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Maestras cubanas y su obra creadora

Por: Marta Denis Valle
Con una hermosa tradición y notables logros en décadas pasadas, merecedores de honrosas distinciones, las docentes cubanas se caracterizan hoy por su alta calificación y desempeño frente al aula y en cargos de gran responsabilidad.

Mujeres representan el 81,9 por ciento de los profesores, maestros y científicos de este país.

Esto se corresponde al hecho de ocupar el 60,5 por ciento de los graduados de la educación superior y el 67,2 por ciento de los técnicos y profesionales, y permanentemente se empeñan en la constante elevación de su formación integral.

La más reciente promoción llevó el pasado agosto a la Doctora en Ciencias Osana Molerio Pérez, al cargo de rectora de la Universidad Central Marta Abreu, de central provincia cubana de Villaclara.

La antes decana de la Facultad de Psicología de ese centro de estudios superiores, es autora de una metodología para el diagnóstico y atención psicológica de pacientes con hipertensión arterial esencial y de otras investigaciones.

Tomemos, en primer término como referencia, el resultado de los últimos comicios legislativos, efectuados el 11 de marzo de 2018, en que de los 605 miembros elegidos, 322 mujeres constituyen el 53,22 por ciento de los integrantes del Parlamento cubano, algo sin precedentes.

Entre esas diputadas de la IX Legislatura un grupo de ellas, destacadas educadoras, ocupan importantes responsabilidades:

Alicia Roberta Alonso Becerra (61 años, Doctora en Ciencias Técnicas), rectora de la Universidad Tecnológica de La Habana.

Arelys Falcón Hernández (49 años, especialista de Segundo Grado en Medicina Intensiva y Emergencias), rectora de la Universidad de Ciencias Médicas de la provincia de Cienfuegos.

Leyda Finalé de la Cruz (54 años, Ingeniera Industrial), rectora de la Universidad de la provincia de Matanzas.

Miriam Nicado García (58 años, Doctora en Ciencias Matemáticas y Profesora Titular), rectora de la Universidad de las Ciencias Informáticas.

Aurora del Carmen Ramos de las Heras (54 años, Máster en Ciencias de la Dirección), rectora de la Universidad de la oriental provincia de Las Tunas.

Diana Sedal Yanes (45 años), rectora de la Universidad de Oriente (Santiago de Cuba), antes decana de la Facultad de Ciencias Sociales de ese alto centro de estudios.

Adianez Taboada Zamora (49 años, investigadora y profesora), rectora de la Universidad Agraria de la Habana.

Otras diputadas son maestras frente al aula y en labores de dirección:

Norguis Caballero Rojas (44 años, Licenciada en Educación Primaria), directora de una escuela en la localidad de San Serapio, provincia de Camagüey.

Marcy Reinoso Torres (51 años), profesora y directora del Instituto Politécnico Ángel Ramírez Pedroso, de Pinar del Rio.

Caridad Acosta Acosta (46 años), maestra de escuela primaria rural, en la provincia de Pinar del Río.

Yulkanne Babastro Marrón (40 años, Máster en Ciencias de la Educación), profesora de informática en la Ciudad Escolar 26 de Julio (antiguo Cuartel Moncada), en Santiago de Cuba.

Sannia Esquivel Romero (47 años, Máster en Ciencias de la Educación), maestra en la escuela primaria Carlos Manuel de Céspedes, Santiago de Cuba.

Maricela Figueredo Rosales (37 años, Licenciada en Informática), maestra de la Escuela Primaria Jesús Figueredo Pantoja, ubicada en la ciudad de Yara, provincia Granma.

Marisol Iznaga Morfa (52 años, Máster en Ciencias de la Educación), profesora de Educación Física en la Escuela Secundaria Básica Urbana Rigoberto Balsinde, ciudad de Palmira, provincia de Cienfuegos.

Glennis López Mojena (39 años, Licenciada en Informática), maestra de la Escuela Primaria Juan Matos Fonseca, en la provincia Granma.

Miriela Lugo Iglesia (39 años), profesora de inglés en un seminternado ubicado en Sierra de Cubitas, provincia de Camagüey.

Idalmis Rosa Mendoza del Toro (47 años, Máster en Ciencias de la Educación), profesora de la sede universitaria de Baraguá, municipio ubicado al sureste de la provincia de Ciego de Ávila.

Ommeris Trápaga Amaro (44 años, Licenciada en Derecho y Doctora en Ciencias Políticas), profesora del Instituto Superior del Ministerio del Interior.

Dalia Aguilar González (45 años), metodóloga de la Enseñanza Primaria, en la Dirección de Educación del Municipio Venezuela, Ciego de Ávila.

Yuleydis Cruz Betancourt (48 años, maestra de enseñanza primaria y directora); promovida a metodóloga de la Dirección Municipal de Educación de Manatí, municipio ubicado al noroeste de la oriental provincia de Las Tunas.

Sara Iris Rodríguez Ramírez (46 años), profesora de español-literatura en un politécnico y un instituto preuniversitario; promovida a metodóloga de esas asignaturas en la Dirección municipal de Educación de Las Tunas.

NOTABLES MAESTRAS DEL SIGLO XX CUBANO

La humilde escuelita cubana, huérfana de abundantes recursos económicos oficiales, nunca careció del talento y dedicación de maestras siempre recordadas por sus alumnos en los 60 años de vida republicana bajo la tutela neocolonial de Washington.

Este es el caso de Dulce María Borrero (1883-1945) y María Luisa Dolz (1854-1928); la primera poetisa, bibliógrafa y notable pedagoga, y la segunda, maestra de primaria elemental y superior; y Doctora en Ciencias Naturales.

Cuando triunfó la Revolución, en 1959, un grupo importante de maestras y profesoras en ejercicio pusieron sus conocimientos al servicio de la nueva Cuba, así como los 10 mil maestros desempleados, en su mayoría del discriminado sexo femenino.

Asumieron con entusiasmo asesorar la Campaña Nacional de Alfabetización, realizada en 1961 por alrededor de 100 mil brigadistas, estudiantes casi niños, muchos de los cuales abrazaron el magisterio para siempre.

La Reforma Universitaria de 1962 contó con profesoras extraordinarias en las ramas humanísticas como Vicentina Antuña (1909-1993), Mirta Aguirre (1912-1980), Rosario Novoa (1905-2002), Hortensia Pichardo (1904-2001), Dulce María Escalona (1901-1976) y Estrella Rey (1921-2008), entre otras.

