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No, el coronavirus no es responsable de las caídas en las bolsas

Por: Eric Toussaint

Traducido por Griselda Pinero

Se asiste a una gran crisis de las bolsas de Wall Street, Europa, Japón y Shanghái y algunos lo atribuyen al coronavirus. Durante la última semana de febrero de 2020, la peor semana para la bolsa desde octubre de 2008, el índice Dow Jones bajó un 12,4 %, el S&P 500 un 11,5 % y el Nasdaq Composite un 10,5 %. Y pasó también en Europa y en Asia, en los mismos días. En la bolsa de Londres, el FTSE-100 bajó un 11,32 %, en París, el CAC 40 un 12 %, en Fráncfort, el DAX un 12,44 %, en la bolsa de Tokio, el Nikkei bajó un 9,6 %, las bolsas chinas (Shanghái, Shenzhen y Hong Kong) también bajaron. El lunes 2 de marzo, debido a (promesas de) intervenciones masivas de los bancos centrales para sostener las bolsas, los índices comenzaron a subir. Salvo en Londres. El martes 3, la FED, el Banco Central de Estados Unidos, entró en pánico y redujo su tipo director en 0,50 %, o sea un descenso considerable. El nuevo tipo director de la FED se sitúa ahora en una horquilla del 1 a 1,25 %. Y como la tasa de inflación en Estados Unidos entre febrero de 2019 y enero de 2020 alcanzó el 2,2 %, en realidad el tipo de interés real de la FED es negativo. Los medios de prensa más importantes dijeron que esta medida tiene como objetivo sostener la economía estadounidense amenazada por la epidemia del COVID-19. El diario francés Le Figaro titula: «El coronavirus precipita un fuerte descenso del tipo director de la FED» y en inglés, un artículo de un periodista de la CNNBusiness comenta esa decisión).

Sin embargo, la mala salud de la economía estadounidense data de mucho antes de los primeros casos de coronavirus en China y sus efectos sobre la economía mundial. (Véase Pánico en la Reserva Federal y retorno del Credit Crunch sobre un mar de deudas). En resumen, la FED, y la gran prensa, en consecuencia, no dicen la verdad cuando explican la medida destinada a hacer frente al coronavirus. A pesar de la decisión de la FED, el martes 3 de marzo, el S&P de nuevo bajó un 2,81 % y el Dow Jones un 2,9 %.. El 3 y 4 de marzo, varias bolsas asiáticas también sufrieron un fuerte descenso. Sin embargo, el 4 de marzo hubo un aumento de la bolsa en Nueva York para celebrar el retorno de Joe Biden a la carrera presidencial, en Estados Unidos durante las primarias demócratas del 3 de marzo, ya que representa para ellos un alivio frente a Bernie Sanders. Joe Biden es claramente el candidato del establishment demócrata y de los milmillonarios que sostienen al partido. También hay que señalar que Donald Trump puso un tweet la semana pasada ligando su suerte a la de Wall Street. El 26 febrero, llamó a sus colegas del 1 % más rico para que no vendieran sus acciones y para que sostengan la bolsa. Además afirmó que si era reelegido presidente de Estados Unidos en octubre de 2020 la bolsa escalará enormemente mientras que si pierde habrá un crash bursátil de una amplitud jamás vista (según el Financial Times, Trump anunció que « The market will “jump thousands and thousands of points if I win,” … “and if I don’t, you’re going to see a crash like you’ve never seen before . . . I really mean it.”) Lo que pasará realmente en los mercados bursátiles en los próximos días y semanas es imprevisible, pero es muy importante analizar las verdaderas causas de la crisis financiera actual.

Los grandes medios de comunicación afirman de manera supersimplificada que esta caída generalizada de las bolsas es provocada por el coronavirus y esta explicación se expandió por las redes sociales. Pero no es el coronavirus y su expansión lo que constituye la causa de la crisis, la epidemia es solo el detonador. Todos los factores para una nueva crisis financiera estaban y están presentes y juntos desde hace varios años, al menos desde 2017-2018 (Véase Economía internacional: Todo va muy bien, señora marquesa, 4 de diciembre de 2017). Cuando la atmósfera está saturada de materias inflamables, en cualquier momento, una chispa puede provocar una explosión financiera. Es difícil prever donde puede producirse la chispa. La chispa es como si fuera un detonador pero no es la causa profunda de la crisis. Todavía no sabemos si la fuerte caída bursátil de fines de febrero de 2020 «degenerará» en una enorme crisis financiera. Pero es una posibilidad real. El hecho de que la caída bursátil coincidiera con los efectos de la epidemia del coronavirus sobre la economía productiva no es fortuito, pero decir que el coronavirus es la causa de la crisis es una falsedad. Es importante ver de dónde proviene realmente la crisis y no dejarse engañar por las explicaciones que constituyen una cortina de humo ante las causas reales.

La caída de las cotizaciones en las bolsas estaba prevista antes de que el coronavirus hiciera su aparición.

La cotización de las acciones y el precio de los títulos de deuda (también llamados obligaciones) aumentaron de una manera totalmente exagerada con respecto a la evolución de la producción durante los últimos 10 años, acelerándose en los últimos dos o tres años. La riqueza del 1 % más rico también aumentó mucho puesto que está ampliamente enraizada en el crecimiento de los activos financieros.

Es necesario señalar que el momento en el que se produce la caída de las bolsas es el resultado de una elección (no hablo de complot): una parte de los muy ricos (el 1 %, gran capital) decidió comenzar a vender sus acciones ya que considera que toda fiesta financiera tiene su fin, y más que sufrir pérdidas prefiere adelantarse vendiendo las acciones. Estos grandes accionistas intentan ser los primeros en vender con el fin de obtener el mejor precio posible antes de que la cotización de esas acciones baje fuertemente. Grandes fondos de inversiones, grandes bancos, grandes empresas industriales y milmillonarios ordenan a sus corredores de bolsa vender una parte de las acciones o títulos de deudas privadas (es decir, obligaciones) que poseen con el fin de embolsarse el 15 o el 20% de la suba de los últimos años. Se dicen que es el momento de hacerlo: lo llaman recoger «beneficios». A esa gente no le importa si sus acciones conllevan un efecto de contagio en las ventas. Lo importante, para ellos, es vender antes que los otros. Sin embargo, eso puede provocar un efecto dominó y degenerar en una crisis generalizada. Lo saben y se consuelan diciendo que saldrán bastante bien parados como pasó con una gran cantidad de personas de su clase en 2007-2009.

Y ese es el caso, especialmente en Estados Unidos, de los dos principales fondos de inversión y de gestión de activos como BlackRock y Vanguard que salieron muy bien parados, así como Goldman Sachs, Bank of América, Citigroup o los Google, Apple, Amazon, Facebook, etc.

Hay otro elemento importante a señalar: el 1 % vende acciones de empresas privadas, lo que provoca una caída de sus cotizaciones y arrastra la caída de las bolsas. Pero, al mismo tiempo, están comprando títulos de la deuda pública considerados como valores seguros. Este es el caso, principalmente en Estados Unidos donde el precio de los títulos del Tesoro estadounidense aumentó debido a la fuerte demanda. Hay que señalar, que un aumento del precio de los títulos que se venden en el mercado secundario hace que baje el rendimiento de los mismos. Los ricos que compran esos títulos del Tesoro están dispuestos a tener un rendimiento bajo, puesto que lo que buscan es la seguridad, en un momento en que las cotizaciones de las acciones de las empresas están en descenso. Como consecuencia, hay que subrayar que una vez más, los títulos de los Estados son los que los más ricos consideran más seguros. No nos olvidemos de eso, y estemos preparados para decirlo públicamente ya que hay que esperar que retorne rápidamente la muy conocida cantinela sobre la crisis de las deudas públicas y los temores de los mercados con respecto a los títulos públicos.

El gran capital (el 1 %) redujo la parte que invierte en producción y aumentó la parte que pone en circulación en la esfera financiera. Pero volvamos a lo que está pasando repetidas veces desde hace un poco más de 30 años, es decir, después de la profundización de la ofensiva neoliberal y de la gran desregulación de los mercados financieros: [1] el gran capital (el 1 %) redujo la parte que invierte en producción y aumentó la parte que pone en circulación en la esfera financiera (incluso es el caso de una firma «industrial» emblemática como Apple). Hizo esto durante los años 1980 y produjo la crisis del mercado obligatorio de 1987. Volvió a hacerlo en 1990 y eso produjo la crisis de .com y de Enron en 2001. Dicha situación se repitió entre 2003 y 2006 y produjo la crisis de las subprimes, de los productos estructurados y una serie de quiebras resonantes como la de Lehman Brothers en 2008. Esta vez, el gran capital especuló principalmente al alza sobre el precio de las acciones en la bolsa y sobre el precio de los títulos de la deuda en el mercado obligatorio (es decir, el mercado donde se venden las acciones de las empresas privadas y los títulos de las deudas emitidos por los Estados y otros poderes públicos). Entre los factores que llevaron a la extravagante subida de los precios de los activos financieros (acciones en bolsa y títulos de deudas privadas y públicas), hay que tener en cuenta la nefasta actuación de los grandes bancos centrales desde la crisis financiera y económica de 2007-2008. Analicé especialmente ese tema en La crisis económica y los bancos centrales .

Sin embargo, este fenómeno no data de los días siguientes a la crisis de 2008-2009, ya que es recurrente en el marco de la financiarización capitalista. Y antes de eso, el sistema capitalista había conocido fases importantes de financiarización tanto en el siglo XIX como en los años 1920, lo que llevó en la gran crisis bursátil de 1929 y el largo período de recesión de los años 1930. Luego, el fenómeno de financiarización y de desregulación fue en parte silenciado durante 40 años como consecuencia de la gran depresión de los años 1930, de la Segunda Guerra Mundial y de la radicalización que se produjo de las luchas de clases. Los gobiernos impusieron una disciplina financiera fuerte al gran capital por ejemplo con la separación entre bancos de ahorro y bancos de inversiones. Hasta fines de los años 1970 ya no hubo grandes crisis bancarias ni bursátiles. Aunque hicieron su reaparición cuando los gobiernos concedieron absoluta libertad al gran capital para hacer lo que quisiera en el sector financiero.

Hasta fines de los años 1970 ya no hubo grandes crisis bancarias ni bursátiles. Aunque hicieron su reaparición cuando los gobiernos concedieron absoluta libertad al gran capital para hacer lo que quisiera en el sector financiero.Pero volvamos a la situación de los últimos años. El gran capital, que considera que la tasa de rentabilidad que obtiene de la producción no es suficiente, desarrolla sus actividades financieras independientemente de la producción. Pero eso no quiere decir que abandona la producción, sino que desarrolla en mayor medida sus inversiones en la esfera financiera que en la esfera productiva. Y eso es lo que llamamos también financiarización o mundialización financiarizada. El capital «hace beneficios» a partir del capital ficticio mediante sus actividades enormemente especulativas. Ese desarrollo de la esfera financiera aumenta el recurso al endeudamiento masivo de las grandes empresas, incluidas compañías como Apple. Escribí un artículo sobre ese tema: La montaña de deudas privadas de las empresas estará en el corazón de la próxima crisis financiera

El capital ficticio es una forma de capital que se desarrolla exclusivamente en la esfera financiera sin una verdadera relación con la producción (Véase el recuadro: ¿Qué es el capital ficticio?). Es ficticio en el sentido en que no se basa directamente en la producción material y sobre la explotación directa del trabajo humano y de la naturaleza. Y remarco explotación directa ya que evidentemente el capital ficticio especula con el trabajo humano y con la naturaleza, lo que generalmente degrada las condiciones de vida de los trabajadores y las trabajadoras y a la propia naturaleza.

