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Crítica y ética, una alianza favorable

Yasel Toledo Garnache

Algunos la hacen por impulsos, porque algo les molesta, por simularse valientes… La percibo en parques, guaguas, coches, en barrios y centros laborales.

Nace de la mente de muchos o todos, porque criticar es inherente al ser humano y hasta saludable, cuando no significa excesos ni “malaleche”.

Alguien me dice que implica conocimiento y responsabilidad, y tiene razón. Sin embargo, eso no significa que esté prohibido decir simplemente “no me gusta”.

El momento, el lugar, la forma y la función social del emisor son determinantes. Suele provocar dolor y baja autoestima, manifestados en llantos y aislamientos.

Con frecuencia, repetimos que debemos ser “críticos y autocríticos”, hasta constituye una especie de elemento para la evaluación en asambleas estudiantiles, y se incluye en avales, con el sonido imaginario de los aplausos en el fondo. Es favorable que en verdad lo seamos, para avanzar y disminuir errores.

Sin embargo, requiere mesura, aunque haya por ahí quien repita “soy tan feo como tan franco”. Siempre recordaré a un compañero de aula que, después de llegar a la beca, lloró durante varios minutos, por la dureza de ciertas expresiones.

Algunos andan siempre con los ojos bien abiertos, para ver, en especial, los “grises”. Entonces apuntan con el dedo y disparan balas verbales, que intentan convertirlo casi todo en negro.

Critican a uno y a otro, a esto y aquello, al jefe y al seleccionado como mejor trabajador…, pero nunca hablan de frente. En las reuniones, “cuchichean” algo al de al lado, y jamás alzan la mano. A veces, hasta mandan papelitos, firmados por Anónimo, un ser indefinible que, con frecuencia, solo quiere dañar.

Juzgar implica un alto grado de subjetividad y, en ocasiones, no conocemos cuántos problemas personales o de otro tipo sufre quien, en determinado momento, es blanco de los disparos de palabras.

Tampoco se trata de asumir personajes de víctimas cada vez que nos señalen. Las deficiencias y otros aspectos mejorables se deben asumir con valor y conciencia, sin pretextos ni máscaras. Hay que decir: “Es cierto”, y lo más importante: caminar hacia la eterna superación. Es preciso que nadie la “coja” contra el emisor, sino contra el problema.

Confirmo: criticar es una actitud favorable para todos, cuando pretende ayudar y empujar hacia el bien individual y colectivo, no destruir ni herir sensibilidades.

Los estudiosos refieren que su origen está en el latín  criticus y constituye una opinión, examen o juicio formulado en relación con una situación, servicio, propuesta, persona u objeto.

Tal vez, usted imagine a una vecina, colega de trabajo o amiga (puede ser del sexo masculino), que emite sus criterios de forma espontánea y parece traer una cuchilla en la lengua, siempre enunciando los defectos de otros. Esas personas casi nunca ven la paja en sus ojos, y no comprenden que su actitud es también reprochable.

Quienes tienen la posibilidad de difundir sus opiniones en publicaciones impresas, por micrófonos, cámaras…, deben ser exigentes con ellos mismos en cuanto a su ética profesional, sin influencias emocionales, aunque resulte bastante difícil.

Deben privilegiar la ecuanimidad y el respeto a lo juzgado y a sus autores. Se recomienda reconocer también lo positivo y fundamentar cada dificultad con argumentos sólidos, sin dogmatismos y conscientes de que expresan sus percepciones y no una verdad absoluta.

Jamás renunciemos a la crítica constructiva. Com­pren­damos que su mejor compañera es la ética, siempre con valor profesional y personal, con espíritu constructivo y deseos de aportar desde la utilidad.

Fuente del articulo:http://www.granma.cu/opinion/2016-06-03/critica-y-etica-una-alianza-favorable-03-06-2016-01-06-47

Fuente de la imagen:http://letralia.com/209/etica.jpg

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España: «Por la educación libre y concertada» el vídeo viral de unos alumnos contra el decreto de Marzà

07 Mayo 2017/Fuente:abc /Autor:ADE PALOMAR

El Parque Colegio Santa Ana de Valencia es uno de los afectados por la propuesta de planificación de la Conselleria de Educación para el próximo curso 2017-2018, que prevé eliminar 31 unidades educativas concertadas en 1º de Bachillerato. Ante la carta que recibió el colegio del conseller de Educación, Vicent Marzà, en la que se le comunicaba la supresión de una de las dos unidades concertadas de Bachiller, los alumnos decidieron responder con un vídeo elaborado por ellos mismos y subirlo a la plataforma Youtube para difundirlo.

