Recuperar la capacidad de asombro para reencontrarnos con la vida y nuestra esencia biocultural

Por: Rodrigo Arce Rojas

Cuando despertamos al alma somos capaces de ver sonreír a las abejas, a las flores, al espacio y al tiempo.

Nos encontramos en un momento crítico en la historia de la humanidad y con grandes paradojas. De un lado tenemos avances gigantescos en cuanto a tecnologías de todo tipo y de otro lado graves problemas que nos revelan que estamos frente a una crisis civilizatoria. Así, según el Instituto de Resiliencia de Estocolmo hemos superado 4 de los 9 umbrales ecológicos. Estos son: la catástrofe climática, el extermino de la biodiversidad, el cambio de uso de la tierra y la alteración de los flujos bioquímicos del fósforo y el nitrógeno. Así mismo hemos superado la biocapacidad de la tierra y estamos llevando a la Amazonía al punto de no retorno a partir del cual nos espera un proceso de sabanización.

El problema de fondo es que para sectores que solo están preocupados por lograr crecimiento económico a toda costa (a toda sierra, a toda selva, a toda Amazonía, a todo planeta) estos temas no les preocupan o les preocupan superficialmente. Así se escuchan en grandes foros de crecimiento económico y desarrollo las recetas para el desarrollo fundamentalmente en términos de mercados, inversiones, competitividad, gestión, prospectiva, retos tecnológicos, entre otros, pero subestiman la grave crisis “ambiental” en la que nos encontramos. Pongo ambiental entre comillas porque en sentido estricto no hay una dimensión ambiental aislada, sino que se encuentra interrelacionada con otras dimensiones de la realidad compleja. Diríamos que prima el optimismo, pero hay que reconocer tipos de optimismo: un optimismo ingenuo, un optimismo arrogante y un optimismo energizante, este último caracterizado por reconocer los alcances de la crisis y a la vez desplegar esfuerzos, conocimientos y coraje para tratar de superar las dificultades.

El otro problema es que el sistema económico hegemónico, que se inscribe en un antropocentrismo exacerbado, nos ha llevado al individualismo, al materialismo, al consumismo y en este proceso modernizante hemos llegado a la mercantilización de la naturaleza, la naturaleza es apreciada en tanto es útil, es apropiable, es producible, puede ser cotizado y tiene mercados.  La expresión máxima de esta actitud de reduccionismo monetario es que todo se reduce a capital y los capitales pueden ser sustituibles. Bajo esta consideración hay especies y ecosistemas útiles para negocios y especies y ecosistemas “inútiles” por lo tanto sujetos a ser modificados o transformados según mejor convenga a los propósitos de acumulación. Es entonces cuando vemos pequeños o grandes procesos de deforestación para fines de producción agroindustrial, infraestructuras, vías o expansión urbana no planificada. De esta manera la deforestación se hace a nombre de la modernización, de la civilización. Los bosques aparecen, en esta perspectiva reduccionista, como fronteras de expansión económica, legal o ilegalmente, como espacios que hay que conquistar, dominar, someter para contribuir al crecimiento económico condición esencial para su propuesta de desarrollo. Cuando sólo prima la mirada de crecimiento económico toda la naturaleza se reduce a cosas, a materias primas, a insumos, a oportunidades de negocios con bosques o sin bosques.

Según el portal GEOBOSQUES del MINAM entre el 2001 al 2021 se han perdido en el país 2´754,562 ha. El 2020, en plena pandemia, se deforestaron 203,272 ha y el 2021 se deforestaron 137, 976 <Geobosques (minam.gob.pe)> Entre los principales factores que ocasionan la deforestación se mencionan: la agricultura y la ganadería, la minería, la tala ilegal de madera, la infraestructura y otras actividades ilegales. Pero es importante tener en cuenta que la deforestación no es solo causada por factores directos sino también los estructurales y subyacentes en donde se encuentran políticas, programas, proyectos, narrativas y la corrupción. La indiferencia es un factor indirecto porque pensamos, equivocadamente, que esta situación no nos afecta. Basta traer a colación los grandes ciclos biogeoquímicos o los ciclos hidrológicos para recordar que el futuro de los bosques también tiene que ver directamente con nosotros, independientemente del lugar en el que nos encontremos.

Pero más allá de aspectos utilitarios lo importante es reconocer que en gran medida la situación actual de los bosques también se debe a la pérdida de afectividad ambiental a la que nos ha llevado el sistema hegemónico. La consistencia y la persistencia del modelo económico dominante se sustenta en una desconexión afectiva con la naturaleza, así es más fácil no ver la vida y ver más bien cosas, materias primas o commodities. Valoramos lo que es útil o es bello, pero aquí lo bello también es relativo porque alude a las formas visibles, a colores y sale del radar lo que no es visible, a lo que no calza en nuestra estética convencional. Aunque importante, no basta la atención a las especies emblemáticas o carismáticas, porque la belleza de la vida se despliega más allá de nuestros sentidos o nuestra valoración económica.

