Japón: El rechazo a los refugiados nucleares de Fukushima

Asia/Japon/Fukushima

«Es una niña de Fukushima. Tiene radiaciones contagiosas». Esta fue la frase que oyó Satsuki Sekine, de 15 años, después de huir despavorida de la catástrofe nuclear de 2011 en Japón.

«Mi casa fue destruida por el seísmo y arrastrada por el tsunami», cuenta a la AFP. «Perdí a uno de mis familiares en el desastre, luego tuvimos que huir del accidente nuclear».

«Ya estaba verdaderamente mal, tenía ganas de morir… Así que el acoso y las burlas en la escuela no hicieron más que reforzar ese sentimiento. No veía ningún motivo para vivir», recuerda la adolescente, que desde entonces ha regresado a su región de origen, en concreto a la ciudad de Hirono, cerca de su antigua casa.

El suyo no es un caso aislado. Otros «migrantes del interior», obligados a dejarlo todo atrás con el accidente nuclear de Fukushima, sufrieron insultos, ostracismo e incluso agresiones en las comunidades donde encontraron refugio.

Más de 160.000 habitantes abandonaron sus casas tras la catástrofe, a petición de las autoridades y por temor a las radiaciones.

A partir de abril, cerca del 70% de las zonas prohibidas volverán a ser habitables, pero el trauma persistirá durante mucho tiempo.

Pese al movimiento de solidaridad que invadió Japón tras el desastre, simbolizado por el lema «Ganbarô Nippon» (Aguanta, Japón), las víctimas de la catástrofe nuclear fueron acogidas a menudo con frialdad.

– ‘Presa fácil’ –

Urara Aoyama, compañera de clase de Satsuki, sufrió el mismo calvario. Había hecho todo lo posible por ocultar su ciudad de origen, pero los demás se enteraron cuando entró en el instituto, cuenta la joven de 16 años.

A ella también le hacían preguntas incómodas. «Las radiaciones son contagiosas, ¿no? Deberías volver a tu casa, ¿por qué sigues aquí?».

En Japón no es raro que las personas vulnerables y diferentes sean víctimas de burlas («ijime»), que son una de las causas del importante número de suicidios en el país.

La educación japonesa, basada en la noción de grupo cerrado, tiende a borrar cualquier tipo de individualidad y convierte a los niños diferentes en blancos ideales, explica Asao Naito, especialista de este fenómeno en la universidad Meiji de Tokio.

«En este entorno totalitario de las escuelas japonesas, los evacuados de Fukushima son una presa fácil», dice.

Un caso en Yokohama, en las afueras de Tokio, suscitó recientemente mucha indignación: un grupo de alumnos extorsionó 1,5 millones de yenes (12.500 euros) a un niño al que golpearon y acusaron de vivir a expensas del Estado.

«He pensado no sé cuántas veces en morir, pero tantas personas murieron en el tsunami que, aunque sea difícil, he decidido que tenía que vivir», escribió en una carta.

Durante años aguantó en silencio, sin atreverse a decirle nada a su madre, que también sufría acoso por parte de sus vecinos. «Le tiraban desperdicios y recibió una carta anónima en la que le pedían que dejara el barrio», cuenta Kei Hida, abogada de la familia.

– ‘Curar sus heridas’ –

El gobierno anunció este viernes que realizará un estudio nacional sobre los casos de acoso a niños procedentes de las regiones afectadas.

Los refugiados de Fukushima, a los que muchos japoneses no consideran como «víctimas», tienen problemas para expresar su desamparo, asegura Tomohiro Kurosawa, abogado de varios de ellos.

La política del gobierno, que aboga por su regreso a la zona contaminada asegurando que ya no hay peligro, «confunde el estatus de las víctimas y crea un espacio que incita a los demás a rechazarlos y a atacarlos», lamenta.

Satsuki y Urara estudian ahora en una escuela creada para acoger a los alumnos de las zonas contaminadas. Ahí, junto a otros alumnos, han escrito una obra de teatro para contar su historia.

«Muchos miembros del club han vivido experiencias dolorosas durante la evacuación, es algo que los une», dice el profesor Shunichi Kobayashi. Y «el hecho de estar en contacto entre ellos los ayuda a curar poco a poco sus heridas».

