La dimensión ética es esencial para vencer al capitalismo, recalcó Frei Betto

Redacción: Bohemia

“… el que sabe muy bien el potencial revolucionario de la juventud es el sistema capitalista, lo conoce en detalles, científicamente y por eso trata de crear todo un mecanismo para impedir que los jóvenes se tornen revolucionarios”. “El capitalismo promueve la alienación de la juventud”, dijo.

El neoliberalismo tiene suficientes herramientas para expandir sus doctrinas; desde el propio Estado hasta los medios de prensa, por eso es imprescindible que la juventud se prepare correctamente.

¿Qué tarea tienen los jóvenes?, se preguntó Frei Betto ante un heterogéneo auditorio, convocado a escucharlo en el marco del Foro Juvenil Martiano denominado “La idea del bien”, en la IV Conferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo. Para este defensor de causas justas, es en el camino donde se encontrará parte de la respuesta a los desafíos actuales: “organizarse, conocer la historia de las luchas liberadoras desde siglos antes de Cristo pero también la de su propio país. Y algo esencial, entender que no hay nadie sin ideología”.

Para el gran amigo de Cuba, teólogo de formación pero revolucionario ejemplar, llegar a entender lo que se enfrenta es primordial, sin embargo, en su opinión hay que empezar desde edades tempranas. “Hay una canción brasileña cantada por Gal Costa que tiene un verso rotundo: no hay que confiar en nadie con menos de 30 años”.

Frei Betto aprovechó ese estribillo para opinar que “es muy difícil encontrar algún revolucionario que empezó en la lucha después de los 30 años. Todos los que conozco, todos, empezaron antes. De Espartaco a Jesús, de Lenin a Mao Setung, Fidel, Raúl, Sandino, todos empezaron antes. ¿Por qué? Porque la juventud es la edad en que todavía no hemos entrado en la institucionalidad de la sociedad vigente. Y por eso los jóvenes tienen más movilidad social, más movilidad epistémica. Es más abierto a nuevas experiencias, a nuevos conocimientos. De ahí el factor fundamental, olvidado por muchos de nuestros gobiernos progresistas, de trabajar intensamente la formación política de los jóvenes”.

Luego de lamentar ese error, consideró que “el que sabe muy bien el potencial revolucionario de la juventud es el sistema capitalista, lo conoce en detalles, científicamente y por eso trata de crear todo un mecanismo para impedir que los jóvenes se tornen revolucionarios”.  “El capitalismo promueve la alienación de la juventud”.

“¿Cuáles son los recursos para eso?, inquirió al tiempo que admitía que “el más poderoso es el mediático”. Señaló que la cultura del entretenimiento emitida por los medios, como la Internet, la televisión, va poniendo en la mente y los corazones de los jóvenes la fuerte idea del individualismo.

Explicó que “antes, en los siglos XIV y XV no se conocía el pronombre YO, casi no existía, solo el Nosotros. El YO es un fenómeno de la modernidad. “Pero incluso hoy en Brasil hay varias comunidades indígenas que no tienen el concepto del yo” porque no se concibe la idea de individualización, de ser parte de un colectivo, señaló.

El luchador brasileño puntualizó que “para el capitalismo es fundamental el egocentrismo porque si la gente se percibe como parte de un colectivo, mis necesidades tienen que ser las necesidades de mi grupo y por eso las necesidades para obtener los resultados de la lucha tienen que ser comunitaria, colectiva”. Detalló cómo desde métodos científicos, a partir de los estudios de Sigmund Freud y los de la comunicación humana, el capitalismo ha venido desplegando una estrategia de manipulación.

¿Solo dibujos animados, muñequitos?

Destacó el caso, aplicado desde Estados Unidos, de la obra de Walt Disney (1901-1966), cuyos productos son en apariencia inocuos y simpáticos, pero que estuvo inspirada en el catecismo católico adaptado al sistema capitalista y con ello transmitió valores esenciales donde se pondera la riqueza por encima del trabajo y otras cualidades, apreciadas en la caracterización del famoso personaje del Pato Donald: simpático, pícaro, tramposo.

Otra de las vertientes blanco de la manipulación moderna es la niñez. Y eso no se hace por gusto. Según Betto el “grupo infanto juvenil es el que enseña a establecer las reglas de cooperación, de solidaridad y hasta los límites de la sociabilidad, de ahí la importancia del juego colectivo donde se despliega y desarrolla la fantasía”, manifestó. “Ahora no, ahora yo solito en mi casa, miro un dibujo animado, una película, que “sueña por mí. Así, mi capacidad onírica está congelada porque yo la transferí para el vídeo, para la imagen que miro, con un agravante, que con la multiplicidad de informaciones hay una tendencia de los niños y niñas a llegar más rápido a la pubertad”.

