Qatar-2022: fútbol y esclavismo en un emirato absolutista

Entre el próximo 20 de noviembre y el 18 de diciembre se celebrará el Mundial de fútbol de Qatar, con 64 partidos, el primero de ellos entre la selección del país organizador y Ecuador.

Pero más allá del espectáculo y los negocios, una investigación del periódico británico The Guardian –publicada en febrero de 2021- reveló que más de 6.500 trabajadores migrantes murieron en Qatar desde que –en 2010- logró la concesión para organizar la Copa del Mundo; la mayor parte de los obreros fallecidos procedían de India, Pakistán, Nepal, Bangladés y Sri Lanka.

El informe subraya que en la última década el país árabe impulsó un programa de grandes construcciones, en buena medida destinadas al mundial. Entre las nuevas infraestructuras destacan los estadios de fútbol, aeropuertos, carreteras, hoteles o sistemas de transporte público.

A pesar de estas informaciones, el pasado 14 de noviembre Televisión Española (TVE) anunció que retransmitirá, “con la máxima calidad de imagen”, cerca de una veintena de partidos; se incluye la final, las dos semifinales y aquellos en los que participe la selección española (el programa de TVE Informe Semanal emitió el 5 de noviembre el reportaje Balones fuera, que documentaba “la explotación de miles de migrantes que han construido, por ejemplo, los ocho estadios donde se celebrarán los encuentros”.

Un actor relevante en las denuncias ha sido Amnistía Internacional. Así, el director de Justicia Económica y Social de esta organización, Steve Cockburn, ha pedido al presidente de la FIFA, Gianni Infantino, que se comprometa a constituir un fondo para la indemnización de obreros migrantes, y “se asegure” de que las personas LGTB no son objeto de acoso ni discriminación; “cientos de miles de trabajadores y trabajadoras han sufrido abusos para hacer posible este torneo”, añadió Cockburn.

Otra fuente de interés es el libro Qatar. Sangre, dinero y fútbol, del Periodista Fonsi Loiza, publicado este mes de noviembre por Akal. El también autor de Florentino Pérez, el poder del palco (Akal, 2022) dedica un apartado del ensayo a los patrocinadores del mundial “de la vergüenza”; detalla que la FIFA espera lograr más de 1.400 millones de euros por patrocinios en Qatar.

Entre los sponsor de la Copa del Mundo se hallan firmas como Crypto.com; las estatales Qatar Energy y Qatar Airway; McDonald’s; la tecnológica china Vivo; la cervecera Budweiser; Visa; Adidas; Coca-Cola; Hyundai y Kia (surcoreanas de automóviles); y la multinacional china Wanda.

El texto de 138 páginas, editado en la colección A Fondo que coordina el periodista Pascual Serrano, subraya la doble moral tanto del país organizador como de las empresas financiadoras; según el autor, “Qatar, donde el azar y el alcohol están prohibidos por temas religiosos, permite patrocinadores de cervezas y criptomonedas; a la vez que despedía a 260 trabajadores de su plantilla por la caída del mercado de la estafa piramidal de las criptomonedas, el portal Crypto.com de Singapur se convertía en patrocinador oficial del mundial”.

En la liga de fútbol qatarí (club Al Rayyan), disputó  19 partidos en la temporada 2003-2004 el exdefensa del Real Madrid Fernando Hierro; el expresidente del Fútbol Club Barcelona (2010-2014), Sandro Rossell, llegó a cobrar 2.000 euros diarios en concepto de asesoramiento al mundial de Qatar, detalla Fonsi Loaiza; el exentrenador del Real Madrid e internacional francés, Zinedine Zidane también cobró por ejercer como embajador del mundial de 2022; asimismo se desempeñaron como futbolistas en este país los actuales técnicos del F.C. Barcelona y Manchester City, Xavi Hernández y Pep Guardiola.

Un planteamiento diferente es el del exinternacional francés y futbolista del Manchester United entre 1992 y 1997, Éric Cantona, quien afirmó: “Han muerto miles de trabajadores construyendo los estadios. Es horrible. Y a pesar de ello vamos a celebrar el mundial allí”.

O del actualmente centrocampista titular del Real Madrid, Toni Kroos, quien realizó la siguiente síntesis: “Están sometidos a jornadas sin descanso a 50 grados sin agua potable ni alimentación. No tienen cobertura médica y existe violencia contra ellos (…); hay cosas inaceptables como que se persiga la homosexualidad penalmente”.

