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Trabajo infantil, violaciones y palizas a los niños, la otra cara del hambre en Somalia

Somalia/05 junio 2017/Fuente: eldiario.es

  • El desplazamiento de la población azotada por la sequía ha elevado los niveles de violencia contra los menores, según denuncia Save The Children
  • Al abandonar el hogar, las familias pierden el entorno seguro para los niños cuando salen a buscar agua o a recoger leña, explica la ONG
  • La apatía y los problemas cognitivos y de autoestima son las otras secuelas que deja el hambre en los más pequeños, según una experta de MSF.

En Somalia, las miradas se dirigen al cielo. Las lluvias no llegan y, cuando llegan, no son suficientes. Los cadáveres del ganado salpican el seco paisaje. La sequía ha traído consigo una grave escasez de alimentos que empuja a su población a abandonar sus hogares. Este desplazamiento en busca de alimentos ha expuesto a «más de un millón de niños» a «altos niveles de violencia», como el trabajo forzoso o los abusos sexuales, según ha detectado en las últimas semanas Save the children.

Los trabajadores de la ONG denuncian un aumento de los casos de «violaciones y palizas» a niños y niñas cuando van a recoger leña, a buscar agua o a cuidar el rebaño. «Los que se han visto obligados a trabajar, o habían aumentado considerablemente sus tareas domésticas, están también en un alarmante riesgo de explotación», asegura Hassan Saadi Noor, director de Save the Children en el país.

Un estudio de la organización ha constatado que, desde que comenzó la sequía, la violencia contra los niños ha crecido casi dos tercios. El 30% de las personas encuestadas sostiene que los menores están en mayor riesgo de violencia sexual.

Las causas, dicen, hay que buscarlas en el desplazamiento. Y las causas del desplazamiento, en el hambre. Dos temporadas consecutivas de lluvias escasas han diezmado las cosechas, han disparado los precios de los alimentos y han matado al 70% de los animales. Los pueblos y las ciudades se están superpoblando por miles de familias que se dedican al pastoreo y, tras perder parte de su cabaña, se han desplazado lejos de su hogar en busca de agua y comida, sin medios para regresar.

«Se pierde el ambiente seguro de estar en comunidades donde cada uno se conoce. Las familias están separadas unas de otras. A menudo viven cerca de extraños. Los baños también pueden estar en áreas abiertas donde las niñas pueden sufrir abusos», explica Devendra Tak, portavoz de Save the children en Hargeisa –en la región autónoma de Somalilandia–, durante una entrevista con eldiario.es.

En busca de la lluvia que salve a Somalia
Un rebaño de ovejas bebe agua que ha sido transportada por camiones para los pastores de Bandar Beyla (Somalia). EFE

La ONG también asegura que los niños están sufriendo «altos niveles de angustia psicológica con síntomas inusuales como lloros y gritos constantes» y ha identificado cambios en su comportamiento. Más de la mitad, detallan, se han vuelto «más agresivos». «Muchas familias se encuentran en campamentos para recibir la ayuda de las agencias humanitarias y el Gobierno. Allí los niños tienen mucho miedo por estar con extraños y en la noche quedan expuestos a animales salvajes como las hienas, cuyas llamadas escuchan», puntualiza Tak.

Por otro lado, existe el riesgo de que abandonen el colegio, «el lugar más seguro para ellos», apunta la organización. Más del 80% de las personas, según la investigación, dijo que los niños «asistían a la escuela con menos frecuencia» desde el inicio de la sequía.

«Algunas escuelas pueden estar cerradas, en muchas de ellas no hay agua disponible. Además, algunas familias quieren ahorrar la pequeña cantidad de dinero de las tasas de la educación secundaria», precisa la portavoz de la ONG. Muchos menores, sostiene la entidad, «han sido separados de sus padres y están siendo presionados para mantener a sus familias con el trabajo infantil».  

El hambre oculta: problemas para aprender y apatía

Asha Abdi (nombre fiticio) viajó 120 kilómetros junto a su marido y sus ocho hijos a un pueblo a las afueras de Burao (Somalilandia) en busca de otro pasto para sus animales, que comenzaron a morir en agosto de 2016. De las 400 cabras que tuvieron una vez, solo les quedan 20. «No quiero quedarme aquí, pero no sé a dónde podemos ir. Este no es mi pueblo y no conozco a nadie», relata en un testimonio recopilado por Save the children.

