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Libro(PDF): Conflictos territoriales y territorialidades en disputa: Re-existencias y horizontes societales frente al capital en América Latina

Reseña: CLACSO 

*Disponible sólo en versión digital

El presente libro colectivo que nos propusimos gestar y que ahora presentamos, tiene por objeto compendiar y difundir los avances de los procesos de diálogo de saberes y construcción de conocimiento que hemos ido produciendo en torno a las problemáticas territoriales en nuestra región, en términos de tensiones, transformaciones y re-existencias territoriales; territorios en disputa: territorialidades hegemónicas y territorialidades insurgentes.

Autor: Pabel López. Milson Betancourt. [Coordinadores]

Pabel López. Milson Betancourt. Carlos Walter Porto Gonçalves. Maristella Svampa. Valter do Carmo Cruz. Paola Bolados García. Carmela Cariño Trujillo. Marielle Palau. Leonardo Tamburini. Beth Geglia. Alejandro Retamal Maldonado. Juan Wahren. Leandro Bonecini de Almeida. Bárbara Jerez Henríquez. Alessandro Peregalli. Emiliano Teran Mantovani. [Autoras y Autores de Capítulo]

Editorial/Edición: CLACSO.

Año de publicación: 2021

País (es): Argentina

ISBN: 978-987-722-901-1

Idioma: Español

Descarga: Conflictos territoriales y territorialidades en disputa: Re-existencias y horizontes societales frente al capital en América Latina

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2363&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1537

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Defender el mañana: la crisis climática y amenazas contra defensores de la tierra y el medio ambiente

Fuente: Global Witness

Durante años, las personas defensoras de la tierra y el medio ambiente han estado en la primera línea de defensa en contra de las causas e impactos del colapso climático. 

La crisis climática es posiblemente la mayor amenaza global a nuestra existencia. A medida que aumenta, muchos de los otros serios problemas en el mundo actual, empeoran – desde la desigualdad económica hasta la injusticia racial y la propagación de enfermedades zoonóticas.

Durante años, las personas defensoras de la tierra y el medio ambiente han estado en la primera línea de defensa en contra de las causas e impactos del colapso climático. Una y otra vez, han desafiado a industrias irresponsables que arrasan descontroladamente bosques, cielos, humedales, océanos y zonas de biodiversidad en riesgo.

Descargue el informe completo Defendiendo el Mañana: La crisis climática y amenazas contra defensores de la tierra y elmedio ambiente (12.1MB, PDF)

Descargue el informe completo Defendiendo el Mañana: La crisis climática y amenazas contra defensores de la tierra y el medio ambiente (6.37MB, PDF)

Sin embargo, a pesar de la evidencia contundente sobre la importancia de su rol y los incesantes peligros que enfrentan, numerosas empresas, financiadoras y gobiernos, fallan en proteger su importante y pacífica labor.

Nuestro informe anual sobre asesinatos de personas defensoras de la tierra y el medio ambiente de 2019, muestra el número más alto de muertes en un solo año hasta la fecha. 212 personas defensoras de la tierra y el medio ambiente fueron asesinadas en 2019, un promedio de más de cuatro personas por semana.

HALLAZGOS RELEVANTES

Asombrosamente, más de la mitad de los asesinatos reportados el año pasado ocurrieron en dos países: Colombia y Filipinas.

Ambos países han registrado un aumento de ataques contra personas defensoras de la tierra y el medio ambiente desde 2018. En 2019 los asesinatos en Colombia alcanzaron los 64 activistas – el número más alto jamás registrado por Global Witness en el país. Informes muestran un aumento drástico de asesinatos a líderes comunitarios y sociales en dicho país en los últimos años.

La Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha señalado varias razones por las que la ola de violencia ha incrementado, entre ellas, los desafíos en la implementación del Acuerdo de Paz de 2016, incluyendo la reforma agraria y los programas para incentivar el cambio de cultivos ilegales a cosechas legales. Los movimientos resultantes de las dinámicas de poder interno están impulsando una mayor violencia.

Desde el 2018, Filipinas se ha vuelto cada vez más mortal para los activistas, y ha sido constantemente señalado como uno de los peores lugares en Asia por sus ataques a defensores.

Pero las cosas empeoraron aún más en 2019 con el incremento de asesinatos a 43. El implacable desprestigio de las personas defensoras por parte del gobierno, así como la impunidad generalizada de sus atacantes, podrían estar impulsando dicho aumento.

Más de dos tercios de los asesinatos ocurrieron en América Latina, clasificada constantemente como la región más afectada desde que Global Witness comenzó a publicar datos en 2012. En 2019 solo en la región amazónica ocurrieron 33 muertes. Casi el 90% de los asesinatos en Brasil fueron en la Amazonía. En Honduras, los asesinatos aumentaron de cuatro en 2018, a 14 el año pasado, convirtiéndose en el país per cápita más peligroso de 2019.

La minería fue el sector más letal, con 50 defensores asesinados en 2019. Las agro-empresas continúan causando destrucción, con 34 defensores asesinados, 85% de los cuales fueron registrados en Asia. La tala fue el sector con el mayor aumento de asesinatos a nivel mundial desde 2018, con un 85% más de ataques registrados contra defensores que se oponen a dicha industria y 24 personas defensoras asesinadas en 2019.

Europa sigue siendo la región menos afectada, con dos personas asesinadas en 2019 – ambas trabajaban para detener la tala ilegal en Rumania. Los pueblos indígenas siguen estando en mayor riesgo de represalias, con un 40% de víctimas pertenecientes a comunidades indígenas. Entre 2015 y 2019, más de un tercio de los ataques letales fueron contra pueblos indígenas ­– a pesar de representar tan solo el 5% de la población mundial.Más de 1 de cada 10 personas defensoras asesinadas eran mujeres. A menudo, éstas son la columna vertebral de su comunidad, y tienden a asumir mayor responsabilidad de cuidado de la niñez y familiares mayores, a la vez que tratan de ganarse la vida y trabajar como activistas. Las mujeres que actúan y alzan la voz pueden también enfrentar amenazas específicas a su género, incluida la violencia sexual. Si otros miembros de su hogar son defensores, también pueden convertirse en objetivos.

