¿Pero qué es eso de ciberfeminismo? Aquí un recorrido histórico

Ciberfeminismo, ¿tras el clítoris de la red?

Por Luis Fernando Medina / @luscus9

Como un reconocimiento a las mujeres que han sido protagonistas en el desarrollo de las tecnologías informáticas, y con la esperanza de consolidar espacios digitales en los cuales identidad y políticas sexuales se puedan abordar sin estigmas, nos sumergimos en montañas de cables de colores, sonidos de módem, movimientos sociales y teorías cyborg para explorar el feminismo desde el ciberespacio.

Hace algunos meses, las redes sociales ardían por una vieja polémica, reeditada en estos universos de datos y silicio. El motivo: la filtración de un correo electrónico de un empleado de la toda poderosa Google, en el que desestimaba la capacidad profesional de muchas de sus compañeras de trabajo.

Y aunque este gesto podría perderse en el vergonzoso paisaje de acciones discriminatorias que afectan a las mujeres y que van desde el acoso digital hasta la brecha salarial, revela un motivo más profundo, inscrito en los milenarios circuitos colectivos de nuestra sociedad: tecnologías y mujeres son incompatibles.

Esta apreciación errónea se manifiesta en muchas facetas de nuestra sociedad: en el sesgo de los juguetes infantiles, en el trato condescendiente en temas tecnológicos o incluso en comentarios sobre las habilidades para manejar un automóvil. La tecnología es un campo que aparentemente apesta a testosterona, no obstante el problema adquiere otra dimensión cuando se da en el contexto de las TIC (Tecnologías de la Información y las Comunicaciones) y del Internet, tecnologías sin las cuales la vida moderna es inconcebible.

¿También será entonces el ciberespacio un territorio inhóspito para esa otra mitad del mundo? Dos ejemplos podrían apuntar a que las respuestas no se encuentran precisamente en una “nube” inmaterial.

 

Hace poco la ingeniera colombiana Juliana Peña fue descalificada profesionalmente por el DANE tras haber revelado públicamente un error de seguridad de la plataforma electrónica del censo poblacional que el país lleva a cabo actualmente. A pesar de que Peña tenía la razón, en lugar del agradecimiento fue sometida al escarnio. En la escala latinoamericana hay otro ejemplo: uninforme de las Naciones Unidas da cuenta de nuestra región como una de las más afectadas por el acoso en medios electrónicos, señalando la falta de acceso a la tecnología y la localización de la mayoría de plataformas por fuera de la región como agravantes. Esto va de la mano con valientes reacciones que mezclan los mundos offline y online en movimientos espontáneos como los que representaron las etiquetas #NiUnaMenos (Argentina), #PrimeiroAssedio (Brasil) y #MiPrimerAcoso (México), que aunque se referían a problemáticas que superaban la esfera digital, mostraban su pertinencia como medio de comunicación para el activismo.

Como aquella división entre real y virtual está mandada a recoger y de hecho el Internet es un territorio en constante disputa, era de esperarse que las luchas y las reivindicaciones feministas se manifestaran también en este universo de información con toda contundencia. Así, los prejuicios que invaden la red son combatidos con alegría, argumentos y táctica tecnológica por un movimiento surgido a finales del siglo pasado, en los albores del Internet y de la globalización actual: el ciberfeminismo, una caricia —certera y agitadora— en el clítoris de la matriz.

El ciberfeminismo como movimiento social aparece a mediados de los años noventa, cuando el Internet abandonaba los plácidos campos de la academia donde habitaba desde su antecesor ARPANET, en 1969, y pasaba a convertirse en el medio de comunicación que revolucionaría nuestra experiencia humana. Este paso democratizaba el acceso a la red, pero también replicaría los vicios del mundo analógico, que ya se percibía viejo y de carne decadente.

El término fue acuñado casi de manera simultánea por la teórica inglesa Sadie Plant y por el colectivo artístico australiano VNS Matrix. De un lado Sadie Plant estaba interesada en recuperar el muchas veces invisibilizado pero fundamental papel de las mujeres en el desarrollo de la computación, una historia que se remonta hasta el vínculo entre las máquinas textiles y la programación.

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Telar de Jaquard, máquina de tejido programable considerada antecesora de los computadores. Fuente: Wikipedia.

 

Como comenta Tania Perez-Bustos, profesora asociada de la Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia, “la relación entre lo textil y la programación es muy primaria y de hecho las escrituras textiles (del tejido y del telar) son binarias y el telar de Jacquard (siglo XIX) fue el primer computador. Desde sus inicios, la programación está muy feminizada”. De hecho el libro de Sadie Plant Ones and Ceros aborda esta dupla mujer/máquina acudiendo al rescate de esta tradición.

Por otro lado VNS Matrix, un colectivo artístico pionero del llamado net.art (corriente artística surgida en los años noventa que exploraba las posibilidades del Internet para el arte), conformado por Francesca Rimini, Virginia Baratt, Julianne Pierce y Josephine Starrs, espetaba en 1991 un breve pero poderosoManifiesto ciberfeminista para el siglo 21.

En una imagen digital sintética que prefiguraba de alguna manera los GIF omnipresentes hoy en día, VNS Matrix se declaraba “el coño moderno”, un “virus del desorden del nuevo mundo, quebrando los símbolos desde adentro, saboteadoras del mainframe (grandes computadores que se usaban antes de la aparición de los personales) del Gran Papi”.

El juego de palabras entre el vigilante Gran Hermano Orwelliano (Big Brother) y la figura patriarcal (Big Daddy) denunciaba que en el Internet los cuerpos femeninos también eran sometidos al control.

La imagen-manifiesto es entonces femeninamente curva, retando la línea recta que se asocia a estéticas masculinas y a una racionalidad incompleta y tirana, no obstante afirma que “El clítoris es una línea directa a la matriz”… Del “arte coño” (cunt art) a la visión del Internet como una tecnología eminentemente femenina. Si Sadie Plant quería recuperar el protagonismo de la mujer en la tecnología, VNS Matrix batallaba ya por garantizar sus derechos en esa nueva y voluptuosa frontera llamada Internet.

