Educar desde la infancia para que no existan más manadas

Por: Adrián Cordellat

Es fundamental acabar con el papel dominante y agresivo de los hombres y el cariñoso de las mujeres. Un pensamiento que es cultivo de la desigualdad

La reacción social y mayoritaria al caso, el juicio y la sentencia de La Manada demuestran que algo está cambiando en España. Muy poco a poco, es cierto, porque este caso no deja de ser la punta del iceberg en un país en el que se viola a una mujer cada ocho horas y en el que la mitad de la población está expuesta de forma sistemática a discriminación, violencia psicológica, física y sexual por una simple cuestión de género. “El feminismo es una historia de logros y éxitos y no podemos obviar que son muchos los avances conseguidos en materia de igualdad entre mujeres y hombres, pero a pesar de todo, cada día nos encontramos ante situaciones y sucesos que nos obligan a reflexionar y cuestionarnos sobre la forma en la que abordamos la construcción de la feminidad y sobre todo la de la masculinidad”, reflexiona María García Sánchez, directora de Programas de la Confederación Nacional de Mujeres en Igualdad.

Pese a esos acontecimientos y sucesos, “y a pesar de lo que queda pendiente”, para la portavoz estamos “en el camino correcto”. Una percepción que en su opinión corrobora “la respuesta social” ante hechos como la sentencia de La Manada, que ha supuesto “un punto de inflexión”. No obstante, García Sánchez considera que como sociedad hemos asumido el mensaje, pero seguimos sin aceptar el contenido: “Hemos aprendido el vocabulario, pero no hemos interiorizado el sentido y el sentir de cada palabra, normalizamos la violencia, la invisibilizamos y culpabilizamos a las víctimas. Toleramos espacios, gestos y contenidos que no hacen más que perpetuar la violencia y la desigualdad y la legitiman, con la impunidad que eso conlleva”.

Su opinión la corrobora Iria Marañón, editora y autora de Educar en feminismo (Plataforma Editorial), que considera que, aunque es cierto que en algunos sectores hay más sensibilidad con el tema de la igualdad de género, por regla general, en la sociedad todavía no ha cambiado nada: “Las familias, las escuelas, los referentes culturales y educativos perpetúan los mismos estereotipos y no castigan los comportamientos sexistas. Por eso las niñas y los niños siguen creciendo con la idea de que ocupan lugares diferentes en la sociedad. Hasta que no haya coeducación en las escuelas y la ciudadanía no sea realmente consciente del problema, seguiremos educando de forma machista”.

Y en ese escenario de educación machista seguirá reproduciéndose lo que Marañón denomina “la cultura de la violación”, una forma de lo que el sociólogo francés Pierre Bourdieu bautizó como “violencia simbólica”. Es decir, aquella que el dominador ejerce sobre el oprimido sin que este último sea consciente de ello, convirtiéndolo de esta forma en «cómplice de la dominación a la que está sometido». “Las sometidas consideran que su lugar en el mundo es el que es, y ni siquiera son conscientes de las desigualdades ni se plantean levantarse contra el opresor. Esto es así porque vivimos en un sistema patriarcal que lo impregna absolutamente todo. En este sistema, la parte masculina disfruta de unos privilegios que están completamente asentados, entre otros, piensan que el cuerpo de la mujer está a su disposición. Por eso hay hombres que se creen con derecho a tocar a las mujeres, a besarlas, e incluso a acosarlas o a violarlas. No es algo aislado, ocurre con demasiada frecuencia”, argumenta la editora.