Ejemplificó con el triste panorama brasileño que ha conducido a cientos de niñas, incluso de cinco años, a disfrazarse de mujercitas- con tacones altos y todas maquilladas- para competir en lides de Misses.

De ahí que este hombre de profunda raíz martiana ponga sus certezas transformativas en la educación: “la función de la educación es crear ciudadanas y ciudadanos felices, dignos, y coparticipantes en un proyecto social”. “Entonces qué hace el sistema capitalista: impide que los jóvenes tengan vínculos sociales. No se permiten líderes estudiantiles, asociaciones estudiantiles a menos que sea para deportes y recreación, pero no para debatir temas sobre coyuntura política, sobre el mundo de hoy. No, eso no conviene al proceso social capitalista”, denunció.

Sí son posibles los cambios revolucionarios

La dimensión ética es esencial para vencer al capitalismo, recalcó Frei Betto.

Intervención de Frei Betto en el Foro Juvenil Martiano denominado “La idea del bien”, en la IV Conferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo.

Remarcó esta idea con su convencimiento de que “hay un proceso deliberado de alienación de los jóvenes. Y ese proceso se fortalece al impedir que los jóvenes tengan proyectos históricos”. Considera por tanto que la frase de Fukuyama de que “La Historia ha terminado”, es una declaración cínica y abierta de que a los capitalistas no les interesan las generaciones jóvenes, y mucho menos que tengan la percepción del tiempo como historia. En ese sentido le rindió honores a Fidel y a sus compañeros, quienes tras el fracaso del asalto al Cuartel Moncada no abandonaron el camino, al contrario, se prepararon porque tenían un proyecto de país.

“La motivación es quebrar la historicidad”. Hay una marcada intención, insistió, de convencer de que sí, usted puede luchar, pero nada va a cambiar la vida.  Lo puede hacer en lo personal, en lo relativo al aspecto físico (ya se puede teñir el pelo de azul o tatuarse), incluso se esgrime la definición de democracia cuando se compra en un supermercado abarrotado de marcas de refrescos. Paradójicamente el capitalismo no le permite al ciudadano escoger otro sistema social o vida colectiva. “Eso está prohibido y el sistema despliega todo su aparato para impedirlo”

“El sistema no declara ese objetivo pero lo hace de tal manera que los jóvenes cada vez más se encierran para dentro, y los vemos ahí embobecidos con sus teléfonos celulares. La propuesta es menos racionalidad y más emocionalidad”.  En este contexto se refirió a los mensajes de las redes sociales muy centradas en lo personal, o en las películas con saturación del sexo o la violencia. De los temas de puja entre la vida y la muerte.

Este acucioso estudioso consideró que “en el sistema capitalista se refuerza la idea de que el Planeta no tiene futuro, sea por razones de la desigualdad social o por los daños ambientales”. Efectivamente el capitalismo admite cambios pero únicamente en el campo de las ciencia y las tecnologías. Frente a ese fatalismo subrayó una salida: “compartir los bienes y los frutos del trabajo humano”.

Dijo estar indignado ante las proporciones de la desigualdad en el mundo que en sus palabras “son impresionantes”. Frei Betto advirtió contra los ideólogos de derecha, quienes propugnan que “el capitalismo es eterno. La desigualdad es natural, la naturalización de la miseria, de la pobreza. Se aboga así por crear obras sociales (desde la caridad) pero nunca por preguntar – ni admitir esos cuestionamientos- de por qué existe la pobreza”.

A pesar de esa brutalidad contra todo sentido de decoro y solidaridad, el teólogo brasileño, exhortó a los movimientos sociales, estudiantiles, religiosos, ambientales a empezar, ahora, la realidad de nuestro sueño socialista. “Debemos crear sistemas de cooperativa, de economía solidaria, del buen vivir, de hacer la experiencia de una sociedad micro socialista porque el Socialismo no es solamente un asunto del Estado, es de los vecinos que comparten”. Llegado a este punto tomó como referencia los últimos acontecimientos en La Habana luego del impacto del tornado. “Acá la gente se ayuda, se reparte comida, se comparte hasta la casa”.

