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¿Es posible la educación a distancia en América Latina en tiempos del coronavirus?

Por: https://actualidad.rt.com/

Según la CEPAL, el acceso a Internet en primaria y secundaria alcanza el 56 % y el 81% del total de estudiantes, respectivamente, pero la desigualdad sigue marcando la pauta.

Ante la llegada del coronavirus a Latinoamérica, las actividades escolares fueron suspendidas en la mayoría de los países, como una medida que busca evitar la propagación de la enfermedad en los centros educativos.

Una de las soluciones que se ha sugerido para garantizar la prosecución del año escolar es mediante el uso de las nuevas tecnologías. Sin embargo, ¿es viable la «educación a distancia» o «aulas virtuales» en la región?

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el gasto público en educación ha aumentado, alcanzando en promedio el 5,2 % del PIB en 17 países de la región, pero hay diferencias notables entre cada uno de ellos.

De hecho, la comisión destaca que América Latina enfrenta el desafío de la deserción escolar y la retención de estudiantes en la educación media, mientras todavía hay rezagos en las áreas de innovación en la docencia y modernización del sistema educativo.

Acceso a internet

Hasta 2019, en América Latina y el Caribe se contaban 454 millones de usuarios de internet, en comparación con los poco más de 300 millones en 2013. De hecho, el último informe Internet Trends señala que el porcentaje de acceso a la red en la región ya es de 62 %.

En más detalle, la CEPAL destaca que el acceso a internet en primaria y secundaria alcanza el 56 % y el 81 % del total de estudiantes, respectivamente, lo que devela que casi la mitad de los niños de la región no podría acceder a la educación a distancia y un 19% de los adolescentes tampoco.

«En países como Brasil, México, Colombia y Cuba se constata una fuerte política para promover la educación a distancia», señala el libro ‘La educación superior a distancia en América Latina y el Caribe’, que compila el trabajo de 20 autores en 12 países de la región.

Sin embargo, esa modalidad aún es reducida. «En el contexto de América Latina hay países que tienen una mejor infraestructura para poder afrontar con más éxito lo que implica la formación a distancia. Pero no solamente hay que considerar la calidad de la infraestructura, que pasa por tener fibra óptica desplegada, nodos propios para el intercambio de contenido local, experiencia en centros de educación ya consolidados con aulas virtuales, sino el acceso a todo eso», comenta a RT Alexis Anteliz, ‘hacktivista’ y miembro de Internet Society (ISOC) y la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números (ICANN).

Desigualdades persistentes

Naciones Unidas es tajante al apuntar que la región debe «reducir las desigualdades» en el acceso a Internet para fortalecer sus sistemas educativos. A su vez, considera que no es lo mismo «tener disponibilidad de internet en los hogares», que tener «acceso a internet por parte de los miembros del hogar».

«Es importante hacer esta distinción porque las personas no necesariamente acceden a Internet desde el propio hogar, ya que pueden tener acceso a computadoras y a Internet en la escuela o en la universidad, en centros públicos o en otros hogares», agrega la ONU.

Además de otros factores como la velocidad del servicio o el precio del mismo. «Asociado al tráfico de internet está el consumo de electricidad. Y, por otra parte, no en todos los países hay neutralidad de la red, es decir, el tráfico de datos no se mueve de forma imparcial, sino que dependiendo de lo que pagues, tienes más o menos acceso a calidad de servicio», agrega Anteliz.

Según este experto, el desafío tanto de la educación como del trabajo a distancia también requieren «institucionalidad»  y «voluntad política» por parte de los gobiernos de la región, por lo que considera que el coronavirus podría ser una alerta sobre la necesidad de mejorar este aspecto.

No solamente hay que considerar la calidad de la infraestructura, que pasa por tener fibra óptica desplegada, nodos propios para el intercambio de contenido local, experiencia en centros de educación ya consolidados con aulas virtuales, sino el acceso a todo eso.
Internet, radio y televisión

Mientras eso se logra, la ONU considera importante mirar más allá de internet y contemplar también otras alternativas como el uso de la «radio, televisor, teléfono fijo, celulares, entre otros» para avanzar en la educación a distancia, pues en las zonas más rurales de América Latina aún es muy débil la presencia de internet.

Por ejemplo, el gobierno de Argentina puso en funcionamiento una plataforma online en la que navegar será gratis durante lo que dure la suspensión de clases a raíz de la cuarentena, implementada para evitar la propagación del coronavirus. Pero a su vez, también propuso la emisión de cuatro horas de contenido educativo a través de la televisión pública, a la que se enlazan también algunas emisoras radiales.

En Venezuela, país cuya infraestructura se ha visto especialmente afectada por el bloqueo económico de EE.UU., se ha implementado un plan denominado «cada familia una escuela» para proseguir con el año escolar en medio de la pandemia.

Graciela Raspisarda, jefa de la zona educativa de Caracas, capital de Venezuela, explica que en sus inicios el plan estaba pensado para que los profesores estuvieran en las escuelas dando las orientaciones necesarias. «Pero ahora, en cuarentena total, nos ha tocado llevar esto adelante en absoluta distancia«, dice.

