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Educación para la democracia, paz y convivencia

En su libro “Education for the democracy: international experiences inventory”, el profesor Pedro Ignacio Leiva Neuenschwander afirma: “La educación para la democracia está orientada al desarrollo, socialización y discusión en torno a los valores democráticos, principios del buen vivir, derechos, deberes y obligaciones fundamentales que tenemos los peruanos y peruanas para lograr una convivencia armónica en la sociedad”. (https://tinyurl.com/bdduud9v)

En ese contexto, el proceso educativo se prolonga en la vida social con experiencias diarias de aprendizajes en la vida de los ciudadanos. De allí que el fortalecimiento y el impulso de la democracia depende del conocimiento y práctica activa de los valores y los principios del “buen vivir”, con participación de la ciudadanía protagonista y responsable de construir espacios de discusión.

Ante esta realidad social, es prioridad de los educadores poner en práctica, fomentar y difundir los valores y principios democráticos del “buen vivir” para formar a través del proceso de enseñanza a ciudadanos y ciudadanas solidarios, honestos, responsables, justos, tolerantes y comprometidos con su comunidad.

La democracia, como forma de vida, requiere del respeto de los derechos humanos y la práctica de los valores democráticos. La democracia es una forma de vida que hacemos cuando impulsamos la práctica de los valores democráticos como la justicia para contribuir al fortalecimiento de la cultura democrática.

La justicia es un valor que se ha convertido en un derecho garantizado por la Constitución Política del Perú en su artículo 139° sobre los Principios de la Administración de Justicia. En la Declaración Universal de los Derechos Humanos se considera que el respeto a la dignidad intrínseca y los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana, constituye el fundamento de la libertad, la justicia y la paz en el mundo.

La democracia, como sistema político moderno, es una forma de vivir en sociedad que sólo es viable si se fundamenta en conjunto de valores como la libertad, la igualdad, la justicia, el respeto, la tolerancia, el pluralismo y la participación, que requiere de una compleja estructura de procedimientos e instituciones que la hagan posible. Estos valores, que son fundamentales para su funcionamiento, son el resultado de la evolución de nuestras sociedades. Los siete valores fundamentales de la democracia son: Honestidad, Solidaridad, Responsabilidad, Pluralismo, Libertad, Justicia social, Tolerancia e Igualdad.

Estos temas se comentan en el estudio “La educación para una ciudadanía democrática en las instituciones educativas: Su abordaje sociopedagógico”.

“La educación ciudadana es uno de los temas educativos de mayor actualidad, además de abordar aspectos esenciales de la dimensión personal y social del estudiante, posee puntos de contacto importantes con otras direcciones de la práctica educativa”. (https://tinyurl.com/zfn5bmw2). Aun cuando en esta última década del siglo la democracia se ha perfilado como el sistema político en que se desarrolla la vida de los países latinoamericanos, el sistema democrático no ha sido capaz de dar respuesta a todas las necesidades sociales de sus naciones.

No olvidar el “caso peruano”. A propósito de la crisis de democracia, Alexander Benites y Luis Valverde en su ensayo “El estancamiento de la democracia en el Perú”, señalan que: “En las décadas de los años ochenta y noventa, los países latinoamericanos alcanzaron uno de los logros políticos más importantes desde su independencia: la conformación de regímenes con características mínimas para ser catalogados como democráticos”. (https://tinyurl.com/33zw3x3s). Sin embargo, los autores afirman que “el sistema político peruano empieza a degradarse de forma acelerada a raíz de la normalización del uso de mecanismos institucionales extremos, tales como la vacancia presidencial y la disolución del congreso”.

“Esta situación se produce, en parte, por la incapacidad de los gobiernos de la región para dar solución a las graves desigualdades sociales que han caracterizado al continente, pero también por la inexistencia de una institucionalidad realmente democrática. Los sistemas democráticos coexisten con una tradición política arraigada en el autoritarismo y la inexistencia de normas de tolerancia política o participación democrática” (Basombrío 1991, Chaffee, Morduchowiscz & Galperin 1997).

