¿Cómo podemos fomentar la inclusión y la tolerancia entre los más pequeños?

Por: ABC

Cinco actividades para enseñar a los niños el valor de la diversidad.

Educar en la diversidad es uno de los mejores antídotos para evitar la discriminación en el entorno de niños y adolescentes. Desgraciadamente, en la actualidad, lejos de disminuir los casos de acoso escolar o bullying, con la pandemia y las nuevas tecnologías, están aumentando.

Por este motivo, sigue siendo imprescindible, e incluso más importante que nunca, que, como padres y educadores, enseñemos a los niños la realidad de la diversidad y la importancia de la inclusión. Así mismo, si estos aprendizajes comienzan prácticamente desde la cuna, podremos formar a niños con menos prejuicios , más tolerantes y de mente abierta.

Para ello, desde The English Montessori School , TEMS, nos dan algunas ideas de actividades que podemos hacer con niños para fomentar la inclusión y el respeto frente a todo aquello que puedan percibir como ‘ diferente’ :

1. ¿El mundo es igual en todas partes? Todas las actividades que ayuden a nuestros hijos a comprender que vivimos en un mundo grande y diverso les abrirán la mente en gran medida. A través de juegos con mapas, libros, presentaciones o dibujos, podemos mostrarles cuál amplio es el mundo y qué gran diversidad de culturas, costumbres, comidas, vestimentas, creencias, fauna y la flora, entre otras muchas cosas, habitan en él. Con ello, además de ampliar su conocimiento y sus metas, podremos despertar su curiosidad por descubrir otros lugares, aprender idiomas y relacionarse con personas diferentes.

2. ¿Por qué somos iguales, pero a la vez tan distintos? Existen muchos juegos que pueden ayudar a los niños a comprender que somos diferentes y a la vez iguales por dentro. Por ejemplo, a través naranjas, limones o manzanas podemos hacer que el niño/os memorice una de las piezas de fruta, después mezclarlas con el resto y hacer que la identifique. ¡Seguro que lo consigue! Por último, pelamos varios ejemplares de la misma fruta y, de este modo, verá que, por dentro, son realmente iguales.

3. ¿Dónde están nuestras diferencias? También hay muchos juegos y actividades que pueden ayudar a los niños a comprender que, aunque podemos tener más o menos diferencias, también muchas cosas en común. Por ejemplo, podemos jugar a un «quién es quién» o «quién soy yo». A través de papeles con características y gustos concretos o preguntas cuya respuesta sea sí y no, pueden intentar adivinar quién les han asignado ser o ver cuán amplia variedad de diferencias hay entre nuestros conocidos y seres queridos y, cómo, precisamente, nos unen y diferencian.

4. ¿Cuál es tu historia? Para comprender las diferencias en el mundo, también es importante que los niños entiendan que no solo las personas somos diversas, sino que las circunstancias y contextos que nos envuelven también lo son y, esto, precisamente, puede determinar nuestro camino. Para comenzar a enseñarles esto, podemos utilizar fotografías de familiares u objetos del pasado e ir indagando en las diferentes historias de cada uno de ellos.

5. ¿Cómo reaccionarías si…? Los supuestos, ejemplos, casos reales, fábulas o metáforas sencillas son muy buenas herramientas de aprendizaje en los niños. Una frase tan sencilla y repetida como la de “no hagas lo que no te gustaría que te hicieran a ti” puede ser un gran pilar para la comprensión de la empatía y el respeto en los niños.

Para transmitir estos valores, podemos apoyarnos en cuentos y en historias. Además, es beneficioso establecer con ellos una serie de normas de actitud que se deben cumplir.

Estas y otras muchas actividades con niños orientadas a hacerles comprender que podemos tener diferentes capacidades, colores de piel, gustos, cultura, etc. les ayudarán a comprender que vivimos en un mundo diverso y que, en cualquier caso, eso es un valor añadido y debe prevalecer el respeto.