Basándose en un informe de la Relatora Especial de Naciones Unidas (2020), Tendayi Achiume, el autor de Qatar. Sangre, dinero y fútbol señala que puede constatarse en este país un sistema de castas y racismo estructural; de hecho, añade Fonsi Loaiza, la protección de los derechos humanos se limita a los ciudadanos occidentales y nacionales de Qatar, frente a los trabajadores explotados del sudeste asiático o africanos.

Otro aspecto relevante es que en el emirato absolutista los obreros no tienen derecho a la huelga, ni a la afiliación en sindicatos, y a los trabajadores migrantes “se les exige una sumisión absoluta al patrón”, subraya el doctor en Medios de Comunicación, que cuenta con cerca de 182.000 seguidores en la red social Twitter; se da la circunstancia que muchos de estos trabajadores han tenido que abonar entre 400 y 1.500 dólares a agencias de contratación de Estados Unidos e India, que se lucran con el mercadeo.

Además en el texto de Akal se hace mención a la kafala (“patrocinio” en lengua árabe), por el que un obrero ha de contar, para cambiar de empleo, con el permiso del contratador; el emirato regido por la dinastía Al Thani, que se independizó del Reino Unido en 1971, alardea de la abolición de la kafala, pero Loaiza recuerda –a partir de las denuncias de Amnistía Internacional- que la explotación laboral y los abusos continúan vigentes en Qatar.

En un país de 11.600 kilómetros cuadrados (dimensiones similares a la región se Murcia), y con una población de cerca de tres millones de habitantes -de los que más del 80% son inmigrantes-, el incremento de la población extranjera ha dado lugar a un acusado cambio demográfico (Qatar es el único país del mundo en que la inmigración alcanza estas proporciones).

Ejemplo de la situación en la que viven estos “esclavos del siglo XXI” es que el patrón les puede confiscar el pasaporte, y no dejarles que retornen a su país. En condiciones similares trabajan las empleadas inmigrantes domésticas, “que sufren todo tipo de explotación” (cerca 175.000 mujeres desarrollan esta labor en el estado qatarí); “pese a las reformas introducidas, se incumplen los contratos y estas criadas trabajan una media de 16 horas al días todos los días de la semana”, concluye el autor del texto.

Fuente: https://rebelion.org/qatar-2022-futbol-y-esclavismo-en-un-emirato-absolutista/

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Brasil: Qual o futebol de Marta: Femenino, de mulheres, apenas futebol ou feminista?

Desde a perspectiva com a qual trabalho, ancorada nos estudos de gênero pós-estruturalistas e nos estudos feministas (Louro, 2004; Meyer, 2003), o conceito de gênero não pode ser reduzido a interações face a face entre sujeitos distinguidos na cultura como masculinos ou femininos. Os gêneros atravessam as instituições e as práticas culturais. As instituições produzem e são produzidas por pressupostos de gênero. Outra das implicações do conceito na perspectiva adotada é de que ele é relacional. As construções de feminilidades possuem na masculinidade o seu limite, a sua fronteira ou a sua complementaridade. Nessa lógica não faz sentido falar em mundo das mulheres ou mundo dos homens, futebol de mulheres ou futebol de homens como algo que não estivesse em constante diálogo e disputa.

A partir desses pressupostos me permito retomar a pergunta que dá título a essa escrita. Durante os meses de junho e julho de 2019, na França, está sendo disputada a Copa do Mundo da FIFA de futebol feminino. Em 2018, na Rússia, foi disputada a Copa de Mundo da FIFA de futebol. Na Rússia era necessário adjetivar o futebol de masculino? A Copa do Mundo é feminina porque jogada por mulheres. A Copa do Mundo jogada por homens precisa anunciar que é masculina? Um passe, um drible, um chute, um gol podem ser masculinos ou femininos? Como se dribla no feminino? Um gol de Marta é feminino?

Se parece difícil sustentar que possa existir uma performance esportiva marcada pelo gênero de suas participantes, talvez fosse o caso de marcar que a Copa do Mundo da França é a de futebol de mulheres. O esporte não consegue ignorar as seriações e classificações. O esporte não divide seus participantes somente por sexo/gênero, mas por idade, peso e outros indicadores a serem mensurados em documentos ou por busca de cromossomos ou hormônios. Mais uma vez, dizer que o futebol é jogado por mulheres é uma simples constatação ou é marcar que ele não é jogado por homens, o que ainda seria o esperado?

E se chamássemos apenas de futebol? O tamanho do gramado, dos arcos, o número de atletas, o tempo do jogo podem ser essencializados e ser tudo futebol? Neste ano tivemos a Copa do Mundo da FIFA tal qual no ano passado. Isso parece fazer sentido? Se tomamos, tal qual Judith Butler (2003), que o gênero é um feito, um verbo, uma performatividade, poderíamos pensar em um gênero de atuação que englobasse tantos os homens quanto as mulheres referente a prática de jogar futebol? O gênero “futebolista” faria sentido?

