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India: Maltratadas por tener la regla

India/Enero de 2018/Autor: Puja Changoiwala/Fuente: El País

En el aula de una escuela de las afueras de Bombay se hace el silencio, y las alumnas, todas afectadas por alguna discapacidad, levantan la vista hacia sus madres en busca de ayuda. Les han planteado una pregunta difícil: “¿Qué es la menstruación?”. La mitad de las niñas de este grupo de entre 8 y 16 años ya ha empezado a menstruar, pero la respuesta se les escapa.

Al cabo de unos segundos, una estudiante de 13 años levanta la mano. “La regla”, contesta. Sin embargo, cuando los activistas que dan la clase le preguntan qué es la regla, ella se queda callada y fija la vista en el suelo. Entonces, los encargados del taller le hacen una pregunta más fácil: “¿Los chicos también tienen la regla?”. A pesar de todo, el silencio confuso persiste.

Vinay Kumar, el activista de 23 años que ha organizado la sesión de concienciación en la Escuela Especial Jidd, asegura que la reacción de las niñas es normal. Muchas de ellas se están enterando por primera vez de qué es realmente el periodo.

Cuando los padres quieren esterilizar a sus hijas

Kuman empezó en 2016 a organizar sesiones para informar sobre la menstruación a las niñas discapacitadas. La idea de poner en marcha el programa se le ocurrió cuando lo enviaron a un colegio para niños con necesidades especiales como parte de una beca Gandhi. En el centro tuvo un encuentro que iba a cambiar el curso de su vida.

Oyó cómo una madre hablaba con la directora y le pedía que le recomendase un médico que pudiese extirpar clandestinamente el útero de su hija de manera segura. “Ha empezado a menstruar y cada vez nos resulta más difícil cuidar de su higiene”, le decía.

La directora logró disuadir a la madre de la idea de la histerectomía sin el consentimiento de la niña, pero la conversación no dejó tranquilo a Kumar. Cuando fue a hablar con la directora, esta le respondió que esa clase de consultas era el pan de cada día.

Kumar quiso averiguar con qué frecuencia se esterilizaba a la fuerza a las menores con discapacidades. “Hablé con trabajadores sociales y con las direcciones de otros colegios, entrevisté a los padres y recuperé noticias importantes sobre el tema”, cuenta.

“Mi investigación sobre los antecedentes me mostró que se trataba de una práctica corriente y que los padres optan por ella principalmente por dos motivos: las dificultades para cuidar de la higiene menstrual de estas niñas y el temor a un embarazo a consecuencia de una violación”.

El procedimiento es común, y hay dos razones principales por las que los padres lo eligen: las dificultades en el manejo de la higiene menstrual para esas niñas y el temor a un embarazo resultante de una violación

Las histerectomías forzosas en India

En India viven 26,8 millones de personas con alguna discapacidad, según el censo de 2011. De ellas, 11,8 millones son mujeres y niñas.

Un informe presentado en 2013 por Disabled Peoples’ International ante el Comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer afirma que casi el 80% de las indias discapacitadas es víctima de violencia, y que tiene cuatro veces más probabilidades de sufrir agresiones sexuales. Asimismo, declara que es habitual que se les practiquen histerectomías a petición de sus padres o tutores.

“Cualquier intervención médica, incluida la esterilización, sin el consentimiento individual libre e informado es una violación de su integridad y puede constituir tortura y maltrato”, afirman los autores del informe.

En India, la práctica de las histerectomías forzosas a las mujeres y a las niñas discapacitadas se hizo pública por primera vez en 1994, después de que saliesen a la luz varios informes que afirmaban que 11 adultas con discapacidad intelectual habían sido sometidas a la operación. Estas vivían en una residencia pública de Pune, en el estado de Maharashtra, en el este de India, y tenían entre 18 y 40 años. Los informes revelaban que la decisión de practicarles esta intervención irreversible la había tomado el Gobierno del estado, y que los responsables de su custodia la habían consentido.

A pesar de la enérgica condena por parte de diversos activistas y grupos femeninos, la administración del estado mantuvo que las operaciones eran “una práctica médica corriente” en el caso de “mujeres con retraso severo”. Shirish Sheth, el médico que las llevó a cabo, declaró a la prensa: “Nunca pensé que hubiese tanta polémica. La histerectomía es una forma de tratamiento aceptada en estos casos”.

Un estudio realizado por la Fundación Oxfam en 12 distritos del estado indio de Odisha, en el este del país, para el cual se entrevistó a 729 mujeres y niñas discapacitadas y a miembros de sus familias, descubrió que el 6% de las que padecían discapacidades físicas y el 8% con discapacidades intelectuales habían sido sometidas a esterilización forzosa.

Educar a las niñas para que se protejan del maltrato

“La histerectomía no es la solución para todas las niñas discapacitadas”, declaraba Rishma Pai, presidente de la Federación de Sociedades Obstétricas y Ginecológicas de India a Newsdeeply. “En el caso de estas intervenciones, que a menudo tienen muchas complicaciones, hay que decidir en función de las circunstancias de cada caso. Solamente se deberían autorizar en aquellas situaciones en las que la chica es totalmente incapaz de manejar la menstruación y se encuentra en grave riesgo de ser explotada sexualmente”.

En la práctica, las cosas son muy diferentes. Archane Shete, directora de la Escuela Especial de Jidd, afirma que la práctica prolífera y que los progenitores suelen someter a sus hijas a la esterilización forzosa en casos en que no es necesaria ni aconsejable desde un punto de vista médico.

“Sé que las chicas discapacitadas que son capaces de ocuparse de su higiene íntima pueden aprender fácilmente a manejar la regla de manera autónoma. Solo necesitan que las orienten y las preparen adecuadamente”.

“La razón por la cual no saben cómo hacerse cargo de la regla es que nadie les ha enseñado qué es la menstruación. No son conscientes de que están menstruando ni siquiera mientras tienen el periodo. [La gente] lo trata como un trastorno más relacionado con la discapacidad”, explica Shete.

En cuanto a las chicas cuyos padres no intentan esterilizarlas, siguen corriendo el riesgo de sufrir maltrato físico y verbal.

Shobha Vishwakarma, de 45 años, tiene una hija de 16 con una discapacidad intelectual. “Nunca le había hablado de la menstruación antes de que le llegase por primera vez”, cuenta, “y cuando lo hice, probablemente ya era demasiado tarde. Se negaba a ponerse compresas y se manchaba la ropa cada vez que tenía el periodo. Era bochornoso. En casa hay hombres, y en su colegio hay chicos”.

La madre reconoce que trató violentamente a su hija cuando esta empezó a menstruar. “Me dolía en el alma, pero no podía evitar gritarle y pegarle. No sabía hacer otra cosa. Sin embargo, después del tercer periodo empezó a ponerse las compresas sin protestar demasiado”. Actualmente, Vishwakarma forma parte de uno de los grupos de educación menstrual de Kumar.

El Proyecto Samarth está pensado para garantizar que las niñas no tengan que sufrir malos tratos para aprender qué es la menstruación por el mero hecho de tener una discapacidad. El equipo del programa pide a las madres que le hablen de ella a sus hijas desde la infancia, preferiblemente a los ocho o nueve años. Se las anima a que les enseñen en la práctica al menos una vez al mes cómo se usan las compresas, de manera que las niñas, en particular las que tienen una discapacidad intelectual, recuerden cómo hacerlo.

El personal pone a las madres y a las hijas en contacto con ginecólogos que les explican cómo funciona la menstruación, que durante los primeros dos años esta es irregular, y que tienen que acudir a un médico si se prolonga más de una semana. Los especialistas fueron incluidos en el programa después de que Kumar se diese cuenta de que las madres rara vez consultaban con un médico, ni siquiera cuando sus hijas tenían problemas graves relacionados con el periodo, como un dolor anormal en las piernas o reglas de más de 15 días de duración.

Cualquier intervención médica que incluya la esterilización sin el consentimiento libre e informado de la persona es una violación de su integridad y puede constituir tortura y malos tratos

En el primer año del proyecto Samarth, Kumar ha iniciado a 60 chicas con discapacidad en el proceso de la menstruación. Con el fin de que las sesiones sean más accesibles, utiliza cómics, dibujos, vídeos de animación, el sistema braille y el lenguaje de signos. Cuenta que, antes, el término “menstruación” no existía en el lenguaje de signos indio-pakistaní.

“Estoy intentado inventar un gesto que represente la palabra menstruación”, explica. “El hecho de que no exista demuestra que nadie le ha hablado de ella a las chicas”.

Decir “no” a la histerectomía

Meenakshi Sharma, de 40 años, no había preparado a su hija de 10, afectada por una discapacidad intelectual. Sin embargo, afirma que no tuvo ocasión de hacerlo, ya que Kashish empezó a menstruar cuando tenía ocho años.

“Al principio pensé que tenía que ver con su discapacidad, pero cuando empezó a sangrar cada mes me di cuenta de que tenía la regla. Intenté enseñarle cómo utilizar un trozo de tela como compresa, pero se enfadaba mucho”.

“A pesar de explicárselo, se lo quitaba y lo tiraba donde mejor le parecía, hasta en la mesa cuando estábamos comiendo. Me sentía impotente; no sabía cómo ayudar a mi hija. Todavía hoy sigo lavándole le ropa interior cada vez que tiene la regla”, explica.

Añade que cuando su hija empezó a menstruar se le helaba la sangre cada vez que oía hablar de los casos de agresiones sexuales a niñas discapacitadas. No quería que Kashish se quedase embarazada a consecuencia de una violación.

