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Libro: Inclusión del análisis de género en la ciencia (PDF)

Autoras o Coordinadoras: Norma Blazquez Graf y Ana Celia Chapa Romero (coordinadoras)

Año: 2018

Colecciones Alternativas

Páginas: 188 pp

País: México

ISBN: 978-607-30-1234-8

Sinopsis: Los estudios de ciencia y género han cuestionado y demostrado ausencias, silencios y distorsiones en el conocimiento que surge de evidencias basadas sólo en una porción de la población humana, mostrando que es errónea la equivalencia humano-masculino como supuesto básico del conocimiento científico. La inclusión del análisis de sexo y género en la ciencia, permite desarrollar una idea del mundo que toma en cuenta a las mujeres y al hacerlo corrige las distorsiones, sesgos y explicaciones erróneas que se elaboran en los diversos campos del conocimiento. Se cuestiona lo aceptado ampliamente y se desarrollan alternativas correctivas mediante un gran repertorio de herramientas de análisis y técnicas de investigación que señalan y corrigen representaciones inadecuadas, argumentos fallidos, prejuicios, distorsiones y desinformación en conceptos, teorías y métodos de investigación. Los textos que constituyen este libro, son resultado del trabajo desarrollado dentro de los grupos de investigación de la Red Mexicana de Ciencia, Tecnología y Género. Se trata de una selección de investigaciones realizadas en el país, en las que se muestran los efectos positivos de la inclusión del análisis de género en diversas áreas de la ciencia y la tecnología, como la salud, la educación, las matemáticas, las tecnologías reproductivas y de comunicación, la sustentabilidad, el agua y la seguridad alimentaria

Descargar aquí: http://computo.ceiich.unam.mx/webceiich/docs/libro/inclusion.pdf

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¿Varían los objetivos de las investigaciones cuando hay más mujeres en los equipos?

Europa/España/elpais,com/EULALIA PÉREZ SEDEÑO

A veces sí varían los objetivos de las investigaciones cuando hay más mujeres, y a veces no. Pero ocurre así no porque sean mujeres sino porque los objetivos de las investigaciones de un equipo científico son diferentes si las mujeres que forman parte de ellos tienen cierta sensibilidad hacia determinados problemas. Eso se observa muy bien en esas disciplinas en las que, cuando se ha producido una entrada importante de mujeres, sí han cambiado muchas cosas. Por ejemplo, en medicina, con la entrada masiva de mujeres se descubrió que muchos ensayos clínicos no las tenían en cuenta, se hacían exclusivamente con hombres. También se observó que para determinadas enfermedades se había descrito solo cómo cursaban en los hombres porque se pensaba que las mujeres somos iguales en todo excepto en el aparato reproductivo, y no se habían tenido en cuenta diferencias biológicas como, por ejemplo, que el grosor de las arterias es diferente en mujeres y hombres, etc… En estos casos, el acceso masivo de mujeres a los equipos de investigación sí ha provocado importantes cambios en la ciencia que se hace.

Otro ejemplo típico es la primatología. Cuando no había mujeres en ese campo, prácticamente lo único que se observaba eran las conductas del macho dominante y además solo se estudiaban especies muy concretas en las que hay esos machos dominantes. Cuando empiezan a entrar mujeres como Jane Goodall, Jeanne Altmann, etc… las investigadoras comienzan a fijarse en otras conductas: en las conductas de las crías, en las de las hembras o en las relaciones que hay entre las crías, entre las hembras o entre las hembras y las crías. Cambia la mirada pero no por el hecho de que sean mujeres las que miran, sino por el hecho de que esas mujeres tienen otras perspectivas y otro tipo de preocupaciones.

Esto se produce en disciplinas a las que yo llamo biosociales, que son las que se suelen utilizar para mantener el carácter subordinado de las mujeres. Pero hay otras áreas, por ejemplo la física, en las que no creo que haya sesgos de género en cuanto a los objetos de investigación. En matemáticas, en principio tampoco pero, por ejemplo, los algoritmos que creamos para determinadas cuestiones, como los que se han desarrollado para la evaluación del profesorado en Estados Unidos; ahí el investigador sí mete sus sesgos de género. O, por ejemplo, en disciplinas en las que aparentemente no pensarías que caben los sesgos de género y en las que por lo tanto no debería influir que haya más o menos mujeres en los equipos, lo que descubres cuando miras con esta perspectiva es que también hay sesgos de género. Un caso muy claro es el de los cinturones de seguridad de los coches que no están pensados para mujeres embarazadas y eso es porque todas las pruebas se hacen con dummies, maniquíes, que simulan hombres.

Así que en respuesta a tu pregunta, sí cambia, pero cuando las mujeres que hay en un equipo tienen esa perspectiva de género o feminista. El hecho de ser mujer no te hace mirar las cosas de otra manera. Lo que te hace mirar de otra forma es pertenecer a una comunidad que tenga esa perspectiva de género o feminista.

Cuando no había mujeres lo que sucedía en primatología es que se prácticamente lo único que se observaba eran las conductas del macho dominante y además solo se estudiaban especies muy concretas en las que hay machos dominantes

En cuanto a los objetivos, ocurre lo mismo, puede ser que la presencia de más mujeres en un equipo signifique que los objetivos sean distintos. Sí está muy bien estudiado que cuando hay más mujeres en los grupos de investigación se suele pensar más en objetivos que supongan mejoras sociales. Pero hay que insistir en que eso no ocurre por el hecho de que sean mujeres sino por la educación que hemos recibido. Seguramente hombres que recibieran la misma educación u hombres feministas o con perspectiva de género también cambiarían los objetivos.

Hay que tener claro que es completamente falso que la ciencia sea neutral o que no tenga influencias. Eso ya se sabe desde hace muchos años. Desde las investigaciones realizadas por el filósofo de la ciencia estadounidense Thomas Kuhn, sabemos que la ciencia es una institución compuesta por personas de carne y hueso y tiene sus prejuicios igual que los tienen otra comunidades. Lo que sucede con la ciencia es que ella sí tiene mecanismos de corrección de estos prejuicios que a veces funcionan y a veces no.