La comunidad educativa del centro (padres, alumnos y docentes del centro) exigen libertad para elegir la enseñanza y, sobre todo, protestan ante la situación que dejará a la mitad de los alumnos de 4º de la ESO sin la opción de entrar en el próximo curso en el mismo colegio que sus amigos con los que han compartido todos los años desde que comenzaran las clases de pequeños. «De 90, solo 35 podrán ser aceptados el año que viene en 1º de Bachiller», explica para ABC uno de los alumnos.

Para este sábado, 6 de mayo, la Federación de asociaciones católicas de padres de alumnos y el sindicato USO han convocado una manifestación para reclamar a la Conselleria de Educación que dirige Vicent Marzà que revoque el decreto de conciertos para Infantil, Secundaria y Bachiller. Una protesta a la que los alumnos de este colegio valenciano animan a sumarse con el vídeo difundido en Youtube y viralizado en las redes sociales.

Además, la Plataforma Libertad de Enseñanza 27.1, formada por diversas organizaciones en favor de la educación concertada, ha iniciado una peticion plataforma de Change.org contra el cierre de aulas concertadas en la Comunidad Valenciana, para la que ya se han recogido más de 29.000 firmas.

Link del video: blob:http://www.abc.es/4e1d0959-2a9e-4bcd-9214-d29444292117

Fuente de la noticia: http://www.abc.es/espana/comunidad-valenciana/abci-youtube-educacion-libre-y-concertada-video-viral-unos-alumnos-contra-decreto-marza-201705051928_noticia.html

Fuente de la imagen: http://www.abc.es/media/espana/2017/04/30/1verdu-krdB–300×168@abc.Jgp

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El teatro y la vida

Hay  personas  que andan por la vida como en una obra de teatro. Sonríen, elogian y siguen co aparente naturalidad.

Otras asumen personajes de críticos, apuntan con el dedo, dicen «no» y mueven la cabeza hacia los costados. En ocasiones el protagonista es el mismo, aunque en diferentes lugares.

A veces, aplauden, dicen que algo les parece bien, pero luego resaltan lo negativo, le añaden un poco de ficción y hasta ofenden. Constituyen personajes de la realidad, de esos que casi nunca son sinceros, hacen daño y en las reuniones suelen «cuchichear» ciertas «gracias» al de al lado, pero jamás alzan la mano.

Disfrutan transmitir malas sensaciones al colectivo, con expresiones y actitudes pesimistas. En ocasiones, hasta envían papelitos, firmados por Anónimo, un ser indefinible que, con frecuencia, solo quiere dañar.

Uno podría pensar que se escaparon de alguna telenovela o página literaria, pero no, andan por nuestras calles, toman batido, saludan y con tono especial aseguran «te quiero», dan un abrazo, y luego disertan con otros sobre lo malo de quien recibió el simulado cariño.

No estudiaron en el Instituto Superior de Arte, ni en talleres de las Casas de Cultura o las universidades, pero su preparación actoral es innegable, aunque poco a poco uno los conoce y sus representaciones son menos creíbles. Uno suele darles la espalda o inventar un pretexto para no ser jamás público.

Las obras teatrales debieran ser solo para los escenarios. Prefiero la sinceridad, hablar sin temores y hasta con dureza cuando sea preciso, aunque la «diplomacia» a veces es muy necesaria.

Los protagonistas de estos párrafos, quienes tienen muchos nombres, interpretan sus personajes en cualquier lugar, una cola para comprar pizzas, un ómnibus…

Hace poco, alguien intentó recitarme un largo guion de problemas, y confieso que escuché unas dos páginas, pero no más. Le dije: «vamos, hablemos con la persona responsable de eso». Abrió los ojos más de lo habitual, balbuceó algo indefinible, una excusa que no definí por el bajo volumen de su voz, dio unos pasos hacia atrás, y… ya.

