que reducirá la factura del supermercado.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=229639&titular=%93el-colapso-de-la-civilizaci%F3n-es-una-oportunidad-para-la-gente-com%FAn%94-

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«Conocimiento y cambio»: La estratificación del trabajo bajo el Capitalismo Global.

Por: Marxismo Crítico. 23/11/2016

Zak Cope es el autor de Divided World, Divided Class: Global Political Economy and the Stratification of Labour Under Capitalism (Mundo dividido, clase dividida: Economía política global y estratificación del trabajo bajo el capitalismo), obra publicada el pasado Agosto por Kersplebedeb Presscomo parte de su reciente lanzamiento de las series Kalikot. El libro “traza la historia de la “aristocracia obrera” en el sistema capitalista mundial, desde sus raíces en el colonialismo hasta su nacimiento y finalmente maduración en una clase media de pleno derecho en la era del imperialismo. Argumenta que el chauvinismo nacional, racial y cultural en los países capitalistas centrales no es principalmente atribuible a la “falsa conciencia de la clase”, adoctrinamiento ideológico o la ignorancia tanto como la izquierda o el pensamiento liberal asume. Más bien, estas y otras formas relacionadas de fanatismo son expresiones concentradas de los principales estratos sociales del interés económico que comparten las naciones capitalistas principales en la explotación y la represión de las naciones dependientes.

Recientemente tuve la ocasión de entrevistar al Dr. Cope sobre el proyecto.

Nikolai Brown para Anti-Imperialism.com: Saludos y gracias por la entrevista.

Dr. Zak Cope: Es un placer. Gracias por vuestro interés.

NB: Lo primero que quisiera preguntarte es sobre el libro en sí. ¿Para quién lo escribes y por qué; y qué puede esperar encontrar leyendo el libro alguien que quizás solamente está descubriendo el tema?

Creo que las ideas que se discuten en el libro son accesibles y de gran interés para cualquiera que se interese por las relaciones internacionales, pobreza y desigualdad. Además de académicos y estudiantes que investigan en el campo de la economía política, estudios de desarrollo, y la historia de los movimientos obreros y socialistas, espero que el libro tenga cierto atractivo entre profesores, lectores, funcionarios públicos, trabajadores sociales, consejeros, políticos profesionales, anticapitalistas, antirracistas y activistas de liberación nacional, y cualquiera interesado en entender y cambiar el mundo extremadamente desigual e inhumano en el que vivimos. Sobre todo, espero que el libro tenga atractivo para la gente angloparlante in países en desarrollo y gente oprimida en los países desarrollados. Lo ideal es que el libro sea de interés, al menos, para las personas que trabajan en este último también.

Creo que la gente descubrirá tres cosas que no destacan frecuentemente en el libro. En primer lugar, que las depredaciones del colonialismo y esclavitud aportaron no sólo el impulso histórico para el crecimiento del capitalismo y el nacimiento de la clase obrera como tal, sino que también fue una fuente importante de alimento, oportunidades de empleo y terreno para la mano de obra metropolitana. En segundo lugar, el libro recalca un cambio histórico mediante el cual la mano de obra metropolitana depende en primer lugar de la mano de obra colonial para su existencia, después, más tarde, para su sustento cada vez mayor, y finalmente, ahora, de la mano de obra neo-colonial para todo su estilo de vida. En tercer lugar, el libro muestra que las tareas que enfrentan los trabajadores de los países desarrollados no son las mismas que enfrentan los trabajadores de países no desarrollados. Este hecho puede parecer obvio, pero el libro va más allá y muestra que hay una contradicción muy arraigada entre los objetivos e intereses de las respectivas fuerzas de trabajo, como se demuestra en los contratos laborales activos de los trabajadores metropolitanos en la política colonial y neo-colonial.

NB: ¿Cuál fue tu motivación para escribir este libro? ¿Cómo te topas con este tema y qué te llevó a investigarlo?

Tuve tres motivaciones iniciales. La primera es averiguar es por qué los trabajadores en los países ricos parecen haber abandonado el socialismo. Como muestra brillantemente Donald Sasoons en su libro “Cien años de socialismo”, la clase obrera de los países imperialistas lleva un siglo luchando por regular y socializar el capitalismo, no por sustituirlo. Si es cierto que el capitalismo es inherentemente explotador y opresivo, ¿Porqué los trabajadores de los países ricos se han contentado con él?. Es más, ¿Cómo es que los trabajadores de los países desarrollados tienen bastante más que perder, como escribió Marx, que las cadenas?

Mi segunda motivación era confrontar a aquellas ideologías en la izquierda que buscan explicar este fenómeno (éstas son por lo general conservadurismo aburguesado de la clase obrera metropolitana). Así que, para gran parte de la izquierda, es su militancia, su productividad o una combinación de ambas lo que explica la relativa influencia del laborismo metropolitano. Paradójicamente, la izquierda occidental busca explicar el conservadurismo de la clase obrera de una forma distinta. Afirman que la razón del éxito de las políticas conservadoras y ultrareaccionarias del laborismo metropolitano tienen tanto éxito debido al lavado de cerebro ejercido por el aparato ideológico del Estado (intentando justificarlo en referencia a la inseguridad laboral, la precariedad y cosas por el estilo).

En resumen, para gran parte de la izquierda, su falsa conciencia de clase ha hecho que la clase obrera occidental prefiera la socialdemocracia, el corporativismo y el nacional chovinismo (predicando una alianza con la clase capitalista y sus representantes) al socialismo.

Finalmente, y más fundamental, el libro fue motivado por un deseo de recuperar la perspectiva internacionalista tan renegada por un marxismo lleno de pernicioso eurocentrismo. En este sentido, el libro fue motivado por una gran oposición al colonialismo y al imperialismo, que son los verdaderos causantes del aburguesamiento, del reformismo y racismo.

El libro es una continuación de mi anterior investigación a la que yo llamo la economía política de la intolerancia. Mi primer libro, Dimensiones de prejuicios (Peter Lang, 2008) mostró que las creencias dogmáticas irracionales son expresiones de prejuicios estructurados socialmente. Sostuve que creencias sobre la religión, el género, la raza y la cultura no son simples productos de la ignorancia individual o de la falta de educación, pero si el resultado ideológico de varios productos relacionados (patriarcado, supremacía blanca, capitalismo). El nuevo libro añade sustancia al antiguo análisis mostrando que la división entre países ricos y países pobres la trajo el colonialismo y el imperialismo, y el imperialismo en la actualidad es la mayor relación entre diversos productos que moldean el punto de vista de la población. Ideas sobre las masas a punto de dar un salto revolucionario que sólo son detenidas por un sindicato corrupto o un liderazgo político contaminado con propaganda capitalista están constantemente siendo usadas por la izquierda occidental.

A pesar de ello la clase obrera ignora tanto el factor político e histórico del conservadurismo laborista, así como los hechos (paralelos) económicos del aburguesamiento. En resumen, ignora la desigualdad histórica creada por el colonialismo y el imperialismo.

NB: ¿Cuán importante es para los movimientos radicales, emancipatorios o socialistas actuales entender el papel histórico y el rol de la aristocracia obrera? ¿Qué tipo de errores pueden verse como consecuencia de la incapacidad para comprender esta realidad social?.

Hay serios problemas asociados con la incapacidad de entender cómo afecta el imperialismo a la estructura global de clases.

Primero, los trabajadores del Tercer Mundo deben tener cuidado cuando las organizaciones líderes políticas e ideológicas del Primer Mundo declaran ayudarles. Los trabajadores y sus representantes de los países en desarrollo han de estudiar a fondo el carácter tan arraigado que la izquierda del Primer Mundo dejó en todas y cada una de sus manifestaciones, a fin de que puedan formular o diseñar independientemente sus propias estrategias.