«No le doy a mis hijos de comer durante el día porque no podemos pagarlo. Si recibimos arroz de parientes u otros miembros de la comunidad, se lo damos por la noche, pero de lo contrario no comemos», añade.

Somalia aún no se ha recuperado de la hambruna que, según datos de Naciones Unidas, dejó más de 250.000 muertos hace seis años, cuando el hambre ha vuelto a convertirse en una seria amenaza para la población. «El riesgo de hambruna es muy fuerte», lamenta Tak.

Cerca de 6,2 millones de personas se han visto afectadas por la escasez de lluvias y 360.000 niños sufren desnutrición aguda. En zonas devastadas por la hambruna de 2011, como Hudur, se han detectado tasas «excepcionalmente altas» de menores con retraso en su desarrollo, alerta Save The Children.

La falta de alimentos, señalan, genera incertidumbre y «niveles abrumadores de estrés» en las comunidades. «El hambre conduce a la ira, a las peleas y a los malentendidos. Tampoco está claro cuándo volverá la situación a la normalidad y eso crea una sensación de temor que incluso les hace perder la esperanza», detalla la portavoz de la ONG, quien explica que también se ha producido un repunte de los casos de cólera y diarrea aguda en el país.

Asha (nombre ficticio), de 4 años, con su abuela Sulekha en el centro de tratamiento del cólera del hospital Bayhaw en Baidoa (Somalia). Sulekha está cuidando a su nieto mientras su hija está con los otros niños en un campamento fuera de Baidoa.
Asha (nombre ficticio), de 4 años, con su abuela Sulekha en el centro de tratamiento del cólera del hospital Bayhaw en Baidoa (Somalia). Sulekha está cuidando a su nieto mientras su hija está con los otros niños en un campamento fuera de Baidoa. Mustafa Saeed/Save the Children

Pero la carencia de nutrientes no solo produce una considerable bajada de defensas en un grupo en pleno crecimiento como son los niños. También afecta a su desarrollo mental y cognitivo, así como a su socialización. Les deja secuelas de por vida.

«Los pequeños se vuelven más apáticos y retraídos, menos curiosos. Dejan de explorar el mundo», comenta Liliana Palacios, médica y responsable de las operaciones de Médicos Sin Fronteras en República Centroafricana, Sierra Leona, Angola y República Democrática del Congo. En este último país, la organización humanitaria ha detectado también niveles de malnutrición alta en zonas afectadas por la violencia donde las personas «no tienen acceso a su cosecha», asegura Palacios en una conversación con eldiario.es.

«Piensa en un niño sano. Corre, juega, tiene una energía plena. Los menores que sufren desnutrición cambian su actitud hacia el juego. No tienen ganas, les faltan nutrientes», recalca. «Estar ingresados también les afecta al vínculo con su familia. Por eso hay que trabajar mucho la relación con los cuidadores», añade.

A diferencia de la desnutrición aguda, «que si no se ataja a tiempo [la pérdida de peso] produce una mortalidad alta», el hambre crónica –aquella prolongada en el tiempo y «menos notoria»– conlleva «problemas de memoria» y afecta al autoestima, también a largo plazo, en la vida adulta, según resume la experta de MSF.

Una de las secuelas más dañinas de sufrir hambre durante la infancia se da en el aprendizaje, debido tanto a circunstancias sociales tan básicas como no acudir a la escuela, como al propio desarrollo del cerebro, y con él, la capacidad intelectual. Por ejemplo, se estima que la carencia de micronutrientes como el yodo puede traducirse en un coeficiente de inteligencia menor, según explica el Programa Mundial de Alimentos en su informe sobre el hambre y el aprendizaje.

Un mundo con cuatro emergencias alimentarias

Las alarmas se disparan en Somalia cuando se han cumplido dos meses desde la declaración oficial de hambruna en Sudán del Sur, sumido en una guerra civil desde 2013 que ha dejado más de 1,8 millones de refugiados, de los cuales un millón son niños, según UNICEF.

Las ONG también advierten de la situación de la cuenca del Lago Chad, azotada por la guerra contra Boko Haram, donde el hambre afecta a más de siete millones de personas en Nigeria, Níger, Chad y Camerún. En Yemen, dos años de guerra han desatado «la peor crisis humanitaria en el mundo». Según el Programa Mundial de Alimentos, en este país árabes ya hay casi 2,2 millones de niños desnutridos, 500.000 de ellos sufren desnutrición grave.

