Page 6 of 30
1 4 5 6 7 8 30

Alicia Dickenstein: «Las personas somos más instintivas que lo racionales que nos creemos»

La doctora en Ciencias Matemáticas  y ganadora del premio «L’Oréal-Unesco Por las Mujeres en la Ciencia», compartió con Télam una extensa charla en la que recorrió su historia y sus ideas.

Defensora de la premisa que plantea que «hacer matemática básica es una capacidad inherente al ser humano, como hablar», la argentina Alicia Dickenstein, ganadora del premio «L’Oréal-Unesco Por las Mujeres en la Ciencia», aseguró que «las personas somos más instintivas que lo racionales que nos creemos» y señaló que, frente a eso, «el entrenamiento matemático» permite desarrollar un pensamiento crítico.

Doctora en Ciencias Matemáticas, investigadora superior del Conicet, especialista en geometría algebraica y profesora de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, Dickenstein es la novena argentina en recibir este premio y la primera matemática del país.

Reconocida durante su trayectoria en numerosos premios y distinciones – entre los que se destaca su cargo de vicepresidenta de la Unión Matemática Internacional (IMU) hasta 2018-, la científica también se dedicó a la elaboración de libros para transmitir la disciplina a niñas y niños luego de comprender que, «muchas veces, el problema por el que no se comprende la matemática está en el lenguaje».

Apasionada por su hacer, feliz por este reconocimiento y preocupada por que «la matemática la pueda disfrutar cualquiera», Dickenstein compartió con Télam una extensa charla en la que recorrió su historia y sus ideas.

-Télam: ¿Por qué elegiste ser matemática?

-Alicia Dickenstein: La matemática me resultó fácil desde chica y me divertía. Pero nunca pensé que había una carrera de matemática. Me enteré de esto gracias a una psicóloga con la que hice un test vocacional y me sugirió que siguiera esta carrera porque tenía mucha ‘inteligencia abstracta’. Por eso es tan importante que se haga público y que las personas jóvenes, en particular las chicas, sepan que se puede vivir muy contenta y muy apasionada siendo matemática, aunque sé que no es el imaginario que se tiene.

«Hay dos problemas sociales: por un lado, las tareas de cuidado que siguen estando más a cargo de las mujeres; y por el otro, en el caso de la matemática, hay una autocensura y un estereotipo social de lo que debe ser ‘un matemático»

T: ¿Cómo era en aquellos años estudiar matemática siendo mujer?

A.D: Creo que cuando ingresé éramos más mujeres que lo que hubo después. En 1974 echaron a muchas y muchos jóvenes de la carrera. Entonces, cuando yo y mis compañeras llegamos a concursar por cargos, no teníamos tanta competencia y, siendo jóvenes, ya éramos de las más viejas. Con los años comenzó a haber más competencia y se puso más difícil para las mujeres.

T: ¿Cómo ves hoy la realidad de las mujeres en la ciencia?

A.D: Hace unos cinco años observé que, en general, las mujeres tardan mucho más tiempo en ascender de categoría que los varones, lo mismo en el cargo de profesora. En la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA -que es donde yo conozco- es muy difícil para las jóvenes acceder a los primeros cargos porque se evalúan los últimos cinco años y coincide con la edad en la que en general se tiene hijos, teniendo en cuenta que las mujeres tenemos un margen de tiempo limitado si queremos ser madres. Los varones también son padres en esta época, pero no les afecta del mismo modo su rendimiento profesional.

T: ¿Por qué pensás que se da esto?

A.D: Hay dos problemas sociales: por un lado, las tareas de cuidado que siguen estando más a cargo de las mujeres; y por el otro, en el caso de la matemática, hay una autocensura y un estereotipo social de lo que debe ser ‘un matemático’.

En las olimpiadas matemáticas de Brasil me contaban que hasta los 10 u 11 años hay paridad de género pero después empieza a haber menos chicas, y parte de esto también tiene que ver con que no está socialmente bien visto que las chicas sean «nerd».

En Chile estudiaron que a las jóvenes, sobre todo de los hogares más humildes, les va muy bien en las pruebas de sus escuelas pero cuando son interescolares les va peor y lo que vieron era que la expectativa de la familia era que le fuera peor y que eso incidía sobre su rendimiento.

Es decir, que hay algunos prejuicios que están muy metidos en la sociedad, que son muy sutiles y que nos va a llevar tiempo desarmarlos, aunque creo que se está intentando.

En este sentido, tuve suerte porque nunca pensé que las mujeres podíamos hacer menos que los hombres; tal vez por eso pude hacer todo lo que hice (risas).

La científica premiada es la novena argentina en recibir este premio y la primera matemática del país.

La científica premiada es la novena argentina en recibir este premio y la primera matemática del país.

T: En una entrevista decías que las matemáticas pueden dar placer, ¿por qué pensás que eso no pasa en general?

A.D: Cuando uno logra entender algo da mucho placer. El tema es que la disciplina tiene un lenguaje y muchas veces la obstrucción está en la comunicación. Yo me di cuenta de esto a partir de una situación en la que una sobrina que me estaba escuchando hablar con una colega me preguntó: «Tía, ¿en qué idioma estás hablando?».

A raíz de esto, escribí un libro de matemáticas para chicos (Matemax), que se acaba de reeditar en una edición bilingüe, y coordiné tres libros de la entonces editorial Estrada.

Al escribir estos libros me di cuenta de que pensábamos la matemática más o menos fácilmente, pero después el trabajo que llevaba escribir los problemas era enorme. Esto pasa porque, cuando uno cuando piensa, tiene construidos atajos en su cerebro pero, a la hora de explicar, uno tiene que tener en cuenta que el otro o la otra no tiene esos atajos.