A pesar de todo, Sharma, que actualmente ha pasado por el programa Samarth, dice que la histerectomía no es la solución para su hija. “He meditado las diferentes opciones”, asegura, “y ya no tengo miedo. Yo cuidaré de ella”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/01/09/planeta_futuro/1515510484_088027.html

 

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Las niñas y jóvenes marginadas en Nepal hacen realidad su derecho a la educación

Nepal/Enero de 2018/Fuente: UNESCO

Bhawana Bhatta fue madre a la tierna edad de 14 años, después de que su familia la casara cuando todavía cursaba el octavo grado de primaria. Aunque la edad mínima legal para contraer matrimonio en Nepal es de 20 años, el UNICEF calcula que una de cada 10 niñas ya está casada antes de cumplir los 15 años. Cuando a las niñas como Bhawana se les obliga a contraer matrimonio, suelen abandonar los estudios y muchas de ellas no vuelven nunca a frecuentar la escuela.

Por suerte para Bhawana, su caso fue diferente.

Hace dos años, Bhawana se matriculó en cursos de capacitación que ofrecía el Centro de Aprendizaje Comunitario (CLC, por sus siglas en inglés) de Baitadi. Alentada por sus tutores y consciente de la importancia y el poder del aprendizaje a lo largo de toda la vida, Bhawana decidió volver a la escuela. En la actualidad, la joven está orgullosa de haber superado las limitaciones de su pasado y aspira a convertirse en abogada para luchar por los derechos y la igualdad de las mujeres.

La UNESCO cree en la capacidad de la educación para hacer realidad la igualdad entre los sexos y empoderar a las adolescentes y mujeres jóvenes. Mediante medidas específicas que cuentan con el apoyo del Fondo Malala de la UNESCO para el derecho de las niñas a recibir educación, las muchachas nepalíes como Bhawana tienen acceso ahora a programas de enseñanza formal y no formal que las dotan de conocimientos y competencias sobre salud sexual y reproductiva, labores remuneradas y la manera de defender sus derechos en la comunidad y mejorar su condición social.

La UNESCO ha puesto en marcha ocho series de capacitación de tres días de duración que han dotado a 236 jóvenes de conocimientos y competencias relativas a la menstruación, la planificación familiar, la maternidad segura, la inmunización y la nutrición. Una evaluación independiente del proyecto pone de relieve hasta qué punto esas iniciativas están cambiando vidas. “Al principio, yo sabía muy poco acerca de mi propia salud; pero mediante la capacitación aprendí muchas cosas que influyen en una vida saludable. Estos conocimientos no sólo mejoraron mi conducta y la de mi familia, sino que también nos abrieron la mente para discutir acerca de los problemas sexuales y no ocultarlos. Quisiera continuar con mi formación y tanto mi marido como yo hemos decidido que no tendremos un segundo hijo”, afirma Bhawana.

La Oficina de la UNESCO en Katmandú seguirá participando en los esfuerzos que se llevan a cabo para mejorar la pertinencia y la calidad de la educación que se imparte a las adolescentes y las mujeres jóvenes, tanto mediante la educación formal como la no formal, y a través de iniciativas conjuntas con los CLC y otros interesados locales.

Foto: Niñas y jóvenes nepalíes reciben enseñanza formal y no formal que se imparte con la ayuda del Fondo Malala de la UNESCO para el derecho de las niñas a recibir educación.

Fuente: https://es.unesco.org/news/ninas-y-jovenes-marginadas-nepal-hacen-realidad-su-derecho-educacion

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La dignidad de las mujeres prostituidas

Por: Lidia Falcón

El programa de la coalición En Común que se presenta en las elecciones autonómicas de Cataluña el 21 de diciembre contiene unos puntos que pretenden la regulación de la prostitución. Se pronuncian por “reconocer los derechos de las personas trabajadoras del sexo, para garantizar el derecho a una vida digna de las personas que ejercen la prostitución y permitirles tener derecho a baja laboral o seguro por desempleo”.

Con toda seguridad ninguno de los políticos que encabezan esa candidatura, o que la avalan con su apoyo, ha tenido que prostituirse para poder comer. Tampoco creo que hayan admitido o inducido a nadie de su familia, amistades, relaciones amorosas a escoger semejante “trabajo” cuando no encontraron empleo en la profesión que estudiaron o desempeñaron anteriormente. Por tanto, pienso que este planteamiento está basado en las fantasías que difundieron durante un tiempo, en el siglo pasado, ciertos escritores, cineastas, ideólogos, de los hombres de la burguesía, totalmente ajenos a la realidad de las víctimas de la prostitución. Porque no quiero creer que los defensores de ese programa se muevan por la recompensa económica que la mafia de la prostitución pueda concederles para que legislen la impunidad de los traficantes, proxenetas, chulos, madames, y toda la red de negocios que se lucra de la explotación del más de medio millón de mujeres que trafican esas redes, a lo largo y lo ancho de España, para situarlas en los clubs de carretera, las casas de masaje, los pisos de alquiler y las calles y las carreteras de nuestro país.

No quiero creer que la alcaldesa de Barcelona, la ilustre señora Ada Colau perciba ningún beneficio por su impulso a la regularización, como la llaman, de la explotación de las mujeres prostituidas. Como tampoco Xavier Doménech, cabeza de lista de la candidatura, Josep Nuet que también participa o Pablo Iglesias que la apoya.

Por ello, desearía que atendieran las reflexiones que desde el Partido Feminista, en coincidencia con la mayoría del Movimiento Feminista e Izquierda Unida,  llevamos treinta años haciendo solicitando la abolición de la prostitución, ya que aún abrigo la esperanza de que las analicen y modifiquen su postura.

Lo más perverso de la defensa de la legalización es que dice hacerse desde el “derecho” de las mujeres a escoger libremente ese “trabajo”. No solamente la ONU se pronunció hace años contra la definición de trabajo para la prostitución, alegando que carece de la dignidad propia de una actividad laboral, sino que con esta justificación se pervierte el noble concepto de libertad. Únicamente la malvada actuación del capitalismo que considera a las personas como mercancías y la profunda represión de que el Patriarcado hace víctimas a las mujeres  y las niñas –y también hombres y niños- introduce en la sociedad el perverso discurso de que la prostitución puede ser libre y consentida por las víctimas. La libertad exige la posibilidad de escoger entre diferentes opciones, y las prostitutas no tienen opción. Las que intentan liberarse de la explotación son apaleadas, heridas, secuestradas y tantas veces asesinadas, como ha sucedido con la última víctima en el Raval, hace dos días. La libertad implica también tener opciones para no ser prostituida y alegar ese noble derecho en un mundo en el que el paro, el trabajo precario y la pobreza avanzan sin límites, es simplemente una burla.

Hace tiempo que las feministas consagramos el grito de que “NINGUNA MUJER NACE PARA PUTA”  con el que reclamamos la abolición de la prostitución, la persecución eficaz de las mafias de la prostitución, la penalización de los clientes prostituidores y la protección social, laboral y educacional de las víctimas. Porque ninguna mujer escoge libremente ser sometida a los caprichos sexuales de 20 a 40 hombres cada día para poder mantenerse, y tantas veces a otras personas de la familia que dependen de su protección.

Porque señores y señoras de la coalición En Común, no existe ninguna dignidad en estar desnuda todo el día frente a hombres desconocidos, soportando decenas de penetraciones vaginales, manoseos sin límite, la utilización de su cuerpo como objeto, para la satisfacción placentera de los llamados clientes, tantas veces desconsiderados y hasta brutales. No señora Colau, no señor Doménech, no existe ninguna dignidad en darse de alta de la seguridad social con el ítem laboral de prostituta, aunque le llamen “trabajadora del sexo”. Porque el sexo NO se trabaja. El sexo se disfruta, se entrega por amor, por simpatía, en busca de placer, siempre voluntaria y gratuitamente, en condiciones de igualdad entre los participantes. De otro modo ni es sexo, ni es trabajo, ni es placer, es simplemente explotación. Y la máxima, porque es la utilización de todo el ser humano, que se contiene en el propio cuerpo, como la esclavitud.

Quizá ustedes querrían legalizar la esclavitud para que a los esclavos se “les garantizara el derecho a una vida digna”, pero eso hoy no se le ocurre a nadie. A partir de la abolición de la esclavitud todo el mundo sabe que es más digno pedir limosna en la calle que ser esclavizado. Y de la misma forma, una mujer que mendiga mantiene su integridad corporal, psíquica y mental, que la prostituta pierde.

Ya sabemos que Cataluña, y especialmente Barcelona, además del macro prostíbulo de Figueras en Gerona, se ha convertido en el paraíso de la prostitución. A los innumerables lupanares en las carreteras, en las ciudades y en los pueblos, hay que añadir los pisos de Barcelona que se han habilitado para prostituir mujeres. En las Ramblas, ese bouvelard famoso, que fue único y excelente, los chulos, las celestinas, los intermediarios, abordan a los hombres y les señalan los pisos donde pueden divertirse un rato. Con el propósito de regular esa actividad, la alcaldesa Colau intentó aprobar una ordenanza municipal y gracias a la protesta del Movimiento Democrático de la Mujer y de algunas de las alcaldesas de Esquerra Unida del cinturón industrial de Barcelona se paralizó el proyecto.