Raspisarda detalla que Caracas tiene alrededor de 1.300 escuelas con matricula fija y, el primer día de cuarentena, constataron que en unas 1.200 escuelas era posible establecer nexos por correo, WhatsApp y otras modalidades remotas, lo que, según esta maestra, fue clave para saber que si iban a poder avanzar con el año escolar a distancia utilizando todas esas herramientas.

Pero, conscientes de las carencias, también se propuso el programa televisivo ‘Cada familia una escuela’, que se transmite por el canal del Estado (VTV) de lunes a viernes a las 10:00 am (hora local) como una forma de orientación y apoyo a las familias.

Desde ahí, docentes de educación maternal, primaria, secundaria y especial, emiten contenidos educativos tomando en cuentas las diversas edades y condiciones de los niños, y colocan asignaciones a realizar en tiempos determinados.

«Al ver que el programa ha calado, pues elaboramos un plan de acción que convirtió la casa de cada director y supervisor en una sala situacional, generamos dos reportes diarios sobre las clases que vamos impartiendo, uno a las 10:00 de la mañana y otro a las 3:00 de la tarde. Cada supervisor se comunica con el director, luego hay comunicación intercircuitos, cada circuito reúne entre 8 y 12 escuelas, y luego vamos sistematizando», dice Graciela, quien comenta que a diario recibe fotos de los niños cumpliendo con sus deberes escolares desde sus hogares.

El mecanismo de evaluación será a través de una carpeta o portafolio, donde los estudiantes van a colocar todas las asignaciones emanadas desde el programa de TV. Según esta autoridad, los trabajos de investigación, mapas mentales, etc., se van colocando ahí, y al final del lapso esas carpetas van a ser recogidas y evaluadas con las medidas de seguridad respectivas.

Esto es un aprendizaje para todos pues en Venezuela uno generalmente usa estas redes pero para enviar informaciones que luego se discuten presencialmente.

«Vamos bien, cada familia ha establecido una rutina para sus hijos con orientaciones de las autoridades y las maestras. Tenemos relatos muy bonitos de estos días», agrega la educadora venezolana.

Sin decisiones claras

Mientras tanto, países como Ecuador decidieron suspender las clases hasta hallar un método que permita a todos acceder a la educación a distancia, a través de una plataforma virtual.

«El problema está en que solamente un 30% tiene tanto las computadoras en su casa (los equipos), como el plan de conectividad», explicó la ministra de Educación ecuatoriana, Monserrat Creamer, quien agregó que por ahora están probando con el envío de contenidos educativos a través de Whatsapp, mensajes SMS, televisión, y cientos de radios comunitarias y rurales.

Igualmente, el gobierno de Colombia decidió suspender las clases hasta el próximo 20 de abril cuando, dependiendo de la evolución del coronavirus, determinarán si se continúa con el calendario escolar presencial o virtual. Algo similar hizo el mandatario de El Salvador, quien evaluará el panorama tras culminarse los 21 días de suspensión.

Por su parte, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, aún no ha suspendido las clases escolares, aunque los gobiernos de Sao Paulo y Río de Janeiro sí tomaron la medida.

La solución que han implementado países como México es el decreto de «vacaciones escolares» sin clases a distancia, mientras otros, como Perú, aún evalúan qué medidas tomar en el ámbito educativo para garantizar la finalización del año en curso para los estudiantes de todos los niveles.

Jessica Dos Santos

*Fuente: https://actualidad.rt.com/actualidad/346823-coronavirus-posible-educacion-distancia-america

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Y sin la educación

Por: Hugo Aboites

Como las guerras, las pandemias tienen el potencial de sacudirlo todo, dentro y fuera de las naciones, en las instituciones y comunidades. Pueden desorganizar, recluir en sus casas a la mitad de la población, cerrar fábricas y comercios, acelerar crisis económicas, vaciar los almacenes y farmacias, dejar sin escuela a decenas de millones, alentar el miedo cerval a un enemigo invisible, obligar a pensar en la supervivencia mediante el conteo diario de los fallecimientos, agonizantes y contagiados y alterar así y llevar al límite los sustentos emocionales básicos que son fuente de estabilidad. Y además pueden impulsar a ver de distinta manera y a cuestionar las estructuras de poder que desde fuera y, en reflejo, desde dentro, organizan nuestras vidas.

No hemos llegado todavía a ese punto. A pesar de la alteración que ya sufrimos, la crisis de los sistemas que nos gobiernan y nos organizan no ha estallado aún. Ayuda grandemente el que exista una persuasión básica de que el manejo de la pandemia –por gobiernos y autoridades institucionales– en México está siendo exitoso y eso se traduce en una importante dosis de confianza. Lo corrobora, en contraste, la situación de España, Italia y, sobre todo, Estados Unidos que, gracias a Trump, es visto ahora como el más eficiente epicentro mundial de la pandemia. Ha ayudado también a la relativa tranquilidad el hecho de que el 20 de abril ha sido establecido por el gobierno mexicano –queriéndolo o no– como la fecha mágica del fin de la anormalidad. Es cierto que de inmediato se agrega que en esa fe-cha sólo se habrá conseguido un nivel de contagios manejable que no sature la capacidad de la infraestructura de salud del país, pero no queda claro su significado en términos del aproximado de contagios y fallecimientos diarios que significará lo manejable, qué tanto podrá domarse una curva en ascenso que se anticipa no será para nada semejante a la situación muy mitigada que hasta hoy vivimos. El otro elemento clave es el de la profunda desigualdad que tiene el país. Esta no es homogénea, no es igual en la ciudad que en el campo, en el norte o sur, entre los pueblos indígenas y sus comunidades, entre quienes tienen diversos niveles de escolaridad, de ingresos, de acceso a servicios médicos. Por eso es difícil prever. Si lo que tendremos a finales de abril no es alentador y el contagio ha comenzado a extenderse en esa otra mitad de México, la situación puede ser sumamente complicada y hasta descontrolada. En concreto, con un nivel de contagios que ciertamente será más alto que el que ahora tenemos, ¿volveremos a abrir escuelas y universidades? ¿Nos encerraremos otra vez con grupos de 30, 40 y hasta 60 niños y jóvenes? ¿y las empresas? ¿centros de diversión? Y si no lo hacemos, la crisis de la economía se alzará de un tamaño amenazador; además, podrá haber desabastos y reacciones sociales difíciles de controlar. Habrá dilemas muy profundos dentro del propio gobierno y las instituciones y estarán solos.