Se trata de una carrera contrarreloj. La respuesta humanitaria, según las organizaciones que trabajan en estos países y la ONU, debe llegar antes de que sea demasiado tarde. Pero, si en algo insisten ONG especializadas como Acción contra el Hambre, es que «estas graves crisis alimentarias son causadas por el hombre y no producto de una fatalidad».

Fuente: http://www.eldiario.es/desalambre/Trabajo-infantil-violaciones-palizas-Somalia_0_642535966.html

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Ellos viven en México y van a la escuela a Estados Unidos

México/05 junio 2017/Fuente: CNN en Español 

En quinto grado, JoAnna Rodríguez está en su camino hacia el autobús escolar cuando se da cuenta de que ha olvidado algo importante. No es la tarea ni el almuerzo. Saca un teléfono celular y llama a casa, mientras rebusca en su mochila.

«Mamá, se me olvidó mi pasaporte», dice ella.

JoAnna, de 11 años, necesita demostrar que es ciudadana estadounidense para llegar a la escuela. Esta autoproclamada futura enfermera es una de los casi 800 estudiantes estadounidenses que viven en Palomas, México, y cruzan la frontera con Estados Unidos cada mañana para asistir a la escuela pública en las cercanías de Columbus.

Desde hace más de cuatro décadas, la constitución del estado de Nuevo México garantiza a los ciudadanos estadounidenses una educación gratuita, sin importar dónde vivan. Esto da a familias que enfrentan la deportación la oportunidad de vivir juntos en México, sin sacrificar la educación de sus hijos en  EE.UU. Y crea escenas como esta en un control fronterizo.

De acuerdo con Aduanas y Protección Fronteriza, cientos de estudiantes cruzan otras partes de la frontera entre Estados Unidos y México para asistir a la escuela en lugares como El Paso, Texas. Para esos estudiantes, sin embargo, la educación en Estados Unidos no es gratis. Ellos pagan para ir a escuelas privadas.

A las 8 de la mañana, una fila de niños inquietos se extiende fuera de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza del puerto de entrada de Columbus, donde los agentes molestan a los estudiantes durante el escaneo de pasaportes y la inspección de sus pertenencias. Voltean sus cuadernos, abren sus bolsas de comida y hacen preguntas.

«¿Qué hay en la bolsa?», pregunta un agente.

«Dulces», responde una niña de ojos color avellana con una camisa de color rosa brillante.

Cuando sus hijos cruzan la frontera hacia Nuevo México, las madres les dicen adiós, de puntillas, antes de regresar a México. Muchos de los padres de estos niños fueron deportados y no se les permite pasar más allá de la barrera que se ha convertido en una forma de vida aquí.

La valla divide las dos ciudades, pero no ha impedido que la cultura de ambos países se filtre a través de ella. Encontrarás tacos y hamburguesas en ambos lados. Las calles están llenas de vendedores que hablan en inglés y español, y el pop americano y la música norteña mexicana se puede escuchar desde los coches en Columbus y Palomas.

Cada mañana, los autobuses esperan en el lado estadounidense para llevar a los estudiantes hacia una educación en Estados Unidos.

Es un viaje en autobús de apenas 8 kilómetros. Tan cerca, y sin embargo, para algunos de sus padres, tan lejos.

La familia Rodríguez

El padre de JoAnna, Jesús Rodríguez, es mecánico. Él es optimista, y ama los animales y el campo.

Su madre, Arianna Rodríguez, trabaja con estudiantes de educación especial. Ella es la roca de la familia.

Hay uns diferencia grande entre ellos: ella es ciudadana estadounidense. Él no.

Jesús, de 35 años, nació y se crió en Zacatecas, México. Fue deportado de EE.UU. en 2007 después de ser capturado cruzando la frontera ilegalmente varias veces.

Para Arianna, de 30 años, no es fácil explicar su compleja situación a sus hijas, JoAnna y su hermana menor, Nahima, de 10 años.

«Papá violó la ley porque entró varias veces a Estados Unidos. Es por eso que tuvo que esperar», les dice. «La ley es la ley y tenemos que cumplirla».

JoAnna intenta contener las lágrimas al hablar de su padre. Nahima también está preocupada. Las preocupaciones han aumentado debido a que las nuevas políticas de inmigración del presidente Donald Trump podrían reducir las posibilidades de su padre de volver a EE.UU.

«Tengo miedo», dice ella, al responder preguntas en el patio de recreo de la escuela.

Después de ser deportado, hace 10 años, Jesús se trasladó a una ciudad fronteriza en Chihuahua, México, donde tenía parientes. No estaba dispuesto a renunciar a las oportunidades en EE.UU. para sus hijas, y él y Arianna acordaron que ella y las pequeñas se quedarían en Hatch, Nuevo México.