Ya conocemos la comprensión y la tolerancia que muestra la señora Ada Colau con la industria de la prostitución y la pornografía. Es la primera ciudad en España que tiene el dudoso honor de haber montado una Escuela de Prostitución donde se enseña a las advenedizas las diversas formas en que deberán dejarse violar por un poco de dinero. En las calles de Barcelona, en los sitios más céntricos, como la Plaza Cataluña, se filman escenas de porno duro. Una mujer completamente desnuda, se arrastra a cuatro patas, atada con correas, que sostienen dos hombres con una capucha de verdugo mientras enarbolan un látigo con el que de vez en cuando azotan a la desgraciada. Los turistas se arremolinan ante tan insólito espectáculo y lo fotografían y lo filman. Así lo vi yo.

Cuando desde el Partido Feminista escribimos una carta a la alcaldesa pidiéndole explicaciones sobre semejante actividad en las calles de la ciudad que gobierna, respondió con una misiva, en el conciliador y almibarado estilo que suele utilizar, diciendo que no se había enterado y que comprendía nuestra alarma puesto que los menores podían asistir a tal espectáculo. Pero ni mencionó que intentaría averiguar quien o quienes realizaban  semejante actividad, y mucho menos nos prometió que una vez enterada pondría los medios para que no se repitiera. En este caso no le preocupaba garantizarle a la mujer humillada y maltratada “el derecho a una vida digna”

Pero ya vemos que no se ha abandonado el propósito de legalizar esta clase de actividades infames. No sé si porque la convicción de los y las redentoras de las prostitutas es tan firme y tan profunda o porque la recompensa de las mafias es cada vez mayor. O porque se espera el voto de los millones de prostituidores que hacen cola en los puticlubs, en las casas de masaje y en la carretera de Castelldefels, para utilizar a una mujer, pobre, triste, asustada y vulnerable, tantas veces traficada desde América o África, en satisfacer una sexualidad enferma que se contenta con abusar de un ser que se le entrega indefenso. Esa mafia de la prostitución, que desde hace 25 años está intentando lograr su legalización, para lo que constituyó la asociación ANELA, llamada eufemísticamente Asociación Nacional de Empresarios de Locales de Alterne, que gracias a la tolerancia y la ignorancia –no quiero creer que a la corrupción y la prevaricación- funciona en nuestro país legalmente como una asociación civil más.

Al parecer En Común pretende que Cataluña imite a Alemania y Holanda que han legalizado la prostitución hace años y que han convertido varias de sus ciudades en lupanares, exhibiendo a las mujeres en las ventanas de los burdeles. Nadie que tenga la más elemental sensibilidad ante este denigratorio trato a las mujeres puede defender que semejante tráfico sea legalizado en ninguna comunidad de nuestro país. Ni aunque las víctimas declaren que lo hacen con su consentimiento, porque no se puede prestar consentimiento para la propia esclavitud, para la más grave humillación, para la pérdida de toda dignidad humana. Desde la Declaración de Derechos Humanos de la ONU, proclamada el 10 de diciembre de 1948, ningún ser humano puede ser sometido a trato humillante, ofensivo ni degradante, y eso es precisamente lo que soportan las mujeres prostituidas.

No, señores y señoras de la candidatura de En Común, legalizar la prostitución no significa “garantizar a las víctimas el derecho a una vida digna”, sino todo lo contrario”. Significa entregar indefensas a las mujeres y a las niñas a las redes del proxenetismo, a las que se les garantiza la impunidad, para satisfacer la salacidad sin límites de los prostituidores.

El Común de esa candidatura es al parecer el común denominador de los prostituidores, los proxenetas y los chulos.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/12/13/la-dignidad-de-las-mujeres-prostituidas/

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La violación, castigo para mujeres

Por: Lidia Falcón

La violación múltiple sufrida por la muchacha de Pamplona constituye uno más de los episodios cotidianos de los que en todos sistemas patriarcales son víctimas las mujeres. La violación de uno o varios hombres a una mujer es un castigo ejemplar que viene a ratificar y recordar que el poder lo tiene siempre el macho y que puede ejercerlo cuando quiera y contra todas aquellas hembras que se lo merezcan. Para que la sumisión femenina se mantenga y el patriarcado no sea derrotado. La violación no es sólo tortura física y explotación sexual para que el violador obtenga placer sino, y sobre todo, la humillación total de la víctima, que es utilizada como un cuerpo sin derechos ni humanidad y que se penetra y se hiere sin que pueda defenderse.

¿Cuándo se merece una mujer ser violada? Siempre que no atienda el requerimiento sexual del hombre del que es propiedad. El marido en primer lugar, por supuesto: la violación conyugal no se había contemplado nunca como delito hasta el siglo XX, pero recuerdo muy pocas sentencias condenatorias en los últimos años. El padre también puede violar a la hija que desea, el patrono a la trabajadora a la que ha requerido sin éxito, el vecino a la vecina que le gusta, por descontado el cliente a la prostituta –va en el precio–, o el desconocido a la mujer que encuentra en la calle a horas intempestivas. En el caso de Pamplona, la situación diríase que lo exige: una muchacha sola en la calle, de noche, en una ciudad en fiestas, fiestas que se basan en excitar el más profundo fondo salvaje de los hombres torturando animales, ¿qué puede esperar sino ser violada? Si no lo evitó es que lo deseaba.

Este es el razonamiento que parece que mantienen los magistrados de la Audiencia Provincial de Pamplona, cuando aceptan evaluar el comportamiento de la víctima después de la violación, incorporando a la causa un informe de detectives que se ha realizado siguiendo a la muchacha y escudriñando sus imágenes y actividades en las redes sociales, y en cambio se han negado a aceptar los mensajes que se intercambiaron los acusados antes de su hazaña.

No es de extrañar, dada la raíz patriarcal de nuestra Administración de Justicia. Durante siglos los jueces españoles han establecido la doctrina de que una mujer violada lo es porque quiere¿Qué más desea una mujer que yacer en el suelo de la portería de una finca, en la madrugada, para ser penetrada vaginal, bucal y analmente repetidas veces por cinco hombres desconocidos? Ya se sabe que hay mujeres que nunca están saciadas sexualmente.

Si la mujer salió de noche sola, si anduvo por barrios alejados, si conducía un coche por la carretera sin acompañante, si vestía minifalda, si no llevaba bragas debajo de los pantalones, si los tejanos eran muy ajustados, si no se había defendido con suficiente energía, si no había cerrado las piernas fuertemente, si conocía al violador, si aceptó subir con él a su apartamento, si le dio un beso en el camino hacia su casa, si llevaba un escote muy grande o una blusa ajustada, si había bebido, si estaba drogada… Cualquier conducta que no sea permanecer encerrada en casa, como  salir a la calle a horas que se consideran indecentes por sí mismas, no ir acompañada de un hombre, no  ataviarse como una monja seglar, es sin duda provocar la violación. Hace muchos años publiqué en Poder y Libertad, la revista del Partido Feminista, el artículo de una feminista norteamericana que concluía que la única mujer inocente es la mujer muerta, si de la violación se sigue su asesinato. Criterio que se mantiene no sólo socialmente sino, lo que es más grave, judicialmente.

Las sentencias que forman la doctrina jurídica de nuestro país sobre la prueba del delito de violación es la Biblia del criterio patriarcal de nuestro poder judicial durante siglos. Como si siguiéramos en las tribus de Jehová o en la Edad Media, los jueces españoles han absuelto a violadores, individuales y grupales, aceptando el criterio de los acusados de que la víctima deseaba esa clase de relación o de que incluso la propuso o la provocó con su conducta indecente. Del mismo modo que están ahora argumentando las defensas de los denunciados.

Hace años en Barcelona la Sección 2ª de la Audiencia Provincial –que se hizo famosa por el criterio machista que utilizaba en sus sentencias– absolvió a cuatro mozos que violaron a una muchacha, en la madrugada de uno de los días de las fiestas del barrio de Gracia de la ciudad, aceptando la versión de los criminales de que ella lo quería y así se lo había pedido a ellos. Aunque la joven tenía 22 años, estaba recién casada e iba acompañada por su marido, al que ataron a un árbol para que no pudiera impedirlo y así asistiera a la ceremonia.

En Málaga, sólo hace un par de años, una jueza archivó las diligencias de la violación de una muchacha por parte de varios hombres en la Feria que se celebraba en la ciudad, aceptando el mismo razonamiento. La víctima, joven y bonita, que era camarera y había estado trabajando hasta las 6 de la mañana incitó a los cuatro machos a violarla en el suelo del parque de la Feria al lado de los cubos de basura.

Otros jueces han aducido alguna de las circunstancias que he citado antes para absolver a los acusados de abusos y agresiones sexuales. Porque, como ya he expuesto, la violación es un castigo apropiado para las mujeres, no sólo para hacer sufrir a la propia víctima sino para advertir a todas las demás que deben entender la ejemplaridad del mismo.

En muchas culturas todavía actualmente se viola a una mujer para compensar la pérdida o descrédito sufrido por algún hombre o castigarlo por su conducta inaceptable: el novio despechado, el marido abandonado, el hermano que ha roto su compromiso. Se dispone a veces por el Consejo de sabios o notables que rige la comunidad y se ejecuta por varios hombres en público para divertimento de la tribu y advertencia clara a las demás.

Este crimen se comete cada tres minutos en todo el mundo. Por los hombres de la familia o del entorno, por desconocidos en la calle o por los ejércitos invasores o del propio país. En Argentina, cada 30 horas es violada una mujer, en la India se ha convertido en el crimen más numeroso, con resultado muchas veces de asesinato. En España se cuentan 15.000 violaciones anuales, aunque la cifra es muy imprecisa, ya que el propio Observatorio acepta que sólo se denuncia el 10 por ciento de ellas.  