Todo esto sucederá dentro de una sociedad muy fracturada, con polos extremos de riqueza y de visiones de la sociedad. Ahí estarán incluidos los 30 millones de estudiantes y maestros, con el rol asignado de meros testigos de lo que otros hacen y deciden. Porque, en lugar de prepararnos durante años tejiendo lazos y redes de conocimientos desde las escuelas y universidades, hemos privilegiado la idea de la distancia escolar respecto de los grandes y pequeños problemas de la comunidad y la sociedad. Hemos adoptado la concepción del mundo y de la sociedad implícitos en el énfasis de la excelencia y calidad, las que llevan a un profundo conservadurismo social. El peso demográfico de la educación (organiza a casi un tercio de la población del país) y su potencial como generador de corrientes de conocimiento capaces de seguir funcionando a lo largo y ancho de la nación, desde vetas hasta enormes cauces, es estratégico para generar participación, en un momento como este y en una crisis –lo dijo el subsecretario de Salud– que no se agotará pronto; tal vez, se dice, hasta octubre.

Sólo los maestros que durante años se organizaron para resistir, dentro y fuera de la escuela, aliados con comunidades y colonias, tienen la experiencia y la visión de qué hacer en un momento como éste. Y ya comienzan a ensayarlo en la Ciudad de México y en Michoacán, manteniendo vivas las escuelas no como lugares físicos, sino como espacios de convergencia de problemáticas sociales que niños y padres, en sus casas, analizan y procesan. Es decir, lo que no sabemos hacer los académicos universitarios, individualizados y distantes del contexto, en instituciones vendedoras de cursos, asesorías e investigaciones y con una visión profundamente privatizada de nuestro trabajo. Y, como resultado, con universidades que no construyen su papel como actor social clave, somos los cascarones vacíos de nuestros edificios; como si no existiéramos para el país y para su gente.

Fuente:  https://www.jornada.com.mx/2020/03/28/opinion/020a2pol
Imagen: https://pixabay.com/photos/class-classroom-room-school-empty-1986501/
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Y cuando vuelvan a clase ¿qué?

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Libro (PDF) Con ojos de joven : relaciones entre desigualdad, violencia y condición estudiantil

Reseña: CLACSO

Este libro invita a preguntarse por los procesos y las experiencias de subjetivación que construyen los jóvenes escolarizados en torno a la violencia y sus relaciones con la desigualdad social; colocando el foco en las transformaciones culturales de la institución escolar y en la constitución de subjetividad. Se propone un recorrido que historiza la mirada social estigmatizante que se ha construido respecto de los y las jóvenes en contextos de desigualdad, demostrando que subyace un discurso que intenta imponerse como verdad: la imagen de lo juvenil subalterno como delincuencial tiene raíces profundas en nuestra matriz social.

El libro resulta del trabajo de investigación realizado en el marco de los proyectos UBACyT y PIP dirigidos por Carina Kaplan que integran el programa de investigación sobre Transformaciones sociales, subjetividad y procesos educativos.

 

Autor/a:  Filmus, Daniel – Prologuista  Orce, Victoria – Autor/a  Krotsch, Lucas – Autor/a  Kaplan, Carina

Editorial/Editor:  Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires

Año de publicación: 2012

País (es):  Argentina

Idioma: Español.

ISBN:  978-987-1785-73-5

Descarga: Con ojos de joven : relaciones entre desigualdad, violencia y condición estudiantil

Fuente  e Imagen:  http://biblioteca.clacso.edu.ar/colecciones/saladelectura/index.php?a=q&r=1&hs=1&t=1&q=historia+de+la+educaci%F3n&j=dl&c=general&fqf=TX&Submit=buscar+en+CLACSO

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¡Ay, cuando los multimillonarios hablan de desigualdad!

Por: Aram Aharonian

Más de tres mil grandes empresarios, personalidades políticas de primer orden mundial y representantes de instituciones internacionales se encontraron del 21 al 24 de enero en el Foro Económico Mundial que, como cada año desde hace 1971, se da cita en la ciudad alpina de Davos.

Este modelo capitalista ya no sirve (o sirve cada vez a menos) y por eso hoy el debate sobre los impuestos a los ricos y la desigualdad empieza a crecer en las potencias occidentales. La desigualdad creciente generada por el capitalismo está poniendo en jaque al sistema democrático no es novedad. El 1 por ciento de los más ricos del planeta acapara más del 50 por ciento de los recursos globales, por citar solo una de las escandalosas cifras de desigualdad.

