El decálogo de los pediatras de EE UU para educar sin azotes ni humillaciones

América del norte/Estados Unidos/15 Noviembre 2018/Fuente: El país

Los expertos alertan sobre los efectos del castigo físico y promueven la disciplina positiva que favorece el desarrollo saludable de los menores

Los pediatras de Estados Unidos quieren acabar con los azotes como método correctivo en las casas. Así lo han decidido en la última actualización del protocolo de actuación, la primera que hacen en dos décadas y que presentaron el pasado 5 de noviembre con el título: Disciplina efectiva para criar niños sanos.Para estos expertos, y para la evidencia científica, está demostrado que los azotes, bofetadas, gritos y humillaciones hacen que los niños sean más agresivos; vean afectada su capacidad cognitiva y su autoestima, además de otros efectos.

Para evitar este tipo de conductas los pediatras sugieren que a la hora de educar los padres apliquen lo que definen como disciplina positiva, que ayuda al niño a modificar su comportamiento y su tolerancia a la frustración, permitiéndole, además, un desarrollo saludable. Un método que explican en 10 pasos:

1. Imitación. Enseñar a los niños la diferencia entre el bien y el mal siendo un ejemplo puede hacer ver al pequeño las consecuencias de su comportamiento.

2. Poner límites a la hora de poner normas a los niños, los padres deben ser claros y realistas para que estos sean capaces de seguirlas. El lenguaje es fundamental. Hay que adaptarlo a cada edad para así asegurarnos que comprenden las tareas.

3. Explicar las consecuencias de las conductas, de forma calmada y firme hay que ser capaces de explicar a los niños las consecuencias de sus actos. Por ejemplo: “Si no recoges los muñecos ahora, no podrás jugar con ellos después. Los padres deben ser firmes y no cambiar de parecer a los pocos minutos. Y añaden: “Nunca debes chantajear a tu pequeño con algo que realmente necesite, como comida”.

4. Escucha a tu hijo. Escuchar es fundamental. Espera que tu hijo termine de explicarte lo que le ocurre antes de ayudarle. Si el comportamiento se repite, intenta razonar con él antes de decirle cuáles serán las consecuencias de su comportamiento.

5. Prestar atención. La herramienta más poderosa para educar es prestar atención, ya que “refuerza los comportamientos positivos frente a los negativos”.

6. Fortalecer sus comportamientos positivos. Los padres deben evitar fijarse exclusivamente en lo negativo.

7. Ignorar un mal comportamiento. Puede ser una buena opción algunas veces, ya que puede otorgar al niño cierta autonomía para ser el mismo el que descubra las consecuencias de su mal comportamiento.

8. Hay que estar preparado para el enfrentamiento. Cuando somos conscientes de lo que hace que nuestros hijos se comporten mal, nos hace ser previsores y reaccionar de una manera más calmada y firme.

9. Reconducir el mal comportamiento, ya que muchas veces nuestros hijos se portan mal porque están aburridos, cansados o no lo saben hacer mejor. Intenta buscar otra actividad que el niño domine o con la que se lo pase bien.

10. Tiempo fuera. A pesar de la controversia que produce el tiempo fuera entre ciertos sectores educativos, los pediatras de EE UU lo recomiendan cuando alguna norma estipulada por la familia se rompe. Aunque aconsejan avisar al niño antes de aplicarla. Según estos expertos, la duración debe ser de un minuto por año del niño. Por lo que si el pequeño tiene tres años, serían tres minutos. Según explican, también se puede intentar hacer que lo gestione el pequeño: “Vete al cuarto y cuando te encuentres mejor y más calmado, vuelve”.

Además de seguir estas pautas, los pediatras coinciden en que los padres deben ser conscientes de que no es lo mismo hablar con un bebé que con un adolescente y que “tienen que adaptar su lenguaje y normas a la edad de sus hijos”.

Según explican, con los niños de 0 a 3 funciona mejor el ejemplo, ya que aprenden por imitación y el lenguaje positivo; mientras que con más de tres, “lo mejor es reforzar lo bueno e ignorar lo malo”. Para los mayores de seis años, los pediatras dicen que “cuando hagan algo mal, hablemos con ellos de las opciones buenas y malas que tienen ante esa situación problemática”. En cambio, con los adolescentes aconsejan “que se ponga en una balanza lo que esperamos de ellos y lo que son capaces de hacer y se actúe en consecuencia y de forma realista”.