Ya se ha alegado, con poca insistencia, por Amnistía Internacional y por la ONU que las violaciones de las mujeres se producen sistemáticamente en las guerras, en las invasiones militares, en las luchas civiles. Los ejércitos se dedican a violar a las muchachas y niñas que encuentran en su camino como una de las compensaciones que se merecen, de la misma manera que asaltan y roban los bienes del pueblo. Incluyendo a los que acuden a ayudar a los necesitados de protección, como los cascos azules de la ONU.

Si el juicio de Pamplona concluye con la absolución de los acusados se demostrará una vez más que el criterio de nuestra Justicia no es muy distinto del de las tribus que imponen la violación como castigo femenino, por más pamema de juicio que hayan celebrado, sesión tras sesión, incrementando con ello el sufrimiento de la víctima.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/11/19/la-violacion-castigo-para-mujeres/

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Entrevista: El feminismo negro visto desde la perspectiva de una filósofa intercultural

Entrevista a Maydi Bayona, profesora de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana
El feminismo negro visto desde la perspectiva de una filósofa intercultural

 

Pedro Alexander Cubas Hernández
Prensa Comunitaria
Pedro Cubas (PC): ¿Cómo fueron sus inicios o primeros acercamientos a las temáticas que emanan de los estudios de género, de la mujer y de los feminismos?

Maydi Bayona (MB): Pienso que cada proceso de iniciación irrumpido tiene que ver con informaciones e instrumentos necesitados por tod@s, para acometer nuestra misión de vida. Todo comienzo es la búsqueda de datos, conocimientos y habilidades para transitar el largo y complejo camino de aciertos, desaciertos e integraciones de mundos y saberes.

Acercarme a los estudios de género, de mujeres, de las diversas expresiones de feminismo, me llevó a comprender que para enfrentar los tipos de discriminaciones abiertas y encubiertas que acontecen en nuestra cotidianidad, no pueden enfrentarse sólo desde las viseras, la catarsis, la denuncia en un mundo marcado por la racionalidad como recurso de emancipación. Se hace necesaria una estrategia que encuentra sus recursos en el conocimiento profundo y en la crítica de los paradigmas patriarcales y etnocentristas que fundamentan las bases epistémicas de la historia, la filosofía, la teología, la antropología, la economía, la sociología, las ciencias de la educación, jurídicas, de la comunicación y a las propias ciencias naturales. No obstante, es válido apuntar que “género”, desde los estudios decoloniales latinoamericanos y caribeños, es una categoría en debate entre las teóricas feministas; por ser considerada una categoría etnocentrista que sólo aborda las formas de relaciones entre hombres y mujeres de la cultura occidental.

No obstante a ello, es un instrumento teórico importante que unido a las diversas expresiones de las teorías feministas, en especial la que nos ocupa, el Feminismo Negro, permite comprender los niveles de relaciones y conflictividades de las prácticas humanas; lo que en este ejercicio hermenéutico, implica la incorporación de la diferencia y de los componentes étnicos, clasistas, económicos, regionales, etarios, socioculturales, etcétera, para comprender la causalidad de los complejos procesos de vidas de las mujeres y hombres, en particular, enalteciendo los mundos de mujeres.

Es importante significar que “género” es una categoría gestada, por las luchas femeninas, al corpus de la política internacional y las ciencias sociales, referido a marcar las diferencias sociales y culturales entre lo femenino y lo masculino. Relativizó los significados de ser mujer y ser hombre a partir de la distinción sexo/género. Asimismo desde sus funciones sociales exigió un conjunto de derechos que compartimos con los hombres. Reclamó, de igual modo, un grupo de derechos que es atributivo de las mujeres, en función de destruir la condición de mujeres objetos, condicionada desde las lógicas patriarcales.

Introducirme en estos caminos, me hizo reflexionar acerca de los endebles instrumentos de defensa y legitimación de nuestras identidades plurales a todos los niveles de relaciones e instrucción, que van desde la naturalización de la condición genérica, el masculino del lenguajes, los pobres conocimientos sobre nuestras identidades originarias, la división sexista-clasista-racial del trabajo y la normalización de la epistémica occidental como lo clásico y verdadero, estigmatizando los otros epistemes bajo el velo mítico y alternativo; limitando la pluralidad de voces, saberes, de cuerpos sentí-pensantes a los presupuestos de las culturas patriarcales occidentales y coloniales y sus correspondientes mundos de opresiones y segregacionista.

La visión articulada de la categoría “género” con aristas de las diversas expresiones feministas, en especial, el Feminismo Negro, el comunitario indígena, y el decolonial latinoamericano y caribeño fue, para mí, una invitación a indagar en ese infinito mundo de pluralidades humanas, culturales y epistémicas que me habitan en el plano más personal con altos compromisos sociales. En tanto soy una mujer negra, cubana, afro, caribeña, asiática e hispánica, partiendo de los componentes que conforman mi base genética y cultural, con un alto compromiso con la defensa de la dignidad humana.

El indagar en estos temas que nos ocupan, sirvió para concientizar e hilvanar en principios, lo antes expuesto, con el compromiso de sanar nuestros cuerpo-mentes-espíritus, e incluso invocar la sanación de las generaciones ancestrales, que se guardan en las memorias de nuestros cuerpos. Sanar, rectificar el presente para garantizar los cambios y equilibrios del futuro. Puede ser esta la modesta huella que dejemos como partes de un todo. Porque como bien enarbola la “Red de Sanadoras Ancestrales del Feminismo Comunitario”, mujeres en defensa del territorio cuerpo-tierra, nacida en Guatemala y con mujeres de todo el continente latinoamericano y caribeño: “Sanando tú, sano yo. Sanado yo, sano la memoria y el futuro de nuestros cuerpos oprimidos física y mentalmente. Sanamos arropándonos colectivamente y en solidaridad”.

Asimismo, acercarme a los estudios de género y del Feminismo Negro, con la perspectiva del feminismo comunitario: “En defensa del territorio-cuerpo-tierra”, abrió una puerta que condujo a parte del núcleo de mi existencia. Ello me llevó a tomar conciencia de los efectos de la globalidad y de sus estilos hegemónicos de vida. Un hecho muy triste, no sólo para lamentarse de él, sino como objeto de lucha para sumarse a las acciones por subvertir estos.

Por ejemplo: el recurso de identidad personal, o sea, el derecho a tu nombre y a tu identidad verdadera. Duele cuando te nombran García, Morales, Torres, Bayona, Castyñeira, y en tu condición de ser negr@, descendientes directos de african@s sólo te remitan a estados de dominación y sojuzgamientos. Eres la materialidad de la identidades suplantadas del “deber ser”, la materialidad de la colonialidad del ser que te convierte en el “no ser” de tu legítima identidad desconocida, o como diría Fanon, estas situado en la “zona del no ser”. No siendo estas las únicas razones para estar situado en esta zona.

Esta situación se hace doblemente fuerte y discriminatoria cuando pensamos en el proceso de la maternidad. Es en el cuerpo de las mujeres donde se materializa este misterio de la vida, y son los padres los que determinan la trascendencia de una identidad legitimadora, con el nombramiento de su apellido, en primera instancia, de la identidad primaria y permanente. Resultado de expresiones sociales normativas que determinan a la tradición como un prejuicio de autoridad, que define a los procesos y valores culturales, pre-establecido por el mundo de los hombres.

Nuestros cuerpos femeninos devienen en objeto, y no en ese cuerpo vivo y bendecido, conectado directamente con el corazón de la tierra-útero-luna-corazón del cielo. Las visiones patriarcales te desmiembran de un derecho a nombrar el fruto de nuestros vientres. En la esclavitud fue aun peor, para las mujeres africanas y su descendencia, cuando ese fruto nacido salió generalmente como mercancía al mundo y sin ninguna posibilidad de derecho a un nombre, ni reclamo sobre este. Es un fenómeno que responde a las lógicas del llamado “capitalismo patriarcal racialmente estructurado” –como explican Ku-Kum Bhavnani y Margaret Coulson (2004)– y a la división sexo-racial del trabajo.

En el plano de las identidades legitimadoras, donde las cuestiones de género quedan incluidas, me gustaría profundizar en el enfoque intercultural, en aras de dialogar con las esencias de las culturas africanas, asiáticas, caribeña, cubana y latinoamericana, al mismo nivel que las ibéricas, en tanto, fuentes nutrientes directas de mi existencia y potenciadoras de mi núcleo. Esta perspectiva necesariamente me ha conducido a ahondar en sus complejidades, encontrándome en este corpus identitario, incorporando a este enfoque, además, los notables y complejos conflictos entre sexo/género, clase y raza. Asimismo, al observar las dinámicas de relaciones pre-establecidas por las instituciones, herederas de valores coloniales y neocoloniales, que en su afán de emancipación, no escapan de reproducir e invisibilizar formas de opresiones y discriminaciones.

Ello ha condicionado socialmente rupturas con determinados presupuestos categóricos que niegan, limitan, fragmentan a nuestras existencias femeninas; re-funcionalizando patrones de conductas auto-excluyentes como comportamientos naturales, sin conciencia crítica de la auto-negación misma que practicamos como persona humana. Cuando lo que necesitamos es focalizarnos hacia un locus de enunciación diverso y fecundo, que nos legitima como sujeta de derechos.

La in-visibilización del locus de enunciación diverso y fecundo ha sido la estrategia civilizatoria de occidente en aras de limitar, confundir y fragmentar, por generaciones, nuestra condición humana, coartando las formas de participación, menoscabando todas las otras perspectivas epistemológicas y de concepción del mundo.