El contexto del cónclave, como ya es la norma desde hace tres lustros, fue el de fortaleza militar: amurallada por el ya habitual dispositivo de seguridad; con no menos de 5.000 efectivos de distintas fuerzas en la calle; el espacio aéreo cerrado durante una semana; así como múltiples y sofisticados controles para acceder al Palacio de Congreso, sede principal del evento.

Control de seguridad que busca «proteger» a los presentes de cualquier tipo eventual de protesta ciudadana. Un centenar de multinacionales de las más conocidas a nivel mundial son los socios/miembros del Foro Económico de Davos. Entre ellas el Credit Suisse y el Deutsche Bank, la Nestlé, ABB, Barclays y Google, por citar solo algunas. Con una inversión significativa: en torno de 240 millones de francos (cifra semejante en dólares) para cubrir una buena parte del presupuesto del cónclave anual. Otras 1.200 compañías – entre las cuales las mil más grandes del planeta— aparecen como miembros «menores», aunque también cotizan cuotas millonarias.

En medio de una polarización social mundial creciente y de la crisis ambiental sin salida, el debate oficial de la 50ª edición del Foro de Davos estuvo centrado en la necesidad de repensar del capitalismo y vislumbrar una corrección del sistema para que sea más integrador, menos excluyente y más distributivo, en el que las empresas no solo apuesten a sus propias ganancias.

Klaus Schwab, fundador del evento Davos, había enfatizado previo al Foro que «el capitalismo descuidó el hecho que una empresa es un organismo social» y no solo un ente con objetivo de lucro. Llegó, dijo, a ser «un capitalismo que se desconectó cada vez más de la economía real». Amén.

Horas antes de comenzar el Foro, el Fondo Monetario Internacional realizó su habitual encuentro con la prensa, donde Kristalina Georgieva, la nueva directora, inició su intervención señalando la «recuperación perezosa. Estén listos para actuar si el crecimiento se ralentiza de nuevo», enfatizó, dirigiéndose a los grandes empresarios.

Los debates, en un ambiente de feria de ideas, con miles de actividades dispersas, encuentro de intereses, firmas de convenios y proliferación de negociados entre pares, no aportó conclusiones conceptuales significativas. No sorprende que de Davos 2020 más que contenidos/conclusiones salgan imágenes mediáticas.

Un escándalo desigual

En la víspera del inicio de Davos, la ONG Oxfam publicó su informe anual, donde indicó que los 2.153 mil millonarios que existen en el mundo poseen una riqueza superior a la de 4.600 millones de personas, es decir, el 60% de la población mundial y señaló que la desigualdad en el mundo no solo está profundamente arraigada, sino que «llega a un nivel escandaloso».

En América Latina y el Caribe —totalmente ausente en esta edición de Davos a nivel presidencial— el 20 % de la población concentra el 83% de la riqueza. El número de mil millonarios pasó de 27 a 104 desde el año 2000. En paralelo, la pobreza extrema sigue creciendo: en 2019 el 10,7% de la población (en torno de 66 millones de latinoamericanas/os y caribeñas/os – padecía ese flagelo.

El aumento de la desigualdad económica en todo el mundo, el deterioro del empleo y la aparición del cambio climático como condición económica prioritaria conducen inevitablemente a la cuestión de que el PIB ni las estadísticas cuantitativas miden realmente la riqueza de un país o de un grupo social. Por lo tanto, carecen de verosimilitud para establecer el bienestar social.

La verdadera riqueza de un país se mide por su capacidad para mejorar la vida de sus ciudadanos; por lo tanto, requiere no solamente más producción, sino también redistribución. No es descabellado proponer que un indicador de bienestar incluya además una medida de calidad medioambiental, es decir, el grado de deterioro de la salud (y no sólo física) inducido por la calidad del aire respirable o el entorno urbano, señala el diario conservador español El País.

La tarea de los Gobiernos no se agota en aumentar la cantidad de producción, de consumo o de empleo; se les requiere para que mejoren la situación de los ciudadanos.

La desigualdad es la causa estructural del malestar social en la región. Por ello, necesitamos avanzar de la cultura de los privilegios a la cultura de igualdad y la inclusión social, afirmó Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, en el Foro Económico Mundial 2020 que culminó este viernes 24 en Davos, Suiza.

Más de tres mil grandes empresarios, personalidades políticas de primer orden mundial y representantes de instituciones internacionales se encontraron en la ciudad alpina de Davos en el Foro Económico Mundial, como lo hacen desde 1971. Ya no tiene la contraparte, el Foro Social Mundial.

El contexto de cónclave, fue el de fortaleza militar, con un control de seguridad que busca «proteger» a los presentes de cualquier tipo eventual de protesta ciudadana. Es que un centenar de multinacionales de las más conocidas a nivel mundial son los socios/miembros del Foro Económico de Davos.

Entre ellas el Credit Suisse y el Deutsche Bank, la Nestlé, ABB, Barclays y Google, por citar solo algunas. Con una inversión significativa: en torno de 240 millones de francos (cifra semejante en dólares) para cubrir una buena parte del presupuesto del cónclave anual. Otras 1.200 compañías – entre las cuales las mil más grandes del planeta— aparecen como miembros “menores”, aunque también cotizan cuotas millonarias.