DEBEMOS SEGUIR A LOS LÍDERES EN PRIMERA LÍNEA CONTRA LA CRISIS CLIMÁTICA

En promedio, cuatro defensores han sido asesinados semanalmente desde diciembre de 2015 – el mes en que se firmó el acuerdo climático de París, rodeado de esperanzas por una nueva era de progreso climático. Muchos más son silenciados con ataques violentos, arrestos, amenazas de muerte, violencia sexual o demandas judiciales.

Las agro-empresas y el petróleo, el gas y la minería han sido los principales impulsores industriales de este conflicto – y, a medida que talan nuestros bosques e inyectan dióxido de carbono a nuestra atmósfera, son también los sectores que nos empujan cada vez más hacia el implacable cambio climático.

Las personas defensoras de la tierra y el medio ambiente juegan un papel vital en la protección de estos bosques y ecosistemas  en riesgo climático crítico.

Investigaciones recientes muestran que comunidades indígenas y locales en todo el mundo están a cargo de bosques que contienen el carbono equivalente a 33 veces nuestras emisiones anuales. Incluso si esta cifra es impactante, probablemente sea una subestimación.

Al mismo tiempo, investigaciones indican con claridad que las tierras a cargo de pueblos indígenas tienen menores tasas de deforestación y mejores niveles de conservación que zonas de protección que los excluyen.

El lado oscuro de estos hechos es que las comunidades indígenas también sufren un número desproporcionado de ataques contra defensores. La desprotección en su tenencia de la tierra, las prácticas comerciales irresponsables y las políticas gubernamentales que priorizan las economías extractivas a costa de los derechos humanos, están poniendo en riesgo a estas personas y sus tierras.

El abordaje de estas problemáticas debería encabezar los esfuerzos mundiales para hacer frente al cambio climático. Pero tal como están las cosas, corremos el riesgo de perder una gran oportunidad.La pregunta para todos nosotros es si queremos construir un futuro mejor y más verde, para nuestro planeta y las personas. La respuesta está en las campañas y soluciones que las personas defensoras de la tierra y el medio ambiente han ido mejorando generación tras generación.

RECOMENDACIONES

Debemos escuchar las demandas de las personas defensoras de la tierra y el medio ambiente, y amplificarlas.

Inspirados en su valentía y liderazgo, debemos presionar a los que están en el poder (empresas, financiadoras y gobiernos) para abordar las raíces del problema, apoyar y proteger a los defensores, y crear normativas que garanticen que los proyectos y operaciones se lleven a cabo con debida diligencia, transparencia y consentimiento previo, libre e informado.

Tú también puedes ayudar.

La agricultura a gran escala, la minería y la tala continúan ocasionando la mayoría de ataques contra personas defensoras del medio ambiente en todo el mundo.

Pero no tiene por qué ser así – estamos exponiendo a las empresas con prácticas irresponsables y a aquellas que las financian, instándolas a que tomen medidas para garantizar que sus operaciones no dañen nuestro medio ambiente ni a quienes se levantan para protegerlo.

Únete a nuestra campaña, defiende a las y los defensores de la tierra y el medio ambiente, amplifica sus causas y sus voces mientras nosotras trabajamos para el desarrollo de mejores normativas que regulen la actividad destructiva y devastadora del medio ambiente que ocasionan dichas empresas.


Banner image credit: Benjamin Wachenje / Global Witness

Fuente e imagen:  Global Witness

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Uruguay: El texto de bienvenida al Instituto de Genero y Tecnologías para Defensoras de la Tierra

Instituto de Genero y Tecnologías para Defensoras de la Tierra

Que imaginación pudo inventar la infraestructura de la milpa,
la revuelta de la hierba contra el cemento,
la rebelión del diente de león,
Que fuerza sacude las paredes hasta que se fisuran,
Que hace que las ramas del árbol vuelvan a crecer cuando han sido cortadas, 
Que disimula los pasajes entre la muerte y el nacimiento? 
Quien lidera la revolución de la tierra?”

Se adapto y tradujo un extracto del poema de Susan Saxe, Una pregunta estúpida (aunque el IGT era un espacio seguro en el cual no habían preguntas estúpidas 😉

Bienvenidas al quinto Instituto de Genero y Tecnología

Aquí estamos cara a cara, ojos mirándose, corazones humildes y ansiosos, hubo mucha conspiración y amor por parte de muchas personas para que pudiéramos encontrarnos hoy aquí, FRIDA, Mama Cash, Amnesty International, Via Campesina, Fondo de Accion Urgente LAC, JASS, Fondo Centroamericano de Mujeres, Protection International, Tecnicas Rudas, Luchadoras, Laboratorio de Interconectividades y las compañeras de Ciberseguras.

A veces solo podemos pensar en las personas que nos odian y nos atacan por ser quienes somos y hacer lo que hacemos, a veces nos olvidamos de todas esas personas que no conocemos y que se preocupan por nosotras, nos desean lo mejor y nos apoyan de mil maneras … somos muchas

Este encuentro es un acercamiento para pensar los territorios desde nuestras practicas y nuestros feminismos varios, defendemos los territorios y las redes de la vida, defendemos conocimientos antiguos y creamos mundos nuevos, unos cuerpos libres, una internet libre, desarrollamos y mantenemos tecnologías liberadoras y apropiadas,

Sabemos que la diversidad debe primar, la diversidad de los ecosistemas y de los sistemas técnicos; en este IGT vamos a crear puentes y tejer alianzas entre la soberanía de nuestros cuerpos, la soberanía alimentaria, y la soberanía tecnológica, estas alianzas insospechadas son también nuestra forma de luchar en contra de la alianza criminal entre capitalismo y patriarcado

Todas compartimos otros puntos en común, la necesidad de comunicar e informar, como defensoras y activistas, tenemos que poder comunicar con nuestras redes de soporte y aliadas, colectar pruebas y testimonios,documentar nuestras memorias, explicitar lo que hacemos, porque lo hacemos, para que nuestras reflexiones, peticiones, propuestas y acciones colectivas, lleguen a mas gente, para que nuestras luchas tan necesarias para transformar, cambiar y salvar el mundo no se queden sin voz, sin espacio donde construir.

Pero deberíamos contar con otras tecnologías, algo mejor que lo que hoy en día llamamos «tecnologías de información y comunicación» (TIC). Estas cajas negras en las que se han convertido las televisiones que antes eran de bulbos y ahora son “inteligentes”; las radios que se movían libres en el espectro electromagnético, un bien común, libre como el viento y las estrellas y que ahora se privatiza para mandar mensajes de whatsapp;

El nacimiento de nuevas tecnologías que nos llegan de desecho; la enajenación por formas de vida desconectadas en la era de la conectividad; Un móvil que es una computadora , una computadora que se vuelve obsoleta en un abrir y cerrar de ojos, unas tabletas de pantallas oscuras, unos dispositivos conectados a internet que nos cuantifican, menosprecian, controlan, rastrean y vigilan.