Educar para la ciudadanía democrática requiere pensar en forma integral y profunda en la organización completa del sistema educativo. Es fundamental que la escuela esté alerta a esta exigencia histórica que nos corresponde, el desarrollo del Perú.

Raúl AllainEscritor, sociólogo y analista político. Consultor Internacional en Derechos Humanos para la Asociación de Víctimas de Acoso Organizado y Tortura Electrónica (VIACTEC).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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La vivencia compartida del arte

Por: ABC

María Ruiz de Loizaga Martín, profesora del departamento de Humanidades de la Universidad CEU San Pablo, explica en este artículo cómo los detalles que a los pequeños nunca les pasan desapercibidos «nos enseñan a mirar con su mirada»

Al entrar en una iglesia bizantina, en una catedral gótica o en la Sagrada Familia de Gaudí todos sentimos admiración. La belleza no entiende de edades. Las teselas de los mosaicos, los reflejos lumínicos de las vidrieras o las columnas arborescentes maravillan a niños, padres y abuelos y atestiguan que la belleza no caduca. Las obras pueden haber sido creadas hace siglos o hace tan solo unas décadas, todas ellas reflejan que la verdadera belleza es eterna y sigue apelando al hombre de hoy.

La belleza eleva. La contemplación de una obra de arte te invita a profundizar en esa parte de ti que persigue la trascendencia, cuyo desvelamiento sigue a la identificación de la belleza con el bien y la verdad.

La obra penetra en la realidad. Romano Guardini, en este sentido, subrayaba que el artista no capta la realidad simplemente tal y como se presenta, “sino contemplando su esencia desde su presencia”.

La belleza nos cuestiona. ¿Por qué representaron racimos de uvas y todos esos animales?, nos preguntan los niños, mientras señalan algunos de los motivos que configuran el rico repertorio temático de los muros de Quintanilla de las Viñas. ¿Por qué los ángeles aparecen tocando tantos instrumentos?, se cuestionan en el Prado, ante la Anunciación del Greco. ¿Por qué se representa una vaca volando? Curiosos, esperan nuestra respuesta, mientras contemplan una de las obras de Chagall en el Thyssen. Esos detalles que a los pequeños nunca pasan desapercibidos nos enseñan a mirar con su mirada. Resaltan, desde la observación de lo concreto, la variedad de niveles desde los que nos habla una obra de arte.

La belleza intensifica el encuentro. Frente a los estímulos causantes de constantes distracciones, la belleza requiere serenidad y cierto recogimiento para permitir que el mensaje que transmite la obra de arte se revele con nitidez. Necesitamos detenernos para dirigir nuestros sentidos hacia aquello objeto de nuestra atención. El arte cruza la frontera entre el yo y el otro. Todos miramos hacia el mismo punto, hacia esa obra de arte. Miramos hacia la misma dirección. En familia se intensifica esta vivencia compartida.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-vivencia-compartida-arte-202206050210_noticia.html

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La escuela debe ser un faro de esperanza ante la violencia, no un reflejo de crisis social: investigadores

Por: Erick Juárez Pineda

En el marco de la presentación del ejemplar LI-2 de la Revista Latinoamericana de Estudios Educativos, diversos investigadores coincidieron que la escuela debe convertirse en un espacio para frenar y evitar los diversos tipos de violencia y no como un reflejo de descomposición social.

Durante la presentación titulada ¿Qué sentido tiene hablar de violencia en la educación?, Juan Carlos Silas Casillas, coordinador del Campo Estratégico de Acción en Modelos y Políticas Educativas (CEA-MOPE), explicó que, desafortunadamente, la vida cotidiana se ha enfrascado en entornos de violencia, donde la escuela no está exenta, donde los centros educativos dejaron de ser proyectos del país para convertirse en reflejos de la situación actual de la nación, por lo que es necesario comenzar a enfrentar los fenómenos de violencia, desde la convivencia.

Lamentablemente, continúa, las escuelas han aceptado las inequidades y han normalizado la violencia, por lo que se debe fortalecer a las comunidades educativas.