La maravilla del lenguaje matemático es que, cuando uno lo logra traspasarlo, lleva al pensamiento.

«Tuve suerte porque nunca pensé que las mujeres podíamos hacer menos que los hombres; tal vez por eso pude hacer todo lo que hice»

T: También has hecho hincapié en que cualquiera puede entender las matemáticas…

A.D: Por supuesto, así como los seres humanos tenemos la capacidad de hablar tenemos la capacidad de hacer matemática básica en el cerebro.

T: Y esa capacidad de pensar en términos matemáticos ¿puede desarrollar un pensamiento crítico en otros ámbitos?

A.D: Seguro, porque lo que hace un matemático es entender la estructura, sacar lo accesorio y entender lo fundamental de las relaciones porque así vamos a poder prever lo que sucede después dentro de la estructura matemática.

Hace unos años estaba en un instituto en Río de Janeiro y un colega hablaba de surf con una persona que le decía que había una playa que no era peligrosa porque el porcentaje de accidentes era bajo. Mi colega le respondió que su razonamiento era equivocado porque a esa playa iban surfers con mucha experiencia, entonces en la hipótesis de que «no era peligrosa porque tenía pocos accidentes» había una variable que faltaba que era que ese porcentaje se daba entre muy buenos surfistas, no en un público general.

Esa pregunta frente a un porcentaje, pensar cuál es la hipótesis, saber que la relación causa-efecto no siempre es a la inversa, son razonamientos que parten del entrenamiento matemático; los seres humanos creemos que somos muy racionales, pero la mayor parte de las veces somos más instintivos que racionales. La matemática nos entrena para estar más atentos.

Fuente: https://www.telam.com.ar/notas/202102/544254-alicia-dickenstein-entrevista-loreal-unesco-las-mujeres-ciencia.html
Comparte este contenido:

En búsqueda de un concepto de cultura

Autora: Lisbehet Dubravska Torcatty

Tesista del doctorado en Cultura y Arte.

 UPEL

Cambiar el mundo, amigo Sancho, no es ni utopía ni locura, es justicia.

EL Quijote

A manera de reflexión.

La evolución del concepto de cultura, se relaciona con la conceptuación de qué es el hombre y cuál su esencia.  En la historia de la humanidad, el concepto de cultura ha tenido muchas variaciones. Según el trabajo de Espinoza y Pérez (1984), el término cultura apareció en la Roma antigua como la traducción de la palabra griega paideia, usada para significar la crianza de los niños, entendiéndose como el cuidado o cultivo que se debe tener por los niños en la adquisición de conocimientos, hábitos, costumbres, sentimientos, emociones, relaciones sociales y afectivas, gusto por las ciencias y las artes.

Por su parte, Colombre (2004) plantea que la concepción elitista de cultura  proviene del pensador latino Cicerón, quien vivió entre los años 106 y 43 antes de Cristo. Según este autor, Cicerón consideraba la cultura como un culto a la propia alma y debía enfocarse a la perfección espiritual.

El concepto de cultura como conocimiento filosófico, evolucionó hacia un concepto aristocrático que alcanzó su máxima expresión durante la Edad Media y que privilegió las artes del trivium (gramática, retórica y dialéctica) y quatrivium (aritmética, geometría, astronomía y música). Más adelante, con el Renacimiento, se agrega al concepto de cultura la actividad productiva. Desde esta perspectiva, se ensanchará este concepto  para designar no solo el cultivo del espíritu sino también al conjunto de obras literarias y artísticas, así como los conocimientos científicos y tecnológicos. Desde esta representación, y muy a propósito del planteamiento que ahora nos ocupa, podría ser importante estudiar los inicios del currículo como elemento que propaga la colonización, desde una  educación escolástica que ha servido como punta de lanza para borrar, blanquear la memoria histórica y favorecer la concepción occidental del mundo.

Por su parte Hernández (2007) afirma que para 1871, la cultura aún se conceptualizaba como «la actividad del espíritu, y sus cumbres son la erudición clásica, la veneración y el ejercicio de la poesía en distintos niveles, la escritura de la historia, la creación artística, la prédica moral que instrumenta la divulgación del conocimiento». Serán los románticos, en el siglo XIX, los primeros en afirmar que el único agente de la creación cultural efectiva es el pueblo y que las otras capas (burguesía y nobleza), lo único que hacen es aprovechar y refinar los esbozos de obras que éste entrega. Es decir, tomaban piezas de cantos populares, las refinaban y convertían en “académicas”, de allí surgieron óperas, sinfonías, valses. Casos representativos están las obras de Chopin y Beethoven entre otros; por ejemplo en Venezuela el aire musical folclórico “pajarillo” ha sido versionado y transformado en varias ocasiones por, entre otros compositores,  Aldemaro Romero.  Cabe mencionar que han surgido de esta sinergia entre lo popular y lo clásico, obras creativas y extraordinarias dignas de ser estudiadas e interpretadas a profundidad más adelante. En así que, lo popular y lo nacional tienen una influencia muy marcada en la música académica, especialmente en escandinavos eslavos y rusos, no obstante, cabe confirmar que la “sublimación” o elevación lírica no corresponden a ese un tránsito.

Eso que ahora llamamos música académica en occidente, se genera en la Edad Media, al interior de conventos y abadías, y tuvo sus influencias externas (populares) porque la música nace en las comunidades.  (Se trataría de un tema digno de especificar en otros estudios).

Hoy día, como lo explica Colombre,  “el centro de la gravedad es trasladado de lo individual a lo social, al verse la cultura como un patrimonio común que se enriquece y se actualiza y por creación y adopción selectiva de elementos ajenos, y también como la presencia profunda de su ser en el mundo de todo un pueblo”.