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Manifiesto ciberfeminista para el siglo XXI del colectivo “VNS Matrix” (1991).

 

Hurgando un poco más en los antecedentes del ciberfeminismo, puede decirse que surge de una hibridación entre un feminismo de tercera ola con influencia francesa (de hecho VNS Matrix hace referencia directa al concepto Jouissance —o “disfrute” en la voz francesa—  en su manifiesto) y la necesidad de migrar a nuevos espacios y ocupar los medios para amplificar la protesta.

El Internet de los noventa aún tenía ese rasgo de utopía y promesa de un espacio novedoso y libre, un territorio que requería una manera nueva de pensar, como describía el recientemente fallecido activista John Perry Barlow en su Declaración de independencia del ciberespacio.

De aquí que toda esa maraña de cables, sonidos de módem, pixeles palpitantes y discusiones acaloradas pero esperanzadoras constituyera un caldo de cultivo rico en afectos y expectativas para la causa feminista.

Otro antecedente del ciberfeminismo se encuentra en la obra de la reconocida teórica estadounidense Donna Haraway, quien en los años ochenta escribió El manifiesto cyborg. En él, Haraway utiliza la metáfora del organismo cibernético (cyborg) como comunión de máquina y humano para superar el feminismo tradicional y pronosticar un futuro “monstruoso” (entendido como adjetivo virtuoso) en el que nos hemos deshecho de las nociones de género tradicionales y esencialistas para abrazar una nueva naturaleza híbrida con la máquina, relacionándonos por afinidades y no por imposiciones de identidades binarias. Existen películas, series y libros que también abordan este concepto, como Ghost in the Shell, Surrogates o el video juego Deus Ex: Human Revolution.

Esta revolucionaria visión —que con treinta años de anticipación podría compararse con la manera de relacionarse hoy en redes sociales— también influiría la visión de la mujer y la tecnología defendida por el ciberfeminismo, que como el Internet puede ser también considerado una red de conceptos y acciones más que como una teoría única y en cuyos objetivos de acción pueden identificarse tres rasgos principales.

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Ada Lovelace, considerada la primera programadora. Acuarela de 1840. Fuente: Wikipedia.

 

Primero, una preocupación por la posición de la mujer en las disciplinas técnicas, incluyendo una crítica a la división del trabajo en las mismas. Basta con recordar que en los albores de la computación la programación era vista como una labor secundaria con respecto a la construcción de máquinas —algo que si se mira con cuidado se hace evidente en las palabras software (suave-femenino) y hardware(duro-masculino)— y por lo tanto era una actividad para mujeres. Esta diferenciación era una herencia directa de la revolución industrial, donde aún el manejo de máquinas requería una fuerza muscular. Un dato curioso:«computadoras» era el término que se usaba en los años cuarenta para referirse a las mujeres que hacían cálculos matemáticos para la milicia (una historia relatada por la teórica Katherine Hayles en su libro My mother was a computer). Esta tendencia cambiaría al comienzo de la década de 1970, cuando fue evidente la relevancia económica del software, lo cual disparó las matrículas de hombres en carreras relacionadas con las ciencias de la computación y redujo el número de mujeres en esas profesiones.

En segundo lugar está el destacar la multiplicidad de roles que desempeña la mujer en la tecnocultura, enfocándose en sus efectos en la vida social, el trabajo, la diversión, etcétera. Dicha diversidad abre un abanico de enfoques sobre la relación mujer y tecnocultura. Colombia cuenta con figuras destacadas como la abogada y activista Carolina Botero, encargada de la Fundación Karisma y preocupada, junto con su equipo, de las actitudes machistas en Internet y de la visibilización del rol de la mujer en el desarrollo de tecnologías a partir de jornadas de creación de entradas en Wikipedia, entre otras inquietudes y actividades. De manera similar, la compositora Ana María Romano, a través de festivales y convocatorias sobre la experimentación sonora, hace énfasis en una visión de género de la dupla música y tecnología. En el ámbito latinoamericano, la artista chilena Constanza Piña (Corazón de robota) imparte talleres sobre distintas tecnologías en un recorrido nomádico por la región y actualmente organiza desde México el encuentro tecnofeminista Cyborgrrrls.

En tercer lugar está la tecnología como espacio para reconsiderar las nociones de género y contemplar la erotización en el Internet como una actividad femenina por derecho propio (y que no atañe exclusivamente a los hombres). Como VNS Matrix afirmaba: «se trata de crear espacios digitales en los cuales identidad y políticas sexuales se puedan abordar».

Colombia no es ajena al ciberfeminismo y aunque sus expresiones tienen un génesis distinto al de los años noventa (vinculado al net.art), nuestra propia idiosincrasia marca destinos más urgentes. Uno de ellos es el señalado por la campaña Alerta Machitroll, de la Fundación Karisma, la cual por medio del humor y de una plataforma digital identifica intervenciones que atenten contra los derechos de las mujeres en Internet.

“La campaña es el resultado de un diagnóstico realizado con mujeres periodistas y comunicadoras en Colombia, uno de los grupos más expuesto a ataques digitales —comenta Amalia Toledo, coordinadora del proyecto—. Para ello se creó una herramienta tecnológica que genera dos tipos de sellos de certificación machitroll (incurable o rescatable) a ser insertado en aquellos comentarios públicos que las personas consideren misóginos, machistas o sexistas”.

Si el Internet es esa plaza pública digital donde ejercemos nuestra ciudadanía, todas las personas deberían poder expresarse libremente. Aquí es donde la campaña mezcla la sensibilidad tecnológica con la estrategia del humor para, como afirma Amalia, “subvertir las formas en que el machismo se traslada a la red e intenta silenciarnos. Queremos con esta campaña defender nuestro derecho a la libre expresión”.

