La escritura, un rito a la paciencia y la constancia

28 de junio de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org

Por: Donaldo Mendoza M.

El propósito: compartir con los lectores la enseñanza de algunos maestros, en uno de los subprocesos de la escritura: la “revisión”.

La buena escritura es un riguroso ejercicio de paciencia, máxime cuando se escribe para publicar. Esta decisión va más allá de la práctica narcisista de escribir para sí mismo, implica un acto de responsabilidad con los potenciales lectores, que nos hacen un inmenso favor cuando deciden leernos, ¿cómo vamos a defraudarlos? En algunos esa responsable conciencia se convierte en lo que se ha llamado el “bloqueo del escritor”, y da nacimiento a una nefasta mitología. Alrededor de estas ideas gira la siguiente reflexión.

Los mitos 

Hay muchos mitos alrededor de la escritura, lo cual impide que personas con capacidades intelectuales no escriban. Quizá el más grave de esos mitos es relacionar el oficio como un territorio exclusivo de los “escritores”: Cervantes, Borges, García Márquez…, en nuestra lengua. ¿Quién compite con semejantes monstruos?

Pues bien, para la buena salud de esta publicación es preciso decir que todo el que tenga algo que comunicar, lo escriba; “basta con tener algo que decir en frases propias o ajenas”, aconsejaba Pío Baroja. El referente de “escritor” debe llegar a nosotros, los legos, como la voz del maestro que tiene mucho para enseñarnos, porque ha pasado la vida perfeccionando el oficio. “No otra cosa hace García Márquez, en un largo arranque que tiene mucho de vertiginosa, incontenible inspiración, pero también mucho de tenaz elaboración previa…” (Mario Benedetti, en Crítica cómplice).

El mito lleva en su interior la fuerza que lo funda y lo destruye. El “escritor” no nace con las frases hechas; hay cierta disposición genética, cierto, pero la personalización de un estilo propio, por ejemplo, es un trabajo tenaz, que lleva tiempo, constancia y paciencia. Visto desde esa perspectiva, el mito de que “el escritor nace”, desaparece. El escritor se hace. Lo que nace es un esfuerzo y una disciplina de trabajo.

El propósito central de estas notas es, entonces, compartir con los lectores la enseñanza de algunos maestros, en uno de los subprocesos de la escritura: la “revisión”. Estos escritores nos van a decir cómo nace ese texto, de apariencia fácil, que llega al lector. Llamamos a este apartado…

La revisión de los maestros

Es importante, antes de empezar un escrito, tener la conciencia y la certeza de que la escritura no obedece a un rapto de inspiración, sino a un proceso ciento por ciento racional. La verdadera inspiración es la disposición oportuna de ciertas circunstancias: el ambiente, una idea que da vueltas en la cabeza y el deseo indomable de escribir. El proceso racional son los medios logísticos que garantizan la organización de aquello que queremos comunicar; esos medios son: a) planeación (las ideas que nos rondan), b) exponer esas ideas en un primer borrador (aquí podría estar la ‘inspiración’: escribir sin detenerse), c) revisión (aquí entra en juego todo el arsenal gramatical que poseemos), y d) edición (se sugiere que la versión final pase a manos de un lector ajeno al autor). Pero, sin duda, el subproceso donde se juega el éxito o fracaso de nuestros escritos está en la revisión. Ahí es donde los maestros nos van a decir cómo lo hacen.

A Robert Graves (1895-1985), escritor inglés reconocido por la versión para televisión de su novela histórica Yo, Claudio, se le pregunta: ¿Qué hace usted exactamente? En su respuesta se revela una actitud ética (responsable) hacia sí mismo y hacia el lector: “Revisar el escrito hasta que no pueda seguir leyéndolo”, y precisa el procedimiento: “encontrar a alguien que lo escriba a máquina”. Es la mejor manera de tomar distancia del escrito, a través de otro lector; esto le permite al autor ver aquello que le había pasado inadvertido, “y reviso la versión mecanográfica y la vuelven a escribir a máquina”. Así pueden ir y venir tres o más versiones, hasta que “no debe quedar nada que ofenda al ojo”.

John Dos Passos (1896-1970), novelista de la mejor generación literaria norteamericana (la “perdida”), autor de Manhattan Transfer, revela la personalidad de su escritura y la de él mismo cuando dice: “Todo lo que le sucede a uno tiene algo que ver con lo que se escribe”. La revisión tiene en este escritor a uno de sus más pacientes orfebres: “Sí, reviso muchísimo”. Reconoce que en ocasiones un don especial admite que un capítulo se escriba al primer intento; pero, claro, es más frecuente que suceda lo contrario: que “algunos capítulos haya que escribirlos seis o siete veces”. Este testimonio de Dos Passos hace un guiño a los escritores noveles, generalmente impacientes.