En este IGT vamos a conversar y politizar nuestras practicas con las tecnologías de información y comunicación, sus costes psicológicos, sociales, políticos, ecológicos y económicos.

Para tener esta conversación vamos a convocar a todas las que están siendo explotadas por un sistema inhumano, un sistema que considera las vidas como desechables, nos encontraremos en las ciudades que habitan; territorios en los que la epidemia de los feminicidios continua creciendo, podremos un pie en las fronteras y zonas económicas especiales para alimentar un ecosistema tecnológico global distorsionado. Vamos a hablar largamente del impacto sobre el planeta, los ríos, los animales, las plantas, los bosques…

La dominación de los cuerpos de las mujeres así como de la tierra por la tecnología esta asociada a la mal llamada revolución científica. Como nos recuerda Silvia Federici, la mecanización del cuerpo también supuso la represión de los deseos, las emociones y las otras formas de comportamiento sensibles que habían de ser erradicadas. La identidad capitalista surge de ese conflicto entre la mente y el cuerpo, llevando a transformar el cuerpo y el territorio como si se tratase de realidades ajenas.

La mecanización creciente de la cultura occidental llevo las maquinas a remplazar la tierra cuidadora y cósmica. Estas nuevas imágenes de control y dominación de la naturaleza llevaron a construir autorizaciones culturales para legitimar su despojo, liberando los procesos de comercialización e industrialización, permitiendo y fomentando las actividades de explotación mineras, de drenaje, de deforestación y de contaminación.

Hasta finales del siglo 20, cada generación a través de la historia ha vivido con la certeza tacita de que existirían generaciones futuras. Todas partían del presupuesto que sus hijos, y las hijas de sus hijas caminarían en esta misma tierra, bajo este mismo cielo. Esta certitud esta por ahora perdida, sean cual sean nuestras decisiones políticas por venir.

Esta perdida, no se puede medir o entender, y conlleva una realidad y un dolor psicológico esencial para entender nuestros tiempos. Las reacciones a esta perdida conllevan una mezcla de sentimientos diversos: terror, enfado, culpabilidad, tristeza y mucho dolor.

Un elemento que pesa mucho en nuestros activismos y militancias es tener que convencer a las personas ajenas, las no convencidas, las neutrales, las apoliticas de que lo que hacemos es importante para todas, no lo hacemos solo para nosotras, trabajamos en una óptica y una defensa del bien estar y el buen vivir para todas, entre la propiedad comunal de la tierra y la gestión de una cultura libre para una internet libre existen muchos puentes …

Tenemos que enfrentarnos no solo a las instituciones corruptas, los gobiernos saqueadores, las multinacionales e empresas criminales, si no también a veces, a nuestros familiares, amigos, conocidos, compañeros quienes siguen cautivos de sus miedos, a veces, prefieren oponerse activamente a nuestro trabajo y a nuestras propuestas para cambiarlo todo.

Hace falta mucha empata en este mundo para poder sanar todos estos miedos, las personas que no quieren mojarse y se quedan en su zona de confort, fuera de los problemas que vamos señalando y de las soluciones que vamos proponiendo, puede que las razones de estas personas sean causadas por el miedo a sufrir, el miedo a parecer al servicio del imperio, el miedo a ser anti desarrollista, el miedo a se disidente y romper la comunidad, el miedo a parecer fatalistas o mórbidos, el miedo a parecer estúpidos, el miedo a sentirse culpables, el miedo a causar angustia, el miedo a provocar catástrofes , el miedo a parecer demasiado emocional, el miedo a ser protagonista, el miedo a perder y el miedo a no regresar, el miedo a equivocarse…

Que es lo que nos permite sentir pena por nuestro mundo, por nuestro planeta? Y que es lo que descubrimos cuando caminamos por la senda de esa tristeza? Descubrimos la interconexión con la vida y con todos los otros seres. Es la red viva a partir de la cual nuestra individualidad , nuestras existencias distintas, se vuelven interconectadas, entrelazadas. Nuestras vidas se despliegan mas allá de nuestra piel, existen en interdependencia radical con el resto del mundo. Existe una red viva entre todos los sistemas naturales (cuerpos, territorios, naturaleza y maquinas como tecnologías apropiadas).

El punto de vista científico occidental mecanicista se basa en una comprensión del mundo como si estuviera compuesto por entidades distintas y separadas: los átomos, las rocas, las plantas, los seres humanos, pero el planeta es sistémico y sinérgico, somos sistemas entrelazados y la vida siempre se auto-organiza en sistemas de redes fluidas y abiertas en las cuales las varias partes trabajan las unas con las otras, pueden las unas con otras, no trabajan en contra las unas de las otras, no tienen sentido en sistemas de dominación. Los sistemas de vida evolucionan con flexibilidad abriendo sus entornos a corrientes de materia, energía e información.

En este IGT vamos a analizar las partes oscuras de las tecnologías, pondremos en común nuestras estrategias y tácticas de resistencia y mitigación y vamos a explorar, descubrir y pensar como desarrollar entre todas las tecnologías que nos merecemos…

La tecnología que nos gusta y que queremos compartir es la que diseña, desarrolla, distribuye y sueña tecnologías que brindan bienestar y buen vivir, las que no perpetúan o crean más injusticia. Versionar la revolución ética y política en pos de la soberanía alimentaria, crear y consumir productos justos y de cercanía. Las tecnologías apropiadas son las que se desarrollan en una comunidad que elige el nivel, o el grado de tecnologías, que necesita y que toma en cuenta las maneras y los procesos de desarrollo para poder caminar hacia tecnologías liberadoras.

Vamos a abordar juntas el tema de las tecnologías apropiadas como eco resonante de ese horizonte utópico hacia el cual queremos caminar. Seguimos con ganas de ir a ese lugar donde se hablan idiomas desconocidos, vocabularios que no existen, gramáticas que no encajan.

Quedan tantos mundos por crear. Para tumbar al capitalismo alienígena tenemos que poder imaginar futuros que no sean distópicos, futuros en los que jugar a construir nuestras tecnologías apropiadas sea común y felizmente banal.