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Mural de la campaña Alerta Machitroll de la Fundación Karisma (2015). Fuente: Fundación Karisma/Wikipedia

 

En este punto vale la pena preguntarnos por la diferencia entre el ciberfeminismo noventero y el actual. Derechos Digitales es un proyecto de seguridad digital con perspectiva de género pionero en América Latina. Para una de sus integrantes, la socióloga colombiana residente en México Juliana Guerra, “es un asunto de Internet. En los noventa había mucha exploración y creación, de prueba y libertad. Aunque Internet se sigue creando a una velocidad insospechada, y quienes están a la cabeza de su desarrollo son sobre todo hombres, antes se hacía más y ahora se regula más… y en el ciberfeminismo pasa lo mismo: antes había acciones, declaraciones visuales y técnicas y hoy reclamos de derechos”. Dichos reclamos requieren el desarrollo de aptitudes técnicas y de encarar la tecnología desde una perspectiva activa, pues como afirma Juliana respecto al proyecto, “concebimos la seguridad digital como un asunto de transformar nuestra relación con la tecnología, cuestionando a partir de la práctica nuestros roles tradicionales como usuarias finales”.

Este gesto implica una migración necesaria a terrenos inhóspitos y quizá usualmente vedados a la participación femenina: “los conocimientos técnicos están [para las mujeres] cada vez más lejos —asegura Juliana—; los foros geek son espacios cada vez más misóginos y nuestras luchas feministas se concentran más en contra de las políticas comunitarias de, por ejemplo, Facebook”.

Justamente Derechos  Digitales elaboró un documento de diagnóstico donde lista colectivos latinoamericanos de mujeres que trabajan con tecnología, entre ellos Preta Lab (Brasil), Django Girls Arequipa (Perú), Rails Girls (Venezuela) o Tic-as, Sula Batsú (Costa Rica) entre otros. Así, si el acoso es un problema, la falta de acceso a la educación tecnológica es otro. Podría decirse que los reclamos sobre los cuerpos deben continuar en las corporalidades digitales femeninas y su derecho al conocimiento.

Finalmente y para terminar de hilar el ciclo donde tecnología y reivindicaciones se trenzan en manifestaciones diversas, la ya mencionada Tania Perez-Bustos lleva algún tiempo explorando de manera activista y con agudeza académica la relación entre la costura artesanal y las tecnologías digitales que, como refiere en unartículo al respecto, representan una relación dicotómica entre unas tecnologías digitales, racionales, matemáticas y abstractas, y un trabajo artesanal asociado a lo intuitivo y al trabajo manual (de alguna manera un contraste sostenido por la dupla masculino y femenino), una dualidad llamada a ser superada.

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Mujeres reprogramando el ENIAC, uno de los primeros computadores en existencia, 1946. Fuente: Wikipedia.

 

Este cuestionamiento es necesario para replantearse una relación entre mujeres y nuevas tecnologías más acorde a los retos modernos y en la que las preocupaciones sobre los cuerpos, el control y la libre expresión femenina se respondan a partir de la consciencia de un saber técnico equitativo que termine por subvertir (o hackear) la tiranía de lo binario aplicado a lo social. Mas este sendero tejido con afectos, enlaces, golpes de teclas y batallas en foros, no debe ser visto solo como un traslado al ciberespacio de las causas feministas sino como el apremiante reconocimiento de toda una saga de mujeres que han sido protagonistas en el desarrollo de las tecnologías informáticas —desde Ada Lovelace, las programadoras anónimas del ENIAC (uno de los primeros computadores digitales construido en la década de 1940), pasando por Grace Hopper y Margaret Hamilton, hasta nuestros días— y que aún debemos salvar del olvido de la narrativa hegemónica de las tecnologías masculinizadas.

Más aún: el ciberfeminismo nos atañe a todos porque en su travesía hacía la equidad de género en un mundo de información, nos recuerda ese milenario nexo entre el ser humano y la tecnología, el cual es tan íntimo que nos define como especie y por lo tanto no puede ser objeto de exclusiones de ningún tipo.

Fuente: http://cartelurbano.com/historias/ciberfeminismo-el-clitoris-de-la-red

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LIbro: Internet Em Código Feminino. Teorias E Práticas

Internet y el ambiente digital colocan nuevos temas para la agenda feminista y la comunicación: las brechas de acceso de las mujeres y otros colectivos a la red y a la cultura digital, los discursos misóginos de la web, las distintas formas de violencia de género, como el ciberacoso, la divulgación no autorizada de imágenes íntimas y el control de las mujeres a través de dispositivos tecnológicos. La tecnología ya no es cosa de hombres. Las mujeres están entrando cada día más a la red para organizarse, comunicarse, informarse y aprender. Hoy, saber sacar provecho de la cultura digital forma parte del empoderamiento de las mujeres.

«Como otras instituciones y saberes a los que nos hemos incorporado tardíamente las mujeres -y como muy bien ha sido analizado por las epistemólogas feministas- sólo cuando adquirimos destreza en el desempeño, adquirimos la autoridad suficiente como para visibilizar los sesgos de género de estos saberes e instituciones. Esta autoridad nos habilita para proponer un remedio adecuado a las barreras que empobrecen y limitan objetivos presuntamente universales (como los de la ciencia o la tecnología de la información). Por lo tanto, claramente no se trata sólo de incorporar mujeres a los diseños existentes, sino de hacer plurales los diseños, ejecuciones y distribuciones no sólo en términos de sexo, sino de otras variables relevantes que generen brechas progresivamente visibles». Diana Maffía.