Entender esta dimensión como presupuesto ético, me ha hecho recolocarme, ante todo, en la defensa de la dignidad humana, más allá de nomenclaturas y clasificaciones por clase, edad, étnico-racial, género o por lo que se quiera. Comprender la complejidad de los procesos enmarcados en sus locus de enunciación también me han llevado moralmente a indagar acerca de las raíces éticas, culturales, sociopolíticas, históricas y geográficas de mí y nuestras existencias multiculturales, dotada de reservas de humanidad. Son estas las premisas en las que desde un inicio condicionaron mi acercamiento a los estudios de género, de las mujeres y el feminismo desde una perspectiva intercultural y desde la equidad.

Reflexionando sobre esta pregunta, y re-leyendo episodios de mi vida y mi ambiente familiar, me ha hecho pensar en las causas que me llevaron por estos senderos. En línea directa con mi madre en nuestras largas conversaciones desde pequeña, ella me compartía sus tristes experiencias socioculturales como mujer, negra, humilde, instruida y elegante en la búsqueda de trabajo y sus sueños rotos por resistirse al acoso sexual. Con esos antecedentes, juntas edificamos un proyecto de vida para mí, cargado de sacrificios, dedicación, tenacidad, entrega en defensa de una vida digna y de derechos. Que aunque asegurado por la existencia del proceso revolucionario cubano, por una parte; también nos nutríamos espiritualmente en los principios de las memorias de las luchas de nuestr@s ancestr@s por lograr la independencia de Cuba con tod@s y para tod@s las futuras generaciones, que hoy constituimos.

En esta búsqueda un momento importante lo marco en el año 1997, con la asignatura de Antropología en mi tercer semestre de la Licenciatura de Filosofía en la Universidad de La Habana. Recuerdo que tenía la orientación de un trabajo de campo sobre la cinematografía cubana. En la etapa de diagnóstico comencé mis indagaciones dirigiendo la mirada hacia el tratamiento que se les daban a las mujeres en el cine cubano. Múltiples fueron las muestras analizadas por sugerencias de especialistas en la materia: “Cecilia”, “Retrato de Teresa”, “Lucía”, “Madagascar”, “La Última Cena”, “Memorias del Subdesarrollo”, entre otras.

La observación de estas obras me hizo caer en cuenta que existía un grupo de mujeres, hasta cierto punto invisibilizado y estigmatizado en esos grandes clásicos. ¿Cuáles son las condicionantes que provocaba esta constante? Múltiples son las causales que condicionan este fenómeno. En ese momento una respuesta la encontré en la categoría de “modo de apropiación de la realidad”, aportada por Carlos Marx. Sin embargo, aunque esta categoría contribuía a la reflexión del fenómeno me era limitada, lo cierto es que existe un patrón de medida que presupone un “deber ser”, legitimado por los valores éticos, estéticos, políticos y culturales de Europa. La ideología colonial se estableció como norma del status quomoldeando nuestras subjetividades a su imagen y semejanza. La representación desmedida de objetualidad de las mujeres negras, en estos filmes, me confrontó en mi condición de mujer negra, provinciana, de familia humilde, formándose como una intelectual.

La repetición de patrones secundarios para crear ambientes marginales en las locaciones de determinados planos fotográficos, como protagonistas del complejo mundo plantacionista de la esclavitud, donde el irrespeto a la condición humana, la objetualidad, la ignorancia, el dolor, la servidumbre y los cuerpos violentados, fueron una constante. Las pocas veces en las que fueron protagonistas, en realidad no lo eran, sólo daban un servicio, porque en realidad la verdadera protagonista eran la marginalidad, el estatus social a lo que debería estar confinadas y la religión africana, presentadas con sus mejores velos de prejuicios y estigmatizadas de igual forma que sus representantes. ¿Existía alguna intencionalidad en este patrón representacional?

Esta situación me colocaba en el primer año de la carrera cuando una de las profesoras, para alentarnos, nos decía: “No entiendo para qué tantas mujeres filósofas. En la historia de la filosofía nada han aportado las mujeres…” Por cómo me trataba comprendí, que desde sus normativas, y si por demás eras mujer negra, no había esperanzas para la Filosofía. Lo interesante es que ella legitimaba los ecos de una cultura clasista, patriarcal y etnocentrista. Ella estaba convencida que ese era el “ser” del “deber ser”. Siendo este el mismo patrón que media en las subjetividades materializadas en las producciones audiovisuales de cine y televisión antes mencionadas y no superadas.

Por este tiempo, la Facultad de Filosofía e Historia abría un capítulo en la Universidad de La Habana: los estudios de Género e Historias de Mujeres, un curso optativo impartido por el Doctor en Ciencias Históricas Julio César González Pagés. Participaron unos 10 o 12 estudiantes de lo más selecto de las carreras de historia y sociología. Para gran parte de l@s profesionales de la filosofía en Cuba, hasta hoy, dichos temas no han sido, penosamente, una problemática de importancia.

PC: ¿Cuándo comenzó su interés por estudiar e investigar específicamente el Feminismo Negro?

MB: Fue en el año 2003, en el Departamento Investigaciones Ecuménicas (DEI), de Costa Rica. Fue un curso impartido por la Doctora Silvia Regina de Lima Silva (brasileña), que se titulaba “Feminismo negro”. Para mí fue un descubrimiento, pues ella indagaba en la raíces del fundamentalismo teológico colonial.

Recuerdo que en esa semana dormí muy poco meditando acerca de las reflexiones que la profesora hacía en el aula acerca del concepto de “interseccionalidad”, definido como la interdependencia existentes entre sexismo, clases sociales, racismo y opresión; unidades objetivas necesarias para el análisis de la situación de las mujeres negras. Las que se derivan como formas legítimas establecidas que afectan el modo de vida y las historias de las mujeres negras en los procesos colonialistas, globalizados y contemporáneos en el ámbito de las estructuras de las relaciones sociales de producción, en las división social e internacional del trabajo. Asimismo, puntualizaba sobre otro elemento de ese núcleo: la teología fundamentalista colonial, y su sentido mesiánico.

Pensaba sobre las diversas y contradictorias reacciones que se derivaban. Recuerdo que trabajamos mucho el pensamiento ecuménico brasileño y feminista negro de Brasil, líderes en ese momento y en estas cuestiones en América Latina. Conocí de la militancia, acciones y aportaciones de Luiza Helena de Bairros, Léila González, Sueli Carneiro y de la propia profesora, entre otras.

Yo en el año 1998 había hecho un trabajo sobre la esclavitud y la representación de la mujer negra. Pero era beber de hipótesis que nacían de interpretaciones críticas de la historia e interpretando historias de vidas de mujeres y familiares negras. Pero descubrir el Feminismo Negro desde las líricas y poéticas mujeristas, vientristas, interseccionalista, de conocimientos, empoderamientos, etcétera, propuestas por estas mujeres: Angela Davis, Alice Walker, bell hooks, Kimberlé Williams Crenshaw, Patricia Hill Collins, Afua Cooper, Rebecca Walker, Betty Ruth Lozano Lerma, Ochy Curiel, Wendy Patricia Maswell, y su impronta, fue una revelación.

En el 2016 estuve en Haití, donde pude conocer a Angela Davis, y una vez más su discurso fue estremecedor, alrededor de este y otros temas de urgencia en la sociedades globales, modernas y contemporáneas. Sólo que estos discursos, como muchos otros, necesita salir a la calle y llenarse de gente, calar la conciencia crítica. Quedarse en los oídos de las élites, no es justo. Y es eso lo que habitualmente pasa.

PC: ¿Qué conocimientos tiene usted sobre la historia del Feminismo Negro o de las mujeres negras en Cuba; y cuál es la importancia de esos saberes en la actualidad cubana?

MB: La lucha de las mujeres negras en Cuba encuentra sus principales referentes en las mujeres esclavizadas que de múltiples maneras llevaron la resistencia y la defensa a su existencia y valores identitarios, desde el espacio de cocina con la culinaria, la oralidad, su religiosidad, el cimarronaje y hasta la manigua, como el ejemplo de Carlota Lucumí, en 1843, en Matanzas. Otro emblemático ejemplo se encuentra en Mariana Grajales, “Madre de la Patria”, designada así por José Martí; ratificada en reiteradas ocasiones por Raúl Castro; y limitada sólo a “Madre de los Maceos”. Ella no sólo donó sus fuerzas e ideales, sino también a sus hij@s al servicio por la independencia de Cuba. Una vez, en 1878, desde Jamaica, junto a sus hijas y nueras, crea clubes patrióticos con el objetivo de continuar apoyando la gesta emancipadora cubana. ¿Será que la resistencia a asumirla como “Madre de la Patria” responde a patrones racistas marcados por la colonialidad y a rezagos patriarcales que forman parte de los cimientos de nuestra identidad? Nuestra Patria –multicultural y mestiza– tiene reconocido un indiscutible “Padre de la Patria”: Carlos Manuel de Céspedes; pero no así, una madre; aunque criterios de autoridad como nuestro José Martí, lo haya expresado en el siglo XIX y en el XXI, con convicción lo reitere nuestro presidente Raúl Castro Ruz, ¿es acaso eso posible?

Ejemplos como este nos dicen que en Cuba se dio, en la década del 60 del siglo XX, una gran Revolución en el mundo de las mujeres cubanas; pero a mi parecer, no se tenía conciencia de género. Muchas personas aún no tienen una idea clara de lo que significa la categoría “género” y una casi total idea errada y prejuiciada del feminismo. Asimismo, hubo altos desconocimientos de sus tipologías e historias.

