Bosques: más cerca de lo que imaginamos

25 de enero de 2017 / Fuente: http://pcnpost.com/

Por: Rodrigo Arce Rojas

Nuestra educación, institucionalidad, administración pública, nuestro modelo civilizatorio se caracteriza por la fragmentación y separación de tal manera que nos hemos acostumbrado a pensar, sentir y actuar desde casillas disciplinarias.

Como consecuencia de nuestra mirada aislacionista en las ciudades las preocupantes noticias sobre deforestación, desglaciación, pérdida de biodiversidad, contaminación de ríos y otros cuerpos de agua aparecen como distantes no solo físicamente sino afectivamente (“ojos que no ven corazón que no siente”).

No logramos caer en cuenta que la ciudad y las áreas rurales (cada vez con fronteras más difuminadas) formamos parte de un único sistema unidos no solo por los ciclos biogeoquímicos, el ciclo hidrológico, sino también por la historia, la economía y la política. Lo que pasa en las ciudades (como por ejemplo emisiones de gases de efecto invernadero, exclusión social, política y económica de poblaciones) afectan las áreas rurales y lo que pasa en las áreas rurales afectan las ciudades. Tal vez de ello solo podremos tomar conciencia cuando se exprese con toda su crudeza la disponibilidad del agua en las ciudades. Cuando sintamos que cuando se extinga una especie se pierde algo de nosotros mismos.

En el legítimo afán de crear riqueza a partir de la provisión de servicios ecosistémicos de las áreas naturales (incluyendo bosques y otras formaciones vegetales) a veces olvidamos que muchos de los problemas de frontera que enfrentamos en el sector forestal están ligados a la pobreza estructural, a la crisis de democracia y los partidos políticos, a la convivencia con la corrupción, a la desconexión con la historia.

Obstinadamente queremos atrincherarnos en nuestra visión técnica y aséptica con la ilusión que al interior del gremio y la feligresía tenemos todas las respuestas para los grandes problemas del sector forestal. La realidad nos está diciendo que los problemas forestales están ahí y aunque se hacen esfuerzos denodados por resolverlos los problemas siguen.

Quiere decir entonces que para asumir los retos del sector forestal tenemos que recoger su complejidad lo que implica enfoques más interdisciplinarios, transdisciplinarios e incluso indisciplinarios.

Pero sobre todo necesitamos recuperar la conexión con nosotros mismos, con los otros y con la naturaleza y el cosmos. No es que estemos tratando de parecer filosófico o monje religioso sino que simplemente estamos reconociendo que el concepto bosque, o servicios ecosistémicos, o paisajes forestales sostenibles, no se reducen a las dimensiones biofísicas sino que incluye a la totalidad de la masa, energía, información y sentidos. Esto es dar pie a aspectos culturales, psicológicos, literarios, matemáticos, entre otras dimensiones. Es mirar las totalidades en una perspectiva de sistemas dinámicos no lineales.

No habrá desarrollo forestal posible si es que no logramos que ciudadanos y ciudadanas (incluyendo los propios forestales) tengan la capacidad de reconectarse con la esencia de ser parte de la naturaleza, ser naturaleza. No habrá desarrollo forestal posible si es que insistimos en mantenernos en paradigmas o creencias que legitiman el dominio o la cosificación de la naturaleza.

La creencia que civilizar los bosques es urbanizarlos o convertirlos a paisajes agropecuarios industriales nos está llevando a la destrucción de nuestro patrimonio forestal. Y no es que se niegue el aporte de otras actividades productivas sino se busca la definición de políticas, tecnologías y acciones a gestionar los socioecosistemas o agroecosistemas.

No habrá desarrollo forestal posible si es que no somos capaces de admirar el maravilloso diseño de las hojas, la fractalidad de las nervaduras, de sorprendernos infinitamente de las estrategias reproductivas de las plantas, de sus increíbles procesos de comunicación bioquímica, de disfrutar de la narrativa campesina o del imaginario indígena sobre los espíritus de los bosques.

Tampoco habrá desarrollo forestal posible si es que nos seguimos negando a la política (por más desprestigiada que esté), a la historia forestal, a la literatura forestal, a la psicología forestal. Si no somos capaces de indignarnos lo suficiente frente a la corrupción forestal.