En este sentido, además, debemos tener siempre presente que lo más importante es que seamos un buen ejemplo. Por ello, debemos tener cuidado con nuestras palabras, evitar prejuicios y ser cuidadosos al elegir los libros, dibujos o películas que podrán consumir nuestros hijos.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-como-podemos-fomentar-inclusion-y-tolerancia-202207110158_noticia.html
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Entrevista a Gina Rippon: “No tiene sentido preguntarse si un cerebro es femenino o masculino”

Entrevista/27 Febrero 2020/Autor: Rafa de Miguel/elpais.com

La profesora de Neuroimagen Cognitiva de la Universidad de Aston hace trizas el término “neurobasura”, que malinterpreta datos científicos para demostrar erróneamente que hombres y mujeres son diferentes

Gina Rippon (Essex, Reino Unido, 70 años) no soporta que le digan que los hombres son de Marte y las mujeres de Venus. “Hombres y mujeres son del planeta Tierra”, responde esta profesora de Neuroimagen Cognitiva que ha provocado un terremoto en la comunidad científica con su libro El género y nuestros cerebros, de la editorial Galaxia Gutenberg. Con una mirada inteligente, sonrisa perpetua y tono educado y calmado, Rippon hace trizas la “neurobasura” —el término acuñado por ella— que lleva años malinterpretando datos científicos parciales para demostrar que hombres y mujeres son diferentes. “Ya no tiene sentido preguntarse si un cerebro es femenino o masculino. Si miras toda la información recabada sobre miles de cerebros, la conclusión es que la mayoría de datos de ambos géneros se solapan enormemente”, defiende.

Pregunta. ¿Se sigue investigando el cerebro a partir de un prejuicio?

Respuesta. Sigue existiendo ese prejuicio. En mi libro lo denomino “la agenda de la diferencia”. Así comenzó todo. La diferencia siempre se dio por descontada. Nunca se cuestionó si realmente hombre y mujer tenían cerebros diferentes. Era un apriorismo. Como tenían posiciones distintas dentro de la sociedad, los científicos que comenzaron a investigar el cerebro se dedicaron a demostrar de dónde venía esa diferencia. El statu quo no se discutía. Las mujeres eran seres inferiores y se trataba de hallar el modo de demostrar que sus cerebros también eran inferiores.

P. Hasta que se llegó a la “teoría de la complementariedad”, un poco más presentable.

R. Exacto. Un modo de reconfigurar las descripciones extraordinariamente duras que se habían hecho durante los siglos XVIII y XIX. Se trataba de describir las maravillosas habilidades que tenían las mujeres, que les hacían ser esposas perfectas o madres perfectas. Todavía encontramos rastros de ese pensamiento en la literatura científica actual. La idea de que las mujeres están preparadas para desarrollar ciertas tareas, en contraposición a los hombres, que tienen habilidades diferentes.

P. También hay mujeres que piensan así, que presentan esa diferencia como ventaja.

R. Y ese es uno de los mayores frenos a lo que defiendo en mi libro. Esas mujeres que defienden que ellas son más empáticas, o que son mejores a la hora de crear vínculos sociales. E intentan convencer a todas esas empresas “aburridas” y “poco femeninas” de que necesitan gente con más empatía. ¿Pero sabes qué? Ser mujer no te garantiza necesariamente ser más empática.

P. ¿Y ha llegado a la conclusión de que quizá sea más útil defender la igualdad desde la ciencia que desde la política?

R. No era mi objetivo inicial. Simplemente, me fascinaba todo lo que aportaban las nuevas técnicas de neuroimagen. Pero a la vez me perturbaba comprobar cómo muchos de los nuevos datos eran claramente malinterpretados o expuestos erróneamente. Una de las ideas que combatí desde un principio era la de que, como punto de partida útil, hombres y mujeres eran distintos dentro de la sociedad. Si observas, por ejemplo, las patologías de esa misma sociedad, como los episodios de depresión o desórdenes alimentarios en las jóvenes o el índice de suicidio de los jóvenes, entiendes que los estereotipos universales creados no funcionan igual de bien para todos. Dejas de preguntarte si existe un cerebro masculino y otro femenino, y te centras en averiguar qué tipo de impacto tiene la sociedad sobre un cerebro en desarrollo. Porque quizá sea esa finalmente la razón de todas las diferencias que asumimos.

