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El Aprendizaje basado en Proyectos

Por:  Manuel Alberto Navarro Weckmann

Cuando se reconoce el trabajo del centro escolar y se le otorga el respeto que merece, se promueve un ambiente donde la práctica educativa es vista como un arte y una ciencia que requiere tanto de conocimiento, como de la experiencia, así como de la intuición.

“Dime y olvidaré, enséñame y podré recordar, involúcrame y aprenderé.” Confucio

Al contrario de como muchas personas podrían creer, el aprendizaje no es espontáneo ni automático, no se trata de “ser un experto en el tema” o de pararse frene a un aula a “recitar de memoria” lo que se quiere enseñar, sino en cómo esa temática se puede vincular con la experiencia de cada niña, niño o adolescente y a partir de ahí construir elementos para un aprendizaje realmente significativo para sus vidas y en su contexto.

En este sentido, la sociedad actual está en constante evolución, y con ella, la necesidad de métodos educativos que no sólo informen, sino que formen. El Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) se presenta como un modelo educativo que trasciende los límites del aula, integrando la teoría con la práctica y preparando a los estudiantes para los desafíos del mundo real. Reflexionar sobre el ABP es reconocer la importancia de un trabajo que se sustenta en la profesionalidad, la experiencia y una agudeza intuitiva y vocacional que docentes deben poseer y desarrollar.

En la vastedad de las aulas del sistema educativo nacional, que suman más de un cuarto de millón en la educación básica, cada una con su diversidad y singularidad, es fundamental reconocer la labor docente. Son quienes, con su estudio y experiencia acumulada, aplican métodos como el ABP para vincular efectivamente la teoría con la práctica. Esta conexión no es una coincidencia fortuita, sino el resultado de un compromiso vocacional que lleva a los docentes a afinar su intuición y experiencia para aplicarla en beneficio de sus estudiantes.

El ABP exige un reconocimiento de la complejidad del aprendizaje humano, donde cada aula tiene su propio pulso, cada estudiante su propia melodía. Los educadores, entonces, se convierten en maestros de orquesta, capaces de armonizar estas melodías individuales en una sinfonía de aprendizaje colectivo. La habilidad para hacer esto no viene de la nada: nace de la pasión por enseñar, del estudio continuo y de la reflexión constante sobre la práctica educativa.

En este sentido, como sociedad es fundamental valorar y apoyar el desarrollo profesional continuo de docentes, ya que son quienes cultivan la tierra fértil de las mentes jóvenes. Cuando se reconoce el trabajo del centro escolar y se le otorga el respeto que merece, se promueve un ambiente donde la práctica educativa es vista como un arte y una ciencia que requiere tanto de conocimiento, como de la experiencia, así como de la intuición.

El ritmo de cada aula, por ende, es un eco de la capacidad del educador para interpretar y responder a las necesidades de sus estudiantes, adaptándose a las circunstancias y promoviendo un aprendizaje significativo y relevante. Así, como sociedad es pertinente entender que detrás de cada estrategia de enseñanza exitosa hay un profesional que ha dedicado su vida a entender cómo aprende el ser humano y cómo mejor enseñarle. El ABP es un claro ejemplo de cómo el trabajo minucioso, dedicado y consciente de docentes puede llevar a cada aula a alcanzar su máximo potencial en sintonía con las demandas de una sociedad en constante cambio. Porque la educación es el camino…

Fuente de la información e imagen:  https://profelandia.com

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Los saberes docentes bajo un contexto de pandemia

Por: Miguel Ángel Pérez Reynoso

 

Ha sido el texto clásico de Maurice Tardif, “Los saberes del docente y su desarrollo profesional”, Editorial Narcea, 2005) quien nos has aportado una serie de elementos que sirven para entender el origen y desarrollo de los saberes docentes, dicho autor reconocía de inicio que hay pocos estudios consagrados a los saberes de las y los profesores y veía la importancia de relacionar el trabajo docente con los saberes pedagogos o los saberes profesionales en Pedagogía. De hecho Tardif reconoce desde el año 2005, en que concluye parte de sus investigaciones, ahí reconoce e que el saber docente se compone en realidad de diversos saberes provenientes de distintos campos disciplinares: saberes disciplinarios, curriculares, profesionales y psicopedagógicos entre otros, todos ellos se articulan en la acción, y Tardif le da una especial importancia a la experiencia docente, los saberes disciplinares se articulan desde o a partir del saber experiencial.