Pienso que muchos de los grupos de trabajo y de mujeres que llevan una lucha en defensa de la mujer y sus derechos, lo hacen empíricamente o desde un superficial acercamiento a los temas. Por múltiples causas, no siempre se hace un buen manejo de la complejidad de la teoría de género y de todas las tendencias feministas. Muchas veces reproducen estereotipos y re-funcionalizan el sexismo, y otros valores patriarcales entre grupos de mujeres y diversos. Por otra parte, no siempre se hacer un uso adecuado del instrumento que estas teorías les proporcionan.

Con ello no niego el trabajo de organizaciones, activistas e instituciones nacionales e internacionales, gubernamentales y ONG en la Isla. Sólo afirmo que es insuficiente. Y que los logros que han alcanzado las mujeres cubanas en el orden social no son proporcionales a la conciencia de género alcanzada.

Pienso que hay que continuar trabajando duro en la recuperación de las memorias de mujeres invisibilizadas en nuestra historia, en particular de las mujeres negras y sus improntas en el siglo XIX y XX cubano. El conocimiento de estas cuestiones en las generaciones de hombres y mujeres cubanas en la actualidad, y en particular en el caso de las mujeres negras, contribuye a reconfigurar nuestros centros humillados, sojuzgados históricamente.

Es la invitación a caminar en la búsqueda de nuestro propio ser, ese que las ideologías coloniales han intentado ubicar en el fondo del pozo y que no siempre se deja ver en la superficie. Con la Revolución cubana de 1959 y con la creación, en 1960, de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), se abrió un marco de oportunidades sociales para tod@s, sólo que unido a sus programas de justicia social, equidad y la impronta humanista y revolucionarias, que la define. Sin embargo, quedan efectos del sesgo de valores heredados de la ideología colonial, que están en los modos de apropiación de la realidad de los sujetos/as. Esto se expresa en el comportamiento y se re-funcionaliza en las dinámicas sociales, como parte de las contradicciones que la misma sociedad genera en su seno; más allá de las voluntades políticas. Y, ¿cómo dejar de ser patriarcal o dejar de ser racista?

Las imágenes televisivas representan, de forma abierta o subliminar, a la esclavitud y a la “mala suerte” que, en consecuencia, heredaste como “único patrimonio”; aunque las lógicas sociales de nuestro proyecto revolucionario garanticen otras posibilidades para nuestras existencias y dignificación de nuestras vidas.

Dentro de los principales exponentes del Feminismo Negro cubano, en la contemporaneidad, encontramos, en el campo de la investigación, a: Inés María Martiatu Terry, Leyda Oquendo Barrios, Daisy Rubiera Castillo, Norma Guillard Limonta, Digna Castañeda Fuertes, Lourdes Serrano Peralta, Magdalena Mazón Hernández, Yulexis Almeida Junco, Olida Hevia Lanier, Zuleica Romay, Belkis Rojas, entre otras. En el arte: Belkis Ayón (en la plástica), Gloria Rolando (en el cine), Georgina Herrera (en la poesía), Fátima Patterson (en el teatro santiaguero y caribeño). En cuanto a proyectos sociales, me gustaría mencionar la labor de Cuba en la Articulación Regional de Afrodescendientes (ARA).

Pienso que es significativo el libro Afrocubanas, coordinado por Daisy Rubiera e Inés María Martiatu. Ese texto brinda múltiples aristas del significado de ser mujer negra y desarrolla nuestros presupuestos de Feminismo Negro. De igual modo es de destacar las tertulias organizadas por Daisy, Yulexis y Oilda. Desde mi modesto punto de vista, el espacio se caracteriza por ser profundo en sus análisis, intercultural, interreligioso e interdisciplinario de creación, en despertar y visibilizar el universo simbólico de opresiones a las que son sometidas las mujeres; así como llamar la atención sobre sus potencialidades. Ha brindado capacitación sobre diversos temas, siempre reflexionando acerca de la situación de la mujer, en general, y de las mujeres negras, en particular. El espacio es un ejemplo de cómo el feminismo puede ser un verdadero movimiento de emancipación.

En cuanto a la capacitación puntualizar a la socióloga Yulexis Almeida Junco, quien lleva un sostenido trabajo en esa dirección, particularmente en la socialización de la impronta del Feminismo Negro. La profesora desarrolla cursos optativos en la Universidad de La Habana y en otros espacios académicos y comunitarios. Asimismo, los proyectos sociales de FLACSO-Cuba de la Universidad de La Habana.

Una mención especial para nuestra cineasta Gloria Rolando, exponente del Feminismo Negro cubano. Desde el discurso cinematográfico, y el ejemplo consecuente de su propia vida, ha dejado obras maestras, que recogen la impronta ancestral, el mundo de opresiones y de prejuicios a los que hemos sido sometidas las mujeres y las culturas africanas y caribeñas. Ella expone los rostros humanos, las esencias y complejidades culturales que las habitan, tanto en sus subjetividades como en los espacios de enunciación, siempre desde un universo plural. Ella aborda, desde la indagación seria, fragmentos de la historia de Cuba no recogidos. Como bien ella plantea, “los investigo y visibilizo, no por ser mujer negra, sino por ser cubana”. Obras como: “Oggún un eterno presente” (1991), “Los hijos de Baraguá” (1996), “Los ojos del arcoíris” (1997), “Rembarque” (2014), “Conversando con mi abuela” (2016), son muestra de ello. En la búsqueda de su propia historia nos revela un mundo muchas veces desconocido, sutilezas naturalizadas donde toman cuerpo la opresión, la segregación, el dolor, la nostalgia y el aporte de fenómenos sociales, como las migraciones. En sus obras recupera lo auténtico de las manifestaciones que adopta la condición de sujeta/o histórica/o en la nación cubana. Lo que tributa a un fortalecimento de identidades liberadoras.

Pienso que en Cuba, en los espacios institucionales, culturales y académicos, se debe continuar sistematizando el trabajo de sensibilización, libre de prejuicios, hacia estudio de las teorías feministas como instrumentos necesario para educar y trabajar el perfeccionamiento de políticas públicas por el mantenimiento de la equidad social. Que ello no sólo constituya un asunto de las élites que se ocupan en estos temas. Insisto, debe concientizarse desde la base, porque cuando llega verticalmente como política, se pierde su sentido emancipatorio y de defensa de la dignidad y derechos de las mujeres.

Por ejemplo, aun no se comprende la necesidad de la perspectiva de género en el lenguaje. Aunque mucho se ha escrito sobre el tema, se defiende un lenguaje puramente patriarcal. No obstante a ello, la educación y los medios de comunicación, así como sus productos culturales, desempeñan un papel importante en ir desmitificando estas lógicas sexistas y discriminatorias, de la que a veces no se tiene conciencia, porque tampoco se tiene conciencia del valor y significado de la diversidad como patrimonio para nuestro espacio.

PC: ¿Cuáles son las contribuciones teóricas y metodológicas fundamentales del Feminismo Negro que, en su opinión, coadyuvan a una comprensión real de la situación de las mujeres negras en el contexto en que usted vive, estudia y trabaja actualmente?

MB: Para responder a esta pregunta se requiere acercarse a los rasgos generales que definen al Feminismo Negro, del resto. En este sentido, Yulexis Almeida identifica un grupo de características, que me gustaría tomar como referencias para dejar bien definido de que hemos estado hablando hasta ahora.

Marca sus inicios en los años 60 y 70 del siglo XX en Estados Unidos y Gran Bretaña. Se focaliza en el análisis del origen de la opresión de las mujeres, “la división sexual del trabajo y el trabajo doméstico. Profundiza en la lucha anti-colonialista contra el racismo, la desigualdad de clase y las prácticas patriarcales. El concepto de “mujer negra” se convirtió en una identidad política estratégica. La reformulación de la separación de espacios público y privado (a partir del eslogan lo personal es político). El estudio de la vida cotidiana”. Se reivindica enérgicamente la despenalización del aborto. Se publican, crean y se usan anticonceptivos como un derecho de las mujeres sobre sus cuerpos. Se produce la descentralización, diversificación de la masculinidad hegemónica. Critica el carácter racista y clasista que no reconoce a la mujer negra, y la ve como fuerza de trabajo y ser mal remunerada.

Una vez definido debo plantear, en segundo lugar, que no obstante a todos estos aportes que definen al Feminismo Negro, penosamente, en mi espacio académico más inmediato, estos estudios no son prioridad. No esta modalidad del feminismo, ni ninguna otra. Existen aislados estudios sobre el pensamiento filosófico de mujeres muy puntuales. No se ha fraguado la conciencia del valor que tributan al campo de la filosofía, los estudios de género y feminismo, aun existiendo feministas marxistas. Sin embargo, algunas acciones en el área de postgrado se están desarrollando en relación a los estudios de género y el Feminismo Negro, decolonial, comunitario, por quien les habla. No pasa así en el área de los estudios sociológicos, quienes son la vanguardia en estos temas.

En tercer lugar, apelando al plano personal, como filósofa, desde estudiante ya me había introducido en estas imprescindibles redes para comprender la complejidad y totalidad de las dinámicas y comportamientos del/la sujeto/a social. Y para poder entender mejor desde mi lugar de enunciación el verdadero significado del cosmos de la polis griega y otras formas del cosmos más apegadas a mi existencia. Para ello los estudios decoloniales me aportaron mucho, sobre todo en poder articular lógicamente a la categoría de género y raza en el sistema de relaciones sociales de producción. Las que en el espacio colonial americano y caribeño adoptan un significativo valor epistemológico y cultural.