P. “La biología no es el destino”, afirma usted. Las experiencias externas influyen más en un cerebro que el sexo de su propietario.

R. Niños y niñas reciben juguetes diferentes, y eso se ha demostrado que tiene una gran influencia. La hemos podido rastrear en el tiempo. Los niños que juegan con construcciones como el Lego desarrollan habilidades espaciales que pueden conducirles a estudios de ciencia y hacia profesiones relacionadas con ella. Cuando descubres diferencias de sexo en las habilidades espaciales, lo que debes preguntarte es qué tipo de formación han tenido en ese campo las personas que estás observando. Si te centras en eso, descubres que las diferencias de sexo desaparecen. Nuestras experiencias tienen género. Creo, por ejemplo, que la industria de los juguetes en el siglo XXI está mucho más marcada por el género de lo que lo estaba antes.

P. Y junto a la experiencia, la actitud. La del propio niño y la de los que le rodean.

R. Porque el cerebro es permeable y maleable. La actitud es muy importante, y construye cimientos muy poderosos. Si tratas a niños y niñas de manera distinta desde el principio, el resultado es obvio. Yo defino a los niños como “fantásticos detectives de género”. Se preguntan a sí mismos qué se supone que deben hacer si son un niño o una niña. Y se esfuerzan por pertenecer al grupo en el que se les ha adscrito. Si las niñas deben ser ordenadas y prudentes, y los niños más brutos y valientes, harán lo posible por encajar en esa descripción.

P. Habla usted del “sesgo inconsciente”, que existe aún en personas que se ven a sí mismas como ecuánimes. ¿Y si lo que hace que alguien se ponga a la defensiva fuera un enfrentamiento agresivo, una perceción de que en el fondo hay una lucha por el poder?

R. Hay una gran frase, que no recuerdo ahora quién la pronunció, que dice que si siempre has vivido una vida de privilegios, la igualdad puede parecerte opresiva. Si perteneces al grupo al que siempre le han ido bien las cosas, que siempre ha ascendido, es difícil comenzar a entender que vas a tener que renunciar a algo de eso. Entiendo que la idea [de la igualdad] incomode a muchos y haga el debate agresivo, pero no tiene por qué ser necesariamente una lucha de poder. Hay otro modo de verlo. Puedes aspirar a una plantilla de empleados más diversa, con mayores niveles de atención, con mejores resultados y más éxito. A la larga, es beneficioso para todo el mundo.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/02/21/ideas/1582289801_059962.html

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Identidad de género: ¿las hormonas o la sociedad?

07 de diciembre de 2016 / Fuente: https://revistaeducacionvirtual.com

Por: Claudia García

Todas las sociedades dividen a la gente en masculino o femenino. Hay una verdad biológica detrás de esto: diferentes cromosomas sexuales (XY, XX). Pero muchas podrían ser las diferencias de género a los condicionamientos sociales. Si tratamos a los niños y niñas de la misma desde el nacimiento, ¿cuáles serían las consecuencias? ¿Más igualdad de oportunidades? ¿O una ruptura completa de los conceptos de masculinidad y feminidad? Estas ideas dependen en parte de lo que entendemos por “identidad de género”.

La identidad de género no es un concepto simple. Por lo general se define como si alguien piensa en sí mismo como hombre o mujer, aunque es más que eso. Incluso esto no es una simple división, binaria entre todos los seres humanos. Sin embargo, sí sabemos que las hormonas del cerebro están expuestas durante en el embarazo a determinados efectos sobre la identidad de género.