No habrá desarrollo forestal posible si es que subordinamos las consideraciones ambientales y sociales solo por el crecimiento económico. Una visión de esa perspectiva indica que la tarea no está completa. Tampoco hay que caer en el sesgo (bien intencionado o no) que en nombre de lo social hay que debilitar lo ambiental, o que en nombre de lo ambiental hay que aplastar consideraciones sociales. La sostenibilidad fuerte es la búsqueda de un delicado equilibrio en el que priman las consideraciones sensatas.

El gran reto forestal es la religancia que implica volver a conectar lo que culturalmente ha sido separado en nombre del dominio humano. Volver a conectarse consigo mismo, con los otros y con la naturaleza bajo los principios de diálogo de Martín Buber. Requiere reconocer con mayor claridad las interrelaciones y las interdependencias, las redes. Ello precisa de equipos con gran apertura mental para que con pensamiento crítico sean capaces de explorar las múltiples posibilidades. Ello requiere apertura a otras formas de pensar, sentir y actuar con gran sentido de innovación y creatividad.

No es que las soluciones solo vengan del campo o solo del gabinete. Polarizaciones que reducen las posibilidades de generar alternativas. Un enfoque dialógico implica ser capaces de hacer que los dilemas sean vistos como complementarios, sinérgicos para que puedan emerger nuevas posibilidades.

Concluyendo podemos decir que desde las ciudades tenemos mucha responsabilidad con el destino de los bosques, como desde el bosque, desde lo local y desde la gente tenemos una gran energía cultural para recrear una cultura forestal orientada hacia la sostenibilidad y la equidad. No hay escisiones que valgan en sistemas porosos que se interrelacionan fuertemente y que a su vez forman parte de sistemas mayores hasta llegar al sistema tierra.

Fuente artículo: http://pcnpost.com/rodrigo-arce-bosques-mas-cerca-de-lo-que-imaginamos/

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Filosofía forestal

07 de diciembre de 2016 / Fuente: http://pcnpost.com/

Por: Rodrigo Arce Rojas

La búsqueda de pistas que nos conduzcan a definir los criterios, pautas y atributos del desarrollo forestal nos deben llevar irremediablemente a la indagación del pasado y del futuro para construir nuestro presente.

Muchas de las raíces profundas de los problemas actuales forestales tienen que ver con el reconocimiento del momento (que debió haber sido más bien un proceso) en el que el ser humano rompe su relación con la naturaleza y su pretensión de dominio a la naturaleza queda legitimada social y culturalmente. Esta disyunción se traduce “científicamente” en la economía que hace que finalmente solo interesen los actores que están en la transacción de bienes (y luego abarca incluso los servicios del bosque) que son perfectamente apropiables, se les puede asignar precios y pueden ser vendibles.

Se construyen entonces discursos legitimantes del valor del crecimiento económico que a fuerza de poderosos mecanismos de domesticación ideológica nos las terminamos creyendo y entonces se edifican culturas y estructuras psíquicas profundas que imponen sutilmente el discurso del desarrollo forestal fundamentalmente asociado al mercado.

Es claro que el desarrollo forestal colectivo que tenemos en el imaginario social lo asocia fuertemente a la contribución económica de la comercialización de bienes y servicios ecosistémicos. Todo aquello que ha podido traducirse en mercado de una u otra manera ha sido abordado por el desarrollo forestal. Ha habido dificultades para tratar aquellos servicios ecosistémicos que no son fácilmente asimilables en términos de mercado y tampoco son capitalizables en términos políticos. Así, los servicios ecosistémicos de regulación (control del clima y de las enfermedades); apoyo (ciclos de nutrientes y la polinización de cultivos), y cultural (beneficios espirituales) han recibido poca atención en los esquemas de desarrollo forestal.

Los evidentes límites del modelo de desarrollo hegemónico basado fundamentalmente en la teología del mercado han llevado a países y centros de excelencia a buscar nuevas formas de medir el desarrollo. Es así que se ha ido incorporando mediciones de desarrollo que incorporan temas como la desigualdad, la igualdad y equidad de género, índices de desempeño ambiental, índices de desempeño de sostenibilidad, índices de vida mejor, bienestar, bienestar subjetivo, entre otros.