¿Qué es el capital ficticio?

«El capital ficticio es una forma de capital (títulos de la deuda pública, acciones, acreencias) que circula mientras que los ingresos de la producción a los que da derecho solo son promesas, y por lo tanto el desenlace es por definición incierto» Entrevista realizada por Florian Gulli a Cédric Durand: «El capital fictif, Cédric Durand», La Revue du projet

Según Michel Husson, «el marco teórico de Marx le permite el análisis del “capital ficticio”, que puede ser definido como el conjunto de los activos financieros cuyo valor se basa en la capitalización de un flujo de futuros ingresos: “La formación de capital ficticio se llama capitalización”. […]; por ejemplo, si el ingreso anual es de 100 libras esterlinas y el tipo de interés del 5 %, las 100 libras esterlinas representarían el interés anual de 2.000 libras esterlinas, figurando ahora estas 2.000 libras como el valor de capital del título jurídico de propiedad sobre las 100 libras anuales. Para quien compra este título de propiedad, las 100 libras de ingreso anual representarían en realidad los intereses de su capital invertido al 5 %. De este modo desaparece el último rastro de cualquier conexión con el proceso real de valorización del capital…» [Karl Marx, El Capital, libro III, tomo II (Akal ediciones, edición1977, reimpresión 2016)]. Michel Husson, «Marx et la finance: une approche actuelle», À l’Encontre, diciembre de 2001.

El capital ficticio es una forma de capital que se desarrolla exclusivamente en la esfera financiera sin una verdadera relación con la producción. Es ficticio en el sentido en que no se basa directamente en la producción material y sobre la explotación directa del trabajo humano y de la naturaleza.Para Jean–Marie Harribey: «Las burbujas estallan cuando la diferencia entre el valor realizado y el valor prometido se vuelve demasiado grande y cuando algunos especuladores comprenden que las promesas de liquidación lucrativa no podrán ser cumplidas por todos, en otras palabras, cuando las plusvalías financieras no podrán nunca ser satisfechas si no hay una plusvalía suficiente en la producción.» Jean-Marie Harribey, «La baudruche du capital fictif, lecture du Capital fictif de Cédric Durand», Les Possibles, N° 6 – Printemps 2015. También se puede leer a François Chesnais, «Capital fictif, dictature des actionnaires et des créanciers: enjeux du moment présent» Les Possibles, N° 6 – Printemps 2015.

Estoy de acuerdo con Cédric Durand cuando afirma: «Una de las consecuencias políticas principales de este análisis es que la izquierda social y política debe concienciarse del contenido de clase de la noción de estabilidad financiera. Preservar la estabilidad financiera, es algo así como hacer que las pretensiones del capital ficticio se realicen. Para liberar nuestras economías de la influencia del capital ficticio, es necesario comenzar una desacumulación financiera. Concretamente, eso nos remite, por supuesto, a la cuestión de la anulación de las deudas públicas y de la deuda privada de las familias humildes, y también la disminución de los rendimientos de los accionistas, lo que se traduce mecánicamente en una disminución del mercado bursátil. Pero no nos equivoquemos, tales objetivos son muy ambiciosos: implican ineluctablemente socializar el sistema financiero y romper con la libertad de circulación del capital. Pero permiten apoderarse de algunas condiciones indispensables para dar vuelta la página al neoliberalismo» Cédric Durand, «Sur le capital fictif, Réponse à Jean-Marie Harribey», Les Possibles, N° 6 – Printemps 2015.

El capital ficticio desea captar una parte de la riqueza generada en la producción (los marxistas dicen una parte de la plusvalía producida por los trabajadores y trabajadoras en la esfera de la producción), sin ensuciarse las manos, es decir sin invertir directamente en la producción, por ejemplo, para la compra de máquinas, materias primas, pago de la fuerza de trabajo en forma de salarios, etc. El capital ficticio, es una acción cuyo poseedor espera obtener de ella un dividendo. Una persona comprará una acción de Renault si esta empresa promete un buen dividendo pero también podría vender esta acción y comprar una de General Electric o Glaxo Smith Kline, Nestlé, o Google, si cualquiera de estas le promete un mejor dividendo. El capital ficticio es también una obligación de deuda emitida por una empresa o un título de deuda pública. Es también un derivado, un producto estructurado… El capital ficticio puede dar la ilusión de que genera, por sí mismo, beneficios a pesar de haberse desvinculado de la producción. Los corredores y agentes de bolsa, los dirigentes de grandes empresas están convencidos de que ellos también «producen». Pero, en un momento dado, una crisis brutal estalla y una masa de capitales ficticios se evapora con la consecuente caída de las cotizaciones en las bolsas, caída de los precios en el mercado obligatorio, caída de los precios en el mercado inmobiliario…

Los corredores y agentes de bolsa, los dirigentes de grandes empresas están convencidos de que ellos también «producen». Pero, en un momento dado, una crisis brutal estalla y una masa de capitales ficticios se evapora. El gran capital, repetidamente, quiere creer o hacer creer que es capaz de transformar plomo en oro en la esfera financiera, pero de manera periódica la realidad lo llama al orden y la crisis estalla.

Durante los dos últimos años, hubo una ralentización muy importante de la producción industrial. En varias grandes economías como la de Alemania, Japón (último trimestre de 2019), de Francia (último trimestre 2019) y de Italia, la producción industrial retrocedió o se ralentizó fuertemente (China y Estados Unidos). Algunos sectores industriales que habían tenido una reactivación después de la crisis 2007-2008, como la industria del automóvil, entraron en una gran crisis durante los años 2018-2019, con una importante caída en las ventas y en la producción. La de Alemania, la principal constructora de automóviles europea, bajó un 14 % entre octubre de 2018 y octubre de 2019. [2] La producción automovilística también cayó en Estados Unidos y en China en 2019, así como en la India. También se redujo fuertemente en Francia. La producción de otras enseñas alemanas como las máquinas y equipamientos se redujo en un 4,4 % solo en el mes de octubre de 2019. Es el mismo caso del sector de la producción de máquinas-herramientas y de otros equipamientos industriales. El comercio internacional está parado. Si consideramos un período más largo, las tasas de beneficio por la producción material se redujeron o se estancaron y las ganancias de productividad también bajaron.

En 2018-2019, estos diferentes fenómenos de crisis económicas en la producción se manifestaron claramente, pero como la esfera financiera seguía funcionando a tope, los grandes medios y los gobiernos se esforzaban para poder afirmar que la situación era globalmente positiva y que aquellas y aquellos que anunciaban una próxima crisis financiera, agregándola a la ralentización de la producción, eran solo pájaros de mal agüero.

Considerar las clases sociales es también muy importante: para el gran capital, mientras la rueda de la fortuna continúe girando, los jugadores continuarán en la pista, felicitándose de la situación. También pasa lo mismo con los gobernantes ya que están ligados al gran capital, tanto en las viejas economías industrializadas como América del Norte, Europa occidental o Japón, así como en China y Rusia, o en los otros grandes países emergentes.

A pesar del hecho de que la producción real dejó de crecer en 2019 de manera significativa o comenzó a estancarse o a bajar, la esfera financiera continuó su expansión. A pesar del hecho de que la producción real dejó de crecer en 2019 de manera significativa o comenzó a estancarse o a bajar, la esfera financiera continuó su expansión: Las cotizaciones en las bolsas continuaron en aumento, e incluso alcanzaron valores máximos, el precio de los títulos de deudas privadas y públicas continuó su progresión hacia arriba, el precio de los bienes inmobiliarios recomenzó su crecimiento en algunas economías, etc.

En 2019, la producción se ralentizó (China e India), se estancó (en una buena parte de Europa) o comenzó a bajar en la segunda mitad del año: la mayor parte de gobiernos y la patronal intervienen para hacer reducir los salarios, las pensiones, y por consiguiente se reduce el consumo, ya que el endeudamiento de las familias, que va en aumento, no es suficiente para compensar el descenso en los ingresos. Así mismo, los gobiernos prolongan una política de austeridad que conlleva una reducción de los gastos públicos y de las inversiones públicas. La conjunción de la caída de poder adquisitivo de la mayoría de la población y el descenso de los gastos públicos generan una caída de la demanda global y a su vez una parte de la producción no encuentra suficientes salidas, lo que lleva a un descenso de la actividad económica. [3]

Es importante precisar qué punto de vista se elige: hablo de la crisis de la producción no porque sea un adepto al crecimiento de la producción, estoy por la organización (planificación) del decrecimiento con el fin de responder especialmente a la crisis ecológica en curso. Por lo tanto, personalmente, la caída o el estancamiento de la producción mundial no me preocupa sino al contrario. Está muy bien si se producen menos coches individuales y su venta cae. Por el contrario, para el sistema capitalista, no es lo mismo: el sistema capitalista tiene necesidad de desarrollar continuamente la producción y de conquistar continuamente nuevos mercados. Cuando no lo logra o cuando comienza a bloquearse, responde a la situación desarrollando la esfera de la especulación financiera y emitiendo cada vez más capital ficticio no ligado directamente a la esfera productiva. Eso parece funcionar durante años, y, de pronto, estallan burbujas especulativas. En varios momentos de la historia del capitalismo, la lógica de la expansión permanente del sistema capitalista y de la producción se expresó mediante guerras comerciales, y es nuevamente el caso entre Estados Unidos y sus principales aliados o bien por verdaderas guerras, y esa salida, en la actualidad, no está totalmente excluida.

Es necesario comenzar inmediatamente y planificar de manera urgente el decrecimiento para combatir la crisis ecológica. Hay que producir menos y mejor.Si adoptamos el punto de vista de las clases sociales explotadas y espoliadas que constituyen la enorme mayoría de la población (de donde sale la expresión del 99 % opuesto al 1 %), está claro que la conclusión es la necesidad de romper radicalmente con la lógica de acumulación de capital, ya sea productivo o financiero, o productivo financiarizado, poco importa cómo lo llamemos. Es necesario comenzar inmediatamente y planificar de manera urgente el decrecimiento para combatir la crisis ecológica. Hay que producir menos y mejor. La fabricación de algunos productos vitales para el bienestar de la población debe crecer como ser: construcción y rehabilitaciones de viviendas decentes, centros de salud y hospitales, distribución de agua potable y depuración de aguas residuales y cloacales, escuelas, etc. y otras producciones, por el contrario, deben bajar radicalmente como los coches individuales o desaparecer como la de las armas. Hay que reducir radicalmente y brutalmente las emisiones de gases de efecto invernadero. Hay que reconvertir industrias y actividades agrícolas. Hay que anular una gran parte de las deudas públicas y, en algunos casos, la deuda completa. Hay que expropiar sin indemnización y transferir al servicio público bancos, aseguradoras, el sector de la energía y otros sectores estratégicos. Es necesario otorgarles otras misiones y otras estructuras a los bancos centrales. Existen otras medidas como la puesta en marcha de una reforma fiscal global con una fuerte imposición al capital, una reducción global del tiempo de trabajo con contratos compensatorios y el mantenimiento del nivel de los salarios, la gratuidad de los servicios de salud pública, de educación, de transportes públicos, medidas efectivas para garantizar la igualdad entre los sexos. Es necesario repartir las riquezas respetando la justicia social y privilegiando los derechos humanos y el respeto a los frágiles equilibrios ecológicos.