Nosotras respondemos es un consultorio científico semanal, patrocinado por la Fundación Dr. Antoni Esteve, que contesta a las dudas de los lectores sobre ciencia y tecnología. Son científicas y tecnólogas, socias de AMIT (Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas), las que responden a esas dudas. Envía tus preguntas a nosotrasrespondemos@gmail.com o por Twitter #nosotrasrespondemos.

Pregunta realizada en Facebook por Gustavo Darias Negrín

Eulalia Pérez Sedeño es profesora de Investigación en Ciencia, Tecnología y Género en el Departamento de Ciencia, Tecnología y Sociedad del Instituto de Filosofía del CSIC y catedrática de Lógica y Filosofía de la Ciencia.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/03/04/ciencia/1551715131_896862.html

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En México: Científicas de Yucatán visibilizan el trabajo de las mujeres en la ciencia

Organizan diversas actividades en el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia

América de Norte/México/lajornadamaya.mx

Científicas de diversas instituciones públicas y organizaciones civiles dedicadas a la divulgación científica en Yucatán, realizaron una alianza para crear una serie de actividades que visibilice su trabajo y acerque a las nuevas generaciones a las carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas por sus siglas en inglés).

Las actividades van desde talleres y micrófonos abiertos, hasta proyección de películas y charlas, las cuales se llevarán a cabo del 7 de febrero al 2 de marzo en distintas sedes, en el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, decretado por la ONU y que se celebra cada 11 de febrero.

En Yucatán dos terceras partes de los científicos son varones, y una tercera parte son mujeres, sin embargo, esto varía en función de la carrera, la institución y el grado de estudios: la mayoría de los doctorandos también son varones y en los puestos directivos de instituciones científicas casi no hay mujeres, comentaron en rueda de prensa las doctoras Teresa Hernández Sotomayor, directora de la Unidad de Bioquímica del CICY, y Dalila Aldana Aranda, investigadora titular del Cinvestav, Unidad Mérida.

La Academia Mexicana de Ciencia (AMC) sección Regional Sureste, dirigida por la doctora Teresa Hernández Sotomayor; el Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY) y el Centro de Investigación de Estudios Avanzados (Cinvestav) llevarán a cabo la actividad 11F (11 mujeres charlando durante 11 minutos el 11 de febrero a las 11 horas).

Las científicas pertenecientes a diversas instituciones compartirán sus experiencias profesionales, los retos que han pasado para desarrollarse como científicas y el compromiso que tienen actualmente con las nuevas generaciones.

La doctora Aranda destacó que instituciones como la UADY, que está por cumplir 98 años, nunca ha tenido una directora, sólo una candidata al puesto. El Cinvestav, institución con más de 40 años en Mérida, está en la misma situación.

“El programa internacional 11F es el más reciente de las Naciones Unidas. Su principal objetivo es llamar la atención sobre el problema de la inequidad. No son días ni para llorar ni para festejos, sino para llamar la atención a la sociedad de que algo falta”, agregó la doctora Dalila Aldana.

Comentó que el programa está hecho con el trabajo de las mujeres dentro de las instituciones, que facilitan la infraestructura y la disponen para la sociedad. “Hay un verdadero tejido social para que este evento se lleve a cabo”, aclaró; sin embargo, comentó que el alcance que tienen como instituciones es limitado, y que con el respaldo del ayuntamiento y el estado pueden llegar a más personas.

“Nuestro eje de acción llega a donde estamos y es muy valioso, pero no podemos ir a Oxkutzcab, a Ticul. Tenemos que salir de Mérida, y para eso necesitamos el respaldo, la presencia y el acompañamiento del gobierno estatal”, afirmó.

Mujeres científicas y migrantes

El Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales (Cephcis) también forma parte del programa con la proyección de la película Talentos ocultos (Estados Unidos, 2016) el 11 de febrero a las 17 horas y la mesa panel “Mujeres científicas y migrantes: experiencias México-Estados Unidos” el 13 de febrero a las 17 horas.

En entrevista con la doctora Daniela Tarhuni, jefa de Extensión Académica en el Cephcis-UNAM, comentó que después de la película se abrirá un debate con la presencia de la doctora Nidiyare Hevia Montiel, coordinadora de la Unidad Mérida del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas, y Courtney Beale, cónsul de Estados Unidos en Mérida.

En la mesa panel del día 13 de febrero estarán (de manera semipresencial, a larga distancia) las doctoras Martha I. Dávila-García, de la Universidad de Howard; Claudia Knez, investigadora de la Universidad Johns Hopkins; Reyna Pérez, del Centro de Ciencias de California, y de forma presencial la doctora Dalila Aldana del Cinvestav.

“Es cierto que la representación de las mujeres en los campos STEM es poca, pero el trabajo de las que ya están en esas áreas y que han hecho retribuciones importantes es poco visibilizado. Con esto buscamos mostrar el trabajo de esas mujeres y que las niñas tengan ese referente en las carreras que pueden estudiar, para abatir la brecha de género”, opinó Tarhuni.

Las otras instituciones que forman parte del programa 11F en Mérida son Women Who Code, Quiu, Chimay, la UADY y el Centro de Investigaciones Hideyo Noguchi. El programa completo puede consultarse en la página http://www.oncefebrero.wwcodemerida.com.mx

Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/2019-02-06/Cientificas-de-Yucatan-visibilizan-el-trabajo-de-las-mujeres-en-la-ciencia

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Nueva secretaria ejecutiva de Clacso impulsará rediscusión de criterios de evaluación de investigadores en ciencias sociales

Karina Batthyány, primera uruguaya en ocupar la secretaría ejecutiva del Clacso.

