La educación: gran ausente

Por: Álvaro Pezoa. 

 

Al terminar de ser escritas estas líneas existía la esperanza de que el extenso paro de profesores llegase a su fin, toda vez que los dirigentes del colegio gremial respectivo llamaron a sus asociados a deponerlo y a apropiarse de lo “conquistado” durante los casi 40 días que éste se ha prolongado. Entretanto, tras el término de las vacaciones invernales, el Instituto Nacional no ha logrado normalizar sus actividades, ataque incluido a miembros de la comisión de educación de la Cámara de Diputados y, por supuesto, encapuchados y bombas molotov. Por su parte, la autoridad ministerial del ramo desgasta sus mayores esfuerzos intentando que las aguas vuelvan a la calma. No deja de ser sintomático al respecto que el proyecto de ley más visible que, transcurridos casi 16 meses, ha concretado en la materia el actual gobierno sea “aula segura”. ¿Cuáles son los resortes de fondo que impulsan tanto daño estéril para el país, en especial para su enseñanza pública? Dinero, poder, ideología, politiquería, desadaptación social. ¿Y la educación? Ella es la gran ausente en toda esta bataola.

El pretendido debate público de educación en Chile versa desde hace ya demasiado tiempo sobre cualquier interés menos ese. Queda además la preocupante impresión de que no existen las condiciones, la voluntad ni los actores necesarios para reconducirlo hacia dimensiones esenciales. Dicho directamente, mientras los alumnos -y sus familias- se encuentran botados y literalmente se “incendia” la calle, acontece que el sistema educativo nacional (cuando logra operar) no colabora a preparar personas cultas e integrales, ni tampoco con las capacidades para desenvolverse adecuadamente en el complejo ámbito laboral que les ha comenzado a deparar la transformación digital y la denominada “cuarta revolución industrial”. Sobran estudios y análisis que comprueban este lamentable escenario, sin embargo, no prevalecen las soluciones apropiadas para revertirlo, sino otras “agendas” y motivaciones. ¿Dónde quedó la preocupación por la calidad de la educación? Esa que requiere una concepción clara y correcta sobre quién es la persona, el educando, y cómo se le ayuda a florecer desarrollando armónica e integralmente sus múltiples potencialidades. Aquella que precisa de auténticos maestros (autoridades), con vocación, talante humano, conocimientos y habilidades requeridos para formar niños y jóvenes, de paso aptos para desenvolverse en esta época de profundos cambios sociales y tecnológicos. ¿En qué momento se extravió el sentido común que indica poner el énfasis de la tarea educativa en el proceso que ocurre dentro del aula y con especial foco en las etapas iniciales de la niñez?

Si la sociedad chilena no enmienda pronto y drásticamente el rumbo predominante que lleva su sistema educacional, tendrá que atenerse a las desastrosas consecuencias que con lucidez y clarividencia previera el recordado historiador Gonzalo Vial.

Fuente del artículo: https://www.latercera.com/opinion/noticia/la-educacion-gran-ausente/734392/

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