Ser permanentemente creativos

Consideró que “no basta con tener ideas, sueños, teorías porque si no vamos a la práctica no se concretan los avances”. En relación a esta cuestión informó que leyendo sobre la más reciente tragedia humana y ambiental de Brasil, al colapsar una presa de la compañía minera Vale, el pasado 25 de enero, en Brumadinho, Minas Gerais, ha sabido que los compañeros del Movimiento Sin Tierras (MST) se han personado en el lugar para ayudar en las labores de rescate, además de dar apoyo a los damnificados. Tienen también la intención de lanzar este problema a nivel nacional para reactivar la lucha contra estas empresas capitalistas.

Entre los desvelos- y ocupaciones- de Frei Betto se haya el lenguaje. Recordó que un día una señora muy pobre, con un periódico de izquierda en la mano, le pregunta que cosa era “contradicción de clase”, a lo que él le dijo, no se preocupe por eso. “La izquierda debe encontrar la manera de llegar a la gente para que comprenda el objetivo de la lucha y no quedarse estancada en sus propios mensajes, con una prensa de nosotros para nosotros”. Habló de la Iglesia evangélica de Brasil que tiene muchos seguidores porque habla el lenguaje popular. “El éxito de la Biblia es por su lenguaje popular ya que no tiene una sola página de teología, de doctrina”, aseguró.

En su opinión solo hay una manera de quebrar la ideología conservadora del capitalismo y es buscando las ideologías críticas a él. “El marxismo es fundamental, pero hay que saber que vertiente asumir para no abrazar las dogmáticas y extremistas”. Debe “beberse” los saberes de aquellos que verdaderamente lograron una democracia socialista y evitar teóricos que nunca hicieron una revolución.

Manifestó que “no basta la izquierdista adjetivación de que el capitalismo es malo” porque hay que explicar que si bien algunos “triunfan” hay millones que “no lo logran”. El punto de giro “está en la educación política, en potenciar la sensibilidad hacia el mundo de los pobres, sensibilidad hacia la justicia”. Elogió así a Carlos Marx, quien antes de escribir sus trabajos teóricos se acercó a las injusticias desde las condiciones de vida de los campesinos prusianos (Alemania). “Si no trabajamos esa dimensión ética de asumir las causas junto con los pobres, es imposible vencer. La Revolución tiene que ser con el pueblo y no solo para el pueblo porque si no, no habrá revolución”

Fuente: http://bohemia.cu/mundo/2019/01/la-dimension-etica-es-esencial-para-vencer-al-capitalismo-recalco-frei-betto/

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La Educación Popular en tiempos de neoliberalismo y populismos autoritarios y corruptos ¿Hacia una nueva refundación?

Por: Antonio Pérez Esclarín

Me pregunto si en los nuevos contextos que estamos viviendo, de triunfo hegemónico del neoliberalismo y surgimiento de los populismos autoritarios que en América Latina olvidaron la ética más elemental y han sido devorados por la corrupción y el afán de mantenerse a toda costa y a cualquier precio en el poder, llegando incluso a asumir conductas dictatoriales y muy represivas, no deberíamos emprender de nuevo un profundo proceso crítico y autocrítico pues muchas de estas experiencias pretendidamente populares y progresistas, asumieron el discurso de la Educación Popular, discurso que quedó en eso, en mero discurso, pues las prácticas emprendidas han ido con frecuencia en dirección radicalmente distinta. Por ello, la fidelidad a los oprimidos nos obliga a apearnos de nuestros presupuestos y esquemas mentales, a una profunda autocrítica, para ser capaces de interpretar al mundo tal cual es, en sus dimensiones macro y micro, objetivas y subjetivas, y en sus interrelaciones.

La corrupción y la impunidad son dos caras de la misma moneda, y un factor que acentúa la crisis de representatividad. El sistema político que sostiene la dominación está sustentado en la corrupción, que ha permeado los diferentes niveles del aparato del Estado, volviendo a sus agentes en fundamentalistas del statu quo y en rehenes de sus estafas.

Por ello, pienso que, de nuevo, hay que enfatizar la dimensión ética y pedagógica sobre la dimensión política que se ha ido vaciando de auténtico sentido. De ahí la necesidad de recomponer el campo de lo político en el cual operamos. No solo tenemos que afirmar lo educativo: también tenemos que iniciar un proceso de relectura de la manera como entendimos lo político en el pasado, y la manera cómo en diversas oportunidades acompañamos la política de izquierda como aquella política coherente con el proyecto de transformación hacia el que apunta la E.P.; sin darnos cuenta, en diferentes ocasiones, que muchos de los comportamientos de estas izquierdas, y algunas de sus acciones, fueron en contravía de lo que se planteaba a nivel del discurso.

