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El perfil humano del Apóstol

Por: Graziella Pogolotti

Siempre quise visitar Playita de Cajobabo. Aspiraba a conocer un sitio de peregrinación, un lugar sagrado de la patria. Cuando pude hacerlo, la experiencia resultó estremecedora. En aquel paisaje concreto, saltando por encima del tiempo transcurrido, estaba tocando con las manos la presencia viva del Apóstol.

A plena luz del día, bajo un sol resplandeciente, palpé la arena áspera y rugosa, tan distinta a aquella otra, suave y fina, donde hubiera podido jugar —con aro, balde y paleta—  la niña de los zapatos de rosa. Del mar emergían rocas filosas como garfios. Imaginé entonces esa noche oscura de 1895, cuando remeros luchaban contra oleajes, evadiendo las amenazas ocultas por el agua después de haber escapado al acoso de un enemigo bien informado acerca del movimiento de los conspiradores.

Entre esos hombres de manos curtidas, José Martí tensaba los músculos en descomunal esfuerzo. Endeble el cuerpo, minada la salud, marcado por las heridas abiertas de los grillos en sus tiempos de adolescente sometido a trabajos forzados en las canteras de La Habana, cargaba fusil, balas, botiquín de primeros auxilios, libros y papeles. Vencía el dolor y el agotamiento, porque la Isla lo estaba esperando. Después del desembarco lo recibió el esplendor de la naturaleza virgen, la acogida generosa de los campesinos dispuestos a ofrecer hamaca para el reposo, y alimento para recuperar fuerzas y proseguir la dura marcha que hermana hombres.

En el breve tránsito que lo condujo a Dos Ríos, Martí no conoció el descanso. Mientras otros dormían, fijó sus vivencias en un diario que constituye uno de los más hermosos textos literarios de nuestra lengua. Hecho con prisa y despojado de artificios, anuncia algunas audacias de la vanguardia. Las páginas parecen brotar de una poderosa necesidad interior. Escribirlas le deparó, sin duda, instantes de plenitud y disfrute, porque en noches febriles y sueño escaso, el deber, siempre vigilante, le demandaba otras tareas. Había que proseguir la vindicación de Cuba en la prensa de Nueva York. La ternura también impone su exigente mandato. Encontró el momento para aconsejar a la pequeña María Mantilla sobre su porvenir posible como maestra en escuelita propia y sobre los requisitos del arte de traducir.

Volcó su proyecto hacia los pobres de la tierra. La pobreza fue su compañera de siempre, desde su edad primera en la modestísima casa de La Habana. Niño todavía, actuó como amanuense de su padre, obrero y soldado, en los trabajos que emprendiera en el Hanábana. A su talento y su voluntad esforzada debió la ayuda que le prestara su maestro Mendive. Con los desamparados del mundo padeció el horror del castigo en las canteras. Concluidos sus estudios en Zaragoza renunció al acomodo de una carrera de abogado. Optó por el sacrificio máximo para abrir camino a la cristalización tangible del sueño de la patria. Se convirtió en peregrino y aprendiz de América. En México, en Venezuela, en Guatemala, su trabajo cotidiano de maestro y periodista le permitió conocer, desde lo más profundo de la realidad, el panorama de nuestras repúblicas maltrechas. Con esas armas, inició su tarea definitiva en Estados Unidos.

El hombre de la levita gastada y de frágil contextura física desempeñó entonces una tarea gigante. Conoció el país volcado hacia su destino imperial mejor que sus contemporáneos situados a ambos lados del Atlántico. Percibió que el futuro de su Isla estaba ligado, de manera inseparable, al de la América nuestra. Juntó voluntades. Lo hizo en los espacios públicos a través de su palabra ardiente y en el contacto directo persona a persona. Atenido a las características de su interlocutor, empleó la persuasión y fue intransigente en los principios cuando lo consideró necesario. Así lo revela su correspondencia. Mucho más debió haber en tanta palabra que la oralidad ha borrado. Las visitas al Cayo respondieron a la necesidad de involucrar a los obreros en la batalla de todos. Hospedado en la casa de los tabaqueros, compartiendo albergue, comida y cotidianidad, encontró aliento, consuelo y compensación espiritual. Hombre de ideas, no hizo nunca de ellas nociones abstractas esterilizantes, porque echó ancla en lo más profundo de la realidad social y en la dimensión concreta de los seres humanos.

Confieso que no me satisface la estatua marmórea erigida para perpetuar memoria y homenaje. Prefiero evocar al hombre de frente ancha y levita raída que puede seguir andando entre nosotros como Maestro de la conducta y la palabra, capaz de trascender los tiempos por seguir siendo útil en épocas de grandes desafíos, cuando las batallas se libran en el plano de la economía y en el ámbito sutil e intangible de las subjetividades.

Con fe inquebrantable en el mejoramiento humano, el hombre de La Edad de Orosembró futuro en las niñas y los niños de Nuestra América. Entró como amigo en su entorno más cercano para evocar a los héroes, entregar poemas, contar fábulas y abrir horizontes hacia un mundo sin fronteras, desde la exposición internacional de París hasta la vida de los anamitas. Así, como presencia familiar, debe permanecer entre nosotros, mucho más allá de las efemérides que siempre conmemoramos. Las suyas, al igual que tantas otras, no pueden reducirse al cumplimiento rutinario de una tarea. Su enorme legado, palpitante de razón y pasión, tampoco habrá de limitarse a la reiteración de citas, apotegmas  extraídos de sus contextos e integrados ya al saber común. Salgamos, así mismo, al encuentro del ser humano atravesado por cicatrices y desgarramientos. Esa proximidad estremecedora agiganta el mensaje de un peregrino que traspasa todos los tiempos y, ahora mismo, sigue andando entre nosotros.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2018/01/28/el-perfil-humano-del-apostol/#.Wm8_1Lzia00

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Fidel y los intelectuales

Por: Nestor del Prado

Muchas veces nuestros movimientos sociales y políticos hablan por el pueblo, quieren ser vanguardias del pueblo, escriben para el pueblo, mas no se comprometen con el pueblo —enfaticé, en presencia de Fidel, la noche del 10 de febrero de 2012, en La Habana, en encuentro que él, a los 85 años, sostuvo durante nueve horas con dos centenas de intelectuales cubanos y extranjeros.