El ideal de la coeducación

Podemos partir de la idea equivocada de la que la coeducación, el método educativo que parte del principio de la igualdad y la no discriminación por razón de sexo, es una realidad en una democracia y en un sistema educativo como el español. Al fin y al cabo, en el sistema educativo público no se separa a los estudiantes por su sexo y en apariencia nuestras hijas tienen los mismos derechos que nuestros hijos. Para Elena Simón, profesora de Secundaria, catedrática de Francés y autora, entre otros, de La igualdad también se aprende: cuestión de coeducación (Narcea), esta percepción equivocada “no responde más que a un deseo de que así sea y a la ignorancia del currículo”. Un currículo que, según la formadora experta en Coeducación, “no contiene la obra humana de las mujeres (ni la reproductiva, ni la productiva y creativa)”, prioriza el mundo de lo masculino dominante “de manera que lo femenino y las mujeres casi no son nombradas o lo son de manera despectiva o imprecisa”, y en el que la educación sexual “es inexistente”.

En opinión de Simón, a pesar de los mandatos educativos de varias leyes vigentes respecto a la Igualdad y prevención de la violencia de género, “muy pocas personas en los centros tienen conocimientos sobre Igualdad y Coeducación, y, además, aún no es preceptiva esta enseñanza”. Partiendo de esa base, añade la experta, la Coeducación no solo no estaría generalizada en España (“ni en ningún otro país”), sino que, “apenas iniciada”, se enfrenta continuamente a “resistencias y reacciones que la sacan de en medio argumentando que ya está conseguida o sustituyendo el objetivo de la Igualdad por el de la diversidad. La diversidad es el punto de partida de todo ser humano, la Igualdad hay que construirla, aprenderla y ponerla en práctica. Y, para ello, el sistema educativo es el espacio adecuado”.

¿Podría una verdadera coeducación ayudar a que no haya más manadas?, le preguntamos a Elena Simón, que considera que las manadas solo son la punta del iceberg de la desigualdad y de la violencia. “Si los hombres se siguen divirtiendo desde niños viviendo la vida como una batalla y las mujeres como instrumentos de amor, comprensión, ayuda y servicio, no solo seguirán las manadas que, por cierto, han existido siempre, sino que otros muchos chicos desearán también tener la suya, para triunfar y seguir sintiendo que viven en un mundo que los encumbra por sus hazañas”, reflexiona.

Según Simón, una verdadera coeducación abordaría todas las cuestiones de las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres y podría “elaborar un nuevo modelo de relación equitativa, pacíficamente negociada y saludable”. En el ámbito social, por ejemplo, la coeducación, según la experta, nos permitiría ocuparnos a hombres y mujeres “de cualquier cargo, profesión, tarea u oficio”; en la familia, por su parte, “corresponsabilizarnos de la provisión económica y de los cuidados”; y a nivel relacional, por último, “vernos y tratarnos como diferentes-iguales, intercambiando ayuda, respeto, afecto y placeres de forma recíproca”. Todo esto, sin embargo, habría que enseñarlo. Y aprenderlo. Si no, como cierra la docente, lo que se hace es “reproducir lo que se ve, repetir, guiarse por la inercia sin someterla a crítica y caer en la falsa creencia de que todo esto es natural y que no tiene remedio, que incluso es positivo y conveniente”.

Coeducar desde casa

Aunque pensemos que no, como explica Iria Marañón, seguimos transmitiendo a nuestros hijos muchos estereotipos de género que perpetúan roles machistas. Los educamos a ellos “para que se sientan fuertes, valientes y poderosos, para que piensen que son capaces de conseguir lo que quieren, cuando quieren y cómo lo quieren”. Y a ellas, por el contrario, “para ser sumisas y complacientes, y para ocuparse de las tareas domésticas y reproductivas, una esfera de la sociedad completamente desprestigiada”. Es decir, desde bien pequeños, inconscientemente, les dejamos claro que hay una parte de la población, la masculina, que ejerce el poder; y otra, la femenina, que se somete a ese poder.