La decisión obligó a la familia a estar separada durante cinco años. Los fines de semana, Arianna conducía dos horas hacia el sur con las niñas, a Ciudad Juarez, para visitar a Jesús. Cuando llegaba el momento de salir de México, JoAnna pedía a su madre que le dejara quedarse con su padre.

«Ella me decía: ‘No le digas a mamá donde me voy a esconder'», cuenta Jesús.

Arianna describe los viajes de fin de semana como una prueba dolorosa y poco práctica. Le preocupaba que a sus hijas le faltaban demasiados momentos especiales con su padre.

«Dar a papá un beso de buenas noches, que se cayera su primer diente, caminar, hablar… esos son los momentos que se estaba perdiendo», dice ella, con la voz entrecortada por la emoción. «Me hubiera gustado que él estuviera allí».

«Un rayo de luz»

Cuando Arianna oyó por primera vez sobre una escuela primaria en Nuevo México que admitía a ciudadanos que viven en Estados Unidos y México, se mostró escéptica. Parecía demasiado bueno para ser verdad.

Así que se dio una vuelta por la escuela primaria de Columbus. Tres días más tarde, se trasladó a Palomas con las dos niñas. Jesús les salió allí.

«Siempre hay un resquicio de esperanza», dice el director de la escuela primaria de Columbus, Armando Chavez. «Esta escuela es el rayo de luz».

Dos tercios de los 700 estudiantes que asisten a la primaria de Columbus viven en Palomas, según Chavez. Son ciudadanos de Estados Unidos.

Y el número de inscripciones sigue creciendo, por lo que a Chávez le preocupa poder mantener el ritmo de llegada de nuevos estudiantes.

«Me preocupa la longevidad de esta escuela», admite.

La escuela, que ofrece una educación bilingüe, tiene tres reglas en cada clase: mostrar respeto, tomar buenas decisiones y resolver problemas.

Mientras los estudiantes de primer grado escriben frases en inglés, una clase de segundo grado al final del pasillo se centra en la gramática en español. Cada mañana los niños juran lealtad a la bandera estadounidense en los dos idiomas.

En el almuerzo, JoAnna habla con cinco amigas en inglés. Dos de las niñas viven en Palomas, las otras tres en Columbus.

«Hablamos de a qué vamos a jugar en el recreo, y de secretos», dice con una sonrisa. «Pero no te puedo decir».

Esta situación fronteriza no es única. Escuelas cerca de la frontera, en otros estados, como Texas y California, proporcionan educación a estudiantes que viven en México, pero no de forma gratuita. Son en su mayoría privadas, y la mayoría de las familias no pueden pagarlas.

Sin embargo, no todo el mundo en Columbus está de acuerdo con la disposición que permite la llegada de estudiantes de México.

Keith Harris, vicepresidente primero del Partido Republicano del condado de Luna, entiende que los niños que son ciudadanos estadounidenses merecen una educación en Columbus. Pero no está seguro de que deba ser gratuita.

«Ellos obtienen la matrícula gratuita, mientras otros padres están pagando impuestos», dice.

El futuro

La familia Rodríguez espera poder contar con la escuela para mantenerse juntos. A pesar de las dificultades presentadas por la deportación de Jesús, han aprendido a apreciar que viven bajo el mismo techo.

Tienen un nuevo miembro en la familia, una niña llamada Sofía. Y sueñan con cosas simples.

«Hablamos de ir a Walmart juntos, nosotros cuatro, bueno, nosotros cinco», dice Arianna.

A pesar de que la escuela da a la familia Rodríguez la oportunidad de vivir juntos, Jesús no podrá compartir algunos momentos especiales de la vida de su hija debido a su estatus migratorio.

«Me siento triste por que nuestra graduación se acerca y mi padre no va a poder estar», dice JoAnna.

Jesús Rodríguez ha esperado 10 años para seguir una forma legal que le permita regresar a EE.UU. Pero él y su familia temen que las estrictas políticas de inmigración del presidente Trump aplasten sus sueños.

La familia ha contratado a un abogado de inmigración de El Paso, y Jesús ha aplicado para convertirse en residente legal de Estados Unidos.

«Sí, me preocupa, pero se lo dejo a Dios. He aprendido que dejar las cosas a Dios, las cosas salen como se supone que deben salir», dice Arianna.

Con una lágrima corriendo por su rostro, Jesús explica que se apoya en su fe.