Fueron seguidas por jóvenes talentosas, entre ellas Isabel Monal (1931), María del Carmen Barcia (1939), Daysi Rivero (1939) y muchas más hasta el presente.

A Sarah Isalgué (1894-1989) y su esposo Salvador Massip (1891-1978), eminentes geógrafos y educadores, se debe El Atlas Nacional de Cuba, obra que revolucionó los métodos de aprendizaje del conocimiento geográfico del país.

Leonela Inés Relys Díaz (1947-2015), una joven alfabetizara en 1961, creó el método cubano ‘Yo, sí puedo’, un programa para poner fin al analfabetismo, el cual se aplica en numerosos países.

De la cantera del año 1961 brotaron cientos de educadoras como María Teresa Ferrer Machado (1947), maestra de primaria, terapeuta en la Especialidad de Retraso Mental, Licenciada en Pedagogía-Psicología y Doctora en Ciencias Pedagógicas.

Para esa diputada de la VII Legislatura de la Asamblea Nacional (2008-2013) y entonces Miembro del Consejo de Estado, una de las distinciones que más apreció es ‘Profesora tiza de oro’, otorgada por la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU). Fue vanguardia nacional durante nueve años.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=215045&SEO=maestras-cubanas-y-su-obra-creadora
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Lo que la evaluación nos trajo. Un recuento parcial

Por: Observatorio del Derecho a la Educación y la Justicia

El Observatorio del Derecho a la Educación y la Justicia (ODEJ) es una plataforma para el pronunciamiento público, impulsado por el Campo estratégico en modelos y políticas educativas del Sistema Universitario Jesuita (SUJ). Su propósito consiste en la construcción de un espacio de análisis informado y de posicionamiento crítico de las políticas y las reformas educativas en México y América Latina, arraigado en la realidad social acerca de las injusticias del sistema educativo, y recupera temas coyunturales y estructurales con relación a la agenda educativa vigente.

Ahora que estamos en temporada de huracanes, vale la pena hacer el recuento de lo que alguno de estos fenómenos naturales nos trajo. A veces es sólo agua que humedece el terreno, en ocasiones son vientos que dañan o incluso, en otras, el saldo consiste en cosas inservibles que bloquean los caminos. A cinco años de la instrumentación del conjunto de normas que conocimos como la Reforma educativa, es prudente hacer un corte y analizar brevemente lo que este fenómeno nos dejó.

Las modificaciones normativas de 2013 se estructuraron bajo la premisa de que contribuirían a incrementar la calidad educativa. Se invirtió mucho tiempo y dinero en la presentación de los argumentos ante los medios, el público en general y los actores educativos que se verían involucrados. Ante este escenario la pregunta es, ¿qué nos ha traído este esfuerzo de cinco años? Se plantean ocho presuntos, resultado del análisis cotidiano de los impactos de dichas reformas.

Primero: Mucho ruido. La creación, difusión y puesta en marcha de la “Reforma educativa” como eje del incremento de la calidad, se acompañó de la conmoción de una parte de los actores involucrados, así como de animadversión, polarización, marchas, plantones, golpes, arrogancias y discursos parciales que no contribuyeron gran cosa a la clarificación del eje argumental: la calidad de los aprendizajes. Se construyó un discurso anti-maestro y se profirieron innumerables descalificaciones del tipo: “¡maestros güevones… Pónganse a trabajar!”. Se desarrollaron lo mismo elaboradas justificaciones para desdeñar las evaluaciones que frases ingeniosas: “Evaluación Sí, pero o así”, o “Pedimos evaluación de Pares y dijeron ‘Nones’”. Los opositores a los mecanismos evaluativos que incluyó la “Reforma educativa” etiquetaron estos procesos como “evaluación punitiva” e, igualmente, sesgaron el debate. En fin, se generó mucho ruido que enturbió la discusión y no permitió un análisis claro de lo que realmente implicaba la modificación del marco regulatorio. Una vez que ha bajado el estruendo, ya se puede empezar a analizar el impacto y a proponer vías de acción.

Segundo: Normativa nueva. Se generaron pautas y normas, así como los reglamentos que las hacen operativas. Obligaciones nuevas para la coordinación entre las instancias involucradas: INEE, SEP, secretarías estatales, etc. Trabajo prescriptivo que requirió mucho tiempo para entender cómo llevar a cabo las obligaciones y establecer con claridad la relación entre las evaluaciones y la calidad. En algunos casos implicó la creación de puestos de trabajo o la asignación de funciones en empleos ya existentes. Es decir, una transformación organizacional y, a todas luces, presupuestal.

Tercero: Mucha información. Se crearon folletos, textos y reportes de todo tipo, debido a la necesidad de las autoridades de transparentar y hacer evidente el buen funcionamiento de la llamada Reforma educativa, mediante una gran cantidad de información (textual y visual). Es fácil encontrar reportes de la SEP, las secretarías estatales y del INEE que muestran la inversión en tiempo, dinero y esfuerzo. En este punto, es necesario mencionar un dato durísimo que se hizo público a principios de 2018: en los cuatro primeros años de la administración federal 2012-2018, se destinó a publicidad la friolera de 2 365 millones de pesos. La mayor parte, en la gestión del segundo secretario de educación, Aurelio Nuño. En 16 meses, se gastó en publicidad la cantidad de 1 687 millones de pesos, es decir 3.5 millones diarios, a razón de 146 440 pesos por hora, según datos del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) publicados por diferentes medios.

En este gran cúmulo de información ha habido un número significativo de organizaciones empresariales que se han convertido en adalides de la calidad educativa. Mexicanos primero es, posiblemente, la más visible de ellas y ha aportado una buena cantidad de indicadores, reportes y hasta documentales rayanos en la ficción, como De panzazo.

Cuarto: La selección, capacitación y certificación de personal para la evaluación. Se generó una nueva camada de profesionales que diseñan pruebas o mecanismos de evaluación, grupos de expertos que dedican tiempo a concebir mecánicas de evaluación del saber pedagógico de los docentes y de gestión de los postulantes a un puesto directivo. También se ha capacitado y validado la experticia técnica de aplicadores. Tenemos ahora una mayor cantidad de personal formado en evaluar.