Es muy fácil señalar, ver lo negativo e hiperbolizar. Lo más importante es hacer y aportar a favor de los colectivos. La crítica constructiva será siempre muy necesaria y hasta saludable, especialmente en un país que aspira a la perfección permanente. Algunos la hacen por impulsos, porque algo les molesta, por simularse valientes… La percibo en parques, guaguas, coches, en barrios y centros laborales.

Dice mi abuelo que uno siempre la debe agradecer, y, cuando sea necesario, expresarla con valor, ética, responsabilidad y deseos de contribuir a eliminar los problemas.

Tal vez, usted imagine a una vecina, colega de trabajo o amiga (puede ser del sexo masculino), que emite sus criterios de forma espontánea y parece traer una cuchilla en la lengua, enunciando los defectos de otros. Si manifiesta lo que piensa y desea favorecer las soluciones, yo la aplaudo, aunque el tono no sea el más adecuado.

Varias personas aseguran que prefieren quedarse calladas o solo comentan en casa y con amigos, porque, en ocasiones, los señalamientos son malinterpretados, molestan a otros y no conducen a nada bueno. Y tienen razón.

Las deficiencias y otros aspectos mejorables se deben asumir con valor y conciencia, sin pretextos ni máscaras. Hay que decir: «es cierto», y lo más importante: caminar hacia la eterna superación. Es preciso que nadie la «coja» contra el emisor, sino contra el problema.

Debemos comprender que juzgar implica un alto grado de subjetividad y, en ocasiones, no conocemos cuántos problemas personales o de otro tipo sufre quien, en determinado momento, es blanco de los disparos verbales.

Tecleo estas ideas, y pienso en un amigo, quien me pide que sea más preciso en ciertos textos, escriba nombres y dificultades con apellidos, pero el objetivo es motivar reflexiones. Cada quien tiene sus propias vivencias.

Confirmo: criticar es una actitud favorable para todos, cuando pretende ayudar y empujar hacia el bien individual y colectivo, no destruir ni herir sensibilidades, o algo más.

Fuente del articulo: http://www.granma.cu/opinion/2017-04-13/el-teatro-y-la-vida-13-04-2017-21-04-04

Fuente de la imagen: http://reporteroescolar.unir.net/2017/wp-content/uploads/2017/01/42088_i_teatro.jpg

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España: Universidades; las cloacas de la humanidad

España / www.elperiodicodearagon.com / 19 de Abril de 2017

El autor de ese calificativo tan tajante acerca de las universidades es F. Cabarrús (1752-1810), un intelectual y político español de origen francés. A diferencia de lo que sucede con Jovellanos, Campomanes, Floridablanca o con Abarca de Bolea (conde de Aranda), todos ellos altos cargos nombrados por el rey Carlos III, la figura de Cabarrús ha sido escasamente estudiada, a pesar de haber sido el autor del proyecto de creación del primer banco central español (el banco de San Carlos, germen del actual Banco de España), o el propulsor de una amplia red de canales navegables en los principales ríos españoles (solo logró ejecutar el canal de Isabel II para la distribución de agua potable en Madrid). Al ser un defensor a ultranza de las ideas de la revolución francesa y un destacado anticlerical, pasó en la cárcel dos años (1790-1792). Durante el reinado de Carlos IV ocupó altos cargos y el rey José Bonaparte le nombró ministro de finanzas. En 1814, cuatro años después de morir, su cadáver fue exhumado con el propósito de hacerlo desaparecer para siempre (algunos historiadores afirman que fue arrojado al río Guadalquivir).

Su visión acerca de la sociedad y su programa de gobierno está condensado en un conjunto de Cartas sobre los obstáculos que la naturaleza, la opinión y las leyes oponen a la felicidad pública, dirigidas a D. Gaspar de Jovellanos, las cuales fueron reeditadas en 1990 por la Fundación del Banco Exterior de España con un sesudo prólogo de J. A. Maravall. Ese calificativo tan contundente acerca de la universidad pertenece a la carta II, titulada Sobre los obstáculos de opinión, y el medio de romoverlos con la circulación de luces y un sistema general de educación. Es en esta carta donde propone un sistema general y gratuito de educación popular para todos los ciudadanos españoles (entre 6 y 10 años), integrado por un cuerpo de maestros de primeras letras bien formado y dependiente del Estado, al que no pueda acceder ningún eclesiástico.