Resulta ilustrativo el concepto de Progreso Multidimensional entendido como un espacio de desarrollo con límites normativos contundentes: “nada que disminuya los derechos de las personas y las comunidades, ni nada que amenace la sostenibilidad ambiental del planeta, puede considerarse progreso” (PNUD, 2016). Interesante mencionar que todos estos valiosos esfuerzos todavía se dan en el marco del desarrollo asociado al mercado.  Pero no solo se trata de ajustes sino también de esfuerzos para ir definiendo otros marcos epistemológicos para la construcción de modelos alternativos de desarrollo. El sector forestal no es una isla y tampoco escapa de estas corrientes que van superando a pasos raudos un enfoque que solo se concentra en el mercado.

También es importante mencionar los esfuerzos, dentro de una lógica de mercado, para tratar de superar las fallas de mercado a través de la economía institucional que nos habla de la necesidad de contar con buenas políticas, normas, acuerdos, pactos; organizaciones reguladoras, organizaciones que protegen a los consumidores, organizaciones que luchan contra los monopolios. Inclusive los conceptos de gobernanza, inclusión social, asistencia social forman parte del paquete de herramientas para amortiguar los efectos de una economía demasiada enfocada en el crecimiento económico. No obstante, todos estos esfuerzos, la corrupción aparece como una enfermedad de difícil tratamiento y eliminación.

Desde las empresas también se dan corrientes de revisión de un modelo excesivamente concentrado en el lucro y aséptica de los actores y el espacio en el que desarrollan sus actividades. Esto es producto tanto de la influencia de corrientes de pensamiento que vienen de la sociedad civil, organismos internacionales como de la propia sensibilidad de algunas empresas. A las corrientes de las certificaciones ambientales, certificaciones de responsabilidad social se suman las Empresas B que “combina el lucro con la solución a problemas sociales y ambientales aspirando a ser la mejor empresa PARA el mundo y no solo del mundo” (Sistemab). 

En términos de visión de futuro es importante mirar las tendencias que incluyen no solo el cambio de la demanda de productos procedentes de bosques naturales hacia productos forestales que proceden de plantaciones forestales. Pero además es importante mencionar la aparición de nuevos materiales que producto del desarrollo tecnológico serán más flexibles a la vez que más resistentes. También es importante mencionar la emergencia de consumidores más responsables que demandan productos orgánicos, productos que den cuenta de su procedencia y de su cadena de valor más respetuosos con el ambiente, la sociedad y los derechos humanos de los trabajadores forestales.

No podemos desconocer el hecho que todavía tenemos un modelo de desarrollo forestal fuertemente influenciado por la economía de mercado, como tampoco la necesidad de seguir explorando nuevas opciones que abran el abanico de posibilidades para una relación más respetuosa con la naturaleza y el cosmos, más respetuosa con la sociodiversidad de los actores forestales, sus derechos, sus sueños, sus indicadores propios de bienestar. En el modelo de desarrollo forestal que aspiramos buscamos que la corrupción no sea un concepto negado o maquillado y que se la ataque frontalmente para erradicarla, que la improvisación no sea el reflejo de una institucionalidad descoordinada e incomunicada.

Buscamos un desarrollo forestal basado en el amor a la naturaleza (lo que no impide el aprovechamiento forestal respetuoso y cuidadoso de los procesos ecológicos, su capacidad de adaptación y resiliencia); que signifique oportunidades sostenibles para todos (para la gente y para los bosques); que implique institucionalidad al servicio del bienestar de la gente y de sus bosques; que implique grandes acuerdos, espacios de diálogo y espacios para procesar las diferencias con sentido de sostenibilidad; que conceptos como ética, estética, valores no sean ajenos; que la ingeniería conviva con la poesía, con la intuición, con las emociones, con la filosofía.

Buscamos que el desarrollo forestal sea capaz de dialogar de manera empoderada y contributiva con otros sistemas, procesos, programas, planes, estrategias y acciones ligadas al desarrollo rural, lucha contra la erradicación de la desnutrición infantil, derechos humanos, igualdad y equidad de género, vivienda digna, entre los múltiples aspectos del desarrollo multidimensional del cual el sector forestal forma parte consustancial.