«La educación, necesariamente deberá proponer vías para la prevención de la violencia y la gestión de sus impacto», añadió.

Por su parte, Luz María Moreno Medrano, directora del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE), señala que es necesario identificar  las distintas formas de violencia y así poder enfrentarlas correctamente.

Insistió que, en la medida en que podemos nombrar y visibilizar estos mecanismos de violencia, se podrá  investigar y hacer un acercamiento a las diversas vías de solución, tomando en cuenta los diversos contextos en los que se desarrolla.

Ante ello, agregó que resulta fundamental poder hacer este acercamiento a las niñas, niños y jóvenes para lograr entender estas sutilezas y, a partir de entonces, comprender que estos niños, más que víctimas, son sujetos activos y en formación política.

Mientras tanto, Ernesto Treviño, académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile advirtió que sobre los hombros de los niños y niñas se están poniendo los desafíos de las violencias, simbólicas, materiales, económicas, laborales, de género y  de la diversidad sexual.

Explicó que la publicación presentada sobre los diversos tipos de violencia da en el núcleo de uno de los desafíos que permanentemente se tienen en América Latina, pues estas violencias  se materializan muchas veces en las situaciones educativas, pero que también superan  a las escuelas y al sistema educativo.

Para Hilda Patiño, Directora del Departamento de Educación de la Universidad Iberoamericana, una de las herramientas para enfrentar estas situaciones en los niños, es el juego, pues a partir de este se ofrecen espacios que posibilitan aprendizajes transformadores.

Desde las teorías de la pedagogía crítica, donde la educación es un vehículo para el cambio, el uso del juego como lugar y metodología del aprendizaje, ofrecen una visión positiva y propositiva para enfrentar los contextos de violencia, explica.

Por su parte, la Cimenna Chao Rebolledo, coordinadora de la Especialidad en Educación Socioemocional de la IBERO, mencionó que la escuela es un lugar de encuentros y desencuentros, un lugar para aprender a tomar acuerdos, aprender a convivir y a lidiar con las diversidades que nos distinguen, pero que a su vez nos conforman como sociedad y como comunidad escolar”.

Hablar entonces de violencia en el contexto escolar se debe a que puede suceder que en el desencuentro se genere violencia, ya sea incitada por la violencia heredada del contexto sociocultural, que puede condicionar las formas de pensar y de actuar.

Finalmente, Mercedes Ruiz Muñoz, investigadora del Departamento de Educación de la IBERO y editora Académica de la RLEE, subrayó que este número lleva a reflexionar acerca de la educación, la violencia, la paz, la compasión, el juego, la esperanza y, sobre todo, “la posibilidad de construir comunidad para dar acogida a todas y todos en un mundo tan cambiante, tan desafiante y en un contexto de violencia”.

El nuevo número de la Revista Latinoamericana de Estudios Educativos se puede consultar dando click aquí 

Fuente:  https://www.educacionfutura.org/

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Diálogo entre Humberto Maturana y Carlos Vignolo II parte

Por: Redaccion web

La educación es una transformación en la convivencia

CV  Podemos entonces pasar a otras de las preguntas del editor: ¿Qué es para ti educar? ¿Cuál es, en tu opinión, el rol de los profesores en esto de educar?

HM     Para mí el educar es en el presente un intento de hacer de manera artificial algo que debería ocurrir de manera espontánea en la convivencia en familia o en  comunidad, como los espacios de convivencia donde se da todo el vivir que el niño vivirá como adulto. Los niños se transforman en la convivencia según el convivir que ellos viven con los adultos con quienes conviven.  Lo que ocurre es que ahora la familia o la comunidad cercana no proporciona todo el espacio experiencial que el niño debería vivir para ser un adulto capaz de sostenerse a sí mismo como miembro de la gran comunidad que deberá integrar.  Por esto los niños ya no se forman como adultos solamente en el entorno familiar, ahora se requiere el espacio escolar.