Ahora Satsuki vuelve a ser alegre. «No huiré de la realidad», promete.

Fuente: http://elcomercio.pe/mundo/asia/japon-rechazo-refugiados-nucleares-fukushima-noticia-1977935

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Entrevista a José Herrera Plaza sobre «Accidente nuclear en Palomares. Consecuencias (1966-2016)»

Entrevista a José Herrera Plaza sobre «Accidente nuclear en Palomares. Consecuencias (1966-2016)»

Salvador López Arnal

José Herrera Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la Universidad de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido, trabaja actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde 1985 ha seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear de Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y exposición en el Centro Andaluz de Fotografía «Operación Flecha Rota. Accidente nuclear en Palomares». Posteriormente dirigió el largometraje documental homónimo (2007).

Estábamos comentando tu reflexión: «Descontaminación Palomares. Acuerdos España-EEUU. La historia se repite o 7 razones para actuar». Tu segundo argumento: «La única razón «técnica» para justificar esa deflación de los niveles a descontaminar es que el PRP era una propuesta preliminar [1]; como si toda modificación de los niveles de limpieza tuviesen que ser a la baja». ¿Y quienes sostienen esa deflación de los niveles a descontaminar? ¿Por qué razón o sinrazón?

JH.- Pues obviamente personas que viven ellos y sus familias a cientos o miles de kilómetros, según se trate de políticos españoles o norteamericanos, altos cargos ministeriales a los que Palomares y sus vecinos poco les importan, que lo único que desean es poner punto final a este engorroso asunto de la manera menos costosa y complicada posible. Desde luego parece que los españoles no están dispuestos a hacer valer algo tan básico como la dignidad, la soberanía nacional y la legislación internacional, cuyo principio consensuado es: quien contamina paga.

El tercero: «Los niveles consignados en el Acuerdo Kerry-Margallo no parecen resolver la situación radiológica de la zona ni su estigma. Se marcan unos niveles residuales para americio 241 de 1 Bq/gr. (Zonas 2 y 3) y lo más inaceptable: 4 Bq/gr. para la Zona 6, con la excusa que no está habitada ni lo estará en los próximos 24.000 años. Desconocemos la equivalencia en plutonio 239+240, porque ha sido sesgada de la información liberada, pero sí conocemos que la proporción inventariada de plutonio 239+240 es de 4 veces la del americio». ¿Por qué es más inaceptable lo que afirmas que es inaceptable?

JH.- Si el objetivo es que la radiactividad absorbida sea inferior a 1 miliSiervert por año, habrá que descontaminar suficientemente y holgadamente. Dada la heterogeneidad en el patrón de contaminación, dejar 4 Bq/gr. en Sierra Almagrera puede referirse a dos posibilidades: a) que es un valor medio, por lo que determinados parajes superarán ampliamente esta frontera. b) que es el valor máximo. En el mejor de los supuestos que esto se consiga y asumiendo una relación lineal de las variables, la dosis para las personas será de 0,8 mSv/año, que roza peligrosamente los estándares aceptados máximos en la actualidad. Descontaminar con criterios normativos y no de salud pública a largo plazo es muy cómodo, pero un craso error. Seguramente dentro de 10 o 20 años serán bastante más bajos en España. En otros países ya es una realidad. La sombra de la sospecha y el estigma social de aquella zona no desaparece de esta manera, si tenemos en cuenta la nula credibilidad institucional o de los organismos reguladores, tras casi 50 años de mentiras. La limpieza y salubridad de esos parajes no solo ha de ser real, sino también aparente.

El cuarto argumento, te vuelvo a citar: «Aunque los niveles finales estuviesen rozando o por debajo de los máximos legales, descontaminar una zona castigada durante tanto tiempo con fundamentos únicamente normativos es erróneo de cara al futuro. Hasta el momento, se había aceptado que el objetivo último debe ser que el impacto a la población de Palomares no supere una dosis media anual de 1 mSV/año. Los niveles máximos aceptados en las legislaciones no han hecho más que descender desde hace 76 años, que fue descubierto el plutonio y todo indica que seguirán decreciendo en los próximos 24.000 años. Incluso el Departamento de Energía de los EEUU restringe para su territorio, como alternativa más exigente, 100 veces menos que lo que defiende para Palomares: una dosis de 0,01 mSv/año». ¿Cómo se entiende entonces que lo que practica USA en su propio país no valga cuando hablamos de España en una zona contaminada por sus acciones militares atómicas durante la Guerra Fría?