Fuente: https://donestech.net/noticia/texto-bienvenidas-al-instituto-de-genero-y-tecnologias-para-defensoras-de-la-tierra

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El planeta necesita indígenas para guardar sus tierras

Por: Manipadma Jena/Ecoportal

La preservación de las culturas indígenas, sus conocimientos tradicionales y la gestión sostenible de sus recursos, aun ayudándolos a acceder, a elegir y a priorizar las vías de desarrollo para que no queden rezagados, ha sido un desafío para los gobiernos de todo el mundo.

El maestro Ramakrushna Bhadra tenía un desafío enorme en la escuela primaria rural Hatrasulganj Santhal, en el oriental estado indio de Bengala Occidental, hasta que decidió aprender la lengua indígena.

“Al mostrarle la fotografía de un cuervo en un libro, entono ‘kaak’, en bengalí, la lengua estadual. Muchos repiten a coro la palabra, pero los santhalis de primer grado quedan con la mirada perdida. Solo lo conocen por ‘koyo’”, relató Bhadra.

“Con gusto lanzan las canicas para contar, pero si les preguntas cuánto contaron, se quedan callados porque en su lengua materna, uno es ‘mit’ y dos es ‘bariah’, muy distinto del bengalí, ‘ek’ y ‘du’”, añadió.

Para la comunidad santhal, la mayor de Bengala Occidental, el bengalí es una lengua extranjera; por eso al comenzar la escuela, los nuevos alumnos no aprenden nada, pierden interés y abandonan para ir con sus padres en la migración estacional. Eso genera un analfabetismo que no hace más que perpetuar el ciclo de pobreza.

India aprobó una ley que declara que la educación es un derecho constitucional de todos los niños y niñas de seis a 14 años. La norma también procura reducir el abandono escolar de las minorías étnicas, dispone la enseñanza en su lengua materna en primaria y crea escuelas residenciales gratuitas en áreas tribales, como le dicen a los indígenas en este país.

Con una población de 8.000 personas y solo tres por ciento de mujeres alfabetizadas, la comunidad dongria kondh, en el vecino estado de Odisha, cuenta con una escuela residencial gratuita solo para niñas en el distrito de Rayagada, creada por el gobierno en 2008.

La inscripción y la retención de las niñas requiere de un esfuerzo continuo, pero las más grandes, que hace años que están escolarizadas, se alejan de sus raíces y se avergüenzan de sus peinados y atuendos tradicionales únicos.

De los 370 millones de indígenas que hay en 70 países, India concentra 700 grupos étnicos distintos, unas 104 millones de personas.

Para ello es fundamental, y lo más cercano a una solución, concederles derechos consuetudinarios a la tierra, así como a los recursos que se encuentran en ella.

Los recursos y los territorios ancestrales tienen una importancia fundamental para su estilo de vida, su sustento, su cultura y su religión y, de hecho, para su supervivencia física y cultural colectiva como comunidad.

El gobierno tiene varios programas específicos para las comunidades indígenas en materia de educación, medios para ganarse la vida, cuotas educativas y laborales, así como un presupuesto enorme para la seguridad alimentaria, cuyo objetivo es reducir la visible brecha económica entre ellas y el resto de la población.

“La mala implementación de los programas existentes en las regiones tribales hace que no solo la pobreza siga excepcionalmente alta en esa regiones, sino que su disminución ha sido mucho más lenta que en todo el país”, según el informe nacional de la Comisión de Planificación, ahora llamada Niti Aayog.

La discriminación, la apatía oficial y la falta de sensibilidad a los estilos de vida tribales, además de la corrupción generalizada, la falta de justicia y respeto por la dignidad humana y la marginación política fortalecieron el extremismo en varias regiones tribales de India.

En este país, la mayoría de los pueblos indígenas viven en la selva profunda que encima de ricos depósitos de hierro, bauxita, cromita, carbón y otros minerales, muy codiciados por el gobierno y las mineras.

Foto: Uno de los pueblos con menor contacto con el mundo exterior, la comunidad bonda, forma parte del corredor Rojo, donde están activos los insurgentes de extrema izquierda y donde los planes del gobierno en materia de educación, salud y saneamiento han tenido muy poco impacto. Crédito: Manipadma Jena/IPS.

La Constitución de India preserva el derecho al autogobierno y a la autonomía a los indígenas sobre sus territorios. Incluso, el consejo de aldea tiene la última palabra en las decisiones, aun por encima de la del gobierno en lo que respecta al uso de los recursos, en especial en el marco de la Ley de Derechos Forestales, de 2006, y de la Ley de Compensación Justa y Transparencia en la Adquisición de Tierras, Rehabilitación y Reasentamiento, de 2013.

Pero el poder de la aldea se ve subvertido cada tanto por las empresas y las agencias gubernamentales, concluyeron numerosos estudios.

La falta de reconocimiento y de protección de los derechos a la tierra y los recursos naturales, en especial la selva, es una de las principales causas de conflictos y del malestar que perturban a la mayoría de los proyectos de infraestructura, lo que con el tiempo lleva a la interrupción de proyectos y a la pérdida de miles de millones de dólares.

Los grupos étnicos se volvieron en cierta forma más conscientes, pero además la Corte Suprema de India sigue de cerca el respeto de sus derechos a la tierra y a la selva. Eso marcó una diferencia enorme en la última década. El asunto ha estado en el tapete porque las organizaciones de la sociedad civil, tanto locales como internacionales, mantienen las protestas y el debate abierto.

Hasta el censo de 2011, más de la mitad de la población indígena de India se había ido a vivir a las ciudades, en un entorno totalmente distinto a su estilo de vida, más en contacto con la naturaleza. Las principales causas de la migración han sido la pobreza, los desplazamientos derivados de proyectos de infraestructura y la pérdida de su sustento al no tener acceso a la tierra y a las selvas.

En la aldea de Kadaraguma, en lo alto de las colinas de Rayagada, Kone Wadaka, de 66 años, busca una heredera para pasarle su rico conocimiento sobre plantas medicinales. Ella heredó de su padre, un curandero del clan dongria kondh, el conocimiento oral que pasó de generación en generación.

De adolescente, Wadaka acompañaba a su padre durante días y aprendió a identificar hojas y raíces para evitar la concepción, aliviar ataques y convulsiones, curar heridas y calmar el dolor. Y ya de joven quiso tomar la posta del conocimiento familiar.