Quinto: La popularización de la jerga de la evaluación y la calidad educativa. Este tipo de lenguaje se posicionó fuertemente entre las autoridades, en las escuelas, en los medios y hasta en las charlas cotidianas se usan términos como evaluación, ítems, idóneo, etc. Parece que se comienzan a modificar el lenguaje y las prácticas. “El instrumento educa”, dice la sabiduría popular. Tal vez estamos frente a este fenómeno de ir acomodando la práctica a la retórica, o al menos nos estamos impregnando de esa forma de llamar las cosas, que puede devenir en la construcción de un nuevo lenguaje para afinar el foco hacia fenómeno, o acaso estamos en riesgo de sólo usar diferentes palabras para decir lo mismo. Esto parece filtrarse a la opinión pública. Existen reportes de que el público en general, desde la información parcial de la que se le provee, se empieza a mover en el sentido de instalar los términos en su lenguaje y en sus prácticas. Padres preguntan ya a los directivos escolares si sus hijos estarán en un grupo atendido por “docentes idóneos”.

Sexto: una tensión en la vida al interior de las escuelas. Los docentes vivieron con miedo la primera etapa de la reforma. En su ya repleta agenda de actividades diarias se incorporó la preocupación por participar en las evaluaciones y salir airosos del asunto. Una espada de Damocles (más virtual que real) pendía sobre sus cabezas, al tiempo que tenían que hacer su trabajo diario que, dicho sea de paso, deja poco tiempo para la reflexión y la puesta en común entre los docentes. Así, los maestros vivieron un doble fenómeno: prepararse para “sobrevivir” la evaluación en lo individual, pero compartir ideas y consejos en lo colectivo, en una suerte de individualismo-subsidiariedad. Es algo que aún no se resuelve y parece generar tensiones que se van atendiendo poco a poco.

Séptimo: La valoración del saber pedagógico sobre el saber docente. Los docentes, a fin de tener un buen desempeño en su evaluación, deben mostrar que dominan los conceptos y prácticas que el esquema evaluativo valora positivamente. Elementos como: los fines y propósitos de la educación y de sus fundamentos filosóficos; conocimientos pedagógicos generales y su incorporación en la práctica docente que se refieren, fundamentalmente, al grado en que el docente domina el conocimiento del desarrollo del niño y del adolescente; de cómo aprenden los alumnos, así como conceptos sobre estrategias para la enseñanza y de gestión y organización en el aula, etcétera.

Octavo: Un marco común. Éste permite saber con anticipación qué hay que hacer y da claridad acerca de cómo serán las condiciones para el ingreso, la permanencia y la promoción de docentes y directivos. Correcto o incorrecto, completo o trunco, ya está instalado y da claridad a las acciones individuales e institucionales. Esto se convierte en un área de investigación bastante apetitosa, pues se necesita comprender sus implicaciones, analizar si se está realmente impactando la calidad, o los docentes sólo están trabajando para la evaluación. Es importante ganar claridad en esto antes de que la evaluación del desempeño y del aprendizaje se convierta en una industria, como sucedió con ENLACE/PLANEA, que generó cursos, libros o materiales disponibles en el mercado abierto, con la finalidad de que los grupos tuvieran mejor desempeño y, con ello, una retribución económica en el corto o mediano plazo.

Así las cosas, los resultados han sido notorios: La Auditoría Superior de la Federación (ASF), citada en diversos medios, señaló que en 2016 se había capacitado a 4.8% del universo a ser capacitado en educación básica y 13.5% en media superior. Con el paso del tiempo estos números tienden a incrementarse: en 3.5 años entre mediados de 2014 y diciembre de 2017, se evaluó a 1 241 000 docentes, y se espera otro medio millón en 2018. En lo tocante a la capacitación, se señala que en 2017 hubo 626 637 docentes de básica y 56 573 en media superior que pasaron por estos ejercicios formativos. Por otro lado, se asignaron 187 198 plazas y ascensos por concurso.

Estos resultados nos dejan ver que es muy posible que el núcleo duro de la “Reforma” no esté en la calidad de la educación (entendida como el aprendizaje de los niños), sino en la evaluación del personal docente para la contratación, la permanencia y la asignación de plazas o la determinación de la capacitación requerida. A estas alturas, es preciso señalar lo único que no ha llegado: el logro superior en los alumnos. Los resultados de pruebas de aprendizaje en básicamente todos los niveles y usando diferentes tipos de instrumentos muestran un estancamiento pasmoso. Datos del INEE (2018) señalan cómo 56% de los estudiantes en matemáticas y 48% en lectura siguen en el nivel más bajo de logro. Es decir, que la mitad sigue en el nivel de logro de antes (y, en casos extremos, de mucho antes) de la “Reforma educativa”. Sin duda eso es preocupante pues, pese a todo, no cambia, no mejora. Ahora podemos medir con mayor precisión y con distintos medios: tenemos un sistema que no arranca.

En este sentido, cabe señalar tres ideas relativas a la relación entre la evaluación y la calidad educativa.

  1. Esta relación está basada en la medición de lo que entendemos por calidad. En este sentido, es importante revisar cuáles son los supuestos que dan sustento a nuestras definiciones de calidad y pensar si los diferentes actores estamos en la misma página. Es muy posible que este polisémico término se esté comprendiendo de diferentes maneras, lo que enturbia el diálogo nacional.
  2. Es importante encontrar la manera de valorar (medir) cómo contribuyen los diferentes actores al aprendizaje y al desempeño en el aula/o fuera de ella, en virtud de que el discurso del gobierno federal y de los medios de comunicación se centró en la figura del docente. Es claro que el profesor tiene una participación clave, pero no es el único y se requiere hacer una mejor ponderación de los afluentes y factores del aprendizaje de los alumnos.
  3. Tal vez aplica la idea del Dr. Robert (Bob) Birbaum, quien hace muchos años sentenció que necesitamos encontrar la manera de medir lo valioso, para poder dejar de valorar lo que sí podemos medir, consigna que podría, y tal vez debería ser el espíritu que anime la valoración de los elementos en juego en el aprendizaje de los alumnos y el desempeño del personal del sistema educativo mexicano.