JH.- Pues simplemente, porque entre donde habitan sus hijos y Palomares median más de 6.000 km., en su mayoría océano.

El quinto: «Las negociaciones con los norteamericanos han dado como resultado nuevamente la claudicación de la contraparte española. La cifra de tierras a descontaminar se ha reducido ostensiblemente -un 44% nada menos- a pesar de la precisa caracterización elaborada en el PIEM-VR (refrendado por la OIEA y UE). De los 50.000 m3 (exactamente 49.771), se ha pasado a 28.000». ¿A casi el 55%? ¿Y ese cómo se come, cómo se puede admitir una cosa?

JH.- Esta rebaja la han publicitado cuando resonaban las trompetas del acuerdo Kerry-Margallo, como excipiente de un medicamento, como el sirope empalagoso de los jarabes mucolíticos, así no se percata la sociedad del regusto amargo de tan drástica e indigna reducción. Como decía un amigo: Palomares parece estar condenado; del bañador de Fraga se ha pasado a la guitarra de Kerry.

El sexto argumento: «En la firma del acuerdo de intenciones la embajada norteamericana filtró a la prensa la ubicación final de los residuos. Su destino, un cementerio nuclear de Nevada que no existe y con un coste de transporte y almacenaje tan exageradamente inflado que resultaba tan ridículo como hilarante, lo que restaba toda credibilidad». ¿Están mintiendo como bellacos entonces?

JH.- Creo que estaban improvisando sobre la marcha, pero hoy día sobran los medios para averiguar si aquello era verdad. Lo único que existe en Nevada es el proyecto del cementerio de las montañas Yucca, apenas iniciado y paralizado desde 2012. Dado los imposibles costes de fletes y almacenaje definitivo, parece como si quisieran financiar tal cementerio con las tierras de Palomares.

El último: «La victoria del ultraderechista Donald Trump y la mayoría republicana en el Senado y Congreso norteamericano hace suponer la demora sine die de las intenciones, además de una oportunidad para un irreversible olvido aquí y allá». ¿De dónde esa sospecha? Tampoco las administraciones demócratas o llamadas demócratas son ángeles de la justicia y la corresponsabilidad.

JH.- Por supuesto que no; hay que erradicar el maniqueísmo de nuestras convicciones. Lo que sucede allí es muy parecido al bipartidismo nacional. De hecho ellos nos vendieron ese modelo de «democracia». Pero siempre existe una opción más progresista y otra más regresiva, más reaccionaria. Se sabía de antemano que si ganaba la extrema derecha, se harían valer razones para no mover ficha, como la esgrimida de que, si proceden, se creará un precedente con otros lugares contaminados por ellos en el mundo. Evidentemente eso no le exime de sus responsabilidades, ni es nuestro problema.

Con el país hegemónico o sin él, afirmas finalmente, «Palomares no puede esperar. Es preciso instar al Gobierno español para que ponga en marcha lo antes posible el PRP original y no lo acordado con EEUU, así como un Plan A y B de Gestión de Residuos para lo evacuado en Palomares y su posible destino alternativo en cualquiera de los cementerios nucleares existentes en el mundo. Todo esto no se logrará si no existe una firme y activa vindicación de los grupos sociales y la opinión pública. Palomares dista 500 km. de los centros nacionales de decisión y 6.500 de Washington». Es difícil estar en desacuerdo contigo. ¿Has contactado con grupo sociales próximos o afines a tus posiciones? ¿Con algunas formaciones políticas? Pienso, por ejemplo, en Unidos Podemos, en el PCE, en gentes de izquierda. Nadie puede hacer oídos sordos ante una cosa así.