«Dios aprieta, pero no ahoga», dice. «Yo sé que él nos ayudará».

Cada tarde, Jesús regresa a la frontera que no puede cruzar a recoger a sus hijas después de la escuela. Después de que los funcionarios fronterizos mexicanos escanean las mochilas de los estudiantes, las dos hermanas compiten por el preciado asiento delantero de la camioneta de papá. JoAnna gana.

Jesús sonríe, sabiendo regresará a casa con su familia.

Fuente:http://cnnespanol.cnn.com/2017/06/05/416814/

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Polémica en Sudáfrica por las normas racistas de una escuela

Sudáfrica/05 junio 2017/Fuente: mundo.sputniknews

Una escuela de Pretoria ha sido acusada de racismo por obligar a sus alumnas de raza negra a alisarse el pelo, según informan varios medios del país.

Las alumnas de raza negra de la prestigiosa escuela denunciaron que algunos profesores las obligaban a alisarse el pelo. Además, se informó de que el centro impidió a las alumnas hablar idiomas africanos dentro del recinto de la escuela.

El ministro de Educación de la provincia de Gauteng, Panyaza Lesufi, visitó la escuela el 29 de agosto para abordar la polémica después de que más de 4.500 personas firmaran una petición en la que se solicitaba la intervención de las autoridades.

«Quiero ir allí y dejar que la escuela y los estudiantes presenten sus versiones de lo sucedido», comentó Lasufi antes de su visita. Es necesario «contener la situación antes de que salga de control», añadió.

La petición busca asegurar que los alumnos de raza negra y musulmanes no se conviertan en objeto de discriminación, proteger a los estudiantes que protestaron contra la persecución y tomar medidas disciplinarias contra el personal del centro responsable de implementar estas políticas racistas.

No obstante, el código de conducta de 36 páginas de la escuela no prohíbe específicamente los peinados afro. «Todos los estilos deben ser conservadores, ordenados y de acuerdo con el uniforme escolar. No se permiten estilos excéntricos y de moda», dice el documento.

Las fotos de la protesta escolar con el hashtag #StopRacismAtPretoriaGirlsHigh se hicieron virales en las redes sociales y provocaron un debate nacional acerca del racismo en el país africano.

Fuente: https://mundo.sputniknews.com/africa/201608311063169132-polemica-sudafrica-racismo-escuela/

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UNESCO conversa sobre la educación como pilar fundamental para la consolidación de la paz, en Bogotá, Colombia

05 junio 2017/Fuente: Unesco

El periódico “El Espectador” de Colombia, en el marco de su campaña Colombia 2020, en cooperación con la Unión Europea, y con el apoyo de la “Conversación más grande del mundo”, PNUD, ACNUR e ISAGEN, organizaron el Encuentro Nacional Colombia 2020 “La inclusión y la educación como pilares para la consolidación de la paz”, realizado el 26 de mayo de 2017, en la ciudad de Bogotá, Colombia.

El objetivo central del Encuentro Nacional Colombia 2020 apuntó a generar aportes para la discusión en torno a los retos de Colombia a los fines de concretar los contenidos del Acuerdo de Paz firmado entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en hechos reales con impactos en el bienestar de la población; enfatizando la plena y efectiva reintegración de las mujeres y los hombres que dejarán las armas, la importancia de implementar una política pública de educación para la paz, así como la definición de una agenda de prioridades a través de un proceso amplio y participativo.

Saadia Sánchez Vegas, Directora de la Oficina de la UNESCO en Quito y Representación para Bolivia, Colombia, Ecuador y Venezuela, fue invitada a participar en el conversatorio “La educación, pilar fundamental para la construcción de la paz”, en la compañía de Natalia Ruiz Rodgers, Viceministra de Educación Superior; Zulia Mena García, Viceministra de Cultura; Jesús Martín Barbero, Investigador de fenómenos sociales, culturales y mediáticos y Camilo Borrero García, Investigador Universal Nacional – CAPAZ.

Durante su intervención, la Directora y Representante de la Oficina de la UNESCO en Quito destacó que la paz no es meramente la ausencia de guerra, ya que la paz sostenible apunta a su construcción como un valor y una práctica en la “mente de las mujeres y los hombres”, como señala el preámbulo de la constitución de la UNESCO, refiriendo, además, que la paz es una construcción desde la primera infancia y a lo largo de la vida sustentada en un proceso educativo integral que no sólo se ocupa del componente cognitivo, sino de las aptitudes y comportamientos a partir de la apropiación del enfoque de Derechos Humanos y del ejercicio de la ciudadanía para la democracia y el desarrollo sostenible.