En resumen, para educar sin azotes ni gritos ni humillaciones hay tres vertientes fundamentales: la escucha activa, que permite que tanto el niño como nosotros comprendamos por qué sucede el mal comportamiento; la empatía, para ser capaces de ponernos en el sitio del otro y el respeto, para huir de cualquier vejación y así promover el desarrollo saludable del menor y fomentar las relaciones familiares sanas.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/11/12/mamas_papas/1542024641_886153.html

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El 18% de los nacimientos de América Latina corresponde a mujeres de entre 15 y 19 años de edad

Por:  Ma. Eugenia Sirito

La región presenta una de las tasas más altas de embarazo adolescente del mundo, sólo superada por África. Según estadísticas del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), en América Latina 1 de cada 5 mujeres será madre antes de terminar la adolescencia.

El embarazo adolescente se asocia con menores logros educativos entre las madres, una situación que puede perpetuar el ciclo de pobreza de una generación a otra.

Los métodos anticonceptivos reversibles de larga duración o LARCs, como el implante subdérmico o los dispositivos intrauterinos, son el tipo de anticonceptivo reversible de mayor eficacia. Es recomendado como la elección de anticoncepción de primera línea para adolescentes.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) ha puesto la luz sobre una situación que tiene un impacto significativo sobre la salud de las mujeres de América Latina y el Caribe: esta región exhibe actualmente un elevado porcentaje de embarazo adolescente, que sólo es superada por África. Hoy, en América Latina y el Caribe, 18 de cada 100 nacimientos corresponden a madres de entre 15 y 19 años de edad, cuando en el mundo la proporción es de 10 por cada 100 nacimientos; incluso en regiones como Europa o Asia, la relación entre el nivel de fecundidad adolescente y el de la fecundidad de las mujeres adultas es aún más bajo (entre 5 y 7 de cada 100).

El embarazo adolescente constituye en sí mismo una barrera para que ejerzan su derecho a la educación y a un desarrollo saludable, y que logren una transición exitosa hacia la vida adulta. Las consecuencias del embarazo en esta etapa tienen amplio impacto a lo largo de la vida de las adolescentes e incluso en las siguientes generaciones.

Un trabajo realizado por la doctora Marisa Labovsky, presidenta de la Sociedad Argentina de Ginecología Infanto Juvenil (SAGIJ), indicó que el 80% de las adolescentes embarazadas son hijas de madres que a su vez fueron madres en la adolescencia. “Hay historias que se repiten por lo que es fundamental la educación sexual, no sólo en la familia, sino fundamentalmente en el ámbito escolar y a través de los medios de comunicación”, afirmó la especialista.

Las actuales perspectivas, no son alentadoras. Según estima el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), 1 de cada 5 mujeres de la región será madre antes de terminar la adolescencia. Casi tres cuartos de los embarazos adolescentes en América Latina y el Caribe no son planificados, y cerca de la mitad terminan en abortos. Es que si bien el conocimiento, acceso y uso consistente y eficaz de anticoncepción es un elemento esencial en la prevención de embarazos no planificados, numerosos niños y jóvenes no tienen acceso a una educación sexual integral de calidad.

El 34% de las adolescentes sexualmente activas que requieren métodos anticonceptivos y no quieren ser madres en los próximos 2 años -lo que suma cerca de 3.4 millones de mujeres de 15 a 19 años- no utiliza métodos anticonceptivos, mientras que una proporción menor utiliza métodos anticonceptivos tradicionales, que son menos efectivos que los métodos modernos.

Los métodos anticonceptivos reversibles de larga duración o LARCs son el tipo de anticonceptivo reversible de mayor eficacia, pues no requiere que se tome una píldora cada día ni que se haga algo antes de cada relación sexual y, según el método elegido, puede prevenir el embarazo durante 3 a 10 años. Asociaciones profesionales importantes como el Colegio Estadounidense de Obstetricia y Ginecología o la Academia Americana de Pediatría recomiendan el uso de LARCs como la elección de anticoncepción de primera línea para adolescentes. “Los métodos anticonceptivos reversibles de larga duración son métodos de elección para todas las mujeres. Sin embargo, lo son más aún para las adolescentes ya que su grado de fertilidad es mayor, sus óvulos son jóvenes y tienen más posibilidades de quedar embarazadas. Son métodos ideales para esta etapa porque son los que tienen menor tasa de abandono, son altamente efectivos y no dependen de la usuaria”, indicó la doctora Labovsky