Como la selva está cada vez más lejos de la aldea y se talan los árboles para dar lugar a plantaciones comerciales de madera, Wadaka teme que de no encontrar pronto una heredera adecuada, el invalorable conocimiento muera con ella. Le apena que su pueblo pierda algo que le perteneció durante generaciones.

La Agenda 2030 de desarrollo sostenible, cuyos objetivos clave siguen siendo construir sociedades inclusivas, buscar el empoderamiento de los pueblos indígenas garantizando sus derechos a la tierra, a la igualdad de educación y de capacitación, duplicar los ingresos y la productividad de los pequeños emprendimientos agrícolas e impulsar a los Estados para que incluyan a los líderes indígenas en las subsiguientes revisiones del progreso del país.

Fuente: https://www.ecoportal.net/temas-especiales/planeta-necesita-indigenas-guardar-tierras/

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Pide CNDH a autoridades diseñar políticas de cuidado al ambiente

23 Abril 2017/Fuente:imparcialoaxaca /Autor:Excelsior

En el Día de la Tierra, la CNDH emitió dos recomendaciones, en las que urge a las autoridades a diseñar políticas para la preservación del ambiente

En el Día Internacional de la Madre Tierra 2017, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) emitió dos recomendaciones, en las que urge a los tres niveles de gobierno a diseñar e implementar políticas públicas para la preservación del medio ambiente.

Mediante la Recomendación General 26/2016 y la 10/2017, este organismo enfatizó la importancia de que diversas autoridades, en el ámbito de sus respectivas competencias, implementen medidas para preservar los recursos naturales del país.

Tales iniciativas deben estar enfocadas en diseñar e impartir cursos integrales de educación sobre los derechos humanos a un medio ambiente sano, al agua y al saneamiento, a efecto de cumplir con la máxima aspiración de hacer realidad y efectiva la dignidad humana, agregó.

La CNDH recalcó la importancia de la educación ambiental como medio para impulsar el cuidado y la preservación del equilibrio ecológico, así como la consolidación de una cultura de respeto a los derechos humanos.

La naturaleza provee a las personas de alimentos, agua y recursos indispensables para vivir con dignidad; por tanto, su detrimento pone en riesgo la realización de distintos derechos humanos, como al agua y a un medio ambiente sano, alertó.

Las acciones, subrayó, para remediar los efectos del cambio climático, la conservación y uso sostenible de los océanos y la protección y restablecimiento de los recursos terrestres constituyen tres de los 17 objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Recordó que la Asamblea General de ONU emitió, en 2009, la resolución 63/278, en la que reconoció que la Tierra y sus ecosistemas son nuestro hogar y determinó conmemorar el 22 de abril de cada año como Día Internacional de la Madre Tierra.

Lo anterior, con la intención de alcanzar un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras, y al considerar que es necesario promover la armonía con la naturaleza y la tierra.

Para este año, la campaña conmemorativa se denomina “Alfabetización medioambiental y climática”, por la cual se busca sensibilizar sobre la importancia del conocimiento en la protección del medio ambiente.

Información de Excelsior

Fuente de la noticia: http://imparcialoaxaca.mx/nacional/iq9/pide-cndh-a-autoridades-dise%C3%B1ar-pol%C3%ADticas-de-cuidado-al-ambiente

Fuente de la imagen: http://media.imparcialoaxaca.mx/imagenes/large/58fbc68fa20541d911ffb3ab.jpg

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Carta a los movimientos populares

Carlos Ayala Ramírez

Hace unas semanas se realizó en la ciudad de Modesto, California, el IV Encuentro Regional de Movimientos Populares, que lucha por las tres “t”: “tierra, techo y trabajo”. Asistieron más de 600 delegados de 12 países; entre ellos, El Salvador, Guatemala y México. En el Encuentro se incluyeron dos temas que preocupan al país huésped: la inmigración y el racismo. El papa Francisco, quien tiene gran estima y esperanza en esta fuerza ciudadana popular, envió una carta a los participantes, de la cual queremos destacar su carácter y contenido.

Sus primeras palabras son de alegría y elogio al ver el trabajo conjunto que realizan estos grupos por la causa de la justicia social. En esta línea, expresa su deseo de que “en todas las diócesis se contagie esta energía constructiva, que tiende puentes entre los pueblos y las personas, puentes capaces de atravesar los muros de la exclusión, la indiferencia, el racismo y la intolerancia”. En la misiva se recuerda que la mayoría de hombres y mujeres de nuestro tiempo vive precariamente el día a día. Esto como consecuencia de un sistema en crisis “que causa enormes sufrimientos a la familia humana, atacando al mismo tiempo la dignidad de las personas y nuestra Casa Común para sostener la tiranía invisible del dinero que solo garantiza los privilegios de unos pocos”.

Frente a la realidad destructiva del sistema, el mensaje del papa destaca lo decisivo que es la participación protagónica de los pueblos al momento de los análisis y propuestas sobre los principales problemas que les afectan. En este sentido, la epístola hace dos llamados. Primero, a estar atentos a los signos de los tiempos, “ya que algunas realidades del mundo presente, si no son bien resueltas, pueden desencadenar procesos de deshumanización difíciles de revertir más adelante”. Y segundo, a no quedarnos “paralizados por el miedo, pero tampoco quedar aprisionados en el conflicto. Hay que reconocer el peligro, pero también la oportunidad que cada crisis supone para avanzar hacia una síntesis superadora”.

Y en la línea de conseguir una síntesis superadora que despierte a la verdadera humanidad, el papa remite a un principio radicalmente novedoso, presente en la parábola del buen samaritano, que resume el corazón mismo del Evangelio: la opción por la projimidad. Y lo explica así: “Hoy resuena en nuestros oídos la pregunta que el abogado le hace a Jesús en el Evangelio de Lucas: ‘¿Y quién es mi prójimo?’. ¿Quién es aquel al cual se debe amar como a sí mismo? […] ¿serán mis parientes? ¿mis connacionales? ¿aquellos de mi misma religión?”. Son estas las preguntas de alguien al que solo le interesa saber a quién amar y a quién puede excluir de su amor. El texto examinado en la carta constituye todo un itinerario para la acción organizada que surge ante el sufrimiento ajeno.