Comandante  —proseguí—, con profunda tristeza para los enemigos de este país y enorme alegría para nosotros, amigos de Cuba, constatamos su excelente estado de salud y su brillante lucidez. Aprecio el sistema cubano de división social del trabajo: el pueblo cuida de la producción; Raúl de la política y Fidel de la ideología, tal como usted lo ha acaba de demostrar a todos nosotros aquí.

Hay sin embargo, dos temas que aun no fueron abordados —agregué. Comienzo por aquel que mencionara brevemente Adolfo Pérez Esquivel [1], porque cuando me preguntan sobre cómo conocer bien la Revolución Cubana, respondo que para ello no basta con conocer la historia de Cuba y el marxismo, sino que es necesario conocer además la vioda y obra de José Martí.  Por tanto, para entender a Fidel, como hace Katiuska Blanco [2], es necesario conocer la pedagogía de los jesuitas.

Muchos aquí, como Santiago Alba, compañero de Túnez, ya experimentaron lo que significa una prueba oral en una escuela de jesuitas. Es difícil. De esa formación proviene Fidel. Yo no soy jesuita, así que no estoy haciendo auto propaganda. Soy dominico, pero en el caso de mi amistad con Fidel, hemos logrado poner de acuerda a un dominico y un jesuita. Entre los jesuita existe por práctica el examen de conciencia, que ahora se hace en este país, aunque con otros nombres.

Hubo un tiempo —vengo a Cuba desde hace más de 30 años—, en que se hablaba de emulación; después, de alimentación; ahora de lineamientos.

Si Stalin estuviese vivo, Cuba sería tildada de reformista. Por eso muchas personas no se han dado cuenta de que aquí no se hacen cambios al estilo Lampedusa: cambiar para que todo siga igual. Aquí los cambios se hacen para acelerar la obra social de la Revolución, que es, desde mi punto de vista, una obra no solo política e ideológica, sino también una obra evangélica.

¿Qué significa el evangelismo de Jesús? Significa dar comida a quien tenga hambre, salud a quien esté enfermo, abrigo a quien esté desamparado, ocupación a quien esté desempleado.[3] Todo eso está en la letra del  Evangelio. Por eso afirmo que esta es una obra evangélica.

Nosotros, muchas veces, en nuestros movimientos progresistas, no estamos haciendo lo que hace la Revolución Cubana, no estamos haciendo nuestro examen de conciencia. ¿Por qué hoy casi no existen movimientos progresistas en el mundo, a excepción de América Latina?

Ante la crisis financiera en Europa, ¿qué propuesta tenemos? Se habla de Ocupa Wall Street, que es un movimiento de indignación, pero muchos no se dan cuenta de que el término Wall Street significa literalmente La calle del muro y de que mientras ese muro no se venga abajo, nuestra indignación no terminará en nada. Será muy bueno para nosotros, pero no para el pueblo.

En este sentido, dos actitudes practicadas durante la historia de la Revolución Cubana son fundamentales: Primero, tener un proyecto y no conformarse con la indignación. Tener una propuesta con sus metas y objetivos. Y en segundo lugar, tener raíces populares, contacto con el pueblo. Gramsci dirá: el pueblo tiene las vivencias, pero muchas veces no comprende su propia situación. Nosotros los intelectuales, en cambio, comprendemos esa realidad, pero no la vivenciamos.

Frase de Feri Betto sobre Fidel Castro. Imagen: La Jiribilla.

Imagen: La Jiribilla.

Se ha hablado aquí mucho sobre Internet y pienso que allí tenemos una trinchera de lucha muy importante. Tengo 29 mil seguidores en tuiter, pero confieso que me siento más feliz trabajando con 29 campesinos, 29 desempleados o 29 trabajadores.

Cuba es el único país de América Latina que tuvo una revolución exitosa. Recientemente hubo otras, como la de Nicaragua y la que está en proceso en Venezuela. Pero solo la cubana alcanzó una verdadera victoria, porque no fue una revolución como la que sucedió en Europa, un socialismo peluca, de arriba hacia abajo. Aquí no, aquí se trata del cabello, naciendo de abajo hacia arriba.

Llamo la atención sobre esto: debemos practicar la autocrítica y preguntarnos cómo está nuestra inserción social en función de la movilización política y qué proyecto de sociedad estamos elaborando junto con ese pueblo, junto a los indignados, los campesinos y los desempleados.

Seguidamente, resalté la importancia de que todos presionáramos a los gobiernos de nuestros países, para que el jefe de Estado compareciese al evento ambiental Rio+20, a celebrarse junto en aquel año, en Río de Janeiro. El evento, convocado por la ONU, había sido propuesto por el ex presidente Lula y sería organizado por la presidenta Dilma Rousseff.

Hay que convencer a nuestros gobiernos de que estuviesen presentes en Río de Janeiro. No podemos permitir que los jefes de Estado le den la espalda a la cuestión ambiental, porque no se trata de salvar el medio ambiente, se trata de salvar el ambiente todo y el G8 no tiene ningún interés en ello.

Obama pasó por la conferencia Copenhague porque recibió, equivocadamente, el Premio Nobel de la Paz –para vergüenza de Esquivel−, y tenía que pasar por Dinamarca para llegar a Oslo, hacer una escala técnica y un gesto demagogo, pues no se comprometió en absoluto con la preservación ambiental. Se ha de emprender la salvación de este planeta, que ya perdió el 30% de su capacidad de auto regeneración. O se produce una intervención humana o será el apocalipsis. El tema de la ecología es, de todos los temas políticos, el único que no hace distinción de clases.

Finalizo Comandante, agradeciendo su paciencia, su diálogo con todo este grupo y por su capacidad para escuchar. Pido a Dios que bendiga a este país y vele por la vida de Fidel y por su salud.

El diálogo con Fidel había comenzado a las 13:00 horas y terminó a las 22:00 horas, con apenas dos breves interrupciones.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2017/11/25/fidel-y-los-intelectuales-2/#.WiVXNtLia00

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Lecciones de la historia

Por: Elías Jaua

Hace cien años en Rusia, tras cerca de 500 años de régimen feudal del Zarismo, en marzo de 1917 una rebelión obrera, de soldados, campesinos y la naciente burguesía derroca al último de los zares.

Se instala un gobierno provisional, una alianza liberal socialista, con un programa mínimo: convocar a elecciones para una Asamblea Constituyente; retirar las tropas rusas de la Primera Guerra Mundial; distribuir las tierras del zarismo entre los campesinos y darles participación a los trabajadores en las nacientes fábricas industriales.