ÍNDICE

– Prólogo. Diana Maffia

– Introducción ¿Qué tienen que ver las tecnologías con el género?. Graciela Natansohn

– Los géneros en la red: los ciberfeminismos. Ana de Miguel y Montserrat Boix

– Yo programo, tu programas, ella hackea: mujeres hackers y perspectivas tecnopolíticas. Alex Haché, Eva Cruells y Núria Vergés Bosch

– De mujeres y enciclopedias: fomras de construir realidades y representaciones. Lila Pagola

– Nuevos escenarios, viejas prácticas de dominación: la violencia contra las mujeres en la era digital. Dafne Sabanes Plou

– Mujeres desarrolladoras de tecnologías -el desafío de las historias invisibles que viven entre ceros y unos. Graciela Baroni Selaimen

– La brecha digital de género en el movimiento Software Libre del Brasil. Mónica de Sá Dantas Paz

Descargar: LivroGIGA_Internet_cod_fem_PTBr

Fuente: https://biblioteca.articaonline.com/items/show/73

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Maggie Hazvinei Mapondera: Una internet feminista debe anclarse en acciones concretas

Maggie Hazvinei Mapondera, nacida en Zimbabwe, es una feminista híbrida que trabaja en el cruce entre el feminismo de las comunidades de base, la comunicación feminista y la creación del movimiento

En esta entrevista, Maggie reflexiona sobre la situación actual de la tecnología e internet en relación al movimiento feminista y la organización y participación de las mujeres en el día a día, a nivel mundial.

Koliwe Majama: Hablemos sobre tu trayecto como activista feminista. ¿Qué es lo que te apasiona y lo que más te motiva?

Maggie Mapondera: Mi trayecto ha sido extraño y creo que la extrañeza se debe a que nunca me restringí a actuar en un sector o lugar único. Mi actividad de militancia feminista comenzó durante mis primeros años de estudiante en la Universidad de Yale, en Estados Unidos. Allí empecé a organizar talleres con mujeres pobres en situación de calle y con problemas de abuso de sustancias, o en proceso de recuperación. Esa experiencia fue la primera sinergia entre la escritura y mi lado creativo como activista. Organicé talleres de escritura creativa con y para esas mujeres. Fue entonces cuando descubrí que la escritura creativa puede tener un papel clave para que las mujeres se hagan oir, identifiquen la causa primaria de sus problemas y encuentren maneras de organizarse.

Luego me pasé a una organización feminista dedicada a organizar el movimiento, Just Associates (JASS), donde me ocupaba de la comunicación. Para mí había una conexión porque JASS se enfocaba en las “her-stories” como medio para que mujeres individuales y comunidades de mujeres relataran la historia de su lucha y no sólo diciéndoles que dieran a conocer su experiencia a otras personas, sino que también las analizaran y se organizaran en forma colectiva para luchar en pos de un cambio. Hoy me encuentro en Womin, una organización que se ocupa de organizar a las mujeres campesinas y de clase trabajadora en toda Africa para que defiendan su derecho a la tierra y la justicia climática.

Cada día interactúo con los desafíos que enfrentan las mujeres porque el clima afecta sus ingresos, la tierra y su capacidad como proveedoras para sí mismas y su familia. Mi pasión son las historias de las mujeres y el poder de cambiar el mundo que tienen esas historias. Si pudiéramos encontrar una forma colectiva de contar una historia diferente sobre el mundo en que vivimos, tal vez podríamos cambiar las cosas.

KM: ¿En qué contribuyen las historias al movimiento?

MM: El movimiento de mujeres se basa en historias de mujeres. Muchas mujeres se encuentran al borde de alguno de los puntos cruciales que constituyen un desafío para el movimiento de las mujeres hoy en día. Se ven enfrentadas al patriarcado todos los días y, en algunos casos, se ven obligadas a lidiar con problemas aún más peligrosos – como las consecuencias de la carrera por el capital por parte de los gobiernos y las corporaciones a expensas de su cuerpo, su vida y sus derechos.

El movimiento de mujeres tiene que imponerse el desafío de pensar fuera de los silos y buscar las interconexiones que hay entre esas historias afin de encontrar una historia completa. De lo contrario, seguimos avanzando dos pasos y retrocediendo cinco, mientras seguimos pensando que la participación política de las mujeres es importante porque la representación en el gobierno nos ayudará a llegar a donde queremos. Pero no alcanza con la historia. Las “her-stories” tienen que nutrir nuestra militancia, al igual que nuestras acciones y nuestro análisis. Además, debemos seguir alimentando ese análisis, haciéndolo cada vez más agudo y lleno de matices. De lo contrario, ¿para qué lo queremos? Empieza a parecer que contamos y compartimos historias por las historias mismas, como si esa fuera la finalidad. Pero no lo es. Como movimiento, debemos esforzarnos y lograr que esas historias no estén simplemente de moda, sino que realmente marquen la diferencia.

KM: En general, ¿las mujeres tienen una representación justa en línea?

MM: No me parece nada justa. Sobre todo cuando te fijas en países como Zimbabwe y la realidad del acceso desigual entre hombres y mujeres. Hay un gran número de mujeres que no tiene representación en los espacios en línea, principalmente por su situación socioeconómica. No estoy segura de que nuestro objetivo debería ser conectar a esas mujeres. Lo que deberíamos hacer,mejor, sería ampliar el modo de conectar nuestras conversaciones en línea con medios tradicionales y “convencionales” tales como la radio y la televisión, afin de que nuestros mensajes se filtren hacia los rincones a los que generalmente no llegamos. De esa forma, traeremos a bordo a esas voces críticas. No podemos permitirnos pensar que internet es la quintaesencia de la comunicación. Tenemos que adecuarnos al contexto y a la gente a la que nos dirigimos. Tenemos que pensar si la comunidad geográfica y/o la comunidad de interés de la mujer que cuenta su historia tendrá acceso a la misma. ¿De qué sirve poner su historia en internet si no ayuda a cambiar su contexto inmediato y su país? Tenemos que ser estratégicas sobre cómo comunicar, a fin de hacerle justicia a las mujeres que representamos en línea.

KM: ¿Cuál es la mejor forma de conectar a los/as “desconectados/as”, sobre todo en los Estados represivos?