La parábola elige bien a los personajes: dos profesionales del templo (un sacerdote y un levita) y un hereje a quien cualquier judío piadoso debía evitar (el samaritano). “En el camino de Jerusalén a Jericó, el sacerdote y el levita se encuentran con un hombre moribundo, que los ladrones han asaltado, robado, apaleado y abandonado […] ambos pasan de largo sin detenerse. Tenían prisa”. La parábola comienza ejemplificando una realidad que puede darse en un mundo deshumanizado: la indiferencia ante el sufrimiento ajeno. Esto ocurre, según Francisco, en la sociedad actual. En ella, “se mira al que sufre sin tocarlo, se lo televisa en directo […], pero no se hace nada sistemático para sanar las heridas sociales ni enfrentar las estructuras que dejan a tantos hermanos tirados en el camino”.

Frente a cualquier ser humano abatido por el empobrecimiento, la violencia o la desesperanza, la parábola plantea que solo hay una manera de “ser humano”. Y no es la del sacerdote o el levita, que ven al necesitado y dan un rodeo, sino la del samaritano: “Aquel sobre quien nadie habría apostado nada […], cuando vio al hombre herido, no pasó de largo como los otros dos, que estaban relacionados con el Templo, sino ‘lo vio y se conmovió’ […], venda las heridas de aquel hombre, lo lleva a un albergue, lo cuida personalmente, provee a su asistencia”. El ejemplo del samaritano compasivo, entonces, es presentado por el papa como el referente ineludible de movimientos e instituciones dedicadas a la consecución de la justicia para el pobre.

Finalmente, el papa pide a los movimientos populares firmeza para enfrentar dos realidades. La primera la formula así: “La crisis ecológica es real”. Por tanto, exhorta a defender la creación, a no desoír la voz de la ciencia ni la de la naturaleza. La segunda: “Ningún pueblo es criminal y ninguna religión es terrorista”. En consecuencia, “no existe el terrorismo cristiano, no existe el terrorismo judío y no existe el terrorismo islámico […] Ningún pueblo es criminal o narcotraficante o violento […]. Hay personas fundamentalistas y violentas en todos los pueblos y religiones, que […] se fortalecen con las generalizaciones intolerantes, se alimentan del odio y la xenofobia”.

Destinatarios de esta carta pueden considerarse, con toda propiedad, las personas y organizaciones que en El Salvador exigen se apruebe una ley que prohíba la minería metálica. Como se sabe, la defensa del medioambiente, el derecho al agua y el freno a la explotación minera son banderas del movimiento social salvadoreño.

Fuente del articulo: http://www.uca.edu.sv/noticias/texto-4649

Fuente de la imagen: http://files.montse-serrano.webnode.es/200000894-a4755a56f6/mov-populares_560x280.jpg

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Resistencia creativa en prácticas en torno a la alimentación: Una degustación desde la memoria histórica

Facundo Ferreirós
1.
Hace algún tiempo, desencantado por la falta de “novedad” en la producción académica escrita, me propuse explorar y ensayar nuevas formas de escritura. Esto me llevó a recuperar las experiencias (propias y ajenas) y encontrar en ellas la fuente de conocimientos que las más de las veces se escapan al ojo del intelectual. Llegué a la conclusión de que las prácticas y la memoria histórica poseen una potencia que casi siempre se mueve a mayor velocidad que la teoría y que ésta se empobrece cada vez que prioriza la erudición al conocimiento, y que el conocimiento es el esfuerzo colectivo de reconstruir las experiencias, siempre condicionadas por aspectos estructurales y coyunturales más amplios. Así, se va tejiendo una trama abigarrada de aspectos micropolíticos junto a condicionamientos políticos, históricos, sociales y culturales que se trasladan espacio-temporalmente en la memoria larga de los pueblos.
Esta memoria larga, en nuestro caso siempre colonial, dependiente y oprimida, se revisita creativamente en la memoria   corta   de  nuestra    propia    experiencia   cotidiana, signada por rebeldías, resistencias, y construcción de alternativas, como un magma proveniente de una placa tectónica subterránea que sale a la superficie de vez en cuando.
En este esfuerzo, me he propuesto para este artículo una metodología particular, que llamaré “escribir desde las experiencias”. Así, fui enlazando aspectos biográficos y genealógicos propios con los procesos históricos y sociales que se sucedieron en nuestro país, y en el mundo en general. Para esto, consideré dos dispositivos reflexivos: “la didactobiografía” propuesta por Estela Quintar, y el trazado de una genealogía propia, ambas como tareas descolonizadoras sobre mi propia subjetividad. Desde una perspectiva de Memoria Histórica, procuré articular las experiencias personales y familiares reconstruidas a diferentes dimensiones de análisis de la realidad histórico-social. Pero este ejercicio de memoria histórica no intenta promover una mirada nostálgica -como esos spam de Facebook en el que dicen “si no jugaste en la calle, no tuviste infancia” o “si sabes qué es el cassette, ponele like”-. No intento “afectar” moralmente a lectores ni sumirlos en la melancolía.
Todo proceso de reconstrucción de memoria histórica es un hecho político: lo que se desprende de este relato es cómo, en cuestiones  tan  cotidianas  como  la  alimentación, se fueron modificando prácticas culturales, valores sociales, conocimientos, encuentros intersubjetivos, es decir, de qué manera se ha modificado la relación con nosotros mismos, con los otros y con el mundo en nuestro país, al menos en los últimos 30 años. Y también de qué manera resistimos y reconstruimos creativamente desde nuestras culturas y territorios, prácticas saludables en torno a la alimentación. El resultado es el siguiente texto sobre la resistencia creativa en prácticas en torno a la alimentación.
 