Por ejemplo, hay una condición llamada síndrome de insensibilidad a los andrógenos . Las niñas con esta condición nacen al igual que otras chicas. Sólo en la pubertad las cosas empiezan a cambiar. Esto se debe a que son en realidad los hombres genéticamente (que tienen los cromosomas XY machos). También tienen testículos, ocultos en su abdomen, pero sin útero o los ovarios.

La condición es causada por una falta de sensibilidad genética a la hormona testosterona , por lo que, si bien estas chicas secretan niveles de tipo masculino de testosterona, no tiene ningún efecto sobre el cerebro (o en cualquier otro lugar). El punto importante es que su identidad de género es femenino. ¿Eso quiere decir que la testosterona es en definitiva lo que hace que alguien masculino?

La testosterona parece ser importante, ¿pero es todo lo que hace a un hombre ser hombre? Es el hecho de que los individuos con síndrome de insensibilidad a los andrógenos parecen mujeres responsables de los demás tratándolos como femenino, influyendo así en cómo se ven a sí mismos.

En la década de 1960, John Money, un reconocido psicólogo, se convenció de que la identidad de género era independiente de las primeras hormonas. En pocas palabras, si un padre pensaba que su bebé era un niño, y lo trató como tal, entonces desarrolló una identidad de género masculina, y viceversa. Esta idea fue puesta a prueba: después de un accidente quirúrgico, un niño de un año de edad fue castrado y se le dio una vagina. Estaba vestido como una chica y se le dio un nombre femenino. Pero fracasó. Con el tiempo, la “niña” volvió a ser un niño. Se podría pensar que era el final de la teoría del “padre” de la identidad de género.

Pero un segundo caso , que comenzó cuando el bebé tenía dos meses, tuvo éxito. El “niño” creció como una “chica” y aceptó su identidad de género, a pesar de que era bisexual.

Entonces, ¿por los diferentes resultados? Tenga en cuenta que los informes de casos individuales no son fiables como prueba. Sin embargo, parece probable que la exposición del cerebro a la testosterona durante el desarrollo influye diversos aspectos de la sexualidad, incluyendo la identidad de género. También sabemos que el cerebro en la vida temprana es muy susceptible a eventos externos. Por lo tanto la testosterona y el comportamiento de los padres pueden influir en la identidad de género.

Más allá de las hormonas

Sin embargo, la identidad de género es también cómo una persona se expresa en esa sociedad. En una sociedad que reprime la expresión de la sexualidad, esto alterará cómo las mujeres y los hombres se ven a sí mismos. El punto importante aquí es que la identidad de género es a la vez “biológica” y “social”. Pero ninguno de estos factores resulta en una simple división binaria.

¿Así podríamos abolir las diferencias de género mediante la alteración de la educación? Existen sistemas para minimizar la conducta de juego estereotipada de género. Si bien esto puede tener algún impacto, la investigación, sin embargo ha demostrado que los niños pequeños todavía prefieren jugar con trenes y niñas con los muñecos. Dando este tipo de juguetes para las sociedades que nunca los han visto en la vida real tiene el mismo resultado.

Existen también diferencias de género bien establecidas, pero muy pequeñas en el cerebro , como los hombres que tienen un hipotálamo más grande. El hipotálamo es responsable de iniciar la comida, la bebida, el sexo y otros comportamientos esenciales para la supervivencia. Relacionando estas diferencias a las de comportamiento no ha sido, hasta ahora muy exitoso: esto puede reflejar nuestra ignorancia de cómo funciona el cerebro en realidad.

Responsabilidad de la sociedad

No es ningún secreto que las diferencias sexuales se han utilizado como una excusa para la desigualdad de género. Pero eso sólo significa que tenemos que corregir esa desigualdad, no negar que existen diferencias de género. Es la oportunidad de que es crucial.