La gran mayoría de la población que ve como sus ingresos reales disminuyen o se estancan (o sea, su poder adquisitivo real) compensa este descenso o estancamiento con el recurso al endeudamiento para mantener su nivel de consumo, comprendidas cuestiones vitales: cómo llenar la nevera, asegurar la escolaridad de sus hijos, cómo desplazarse para ir al trabajo, la necesaria compra de un coche si no hubiera transporte público, cómo pagar los gastos generados por visitas médicas etc. Es necesario aportar soluciones radicales a este endeudamiento creciente de una mayoría de la población en todo el mundo, y recurrir a la anulación de las deudas. Por lo tanto, hay que anular una gran parte de las deudas privadas de las familias (especialmente las deudas estudiantiles, las deudas hipotecarias abusivas, las deudas abusivas de consumo, las deudas ligadas al microcrédito abusivo…). Hay que aumentar los ingresos de la mayoría de la población y mejorar fuertemente la calidad de los servicios públicos, de salud, educación, transportes colectivos, debiendo ser todos ellos gratuitos.

Debemos llevar la lucha contra la crisis multidimensional del sistema capitalista y comprometernos resueltamente en la vía de una salida ecologista-feminista-socialista. Se trata de una necesidad absoluta e inmediata. Estamos frente a una crisis multidimensional del sistema capitalista mundial: crisis económica, comercial, ecológica, de varias organizaciones internacionales que forman parte del sistema de dominación capitalista del planeta (OMCOTAN, crisis en la FED —el Banco Central de Estados Unidos—, crisis en el Banco Central Europeo), crisis políticas en los países más importantes (especialmente Estados Unidos entre los dos grandes partidos del gran capital), crisis de la salud pública, guerras… En el espíritu de un gran número de personas en numerosos países, el rechazo al sistema capitalista es el más grande que hubo durante estas cinco décadas, desde la ofensiva neoliberal de Pinochet (1973), Thatcher (1979) y Reagan (1980).

La abolición de las deudas ilegítimas, esa forma de capital ficticio, debe enmarcarse en un programa mucho más amplio de medidas suplementarias. El ecosocialismo debe estar en el centro de las soluciones y no hay que dejarlo de lado. Debemos llevar la lucha contra la crisis multidimensional del sistema capitalista y comprometernos resueltamente en la vía de una salida ecologista-feminista-socialista. Se trata de una necesidad absoluta e inmediata.

Notas:

[1] Véase Éric Toussaint, Bancocracia, Icaria editorial, Barcelona 2014, capítulo 3: «De la financiarización/desregulación de los años 1980 a la crisis de 2007-2008».

[2] La industria alemana del automóvil emplea 830.000 trabajadores y 2.000.000 de empleos ligados, que dependen directamente de las grandes fábricas (Fuente: Financial Times, « German industrial output hit by downturn », 7-8 de diciembre de 2019).

[3] En lo concerniente a la explicación de las crisis, entre los economistas marxistas, hay «dos grandes “escuelas” cara a cara: la que explica las crisis por el subconsumo de masas (o la superproducción de bienes de consumo) y la que las explica por la sobre acumulación (o la insuficiencia del beneficio para proseguir la expansión de los bienes de equipamiento). Esta querella no es más que una variante del viejo debate entre los partidarios de la explicación de las crisis por “la insuficiencia de la demanda global” y los que la explican por la “desproporcionalidad”.

Ernest Mandel La crise 1974-1982. Les faits. Leur interprétation marxiste, 1982, Paris, Flammarion, 302 p, y en castellano: La teoría marxista de las crisis y la actual depresión económica. Conferencia en Atenas en 1983, en https://www.ernestmandel.org/es/escritos/txt/la_teoria_marxista_de_las_crisis.htm.

Siguiendo a Ernest Mandel, considero que la explicación de la crisis actual debe tener en cuenta varios factores y no podemos reducirla a una crisis producida por una superproducción de los bienes de consumo (y por lo tanto una insuficiencia en la demanda) o bien por la sobreacumulación de capitales (y por lo tanto insuficiencia de beneficio).

Eric Toussaint, doctor en Ciencias políticas de la Universidad de Lieja y de la Universidad de París VIII, es el portavoz del CADTM Internacional y es miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia.
Es autor de diversos libros, entre ellos: Sistema Deuda. Historia de las deudas soberanas y su repudio, Icaria Editorial, Barcelona 2018; Bancocracia Icaria Editorial, Barcelona 2015; Una mirada al retrovisor: el neoliberalismo desde sus orígenes hasta la actualidad, Icaria, 2010; La Deuda o la Vida (escrito junto con Damien Millet) Icaria, Barcelona, 2011; La crisis global, El Viejo Topo, Barcelona, 2010; La bolsa o la vida: las finanzas contra los pueblos, Gakoa, 2002. Es coautor junto con Damien Millet del libro AAA, Audit, Annulation, Autre politique, Le Seuil, París, 2012. Coordinó los trabajos de la Comisión de la Verdad Sobre la Deuda, creada por la presidente del Parlamento griego. Esta comisión funcionó, con el auspicio del Parlamento, entre abril y octubre de 2015. El nuevo presidente del Parlamento griego anunció su disolución el 12 de noviembre de 2015. A pesar de ello, la comisión prosiguió sus trabajos y se constituyó legalmente como una asociación sin afán de lucro.

Fuente: http://www.cadtm.org/No-el-coronavirus-no-es-responsable-de-las-caidas-en-las-bolsas

Autor: Eric Toussaint

Fuente de la Información: https://rebelion.org/no-el-coronavirus-no-es-responsable-de-las-caidas-en-las-bolsas/

Fuente de la Imagen: CADTM

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.El capitalismo destruye el planeta, destruyamos el capitalismo

Declaración internacional de la Fracción Trotskista – Cuarta Internacional (FT-CI) ante la Huelga Mundial por el Clima que tendrá lugar entre los días 20 y 27 de septiembre.

 

Entre los días 20 y 27 de septiembre de 2019 tendrá lugar una «semana de acción» convocando a la Huelga Mundial por el Clima. La convocatoria ha sido promovida por movimientos como “Fridays for Future” y “Extinction Rebellión”, así como centenares de colectivos ambientalistas y ecologistas en distintos países. Los organizadores exigen a los gobiernos que se declare la emergencia climática y se adopten medidas urgentes para frenar la crisis ambiental. Ante la urgencia de la crisis climática es necesario conquistar una estrategia que permita enfrentar decididamente la causa de la catástrofe ecosocial que nos amenaza: el sistema capitalista.

Capitalismo y crisis ambiental global

El capitalismo ha prosperado desde hace siglos mediante la explotación de la naturaleza, ya sea como fuente “inagotable” de recursos para convertirlos en mercancías o como repositorio de desperdicios. Sin embargo, la capacidad de la Tierra de “soportar” los procesos ecodestructivos del capital está llegando al límite.

La necesidad de crecimiento constante del capital ha llevado a la interrupción de un complejo ciclo natural que tardó millones de años en desarrollarse, provocando una fractura del “metabolismo” entre la sociedad y la naturaleza.

El cambio climático y la crisis de los ciclos biológicos del carbono, el agua, el fósforo y el nitrógeno; la acidificación de los océanos; la pérdida creciente y acelerada de la biodiversidad; los cambios en los patrones en el uso de la tierra y la contaminación química de la industria, son algunas de las terribles manifestaciones de una situación completamente inédita para la humanidad: la tendencia hacia la descomposición de sus condiciones naturales de producción y reproducción. A esta dinámica ecodestructiva se relaciona directamente la degradación social y material de cientos de millones de personas que sufren la miseria, el desempleo y la precariedad laboral, mediante los cuales el capitalismo asegura su rentabilidad y reproducción.

La barbarie que representa la reciente multiplicación de incendios en la Amazonia, resultado de los incentivos al desmonte –intensificados por la política del ultraderechista Bolsonaro–, la flexibilización de la legislación ambiental y la acción directa de latifundistas y ganaderos que orquestan las quemas, es solo otro episodio del continuo proceso de degradación y destrucción ambiental. Incluso en la Bolivia de Evo Morales, los incendios amenazan destruir uno de los bosques secos más grandes del mundo, la Chiquitania, luego de que más de 2 millones de hectáreas fueras arrasadas por los incendios alentados para la extensión de la frontera agrícola. El fenómeno de los incendios forestales descontrolados es cada vez más recurrente, como los grandes incendios que están arrasando Siberia y el África subsahariana (más numerosos, aunque menos destructivos), así como los de California el otoño pasado y en numerosas regiones de Europa. El cambio climático y la sed de ganancias del capitalismo los están intensificando cada vez más.

El cambio climático, una realidad incuestionable

Existe un amplio consenso científico en que cambio el climático se relaciona con el aumento vertiginoso de los niveles de emisiones de los gases de “efecto invernadero” en la atmósfera producidos por la acción humana. Pero no de la acción humana en general, si no de las actividades desarrolladas en el marco del modo de producción capitalista. Desde 1880 la temperatura media de la superficie terrestre ha subido casi 1 °C según diversos organismos. Un aumento de la temperatura global (hoy cerca de los 15 °C de media) que es evidente desde la revolución industrial y que ha venido acelerándose en la etapa neoliberal.

Las proyecciones del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), indican que la temperatura media global en la superficie de la tierra podría incrementarse entre 2 y 5 grados centígrados y el nivel del océano podría aumentar entre 18 a 59 centímetros en las próximas décadas, mientras advierten que las emisiones pasadas y futuras de dióxido de carbono (CO2) seguirán contribuyendo al calentamiento durante más de un milenio. Al mismo tiempo, recientemente se ha conocido que los niveles de CO2 atmosférico han rebasado las 400 partículas por millón (ppm), pudiendo incluso alcanzar en las próximas décadas cifras superiores a los 500 ppm, niveles nunca antes vistos en la historia de la humanidad.

Según el último informe de este organismo dependiente de la ONU, cuyas estimaciones suelen ser las más conservadoras en comparación con otros estudios, las emisiones de gases contaminantes tendrían que reducirse en un 45 % para 2030 –en menos de 11 años– para evitar superar el umbral crítico de calentamiento de 1,5 grados centígrados, por encima del cual se generalizaría el aumento del nivel del mar, los fenómenos meteorológicos extremos y la escasez de alimentos. La necesidad de combatir el cambio climático con medidas drásticas es innegable.

Para muchas personas estas estimaciones pueden resultar abstractas, pero toman cuerpo cuando se advierten sus consecuencias reales, como la potenciación de todos los fenómenos catastróficos relativos al clima, su permanencia en el tiempo y la aceleración de sus ritmos. Incendios incontrolables que arrasan ciudades enteras en todo el globo (asociados también a la propagación de especies invasivas y una gestión forestal orientada al monocultivo y únicamente al lucro), olas de calor extremas, inundaciones masivas o sequías catastróficas. Según las Naciones Unidas, actualmente existen más de 20 millones de refugiados por causas climáticas, mientras que, de elevarse la temperatura global a más de 2 grados, se estima que serán 280 millones. La contaminación del aire por gases y partículas derivados del tráfico de vehículos, así como de la producción industrial en las grandes ciudades, producen 9 millones de muertes anuales en todo el mundo, 800 mil personas solamente en Europa.

El calentamiento global es una de las manifestaciones más devastadoras de la naturaleza destructiva del sistema capitalista sobre el ambiente, pero no la única. A ella se suma la contaminación del aire y la degradación del suelo, la desforestación y la destrucción de la biodiversidad, la contaminación del agua de ríos y océanos. Según un estudio, entre 1970 a 2014, el tamaño de las poblaciones de vertebrados ha disminuido en un 60 por ciento en promedio. Una tendencia que se agravaría si no se frena la crisis ecológica, pudiendo producir una extinción en masa de la biodiversidad del planeta.