Transcurrieron los meses y el gobierno provisional ratificó su participación en la guerra, aliados con Francia e Inglaterra contra los alemanes; postergó la entrega de tierras; reprimió a los trabajadores; permitió que el naciente capitalismo estructurara un modelo de economía especulativa y expoliadora, bajo el pretexto de preservar la alianza con la burguesía.

Estos lodos se convirtieron en una avalancha y el 7 de noviembre de 1917, 25 de octubre en el calendario Juliano, una segunda rebelión de soldados, campesinos y obreros, organizados en Soviets, Consejos, y bajo la conducción del Partido Bolchevique, dirigido por Vladimir Lenin y León Trotski, toman el poder y protagonizan el inicio de la primera revolución socialista triunfante del mundo.

Entre 1917 y 1918 se dan las más inéditas experiencias de gobierno directo desde las bases, todo el poder fue transferido a los Soviets; se dan eficientes experiencias de control y distribución de la producción; se demuestra que todos los seres humanos podían tener derechos sociales, a la educación, la salud, la vivienda, la propiedad, a la tierra.

Sin embargo, el haber cumplido la promesa de salirse de la guerra, firmando un pacto de paz con Alemania en condiciones muy desfavorables que conllevó a la perdida de amplias extensiones territoriales por parte Rusia, dividió al movimiento socialista y potenció las fuerzas contrarrevolucionarias generando las condiciones para una guerra civil, que tuvo como correlato el desarrollo de una estructura fuerte, punitiva del naciente Estado Soviético y del partido, así como la profundización de la caotización de la economía.

En 1922, Lenin que había sufrido un atentado con balas en 1918, comienza un proceso de degeneración de su salud que lo va alejando del ejercicio del poder real y ese es el contexto en el cual comienza a insurgir como hombre fuerte José Stalin, ya para ese momento Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética.

Entre diciembre de 1922 y marzo de 1923, Lenin escribe un conjunto de artículos no publicados, que se denominan Notas de Lenin, consideradas su testamento político. Allí expresa, entre otras cosas, su preocupación por la sustitución del poder de los soviets, Consejos de trabajadores, campesinos y soldados, por una pequeña dirección del partido dirigida por Stalin, de quien dejó dicho por escrito que había alcanzado una ¨autoridad ilimitada concentrada en sus manos, y no estoy seguro de que siempre sepa utilizarla con la suficiente prudencia¨.

Lenin envía parte de estas notas, en carta secreta al XII Congreso del Partido celebrado en abril de 1923. Esta carta sólo fue publicada tras la muerte de Stalin, en 1953. Vladimir Ilich Uliánov, Lenin, muere en enero de 1924. Lo demás es historia conocida.

Hoy quiero revindicar la primera experiencia de poder popular real, de auténtica democracia revolucionaria, que dejó como uno de sus legados más importantes la noción de que todos los seres humanos tenemos derechos sociales, políticos y económicos y también es justo reconocer que el Estado y la organización popular que surgió de la llamada Revolución de Octubre, La Unión Soviética, salvó a la humanidad del nazi fascismo, hizo invalorables aportes al desarrollo científico y tecnológico para la humanidad, apoyó y financió la liberación nacional y la independencia en África, Asia y en nuestra América Latina.

Tomando en cuenta las causas conocidas del fin de esta extraordinaria experiencia, en 1991, rescato como lección para los revolucionarios y revolucionarias que luchamos por el socialismo, que tengamos conciencia que el pueblo no puede ser sustituido por un partido, y que el partido revolucionario no puede ser sustituido por una cúpula.

También queda como lección, que siempre nos recordaba nuestro Comandante Chávez, que el Capitalismo es una gigantesca amiba que siempre esta presta a devorar las experiencias no capitalistas, sino hay firmeza en lo moral y claridad en lo ideológico.

Con el escritor Uruguayo Eduardo Galeano, quien escribió un brillante artículo en 1990 que recomiendo, denominado el Niño Perdido en la Intemperie, me niego a creer que la condición humana esté condenada al egoísmo y a la acumulación de riquezas a costa de las miserias de millones.

Sigamos perseverando por el camino de la revolución democrática y no por otro hacia el porvenir de una sociedad auténticamente humana.

Fuente: http://vtv.gob.ve/opinionlecciones-de-la-historia-por-elias-jaua/

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La banalidad del mal

Por: Lidia Falcón

Hanna Arendt hizo famosa esta frase con la que definió la ausencia de todo principio ético que padecía Adolf Eichmann, en el juicio que el Estado de Israel celebró para juzgarle por los horribles crímenes que había cometido bajo el régimen nazi. El responsable directo de la solución final, principalmente en Polonia, y de los transportes de deportados a los campos de concentraciónalemanes durante la segunda guerra mundial, que había organizado los traslados de cientos de miles de judíos a los campos de exterminio, hablaba de su trabajo como del de un burócrata que se ocupaba únicamente de viajes, horarios, disposición de vehículos y ubicación de los prisioneros.

Esta apreciación de Arendt era exacta. Quienes no tienen conciencia moral o quienes pretenden enmascarar su responsabilidad en los crímenes bajo la apariencia de trabajos rutinarios ordenados por una autoridad superior, banalizan no solo su actividad sino la maldad que se ejerce a través de ella.

Como estamos en la Época de la Mentira, según la acertada expresión de Carlos París, título de su libro póstumo, se están utilizando términos que en épocas anteriores tenían un significado terrible en comparaciones falsas que banalizan el alcance de las tragedias vividas, sin que se les reproche la falta de ética que supone enmascarar la realidad.

La calificación de fascista se está repitiendo con una frivolidad hiriente. El término de dictadura o de franquismo se aplica con absoluta habitualidad a la situación política y social que se está viviendo hoy en España y especialmente en Cataluña. Para quienes hemos sufrido toda la infancia, la juventud y entramos en la madurez todavía sometidos al yugo franquista resulta una humillación escuchar estas definiciones en boca de representantes políticos que deberían estar informados y que tienen la obligación de decir la verdad.