En segundo lugar, las escasas reivindicaciones en los países imperialistas de los intereses de los propios trabajadores ha dado históricamente como resultado el tradeunionismo reformista (sindicalismo) y un mayor descenso al nacional-chovinismo. Hasta ahora mientras los trabajadores metropolitanos exigen mayores salarios, los monopolios del trabajo y el proteccionismo industrial se sostienen a expensas de los trabajadores y campesinos del Tercer Mundo y sólo sirven para formar una subsección de la fuerza de trabajo internacional dependiente del imperialismo.

Tercero, comprender como se forma la aristocracia obrera significa entender el imperialismo, y viceversa.

No es casualidad que las organizaciones que no entienden el aburguesamiento de los obreros rebajen por completo la importancia del imperialismo. Incluso las organizaciones socialistas nominalmente enfrentadas al imperialismo fracasan en sus objetivos con frecuencia. Así pues, un grupo de organizaciones socialistas dan prioridad al pacifismo y a la oposición al militarismo, equiparando el imperialismo con el ejercicio de la fuerza bruta contra una o más naciones soberanas. Su papel puede ser una administración en particular o una política exterior. Incluso puede ser el complejo militar-industrial. O bien, el imperialismo podría oponerse a la supuesta ganancia de beneficios de un puñado de banqueros ultramillonarios e inversores extranjeros (incluso, a la máxima, un puñado de bien pagados burócratas sindicalistas y profesionales muy cualificados). En este caso, sólo un 1-5% de los más ricos de la sociedad son vistos como los defensores del capital monopolista.

En cambio, el enfoque multi-facético expuesto en mi libro es tratar el imperialismo envolviendo la transferencia de plusvalor de un país a otro y de un país imperialista como un importador neto de la plusvalía. Sólo este enfoque nos permite medir realmente el tamaño y los límites de la aristocracia obrera y , por tanto, las posibilidades concretas de la creciente oposición efectiva al capitalismo y a sus pilares militares legales, financieros y políticos.

NB: ¿Qué implicaciones y consecuencias tiene el entendimiento de la división del trabajo bajo el capitalismo en las economías centrales, semicentrales y periféricas para la praxis radical y revolucionaria?

En los países desarrollados, una comprensión exacta de la división del trabajo bajo el capitalismo debe tener un impacto en los objetivos, estrategias y tácticas de los movimientos comprometidos con un progreso social real, tanto globalmente como a nivel nacional.

Afortunadamente, el análisis del libro habla por sí solo sobre las conclusiones políticas, especialmente sobre las posibilidades de organizar la oposición al capitalismo en las naciones centrales.

No deseo sonar desanimado con respecto a los que los trabajadores en los países imperialistas han de hacer o buscan hacer, pero lo que debe evitarse es el pronóstico de auto-derrota y mandatos moralistas sin tener en cuenta las condiciones sociales. En los llamados países “en vías de desarrollo”, el principal foco de lo que llamamos “praxis radical y revolucionaria” ha sido evidente durante bastante tiempo. Lo que no ha estado ( o ha sido tan evidente) claro, yo creo, es la extensión en la cual los rivales del imperialismo han confrontado al Primer Mundo como un todo, y no sólo sus miembros más ricos y poderosos.

NB: En los últimos años, parece haber habido un resurgimiento en el discurso sobre la estratificación de la mano de obra. Dentro de este contexto, ¿Qué esperas conseguir con este libro?

Creo que tienes razón en que estos debates cobran relevancia de nuevo, gracias al esfuerzo de grupos como el tuyo.

Espero que el libro pueda ser útil para proporcionar una serie de argumentos a las personas interesadas en desafiar el primermundismo predominante en la izquierda y, por ende, una mejor praxis por su parte. Espero, también, que el libro estimule la necesaria investigación sobre la transferencia del valor en el imperialismo. Hay varias áreas importantes de investigación en el libro sobre cómo debe abordarse un análisis completo de cómo funciona el imperialismo. Por ejemplo, ¿ Cómo la transferencia del valor global descrita en el libro se relaciona con la infravaloración de las divisas del Tercer Mundo en términos de adquisición paritaria?, ¿Cómo se relaciona esto a “la guerra del petrodolar” (ya sea la denominación de la venta del petróleo en dólares de Estados Unidos obligando a los países a tener reservas de dólares, por lo tanto, creando una demanda consistente de dólares y aumentando la presión al valor del dólar, sin importar las condiciones económicas en Estados Unidos)?, ¿Cuáles han sido las consecuencias de la recesión actual en relación con el imperialismo y qué papel ha jugado el imperialismo en la precipitación de la recesión?, ¿Qué métodos y medios alternativos hay para calcular la transferencia de valor desde los países del Sur Global hasta los países imperialistas? Mi libro ha de considerarse un trabajo en progreso, en todos los aspectos.

NB: Pienso que no ves un gran potencial revolucionario o progresivo en las luchas de las masas en los países imperialistas. De todas maneras, realmente me pregunto qué tipo de efectos podría tener en los movimientos más amplios contra el imperialismo una discusión más extensa, sistemática y hermética sobre la economía política global dentro o en los márgenes de las economías imperialistas. ¿Qué importancia ves en las amplias discusiones que exponen estas cuestiones aunque por el momento éstas estén ocurriendo principalmente entre las personas angloparlantes en los países en vías de desarrollo y masas oprimidas en los países desarrollados?. En otras palabras, crees que si los debates acerca de cómo están construidas las clases ganasen más popularidad, incluso entre la gente que se encuentra alienada de las luchas cotidianas de la mayoría explotada, podría lograrse un entendimiento más correcto por ósmosis?. Si suficientes personas empiezan a poner encima de la mesa estos temas de manera crítica, incluso en los idiomas imperialistas (inglés, francés, español), ¿En algún momento podrán formarse grupos nominalmente revolucionarios o marxistas en el Tercer Mundo, algunos de los cuales emprendan luchas armadas contra los Estados neocoloniales?. O bien, dado el compromiso más amplio en estos temas de un sector de la izquierda inglesa ¿Alentar o impulsar a los grupos de la periferia a que tomen o adopten una posición más clara?

De lo contrario, ¿Qué piensas de la posible importancia que pueda tener la discusión de estos temas en vuestro más amplio público? Por último, ¿Cómo encaja el marxismo en vuestro análisis?, y ¿Qué opinas de su significado más amplio con respecto a las tendencias ideológicas como el anarquismo o el islam radical?

En primer lugar, vale la pena mencionar que no son estas ideas sobre la estructura global de clase, como algunos podrían suponer, tan ajenas a los revolucionarios del Tercer Mundo. Kwane Nkrumah, M.N.Roy, Sultan Galyev, Julius Nyere y el Che Guevara son solo algunos de los revolucionarios de las naciones periféricas quienes en su momento u otro han abrazado la idea de que los trabajadores de las naciones centrales estaban recibiendo una parte de la plusvalía arrancada de sus países. (Esto no significa un reconocimiento de cualquiera de las líneas políticas de estos hombres, por cierto). Hoy hay indicios de señales positivas en que los movimientos del Sur Global son cada vez más conscientes del papel que juegan los Partidos y corporaciones conservadoras en los países dominados por el Norte.

En este sentido, estoy de acuerdo en que los sólidos estudios de clases realizados en los países desarrollados pueden servir para fortalecer y espolear a los trabajadores y activistas de la periferia decididos a romper con el imperialismo, incluyendo a sus abanderados de izquierda.