Latinoamérica y el Caribe

«Las protestas en la región tienen un hilo común que es la desigualdad y pueden convertirse en una oportunidad para el cambio social. A partir de las movilizaciones hemos visto cómo algunos gobiernos han accedido a avanzar en mejoras estructurales a bienes públicos esenciales, como salud, educación, pensiones y transporte», afirmó Alicia Bárcena, titular del Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Bárcena subrayó que hay un desencanto social que se manifiesta principalmente en los más jóvenes de la región, debido a que se generaron expectativas que no han sido cumplidas. Asimismo, destacó la importancia del respeto por los derechos humanos y el derecho a la protesta, y llamó a construir nuevos pactos sociales con miras a garantizar el bien público.

«Muchos países no contemplan el derecho a la protesta. En las Naciones Unidas defendemos los derechos humanos, la igualdad, la justicia y las voces de los que no tienen voz», señaló.

Funcionaria de la ONU, Bárcena dijo que es urgente avanzar en la construcción de Estados de Bienestar, basados en derechos y en la igualdad, que otorguen acceso a protección social y a bienes públicos de calidad, como salud y educación, vivienda y transporte. «El 76,8% de la población de la región pertenece a los estratos de ingresos bajo y medio-bajo, que vive con un ingreso inferior a tres líneas de pobreza», alertó.

Precisó que a 2017, más de la mitad de la población adulta (52%) de los estratos medios no había completado 12 años de escolaridad, mientras que el 36,6% tenía ocupaciones con un alto riesgo de informalidad y precariedad. Además, el 44,7% de las personas económicamente activas de los estratos medios no están afiliados o no cotizan en un sistema de pensiones.

Hasta el FMI conjuga desigualdad

Hasta la búlgara Kristalina Georgieva, nueva mandamás del Fondo Monetario Internacional, en Diálogo a fondo, el blog del FMI sobre temas económicos de América Latina, planteó «reducir la desigualdad, que en la última década se ha convertido en uno de los problemas más complejos y desconcertantes de la economía mundial para generar oportunidades».

Detalla varias desigualdades: de oportunidades, intergeneracional, entre mujeres y hombres y de ingresos y riquezas. Afirma que esas desigualdades, en muchos países, están en aumento, y que hay que tener voluntad para abordarlas. Indica que ejecutar reformas para atender ese problema «es difícil desde el punto de vista político», pero menciona que los réditos «en materia de crecimiento y productividad valen la pena».

¿Un cambio en la visión de la nueva conducción del FMI respecto a las anteriores, al señalar que es necesario replantear el problema y, antes que nada, en lo que se refiere «a políticas fiscales y tributación progresiva»?

La titular del FMI, para argumentar sus preocupaciones contra la «desigualdad» en el foro de Davos, olvidó, obviamente mencionar que el sistema capitalista es la fábrica de esa creciente desigualdad, construida históricamente bajo el capitalismo. La titular del FMI, entre las políticas propuestas para superar la desigualdad, sugiere concentrarse en tres aspectos.

El primero remite a una «tributación progresiva», que podríamos definir en el sentido de que tributen los que más tienen, los que más acumulan; a contramano de la lógica liberalizadora hegemónica de los sistemas tributarios de los últimos años, especialmente en EEUU, donde Donald Trump bajó los impuestos a la renta y los beneficios, especialmente del sector más concentrado.

En el discurso de Georgieva hay cierta empatía con el neodesarrollismo de Joseph Sriglitz o Paul Krugman y también con las opiniones del papa Francisco. Sustenta que «reformas de la estructura de la economía podrían respaldar aún más la lucha contra la desigualdad al reducir los costos de ajuste, minimizar las disparidades regionales».

También habla de la necesidad de apuntalar el gasto social (ya no habla de las políticas de ajuste impuestas en todo el mundo por FMI) y le da principal atención a los rubros de salud y educación, que difieren absolutamente con los párrafos de los acuerdos de préstamos realizados con distintos países, entre ellos varios latinoamericanos, que busca achicar el gasto público social.

Hay un excelente manejo de las palabras. Habla de preparar a los trabajadores «para que cubran el creciente número de plazas de trabajo en el sector verde», lo que en realidad fue  promoción de las reaccionarias reformas laborales y previsionales, condición esencial en los préstamos otorgados a nuestros países.

«Si tuviera que identificar un tema al comienzo de la nueva década, aumentaría la incertidumbre» y para ejemplificar destaca «los incendios forestales en Australia, asociados al cambio climático»; el «conflicto en Medio Oriente» y el acuerdo para «sanar las fracturas» de la guerra comercial entre EEUU y China. Otro excelente manejo del discurso: obviamente el problema no es el clima sino el modelo productivo capitalista que destruye la naturaleza.

La preocupación de Georgieva y sus mandantes está en la incertidumbre producida por la desigualdad del sistema capitalista («puede alimentar el populismo y la agitación política», dice en el portal del FMI). A lo que le temen es la epidemia de estallidos sociales en América Latina y en Europa.