Por Facundo Franco en educacion.ladiaria.com.uy

Hace pocos días, la socióloga Karina Batthyány asumió la secretaría ejecutiva del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) por tres años y se convirtió en la primera uruguaya en desempeñar ese cargo, que antes fue ocupado por el argentino Pablo Gentili. Clacso es una prestigiosa organización que concentra su acción en Latinoamérica y el Caribe, conformada por una red de más de 650 instituciones y asociaciones académicas del campo de las ciencias sociales y las humanidades. Entrevistada por la diaria, Batthyány habló de sus desafíos de gestión del cargo, para el que fue electa a finales de 2018 en la 26ª asamblea general, que tuvo lugar en Buenos Aires, y para el que fue impulsada por un colectivo de cientistas sociales. Según consideró, la elección, que le permitió ser la segunda secretaria general mujer en la historia de Clacso, constituye un “reconocimiento” a las ciencias sociales y humanas uruguayas. Además, valoró que es interesante reflexionar sobre cómo se ven las ciencias sociales desde países pequeños como Uruguay respecto de los más grandes de la región, como Brasil, Argentina y México.

La socióloga explicó las implicancias del “enfoque crítico” con el que trabaja la organización y consideró que no implica una toma de postura por ninguna postura epistemológica ni metodológica en particular. Además, Batthyány adelantó que desde Clacso planteará la necesidad de rediscutir los mecanismos de evaluación académica a la que están sometidos los cientistas sociales, que en los últimos años se han regido principalmente por una lógica mercantil. Como docente de la Facultad de Ciencias Sociales (FCS) de la Universidad de la República (Udelar), Batthyány se dedicó a investigar dentro de los estudios de género y al respecto reflexionó sobre el crecimiento de ese campo de conocimiento y de la investigación feminista.

En el plan de gestión de tu candidatura se mencionaba varias veces la palabra “crítica” para referirse al tipo de trabajo científico que se necesita en el continente. ¿Qué sentido tiene en el contexto actual de América Latina y el Caribe?

El enfoque teórico con el que trabaja Clacso y en el que me inscribo es el de los pensamientos críticos –me gusta decirlo en plural–, en el marco de la teoría crítica. La idea es trabajar en la producción de conocimientos, en la reflexión teórica, pero con la voluntad de incidir y transformar la realidad social. En mi caso, eso está bastante marcado porque provengo del campo de los estudios de género, como socióloga he dedicado toda mi vida a trabajar sobre las desigualdades entre varones y mujeres. Las teorías de género son en sí mismas teorías críticas: si uno rastrea su origen se inscriben dentro de esa corriente. Los desafíos principales que enfrentamos en América Latina son tratar de entender de dónde venimos, qué es lo que ha pasado, por qué se están dando transformaciones en nuestro continente y el mundo, pero preguntándonos qué es lo que podemos hacer para construir alternativas que permitan transformar la realidad social. En ese sentido es que se usa la palabra “crítica”, que más bien es pensamiento crítico.

¿Qué lugar ocupa la teoría crítica en las ciencias sociales en relación con miradas neopositivistas?

Las ciencias sociales siempre se han caracterizado por la multiplicidad de visiones, enfoques teóricos y perspectivas de producción de conocimiento, y está muy bien que así sea. Si hay algo que las ha caracterizado en Uruguay y la región, es esa diversidad de formas de pensar y de investigar. La discusión que ha marcado la trayectoria de las ciencias sociales en general tiene que ver con las corrientes metodológicas, si [optamos por] lo cualitativo o lo cuantitativo, pero creo que eso ya está un tanto superado en la medida en que se han encontrado perspectivas de diálogo entre ambos enfoques. No creo que el lugar de la teoría crítica en las ciencias sociales sea menor o que tenga poco impacto, más bien todo lo contrario. En América Latina el pensamiento y los intelectuales que hemos tenido están muy marcados por el pensamiento crítico, y hay un conjunto muy importante de intelectuales que se enmarcan dentro de esta corriente. Lo mismo ocurre en el caso de Uruguay. Y cuidado: la teoría crítica no toma partido por ninguna de las posturas epistemológicas en la forma de concebir los objetos de estudio y la práctica científica en las ciencias sociales, sino que se plantea la diversidad y la pluralidad metodológica como el camino para acercarse a una mejor comprensión de la realidad social. Con la voluntad de incidir en la realidad que pretendemos conocer, de transformarla hacia sociedades más justas, más igualitarias, más democráticas, que respeten los derechos humanos de las personas, que integren lo diverso, lo plural, las distintas formas de conocer y aprehender la realidad en nuestra región. Esa es la razón de ser de Clacso, por eso reúne en este momento a más de 600 instituciones, más de 400 en la región latinoamericana y otras fuera, que se inscriben dentro de esta perspectiva.

¿Qué opinás de los actuales mecanismos de evaluación a los que están sometidos los cientistas sociales, que muchas veces responden a modelos estandarizados que provienen de otros países y ciencias?

Ese es uno de los puntos que destacamos en el plan de trabajo para la secretaría ejecutiva, que armamos con un conjunto de investigadores e investigadoras. Se ha impuesto un modelo de evaluación que no es el de nuestra región, que lleva a adoptar rápidamente y de manera no crítica estándares de producción y evaluación del conocimiento que por lo menos merecen ser discutidos. Creo, además, que deben ser transformados y que desde la región latinoamericana se deben proponer alternativas a esos modelos que se nos han impuesto, que tienen que ver con lo que se llama capitalismo cognitivo y con la mercantilización de la producción académica. Ahora debemos publicar, pero no en cualquier revista; en revistas arbitradas que pertenezcan al primer cuartil [indicador para medir su impacto], que generalmente son en inglés. Si no, nuestra producción parece no existir, no valer o no estar de acuerdo con los estándares para permanecer en la carrera científica. Los criterios con los que nos están evaluando, además de ser impuestos desde afuera, a veces también son impuestos desde otras prácticas científicas, claramente desde las ciencias naturales y las ciencias exactas. Eso hay que discutirlo, y Clacso es una herramienta privilegiada para hacerlo. Impulsó hace muchos años –y sigue trabajando con fuerza en torno a eso– el derecho al conocimiento, para que lo que producimos quienes trabajamos en investigación sea de acceso abierto para quien quiera acceder y que no sea publicado en medios que impliquen una mercantilización, revistas en las que hay que pagar para publicar y para leer. Ahora es el momento de discutir los criterios de evaluación que se han impuesto en todas nuestras universidades y de tratar de modificarlos. Hay iniciativas a nivel internacional, algunas vinculadas a lo que se conoce como el programa Dora, para proponer indicadores de evaluación que tengan en cuenta otros criterios, como el tipo de producción que se hace, la profundidad de ese conocimiento, los medios por los que se accede; distintos indicadores que son difíciles de resumir en esta entrevista. Como Clacso vamos a dar esa discusión. En 2019 vamos a organizar un debate regional en torno a este tema, vamos a producir documentos y posicionamientos que empiecen a intentar modificar o, por lo menos, no tomar estos criterios como los impuestos.