De manera más general, creo que es de vital importancia el que estos temas sean discutidos con el objetivo de aclarar el potencial intrínseco a las diversas luchas sociales, donde quiera que puedan estar sucediendo. Por ejemplo, qué debemos concluir sobre la lucha por la redistribución de la riqueza en el 1% de la población estadounidense, cuando uno de cada diez del restante 99% son millonarios y el resto están en el 10-15% mundial salarial?, ¿Qué debemos decir sobre esos grupos en la izquierda que buscan organizar desde la raíz la oposición al neoliberalismo, aunque alguno de los más famosos partidos anti-neoliberales son fascistas?. Por supuesto, lo mismo vale para el movimiento antiglobalización.

La pregunta para las personas preocupadas con la desigualdad global, incluyendo la desigualdad dentro de la clase obrera es ¿Qué cantidad de la riqueza procedente del imperialismo debemos redistribuir, políticamente hablando?, ¿Qué tiene de positivo la socialización del imperialismo?. Si podemos mostrar como gran parte de la riqueza de los países del Primer Mundo depende de la sobreexplotación, conseguimos ampliar el horizonte social, político y económico de la realidad actual.

El marxismo enseña que la conciencia no determina el ser social (la vida) sino, más bien, el ser social determina la conciencia. Esto significa simplemente que las ideas acerca de lo inhumano de grandes grupos de personas, o nuestro trato con total o absoluto desprecio no caen básicamente del cielo. Son el producto de ciertas condiciones de vida, principalmente, predominan las ideas en la forma que tienen las sociedades de organizar su producción. A lo largo de cientos de años, la producción en las principales naciones se ha organizado sobre bases capitalistas, a las que el marxismo ha proporcionado la más profunda crítica científica. Hoy en día, el capitalismo se ha convertido en algo global, pero el marxismo ha fallado en estar a la altura. Desde mi punto de vista, esto se debe al fenómeno expuesto en el libro, a saber el aburguesamiento ocasionado por un imperialismo específicamente capitalista. Sin embargo, utilizando los conceptos (teoría del valor) y métodos (materialismo dialéctico) desarrollados por el marxismo podemos llegar a ver las raíces materiales, sin duda, mucho más de lo que fueron capaces las doctrinas religiosas y cuasi-religiosas como el Islam o el anarquismo.

NB: Dado lo controvertido que son estos puntos de vista, ¿Cómo han sido acogidos en la Academia y en la izquierda más amplia?

Si ideas como las del libro tienen vigencia en alguna parte, diría que es dentro de la Academia y, en algunos sectores de la izquierda. Sin embargo, en general, la Academia y la izquierda son totalmente hostiles a las ideas que se sostienen en el libro. Para un gran número de socialistas la clase obrera se ha convertido en una vaca sagrada. Y ninguna de todas las manifestaciones chovinistas de los trabajadores metropolitanos debe explicarse, inmediatamente, como culpa suya. Se admite al menos tácitamente que los trabajadores de los países desarrollados son incapaces de actuar de manera racional en sus intereses. A toda costa, nunca debe admitirse por parte de la izquierda que las luchas económicas de la clase obrera occidental en los países desarrollados sólo puedan, en última instancia, tener éxito a expensas de las naciones explotadas. Las personas y los grupos con perspectivas como las mías son criticadas por romper la conexión orgánica entre las luchas del Tercer Mundo y las de los países imperialistas. Esto es así cuando es imposible ver cualquier vínculo entre, por ejemplo, la lucha palestina por su condición de Estado y la lucha de los trabajadores del Reino Unido por salarios más altos o el monopolio de puesto de trabajo vis a vis de mano de obra extranjera.

Se muestra incluso cuando los propios trabajadores no tienen aparente simpatía e incluso indiferencia hacia las luchas de liberación nacional y extranjeras. Lamentablemente, hasta ahora no ha habido realmente un análisis suficientemente sólido y riguroso de la estratificación laboral en la economía mundial capitalista. Este hecho ha facilitado la marginación académica de análisis como el mío, pero esto no lo explica por completo.

El hecho es que, tal y como digo en mi libro, tanto si es por razones de autopreservación institucional, falso cosmopolitanismo bien intencionado o declarada predisposición conservadora, mediante la presentación de la bifurcación de la fuerza de trabajo mundial entre ricos y pobres como resultado de la natural e inevitable de las diferencias nacionales en eficiencia económica, logros educativos y normas culturales, la izquierda occidental, incluyendo a la académica, promulga efectivamente (con eficiencia) una mitigante -pero que sirve a su propio interés- ideología que oculta la estructura imperialista subyacente en la economía política internacional. Esto ha de ser confrontado.

Con todo lo dicho, estoy encantada de que el libro haya sido recogido por la prensa de Kersplebedeb Press como parte de su serie de libros Kalikot. Kersplebedeb publica y distribuye una amplia gama de trabajos de gran utilidad.

NB: ¿Hay otros proyectos o libros que estés trabajando y a los que debamos estar atentos? ¿Cuál es el siguiente?

En estos instantes, estoy preparando un par de ensayos para su publicación. Con suerte, al menos uno verá la luz este año. De lo contrario, tengo material sobre la historia del movimiento obrero alemán sobre el que puedo escribir un libro. También estoy pensando en hacer un estudio más a fondo sobre las condiciones políticas y económicas actuales en Irlanda. Me gustaría animar a todos ustedes, lectores, para mantener su estudio y añadir más sustancia al análisis desarrollado en el libro.

Fuente: https://marxismocritico.com/2016/10/31/conocimiento-y-cambio/

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Entrevista con Peter McLaren: su trabajo, su visita a Turquia y las luchas populares en curso

América del Norte/EE.UU./28 de octubre de 2016/www.herramienta.com.ar

McLaren, Peter. Es uno de los principales representantes de la pedagogía crítica revolucionaria. Nació en Toronto, Canadá en 1948. En 1973 obtuvo el título de “Bachelor of Arts” en Literatura Inglesa en la Universidad de Waterloo; después se recibió de “Bachelor of Education” en la Facultad de Educación de la Universidad de Toronto. Realizó una maestría en Educación en Brock University y un doctorado en el “Institute for Studies in Education” (Instituto de Estudios en Educación), en Ohio, Universidad de Toronto). Dejó Canadá en 1985 para dar clases en la “School of Education and Allied Professions” (Escuela de Educación y Profesiones Afines), en la Universidad de Miami, Ohio, donde trabajó durante ocho años con su colega Henry Giroux; durante este tiempo, participó de los inicios de la Pedagogía Crítica en EE.UU. McLaren también fue Director del “Center for Education and Cultural Studies” (Centro de Educación y Estudios Culturales) de la misma Universidad, antes de ser contratado por la “Graduate School of Education and Information Studies” (Escuela de Graduados en Educación y Estudios sobre Información) de la Universidad de California en Los Ángeles. Entre sus libros más importantes traducidos al castellano figuran: Pedagogía crítica y cultura depredadora (1995). Políticas de oposición en la era posmoderna”; La escuela como un performance ritual. Hacia una economía política de los símbolos y los gestos educativos (1986); La vida en las escuelas. Una introducción a la pedagogía crítica en los fundamentos de la educación (1986); Multiculturalismo revolucionario. Pedagogías de disensión para el nuevo milenio (1997); El Che Guevara, Paulo Freire y la pedagogía de la revolución (1999). ). mclaren@gseis.ucla.edu Colaborador de la revista Herramienta. En 2012 publicamos La pedagogía crítica revolucionaria. El socialismo y los desafíos actuales.