El planeta entero ha sido transformado en un inmenso basurero de desechos domésticos, industriales y agrícolas generados por la producción, la distribución y los patrones de consumo capitalistas.

Negacionismo y “capitalismo verde”, las dos caras de una misma moneda

Frente al escenario catastrófico que preanuncia el calentamiento global, los poderes fácticos del capitalismo internacional oscilan entre dos estrategias: por un lado, una campaña de negación de las evidencias científicas tendiente a presentarlos como una “ideología”; por el otro, una estrategia de promoción de un “capitalismo verde” o “sostenible”, que impulsa acuerdos internacionales que son una farsa y propone una reconversión parcial y limitada de los sistemas productivos, mientras fortalece el modelo de acumulación y explotación capitalista.

En el campo del negacionismo se sitúan desde Trump, el Partido Republicano y el Tea Party en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil, hasta sectores minoritarios de científicos. Pero su núcleo está en las grandes corporaciones que son las principales responsables de las emisiones de gases contaminantes que generan el cambio climático. Sin embargo, al mismo tiempo que hacen campaña negacionista, las grandes corporaciones capitalistas son plenamente conscientes de las consecuencias del cambio climático y sus efectos sociopolíticos, y se preparan para responder a sus implicaciones en el terreno de la “seguridad” y la política exterior. El capital más concentrado plantea la militarización como instrumento de adaptación al cambio climático: más ejércitos y fuerzas de seguridad privadas, que eventualmente puedan defender las islas de prosperidad en medio de océanos de miseria y degradación.

Del otro lado se sitúa el “capitalismo verde”, promovido desde el Partido Demócrata norteamericano, líderes políticos de los principales países europeos como Angela Merkel, Emmanuel Macron o Pedro Sánchez y diversos “partidos verdes”, pasando por diversas y pujantes corporaciones capitalistas, organismos internacionales, hasta ambientalistas y ONGs.

Se trata de un ejercicio de sincretismo entre neoliberalismo y “economía verde”. Denuncian el calentamiento global y acuerdan en costosas cumbres climáticas medidas de protección ambiental, controles y grandes objetivos de reducción de emisiones, que en todos los casos no han sido más que documentos diplomáticos sin mayores consecuencias prácticas.

Al mismo tiempo, plantean hacer reparaciones, limitar la producción de sustancias tóxicas y la destrucción de recursos naturales y desarrollar simultáneamente nuevas tecnologías “suaves”, argumentando al mismo tiempo que de trata de una nueva fuente de crecimiento económico, ya que las corporaciones capitalistas podrían extraer jugosos beneficios.

Así el Partido Verde alemán, por ejemplo, propone “salvar la economía alemana” con medidas de transición ecológica, mientras promueve la militarización del imperialismo alemán (abogaron a favor de una intervención en el conflicto con Irán bajo «liderazgo europeo»). Una política de “imperialismo verde” para contrarrestar la crisis del capitalismo alemán.

Una de las medidas más recientes en este campo, impulsada por el gobierno de Merkel y el Partido Verde alemán, pero que comienza a ser adoptada por otros gobiernos y sectores ambientalistas, busca implementar un impuesto a las emisiones de CO2 (gravando por ejemplo el consumo de carne, los combustibles o el tráfico aéreo) para renovar la industria hacia una transición ecológica. Un impuesto que provocaría la subida de precios y un ataque en regla a la capacidad adquisitiva de la clase trabajadora, mientras no representa ninguna medida seria ante la crisis climática. En definitiva, la estrategia neoliberal del “capitalismo verde” termina siendo “negacionismo light”.

La esencia del capitalismo es la ampliación de la ganancia y la acumulación a cualquier costo, incluso si este costo implica la destrucción material del planeta. Cuando China y Estados Unidos, junto a la Unión Europea, producen la mayor parte de los gases de efecto invernadero que aniquilan la tropósfera, y los capitalistas se dirimen entre posturas negadoras o cumbres impotentes de gestión de la crisis ambiental, el resto del mundo sigue sufriendo los efectos del cambio climático.

Por ello la idea de un “capitalismo verde”, que elimine de forma íntegra y efectiva las causas que están en la base de la catástrofe ambiental global que nos amenaza y promueva un “desarrollo sostenible” de la humanidad y el conjunto de las especies que pueblan el planeta, es una quimera. La solución a la crisis climática global no puede nacer en ningún caso de las entrañas del mismo sistema que la produjo.

Hay que decir que dentro de este campo hay gran número de ONGs y organizaciones ambientalistas como IUCN, WWF, incluso Greenpeace, que trabajan codo con codo con los evangelistas de la ecoeficiencia y las petroleras como Shell o la Exxon, con mineras contaminantes como Barrick Gold o megacorporaciones como Walmart, Cargill o Monsanto, colaborando con el saqueo de recursos naturales en todo el planeta bajo la cobertura “ambientalista”.

Reformismo verde y “Green New Deal”

Dentro del espectro de los defensores de un capitalismo verde existe una subvariante reformista que ha ganado mucho peso en el último período, proponiendo un programa con tintes neokeynesianos para hacer frente a la crisis. Es el llamado “Green New Deal” (GND). En EE. UU. esta política es defendida por algunos aspirantes a la presidencia del Partido Demócrata norteamericano, como Bernie Sanders y Elizabeth Warren, o por la autodenominada “socialista democrática” Alexandria Ocasio-Cortez, y también comienza a resonar en los discursos y programas de los social liberales europeos como el PSOE o corrientes neorreformistas como Podemos.

El GND, sostiene Ocasio-Cortez, permitiría a los Estados Unidos una transición hacia el 100 % de energías renovables en un plazo de 10 años, a la vez que promete crear millones de empleos ligados a la construcción de una red eléctrica eficiente en todo el país basada sobre energías renovables, entre otras medidas. ¿De qué modo? Promoviendo que las mega corporaciones milmillonarias, responsables de la crisis ecológica actual, sean las que desarrollen la infraestructura para salir del desastre. Y que para ello cuenten con millonarias subvenciones públicas del Estado.

La idea que subyace detrás de esta perspectiva es que si los gobiernos de los principales países industrializados del mundo y las grandes multinacionales toman consciencia de la situación, serían capaces de adoptar medidas en favor de la preservación del ambiente. Tanto el “Green New Deal” como otras propuestas similares (como la Agenda 2030 de la ONU), que son hoy referentes para buena parte de las fuerzas políticas “progresistas” en el mundo, se fundamentan en la idea de que es posible un “capitalismo sostenible” y que las corporaciones que han generado la crisis actual pueden reconvertirse en las salvadoras del planeta. Pero la ilusión de que se pueda armonizar la contradicción entre los intereses capitalistas y la preservación del ambiente y de la vida de cientos de millones de personas, es utópica y reaccionaria.

El modo de producción capitalista está en total contradicción con la naturaleza y con los procesos naturales de desarrollo. Para el capital, el factor determinante en este proceso es meramente cuantitativo. La feroz competencia obliga a cada capitalista a buscar constantemente formas de reemplazar a los trabajadores por máquinas que aumenten la productividad del trabajo y la masa de bienes lanzados al mercado y, por ende, la cantidad de recursos naturales consumidos para producirlos. La repetición constante de este ciclo de producción y reproducción del capital exprime impiadosamente todos los recursos, sin tomar en cuenta el tiempo requerido para su producción y regeneración natural.

La causa de este tipo de desarrollo ecodestructivo más que la irracionalidad capitalista, es su lógica inherente; el resultado lógico de un sistema económico cuyo motor es la sed de ganancias de los capitalistas.

La “rebelión” juvenil por el clima, sus potencialidades y sus límites

El 20 de agosto de 2018, la joven activista climática sueca Greta Thunberg se plantó frente a la sede del parlamento sueco con una pancarta que decía “Huelga estudiantil por el clima”. Inspirado por esta acción, desde entonces el movimiento “Fridays for Future” y los “viernes verdes” en ciudades de Europa, en los que los estudiantes faltan a clases y se manifiestan contra la crisis ambiental global bajo la consigna “No tenemos un planeta B”, ha sumado cada vez más adhesiones y ha movilizado a cientos de miles en centenares de ciudades por todo el continente.

Junto al movimiento “Fridays for future”, se han desarrollado otras plataformas ecologista, como “Ende Gelände” en Alemania, o “Extintion Rebellion” en el Reino Unido, que sostienen reivindicaciones similares, aunque también varían en sus métodos de lucha.

El pasado 15 de marzo se declaró la primera huelga global por el clima. Cientos de miles de jóvenes tomaron las calles en distintas ciudades del mundo en el marco de una huelga estudiantil contra el cambio climático. En Madrid, Berlín, París, Viena, Roma y otras ciudades de Europa y el mundo, las manifestaciones fueron masivas. El 24 de mayo tuvo lugar una nueva convocatoria global de huelga estudiantil, que siguió movilizando a millones. Los próximos 20 y 27 de septiembre se realizará una nueva Huelga Mundial por el Clima, en el que se hace un llamamiento a la ciudadanía y a otras organizaciones sociales a sumarse a la convocatoria.

Los organizadores exigen a los gobiernos que se declare la emergencia climática y la adopción de medidas urgentes para frenar una crisis medioambiental que “es consecuencia de un modelo de producción y consumo que ha demostrado ser inapropiado para satisfacer las necesidades de muchas personas, que pone en riesgo nuestra supervivencia e impacta de manera injusta especialmente a las poblaciones más pobres y vulnerables del mundo”.

Entre esas medidas se encuentran la reducción –a cero neto– de las emisiones de gases de efecto invernadero y evitar que la temperatura global se eleve por encima de los 1,5 °C. Para ello proponen acciones tendientes al abandono de los combustibles fósiles y su sustitución por energías renovables, tales como la paralización de nuevas infraestructuras fósiles, un modelo energético no nuclear o la reorganización del sistema de producción.

Denuncian además la interrelación entre la enorme desigualdad social y la degradación del ambiente y plantean que la transición a un “modelo ecosostenible” tiene que hacerse atendiendo a las desigualdades generadas en función de la clase social, el sexo, la procedencia, etc. En el camino a esa transición defienden la creación de fórmulas de control y participación ciudadana a través de la democratización de áreas de la producción como la energía, el transporte o la alimentación.

El hecho de que la juventud se movilice contra la barbarie de la destrucción ambiental es un hecho enormemente auspicioso. Además, la incorporación del método de la huelga para visibilizar sus demandas y el llamado al conjunto de las organizaciones de la sociedad civil es algo innovador que no se había hecho antes y que le da más fuerza al movimiento.

Frente a las “potencias infernales” que ha engendrado el capitalismo y cuyas consecuencias hoy resultan inevitables, las y los jóvenes impulsores del movimiento “Fridays for Future” y otras plataformas similares son cada vez más conscientes de esta realidad y, aunque de un modo muchas veces abstracto, denuncian al sistema capitalista como causante de la crisis actual.

Sin embargo, carecen aún de un programa definido y una estrategia para superarlo. Su perspectiva se reduce a una denuncia y exigencia a los representantes políticos capitalistas para que tomen medidas urgentes o a abrazar las propuestas de los llamados “partidos verdes”, pero sin apuntar decididamente contra los intereses y la propiedad de los máximos responsable de esta situación: las grandes corporaciones y multinacionales capitalistas.

