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A nuestros amigos de todo el mundo, desde el centro de la crisis de Covid-19 Dinamopress.

Europa/Italia/18/03/2020/ Autor y fuente: www.dinamopress.it/

Estamos viviendo tiempos difíciles, pero también nos estamos movilizando para no rendirnos y así preparar nuestro próximo ataque. Reflexiones, escenarios y reivindicaciones en medio del brote de Coronavirus

Hace doce días las escuelas y universidades fueron cerradas. Hace nueve días la región de Lombardía se convirtió en una extensa zona roja. Hace ocho días 30 cárceles fueron incendiadas. Hace siete días suspendimos las manifestaciones que iban a ser una ocasión para la huelga de las mujeres. Esa noche toda Italia fue declarada zona roja. Hace cinco días la mayoría de los comercios y actividades económicas cerraron.

Escribimos desde el ojo de la tormenta. Estamos viviendo una época difícil. Pero también nos estamos organizando para no rendirnos y preparar nuestro próximo ataque.

COVID-19 Y LA CONCIENCIA SOCIAL

En unos días se suspendieron las manifestaciones y las asambleas programadas, las reuniones comenzaron a efectuarse sólo en línea y actualmente estamos confinados a nuestras casas. Este virus tiene un rasgo específico, si comparado con otros riesgos que conscientemente, individual o colectivamente, tomamos en nuestra actividad política. Este virus puede convertir a todos en un riesgo para los demás y para la sociedad en general. Como muchos dicen en estos días, el principal riesgo del Covid-19 es que puede llevar al colapso del sistema nacional de salud.

Esto puede ocurrir principalmente por dos razones: el virus se propaga muy rápidamente y también los enfermos asintomáticos son contagiosos; un porcentaje de los casos debe ser tratado en terapia intensiva. Los sistemas de salud no son iguales en todo el mundo, ni en los diferentes países europeos. La proporción entre las camas de los cuidados intensivos y la población tampoco es la misma. Los datos más recientes que encontramos dicen que Francia tiene 12 camas cada 100 mil habitantes, Italia tiene 11 y el Reino Unido tiene 7. Sólo Alemania es una excepción parcial, con 30 camas. Pero Grecia tiene 5.

Lombardía es una de las regiones más ricas de Europa y tiene uno de los mejores sistemas de sanidad. Sin embargo, también fue el primer sitio del brote de la infección. A pesar del aumento de camas en terapia intensiva, lo que los médicos y enfermeras se ven obligados a hacer en estos días es aplicar los criterios de la llamada “medicina del desastre”. Esto significa que no todo el mundo puede ser tratado y la elección debe hacerse considerando criterios basados en la posibilidad de supervivencia.

¿Qué podría suceder en los países que no tienen un sistema de salud pública? ¿Qué podría suceder en Áfria donde el saqueo colonial empobrece a las sociedades? ¿ Y en América del Sur? ¿Qué podría suceder en los Estados Unidos, donde el acceso a la asistencia sanitaria depende del dinero que se tiene en el bolsillo? Nadie lo sabe, pero nos hemos hecho todas estas preguntas durante estos últimos días. Hasta ahora, evitar las típicas conductas individuales y políticas nos parece más una cuestión de conciencia social y menos una cuestión de control social o un estado de excepción impuesto desde arriba.

¿EL FINAL DE LA POLITICA?

Claramente no se entra en el reino de la “Ciencia Sagrada” en sólo un par de días, donde la política de repente ya no importa. La epidemia no es la misma para todos. No es la misma para los detenidos, que iniciaron un gran levantamiento, según las cifras proporcionadas por el Ministro de Justicia se han involucrado alrededor de 6 mil personas (10% de ellos encarcelados) y 30 prisiones en 3 días. Decenas de policías han sido heridos, se han producido daños por valor de unos 500 millones, decenas de presos han escapado (aunque sólo 6 siguen en libertad) y 13 de ellos (la mayoría africanos) han muerto. La autoridad dice que todos ellos murieron a causa de una sobredosis de drogas, que fueron robadas de las enfermerías de las cárceles. Ya veremos.

Las cárceles y los centros de detención para migrantes no son un lugar seguro, en particular durante una epidemia. Pero tampoco son lugares seguros para muchas mujeres las casas. La epidemia en China dio lugar a un aumento de la violencia doméstica y en todo el mundo las casas y las relaciones familiares son los principales sitios donde se producen los feminicidios y los abusos. Por esta razón, el movimiento feminista está discutiendo cómo organizar la autodefensa de las mujeres que durante la cuarentena están expuestas a un riesgo mucho más alto de violencia doméstica. Por supuesto, otro gran problema es el de las personas sin hogar, que son alrededor de 40 o 50 mil en Italia, las cuales no tienen un lugar donde quedarse y tampoco pueden encontrar refugio. Estas personas están haciendo frente a enormes problemas debido al cierre de muchos servicios sociales y de atención.

Mientras las redes sociales, los medios de comunicación y los políticos invitaban a la población a quedarse en casa mediante hashtags, declaraciones y decretos, el sindicato de empresarios y propietarios de industrias y empresas ha estado presionando para que los trabajadores sigan trabajando. Esto es lo que la Confidustria (Confederación General de la Industria Italiana) pidió hasta el día antes de que el último decreto del Primer Ministro entrara en vigor y es lo que sigue ocurriendo en muchos lugares de trabajo. Aquí la clase obrera tradicional de las fábricas y la nueva clase obrera empleada en la logística se rebelaron inmediatamente, con huelgas espontáneas deteniendo la producción y la distribución de mercancías. “¿Por qué todo el mundo debe quedarse en casa mientras nosotros tenemos que trabajar?”, “¿Qué garantías tenemos contra el contagio?”, “¿Qué medios para evitar el contagio y respetar las órdenes médicas nos proporcionará?”, estas son algunas de las principales preguntas que los trabajadores están haciendo en estas horas a los propietarios y al gobierno.