JH.- Sí, por supuesto que me he comunicado con todos mis contactos, que no son muchos: Ecologistas en Acción, que a su vez se lo han pasado a Greenpeace y a Julio Rodríguez de Podemos. También se lo he enviado al Ayuntamiento de Cuevas del Almanzora, del que depende Palomares y a Ciudadanos. La vida te da sorpresas, nadie ha obrado en consecuencia, excepto el Foro de Milicia y Democracia que lo han publicado en su web y el diputado de Ciudadanos por Almería, Diego Clemente, que el pasado 30 de noviembre incluyó el texto como exposición de motivos y realizó una serie de preguntas parlamentarias, de las cuales yo le sugerí algunas. Veremos lo que responden.

En la próxima me centro más en el libro. Perdona por la digresión pero me ha parecido necesaria y ha resultado muy interesante. Gracias.

Notas:

1) SANCHO LLERANDI, C. Respuesta a una pregunta formulada por José Ignacio Domínguez en la conferencia impartida en la Sociedad Nuclear de España, dentro del ciclo «Los jueves nucleares» el 10/11/16.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=220403

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Greenpeace enciende alarmas ambientales ante el futuro de los Galaxy Note 7

Noviembre de 2016/Fuente: El Mundo

La organización ecologista Greenpeace inició una campaña de recolección de firmas internacional para detener el desecho de los Galaxy Note 7 retirados del mercado después de que Samsung reconociera problemas con las baterías.

La surcoreana anunció la suspensión total de la producción de su último modelo Galaxy Note 7, debido a los riesgos. No obstante, con tanto revuelo, poco se ha hablado del impacto ambiental que supone la disposición final de 2,5 millones de aparatos.

En ese sentido, un portavoz de Sansumg dijo al sitio especializado Motherboard que no se repararían, mejorarían o revenderían ninguno de los dispositivos de este modelo.

«Hemos iniciado un proceso para desechar todos los teléfonos de forma segura», afirmó en un comunicado, de lo cual se desprende que los dispositivos Note 7 irán, directamente, a la basura.

Ante ello, Greenpeace se manifestó y exigió que se garantizara la gestión correcta de los aparatos en desuso y el reciclado de sus componentes.

«Samsung está considerando desechar 4,3 millones de teléfonos Galaxy Note (…) Esto es el equivalente a 730.000 kilogramos de residuos en tecnología de alta gama», afirmó Greenpeace.

De esta manera, si bien los smartphones no pesan nada, se requieren cerca de 74 kilos de materias primas para la fabricación de un dispositivo medio y el Note 7, por su parte, eleva la cifra hasta 226 kilos por tratarse de uno de los dispositivos de mayor tamaño y más avanzados del mercado.

Dicha cantidad incluye la extracción de materiales, los desechos de la minería y el agua dulce contaminada en el proceso.

En concreto, Greenpeace estima que se pretende convertir en basura más de 20 toneladas métricas de cobalto, más de una tonelada de tungsteno, una tonelada de plata, 100 kilos de oro y entre 20 y 60 kilos de paladio.

De acuerdo con la organización ambiental, muchos de los metales, especialmente los considerados «raros», son dañinos si llegan al subsuelo o a cursos de agua y, además, no pueden ser reciclados; su extracción supone procesos agresivos con el medio ambiente.

Por otra parte, los materiales que sí pueden ser recuperados no tienen demasiado valor, por lo que resulta más provechoso y adecuado ampliar su vida útil que desmontar el celular y aprovechar sus piezas para fabricar otros productos.

Greenpeace pide a Samsung que «sea transparente y que publique su plan para desmantelar y disponer de estos teléfonos».

«También le pedimos a Samsung que no tire ni queme los aparatos; sería realmente innovador si Samsung evita este gran desperdicio que causaría un gran impacto ambiental», se leer en la página web de la organización.

Fuente: http://www.elmundo.com.ve/noticias/tecnologia/dispositivos/greenpeace-enciende-alarmas-ambientales-ante-el-fu.aspx
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Entrevista a José Herrera Plaza sobre accidente nuclear en Palomares. Consecuencias (1966-2016)

Entrevista a José Herrera Plaza sobre accidente nuclear en Palomares. Consecuencias (1966-2016)
“En caso de accidente nuclear nacen por doquier criterios elevados al rango de «cuestiones de estado», siempre antepuestos al ámbito, salud e intereses de los afectados”
Por: Salvador López Arnal

José Herrera Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la Universidad de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido, trabaja actualmente como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde 1985 ha seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear de Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y exposición en el Centro Andaluz de Fotografía ”Operación Flecha Rota. Accidente nuclear en Palomares”. Posteriormente dirigió el largometraje documental homónimo (2007).