¿Estas políticas de publicación no van en contra de que los hallazgos y debates salgan fuera del ámbito académico? ¿Cómo considerás que se ha avanzado en ese sentido?

Otro desafío tiene que ver con para qué producimos conocimiento en las ciencias sociales. No es simplemente por el placer de conocer, sino para conocer y transformar. Para transformar se necesitan muchas cosas, pero sin duda hay dos que son indispensables: el contacto de ese conocimiento y de quienes lo producen con los movimientos y actores sociales, con las distintas formas de expresión social y también con las políticas públicas, que son herramientas que producen transformación social. Es importante que las políticas públicas estén informadas en base al conocimiento que producen las ciencias sociales. Hay muchos ejemplos, pero siempre pongo uno en el que me ha tocado trabajar como investigadora, que es la producción de conocimiento en torno a la temática del cuidado en Uruguay. La academia uruguaya ha generado muchísimo conocimiento, pero no quedó guardado en una oficina de la FCS; se puso en interacción con la sociedad civil, con todos los movimientos en torno a las políticas de cuidado, principalmente el de mujeres, el de personas mayores, el de los movimientos por la infancia, etcétera. También entró en articulación con quienes hacen la política pública –ahora la Secretaría Nacional de Cuidados– para interactuar en la búsqueda de cuáles son las mejores herramientas para cambiar la situación de los cuidados en Uruguay, a la que tenemos identificada como el nudo crítico de la desigualdad de género. Así surge, entre otros aportes, la política del Sistema Nacional Integrado de Cuidados. Ese es un ejemplo de lo que se busca cuando uno genera conocimiento en las ciencias sociales, y es el objetivo de Clacso.

¿Cómo te proponés encarar desde Clacso las desigualdades de género dentro del mundo académico?

En los últimos años, a nivel latinoamericano ha crecido el movimiento feminista o la ola verde, como se le dice. Tiene su manifestación, como hemos visto en Uruguay los 8 de marzo, por ejemplo, o en los temas vinculados con la violencia de género. Se ven la expresión y la fuerza de ese movimiento, pero es una corriente que recorre toda América Latina. Ese tema también interpela a las ciencias sociales, más allá de que son un campo de participación profesional muy feminizado, en el que las mujeres somos mayoría. Por otro lado, están las dificultades de acceso a la toma de decisiones que tenemos las mujeres en todos los ámbitos. En el parlamentario es en el que la gente lo ve con mayor facilidad, salvo en los países que tienen leyes paritarias. En el caso de Uruguay, la representación política de las mujeres es muy baja también en el ámbito ejecutivo y en la academia, aunque ha crecido. Las universidades son un lugar de mucha resistencia a la llegada de las mujeres a puestos de decisión. La Udelar nunca ha tenido una rectora: tiene muchas decanas, cada vez más, pero no rectoras. Una se pregunta por qué, con la cantidad de mujeres que trabajamos en la Udelar. Lo mismo ocurre en otras instituciones académicas y en Clacso, donde en 50 años de existencia sólo una mujer había estado en la secretaría general [la puertorriqueña Marcia Rivera, entre 1991 y 1997]. Desde nuestra propuesta también interpelamos eso diciendo que es momento de que se pueda dar oportunidad a las mujeres de Clacso, no sólo para integrar los grupos de trabajo o el comité directivo, donde hemos estado siempre, sino en los lugares de toma de decisión o de mayor jerarquía. Durante la campaña y antes de conocer los resultados de la elección, planteamos que mi candidatura también buscaba mostrar que hay mujeres dispuestas a ser candidatas. Muchas veces dicen que sería bueno que hubiera una mujer pero no hay candidatas, o que no hay mujeres con los perfiles adecuados para llegar a esos lugares. Eso es falso, es un mito: hay mujeres igual de capacitadas que los hombres en cualquier institución que te plantees, me resulta difícil pensar en una en la que no haya una mujer con las mismas condiciones que un varón para llegar a la dirección de esa institución. También había que demostrarlo en Clacso y por eso acepté, impulsada por un grupo importante de feministas latinoamericanas. El resultado fue favorable y me permite ocupar este lugar. Es un desafío muy importante, también porque implica lo que debe ser un devenir feminista de Clacso, que realmente sea sensible y esté permeado por esta perspectiva de género. Que permita la participación de mujeres en todos los niveles y también de varones, pero los varones ya participan.

¿Cómo es tener una agenda feminista de investigación en un ámbito muchas veces resistente a ello?

La investigación feminista y con perspectiva de género siempre ha sido muy resistida y considerada un tema menor –no hablo de Clacso sino a nivel general–. Además, se decía que se trataba de un problema de las mujeres y ellas debían ocuparse: “Que lo investiguen las mujeres y que ellas propongan las soluciones”. Eso está cambiando, realmente se está abriendo la perspectiva de que es un tema central para la igualdad y la equidad social. No es un tema menor ni poco importante, sino que está realmente en el núcleo de las desigualdades sociales, y si uno quiere comprender la realidad social no puede esquivarlo. Eso ha dado mucho trabajo, ha sido un esfuerzo importante de muchas investigadoras y algunos investigadores de la región y el mundo para ubicar este tema dentro de los principales de las ciencias sociales. Hoy lo está, más allá de que también puedan existir presiones, más propias del pasado que del presente, que sigan considerando esto un tema menor que hay que hacer porque es políticamente correcto. Eso ha empezado a transformarse, hay muchos ejemplos de lo que ha sido la trayectoria de los estudios de género en la Udelar, en la Universidad de Buenos Aires o en universidades mexicanas, chilenas, brasileñas o muchas otras. Ha sido un largo trabajo de muchas cientistas sociales para colocar este tema dentro de las corrientes principales del pensamiento crítico social latinoamericano. Dentro de Clacso este tema siempre estuvo planteado como un eje de investigación y de preocupación. En esta gestión que empieza vamos a fortalecer esa perspectiva.