Tampoco sostienen una posición contraria a medidas “verdes” como los intentos de aplicar impuestos al consumo que atentan contra la mayoría de la clase trabajadora y los sectores populares. Por el contrario, en muchos países el movimiento exige la implementación de un impuesto a las emisiones de CO2 más altos de lo que proponen los partidos capitalistas, los cuales elevarían los precios de productos de consumo para la mayoría de la población. Para que la juventud logre atraer a la clase trabajadora a la lucha contra el cambio climático, es necesario un programa que plantee claramente que sean los capitalistas, y no las masas populares, los que paguen por la crisis.

En amplios sectores del movimiento prima la lógica de que para solucionar la crisis ecológica el eje central está en los cambios de los patrones de consumo individual, centrando su atención en el “consumo irresponsable”. Obviamente la producción capitalista, generadora de patrones y ciclos de consumo a escala planetaria, moldea a los “consumidores” y en esta medida el comportamiento humano individual colabora con la crisis ecológica, por lo cual es deseable promover que estos patrones se modifiquen generando conciencia ambiental.

Pero la realidad es que la influencia que pueden ejercer los cambios del comportamiento individual sobre el carácter funesto de la producción capitalista sobre el medio ambiente es en muchos casos irrelevante y, especialmente, muy desigual. Un informe de Oxfam del año 2015 demostró que el 10 % más rico del planeta provoca la mitad de las emisiones de CO2, mientras que el 50 % más pobre (3.500 millones de personas) es responsable de solo el 10 %.

La lógica de centrar la iniciativa de movimiento ambiental en los cambios de comportamiento individual conlleva dos problemas estratégicos. Por un lado, porque promueve una estrategia ilusoria que favorece una concepción individualista, difuminando o directamente ocultando cuál es el “centro de gravedad” sobre el que hay que golpear, el capitalismo imperialista, las grandes corporaciones y los Estados capitalistas. Por otro lado, termina fortaleciendo el discurso reaccionario de que “la gente es responsable de la crisis” que va unido a medidas para hacer pagar la crisis ambiental a la clase trabajadora y los sectores más pobres de la sociedad; un discurso que al mismo tiempo que preserva el sistema y beneficia a los capitalistas, impide incorporar a la lucha a las potencias sociales capaces de enfrentarla.

Una de las lecciones que ha dejado la lucha de los Chalecos Amarillos en Francia, un inmenso movimiento social desatado inicialmente como respuesta al alza en el precio de los combustibles y en protesta por la injusticia fiscal y la pérdida de poder adquisitivo, es que la “transición ecológica” no puede recaer sobre los hombros de la clase trabajadora y los sectores populares. Frente a la crisis ambiental, el problema central no es la “división” entre quienes contaminan y quienes no lo hacen, sino entre la mayoría social que ya está pagando los costos de la crisis y los capitalistas que la generaron.

La única manera de enfrentar la crisis ambiental global engendrada por el capitalismo es que en la lucha se implique la mayoría de la población con la clase trabajadora al frente. Y esto es así porque la contradicción capital-trabajo no es una más de las que caracterizan al modo de producción capitalista, sino la que lo estructura, ya que si la relación de la sociedad con el resto de la naturaleza está mediada por la producción, es revolucionando la producción como se puede regular racionalmente el metabolismo con la naturaleza. Por ello la clase trabajadora, la clase auténticamente productora de la sociedad, si se dota de una política hegemónica y no corporativa, es la única clase que puede actuar como articulador de una alianza social capaz de activar el “freno de emergencia” ante el desastre al que nos aboca el capitalismo.

En este sentido existen importantes ejemplos de unidad entre el movimiento ambiental y sectores de trabajadores, como el caso del astillero Harland and Wolff en Irlanda, donde fue construido el Titanic, que fue declarado en bancarrota, pero sus trabajadores tomaron las instalaciones exigiendo su nacionalización y que se implemente el uso de energías limpias. O los llamados a sindicatos y sectores de trabajadores a convocar la Huelga por el Clima, como se está haciendo en Portugal, Alemania o el Estado español.

Estas iniciativas son sumamente importantes, porque de un modo aún intuitivo pero correcto, tienden a delimitar cuál es el “sujeto social” que puede hegemonizar la lucha por una alternativa a la destrucción ambiental, la clase trabajadora.

La necesidad de que la clase trabajadora se integre al movimiento con sus propias reivindicaciones y sus propios métodos de lucha (huelgas, bloqueos y piquetes), es vital para el desarrollo del movimiento. Es necesario ayudar a romper los prejuicios que existen en amplios sectores de la clase trabajadora con el movimiento ambiental, aunque muchas veces esté justificado por políticas que en nombre de la “defensa del ambiente” han despreciado a la clase obrera equiparándola con las patronales contaminadoras o incluso promovido medidas que implicaban un ataque directo a las condiciones de vida de la clase trabajadora sin más alternativa.

Pero, sobre todo, es necesario enfrentar y denunciar el rol reaccionario que juegan la mayoría de los sindicatos burocratizados. Especialmente en los sectores de la industria pesada y la industria energética, las burocracias sindicales actúan como los mejores socios de los capitalistas. Muchas veces se oponen a cualquier medida de transición ecológica, por más superficial que sea, bajo el argumento de “salvar los puestos de trabajo”, cuando lo que esconden en realidad es una política para salvar las ganancias de los capitalistas, atando el destino de la clase trabajadora a los buenos negocios de los empresarios.

Ante la Huelga por el Clima, la posición mayoritaria entre los sindicatos europeos o en Estados Unidos es oponerse, o en algunos casos como en Alemania, apoyarla demagógicamente, pero negándose a organizarla y convocarla por considerarla “ilegal”. Es por ello que, junto con el impulso de la más amplia autoorganización entre la juventud, es necesario denunciar las posiciones reaccionarias de los sindicatos burocráticos, que durante décadas han ignorado o despreciado los problemas ecológicos, al mismo tiempo que se les exige que convoquen a la huelga y pongan sus organizaciones al servicio de la lucha contra los capitalistas responsables de la catástrofe que nos amenaza.

La declaración promovida en Alemania por la agrupación de sindicalistas de base «ver.di aktiv», impulsada por el grupo RIO, con más de 500 adhesiones de sindicalistas de distintas ramas de todo el país exigiendo a las centrales sindicales que convoquen a la huelga, es una muestra pequeña pero significativa de la potencialidad de esta política.

Un programa transicional anticapitalista para evitar la catástrofe

Frente a una perspectiva absolutamente irracional a la que nos aboca el capitalismo es evidente la necesidad de medidas drásticas y urgentes. Pero estas no pueden depender de la buena voluntad de los Gobiernos de las potencias imperialistas que son las principales responsables del desastre actual, ni tampoco de las nuevas agendas impulsadas por las grandes corporaciones y los partidos promotores del “capitalismo verde”.

La única salida ante la catástrofe que nos amenaza es tomar el presente y el futuro en nuestras manos mediante una planificación racional de la economía mundial, o como diría Marx, mediante “la introducción de la razón en la esfera de las relaciones económicas”. Y esta solo puede ser posible si la planificación de la economía se encuentra en manos de la única clase que por su situación objetiva y sus intereses materiales tiene interés en evitar la catástrofe: la clase trabajadora.

Una perspectiva por la que luchamos las organizaciones que integramos la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional en el seno del movimiento obrero, de la juventud y los movimientos ecologistas. Frente a la farsa de las cumbres climáticas y las promesas de un “capitalismo verde”, es necesario desplegar un programa transicional orientado hacia una completa reorganización racional y ecológica de la producción, la distribución y el consumo con medidas como:

• La expropiación del conjunto de la industria energética, bajo la gestión democrática de las y los trabajadores y supervisión de comités de consumidores. De este modo el sector energético podría avanzar hacia una matriz energética sustentable y diversificada, prohibiendo el fracking (de gas y petróleo) y otras técnicas extractivistas, que permita reducir drásticamente las emisiones de CO2 desarrollando las energías renovables y de bajo impacto ambiental en consulta con las comunidades locales. Al mismo tiempo, se reducirían los precios abusivos de la electricidad.

• La nacionalización y reconversión tecnológica sin indemnización y bajo control obrero todas las empresas de transporte, así como las grandes empresas automovilísticas y metalmecánicas, para alcanzar una reducción masiva de la producción automotriz y del transporte privado, mientras se desarrolla el transporte público en todos sus niveles.

• La lucha por lograr condiciones seguras de trabajo en todas las fábricas y empresas, libres de tóxicos y agentes contaminantes, unida a la reducción de la jornada laboral y reparto de las horas de trabajo sin rebajas salariales entre todas las manos disponibles, como parte de un plan general de reorganización racional y unificada de la producción y la distribución en manos de la clase trabajadora y sus organizaciones.

• La expropiación de la propiedad terrateniente y reforma agraria para pequeños campesinos y pueblos originarios. Expulsión de empresas imperialistas, confiscación de sus bienes y expropiación bajo control obrero de todo el complejo industrial agroalimentario y exportador. Monopolio del comercio exterior y nacionalización de la banca para financiar la reconversión y diversificación del modelo agroalimentario sobre bases sustentables y democráticas. Prohibición del glifosato, eliminación progresiva de todos los agrotóxicos y prohibición de su libre comercialización, e inversión en investigación en métodos alternativos, como la agroecología, entre otros.

• La imposición de presupuestos bien dotados para la conservación de la biodiversidad, tanto de especies como de la gran variedad de ecosistemas del planeta, con especial hincapié en los que están en mayor riesgo. Regeneración de las áreas degradadas (mares, ríos, lagos, bosques y campos) en base a impuestos progresivos al gran capital.

• La prohibición de la megaminería contaminante, la nacionalización de la minería tradicional bajo control obrero y su articulación con el desarrollo de una industria de recuperación de minerales de la chatarra electrónica, implementando la “minería urbana” para el reciclaje de minerales escasos de los aparatos electrónicos y otros productos. Expulsión de las mineras imperialistas y confiscación de sus bienes para remediar el daño hecho a las comunidades afectadas. Prohibición de la apropiación privada de bienes públicos como el agua.

• La abolición de la deuda en los países dependientes y semicoloniales, que es una forma de coerción para adoptar ajustes neoliberales antiecológicos, así como la expropiación de todas las empresas contaminantes en los países periféricos. Es inimaginable resolver la crisis ecológica en esos países sin independencia respecto del imperialismo.

• La apertura de las fronteras y cierre de los centros de detención de migrantes frente al drama de la inmigración, producto de la pobreza y la expoliación imperialista, pero también en muchísimos casos por la crisis climática.

• Una política radical que tienda a evitar los residuos y a reciclarlos. No alcanza con las instalaciones de filtrado, depuración, etc. Hace falta una conversión industrial fundamental que evite, a priori y en su origen, la contaminación. Esto implica también terminar con la obsolescencia programada.

• El levantamiento del secreto empresarial (que permite, por ejemplo, ocultar las emisiones tóxicas) y la obligación de llevar registros públicos donde se especifiquen las materias primas y los productos utilizados.

Este programa, junto a otras medidas de imperiosa necesidad, es obviamente imposible de alcanzar en los marcos del capitalismo. Para llevarlo a cabo hace falta una estrategia revolucionaria que enfrente decididamente a los responsables del desastre. La juventud que hoy sale a las calles en todo el mundo para luchar por la “justicia climática” tiene el desafío de avanzar en la radicalización de su programa para plantear la única perspectiva realista para enfrentar la catástrofe: impulsar la lucha de clases para terminar con el sistema capitalista y poner todos los resortes de la economía mundial en manos de la clase trabajadora.