En este sentido, la licenciada Estela Sánchez, coordinadora del Programa del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable de la Región Sanitaria V (San Martín) destacó el uso del implante anticonceptivo subdérmico. “El implante subdérmico se encuentra a la cabeza dentro de los métodos de larga duración disponibles en el sistema de salud público. Es práctico, de rápida colocación e indoloro. Las adolescentes se lo recomiendan entre ellas por la comodidad y efectividad. Es un método que, con el debido entrenamiento podemos colocar los obstétricos; no sólo los médicos. Esta situación posibilitó la ampliación de su uso, haciéndolo accesible a miles de mujeres. Sólo en nuestra región sanitaria hemos colocado con éxito más de 7.000 implantes”, detalló.

Efectos sobre la educación y la salud

La salud sexual y reproductiva tiene un impacto directo sobre la educación y las perspectivas futuras de los jóvenes. Los embarazos precoces y no deseados aumentan el riesgo de ausentismo, desempeño escolar deficiente y deserción escolar prematura para las jóvenes y también tienen consecuencias educativas para los jóvenes padres. De ahí que todos los estudios coinciden en señalar que la maternidad adolescente se asocia con menores logros educativos entre las madres, una situación que puede perpetuar el ciclo de pobreza de una generación a la siguiente.

La relación entre embarazo adolescente y educación es de doble vía: la mayoría de las adolescentes que fueron madres están fuera del sistema educativo al momento del embarazo, y en los casos en que las adolescentes se encuentran estudiando, el embarazo y nacimiento precipita el abandono escolar.

Al mismo tiempo, en lo que respecta a la salud de las adolescentes, el riesgo de complicaciones y muerte es superior para las madres más jóvenes que para las que tiene un hijo en la edad adulta; en los países de ingresos bajos y medios, el riesgo de mortalidad materna de las madres de menos de 15 años es dos veces mayor que el de mujeres de más edad. En los países en vías de desarrollo, las complicaciones del embarazo y del parto constituyen la principal causa de muerte entre las adolescentes de 15 a 19 años, y los bebes nacidos de madres adolescentes enfrentan mayores riesgo para su salud que los niños nacidos de madres de más edad.

Fuente: http://www.lavozdecataratas.com/noticia_58871.html

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El 18% de los nacimientos de América Latina corresponde a mujeres de entre 15 y 19 años de edad

Por: lavozdecataratas/22-09-2017

La región presenta una de las tasas más altas de embarazo adolescente del mundo, sólo superada por África. Según estadísticas del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), en América Latina 1 de cada 5 mujeres será madre antes de terminar la adolescencia.

Iguazú (LAVOZ) El embarazo adolescente se asocia con menores logros educativos entre las madres, una situación que puede perpetuar el ciclo de pobreza de una generación a otra.

Los métodos anticonceptivos reversibles de larga duración o LARCs, como el implante subdérmico o los dispositivos intrauterinos, son el tipo de anticonceptivo reversible de mayor eficacia. Es recomendado como la elección de anticoncepción de primera línea para adolescentes.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) ha puesto la luz sobre una situación que tiene un impacto significativo sobre la salud de las mujeres de América Latina y el Caribe: esta región exhibe actualmente un elevado porcentaje de embarazo adolescente, que sólo es superada por África. Hoy, en América Latina y el Caribe, 18 de cada 100 nacimientos corresponden a madres de entre 15 y 19 años de edad, cuando en el mundo la proporción es de 10 por cada 100 nacimientos; incluso en regiones como Europa o Asia, la relación entre el nivel de fecundidad adolescente y el de la fecundidad de las mujeres adultas es aún más bajo (entre 5 y 7 de cada 100).

El embarazo adolescente constituye en sí mismo una barrera para que ejerzan su derecho a la educación y a un desarrollo saludable, y que logren una transición exitosa hacia la vida adulta. Las consecuencias del embarazo en esta etapa tienen amplio impacto a lo largo de la vida de las adolescentes e incluso en las siguientes generaciones.

Un trabajo realizado por la doctora Marisa Labovsky, presidenta de la Sociedad Argentina de Ginecología Infanto Juvenil (SAGIJ), indicó que el 80% de las adolescentes embarazadas son hijas de madres que a su vez fueron madres en la adolescencia. “Hay historias que se repiten por lo que es fundamental la educación sexual, no sólo en la familia, sino fundamentalmente en el ámbito escolar y a través de los medios de comunicación”, afirmó la especialista.