El fundamento de la despiadada crítica que Cabarrús hace de las universidades está basado en su inutilidad para el desarrollo económico y social que España requería en la segunda mitad del siglo XVIII, debido al férreo control que sobre dichas instituciones ejercía la iglesia, lo cual explica que en su seno no cupiera la enseñanza de las modernas ciencias, basadas en la aplicación del método experimental. Por ello, Cabarrús, al igual que todos los intelectuales ilustrados de su época, piensa que es más útil sustituirlas por academias dependientes directamente de las Sociedades Económicas de Amigos del País.

La pregunta que cabe hacerse es esta: ¿Estaba justificada esa crítica tan dura y ese desprecio hacia las universidades? No creo que tenga interés alguno conocer mi opinión al respecto. Me parece más útil ofrecer aquí unos pocos datos, tomados de G. Pontón (La lucha por la desigualdad: una historia del mundo occidental en el siglo XVIII. Ed. Pasado y Presente, Barcelona, 2016), y que sean los lectores quienes saquen sus propias conclusiones.

El Consejo de Castilla debatió en 1767 un plan de reforma para las universidades, basado fundamentalmente en el estudio de la Biblia para todos los universitarios y de los cánones eclesiásticos, junto con la abolición de las matemáticas. En respuesta a ese disparatado plan de reforma universitaria, Pablo de Olavide presentó otro (nunca llegó a aplicarse y a él le valió ser acusado ante el tribunal de la inquisición), en el que solicitaba que se expulsara de dichas instituciones a los religiosos regulares, que se eliminaran los colegios mayores y que su objetivo principal fuera la formación de los dirigentes sociales y económicos que España necesitaba para poder compararse con las naciones más punteras, a través de la enseñanza de las ciencias experimentales, de las matemáticas y de las lenguas modernas. A la vista de ese desprestigio, a finales del siglo solo había mil estudiantes matriculados en la Universidad de Salamanca y las 77 universidades españolas quedaron reducidas a 11.

Ese debate sobre el objetivo de las universidades se dio en todas las naciones al final del siglo XVIII. La dialéctica de esa discusión inicial queda reflejada en la reforma de las universidades de Oxford y de Berlín al inicio del siglo XIX. La base del plan de estudios de Oxford se centró en la religión, la cultura clásica, la lengua, las matemáticas y las ciencias físicas. En cambio, el plan de estudios de la universidad de Berlín estuvo nucleado en torno a la investigación experimental, al uso de la tecnología y a la formación de excelentes profesionales al servicio de las necesidades económicas y sociales de la nación.

Es bastante obvio que hoy en día el debate relacionado con el modelo de universidad no es tan radical como el que se dio al final del denominado siglo de las luces, pero en cierto modo sigue vigente, tal y como lo han puesto de manifiesto los partidarios y los detractores de la reciente reforma de las universidades europeas (el famoso Plan Bolonia). Desde mi punto de vista, dicho modelo toma lo mejor de aquellos dos planteamientos dicotómicos. Como es bien sabido, confiere a las licenciaturas de tres años (ahora llamadas grados) un carácter generalista y de formación básica culturalista, dejando la formación especializada de tipo profesional (siempre cambiante en función de las necesidades de cada país) a los másteres de dos años. Otro problema bien distinto es el que se deriva de su inoperancia, debido al escaso presupuesto que los gobiernos dedican a reciclar al profesorado, a financiar la investigación y, sobre todo, al escaso número de becas para los estudiantes y a la baja cuantía de las mismas.

*Catedrático jubilado, Universidad de Zaragoza

Fuente:http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/opinion/universidades-cloacas-humanidad_1195673.html

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EE.UU: Betsy DeVos, el menor de los problemas de educación pública

América del Norte/EE.UU/19 Febrero 2017/Fuente: diario.mx/Autor:Esther Cepeda/The Washington Times

La recientemente confirmada secretaria de Educación, Betsy DeVos, quizás sea hoy en día la mujer más vilificada de Estados Unidos.

Grupos de manifestantes bloquearon recientemente su entrada en una escuela de Washington, D.C. Se la acusó de ser demasiado rica y privilegiada para comprender la educación pública y hubo burlas acerca de su preocupación por la entrada de osos en las escuelas.