Para avanzar hacia ello necesitamos impulsar procesos de desarrollo forestal con enfoque territorial que construya confianza, capacidades, emprendimiento, creatividad, innovación pero sobre todas las cosas que construya solidaridad, reciprocidad y que se manifieste en bienestar subjetivo, con tanta importancia como los números de la contabilidad de contribución tangible al desarrollo nacional.


Bibliografía revisada.

PNUD. (2016). Progreso multidimensional: bienestar más allá del ingreso. Informe regional sobre Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe. New York: Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.

Sistemab. La Empresa B.

Fuente artículo: http://pcnpost.com/rodrigo-arce-filosofia-forestal/

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El desarrollo forestal no es solo cuestión de árboles

30 de noviembre de 2016 / Fuente: http://pcnpost.com/

Por: Rodrigo Arce Rojas

Aunque parezca trivial decirlo hablar de desarrollo forestal va mucho más allá de los árboles o incluso de ecosistemas forestales o de biodiversidad forestal.

Para llevar este debate de manera significativa podríamos empezar definiendo ¿Qué estamos entendiendo por desarrollo?, ¿Qué estamos entendiendo por lo forestal? Las respuestas podrían parecer obvias pero en estos tiempos de incertidumbre y cambio no lo son. Porque resulta que el desarrollo puede ser entendida de diversas formas tanto entre los propios forestales como los que no son forestales. Además para complejizar el debate habría que conocer cuál es la concepción de desarrollo para los que no quieren ver lo forestal. El hecho que se produzcan intensivos procesos de deforestación masiva o deforestaciones focalizadas – legales o ilegales – dan cuenta que no todos tienen la misma valoración.

Ello es entendible, en tanto la palabra desarrollo tiene múltiples connotaciones y ni siquiera hablar de desarrollo sostenible lo resuelve todo si es que la famosa integración de todas las dimensiones se supedita al poder del crecimiento económico, razón frecuentemente aludida al hablar de desarrollo.

Si uno hace un rápido inventario de las principales afirmaciones implícitas (o explícitas) sobre “desarrollo forestal” encontramos (tema por cierto que amerita una investigación más profunda y sistemática) algunas de las siguientes expresiones:

  • Debemos mejorar las exportaciones de los productos forestales
  • Debemos lograr aumentar la contribución del sector forestal al PBI nacional
  • Debemos dar facilidades para que fluya la inversión forestal
  • La legislación forestal es extremadamente reguladora y controlista
  • El sector forestal tiene un gran potencial de contribución a la economía nacional
  • El desarrollo forestal debe estar bajo la responsabilidad de los forestales,
  • Los bosques deben ser productivos
  • Para conservación basta con las Áreas Naturales Protegidas
  • Las entidades conservacionistas son las que se oponen al desarrollo forestal, entre otras afirmaciones.

Entonces tendríamos que identificar cuáles son los paradigmas de desarrollo forestal que subyacen a cada una de las afirmaciones. Este necesario ejercicio – que debería ser participativo – sería muy fructífero para poder aclarar nuestras visiones y podremos saber qué tanto son compartidas, qué teorías del desarrollo están sustentando estas afirmaciones. Pero también nos permitiría conocer cuáles son las distorsiones, sesgos, ausencias o vacíos. Tan importante como reconocer qué es lo que se dice es reconocer honestamente qué es lo que no se está diciendo. Esta es una forma de reconocer lo que no estamos tomando en cuenta, lo que no estamos valorando, lo que estamos subestimando o incluso descalificando.

De todo ello se desprende la necesidad de reconocer cuáles son las grandes narrativas y metanarrativas forestales. Reconocerlas nos permitirá identificar cuáles son las “verdades” que orientan nuestro accionar forestal. Así podremos reconocer si todas nuestras verdades resultan consistentes, vigentes y pertinentes.

Resulta que la actividad forestal también está sujeta a las “verdades” que pueden ser producto de construcción social o producto de la correlación de fuerzas de poder. Detrás de cada una de las verdades hay una serie de supuestos que no sabemos si se sustentan o no. Lyotard (1998) nos habla de los metarrelatos legitimantes que son aquellos discursos que aparecen con fuerza de verdad pero que no siempre lo son.