Por Samuel Day Fassbinder
SDF: Peter, dile a los lectores de esta entrevista una breve síntesis de cuáles fueron tus proyectos pasados más importantes, y cuál es tu proyecto más importante hoy.
Peter: Mi trabajo es en el área de la pedagogía crítica revolucionaria. Esto, en pocas palabras, implica enseñar con el propósito de crear una alternativa democrática socialista a una sociedad gobernada por la forma valor del trabajo, o la venta de la propia fuerza de trabajo por un salario. Cuando el apetito corporativo revela una tan despiadada insaciabilidad, deleitándose en su propia autoridad desenfrenada como un rey del Medioevo cuyo poder no tiene límites, sabemos que estamos en problemas.
Al mercado no le afecta en absoluto nuestra necesidad de estructurar nuestra humanidad. No hay ningún motivo para que los seres humanos deban soportar la servidumbre por deudas. No tenemos necesidad de vivir en condiciones que Chris Hedges llama la “repetición  de la esclavitud” o la “servidumbre no pagada” – regalos a los pobres no sólo de parte de los oligarcas de las corporaciones sino del propio capital. Cuando la miseria humana pasa a ser un acuerdo comercial cerrado con un brindis y un costoso cigarro Davidoff  y con la obscenidad de un costoso coctel Martini en el Ritz-Carlton Tokyo, entonces sabemos hacia dónde vamos y que va a ser desolador, en el mejor de los casos, para quienes sobrevivan.
A todos aquellos buenos cristianos que creen que la Biblia ha dado a la humanidad la autoridad para usar la naturaleza como le plazca, les diría que Jesús no deseaba que sus seguidores fueran bautizados en las aguas residuales y tóxicas de estanques de contención de las perforaciones en los yacimientos. No se suponía que en las frentes de los creyentes un Miércoles de Ceniza se utilizaría la ceniza del carbón de los embalses mineros. Como educador, creo que es mi deber promover un programa socialista, y no me disculparé por eso.
SDF: Entonces, ¿qué te trajo a esta conferencia en particular, en Turquía?
Peter: Era uno de los conferenciantes en la 3ra. Conferencia anual sobre educación crítica titulada “La educación bajo la amenaza del Neoliberalismo y el Neoconservadurismo” y tuvo lugar  en Ankara, Turquía.
SDF: ¿Con quiénes estuviste en Turquía y qué hiciste con ellos?
Peter: Durante un intervalo en la conferencia en la Universidad de Ankara, oí que algunos estudiantes estaban protestando sobre la censura de los medios alrededor de dos ataques con bombas  en la ciudad fronteriza de Reyhanli que mataron a 51 personas el sábado (11 de Mayo). Escuché que fueron atacados con gas lacrimógeno y quería mostrarles mi apoyo, así que los seguí unas cuadras pero dado que me estoy recuperando de una operación de rodilla y caminando mayormente con muletas, tuve que volver al campus antes que llegaran los manifestantes a su destino. Luego, varios días después, Dave Hill, un profesor de educación de Londres y yo estábamos en el centro de la ciudad y oímos sobre una manifestación similar y nos sumamos para apoyar a los manifestantes. La policía disparó gas lacrimógeno hacia la multitud y me golpearon, y gracias a la ayuda de un mozo de un restaurant cercano, me llevaron allí y me escondieron en un cuarto trasero.
SDF: ¿Qué sensación de logro te llevaste de la conferencia en Turquía?
Peter: Fue alentador estar con educadores de Turquía y Grecia que trabajaban juntos en una atmósfera de solidaridad y respeto mutuo. Había un apego entre los dos grupos que se fortalecía a medida que la conferencia progresaba. Los presentadores y la audiencia eran de todo el mundo, y ver tantos educadores críticos acordar sobre tantas plataformas políticas fue motivador. Los análisis de neoliberalismo eran sofisticados y había un acuerdo general de que era urgentemente necesaria una alternativa socialista al capitalismo. La camaradería era fuerte, y la conferencia carecía de demagogia o de prima donnas. Había un fuerte énfasis en la lucha de clases en su mayor parte desprovisto de las distinciones de las políticas identitarias. Cuando se discutía sobre la raza y el género y la discapacidad y el patriarcado y la sexualidad, era dentro de la más amplia óptica del capitalismo neoliberal y de una búsqueda de alternativas.
Durante veinte años, he tenido la oportunidad de encontrarme y trabajar con educadores de una variedad de movimientos sociales, incluido el movimiento de shack-dwellers (habitantes de viviendas muy precarias), el Abahlali baseMjondol, el movimiento de trabajadores sin tierra, Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra-MST, en Brasil, los Zapatistas en México, y miembros de la Revolución Bolivariana en Venezuela. Pero la mayoría de mi trabajo ha sido con escuelas de educación y sindicatos docentes a lo largo de América Latina. La conferencia en Turquía me introdujo a un nuevo conjunto de compañeros trabajando en contextos muy difíciles, y contra un orden social muy represivo.
 