Los críticos señalaron un discurso de DeVos de 2015, en Texas, en el cual expresó: «Es la batalla de la Era Industrial contra la Era Digital. Es el Modelo T contra Tesla. Es el viejo modelo de la fábrica contra el nuevo modelo de Internet. Son los Luditas contra el futuro. Somos los beneficiarios de las empresas incipientes, de los empresarios y de los inventos en todas las áreas de la vida, pero no tenemos eso en la educación porque se trata de un sistema cerrado, una industria cerrada, un mercado cerrado. Es un monopolio, un callejón sin salida. En la medida en que la educación siga siendo un sistema cerrado, nunca veremos los equivalentes en educación de Google, Facebook, Amazon, PayPal, Wikipedia o Uber. No veremos ninguna innovación real que beneficie a más de un puñado de estudiantes.»

Esa no es la descripción más caritativa de un sistema educativo que capacitó a los que llegaron a la luna y ayudaron a inventar algunas de las tecnologías más innovadoras en la historia de la humanidad.

Aún así, los tecnólogos de Silicon Valley predicaron ese mismo evangelio durante años–con gran aplauso pero de boca para afuera, que nuestros niños obtenían una educación del siglo XIX en preparación para la realidad del siglo XXI.

En «Most Likely to Succeed», un libro y un documental de 2015 por Tony Wagner y Ted Dintersmith sobre «re-imaginar la escuela», se basurea el sistema educativo actual de la siguiente manera: «Mientras las credenciales educativas se alineaban históricamente con habilidades relevantes, ahora se han vuelto prohibitivamente caras, emocionalmente perjudiciales y desconectadas de todo lo esencial.»

Y después está el argumento de que DeVos es radicalmente anti- escuela pública debido a su posición en cuanto a la elección escolar, los vales escolares y las escuelas charter–aun cuando esas posiciones se parecen claramente a las de su predecesores demócratas.

Arne Duncan, secretario de educación bajo el presidente Obama y ex director ejecutivo de las Escuelas Públicas de Chicago–quien fue criticado por no haber sido maestro, pero que no inspiró el tipo de odio que incitó DeVos–no fue muy diferente.

Tal como señalara recientemente el Chicago Tribune, diario de la ciudad de Duncan, en un editorial: «Duncan tampoco estaba satisfecho con avances graduales o ilusorios de los estudiantes. Quería que los estudiantes de las escuelas de bajo desempeño tuvieran acceso a escuelas mejores. Quería que los educadores rindieran cuentas sobre el aprendizaje de sus alumnos–y que se les pagara más por un desempeño superior. Duncan, recuerden, trató de reformar la educación pública. Promovió la innovadora Carrera hacia la Cima, otorgando incentivos a los distritos para que mejoraran. Dirigió el ataque para permitir más escuelas chárter y para que las evaluaciones de los maestros dependieran del avance de sus alumnos. Oh, los sindicatos de maestros odiaron ese aspecto.»

(Para el caso, el sucesor de Duncan, John King, tampoco se opuso a las escuelas chárter.)

En una encuesta de mis colegas educadores, el consenso parece ser que la ira contra DeVos proviene menos de sus opiniones en cuanto a la educación que del poder que su jefe, el presidente Trump, y el Congreso controlado por los republicanos, ejercerán sobre las escuelas.

«Pero el secretario de Educación simplemente no desempeña un gran papel federal en educación, es más una cuestión de tener un púlpito para usar,» señaló Kate Walsh, presidenta del National Council on Teacher Quality, una organización reformista que trabajó con el Departamento de Educación y otras entidades durante siete años para establecer las directrices sobre preparación de maestros. El Senado considera ahora una propuesta de ley aprobada por la Cámara para revocar todo ese duro trabajo.

«Siempre supimos que las reglamentaciones finales no serían aprobadas por un Congreso de mayoría republicana», me dijo Walsh. «Para [las grandes reformas educativas], hay que tener una palanca que no sea gubernamental. Arne Duncan fue un secretario activista y tenía 5 mil millones de dólares con que luchar, pero gran parte del trabajo que le importaba no se realizó. Estamos en una época diferente ahora–y éste no iba a ser un período activista desde una perspectiva federal, sin importar quién tuviera ese cargo.»