¿Cómo debe darse el vínculo entre las disciplinas dentro de las ciencias sociales, donde muchas veces entran en competencia, y de estas con otras ciencias?

Entiendo el trabajo de las ciencias sociales como interdisciplinario por naturaleza, más allá de las especificidades o las particularidades de cada disciplina, que son importantes y no hay que desdibujarlas. La única forma de comprender lo que está ocurriendo es la perspectiva interdisciplinaria. Eso también ha avanzado en nuestra forma de trabajo, pero también hay que profundizar el diálogo con otras ciencias, sobre todo con las ciencias naturales, con las que tenemos grandes temas. Por ejemplo, todo lo que ocurre a nivel de medioambiente y en la cuestión de género, donde es necesario ese diálogo. Si no, es imposible que el conocimiento avance, que se produzcan las transformaciones que queremos impulsar. Nuestra propuesta para el próximo período es promover mejores canales de diálogo y de trabajo conjunto con otras ciencias, en los que en primer lugar se buscará el diálogo entre las ciencias sociales y las ciencias naturales. El conocimiento que proviene de las ciencias naturales nos interpela a los cientistas sociales, incluso a lo que ya podíamos tener integrado a nuestro conocimiento. Va a ser un desafío interesante.

Fuente: https://educacion.ladiaria.com.uy/articulo/2019/1/nueva-secretaria-ejecutiva-de-clacso-impulsara-rediscusion-de-criterios-de-evaluacion-de-investigadores-en-ciencias-sociales/
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El mensaje de Jane Goodall a las niñas que quieren ser científicas

Jane Goodall/16-01-2019

Está considerada como una de las mujeres científicas de mayor impacto en el siglo XX. Los ojos de Jane Goodall brillan al compartir sus historias de ayer, convertidas hoy en grandes lecciones de vida sobre la ciencia y la educación: «Sé curiosa y comete errores, sé paciente y no te rindas», repite esta mujer extraordinaria. Goodall es Doctora en Etología por la Universidad de Cambridge y Doctora ‘honoris causa’ por más de 45 universidades del mundo.

Ha recibido más de 100 premios internacionales como el Premio Príncipe de Asturias de Investigación, la Legión de Honor de la República de Francia, el título de Dama del Imperio Británico o la Medalla de Oro de la UNESCO, entre otros. Además es “Mensajera de la Paz” de Naciones Unidas. Goodall vivió su infancia y juventud con un solo sueño: viajar desde su Inglaterra natal a África para estar cerca de los animales y escribir sobre ellos.

En 1960, con apenas 23 años, hizo realidad su propósito de la mano del famoso antropólogo Louis Leakey quien le encargó la arriesgada misión de viajar a la selva de Gombe, Tanzania y convertirse así en el primer ser humano en observar e investigar a los chimpancés salvajes. Acompañada de su madre comenzó un proyecto de investigación de seis meses de duración.

Hoy, casi 60 años después, continúa desarrollándose gracias al equipo de investigadores del Instituto Jane Goodall en la que es, una de las investigaciones de campo más prolongadas sobre animales en libertad. Las investigaciones de la Doctora Goodall revolucionaron a la comunidad científica y fascinaron al mundo entero. Su perseverancia, intuición, empatía y capacidad de observación, no solo nos han permitido descubrir el desconocido mundo de los chimpancés y de otras especies, sino que, nos invitan a reflexionar sobre nosotros mismos, promover un estilo de vida más sostenible y a construir una sociedad más justa.

Fuente: https://aprendemosjuntos.elpais.com/especial/el-mensaje-de-jane-goodall-a-las-ninas-que-suenan-con-ser-cientificas/

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Entrevista a María Natalia Lisa, investigadora del CONICET- UNR “Las lógicas de ejercicios de poder en la Ciencia son las que queremos desafiar desde una perspectiva feminista”

La bióloga estructural María Natalia Lisa resultó seleccionada en el premio de la revista científica Nature Research, certamen que promueve la perspectiva de género en el quehacer científico y distingue a mujeres destacadas en las áreas de STEM.

María Natalia Lisa es Licenciada en Biotecnología y Doctora en Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).  En 2011, comenzó sus estudios postdoctorales en el exterior, primero en el Instituto Pasteur de París y luego en el de Montevideo.

Tras siete años fuera del país, volvió a Argentina a principios de 2018 e ingresó a la carrera de investigador científico del CONICET. Actualmente, se desempeña como Directora de la Unidad de Cristalografía de Proteínas del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR), centro de investigación dependiente del CONICET y la UNR.

Desde su estadía en París, estudia mecanismos moleculares en la tuberculosis, enfermedad que en la actualidad causa cerca de dos millones de muertes en el mundo al año. Allí empezó a investigar vías de transducción de señales en el agente causal de la tuberculosis, tratando de estudiar la respuesta que la bacteria desarrolla para sobrevivir, con el fin de diseñar, eventualmente, nuevos antibióticos o vacunas contra ella.

Hoy, en el IBR tiene el objetivo de seguir profundizando sobre la tuberculosis, aunque también busca abrirse hacia otras temáticas: investigar sobre el diseño de nano-estructuras proteicas bio-inspiradas.

En el camino de obtener subsidios para armar el equipo de trabajo en el IBR, la joven científica se presentó al premio de la revista Nature Research “Inspiring Science Award”, certamen que promueve la perspectiva de género en el quehacer científico y distingue a mujeres destacadas en las áreas de STEM por su motivación para niñas y jóvenes.