Incluso señaló que «en el Reino Unido, por ejemplo, el 10 por ciento superior ahora controla casi tanta riqueza como el 50 por ciento inferior. Esta situación se refleja en gran parte de la OCDE , donde la desigualdad de ingresos y riqueza ha alcanzado o está cerca de niveles récord».

El tema de la riqueza hiperconcentrada, ha sido acompañado por la derecha con discursos de odio, racismo y xenofobia. Y, como los límites ambientales se hacen visibles, dificultan seguir hablando de un hipotético crecimiento como solución a la pobreza: solo queda repartir mejor lo que hay… e incluso hablar seriamente de decrecimiento, señala Claudio della Croce, investigador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico.

Desde el estallido financiero 2008 y los subsiguientes ajustes presupuestarios que impactaron en el bolsillo de las mayorías, el tema se ha vuelto central en el mundo desarrollado. Y, obviamente, también en América Latina. En las recientes protestas en Colombia el impuesto a los ricos y a las corporaciones fue cobrando cada vez más importancia. En Chile, uno de las pintadas que mejor ilustraron el desprestigio del Gobierno fue «evade como Piñera».

La igualdad no existe sin ausencia de discriminación, es decir, sin el reconocimiento de diferencias sin jerarquías entre ellas (hombre/mujer, blanco/negro, heterosexual/homosexual, religioso/ateo), señala el sociólogo portugés Boaventura de Sousa Santos. Explicar la igualdad al 1% es como explicar al diablo que Dios es bueno.

«Las epistemologías del Sur permiten reconceptualizar el capital financiero global, verdadero motor de la extrema desigualdad entre pobres y ricos, y entre países ricos y países pobres, como una nueva forma de crimen organizado, de un crimen contra la propiedad de los trabajadores y de las clases empobrecidas, constituido por varios crímenes-satélite, sean estos el estelionato, el abuso de poder, la corrupción», añade.

El capital financiero global, en su actual configuración, no es solo un crimen contra la propiedad de los más pobres, sino también un crimen contra la vida y contra el medio ambiente.

Dos años después del estallido de la crisis de 2008, en Estados Unidos surgió el Patriotic Millonaires, un ejemplo notable y excéntrico de este debate, al decir de Marcelo Justo en Página12. El requisito básico para ser miembro es tener ingresos de más de un millón de dólares anuales o bienes equivalentes a cinco millones.

Pero a diferencia de otros clubes de millonarios (o multimillonarios como el Club Bilderberg), proponen que se suban los impuestos a los más ricos para frenar la creciente desigualdad y ante lo que economistas ortodoxos, como Paul Krugman y Lawrence Summers, calificaron de estancamiento secular.

Estos millonarios apuestan por una redistribución progresiva del ingreso. El director de Patriotic Millonaires, Morris Pearl, exdirector de Black Rock, una de las más importantes firmas de inversión en el mundo, fue explícito: «A mí no me gusta pagar más impuestos, no lo disfruto, pero quiero vivir en un sistema en el que haya mayor igualdad A esta altura, yo no trabajo y, sin embargo, gano mucho más que los que trabajan y estoy pagando menos impuestos que ellos. Esto no es positivo para el conjunto del país».

Un argumento del capitalismo para justificar la reducción de los impuestos a los más ricos es que así se estimula la inversión y que, con más inversión, se genera más empleo y, de esa manera, la riqueza se derrama al resto de la sociedad. Pero la realidad muestra que sucede todo lo contrario: una desigualdad mayor y una economía que entra en crisis.

Pearl sostiene que si se aumenta el salario, se va a aumentar el consumo y con esto se incrementan las ganancias, lo que, a su vez, va a generar más inversión, que es precisamente lo ocurrido en Seatle (EEUU), con la duplicación del salario mínimo de los trabajadores.

Otro argumento frecuente a favor de la reducción impositiva a los ricos es que estimula y premia la meritocracia, partiendo de la base de que los ricos son ricos por su esfuerzo, porque se lo merecen. Pero si uno revisa la lista de millonarios en EE UU se verá que la mayoría proviene de familias que eran muy ricas. Bill Gates o Mark Zuckerberg son dos casos típicos. Tuvieron una familia detrás que los sostuvo hasta que sus proyectos se concretaron.

«La mayoría de la gente que tiene un trabajo y que, con frecuencia necesita más de un trabajo para sobrevivir, no tiene tiempo de andar pensando en grandes creaciones o aventuras comerciales», añade el multimillonario Pearl, quien afirma que la reforma impositiva de Donald Trump favoreció a los que más tienen y a una mayor concentración de la riqueza.

Este debate no se limita a EEUU, pero en América Latina produce estallidos sociales. Basta recordar que dos multimillonarios (Mauricio Macri y Sebastián Piñera) fueron presidentes en los últimos años en Argentina y Chile.

Y si se sigue con la política actual inevitablemente habrá rebeliones sociales que harán muy difícil la convivencia democrática. El concepto mismo de democracia está en juego porque este minúsculo grupo de multimillonarios utiliza el dinero para incrementar su poder político y usa ese poder político para incrementar su riqueza, añade.

Seguir las políticas impuestas por EE UU a través de los organismos financieros internacionales como el FMI, el Banco Mundial o el Interamericano de Desarrollo llevó a estallidos también en Haití, Puerto Rico, Ecuador y Colombia.