Estábamos en el capítulo VI, “El proyecto Indalo”, cuando señalas que en 1968 se expuso por primera vez ante público especializado lo sucedido en Palomares. ¿Dónde fue? ¿Quiénes intervinieron hablando de lo sucedido en Palomares?

JH.- En la primavera de 1968 se celebró un simposio en Interlaken (Suiza) con el título de «Protección Radiológica del público en caso de una catástrofe nuclear». La valiosa experiencia adquirida por la JEN en Palomares dio para dos ponencias de los responsables españoles, una del Dr. Eduardo Ramos y otra del que estaría 15 años a cargo del Proyecto Indalo, el farmacéutico Emilio Iranzo. Estos dos documentos tuvimos que conseguirlos en 2005 en los EEUU. Su gran importancia como fuente es que en estas intervenciones en el extranjero aportan y expresan lo que en España callan, a pesar de financiarse con fondos de todos los españoles. Por supuesto no se nombran los enterramientos, ni los altos índices dejados en la zona agrícola de la vega.

Luego, según explicas, hubo otro simposio en 1969. ¿Aportó alguna novedad respecto al tema?

JH.- Este otro se celebró en Viena bajo el patrocinio de la OIEA. Aquí no se vuelve con una descripción de las medidas de descontaminación. Se intenta determinar el riesgo a que ha estado (pretérito) sometida la población, cuando un año antes, en ese mismo momento y en los venideros, se seguían produciendo numerosos aerosoles con la resuspensión del plutonio, americio y uranio, tal como reconocería en 1984 el propio Iranzo en la reunión anual de la Health Physics Society Nueva Orleans.

Señalas también que, durante ese tiempo, se esta viajando continuamente a Palomares. ¿Quiénes son esos viajeros? ¿Con qué objetivos?

JH.- Los viajes son para la toma de muestras de los cultivos, pesca, ganado, flora silvestre muestreadores de aire y tierra, dentro del llamado Proyecto Indalo, para el estudio de la contaminación dejada voluntariamente en la zona. Todo para poder investigar el comportamiento de un gran desconocido como era, a mediados de los 60, el plutonio.  

Hablas en este apartado de un accidente cuando se estaba trasvasando líquido radiactivo del reactor suizo Shapir. ¿Qué pasó?

JH.- En España estaba en marcha el «Proyecto Islero» que, entre otras finalidades, intentaba analizar las posibilidades de poseer armamento nuclear netamente nacional. Para ello era preciso conocer la praxis de la reelaboración de combustible gastado de las centrales para la producción de energía. No hacía mucho que se había construido en la JEN la planta caliente M-1. Un prototipo experimental de reelaboración de este material, con sus celdas calientes correspondientes. Ya se habían obtenido los primeros gramos de plutonio por medio de las barras gastadas del reactor JEN-1. En 1970 se estaba reprocesando el combustible del reactor suizo Saphir. Cuando se trasvasaban 157 l. de líquido radiactivo hubo una fuga que vertió 60 l. a la alcantarilla. De ahí paso al Manzanares, al Jarama y finalmente al Tajo, donde fue detectado en su desembocadura en un control rutinario. El líquido tenía altas proporciones de isótopos de cesio, estroncio y rutenio. El problema fue el uso del agua contaminada para los regadíos del Manzanares y Jarama. Gran parte de los productos agrícolas fueron comprados para su enterramiento en los aledaños de la JEN. Otra significativa fracción siguió los canales de comercialización hasta los consumidores. El secretismo fue aún más férreo que en Palomares. El futuro de las centrales en construcción o en proyecto estaba en juego. No existen documentos conocidos al respecto, por lo tanto no podemos evaluar con exactitud los comportamientos gubernamentales en toda catástrofe nuclear: el grado de minusvaloración y de negligencia en la radioprotección del público.