El aprendizaje es una transformación en la convivencia.  Y los niños se transforman en adultos de una clase u otra según haya vivido esa transformación.  Los niños no aprenden matemáticas o historia, aprenden el vivir que conviven con su profesor o profesora de matemáticas o historia, y aprenden el pensar, el reaccionar,  el mirar, que viven con ellos. Los niños aprenden el espacio psíquico de sus maestros y, a veces, lo hacen rechazando aquello que los profesores quieren que aprendan.

Es desde esta  perspectiva  que pienso que si uno quiere que  la tarea de la educación sea crear un espacio de convivencia donde los niños se transformen en adultos capaces de  una convivencia democrática como seres que se respetan a sí mismos y no tienen  miedo de desaparecer en la colaboración, tienen que convivir con maestros que vivan ese vivir con ellos en un ámbito donde las distintas temáticas sean meramente modos particulares de vivir en esa convivencia.  Si un niño convive con un profesor de matemáticas, y este profesor de matemáticas disfruta su matematizar, ese niño va a incorporar espontáneamente la mirada matemática y la matemática va a ser, por así decirlo, el instrumento de convivencia a través del cual este niño se va a transformar en adulto socialmente integrado con confianza en sí mismo, con capacidad de colaborar y con capacidad de aprender cualquier cosa sin perder su conciencia ética.

Pienso que  lo que debe formar el colegio es adultos democráticos.   Ahora, esto requerirá ciertas habilidades especiales de los profesores. Por ejemplo, para poder hacer de las matemáticas un espacio de convivencia en los términos anteriores, tengo que saber mucho mas matemáticas que aquellas que los niños deberían aprender en su formación escolar; lo mismo  para  física, o historia o ciencias naturales o biología, etc.  Para educar, el profesor o profesora debe tener recursos de reflexión y de acción con  los niños  en una convivencia en la que no se vean atemorizados, y esto es posible si el profesor o profesora se respeta a sí mismo y respeta a sus alumnos.

 CV      Educar es entonces participar activamente en la especificación del tipo de seres humanos que los alumnos llegarán a ser. Me parece muy importante poner de relieve este punto: los colegios son, en conjunto con la familia y el barrio, verdaderas “fábricas” de seres humanos. Es en estos contextos que los seres humanos se hacen humanos. No nacemos humanos sino que nos hacemos humanos en la interacción con otros seres humanos. Y no llegamos a ser seres humanos sino vivimos entre seres humanos desde los primeros momentos de nuestra existencia, como lo ilustra en todo su dramatismo el  caso de las “niñas lobo”  referido en tu libro con Francisco Varela “El Arbol del Conocimiento”.

Somos humanos cuando crecemos entre humanos y somos humanos de un tipo u otro dependiendo de cómo se comportan los humanos entre los cuales crecemos. Ello me parece clave para repensar la educación. Si yo fuera Ministro de Educación cambiaría radicalmente la mirada, desde la comprensión actual, que pone el énfasis en la entrega de conocimientos y habilidades a un ser humano que, en lo esencial, se supone es ya de una determinada manera, hacia una comprensión en la cual la educación juega un rol central en la configuración del tipo de ser que el alumno llega a ser. 

HM     Precisamente. La  educación es un fenómeno de transformación en la convivencia en la que uno no aprende una temática, sino que aprende un vivir y un convivir.  Es decir, aprende una forma de ser humano.  Esto no es exclusivo de los seres humanos, esto pasa con los mamíferos en general, en grado mayor o menor por supuesto, según la especie, pero en general todos nosotros sabemos ya que la verdadera dificultad de recuperar a un animal que está en extinción y que ha quedado abandonado, por ejemplo un león, una chita, un gorila pequeño, está en reinsertarlo en su mundo de modo que sean leones, chitas o gorilas, capaces de vivir como leones, chitas o gorilas y no como animales medio humanizados.  Porque se es león, chita o gorila no desde la genética sino que desde la convivencia.