En un sentido antropológico, la cultura se define como el modo de ser, de hacer y de pensar de todo un pueblo, mientras que en la investigación sociológica, el concepto de cultura ha sido definido muchas veces como la «totalidad de lo que aprenden los individuos en tanto miembros de la sociedad; es una forma de vida, un modo de pensar, de actuar y de sentir» (Chinoy Ely, 1980).

Podría afirmarse que la “cultura de un pueblo” es un largo y complicado proceso acumulativo, que se hace y rehace de modo continuo y no a saltos, en procesos discretos.  Así que “los que aspiran a revocar de un plumazo la historia cultural de un grupo no proponen más que dogmas para llenar el vertiginoso vacío.  Para contrarrestar en esto resulta de fundamental importancia una educación para la libertad, lo que hoy implica una autentica democratización de la cultura». (Colombre 2004)

El absolutismo de la civilización occidental, puesto de manifiesto ya en los orígenes del capitalismo (siglo XVII), se ha visto potenciado en los últimos tiempos por el proceso de globalización que multiplicó la avidez de las corporaciones por los mercados periféricos. Según este autor, al concluir el siglo XIX, había triunfado en las clases dominantes y en los intelectuales la idea de uncir a América al destino de Occidente, abandonando así el proyecto de abrir camino a una civilización propia. Implicando esto, la supresión de la identidad de los países alienándolos, en lo simbólico, para alejarlos de su propia identidad, e inducirlos a aceptar un orden ajeno de sus valores.  Es posible que en ese ideal de Colombre se haya considerado el pensamiento de Simón Rodríguez y otros libertadores de la palabra, en particular cuando plantea en Sociedades Americanas (Rodríguez, 1828) “la América Española es original. Originales han de ser sus instituciones y su gobierno. Y originales, los medios de fundar uno y otro. O inventamos o erramos. ¿Dónde iremos a buscar modelos?”

La crisis de las sociedades modernas, debería verse, antes que nada, como un hecho cultural y si no se tomara conciencia de ello es posible que no haya una salida posible. Tendría que definirse un proyecto cultural alternativo, cuyos principios básicos regularan la vida social y las políticas económicas. En efecto,  Zygmunt Bauman, (2013), confirma que en la actualidad se vive en una sociedad de consumo en la que la cultura es vista como un conjunto bienes o experiencias concebidas para el consumo. Hoy la cultura no consiste en prohibiciones sino en ofertas. Para contrarrestar esta realidad que nos carcome la memoria, la identidad y nos deja al desnudo, sin defensas ni fortalezas, es necesario, radicalizar el discurso contra-hegemónico, oponer una cultura verdadera a la subcultura dominante.

Alejándonos de concepciones fundamentalistas y fanáticas y vislumbrar nuestras políticas culturales  como conjunto organizado de valores que sirvan para definir a los sujetos colectivos que están o entraran en el dialogo, a los verdaderos actores de un proceso que llevará a descongelar las situaciones coloniales de la cual estamos impregnados, todas las nuevas y viejas formas de opresión para poder alcanzar la libertad y la justicia, desde una ética colectiva.  El término cultura debe convertirse en sinónimo de pluralismo, de respeto a la identidad del otro, de un “no” rotundo a lo que huela a dominación.

Sin embargo, como confirma Colombre (2004):

..“No podrá haber civilización sin un proyecto civilizatorio, sin una construcción diferente a la Occidental y una voluntad explícita de alejarse de los modelos ajenos para inscribir una particularidad en el concierto universal. Porque es en el marco del proyecto civilizatorio donde adquieren sentido y se potencian las formas propias de estructurar la realidad, de acceder al conocimiento del mundo y elaborar redes simbólicas” (pág.17)

Un pueblo no alcanza civilización original, sumándose al proyecto de otro pueblo, sino tomando conciencia de su ser en el mundo y su identidad. Entendiendo que la cultura con que nos colonizaron se encuentra como un dios todopoderoso omnipresente en la palabra, en los gestos, en los medios de comunicación, en las interpretaciones del mundo; e incluso en nuestros “sueños de realizarnos como persona”. Se debe empezar a aprender a desmontar los mensajes que deforman y cubren lo real y dan paso firme a lo superfluo.

El conocimiento de la realidad social sólo es accesible, plenamente, desde el interior de una práctica social transformadora. Lo cual, ciertamente, implica una opción epistemológica y, al mismo tiempo, ética. Quien quiera adquirir un conocimiento pleno de la realidad social, tiene que dedicarse a la práctica social transformadora.  O renunciar a esa ambición de conocimiento (Quijano 1977).

Descolonizando la conciencia

Sabemos que todo proceso  que implique cambios culturales, educativos, sociales y, en general, en los hábitos, costumbres, modos de pensar, de ser y  de actuar que están arraigados por generaciones en los seres humanos, genera resistencias, rechazos, negatividades e incluso temores, explicables por la incertidumbre que implica lo nuevo y, a veces, por el miedo al fracaso.

Tampoco debemos dejar de considerar que los  comportamientos sociales, culturales, políticos y educativos tienen bases epistemológicas, es decir, se arraigan en concepciones políticas y socio-culturales con las cuales hemos sido socializados desde la familia, la escuela, los grupos de juegos, y más recientemente desde los medios de comunicación e información.

Gadamer (1998) por su parte plantea que el individuo tiene una conciencia históricamente moldeada, esto es, que la conciencia es un efecto de la historia y que estamos insertos plenamente en la cultura e historia de nuestro tiempo y lugar y, por ello, plenamente formados por ellas. Esta autoridad, la de la tradición, se hace acción en las costumbres, las cuales se adoptan libremente y “determinan ampliamente nuestras instituciones y comportamientos”

Alberdi citado por Colombre (2004) dice: “nuestros padres nos dieron una independencia material; a nosotros nos toca la conquista de una forma de civilización propia, la conquista del genio americano” añade luego que “la inteligencia americana requiere también su Bolívar su San Martin. La filosofía americana la política el arte la sociabilidad Americana, son otros tantos mundos que debemos conquistar.”