En nota, creo que es la 34, hablas de un libro titulado “Energía nuclear en España”. Dices que es un libro inédito. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué no se ha editado?

JH.- Sí se editó, pero que yo sepa no se ha distribuido públicamente. El libro «Energía Nuclear de España. De la JEN al CIEMAT» es un magnífico libro que intentaba rellenar un hueco inadmisible de nuestra historiografía. Fue escrito por encargo del CIEMAT. La tarea se le encomendó a dos prestigiosos historiadores especializados en ciencia y tecnología: Romero de Pablos y Sanchez Ron. Al parecer, las descripciones, comentarios y valoraciones de algunos pasajes no fueron del agrado de los responsables del encargo. En vez de hacer constar el disenso por otros medios, fue sepultado en algún sótano, una vez impreso. Total, pagaban los españoles.

Te cito: “Vemos en este suceso, en el asunto que tratamos, y en la mayoría de los accidentes nucleares, unas similares e inmutables pautas en autoridades y organismos competentes, independientemente de la época, régimen político o cultura dominante” (p. 202). ¿Es así realmente? ¿Es independiente de todo eso que señalas? ¿Nos haces un resumen de esas pautas similares?

JH.- Puesto que este tema da para mucho, según nos refiramos a las valoraciones del suceso o de sus consecuencias a medio y largo plazo en personas y medioambiente, me centraré sinópticamente en las actitudes y valoraciones institucionales a corto plazo de cara a los afectados y opinión pública: a) Con el plausible objetivo de evitar el pánico colectivo se minimiza sin tope alguno lo sucedido. Se publicitan notas oficiales de la situación en las zonas contaminadas alejadas de la realidad. A los afectados únicamente se les repite el «no pasa nada», pero no se les forma, ni mucho menos informa, de los riesgos y de cuestiones básicas de radioprotección. b) A la hora de adoptar medidas de radioprotección de cara a los afectados, la evaluación de riesgos, las estrategias remediadoras, se ven influenciadas por todo lo anterior, o se anteponen los intereses políticos o militares, de la empresa afectada, sector, o las relaciones internacionales. En caso de accidente nuclear nacen por doquier criterios elevados al rango de «cuestiones de estado», siempre antepuestos al ámbito, salud e intereses de los afectados.

Esto puede servir como plantilla para cualquier accidente, llámense Islas Marshall, Palomares, Chernóbil, Fukushima y lo que pueda acontecer.

Hablas también de los problemas de importación, denunciado por E. Ramos, del nuevo CCE (Contador del cuerpo entero). ¿Qué pasó? ¿Qué problemas hubo? ¿Era importante este contador?

JH.- Por incomprensible que parezca, tuvieron problemas en la aduana, que mantuvo inmovilizado durante semanas el material. Ello a pesar que era equipo científico y para un organismo público.

El Contador de cuerpo entero era un sofisticado dispositivo de última generación que ambicionaba medir el plutonio en los pulmones de los vecinos a través de la débil radiación (gamma) que emite, durante un tiempo de 30-40 minutos mientras el paciente escucha música tumbado. Era un equipo ultrasensible que exigía un sofisticado blindaje y que muy pocos países tenían. De alguna manera se ofreció como la «estrella» del Proyecto Indalo. Tan grandes fueron las expectativas que suscitó como el fiasco de sus resultados.

 

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El contador de cuerpo entero, o contador de radiactividad corporal, fue la dotación material «estrella» que donaron los norteamericanos para el Proyecto Indalo. El modelo no funcionó correctamente para el plutonio por falta de sensibilidad. Las mediciones de otros radionucleidos, como el americio o uranio, jamás han salido a la luz. (Foto: NARA).

 

¿Quién fue el doctor Francisco de los Santos al que aludes en este apartado?

JH.- Fue el encargado de operar el Contador de cuerpo entero. Para ello se había tenido que desplazar varias veces a los EEUU. Posteriormente se le nombró responsable de las medidas de plutonio en la zona.  

En la nota 48 habas de unas cartas entre W. Langham y E.J. Valerio. ¿De qué iban esas cartas? ¿Tenían interés?