Socialismo o barbarie: por una estrategia revolucionaria e internacionalista

Muchos científicos, ecologistas, organismos internacionales y hasta grandes medios de prensa, caracterizan el momento actual como un momento de “crisis civilizatoria”, que no tiene vuelta atrás y solo queda adaptarse al desastre. Ante la catástrofe preanunciada, la ideología capitalista no solo siembra el miedo (lo que da fundamentos tanto a políticas securitarias como a salidas individuales bajo el liderazgo de los gobiernos capitalistas y las grandes empresas), sino que niega de plano toda perspectiva emancipadora. Desde el cine y la televisión vivimos un bombardeo constante de distopías: es más fácil imaginar mundos catastróficos, postnucleares, invasiones de extraterrestres y hasta zombies, que una sociedad que racionalmente garantice la supervivencia del planeta y de todas sus especies.

Frente a una perspectiva de catástrofe, que no está descartada en absoluto, el problema fundamental radica en si la adaptación estará en manos del capital o de la mayoría desposeída de la sociedad. Por ello, la crisis ecológica vuelve a situar como la única perspectiva de salvación de la humanidad y el planeta, la lucha por el comunismo, la de la sociedad de productores libres asociados en armonía con la naturaleza. Un combate en el que clase trabajadora debe ubicarse como sujeto hegemónico, tomando las demandas ambientales no solo como parte de la lucha por mejorar sus condiciones de vida, sino por dar una salida progresiva al ecocidio que prepara el capitalismo.

Esta es la precondición indispensable para instaurar un sistema basado en la solidaridad, que recomponga racionalmente el metabolismo natural entre la humanidad y la naturaleza, y que reorganice la producción social respetando los ciclos naturales sin agotar nuestros recursos, terminando al mismo tiempo con la pobreza y las desigualdades sociales.

Ante la catástrofe ambiental que nos amenaza, la disyuntiva planteada por Rosa Luxemburg, “socialismo o barbarie”, adquiere una renovada significación. En la víspera de la carnicería imperialista que comenzó en 1914, la gran revolucionaria polaca advertía que “si el proletariado fracasa en cumplir sus tareas como clase, si fracasa en la realización del socialismo, nos estrellaremos todos juntos en la catástrofe”. Para Luxemburgo, el socialismo no era un destino predeterminado por la historia; lo único “inevitable” era el colapso al que llevaba el capitalismo y las calamidades que acompañarían este proceso si la clase trabajadora no lograba impedirlo.

En nuestro siglo, las condiciones de la época de las crisis las guerras y las revoluciones se reactualizan, enfrentando a la clase obrera y los pueblos del mundo no sólo a la barbarie de la guerra y la miseria, sino de catástrofe ambiental y la potencial destrucción del planeta. Un proyecto verdaderamente ecológico que enfrente la crisis ambiental a la que nos conduce el capitalismo solo pude serlo en tanto sea comunista y la clase trabajadora, aliada al conjunto de los sectores populares, se disponga subjetivamente a la vanguardia de imponerlo mediante la lucha revolucionaria, contra la resistencia de los capitalistas.

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La Fracción Trotskista-Cuarta Internacional (FT-CI) es una organización revolucionaria internacional, impulsora de la Red Internacional de diarios La Izquierda Diario en 12 países y 8 idiomas. Está integrada por:

ARGENTINA: Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) / BRASIL: Movimento Revolucionário de Trabalhadores (MRT) / CHILE: Partido de Trabajadores Revolucionario (PTR) / MÉXICO: Movimiento de los Trabajadores Socialistas (MTS) / BOLIVIA: Liga Obrera Revolucionaria (LOR-CI) / ESTADO ESPAÑOL: Corriente Revolucionaria de Trabajadoras y Trabajadores (CRT) / FRANCIA: Courant Communiste Révolutionnaire (CCR) que forma parte del NPA (Nouveau Parti Anticapitaliste) / ALEMANIA: Revolutionäre Internationalistische Organisation (RIO) / ESTADOS UNIDOS: compañeros y compañeras de Left Voice / VENEZUELA: Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS) / URUGUAY: Corriente de Trabajadores Socialistas (CTS) / Organizaciones simpatizantes: ITALIA: Frazione Internazionalista Rivoluzionaria (FIR) / PERÚ: Corriente Socialista de las y los Trabajadores (CST) / COSTA RICA: Organización Socialista

Fuente de la Información: http://www.laizquierdadiario.com.ve/El-capitalismo-destruye-el-planeta-destruyamos-el-capitalismo-138252
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Claudio Naranjo: “Esta educación le está robando a la gente su conciencia, su tiempo y su vida”

Chile / 7 de abril de 2019 / Autor: Alberto Fraile Oliver / Fuente: Mundo Nuevo

“La crisis de la educación no es una crisis más entre las muchas crisis que tenemos, sino que la educación está en el centro del problema. El mundo está en una crisis profunda porque no tenemos una educación para la conciencia.”

Cuando uno escucha a este psiquiatra chileno de 75 años da la sensación de estar frente al Jean-Jacques Rousseau de nuestro tiempo.

Cuenta que estaba bastante dormido hasta que en los años 60 se fue a vivir a EE.UU., allí fue discípulo de Fritz Perls, uno de los grandes terapeutas del siglo XX y formó parte del equipo del Instituto Esalen en California. Allí tuvo grandes experiencias en el mundo terapéutico y en el mundo espiritual. Contactó con el sufismo y se convirtió en uno de los introductores de Eneagrama en Occidente. También bebió del budismo tibetano y el zen.

Claudio Naranjo ha dedicado su vida a la investigación y a la docencia en Universidades como Hardvard y Berkeley. Ha fundado el programa SAT, una integración de la terapia Gestalt, el Eneagrama y la Meditación para enriquecer la formación de profesores. En este momento está lanzando un aviso muy contundente: o cambiamos la educación o este mundo se va a pique.

Dices que para cambiar el mundo hay que cambiar la educación ¿cuál es la problemática de la educación y cuál es tu propuesta?

La problemática en la educación no es de ninguna manera la que a los educadores les parece que es. Creen que los estudiantes ya no quieren lo que se les ofrece. A la gente se le quiere forzar a una educación irrelevante y se defiende con trastornos de la atención, con desmotivación. Yo pienso que la educación no está al servicio de la evolución humana sino de la producción o más bien de la socialización. Esta educación sirve para domesticar a la gente de generación en generación para que sigan siendo unos corderitos manipulables por los medios de comunicación. Esto es socialmente un gran daño. Se quiere usar la educación como una manera de meter en la cabeza de la gente una manera de ver las cosas que le conviene al sistema, a la burocracia. Nuestra mayor necesidad es la de una educación para evolucionar, para que la gente sea lo que podría ser.

La crisis de la educación no es una crisis más entre las muchas crisis que tenemos, sino que la educación está en el centro del problema. El mundo está en una crisis profunda porque no tenemos una educación para la conciencia. Tenemos una educación que en cierto modo le está robando a la gente su conciencia, su tiempo y su vida.

El modelo de desarrollo económico de hoy ha eclipsado el desarrollo de la persona.

¿Cómo sería una educación para que seamos seres completos?

La educación enseña a la gente a pasar exámenes, no a pensar por sí misma. En un examen no se mide la comprensión, se mide la capacidad de repetir. ¡Es ridículo, se pierde una cantidad tan grande de energía! En lugar de una educación para la información, se necesitaría una educación que se ocupe del aspecto emocional y una educación de la mente profunda. A mí me parece que estamos presos entre una alternativa idiota, que es la educación laica y una educación autoritaria que es la educación religiosa tradicional. Está bien separar Estado e Iglesia pero, por ejemplo en España, han echado por la borda el espíritu como si religión y espíritu fueran la misma cosa. Necesitamos que la educación atienda también a la mente profunda.

“A la gente se le quiere forzar a una educación irrelevante y se defiende con trastornos de la atención, con desmotivación.”

¿Cuándo hablas de espiritualidad y de mente profunda a qué te refieres exactamente?

Tiene que ver con la conciencia misma. Tiene que ver con aquella parte de la mente de la que depende el sentido de la vida. Se está educando a la gente sin ese sentido. Tampoco es la educación de valores porque la educación de valores es demasiado retórica e intelectual. Los valores deberían ser cultivados a través de un proceso de transformación de la persona y esta transformación está muy lejos de la educación actual.

La educación también tiene que incluir un aspecto terapéutico. Desarrollarse como persona no se puede separar del crecimiento emocional. Los jóvenes están muy dañados afectiva y emocionalmente por el hecho de que el mercado laboral se traga a los padres y ya no tienen disponibilidad para los hijos. Hay mucha carencia amorosa y muchos desequilibrios en los niños. No puede aprender intelectualmente una persona que está dañada emocionalmente.

Lo terapéutico tiene mucho que ver con devolverle a la persona la libertad, la espontaneidad y la capacidad de conocer sus propios deseos. El mundo civilizado es un mundo domesticado y la enseñanza y la crianza son instrumentos de esa domesticación. Tenemos una civilización enferma, los artistas se dieron cuenta hace mucho tiempo y ahora cada vez más los pensadores.

A la educación parece solo interesarle desarrollar la parte racional de la gente ¿Qué otras cosas podrían desarrollarse?

Yo pongo énfasis en que somos seres con tres cerebros: tenemos cabeza (cerebro intelectual), corazón (cerebro emocional) y tripas (cerebro visceral o instintivo). La civilización está íntimamente ligada por la toma de poder por el cerebro racional. Con el momento en que los hombres predominaron en el dominio político, unos 6.000 años atrás, se instaura esto que llamamos civilización. Y no es solamente el dominio masculino ni el dominio de la razón sino también de la razón instrumental y práctica, que se asocia con la tecnología; es este predominio de la razón instrumental sobre el afecto y sobre la sabiduría instintiva lo que nos tiene tan empobrecidos. La plenitud la puede vivir sólo una persona que tiene sus tres cerebros en orden y coordinados. Desde mi punto de vista necesitamos una educación para seres tri-cerebrados. Una educación que se podría llamar holística o integral. Si vamos a educar a toda la persona, hemos de tener en cuenta que la persona no es solo razón.

Al sistema le conviene que uno no esté tanto en contacto consigo mismo ni que piense por sí mismo. Por mucho que se levante la bandera de la democracia, se le tiene mucho miedo a que la gente tenga voz y tenga conciencia.

La clase política no está dispuesta a apostar por la educación.

La educación nos sumerge en un mar de conceptos que nos separan de la realidad y nos aprisiona en nuestra propia mente ¿Cómo se puede salir de esa prisión?

Es una gran pregunta y es una pregunta necesaria en el mundo educacional. La idea de que lo conceptual sea una prisión requiere una cierta experiencia de que la vida es más que eso. Para uno que ya tiene el interés en salir de la prisión de lo intelectual, es muy importante la disciplina de detener la mente, la disciplina del silencio, como se practica en todas las tradiciones espirituales: cristianismo, budismo, yoga, chamanismo… Parar los diálogos internos en todas las tradiciones de desarrollo humano ha sido visto como algo muy importante. La persona necesita alimentarse de otra cosa que conceptos. La educación quiere encerrar a la persona en un lugar donde se la somete a una educación conceptual forzada, como si no hubiera otra cosa en la vida. Es muy importante, por ejemplo, la belleza. La capacidad de reverencia, de asombro, de veneración, de devoción. No tiene que ver necesariamente con una religión o con un sistema de creencias. Es una parte importante de la vida interior que se está perdiendo de la misma manera en que se están perdiendo los espacios bellos de la superficie de la Tierra, a medida que se construye y se urbaniza.

Precisamente quería preguntarte tu opinión sobre la crisis ecológica que vivimos.