La genética es la condición inicial, es un punto de partida.  Desde ese punto de partida o condición inicial se puede crecer de una manera o de otra, según el espacio de convivencia en que se viva.  En nosotros esto es particularmente visible en la tremenda diversidad de formas humanas que se pueden adoptar.  Es por esto que yo pienso que la educación es el aspecto más fundamental de la convivencia humana actual,  porque especifica el espacio de formación de los niños como adultos, y el  que a  su vez ellos  van a generar como  convivencia con sus niños cuando  lleguen a ser adultos. De cómo convivan los niños dependerá la clase de adultos que lleguen a ser.  Creo que precisamente eso es lo más importante que hace la educación. Los niños no son el futuro de la comunidad humana, nosotros los adultos lo somos.  Los adultos somos el futuro de nuestros niños y niñas. El futuro está en el presente.

Es por esto mismo que me parece que es importante hacerse cargo o decidir  en estos momentos si  queremos  una convivencia democrática en nuestro futuro, entendiendo que la convivencia democrática es una convivencia en la colaboración y en el mutuo respeto, participando de proyectos comunes que tienen que ver con el bienestar de la comunidad a la cual se pertenece. Es

solamente viviendo de esa manera que los niños van a crecer como seres capaces de generar ese tipo de mundo al hacer de nuestro futuro su presente.

Autonomía en la convivencia democrática

 CV      La tercera  pregunta que nos formulan invita a ahondar en este tema. La pregunta es: ¿En qué nivel o niveles de la educación invertirían más Uds.?

Mi posición al respecto, que me viene tanto de mi experiencia como padre como de mi reflexión en cuanto educador, es que el punto neurálgico de la educación es la fase inicial, digamos la fase normalmente denominada pre-escolar, que hace tiempo ya y para un creciente porcentaje de la población, también es “escolar”, por cuanto incluye asistencia a espacios especialmente diseñados para cuidar, socializar y educar niños de entre 0 y 5 años, esto es, “sala cuna” a “jardín infantil”.

Definitivamente, yo invertiría mucho más en esta fase. Ello se desprende naturalmente de nuestros argumentos anteriores. Siguiendo con la incómoda  pero didáctica metáfora de la «producción de seres humanos”, es en esta fase donde se prepara la “materia prima” para todo el resto del proceso educativo. Si esta fase es inadecuada, el resto será poco eficaz y eficiente, o del todo improductiva. A mi juicio, lo medular en la preparación del niño pequeño –para lidiar luego con el resto del proceso formativo- es el desarrollo de la autoestima, que propongo es hoy en día el mejor predictor del buen vivir y buen convivir de los seres humanos.

Estimo que esto fue siempre así, desde el punto del vista del bienestar. Pero creo que en un mundo cambiante y apremiante como el actual, ello es aún más necesario. Sólo desde una elevada autoestima es posible lograr la autonomía y la capacidad de innovar que los nuevos tiempos requieren. 

HM     Coincido contigo plenamente.  Yo cambiaría la palabra autoestima por aceptación de sí mismo, porque pienso que la estima es una opinión y no es la opinión sobre sí mismo lo central, sino que el estar centrado en la aceptación de sí mismo de modo que uno no tiene que preguntarse por su propia legitimidad ni por la legitimidad de los otros.  En la convivencia democrática se es legitimo y los otros también lo son.

Lo que dices me parece que apunta justamente a lo que constituye la autonomía en una convivencia democrática. En la democracia la autonomía no implica una negación del otro; en la democracia el ser individuo no se realiza en la oposición a los demás; en la democracia no se es independiente, se es autónomo.  Uno no es autónomo con respecto a los padres a través de oponerse a ellos, sino que uno es autónomo desde sí en tanto está centrado en el respeto por sí mismo y puede opinar y discrepar,  sin que la discrepancia sea una ofensa, sino que al contrario, sea una oportunidad reflexiva.

Pienso que la autonomía entendida en estos términos es el fundamento de la convivencia democrática porque constituye el fundamento de la colaboración.  Y pienso que la convivencia democrática es justamente lo que queremos ahora, si entendemos a la democracia como un espacio de convivencia en el cual es posible colaborar porque los distintos participantes existen

en esta autonomía y en el respeto por sí mismo de modo que  no tienen que disculparse por ser. En la democracia no se ve desde la negación del otro sino que desde el escuchar y participar con el otro en el gran proyecto común que es la convivencia democrática.  La democracia es el único modo de convivencia que efectivamente entrega la posibilidad de realización de lo humano como un ser autónomo capaz de ser social en la colaboración en un proyecto común.