MM: Tenemos que ser creativas y agudas en nuestro análisis de clase, porque es el que nos informa lo diferente que es el acceso a internet para todas las mujeres. El acceso a internet varía según la ubicación geográfica, la raza, la clase y la edad. Conociendo esta realidad, el movimiento de mujeres debe organizarse para llegar a cada una de la mejor manera posible y tener la capacidad de compartir nuestras experiencias en forma horizontal. Por ejemplo, no creo que las mujeres aprovechen todo el potencial que ofrecen las plataformas más populares de las redes sociales, como WhatsApp. Hoy en día, en Zimbabwe, WhatsApp es el medio de comunicación y acceso a la información que más se usa. El número de mensajes en cadena que me envía mi madre todos los días, sobre los temas más variados – incluyendo religión y política -, es increíble. La mayor parte de la información que he recibido sobre las protestas callejeras contra la crisis económica y financiera, la paralización de todo el país, organizadas por los movimientos #ThisFlag y #Tajamuka, además de los datos sobre activistas arrestados/as, me llegó por WhatsApp. De modo que esta es la plataforma a través de la cual la ciudadanía de Zimbabwe comparte opiniones, se moviliza y se organiza.

Como integrantes del movimiento de mujeres, tenemos que reconocer y apreciar este hecho. Me parece que, en los tiempos que corren, es crucial encontrar la forma en que las mujeres que ya están conectadas entiendan cuán vulnerables son cuando están en línea. También tenemos que prepararnos para apoyarlas y hacerlas comprender que tienen su propia responsabilidad individual, para que sean conscientes y puedan defender su derecho a la privacidad, además de ser responsables de su seguridad en línea.

KM: ¿Ves algún potencial para que las mujeres se organicen en línea?

MM: Siempre me ha fascinado ver a mi madre y a mis abuelas usando WhatsApp, compartiendo información y siendo tan profesionales. ¡Lo usan más que yo! Así que, obviamente, tiene algo bueno – como organizador de oportunidades. Pero tiene sus propias complicaciones, como la seguridad, algo de lo que se debe empezar a hablar. También quedó claro a partir de las nuevas medidas que la gente que está en el poder en Zimbabwe identificó a WhatsApp como un territorio políticamente peligroso. Eso quiere decir que algo está pasando con este WhatsApp, algo que podemos llamar revolución y que constituye un peligro para quienes están en el poder. Entonces, dado que las personas que tienen el poder en el continente africano ven el lado peligroso de internet, tenemos que ver cómo utilizarla en forma estratégica, sobre todo las redes sociales, para que sea útil a nuestro movimiento. Existen posibilidades y potenciales en todas partes, en diferentes plataformas. El movimiento tiene que utilizar esas oportunidades, como forma de lograr que cada vez más gente pueda estar enterada.

KM: ¿Internet puede fomentar la participación de las mujeres africanas en los conflictos por los polémicos derechos de las mujeres?

MM: Internet tiene límites. Honestamente, creo que no hay nada mejor que abrir espacios y reunir a las mujeres físicamente para que se encuentren cara a cara y hablen. Pero eso no es muy práctico dada la rapidez con la que cambia el contexto, lo que hace que el terreno se haya vuelto tenso y peligroso para el activismo feminista. Así que, si vamos a aventurarnos en las sensibilidades de nuestra condición de ser mujeres, tenemos que ser ágiles y estar preparadas para enfrentar amenazas y responder en forma rápida y eficaz. Otro aspecto peligroso en relación a la participación de las mujeres, estrechamente vinculado a la desigualdad de acceso, es que quienes tienen acceso parecen hablar entre sí todo el tiempo. He observado que en las plataformas y redes sociales – ya sea Facebook, Twitter, o Tumblr – siempre son las mismas personas las que se siguen e interactúan entre sí. Al final, parece que fuera una caja de resonancia. Creo que eso puede ser contraproducente para el activismo y el feminismo de cada una/o, sobre todo cuando las mujeres no se autoimponen el desafío de darse a conocer y hacerse escuchar, o ser realmente solidarias con mujeres reales. Así que, como integrantes del movimiento de las mujeres, debemos imponernos el desafío de no quedar atrapadas en la caja de resonancia de nosotras mismas.

KM: ¿Te parece que el movimiento de mujeres obtiene algún beneficio de internet?

MM: Existen ejemplos de situaciones en que los movimientos utilizaron internet y, sobre todo, las redes sociales para amplificar, multiplicar y dar a conocer algún asunto para ganar terreno. Por ejemplo, la campaña #FeesMustFall (Las tasas deben caer), de Sudáfrica, no empezó en línea. Había habido una movilización estudiantil en torno del asunto durante un buen tiempo. Los y las estudiantes de las universidades sudafricanas estaban furiosos/as hacía tiempo por las injusticias cometidas en instituciones universitarias y, sí, el hashtag realmente prendió y se expandió como fuego. Le dio visibilidad al activismo estudiantil que se siguió desarrollando offline, lo que significa que el hashtag mismo no fue el único motivo por el que la campaña resultó “grande”. Le permitió ganar presencia al movimiento más allá de las fronteras de Sudáfrica, lo que quizá no habría sucedido sin las redes sociales. Lo mismo se puede decir de #BlackLivesMatter. La gente se está organizando hace mucho tiempo, en Estados Unidos, contra el racismo. Y eso no quiere decir que el hashtag sea insignificante. En absoluto.

Sigue siendo un momento y un movimiento poderoso que ha parido a otros movimientos. Sin embargo, es importante recordar que mucho después de que el hashtag desaparece, o se cambia, los movimientos siguen existiendo y creciendo. Nada que suceda en línea y en forma aislada es sustentable. Tiene que haber una conversación en marcha, porque las cosas siempre necesitan tener raíces. La gente suele referirse a la Primavera árabe, por ejemplo, como un fenómeno que sucedió en línea. Pero la gente se había estado organizando contra la opresión durante muchos años. Todos esos movimientos en línea estaban informados por experiencias reales y vividas por gente real, de las comunidades. Así, también para el movimiento de las mujeres, son esas experiencias las que deberían llevarnos a entrar en contacto con otras mujeres. Eso se puede hacer en línea o de otras maneras, de modo que cuando surgen las redes sociales, lo único que hacen es amplificar y difundir el mensaje.