Es tiempo entonces de estudiar la naturaleza filosófica de nuestra sociedad, de vestirla de formas americanas y originales. Depurando nuestro espíritu de todo servilismo. Yo agregaría el planteamiento muy conocido pero vigente de Ernesto “Che” Guevara: “Hay que vestirnos de negro,  de mulato, de obrero y de campesino, que se pinte de pueblo”. Sería un largo recorrido sobre nuestro pensamiento latinoamericano emancipador, que nos permitiría pasearnos por el pensamiento de Artigas, Rodríguez, Martí, entre muchos otros. Libertadores de la acción y de la palabra.

En un proyecto a construir, la tradición no ha de ser vista como un obstáculo, exige recuperar y reformular las estructuras comunitarias. Donde residen las alternativas culturales.  Reunificarlo, de juntar sus pedazos dispersos y devolverles coherencia.  Eso que el mismo Colombre llama  “modernidad propia”  no se nos  vera correr detrás de los modelos dominantes, empeñados en una competencia difícil (por realizarse sobre lo ajeno, no sobre lo propio)  que nos obliga a negar y posponer nuestro proyecto.

Se requiere, en consecuencia,  de la autorreflexión crítica del sujeto colectivo que busca producir desde su matriz simbólica una alternativa al sistema dominante valiéndose para ello de una innovación creativa a partir de su acervo tradicional y de la apropiación selectiva de elementos culturales y tecnológicos ajenos. O sea, un pensarse a sí mismo, para no ser pensado por otros, y un actuar desde si para no ser  objeto de una acción ajena. Se trata de desarrollar un modelo propio para evitar ser incorporados como materia inerte a otro proyecto, a la historia de una civilización.

Es ante todo una cuestión de conciencia que evitaría que la cultura se asimile como concepto de ocio, de pasatiempo, lo que implicaría  no solo reducirla a la dimensión de las obras, olvidando otros planos vinculantes que estudia la antropología. Para cuestionar la complejidad del mundo y los misterios o milagros de la vida.

La educación en la creación de una cultura descolonizada

Es preciso combatir el divorcio que existe entre cultura y educación,  contrarrestando el positivismo que tanto favoreció los procesos de colonización por medio de lo que hoy en día es llamado  “colonización pedagógica” que, lejos de atenuarse por los vientos libertarios, se acrecienta con el modelo impuesto de la escuela moderna, calificado  como “la gestión de la ignorancia” o la pedagogía del vacío. Se trata de una pedagogía formal, que soslaya la cuestión de las materias a transmitir y la naturaleza de la mirada para fetichizar el método.

Para ser ciudadano un individuo debe conocer la historia de su pueblo, su patrimonio tangible e intangible. Sus valores culturales. Señala Colombre (2011), que la educación actual tiende a encerrar a la escuela en el sujeto y al sujeto en sí mismo, nuevo avatar de la escuela moderna entendida como un repliegue sobre el yo.

Un hombre amurallado en sí mismo, sumergido en un pensamiento subjetivo, despreocupado del mundo. Un ser así no puede ser protagonista de ninguna construcción social valiosa, por lo general estos son fáciles presas del miedo, de temores a menudo imaginarios, que los llevan a preferir la tentación totalitaria a los riesgos del cambio.

Ayudar a los educandos a tender puentes firmes con los otros, se puede decir que la escuela que no socializa, en todo caso deshumaniza, despolitiza, crea monstruos morales, mutantes, como los vemos con frecuencia para corromper el ethos social.

La humanización no puede hacerse desde una razón abstracta, desvinculante, sino desde la propia historia de la sociedad. Humanizar a un individuo es darle los instrumentos para que pueda humanizar, mediante la reflexión y la acción, a su propia comunidad.

La pedagogía de la dominación ha convertido a la enseñanza no en un esfuerzo de pensamiento crítico, sino en un conjunto amorfo de información que el alumno debe recibir sin tener para procesarla, más que las tristes categorías que impone la cultura de masas y ese pensamiento único al que Saramago llama “pensamiento cero”.

Por eso los colonizadores se han ocupado siempre de borrar las huellas del pasado, para dejar a la memoria sin respuestas suficientes. Cuando se diluye el pasado, la memoria, ya nadie sabe lo que es lo propio y que es lo ajeno. Hay entonces que desmontar la visión de los vencedores que son los que siempre cuentan la historia.

Es por lo que Quijano (2000) afirma que durante el proceso de la Conquista, se les expropiaron a las poblaciones americanas no solo sus recursos materiales, sino también el imaginario de su mundo simbólico, sus “perspectivas cognitivas, además de  los modos de producir u otorgar sentido a los resultados de la experiencia material o intersubjetiva.

Por lo que en la actualidad cuando aún estamos impregnados del proceso de colonización, en América una emergencia civilizatoria implica anclar la política en una identidad, lo que implica ahondar en la filosofía política, imbuirse en una concepción antropológica de la sociedad humana y la dialéctica de la cultura.

Se sabe hoy que la identidad es más una reconstrucción continuamente actualizada del pasado, que una fiel restitución del mismo.  En definitiva, no es más que la conciencia de una continuidad en el tiempo, más allá de los cambios, crisis rupturas que pueden registrarse. Recuperar la memoria es recuperar la conciencia.