Para quienes fuimos perseguidos por nuestra ideología y arrastrados a las comisarías y a las cárceles por expresarlas y escribir panfletos en los que plasmábamos esas ideas que difundíamos clandestinamente, o por reunirnos con otras personas para debatir y organizar partidos y sindicatos, y allí fuimos apaleados y torturados, nos resulta insultante que se afirme que hoy en España hay presos políticos. Dirigentes políticos del PDECat, la derecha catalana de siempre, que apoyó en el Congreso tanto la modificación del artículo 135 de la Constitución como la Ley de Seguridad Ciudadana, que impidió celebrar un referéndum en varios pueblos de Cataluña sobre la reforma laboral, con envío incluso de los Mossos d’Esquadra para que retirasen las urnas electorales, se atreven ahora a afirmar que desde el Gobierno español se está actuando como en el régimen franquista. Con desdeñoso e interesado olvido de las resoluciones judiciales.

Los independentistas publican tal acusación en medios de comunicación, la defienden en tertulias y programas televisivos, organizan asambleas públicas, convocan manifestaciones multitudinarias, que duran horas en que cortan el tráfico en las calles de Barcelona, sin haber sido previamente autorizados por la autoridad competente. Y subidos al capó de un coche arengan a las masas para que se opongan a las fuerzas de seguridad e impidan que cumplan un mandato judicial, destrozan camionetas y automóviles de la Guardia Civil y se pasean triunfantes en las calles en olor de multitudes.

Para los que fueron tiroteados en las manifestaciones contra el franquismo, para los muertos de Vitoria, del Poble Nou de Barcelona, de Cádiz, de Sevilla, ametrallados en las calles mientras pedían pan y trabajo,es un insulto asegurar que hoy se vive una dictadura en España y especialmente en Cataluña.

Para los fusilados a partir de 1939, desde las 13 Rosas a Julián Grimau, Granados y Delgado, Salvador Puig Antich, José Humberto Sánchez BaenaJosé Luis Sánchez BravoRamón García SanzJuan Paredes Manot (TxikiÁngel Otaegui, ejecutados el 27 de noviembre de 1975 en el estertor del franquismo, y para las innumerables víctimas de la represión franquista, encarcelados interminables años y torturados, es una afrenta asegurar que hoy se persigue a las personas por sus ideas y actividades políticas.

Para los 150.000 asesinados en todas las cunetas, pueblos y cementerios de España, cuyos restos no hemos podido recuperar todavía, es una gran ignominia asegurar que vivimos hoy igual que bajo la dictadura franquista, como se están atreviendo a difundir los dirigentes independentistas catalanes. Afirmaciones que realizan con total impunidad ante las cámaras de televisión sin que sufran represalia alguna por ello.

Toda esta épica que han elaborado perversamente los independentistas catalanes, se está adueñando del espacio ideológico de algunos sectores de la izquierda española, y desorientará a la juventud que no ha vivido aquel terrible periodo de nuestra historia. Se está escribiendo una historia falsa que se va a transmitir a las siguientes generaciones, en la que la dictadura franquista aparecerá como un sistema político semejante al que tenemos ahora. Con elecciones periódicas a todas las instituciones: ayuntamientos, comunidades, Parlamento y Senado. Con periódicos y revistas que publican lo que les parece bien a sus propietarios, con televisiones que invitan a los defensores de destruir el Estado constitucional actual a exponer sus tesis en los programas públicos, con escuelas y universidades donde se respeta la libertad de cátedra. Con asociaciones legales en todos los ámbitos, donde se plantean las demandas ciudadanas, sindicales, vecinales, feministas, estudiantiles. Y en fin, todas aquellas ventajas que la democracia formal de que disfrutamos y que rige en Europa y América, permite desde que derrotamos a la dictadura.

Asegurar que ha regresado el franquismo, como se oye hoy a partir de que el Gobierno haya aplicado el artículo 155 de la Constitución para destituir el Govern de la Generalitat y convocar elecciones, es propaganda de lo más espuria, cuando la conducta de Puigdemont y de sus consellers es de abierto enfrentamiento al ordenamiento jurídico vigente. Cualquier democracia occidental hubiera actuado hace mucho tiempo suspendiendo la autonomía de Cataluña.

En vez de ello, por los intereses políticos que defendían, todos los gobiernos españoles han permitido que los gobiernos catalanes realizaran la ideologización más profunda en la ciudadanía para difundir su reclamación de independencia, desde el triunfo electoral de Jordi Pujol en 1980. Cuando en la última década se han agrupado decenas de ayuntamientos por la independencia, que incluso han retirado la bandera monárquica. Cuando la televisión catalana martillea constantemente con el mensaje de que España roba a los catalanes. Cuando las manifestaciones y concentraciones en reclamación de la independencia se han realizado ritualmente varias veces al año, sin represión alguna, es muy falaz asegurar que estas acciones hubiesen podido llevarse a cabo bajo la dictadura franquista con la impunidad con que lo han hecho bajo la democracia.

Veo que a los propagandistas de semejantes falsedades no les preocupa el daño que para la recuperación de nuestra historia están haciendo sus “relatos”. Menos les importa que sus niños y sus jóvenes sean adoctrinados en la distorsión de la verdad, creando falsos victimismos y conduciéndolos a adoptar posturas y decisiones políticas erróneas. Y los que todavía defendemos que la verdad es siempre revolucionaria como afirmaba Antonio Gramsci, tendremos que aceptar nuestra impotencia para lograr que el recuerdo de los heroicos antepasados y nuestro propio relato consigan un poco de atención, entre la baraúnda de gritos e insultos con que los del “relato dominante” están imponiéndose.

Pero lo imperdonable para siempre es que a través de la perversa utilización de las categorías políticas asentadas, como “dictadura”, “franquismo”, “fascismo”, “represión”, “presos políticos”, “censura”, “opresión política”, y otros tan espuriamente utilizados por los mártires del independentismo catalán, se esté banalizando el mal como en los tiempos de Adolf Eichmann.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/10/22/la-banalidad-del-mal/

Imagen: https://www.caracteristicas.co/franquismo/

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El pueblo nazi donde surgió la destrucción global: el laboratorio de Peenemünde

Por: Hector G. Barnés

Por su ubicación septentrional, no suele pillar de paso a los viajeros que se internan en Alemania para rastrear los restos de la historia nazi, pero Peenemünde quizá sea uno de los centros neurálgicos de la violencia nacionalsocialista. A simple vista, con sus 249 habitantes, nadie lo diría de esta pequeña localidad en la isla de Usedom, en el mar Báltico, pero pronto es fácil darse cuenta de que este puerto de mar es una de las grandes capitales de la destrucción global, al menos desde que en 1935 fuese seleccionado por el ingeniero mecánico y aeroespacial Wernher von Braun como el lugar perfecto para experimentar con misiles y cohetes a lo largo y ancho de su costa.