Si esto fuera igual, tendríamos que vemos una distribución uniforme de hombres y mujeres en todas las ocupaciones y actividades. Si un trabajo requiere fuerza física, entonces es probable que los hombres predominarán. Además, en la rama de la medicina que se ocupa de los trastornos cerebrales, alrededor del 50% de los psiquiatras son mujeres , pero sólo alrededor del 15-20% son neurólogos, y solo un 5% neurocirujanos. ¿Es este prejuicio relacionado con el género, o la preferencia individual? ¿Hay que insistir en una distribución equitativa de género? Por supuesto que no, siempre que la elección fue sin trabas.

Las normas sociales también contribuyen a que las profesiones que elegimos. Así que tenemos que hacer un esfuerzo para asegurar que las mujeres no se vean obstaculizadas en una libre elección de profesión por las expectativas sociales, cargas de la crianza de los hijos o la educación selectiva. Pero en última instancia, una distribución desigual de género ya no es controvertida si las oportunidades son iguales para todos. Si las diferencias de género permanecen entonces, debemos aceptarlas.

Afortunadamente ahora vemos un número cada vez mayor de las mujeres como los científicos distinguidos, presidentes de grandes empresas y líderes mundiales.  Las identidades de género están cambiando; pero no debemos difícilmente abrirnos a la distinción esencial entre la similitud y la igualdad.

Fuente artículo: https://revistaeducacionvirtual.com/archives/2705

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No entienden

Por: Gloria Hurtado

¿A quien no le ha pasado, que muy seguro de su pensamiento y de su criterio, se pregunta por qué los otros “no entienden” lo que se está diciendo? ¿Por qué “si es tan obvio” captar el planteamiento propuesto el otro no lo acepta? ¿Qué se necesita para “convencer” al interlocutor de “la” verdad que se está exponiendo? No importan las palabras, los juegos pedagógicos, las metáforas que se utilicen, el nivel profesional o intelectual, el interlocutor no acepta los razonamientos que se exponen. De lado de quien habla es facilísimo, “cae de su peso” la argumentación. Pero quien escucha no cede ni un ápice porque no lo convencen las explicaciones del contradictor. ¿Terquedad? ¿Obstinación? ¿Miedo a perder? Podrían darse muchas respuestas pero tal vez, lo importante por destacar es que en “ambos bandos” puede existir sinceridad. El que habla está “convencido” de su verdad y el que escucha “de la suya”, sin que ninguno de los dos mienta o se haga el importante para no ceder. Le vuelvo a hablar entonces de niveles de conciencia. Cada quien escucha desde su nivel de evolución. Posiblemente nunca se le había dado importancia a esto y se creyó que la inteligencia “mandaba la parada”.  Pero cuando hechos reales como que Trump no pierde puntos  y Antonio Caballero en  Semana, lo explica asi: “a sus millones de seguidores (…) les gusta porque es como todos ellos. Piensa como ellos, actúa como ellos, habla el mismo lenguaje que hablan ellos”. En definitiva quisieran tener la forma de vida del magnate porque no les parece “incorrecta”. Viejas, lenguaje soez, poder, dinero, he allí el sentido de la vida. ¿Cómo explicarlo?

Los niveles de conciencia muestran cómo cada quien capta, no de acuerdo a la inteligencia, sino al desarrollo de su conciencia, a su evolución. Un mismo término (la palabra pareja, por ejemplo) se entiende de manera diferente de acuerdo al nivel de conciencia. Para un nivel inferior puede significar fusión, media naranja, simbiosis, siempre juntos. En otro nivel mas desarrollado significa acompañamiento, somos dos no uno, diferencia. Otro nivel mas evolucionado: libertad, respeto, compañía, amistad. En fin, cada quién entiende no desde la inteligencia sino desde su conciencia, permeada por emociones, intelectualidad, información, evolución, espiritualidad. El problema es que creímos que era facilísimo que lo obvio se impusiera, que lo que se veía “tan claro” fuera claro para todos, lo que no es cierto. No todos vemos lo mismo y no sólo por preparación intelectual.