«Soy consciente de que las groseras desigualdades continúan separando a los afortunados de los desafortunados en todo el mundo», señaló Bill Gates, creador de Microsoft y el segundo hombre más rico del mundo, en una reflexión de fin de año publicada en su blog. «He sido premiado desproporcionadamente por el trabajo que hice», reconoce.

A la documentalista Abigail Disney, bisnieta y heredera de Roy, uno de los fundadores de Disney, su riqueza no le impidió denunciar en 2019 la cantidad de trabajadores de Disneyworld que cobran el salario mínimo, apenas suficiente para sobrevivir, mientras la compañía declaraba ganancias por 13.000 millones de dólares.

El tema llegó a la campaña electoral estadounidense. La precandidata demócrata Elizabeth Warren publicó un spot publicitario en el que dice explícitamente que es hora de aprobar un «impuesto a la riqueza», seguido de imágenes de los millonarios que critican la idea y se victimizan, mientras se explican con textos breves las formas dudosas o directamente ilegales con las que hicieron sus fortunas, incluso en momentos de crisis o gracias a ella.

Obviamente, Michael Bloomberg y Leon Copperman, dos ultrarricos, critican a Warren con todo el poder de los medios. Otros candidatos como Bernie Sanders o Alexandria Ocaña-Cortez suelen apuntar a la desigualdad estructural que limita las posibilidades de la inmensa mayoría de progresar solo por nacer en el lugar equivocado. Cuando los multimillonarios hablan de desigualdad, hay que poner las barbas en remojo. No es que no les guste la desigualdad. Lo que pasa es que le temen a los estallidos sociales que los deje sin el pan y sin la torta.

*Publicado por Wall Street Journal Magazine

Fuente e imagen: https://rebelion.org/ay-cuando-los-multimillonarios-hablan-de-desigualdad/

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De la interculturalidad al antirracismo

Por: Xavier Besalú

Es momento de postular abiertamente una educación antirracista, que haga frente con decisión al racismo que es más que una doctrina que clasifica –falsamente– a la humanidad en razas distintas; una ideología que justifica la desigualdad, que otorga privilegios y ventajas a unos y deshumaniza y restringe derechos a los otros.

A finales de 1989 se celebró en San Sebastián un Seminario interuniversitario bajo el lema La educación multicultural en el estado de las Autonomías y, el año 1992, el X Congreso Nacional de Pedagogía tuvo como argumento La Educación Intercultural en la perspectiva de la Europa unida. Podríamos convenir que uno y otro dibujan la irrupción, en el ámbito científico, de la interculturalidad en España. Con algunos matices interesantes: en uno de los encuentros se habla de educación multicultural; en el otro, de educación intercultural. Mismo contenido, pero distinta etiqueta. Y mientras el primero ciñe su análisis a España, a la diversidad interna que supone el Estado de las Autonomías, el segundo lo hace en la perspectiva de una Unión Europea preocupada por la gestión de la inmigración que arriba, sobre todo, desde su frontera meridional. Treinta años después, merece la pena una cierta lectura retrospectiva del camino recorrido.

De la LOGSE (1990) a la LOE (2006) serían los años de la emergencia y el asentamiento del discurso sobre la interculturalidad, en paralelo a la llegada de un número creciente y diversificado de inmigrantes extranjeros, interrumpida por la eclosión de una profunda crisis económica. El balance, en pocas palabras, sería el de una decepcionante confusión teórica –no solo conceptual–, el de una perversa combinación entre los cantos a unos supuestos beneficios de la diversidad cultural y la permanente problematización de la inmigración, y la consolidación de un discurso político cada vez más identitario y más a la defensiva. Un discurso que reconoce (unos con la boca pequeña, otros con arrogancia) que efectivamente el Estado se identifica siempre, con más o menos intensidad, con una determinada comunidad de las que residen en su territorio y, en buena lógica, privilegia una determinada lengua, una determinada religión, unas determinadas manifestaciones culturales y festivas, por encima de las demás. Y que las minorías, tanto las autóctonas como las extranjeras, lo que deben hacer es admitirlo sin más y aceptar la subalternidad de sus propios derechos para salvaguardar la identidad y la unidad de la nación y evitar el riesgo de la disgregación comunitaria y la dispersión identitaria.

Esas políticas tienen su correlato en las prácticas sociales y pedagógicas calificadas de interculturales, cuyos efectos a la vista están. A lo largo de esos años, la segregación escolar ha adquirido visibilidad y se ha intensificado; el aprendizaje de la lengua vehicular de la escuela se ha considerado la medida intercultural más urgente y necesaria, dando a entender, en algunos casos, que ese era el único problema que resolver; y los resultados escolares –tanto las calificaciones de los centros como los que constata PISA– ponen de manifiesto no solo que  los alumnos de familias extranjeras son sustancialmente peores, sino que también están subrepresentados en las etapas postobligatorias del sistema.

De la LOE (2006) a la LOMCE (2013-2020?) el discurso oficial experimenta un giro significativo: la interculturalidad se desvanece y suben al podio la convivencia (la LOE obliga a que todos los centros educativos españoles aprueben y apliquen un plan de convivencia) y la cohesión social como bienes que salvaguardar. Las preguntas a las que pretende responder este nuevo enfoque no carecen de sentido; el problema está justamente en la respuesta: ¿Cómo garantizar la coexistencia pacífica, en un mismo espacio, de personas socioeconómicamente desiguales y culturalmente distintas? ¿Cuáles deberían ser los límites admisibles de estas diferencias y esas desigualdades para no poner en riesgo la convivencia? ¿Qué normas y convenciones deberían regular el espacio público y compartido?