Sin duda, hay muchas cosas de las que preocuparse en la educación pública–la pobreza de los estudiantes, los programas de preparación de maestros deficientes y una atmósfera excesivamente politizada, para comenzar.

Pero en el panorama general, DeVos es probablemente nuestra preocupación menor.

Fuente de la noticia: http://diario.mx/Opinion_El_Paso/2017-02-16_eee3f98d/betsy-devos-el-menor-de-los-problemas-de-educacion-publica/

Fuente de la imagen:

http://a57.foxnews.com/media2.foxnews.com/BrightCove/694940094001/2016/11/23/876/493/694940094001_5222505092001_5222484015001-vs.jpg?ve=1&tl

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Reseña de Pelicula: Galeano: «No vale la pena vivir para ganar, vale la pena vivir para seguir tu conciencia»

Canal 3 – Televisión de Cataluña S.A.
Jaume Barberà, director y presentador del programa «Singulars», entrevista a Eduardo Galeano. En su extensa obra, el escritor uruguayo ha mezclado todos los géneros con un objetivo claro e inamovible: denunciar los abusos del poder y reclamar la dignidad de los ciudadanos anónimos. Galeano recibirá en Barcelona el Premio Vázquez Montalbán de periodismo deportivo.

Fuente: https://youtu.be/ICsnSAyJABY?list=PLoJvrPvVHQyCAg7XedO978MXiGYhhSA7C

Imagen:https://i.ytimg.com/vi/k4DpDazseTg/hqdefault.jpg

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El sujeto andragógico o la constitución disciplinaria del cuerpo como adulto autoeducado

El sujeto andragógico o la constitución  disciplinaria  del cuerpo como adulto autoeducado

Jorge Díaz Piña

Partimos aquí de la consideración crítica que fundamenta a las prácticas discursivas andragógicas en torno  a una presupuesta distinción etaria o generacional, para el caso que nos ocupa, la de juventud/adultez,  que se basa a su vez, apoyándonos en el pensamiento libertario de Michel Foucault, en la mediación de relaciones disciplinadoras de poder-saber para configurar socialmente  a los cuerpos como dóciles y útiles desde los requerimientos de la gubernamentalidad. Más adelante desplegaremos el uso que daremos a estas nociones foucaultianas.

De entrada, conceptualizamos a la andragogía como un campo de acciones discursivas de poder-saber  tendientes a incidir en la autoeducación disciplinadora o normalizadora e individuante, con base  en la configuración sujetante del autogobierno o gobierno de sí mismos de  los cuerpos definidos como adultos (disciplinados, maduros, responsables, dóciles, etcétera), que se pretende legitimar  en la delimitación relativa y mistificada por medio de una taxonomía normadora de tipo  etaria o generacional,   respecto de la presunta indocilidad, indisciplina o arbitrariedad  de los cuerpos calificados como  jóvenes.

Se ha naturalizado como “obvia” la relación binaria juventud/adultez  configurada histórica y socialmente, haciéndola parecer que ha existido siempre esa delimitación etaria o generacional, que para muchos ya acostumbrados culturalmente a sus definiciones consolidadas, han olvidado que fueron históricamente creadas  por la Modernidad.  Sin darse cuenta que ese es un criterio relativo de correspondencia representacional que se ha construido sociopolíticamente o biopolíticamente en el tiempo y que no ha sido siempre así.  Que tales criterios han cambiado a través del devenir con las transformaciones societales que también se han producido históricamente.

Desde el enfoque que aquí asumimos, históricamente la Modernidad burguesa o capitalista a través del discurso del movimiento de la Ilustración, asumió el cambio societal producido históricamente a su favor desde la Revolución Francesa, argumentando justificadoramente su hegemonía en  la prevalencia de la razón sobre los dogmas religiosos que hasta entonces habían hegemonizado. Y a la razón la definió como el paso de la minoría de edad (“niñez y juventud”) a la adultez en el cuerpo social colectiva e individualmente asumido. Así la definió Inmanuel Kant (2007) en su  famoso texto que lleva por título Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración? La Ilustración, como sinónimo de educabilidad racional universal, sería  para Kant  la alternativa de los hombres a su autoculpable inmadurez o minoría de edad que se superaría con  el coraje y atrevimiento de pensar por sí mismos  autónomamente, con cabeza propia y no ajena o de otros, y para ello tendría que ilustrarse o educarse por propia decisión no necesariamente de modo individual, pudiendo hacerlo también junto a otros o bajo su tutoría. Recordemos sus palabras sobre la educación del hombre en su texto Pedagogía: “El hombre es la única criatura que ha de ser educada… Según esto, el hombre es niño pequeño, educando y estudiante” (s/f p. 2).