KM: ¿Qué papel tienen las redes sociales en la creación del movimiento?

MM: No hay que ver un sólo aspecto de la estrategia de cualquier movimiento como si se tratara de un fin. Todo debe ser un medio. Si llegamos al fin, entonces, ¿qué estamos haciendo? Nunca llegaremos al fin en la lucha contra la opresión. Tenemos que seguir yendo hacia atrás, esperar, algo sucede y entonces volvemos, analizamos y así avanzamos. De lo contrario, nos volvemos estáticas y nos estancamos. Las redes sociales son parte de la estrategia y su rol es complementario.

KM: ¿Cuáles son los desafíos que enfrentan las mujeres en línea, si los hay?

MM: A diferencia de los hombres, la mayoría de las mujeres no tenemos la confianza de la masculinidad, o las ventajas del patriarcado para decir lo que queremos sin temor. Tenemos que construir una base de apoyo para que las mujeres puedan compartir más en línea, sentirse más confiadas para hablar en voz alta. Es difícil, sobre todo en las redes sociales, porque puede haber muchas reacciones negativas. La gente te salta encima si le parece que estás equivocada, o que tu análisis no es correcto. Como puedes imaginar, para las mujeres es aún más peligroso. Así que, imagina lo que pasa cuando eres una feminista radical y tienes que lidiar con la oposición de políticos radicales, siendo tú una mujer – la violencia y la crítica son inevitables. Lo importante es protegernos creando plataformas públicas y privadas de distintos tipos para poder profundizar el diálogo, tanto entre nosotras, como con otras personas con las que no interactuamos habitualmente.

Tenemos que afilarnos, al igual que afilamos cuchillos, y tener la valentía de decir “Hermana, ¡tienes que dar un paso al frente ahora!” Tenemos que situarnos en espacios donde la reacción negativa será inevitable porque tenemos que hacernos oir. Ese es nuestro desafío actual. Solo algunos grupos de mujeres se hacen escuchar en esos espacios y no estoy segura de que su agenda sea realmente la “política” que representa al movimiento de las mujeres. Personalmente, no veo un análisis de clase, raza, o sexo y sexualidad en los diversos contextos de las conversaciones en línea. En cambio, la mayor parte de las veces, se traza un perfil estrecho y convencional sobre la femineidad y lo que significa ser mujer en el mundo de hoy.

KM: ¿De qué manera te parece que el movimiento feministas puede entrar en contacto con los diversos grupos de mujeres y hacer que su presencia en línea sea más representativa?

MM: Tenemos que interrogarnos a nosotras mismas para saber hasta qué punto podemos ser “representativas” de los grupos a los que suponemos que representamos como individuos. En este sentido, tenemos que ser honestas con nosotras mismas y darnos cuenta de que es necesario ser críticas para poder seguir adelante. Las hermanas de JASS Meso-América utilizan la expresión “crítica amorosa”, que significa amar la crítica. De modo que, por ejemplo, si viste a Maggie en Twitter hablando sobre la situación de las mujeres en Zimbabwe ahora que el país se prepara para las elecciones, puedes adelantarte y recordarle que su trabajo se basa sobre todo en la capital, Harare, y fuera de los límites del país. Así, Maggie se dará cuenta de que no tiene un alcance muy profundo porque no puede hablar en nombre de las mujeres de la zona rural de Murehwa y dar a conocer sus inquietudes en relación a las elecciones, ya que no tiene esas experiencias. Entonces, ¿cómo traemos a las mujeres de Murehwa y las integramos a la conversación? Ese es el trabajo que tenemos que hacer. Es difícil, pero importante.

KM: Describe cómo opera el movimiento de mujeres en línea

MM: Vivo luchando con la naturaleza “performativa” de las conversaciones en línea, ya que las mujeres proponen y dicen cosas que a veces, en realidad, no creen. Vemos múltiples identidades en línea que entran en conflicto con las personalidades que aparecen offline. Es cierto que puede ser muy liberador tener todas esas identidades diferentes, pero de vez en cuando hay que dar un paso atrás y preguntarse en qué creen exactamente. Las personas hacen y dicen cosas sólo para conseguir “clics”, que luego usan para comprobar el éxito de su momento, o movimiento. Eso no es éxito. Nuestro éxito en el movimiento de mujeres se basa en lo que hicimos para cambiarle la vida a mujeres reales, en las comunidades de base. Claro que el hecho de haber tenido conversaciones sobre temas sensibles que nos apasionan es un éxito. Lo puedes poner como un “pequeño resultado”, pero eso no puede ser todo.

KM: Entonces, ¿es posible una internet feminista?

MM: Bueno…[Risas] He tenido tiempo para reflexionar profundamente sobre este asunto desde las Conversaciones en la Ciudad sobre los Principios feministas para internet que tuvo lugar aquí, en Harare. Contar con estos principios nos da fuerza, porque nos brinda un objetivo hacia el que dirigirnos y por el que luchar. Los principios son esenciales, ya que constituyen un código dentro del cual podemos funcionar las feministas. Podemos tratar de crear el espacio de una internet feminista, pero tenemos que saber que, como posible realidad, es algo del futuro lejano – y, de todos modos, está bien.

En general, mi aprendizaje – que se basa por completo en mi trabajo actual con activistas comunitarias – es que internet no es la “mayor” prioridad para la mayoría de las mujeres del continente africano. Mi principal motivo de inquietud en cuanto al feminismo en esta era digital es no haber alcanzado a los públicos relevantes. Sólo un determinado grupo de personas tiene acceso a las historias que se cuentan sobre la vida cotidiana y las conversaciones que se están desarrollando. Este es el dilema de las organizaciones no gubernamentales (ONG). Me parece que es posible que se extienda la “ONGización” del movimiento en línea, si no prestamos atención.Estar en línea nos ayuda a conseguir fondos debido a la exposición y la visibilidad, pero las comunidades que son la razón por la que podemos producir contenidos y el público al que se supone que sirven tales contenidos, no siempre tienen acceso a los mismos.