En este mismo orden de ideas, y toda vez que este año escolar marca el inicio del Modelo Educativo 2018 y sus nuevos libros de texto, y que inicia un nuevo sexenio encabezado por el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, es importante aprovechar el impulso anímico del nuevo comienzo e iniciar valoraciones y mediciones cuidadosas de la forma en que se desarrollan los aprendizajes y se da el desempeño de los actores.

Para ello se plantean algunas preguntas que podrían ayudar a dirigir la discusión. ¿Qué tal si se diseña una manera de realizar valoraciones de desempeño y aprendizaje por escuelas (de manera integral)? O, ¿qué tal si añadimos a las valoraciones existentes una forma de reconocer el autoestudio y la reflexión colectiva? E incluso, ¿por qué no ir más allá de lo señalado por el INEE en términos de tomar en cuenta los elementos contextuales en las evaluaciones y permitir que sean éstos las que se asuman no sólo como escenario de acción, sino como actor clave en el proceso y el conocimiento integral de su funcionamiento? Por otro lado, a los investigadores les concierne también pensar sobre ¿cómo construir propuestas de evaluación con los maestros? y con ello generar conocimiento desde los actores mismos del proceso.

Alonso, Rogelio (2018) El gasto publicitario de la SEP: ¿cuánto cuesta disfrazar la realidad? Publicado en Educación Futura 19 de febrero de 2018. Disponible en línea en: http://www.educacionfutura.org/el-gasto-publicitario-de-la-sep-cuanto-cuesta-disfrazar-la-realidad/

INEE (2018) Educación obligatoria en México. Informe 2018. Disponible en línea en:http://publicaciones.inee.edu.mx/buscadorPub/P1/I/243/P1I243.pdf

Reforma (2018) Excede SEP 2700% el gasto en imagen. Publicado el 12 de mayo de 2018. Disponible en: https://www.reforma.com/aplicaciones/articulo/default.aspx?id=1392430&v=5 (consultado el 25 de mayo de 2018)

Roa, Julio (2018) El despilfarro de Nuño en la SEP: mil 687 mdp en publicidad en sólo 16 meses de gestión. México: Proceso, 2018. Disponible en: http://www.proceso.com.mx/518651/el-despilfarro-de-nuno-en-la-sep-mil-687-mdp-en-publicidad-en-solo-16-meses-de-gestion

Roldán, Nayeli (2018) Reforma Educativa no ha mejorado la educación, dice Auditoría; SEP acepta retrasos, pero resalta mejoras. 22 de febrero de 2018. Disponible en línea en: https://www.animalpolitico.com/2018/02/reforma-educativa-no-mejoro-escuelas/(Consultado el 12 de marzo de 2018)

Fuente: http://www.educacionfutura.org/lo-que-la-evaluacion-nos-trajo-un-recuento-parcial/

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México: Aprueban diputados punto de acuerdo para suspender evaluación docente

AméricadelNorte/Mexico/

Con mayoría del grupo parlamentario de Morena y aliados, la Cámara de Diputados ha aprobado un punto de acuerdo el cual exhorta a la Secretaría de Educación Pública a suspender de manera indefinida la evaluación docente “hasta que sea revisada la reforma educativa.”

Durante la sesión de este 11 de septiembre, los diputados acordaron pedir a la SEP, a la Coordinación del Servicio Profesional Docente y al Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) la suspensión de todos los procesos de evaluación magisterial en el país.

En el documento, Morena acusó que las evaluaciones se aplican a los profesores “bajo amenaza” y que las pruebas están diseñadas para ser reprobadas.

“Los profesores de México están siendo víctimas de un permanente acoso laboral al interior de las escuelas: una supervisión excesiva, aumento de carga de trabajo meramente administrativo, como la elaboración de portafolios de evidencias, planificación didáctica argumentada, elaboración de exámenes de recuperación, etc” señalan.

La Cámara de Diputados del Congreso de la Unión exhorta respetuosamente a los titulares del Poder Ejecutivo federal, de la Secretaría de Educación Pública, en particular a la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente, al Instituto Nacional para la Evaluación Educativa y a las autoridades educativas de todas las entidades federativas a suspender de manera inmediata e indefinida los procesos de evaluación para el ingreso, promoción, reconocimiento y permanencia, así como cualquier procedimiento sancionatorio, hasta en tanto sea revisado y en su caso reformado el marco normativo que rige dichos procedimientos.

Por otro lado, la diputada Martha Garay a nombre del PRI, señaló que su partido no aprueba este acto de oportunismo e irresponsabilidad que plantea el tema con una visión parcial y sesgada de un solo aspecto del sistema educativo.

Finalmente, los legisladores que apoyaban el punto de acuerdo, celebraban con el grito “va a caer, va a caer, la reforma va a caer”.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/aprueban-diputados-punto-de-acuerdo-para-suspender-evaluacion-docente/

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Evaluar el aprendizaje no es evaluar la enseñanza

Por: Rogelio Javier Alonso Ruiz

En días pasados, quien se perfila para asumir el mando de la Secretaría de Educación Pública cuando inicie el nuevo gobierno de la República, Esteban Moctezuma Barragán, ha señalado que se planean cambios importantes en la evaluación docente, desvinculándola de la permanencia en el servicio y eliminando prácticas como el polémico examen de conocimientos. Entre las modificaciones que considera, destaca una que sin duda pudiera ser arriesgada: basar la evaluación docente en los resultados de aprendizaje de los alumnos. Lo anterior pudiera parecer adecuado para la mayoría, pues la idea de que “un buen maestro es aquel que hace aprender a sus alumnos” goza de aceptación entre la población, de modo que si los estudiantes no aprenden, se puede deducir, de primera intención y sin mayores pesquisas de por medio, que el trabajo del maestro sería deficiente. Nada más alejado de la realidad e injusto para el profesor.

Evaluar al docente en función de los resultados de aprendizaje de sus alumnos evidencia un desconocimiento de un principio básico: la enseñanza y el aprendizaje son dos fenómenos que no se encuentran vinculados necesariamente por una relación de causa-efecto (Gvirtz y Palamidessi, 2006, p. 135). Si bien el propósito de enseñar consiste en facilitar las condiciones para que se efectúen las tareas de aprendizaje, los resultados de éstas últimas no pueden considerarse como un sinónimo de la calidad de las acciones de quien instruye. Pudiera decirse entonces que una enseñanza óptima a lo más que puede aspirar es a incrementar las probabilidades de que los pupilos aprendan, mas nunca a garantizar esto. Desde luego, lo anterior no implica una desvalorización de una buena enseñanza ni mucho menos se intentan aminorar los efectos nocivos de malas prácticas pedagógicas, pero es conveniente establecer el límite hasta el cual puede llegar la tarea de enseñar. Es un error decir que una buena enseñanza deba garantizar el aprendizaje.