2.
Nací en 1982. Se terminaba la dictadura en mi país y comenzaba a sentirse en el aire la rebeldía contra los militares en el poder y la alegría de visualizar el retorno a la democracia. Mi primera infancia se desarrolló en ese clima democrático-primaveral que no tardó en mostrar sus límites y fisuras.
En mi casa, se desayunaba y merendaba té o mate cocido y pan con manteca o mermelada. Sólo circunstancialmente, íbamos a “lo de Hugo”, el almacén de la vuelta de mi casa y compraba un cuarto de galletitas, que se exhibían en cajas y se fraccionaban para la venta. Hugo las exhibía en una especie de bodega que me fascinaba; me encantaba entrar a esa “cava” de galletitas y elegir. Luego, Hugo, con un guante de nylon, seleccionaba un cuarto, las pesaba en la balanza, tomaba la bolsa por sus extremos y la giraba graciosamente para finalmente hacer un nudo.
Escribía el precio en un pedazo de papel de fiambrería cortado en tiras y abrochado en la parte superior como formando una pequeña libreta.
Con respecto a las mermeladas, mi vieja solía hacer mermelada de membrillo y también, en el mismo proceso, separaba la jalea. También hacía dulce de tomates. También recuerdo que una vez mi mamá compró una yogurtera, que era un electrodoméstico con forma de OVNI, con el que hacía yogurt y luego le agregábamos un poco de azúcar para que no fuera tan ácido.
Cuando iba a la casa de mi abuela en Belgrano, tomaba té inglés con scons. Mi abuela, décima hija de padres ingleses, única nacida en Argentina, guardaba celosamente las costumbres de su familia, por lo que, gracias a ella, desde chico conozco el chutney, el curry, el apple crum, el yorkshire pudding, o el plum pudding (que lleva un largo y delicado proceso), y el té de bergamota, el té de jazmín, siempre en hebras, servido en una tetera con un cubre-tetera tejido con lana para mantener el calor. Pero también estaban los yuyos, el té de cedrón con hojitas que cosechaba de la planta que estaba en la casa de mi papá, era cita obligada después de las comidas pesadas. 
En mi casa se comía de todo, pero destaco las hiabras, los niños envueltos, y las empanadas árabes, influencia directa de mi ascendencia española, fruto de la presencia de los moros en la península. Por parte de mi viejo, desde chico aprendí a comer guisos “a la española”, cargados con pimentón “La Lidia”, cuya lata exhibía un torero y que siempre me llamó la atención. También comía pulpo a la española, paella (“hoy es caro”, dice mi viejo siempre, “pero esto era lo que comían los pobres”), tortilla de papa (con chorizo colorado) y las comidas criollas, como el locro o la carbonada (con orejones de durazno). 
También hacía mi viejo quinotos y zapallos en almíbar. Los quinotos los cosechaba de una planta que tenía en su jardín, que con mi hermana sacábamos y comíamos sin siquiera lavarlos primero, y que me encantaban porque era como comerse una naranja en miniatura, con cáscara y semillas. La textura de la cáscara, el ácido del quinoto, el sacarlo de la planta y consumirlo en el momento, todo eso me apasionaba. Y respecto de los zapallos (así como con los orejones de la carbonada o el dulce de tomates de mi vieja) me asombraba la posibilidad de poder consumirlos salados o dulces. Y también eso de tener que dejarlos en remojo con cal viva para que se endurezca la parte exterior, siendo la cal un elemento extraño a la cocina.
Lo destacable de mi viejo siempre fue el asado: comí en mi infancia chinchulines que mi papá trenzaba cuidadosamente, pero  también  comí  achuras  que  no  volví  a  comer, como la ubre, por ejemplo. También me apasionaba el asado a la cruz, y todas las horas que destinaba mi viejo a su cocción. A la noche, mi viejo amasaba pizzas y prendía el horno de barro (que calentaba durante horas y luego extraía todas las brasas para introducir la comida). También hacía en el horno de barro empanadas santiagueñas, carnes y verduras. 
Me acuerdo que un verano que pasé en la casa de mi papá, salíamos temprano a la mañana a caminar, y caminábamos kilómetros cada mañana, yo iba mirando los árboles, las plantas, las casitas, y a los muchos perros que tenía mi viejo en esa época y que vivían de las más variadas aventuras en cada salida. Al volver, comíamos unas sopas de verduras “con todos los colores” que hacían, según mi viejo, que me volvieran los colores al cuerpo, porque terminaba pálido de la caminata y el apetito. 
Alguna que otra vez, hemos comido raviolones caseros de espinaca o acelga con seso. Y también tallarines caseros (hechos con la pastalinda) con salsa de caracoles. También probé en mi infancia la criadilla (huevos de toro, para decirlo en criollo).
Con respecto a la bebida, siempre tomé agua, escasamente jugos, y casi nunca gaseosas, sólo en eventos especiales. El agua se hervía en la casa de mi vieja, sobre todo en los tiempos del cólera, y era bastante horrible, pero era lo que había para tomar.
Mi viejo, que vive en una zona semi-rural, hizo hacer un pozo de más de 70 metros de profundidad, por lo que el agua es fresca y verdaderamente insabora. En verano hacíamos licuados, y jugos naturales, pero no era cosa de todos los días. En una época, antes que yo naciera, mi viejo laburaba en la “Pepsi”, por lo que mis hermanos consumían gaseosa a diario (mi viejo dice siempre que en esa época pensaban que estaba buenísimo, que no había conciencia del mal que estaban produciendo). Pero cuando me tocó a mí, ya no había gaseosas sino en las fiestas o algún fin de semana especial. Me gustaba ir a lo de mi papá y tomar Granadina con soda.
 