En esa mirada voluntarista de la intencionalidad política, abandonamos el deber ser de la E.P.: solo nos importaba saber que se buscaba el cambio social y que se enfrentaba al estado capitalista; los medios no importaban mucho. El pensar lo metodológico nos alertó sobre los medios, pero nunca fuimos capaces de ir más allá de esa crítica. Quizás la reflexión de futuro sobre el poder que buscamos construir -y del cual cada vez son más excluidas las personas, los grupos y las instituciones del campo popular-, nos permita decir con más precisión cuáles son esos componentes básicos a partir de los cuales hoy podemos hablar de mantenernos en un horizonte de transformación social; un horizonte dotado de una ética de cambio en donde estén incluidos los sectores populares con los cuales trabajamos y donde la opción no siga siendo únicamente la de los ilustrados.

Esto significa repensar las nuevas formas de hacer política que requiere que los educadores populares pensemos con rigor cómo realmente exigir y construir una radicalización de la democracia como condición de futuro para los sectores populares. Esto va a exigir un esfuerzo sistemático para desterrar de nuestras relaciones personales, y en la vida de nuestras organizaciones, los enquistamientos autoritarios, burocráticos, las prácticas machistas, todas las formas de discriminación de la diversidad ideológica, étnica, sexual, religiosa.

Si bien debemos repensar las nuevas formas de hacer política, es también urgente y necesario que repensemos y analicemos nuestras prácticas pedagógicas. La pedagogía de la Educación Popular es una pedagogía del diálogo y no del discurso monolítico; de la pregunta y no de las respuestas preestablecidas. Es una pedagogía de lo grupal y de lo solidario, frente a las que reproducen el individualismo y la competencia. Es una pedagogía de la libertad frente a las que refuerzan la alienación; de la democracia y no del autoritarismo; de la esperanza, frente a las que afirman el fatalismo histórico. Es una pedagogía que acepta el diálogo con los saberes provenientes de las diversas ciencias sociales y de los distintos pensamientos que promueven la liberación, como la Teología de la Liberación, los feminismos, la ecología, y el pensamiento proveniente de la resistencia indígena, negra y popular. Es una pedagogía del placer, frente a las que escinden el deseo de la razón. Es una pedagogía de la sensibilidad, de la ternura, frente a las que enseñan la agresividad y la ley del más fuerte, como camino para la integración en el capitalismo salvaje. Es una pedagogía que incorpora los sentimientos, las intuiciones, las vivencias, involucrando en el proceso de conocimiento al conjunto del cuerpo. Apela por ello, como parte del proceso de aprendizaje, al arte, al juego, al psicodrama, y al contacto directo con experiencias prácticas producidas en la vida social.

En definitiva, la Educación Popular seguirá teniendo hoy vigencia y sentido si reivindica, entre otros, los siguientes principios: la necesidad de cultivar la esperanza comprometida en la transformación de las estructuras injustas y del ejercicio autoritario del poder en las relaciones macro, meso y micro; esperanza que se convierte en denuncia y anuncio creativo de propuestas diferentes, modelos diferentes, relaciones diferentes; la necesidad de recuperar la ética y la solidaridad militantes, que exigen una gran coherencia entre proclamas y prácticas, pues más que de ser un revolucionario profesional, se trata de ser un revolucionario en la profesión; el estudio crítico de la realidad local, nacional y mundial, frente a la pretensión de imponer un pensamiento único; la necesidad de leer críticamente la avalancha de una información sin límite e improcesable, en su mayoría creada y recreada por los centros hegemónicos, junto al derrumbe de las certezas absolutas, y el surgimiento de la era de la postverdad, donde ya no interesa la verdad, sino la manipulación de los sentimientos y las conciencias, que ha llevado a un surgimiento de los populismos autoritarios de derecha y de izquierda; el fomento de la crítica y la autocrítica para reconocer excesos, limitaciones e incoherencias; y la necesidad de una humildad a toda prueba, alejada por completo de las posturas dogmáticas, que respeta y valora la diversidad de propuestas y experiencias y busca la articulación de todos aquellos que no aceptan este mundo y afirman que otro «Mundo es posible y necesario», como lo vienen afirmando los participantes del Foro Social Mundial, que desde el año 2000 aglutina cantidad de grupos y movimientos que buscan la transformación de este mundo inhumano.

Fuente: https://www.aporrea.org/educacion/a271279.html

 

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