La interculturalidad, entendida como el reconocimiento pleno del derecho de las minorías a mantener y desarrollar su propia identidad, a participar en pie de igualdad en los asuntos públicos, se considera perjudicial en la práctica, pues podría erosionar la convivencia y propiciar el enfrentamiento por motivos culturales o religiosos. Y esa educación para la convivencia se plantea, en términos generales, como una estrategia al servicio de un nuevo orden, que recluye lo diverso en el ámbito de lo privado y pone el foco en las actitudes y comportamientos de los individuos pertenecientes a minorías, presuntos responsables de los hipotéticos conflictos y violencias a prevenir y evitar. Pero el verdadero adversario para garantizar esa convivencia no es tanto el conflicto, ni las diferencias, sino, sobre todo, el conformismo, la pasividad, la adaptación acrítica…

No sabemos si este año 2020 será, finalmente, el que abra una nueva etapa en la política educativa… Si así fuera, tal vez sería llegada la hora de postular abiertamente una educación antirracista, que haga frente con decisión al racismo que es más que una doctrina que clasifica –falsamente– a la humanidad en razas distintas; es, por encima de todo, una ideología que justifica la desigualdad, que otorga privilegios y ventajas a unos y deshumaniza y restringe derechos a los otros. No importa el marcador utilizado para ello (el color de la piel, la religión, la lengua, el origen, la etnia, las manifestaciones culturales, el lugar de residencia…), porque lo realmente relevante es la jerarquía de dominación que divide al mundo, en general, y a cualquier sociedad, en particular, entre lo que se considera plenamente humano y civilizado, superior, y aquellos que están en proceso de humanización o que son considerados directamente salvajes, primitivos, inferiores.

Y es que la cultura occidental se ha construido sobre unas bases profundamente racistas. El imaginario colectivo europeo está impregnado de prepotencia, de superioridad. El Otro ha sido permanentemente inferiorizado, explotado o sometido, y tratado como bárbaro, infiel, monstruo o esclavo… El Holocausto habría sido la culminación de esta lógica: judíos, gitanos, homosexuales, discapacitados… una vez despojados de su condición humana y asimilados a las ratas, a las alimañas, no merecerían otra cosa que el exterminio. Las reservas, los guetos, los campos de concentración… en realidad ya habían sido probados con los indios en América, con los hereros y los bosquimanos en África…

Deberemos esforzarnos, pues, en revisar críticamente nuestros conocimientos y nuestro imaginario. Después de haber pasado por el sistema educativo, después del grado o el máster universitario, todos estamos plenamente imbuidos de esa mentalidad etnocéntrica, de esa creencia en la supremacía occidental. Y si no sometemos a revisión ese poso, es más que probable que lo sigamos propalando y, con ello, vayamos consolidando las bases del racismo. Si sabemos a ciencia cierta que el canon educativo actual es parcial, sesgado, sexista, racista, homófobo… habrá que desenmascararlo y que reconstruirlo sobre bases más científicas, más funcionales, más humanas y más justas. Ya no bastan los discursos, bienintencionados pero estériles, que invitan a niños y jóvenes a reflexionar sobre la diversidad cultural y la inmigración, ni las dinámicas y simulaciones, emocionalmente potentes pero de impacto limitado. ¿O habrá que esperar treinta años más?

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2020/02/18/de-la-interculturalidad-al-antirracismo/

Imagen: https://www.shutterstock.com/image-photo/multiracial-group-college-studentsfriends-male-female-77612251?irgwc=1&utm_medium=Affiliate&utm_campaign=Pixabay+GmbH&utm_source=44814&utm_term=https%3A%2F%2Fpixabay.com%2Fimages%2Fsearch%2Feducacion%2520multicultural%2F

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Libro: La escuela, plataforma de la patria Adriana Puiggrós (PDF)

Por: CLACSO.

 

La escuela, plataforma de la patria

Adriana Puiggrós. [Autora]
…………………………………………………………………………

ISBN 978-987-3805-44-8
CLACSO. UNIPE.
Buenos Aires.
Diciembre de 2019

 

La escuela, plataforma de la patria es un libro que ante todo rezuma la fuerte impronta de su autora, por su estilo ensayístico, por la forma en que plantea desde su vasta experiencia y conocimiento cuestiones cruciales en torno al desarrollo de la Argentina y de la región con base en el desarrollo educativo de las nuevas generaciones. Si bien se ocupa de las urgencias, Adriana Puiggrós subraya en el prólogo que pretende situar la escritura -en un registro de plazos más prolongados, soportando la sombra del pasado, recuperando sus creaciones valiosas y conviviendo con el carácter inescrutable del futuro-. Con una pluma ágil e incisiva, y con su solidez característica, la autora invita a la lectura de las condiciones de una educación que se debate entre la competencia y la desigualdad, la profunda crisis económica, las nuevas tecnologías y formas de comunicación, entre otros problemas que recorre quien se sumerge en esta obra original y necesaria.
Descargalo aqui:  La-escuela
Fuente de la reseña: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=1807&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1366
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