Hasta ahora, parece que la epidemia y la situación de emergencia en la que vivimos están lejos de eliminar la política de la vida social. No es el reino de la ciencia o de los policías. Es, de hecho, también el espacio en el que una idea muy radical puede convertirse en sentido común. No es posible saber cuál será el próximo paso y cómo la emergencia transformará las normas del orden social y político. Pero estamos seguros de que este cambio tendrá lugar y que hay un gran espacio para la política, también en condiciones en las que todavía no es posible salir a la calle, reunirse y protestar.

LO QUE ESTAMOS HACIENDO

Como trabajadores precarios, autónomos, freelance, estudiantes, desempleados, migrantes y toda la composición social que no puede beneficiarse de los amortiguadores sociales tradicionales, tenemos una única y clara reivindicación: una renta básicade cuarentena para todos. Estamos organizando una campaña para reforzar esta reivindicación a nivel nacional. Mientras no trabajemos o no nos paguen, todavía tenemos que pagar los alquileres, las facturas, los préstamos y los bienes. Pensamos que esta reivindicación debería unir las diferentes figuras del mercado laboral fragmentado y la diferenciada composición de clase, además debería ser el primer paso para establecer una norma social universal que deberá mantenerse también después del fin de la epidemia.

Pensamos que esto tendría que reivindicarse por lo menos a nivel europeo, que el 1% debe pagar por ello y en general pagar el coste de la epidemia. Impongamos un impuesto a los gigantes de la web, a los súper ricos, a los propietarios, y hagámosles pagar. Necesitamos impuestos sobre las transacciones financieras y sobre los grandes ingresos. También reclamamos: la inmediata requisa de todas las clínicas y hospitales privados; la distribución gratuita de productos básicos; el cese del pago de facturas y alquileres. Los pobres y los débiles no deben pagar por la epidemia.

Hay que aprovechar de esta situación de emergencia, para recordar quién condujo nuestro sistema de salud a este punto por los cortes y las privaciones. Durante esta cuarentena, hay que luchar por un futuro mejor, sentando las bases de nuevas y más fuertes formas y redes de organización política. Al menos a nivel europeo y contra las instituciones financieras europeas que durante estos años han empobrecido nuestras sociedades, en el marco del neoliberalismo y de la austeridad.

Traduzione di Petra Zaccone per dinamopress

Fuente: http://lobosuelto.com/coronavirus-amigos-dinamopress/

Fuente principal e imagen: https://www.dinamopress.it/news/to-our-friends-all-over-the-world-from-the-eye-of-covid-19-storm/

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Desigualdades: el problema son los millonarios

Por:  Juan J. Paz y Miño Cepeda

En los últimos años se ha despertado en el mundo una preocupación creciente sobre las desigualdades sociales, en su más amplia consideración, pues no solo se incluye la desigualdad en cuanto al reparto de la riqueza, sino también otras formas de ésta en la vida contemporánea. Pero, sin duda, las desigualdades económicas son las que golpean, con una fuerza impactante, a millones de seres humanos.

En el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza), realizado del pasado 21 al 24 de enero (2020), la élite de negocios que normalmente asiste recibió un comunicado del grupo “Millonaires against pitchforks” (https://bit.ly/2SgaHj6) [1] dirigido “A nuestros compañeros millonarios y multimillonarios de todo el mundo”, en el que se afirma lo siguiente: “La desigualdad extrema y desestabilizadora está creciendo en todo el mundo. Hoy en día, hay más multimillonarios en la tierra que nunca antes, y controlan más riqueza de la que tienen. Mientras tanto, los ingresos de la mitad más pobre de la humanidad permanecen prácticamente sin cambios”.

El grupo concluye: “Por esa razón, les instamos [a los Estados] a avanzar ahora, antes de que sea demasiado tarde, para exigir impuestos más altos y más justos a millonarios y multimillonarios dentro de sus propios países y ayudar a prevenir la evasión y elusión de impuestos individuales y corporativos a través de los esfuerzos de reforma fiscal internacional”.

Al mismo tiempo, el 20 de enero, Oxfam publicó su informe “Tiempo para el cuidado” (https://bit.ly/37WRDgA), que incluye una serie de datos que deberían escandalizar a todo el planeta: en 2019, los 2.153 mil millonarios que hay en el mundo poseían más riqueza que 4.600 millones de personas; los 22 hombres más ricos del mundo poseen más riqueza que todas las mujeres de África; el 1% más rico de la población posee más del doble de riqueza que 6.900 millones de personas; y “si una persona hubiese ahorrado 10.000 dólares diarios desde el momento en que se construyeron las pirámides de Egipto, ahora poseería tan solo una quinta parte del promedio de la fortuna de los cinco millonarios más ricos del mundo”. De modo que el incremento de tan solo el 0.5% adicional en el tipo de impuesto que grava el patrimonio del 1% más rico de la población, permitiría recaudar los fondos necesarios para invertir en la creación de 117 millones de puestos de trabajo, sostiene Oxfam.

Poco tiempo atrás (diciembre, 2019), el PNUD igualmente entregó su informe sobre desarrollo humano titulado “Más allá del ingreso, más allá de los promedios, más allá del presente: desigualdades del desarrollo humano en el siglo XXI” (https://bit.ly/2GYNmx4), en el cual se resalta la situación de injusticia en América Latina, con desigualdades que se remontan a la época colonial. Y, en un hecho sin precedentes, hasta la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, en su artículo “Reducir la desigualdad para generar oportunidades” (https://bit.ly/2OsveQm), llega a una conclusión inesperada:

“Para abordar la desigualdad es necesario replantear el problema. Antes que  todo, en lo que se refiere a políticas fiscales y tributación progresiva./ La progresividad de los impuestos es un aspecto fundamental de una política fiscal eficaz. Nuestras investigaciones muestran que en el segmento superior de la distribución del ingreso es posible elevar las tasas marginales de impuesto sin sacrificar el crecimiento económico”.