JH.- Ya vimos en su momento que el Dr. Langham fue el autor intelectual de la descontaminación parcial en Palomares y de la investigación con las personas y el medioambiente en Proyecto Indalo. En esta carta que aludes, Langham hace su último viaje a Palomares antes de perder la vida en un accidente de aviación. Allí observa que las labores del Proyecto estaban paralizadas por la fuga de líquido radiactivo del reactor suizo Saphir. Casi la totalidad de los recursos de la División de Medicina y Protección se habían dedicado a la evaluación de la dispersión. La ayuda en efectivo y material estadounidense también se paralizó hasta la reanudación de los trabajos.

Comentas que la jubilación del doctor Eduardo Ramos generó un gran hueco. ¿Por qué? ¿Era tan importante su papel? ¿Quién le sustituyó?

JH.- Las personas consultadas que conocieron o trabajaron con el Dr. Eduardo Ramos, han coincidido en que era la persona más preparada en radioprotección. Independientemente de sus conocimientos, era un ser que generaba confianza y empatía en los vecinos de Palomares y Villaricos. Algo indispensable como interlocutor del organismo regulador con los afectados por el accidente.

¿De qué va la propuesta que en 1978 hicieron los científicos Dean, Richmond y Wachholz?

JH.- Estos científicos integraban el primer relevo generacional de científicos encargados de supervisar el Proyecto Indalo. Se dieron cuenta de los altísimos niveles de contaminación de la Zona 2, junto al cementerio. Constataron que se resuspendía el plutonio en aerosoles cuando soplaba viento superior a 20-30 km/h y ello suponía un incremento del riesgo de inhalación por parte de las personas y su contaminación interna. Con las evidencias, presentaron la propuesta de descontaminar esa zona y enterrar allí mismo la tierra, mientras los de la JEN mantenían silencio. Cualquier opción menos que ese plutonio estuviese a merced de los vientos. Es posible que desconocieran la existencia ya de dos fosas con 4.000 m3 de residuos. Como era de esperar, su propuesta caería en saco roto pues suponía contradecir la historia oficial. Ni en Madrid ni en Washington interesaba destapar la caja de los truenos, con otras dos zonas (la 3 y 6) con parecida situación. Además, ni a los políticos de esas dos capitales, ni a sus familias, les llegaban los aerosoles de Palomares. Habría que esperar 25 años para retornar a ese problema, evaluarlo y buscar posibles soluciones.  

Comentas también que en 1986 la JEN se transformó en CIEMAT, un organismo que aún existe. ¿Qué relaciones tenía y tiene con el CSN? ¿Supuso algún avance organizativo? ¿Todo empezó entonces a moverse como señala Teresa Mendizábal, la que fuera directora de Medioambiente y Secretaria General del CIEMAT?

JH.- El Consejo de Seguridad Nacional llevaba 6 años cuando la JEN pasa a denominarse CIEMAT. Para evitar malentendidos y duplicidades quedan asignadas al CIEMAT las labores de evaluación y ejecución de los programas, con la remisión de informes al CSN, mientras que este ejerce un rol decisorio.

Evidentemente aquello fue algo más profundo que un cambio de siglas o de remodelación orgánica. A partir de ahora se remiten al CSN y al Depto. de Energía norteamericano un informe semestral sobre el Proyecto Indalo. Las estrategias comienzan a diseñarlas personas distintas a las que colectan y analizan los datos.

¿Qué trabajo publicó el CIEMAT en la prestigiosa revista científica Health Physic?

JH.- Desde inicios del Proyecto Indalo, el Dr. Langham y sus sucesores instaron a los miembros de la JEN a publicar en revistas científicas para el incremento en el conocimiento del desconocido plutonio en un medio agrícola habitado. Pero Emilio Iranzo era renuente, supuestamente amparado en la voluntad política. No deseaba que se conociera la realidad de lo que habían dejado los norteamericanos. Lo que llama poderosamente la atención es que su actitud es mucho más cerrada que la de sus pares, que fueron los causantes, aunque con el silencio cómplice de personas como él. Tras años donde los únicos datos que salieron de la JEN fue en congresos y simposios de personal especializado, cerrado al público, la prestigiosa revista Health Physic les publicó un artículo en 1987.