La pregunta que hacemos ahora, a partir de todo lo anterior, es ¿si aplica que los saberes docentes se movilizan igual en un contexto de pandemia? La respuesta que podemos dar es que no es así. Si bien existe una base de relación o vinculaciones entre las distintas formas de saber docente para cualquier contexto la pandemia debería de articularse con todo lo anterior.

Pero la hipótesis que hemos impulsado desde hace varios artículos y que forma parte de una investigación que venimos desarrollando un grupo de colegas en la Universidad Pedagógica Nacional (campus Guadalajara) es afirmar que la pandemia ha generado una serie de exigenedicvas nuevas (inéditas), que van más allá de los saberes prácticos tradicionales que los docentes han acumulado durante tantos años.

Y se puede decir que este es el quid de nuestro trabajo, la pandemia ha confrontado y por lo tanto paralizado en varios casos, muchos de los sobres de los docentes al exigir nuevos contenidos para la acción que no estaban contemplados en el esquema tradicional de acumular conocimientos prácticos y de hacerlos evidentes en la acción pedagógica.

En las nuevas exigencias o en las exigencias inéditas, cuando menos se reconocen tres grandes componentes:

  1. El conocimiento práctico en el uso de dispositivos electrónicos, manejo de plataformas digitales y educación bajo un esquema basado en la virtualidad, etc.
  2. El saber para ser capaz de crear un clima de aprendizaje basado en formatos remotos o a distancia y poder mantener una tendencia y proponer y consolidar aprendizajes con los sujetos a cargo de dichos docentes y
  3. El conocimiento para la atención de alumnas y alumnos bajo un contexto de educación a distancia.

De esta manera entonces, se reconoce categóricamente que el contexto de pandemia exige y requiere nuevos saberes que se enlacen con los saberes docentes clásicos (por llamarles de esta manera) para poder responder a la nueva demanda que reclama el entorno social y educativo. Muchos docentes hombres y mujeres han intentado responder de la mejor manera, pero también han reconocido algunas incapacidades prácticas para responder ante este nuevo escenario.

La pandemia ha servido entre muchas cosas para interpelar fuertemente a las y los docentes, los conocimientos acumulados y el sustento en donde descansa su práctica de todos los días. Pero también la pandemia ha servido ineludiblemente, para abrir nuevas posibilidades de desarrollo profesional. Se trata por lo tanto de conocer en dónde están esos obstáculos y de qué manera se pueden aprovechar las oportunidades para el cambio y la mejora que ofrece la misma pandemia, e incrementar exponencialmente los saberes docentes y que respondan ante cualquier contexto.

Por ultimo habría que pensar en un esquema de capacitación que reconozca esta realidad compleja ante la que estanos, dicha realidad no sólo está asociada a nuevos escenarios; sino también a la capacidad para responder a ellos, en términos de prácticas educativas. Todo se sintetiza en una última pregunta ¿Cómo es que se sugiere que sea la práctica educativa en un contexto de pandemia y cuáles son los sobres docentes que deberán hacerse evidentes en la acción para dar una respuesta positiva ante todo ello?

Fuente de la información e imagen: https://www.educacionfutura.org

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La capacitación docente, el gran reto de la educación en línea

Por:

El Coronavirus vino a demostrar que muchos maestros no estaban preparados para el aprendizaje en línea.

Los maestros también necesitan tiempo para aprender, no sólo enseñar. Esto es más evidente hoy en día en aquellos maestros que no dominan el mundo digital o tienen que buscar alternativas para llegar a los alumnos que no tienen computadoras en casa. En internet podemos encontrar material de capacitación gratuito de buena calidad, sin embargo, el docente debe aprender a seleccionar lo que mejor se adecue a sus necesidades.

Si bien algunos docentes han sido receptivos y positivos ante los cambios que ha traído la COVID-19, para muchos otros impartir clases en línea no ha sido fácil, especialmente para aquellos que tienen una conectividad limitada o no cuentan con las herramientas tecnológicas básicas para poder desempeñarse. Tratar de apegarse al nuevo plan de estudios en línea, y hacerlo de manera divertida para captar la atención de sus alumnos, resulta abrumador.

La capacitación docente

La pandemia ha revelado muchas deficiencias del sistema educativo y exacerbado las desigualdades. Según una encuesta realizada por la UNESCO, UNICEF y el Banco Mundial, sólo la mitad de los países encuestados dieron a sus docentes capacitación adicional sobre educación a distancia. Por otro lado, menos de una tercera parte ofrecieron apoyo psicológico para lidiar con la situación actual.