Pero esta afirmación no pasa de las simples palabras, porque contradice los condicionamientos que el FMI impone en América Latina, a tal punto que la Carta de Intención suscrita por el gobierno de Lenín Moreno en Ecuador, señala textualmente: “La reforma tributaria tendrá como objetivo mejorar la movilización de ingresos, aumentar la eficiencia, la simplicidad y la equidad, pasando de los impuestos directos a los indirectos…”, lo cual parece una burla y, además, contradice a la Constitución de 2008.

La situación de América Latina y el Caribe, que es la región más inequitativa del mundo por los términos que ha adquirido la concentración de la riqueza, también ha sido estudiada de modo particular y sistemático por la CEPAL. En 2018 la institución presentó en La Habana uno de sus últimos estudios sobre el tema, titulado La ineficiencia de la desigualdad (https://bit.ly/2RWp3q2), aunque antes publicó varios trabajos y también otros después. De acuerdo con datos de la entidad, en la región el 20% de la población concentra el 83% de la riqueza; mientras el número de multimillonarios pasó de 27 a 104 desde el año 2000; y en 2019, son 66 millones de personas (10.7% de la población) las que viven en extrema pobreza.

En el mismo Foro de Davos, al que me he referido, la Secretaria Ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, ha insistido en que “La desigualdad es la causa estructural del malestar social en la región. Por ello, necesitamos avanzar de la cultura de los privilegios a la cultura de igualdad y la inclusión social”; y añade: “Las protestas en la región tienen un hilo común que es la desigualdad y pueden convertirse en una oportunidad para el cambio social” (https://bit.ly/31oDbLE).

En el reciente XV Foro de Análisis de la Economía Latinoamericana, que se realizó en Madrid pocos días atrás, Bárcena ha remarcado que se requiere “una política fiscal activa con medidas que impulsen el crecimiento con inclusión, además de una estrategia para garantizar la sostenibilidad fiscal en el mediano plazo y un nuevo pacto social que incorpore una nueva generación de políticas y que impulse una nueva ecuación entre el Estado, el mercado y la sociedad, que permita avanzar en la construcción de nuevos consensos” (https://bit.ly/398QQsZ).

Desde luego, las desigualdades tienen un origen histórico, aunque los millonarios del mundo y más aún los de América Latina (y peor aún los de Ecuador) piensen que su riqueza es fruto de sus emprendimientos y sus trabajos. Precisamente la historia económica y la economía política han demostrado, en forma contundente e irrebatible desde el siglo XIX, que la riqueza es, finalmente, apropiación de valor socialmente generado.

En tal virtud, la riqueza tiene que ser redistribuida e incluso cabe pensar que mundialmente es preciso ponerle límites, porque no deben existir millonarios ni multimillonarios. En mucho, la redistribución se logra con instrumentos modernos como los impuestos directos, que en América Latina tienen que ser reforzados, ampliados y cobrados a elites económicas que no solo los evaden, sino que esconden sus recursos en paraísos fiscales.

En nuestra época, como en el pasado, hay múltiples argumentos ideológicos para justificar las desigualdades y la riqueza. Y el reciente libro de Thomas Piketty, Capital e ideología (2019) precisamente retoma esa demostración. Ya contamos con la voluminosa obra (1.247 páginas) traducida al español.

En esencia, Piketty da continuidad a su famosa obra El capital en el siglo XXI (2013), pero examina, en su nuevo libro, cómo la ideología y la política han servido de fundamento para las desigualdades, desde sociedades antiguas. No es la lucha de clases, ni la economía, sostiene el autor, sino las ideas sostenidas en la época las que originan y mantienen las desigualdades. Y en su demostración utiliza una impresionante gama de fuentes y recursos.

Esta conclusión suya tiene especial relevancia para América Latina. Porque en los tiempos conservadores en que se encuentra la mayor parte de la región, el tema de las desigualdades económicas, la concentración de la riqueza y la necesidad de incrementar los impuestos directos, ha desaparecido inmediatamente con los gobiernos de derecha y ultraderecha, interesados en contentar al capital, a través de afirmar, a toda costa -también arrasando con la democracia y los derechos sociales-, el camino neoliberal y empresarial que les inspira, incluso con la compañía del FMI, como ahora ocurre en Ecuador.

El lenguaje económico en la ideología conservadora y neoliberal se interesa por los emprendimientos, las inversiones, las ganancias, la competitividad en los mercados, los tratados de libre comercio, las alianzas geoestratégicas con el capital transnacional, etc. Además, riqueza y pobreza son, bajo esa visión, fenómenos naturales, debidos a decisiones de vida individuales.

Las consignas, que igualmente se generan, abogan por el retiro del Estado y las privatizaciones, cuestionan el sistema tributario directo y argumentan la flexibilidad laboral y el recorte de derechos sociales. Es la “nueva” ideología del siglo XXI latinoamericano que, si se examina históricamente, tiene más vejez de lo que a veces se imagina.

Precisamente, contra esa ideología, corresponde librar la batalla por las ideas, a fin de fortalecer la conciencia social por el cambio, la construcción de una nueva sociedad, y el retorno del valor socialmente creado a sus legítimos dueños: los trabajadores de todas las esferas económicas en su conjunto, de cuyo esfuerzo siguen apropiándose los millonarios.

Referencias bibliográficas

[1] Millonarios contra rastrillos

Fuente e imagen: https://firmas.prensa-latina.cu/index.php?opcion=ver-article&cat=P&authorID=129&articleID=2807&SEO=paz-y-mino-cepeda-juan-jose-desigualdades-el-problema-son-los-millonarios

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«Mindfulness»: la nueva espiritualidad capitalista

Por: Ronald Purser

La práctica de meditación conocida como mindfulness es la nueva espiritualidad capitalista. Fetichiza el presente, favorece el «momentismo», fomenta el olvido de la memoria histórica y apunta contra la imaginación utópica. Una nueva espiritualidad a la medida del mercado. Una nueva espiritualidad a imagen y semejanza de McDonald’s.

Según sus patrocinadores, estamos en medio de una «revolución de la conciencia». Jon Kabat-Zinn, recientemente apodado el «padre del mindfulness», llega a proclamar que estamos al borde de un renacimiento global, y que el mindfulness «puede ser realmente la única esperanza que la especie y el planeta tienen para sobrevivir los próximos doscientos años».