Von Braun fue el principal responsable del misil de crucero V2, encargado por el alto mando alemán con el objetivo de alcanzar territorio enemigo; en concreto, el de sus enemigos ingleses. Era la evolución del A3, que se diseñó en las instalaciones de Peenemünde, lejos de la mirada de los alemanes. Para ello fue necesario un ingente esfuerzo económico y de capital humano. Como recuerda un reportaje publicado en la sección de viajes de ‘BBC’, hasta 12.000 personas llegaron a trabajar en el megalaboratorio militar de Peenemünde, diseñado por el gran arquitecto del Tercer Reich, Albert Speer. Muchas de ellas eran prisioneros de campos de concentración que provenían de Francia, Bélgica y Países Bajos.

Gracias a una película con el lanzamiento exitoso del misil, Hitler se entusiasmó y decidió que debía producirse en cadena, pero ya con el nombre de V2

No fue nada fácil para los científicos, entre los que también se encontraba Walter Dornberger, director del programa de cohetes y misiles, convencer al Führer de que su trabajo podía marcar de verdad la diferencia durante la guerra. Cuando esta empezó, en 1939, la construcción del complejo aún no se había terminado, y había que recortar de donde fuese para pagar los gastos de la contienda. Por ejemplo, del “ilimitado” presupuesto del que disfrutaba el programa de cohetes y misiles. No fue el único: como ya explicamos recientemente, una actitud similar fue la que impidió que la Unión Soviéticadispusiese antes de la bomba nuclear.

[Ravensbrück, el campo de concentración para mujeres del que nadie quería hablar]

Las primeras pruebas se realizaron con un modelo a escala, el A5. En noviembre de 1938, el marsical Walter von Brauchitsch había ordenado la construcción de una planta para producir el A4. A finales de 1941, el prototipo se terminó y se probó el 13 de junio de 1942, con resultado fallido. Algo similar ocurrió con el 16 de agosto del mismo año. Por fin, el 3 de octubre de ese año, el A4 levantó el vuelo, mientras los soldados en Stalingrado se preparaban para una de las batallas más cruentas que el hombre ha conocido. Gracias a una película con el lanzamiento exitoso del misil, Hitler se entusiasmó y decidió que debía producirse en cadena, pero ya con el nombre de “V2, “arma de venganza número 2”, con los ingleses en mente.

Los entresijos

La aprobación de Hitler marcó el inicio de la época de esplendor de Peenemünde, donde también se desarrollaron otros misiles como el Wasserfall, Schmetterling, Rheintochter, Taifun y Enzian. Entre los proyectos también se encontraba un hipotético V3, cuyo alcance era aún mayor que el del V2, y que debía alcanzar suelo estadounidense, nuevo objetivo después de que estos entrasen en la guerra en 1942. Un par de años después, el propio Hitler reconocería el error que había cometido al infravalorar la importancia de esta planta, y le escribió al propio Dornberger: “Solo he tenido que pedir disculpas a dos hombres en toda mi vida. El primero era el mariscal de campo Von Brauchitsch. No le presté atención cuando me dijo una y otra vez lo importante que era tu investigación. El segundo hombre eres tú”.

Vista aérea de Peenemünde. (Cordon Press/Topfoto)
Vista aérea de Peenemünde. (Cordon Press/Topfoto)

La producción del V2, afortunadamente, siguió encontrando problemas. Los aliados, gracias a las fotografías aéreas de la Inteligencia Inglesa, eran conscientes a mediados de 1943 que Peenermünde era un lugar clave en la producción alemana de armas de largo alcance. El 17 de agosto comenzó la llamada Operación Hidr, en la que la Real Fuerza Aérea Británica bombardeó, comandada por el capitán John Sarby, el complejo. Aunque no fue particularmente exitosa (miles de civiles atrapados en un cambio de concentración murieron), causó un retraso de dos meses en la producción, que se vio obligada a trasladarse bajo tierra, a Mittelwer.

El V2 fue utilizado por primera vez el 6 de septiembre de 1944 con dos disparos muy poco precisos sobre París, pero tenían de sobra: la producción llegó a ser de 10.000 unidades Su existencia fue revelada al público después de los bombardeos de Londres del 8 de septiembre, al mismo tiempo que la propaganda nazi presumía del carácter indestructible de estos misiles, que además pasaban desapercibidos en los radares. Hasta 4.320 fueron lanzados en territorios aliados entre septiembre de 1944 y marzo de 1945, un gran número de los cuales (1.400) fue dirigido a Inglaterra. Su capacidad de destrucción era similar a la del V1, pero al no poder ser anticipados, resultaban mucho más letales.

El final de una pesadilla

El 5 de mayo de 1945, el Ejército Rojo invadió la isla de Usedom. Durante los primeros años de la posguerra, fue utilizada como una base naval soviética hasta que fue devuelto a la República Democrática Alemana. Los científicos que allí trabajaron fueron captados por países de ambos bloques, tanto del soviético como del occidental (Gran Bretaña, Francia o Estados Unidos), ya que conformaban la vanguardia de la investigación militar. Dornberger, por ejemplo, participó en la Operación Paperclip de Estados Unidos, diseñando misiles guiados. Más tarde, fue parte de Bell Aircraft Corporation en el proyecto Z-20 Dyna-Soar, la base para el transbordador especial americano. Tenía sentido: al fin y al cabo, el V2 fue el precursor de los cohetes especiales.

Von Braun terminaría convirtiéndose en la cara visible del programa espacial estadounidense durante los años 50

Algo semejante ocurrió con Wernher von Braun, que también formó parte de la Operación Paperclip y fue nacionalizado estadounidense en 1955 para trabajar en el ejército americano. No solo eso, sino que fue la cara visible durante los años 50 del programa especial estadounidense, y llegó a aparecer en tres programas de Disney dedicados al tema. Finalmente, en 1960, fue transferido a la NASA donde se le encargó la labor de construir los cohetes Saturno, queterminarían llevando al hombre a la luna en 1969. Mientras tanto, Peenemünde siguió utilizándose con objetivos militares y geoestratégicos hasta que, finalmente, albergó un museo histórico-técnico que nos recuerda el lado más oscuro de la tecnología.