También señaló que la paz sostenible responde a una visión común, holística y objetiva que supone la revisión de los factores estructurales del conflicto, la definición de los medios y las herramientas para la reconciliación, la didáctica de la memoria para evitar la recurrencia de la guerra, así como la pedagogía para la resolución pacífica de los conflictos desde la temprana edad como un recurso para sensibilizar y crear capacidades con el propósito de evitar la intensificación de los mismos.


Saadia Sánchez Vegas, Directora de la Oficina de la UNESCO en Quito, durante su intervención en Colombia 2020.

Sánchez Vegas advirtió la relevancia de idear y proyectar la respuesta a la pregunta acerca de la especificidad de la Educación para la Paz por construir, considerando que esa especificidad es una expresión de la territorialidad: educación para las realidades locales. Por otra parte, expresó que es central la idea de una educación en la diversidad y el reconocimiento de las diferencias, a partir de la solidaridad como un paradigma fundamental en la dinámica de las relaciones humanas y el lenguaje dialógico en la aceptación y plena integración del disenso en la comunicación.

Asimismo, destacó que la Educación para la Ciudadanía Mundial es una metodología de la UNESCO, entre una variedad de recursos técnicos, disponible para sus Estados Miembros que tiene especial relevancia para la construcción de la Educación para la Paz. La Directora Sánchez Vegas explicó que la Educación para la Ciudadanía Mundial está basada en los tres ámbitos del aprendizaje: el cognitivo, el socioemocional y el conductual, y que tales ámbitos corresponden a los cuatro pilares de la educación: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser. La metodología apunta a la integración de estos tres ámbitos para un proceso educativo sistémico y armónico que implica el desarrollo de las capacidades de adquisición de conocimientos y reflexión para la comprensión del mundo y sus complejidades; de los valores, actitudes y competencias sociales para el crecimiento afectivo, psicosocial y físico; así como de la conducta, el desempeño, la aplicación práctica y el compromiso.

Fuente: http://www.unesco.org/new/es/media-services/single-view/news/unesco_quito_conversa_sobre_la_educacion_como_pilar_fundame/

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Colombia: El 6 de junio los docentes se toman Bogotá

Colombia/05 junio 2017/Fuente: kaosenlared.net

FECODE, a través de su vocero Over Dorado, expresó que el próximo 6 de junio docentes de todo el país llegarán a la a la Plaza de Bolívar de la Capital, para exigirle al Ministerio de Educación que destine fondos para superar la desfinanciación de la Educación pública del país y de prontas propuestas que permiten retomar las clases en los colegios.

Para Over Dorado, si bien es cierto que han logrado llegar a puntos en común con el Ministerio de Educación, aún no hay ninguna propuesta que subsane los 600 mil millones de pesos que hay de déficit en el Sistema de Educación.

“Hay posibilidad de entrar a hablar más en detalle y de acercarse a las propuestas de FECODE en términos de bonificación, nivelación salarial y del sistema general de participación. Para nosotros es importante esto, pero la voluntad también debe verse en la exigencia a la financiación de la educación” afirmó Dorado.

La Asociación de Padres de Familia manifestó que tiene la intensión de instaurar una demanda contra el Ministerio de Educación y FECODE, por afectaciones a los estudiantes que cumplen casi un mes sin asistir a las aulas de clase. Referente a esta situación Dorado afirmó, “lo que está haciendo FECODE es buscar las condiciones necesarias para que los estudiantes y docentes tengan garantías dignas de educación”.

La toma a Bogotá de las y los docentes de Colombia se está organizando desde diferentes regiones del país. Llegarán a la capital para marchar por 3 vías importantes, el Monumento a los Héroes, La Sevillana y la Av. Boyacá, que se juntarán en la carrera séptima y terminarán en la Plaza de Bolívar.

Fuente: http://kaosenlared.net/colombia-6-junio-los-docentes-se-toman-bogota/

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Argentina impulsa la protección de escuelas en tiempos de guerra

Argentina/05 de Junio de 2017/Télam

La Declaración sobre Escuelas Seguras, una iniciativa liderada por el país y Noruega, apunta a que las instituciones educativas no sean objetivos de ataque ni utilizadas con propósitos militares.