¿En serio? ¿Una revolución? ¿Un renacimiento global? ¿Qué es exactamente lo que ha sido volcado o transformado radicalmente para obtener un estatus tan grandioso?

La última vez que vi las noticias, Wall Street y las corporaciones seguían haciendo negocios como de costumbre, los intereses especiales y la corrupción política seguían sin control, y las escuelas públicas seguían sufriendo de falta de fondos y negligencia masiva. La concentración de la riqueza y la desigualdad se encuentra ahora en niveles sin precedentes. El encarcelamiento masivo y el hacinamiento en las cárceles se han convertido en una nueva plaga social, mientras que los disparos indiscriminados de la policía contra los afroamericanos y la demonización de los pobres siguen siendo moneda corriente. El imperialismo militarista de Estados Unidos continúa extendiéndose, y los desastres inminentes del calentamiento global ya se están mostrando de manera más evidente.

En este contexto, la arrogancia y la ingenuidad política de las porristas de la «revolución» consciente es asombrosa. Parecen tan enamorados de hacer el bien y de salvar al mundo que estos verdaderos creyentes, no importa cuán sinceros sean, sufren de una enorme ceguera. Parecen no tener en cuenta el hecho de que, con demasiada frecuencia, la atención se ha reducido a una técnica de autoayuda mercantil e instrumental que, sin saberlo, refuerza los imperativos neoliberales.

Para Kabat-Zinn y sus seguidores, los culpables de los problemas de una sociedad disfuncional son los individuos descerebrados y inadaptados, y no los marcos políticos y económicos en los que se ven obligados a actuar. Al transferir la carga de la responsabilidad de la gestión de su propio bienestar a los individuos, y al privatizar y patologizar el estrés, el orden neoliberal ha sido una bendición para la industria del mindfulness, que ahora se cotiza en 1.100 millones de dólares.

El mindfulness ha surgido como una nueva religión del «yo», libre de las cargas de la esfera pública. La revolución que proclama no ocurre en las calles o a través de la lucha colectiva y las protestas políticas o las manifestaciones no violentas, sino en las cabezas de individuos atomizados. Un mensaje recurrente es que el hecho de que no prestemos atención al momento presente -que nos perdamos en reflexiones mentales y en vagar por la mente- es la causa subyacente de nuestra insatisfacción y angustia.

Kabat-Zinn lleva esto un paso más allá. Afirma que nuestra «sociedad entera está sufriendo de un desorden de atención generalizado». Aparentemente, el estrés y el sufrimiento social no son el resultado de desigualdades masivas, prácticas empresariales nefastas o corrupción política, sino de una crisis dentro de nuestras cabezas, lo que él llama una «enfermedad del pensamiento».

En otras palabras, el capitalismo en sí mismo no es intrínsecamente problemático; más bien, el problema es la incapacidad de los individuos para ser conscientes y resistentes en una economía precaria e incierta. Y no es de extrañar que los mercaderes atentos tengan justo los bienes que necesitamos para ser capitalistas atentos y contentos.

El mindfulness, la psicología positiva, y la industria de la felicidad comparten un núcleo común en términos de despolitización del estrés. La ubicuidad de la retórica individualista del estrés -con su mensaje cultural subyacente de que el estrés es un hecho- debería hacernos sospechar. Como señala Mark Fisher en su libro Realismo capitalista, la privatización del estrés ha llevado a una «destrucción casi total del concepto de lo público».

El estrés, nos dicen los apologistas del mindfulness, es una influencia nociva que destroza nuestras mentes y cuerpos, y depende de nosotros como individuos el «estar atentos» y «ser conscientes». Es una proposición seductora que tiene potentes efectos de verdad. En primer lugar, estamos condicionados a aceptar el hecho de que hay una epidemia de estrés y que es simplemente una fatalidad de la era moderna.

Segundo, como el estrés es supuestamente omnipresente, es nuestra responsabilidad como sujetos estresados manejarlo, controlarlo y adaptarlo consciente y vigilantemente a los esclavos de una economía capitalista. La atención se centra en esta vulnerabilidad y, al menos en la superficie, aparece como una técnica benigna para el auto-empoderamiento.

Pero en su libro «Una nación bajo estrés»: El problema del Estrés como Concepto, Dana Becker señala que el concepto de estrés oscurece y oculta «los problemas sociales al individualizarlos de manera que perjudican más a aquellos que tienen menos que ganar con el status quo». De hecho, Becker ha acuñado el término estresismo para describir «la creencia actual de que las tensiones de la vida contemporánea son principalmente problemas del estilo de vida individual que deben resolverse mediante el control del estrés, en oposición a la creencia de que estas tensiones están vinculadas a las fuerzas sociales y necesitan resolverse principalmente mediante medios sociales y políticos».

Al ingerir de manera acrítica las premisas culturales del estresismo, el movimiento del mindfulness se ha promovido a sí mismo como un remedio científico. Pero el foco sigue estando puesto en el individuo que espera que sane la llamada «enfermedad del pensamiento» de la civilización moderna. Se nos dice que, al practicar el mindfulness, podemos cambiar hábilmente nuestro frenético «modo de hacer» a un «modo de ser» más armonioso, aprendiendo a soltar y a fluir en situaciones estresantes.

El mindfulness es la nueva inmunización, una vacuna mental que supuestamente puede ayudarnos a prosperar en medio del estrés de la vida moderna. Depende de nosotros convertirnos en lo que Tim Newton ha llamado individuos «en forma contra el estrés». El mindfulness se comercializa a menudo como una forma de mejorar nuestra productividad, una técnica útil para desarrollar la aptitud mental necesaria para que podamos convertirnos en trabajadores más productivos y eficaces. No es coincidencia que el lema de la aplicación de meditación más exitosa de mindfulness, Headspace, sea «una membresía de gimnasio para la mente».

La máxima de este movimiento es ‘vivir el presente’. Para los devotos conscientes, el cambio social y político depende de la fantasía de convertir a las masas distraídas para que sigan este consejo y vivan ‘conscientes’. El fetiche del presente auspiciado por el mindfulness es una práctica que cultiva la amnesia social, fomentando el olvido colectivo de la memoria histórica y, al mismo tiempo, excluyendo eficazmente la imaginación utópica.

Este momentismo actual aparece, al menos en la superficie, como un solvente terapéutico para todos nuestros problemas, haciendo más soportable nuestra situación actual. Pero esta capacidad de soportar el status quo equivale a un retiro permanente al refugio psíquico contra bombardeos de ahora, una especie de enterrar la cabeza en la arena, que actúa como un paliativo desinfectado para los sujetos neoliberales que han perdido la esperanza al pensar alternativas al capitalismo.

El movimiento mindfulness opera en resonancia con lo que Eric Cazdynen su libro, The Already Dead: The New Time of Politics, Culture and Illness, caracteriza como «la nueva crónica». Cazdyn explica que la nueva crónica «extiende el presente hacia el futuro, enterrando en el proceso la fuerza de lo terminal, haciendo que parezca que el presente nunca terminará». Solo tienes que estar en el momento presente y todo estará bien. Viviendo conscientemente, podemos continuar nuestras vidas aplazando, evadiendo y reprimiendo cualquier crisis en curso.

La falsa revolución de la conciencia proporciona una forma de enfrentar sin cesar los problemas del capitalismo refugiándose en la fragilidad del momento presente; la nueva crónica nos deja conscientes de mantener el statu quo. Se trata de un optimismo cruel que anima a conformarse con una pasividad política resignada. El mindfulness se convierte entonces en una forma de manejar, naturalizar y perdurar los sistemas tóxicos, en lugar de convertir el cambio personal en un cuestionamiento crítico de las condiciones históricas, culturales y políticas que son responsables del sufrimiento social.

Pero nada de esto significa que la conciencia debe ser prohibida, o que cualquiera que la encuentre útil sea engañado. Hay formas emergentes de conciencia social y cívica que evitan esta trampa. Estos métodos se están liberando del enfoque biomédico en la patología individual al integrar el activismo por la justicia social con la investigación contemplativa, cultivando el pensamiento crítico en lugar de la separación sin prejuicios.

Los innovadores en este campo están reescribiendo los planes de estudio de mindfulness mediante el empleo de pedagogías críticas y anti opresivas. Por ejemplo, Beth Berila ha desarrollado métodos de atención plena que ayudan a los practicantes a descubrir cómo han interiorizado la opresión, así como formas de desmantelar y desaprender el privilegio. Mushim Patricia Ikeda, junto con los maestros del Centro de Meditación de East Bay, ha desarrollado numerosos programas que conectan las preocupaciones por la justicia social con las enseñanzas budistas sobre la interdependencia, a fin de fomentar la solidaridad y el activismo comprometido con la causa. Y la Red de Mindfulness y Cambio Social del Reino Unido está experimentando con prácticas de mindfulness que abordan cuestiones sociales, políticas y ambientales.

Cuando reconocemos que el descontento, la ansiedad y el estrés no son solo culpa nuestra, sino que están relacionados con causas estructurales, la atención se convierte en combustible para encender la resistencia.

Este artículo es producto de la alianza entre Nueva Sociedad y Democracia Abierta. 

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México: SAT y SEP firman convenio para inculcar cultura tributaria a los niños

América del Norte/ México/ 26.11.2019/ Fuente: www.elcontribuyente.mx.

La jefa del SAT, Margarita Ríos-Farjat, dijo que es importante desarrollar una conciencia social sobre la importancia de cumplir de forma obligatoria y oportuna con las obligaciones fiscales.

El día de hoy el Servicio de Administración Tributaria (SAT) publicó un comunicado en el que informó de la firma de un convenio con la Secretaría de Educación Pública (SEP).

El objetivo es realizar acciones conjuntas para promover la cultura tributaria mediante la elaboración de materiales didácticos y contenidos de difusión para escuelas, programas de televisión, radio y programas digitales de la SEP.

El comunicado de prensa del SAT dice que se espera desarrollar una conciencia social sobre la importancia de cumplir de forma obligatoria y oportuna con las obligaciones fiscales. Se planea hacer esto con los niños, jóvenes y adultos de los diferentes niveles educativos.

En el evento en que se firmó el documento, la jefa del SAT, Margarita Ríos-Farjat, resaltó la importancia de que los ciudadanos conozcan la utilidad y beneficios que trae consigo la actividad recaudatoria del SAT.

También dijo que con el acuerdo se busca generar una cultura tributaria para que los contribuyentes participen de manera responsable, justa y amable.

El secretario de la SEP, Esteban Moctezuma Barragán, dijo que es importante enseñar a los niños pequeños los valores de la contribución, “que no viven solos sino en grupo, en una sociedad”.

También señaló que en la Nueva Escuela Mexicana se espera formar personas que contribuyan al bienestar de la comunidad, conscientes de que su felicidad también depende de vivir en una sociedad armónica, en cuya construcción tienen que contribuir.

El secretario dijo que es importante educar a los niños para que sepan cuáles son sus derechos, pero que también es importante que conozcan sus obligaciones, las cuales “son socialmente pactadas y no impuestas”.

 

Fuente de la noticia: https://www.elcontribuyente.mx/2019/11/sat-y-sep-firman-convenio-para-inculcar-cultura-tributaria-a-los-ninos/

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Necesitamos un nuevo pensamiento para salvar el planeta

Por: Javier del Arco

El futuro pasa por un mundo asentado en raíces biofilosóficas

Solamente en un mundo asentado en raíces biofilosóficas, la Tierra tiene aún una oportunidad de salir adelante, porque en el Homo Sapiens, absolutamente todos sus hechos, tienen naturaleza biológica. Una contribución para el Club Nuevo Mundo.