SDF: Ahora me gustaría cambiar el tema de esta entrevista un poco, y centrarnos sobre la búsqueda de alternativas al capitalismo, ahora, en la era neoliberal. Mi amigo Jason W. Moore, que recientemente promovido a profesor en la Universidad de Binghamton en el Estado de Nueva York, discute sobre la forma en que el sistema mundial capitalista parece acercarse a un estado de “máxima acumulación”. Podemos, entonces, esperar ver una multiplicación de crisis, económicamente, socialmente y en términos de recursos. ¿Cómo ves que esto afectará al activismo en el futuro, y cómo continúa la lucha de clases a la luz de “la máxima acumulación”?
Peter: Como sabes, mi trabajo ha sido brindar un análisis marxista al sistema del capitalismo global, y examinar los esfuerzos de reforma educativa desde esta perspectiva.  La mayoría de los educadores críticos en los Estados Unidos son seguramente liberales de izquierda y aunque tienen sofisticados análisis del capitalismo neoliberal, no consideran seriamente las alternativas socialistas al capitalismo.
Aquellos que sí llegan a sus conclusiones no lo hacen necesariamente a través de Marx sino a través de análisis eco-pedagógicos como los que ofreces tú, Sam, o gente como Richard Kahn, David Greenwood y Tina Evans, para nombrar algunos pocos de los mayores exponentes que tratan a la educación en particular. Yo comencé con un análisis económico. Consideré comentarios del economista liberal Robert Reich, quien discute (2013) que “a medida que el capital global se vuelve más poderoso, las corporaciones gigantes extorsionan a los gobiernos y a los ciudadanos para pedir rescate– obteniendo subsidios y exenciones impositivas de gobiernos preocupados por la “competitividad” de sus naciones – mientras refugian sus ganancias en las jurisdicciones con los menores impuestos que puedan encontrar.”. Él señala, con razón, que “Google, Amazon, Starbucks, cualquier otra gran corporación, y cada gran banco de Wall Street están resguardando tanto como pueden muchas de sus ganancias en Estados Unidos en el extranjero, mientras le dicen a Washington que se necesita imponer menores impuestos corporativos para mantener a los Estados Unidos ‘competitivo’”. Esto es cierto, por supuesto, como lo es el incalculable sufrimiento humano que resulta de los efectos pauperizantes y las movilizaciones descendentes como resultado del capitalismo global.
También es cierto, de acuerdo con Reich, que “las corporaciones globales no tienen lealtad hacia ningún país; su único objetivo es hacer la mayor cantidad de dinero posible – y contraponer un país contra otro para mantener sus impuestos bajos y subsidios altos, de ese modo trasladar la presión impositiva a la gente común cuyos salarios ya están hundiéndose porque las compañías están enfrentando a los trabajadores entre sí.” Esto es lo que el sociologo marxista, William I. Robinson (2012) describiría como una economía conducida por la “acumulación militarizada”, la “especulación financiera salvaje”, y el “saqueo de las finanzas públicas para sostener la obtención de ganancias frente a la sobre-acumulación.” Él escribe en forma pavorosa que la clase capitalista transnacional “ha  descargado miles de millones de dólares en la  especulación en el mercado inmobiliario, los alimentos, la energía y otros mercados globales de materias primas, en los mercados de bonos de todo el mundo (esto es, presupuestos públicos y finanzas estatales), y en cada “derivado” imaginable, desde fondos de cobertura hasta swaps, mercados de futuros, obligaciones de deuda colateralizadas, pirámides de activos, y esquemas de Ponzi” (2011a ). Esto llevó directamente, como sabemos, al colapso del sistema financiero global de 2008.
Ahora, el problema con estas perspectivas liberales es que no enfrentan al capitalismo global como una crisis sistémica. El filósofo humanista marxista Peter Hudis afirma este punto enérgicamente  cuando discute sobre la economía de Estados Unidos, la crisis en la Eurozona, y la desaceleración del crecimiento en países como China, India y Brasil. Hudis argumenta que la emisión de billones de dólares en rescates a Bancos y programas de estímulo económico no hizo mucho para revertir la crisis sistémica/estructural. Muchos de los denominados expertos pensaron que la crisis hipotecaria y el colapso del sistema financiero global en 2008 era el resultado de una recesión cíclica que podía ser resuelta a través de salvatajes y paquetes de estímulo estatales.  Entonces, estamos frente a una perspectiva de  medidas de austeridad como un supuesto antídoto a la crisis (que algunos expertos especulan que puede durar cuatro o cinco décadas). Hudis sostiene que la ineptitud política y la codicia corporativa de una pequeña camarilla de ricos oligarcas no es la causa de la actual crisis económica sino el resultado de la misma – las acciones atroces de banqueros y los enlodados dueños de los fondos de cobertura están enraizadas en la crisis del capital mismo y no pueden ser reducidas a rasgos humanos como la codicia y la avaricia (aunque no se pueden descartar totalmente aquellas características humanas). Las medidas de estímulo keynesiano ya no son suficientes para resolver la profunda crisis estructural que subyace al casi colapso de la economía en 2008 –que Hudis describe como “la declinación en la tasa de ganancia que ha plagado al capital global durante décadas.”
William I. Robinson explica el panorama más amplio mejor que la mayoría. Describe las crisis económicas cíclicas como “episodios en curso en el sistema capitalista, que se producen alrededor de una vez por década y habitualmente duran entre 18 meses y dos años” (2011). Y compara esta crisis con crisis estructurales que “son más profundas; su resolución requiere una restructuración fundamental del sistema”. También describe las crisis estructurales mundiales previas, durante las décadas de 1890, 1930 y 1970, crisis que fueron resueltas “a través de la reorganización del sistema que produjo nuevos modelos de capitalismo” que pudo superar los límites del capitalismo, conduciendo a una reanudación de la acumulación del capital a escala global. Robinson sostiene que la crisis de 1890 “se resolvió en los centros del capitalismo mundial a través de la exportación de capital y una nueva ronda de expansión imperialista”. Señala que la Gran Depresión de la década de 1930 “se resolvió a través de la vuelta a variantes de la socialdemocracia tanto en el Norte como en el Sur – el capitalismo del estado de bienestar, populista o desarrollista que incluyó la redistribución, la creación de sectores públicos y la regulación estatal del mercado.” Para entender la crisis del capital en la coyuntura actual, a la que podríamos llamar “la etapa de globalización del capitalismo mundial”, debemos examinarlo en relación a episodios anteriores de crisis, en particular la crisis de la socialdemocracia de 1970, o a lo que Robinson se refiere como la era del “fordismo-keynesianismo”, o “capitalismo redistributivo”.
Necesitamos comprender el surgimiento de “una fase transnacional o global cualitativamente nueva del capitalismo mundial que puede remontarse hacia la década de 1970, y se caracteriza por el surgimiento de un verdadero capital transnacional y una clase capitalista transnacional” (2011a) que vino cuando la expansión capitalista se hizo global a través de maquinaciones del neoliberalismo y, como resultado, la clase capitalista transnacional pudo capturar el poder del estado en la mayoría de los países durante las décadas de 1980 y 1990. Aquí, de acuerdo con Robinson, las elites orientadas globalmente o la “clase capitalista transnacional” se liberó de las limitaciones del estado-nación a la acumulación y han reconstituido su poder de clase. Los avances en la computación y la tecnología de la información ayudaron a la clase capitalista transnacional “a alcanzar importantes conquistas en la productividad y a reestructurar, “flexibilizar”, y mudar el trabajo por todo el mundo” (2011). El resultado fue “una enorme expansión extensiva e intensiva del sistema y desató una frenética nueva ronda de acumulación global que contrarrestó la crisis de la década de 1970 de declive de las ganancias y las oportunidades de inversión.”
Noté el efectos sobre la educación de lo que Robinson (201 a) denomina como “hiper-acumulación a través de las nuevas tecnologías como las computadoras y la informática, a través de políticas neoliberales, y a través de nuevas modalidades de movilización y explotación de la fuerza de trabajo global – incluyendo una masiva nueva ronda de acumulación originaria, desarraigando y desplazando a cientos de millones de personas – especialmente en los campos del tercer mundo, que se han vuelto migrantes internos y transnacionales.” Encontré este estilo militarizado de acumulación global de capital en la educación cuando vine por primera vez a Estados Unidos desde Canadá, trabajando con Henry Giroux. Estábamos luchando para crear lo que llamamos una pedagogía crítica cuyo objetivo era crear una ciudadanía críticamente informada – ciudadanos críticos que pudieran desarrollar una conciencia crítica capaz de cuestionar a las relaciones hegemónicas dominantes en la economía, el estado, la producción cultural, la ley, los derechos civiles, etc. Pero esto era cuando las corporaciones estaban ganando más poder que los estados nación en muchas áreas – de modo que a la educación la estaban vendiendo a los gerentes de los fondos de cobertura, y especuladores, banqueros y empresarios y se la estaba transformando en un subsector de la economía y al énfasis se lo ponía en crear ciudadanos consumidores, no ciudadanos críticos.