Fuente: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2017-07-02/peenemunde-pueblo-aleman-nazi-v2_1407856/

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Libro: Venezuela y su tradición rentista. Visiones, enfoques y evidencias

Venezuela y su tradición rentista 
Visiones, enfoques y evidencias

Carlos Peña. [Compilador] 

Catalina Banko. Vicente Ramírez Núñez. Carlos Domingo. María Fargier. Luis Xavier Grisanti. Herbert Koeneke Ramírez. María Gabriela Mata Carnevali. Jesús Mora Contreras. Andrés Rojas. Andrés Santeliz. Javier Seoane. Ezio Serrano. Giorgio Tonella. Genry Vargas. [Autores de Capítulo]

ISBN 978-987-722-243-2
CLACSO. Universidad Central de Venezuela. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales.
Buenos Aires.
Mayo de 2017
 

En el año 2016 se cumplieron 80 años de la célebre frase sembrar el petróleo, quizás una frase emblemática, que nos invita a reflexionar sobre el pasado, el presente y futuro de Venezuela, pero que también cada gobierno ha tratado de interpretar, moldear y adaptar a su conveniencia histórica. El rentismo petrolero esta intensamente arraigado en la dinámica social, política y económica. En este sentido, este libro presenta una colección de artículos que recogen visiones, enfoques y evidencias, desde diferentes ópticas de las Ciencias Económicas y Sociales, sobre Venezuela y su rentismo petrolero. Con esta idea, el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales “Dr. Rodolfo Quintero”, de la Universidad Central de Venezuela, rindió homenaje a la célebre frase.
Fuente: http://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=1232&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1177
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Los intelectuales judíos y el giro conservador de la historia

Por: Gastón Gutierrez

Imágenes

El libro comienza con el relato de una imagen reveladora: León Trotsky y Karl Radek asisten en 1917 a una reunión en Brest-Litovsk como representantes de la revolución rusa, escandalizando a los diplomáticos del imperialismo alemán, no tanto porque la política bolchevique desnudaba la diplomacia secreta entre los Estados imperialistas, sino especialmente porque la presencia de dos parias judíos les repugnaba. Con esta imagen como referencia, Traverso señala que para encontrar un acontecimiento similar en nuestros días habría que imaginar la entrada de una delegación de Al Qaeda en una cumbre del G8; allí los “parias” estarían formalmente por fuera del marco civilizatorio. A pesar del agudo contraste entre la política revolucionaria bolchevique y el islamismo político reaccionario1, el efecto sería sin dudas comparable.

El relato siguiente de la introducción del libro se sitúa medio siglo después y vemos a Henry Fotomontaje: Carmen Torrieri Kissinger en 1973, miembro del gobierno de Nixon, firmando el tratado de paz con Vietnam. Allí un judío podía representar la contrarrevolución, el napalm y los golpes de Estado en América Latina. Trotsky y Kissinger, arquetipos del judío revolucionario y del judío contrarrevolucionario, serían característicos de dos periodos históricos muy diferentes en donde el lugar del judío se habría alterado notablemente. Estos paradigmas antinómicos del intelectual de procedencia judía son tomados por Traverso para ilustrar una mutación histórica.

Una reversión paradójica

La tesis de El final de la modernidad judía. Historia de un giro conservador2, de Enzo Traverso, es que el período de la Ilustración en la historia judía, que arranca en el periodo de la Emancipación y el Decreto de la Asamblea Nacional francesa de 1791, y que supuso la salida de los judíos de los muros del particularismo para insertarse en el mundo, llegó a su fin con el Holocausto. Desde entonces, asistimos a un declive conservador y a una resolución reaccionaria de la “cuestión judía” cercenada en la conformación del Estado colonialista de Israel; produciendo, a su vez, la aparición de una “cuestión palestina” que reproduce las mismas condiciones parias que eran propias de aquella. Como señala el autor: “La modernidad judía, por consiguiente, ha agotado su trayectoria. Después de haber sido el principal foco del pensamiento crítico del mundo occidental –en la época en la que Europa era el centro de éste–. Los judíos se encuentran hoy, por una suerte de reversión paradójica, en el corazón de sus dispositivos de dominación”3.

El propósito de Traverso es dar cuenta tanto de aquellos aspectos de un legado crítico de la modernidad judía que le permitan explicar su rol activo en el pensamiento de la primera mitad del siglo XX, como de aquellos elementos que llevaron a esta reversión y situarlos en el contexto de la historia. El interés de Traverso en la historia judía está alejado de cualquier preocupación teológica, es un investigador especialista en el tema, que aprendió a leer el yiddish pero solo porque la historia judía del siglo XX no es más que un “prisma a través del cual podemos leer la historia del mundo”4. Elaboró su tesis Los marxistas y la cuestión judía (1989) bajo la dirección de Michael Löwy (autor por su parte de Redención y utopía. El judaísmo libertario en Europa central) pasando revista a la larga historia que va del conocido texto de Marx de 1843 a La concepción materialista de la cuestión judía del joven trotskista belga Abraham León en 1943 (asesinado luego en Auschwitz en 1944). Su tesis describía la historia de la intelligentsia marxista-judía de Europa central y oriental, y el final del movimiento obrero judío en Europa cuyo último acto es la insurrección del gueto de Varsovia. En este nuevo libro Traverso se propone realizar un marco interpretativo del pronunciado giro producido en las décadas siguientes. Los 7 capítulos que lo componen ofrecen una periodización de esta etapa de la historia judía, que abarca los dos siglos entre 1750 y 1950, y el periodo posterior que se continúa hasta nuestros días; una tipificación de los distintos modos de “ser judío” prevalecientes en la Europa moderna, comparando las diferentes trayectorias nacionales de la diáspora judía y los desplazamientos continentales que tendrán lugar en el siglo XX; la reconstrucción de los diferentes momentos intelectuales y las oposiciones entre figuras revolucionarias, reaccionarias y republicanas en el ciclo de la intelectualidad judía; y, por último, propone una mirada desde el presente hacia las metamorfosis de la judeofobia en islamofobia como principal racismo de nuestros días. El libro no se presenta como una historia lineal, las piezas que componen cada uno de los capítulos del libro, siguen el método historiográfico de Traverso que intenta ser un aporte a una historia intelectual inserta dentro de una historia general, compuesta de múltiples influencias y, por lo tanto, alejada de cualquier reduccionismo textualista. Apegado a los aportes de la historia conceptual, Traverso, en parte influenciado por su formación en el marxismo, sigue sus propias reglas de composición histórica: contextualización, historicismo crítico, comparatismo histórico, conceptualización y una lectura comprometida desde el presente, que se propone seguir los preceptos de Walter Benjamin5.