Pensar y repensar la ciencia es el oficio del epistemólogo. El Club Nuevo Mundo nos invita de manera expresa a contribuir en la medida que cada uno pueda a intentar salvar este deteriorado planeta que es nuestra casa: la Tierra, Gea o Gaia, como prefieran llamarla. Yo creo que si el deterioro de la Tierra comenzó por un mal uso de la tecnociencia por el leño torcido de la humanidad, ha de ser la vara derecha de la misma la que, uniendo una estrategia de tecnociencia e inteligencia emocional, contribuya a su salvación.

La codicia, eje maligno de nuestro mundo

En los últimos tiempos, el neoliberalismo codicioso y criminal ahora en manos de locos, visionarios y desaprensivos, ha roto todas las barreras desmarcándose del Acuerdo de Paris alcanzado en diciembre de 2015. Rememorando de alguna manera una idea de Ortega, digamos que los jabalíes han encontrado un payaso propio para hacer el trabajo sucio y visible.

En las entrañas del turbocapitalismo, se adivina una añoranza soterrada y muy oculta por el régimen puramente esclavista propio la edad moderna que los grandes países aplicaban en sus colonias. Si la realidad está por encima de la idea y dicha realidad es la única verdad tangible, de nada sirven las palabras y las instituciones de opereta que representan bonitas ideas que no se materializan. De nada sirve -y me refugio de nuevo en Ortega- el bello clamor y la trova servil de los tenores que ocultan la tragedia de la Tierra y sus pobres -en el sentido literal- habitantes.

Así está la cosa.

Una primera reacción por la vía de la ética

Cierto es que ya hay una serie de agravios a nuestra Gaia que son irreversibles. No voy a detallar estos agravios, traspasados ya los abusos, porque muchos lo han hecho con mucha más autoridad que yo.

Pero ante el abismo que se abre a nuestros pies, todavía hay un margen para pensar qué se puede hacer.

A comienzos de la década de los setenta se abrió una potente vía teórica sustentada en la ética -todavía entonces una disciplina respetada- para concienciar y actuar, si hubiese oportunidad para ello. Se desaprovechó la oportunidad porque estaba formulada desde la perspectiva de una ética fuerte. Me refiero al “Principio de responsabilidad” enunciado por el filósofo alemán Hans Jonas en 1973. Pese a que esa vía ha quedado abandonada al decaer la ética e irse ésta debilitando hasta licuarse, he creído conveniente traerlo a colación como argumento histórico en la defensa de la Tierra y como punto de partida para unas reflexiones más profundas sobre esta cuestión fundamental.

El Principio de Responsabilidad

Hans Jonas, y en eso acierta de pleno, fija como punto de partida que el  humano es el único ser conocido en la Tierra que tiene responsabilidad.

Ciertamente, solamente los humanos pueden escoger de manera consciente y libre entre diversas posibilidades de actuar ante algo y esa elección siempre tiene consecuencias. La responsabilidad pues, es una consecuencia de la libertad. Libertad. Aquí ya podrían ponerse los primeros reparos. Uno sería de orden neurocientífico (1) y otros de orden práctico, ya que el humano es un ser totalmente mediatizado por sus circunstancias (sean estas las que fueren) de manera que el “yo” está indisolublemente unido a su circunstancia. Además, como señala el Prof. Rubia Vila, el propio “yo” “es una ilusión que aísla al sujeto de su entorno, haciéndole creer que tiene una autonomía que no es real” (2). Esas dos objeciones ponen ya en entredicho la universalidad de la responsabilidad.

Hecha la salvedad de la conciencia de esas deficiencias y que toda filosofía ha devenido en biofilosofía (3), estimamos conviene iniciar esta serie de reflexiones sobre nuestro presente y futuro del planeta, por los pioneros en comprender su vulnerabilidad. El más significativo fue Hans Jonas.

La ética de Jonas es deontológica, es decir, formula imperativos. El imperativo que  plantea se suscitó al observar e interiorizar reflexivamente los efectos que la técnica, la mecanización y otros factores suponían de amenaza para la vida sobre la Tierra y del planeta en su conjunto.

Para Jonas, la responsabilidad moral del humano se origina [en los pocos que se origina] por la toma de conciencia personal del riesgo que pende sobre los seres vivos y la naturaleza en general, que se ven amenazados en su existencia por el progreso técnico descontrolado [y la codicia del humano que es el dueño y señor de la técnica, añado yo]. La Tierra y todos los seres vivos que alberga, son vulnerables y ello se observa a simple vista

Vulnerabilidad comprobada. Ahí reside el fundamento de la ética de Hans Jonas. Y por ello el Homo Sapiens actual tiene la obligación de hacer posible la continuidad futura de la especie. Ese deber, y ahí su profundo parentesco con la ética kantiana, lo expresa en forma de imperativo categórico.

En su importante libro “El principio de responsabilidad: ensayo de una ética para la civilización tecnológica” (4), se formula el imperativo categórico-ecológico como prefiero llamarlo:«Obra de tal manera que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica sobre la Tierra.

No voy a entrar en discusiones de escuela ni en su radical oposición a Bloch y su “Principio esperanza”, pues Jonas rechazaba la utopías. Voy a resistirme también a rebuscar reminiscencias heideggerianas y aristotélicas, que las hay, en sus formulaciones. Me he centrado en lo concreto, en una frase imperativa que, traída a nuestro primer quinto de siglo XXI, puede servir de punto de partida a la acción a realizar para salvar la Tierra.

Una nueva visión que quizá pueda contribuir a salvarnos

Esta formulación primigenia y fuerte no debemos tomarla como un rechazo del progreso tecnológico. Más bien al contrario. Debemos promover, adecuar e inventar nuevas tecnologías para tratar de salvar lo que se pueda de este maltratado planeta. Hay que tener en cuenta que la ciencia ofrece y la tecnología demanda. Y hoy la demanda urgente es de tecnologías salvadoras del planeta; apartando prejuicios, superando supersticiones.