La idea del próximo secretario de educación para evaluar a los docentes corresponde a los modelos de valor agregado (Martínez Rizo, 2016, p. 32), es decir, aquellos que determinan la calidad de la enseñanza infiriéndola a partir de resultados de aprendizaje, comparando éstos al inicio y al final de un curso y asumiendo que su diferencia es atribuible al desempeño del profesor. A pesar de que la idea que sustenta este modelo pueda aparentar  ser justa para el maestro, esconde un defecto importante: el modelo hace énfasis en el “resultado” de la enseñanza, mas no en el proceso mismo.  ¿Cómo considerar las altas y bajas de alumnos en el grupo que atiende el maestro? ¿Por qué, por ejemplo, en sexto grado de primaria se le tendrían que atribuir los resultados de un grupo a un solo maestro cuando el desempeño de los alumnos es el reflejo de, por lo menos, cinco docentes más?

Optar por un sistema de evaluación docente basado en los alcances de aprendizaje de los estudiantes puede tener algunos problemas. De acuerdo con Martínez (2016, p. 65), una primera complicación es llevar a la práctica mediciones del aprendizaje que no sólo contemplen aspectos que se presten a ser valorados con exámenes estandarizados. Lo anterior, implicaría que todo aquellos resultados del aprendizaje que no pueda ser plasmados en un examen escrito, serán desechados para la valoración del profesor.  El segundo problema, más importante aún, es “la dificultad de atribuir a la enseñanza de un maestro en particular los resultados del aprendizaje de ciertos alumnos, controlando bien los demás factores que inciden en esos resultados” (Martínez Rizo, 2016, p. 65). De este modo, sobre todo en evaluaciones a gran escala, sería sumamente complicado (si no es que imposible) separar los límites de influencia de los numerosos factores que determinan el logro de aprendizajes en los alumnos, para aislar únicamente lo referente a la acción del profesor.

Desde luego, aunque se ha dicho que la enseñanza y el aprendizaje no necesariamente tienen una relación de causa-efecto, el rendimiento de los alumnos pudiera tomarse “como criterio para validar otros instrumentos basados en observaciones de la práctica docente, en encuestas entre alumnos o maestros, o en la revisión de materiales con evidencias de la práctica en el aula” (Martínez Rizo, 2016, p. 66).Es decir, los rendimientos en evaluaciones de aprendizaje no pueden ser tomados como pruebas contundentes para determinar la calidad de un docente, sino como uno de tantos elementos que pudieran permitir una discusión sobre el asunto.

Vale la pena revisar la experiencia de países iberoamericanos en cuanto a evaluación docente. Según lo expuesto por Felipe Martínez (2016), no se observa, a excepción de Cuba, que se tome en cuenta la valoración de los resultados del aprendizaje de los alumnos para determinar la calidad de la función del docente. Así, por ejemplo, en Uruguay se evalúa la aptitud del docente “con base en los informes de las visitas anuales de inspección al aula, en el juicio del director de la escuela, el cumplimiento de registro y documentación, los cursos de capacitación […] y en observaciones de orden disciplinario” (p. 77). En Estados Unidos, la institución encargada de valorar la calidad de los docentes, la National Comprehensive Center for Teacher Quality, establece, entre diversos rasgos, que un buen profesor es aquel que “ayuda [a sus alumnos] a alcanzar altos niveles de aprendizaje, según medidas de valor agregado” y “contribuye a alcanzar resultados positivos académicos” (Potemski, 2011, p. 3); como se observa, la función del docente no pasa de ayudar o contribuir al logro de los resultados, mas no a concretarlos.

La práctica de una evaluación docente basada en el resultado de los aprendizajes de los alumnos pudiera significar además una medida que tienda a incrementar la de por sí alarmante inequidad de nuestro sistema educativo: se pudiera promover entre los docentes un desprecio por aquellas instituciones escolares en contextos adversos, pues los efectos de los factores desfavorables que se reflejan en el rendimiento académico de los alumnos, pudieran ir en detrimento de la valoración que se haga sobre la calidad de la función del docente. Aun cuando se pudiera argumentar la importancia de la vocación del profesor, sería lógico que éste buscara escuelas que le permitieran obtener buenos resultados en aras de lograr una buena valoración que redunde no sólo en la conservación de su trabajo, sino en la obtención de incentivos laborales o económicos. En la extinta Carrera Magisterial, el sistema de evaluación consideraba entre sus factores el resultado del grupo atendido por el profesor en un examen estandarizado, lo que provocaba que los maestros de escuelas en contextos desfavorecidos se encontraran en desventaja con respecto al resto de los docentes.

Así pues, parece que no es una buena idea evaluar a los docentes con base en los resultados de los alumnos, máxime en un sistema educativo como el mexicano, caracterizado por brindar oportunidades de aprendizaje radicalmente diferenciadas entre los alumnos a los que atiende. Desde luego que los docentes deben procurar buenos resultados de aprendizaje en sus alumnos, pero éstos no deben asumirse como un indicador fiel de la calidad de las acciones que está realizando. Una buena evaluación docente debe pasar por la observación directa, la evaluación entre pares, las entrevistas con diversos actores de la comunidad escolar, el análisis de productos, etc. Evaluar al docente en función de los resultados de sus alumnos sin duda perpetuará la idea errónea de que el principal responsable de la misión educativa es el profesor, aminorando la influencia que para este fin tienen la familia, el gobierno y el entorno cultural y social que rodea al alumno. Siguiendo la lógica del enfoque en los resultados: ¿sería justo juzgar a un médico como incompetente si uno de sus pacientes muere? Seguramente, la respuesta no cabe en un escueto “sí” o “no”, pues habría que estudiar la situación considerando varias aristas: desde el historial personal del paciente, pasando por las condiciones sociales, culturales y económicas del entorno, hasta la calidad de instrumentos e instalaciones con las que el doctor dispone. Así de difícil también sería intentar evaluar a un maestro tomando como referencia el resultado de aprendizaje de un alumno.