Fuente: https://www.genderit.org/es/articles/entrevista-una-internet-feminista-debe-anclarse-en-acciones-concretas

 

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En Ecuador: I Encuentro Internacional de Ciberfeminismo

El I Encuentro Internacional de Ciberfeminismo es un espacio para encontrarnos entre mujeres, feministas, activistas LGBTI, de Derechos Humanos, ecofeministas y personas que queremos transgredir un espacio y pintarlo de lila y diversidad de colores: la tecnología, el Internet, la incidencia pública.

Es un espacio para compartir nuestros saberes, ideas, sentires, aprendizajes sobre el Activismo Digital Feminista y el Ciberfeminismo y también para articularnos y fortalecer las luchas que llevamos por un mundo más equitativo, donde el capitalismo patriarcal, racista y homofóbico no nos quite la alegría.

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¿Cuándo y dónde?

El Encuentro será el Jueves 21, Viernes 22, Sábado 23 de septiembre del 2017 en Kitu (Quito) – Ecuador, en la mitad del mundo; país donde hay más de 100 feminicidios solo en 2017; donde más de 240 mujeres han sido judicializadas por abortos desde el 2013 al 2017 ; donde hay casas de “deshomosexualización” que son casas de tortura; donde más del 63% de personas desaparecidas son mujeres; y, donde hay muchas personas, colectivas y organizaciones que queremos hacer algo para cambiarlo.

Fuente: http://ciberfeminismo.elchuro.org/

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Volver al futuro: feministas y zapatistas explorando el mundo virtual

Por Mirjana Mitrović

El desarrollo de la computadora e internet avanza vertiginosamente y tiene un impacto importante en la sociedad. Actualmente, una gran parte de la población pasa mucho tiempo mirando las pantallas de sus computadoras, tablets, smartphones entre otros dispositivos móviles cada día. Se han vuelto en una herramienta indispensable para realizar tareas en los ámbitos laborales, académicos y personales, además de activismo y participación en movimientos sociales, que han ido ocupando el nuevo espacio digital en México desde sus inicios.

Como en EE.UU al principio también en México el Internet fue utilizado sobre todo en las universidades para la investigación y todavía se requería un conocimiento especializado para manejar la nueva tecnología. Con esto las y los investigadores tuvieron acceso a las primeras herramientas de Internet que les ofrecía servicios como el intercambio de datos con otras computadoras y el sistema de correos electrónicos.

A finales de 1980 hubo un gran cambio: se implementó la WWW (World Wide Web) y con eso, el desarrollo de la representación gráfica de Internet. Con un navegador web había la posibilidad de ver páginas web y conectarse a través de hiperenlaces a diferentes contenidos como textos, imágenes, videos y audios. En 1993 se estrenó el navegador web “Mosaic”, que facilitaba a mucha gente de entender mejor y usar el internet. Esto llevó a una ampliación de los grupos de usuarias y usuarios: gente con menos conocimiento tecnológico podían aprovechar la WWW. En el mismo año abrieron Internet a personas privadas, instituciones y empresas y así empezó el incontenible proceso de la comercialización de Internet.[1]

Con la apertura de la WWW, diferentes actores de interés empezaron a luchar por su interpretación del nuevo espacio. En el caso de México, es interesante observar que los grupos feministas empezaron a luchar para posicionarse en el nuevo espacio desde sus inicios. Así escribe la organización Take back the tech , la cual lucha en diferentes partes del mundo con grupos feministas por una #InternetFeminista: “Modemmujer Red Feminista de Comunicación Electrónica y LaNeta son organizaciones de la sociedad civil que desde la época de los 90’s promueven el uso estratégico de las tecnologías de información y comunicación desde una perspectiva social y de género.“[2] Modemmujer escribe en su página web que su misión es “Apropiarnos del espacio público que ofrece el Internet y estar a la vanguardia en el uso de las nuevas tecnologías de comunicación para la articulación a nivel internacional del movimiento amplio de mujeres.”

Modemmujer y LaNeta empezaron a trabajar con la “Asociación para el Progreso de las Comunicaciones” (APC) de EE.UU. Desde los años 90 hasta hoy, Erika Smithde APC en México, apoya a ciber- y mediaactivistas de México, por ejemplo a las Luchadoras, un colectivo de mujeres son de una nueva generación que usan todas las herramientas que les ofrece el internet, sobre todo las redes sociales- algo que no había hasta la mitad del nuevo milenio. Apenas festejaron su quinto aniversario y parece que seguirán con la misión de los movimientos feministas anteriores:  “Luchadoras somos una colectiva feminista que habita el espacio público digital y físico para impulsar procesos de transformación política, personal y colectiva, a través de la creación y difusión de historias, la reflexión y apropiación crítica feminista de las tecnologías y la creación de espacios de encuentro que reivindican y dignifican los saberes, la fuerza y el poder de las mujeres.“[3]

Además de los movimientos feministas locales (anteriores como más recientes) que han estado primordialmente activos en México y América otros movimientos sociales se volvieron conocidos a nivel internacional por haber entrado al nuevo espacio digital. Por ejemplo el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que en 1994 ya tenían una página web, apenas un año después de que Internet fuera accesible más allá de las universidades, para informar a sus simpatizantes locales como internacionales. En comparación: fue hasta 1995 que el periódico La Jornada y en 1996 que la Presidencia de la República tuvieran un sitio web oficial.