Aquí es cómo lo explica la teoría. El capital quiere reducir su dependencia sobre trabajo vivo y exprimirle más valor al trabajo – pero teme una revolución social por parte de quienes están más devastados por el sistema capitalista. El capitalismo, como nos lo recuerda Hudis, es continuamente impulsado a reducir la proporción de trabajo vivo respecto al trabajo muerto (o capital), con el tiempo el capital ataca hasta el sobre-empleo relativo de trabajadores  no productivos y esto lo vemos hoy “en el esfuerzo concertado de numerosas facciones de capital global para reducir el número como así también los salarios y beneficios de trabajadores de servicios públicos, especialmente a través de las medidas de austeridad”. Las luchas sociales y de clases mundiales que pudieron en el siglo XX imponer una medida de control social sobre el capital no necesariamente van a trabajar del mismo modo; a diferencia del pasado, no pueden, como señala Robinson, “forzar el sistema para vincular lo que llamamos la reproducción social con la acumulación del capital” (2011). Es la “separación de la lógica de acumulación de la lógica de la reproducción social” que hoy da como resultado “un crecimiento sin precedentes de la desigualdad social y las crisis intensificadas de la supervivencia para miles de millones de personas en todo el mundo.”
Robinson identifica “el problema crónico de la sobre-acumulación” o la incapacidad de los capitalistas transnacionales “para descargar su masa sobredimensionada y en expansión de los excedentes- no pueden encontrar canales donde invertir su dinero para así generar nuevas ganancias; por lo tanto el sistema entra en recesión o peor”. La clase capitalista transnacional está utilizando la actual crisis en el capitalismo global para desmantelar brutalmente lo que queda del estado de bienestar. Robinson sostiene que el sistema se está hundiendo más profundamente en el caos y la clase capitalista transnacional no puede administrar las contradicciones en el sistema pero, sin embargo, ha adquirido un enorme poder transnacional y control sobre recursos globales e instituciones.
Podemos derrotar al capitalismo neoliberal, pero el resultado sería una nueva reestructuración que lleve a algún modelo diferente de capitalismo mundial – lo que Robinson retóricamente señala que podría ser un nuevo orden capitalista reformado, “un keynesianismo global que implique la redistribución transnacional y la regulación transnacional del capital financiero.” O, como afirma Robinson, podríamos estar orientados hacia una crisis sistémica que demanda una destrucción completa del sistema mismo y la creación de un sistema completamente nuevo. Que una crisis estructural se vuelva o no sistémica depende, advierte él mismo, “de cómo respondan las distintas fuerzas sociales y de clase a los proyectos políticos que propongan como así también a los factores contingentes que no se pueden predecir, y a las condiciones objetivas.” De manera que no podemos decir en esta coyuntura actual histórica cuáles serían esas respuestas. No sabemos el desenlace. Lo que sí sabemos, de acuerdo con Robinson, es que el sistema hoy tiene ciertas características peculiares que las crisis de las décadas de 1930 y 1970 no tenían; primero, el sistema “está rápidamente alcanzando los limites ecológicos de su reproducción.” Segundo, “la magnitud de los medios de violencia y control social no tiene precedentes” y aquí  el autor se refiere a las “guerras computarizadas, drones, bombas rompe-bunker, guerra de las galaxia, etcétera.” Y tercero, ahora hay una “concentración del control sobre los medios de comunicación de masas, la producción de símbolos, imágenes y mensajes en las manos del capital transnacional” sin precedentes. Y cuarto, sabemos en forma inequívoca que “estamos alcanzando los límites de la expansión extensiva del capitalismo, en el sentido de que ya no hay más territorios nuevos de importancia que puedan ser integrados al capitalismo mundial.” Y agrega: “La des-ruralización está ahora muy avanzada y la mercantilización del campo y de los espacios pre-capitalistas y no capitalistas se ha intensificado, esto es, se han convertido al estilo de invernaderos  en espacios del capital, de modo que la expansión intensiva está alcanzando profundidades jamás vistas antes.” Y quinto, hay “un aumento de la vasta población excedente que habita un planeta de barriadas miserables, ajeno a la economía productiva, arrojado hacia los márgenes, y sometido a sofisticados sistemas de control social y a crisis de supervivencia – a una crisis mortal de desposesión-explotación-exclusión.” Aquí, Robinson eleva el espectro de “un fascismo del siglo XXI y nuevos episodios de genocidio para contener la masa de humanidad excedente y a su rebelión real o potencial.” Ahora otros han dicho lo que Robinson había dicho, pero lo que creo que es distintivo en el análisis de Robinson es que hace hincapié en el importante hecho que los aparatos estatales transnacionales ya no pueden jugar el rol hegemónico que alguna vez jugaron, esto es, ya no pueden controlar o estabilizar el sistema capitalista como lo hicieron durante la etapa del capitalismo global fordista/keynesiana y por eso hoy los estados nación tienden a perder su legitimidad política, y asistimos, por ejemplo, a lo que está pasando hoy en día en Grecia, o en España, o en países que ahora se separan como resultado de las brutales medidas de austeridad impuestas por el Fondo Monetario Internacional.
Robinson identifica tres sectores del capital transnacional que “se destacan como los más agresivos y propensos a buscar acuerdos políticos neo-fascistas para forzar la expansión de la acumulación mientras esta crisis continúa: capital financiero especulativo, el complejo militar-industrial-seguridad, y el sector extractivo y energético.” ¿Qué pasa con la acumulación de capital en el complejo militar-industrial-seguridad? Bien, eso “depende de conflictos y guerras sin fin, incluyendo las denominadas guerras contra el terrorismo o las drogas, así como también de la militarización del control social.” Robinson revela en forma inquietante que en los Estados Unidos, “el complejo penitenciario privado para inmigrantes es una industria en plena expansión. Los inmigrantes indocumentados constituyen el sector que más rápido crece de la población carcelaria en el país y están detenidos en centros de detención privada y deportados por compañías privadas contratadas por el estado norteamericano” (2011a). ¿Qué pasa con el capital financiero transnacional? Bueno, eso “depende de tomar el control de las finanzas estatales y de imponer deudas y austeridad en las masas, lo que a su vez sólo se puede lograr a través de una escalada de la represión” (2011). ¿Y qué pasa con las industrias extractivistas? Eso se lo puede entender mejor en términos de “nuevos rondas de desposesión violenta y degradación ambiental por todo el mundo.” Ahora estamos siendo testigos de una revuelta global.
He estado en Occupy Los Angeles, he visitado la comunidad de Cherán en México que  está rompiendo con el estado Mexicano y formando su propia milicia, he pasado tiempo trabajando para los chavistas en Venezuela, y acabo de regresar de las protestas en Turquía. Sí, hay revuelta en todas partes, es verdaderamente global. Necesitamos, evidentemente,  una coordinación transnacional de resistencia contra la represión masiva coordinada transnacionalmente, y vemos alrededor nuestro los esfuerzos de la clase capitalista transnacional para destruir sindicatos, debilitar a los trabajadores, apuntar a los intelectuales, y destruir todo lo que quede de lo que pudo haberse llamado una esfera pública. Esta es la razón por la cual Chávez intentó construir un bloque regional contra el intento de los Estados Unidos de volver a alinear a Latinoamérica luego de la elección de líderes de izquierda. Coincido con Robinson en que necesitamos una “redistribución masiva de riqueza y poder descendiendo hacia la mayoría pobre de la humanidad sobre las líneas de un socialismo democrático del siglo XXI en el que la humanidad no esté más en guerra con ella misma ni con la naturaleza.” Sobre esto se ha tratado mi trabajo en la pedagogía crítica revolucionaria;  ayudar a crear un socialismo democrático a través de la educación, a través del proyecto de la pedagogía crítica tal como la desarrollé a partir de mi mentor, Paulo Freire.