Si bien es importante destacar aspectos positivos de la propuesta de evaluación docente del próximo gobierno federal, tales como regionalizarla, desvincularla de la permanencia en el servicio o privilegiar la actualización y capacitación antes que la evaluación, también se deben advertir peligros tales como asociarla a los resultados de aprendizaje de los estudiantes. Lo anterior, como ya se dijo, es riesgoso en el sentido de que la evaluación pudiera no reflejar fielmente el desempeño del maestro. Asimismo, pudiera ser una medida inequitativa en relación a la diversidad de contextos en las que los profesores y los alumnos se desenvuelven.  Las próximas autoridades deberán hacer un esfuerzo por reformular la evaluación docente de modo que el trabajo de los profesores sea valorado de una manera pertinente, justa, transparente y consensuada, lo que redundaría sin duda en la mejora profesional del magisterio.

Twitter: @proferoger85

 REFERENCIAS

GVIRTZ, Silvina y Mariano PALAMIDESSI. El ABC de la tarea docente: currículum y enseñanza. Buenos Aires: Aique, 2006.

MARTÍNEZ RIZO, Felipe. La evaluación de docentes de educación básica. Una revisión de la experiencia internacional.México: INEE, 2016.

POTEMSKI, A. et al. Alternative Measures of Teacher Performance. Washington: National Comprehensive Center for Teacher Quiality, 2011.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/evaluar-el-aprendizaje-no-es-evaluar-la-ensenanza/

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La profesionalización docente es lo primero

Por: Miguel Ángel Pérez

Ha comenzado en los días siguientes a la histórica votación del 1° de julio el debate en torno al proyecto educativo del gobierno de López Obrador. Recuérdese que dicho gobierno se ha definido como una alternancia política en muchos aspectos incluyendo por supuesto educación.

El debate ha girado en torno a la propuesta del sexenio anterior, lo que ha sido la mal llamada reforma educativa y no un debate inaugural de los términos y las condiciones que caracterizan esta administración, sus propuestas sustantivas y las distinciones con relación a otras administraciones.

Me parece que el nuevo gobierno, el gobierno de la alternancia y de la cuarta república, debería de iniciar en educación por atender al profesorado. La profesionalización de los docentes es –desde mi punto de vista- la prioridad número uno, porque desde ahí se desprenden muchísimos temas más. ¿Cómo se podría atender dicha prioridad?

La profesionalización de los y las docentes se ha asociado con el estudio y la preparación profesional, con la trayectoria académica a partir de la experiencia acumulada por los años en el servicio, las condiciones institucionales en donde se realiza la tarea de educar y los diversos apoyos para realizarla y el conocimiento y la atención de las áreas deficitarias de los docentes después del análisis de la práctica.

Desde su surgimiento en el año de 1978 la Universidad Pedagógica Nacional UPN) tuvo la encomienza a nivel nacional de profesionalizar a los maestros y maestras en servicio, aunque tuvo varios nombres como los de nivelación estudio de licenciatura y posgrado, etc., la tarea consistía en confrontar a los docentes de cara al análisis de la práctica educativa que realizan en contexto, y a partir de ahí desplegar proyectos para la mejora de la misma, mediado por el colectivo docente y por las sesiones de trabajo junto con el asesor y asesora que le destinaba la Universidad. De esta manera la UPN pudo operar cuatro programas de licenciatura dirigidos a maestros en servicio, por las siglas la LEB – Plan 1979, a LEP y LEP, Plan 1985, la LE Plan 1994 y la LEPEMI Plan 1990 (licenciatura destinada a atender la demanda del medio indígena). También cuando menos dos programas de maestría (Maestría en Desarrollo Educativo) que opera en la Unidad Ajusco y la Maestría en Educación Básica (MEB) que opera a nivel nacional.

¿Qué tenemos hasta ahora? La profesionalización de los y las docentes no pasa rigurosamente por la incorporación de estudios muy largos (maestrías o doctorados) y porque estos distraen la atención del punto central que es la profesionalización, tampoco los cursos cortos, talleres breves, diplomados, han dado buen resultado, debido a que se generó una enorme perversión en la venta de constancias y reconocimientos y junto a ello proliferan las instituciones “patito” que supuestamente atendían a maestros.

La profesionalización inicia con colocar a los docentes en servicio bajo un compromiso de auto-dedicación, autoformación y auto-estudio; mediado por los pares docentes y con un facilitador o acompañante que sirva como mediador a partir de cuatro grandes ejes de trabajo:

  • Pensar y refleccionar ha práctica propia, como ejercicio profesional complejo y bajo las condiciones del presente.
  • La adquisición, desarrollo y uso de algunas herramientas provenientes de la metodologías cualitativa para acercarse a estudiar la práctica propia, entrenarse en el uso de levantar registros, hacer observaciones, entrevistas, grupos de discusión, no para convertirse en investigador sino para acercarse de mejor manera en el estudio de las prácticas educativas.
  • Estudiar con sentido las nuevas tendencias y las nuevas aportaciones en pedagogía, relacionándolo dicho proceso con las nuevas tendencias pedagógicas el conocimiento de los escolares y sobre todo nuevas alternativas didácticas para la acción docente.
  • El estudio para los docentes deberá entenderse en contexto y en la situación directa de las necesidades de la práctica y del entorno, del entorno y de la práctica. Para esto la evaluación del desempeño docente deberá de considerar dichas variables, buscando áreas de mejora y condiciones para desplegar proyectos de intervención para el cambio sustantivo de la práctica.

Uno de los vicios que se ha presentado más frecuentemente en el proceso de reflexionar y modificar la práctica, es que los docentes se aprendían un discurso casi siempre innovador que no correspondía a las acciones, se trata ahora de balancear un proceso complejo que integren tareas de investigación, de intervención en la perspectiva de la mejora de la práctica. Que las palabras que se digan correspondan a las acciones que se realizan.

Este me parece es el punto más importante, que deberá atender el nuevo gobierno y ahí la UPN ha acumulado una gran fortaleza a nivel nacional, la cual deberá estar al servicio de los nuevos retos y las nuevas necesidades del cambio y la mejora de las escuelas. Toda reforma educativa inicia y culmina con mirar a los docentes y los cambios verdaderos que pudieran demostrar los cambios en su desempeño docente de todos los días. Si no es así es que no es reforma sino un expediente más de simulación en educación.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-profesionalizacion-docente-es-lo-primero/

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¿Qué determina el buen desempeño de un docente?