Ante la primacía del materialismo y el utilitarismo, como humanidad hemos perdido nuestra capacidad de asombro por las magníficas expresiones de la vida, seres vivos y sistemas vivos, que se han generado producto de millones de años de evolución y coevolución. No nos asombran los magníficos procesos vitales que se dan desde el nivel micro y el nivel macro, las interrelaciones que se dan en la trama de la vida, las relaciones colaborativas y las relaciones competitivas, la gran capacidad de adaptación, las múltiples estrategias de los seres vivos para soportar los cambios ambientales y poder reproducirse, la comunicación entre las plantas, el rol que cumple cada organismo en un ecosistema, las relaciones mutuas entre personas, animales y plantas, la mutua modelación biocultural. Es increíblemente enriquecedor cuando uno revisa el proceso evolutivo de las plantas y nos remontamos hasta LUCA (Last Universal Common Ancestor) y reconocernos con todas las expresiones de vida como una sola gran familia. Todo esto lo perdemos cuando nos aferramos a antropocentrismos y especismos.

Por todo ello, una de las condiciones para la reconexión biocultural (ser humano-naturaleza) pasa por recuperar nuestras capacidades para asombrarnos, maravillarnos del portentoso fenómeno de la vida en todas sus expresiones. Admirar y respetar para recuperar la afectividad ambiental. No hay fórmula posible si es que no pasamos por este proceso conducente a la afectividad, vínculo que une, que compromete (Giraldo y Toro, 2020). Existe mucho conocimiento que se pierde porque no se hace la conexión con la afectividad. De ahí la importancia, primero de interesarse vívidamente por el fenómeno de la vida en todas sus expresiones, y segundo de profundizar y difundir las investigaciones que se realizan en todos los campos de la vida y los sistemas vivos. Pero también hay muchísimo campo para nuevas investigaciones para aquellos que quieran abrir los ojos y el corazón a la belleza de la vida.

Referencia

Giraldo, O.F. & Toro, I. (2020). Afectividad ambiental: sensibilidad, empatía, estéticas del habitar. Chetumal, Quintana Roo, México: El Colegio de la Frontera Sur: Universidad Veracruzana. (99+) Afectividad Ambiental | Omar Felipe Giraldo – Academia.edu

(*) Doctor en Pensamiento Complejo por la Multidiversidad Mundo Real Edgar Morín de México. Magister en Conservación de Recursos Forestales por la Universidad Agraria La Molina, Perú. Docente en la Maestría de Ecología y Gestión Ambiental de la Universidad Ricardo Palma.

Fuente de la información e imagen:  https://www.pressenza.com

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Mundo: No queremos un planeta dividido, queremos un mundo sin muros

No queremos un planeta dividido, queremos un mundo sin muros

Vijay Prashad

o queremos un mundo dividido. Queremos un mundo realista: un mundo de la humanidad que se ocupe adecuadamente de la catástrofe climática. Un mundo que quiera acabar con el hambre y el analfabetismo.

Mientras Estados Unidos iniciaba su guerra ilegal contra Irak en 2003, el presidente de Cuba, Fidel Castro, hablaba en Buenos Aires, Argentina. “Nuestro país no lanza bombas contra otros pueblos, ni manda miles de aviones a bombardear ciudades (…) Las decenas de miles de científicos y médicos con que cuenta nuestro país han sido educados en la idea de salvar vidas», dijo en esa oportunidad. Cuba tenía un ejército, sí, pero no un ejército de guerra; Castro lo llamaba «un ejército de delantales blancos». Más recientemente, la Brigada Henry Reeve de médicas y médicos cubanos ha trabajado desinteresadamente en todo el mundo para ayudar a detener el avance de la pandemia de COVID-19.

Castro nos recuerda que hay dos formas de vivir en este mundo. Podemos vivir en un mundo lleno de armas y sumido en la intimidación, un mundo que se prepara continuamente para el combate. O podemos vivir en un mundo en que todas las personas puedan desempeñarse en la educación y la medicina, la ciencia y el trabajo social, las artes y la cultura. Podemos depositar nuestra confianza en personas que nos ayuden a crear un mundo mejor que el actual, este miserable mundo de guerras y lucro, en el que la maldad amenaza con aplastarnos.