En el concurso se presentaron ciento cincuenta mujeres de distintas partes del mundo, de las cuales cinco fueron seleccionadas. La decisión final se tomará el 30 de octubre y la ganadora recibirá diez mil dólares que deberá destinar a investigación.

En diálogo con Universidad, María Natalia Lisa profundizó acerca del concurso, el vínculo de la ciencia con las teorías de género, el rol de la universidad pública, y el papel de la divulgación y la comunicación científica.

La revista Nature Research te seleccionó junto a otras cinco investigadoras del mundo para recibir el premio Inspirador de la Ciencia. ¿Cuál fue el proyecto a partir del cual resultaste seleccionada? 

Más que un proyecto presenté un escrito en el que tuve que explicar primero mi producción científica, donde hablé del trabajo que había hecho en el campo de la biología estructural durante mi tesis de doctorado en la UNR y mis estudios postdoctorales en París y Montevideo. Después desarrollé algunos ejes acerca de cómo se puede incorporar la perspectiva de género al quehacer científico. Ahí veo dos grandes ejes, por un lado, hay una perspectiva de género en la generación de conocimiento en sí mismo, que tiene que ver con abarcar, incorporar y discutir distintas maneras de ser y estar en la naturaleza. Desde allí, podemos pensar no sólo en una perspectiva feminista, sino también en una perspectiva decolonial, que tiene que ver con pensar y ser capaces de generar, soberanamente, no sólo respuestas sino también preguntas en un entorno local. Tiene que ver con cómo se puede empoderar a las mujeres y a las comunidades para que sus visiones sirvan como posibles soluciones a los problemas del entorno. Desde ese diálogo con otros sectores sociales, la ciencia podría actuar bajo otros esquemas más inclusivos de generación de conocimientos. Por otro lado, con respecto a los esquemas de trabajo en las instituciones de ciencia, tanto en las de educación como en las que se produce el conocimiento, todavía se reproducen lógicas del siglo pasado. Lógicas de ejercicios de poder que son, justamente, las cosas que queremos desafiar desde una perspectiva feminista. Queremos que esos esquemas sean inclusivos, equitativos y que se puedan establecer nuevos diálogos y nuevas relaciones en los ambientes de trabajo.

¿De qué manera empezaste a vincularte con las teorías feministas? En una oportunidad dijiste que el tránsito por la universidad pública fue un acontecimiento bisagra en este sentido. ¿por qué?

Hice la secundaria en una escuela de chicas solas y mi cabeza estaba formada en ese contexto. Después empecé a ir a la facultad y me encontré con un ambiente mucho más diverso, con personas que venían de distintos entornos sociales y que planteaban cosas diferentes. Eso me abrió un montón la cabeza. También por la experiencia de ser inmigrante, de encontrarme en otros países, en otros lugares, donde tuve que aprender el idioma y encontrarme con otras realidades. Allí me volví más consciente del entramado de relaciones de poder. Como siempre tuve un espíritu un poco rebelde con respecto a esas cosas, empecé a pensar en cómo se podían tratar de transformar esas lógicas y me acerqué al feminismo, no desde el ámbito académico sino a partir del encuentro con mujeres y la participación en marchas y eventos. También fue importante en este proceso acercarme al ambiente del arte porque mi compañero es músico. Todas estas circunstancias fueron muy importantes para empezar a ver el entramado de poder que existe en las instituciones, en lo que hacemos, en lo que escribimos, y en la generación de conocimiento y entendimiento.

¿Qué significa haber sido seleccionada por este Premio?

Más allá del resultado final de este concurso que, sin duda, para mi es elogioso, me parece importante porque puede servir para visibilizar el trabajo que se hace en nuestras universidades y en centros de investigación. Se hacen buenos trabajos a pesar de que recibimos a veces recursos relativamente escasos. En este contexto de recorte que estamos viviendo, también es importante que se revean las direcciones que se han tomado en términos de presupuesto para ciencia y educación. Si no se hace, será muy difícil poder sostener a los jóvenes en nuestro sistema porque cada vez hay menos perspectivas o el entorno deja de ser atractivo para ellos. Son gente formada que, tal vez, terminen encontrando posibilidades afuera. Y es una pérdida de capital humano y de conocimiento tremenda.

Por último, ¿cuál creés que es el rol de la divulgación o la comunicación científica? ¿Cuáles son los desafíos actuales en este sentido?

Es muy importante que los que trabajamos en ciencia lo hagamos de manera coordinada con los que hacen educación en ciencia y divulgación, porque en la calle te encontrás con gente que te dice “esto ustedes lo tendrían que decir porque no lo sabemos, y si lo supiésemos, tomaríamos decisiones diferentes”. Tal vez el sector científico tenga una deuda acerca de saber comunicar mejor qué hace y para qué. Por eso, es importante articular, entre los distintos actores, posibles soluciones que contribuyan al bienestar de toda la ciudadanía. Hay un gran camino por hacer. Dentro del sector científico, es clave promover una transformación que piense cuáles son las necesidades para trabajar sobre ellas, además de tratar de establecer diálogos horizontales con otros sectores sociales, con otro lenguaje, para que los temas sean accesibles para el público en general. Esto se relaciona un poco con lo que trabajo. No te estoy hablando sólo de mujeres o feminismo, sino de establecer otro tipo de diálogo y de relaciones que no impongan modos de hacer ni modos de entender.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/146229-las-logicas-de-ejercicios-de-poder-son-las-que-queremos-desa

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Patricia Contreras Tejada “Hay que empujar todo lo que podamos del lado de las mujeres y, si nos pasamos, ya hablaremos”

Entrevista/elpais.com

A comienzos del siglo XX, en las barberías de EE UU a los hombres les dio por cantar a capela mientras esperaban su turno para afeitarse. Así se popularizó la llamada música de barbería (barbershop music), reservada durante años a los oídos de los hombres. Los laboratorios científicos no eran entonces muy diferentes a las barberías. La melodía de la ciencia estuvo mucho tiempo vetada a los oídos de las mujeres. Patricia Contreras Tejada, nacida en Madrid en 1992, es una muestra de lo caducados que están estos clichés. Estudió Matemáticas y Física en la Universidad de Bristol, un máster en Filosofía de la Física en la Universidad de Oxford y ahora se doctora en los fundamentos matemáticos de la mecánica cuántica en el Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT). Y en sus ratos libres canta en The Barbees, un coro femenino de música de barbería en Madrid. La semana pasada, con el apoyo económico de la Fundación BBVA, Contreras Tejada coorganizó un encuentro de jóvenes matemáticos de todo el mundo. En el ICMAT, solo el 12% de los investigadores son mujeres.