UNESCO/19 Abril 2018

¿De qué modo los países que encabezan la lista en materia de educación obtienen rendimientos escolares notables? ¿A qué se debe el rendimiento creciente de sus escuelas? Éste fue el tema de los debates que tuvieron lugar durante una conferencia organizada en marzo por la Delegación Permanente de Argentina ante la UNESCO. Por ser los docentes uno de los factores clave para el éxito de los educandos y las escuelas, se hizo mucho énfasis en analizar qué determina el buen desempeño de un docente. Expertos provenientes de todo el mundo se congregaron para intercambiar sus puntos de vista en lo tocante a sus respectivos países en cuanto a la manera de capacitar a los docentes, analizar el rendimiento de éstos y motivarlos.

La capacitación de los docentes. ¿Qué tipo de formación y por cuánto tiempo?

Según la definición del Instituto de Estadística de la UNESCO, un docente cualificado es un “docente que posee la cualificación académica mínima requerida en la formación de docentes (previa al ejercicio o durante su desempeño) para enseñar en un nivel de educación determinado, de conformidad con las políticas o Ias leyes nacionales al respecto”. No obstante, no existe ningún convenio internacional sobre el significado del término “docente cualificado” o sobre las cualificaciones mínimas que permiten que el docente se convierta en un docente cualificado.

La experiencia de los sistemas educativos que encabezan la lista revela, sin embargo, que existen patrones en lo relativo a la educación y capacitación de los docentes. Estos sistemas han creado un formato uniforme de capacitación inicial en forma de carrera universitaria acreditada por un título, y algunos requieren incluso alguna experiencia práctica previa en las aulas. La Dra. Huihua He, profesora asociada y vicedirectora de la Facultad de Educación de la Universidad Normal de Shanghai, señaló que se debe completar un programa de cuatro años, seguido por una formación práctica de un año, para llegar a convertirse en docente cualificado. En Shanghai no es posible ejercer el oficio de docente sin este título.

También destacó la importancia de brindar a los estudiantes informaciones y orientaciones sobre el desarrollo profesional. Para ello, la universidad ha integrado un cursillo de “desarrollo profesional de los docentes” a otros cursos con el objetivo de ayudar a los estudiantes a comprender los diferentes niveles de la carrera.

¿Deben ser evaluados los docentes?

La evaluación es otro aspecto que garantiza que los docentes impartan una enseñanza de calidad. La Sra. Sonia Guerriero, especialista principal del programa de la UNESCO, señaló que la evaluación de los docentes es necesaria ya que éstos deben perfeccionar sus conocimientos teóricos y prácticos, además de desarrollar el dominio de las nuevas competencias requeridas. De este modo, las evaluaciones del rendimiento pueden ser de utilidad para identificar los diferentes ámbitos en los que el docente necesitaría una capacitación complementaria.

No obstante, en lo relativo a los medios que deben utilizarse para determinar el desempeño de un docente los debates no han concluido. ¿Debe basarse la evaluación en los resultados de aprendizaje de los educandos o en la evaluación del docente?

Varios argumentos se oponen a que se utilicen los resultados de aprendizaje de los educandos como único modo de evaluación de un docente. Además del desempeño de los docentes, las notas obtenidas por los educandos en las pruebas dependen de varios factores, tales como el apoyo de los padres, los recursos, el contenido de los planes pedagógicos y los materiales de aprendizaje. Los contextos económico y social de los niños también desempeñan un papel en el rendimiento escolar.

El Sr. Hong Joon Chae, director de la División del Presupuesto de la Educación del Ministerio de Educación de la República de Corea, indicó que en su país los docentes de la enseñanza primaria y secundaria son objeto de una evaluación anual que incluye la evaluación de sus rendimientos, así como de sus conocimientos, con miras a determinar hasta qué punto dominan la materia que enseñan. Esto incluye también una evaluación del ambiente en las aulas y de la actitud del docente.

La Sra. Guerreiro indicó que para evaluar el desempeño docente resultaba más eficaz combinar una observación en el aula con un asesoramiento y la opinión de los homólogos. La observación permite hacer hincapié en la práctica pedagógica, tomar decisiones inmediatamente, mantener aulas eficaces y adecuadas, hacer énfasis en el contenido y en la profundidad de la instrucción. De ese modo, las evaluaciones pueden incluir exámenes de la práctica pedagógica entre homólogos, mediante entrevistas y análisis de una grabación de vídeo. De hecho, al docente no sólo le corresponde compartir sus conocimientos con sus alumnos, sino también desarrollar sus capacidades.

La evaluación, fundamentalmente en el caso del examen por parte de homólogos, también puede influir en las prácticas en clases y convertirse de este modo en una formación continua informal. En Japón, por ejemplo, donde la cultura da mucha importancia a los mayores, los jóvenes docentes de las escuelas son objeto de una tutoría que incluye la evaluación de sus capacidades por parte de docentes más experimentados, algo que permite a los docentes aprender y apoyarse mutuamente.

Repercusión de los incentivos en el desempeño de los docentes

El Sr. Chae subrayó que en Corea los docentes están muy bien remunerados. En efecto, sus salarios son superiores a los de la media calculada en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). El salario no es, por lo tanto, una variable crucial en los esfuerzos para mejorar el desempeño de los docentes. El Sr. Chae añadió que los docentes que interrogaron reconocían que la autonomía en clases y las posibilidades de desarrollo profesional repercutían en el desempeño de los docentes.

Es también el caso de Finlandia, en donde se hace mucho hincapié en la autonomía de los docentes. La Sra. Jaana Palorjävi, directora de relaciones internacionales del Ministerio de Educación y de Cultura de Finlandia, explicó que los docentes disponen de un amplio margen de maniobra en la manera en que organizan la jornada escolar, basada en un marco reducido al mínimo indispensable de lo que se les propone.

Asimismo, se señaló que es necesario que los programas de desarrollo personal de los docentes se concentren en otros aspectos más allá de la simple transmisión de conocimientos. El Dr. Makito Yurita, investigador principal del Instituto Nacional para el Desarrollo de los Docentes y del Personal Escolar de Japón, describió al docente como un alumno, un pensador, un investigador. También explicó que en la medida en que los docentes preparan a los educandos no sólo para el mercado laboral, sino también para que se conviertan en ciudadanos del futuro, deberían ser alentados para que participen en los debates sobre la finalidad de la educación.