En un cuarto momento de la respuesta me gustaría poner en diálogo principios provenientes de la cosmovisión del feminismo comunitario y –en entrevista con la psicóloga social guatemalteca Lorena Cabnal–, el Feminismo Negro y decolonial como mensajes para concientizar sobre la complejidad que habita en ser mujeres y sus conexiones con las dimensiones físico, mental, espiritual y lo comunitario. En pensar en nuestra primera casa, nuestros cuerpos y en su plataforma en la que habitamos colectivamente, la tierra. Acerca de estos referentes y sus significados reflexionemos.

En la voz de Lorena Cabnal, como lideresa espiritual, desde el feminismo comunitario apunta: “Es necesario que las mujeres: conozcan y concienticen que en el cuerpo tenemos un mapa. Hay una memoria corporal, espiritual, ancestral de nuestros úteros que condiciona nuestros tiempos presentes. Es imprescindible interiorizar que existe una razón de los cuerpos y una necesidad de energizarse en las cuatro dimensiones: físico, mental, espiritual y lo colectivo comunitario”.

Concientizar que el cuerpo femenino no sólo son cuerpos-placer, cuerpos-gestantes. Son además, cuerpos conectados por un hilo cósmico y sincronizado con la luna y los astros. De este hecho nacieron los primeros calendarios lunares hasta el siglo XIII, cuando el poder eclesiástico y patriarcal impuso el calendario Gregoriano por encima de los calendarios lunares.

En cuanto a esa histórica relación “ser humano- naturaleza”, que determina el contenido de la producción, sería interesante que supiesen que en la antigüedad los vientres de las mujeres, la Luna y la Tierra, tenían una comunicación directa. Las mujeres sabían cuando plantar la semilla, tanto en su territorio cuerpo, como en el territorio tierra, razón por la que eran consideradas por el sistema patriarcal como brujas, hechiceras y amenazas.

Por eso se hace indispensable asumir el acto del sangrado como algo hermoso y su tiempo como una posibilidad de viajar hacia nuestros mundos interiores. La menstruación hay que naturalizarla en nuestra psiquis como generadora de energías hermosas, vitales y sanadoras. Vivir la posibilidad de tenerla como una manera legítima de florecer, ser libres y sentir. Hacer conciencia el hecho de que las opresiones vividas por las mujeres, a través de los tiempos sobre sus cuerpos, constituye una de las causas de la desincronización con la Luna, los astros y sus hilos astrológicos y, por tanto, de los períodos menstruales y sus dolencias. Interiorizar que la desarmonización de los cuerpos de las mujeres con la Luna es la causa del sistema opresor patriarcal que sufren las mujeres.

Estos son algunos de los principios del feminismo comunitario de las mujeres indígenas de Guatemala. Ellos, indiscutiblemente, confrontan nuestras vidas de mujeres e invita a pensar y activar estos complementos dormidos, silenciados y estigmatizados. Ello, a su vez, nos conecta con otros elementos a tener en cuenta para nuestras vidas como legado de las múltiples comunidades de mujeres afro-latinas-caribeñas, quienes han salvaguardado el legado de las cosmogonías, cosmovisiones y espiritualidades africanas, lo que reafirma la tenencia de un patrimonio tangible e intangible que se estableció como tronco cultural legítimo en el diverso y denso bosque del continente americano.

Es este último, uno de los conflictos que enfrentan las mujeres afro-latinas-caribeñas. Dicho problema se ubica entre las dos orillas del Atlántico: los archipiélagos caribeños y las orillas americanas bañadas por las aguas del Océano Atlántico. Cuando pensamos física y literalmente en el territorio cuerpo–tierra, nuestras ancestras africanas perdieron sus tierras natales y, con ello, su libertad. Sólo con la muerte a través de sus espíritus volverían a su lugar de origen en estado de libertad. Ese fue un principio de vida de l@s african@s en estas tierras. Como alternativa de supervivencia se fueron adaptando y modificando estos lares. Fueron troncos culturales muy fuertes que lograron fructificar y hacerse perdurables. Estos son memorias históricas que sostienen los principios del Feminismo Negro y decolonial, respectivamente.

Se hace imprescindible concientizar que América Latina y el Caribe, para las generaciones posteriores, dejó de ser el espacio de acogida para convertirse en un espacio originario. Entonces, cómo explicar que aun hoy, en pleno siglo XXI, luego de cinco siglos de haber llegado nuestros primeros ancestros y haber procreado a sus descendencias, todavía la condición de inferioridad y el racismo colonial y natal haga estragos sobre el cuestionamiento de si los descendientes de las/os africanas/os son, o no son, originarias/os.

Sobre los cuerpos–mentes femeninos negros, aún pesan las incomprensiones del ser o no ser originario como una causa más para la exclusión. Razón por la cual, lo originario se legitima como una condición política incuestionable para los nativos del continente; pero, al mismo tiempo, posee un carácter excluyente. Este último ha sido muy bien manejado por el sistema capitalista neoliberal que utiliza las diferencias étnicas, raciales, culturales y residenciales para usurpar territorios y lo más auténtico de nuestras culturas y espiritualidades.

En estas polémicas entre “ser-no ser-pertenecer” ha constituido en el mundo de las mujeres afro-descendientes un recurso de resistencia y mediación intercultural. Los saberes ancestrales han sido elemento común tanto para las mujeres afro-descendientes como para las indígenas. Estos han condicionado y hasta determinado las concepciones de sus metodologías, cimentadas en el complejo y misterioso mundo de las espiritualidades; la búsqueda de la libertad, que en diálogo con los modos de hacer contemporáneos implementan estrategias de lucha frente a las injerencias del capital y las concepciones patriarcales en no pocos grupos que han concientizado su condición y misión.

PC: ¿En qué medida usted podría contribuir, desde la práctica, a enriquecer las discusiones teóricas y cotidianas sobre Feminismo Negro en el contexto de la lucha por los derechos, la visibilización y el empoderamiento de las mujeres negras?

MB: En este sentido, me identifico como una agente intercultural, entre las sabidurías ancestrales que nos habitan y las sabidurías institucionalizadas por la geopolítica del conocimiento etnocentrista de occidente. Experimento el desarrollo de un lenguaje que se re-significa y democratiza todo el tiempo, como consecuencia de una toma de conciencia crítica de mi ser y sus “yo” plurales, integrados en mi condición de mujer y de persona. La cuestión no es solo política, es también existencial; aunque ha sido la práctica consolidada del modo de apropiación de la realidad occidental institucionalizado y legislado en políticas fragmentarias y prejuiciosas, por más de 500 años, las que han limitado los lenguajes, las conciencias; dividiendo y excluyendo por sus marcas genéricas, clasista, étnico-racial, etaria, geopolítica, etcétera.

Las observaciones analíticas en mis investigaciones y maneras de enseñar desde la perspectiva de género me llevan a tener en cuenta, en mis reflexiones y modos de hacer, a las interrelaciones de los locus de enunciación en el que existimos y en el que hemos sido educados. Y es desde acá que desarrollo esta reflexión. No puedo escapar de la historia, aunque no por ello tengo que ser víctima, ni objeto de ella. Este presupuesto me llevó a comprender una de las funciones de los estudios de género y feminismo, pues me hizo caer en cuenta de la responsabilidad, que en tanto mujer cubana, negra y profesional posee con la salvaguardia y renacimiento de los valores de nuestra “Ancestralidad”. Recuperando desde ello a sus hacedoras, que nos hacen sentirnos personas y pertenecientes de un lugar y múltiples culturas. Recuperar el orgullo y la dignidad de ser mujer afro-latina-caribeña.

En mis escritos, charlas entre amig@s, docencias de postgrado de “Género, Comunicación y Decolonialidad”, he experimentado unas metodologías “otras”, preocupadas no por la trasmisión de conocimiento, sino por la sensibilización de la conciencia a partir de legitimar a la dignidad humana, como un derecho de vida y de respeto a la diferencia. Elementos estos, que le desconocieron a una parte importante de mis ancestr@s, en particular a los african@s y sus descendientes; pero también pienso que no es desconociendo la humanidad de los otros que legitimaremos la nuestra. Con ello gano una comprensión otra de un problema ético-cultural que defiende la esencia de la diversidad humana.

Por otra parte, la experiencia interdisciplinaria entre filosofía, antropología y estética (como salida a mis investigaciones), ha sido transversalizada por las teorías de género, del Feminismo Negro y del feminismo comunitario latinoamericano. Ello ha contribuido a la comprensión de las tipologías que puede adoptar el “sujet@ y su negación” en su corporalidad y extensión.

Ahora me encuentro trabajando en el concepto “clave intercultural”, la paradoja de la emancipación y los prejuicios como círculo hermenéutico. Herramienta epistémica y sociopolítica para develar problemáticas, que ante los presupuestos tradicionales de la lucha de clases, se quedan fuera de contexto e invisibilizados. Tales como: la recuperación de las memorias históricas de las abuelas y abuelos (amerindios, africanos, asiáticos y caribeños); las que han sido silenciadas junto a sus corpus antropológico y filosófico, unos más que otros. Introducir transversalmente las contribuciones de las teorías de género y feministas, en estas problemáticas filosóficas que acontecen en nuestra sociedad, me ha servido para comprender la diferencia y la necesidad de rehacer el mapa de la historia de nuestras raíces y a recuperar, entender y respetar el patrimonio heredado, en especial el relacionado con el mundo de las mujeres y la re-evaluación de su lugar en el mundo.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=233987

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Nigeria: Girls’ education is the best investment we can make to grow the world’s economies

Nigeria/Noviembre de 2017/Autor: Farrah Mohamed/Fuente: Quartz

Resumen: Si le preguntas a la mayoría de las personas si creen que las niñas deberían ir a la escuela, responderán que sí. Supongo que la mayoría de ustedes que leen esto ahora se sienten ofendidos por la idea de un mundo en el que las niñas todavía no son iguales para los niños en cuanto a educación y oportunidades. Sin embargo, esta es la realidad de 130 millones de niñas que no asisten a la escuela en todo el mundo. Si bien la mayoría de la gente no lo considera uno de los problemas más apremiantes de nuestro mundo, la evidencia muestra que la educación de las niñas es la mejor inversión que podemos hacer para hacer crecer las economías, mejorar el aire que respiramos, reducir el riesgo de conflictos violentos y avanzar en la salud pública .