Sin embargo, no todo está perdido. “Podemos empezar a crear una sociedad más igualitaria desde que son pequeños”, afirma Marañón. Y ello comienza por poner coto a determinados comportamientos agresivos y sexistas que muchas veces, cuando provienen de niños, aceptamos cuando no, directamente, incitamos o aprobamos entre risas. “Si los niños se relacionan entre ellos de forma violenta o agresiva y ese comportamiento no se corrige, ya tenemos a un adulto que va a usar la violencia para resolver conflictos, incluso con las mujeres, con las que además va a sentir que tiene el poder para hacerlo. Si también se les permite molestar a las niñas, levantarles la falda, tirarles de las coletas o tocarles el culo estamos lanzando un mensaje: que el cuerpo de las niñas y mujeres está a disposición de lo que los niños y hombres quieran hacer con él. Por eso, incluso los hombres que no maltratan ni violan, pueden considerar normales, o no peligrosos, comentarios de grupo en su WhatsApp, o chistes sobre la mujer, porque todo forma parte de lo mismo”, argumenta la autora de Educar en feminismo.

En ese sentido, Iria Marañón destaca la necesidad de enseñar a los niños a respetar a las niñas desde que son pequeños, tanto en sus decisiones y en sus opiniones como en lo que respecta a su espacio físico y verbal. También la importancia de “redefinir la masculinidad” para eliminar el componente de poder que tiene asociado; así como de otras medidas que podemos llevar a cabo desde casa, como proporcionar referentes femeninos diversos, enseñar que los trabajos del hogar y los cuidados corresponden a ambos sexos o fomentar la empatía, la asertividad, la comunicación, la sensibilidad y evitar el narcisismo.

Por último, considera de vital importancia “no consentir las bromas o los juegos que fomenten las desigualdades”, así como educar a los niños para que sepan que debe haber un consentimiento expreso por parte de las chicas a la hora de mantener relaciones sexuales: “Debemos enseñarles que las relaciones sexuales no son la pornografía a la que tienen acceso, debe haber una educación sexual que les explique que el sexo es un momento compartido entre personas, donde es fundamental la afectividad: los besos, las caricias, preocuparse por cómo está la otra persona… Incluso en las relaciones esporádicas de una noche”.

Pequeños grandes gestos todos ellos que son motores de cambio, aunque nos parezca que desde nuestra casa no podemos cambiar el mundo. Ya lo dijo la escritora y activista política norteamericana Hellen Keller, a quien cita María García Sánchez: “No soy la única, pero aun así soy alguien. No puedo hacer todo, pero aun así puedo hacer algo. Y justo porque no puedo hacer todo, no renunciaré a hacer lo que sí puedo”.

Y en ese “puedo”, como concluye la directora de programas de la Confederación Nacional de Mujeres en Igualdad, “está el educar y educarnos en igualdad”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/07/02/mamas_papas/1530531093_178095.html

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Financiar la escuela que segrega por razón de sexo

Por: Pedro Uruñuela

Si en lugar de separar a los chicos y a las chicas, propusiéramos una separación del alumnado en función de su rendimiento o de su origen social o su nacionalidad, pondríamos el grito en el cielo.

La violencia de género es un tema que crea gran preocupación en nuestra sociedad a todos los niveles. Recientemente, y con independencia de la valoración que nos merezca, se ha firmado un pacto entre partidos políticos para hacer frente a este tipo de violencia. Como educadores y educadoras, nos preocupa especialmente su incidencia y presencia en la escuela, así como las formas de abordar su prevención y erradicación. Por eso no acabamos de entender la reciente sentencia del Tribunal Constitucional declarando conforme con los mandatos de la Constitución la “enseñanza diferenciada” que separa a los chicos y a las chicas, reconociendo además su derecho a ser financiada por el Estado.

Son numerosos los estudios que analizan la incidencia de la violencia de género en la adolescencia, de los que sólo podemos recoger algunos datos. Llama la atención, en concreto, los casos de violencia de género en menores de 18 años investigados por la Fiscalía, apenas conocidos: en el año 2016, los casos de violencia de género investigados pasaron de 433 a 543, un 25% más, y los de agresiones y abusos sexuales de 1.081 a 1.271, un 17% de incremento. Todo esto sin contar los casos de ciberacoso, de amenazas y extorsiones sexuales a través de las nuevas tecnologías, exigiendo fotografías y amenazando con su exhibición cuando finalizan la relación. Un modo de violencia de la que muchas chicas no acaban de ser conscientes.