Fuente: https://es.unesco.org/news/que-determina-buen-desempeno-docente

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La reforma, un aprendizaje clave

Por: Pluma Invitada

En el presente año electoral, la atención de la sociedad se sitúa en el informe sobre el desarrollo y resultado de la diversidad de proyectos que fueron anunciados en actual sexenio, el tema de conversación en diferentes espacios públicos se convierte en la trama de debate por la sucesión presidencial; el argumento de algunos y pretexto de otros, es validar o generar controversia sobre la relevancia de las reformas estructurales en la presente administración; en el caso de la educación, la reforma no es la excepción, desde su implantación hasta la fecha, la pluralidad de opiniones ha contribuido para conocer las características y condiciones de las escuelas más allá de los resultados y las necesidades que los diversos contextos muestran; algunos confían en que la reforma es una aspiración que pretende reorientar el futuro de la educación, para otros la reforma, es sinónimo de una enmienda para subsanar el rezago educativo; sin embargo, lo evidente es que el avance y los alcances de la reforma educativa se encuentran en el claroscuro de una política educativa.

Es de reconocer que ante los bajos resultados generados históricamente en las evaluaciones estandarizadas nacionales e internacionales, la actual administración federal tenía la tarea de buscar alternativas que permitieran trazar una ruta para mejorar no solo los resultados, sino las formas de brindar una mejor educación. En el año 2010, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), anunció quince recomendaciones para mejorar la educación en nuestro país, en las que se establece reforzar la importancia de la práctica docente, determinar normas de la práctica docente, mejorar los programas de formación inicial, atraer a los mejores docentes mediante un concurso de selección, así como profesionalizar a los docentes en servicio. En el mismo año en el que la OCDE hizo la recomendación; la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), presentó el documento Metas Educativas 2021, un proyecto que plantea acciones conjuntas entre los países miembros para la mejora de la educación en la región y que tiene como objetivo, una educación que dé respuesta satisfactoria a las demandas sociales, con una oferta educativa de calidad reconocida, equitativa e inclusiva y en la que participen los diferentes sectores de la sociedad. Ante la encomienda y como parte de la serie de reformas impulsadas por el Pacto por México, surge la reforma educativa, la cual fue promulgada el 25 de febrero de 2013 y publicada al día siguiente en el Diario Oficial de la Federación.

A cinco años de su implementación la reforma educativa, se sitúa en un entramado de acciones y estrategias por cumplir; la experiencia de evaluar para seleccionar a los mejores maestros no fue la más ecuánime, ser maestro se convirtió en una experiencia de idoneidad para el examen y no para la escuela; evaluar la docencia contrastó el objetivo de mejorar la educación, con la estrategia de contar con los mejores maestros y la evaluación se redujo a un proceso específico para la contratación, promoción y permanencia laboral, en el mejor de los casos favoreció para valorar la habilidad o competencia de los docentes, en dar respuesta a un examen.

Con la intención de establecer una reforma articulada con la educación básica, y no solo destinada al desempeño docente, se anunció el nuevo modelo educativo, diseñado en cinco ejes, el primero atendiendo a la escuela con la participación de todos los actores educativos, el segundo propiciando la mejora de los planes de estudio enfocado en los aprendizajes clave, enfatizando en la enseñanza del lenguaje, el pensamiento matemático y la formación cívica, el tercero destinado a la evaluación del desempeño de los docentes, el cuarto enfocado en la inclusión y la equidad, para garantizar una educación de calidad y el quinto perfilado en la gobernanza del Sistema Educativo, en el que se delinea la participación de todos los actores educativos, incluyendo al gobierno, organizaciones no gubernamentales, legisladores y el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE).

Al establecer un nuevo modelo educativo, bajo el entramado de una reforma ya definida, la SEP dispuso una doble estrategia de capacitación para los docentes de educación básica, en un primer momento en las reuniones de trabajo de los Consejos Técnicos Escolares (CTE), se destinó un espacio escalonado para la discusión de los aspectos más relevantes de dicho modelo y en el presente año, se convocó de manera lineal a todos los docentes a prepararse de manera virtual, en alguno de los cursos sobre los campos de formación académica, la organización de las áreas de desarrollo personal y social, así como en los ámbitos de autonomía curricular, diseñados a la medida para cada nivel educativo.

De acuerdo con la estrategia, el objetivo es capacitar a todos los docentes del territorio nacional en lo que resta del ciclo; sin embargo, es prioritario identificar, cuáles son las condiciones de infraestructura tecnológica de los diferentes contextos, así como el diagnóstico de las habilidades docentes en la alfabetización digital; la estrategia, se centra bajo el enfoque de un aprendizaje autónomo, y es responsabilidad de los docentes cumplir el curso profesionalizante. Las diversas acciones implementadas en la reforma, no pueden funcionar, sino se abonan esfuerzos entre los diferentes actores involucrados; una reforma no solo depende de las buenas intenciones de los docentes comprometidos con la educación, ni de las propuestas políticas de aquellos que manifiestan, que a partir de un marco de ley se va a mejorar la educación de acuerdo con el estándar internacional.

El tiempo apremia y las acciones para poner en marcha un modelo educativo se multiplican, la tarea de la SEP para capacitar a los más de un millón de docentes representa una travesía, en él que docente será el protagonista y responsable de su capacitación, ante la odisea por querer concretar o escapar de los continuos problemas a los que ha de enfrentarse al conocer un modelo educativo; la estrategia es comprometedora, no obstante, el docente puede identificar como operar una reforma; la dificultad del acto de enseñar radica en la acción didáctica, y no propiamente en el desarrollo de una propuesta, el docente es el único que conoce a sus alumnos, sabe que necesitan y considera la pertinencia sobre aquello que se les tiene que enseñar, un docente organiza, valora, cuestiona y fomenta el vínculo entre la escuela y la comunidad, es aquel que tiene identidad por lo que hace, y proyecta lo que la sociedad demanda, independientemente de que sea, parte un campo de formación o el aprendizaje clave de una reforma.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-reforma-un-aprendizaje-clave/

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