Una semántica ambigua

La posición con la que Traverso pasa revista a los distintos componentes de esta historia, considera que la modernidad judía presentó un reverso crítico que acompañó el desarrollo capitalista durante el tiempo en que se mantuvo la condición de no-reconocimiento por parte de la sociedad. Si repasamos las características del pueblo de la diáspora, como el cosmopolitismo, la ausencia de lazos nacionales, el carácter urbano, la des-territorialización, el textualismo, el manejo del mercado dinerario, la comunicación, la movilidad y circulación a través de culturas diversas y la especialización intelectual y la facilidad hacia la abstracción, es difícil negar que éstas mantienen una afinidad electiva con la economía mercantil. No por nada en los imperios del siglo XIX que contenían diversas nacionalidades en su seno y eran por lo tanto pluriculturales, plurirreligiosos y multilingüísticos, la “cuestión judía” pareció adaptarse mejor a las mismas condiciones comunes de otras opresiones religiosas o nacionales. Por el contrario, estos judíos “mercuriales” (extranjeros y móviles) se vieron perjudicados con el auge de los nacionalismos “apolíneos” (sedentarios y guerreros) que protagonizaron la emergencia de los Estados-nación, lo que les significó a los judíos volver a aparecer como un cuerpo extraño, cuya posición fue marginalizada nuevamente. El término antisemitismo apareció entonces en la historia precisamente en la década de 1880, conjuntamente con el auge colonialista, el racismo y el comienzo del imperialismo. Si por un lado, con la emancipación los judíos fueron puestos en el centro de la modernidad capitalista, el mismo desarrollo de ésta los circunscribió a una minoría con determinadas características que la hacían susceptible de formar parte de la élite, de la cual a su vez eran rechazados en la mayoría de los escenarios nacionales. Esta semántica ambigua de la condición judía moderna se desarrollaba a su vez en un contexto producido en el desarrollo desigual y combinado de la historia europea del siglo XIX y XX, que sumado al fenómeno migratorio del este al oeste, produjo una generación intelectual alienada de una consagración adecuada a sus expectativas en los marcos del sistema. Mientras que el sionismo buscaba ¨normalizar¨ el pueblo judío como un Estado, una nación, una soberanía, serán los mismos atributos propios de esta semántica ambigua, de un pueblo que no es un pueblo nación, los que, paradójicamente, formarán el sustrato de una posición privilegiada para desarrollar el pensamiento crítico. En los contextos en que pudieron desarrollarse, aunque sea parcialmente, renovó el pensamiento del siglo en una zaga de figuras compuesta apenas por Proust, Kafka, Freud, Chagall, Marx, Rosa Luxemburgo, Trotsky, Simmel, Durkheim, Einstein, Schönberg, Adorno o Benjamin. De ahí que un lugar destacado de la investigación de Traverso sean las diferentes actitudes intelectuales que surcan el fenómeno de la modernidad judía6. Citando el interrogante de Veblen de por qué “los judíos han aportado más que nadie a la vida intelectual de la Europa moderna”, Traverso quiere recuperar la figura de los “judíosno judíos”, como los denominó Isaac Deustcher, porque ellos componen una voz disonante de la modernidad capitalista. Herejes que tienen una larga prosapia, desde Spinoza, Heine o Marx, y características comunes: cosmopolitismo, ateísmo, inconformismo político y marginalidad social. Representantes o herederos de una ilustración radical, los “judíos no judíos” se enmarcan para Traverso en “la implosión del mundo judío tradicional y el ascenso del antisemitismo moderno (que) fueron las premisas de su surgimiento, lo que implicaba una doble superación: por una parte el alejamiento del judaísmo, que se hizo necesario ante la fisura radical que se abría entre la tradición judía y la modernidad; por otra, la superación de las identidades y las culturas nacionales que rechazaban la alteridad judía”. De algún modo para Deustcher esta manera de mantenerse vinculado a “lo judío” tenía puntos de contacto con el “marranismo” español y portugués de los orígenes de la modernidad que buscaba sortear las prohibiciones de profesar la fe por parte del catolicismo, pero cuando podía volver a convertirse ya no podía encontrar lugar en la vida confesional por estar abiertos a una vida cosmopolita. Su judaísmo era existencial y crecientemente adoptaba perspectivas profanas, seculares o innamentistas (Spinoza). De ahí emergen los primeros “judíos no judíos” que anunciaban la salida del culto y la emancipación política. Con el tiempo esta figura alejada de su comunidad de origen, pero que comparte las penurias de la misma, pasa a ser vocero de una especie de “cosmopolitismo posnacional” que se traducirá de diversos modos en la historia. En los comienzos del siglo XIX, como humanismo y democracia radical y, posteriormente, como internacionalismo proletario y comunismo7. Desde ya que esa tradición compartirá las vicisitudes comunes al movimiento revolucionario de entreguerras.

Una mutación conservadora

Traverso señala que además del modelo oriental del “judaísmo paria” (exclusión social y política) y del modelo alemán (integrado económicamente, asimilado culturalmente, pero excluido políticamente) hay que considerar un tercer modelo, el de los “judíos de Estado” de occidente, que se conformaron como una élite en Francia, Italia y Reino Unido y que sirven para entender el giro conservador. En Francia la adhesión al republicanismo fue su marca y aunque eso no los salvó del régimen de Vichy, se mantuvieron fieles al Estado francés, como podemos ver en la trayectoria de Raymond Aron. En Italia los “judíos de Estado” fueron un aliado importante de la formación del Estado nacional en oposición a la Iglesia, participaron en las formaciones de derecha e incluso fueron parte del régimen de Mussolini hasta 1938. En Gran Bretaña el primer ministro Disraeli era un conservador y nacionalista feroz y protagonista de la política imperialista hacia las colonias. Comparando las trayectorias nacionales vemos que en todos los casos el ascenso del nacionalismo perjudicó incluso estas vías de integración por derecha y que el cataclismo de la II Guerra con la barrida nazi por la Europa central, la conquista continental y el genocidio, terminó desplazando primero hacia EE. UU. y posteriormente hacia Israel estas tendencias de integración con el Estado.