No obstante, para  Kant la adultez no se  alcanzó, y para Foucault, en la actualidad, tampoco, sino que fue traducida discursiva y prácticamente en una nueva forma tutelada de normalización o disciplinamiento (o sujeción) corporal del poder, “lo que debe ser un adulto, a diferencia de la ‘indócil’ juventud”, y por ello, junto a otras razones, para este último, se hace necesaria una ontología del presente o de nosotros mismos para comprender por qué no se ha alcanzado, entre otros aspectos, la condición  de la “adultez” o autonomía racional ilustrada kantiana de superar el estado tutelado o de minoría de edad de los hombres, para “promover nuevas formas de subjetividad que se enfrenten y opongan al tipo de individualidad que nos ha sido impuesta” (1986 p.36). En consecuencia, se ocupa de investigar las nuevas formas de sujeción o subjetivación que surgen en sustitución de las del Antiguo Régimen histórico como las de servidumbre y de esclavitud, por ejemplo, las de la gubernamentalidad y de las tecnologías del yo insurgentes.

En Foucault (1991), la gubernamentalidad se concibe como novedosas formas de legitimación y dominio insurgentes históricamente del Estado burgués para el control de las resistencias a su  hegemonía en las poblaciones, más eficaces que la represión corporal directa, a través de prácticas individualizantes y tecnologías del yo (de inducir acciones modificadoras sobre uno mismo), que producen la autodominación, el autogobierno (el control de sí) o la autonormalización (adecuación a las normas fijadas), convirtiendo así a los individuos en cuerpos dóciles y útiles al orden instituido.  Dentro de estas formas de sujeción individualizantes, ubicamos a la autoeducación andragógica pese a sus revestimientos retórico-discursivos actuales de “liberación de la minorización de los adultos”, encubridores de su acción disciplinaria individualizadora.

En su análisis del texto sobre la Ilustración de Kant,  Foucault (1991), enuncia la necesidad de realizar la referida ontología del presente:

La cuestión que a mi juicio surge por primera vez en este texto de Kant es la cuestión del presente, la cuestión de la actualidad: ¿qué es lo que ocurre hoy?, ¿qué es lo que pasa ahora?, ¿qué es ese ‘ahora’ en el interior del cual estamos unos y otros y que define el momento en el que escribo? (p. 191)

Él emprendió sus voluminosos estudios arqueológicos y genealógicos en torno a la ontología de nosotros mismos con base principalmente en la constitución moderna de los individuos como sujetos.  Asumiendo la noción de sujeto en sus dos sentidos, como individuo gobernado en su subjetividad o sujetado por sí mismo (autogobernado), y como individuo implicado en dispositivos de sujeción de poder-saber que controlan otros.  De aquí que investigue cómo se han constituido los sujetos de saber  con respecto a los regímenes de la “verdad” o conocimiento; como sujetos éticos con relación a los regímenes de disciplinamiento moral, y como sujetos normalizados o dominados con respecto a los regímenes de poder.

Ello implicó considerar a los sujetos modernos, junto a sus agrupamientos poblacionales, como constituidos por las prácticas de individuación masivas. Prácticas que suponen un saber individual a través de técnicas como, por ejemplo,  la examinación (médica, psicológica, psiquiátrica, escolar, etcétera), que permite encuadrar o capturar a cada quién y clasificarlo  para disciplinarlo en instituciones panópticas (escuelas, cárceles, cuarteles, manicomios, hospitales, etcétera), con base en compararlos con las normas (“lo normal”) o los estándares establecidos para el ejercicio del control. Prácticas individuantes a partir de las cuales se ven los individuos a sí mismos y son vistos por los otros. Estas prácticas hacen de ellos objetivaciones que conducen a divisiones o separaciones: entre el loco y el cuerdo, el enfermo y el saludable, el normal y el anormal, el infractor y el observante, y, agregamos nosotros, entre el joven y el adulto.