Entonces “verdades” son construidas desde determinadas estructuras de poder y no siempre tienen congruencia con la realidad. En ese proceso de construcción de “verdades” aparecen procesos de racionalización con atavío de razón (Morin, 1998). La racionalización, como explica Freud y otros psiquiatras, es una patología de la razón. Consiste en querer encerrar la realidad dentro de un sistema coherente. Todo aquello que contradice este sistema coherente, es puesto al margen, olvidado, tratado como ilusión o apariencia (Solís, S.f).

Para hacer consistencia de todo lo que estamos hablando tomemos en cuenta la afirmación: los forestales amamos los árboles. Será interesantísimo saber como forestales cuál es la afirmación que mejor nos representa:

  • En efecto, los forestales amamos a los árboles
  • Los árboles no se han creado para amarlos sino para aprovecharlos
  • El amor es inconsistente con el desarrollo económico forestal
  • ¿Qué tienen que ver los árboles con el amor? (entonces pensarán que el autor está totalmente trastornado)
  • Es totalmente posible combinar el aprovechamiento sostenible de los árboles con el amor a los árboles

Como corolario, el desarrollo forestal no es solo pensar en los árboles (además de pensar en la biodiversidad forestal o pensar en la gestión de paisajes forestales sostenibles) sino que también importa nuestro marco paradigmático, nuestros pensamientos, discursos, narrativas y relatos. El lenguaje es una poderosa herramienta que da cuenta de nuestra cultura y por ello es importante saber si nuestro lenguaje forestal está a la altura de los tiempos dando cuenta de su contribución a la reducción de la pobreza multidimensional, a la generación de progreso multidimensional, al cumplimiento activo y comprometido con los Objetivos de Desarrollo Sostenible del PNUD.

De todo ello se desprende que debemos estar gratamente acompañados no solo de especialistas de todas las disciplinas sino también de todos aquellos que tienen la voluntad de trabajo interdisciplinario y transdisciplinario. Los bosques nos convocan a todos.

Como hemos podido reconocer en esta provocadora nota nos importa el aporte desde la filosofía, desde la ética, desde la lingüística, desde la antropología, desde la sociología, la literatura, la psicología, entre otras tantas valiosas dimensiones para que desde un enfoque plural podamos contribuir por un genuino desarrollo forestal. Visión además que deberá tener la virtud de ser integral sin llegar a la completud, de ser una acción estratégica de síntesis antes que fragmentos analíticos de la realidad.

Entonces podremos constatar que el gran propósito del sector no solo es crear riqueza sino también contribuir por la erradicación de la pobreza.


Bibliografía citada:

Lyotard, J-F. La condición postmoderna, Ediciones Cátedra S.A., Madrid, 1998

Morin. E. Introducción al pensamiento complejo. Barcelona, Gedisa Editorial, 1998.

Solís, L. El pensamiento complejo

Fuente artículo: http://pcnpost.com/rodrigo-arce-el-desarrollo-forestal-no-es-solo-cuestion-de-arboles/

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Principios para el desarrollo forestal que queremos

16 de noviembre de 2016 / Fuente: http://pcnpost.com/

Por: Rodrigo Arce Rojas

Si queremos visualizar el desarrollo forestal que queremos lo primero que habría que hacer es conceptualizar ambas palabras “desarrollo” y “forestal”. A estas alturas pareciera que hablar de aquellas palabras es bizantino porque hemos hablado tanto y tanto tiempo ha transcurrido que quedaría la impresión que la historia se ha clausurado pero no es así.

En medio de la incertidumbre de los tiempos por lo menos tenemos claro (coyunturalmente) algunos atributos respecto al desarrollo. Primero que no existe una única forma de entender y vivir el desarrollo. Segundo que los desarrollos son contextuales y que no puede haber una fórmula única para entender y disfrutar el desarrollo. Tercero que el marco de desarrollo se ha incrementado sustancialmente.

Así de los 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio hemos algo más que duplicado con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Lo que marca la época es el reconocimiento de la multidimensionalidad del desarrollo. De ello no podemos hacer abstracción al hablar de los bosques.

La palabra forestal también tiene otras connotaciones cuando se reconoce explícitamente la biodiversidad forestal, la gestión de paisajes, la gestión de territorios. De la mirada de recurso hemos pasado a la mirada de territorios con toda la complejidad que el término implica, es decir masa, energía, información y sentido.