Es una crisis muy evidente, es la amenaza más tangible de todas. Se puede prever fácilmente que con el calentamiento de la Tierra, con el envenenamiento de los océanos y otros desastres que están pasando, no vamos a poder sobrevivir tantas personas como las que somos ahora.

Estamos viviendo gracias al petróleo y consumimos más recursos de los que la tierra produce. Es una cuenta atrás. Cuando se nos acabe el combustible será un desastre para el mundo tecnológico que tenemos.

La gente a la que llamamos más primitiva como los indígenas tienen una forma de tratar a la naturaleza que no viene del sentido utilitario. En la ecología como en la economía y otras cosas, hemos querido prescindir de la conciencia y funcionar sólo con argumentos racionales y eso nos está llevando al desastre. La crisis ecológica sólo puede pararse con un cambio de corazón, verdadera transformación, que sólo la puede dar un proceso educativo. Por eso no tengo mucha fe ni en las terapias ni en las religiones. Solo una educación holística podría prevenir el deterioro de la mente y del planeta.

Fuente de la Entrevista:

“Esta educación le está robando a la gente su conciencia, su tiempo y su vida”

ove/mahv

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Programación del Portal Otras Voces en Educación del Domingo 7 de abril de 2019: hora tras hora (24×24)

7 de abril de 2019 / Autor: Editores OVE

Recomendamos la lectura del portal Otras Voces en Educación en su edición del día domingo 7 de abril de 2019. Esta selección y programación la realizan investigador@s del GT CLACSO «Reformas y Contrarreformas Educativas», la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa, organización miembro de la CLADE y el Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docentes (OIREPOD) registrado en el IESALC UNESCO.

00:00:00 – Paraguay: estudiantes secundarios protestan contra el ministro de educación por falta de docentes

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305405

01:00:00 – Claudio Naranjo: “Esta educación le está robando a la gente su conciencia, su tiempo y su vida”

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305247

02:00:00 – Brasil: Ministro de Educación anuncia que los libros escolares dirán que no hubo golpe de Estado en 1964

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305647

03:00:00 – Deconstruir y cambiar la masculinidad hegemónica en el sistema educativo

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305742

04:00:00 – América Latina: 60% de las universidades de la región no cuenta con protocolo contra la violencia sexual

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305656

05:00:00 – Video: Entrevista a Manuel Gil Antón en México Social – La reforma educativa (26/03/2019)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305652

06:00:00 – Libro: Cine y Educación (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305253

07:00:00 – Una sinfonía inconclusa llamada «Educación»

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305749

08:00:00 – Maestros de maestros: John Dewey (1859-1952) -PDF-

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305730

09:00:00 – Presentación del libro Cine y educación (Video)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305760

10:00:00 – Revista Latinoamericana de Estudios Educativos: Año 2019 Volumen XLIX No.1

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305755

11:00:00 – ¿Cuándo se torció el Tercero?

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305738

12:00:00 – Francesco Tonucci – El lugar de las TIC en la educación

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305763

13:00:00 – 5 libros para entender las pedagogías alternativas

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305746

14:00:00 – Docentes puertorriqueños protestarán contra privatización educación

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305766

15:00:00 – La radio escolar protagonista del #aprendizaje

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305752

16:00:00 – Oxfam denuncia casos de desnutrición crónica en escuelas rurales de Guatemala

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305694

17:00:00 – Programa Educando que es Gerundio: El abandono escolar es mayoritariamente masculino (Audio)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305638

18:00:00 – Colombia: ¿Su hijo/a sufre de matoneo escolar? Así se reporta el caso

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305690

19:00:00 – Artículo 3o. Constitucional: El papel del Senado

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305250

20:00:00 – Cinco millones de chilenos no terminaron su educación (2019.04.01) Iquique TV

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305413

21:00:00 – Proyecto Eutopía: «La escuela, como está, no va más. Decidimos transformarla»

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305727

22:00:00 – Honduras: Empleados de educación exigen pagos

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305410

23:00:00 – División de Educación a la Comunidad – La escuela en la pantalla (Video)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/305417

En nuestro portal Otras Voces en Educación (OVE) encontrará noticias, artículos, libros, videos, entrevistas y más sobre el acontecer educativo mundial cada hora.

ove/mahv

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¿Cómo educar frente a la crisis ecológica y social?

Por: Luis González Reyes

Es clave repensar los contenidos y los objetivos de la educación. Pero también las metodologías de construcción del conocimiento, como mediante el contacto íntimo y frecuente con la naturaleza.

¿Para qué sirve la educación? Una respuesta sería para permitir que las personas tengan el máximo de posibilidades de decisión en el futuro. Pero eso implica que es necesario proyectar cómo será el futuro y, en función de eso, anticipar qué habilidades nos parece que serán necesarias en él. A estas alturas del siglo XXI, es indudable que la crisis ecosocial en marcha está transformando de manera radical el mundo, las sociedades, la economía y los valores dominantes. Estamos en lo que se ha denominado Antropoceno, aunque sería más correcto hablar de Capitaloceno, ya que no es la naturaleza humana la responsable de los desequilibrios ambientales que vivimos, sino más bien el sistema socioeconómico hegemónico.

En el Capitaloceno, tener la máxima capacidad de decidir pasa por “repensar la educación sistémicamente, ayudando a los y las estudiantes a adquirir los conocimientos más útiles para sobrevivir en un planeta que está sometido a cambios ecológicos muy rápidos. Debemos proporcionarles las herramientas y estrategias que necesitan, tanto para cuestionar la realidad sociocultural actual como para convertirse en líderes audaces que nos ayuden a retroceder del borde del ecocidio donde nos encontramos y dar paso a un futuro sostenible. Pero ni siquiera esto será suficiente, (…) ellos y ellas deberán aprender también a prepararse y adaptarse para los cambios ecológicos inevitables en el futuro”. Esto es lo que propone Erik Assadourian en la edición española de La Situación del Mundo, el informe anual del Worldwatch Institute. Se trata de una monografía que como indica desde su título Educación ecosocial. Cómo educar frente a la crisis ecológica, pretende plantear algunas de las claves para educar considerando los futuros escenarios o, mejor dicho, los que son cada vez más una realidad cotidiana.

¿Está preparando el sistema educativo a las personas para este nuevo contexto? Desde mi punto de vista, claramente no, en línea con lo que expresaba Yayo Herrero en su artículo “Educar y aprender en un marco de crisis civilizatoria”, publicado hace unos meses en este medio. Pero eso no quiere decir que no haya múltiples experiencias que ya están realizando una educación ecosocial. Una de las principales virtudes del último informe del Worldwatch Institute es visibilizarlas.

Repasando esas iniciativas, hay varios elementos que son comunes a muchas de ellas. Por un lado, hacen hincapié en la importancia de reconfigurar los contenidos abordados. Algunos de los indispensables serían la ecología, la regulación no violenta de conflictos, el pensamiento global, la gestión de grupos o el conocimiento de las técnicas agroecológicas. Además, muchas de estas experiencias dan un paso previo, que es eliminar o minimizar los contenidos anti-ecosociales omnipresentes en la educación formal, no formal e informal en todo el planeta.

Aterrizando en el contexto español, desde Ecologistas en Acción también se está trabajando en intentar responder qué contenidos podrían conformar un currículo ecosocial. Su propuesta la articulan alrededor de 99 preguntas y 99 experiencias. Al hablar de preguntas, no se refieren a las cuestiones de un examen, ni a indicadores para calificar al alumnado. Tampoco son preguntas de respuesta rápida, sino cuestiones generadoras de más cuestiones que visibilizan y desvelan. Persiguen que se sospeche de las verdades que se plantean como incuestionables desde la cultura del consumo, del beneficio monetario, del crecimiento económico o del antropocentrismo.

Hay más entidades que están reflexionando sobre qué contenidos abordar en el ámbito escolar desde una perspectiva ecosocial. Así, un grupo de profesorado y de personas expertas en temas ecosociales de FUHEM llevamos trabajando tres años sobre este aspecto y hemos elaborado una detallada propuesta de objetivos que se pueden englobar en trece bloques. Al nombrarlos, cito algunos (solo algunos), de los aspectos que comprenden cada uno de ellos:

  • Visión biocéntrica: Concebir la ecodependencia del ser humano superando el antropocentrismo. Comprender cómo funcionan los sistemas complejos. Conocer los ciclos del agua, del carbono, del nitrógeno, etc. Valorar la irreversibilidad de muchos cambios en el medio.
  • Cambio climático: Conocer el funcionamiento del sistema climático como un sistema complejo. Valorar las desiguales responsabilidades y vulnerabilidades de las poblaciones mundiales respecto al calentamiento global.
  • Energía y materiales: Conocer el papel de la energía y los materiales en la historia. Comprender las implicaciones de la crisis energética y material actual.
  • Alimentación: Comparar los impactos de la alimentación agroindustrial y de la agroecológica. Valorar la soberanía alimentaria.
  • Ciencia y tecnología: Cuestionarse la omnipotencia de la ciencia y la tecnología. Conocer distintos materiales peligrosos para la vida.
  • Capitalismo: Sensibilizarse frente al deterioro social y ambiental que implica el capitalismo. Conocer su necesidad intrínseca de crecimiento. Relacionar capitalismo y patriarcado.
  • Economías y prácticas alternativas: Conocer qué es la economía ecológica, feminista y social. Distinguir entre deseos, necesidades y satisfactores. Valorar la necesidad de poner la vida en el centro de la economía.
  • Los trabajos de cuidado de la vida: Saber de la crisis de cuidados. Asumir la corresponsabilidad entre géneros en el cuidado de la vida.
  • Feminismo y desigualdad de género: Conocer conceptos como género, estereotipos y división sexual del trabajo. Saber qué es el patriarcado y el androcentrismo. Valorar el feminismo.
  • Ciudadanía: Abordar qué es el poder y las distintas formas de gestionarlo. Conocer el Estado. Valorar la importancia de los movimientos sociales.
  • Conflictos: Conocer la multidimensionalidad e inevitabilidad de los conflictos. Ser capaces de gestionar de forma pacífica los conflictos.
  • Desigualdades: Conocer los distintos tipos de desigualdades (clase, género, etnia, centro-periferia, etc.). Posicionarse frente a los movimientos forzados de población.
  • Habilidades y valores ecosociales: Aumentar su inteligencia emocional. Valorar la solidaridad, la libertad o la inclusión.

De este modo, parece clave repensar los contenidos y los objetivos de la educación. Pero eso no sería suficiente, por ello otro de los hilos conductores de las iniciativas que se muestran en el informe del Worldwatch Institute son los cambios en el plano metodológico. Uno sobre el que insisten muchas de ellas es la importancia del contacto íntimo y frecuente con la naturaleza. Otro, trabajar bajo un enfoque socioafectivo, en el que la empatía esté en el centro de las estrategias de aprendizaje.

El trabajo que abordan Ecologistas en Acción y FUHEM recoge reflexiones similares y subraya especialmente la importancia de métodos que se basen en la construcción colectiva del conocimiento y la mirada globalizadora. Algunos ejemplos serían el aprendizaje basado en proyectos, el aprendizaje-servicio, las aulas sin muros, el trabajo por rincones, el aprendizaje cooperativo o el dialógico.