Para dar cuenta de que ese fenómeno no fue unívoco, Traverso recurrirá a Hannah Arendt, porque para él es una figura todavía “entre dos épocas”. Del conjunto de producción de la filósofa política, Traverso destaca su oposición al sionismo y a la formación colonialista del Estado de Israel. Para ella la cuestión judía no podía encontrar su resolución en los marcos de un Estado nacional judío, sino en una disociación entre la forma Estado y el contenido de la nacionalidad. En esta polémica Arendt reivindica el federalismo de la revolución rusa y la autodeterminación de las naciones en su seno, más allá de que ya constituía un principio pisoteado por el estalinismo. Por otro lado, Arendt reivindicaba la constitución de un ejército judío para pelear en la II guerra mundial pero no apoyaba la política colonialista en Palestina. A propósito de esta cuestión, Traverso va más allá y repone la lectura de la Naqba (catástrofe) investigada por Ilan Pappé como una limpieza étnica planificada a la que hay que oponerle el punto de vista del pueblo palestino y el derecho al retorno al territorio y la autodeterminación nacional en su propio Estado8. Con sus teorías de la democracia y del espacio público Arendt mantuvo para Traverso las características del intelectual “paria”, exiliado, que por “flotar libremente” (Mannheim) escapa al “habitus” mental dominante y a los estereotipos nacionales. Ese inconformismo llevará a que Arendt se interese por los soviets en Hungría del ‘56 y por Mayo del ‘68. Aunque su apego a un prisma generalizado de la “cuestión judía” capaz de ser resuelta sin atender a la emancipación social dará un carácter limitado a su crítica, entre otras cosas como le señala Traverso, a través de su incomprensión de la opresión racial negra en Norteamérica.

En sentido divergente al ejemplo de Arendt, las trayectorias de K. Popper y de I. Berlin dan cuenta de cómo el americanismo y el sionismo, respectivamente, fueron las variantes mayoritarias de “asimilación imperialista” de la intelectualidad judía consolidando esta mutación conservadora de manera definitiva. Otro tanto ocurría con los orígenes del neoconservadurismo político de la mano de Leo Strauss. Del mismo modo, rupturas significativas por parte de intelectuales de izquierda produjeron la reconciliación de la derecha y los judíos, como ejemplifican los intelectuales americanos I. Kristol, J. Burnham y otros que pasaron de la crítica antiestalinista a un anticomunismo radical y macartista. Esta mutación se irá consolidando en el transcurso de la guerra fría, y estaría muy presente ya en la “Guerra de los 6 días” de 1967, logrando su momento de consolidación en el ascenso conservador de los ‘80. Había emergido así una intelectualidad judía neoconservadora que había transformado el universalismo en occidentalismo.

Y una metamorfosis

La consecuencia de esto es tanto el declive del antisemitismo moderno, como una nueva composición ideológica racista bajo la forma de la islamofobia. Actualmente el antisemitismo constituye tan sólo un residuo de lo que fue, ha perdido legitimidad. Al contrario, se ha extendido una “religión civil” compuesta por la memoria del Holocausto y los derechos humanos que aparentemente reina en el mundo occidental. Las clases dominantes realizan un ejercicio de memoria del genocidio al mismo tiempo que invaden países en Medio Oriente y ponen centros de internamiento para los sin papeles. La derecha europea ya no levanta el antisemitismo a riesgo de perder toda posibilidad de intervención pública: “En la Europa contemporánea el inmigrante asume básicamente los rasgos del musulmán. La islamofobia desempeña en el nuevo racismo el papel que fue antaño el de los judíos en el antisemitismo”9. El retrato del nuevo paria se construye del mismo modo que el antiguo: son sus prácticas religiosas, sus costumbres, sus indumentarias, sus costumbres alimenticias. Para Traverso el dispositivo sólo ha realizado una “transferencia de objeto, el antisemitismo, se ha transmutado en islamofobia”10.

¿Queda algo del judaísmo crítico?

Traverso culmina el libro reponiendo la comparación de I. Berlin entre Disraeli y Marx, ambos “outsiders” que quisieron “liderar”, uno a la élite aristocrática, el otro al proletariado mundial. Trayectorias divergentes de la intelectualidad judía y al mismo tiempo reflejo de los dilemas de la intelectualidad en relación con el poder. Si el modelo de Marx fue seguido en la primera mitad del siglo XX, el periodo posterior al genocidio abrió la vía al “judaísmo del orden”. La cuestión judía, analizada por Marx, al no desembocar en una emancipación universal quedó presa de un reconocimiento conformista y en muchos casos incluso reaccionario. Traverso culmina citando a E. Said cuando decidió presentarse desafiante ante el periódico israelí Haaretz como “el último intelectual judío”. Conocer la contribución de Traverso sobre este giro de las cosas sólo puede conducir a la conclusión de que si el antisemitismo se transformó en islamofobia, entonces la causa palestina y por la emancipación del pueblo árabe en su conjunto es la herencia del “judío no judío” en nuestros días.

1. Ver “Medio Oriente o la geopolítica del caos” de Claudia Cinatti y “Reseña de Isis el retorno de la Yihad” de Juan Duarte, en IdZ 20.

2. Enzo Traverso, El final de la modernidad judía. Historia de un giro conservador, Buenos Aires, FCE de Argentina, 2014.

3. Ibídem, p. 13.

4. Ibídem, p. 17.

5. Enzo Traverso, La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del siglo XX, Buenos Aires, FCE de Argentina, 2012.

6. Una constante preocupación de Traverso; ver Gastón Gutiérrez, “Las ideas y las piedras. A propósito de ¿Qué fue de los intelectuales?” de Enzo Traverso, IdZ 14, octubre 2014.

7. Acerca de las vicisitudes de la cuestión judía y su resolución profana en Marx ver Daniel Bensaïd, “‘En y por la historia’. Volviendo sobre la cuestión judía”, en Volver a La cuestión judía, Barcelona, Gedisa, 2011.

8. Ilan Pappé, La limpieza étnica de Palestina, Barcelona, Editorial Crítica, 2008.

9. Traverso, ob.cit., p. 166.

10. Ibídem, p. 167.

Fuente: http://www.laizquierdadiario.com/ideasdeizquierda/los-intelectuales-judios-y-el-giro-conservador-de-la-historia/

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