Pregunta. ¿Qué pasaría si ahora mismo rigieran las leyes del mundo cuántico en el mundo macroscópico de esta habitación?

Respuesta. Si rigieran en lo macroscópico sería muy divertido porque podríamos interferir tú y yo y entonces podríamos trasladarnos muy rápidamente a otros espacios. No tendríamos necesariamente que recorrer todo el camino intermedio.

P. ¿Por ejemplo?

R. Pues tú y yo podríamos ir de aquí al hall, pero alguien que nos buscara por el camino nunca podría saber por cuál de las dos posibles rutas habríamos pasado.

«No tenemos lenguaje para explicar la mecánica cuántica»

P. ¿Por qué dos personas?

R. Porque podemos interferir constructivamente el uno con el otro, es decir, podemos sumar nuestra probabilidad de que los dos estemos en un sitio o restarla. La cuestión es que nunca podrías saber por cuál de los dos caminos has pasado.

P. Eso es lo que se denomina superposición cuántica.

R. Sí.

P. ¿La idea de que algo puede estar en dos sitios a la vez es una excesiva simplificación?

R. Sí, es muy simplificado. La cuestión es que tú nunca sabes en cuál de los dos sitios está. Y a ciertos efectos te interesa decir: matemáticamente se escribe que está en la suma de los dos sitios. Y entonces, claro, el lector ingenuo, o el estudiante de Física de primero, lee eso y dice: “Ah, vale, eso claramente quiere decir que está en los dos sitios a la vez”. Pues no. El problema está abierto porque evidentemente la mecánica cuántica no casa con nuestra intuición, es más que obvio. Entonces no tenemos lenguaje, porque el lenguaje lo hemos construido con mesas y sillas que sabemos perfectamente dónde están.

P. Su tesis trata del entrelazamiento cuántico. ¿Eso qué es?

R. Pongamos que las dos personas se han juntado antes, han metido dos dados en un laboratorio y los han sacado. En vez de al hall vamos a mandar a una persona a la Luna, porque así es más divertido. Si yo estoy en la Luna, tiro mi dado y me sale un 1, y yo sé que tú vas a tirar tu dado, sé que te va a salir un 1. Tú no sabes que te va a salir un 1, porque no sabes lo que me ha salido a mí. Entonces, en cierta manera yo puedo predecir el futuro, pero eso no es muy útil, porque no te lo puedo contar a ti antes de mandarte el mensaje por la vía normal, que es la velocidad de la luz como máximo. No es muy útil inmediatamente, pero sí podemos explotar esas correlaciones. Lo bonito de esa relación es que no necesita ningún medio físico, ninguna cuerda, ninguna onda, que exista entre las dos partículas.

«Un ordenador cuántico podría transmitir información de forma más barata y más rápida»

P. ¿De qué sirve tener dos fotones de la luz, o los dos dados del ejemplo, entrelazados?

R. Supongamos que tenemos un dado tú y un dado yo, hemos pasado por el laboratorio, están entrelazados y yo me voy a la Luna. Yo te quiero transmitir a ti que me ha salido un 1. Entonces tengo que elegir entre seis posibles mensajes, del 1 al 6, y me las puedo ingeniar para transmitir eso de la forma más eficiente posible. Pongamos que la forma más eficiente posible son tres bits. La cuestión es que si los dados están entrelazados a lo mejor con que yo te transmita a ti un solo bit tú puedes deducir que a mí me ha salido un 1. ¿Qué ventaja tiene eso? Que la información es cara de transmitir, porque el cable lo cobran. Tenemos tarifas planas, pero a alguien le cobran por cada bit transmitido. Y, además, cuantos más bits tengas que mandar más tiempo tarda. Así que un ordenador cuántico podría transmitir información de forma más barata y más rápida.

P. ¿En qué consiste su tesis doctoral sobre entrelazamiento cuántico?

R. Ahora supongamos que en vez de dos dados tenemos tres. Y hemos invitado a una amiga, Ágata, y la mandamos a Saturno. ¿Qué relación tiene que existir entre esos tres dados —yo con mi dado en la Luna, tú con tu dado en la Tierra, Ágata con su dado en Saturno— para que yo pueda comunicar la información de la forma más eficaz posible?

P. Una pregunta que le surge a cualquier persona que se acerca a la mecánica cuántica es: ¿A partir de qué tamaño dejan de regir las leyes de la mecánica cuántica y funcionan las de la física clásica?

R. Hay una línea difusa. Experimentalmente está todo más o menos atado: tú te vas mañana al CERN [la Organización Europea para la Investigación Nuclear, en la ciudad suiza de Ginebra], entrevistas al primero que pase y te dirá: si tengo dos protones va bien [el funcionamiento de las leyes de la mecánica cuántica]. ¿Por qué no tenemos un ordenador cuántico hoy? Porque en lo grande dejan de funcionar. Un ordenador cuántico de pocas partículas te sirve para muy poco, porque una calculadora de bolsillo te sale más barata y te lo hace igual de rápido. Lo que queremos es un ordenador cuántico muy grande. Problema: que en lo muy grande se nos rompen las leyes de la mecánica cuántica. ¡Oh, oh! Sabemos más o menos dónde está la frontera, pero la estamos cambiando, porque vemos que estamos un poquito más cerca del ordenador cuántico, que cada vez conseguimos entrelazar más partículas y meterlas todas en una caja para no se destruya esa relación.