Ha llegado el momento de pasar a la acción, de elaborar y ejecutar un proyecto propio, pues no basta con el puro acto de memoria, la cual resultaría muy doloroso quedarse varado en la conciencia de una mutilación, mirando los fragmentos de los espejos rotos.

Un proyecto con nuevos republicanos, nuevos pedagogos bien formados en lo relativo a identidad y memoria, de escritores, músicos y artistas plásticos que se sumen a ella desde un compromiso ético con lo real. Siendo intérpretes de una realidad. Se precisa en este sentido,  de intelectuales orgánicos, a fin de restablecer los nexos entre la palabra y la acción, entre el lenguaje y la realidad. Pensadores que sepan injertar lo propio en el mundo, y la diversidad del mundo en lo propio, sin soslayar los procesos de dominación ni hacerse cómplice de la recolonización neoliberal que ha desarticulado como un virus el tejido social.

En la construcción de este proyecto propio, es pertinente pensar en la hermosa reflexión  que nos deja Galeano (2009):

“ – el aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos y de las humanas pasiones; la gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor;  – la comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos; – nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión; – los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle…” (pág 42).

Se trata entonces de  explorar desde nuestras identidades las potencialidades emancipadoras de la modernidad y no renovar con nuevas mascaras el mito racionalista y unificador que Occidente usó para someter a los pueblos, para fragmentar al hombre. Estos sueños serian posible si comenzamos a ver desde la cotidianidad la descolonización de los procesos de formación, que implicaría una  desintoxicación de los sentidos.

Construyendo  nuestros propios espirales del saber (hacia un proyecto propio)

El desarrollo del arte con características propias, no mimético, en respaldo a nuestra independencia política resulta en consecuencia inaplazable y apremiante. Si bien en la plástica hay multitud de obras que podríamos considerar genuinamente americanas, falta todavía un pensamiento  visual independiente del hegemónico y definido con la misma altura y claridad.   Se pretende el propiciar  nuevos marcos de interpretación, nuevas preguntas, nuevas respuestas y otros recorridos que propicien cuestionamiento a las visiones impuestas; el cuestionamiento radical.

La realidad que enfrentamos tiene múltiples significados. No es una realidad clara, con una significación cristalina, a la cual se le puede abordar sencillamente construyendo teorías o conceptos y muchos menos establecerlas dentro de los viejos planteamientos. Hay que hacer reposición continua de escenarios; donde resulta esencialmente importante el replanteamiento de los problemas, en su evolución temporal y contextual. No existe lo definitivo, ni una ley de verdad o norma que pueda cerrar definitivamente un estado de cosas, mucho menos un estado social.

En esta complejidad, llena de incertidumbres, nuestra invitación es pensar y actuar en una situación de incertidumbre, poder poner el pensamiento en capacidad de vibrar, de no sucumbir, de no conformarse con lo obvio. Hay que asumir riesgos y disponerse a inventar, a pensar con cierta audacia. Estamos en un momento cuando inventar -en términos Rodrigueanos-, es la condición para salir de la crisis.

Hay que arriesgarse a colocar por delante nuestra propia capacidad; plantear la posibilidad de una educación poiética  como espacio esencial de construcción de saberes creativos y actitudes estéticas frente a la vida. Se amerita despertar la potencia creativa del ser humano mirándose a sí mismo de manera estética y con el cuidado y la actitud de quien trabaja sobre una obra de arte llena de una actitud de “cuidado” e incluso de “gozo” y “deleite” en el acto creativo. Es en este escenario donde se nos permita abrir puertas hacia el asombro como espacio alternativo frente a lo repetitivo y lo mecánico; a la aridez de las relaciones y las vivencias mediadas por lo transaccional y lo instrumental, típicas del mundo moderno; penetrando la complejidad del universo y redescubrirlo a través del espacio educativo.

Se aspira, el renacimiento de nuevas miradas epistémicas que contribuyan en la construcción de diferentes caminos a los establecidos en la modernidad, por ejemplo, aquellos que consideren la complejidad de los procesos y el encuentro transdisciplinario para releer las realidades. En consecuencia, se propone una ruptura radical con los enunciados que históricamente han permeado dichas concepciones.

Aquí se trata de abrir posibilidades para la construcción colectiva de un nuevo espacio educativo en el que se active y despierte la creación intelectual y de conocimientos  con pertinencia social, se privilegie el diálogo con saberes que han sido excluidos  de la formación integral de los ciudadanos. Es desde este espacio donde se deben plantear las propuestas que conlleven otras miradas y desde donde se logre o vislumbre el afianzamiento de una cultura propia y nos conduzca a reflexionar sobre aquellos aspectos que propician una ruptura con el pensamiento social y político hegemónico.

Conviene superar la razón instrumental, lo meramente pragmático en las dinámicas. Hay que impulsar experiencias formativas que favorezcan la búsqueda de visiones integrales de la complejidad. Se trata de transcender lo positivo, lo cuantitativo, lo lineal y cronológico, para reflexionar desde lo cualitativo, lo multiforme y la temporalidad múltiple.  Todo desde una sociedad que sea capaz de crear una base endógena para la creación intelectual, artística, innovación, planificación y  diseño, desarrollando y asegurando una cultura científica, técnica y humanística vinculada a nuestras raíces, a los retos nacionales  y abierta al mundo, dirigida a la solución de los problemas concretos de nuestro pueblo; una sociedad con un ordenamiento territorial  favorable a las relaciones armoniosas entre la ciudad y el campo, entre lo urbano y lo rural, propiciando la integración interregional y el desarrollo territorial.

Este nuevo proyecto llevaría implícito  procesos de formación que han de incluir permanentemente dinámicas de autoconocimiento, interconocimiento desde las historias personales y colectivas, y la interpretación permanente de la historia de la cual somos parte.