Cómo explicar que el “horroroso” de Trump tenga todavía seguidores. Que el Brexit perdiera. Que el SI no ganara tan “obvio” que eran sus objetivos. Que Maduro tenga seguidores. Que el Presidente de Filipinas con su lenguaje y actitudes, no sea repudiado por todos. Que no se perciba el caudillismo de Uribe.  No somos iguales y no existe poder humano que nos iguale por decreto, por deseo, por intelectualidad o argumentación.  No es con razonamiento intelectual como se genera conciencia. Vivir en medio de las diferencias de conciencia es el mayor reto de cuantos existen. Porque hay que aceptar la diferencia nos guste o no, querámoslo o no. La madurez (y la conciencia) se dan en aprender a vivir en el caos de la diferencia. No hay otro camino. Es el precio de ser humano.

Fuente: http://www.revolturas.com/en/articulos

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La brecha entre los títulos universitarios y las desigualdades

Por: Rose Mary Hernández Román

Cuando una familia inscribe su hijo o a su hija para iniciar el mundo de la educación, lo hace pensando en que esto le garantizará una mejor condición de vida. Hay padres que nunca más vuelven a la escuela o a los liceos, menos aún lo hacen a la universidad, les toca al pequeño aprender desde su propio ritmo o al ritmo de los demás, donde muchas veces, aunque parezca irónico, terminan siendo cercenados en su creatividad, puesto que son muchos los casos donde el maestro pide dibujar una flor, y la imaginación de los niños aflora distintas representaciones, más sin embargo, en la pizarra se deja apreciar la cotidianidad de una flor roja con un singular tallo verde, coartando habilidades que deben emerger desde el primer encuentro de aprender.

A pesar de estar incongruencias, así  transcurre el tiempo y la brecha entre los estudiantes y los títulos universitarios se van acercando, las ilusiones nunca desaparecen, las emociones recorren y se apoderan de los pensamientos, a tal punto, que cada quien se visualiza con ese especial momento, los padres se alegran y en medio de esfuerzos  acompañan al joven en tan distinguido acto académico.

Obtener un grado universitario es algo valioso, tanto que  si más gente fuera a la escuela, liceos y a la universidad, estarían mucho mejor, sin embargo, es difícil imaginar cómo el ayudar a que más graduados que obtengan un grado universitario pueda revertir el masivo incremento en la desigualdad de las pasadas décadas, que en su mayoría es resultado de las ganancias exorbitantes de los muy ricos. Estoy totalmente de acuerdo con mejorar la educación, que nuestros niños y niñas tengan mejores escuelas, que sean alimentados de forma debida, que las familias se incorporen en su responsabilidad escolar, que cada estudiante goce de los beneficios de una educación para todos y para todas.

Tratar el tema de la educación debe hacerse sin evasión. Hay que tener en cuenta la importancia de los maestros y de las maestras, mejorar sus condiciones de vida es también más que un reto un compromiso de cada gobernante, los ingresos o las ganancias de la gente con grados universitarios no pueden reducirse o desmejorarse con el cambio de quienes lideraran los poderes de cada país.

Cada día se aprecia como siguen creciendo los salarios de los trabajadores con las remuneraciones más altas, como los ejecutivos de corporativos, lo que marca una gran diferencia con la paga de un maestro que enseña en un pueblo, que incluso muchas veces debe trasladarse en bestias para poder llegar a sus salones de clase, para formar a los futuros médicos e ingenieros. Por lo que hablar acerca de niveles de ingreso económico en abstracto, sin considerar políticas específicas. Notablemente, se requieren de políticas redistributivas que reduzcan la desigualdad de todos modos, donde los pobres al igual que los maestros tengan oportunidades de encontrar empleos con pagos dignos, que garanticen una mejor vida familiar, poder suplir los gastos que les corresponden,  esto es una meta valiosa, sin confundirlo  con el más amplio objetivo de lograr una distribución de la riqueza más equitativa.

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