«Yo nunca me he parado a decir: ‘Uy, como soy mujer lo he tenido más difícil en este punto de mi carrera’. Yo eso no lo he vivido, pero muchas de mis amigas, sí»

P. El físico teórico Oriol Romero-Isartpropuso atrapar con láser una esfera diminuta de vidrio de 100 millonésimas de milímetro, enfriarla y llevarla a un estado de superposición cuántica. O sea, poner esa bolita en dos sitios diferentes a la vez, para explorar dónde está la frontera a partir de la cual la mecánica cuántica no es válida. También propuso hacerlo con virus e incluso con ositos de agua, unos animales microscópicos que viven en musgos y helechos. Desde un punto de vista filosófico, abre la posibilidad mental de poner a una persona en dos sitios a la vez. ¿Teóricamente se podría hacer?

R. Teóricamente, si consideramos solo la mitad de la teoría, sí. Con los postulados de la mecánica cuántica puedes describir matemáticamente a una persona y ponerla en dos sitios a la vez rápidamente, en un papel, sin problema. ¿Qué pasa? Que experimentalmente se han dado cuenta de que existe otra ley, la decoherencia, que afecta a las cosas grandes. ¿Cómo de grandes? Lo estamos cambiando, estamos en ello. ¿Pasaremos de partículas de vidrio a virus y llegaremos a personas? Pues confío en que no y me extrañaría un montón. Por muy grandes que sean los ordenadores cuánticos no creo que hagamos esto con personas. Para gestionar algo así en un ordenador cuántico la gracia sería tener las partículas cada una por su sitio, no integradas todas en una persona. Son dos cosas distintas. Aunque tengamos un ordenador cuántico de dos metros de altura no será posible interferir con personas, hasta donde yo sé.

P. Usted afirma que iniciativas como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se celebra el 11 de febrero, o incluso el reciente congreso de jóvenes matemáticos celebrado en el ICMAT sirven para promover un ambiente académico «más inclusivo». ¿No es inclusivo hoy en día?

R. No es tan inclusivo como podría ser. Siempre me gusta pensar que podría existir una ley natural que dijera que a los hombres se le dan mejor las matemáticas que a las mujeres, en cuyo caso nos podría aún así interesar meter a más mujeres en el campo, pero tendríamos también una razón de peso para decir: esto es así, porque parece que la evolución hizo que sea así. ¿Qué pasa? Que las mejores explicaciones que hay hasta la fecha de por qué menos de la mitad de los matemáticos son mujeres son patrones que tenemos muy arraigados en la sociedad, pero que no tienen ninguna razón de ser, más allá de la costumbre y otras desigualdades que tampoco tienen ninguna razón de ser. Es decir, que se nos cae todo el tenderete de las razones por las que existe. Entonces, vamos a cambiarlo. Yo personalmente nunca me he parado a decir: «Uy, como soy mujer lo he tenido más difícil en este punto de aquí de mi carrera». Yo eso no lo he vivido, afortunadamente, pero muchas de mis amigas sí, tanto matemáticas como no matemáticas. Yo creo que un ambiente inclusivo es saludable porque estás potenciando a la persona y le estás diciendo que puede hacer lo que quiera. Y eso es sano.

P. Hay un discurso que argumenta que si ahora en la carrera de Medicina hay un 65% de mujeres y un 35% de hombres, nadie exige despertar más vocaciones de los hombres hacia la Medicina.

R. Sigue habiendo un poco de techo de cristal, por muchas mujeres que entren en el campo de la medicina. Las estructuras de poder están en los hombres, así que sobra el comentario de que es igual de malo que se incline la balanza de un lado que del otro, porque no se inclina del otro todavía. Cuando se incline, hablaremos. Y yo hablaré encantada, pero es que de momento no se inclina. Lo que hay que hacer, para mi gusto, es, si la balanza se inclina muy hacia uno de los lados, empujar todo lo que podamos del otro. Y, si nos pasamos, ya hablaremos, pero de momento hay que empujar con todas nuestras fuerzas.

«Claro que faltan figuras femeninas de referencia en los medios de comunicación»

P. ¿Cuántas mujeres investigadoras hay en el ICMAT?

R. Yo hice un conteo en la web el día del 8 de marzo y me salió un 12%.

P. ¿Cuando usted hizo la carrera cuántas mujeres eran?

R. Como hice el doble grado tenía dos comunidades de personas. En física éramos aproximadamente un 20%. En matemáticas, aproximadamente un 50%. Yo estudié en la Universidad de Bristol, en Inglaterra, pero eso también se observa aquí en España. En las carreras de físicas hay una gran mayoría de hombres y en las de matemáticas hay más o menos mitad y mitad. En el salto al máster, olvídate. Muchas mujeres se van. ¿Y eso por qué es? Yo no soy socióloga ni soy experta en el área, pero por lo que se lee las mujeres valoran mucho la estabilidad y dudan más de sus propias capacidades. La investigación no te da ni estabilidad ni razón para confiarte. Entonces, eso tira a muchas mujeres a por salidas laborales fuera de la investigación. Por eso no continúan y por eso aquí no hay muchas.

P. ¿Faltan figuras femeninas de referencia en los medios de comunicación?

R. Claro que faltan, y esa es una buena manera de hacer ver que el talento está. Lo que hay que hacer, yo creo, es dar visibilidad al buen trabajo que ya hacen algunas mujeres en las matemáticas.

P. Solo una mujer ha ganado la medalla Fields desde su creación en 1936 y ninguna ha ganado en los premios Abel, instaurados en 2003. ¿Esto es explicable por la ausencia histórica de mujeres en las matemáticas o se ha ignorado a mujeres merecedoras?

R. Primero, claro, ha habido ausencia de mujeres en matemáticas. Y no se valoraba el trabajo de las pocas que había, con lo cual, complicado. Así nadie gana nada. Ha habido ausencia de mujeres que supieran leer y escribir, lo primero; estudiando matemáticas, lo segundo; e investigando matemáticas, lo tercero. Entonces, claro, pocas papeletas hay para que ganen las mujeres los premios.

Fuente; https://elpais.com/elpais/2018/05/16/ciencia/1526472491_554764.html?rel=mas

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