También se jubiló tiempo después alguien que estuvo muy relacionado con el accidente, Emilio Iranzo. ¿Qué balance puede hacerse de su trabajo en este tema?

JH.- Los 15 años aproximadamente que está el farmacéutico Emilio Iranzo al frente del Proyecto Indalo por parte española, constituyen un periodo variable, para nada fácil, que se ve influenciado negativamente por los cambios administrativos, las indecisiones, moratorias e impagos por parte norteamericana y una falta de sistematización en los objetivos y estrategias de investigación por ambas partes. En España, la crisis del petróleo del 73 y la posterior inflación dispara los costes, lo que ocasiona que la aportación financiera española se incremente porcentualmente. Ahora van a ser los españoles, con sus impuestos, los que financien mayoritariamente un problema generado por los EEUU, con la humillante aquiescencia de las autoridades españolas.  

Cito unas palabras de un informe de 1993: “No hay mejor oportunidad en cualquier parte del mundo para estudiar una población, en una sociedad altamente compleja con labores en agricultura intensiva, donde existe cerca contaminación de plutonio sin control gubernamental”. Se habla de Palomares. ¿Exageraban? ¿Convencieron a sus superiores?

JH.- El Proyecto Indalo sufrió muchos altibajos. En ocasiones la moral caía y las dudas sobre su continuidad aparecían. A diferencia de los españoles, ellos valoran mucho la investigación en todos los campos. Antes que un politicastro tome una decisión arbitraria sobre investigación y tecnología, como ha sucedido los últimos años en este país, analizan pormenorizadamente los pros y contras. El texto seleccionado, nada exagerado, es una versión de la reafirmación que ya hizo el Dr. Langham antes de su muerte y que fue efectiva para su prórroga. Junto con las Islas Marshall, Palomares ha sido uno de los dos mejores laboratorios vivos para investigar el plutonio, con la diferencia de que allí sí había control gubernamental. Hasta el nuevo milenio, aquí no; sencillamente porque no existía reconocimiento oficial del problema.  

Hablas de una nueva etapa desde 1997. ¿Por qué nueva?

JH.- Pues porque se firma un nuevo acuerdo: el Proyecto de Anexo I, que supone un incremento de la seguridad jurídica, la continuidad de criterios a grandes rasgos, con especial énfasis en la reevaluación de plutonio y americio en las zonas aradas en 1966, las nuevas áreas cultivadas y aquellas que no se descontaminaron en su día. Además se realiza una auditoría de lo realizado hasta ahora, el Programa de Revisión de Palomares.  

En el apartado 6.1.6, dedicado al “Coste”, ¿de qué costes hablas?

JH.- Desde el inicio se pudo calcular que el Proyecto Indalo iba a precisar unos recursos materiales y humanos significativos y constantes en el tiempo, pues era a largo plazo. Cuando le propusieron a los españoles iniciarlo, los norteamericanos hablaron enseguida de dinero en efectivo y todo tipo de equipos, pero muy cucos ellos, sin especificar montos ni plazos. La cuestión quedaba a su entera discrecionalidad. Los españoles picaron y ello les supuso soportar las incertidumbre en forma de numerosas moratorias, rebajas e incluso impagos. Otro de los muchos «Bienvenidos Mr. Marshall» padecidos en las relaciones bilaterales. Porcentualmente los EEUU comenzaron en los 60 haciéndose cargo del 75% aprox. de los gatos. En los años 70 únicamente pagaban la mitad y de los 90 hasta 2009, financiaban alrededor del 25%. Dieron la vuelta a la tortilla como auténticos prestidigitadores.

Te pregunto a continuación por el seguimiento radiológico de la tropa norteamericana si te parece. 

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=217542

Imagen principal: Conchita Álvarez Ramis fue una de las primeras mujeres que trabajó en el Proyecto Indalo. Durante 9 años fue la que más se desplazó a Palomares para colectar muestras para su análisis. Descubrió en los caracoles el efecto bioacumulador del plutonio en la concha y vísceras. Aquí la vemos en el Laboratorio de Los Álamos. (Foto: The Atom). 

 

 

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