Ahora Robinson ataca con razón sobre Obama,y me gusta mucho su análisis gramsciano sobre cómo está buscando Obama restablecer la hegemonía que se perdió durante la resistencia a la administración de Bush Jr., mediante la institución de una  revolución blanda, diseñada para debilitar los cuestionamientos masivos de parte de la izquierda más militante. Desafía al estado a nivel cultural e ideológico, impulsando los derechos de los inmigrantes, y los derechos de los gays, etcétera (que, por supuesto son buenas políticas en sí mismas) y otras “cuestiones morales” hasta cierto punto pero al mismo tiempo se asegura que el orden socio-económico jamás sea cuestionado o desafiado en sus fundamentos; y en caso que fuera desafiado ha creado una masiva seguridad estatal para reprimir cualquier desafío real al matrimonio entre el dominio corporativo y el poder estatal. Esto cubre la barbarie sistémica del capitalismo bajo la pantalla de humo de la codicia corporativa como una fragilidad humana. Esta revolución blanda es lo que Gramsci denomina una “revolución pasiva” contra la resistencia popular – y está triunfando a través de su habilidad para cooptar a líderes de los niveles bajos. Robinson afirma que las fuerzas dominantes en Egipto, Túnez, y otros lugares en el Medio Oriente y Norte América se están moviendo en la dirección de una revolución pasiva. La administración de Obama ha sido brillante al canalizar a la resistencia popular en una revuelta pasiva, despojando su poder y debilitando a las formas más activas de insurgencia por parte de sindicatos, socialistas y ambientalistas militantes. Lo que le preocupa a Robinson es lo que me preocupa a mí; y eso es la consolidación de una base social que consiste en una amplia franja de trabajadores blancos excluidos que históricamente disfrutaban lo que Robinson describe como “privilegio racial de casta” durante la época anterior del fordismo-keynesianismo del capitalismo nacional. Quienes están atrapados en un “circuito mortal de acumulación-explotación-exclusión” son simplemente abandonados, aislados, criminalizados y reprimidos al interior del trabajo excedente, o super-explotado.
Evidentemente, hoy en día, sea que elijamos denominar al trabajo tecno-científico “inmaterial” o no, está claro que la lucha ya no es entre hombres en mameluco contra los propietarios de las fábricas con sombreros de copa, corbatas y chalecos cruzados. O los “sans-culottes” contra los vestidos con calzones de la clase dominante. O trabajadores en  botas de cuero con punteras de acero y cinturones porta- herramientas colgadas de las caderas. O financistas con capas y bastones con puntas de plata explotando la fuerza de trabajo de fruteros, zapateros y mineros del cobre cargando alforjas con sueños perdidos. Tenemos “trabajadores de conocimientos” y “trabajadores de servicios” y “trabajadores de talleres clandestinos”, todos ellos pueden jugar un rol en la lucha venidera. La lucha es la clase capitalista transnacional contra todos aquellos que dependen de su salario por su trabajo.
SDF: Jason W. Moore discute cómo el sistema capitalista mundial aparece acercándose al estado de “máxima acumulación”. Podemos, entonces, esperar ver una multiplicación de crisis económicas, sociales y en términos de recursos. ¿Cómo ves que esto afecte el activismo en el futuro?
Peter: Una dimensión de mi trabajo que es relativamente nueva trabaja con los problemas actuales de la crisis ecológica. Aquí he recibido la influencia de las obras de Joel Kovel, John Bellamy Foster, y Jason W. Moore, en particular.
Mi posición es que las consecuencias de la emergencia simultánea de formas transnacionales del capitalismo basadas en la explotación del trabajo humano y la crisis endémica del capitalismo – basada en los conflictos políticos y de clase que toman lugar dadas las  relaciones de producción explotadoras- es también los orígenes de la actual crisis ecológica. De la misma forma que la explotación del trabajo humano sustenta las condiciones de posibilidad de todos los otros antagonismos, incluyendo odios raciales profundos y globalizados, que no es reducirlos todos a formas transnacionales y de clase del capitalismo actual y sus precedentes históricos son precondiciones para el ecocidio.
Jason Moore ha sido útil en este tema, quien argumenta no sólo que “el capital externaliza la naturaleza a través de la apropiación de la naturaleza extra-humana como “regalo gratuito (Marx 1967 III:745), sino también afirma que los regalos gratuitos de la naturaleza no se “limitan a los minerales, el suelo, etcétera.: también incluye a la fuerza de trabajo humana (re)producido fuera del circuito del capital” (Marx 1967:377). De este modo el capital explota tanto a la sociedad como a la naturaleza en el sentido asignado a su explotación de la naturaleza como tal.
Al discutir la obra de William I. Robinson (en Capitalists and Conquerors), identifico “el problema crónico de la sobre-acumulación” o la incapacidad de los capitalistas transnacionales “para descargar sus excesiva y expansiva masa de excedentes – no pueden encontrar puntos de venta para invertir su dinero con el fin de generar nuevas ganancias; por lo tanto el sistema entra en recesión, o peor”. En otras palabras, se producen más mercancías que las que pueden comprar los clientes.
Pero también quiero discutir lo que Jason W. Moore describe como una crisis de sub- producción, que la toma directamente de Marx. En la subproducción, a la que Marx se refería como una ley general de la acumulación que trabaja al mismo tiempo que la sobreproducción, el capital es forzado a sustituir crecientes cantidades de capital y trabajo por la desaparición de aspectos de naturaleza que Marx refiere como “regalos gratuitos”, que se refiere tanto a la naturaleza externa (el medio ambiente) y la naturaleza interna (las tendencias humanas). En la época del capitalismo tardío, ambas naturalezas han sido configuradas para contribuir al proceso de acumulación del capital. El capitalismo se apropia de los regalos gratuitos de la naturaleza por fuera del sistema de la producción mercantil para maximizar la productividad laboral.
Hay muchas relaciones no-mercantilizadas que han sido agotadas para posibilitar la acumulación del capital. Después de todo, la naturaleza se la debe reconfigurar en particular para permitir  el auge del capitalismo mismo – y Moore señala que fue a partir de la reconfiguración peculiar de la naturaleza que se priorizó la productividad del trabajo sobre la productividad de la tierra. Esto condujo a la dialéctica del saqueo y productividad que está en el centro de la acumulación capitalista contemporánea. Esto es importante comprender al capitalismo como una ecología global, y que el capitalismo es una forma de organizar la naturaleza.
El reordenamiento  de las naturalezas humanas y extrahumanas en regímenes ecológicos específicos ocurre hoy en día a través de la financialización, la creación de nuevos órdenes raciales, el surgimiento y la reproducción de regímenes coloniales así como también la reproducción de la colonialidad del poder. Hay, en verdad, resistencias populares contra todo lo mencionado previamente. Todas las crisis económicas son crisis ecológicas, todas las revoluciones son revoluciones ecológicas, todas las pedagogías críticas son eco-pedagógicas. Ahora Robinson afirma que las luchas populares podrían conducir a un nuevo orden capitalista reformado, “un Keynesianismo global que incluye una redistribución transnacional y una regulación transnacional del capital financiero”. O, tal vez, hacia una crisis sistémica que demanda una destrucción completa del sistema mismo y la creación de un sistema enteramente nuevo –lo que podríamos llamar un socialismo para el siglo XXI, haciendo eco de una frase común usada en Venezuela para describir la revolución bolivariana instituida por Chávez.
Usando términos de Jason W. Moore, nos enfrentaríamos con una “crisis de desarrollo”, en la que el capitalismo se transforma para superar esa crisis, a través de innovación tecnológica y expandiendo la acumulación de capital, o una “crisis de época”, que refiere al fin de una forma de vida económica y el comienzo de otra – como por ejemplo el movimiento del feudalismo al capitalismo o del post-fordismo/keynesianismo de la década de 1970 al capitalismo financiero que marca la era del neoliberalismo. Todo esto depende de cómo respondan las distintas fuerzas sociales y de clase a estas crisis. Es decir, depende de nosotros. Y hasta qué punto deseamos convertirnos en agentes activos y protagónicos de la transformación histórica; en hacedores de la historia en lugar de productos pasivos de la historia. Por supuesto, siempre somos ambas cosas, dialécticamente hablando.
Pero necesitamos inclinar el fiel de la balanza y reclamar nuestro acción protagónica porque aunque siempre seremos tanto productores como productos, necesitamos reclamar nuestro derecho a elegir sobre lo que producimos, y cómo, y bajo los intereses de quién y con qué propósito. De otra manera podríamos también elegir no no existir en absoluto, que es lo que muchos de nosotros, cansados, golpeados, despreciados y olvidados, ya hemos hecho, con el pretexto de adaptarnos en un sistema que sabemos implacablemente bárbaro, moralmente esquizofrénico, salvajemente abusivo, cruelmente represivo, egoístamente despiadado, y mordazmente destructivo.