Hay un autor contemporáneo, Zygmunt Bauman, que ha caracterizado esas oposiciones binarias de la Modernidad, como ambivalencias en su texto Modernidad y ambivalencia (2005), y las considera como afortunadas contradicciones que limitan el ejercicio del poder ya que para él, la Modernidad lucha contra la ambivalencia con el expreso propósito de que al dividir y separar pueda imponer sus clasificaciones en todos los ámbitos de la sociedad.  Así, la ambivalencia aparece debido a la imposibilidad de imponer el orden de poder absoluto gracias a las oposiciones o contradicciones que a su vez genera. Foucault ha señalado al respecto que el poder genera resistencia, “allí donde hay poder hay resistencia”(1985 p.116).

Por ello, las instituciones disciplinarias o normalizadoras modernas ya señaladas, forjadas con base en la imposición de esas clasificaciones, serán signadas por la ambigüedad que les es congénita pese a sus recurrentes esfuerzos de poder por anularlas, como es el caso de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (UNESR), en sus recurrentes crisis por la ambivalencia que la cruza institucionalmente.

De nada les valdrá recurrir discursivamente de manera reiterada a presuntos orígenes inmaculados política e ideológicamente   inexistentes (no olvidemos que el pretexto de su “experimentalidad andragógica” surge de la manifiesta intencionalidad de la gubernamentalidad en la Ley de Universidades de 1970 vigente, de impedir nuevas universidades autónomas y democráticas luego del allanamiento policial-militar de las existentes en 1969 por el accionar crítico y contestatario de sus estudiantes y profesores en la Renovación Académica de 1968), o a idealizaciones de técnicas educativas disciplinarias convertidas en presuntos “principios” de la andragogía para exorcizar la “contaminación juvenil” o “pedagógica” de sus retóricos supuestos de la educación de la adultez (principalmente los supuestos de su potencial autodisciplina y autogobierno, o sus sinónimos,  para mayor paradoja); ni forjar una falsa historicidad desde el artificio de crear un objeto (la andragogía) con continuidad lineal en el tiempo basándose para ello en nombrar y citar algunas referencias alemanas y estadounidenses, y de sus dependientes traductores nativos, ejemplos de la colonialidad que ha campeado en estos predios, de quienes han usado en el pasado esa noción, cuando eso no provee de sustentabilidad argumentativa alguna desde que las historicidades lineales y alineadas fueron socavadas e impugnadas por la historicidad posestructuralista o posmoderna.

Tampoco creemos que se pueda socorrer a la andragogía tratando de hacer un salto mortal en el aire sin red para asirse del trapecio salvador  resbaladizo de la educación popular o de la educación liberadora freireana. ¿Cómo vincular sin eclecticismo y sin dialécticas vergonzantes epistémica o epistemológicamente  matrices o paradigmas radicalmente contrapuestos en esos planos? A menos que se abuse del vulgar recurso de manipulación ideológica de “ingenuos” e indigno de la condición de la inteligencia universitaria, de aquella monserga del sentido común de “tomar lo bueno de ambos”.

Lo que parece proceder si en verdad se desea la transformación radical de la UNESR, es la asunción de la discusión abierta y fundamentada universitariamente en el pensamiento reflexivo e informado, de pensarse a sí misma desde el pensamiento crítico que dice reivindicar, poniendo todo en debate, desde las presuntas “herencias” ( a las que hay que estar dispuesto a renunciar para “salvarse” a la vieja y noble usanza dignificadora) y supuestos sustentadores, hasta las practicaciones cotidianas, democráticamente y garantizando que todos participen, no tan solo consultándoles manipuladoramente,  en las decisiones finales de los cambios a asumir.

Referencias

Bauman, Z.  (2005). Modernidad y ambivalencia. Barcelona: Editorial Anthropos.

Foucault, M. (1985). Historia de la sexualidad (I). La voluntad de saber.  México: Editorial  Siglo XXI.

__________  (1986).  Por qué hay que estudiar el poder: la cuestión del sujeto. En Mills W. y otros. Materiales de sociología crítica.  Madrid: Ediciones La Piqueta.

__________ (1991). Saber y poder. Madrid: Ediciones La Piqueta.

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