Si miras la historia humana, verás que la democracia es  el arte de la convivencia en la realización de sí mismo en la comunidad con otros desde y en el respeto por sí mismo y por los otros. La democracia lleva a la realización de sí mismo, lo que no ocurre en ninguna otra forma de convivencia.  La democracia, más que un sistema político, es el espacio efectivo de realización de los seres humanos como seres autónomos, colaboradores, respetuosos, responsables, imaginativos, abiertos, con la posibilidad de estar  continuamente generando un espacio de convivencia en el mutuo respeto y la colaboración.  Pero para que esa autonomía se dé en los términos en que nosotros la hemos señalado, hay  que empezar desde el útero.  Es decir, el respeto y la aceptación de sí mismo tienen que empezar desde la mamá y el papá o el compañero de la mamá, en una mirada que acoge en el amor a este ser que viene, en la aceptación de su total legitimidad, no en la negación, en el acoger, no en el criticar o exigir. Hay que  poder recibir al niño o niña  abriendo un espacio de convivencia que no esté centrado en las expectativas de lo que va a ser después o en los miedos de qué va a pasar con él o ella.

Y creo que ese convivir tiene que pasar no sólo en esos primeros 5 años de la infancia que tú señalas sino que durante toda la vida, si es que efectivamente queremos una convivencia democrática. La convivencia democrática no asegura que no viviremos situaciones de dolor, de infelicidad o circunstancias de lucha, u ocasiones de competencia, pero sí hace que la competencia no sea el centro emocional de la convivencia. El amor es la emoción que constituye y hace posible la convivencia democrática.

https://diariodelosandes.com/site/conversando-sobre-educacion-dialogo-entre-humberto-maturana-y-carlos-vignolo-ii-parte/

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Educación 2020: El año que estudiamos peligrosamente

Por:  Lola Delgado

La educación ha sufrido a lo largo de 2020 tal vez la mayor prueba de estrés de su historia. Pero hasta que la pandemia se desató con toda su virulencia y los centros educativos de todo el mundo cerraron, hubo tiempo, sin embargo, para dedicarlo a algunos temas que estaban adquiriendo protagonismo.

A principios de año, el denominado “pin parental” agitó el debate educativo. Vox quería que los padres tuvieran que autorizar expresamente al colegio a que impartiera a sus hijos cualquier taller o charla que afectara a cuestiones sobre la identidad de género, la diversidad LGTBI, el feminismo u otro tipo de actividad susceptible de ser vetada.

El pin se aplicó en Murcia cuando The Conversation publicó un artículo titulado El ‘pin parental’: un ataque autoritario contra los valores democráticos. Defendía que es en la escuela pública donde los niños y niñas de todos los niveles socioeducativos pueden ser atendidos y se pueden desarrollar con igualdad de oportunidades. La medida suponía una ruptura autoritaria con los valores de la democracia.

Antes de que la Covid-19 cerrara los colegios durante seis meses continuamos con nuestra labor de mostrar la investigación científica centrada en el aula. ¿Qué es eso de la gamificación, un concepto tan popular en muchos entornos educativos? Se trata de una metodología muy de moda y que consiste en la aplicación de elementos característicos de los juegos en contextos no lúdicos (en este caso, dentro de las clases y con el objetivo de aprender).

El artículo Qué es la ‘gamificación’ y por qué no está clara su eficacia en el aula sostenía que esta metodología emergente tiene una escasa evidencia científica que confirme su efectividad, aunque los estudios al respecto están aumentando considerablemente.

Y, de repente, las escuelas cerraron

Pero el virus llegó en marzo, entró en las escuelas y lo acaparó todo. El pin pasó a un segundo plano y las diferentes metodologías educativas también. Había cosas que empezaban a preocupar mucho más que todo lo anterior. Los niños/as se encerraban en casa. Los colegios cerraban. ¿Estábamos preparados para ello? ¿Los estaban los profesores? ¿Los propios alumnos? ¿Existía una infraestructura que permitiera dar y recibir clases en línea?