A su vez, es en la etapa de la adolescencia cuando se consolidan y arraigan determinados estereotipos de género, reflejo de las ideas y prejuicios presentes en la sociedad. Estas ideas simplificadas sobre las características y papeles sociales de los hombres y mujeres impregnan el tejido social, se concretan en mitos, valores y creencias, y apenas son visibles dada su normalización y universalización. Es una tarea educativa identificarlos, analizarlos críticamente, mostrar sus consecuencias y trabajar por su sustitución desde otras ideas, valores y creencias basadas en la igualdad hombre y mujer.

Los estereotipos y expectativas sobre los roles de género afectan a la vida afectiva, familiar, laboral, al ocio y a la participación en la vida social o política de cada persona. Los hombres y las mujeres que se alejan del estereotipo se ven obligados a superar la reprobación social. Desde el modelo estereotipado de masculinidad se insta a los chicos a dominar y/o proteger a las mujeres, a no sentir miedo, a ser “malotes”… Y, a la vez, se les insta a las chicas a obedecer, les exige ser sumisas y buenas hijas, buenas esposas, buenas madres, a cuidar del hogar, de las personas dependientes, y se espera de ellas que sean conciliadoras, pacíficas, delicadas y débiles.

De particular interés para la etapa adolescente resulta la aparición de los mitos románticos que dibujan a ambos sexos como complementarios, medias naranjas, seres incompletos que sólo lograrán su plenitud si encuentran “al amor de su vida”. Simultáneamente plantea el antagonismo entre los sexos, con una concepción dual jerarquizada de la realidad, hombres y mujeres no pueden entenderse puesto que son opuestos, son “enemigos” a la vez que dependientes para ser completos, haciéndose así muy difícil el establecimiento de relaciones igualitarias y el desarrollo de una convivencia pacífica. Los estereotipos determinan una desigual distribución de las relaciones de poder, una concepción dual y jerarquizada de la realidad social.

Como respuesta a estas situaciones, muchos pensamos que la educación puede y debe jugar un papel fundamental para la erradicación de actitudes sexistas y la adquisición de las competencias necesarias para mantener una relación de igualdad desde el respeto a la dignidad, la paz positiva y los derechos humanos. Por ello, es necesario situar en primer plano de la institución escolar el desarrollo de una convivencia positiva entre hombres y mujeres y la erradicación de toda forma de violencia de género. El plan de igualdad hombre-mujer, las acciones para la coeducación deben ocupar un lugar destacado en los planes de convivencia y en las acciones educativas diarias de los centros.

Sin embargo, la sentencia del Tribunal Constitucional justifica la legitimidad de la educación diferenciada, que separa a los chicos y a las chicas considerándola conforme y ajustada a la Constitución, reconociendo además su derecho a ser financiada por el Estado. Supone una vuelta atrás, a años y planteamientos que ya creíamos superados, y aporta unos argumentos que no acabamos de comprender.

Sin ser expertos en derecho, nos llama la atención que se apoye en una Convención de la UNESCO del 14/12/1960, relativa a las discriminaciones en la esfera de la enseñanza. Con posterioridad, en el año 1979 se aprobó la Convención sobre eliminación de la discriminación a la mujer, ratificada por España en el año 1984 (BOE de 21 de marzo), que, entre otras disposiciones, recoge las medidas apropiadas que deben poner en marcha los Estados, entre ellas “el estímulo de la educación mixta”, algo que, además de derogar la Convención de 1960, difícilmente casa con la aceptación de la enseñanza diferenciada.

Es lo que señalan los tres votos particulares que ponen de manifiesto que la enseñanza diferenciada vulnera de manera frontal el artículo 27.2 de la Constitución, ya que la segregación por sexo impide “educar a partir de una percepción democrática de los acusados conflictos de género que en nuestra sociedad aún se mantienen”, así como el papel de la escuela “como espacio de excelencia de socialización y convivencia en la igualdad desde la infancia más temprana”. La educación diferenciada “lesiona el ideario educativo constitucional en uno de sus pilares: el de la igualdad”, “vulnera la prohibición constitucional de la discriminación por razón de sexo e identidad sexual” y carece de justificación por “basarse en el tópico de la diferencia de talento y capacidades entre los sexos”. Y es que la educación diferenciada es algo más que una mera opción pedagógica, tal y como nos la presenta la sentencia.

Desde un punto de vista estrictamente educativo, no podemos olvidar el doble papel que juega la organización: es una manera de conseguir los objetivos y, a la vez, es una potente transmisora de determinados valores. ¿Qué valores transmite este modo de organizar de forma separada a los chicos de las chicas? ¿Qué objetivos quiere conseguir con esta forma de organización del alumnado?

Intentar separar a los chicos de las chicas supone ‘querer poner puertas al campo’. Lejos de prejuicios de todo tipo, religiosos o antropológicos, sólo desde la convivencia de ambos sexos es posible superar los graves problemas de violencia de género que afectan a nuestra sociedad. No existen argumentos técnicos que justifiquen la idoneidad de la educación diferenciada y sus argumentos son sólo una burda tapadera para ocultar la realidad.

Dos principios básicos conforman hoy los planteamientos educativos: la inclusión y la igualdad. Si en lugar de separar a los chicos y a las chicas, propusiéramos una separación del alumnado en función de su rendimiento o de su origen social o su nacionalidad, pondríamos el grito en el cielo, denunciando esa situación. ¿Por qué no sucede lo mismo ante la educación segregada? Son muchos los intereses de todo tipo que existen en estos casos, intereses que, lamentablemente, siguen condicionando nuestro sistema educativo.

Desde el punto de vista de la convivencia, consideramos que esta sentencia es un claro paso atrás, que no va a beneficiar el desarrollo de la igualdad entre hombres y mujeres y que, aunque sea inconscientemente, va a contribuir a la permanencia de las actitudes, estereotipos y comportamientos sexistas. Se acata, pero no se comparte. Y nos reafirma en la necesidad de seguir trabajando por conseguir la igualdad real entre hombres y mujeres y la desaparición de la violencia entre ambos sexos. Pero, para ello, es fundamental la coeducación en la escuela a lo largo de todo el proceso de escolarización, enseñando a convivir juntos a chicos y chicas.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/convivenciayeducacionenvalores/2018/05/03/financiar-la-escuela-que-segrega-por-razon-de-sexo/

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Puerto Rico: Rosselló firma ley para la equidad en las escuelas públicas

Estatuto tiene como objetivo principal lograr que desaparezcan los estereotipos y la discriminación en las escuelas

Caribe Insular/Puerto Rico/metro.pr

El gobernador Ricardo Rosselló Nevares convirtió hoy en ley el proyecto del Senado 171, que promueve la equidad en las escuelas públicas.

El proyecto 171, de la autoría de la senadora Zoé Laboy, tiene como objetivo principal lograr que desaparezcan los estereotipos y la discriminación en las escuelas.

También establece la promoción de la equidad entre hombres y mujeres, creando un plan de orientación a la ciudadanía para diseñar estrategias que promuevan la equidad en el proceso educativo y los planteles.

“Es hora de movernos del modelo educativo tradicional a este nuevo modelo que ha sido exitoso en España y Estados Unidos, para promulgar la educación en igualdad de condiciones. Con esta ley cumplimos otro compromiso establecido en el Plan para Puerto Rico”, resaltó el primer ejecutivo.