SDF:¿Podrías decir algo sobre las protestas que se están llevando a cabo en Turquía?
Peter: Uno de mis amigos, un profesor en la Universidad de Ankara, me envió una nota justo antes de la participación en una demostración, y me dijo que las manifestaciones eran contra “el terror policial y el poder gobernante pro-Americano y pro Unión Europea del país (AKP)”. Los manifestantes “quieren que el gobierno AKP/Erdogan renuncie”. En un sentido más amplio, se oponen a “las políticas neo-liberales y neoconservadoras del poder gobernante de Turquía” que han provocado un “crecimiento dramático de la pobreza, el desempleo, el hambre, la injusta redistribución de la riqueza, la migración, etc”. El segundo problema es el “espectáculo unipersonal de Erdogan, que es en realidad un líder fascista-religioso al que Occidente muestra como un buen modelo a todos los países islámicos”. La gente de todos los niveles de vida están participando en las protestas “excepto las personas religiosas que votaron por el AKP. En las últimas elecciones obtuvieron el 51% de los votos. Erdogan se apoya en este porcentaje y amenaza a todos los manifestantes con esta arma. Los líderes de todas las demostraciones son socialistas (líderes de todas las resistencias), anarquistas, y algunos grupos anti-capitalistas incluidos los ecologistas. En Turquía hay 19 partidos socialistas pero el total de sus votos no alcanzam al 2%. Es un hecho interesante que algunos grupos e individuos nacionalistas turcos también estén participando en la resistencia. Uno de esos partidos políticos (el MHP-Partido del Movimiento Nacional) obtuvo el 15% de los votos pero el líder de este partido declaró que no formarían parte de esta resistencia. Por el lado de los kurdos (el BDP-Partido de la Paz y la Democracia) también decidieron no participar de la resistencia debido a algunas características nacionales y a un acuerdo con el gobierno para resolver de manera pacífica la cuestión kurda.
Nuestra organización paraguas de trabajadores estatales, KESK ha decidido una huelga solidaria de medio día, para hoy y mañana”.
SDF: ¿Cómo son las protestas –especialmente entre los jóvenes que conociste en Turquía – en comparación con otros movimientos que has observado y sobre los que has escrito alrededor del mundo?
Peter:Por una parte, todos los movimientos que he visto últimamente – el  Occupy Movement, el levantamiento en Grecia, las protestas de estudiantes universitarios en México, los Indignados, etcétera – están haciendo algo más que demandas menores; están luchando por un futuro totalmente diferente y la originalidad y creatividad de sus protestas le hablan a ese futuro. No tratan sólo de negar el presente, sino de reclamar espacios – plazas públicas, edificios universitarios, y otros espacios donde puedan promulgar una nueva forma de gobierno y de toma de decisiones más horizontal. Se están moviendo más allá de los estrechos intereses sectarios y están buscando poner una democracia participativa en práctica como una alternativa a las formas verticalistas de organización favorecidas por la democracia liberal y representativa. Y, por supuesto, están combatiendo al autoritarismo estatal. Están buscando desafiar a los ciudadanos consumidores para que se conviertan en ciudadanos críticos nuevamente, pues muchos ciudadanos lucharon para hacerlo antes de la era del capitalismo, o el capitalismo neoliberal. Pero el movimiento va más allá de la nostalgia por el pasado –ya que la mayoría de los jóvenes sólo han conocido el capitalismo neoliberal toda su vida. Los jóvenes también se han dado cuenta de que las formas parlamentarias de representación ya no son suficientes para crear la democracia en un universo social del  capitalismo financiero que requiere una reorganización del estado neo-fascista para preservar las ganancias masivas para la clase capitalista transnacional. Los jóvenes manifestantes hoy están luchando por formas participativas de asociación utilizando nuevos medios sociales y una nueva producción de medios convergentes como las herramientas digitales, como medios tecnológicos para educarse a ellos mismos y sus compañeros para unir experiencias de lucha en acciones dirigidas a un fin. Están luchando por diferentes formas de vida social. Aquí los medios digitales no se convierten en fines en sí mismos sino en aumentar o complementar experiencias de lucha del mundo real para la soberanía popular –y este es el caso de los Zapatistas en Chiapas, en México o la nación Purépecha en Cherán, una comunidad autónoma dentro del estado. Como resultado de estas luchas, estas herramientas se integraron más como parte de un esfuerzo para crear una inteligencia colectiva con múltiples visiones de un mundo socialmente justo. Como un activista intelectual griego, Panagiotis Sotiris, escribió recientemente,
 “Contrariamente a la supuesta tendencia posmoderna hacia las comunidades virtuales que conectan digitalmente a individuos fragmentados, como se expresa en distintas tendencias del ciberespacio, pero también en el concepto pleno de una potencial “democracia” y “consulta” on line, nada puede vencer al reclamo y el poder de la gente que se reune en las calles, uniendo fuerzas, creando comunidades de lucha y resistencia”.
De acuerdo al servicio de noticias semioficial Anadolu Agency, durante una  manifestación reciente en Izmir, la policía ha arrestado a 25 personas acusadas de usar redes sociales como Twitter para difundir detalles falsos sobre las manifestaciones anti-gubernamentales y la reacción policial hacia ellos. Muchos jóvenes pueden ver que la supervivencia del capitalismo neoliberal requiere del estado para reorganizarse a sí mismo en formaciones más fascistas – y esto sucede especialmente en los jóvenes en Turquía, donde muchos jóvenes temen la intolerancia de la crítica y los diversos estilos de vida por parte del gobierno arraigado en el Islam. Nuevamente, como proclama lúcidamente  Panagiotis Sotiris:
 “La importancia de la juventud en todos estos movimientos no debe llevarnos a tratarlos como estudiantes o movimientos juveniles. Más bien, los jóvenes que se hallan en el epicentro del actual intento capitalista de cambiar la relación de fuerzas a favor del  capital, y a los que se los trata en algunos casos como una “generación perdida”, y casi siempre como la generación que recibirá el golpe más fuerte de la reestructuración capitalista, actúan como la vanguardia de formas de descontento más generalizadas y profundas. Esto tiene que ver con la cualidad específica de la juventud como fuerza de trabajo potencial. La juventud contemporánea está más educada, más calificada y al mismo tiempo enfrenta la precarización y las consecuencias de la crisis económica. Sin embargo, tienen las habilidades comunicacionales para hacer su descontento más evidente que nunca y están en una posición para crear redes de lucha y solidaridad, haciéndolos algo más que instrumentos para la creación de nuevos espacios públicos, tanto reales como virtuales”.
Estoy muy de acuerdo con esta observación de Sotiris y con su convicción de que estos movimientos son también sitios productivos de conocimiento y de proyectos potencialmente contra-hegemónicos. Tiene mucha razón cuando afirma, además, que la izquierda necesita ser mas proactiva en ayudar a transformar dichos movimientos desde surgimientos espontáneos de bloques históricos en un sentido gramsciano que implica “combinaciones entre fuerzas sociales, nuevas formas de organización política y nuevas configuraciones sociales como narrativas alternativas que no repiten simplemente proyectos históricos de izquierda, sino que en realidad intentan pensar cómo ir más allá del capitalismo neoliberal (…) de la actual ‘era de las insurrecciones’ a una nueva ‘era de las revoluciones’.”
Dicho esto, creo que hay actualmente un peligro de frentes popular comunitarios. Pensemos en Polonia e Irán en 1979-81. Los movimientos masivos en estos países fueron controlados por los católicos reaccionarios en el primer país, y por los fundamentalistas islámicos en el segundo, y ambos movimientos tienen elementos progresivos como los movimientos de mujeres y consejos obreros. Los partidos políticos tienen una historia en tomar el control de diversas formas de movimientos espontáneos. Creo que el frentepopulismo puede cosificarse como “la ‘generación perdida’ versus los banqueros y los especuladores financieros”. Debemos procurar ser cautelosos ante la posibilidad que la lucha no se convierta en “la lucha de ‘los buenos capitalistas’ que están contra los monopolios, etcétera, versus los parásitos improductivos en el sector financiero que acumula sus fortunas sobre los hombros de otros que están forzados a vender su fuerza de trabajo por un salario”. Debemos comenzar a librar una lucha por una alternativa al capitalismo basada en la creación de la verdadera riqueza en lugar de la forma valor del trabajo.
Traducido por Lujan Veiga y Francisco Sobrino.
Tomado de: http://www.herramienta.com.ar/herramienta-web-16/entrevista-con-peter-mclaren-su-trabajo-su-visita-turquia-y-las-luchas-populares-
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