Aún así, es de admirar el esfuerzo de muchos países por formar a sus maestros. En Zambia, por ejemplo, los maestros son capacitados por medio de videos enviados por WhatsApp, conferencias telefónicas y apoyo en pares. En Camboya reciben entrenamiento por teléfono o por internet. En Ruanda, el desarrollo profesional continuo es por medio de videos pregrabados o en línea.

En otro estudio donde también participó la UNESCO, se muestra que el 81 % de los maestros de primaria y el 78 % de los docentes de secundaria a nivel mundial apenas cumplen con los requisitos para desempeñar sus funciones, demostrando que muchos no están preparados para abordar los problemas a los que se enfrentan. El caso de Latinoamérica es todavía más preocupante, ya que el 83 % de los maestros de primaria y 84 % de los maestros de secundaria no cuenta con las herramientas necesarias para enfrentar los retos que ha traído la pandemia.

Los errores cometidos en la transición de la educación presencial a en línea

Los estudios anteriores revelan que un gran porcentaje de maestros recibieron poca o nula capacitación durante los primeros meses de la pandemia, por ello, es común que muchos docentes simplemente hayan replicado en línea lo mismo que harían en una clase presencial, sin tomar en cuenta que la enseñanza en línea requiere un enfoque diferente. Entre más tradicional sea un docente mayor es la probabilidad de que ni siquiera haya tomado una clase en línea por lo que es normal tratar de aferrarse a lo que domina. No se trata de llevar la misma clase presencial al entorno virtual, se requiere incluir actividades asincrónicas y sincrónicas, repensar los tiempos de clase, las actividades a realizar y la evaluación. El maestro tiene que ser flexible y reconocer que la estructura controlada de una escuela no se puede replicar en línea.

Querer mantener la misma rutina presencial en los entornos online es ignorar una serie de preocupaciones de equidad en torno al acceso a la tecnología, además de que va en contra de las mejores prácticas basadas en la investigación para el aprendizaje en línea. Es imposible creer que los alumnos pueden estar frente a la computadora durante siete horas seguidas, especialmente asumiendo  que en casa hay un equipo para cada miembro de la familia y la banda ancha necesaria para soportar las diferentes actividades que se realizan hoy en día en línea.

La realidad es que la educación en línea es más que una pantalla con acceso a internet. Para que el docente tenga éxito enseñando en una modalidad en línea, debe saber cómo crear y ofrecer lecciones atractivas para este entorno y que los alumnos tengan las habilidades de alfabetización digital para acceder a ellas.  Es aquí donde se refleja la gran brecha de aprendizaje entre alumnos de nivel básico y los alumnos de educación superior.

Los más pequeños no tienen la habilidad de aprendizaje independiente, la capacidad de atención o la madurez socioemocional para aprender por largos periodos de tiempo en entornos de aprendizaje virtual, ni la habilidad de resolver problemas técnicos que se puedan presentar. Los estudiantes de secundaria, e incluso bachillerato, no están mejor ya que en muchos casos son ellos los que estén acompañando a los más pequeños ayudándolos en sus clases mientras sus padres trabajan.

La formación docente en Guatemala

La Universidad del Valle de Guatemala (UVG) realizó una investigación sobre la respuesta educativa en Guatemala y cómo se han adaptado los maestros a la pandemia. Este estudio encontró que sólo uno de cada cuatro docentes está preparado para la enseñanza en línea y que los más preparados eran aquellos que enseñan en el sector privado. Parte de esta brecha se debe a que en muchas escuelas privadas ya contaban con clases en plataformas virtuales o tienen libros digitales, lo que hizo menos complicada la transición.

Como solución a la falta de recursos en línea o conocimiento sobre las plataformas,uno de cada tres de los encuestados acudió a WhatsApp para hacer llegar el contenido a los estudiantes y hacer las guías escritas para después trasladarlas a sus alumnos. Diana Brow, presidenta de la Asociación de Colegios Privados en Guatemala, reconoció que la transición a la educación en línea no ha sido fácil ya que la mayoría de los educadores recibieron una formación tradicional que no contemplaba clases online.

La investigación también reveló que los maestros se están concentrando en enseñar matemáticas, lectura y comunicación, dejando de lado muchas otras áreas importantes. Esto se debe a que estas materias se ven como habilidades y competencias que servirán en un futuro para desarrollarse en otras áreas. Además, los estudiantes están aprendiendo menos contenido ya que no es lo mismo seguir un plan de estudios en clase que en la casa. Esto sin mencionar aquellos alumnos que no tienen los recursos ni habilidades tecnológicas necesarias para continuar aprendiendo desde casa.