3.
“Venía la carne con cuero/ la sabrosa carbonada/ mazamorra bien pisada,/ los pasteles, el buen vino/ pero ha querido el destino/ que todo aquello acabara”, reza el Martín Fierro. Pero tengo que aclararle, estimado José Hernández, que no ha sido el destino. Las cosas están siendo así, pero pueden ser de otra manera. 
Volviendo al relato, diré que el neoliberalismo fue avanzando, y con él se fueron modificando las costumbres alimentarias de mi familia. Ya entrados los ’90, recuerdo a mi viejo alucinado con la soja: tomábamos leche de soja, comíamos pastel de papá con soja texturizada en lugar de carne picada, milanesas de soja, brotes de soja, la soja parecía ser una revolución. Era un boom. Y encima era barata.
También recuerdo cuando empezamos a llamar al “delivery”: pizzas, empanadas, y hasta asado, siempre con una gaseosa para acompañar. Esta práctica había empezado a coexistir con la comida casera, pero con bastante protagonismo (llegábamos a pedir una o dos veces por semana). Era práctico y rápido. No ensuciabas nada. Pronto, las galletitas dejaron de venderse fraccionadas para aparecer en paquetes. Empezaron a llegar galletitas importadas y golosinas de todo tipo. Se popularizaron los snacks (palitos salados, chizitos, papas fritas). Aparecieron las latitas de gaseosa. Pero la contracara de toda esta superproducción de alimentos ultraprocesados era la pobreza y el hambre. Me acuerdo, ya en el secundario, que nos mostraron un video de una “super-sopa” enlatada que supuestamente estaba terminando con el hambre en África debido a sus cualidades nutricionales. Esto estaba enmarcado en lo que, tiempo después aprendí, se llama “seguridad alimentaria” definida por la FAO en 1974 como “…el derecho de todas las personas a tener una a alimentación cultural y nutricionalmente adecuada y suficiente”, pero que luego fue tomada por los gobiernos neoliberales y traducida en términos de “capacidad”,“trasladando la responsabilidad de la alimentación a cada individuo” al decir de Carlos Carballo. Así, para lograr la seguridad alimentaria, era necesario “mejorar” la producción y calidad biológica de los alimentos. Consecuentemente, se internacionalizó la producción, transformación y circulación de alimentos. Así, se priorizaba facilitar el acceso de alimentos a la calidad nutricional, y al respeto por los aspectos culturales que envuelven a la alimentación. 
Lo importado, lo exótico, lo barato, lo rápido, fue desplazando poco a poco la alimentación sana, natural, y casera. La actividad familiar ya no era cocinar sino ir al supermercado. Los productos alimentarios congelados, los enlatados, los deshidratados provocaron grandes transformaciones en un muy corto plazo con respecto a los modos de conservación de los alimentos. Ya no era necesario “dejar en remojo” las legumbres, ni hacer escabeches, vinagretas o almíbares. Se popularizó el freezer. Ya no alcanzaba con la heladera con congelador.
Recuerdo que en mi infancia se estilaba tener en las casas higueras, granadas, limoneros, ciruelos, tunas. Me acuerdo de juntar naranjas amargas de los árboles de la calle para hacer dulce, de mancharme el delantal con el jugo de las moras, y de robarle a una vecina, las granadas de una planta que estaba prolijamente podada. También me acuerdo de la huerta en la casa de mi viejo, donde había de todo y donde aprendí mis primeros pasos como “agricultor urbano”. Todos estos recuerdos coexisten con otros, como cuando aparecieron en la verdulería esas “papas peludas” que tiempo después nos dijeron que eran kiwis y que eran una fruta.
 
4.
Ya pasados mis 20 años, comencé a vincularme con el movimiento campesino a partir de mi trabajo en organizaciones comunitarias urbanas. De ellas y ellos aprendí muchas cosas vinculadas al trabajo colectivo, la organización popular y la lucha cotidiana que llevan adelante en resistencia contra el agronegocio que envenena, desaloja, depreda el ambiente y asesina. También aprendí sobre agroecología (que no es lo mismo que agricultura orgánica, porque ésta pude ser un “agronegocito” como llaman los brasileros del Movimento dos Trabalhadores Sem Terra –MST), y sobre la memoria histórica. Todo esto, bajo dos de sus “propuestas”: la reforma agraria integral y la Soberanía Alimentaria. Además, puedo consumir sus alimentos producidos de forma agroecológica, sanos y culturalmente apropiados, y justos comercial y laboralmente hablando, aportando así a su lucha, a su supervivencia y, sobre todo, a un otro modelo de alimentación. 
 
Por esos rumbos me dediqué, desde mi tarea como educador, a realizar talleres de huerta en casi todos los grupos en los que participé, además de hacer un curso durante dos años. 
 
Hoy en día, a mis 33 años, estoy coordinando un espacio de encuentro entre las cocineras de las organizaciones comunitarias que conforman la Red de organizaciones para la cual trabajo (RAE). Estos encuentros, en los que nos propusimos, entre otras cuestiones, recuperar la memoria histórica en torno a la alimentación con las compañeras, se viene produciendo conocimiento colectivamente a partir de las experiencias particulares que cada compañera vivió en su infancia en el campo (en diferentes provincias y países limítrofes), los cambios que se fueron produciendo al migrar a las ciudades, la transformación de su cultura alimentaria de origen por otra basada en productos alimentarios ultraprocesados, y su participación como cocineras-educadoras en sus organizaciones. “Un plato servido enseña muchas cosas”, dijo alguna, alguna vez; ellas, que se consideran a sí mismas “las educadoras del sabor”.
5.
Hoy ya no vivo con mi vieja. He formado mi propia familia: vivo con mi compañera y mis dos hijas, de 3 años una, y de 3 meses la otra. Toda mi experiencia en torno a la alimentación que relaté hasta acá influyó de manera cabal sobre mi propia cultura alimentaria (y la que intento reproducir creativamente en mi familia). Ahora yo soy el padre que enseña a sus hijas a cocinar, a alimentarse de forma variada, a preferir lo natural a lo ultraprocesado, a consumir lo casero por sobre el “delivery”. He recuperado muchas de las recetas de mi familia y las cocino habitualmente, y he sumado otras que fui recogiendo por el camino.
Claro que estas prácticas en torno a la alimentación se desarrollan en un contexto bastante desalentador: la hegemonía   cultural  de  la   comida   chatarra,   el  insuficiente tiempo para cocinar, el precio de algunos alimentos naturales y la dificultad de acceder a ellos debido a su escasez, se mezclan con la voluntad y la convicción de que la Soberanía Alimentaria (que no es seguridad alimentaria, claro está) no es un concepto abstracto ni un “slogan” vacío de contenido, sino que la Soberanía Alimentaria “empieza por casa”, con cada decisión que tomamos en torno a nuestra alimentación. Cada vez que hago una vinagreta o un escabeche; cada vez que cocino quinotos o zapallos en almíbar; cuando hago mermeladas o dulces; cuando cocino para mis amigos, olladas de guiso “a la española” o un locro; toda vez que amaso pan con mi hija más grande para el desayuno y siento que, al menos esa mañana, no estamos consumiendo galletitas con lecitina de soja, grasas trans, y demás “venenos legales”; cada vez que degustamos miel extraída del monte por manos campesinas que resisten en sus territorios al modelo depredador del capitalismo extractivo-exportador; al usar la Pastalinda para hacer fideos caseros; en los encuentros con las compañeras cocineras en las que compartimos experiencias y construimos conocimiento crítico, resistente y creativo… en todas estas ocasiones, siento que mi cuerpo, mis emociones y mi mente, (y de quienes comparten conmigo el camino) se descolonizan un poco más.
Fuente del articulo: http://descolonizarlapedagogia.blogspot.com/2016/02/resistencia-creativa-en-practicas-en.html?view=timeslide
Fuente de la imagen: http://3.bp.blogspot.com/-ACSh0-rsphE/VtRUQWb3WbI/AAAAAAAAIiw/QazKeps1vcE/s1600/pachaweb-1.jpg
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