Además, la medida crea un proyecto piloto en diez escuelas para evaluar el modelo de escuela coeducativa y medir sus resultados.

La aprobación de esta medida cumple con lo establecido en la página 120 del Plan para Puerto Rico.
De acuerdo con el estatuto, el modelo de escuela coeducativa debe integrar la comunidad educativa en un proyecto de reflexión y acción, cuya meta es la equidad entre mujeres y hombres y el rechazo y erradicación de la violencia hacia las mujeres.

“Es lamentable que en pleno siglo XXI no hayamos incluido en la educación pública módulos que enseñen al estudiantado a que estén libres de estereotipos y que cuenten con oportunidades iguales de desarrollo”, añadió Rosselló Nevares.

El primer mandatario sostuvo que “en nuestra administración hemos tomado acción para respetar el derecho de los padres, madres y encargados a inculcar valores a sus hijos e hijas y también promoveremos que se enseñe a nuestros niños y nuestras niñas el deber de respeto hacia los demás”.

“En el pasado firmamos la Ley para las Iglesias-Escuela y hoy cumplimos con otro compromiso programático de nuestra administración. Estamos comprometidos con promover la igualdad en todos los frentes para promover un Puerto Rico inclusivo. Somos el Gobierno de todos y todas”, manifestó el gobernador.

Fuente: https://www.metro.pr/pr/noticias/2017/08/03/firma-ley-la-equidad-las-escuelas-publicas.html

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Qué hacen bien las (minorías) feministas

Por: Elena Simón

¡Cuántos proyectos coeducativos de centro! ¡Cuántos planes de Igualdad! ¡Cuántas experiencias innovadoras respecto a la Coeducación para la Igualdad! ¡Cuánto trabajo en equipos interdisciplinares! ¡Cuánta creatividad productiva! ¡Cuántas producciones de materiales y recursos didácticos escritos, artísticos, audiovisuales, digitales, multimedia!.

Cuando hablamos de la educación escolar, casi siempre lo hacemos para destacar sus carencias o torceduras. En verdad que tiene muchas y que poco a poco se ha ido apartando de los principios democráticos de soberanía e igualdad. También es cierto que para dibujar un panorama alternativo y positivo hay que tener a mano el negativo crítico de la foto, pues sin él, no cabría ni siquiera la posibilidad de transformación.

¿Quién debe introducir estas transformaciones? ¿Las administraciones educativas? ¿El profesorado? ¿Las asociaciones profesionales? ¿Las personas expertas y experimentadas en cuestiones pedagógicas? ¿Alguna que otra persona iluminada? ¿El capitalismo salvaje disfrazado de neoliberalismo condescendiente?

No paramos de hablar de un pacto de estado para la educación y, si no me confundo, en este pacto entran sólo los contenidos curriculares, contenidos que van ganando puestos en el territorio de la competitividad, la excelencia, la búsqueda de la distinción y el apartamiento de áreas del conocimiento relacionadas con la habilidad de pensar, de aprender a aprender, de comunicarse, de analizar sociedades del presente y del pasado, de profundizar en las diversas culturas de los pueblos de este mundo. Por otra parte, los contenidos curriculares se dotan en exceso de materias instrumentales de prestigio (inglés e informática) y materias relacionadas con la cultura de la ganancia y del emprendedurismo, del esfuerzo individual y de la llamada innovación creativa.

Muy acorde con los tiempos y lo que se pretende que salga de la escuela: un pelotón de individuos aislados y anónimos, pugnando por conseguir el mejor lugar, sin bases éticas que lo acerquen a sus semejantes, con despreocupación por lo que ocurra en su planeta, en su país o en su pueblo. Un ser humano gregario y desactivado, que no sufra ni padezca con el mal o dolor ajeno, que no crea sino en la ganancia económica, en la popularidad, la fama o el éxito, que pague altos precios por mercancías dudosamente útiles o de buena calidad, que se disponga a aceptar “lo que hay”, como si no pudiera haber otra cosa.