O gênero não pode ser pensado como colado em corpos naturalmente distintos. Eventualmente, os esportes poderiam potencializar uma discussão sobre o conceito de gênero em algumas direções. Aponto duas possibilidades de tensionamento em direções contrárias: a) retomando a lógica da performatividade de gênero, poderia existir uma exigência de prática esportiva que desconsiderasse o corpo de homens e mulheres? Uma expectativa de performance idêntica poderia borrar essas fronteiras de gênero?; b) uma vez que o esporte é uma instituição generificadora e androcêntrica de nossa cultura (Mühlen; Goellner, 2012), a falta de adjetivo não associaria a prática diretamente ao masculino ou, no mínimo, aos homens? As masculinidades poderiam ser tão protagonistas nas representações esportivas que o esporte acaba sendo entendido como masculino, dispensando a necessidade dessa adjetivação? Com isso, sempre que o esporte fosse adjetivado de feminino ou de mulheres estaríamos falando de algo hierarquicamente inferior, reforçando as fronteiras existentes?

Marildes Maciel Mota, ou simplesmente –e nada menos– Formiga, é a atleta que mais disputou edições de Copa do Mundo, sete no total, além de ser a atleta que mais vezes vestiu a camiseta da seleção brasileira de futebol. Na terceira rodada da fase de grupos, Marta Vieira da Silva, seis vezes eleita a melhor jogadora de futebol do mundo, chegou ao seu décimo sétimo gol em cinco edições da Copa do Mundo. Nos dois casos, a informação poderia estar completa, mas quase sempre ela continua: entre mulheres e homens. O alemão Lothar Mathäus disputou cinco mundiais. Ronaldo em 2006 chegou a seu décimo quinto gol e Miroslav Klose o ultrapassou em 2014 chegando a dezesseis. Pode ser um problema de memória, mas não me recordo de que o mesmo complemento tenha sido utilizado. Isso aumenta ou diminui o feito de homens ou de mulheres? É o mesmo para os dois?

Mas ainda faltou um adjetivo a ser pensado neste texto: feminista! Ao se tornar a máxima goleadora do torneio, Marta, que está jogando o mundial com o símbolo da equidade de gênero em sua chuteira, afirmou que seu recorde pessoal era dedicado às mulheres: “num esporte que ainda é masculino para muitos”. A Copa do Mundo da França está aumentando a visibilidade desse esporte na América do Sul, me autorizo a dizê-lo pelas mobilizações que tem acontecido no Brasil e Argentina, países que tenho maiores contatos. E essa visibilidade vem acompanhada de atletas e jornalistas apontando para a necessidade de maior igualdade no âmbito dos esportes, das redações esportivas e em todas as esferas em que as diferenças são transformadas em desigualdades. Se o futebol feminino ou de mulheres permitir uma aproximação mais contundente com o feminismo, mais um importante passo será dado para essa revolução, esse compromisso de todos nós em acabar com nossa cultura machista e patriarcal! Hasta la victória!

Referências

Butler, J. (2003). Problemas de gênero: feminismo e subversão da identidade. Rio de Janeiro, Brasil: Civilização Brasileira.

Louro, G. L. (2004). Gênero, sexualidade e educação: uma perspectiva pós-estruturalista. Petrópolis, Brasil: Vozes, 7ª ed.

Meyer, D. E. E. (2003). Gênero e educação: teoria e política. En: G. L. Louro; Neckel, J. F.; Goellner, S. V. (Orgs.), Corpo, gênero e sexualidade: um debate contemporâneo (pp. 9-27). Petrópolis, Brasil: Vozes.

Mühlen, J. C. V.; Goellner, S. V. (2012). Representações de feminilidades e masculinidades (re)produzidas pelo site Terra. Revista Brasileira de Ciências do Esporte. Florianópolis, 34(1), p. 165-184.


[1] Doutor e Mestre em Educação (PPGEdu/UFRGS). Especialista em Jornalismo Esportivo (PPGCom/UFRGS). Integrante do Grupo de Estudos em Educação e Relações de Gênero (GEERGE). Através do conceito de currículo de masculinidades e do torcer tem trabalhado sobre machismo, heterossexismo, racismo, emoções e elitização nos estádios de futebol. Mail: gustavoabandeira@yahoo.com.br

Fuente de la Información: https://www.clacso.org/qual-o-futebol-de-marta-femenino-de-mulheres-apenas-futebol-ou-feminista/

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