Al menos en 21 países con conflictos armados las escuelas fueron objetivos de ataque y en unos 24 fueron utilizadas con propósitos militares, como ser convertidas en cuarteles o centros de detención, según la ONG llamada Coalición Mundial para Proteger a la Educación de Ataques. Con estas estadísticas, que solamente toman datos desde 2013 hasta la fecha, es que hace exactamente dos años se decidió redactar la Declaración sobre Escuelas Seguras, una iniciativa internacional liderada por Argentina y Noruega.

«Los ataques contra escuelas, estudiantes y maestros en tiempos de guerra son un problema mundial que necesita desesperadamente una respuesta global. Estas prácticas ponen en peligro la seguridad y la vida de los estudiantes y profesores, y restringen su derecho a la educación», explicó a Télam Bede Sheppard, subdirector de Derechos del Niño de Human Rights Watch.

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El papel del país fue clave en la redacción de la iniciativa en Ginebra en 2015, su presentación en Oslo, la búsqueda de firmas del resto de los países y en marzo de este año Buenos Aires fue sede de la II Conferencia Internacional sobre Escuelas Seguras, una actividad organizada por Cancillería y el Ministerio de Defensa y a la que acudieron representantes de 85 naciones.

En el marco de esa reunión, el Colegio Nacional de Buenos Aires fue señalizado con el Escudo Azul de la ONU, que implica su protección especial en situación de conflicto armado y desastre por formar parte del patrimonio cultural e histórico del Estado Nacional.

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También apunta contra “la intolerancia y la exclusión” en el ámbito educativo como es “fomentar la discriminación de género mediante la prohibición de la educación a las niñas, perpetuar el conflicto entre ciertas comunidades, restringir la diversidad cultural y negar la libertad académica o el derecho de asociación”.

Un caso conocido sobre esto último es el de Malala Yousafzai, premio Nobel de la Paz (obtuvo el galardón con solo 17 años) por su lucha a favor del derecho a la educación. La activista fue baleada por el régimen talibán por promover el acceso a la escuela de las mujeres en su natal Pakistán, algo prohibido por esa facción fundamentalista islámica.

Sheppard afirmó que el documento “ya está haciendo más seguros” los colegios y enumeró algunos ejemplos para argumentarlo: “En Afganistán, el Ministerio de Educación utilizó el hecho de que su gobierno se unió a la declaración para abogar por la eliminación de los puntos de control militares y las bases en las escuelas; Nigeria está mejorando la seguridad escolar; el Ministerio de Defensa de Somalia amplió su unidad de protección infantil y la encargó de garantizar la seguridad de los estudiantes”.

“En la República Democrática del Congo la supervisión y la presentación de informes sobre los ataques contra las escuelas ha mejorado; las fuerzas de paz de la ONU en la República Centroafricana comenzaron a presionar a los militantes que ocupan y utilizan escuelas con fines militares para desalojarlos para que los niños puedan volver a estudiar; los grupos rebeldes e insurgentes de África, Asia y Medio Oriente recibieron capacitación sobre cómo proteger a las escuelas del uso militar, siguiendo los lineamientos establecidos en la Declaración”, continuó.

“Desde que se unió a la Declaración sobre la seguridad en las escuelas, varios países han compartido planes para actualizar su doctrina militar, sus entrenamientos y sus prácticas para abstenerse de utilizar escuelas con fines militares, tales como Italia, Nueva Zelanda, Eslovenia, Luxemburgo y Suiza”, completó.

El directivo de HRW resaltó que el secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres, instó la semana pasada a que todos los países adhieran a la iniciativa y manifestó que desde la organización en la que trabaja “estarían particularmente interesados en que Colombia, Perú, Pakistán, Nepal, Estonia, Arabia Saudita, Yemen y Japón sean los próximos a unirse”.

Los gobiernos que se suscriben la declaración hacen un compromiso que incluye: mejorar el informe sobre ataques contra la educación; investigar y procesar posibles crímenes de guerra que involucran escuelas; y restaurar, rápidamente, el acceso a la educación cuando las escuelas sufren ataques.

Fuente:  http://www.telam.com.ar/notas/201705/190726-declaracion-escuelas-seguras-argentina-conflictos-armados-guerras-educacion.html

 

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Ninguna escuela de EEUU puede rechazar a un estudiante por ser indocumentado: Conoce los derechos de los estudiantes

Estados Unidos/05 junio 2017/Fuente: Univisiòn

Todos los menores de edad tienen derecho a una educación. Incluso, negar o disuadir de estudiar a estudiantes indocumentados o hijos de padres indocumentados es ilegal. Tanto padres, educadores y estudiantes deben tener sus derechos y responsabilidades claras. Entérate de cuáles son.