Decenas de investigadores empezaron a demostrarnos que no. El 10 de abril ya teníamos una de las primeras conclusiones en el artículo Alumnos sin acceso a la educación a distancia: la pandemia saca a la luz grandes desigualdades.

El confinamiento ponía en evidencia que ni muchos docentes, ni muchos alumnos estaban preparados para afrontar la educación en línea. La falta de dispositivos en muchos hogares hacía que miles de estudiantes no dispusieran de ordenador para hacer sus trabajos, lo que provocaba una enorme desigualdad educativa.

No era la única desigualdad educativa que la pandemia sacaba a la luz. Las diferencias personales no solo deben encajar en la escuela. En aquellos momentos, también en la familia, “obligada” a convivir, a comunicarse y a compartir experiencias durante muchas más horas que las habituales.

La convivencia en la diversidad era un reto para superar con éxito los días que estábamos viviendo, y así lo ponía de manifiesto este artículo: La educación inclusiva (más allá de la discapacidad) se complica en tiempos de virus.

Treetree2016 / Shutterstock

Había que regresar a clase

El confinamiento se hacía cada vez más duro para los estudiantes y, de repente, la sociedad entera se dio cuenta de que el hogar no era el sitio adecuado para aprender. Los propios alumnos/as, que al principio se alegraron de estas “vacaciones”, empezaron a reconocer el gran valor social y de aprendizaje de la escuela como lugar físico al que asistir. El artículo Educación ‘online’ frente a presencial: no hay lugar como la escuela para aprender puso en evidencia necesidad de volver a las aulas.

La enseñanza en línea estaba ayudando a muchos alumnos, pero los expertos seguían considerando que los beneficios que aporta la presencialidad son insustituibles, especialmente en el caso de las escuelas de educación infantil que, además de ser esenciales para la formación temprana, lo eran para la conciliación de las familias, mucho más después del confinamiento.

La investigación ya había demostrado la importancia que tiene la escuela en la formación emocional, social y motriz de los alumnos de 0 a 6 años. Por qué es tan importante que los alumnos de Infantil vuelvan a la escuela dio las claves a los lectores.

Los colegios volvieron a abrir

Las vacaciones llegaron sin que los estudiantes hubieran vuelto a las aulas, por eso el mes de septiembre, cuando comenzó el curso, se vivió de manera especialmente optimista. Eso sí, con miedo e incertidumbre. En agosto ya se habían planteado las primeras dudas: COVID-19: ¿Cómo abordar la ‘nueva enseñanza’ si la mitad de los estudiantes no tiene internet ni ordenador? Luego surgieron otras, como la dificultad de evaluar a los estudiantes cuando muchos de ellos asistirían a clase en semipresencialidad o tal vez pasarían temporadas sin ir al colegio por los contagios.

El artículo Así será la compleja tarea de evaluar a los alumnos durante este curso daba una serie de claves como distanciar todo lo posible la calificación de su asignatura del trabajo de clase.

Una nueva ley en el año más raro

Con la vuelta a las aulas llegó la nueva ley de educación (LOMLOE), que acaba de ser aprobada hace unos días después de su tramitación en el Congreso y en el Senado. Una nueva ley de educación para una nueva normalidad abordaba los objetivos y los desafíos que la octava ley educativa de la democracia tenía por delante.

Nacía una nueva norma casi coincidiendo con la vuelta a las aulas. Las reformas reales y los cambios efectivos que esta traerá a los centros educativos comenzaremos a verlos en pocos meses.

Los efectos del confinamiento y de las clases en pandemia también se observarán en los efectos del aprendizaje en los estudiantes. La vacuna probablemente hará que todos los estudiantes vuelvan a clase con normalidad. Solo eso ya será una de las mejores noticias del próximo año.

Fuente: https://theconversation.com/educacion-2020-el-ano-que-estudiamos-peligrosamente-152561

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