En la superficie de nuestra piel late el temor de que descienda un nuevo telón de acero, de que se presione para encajonar a China y Rusia, para dividir el mundo en campos. Pero eso es imposible, porque —como se señaló en el boletín de la semana pasada— vivimos en un nudo de contradicciones y no en un mundo de certezas claras. Incluso los aliados más cercanos de Estados Unidos, como Australia, Alemania, Japón e India, no pueden romper sus vínculos económicos y políticos con Rusia y China. Hacerlo los sumiría en una recesión, trayendo el tipo de caos económico que la guerra y las sanciones ya han traído a Honduras, Pakistán, Perú y Sri Lanka. En esos países —ya maltratados por el Fondo Monetario Internacional por la codicia de las élites y por las embajadas extranjeras— el aumento de los precios del combustible ha transformado una crisis económica en una crisis política.

Las guerras terminan con la destrucción de las instituciones políticas de un país y de su capacidad social o terminan con ceses al fuego y negociaciones. La guerra de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra Libia en 2011 terminó con el país tambaleándose con el olor a pólvora en el aire y un orden social fracturado. El destino de Libia no debería repetirse en ningún lugar, y ciertamente no en Ucrania. Sin embargo, es un destino ordenado para los pueblos de Afganistán, Somalia y Yemen, que han sido asfixiados por guerras incitadas por Occidente, guerras armadas por Occidente y que han sido rentables para Occidente.

Cuando la Rusia contemporánea emergió de la caída de la URSS, Boris Yeltsin dirigió un golpe de Estado contra el parlamento ruso, con los tanques desplegados. Los actuales gobernantes de Rusia actúan a la luz de estos violentos comienzos y de las experiencias de otras naciones azotadas por la guerra. No se permitirán sufrir el destino de Libia, Yemen o Afganistán. Las negociaciones entre Rusia y Ucrania se están llevando a cabo en Homyel Voblasts (o región de Gomel) de Bielorrusia, pero la confianza debe reforzarse antes de que un alto el fuego pueda convertirse en una posibilidad real. Cualquier alto el fuego no solo debería aplicarse a la guerra dentro de Ucrania —lo que es imperativo— sino que también debería incluir el cese de la campaña de presión más amplia impuesta por Estados Unidos en toda Eurasia.

¿Qué es esa campaña de presión y por qué molestarse en hablar de ella ahora? ¿No deberíamos decir solamente “Rusia fuera de Ucrania”? Ese eslogan, aunque correcto, no aborda los problemas más profundos que provocaron esta guerra en primer lugar.

Cuando la URSS se derrumbó, los países occidentales esgrimieron sus recursos y su poder a través de Boris Yeltsin (1991-1999) y luego de Vladimir Putin (desde 1999). Primero, Occidente empobreció al pueblo ruso destruyendo el tejido social del país y permitiendo que las élites rusas devoraran la riqueza social. Después, atrajeron a los nuevos multimillonarios rusos para que invirtieran en la globalización impulsada por Occidente (incluidos los equipos de fútbol ingleses). Occidente apoyó la sangrienta guerra de Yeltsin en Chechenia (1994-1996) y luego la de Putin (1999-2000). El ex primer ministro británico Tony Blair (1997-2007) firmó permisos para que Rusia comprara armas británicas hasta que le dolió el brazo y recibió a Putin en Londres en el año 2000, diciendo: «Quiero que Rusia y Occidente trabajen juntos para promover la estabilidad y la paz». En 2001, el ex presidente estadounidense George W. Bush dijo que al mirar a los ojos de Putin veía su alma, y lo calificó de «directo y digno de confianza». Ese mismo año, Thomas Friedman, del New York Times, animó a sus lectores a «seguir apoyando a Putin». Fue Occidente quien ayudó a la clase multimillonaria rusa a capturar el Estado y a cabalgar a horcajadas sobre la sociedad rusa.

Una vez que el gobierno ruso decidió que la integración con Europa y EE.UU. no era posible, Occidente comenzó a presentar a Putin como diabólico. Esta película se repite una y otra vez: Saddam Hussein de Irak fue un gran héroe de EE.UU. y luego su villano, lo mismo con el ex líder militar Manuel Antonio Noriega de Panamá. Ahora lo que está en juego es imperdonable, los peligros son mayores.

Bajo la superficie del momento actual subyace una dinámica que ya adelantamos en nuestro décimo boletín de este año. Estados Unidos dañó unilateralmente la arquitectura internacional de control de armas, retirándose del Tratado de Misiles Antibalísticos (2001) y del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF) (2018), y destruyendo así la política de disuasión. En diciembre de 2018, Estados Unidos presionó a sus aliados para impedir, por un estrecho margen, que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobara una resolución para defender el INF. Putin comenzó a hablar de la necesidad de garantías de seguridad, no de Ucrania o incluso de la OTAN, que es un caballo de Troya hinchado de las ambiciones de Washington: Rusia necesitaba garantías de seguridad directamente de Estados Unidos.

¿Por qué? Porque en 2018, el gobierno de Estados Unidos anunció un cambio en la política exterior que señalaba que intensificarían su competencia con China y Rusia. Los ejercicios navales liderados por la OTAN cerca de ambos países también dieron a Rusia motivos de preocupación por su seguridad. La belicosidad de Estados Unidos está plasmada en su Estrategia de Defensa Nacional de 2022, en la que se afirma que Estados Unidos está «preparado para prevalecer en un conflicto cuando sea necesario, dando prioridad al desafío [de China] en el Indo-Pacífico, y luego al desafío ruso en Europa». La frase clave es que Estados Unidos está preparado para prevalecer en el conflicto. Toda la actitud de dominación y de derrota es una actitud de macho contra la humanidad. La campaña de presión impuesta por Estados Unidos en torno a Eurasia debe terminar.

No queremos un mundo dividido. Queremos un mundo realista: un mundo de la humanidad que se ocupe adecuadamente de la catástrofe climática. Un mundo que quiera acabar con el hambre y el analfabetismo. Un mundo que quiera sacarnos de la desesperación y darnos esperanza. Un mundo con más ejércitos de delantales blancos en lugar de ejércitos con armas.

En el Instituto Tricontinental de Investigación Social, amplificamos las vidas y las voces de personas que construyen un mundo de esperanza contra el miedo, un mundo de amor contra el odio. Una de esas personas es Nela Martínez Espinosa (1912-2004), el eje del tercer estudio de nuestra serie Mujeres de Lucha, Mujeres en Lucha. Nela, como la llamamos, fue una figura destacada en el Partido Comunista de Ecuador y una constructora de organizaciones que infundieron confianza a las masas, entre las que encontramos frentes antifascistas y alianzas de mujeres, federaciones indígenas y plataformas de defensa de la Revolución Cubana. En 1944, durante la revolución conocida como “la Gloriosa”, Nela dirigió brevemente el gobierno. A lo largo de su vida, trabajó incansablemente para construir las bases de un mundo mejor.

En 2000, como presidenta del Frente Continental de Mujeres por la Paz y contra la Intervención, Nela luchó contra la creación de una base militar estadounidense en la ciudad de Manta. “La colonización regresa», dijo Nela. “¿Cómo saldremos de esta colonización? ¿Cómo justificarnos ante nuestra cobardía?”.

Esta última pregunta se cierne sobre nosotros. No queremos vivir en un mundo dividido. Debemos actuar para evitar que descienda el telón de acero. Debemos luchar contra nuestro miedo. Debemos luchar por un mundo sin muros.

Fuente: https://thetricontinental.org/es/newsletterissue/ucrania-3/

Fuente de la Información: https://rebelion.org/no-queremos-un-planeta-dividido-queremos-un-mundo-sin-muros/

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Portugal anuncia Premio Gandhi de Educación Ciudadana

Europa/ Portugal/ 07.01.2020/ Fuente: www.prensa-latina.cu.

 

El primer ministro de Portugal, Antonio Costa, anunció en esta capital el lanzamiento del Premio Gandhi de Educación Ciudadana, para ayudar a perpetuar los ideales del Padre de la India inspirado en sus pensamientos y citas.

 

Costa realiza una visita de trabajo de dos días a la India, invitado por su homólogo Narendra Modi, para revisar los nexos bilaterales y estrechar la cooperación.

Se trata de la primera gira de Costa fuera de Europa después de ser reelecto en el cargo en octubre último.

El primer ministro portugués se dirigió a la segunda reunión del Comité Nacional para la Conmemoración del 150 aniversario del nacimiento de Mahatma Gandhi en la residencia presidencial de Rashtrapati Bhavan, reflejó hoy el portal de la emisora All India Radio.

Al presidir la cita, el presidente indio Ram Nath Kovind aseveró que existe una reverencia global por Mahatma Gandhi a medida que el mundo se da cuenta de que su visión de paz, igualdad y no violencia es más relevante hoy.

Señaló que Gandhi puede mostrar al mundo el camino a seguir en el tema de los conflictos y la catástrofe climática que enfrenta.

Por su parte, el primer ministro Narendra Modi dijo que todos los ciudadanos necesitan imbuirse del pensamiento y la visión de Gandhi en sus vidas y llevarlos adelante en los tiempos venideros.

Resaltó que es responsabilidad de la India seguir recordando al mundo la permanente relevancia del Mahatma y su visión.

Fuente de la noticia: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=329515&SEO=portugal-anuncia-premio-gandhi-de-educacion-ciudadana
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