Queda claro entonces que no solo estamos hablando de aspectos biofísicos (sin desconocer o subestimar su importancia) sino que también implica la consideración de aspectos sociales, institucionales, legales, culturales, psicológicos, entre otros aspectos.

Las discusiones sobre desarrollo forestal no pueden eximirse de las grandes discusiones globales sobre nuevas formas de entender el desarrollo. Los grandes problemas de frontera que se identifican con relación a los bosques no pueden tratarse solo desde una perspectiva disciplinaria y queda más claro para todos la necesidad de enfoques interdisciplinarios, transdisciplinarios e incluso indisciplinarios. Bajo este marco plantearemos algunos de los principales principios a tomar en cuenta para el desarrollo forestal que queremos.

Estos principios no deben tomarse por separado sino que forman parte de un todo integrado absolutamente interrelacionado e interdependiente.

Principio de totalidades: lo que implica tomar en cuenta todas las personas, todas las edades productivas y de conservación, todas las culturas, todos los actores, todos los sectores, todos los niveles, todos los agentes económicos, todos los servicios ecosistémicos de los bosques, todas las posibilidades (sostenibles) de aprovechamiento y conservación de los ecosistemas. Esto implica superar los esquemas de exclusión y subestimación de actores y procesos. Implica también reconocer al ser humano en toda su integralidad como ente biopsicosocial, con cuerpo, corazón, mente y espíritu. La integración entre el tener, el ser y el hacer. Este principio no implica caos sino un orden por descubrir a través del diálogo generativo.

Principio de dialogicidad: No se trata de quedarse en las polarizaciones, tensiones o confrontaciones. Bajo este principio se busca que dialoguen el pasado, el presente y el futuro; el sistema bosque con el entorno global del cual forma parte; lo moderno con lo llamado tradicional; la ciencia con los saberes ancestrales; la tecnología moderna con las tecnologías tradicionales; la producción con la conservación; los bosques con los sistemas agroproductivos, las matemáticas con la poesía; lo pragmático con la ética; la razón con la intuición; lo material con lo espiritual. Más que polarizaciones lo que se busca es darle dinamismo al sistema en búsqueda de equilibrios dinámicos.

Principio de sinergias: Lo que se busca a través del diálogo, la participación, la concertación y la gobernanza es sumar esfuerzos, administrar toda la energía biofísica y sociocultural de los ecosistemas forestales y su sociodiversidad asociada. Se busca las complementariedades estratégicas a favor del aprovechamiento sostenible, conservación de los bosques y la contribución efectiva a la calidad de vida, buen vivir, vivir bien o vida plena que plantean los diversos actores forestales.

Principio de sostenibilidad: este es el principio que ordena todo el sistema pues no hay desarrollo forestal posible si se afecta la capacidad productiva y reproductiva de los bosques. Se requiere una mirada de socioecosistemas sostenibles donde se mantienen los procesos ecológicos, se mantiene la resiliencia y la capacidad adaptativa de los bosques y los otros sistemas vegetales asociados. El principio de sostenibilidad requiere una atención seria, profunda y comprometida para no devaluar la sostenibilidad subordinándola a intereses de crecimiento económico. Todas las dimensiones son importantes y todas requieren recibir la debida atención.

Principio de equidad y justicia: el desarrollo forestal implica un profundo respecto a las personas y a su derecho de un ambiente sano y saludable. Ciudadanos y ciudadanas requieren ser respetados por su condición de personas. La vida en general necesita ser respetada en tanto el ser humano es parte de la naturaleza. No es posible contaminación o daños a los ecosistemas y las personas que afecten su integridad física y cultural. Por ello la necesidad de la justicia ambiental y forestal.

Bajo estos principios podemos plantear participativamente las diversas opciones de desarrollo forestal. Como se ha señalado, ello requiere profundos procesos participativos de diálogo generativo y transformador. Se requiere mucha creatividad e innovación para explorar todas las posibilidades y encontrar caminos sensatos. Toda la institucionalidad (políticas, leyes, acuerdos, pactos, arreglos sociales) debería ser pensada para que florezca un desarrollo forestal inclusivo y sostenible.

Fuente artículo: http://pcnpost.com/rodrigo-arce-rojas-principios-para-el-desarrollo-forestal-que-queremos/

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