La ética no es desdeñable aunque se halle en franca decadencia por dilución. Importantes también son los sentimientos que han surgido, tanto por la estética de lo viviente como por una necesidad de dar afecto a los animales en un contexto parcial de desafecto por lo humano, algunas veces justificado.

La razón juega un papel más importante aún porque el miedo racional, el pavor frío, será a buen seguro un aliado fundamental para salvar lo que quede de nuestro mundo. Nadie quiere morir y el hombre, lobo para el hombre, es quien maquina acabar con su propia especie.

Tenemos un ejemplo claro. Tras la II Guerra Mundial, en la que en sus horas postreras emergió el poder nuclear, surgió una gran desazón en el mundo. Al extenderse y perfeccionarse hasta límites insospechados, dicho poder nuclear y el terror que inspira, ha sido y sigue siendo el mayor factor de estabilidad.

Porque la III Guerra Mundial no estalló en su momento y no estalla por el terror egoísta a perder todo y a morir que tienen los poderosos. Solo el miedo vence a la codicia y al egoísmo. Solo en el miedo, incluso en el terror, radica la verdadera salvación. Tristísima conclusión que surge del conocimiento biológico del hombre y no de constructos artificiosos.

Decía que la filosofía es hoy biofilosofía y ello no es una osadía de visionario. Los últimos avances en neurobiología, genómica y proteómica, nos invitan a pensar en la posibilidad de un humano de naturaleza distinta del anterior. Repensar el Homo Sapiens desde una perspectiva diferente de las anteriores, por un mayor conocimiento de su íntima fisiología, nos impulsa a declarar fenecidos en su conjunto, los fundamentos más potentes de la vieja filosofía, especialmente metafísica y ética. El Homo Sapiens solo puede ser pensado desde una perspectiva biofilosófica.

Mi opinión, que iré desglosando en sucesivos artículos, es que solamente en un mundo asentado en raíces biofilosóficas, la Tierra tiene aún una oportunidad de salir adelante, porque en el Homo Sapiens, absolutamente todos sus hechos, tienen naturaleza biológica.

Fuente: https://www.tendencias21.net/Necesitamos-un-nuevo-pensamiento-para-salvar-el-planeta_a44796.html

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Pensamiento científico

Por: Gonzalo Casino

Sobre la ciencia como método intelectual y su difícil aplicación en otros ámbitos

¿Qué es la ciencia?, se preguntaba George Orwell en 1945, en un artículo en el semanario británico Tribune, a propósito de la utilidad de extender la educación científica a la población y, a la vez, de implicar más a los científicos en los asuntos públicos. Con su habitual agudeza, apuntaba que la palabra ciencia se usa al menos en dos sentidos, según la conveniencia, y que el saltar del uno al otro enturbia el debate. Por un lado, designa las ciencias naturales y exactas, como la química y las matemáticas; y, por otro, “un método intelectual que llega a resultados verificables razonando en modo lógico a partir de los hechos observados”. Aunque para los científicos y personas instruidas la ciencia es antes que nada una manera crítica de pensar y comprender el mundo, el común de la gente asimila la ciencia con las disciplinas experimentales. Según Orwell, esta confusión es, en parte, deliberada y corporativista, pues promueve la preeminencia de los científicos para razonar y opinar con mayor fundamento, incluso sobre asuntos ajenos a las ciencias, evitando de paso que cualquiera que despliegue un pensamiento racional, metódico y crítico sea considerado científico.

Contra lo que algunos puedan creer, la ciencia es una forma de comprender el mundo radicalmente antidogmática, incierta y provisional

Mucho ha llovido desde los tiempos de Orwell, incluyendo lluvias radiactivas y ácidas. En este tiempo se ha despertado la conciencia social sobre los peligros de algunas aplicaciones del conocimiento científico y ha cambiado la imagen social de la ciencia (entre otras cosas, la medicina, que no es una ciencia, ha desbancado a la física del imaginario científico popular, y las aplicaciones tecnológicas han sido aupadas a los altares del progreso). Con todo, el prestigio de la ciencia sigue siendo considerable y hasta es posible que haya mejorado la educación científica. El auge de las ciencias sociales, desde la economía a las “ciencias de la información”, ha contribuido a ampliar el espectro de los hombres de ciencia, aunque en el imaginario popular la bata blanca, asociada a los trabajos de laboratorio y las ciencias de la salud, sigue siendo un poderoso fetiche. Sin embargo, no está claro que la ciudadanía tenga un conocimiento claro de qué es la ciencia y mucho menos que el pensamiento crítico y científico se haya impuesto al pensamiento mágico y que su enseñanza esté en consonancia con el prestigio social de la ciencia. Si la ciencia es realmente un método y una disciplina de pensamiento, la educación y divulgación científicas deberían incidir más en el pensamiento crítico.

La competencia científica de un investigador no garantiza que sea capaz de desplegar un pensamiento crítico y racional fuera del ámbito de la ciencia

Contra lo que algunos puedan creer, la ciencia es una forma de comprender el mundo radicalmente antidogmática, incierta y provisional. Esto es algo que intuyó antes que nadie Anaximandro de Mileto, en el siglo VI a. C, según explica Carlo Rovelli en su libro El nacimiento del pensamiento científico. Como señala este físico teórico, la ciencia es una búsqueda continua de la mejor manera de explorar y de pensar el mundo, una aventura intelectual que cuestiona continuamente lo que se conoce para ofrecer respuestas cada vez mejores. Son tantas las disciplinas científicas y tan variado el abanico de métodos, que resulta complicado ofrecer una definición breve y precisa de la ciencia, incluso para los profesionales. Pero en el núcleo mismo de esta forma de conocimiento, radicalmente diferente del religioso y del artístico, está sin duda el pensamiento crítico. Hoy, como en los tiempos de Orwell, la competencia científica de un investigador no garantiza que sea capaz de desplegar un pensamiento crítico y racional fuera del ámbito de la ciencia. En este sentido, el pensamiento de George Orwell sigue siendo mucho más crítico y científico que el de muchos investigadores de bata blanca cuando razonan sobre asuntos políticos y sociales.