Los niños van a la escuela a aprender, los maestros, a enseñar. Parece sencillo, pero esto a veces se pierde en medio del clima político actual, cargado de retórica antiinmigrante. Es importante que tanto padres, estudiantes y educadores tengan claro cuáles son los derechos de los estudiantes en las escuelas, sean estos inmigrantes o no.

Lo más importante es que todos los estudiantes, sin importar su estatus migratorio, tienen los mismos derechos cuando se trata de su educación y de las escuelas. Esto proviene de una decisión de la Corte Suprema de 1982, Plyler v. Doe, que dictaminó que los niños indocumentados o de padres indocumentados tienen el mismo derecho de asistir a las escuelas públicas que tienen los niños que son ciudadanos estadounidenses.

Todo esto además está respaldado por la clausula de Protección Equitativa ( Equal Protection clause, en inglés), parte de la 14va Enmienda de la Constitución, que dice que ningún estado puede negarle a una persona «la protección equitativa de la ley».

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Ahora, en Estados Unidos, los jóvenes no solo están obligados a asistir a la escuela hasta los 18 años. Además, las escuelas públicas no pueden:
  • Negarle la matrícula a un estudiante basándose en su situación legal y/o migratoria, ya sea a principios del curso o durante el año escolar.
  • Tratar a un estudiante en forma desigual al verificar la situación de migratoria solo de ciertos estudiantes.
  • Promover prácticas cuyo resultado es negar el derecho de acceso a los servicios escolares.
  • Requerir que un estudiante o sus padres revelen o documenten su situación migratoria.
  • Interrogar a estudiantes o padres con la intención de obligarlos a exponer y revelar su situación de indocumentados.
  • Exigir que los padres produzcan licencias de conducir u otros documentos de identificación.
  • Exigir que un estudiante obtenga un número de Seguro Social (SS) como requisito de admisión a la escuela.

Si un estudiante no tiene un número de SS, la escuela debe asignarle un número de identificación, según la Asociación de Investigación de Desarollo Intercultural, o IDRA, por sus siglas en inglés. Los adultos sin números de SS que necesitan almuerzo o desayuno gratis solo tienen que indicar que no tienen Seguro Social. Allí debe terminar la conversación.

Sin embargo, escuelas alrededor del país están publicando avisos en sus páginas web y otros sitios web escolares indicando que es necesario tener una tarjeta de SS o un certificado de nacimiento para registrar a los niños en la escuela. Aunque las escuelas pueden solicitar un certificado de nacimiento, no pueden prohibir que los estudiantes se matriculen si no tienen este documento. Esto sería una violación directa de Plyler v. Doe.

Los padres además deben saber que tanto ellos como sus hijos tienen derecho a la privacidad, es decir, el derecho a que no se comparta información de sus hijos, ya se migratoria o de otros temas. La Ley de Derechos Educativos y Privacidad Familiar le restringe a las escuelas compartir información con ICE, o la agencia de Inmigración y Control de Aduanas.

A los estudiantes indocumentados no se debe desalientar asistir.
A los estudiantes indocumentados no se debe desalientar asistir. iStock

¿Por qué EEUU tiene estas políticas de educación hacia los inmigrantes?

Lo que Plyler v. Doe dictaminó fue radical en su momento. La corte dictó que el estatuto de Texas contra el que se entabló la demanda «le impone una vida entera de dificultad y sufrimiento a una clase específica de niños que no son responsables por su estatus discapacitante. Estos niños no pueden ni afectar la conducta de sus padres ni su propio estatus indocumentado».

Además, continúa el texto de la decisión, «la educación pública tiene un rol crucial en mantener el tejido de la sociedad y en mantener nuestra herencia política y cultural. Privar de educación deja una marca negativa inestimable en el bienestar social, económico, intelectual y psicológico del individuo, e impone un obstaculo para la realización personal».

El personal de las escuelas – en especial el director y los que admiten a los estudiantes – deben ser conscientes de que no tienen la obligación legal de hacer que se cumplan las leyes de inmigración del país. Su labor es educar y apoyar a sus estudiantes para ayudarlos a aprender y triunfar como individuos y como miembros de la sociedad.

Fuente: http://www.univision.com/noticias/educacion-publica/ninguna-escuela-de-eeuu-puede-rechazar-a-un-estudiante-por-ser-indocumentado-conoce-los-derechos-de-los-estudiantes
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