Esta mirada incita a que constituyamos  redes formativas para el apoyo mutuo el trabajo educacional compartido, de consolidar vínculos orgánicos, a la vez que flexibles, horizontales, entre personas, organizaciones, instituciones y comunidades, a partir de las vivencias presentes, locales y más lejanas. Donde converjan políticas, ciencias, saberes ancestrales y estrategias particulares (Valdez 2013). Además de sentirnos y pensarnos como sujetos de un proceso permanente de transformación. Viendo a la historia como un campo de posibilidades abiertas, infinitas. Sustentándonos  en la pedagogía de la pregunta.

Estaríamos invitados a indagar o investigar constantemente sobre  aquellas aspectos que tendemos a sentir que están sin historia. Esto incluiría aspectos elementos de la vida cotidiana. Una genealogía que no solo  busque el origen de las cosas,  derribando así la noción de que la historia progresa en un orden lineal, sino que muestre  ese pasado plural y a veces contradictorio que revela las huellas de la influencia que ha tenido el poder sobre la verdad. Una  genealogía que nos ayude a deconstruir la verdad, argumentando que ésta es, en la mayoría de los casos, descubierta por casualidad, respaldada por la operación del poder o la consideración de interés. Vislumbrando el hecho de que todas las verdades son cuestionables (Foucault 1982)

Hay que costruir la historia desde las realidades diarias que nos constituyen y que reconfiguramos, pero también desde nuestros sueños, esperanzas y utopías encarnadas. Criticando constantemente, de ser necesario, estos quehaceres y esos soñares, por cuanto pueden estar teñidos de las ideologías que sustentan el sistema capitalista  dominante, y crear condiciones para crear propuestas que conlleven procesos de libertad, plenitud y creación. En definitiva, construir nuestros propios espirales del saber. Ello pasaría por reconocer nuestro lenguaje, nuestros códigos culturales, nuestros proyectos de vida y  partir de allí incorporar otros conocimientos y otras referencias en una espiral virtuosa (Valdez 2013)

Esto será posible mediante un continuo y sistemático proceso de intercambio de experiencias, ideas, propuestas acompañadas de intensos procesos de registros, sistematización e investigación de los procesos comunitarios que nos permitan crear un verdadero dialogo de saberes que impulse avanzar hacia la auténtica soberanía cognitiva. De este modo hablamos de un proceso de creación, de leer, interpretar, transformar realidades sociales, a través de una acción dialéctica con el saber cotidiano, con la vida real. Construcciones diarias de  espacios de formación,  nos confrontaríamos  constantemente, para reconocernos en lo que somos, y aun en lo que podemos hacer.

Esta nueva mirada incita a “ver” con la posibilidad de compartir nuevas miradas críticas de la realidad (sobretodo la cotidiana) y también sobre nuestros anhelos y esperanzas. Propiciar  propuestas  formativas  la dedicación de ciertas horas de la semana  reunirse en algún lugar para dialogar e intercambiar ideas, saberes y aprendizajes.

Y por último…

Quiero hacer una reflexión que más que mía es del escritor argentino Walter Kohan, quien dice que “hay momentos en la vida en los que la cuestión de saber si se puede pensar distinto de cómo se piensa y percibir distinto de como se ve es indispensable para seguir contemplando y reflexionando.” El autor continua diciendo “Siempre hay algo de irrisorio en el discurso filosófico cuando, desde el exterior, quiere ordenar a los demás, decirles donde está su verdad y como encontrarla, o cuando se sitúa con fuerza para instruirles procesos con positividad genuina; pero es su derecho explorar lo que en su propio pensamiento puede ser cambiado mediante el ejercicio de un saber que le es extraño”. Estos planteamientos sugerentes invitan a generar cambios y transformaciones en las posturas  de nuestras instituciones, sobre todo a las educativas.

Adentrarnos en un ejercicio  de pensamiento, que permita transformar lo que somos, que nos permita extranjerizarnos del juego de verdad en el que estamos cómodamente instalados (La búsqueda que cada quien entabla consigo mismo para transformarse es también la posibilidad de que el mundo sea diferente de lo que es). Desplazarse del saber de lo que se sabe, para poder saber otras cosas; en un moverse del poder que se ocupa para que otras fuerzas y otra potencia puedan ser afirmadas entre quien aprende.

Disponerse a inventar, desarrollar la capacidad heurística, en la que la educación sea vista como espacio formativo esencial para la construcción de saberes, donde se despierte la potencia creativa, que podamos abrirnos puertas para el asombro, frente a lo repetitivo y lo mecánico.

 

 

REFERENCIAS

Colombre A. (2004). América como civilización emergente. Editorial Sudamericana. Buenos Aires.

Colombre A. (2004) América como civilización emergente. Editorial Sudamericana. Buenos Aires.

Colombre A. (2011). Nuevo Manual del Promotor Cultural. Ediciones Colihue. Buenos Aires.

Espinoza I. y Pérez C. «Cultura, Cultura en México y su impacto en las empresas» en     Revista Gestión y Estrategia. Núm. 6, julio-diciembre de 1994.

Foucault, Michel (1980). Language, Counter-Memory, Practice: Selected Essays and Interviews (en inglés). Ithaca, NY: Cornell University Press. p. 139. ISBN 0-8014-9204-1.

Freire, P. (1974). Pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI.

Freire, P. (1990). La naturaleza política de la educación. Cultura, poder y liberación. Barcelona: Paidós.

Gadamer, H-G.  (1998). El giro hermenéutico. España, Cátedra.

Galeano E (2009) Patas Arriba – La Escuela Del Mundo Del Revés. Ediciones del Chanchito. Buenos Aires.

Habermas, J.  (2000). La lógica de las ciencias sociales. Madrid, Tecnos.