El mayor reto es saber si la capacitación, el método de aprendizaje, la infraestructura tecnológica y la adaptación de los maestros y las instituciones fue suficiente en estos meses para garantizar que los graduados, de cualquier nivel, recibieron el conocimiento adecuado para pasar a la siguiente etapa estudiantil.

Con la llegada del COVID-19 queda claro que en el futuro se deben realizar cambios para la formación docente. Los maestros necesitan tener los conocimientos sobre las metodologías de enseñanza y el uso de las tecnologías para pasar de una enseñanza presencial a online. Por su parte, las nuevas generaciones son nativos digitales y están creciendo en la Cuarta Revolución Industrial por lo que su adaptación a la educación en línea se convierte en una habilidad necesaria. Es indispensable capacitar a los docentes constantemente para que dominen nuevas tecnologías y ayudar a sus alumnos a superar los retos que trae la era digital.

¿En tu institución llevaron a cabo programas de formación al entrar en cuarentena? ¿Consideras que la duración y materiales que recibiste fueron suficientes?

Para encontrar recursos educativos, buenas prácticas y lecturas útiles pensadas para apoyar y capacitar a los docentes, personal no académico y estudiantes, haz clic aquí.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/capacitacion-docente-covid

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Formación continua de docentes debe ser contextualizada: MEJOREDU

Por:  Erick Juárez Pineda

En el encuentro virtual titulado “Formación continua de docentes”, del Ciclo iberoamericano de encuentros con especialistas, organizado por Mejoredu y la Oficina en México de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), las investigadoras Denise Vaillant, Alejandra Birgin y Etelvina Sandoval coincidieron en que abordar la formación continua y el desarrollo profesional exige reconocerlos en su complejidad y en su contexto.

En su oportunidad, Denise Vaillant -directora del Instituto de Educación y del Programa de Doctorado en Educación de la Universidad ORT de Uruguay-destacó que con la pandemia los desafíos para la formación continua y el desarrollo profesional docente se han agudizado y son momentos en los que se tiene que preguntar qué se ha perdido y qué se ha ganado.

Dijo que la formación continua de los docentes no puede ser mirada aisladamente, pues la valoración social, las condiciones laborales y la carrera docente son también factores que intervienen en el desarrollo profesional.

Destacó la importancia de la etapa de inserción a la docencia, pues la investigación ha mostrado que los tres primeros años de trabajo son cruciales en el trayecto profesional de las maestras y maestros, así como el importante papel que juegan los equipos directivos. y los procesos de seguimiento y acompañamiento permanente y constante.

Mencionó que algunos aspectos que permitirían mejorar el trabajo docente son: contar con tiempo, tener asesoría, mentoría, tutoría, y acceder a estímulos profesionales.

Alejandra Birgin -profesora e investigadora en la Universidad de Buenos Aires y directora de formación docente en la provincia de Buenos Aires, Argentina- aseveró que la formación docente no es una vara mágica, que es una de las condiciones imprescindibles e insuficientes a la vez, para fortalecer el sistema escolar. Aseveró que la formación docente debe considerar lo individual y lo colectivo, y estar vinculada con las culturas y los contextos particulares, así como que un profesor debe contar con competencias específicas y un repertorio especializado de saberes.

Señaló que la pandemia y la pospandemia mostraron la urgencia de incorporar la virtualidad en la didáctica y la pedagogía, lo cual plantea un desafío para la política educativa y los maestros para avanzar hacia una formación sistemática que ayude a favorecer las interacciones y los procesos en la cultura digital. Hoy es imprescindible un debate entre cultura digital y cultura escolar y formar en una pedagogía y en una didáctica de la virtualidad, afirmó.

Manifestó que la pandemia ha mostrado que la escuela y el Estado salieron fortalecidos, porque se dieron respuestas rápidas para atender la enorme diversidad, y en los casos que no se cuenta con las condiciones tecnológicas. “Hubo respuestas de parte de los maestros y de los sistemas educativos”, finalizó.

Por su parte, la presidenta de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu), Etelvina Sandoval Flores, destacó que si se quiere un mejor maestro, comprometido con los niños, que reconozca las diversidades, y contribuya a garantizar el derecho de todos a la educación, es crucial considerarlos sujetos centrales del proceso educativo, recuperar sus saberes, y tomar en cuenta la diversidad de los contextos en los que trabajan. Asimismo, preguntarse qué tipo de maestro queremos, para qué país y cuál es el proyecto educativo que interesa impulsar.