Para discutir sobre todos estos aspectos, que son indispensables para una educación de calidad, se celebraron en Madrid las I Jornadas sobre Educación Ecosocial, los pasados 6 y 7 de octubre. En ellas, debatimos y compartimos teoría y práctica, tal y como ha quedado recogido en los videos de todas las sesiones, disponibles en YouTube con el fin de seguir generando debate y proponiendo alternativas.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/10/18/como-educar-frente-la-crisis-ecologica-y-social/

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El calentamiento global limita derecho a la educación de millones de niños

Por: ONG Entreculturas

La ONG Entreculturas alerta -con motivo del Día Internacional de los Derechos de la Infancia, que se celebra este domingo 20 de noviembre- que hay 160 millones de niños y niñas que viven en áreas de sequías severas o muy severas y 530 millones de niños y niñas que viven en zonas de alto riesgo de inundaciones, según recoge el informe ‘La Tierra es Nuestra Mejor Escuela’. “El derecho a la educación se ve cuestionado -denuncia la ONG-. El deterioro medioambiental y los fenómenos meteorológicos adversos obstaculizan o impiden el derecho a la educación, sobre todo de los colectivos más vulnerables”.

Según la UNESCO, más de 75 millones de niñas, niños y jóvenes en todo el planeta han visto cómo su educación ha quedado interrumpida o destruida por situaciones de emergencia y crisis prolongadas, muchas de las cuales se han visto agravadas por problemas climáticos. Se calcula que en los próximos 50 años, entre 250 y 1.000 millones de personas se verán obligadas a abandonar sus hogares.

“La educación es fundamental para un planeta sano, y un planeta sano es fundamental para que se cumpla el derecho a la educación”, afirma la ONG jesuita. Desde la institución defienden la educación como herramienta para la prevención, la adaptación y la mitigación en casos de desastres ya que “capacita a las personas para gestionar mejor los recursos de la Tierra”.

Asimismo, con motivo de la celebración esta semana de la 22ª Conferencia de las Partes de la Convención de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP22) en Marrakech, Entreculturas recuerda que el papel de la educación en la respuesta al cambio climático se recoge claramente en la Agenda 2030 y que “la COP22 brinda la oportunidad de asegurarnos que la educación para el cambio climático se pone en práctica”.

Por ello, la ONG espera que España se comprometa a tres puntos en Marruecos. En primer lugar, en ratificar el Acuerdo alcanzado tras la Cumbre del Clima de París. En segundo lugar, a comprometerse has aumentar a 540 millones de dólares su contribución al Fondo Verde del Clima y al 27% el porcentaje de consumo energético proveniente de fuentes de energía renovables. Y, por último, en “asumir un papel activo” en la implementación de la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 tanto en la política nacional como en la exterior, “garantizando la coherencia” entre las políticas que se deben poner en marcha tanto en materia medioambiental como educativa o de cooperación internacional.

Madagascar: El desierto acaba con la educación

En Madagascar solo tres de cada diez niños logran terminar la educación primaria. Y ahí, en la aldea de Soadingana, trabaja Entreculturas-Fe y Alegría Madagascar, para que los niños y niñas puedan estudiar en la casa de Dada, quién ha la ha puesto a disposición de la ONG para que puedan impartir clases.

Menja vive en Soadingana y tiene 5 hijos aquienes envía a la escuela porque quiere que aprendan y que lleguen a ser profesores o médicos. “Yo no sé leer ni escribir y me gustaría que ellos aprendieran y enseñaran a otros”, afirma. Su sueño es que la escuela crezca, para que los niños y las niñas puedan seguir aprendiendo, cantando, bailando y jugando.

Desgraciadamente, tal y como denuncia Entreculturas, este sueño es difícil de cumplir ya que los menores viven expuestos a los riesgos del cambio climático. “La aldea está aislada y en un entorno que se está degradando debido a la sequía provocada por El Niño y que se calcula que para 2017 dejará a más de 1,4 millones de personas en riesgo de inseguridad alimentaria en Madagascar”, explica.

Actualmente la escuela acoge a 60 niños y niñas, pero son meses difíciles porque las reservas de la cosecha anterior se han agotado y algunos no van a la escuela porque están cansados o enfermos. “Parece que el desierto avanza y se impone, puede incluso que en algunos años, esta zona sea inhabitable y los locales tengan que desplazarse a otras zonas convirtiéndose en desplazados climáticos”, concluye.

Fuente:http://rnv.gob.ve/el-calentamiento-global-limita-derecho-a-la-educacion-de-millones-de-ninos/

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«Lo que todo ambientalista necesita saber sobre el Capitalismo»: Fred Magdoff y John Bellamy Foster

Por: Marxismo Crítico. 

Ha llegado el momento de que aquellos preocupados por el destino de la Tierra enfrenten los hechos: no sólo la grave realidad del cambio climático sino también la acuciante necesidad de un cambio en el sistema social. La incapacidad de arribar a un acuerdo sobre el clima global en Copenhague en diciembre de 2009 no fue únicamente una simple abdicación de liderazgo mundial, como se ha sugerido frecuentemente, sino que tuvo raíces más profundas en la inhabilidad del sistema capitalista para lidiar con la creciente amenaza a la vida en el planeta. El conocimiento de la naturaleza y los límites del capitalismo, y los medios para trascenderlo, tienen entonces importancia vital. En palabras de Fidel Castro en diciembre de 2009: “Hasta hace muy poco se discutía sobre el tipo de sociedad en que viviríamos. Hoy se discute si la sociedad humana sobrevivirá”.

I. La crisis ecológica planetaria

Existe abundante evidencia de que los humanos han causado daño ambiental durante milenios. Problemas por deforestación, erosión de suelos, y salinización de suelos irrigados se remontan a la antigüedad. Platón escribió en Critias:

“Nuestra tierra ha venido a ser, en comparación con la que fuera entonces, como el esqueleto de un cuerpo descarnado por la enfermedad. Las partes grasas y blandas de la tierra se han ido en todo el derredor, y no queda más que el espinazo desnudo de la región. Pero, en aquellos tiempos, cuando estaba aún intacta, tenía como montañas, elevadas ondulaciones de tierra; las llanuras que hoy día se llaman campos de Feleo, estaban cubiertas de glebas grasísimas; sobre las montañas había extensos bosques, de los que aún quedan actualmente huellas visibles. Pues, entre estas montañas que no pueden alimentar ya más que las abejas, las hay sobre las que se cortaban, no hace aún mucho tiempo, grandes árboles, aptos para levantar las mayores construcciones, cuyos revestimientos aún existen. Había también multitud de altos árboles cultivados, y la tierra brindaba a los rebaños unos pastos inagotables. El agua fecundante de Zeus que caía cada año sobre ella, no corría en vano, como actualmente para irse a perder en el mar desde la tierra estéril: la tierra tenía agua en sus entrañas, y recibía del cielo una cantidad que ella había hecho impermeables; y ella conducía también y desviaba por sus anfractuosidades el agua que caía de los lugares elevados. De esta manera, por todas partes se veían rielar las generosas corrientes de las fuentes y los ríos.
Respecto de todos estos hechos, los santuarios que en nuestros días aún subsisten en honor de las antiguas fuentes, son un testimonio fehaciente de que esto que acabamos de contar es verídico”.

Lo que es diferente en nuestra era actual es que existen muchos más de nosotros habitando la Tierra, que tenemos tecnologías que pueden ocasionar daños mucho peores y hacerlos más rápido, y que tenemos un sistema económico que no conoce límites. El daño que se está haciendo se encuentra tan extendido que éste no sólo degrada ecologías locales y regionales, sino que también afecta el medio ambiente planetario.

Existen muchas sólidas razones para que, junto a muchas otras personas, nos preocupemos sobre la vigente y rápida degradación del medio ambiente de la Tierra.

El calentamiento global, ocasionado por el aumento inducido de gases de efecto invernadero (CO2, metano, N2O, etc.), se encuentra en proceso de desestabilizar el clima mundial –con horrendos efectos para la mayoría de las especies en el planeta y la humanidad misma con cada vez más seguridad. Cada década es más cálida que la anterior, con 2009 alcanzando el nivel del segundo año más cálido (2005 se encuentra primero) en los 130 años de registros instrumentales de la temperatura a nivel mundial.[3] El cambio climático no ocurre de forma gradual, linear, sino que es nolinear, con todo tipo de retroalimentaciones que lo amplifican y puntos de no retorno.

Existen claros indicios de los problemas que nos deparará el futuro. Éstos incluyen:

– Derretimiento del hielo del Océano Ártico durante el verano, que reduce el reflejo de la luz solar al reemplazar el hielo blanco por el océano oscuro, y por lo tanto, aumentando el calentamiento global. Satélites muestran que el remanente del hielo ártico durante el verano se redujo en un 40 por ciento en 2007 respecto de fines de la década de 1970, cuando comenzaron las mediciones precisas.

– La eventual desintegración de las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida, ocasionada por el calentamiento global, ocasiona aumentos en los niveles de los océanos. Inclusive un aumento del nivel del mar de entre 1-2 metros podría ser desastroso para cientos de millones de personas habitando países que se encuentran a nivel del mar como Bangladesh y Vietnam, y varios estados insulares. Un aumento del nivel del mar a una tasa de unos pocos metros por centuria no es inusual en el registro paleoclimático, y por lo tanto debe considerarse posible, dadas las actuales tendencias de calentamiento global. Actualmente, más de 400 millones de personas viven dentro de los cinco metros sobre el nivel el mar, y más de mil millones dentro de los veinticinco metros.

– La veloz disminución de los glaciares de montaña a nivel mundial, muchos de los cuales –de continuar las actuales emisiones de gases de efecto invernadero- podrían encontrarse prácticamente (o totalmente) desaparecidos en la presente centuria. Estudios han demostrado que un 90 por ciento de los glaciares de montaña a nivel mundial ya se encuentran en franco repliegue debido al calentamiento global. Los glaciares del Himalaya proveen de agua a países con miles de millones de habitantes en Asia durante la temporada seca. Su reducción ocasionará inundaciones y agudizará la escasez de agua. El derretimiento de los glaciares de los Andes está contribuyendo a inundaciones en esa región. Pero el problema más inmediato, vigente y de largo plazo, asociado con la desaparición de los glaciares –visible hoy en día en Bolivia y Perú- es el de la falta de agua.

– Devastadoras sequías, expandiéndose posiblemente a un 70 por ciento de las tierras dentro de las próximas décadas de continuar la situación actual; ya se ha tornado evidente en el norte de India, noreste de África y Australia.

– Mayores niveles de CO2 en la atmósfera pueden incrementar la producción de algunos tipos de cultivos, pero éstos podrían verse dañados en años futuros por una desestabilización que ocasione condiciones climáticas secas o muy húmedas. Ya se han constatado pérdidas en campos de arroz en el Sureste Asiático, atribuidos a mayores temperaturas durante la noche que ocasionan disminuciones en el incremento de la respiración nocturna de la planta. Esto implica una mayor pérdida de lo producido
por fotosíntesis durante el día.

– Cambios rápidos en el clima de ciertas regiones ocasionan la extinción de especies que no pueden migrar o adaptarse, conduciendo a un colapso de todo el ecosistema que depende de las mismas, y la muerte de más especies. (Ver debajo para más detalles de la extinción de especies).

– Relacionado al calentamiento global, la acidificación del océano producto de un aumento en la absorción de carbono amenaza con el colapso de ecosistemas marinos. Recientes indicios sugieren que una acidificación del océano puede, eventualmente, reducir la eficiencia del océano en la absorción de carbono. Esto significa una potencial y más veloz acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera, y una aceleración del calentamiento global.

Fuente: https://marxismocritico.com/2012/08/06/lo-que-todo-ambientalista-necesita-saber-sobre-capitalismo-f/

Fotografía: chiledesarrollosustentable

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