If you ask most people if they believe girls should go to school, they’ll answer yes. I would guess that most of you reading this right now are offended by the idea of a world where girls are still unequal to boys in education and opportunity. Yet this is the reality for 130 million girls out of school around the world.

While most people don’t count it as one of our world’s most pressing problems, evidence shows that girls’ education is the best investment we can make to grow economies, improve the air we breathe, reduce the risk of violent conflict and advance public health.

Here are the facts:

  • If all girls went to school for 12 years, low- and middle-income countries could add $92 billion per year to their economies.
  • Educated girls are less likely to marry young or contract HIV—and more likely to have healthy, educated children.
  • The Brookings Institution calls secondary schooling for girls the best and most cost-effective investment against climate change.
  • When a country gives all its children secondary education, it cuts its risk of war in half.

As CEO of Malala Fund, I’ve travelled to countries where girls are fighting poverty, early marriage, war and conflict to go to school. Their individual stories confirm what multiple studies show: educated girls improve their communities and countries.

16-year-old Sydney lives in an indigenous community outside Oaxaca, Mexico. Girls in Mexico are free to go to school, but about half leave school before graduating, often because of teen pregnancy or child marriage.

When Sydney reached secondary school age, her grandfather expected her to drop out and marry, like her mother and grandmother before her. But Sydney had other plans. She wanted to stay in school, go to university and become her town’s first pediatrician.

Having fought and won her own battle against cultural norms and family pressure, Sydney hosts a local radio show advocating for girls’ education and equality. She tells listeners that economically independent women are more equipped to care for their families and contribute to their communities—that everyone advances when women are allowed to fulfill their potential.

In Nigeria, fear of violence marked 20-year-old Amina’s school years. Amina lives in the north of the country where Boko Haram extremists routinely kidnap schoolgirls. While some escaped or were released through government negotiations, many others have been forced to marry their captors or become child soldiers, sold into slavery or killed. Going to school is an act of extreme bravery for girls in Amina’s region.

Despite the risks, Amina recently graduated secondary school. Her favourite subject is chemistry; she hopes to study science education at university and become a teacher.

She’s already had some practice—for years she served as a mentor to girls in her community. After her own classes, she taught out-of-school girls to read and write. Amina also helped these girls understand reproductive health, a subject rarely discussed in her community.

Girls like Amina and Sydney are filling in for failing governments. It is no surprise that the countries with the highest numbers of girls out of school also spend the least on education.

UNESCO recommends that developing country governments spend 20% of their annual budget on education—but most fall well short of this target. None of the nine most populated countries in the global South increased their education budgets in the last two years, despite repeated commitments to get all girls in school by 2030.

Nigeria is the richest country in Africa, but has the highest number of out-of-school girls. In the last three years, the Nigerian government cut the education budget from 9% to 6%. Mexico enacted an austerity budget this year, reducing education spending by 4%, according to news reports.

Developing country leaders aren’t alone in breaking their promises. Donor countries have flatlined or decreased their education aid in the last two years.

If aid to education and domestic spending continue to decline, we risk leaving millions of girls uneducated and unprepared for the future.

Consider these two facts:

  • UNESCO estimates that the world could have 40 million job vacancies by 2020, but not enough educated workers to fill them.
  • Today 76% of men participate in the global labour market, but only 46% of women are employed.

The answer seems obvious, doesn’t it? Modern economies need educated women. And girls are the key to a safer, healthier, wealthier world.

Whatever the challenges facing our world, I know I want girls like Sydney and Amina to help solve them. Our future depends on girls. And their future depends on our leaders. Malala Fund will continue to hold them accountable—for 130 million girls out of school and for all of us.

Fuente: https://qz.com/1119055/malala-fund-ceo-girls-education-is-the-best-investment-to-grow-the-worlds-economies/

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Los hombres se alzan contra la violencia de género en Azerbaiyán

Azerbaiyan/Noviembre de 2017/Fuente: UNFPA

En las últimas semanas, varios casos de alto nivel de violencia de género han salpicados los titulares. Millones de mujeres en todo el mundo han exigido el fin de estos abusos y, cada vez con mayor frecuencia, se exige que los hombres tomen cartas en el asunto.

En las aldeas remotas del distrito de Imishli, en Azerbaiyán, eso es precisamente lo que los hombres están haciendo.

«Estamos aquí para allanar un nuevo camino libre de violencia y libre de ignorancia respecto de la violencia de género», dijo Vusal, de 23 años, quien participó en una iniciativa respaldada por el UNFPA que reúne a varios hombres para abordar el tema de la violencia de género, así como de desigualdades de género que lo alimentan.

La violencia contra las mujeres y las niñas está generalizada, pero en gran medida se considera como un asunto privado. Según una encuesta de 2008 del UNFPA, casi una cuarta parte de las mujeres azerbaiyanas reconocieron haber experimentado algún tipo de violencia en algún momento de su vida, pero menos del 1 por ciento buscó la ayuda de los servicios públicos.

Javid Shahmaliyev, director del Centro de Estudios Sociales y Psicológicos apoyado por el UNFPA, imparte una sesión de sensibilización. © UNFPA Azerbaiyán

El estigma, la insuficiente protección legal y la ausencia de servicios implican que casi nunca se

discute la violencia, una situación que Vusal describió como «totalmente desafiante».

Supervivientes acusados de violencia

La iniciativa, que fue lanzada por el UNFPA en 2016 con fondos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, instruye a los hombres sobre cómo poner fin a la violencia de género.

«Uno de los principales impedimentos para abordar adecuadamente el problema de la violencia doméstica en Azerbaiyán es la tendencia generalizada de los maridos, la familia y la comunidad de responsabilizar a la mujer de casi todos los casos de violencia que se dan», comenta Javid Shahmaliyev, jefe del Centro para Estudios Sociales y Psicológicos, queien trabaja con el UNFPA para llevar a cabo estas sesiones de información en Aran, Absheron y Lenkoran.

«Incluso cuando las mujeres no son culpadas por la violencia que soportan, se las considera la principal fuerza que puede y debe hacer algo para aliviar el problema», agregó. «Los hombres nunca son vistos como el problema, ya que todos creen que los hombres nunca cambian».

Pero estos hombres se han propuesto cambiar este concepto que se tiene sobre ellos.

Hay sesiones que incluyen mujeres participantes. © UNFPA Azerbaiyán

Aprendiendo a tomar acciones

El proyecto reúne a pequeños grupos de hombres durante dos días para discutir acerca de la violencia de género.

Primero, exploran cómo pueden  las ideas rígidas sobre los roles de género  contribuir a la generalización de la violencia. Por ejemplo, una encuesta de 2006 mostró que el 49 por ciento de las mujeres y el 58 por ciento de los hombres en Azerbaiyán creen que la violencia puede justificarse si las esposas no cumplen con ciertas expectativas.

Los participantes discuten acerca de los diferentes tipos de violencia, no solo violencia física, sino que además el abuso emocional y económico.

Además, analizan cómo intervenir si son testigos o se enteran de alguna conducta violenta. Se anima a los hombres a defender a las supervivientes y a responsabilizar a los perpetradores.

Los grupos discuten cómo ayudar a las supervivientes, por ejemplo, dirigiéndolas a servicios o albergues.

Los participantes aseguran que estas conversaciones han sido reveladoras.

«En el transcurso de estas sesiones de información sobre diferentes formas de violencia de género, poco a poco me he ido dando cuenta de la violencia que existe dentro de las familias en nuestra vecindad«, comenta Ziya, de 28 años.

Ahora ya sé lo que tengo que hacer

Los miembros de la comunidad aprenden a defender a las supervivientes y responsabilizar a los perpetradores y a dirigir a las supervivientes a los servicios de ayuda. © UNFPA Azerbaiyán

Solo en los últimos seis meses, se ha llegado a más de 600 hombres a través de estas sesiones.

También hay sesiones que cuentan con la participación de mujeres. Y el UNFPA también está trabajando con el Gobierno para desarrollar un sistema eficaz derive a las supervivientes de la violencia a servicios como atención médica,asesoramiento y apoyo legal.

Las cosas están cambiando para mejor, afirma Ziya.

«Hace varios años, era inaceptable incluso hablar de violencia en nuestra comunidad para no complicar las cosas. Pero ahora sé qué hacer cuando veo a un hombre abusando de su esposa o restringiendo su libertad», asegura.

Kamaleddin, de 59 años, estuvo de acuerdo. Ofreció voluntariamente el uso de su negocio, una cantina, como sede de las sesiones informativas.

«Me hace sentir que quizás pueda hacer algo importante por mi comunidad», comenta, «porque la simple idea de que no poder hacer nada para eliminar la violencia de género me llevaría a la desesperación».

Fuente: http://www.unfpa.org/es/news/los-hombres-se-alzan-contra-la-violencia-de-g%C3%A9nero-en-azerbaiy%C3%A1n

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