Morin, E. (1999). El método: El conocimiento del conocimiento. España, Cátedra.

Valdéz, J. (2012) Movimientos Sociales en Venezuela: una Propuesta Transformadora. Fundación Editorial El perro y la rana- Ministerio de la Cultura

Quijano, A. (1977) Dependencia, urbanización  y cambio social en América Latina, Lima, Mosca Azul

Quijano, A. (2000) “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina,” Lima, Mosca Azul

Valdéz, J. (2012) Transformación en la universidad venezolana. Un posible mapa de ruta. Publicado por su autor.  blogs.monografias.com/…/transformación-curricular/ Consultado el 03/01/2015.

Vargas Hernández, J.G.: (2007) La Culturocracia organizacional en México, Edición electrónica gratuita. Texto completo en www.eumed.net/libros/2007b/ 301

Simón Rodríguez, Sociedades Americanas 1828. Edición: Biblioteca Ayacucho. Caracas Venezuela. 1990

Walter Kohan.  (2011).  Educación Y Filosofía. Editorial Laertes S.A. Buenos Aires.

Zygmunt Bauman (2013). La cultura en el mundo de la modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires,

Fuente: La Autora publica para el Portal Otras Voces en Educación

Comparte este contenido:

La Educación online no ha evitado que se pierda hasta la mitad de lo que se aprende en un año

La Educación online no ha evitado que los alumnos hayan perdido hasta la mitad de lo que se aprende en un año escolar por el cierre de los centros educativos por la Covid-19.

El sistema educativo de un país es clave para alcanzar un crecimiento sosteni­do a nivel económico y social. Ante esta realidad, ninguna nación puede permitirse que la Covid-19 y sus efectos pongan en entredicho su bienestar futuro. Los estudios internacionales más actuales muestran, no obstante, que la pandemia es una amenaza real para las nuevas generaciones. Ismael Sanz, Miguel Cuerdo Luis Miguel Doncel revisan en el último número de Papeles de la Economía Española la literatura que ha evaluado el impacto de los cierres de los centros educativos debido a la Covid-19 en el aprendizaje de los alumnos y el efecto que podría tener en los salarios y crecimiento económico en el largo plazo.

Los primeros trabajos basados en prue­bas externas y estandarizadas indican que los alumnos podrían per­der la mitad de lo que se aprende en un año escolar por el cierre de los centros educativos en el curso 2019-20. El peligro deriva tanto de la po­sible reducción en la adquisición de conocimientos y competencias de los alumnos actuales como del efecto distributivo al crearse un posible aumen­to de la desigualdad social por verse afectados en mayor medida los estudiantes de hogares con menor renta y, por tanto, con menor acceso a los recursos digitales educativos, o por la dependencia de las habilidades y competencias de los padres. El artículo muestra que en España, el confinamiento hizo que se triplicara la búsqueda de recursos educativos digitales en el mes de marzo de 2020 con respecto a ni­veles de las semanas previas, un incremento que perduraba a prin­cipios del curso 2020-21. Las búsquedas de herramientas digitales educativas se han situado en unos registros en España que, de otra manera, no se hubieran alcanzado hasta 2022.

Los primeros trabajos basados en prue­bas externas y estandarizadas indican que los alumnos podrían per­der la mitad de lo que se aprende en un año escolar por el cierre de los centros educativos en el curso 2019-20

Este número de Papeles de Economía Española también aborda la Educación como igualdad de oportunidades. A este respecto, Ildefonso Méndez señala que uno de los aspectos que impide hacer realidad la igualdad de oportu­nidades en la Educación es la mayor proporción de chicos que eligen estudios relacionados con Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemá­ticas (STEM, por sus siglas en inglés), vinculados con un mayor sala­rio y estabilidad laboral.

En el caso de España, un 65% de la brecha de género en intenciones de estudiar carreras STEM se debe a la mayor ventaja comparativa de las mujeres en lengua. El porcentaje en el conjunto de la OCDE es de un 81%, destacando Italia y Portugal, países en los que más del 95% de la brecha de género en intención declarada de cursar estudios intensivos en Matemáticas se debe a la mayor ven­taja comparativa en lengua de las estudiantes. Estas estadísticas son coherentes con la hipóte­sis de la ventaja comparativa. Las chicas que son excelentes en Matemáticas obtienen también una puntuación elevada en Lengua, por lo que su ventaja comparativa para estudiar contenidos intensivos en Matemáticas es menor que la de los chicos, para los que ser exce­lente en matemáticas suele implicar un rendimiento menor en Lengua. Es decir, un alumno que alcanza un 9 en Matemáticas tiene, en general, un 8 en Lengua, mientras que una alumna que tiene un 9 en Matemáticas suele tener un 9 o 9,5 en Lengua.

Fuente: https://www.magisnet.com/2021/01/la-educacion-online-no-ha-evitado-que-los-alumnos-hayan-perdido-hasta-la-mitad-de-lo-que-se-aprende-en-un-ano/

Comparte este contenido:

Una biblioteca virtual de ciencias sociales en formato digital y con acceso libre

El Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales lanzaron una colección de libros en formato digital y de acceso libre. La colección abarca por el momento un total de 17 publicaciones originales e inéditas del campo de las Ciencias Sociales que pueden ser descargadas a través de la biblioteca virtual de Clacso. Algunos de los temas posibles son reflexiones en torno al neoliberalismo, el arte, el fútbol, la ecología, la metodología, la movilidad social, las clases sociales, la desigualdad, la teoría política, el psicoanálisis, la historia latinoamericana, la cultura popular y el pensamiento de diversos autores, como Hegel, Simmel y Althusser.