Fuente: https://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoID=93014

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La Reforma Universitaria de 1918, un gran avance de la democracia

Autor: Carlos Mendoza

“El movimiento reformista de 1918 fue una extraordinaria avanzada democratizadora para las universidades argentinas, pero también un importante aporte en igual sentido para las universidades latinoamericanas y de todo el mundo, donde sus ideas se extendieron y aplicaron, incluso en Europa luego de las luchas iniciadas en el “Mayo Francés” de 1968.”

En mi paso por la Universidad Nacional de Córdoba, donde me gradué como ingeniero en 1967, tuve la ocasión de participar en instituciones universitarias (1) que fueron producto de la histórica gesta estudiantil de 1918 y de comprender con esa experiencia el profundo legado de aquellos eventos conocidos como “La Reforma Universitaria”, cuya justificación y contenido quedaron expresados en el Manifiesto Liminar (1) emitido por aquellos esclarecidos, valientes y luchadores dirigentes estudiantiles, entre los que se destacó Deodoro Roca.

El contexto nacional y mundial de aquellos años era de cambios revolucionarios. Se había producido la revolución rusa de 1917, estaba en pleno proceso la revolución mexicana (1910-1920) y en nuestro país ejercía la presidencia el gran líder popular Hipólito Yrigoyen que ganó la primera elección por voto universal de nuestra historia en 1916. No es de extrañar entonces que este contexto haya influenciado al movimiento reformista estudiantil de 1918, que viniera a remover en la muy tradicional y conservadora Universidad de Córdoba a los sectores oligárquicos anquilosados en las cátedras y en la dirección de la universidad y a sus métodos retrógrados, impulsando una revolucionaria democratización y modernización: autonomía universitaria; gobierno tripartito de profesores estudiantes y egresados; nombramiento y renovación por períodos limitados de profesores, por concursos de oposición y antecedentes; libertad de cátedras; extensión de la universidad hacia la sociedad; libertad de expresión, manifestación y organización en las universidades; gratuidad y libre ingreso; entre otras reivindicaciones progresistas.

El movimiento reformista de 1918 fue una extraordinaria avanzada democratizadora para las universidades argentinas, pero también un importante aporte en igual sentido para las universidades latinoamericanas y de todo el mundo, donde sus ideas se extendieron y aplicaron, incluso en Europa luego de las luchas iniciadas en el “Mayo Francés” de 1968.

La combinación de autonomía universitaria y gobierno tripartito, representaron un importante salto cualitativo de la democracia en las universidades públicas, porque permitieron que se gestionaran con un sistema participativo, permitiendo que estudiantes y egresados cogobernaran, conjuntamente con los profesores, algo inédito hasta ahí. En el largo camino histórico mundial de construir una sociedad con una institucionalidad de democracia participativa, superadora de la democracia liberal solamente representativa y delegataria, este aporte de la Reforma Universitaria en Argentina no deja de ser de gran significación. Podemos por ejemplo hacer el paralelo con la necesidad de impulsar la participación de los asalariados en la gestión de las empresas y en la administración pública, como vía para construir una sociedad más democrática, libre y justa.

Las ideas de extensión universitaria hacia la sociedad, impulsaron a su vez que las universidades públicas fueran, por un lado, caja de resonancia de los problemas de la sociedad, pero además que intervinieran externamente y de diversas formas en esa realidad, lo cual se verificó particularmente por parte del claustro estudiantil. Pude participar en eso y constatar su importancia cuando, en 1966, integrando la Coordinadora Estudiantil que dirigió la gran huelga y acciones estudiantiles contra la intervención universitaria impuesta por la dictadura militar de Onganía, la movilización estudiantil logró el importante apoyo de los trabajadores, entre ellos del inolvidable Agustín Tosco, así como de vastos sectores populares en Córdoba, lo cual creo fue a su vez preámbulo de los eventos que se produjeron en 1969 con el “Cordobazo”, que tuvieran gran importancia en que la dictadura militar se viera finalmente obligada a retroceder y llamar a elecciones en 1973. Los diversos sucesos históricos de unidad obrero-estudiantil han sido, en parte no menor, una de las consecuencias de las ideas de la Reforma Universitaria.

En cuanto al aspecto académico, la designación de profesores por períodos de tiempo limitado y su designación y eventual renovación mediante concursos de oposición y antecedentes, la autonomía y el gobierno tripartito, han contribuido a que las universidades públicas en Argentina tengan un reconocido nivel de calidad, a pesar de las permanentes restricciones presupuestarias y las lamentables irrupciones que sufrieron durante las dictaduras militares.

Otros logros como la gratuidad y el ingreso libre han permitido que muchos estudiantes de origen económico humilde hayan podido estudiar en las universidades públicas, aun cuando muchas veces hayan tenido simultáneamente que trabajar, aportando así algo de justicia social en la sociedad capitalista injusta en que vivimos.

La Reforma Universitaria impulsó a que tuviéramos más libertad, justicia, democracia y nivel académico en las universidades y a que quienes pasan por su seno tengan asimismo la oportunidad de elevar su conciencia social y de comprometerse en consecuencia en la sociedad en que viven, para ser así “sujetos activos de la Historia y no objetos pasivos”.

Nota:

(1) Manifiesto Liminar: http://www.tesis11.org.ar/wp-content/uploads/2018/06/Manifiesto-Liminar-3.doc

Carlos Mendoza es el seudónimo utilizado por Carlos Domingo Alonso durante la dictadura militar iniciada en 1976 y actualmente como escritor. Es ingeniero, escritor, especializado en temas políticos y económicos. Fue miembro del Consejo Superior de la Universidad Nacional de Córdoba en representación del claustro estudiantil entre 1965 y 1966 y presidente del Centro de Estudiantes de Ingeniería en esa universidad entre 1964 y 1965. Integró la Mesa Coordinadora Estudiantil que dirigió la huelga general en la Universidad de Córdoba en 1966, contra la intervención de las universidades impuesta por la dictadura de Onganía. Es cofundador y miembro de la dirección de Tesis 11.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=243979

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