Así, no tendrá ganas de estudiar. ¿Para qué? No cree que ello le vaya a mejorar como persona, dándole elementos críticos y analíticos con los que desenvolverse y poder aspirar a una vida más digna y más libre. Las matrículas universitarias no solo han descendido significativamente por efectos económicos y subida de tasas. También por el desprestigio del saber a favor del dinero. Por eso muchos chicos tienen como horizonte convertirse en youtubers influencers lo más pronto posible y las chicas también y, además, en bloggeras de moda. Para ello sólo hay que someterse a evaluación continua de su estupidez y a hacer las cuentas de sus seguidores y seguidoras. Es posible que Youtube exija dentro de unos muchos años alguna acreditación, examen de ingreso o titulación ad hoc. Es posible que piense en recoger todo el corpus de conocimientos banales y llamativos, generados en pocos años y pretenda transmitirlos curricularmente, es posible, todo es posible o lo será si en ello se empeñan capitales y voluntades de ganancia.

Pero y, mientras tanto, hay un Caballo de Troya preparando y mejorando siempre sus pertrechos, para irrumpir a la luz del día con un atractivo discurso de igualdad, empatía, respeto, solidaridad, cooperación, reconocimiento, bienestar, paz y salud. Este Caballo de Troya es la Coeducación para la Igualdad, el Feminismo pedagógico, la corresponsabilidad en la obra humana.

Derechos

Soy feminista ¿y tú?

¡Cuántas profesoras de todos los niveles! ¡Cuántos proyectos coeducativos de centro! ¡Cuántos planes de Igualdad! ¡Cuántas experiencias innovadoras respecto a la Coeducación para la Igualdad! ¡Cuánto trabajo en equipos interdisciplinares! ¡Cuánta creatividad productiva! ¡Cuántas producciones de materiales y recursos didácticos escritos, artísticos, audiovisuales, digitales, multimedia! ¡Cuánto tiempo dedicado a la formación! ¡Cuántos espacios tomados!

Delante y detrás de todo ello hay un objetivo certero: conseguir que las visiones del mundo vayan cambiando. Hay un motor evidente: las y los docentes feministas, con formación e implicación. Hay un discurso atractivo, innovador, ético, social y sumamente educativo: mirarnos como iguales y cooperar en la obra humana, sin condicionamientos de género, de sexo, de orientación sexual o de características corporales. Ese discurso es feminista y es el que se pone en práctica muchos días de muchos meses en muchas aulas y en muchos centros educativos. Ha hecho un camino invisible pero encomiable, como el Caballo de Troya, pero, claro, aún es casi exclusivo de minorías y vanguardias que no logran la categoría de influencers a quien mucha gente quiera seguir. Se rechazan porque no es un discurso narcisista, porque es crítico, porque no tiene muchos modelos que ofrecer, porque sus imágenes son escasas, porque no dispone de dineros, tiempos y espacios generosos.

Pero el discurso ¿minoritario? y las prácticas coeducativas de éxito para la paz de género, la salud, la convivencia pactada, la sexualidad satisfactoria y la corresponsabilidad social y familiar es algo que una inmensa cantidad de personas desean para ellas mismas y para sus hijas e hijos.

Esta es la propuesta de las minorías y las vanguardias feministas: insistentes, centinelas, obstinadas, resistentes. Con la acumulación de experiencias y la presión iremos logrando que las leyes se cumplan y que toda personita escolarizada aprenda y aprecie las ventajas de la igualdad.

En otros tiempos pareció imposible que las niñas y los niños fueran juntos a las mismas escuelas y que las chicas siguieran carreras de educación superior.

Fuente noticia: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/06/08/que-hacen-bien-las-minorias-feministas/

Fuente imagen: http://greenxxoo.org/wp-content/uploads/2014/09/Feminism-and-girl-power-symbol.jpg

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