La Colección IIGG-Clacso es una iniciativa conjunta entre el Instituto Gino Germani, que aporta todos los contenidos, y Clacso, que incorpora estos libros a su biblioteca virtual, con el objetivo de aumentar la difusión local e internacional de las producciones de las y los investigadores del instituto, valorizando la actividad científico-académica realizada en las universidades públicas.

El proyecto editorial se inició en 2013 y, al día de hoy, tiene en su catálogo 17 libros de los cuales 10 se publicaron durante 2020. La colección recorre distintas problemáticas de las ciencias sociales y cuenta con un amplio abanico de autores. Hay publicaciones tanto colectivas como individuales. Los libros son de acceso libre y se distribuyen en toda América Latina desde el IIGG y Clacso. Para recorrer virtualmente toda la colección hay que ingresar aquí.

Algunos de los títulos y autores que aparecen en la colección son los siguientes:

* Asedio del tiempo. Estudios políticos althusserianos, Carolina Collazo y Natalia Romé (compiladoras)

Georg Simmel, un siglo después, Esteban Bernik y Hernán Borisonik (editores)

La identidad se forja en el tablón. Masculinidad, etnicidad y discriminación en los cantos de las hinchadas argentinas, Javier Sebastián Bundio

Profesores, científicos e intelectuales. La Universidad de Buenos Aires de 1955 a su Bicentenario, Martín Unzué

La política y lo político. En el entrecruzamiento del posfundacionalismo y el psicoanálisis, Miguel Rossi y Elena Mancinelli (compiladores)

Políticas terapéuticas y economías de sufrimiento. Perspectivas y debates contemporáneos sobre las tecnologías psi, María E. Epele (compiladora)

El análisis de clases sociales. Pensando la movilidad social, la residencia, los lazos sociales, la identidad y la agencia, Ruth Sautu, Paula Boniolo, Pablo Dalle y Rodolfo Elbert (editores)

* Arte y ecología política, Gabriela Merlinsky y Paula Serafini (editoras)

Contraofensiva neoliberal. La Escuela Austríaca de Economía en el centro estratégico de la disputa, María Paula de Büren

Comparte este contenido:

Toda persona tiene derecho a la educación ya sea para aprender cosas o simplemente por el gusto de saber más: Julieta Fierro Gossman

Toda persona tiene derecho a la educación ya sea para aprender cosas, actualizar sus conocimientos o simplemente por el gusto de saber más, afirmó Julieta Fierro Gossman, quien promueve en México la iniciativa Aprendizaje para toda la vida de la UNESCO.

La investigadora del Instituto de Astronomía de la UNAM colabora como consultora en la tarea que inició la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), a partir de la década de los 50, con respecto al derecho humano a la enseñanza básica y en cada momento de la vida.

Dijo que, sin importar la edad, “se trata de que las personas aprendan a aprender, todos debemos tener esa oportunidad, porque una vez que te gusta ya te picas. La idea es que cada ser humano pueda acceder a la educación formal, y a la educación a distancia y que, durante su vida académica, pueda tener derecho a educación híbrida”.

Fuente: https://mundodehoy.com/2021/01/01/toda-persona-tiene-derecho-a-la-educacion-ya-sea-para-aprender-cosas-o-simplemente-por-el-gusto-de-saber-mas-julieta-fierro-gossman/

Comparte este contenido:

Libro (PDF): Investigaciones en movimiento. Etnografías colaborativas, feministas y decoloniales

Reseña: CLACSO

Este libro pone en conversación un conjunto de etnografías colaborativas, decoloniales, feministas y de IAP que comparten el deseo de producir otros conocimientos y producir conocimientos de otros modos. Las experiencias aquí reunidas nos invitan a repensarnos como investigadoras/es, a redefinir el sentido de nuestros proyectos y los procedimientos metodoloógicos concretos a partir de los que desarrollamos nuestro trabajo, y también a transformar las relaciones que establecemos con las personas con quienes colaboramos. Es una caja de herramientas que busca ampliar el campo de lo posible y lo pensable en investigación.

Autor (a): Aurora Álvarez Veinguer. Alberto Arribas Lozano. Gunther Dietz. [Editoras y Editores]

Aurora Álvarez Veinguer. Alberto Arribas Lozano. Gunther Dietz. Alberto Colin. Ariana S. Cota. María Espinosa Spínola. Adolfo Estalella. Ana Paula Félix Mandoki. Rocío García Soto. Pablo Gómez Pinilla. Carmen Gregorio Gil. Ángel Luis Lara. Lola Martínez Pozo. Laura Selene Mateos Cortés. Mariana Mora Bayo. Antonia Olmos Alcaraz. Mayra Ortiz Ocaña. Paula Pérez Sanz. Norma Rosales-Anderson. Maria Paula Saffon Sanín. Tomás Sánchez Criado. Stefano Sartorello. Luca Sebastiani. Jaime Vera Alpuche. [Autores y Autoras de Capítulo]

Editorial/Edición: CLACSO

Año de publicación: 2020

País (es): Argentina

ISBN: 987-722-629-4

Idioma: Español

Descarga: Investigaciones en movimiento. Etnografías colaborativas, feministas y decoloniales

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2295&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1471

Comparte este contenido:

Documento: Cuadernillo N.4. ¿Qué es un trabajo de grado de calidad en la UNEM?. Venezuela

La Universidad Nacional Experimental del Magisterio «Samuel Robinson» pone a la disposición un documento que reflexión en el quehacer investigativo.

¿Qué es un trabajo de grado de calidad en la UNEM?
Características que varían según el nivel de estudios aspirados: pregrado, estudios avanzados.

Revísalo en: CUADERNILLO N° 4

Fuente: VAT UNEM-Venezuela

Comparte este contenido:
Page 6 of 30
1 4 5 6 7 8 30