Cuando alguien me pregunta si conozco un método eficaz para aprender a escribir, respondo: lee a los buenos escritores, pero lee sobre todo ensayos. Sugiera un autor, me insisten. Jorge Luis Borges (1899-1986), respondo sin vacilar. Este hombre parece que hubiese descifrado los secretos del buen escribir y la preceptiva que lo soporta: precisión, concisión, sencillez (simplicidad) y claridad. Todo eso sin que falte la profundidad. Su vida misma fue un permanente testimonio del oficio: “Sé que no puedo vivir sin escribir”. Y no le faltó un principio ético que, cual precepto kantiano, aplicó con rigor: “Si un escritor no cree en lo que escribe, no puede esperar que sus lectores se lo crean”. ¿Revisaba mucho este maestro? “Al principio sí lo hacía. Después descubrí que cuando uno llega a cierta edad encuentra su verdadero tono”. No se tome esta confesión en sentido literal, porque en verdad lo que Borges acostumbraba era dejar sus escritos a fuego lento: “Trato de repasar lo escrito durante las últimas dos semanas y, por supuesto, hay muchos errores y repeticiones que revisar…” Y, en una clara alusión a un subproceso previo (transcripción/borrador), dice: “Dejo que salga”. Para Borges, hecha la edición, o versión definitiva, “Uno debe leer fácilmente aunque se escriba de metafísica, filosofía…”

John Steinbeck (1902-1968), novelista norteamericano de obras memoriosas: La perla, Las uvas de la ira, entre otras; daba mucha importancia a la transcripción, quizá en razón del grueso volumen de algunas de sus obras. Para ese subproceso dejó sus mejores sugerencias: “Escribe libremente y tan rápido como te sea posible, echando todo al papel. No corrijas o reescribas hasta que hayas escrito todo”. Porque, precisa, “las correcciones son, por lo general, excusas para no seguir adelante”. Pero, a pesar de todo el conocimiento sobre el asunto, o precisamente por eso, Steinbeck se nos revela humilde: “Como siempre, tengo miedo de escribir la primera frase”.

Anthony Burgess (1917-1993), escritor inglés, los lectores hispanos antes de leerlo quizá lo vieron primero en cine; por ese medio conocimos la mordaz sátira social de su novela La naranja mecánica. Burgess hace valiosos aportes a la escritura como proceso. De la manera como planeaba sus libros, nos comenta: “Planeo un poco al principio: lista de nombres, una tosca sinopsis de capítulos… Pero no hay que planear demasiado; hay tantas cosas que se generan mediante el mismo acto de escribir…” Hay tantas cosas: Conviene que quienes estamos en la brega de escribir lo tengamos en cuenta.

Cinco escritores. Cinco testimonios. Suficiente muestra para el propósito de este breve ensayo: derivar de esa maestra experiencia un aprendizaje complementario que, sin duda, nos ayudará a hacer de la escritura una cultura, en donde como sujetos escribientes experimentemos el inefable placer de expresar en forma clara, coherente y lógica nuestras ideas. A esta idea de la escritura le confió el maestro mayor, Borges, su salvación en la Tierra: Escribir, “para mí es como un desahogo, como una forma de liberar ideas. No puedo entender a aquella gente para la cual escribir es una tortura. Si alguien se pone a escribir y le resulta pesado o trabajoso, hay un solo diagnóstico: no es su vocación.”

Referencias

BENEDETTI, Mario. Crítica Cómplice. Bogotá: Alianza Editorial, 1988.

BRAVO & PAOLETTI. Borges oral. Buenos Aires: Emecé, 1999.

McCORMICK – CALKINS, Lucy. Didáctica de la escritura. Buenos Aires: Aique, 1993.

THE PARÍS REVIEW. Conversaciones con los escritores. Barcelona: Kairós, 1980.

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/columnas/la-escritura-un-rito-la-paciencia-y-la-constancia

Comparte este contenido:

Panamá Graduado de secundaria a los 101 años.

Centro  America/Panama/06.06.2017/Autor y Fuente:http://elsiglo.com.pa/

El mensaje que deja John Motes es que no importa qué edad tengas o ni los obstáculos, debes luchar por tus sueños.

BELLACO

El mensaje que deja John Motes es que no importa qué edad tengas o ni los obstáculos, debes luchar por tus sueños.

Motes, de 101 años, se graduó de la escuela secundaria del condado de Pike. Junto a sus compañeros, todos adolescentes recibió su diploma como muestra de su esfuerzo tras retomar esta tarea pendiente.

Después de 84 años

El adulto mayor debió graduarse en 1933, sin embargo, una condición médica lo obligó a abandonar la escuela en el segundo año de estudios.

A pesar de ello se unió a la Fuerza Aérea a los 18 años, participando en la Segunda Guerra Mundial como ingeniero, sin contar con diploma de secundaria.

Luego de 84 años su sueño era terminar la secundaria y lo logró.

El medio estadounidense WSFA informó que en la graduación de Motes los más emocionados eran los estudiantes, quienes lo ayudaron a su movilización durante el acto .