Con su página web, el EZLN logró tener presencia fuera de Chiapas en el “nuevo espacio”. En una entrevista que realizó el sociólogo francés Yvon le Bot en 1997 con Subcomandante Marcos, ahora Subcomandante Insurgente Galeano, describe el Internet: (http://www.elortiba.org/pdf/suenio-zap.pdf) „Un espacio nuevo, novedoso, que era tan nuevo que nadie pensaba que una guerrilla pudiera acudir a él, es la superautopista informativa, el Internet. Era un terreno no ocupado por ninguna fuerza.“ Además el Subcomandante menciona la posibilidad de no solamente informar a otrxs sino que el Internet también daba a todxs la posibilidad de viajar: “Uno podría ir a las universidades, a los museos, a través de Internet y conectarse, viajar desde la oficina a través de un módem.” Un espacio para usos muy diversos.

Y justo este año, 10 años después de esta entrevista el EZLN realizó su festival CompArte con un enfoque en arte digital. Ahora invita a ver los resultados y viajar por sus galerías virtuales de arte rebelde. Sin embargo la convocatoria para este festival hizo ver la complejidad y la relación ya más ambigua con el espacio virtual: “¿Es posible otro internet, o sea otra red? ¿Se puede luchar ahí? ¿O es que ese espacio sin geografía precisa, ya está ocupado, copado, cooptado, atado, anulado, etceterado? ¿No puede haber ahí resistencia y rebeldía?” Preguntas que son importantes para todos los movimientos sociales que trabajan con y vía el Internet.

[1] Weyer, Johannes 2008, Technikosoziologie. Gestaltung und Steuerung soziotechnologischer Systeme. Weihnheim, Juventa

Creative Commons Lizenzvertrag This article is licensed under Creative Commons License.
Fuente: https://mx.boell.org/es/2017/08/22/volver-al-futuro-feministas-y-zapatistas-explorando-el-mundo-virtual
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Convocatoria a curso libre: Ciberfeminismo radiofónico

|Un curso para animar a las mujeres a ocupar la radio y convertirla en nuestra aliada. Los hombres son bienvenidos a participar y aprender cómo abrir espacios a sus compañeras entre los cables, software de audio y redes sociales.

¿Es la tecnología radiofónica cosa de hombres o de mujeres? Si nos asomamos a muchas de las radios comunitarias de América Latina responderíamos que principalmente estas áreas son masculinas. Son ellos los que andan con los cables, transmisores y editores de audio. Aunque hay muchas mujeres en las emisoras, casi siempre quedan relegadas al área de producción, administración y periodismo. ¿Acaso las mujeres no sirven para la tecnología? ¡Claro que sí!. Somos igual de capaces que los hombres.

En este curso aprenderemos cómo podemos hacer una radio ciberfeminista. Veremos que no existen tecnologías masculinas o femeninas y propondremos algunas ideas sobre cómo las mujeres pueden ocupar la radio, también en los aspectos técnicos. Además, dedicaremos un capítulo para crear estrategias que combatan el machismo con la radio y la tecnología como aliadas.

Y por último ¿sabías que hay radios, programas y podcasts feministas que vienen trabajando con ondas y bits sobre estos temas? ¡Pues también los conoceremos! Y serán ellas las que nos enseñen a hacer nuestros podcasts ciberfeministas. ¡Sí! Pero nada de podcasts aburridos. Explotaremos toda nuestra creatividad ciberfeminista para combatir al patriarcado podcast a podcast.

Este curso es realizado por RadiosLibres.net y Radialistas.net en asociación con Ciberfeministas Guatemala y La Periódica, revista digital feminista de Ecuador.

ÍNDICE (se publican el 31 de julio)

Capítulo 1. La radio (también) es cosa de mujeres

  • ¿Hay tecnologías para hombres y tecnologías para mujeres?
  • Las mujeres en la historia de la radio.

Capítulo 2. Una propuesta de ciberfeminismo radiofónico

  • Ocupar y apropiarse del medio: también de sus partes técnicas
  • ¡Alerta! Identifica el mansplainning
  • Metodologías feministas y comunicación sin sexismo.
  • Espacios seguros de aprendizaje tecnológico en las radios.

Capítulo 3. La radio, el medio de la palabra, el medio de las mujeres.

  • ¿Cómo es una radio hecha por y para mujeres y disidencias de género?
  • ¡Conoce radios, programas y podcasts feministas en América Latina!

Capítulo 4. Contra la violencia machista en nuestras radios y redes

  • La radio: una aliada contra la violencia machista
  • Estrategias para combatir manifestaciones de violencia machista en línea.

Capítulo 5. ¡Haz tu podcast ciberfeminista!

  • Produce tu podcast ciberfeminista en 10 pasos.
  • Claves de creatividad radiofónica ciberfeminista.

Capítulo 6. Videoconferencia curso ciberfeminismo radiofónico

FECHAS IMPORTANTES

  • Lanzamiento del curso e inscripciones: 13 de julio
  • Fin período inscripciones: 30 de julio
  • Comienzo del curso: 31 de julio
  • Videoconferencia: 16 de agosto
  • Último día envío de tareas: 27 de agosto

INSCRIPCIÓN

Para inscribirte en este curso debes llenar este formulario.

LAS TUTORAS

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Jeanneth Cervantes Pesantes
Radialistas / La Periódica

Mujer quiteña, feminista inconveniente, periodista apasionada por la encrucijada digital. Es parte del equipo de Radialistas.net, y de la plataforma Vivas Nos Queremos Ecuador. Escribe en Radios Libres y es fundadora de La Periódica.

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Inés Binder
CiberfemGT / CEPPAS-CPR

Comunicadora y productora, interesada por la relación entre la tecnologías de la comunicación y los procesos de participación política. Es parte del Centro de Producciones Radiofónicas de Argentina y Ciberfeministas Guatemala.

Fuente: http://derechosdigitales.tumblr.com/post/163141719851/boycot-a-elsevier-por-el-acceso-abierto?utm_content=buffer0b0bc&utm_medium=social&utm_source=twitter.com&utm_campaign=buffer

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