Luego de destacar que la formación inicial y la formación en servicio deben articularse, indicó que es tiempo de avanzar gradualmente hacia una formación continua en México que sea colectiva y se desarrolle in situ, porque se requieren formaciones diferenciadas que vayan más allá de un catálogo de ofertas desarticuladas y en ocasiones yuxtapuestas.

Señaló que Mejoredu avanza en la formulación de lineamientos, criterios y programas para la formación continua, privilegiando este enfoque, para contribuir a operacionalizar el Sistema Integral de Formación, Capacitación y Actualización de Maestros, que establece la ley.

Finalmente, aseveró que la experiencia que deja la pandemia debe ser recuperada para llevar a cabo un cambio radical de las políticas y programas de formación continua que impulsen la mejora de la escuela.

El encuentro fue moderado por Norma Guadalupe Pesqueira, consejera técnica de Mejoredu.

Fuente e magen: http://www.educacionfutura.org/formacion-continua-de-docentes-debe-ser-contextualizada-mejoredu/

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Los maestros y el Programa Sectorial de Educación

Por: Carlos Ornelas

 

El PSE compromete a la Secretaría de Educación Pública y otras autoridades a formar docentes con el fin de hacer frente a retos derivados de las políticas vigentes (las de la 4T), prácticas educativas emergentes (como las que genera la pandemia) y los cambios sociales

En discusiones sobre los maestros en México y América Latina —y en otras partes del mundo— se tiende a conceptuarlos en términos polares, héroes o villanos, como apunta Beatrice Dávalos, o como víctimas o culpables, según registró el bien recordado Juan Carlos Tedesco.

El Programa Sectorial de Educación 2020-2024, con diferentes términos, retoma esa disputa. El texto asegura que los docentes fueron maltratados y hostigados en el gobierno de Enrique Peña Nieto, el Servicio Profesional Docente era un instrumento punitivo. En cambio, el gobierno de la Cuarta Transformación los contempla como agentes fundamentales del proceso educativo (Objetivo prioritario 6.3); agrega que gozan de plenos derechos a partir de tres atributos, dos instrumentales: desarrollo profesional y mejora continua; y uno existencial: vocación de servicio.

La imagen clave para separarse —aunque no tanto, ni aun en el uso de palabras— de la Reforma Educativa del gobierno anterior es “revalorizar a las maestras y maestros”; transmutarlos de villanos a héroes. Para ello, el PSE compromete a la Secretaría de Educación Pública y otras autoridades a formar docentes con el fin de hacer frente a retos derivados de las políticas vigentes (las de la 4T), prácticas educativas emergentes (como las que genera la pandemia) y los cambios sociales.

Para el desarrollo profesional y la mejora continua, el PSE critica al pasado. “La oferta de cursos no atiende, de manera pertinente y suficiente, las necesidades del personal docente, directivo, de supervisión y de asesoría técnica pedagógica”. Pero no ofrece alternativas. La transformación de las normales es una tarea pendiente, asevera el texto —y parece que así seguirá—, pues con todo y que propone acciones puntuales, no les pone plazos ni les asigna recursos.

Además, no es seguro que se revalorice a los maestros si se apuntala la formación inicial del magisterio y se adecua el crecimiento de las escuelas normales. Ni será suficiente que se mejoren las condiciones de su personal docente y directivo, se les otorgue —si es que alguna vez llegase a suceder— autonomía de gestión y emprendan proyectos de mejora continua, innovación, investigación, extensión. Tampoco si se integran en los planes curriculares contenidos y prácticas educativas para adquirir estilos de vida saludables, perspectiva de género, interculturalidad y cultura de la paz. Pero, si no se asignan recursos a las propuestas —al contrario, se avecinan recortes— se quedarán en eso, en meras promesas.

En cuanto a la vocación, parece que el PSE olvida que esa es una cualidad intrínseca de cada persona, ni el Estado ni la sociedad pueden modularla, menos reglamentarla. Ésa no necesita revalorarse, sólo existir en la práctica de cada docente.

En la retórica del PSE los maestros son héroes, pero si no hay fondos para poner en práctica los objetivos, ellos seguirán considerándose víctimas y quizás otros aún los verán como villanos.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/los-maestros-y-el-programa-sectorial-de-educacion/

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El impacto del COVID-19 en la generación Z y su visión del futuro de la educación

Por: Paulette Delgado

Un estudio revela el punto de vista de la Generación Z sobre cómo el COVID-19 afecta su educación y por qué buscarán seguir su propio camino educativo.

 

Con el fin de descubrir si los estudiantes de la generación Z estaban interesados en seguir una educación universitaria tradicional al terminar el bachillerato, la Corporación de Gestión de Crédito Educativo (ECMC por sus siglas en inglés) y VICE Media lanzaron “Question The Quo». Esta encuesta involucró a más de 2200 alumnos estadounidenses entre 14 a 18 años, es decir, jóvenes que están en el bachillerato o lo van terminando. Lo interesante es que la investigación comenzó a finales de febrero del 2020, justo cuando empezaba la pandemia y terminó a mediados de mayo, cuando los alumnos llevaban más de un mes en cuarentena.

Tradicionalmente, se estudian cuatro años de educación superior para obtener el título pero ahora, menos del 23 % lo ven como el único camino para obtener un buen trabajo o una exitosa carrera profesional. Por el contrario, el 70 % de los encuestados están dispuestos a seguir su propio camino de aprendizaje, aunque este no incluya ir a la universidad.

Cuestionando el statu quo

Los resultados de este estudio demuestran que las nuevas generaciones comprenden la necesidad del aprendizaje a lo largo de la vida y capacitación continua en habilidades, factores que Jeremy Wheaton, presidente y CEO del Grupo ECMC, considera esenciales para el éxito ahora y en el futuro. Más de la mitad de los encuestados (61 %) aseguraron que el mejor lugar para aprender es el trabajo, pero menos de la mitad (46 %) creen que las empresas brindan oportunidades de educación formal para ayudarlos a desarrollar sus habilidades.

Entre los factores que influyen la decisión de alejarse de una educación tradicional por rutas alternas, el 64 % de los jóvenes comentaron que les preocupa cómo pagar la educación superior. Un 59 % espera que el gobierno lance algún bono o programa adicional para ayudarlos a pagar sus deudas estudiantiles. Otro 46 % está esperando que las empresas empiecen a brindar educación formal con el fin de mejorar las habilidades que necesitarán en el futuro del trabajo.

Por otro lado, un 80 % de las mejores carreras que los encuestados quieren estudiar se ofrecen a través de programas de formación profesional y técnica, por lo que para esta generación, considerar una alternativa a la universidad es viable. Además, 65 % de los encuestados comentaron que consideran una educación alternativa porque confían en su futuro personal, inclusive el 84 % considera que sus perspectivas laborales son iguales o mejores que las de sus padres.

¿Qué preocupa a la Gen Z?

El cambio climático y la deuda estudiantil son dos de los temas que más preocupan y provoca ansiedad en los jóvenes de la generación Z. Según el estudio, el 51 % considera el cambio climático como el tema más preocupante, seguido por la deuda estudiantil (48 %) y las expectativas de los demás (41 %).

Por otro lado, la encuesta preguntó a los encuestados qué era lo que les daba más esperanza sobre el futuro, y el 60 % confirmaron que su familia. Le sigue con un 55 % las metas y esperanzas que planean cumplir, junto con su habilidad de poder ganarse la vida. Lo que más desconfianza y desaliento les da  es la deuda estudiantil, ya que no creen que se pueda evitar.

La generación Z se ha caracterizado por padecer altos niveles de estrés y burnout, esto se debe, en parte, a las altas expectativas que se tienen sobre las y los integrantes de esta generación. Las expectativas que tienen sobre ellos es el tercer tema que más preocupa a esta generación.

Pero, ¿cómo define la Gen Z el “éxito”? Se les preguntó cuánto estaban de acuerdo con las siguientes afirmaciones y 87 % está de acuerdo con que “éxito” es obtener un trabajo que los apasione en los primeros cinco años de su vida laboral. Otro 67 % creen que es centrarse en lo que aman, sin importar el dinero, y un 30 % creen que lo económico es lo que define el éxito.

La pandemia los ha hecho replantear sus planes a futuro

Debido a las fechas en las que se llevaron a cabo las encuestas, está claro que el tema del COVID-19 afecta a estos resultados. Al 37 % de los jóvenes encuestados les preocupa cómo la pandemia pueda afectar su futuro, especialmente por el impacto económico que la pandemia tendrá. Se estima que los estragos del COVID-19 se sentirán hasta una década después, afectando especialmente a las generaciones que ingresarán al mercado laboral en un mundo pospandemia.

Estos factores han influido en las decisiones de carrera de esta generación. El 25 % de los encuestados está considerando cambiar sus planes sobre qué hacer después de graduarse, el 24 % retrasará sus planes de estudiar una carrera universitaria y 21 % señala que es probable que asista a una escuela técnica, en lugar de asistir a la universidad. Además, el 35 % contestó que es probable que no busquen un título de posgrado.

Para quienes siguen con sus planes de continuar sus estudios, el 74 % de los encuestados cree que una educación basada en habilidades STEM o comerciales hacen sentido y son relevantes en el mundo actual. Mientras que el 59 % considera el aprendizaje a lo largo de la vida y la capacitación continua como un tema esencial.

Clases en línea vs. presenciales

La generación Z prefiere la enseñanza presencial. Más de la mitad (58 %) de los encuestados creen que la educación sufre durante los cierres de las instituciones educativas. Mientras que al elegir entre clases presenciales, híbridas o totalmente en línea, el 36 % considera que, como están las cosas actualmente, las clases son mucho mejor presenciales, seguido muy de cerca (34 %) por la creencia que la mejor opción son las clases híbridas y el 30 % se inclina más por las clases en línea.

Estos resultados cambian cuando se les pregunta lo mismo pero considerando un escenario donde ya se haya desarrollado una vacuna; en este escenario, el 56 % considera que prefiere tener clases presenciales, seguido por un 37 % híbridas y sólo un 7 % prefiere las clases exclusivamente en línea. Pero aunque la mayoría de los encuestados se incline por las clases presenciales, ¿cómo se imaginan un regreso a las aulas pospandemia? El 39 % está de acuerdo que, de regresar a las aulas, los escritorios deberán estar apartados uno del otro y un 36 % considera que se deberían reducir los espacios sociales.

Al preguntarles qué tan de acuerdo estaban con la dificultad y desventajas de la educación en línea, el 39 % está de acuerdo que el material en línea es menos desafiante, mientras que un 34 %  acordaron lo opuesto, señalan que las clases online son más difíciles y sólo el 20 % afirmó consideran que es lo mismo.

Por último, el 43 % creen que debido a la pandemia, aumentará la insistencia en la educación en el hogar posibilidad que esta generación no ve con buenos ojos ya que el 50 % cree que la cuarentena sólo ha aumentado a la desigualdad ya que no todos los alumnos tienen el mismo acceso a las tecnologías necesarias para aprender a distancia.

Está claro que la pandemia ha afectado a la generación Z y los ha llevado a replantear sus planes sobre qué hacer al graduarse de preparatoria. Además, temas como el costo de la universidad y la incertidumbre, siguen empujando a los alumnos a considerar entrar a trabajar o estudiar una carrera técnica o entrar a algún programa de formación profesional. Aún así, la encuesta se realizó durante la cuarentena por lo que sería interesante ver si cambian de opinión una vez que vuelvan a abrir las universidades.

 

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/impacto-covid19-gen-z

 

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¿Los pagos por mérito mejoran el desempeño de los estudiantes?

Por: Paulette Delgado

Aunque populares, los programas de pagos por mérito enfrentan muchos problemas, concluye un metaanálisis.

Los programas de pago por mérito se basan en la creencia que los maestros se esfuerzan más por mejorar el desempeño de los estudiantes si se les paga mejor según el desempeño. Investigadores de distintas universidades se unieron para hacer un metaanálisis de 37 estudios, 26 de ellos en Estados Unidos, sobre los programas de pago por mérito. El propósito del estudio es aportar luz al debate sobre la efectividad de este tipo de programas.

Dentro de las investigaciones realizadas en Estados Unidos, el 17 % se centran en el efecto de los programas diseñados como torneos por el orden de rango; un 28 % informan de incentivos grupales, un 24 % analizan aquellos programas que incluyen desarrollo profesional y un 38 % sobre programas que utilizan diferentes medidas de efectividad del maestro para poder determinar la cantidad del incentivo.

Uno de los mayores retos a los que se enfrentan los programas de incentivos es que las escuelas K-12 (escolarización primaria y secundaria) muchas veces no tienen bien definidos sus objetivos ni el límite de las responsabilidades de los maestros. Esto se vuelve un problema a la hora de establecer medidas de rendimiento ya que terminan siendo inexactas. El esfuerzo de los maestros y el desempeño del estudio al aprendizaje deben ser verificables y deben poder comunicarse de manera efectiva. Sobre ese punto, el análisis menciona que más allá de definir lo que significa el rendimiento del alumno, también es importante definir objetivos ya que las escuelas pueden tener metas multidimensionales como el dominio académico, desarrollo del carácter, preparación profesional entre otros. Un estudio indica que enfocarse en un solo objetivo puede afectar el desempeño del estudiante. Como ejemplo, el estudio indica que vincular los incentivos con los puntajes de los exámenes pueden provocar que los maestros se enfoquen sólo en el contenido o habilidad necesaria para tomar el examen.

Uno de los estudios del metaanálisis analiza dos caminos para llevar a cabo el pago de incentivos, el primero es aumentar o distribuir los esfuerzos del docente para alcanzar los resultados; el segundo es utilizar el pago por mérito para atraer y retener a los docentes de mayor rendimiento. Parte de la decisión de apoyar económicamente el programa viene del descontento de los docentes al modelo de salario único donde se relacionan muy poco el logro del grado y la experiencia del maestro, afectando su salario, con los resultados de los estudiantes. En este punto, los estudios enfatizan definir el rendimiento de los estudiantes y considerar si sólo es el puntaje del examen, las calificaciones, tareas, promedio de graduación, puntaje de exámenes estatales y demás.

De los problemas que enfrentan los programas de pago por mérito, el metaanálisis describe que muchas escuelas no monitorean las acciones de los docentes por lo que no les piden especificar detalles sobre cómo se mejoró el desempeño académico del alumno. Esto resulta en los maestros eligiendo los métodos de aprendizaje de su preferencia que faciliten cumplir los criterios. Otro problema es que el rendimiento del alumno no depende exclusivamente del maestro, si a un alumno le va mal en casa, por ejemplo, esto afecta sus calificaciones, sin importar el desempeño del docente.

Otro conflicto identificado es que no se puede evaluar de la misma manera a todos los docentes ya que en el caso de maestros de primaria, por ejemplo, estos interactúan con los mismos estudiantes durante todo el día mientras que aquellos de bachillerato o universidad enseñan a diferentes grupos de alumnos. De esta manera, los maestros de primaria tienen más impacto y sus alumnos pueden tener mejor desempeño que aquellos cuya influencia es limitada.

Por otro lado, diversos estudios analizan el pago por mérito cuando se aplican incentivos grupales donde estos pueden propiciar un mejor sentido de competencia o, en su defecto, pueden sufrir problemas de docentes que se cuelguen de los buenos resultados de otros. Los estudios que critican el pago por mérito mencionan que puede ser muy costoso ya que cuando los montos son demasiado bajos los maestros no se motivan, por lo que los incentivos deben ser altos.

Al comparar los programas implementados en Estados Unidos con aquellos en otros países, el metaanálisis descubrió que en Estados Unidos los programas se implementan por 3.5 años en promedio, mientras que en otros países la duración es de 5.9 años. También se descubrieron diferencias en el tipo de incentivo, en el primer caso el incentivo representa el 10.1 % del ingreso per cápita y en el segundo de 45.5 % del ingreso por cápita. Según los resultados de los estudios, aquellos hechos fuera de Estados Unidos reportaron un mayor efecto, pero indican que las diferencias no son estadísticamente significativas a nivel convencional debido a los diversos entornos.

El estudio concluye que para que funcione un programa de pagos por mérito este debe alinear los puntajes del alumno con la motivación del docente. Los análisis que incluían el desarrollo profesional fueron los que arrojan mayor luz sobre si efectivamente pueden influir el resultado de los estudiantes e incentivar al docente a mejorar. Por último, el metaanálisis hace énfasis en las críticas a los pagos por mérito ya que no suelen ser permanentes, ya sea porque los incentivos terminan agotándose o porque los incentivos suelen otorgarse siempre a los mismos maestros, desmotivando a los que no han ganado nunca los incentivos. Además, la duración de los programas de incentivos suele ser corta, 3.9 años en Estados Unidos, lo que dificulta que las escuelas logren atraer o retener a los educadores cuando este programa se acaba, creando aún más problemas a la larga. Aunque los incentivos salariales continúan generando  debate, estos programas son muy populares debido a la iniciativa de motivar y recompensar a los educadores por mejorar el desempeño de sus alumnos y ayudar a la institución a alcanzar sus objetivos.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/pagos-por-merito-docentes-incentivos

Imagen: Tuan Hung Nguyen en Pixabay

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