Las actuales perspectivas, no son alentadoras. Según estima el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), 1 de cada 5 mujeres de la región será madre antes de terminar la adolescencia. Casi tres cuartos de los embarazos adolescentes en América Latina y el Caribe no son planificados, y cerca de la mitad terminan en abortos. Es que si bien el conocimiento, acceso y uso consistente y eficaz de anticoncepción es un elemento esencial en la prevención de embarazos no planificados, numerosos niños y jóvenes no tienen acceso a una educación sexual integral de calidad.

El 34% de las adolescentes sexualmente activas que requieren métodos anticonceptivos y no quieren ser madres en los próximos 2 años -lo que suma cerca de 3.4 millones de mujeres de 15 a 19 años- no utiliza métodos anticonceptivos, mientras que una proporción menor utiliza métodos anticonceptivos tradicionales, que son menos efectivos que los métodos modernos.

Los métodos anticonceptivos reversibles de larga duración o LARCs son el tipo de anticonceptivo reversible de mayor eficacia, pues no requiere que se tome una píldora cada día ni que se haga algo antes de cada relación sexual y, según el método elegido, puede prevenir el embarazo durante 3 a 10 años. Asociaciones profesionales importantes como el Colegio Estadounidense de Obstetricia y Ginecología o la Academia Americana de Pediatría recomiendan el uso de LARCs como la elección de anticoncepción de primera línea para adolescentes. “Los métodos anticonceptivos reversibles de larga duración son métodos de elección para todas las mujeres. Sin embargo, lo son más aún para las adolescentes ya que su grado de fertilidad es mayor, sus óvulos son jóvenes y tienen más posibilidades de quedar embarazadas. Son métodos ideales para esta etapa porque son los que tienen menor tasa de abandono, son altamente efectivos y no dependen de la usuaria”, indicó la doctora Labovsky

En este sentido, la licenciada Estela Sánchez, coordinadora del Programa del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable de la Región Sanitaria V (San Martín) destacó el uso del implante anticonceptivo subdérmico. “El implante subdérmico se encuentra a la cabeza dentro de los métodos de larga duración disponibles en el sistema de salud público. Es práctico, de rápida colocación e indoloro. Las adolescentes se lo recomiendan entre ellas por la comodidad y efectividad. Es un método que, con el debido entrenamiento podemos colocar los obstétricos; no sólo los médicos. Esta situación posibilitó la ampliación de su uso, haciéndolo accesible a miles de mujeres. Sólo en nuestra región sanitaria hemos colocado con éxito más de 7.000 implantes”, detalló.

Efectos sobre la educación y la salud

La salud sexual y reproductiva tiene un impacto directo sobre la educación y las perspectivas futuras de los jóvenes. Los embarazos precoces y no deseados aumentan el riesgo de ausentismo, desempeño escolar deficiente y deserción escolar prematura para las jóvenes y también tienen consecuencias educativas para los jóvenes padres. De ahí que todos los estudios coinciden en señalar que la maternidad adolescente se asocia con menores logros educativos entre las madres, una situación que puede perpetuar el ciclo de pobreza de una generación a la siguiente.

La relación entre embarazo adolescente y educación es de doble vía: la mayoría de las adolescentes que fueron madres están fuera del sistema educativo al momento del embarazo, y en los casos en que las adolescentes se encuentran estudiando, el embarazo y nacimiento precipita el abandono escolar.

Al mismo tiempo, en lo que respecta a la salud de las adolescentes, el riesgo de complicaciones y muerte es superior para las madres más jóvenes que para las que tiene un hijo en la edad adulta; en los países de ingresos bajos y medios, el riesgo de mortalidad materna de las madres de menos de 15 años es dos veces mayor que el de mujeres de más edad. En los países en vías de desarrollo, las complicaciones del embarazo y del parto constituyen la principal causa de muerte entre las adolescentes de 15 a 19 años, y los bebes nacidos de madres adolescentes enfrentan mayores riesgo para su salud que los niños nacidos de madres de más edad.

Ma. Eugenia Sirito
PARADIGMA PEL COMUNICACIÓN

*Fuente:www.lavozdecataratas.com/noticia_58871.html
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