Motes no quiso un trato especial durante su graduación. Es así que en vez de caminar primero que los demás, decidió seguir el orden alfabético tradicional.

Su esposa, Bettye Motes expresó que el abuelito no planea dejar los estudios, sino que quiere especializarse en música en la Universidad de Alabama del Sur. Quizás le quede tiempo, pues el más importante objetivo de Mote es vivir hasta los 107 años.

RETADOR

Motes abandonó la escuela en 1933, pero regresó después de pasar más de 80 años y logró obtener su título. Ahora desea estudiar música, pues su meta es sumar seis años adicionales de vida.

Fuente:http://elsiglo.com.pa/curiosidades/graduado-secundaria-101-anos/24005176

Imagen:http://laestrella.com.pa/media/news/image/324333_750x480_crop_5932077d3200b.jpg

Comparte este contenido:

Juegos para promover valores: la paciencia y la constancia

25 de noviembre de 2016 / Fuente: http://revistaeducacionvirtual.com/

Por: Claudia García

¿Paciencia?, ¿y eso qué es? Vivimos en una sociedad que avanza rápido y los cambios son más que constantes. Hemos aprendido a sobrellevar las prisas y ser pacientes nos resulta agotador. Nuestros alumnos, por supuesto, no son una excepción. Ellos, más que nadie, son el claro ejemplo de la impaciencia: Si quieren algo, lo quieren “para ya”; y, en más de una ocasión, esto no es posible.

Por eso hemos de educarlos en la paciencia y la constancia. Estas cualidades tienen un importante peso durante la infancia y el futuro de los alumnos: resultan fundamentales para la adquisición de los principales aprendizajes vitales y, por supuesto, son básicas en la escuela. No hace falta decir que nos ayudan a tolerar la frustración y aceptar las dificultades con calma. Así la conquista de las propias metas, la convivencia con otras personas, y el dominio de materias y habilidades nuevas se vuelve más eficiente.

Por todos estos motivos los docentes hemos de tener en cuenta que ambos valores se pueden y se deben promover desde infantil y primaria. Eso sí, a través del juego, que es el lenguaje natural del niño. ¡Ha llegado el momento de salir al recreo!

 Juego de las anillas

Coloca, clavados en la arena del recreo, una fila horizontal de palos. Pide a tus alumnos que se sitúen a un paso de distancia de ellos y traza una línea  en el suelo. A continuación, diles que traten de encestar una anilla en el palo que tengan delante.

Conforme introduzcan esta anilla en el palo, darán un paso hacia atrás. De este modo, la dificultad del juego se irá incrementando y los jugadores tendrán que armarse de paciencia para no desistir en el intento de encajar las anillas. Mientras se realiza la actividad, enseña algunos ejercicios de respiración para contener los nervios. Resultarán útiles para este juego, pero también para otras situaciones de la convivencia escolar. Recuerda a tus estudiantes que respiren lentamente, sintiendo cómo el aire entra cálido por sus pulmones, y pídeles que lo expulsen con calma, ¡con mucha calma!

  • Material:Anillas y palos.

La carrera más delicada

Pide a tus alumnos que se sitúen en una línea de salida que trazarás sobre el suelo. Seguidamente, marca también enfrente una línea de meta. Da a cada niño y niña una cuchara y un huevo (o pelota de pingpong).

Situados en la salida, lucharán por llegar a la meta transportando el huevo o pelota de pingpong en equilibrio sobre la cuchara. Deberán hacerlo con una única mano; salvo si son muy pequeños, que podrán ayudarse de las dos.

Las prisas no son buenas consejeras y pueden jugarles malas pasadas, así que recuérdales que lo importante es llegar con el huevo intacto. De esta manera, será importante llenarse de tranquilidad y calma.

  • Material:Anillas y palos.

Desafío naval en parejas

Llena un cubo grande con agua y coloca los barcos de papel que previamente han construido tus alumnos. Diles que armen un ejército con piedras pequeñitas (1 o 2 cm, aproximadamente) que encuentren por el recreo. A continuación, tendrán que escoger a un compañero y situarse a un metro de distancia del recipiente.

Seguidamente, una de las personas de cada pareja se tapará los ojos con un pañuelo y, siguiendo las instrucciones de su compañero, tendrá que derribar los barquitos que descansan sobre el agua del cubo.

Ambos compañeros tendrán que mantener la calma y trabajar en equipo para alcanzar el objetivo del juego, que es hundir juntos el máximo de barcos de papel.

  • Material:Cubo, agua, piedras pequeñas, barquitos de papel, pañuelos.

Estos tres juegos muestran a nuestros alumnos que, en ocasiones, las metas no se alcanzan a la primera. De ahí que necesitemos esforzarnos un poquito más, mantener la calma y ser tenaces en nuestras acciones. Así, cuando cultivamos los valores de la paciencia y la constancia desde la infancia, regalamos a nuestros estudiantes alas para crecer felices.

Fuente artículo: http://revistaeducacionvirtual.com/archives/2656

Comparte este contenido: