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Acoso y violencia de género en Cuba requieren concretar políticas existentes

Cuba reforzó el marco legislativo para enfrentar la violencia de género, pero falta implementarlo en forma concreta, acciones complementarias para cerrar brechas y cambios socioculturales que eliminen las condiciones que propician el acoso sexual y las agresiones.

Denia valoró como uno de los momentos más amargos la noche cuando un hombre la siguió mientras caminaba hacia una fiesta de su facultad, por una calle del céntrico barrio de Vedado de La Habana.

“Ocurrió siendo estudiante, hace 12 años. Me hablaba en tono irónico, preguntando si tenía miedo. Sentí pánico”, recordó esta comunicadora que ahora tiene 33 años y quien, al igual que otras mujeres que compartieron testimonios con IPS, solicitó omitir su apellido.

Explicó que “al distinguir un custodio en las afueras de una institución estatal me le acerqué a preguntarle algo. El acosador siguió de largo. En años siguientes me han importunado en la calle varios hombres, algunos con groserías”.

Si bien “el acoso existe en todas partes del mundo, puede haber distintos modos de enfrentar este problema, pero lo primero es denunciarlo y muchas mujeres prefieren no hacerlo por temor a ser mal interpretadas”, consideró Paula, una  periodista de 57 años, quien también vive en la capital cubana.

Refirió que un colega solía molestarla constantemente con comentarios subidos de tono hasta un día en que lo amenazó con denunciarlo públicamente en la empresa. “Nadie puede decir que yo te estoy dando razones, porque me conocen, le dije. Se puso pálido y no lo hizo más”, detalló.

“Las violencias basadas en género y sexualidad son un problema multidimensional, multicausal y transversal; las acciones para frenarla paulatinamente también deben seguir esas líneas”: Alina Herrera.

Yamilka, una economista de 28 años y residente en la oriental ciudad de Holguín, reconoció haber sufrido violencia a través de las redes sociales.

“Hombres me han solicitado fotos íntimas o sexo virtual. Como no he accedido, me han insultado y amenazado. Los bloqueo, pero una se atemoriza, porque no se sabe si luego puedan intentar algo más”, subrayó.

Dos adultas mayores transitan por una céntrica calle de La Habana. La crisis multidimensional que atraviesa Cuba influye en la precarización de la vida cotidiana, crecimiento de la pobreza y la posibilidad de que grupos como las mujeres y personas con identidades no hegemónicas –mucho más si son mestizas o negras-, sean víctimas de violencia de género, según expertas. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

Marco legal

La Encuesta Nacional de Género de 2016, cuyos resultados fueron publicados en 2019, arrojó que 39,6 % de las mujeres cubanas de 15 a 74 años han sufrido alguna forma de violencia en algún momento de su vida.

En contraste, solo 3,7 % de las víctimas en relaciones de pareja ha acudido a alguna institución o servicio a pedir ayuda.

Apenas 10,5 % de las personas encuestadas identificó la violencia como un problema para las mujeres, y fueron las residentes en las cinco provincias del este de Cuba quienes más lo señalaron así, en comparación con las de las restantes regiones.

Si bien este país insular del Caribe de 11 millones de habitantes carece de una ley específica sobre violencia de género, un reclamo de numerosas feministas, en los últimos años sí se adoptaron importantes políticas al respecto.

La Constitución vigente desde abril de 2019 establece la igualdad de derechos y responsabilidades de hombres y mujeres, y encarga al Estado protegerlas de la violencia de género en cualquiera de sus manifestaciones y espacios.

En marzo de 2021 entró en vigor el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres (PAM), principal política pública del Estado cubano para el desarrollo de otras políticas a favor de la equidad de género.

En diciembre de ese mismo año se publicó la Estrategia integral de prevención y atención a la violencia de género y en el escenario familiar, con carácter vinculante para ministerios e instituciones involucradas.

Ya en 2022, en septiembre, entró en vigor el Código de las Familias y dos meses después el nuevo Código Penal, que reforzaron las acciones contra la violencia machista, además de nuevas leyes que transversalizan el enfoque de género.

“Las violencias basadas en género y sexualidad son un problema multidimensional, multicausal y transversal; las acciones para frenarla paulatinamente también deben seguir esas líneas”, explicó a IPS la abogada cubana Alina Herrera.

En América Latina y el Caribe, países como Brasil, México y Argentina cuentan con importantes instrumentos jurídicos dirigidos a eliminar la violencia de género o darle un tratamiento especializado. Sin embargo, los índices de violencia por razones de género no disminuyen a corto plazo.

Para tal transformación, insisten analistas, además de desmontar estereotipos e imaginarios culturales discriminatorios, urge cerrar brechas de desigualdades económicas, laborales y sociales de las mujeres y personas lesbianas, gay, bisexuales, transexuales, intersexuales y queer (Lgbtiq+).

Una conductora de un vehículo eléctrico en La Habana espera la llegada de pasajeros. Junto con el fortalecimiento del marco legal, especialistas en género indican que debe operarse un profundo cambio cultural y educativo que garantice de manera efectividad la equidad social en Cuba donde, al igual que otras latitudes, prevalece una arraigada cultura machista, patriarcal. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

Incorporar otras herramientas

A juicio de Herrera, si bien las leyes son imprescindibles para consolidar políticas, son necesarias otras herramientas dirigidas a la prevención, como las medidas de emergencia, educativas e institucionales, entre otras.

“Entre las emergenciales se encuentran las casas de acogida o refugios; las líneas telefónicas de auxilio o de emergencia de violencias de género de forma exclusiva; la policía especializada en género y sexualidad; los botones de pánico”, detalló la también activista feminista y antirracista residente en México.

Agregó que “se trata de habilitar todas las opciones posibles para salvar una vida en peligro inminente o en peligro potencial. Ninguna de esas tiene Cuba. A pesar de que el PAM supera los dos años de aprobado”.

Incluso, abundó la investigadora, acciones educativas como el Programa de educación integral en sexualidad, con enfoque de género y derechos sexuales y reproductivos para el sistema escolar, está aplazado desde septiembre de 2021.

“Hace falta que con urgencia se restablezca. Los productos televisivos esporádicos son importantes, pero no suficientes para el ámbito educacional y cultural”, remarcó.

Una mujer alimenta a los animales en la finca ganadera Murgas, en el municipio de Boyeros, en La Habana. La violencia de género tiene un carácter estructural, derivado de las históricas relaciones de desigualdad y asimetrías de poder entre hombres y mujeres, coinciden especialistas en igualdad de género en Cuba. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

Observatorio

El 8 de junio se presentó el Observatorio de Cuba sobre Igualdad de Género que, responde a una de las necesidades planteadas en el PAM de utilizar correctamente el enfoque de género en la construcción de indicadores y captación de estadísticas, así como realizar análisis integrales, cuantitativos y cualitativos, en materia de igualdad, que contribuyan a la adopción de políticas públicas.

Esta “herramienta imprescindible”, valoró Herrera sobre el nuevo instrumento de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei),  tiene el mérito “de agrupar varias dimensiones de las desigualdades de género… Proyecta una dimensión estructural de la violencia y eso es importante”.

Otro acierto, opinó, “ha sido visibilizar variables imbricadas al género como la condición racial o color de la piel, y el territorio. Sin embargo, queda una gran omisión para las identidades de género y las orientaciones sexuales no heteronormativas”.

La publicación del Observatorio ocurrió después que en mayo el Tribunal Supremo Popular anunció la confirmación de las sanciones de privación perpetua de libertad contra dos hombres que asesinaron a igual cantidad de mujeres.

Se trató de la primera ocasión, al menos de conocimiento público, en que se aplicó el artículo 345 del nuevo Código Penal que establece sanciones de 20 a 30 años, privación perpetua de libertad o muerte, a quien prive de la vida a una mujer como consecuencia de la violencia de género al considerarse un agravante.

En Cuba, en los estamentos oficiales se usa el término de femicidio y se desestima el mayoritariamente usado internacionalmente de feminicidio, por considerar que este último implica de alguna manera la existencia de una responsabilidad del Estado.

Ante la ausencia de estadísticas oficiales continuas sobre muertes de mujeres por razón de género, el Observatorio de Género de la plataforma independiente Alas Tensas, en alianza con otras plataformas civiles no reconocidas por el gobierno, publican desde hace tres años su Informe Anual sobre Feminicidios en Cuba.

Creado en 2019, y con el apoyo de una red de observadoras de todo el país encargada de confirmar la información con diversas fuentes, incluida la familia y amistades de las víctimas, ese observatorio verificó 14 casos en 2019, 32 en 2020, 36 en 2021 y 36 en 2022, para un total de 118 en cuatro años.

Desde enero y hasta este jueves 6 de julio, esa plataforma independiente contabiliza 47 feminicidios este año. Según los procesos judiciales resueltos en los tribunales de la isla en 2022, 16 mujeres fueron asesinadas por su pareja o expareja, informa ese  Observatorio del Onei recién establecido.

En 2021, al menos 4473 mujeres fueron víctimas de feminicidio en 29 países y territorios de la región, según los registros del regional Observatorio de Igualdad de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

“Un aspecto urgente a solucionar es el cálculo de la tasa de feminicidios”, alertó Herrera, quien consideró “desacertado” que la base de cálculo hayan sido solo sentencias penales dictadas para establecer esos homicidios por razón de género, que en algunas leyes de  países latinoamericanos se tipifica también en ocasiones como femicidio.

Argumentó que el conteo de feminicidios “es un proceso de rigor que enlaza varios momentos y referencias del resultado de esos crímenes… los procesos penales hasta dictarse una sentencia pueden demorar y no adecuarse al año natural correspondiente”.

En abril, el presidente Miguel Díaz-Canel enfatizó que Cuba no reconoce el término feminicidio, “porque aquí hay una voluntad expresada, una voluntad política y una manera de accionamiento a nivel social en contra de la violencia de género”.

No obstante, admitió que sí existen los femicidios, mientras exhortó a construir “una cultura, una manera de hacer que nos permita prevenir y evitar que cualquier mujer pueda llegar a esa situación.

Fuente: https://ipsnoticias.net/2023/07/acoso-y-violencia-de-genero-en-cuba-requieren-concretar-politicas-existentes/

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Las niñas de todo el mundo van a la zaga de los niños en matemáticas, fracasadas por la discriminación y los estereotipos de género: UNICEF

Las niñas de todo el mundo van a la zaga de los niños en matemáticas, fracasadas por la discriminación y los estereotipos de género: UNICEF

Antes de la Cumbre de Transformación de la Educación de las Naciones Unidas, UNICEF advierte que los bajos niveles de competencia numérica, particularmente entre las niñas, están socavando la capacidad de los niños para aprender, desarrollarse y progresar.

NUEVA YORK, 14 de septiembre de 2022  – Las niñas de todo el mundo van a la zaga de los niños en matemáticas, con el sexismo y los estereotipos de género entre las causas fundamentales, según un nuevo informe publicado hoy por UNICEF.

Resolviendo la ecuación: ayudar a niñas y niños a aprender matemáticas presenta nuevos análisis de datos que cubren más de 100 países y territorios. El informe encuentra que los niños tienen hasta 1,3 veces más probabilidades de adquirir habilidades matemáticas que las niñas. Las normas negativas de género y los estereotipos que a menudo tienen los maestros, los padres y los compañeros con respecto a la incapacidad innata de las niñas para comprender las matemáticas están contribuyendo a la disparidad. Esto también socava la confianza de las niñas en sí mismas, preparándolas para el fracaso, señala el informe.

“Las niñas tienen la misma capacidad para aprender matemáticas que los niños; lo que les falta es la misma oportunidad de adquirir estas habilidades fundamentales”, dijo la Directora Ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell. “Necesitamos disipar los estereotipos y las normas de género que frenan a las niñas, y hacer más para ayudar a cada niño a aprender las habilidades fundamentales que necesitan para tener éxito en la escuela y en la vida”.

El aprendizaje de habilidades matemáticas, a su vez, fortalece la memoria, la comprensión y el análisis, lo que a su vez mejora la capacidad de creación de los niños, señala el informe. Antes de la Cumbre de Transformación de la Educación de las Naciones Unidas de la próxima semana, UNICEF advierte que los niños que no dominan las matemáticas básicas y otros aprendizajes fundamentales pueden tener dificultades para realizar tareas críticas como la resolución de problemas y el razonamiento lógico.

Un análisis de los datos de 34 países de ingresos bajos y medianos presentados en el informe muestra que, si bien las niñas van a la zaga de los niños, las tres cuartas partes de los niños en edad escolar en el grado 4 no obtienen habilidades básicas de aritmética. Los datos de 79 países de ingresos medianos y altos muestran que más de un tercio de los escolares de 15 años aún no han alcanzado la competencia mínima en matemáticas.

La riqueza de los hogares también es un factor determinante. El informe señala que los escolares de los hogares más ricos tienen 1,8 veces más probabilidades de adquirir habilidades aritméticas cuando lleguen al cuarto grado que los niños de los hogares más pobres. Los niños que asisten a programas de educación y cuidado de la primera infancia tienen hasta 2,8 veces más probabilidades de alcanzar la competencia mínima en matemáticas a la edad de 15 años que aquellos que no lo hacen.

El informe también señala que es probable que el impacto de la pandemia de COVID-19 haya exacerbado aún más las habilidades matemáticas de los niños. Además, estos análisis se centran en las niñas y los niños que se encuentran actualmente en la escuela. En los países donde es más probable que las niñas no vayan a la escuela que los niños, las disparidades generales en el dominio de las matemáticas probablemente sean aún mayores.

UNICEF hace un llamado a los gobiernos para que se comprometan a llegar a todos los niños con una educación de calidad. Instamos nuevos esfuerzos e inversiones para volver a inscribir y retener a todos los niños en la escuela, aumentar el acceso al aprendizaje de recuperación y recuperación, apoyar a los maestros y brindarles las herramientas que necesitan, y asegurarnos de que las escuelas brinden un entorno seguro y de apoyo. para que todos los niños estén listos para aprender.

“Con el aprendizaje de toda una generación de niños en riesgo, este no es el momento para promesas vacías. Para transformar la educación de todos los niños, necesitamos acción y la necesitamos ahora”, dijo Russell.

Fuente de la Información: https://www.unicef.org/press-releases/girls-worldwide-lag-behind-boys-mathematics-failed-discrimination-and-gender

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Informe: Asia y África, principales expulsores de mujeres y niñas a nivel mundial. Sus vidas como personas refugiadas

De acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés), en 2020 había 26.4 millones de personas refugiadas a nivel mundial. El 4 por ciento de ellas son mujeres y niñas que huyen, en la mayoría de los casos, de diferentes tipos de violencia sexual. Desafortunadamente, la pandemia de COVID-19 contribuyó a empeorar su situación.

En este sentido, el 20 de junio se conmemora el Día Mundial de las y los Refugiados, aunque el contexto internacional para estos grupos sigue en estado crítico. Según la OCHA, los países con los índices de desplazamiento forzado más altos son regiones de Asia y África, específicamente Afganistán, Myanmar, Siria, Sudán del Sur y la República Democrática del Congo.

Un elemento en común entre estas regiones son los numerosos conflictos armados que azotan a diferentes comunidades, sumiéndolas en olas de violencia, hambre y pobreza. En medio de los conflictos, las mujeres y niñas son las más afectadas.

Tortura, abusos y pobreza ocasionan desplazamiento forzado entre mujeres
Quizá dos de los conflictos internacionales más mediatizados en estos últimos años son el golpe militar en Myanmar y la ocupación de Afganistán por parte del régimen talibán.

En la región africana, miles de mujeres se han unido a las protestas contra el golpe de Estado realizado en 2021. Desafortunadamente, de acuerdo con medios como la BBC, muchas de ellas han sido detenidas por las fuerzas policiales y amenazadas con violaciones por su oposición al golpe.

Algunas de las mujeres incluso han denunciado que fueron víctimas de acoso sexual y tortura mientras estaban bajo custodia de las fuerzas armadas. Esto las ha obligado a dejar su país y trasladarse a regiones europeas como España.

Mientras tanto, en Afganistán, el régimen talibán está imponiendo medidas que limitan los derechos humanos y atentan contra la dignidad de mujeres y niñas. Así, mientras unas no pueden acceder a la educación, otras no tienen permitido salir de sus casas a menos que sea completamente necesario y solo pueden hacerlo completamente cubiertas de pies a cabeza.

Al igual que en Myanmar, los conflictos sociales en Afganistán iniciaron en 2021. Sin embargo, en Siria, Sudán del Sur y República Democrática del Congo hay combates internos que llevan años desarrollándose y también han obligado a miles de mujeres a dejar sus hogares.

En Siria, por ejemplo, ya han pasado 11 años desde la revolución contra el régimen de Bashar al-Ássad. Pese a esto, el país continúa en una crisis social y económica que ha afectado principalmente a las mujeres.

Durante la última década, jóvenes, adultas y niñas sirias han perdido hijas e hijos, parejas y padres y madres, quienes eran los principales sustentos de sus hogares. A causa de esto, muchas de ellas se han visto obligadas a desplazarse a lugares como Irak y Líbano, donde se refugian en campamentos que en la mayoría de los casos no se dan abasto para cubrir sus necesidades básicas.

Sudán del Sur, por su parte, se está reponiendo de una guerra civil que inició en 2013 y que terminó recién en 2020. Este fue un conflicto que, de acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés), trajo consigo un aumento en la violencia y explotación sexual contra mujeres y niñas.

Mientras tanto, en la República Democrática del Congo, el número de combates internos en el país y su intensidad han crecido durante el último año, según el Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre (Oxfam). Aquí, la escasez de alimentos y agua, así como la reaparición del ébola y la violencia sexual generalizada en algunas regiones están empujando a miles de mujeres a abandonar sus comunidades.

La pandemia recrudeció la situación para mujeres y niñas refugiadas
A la par de estos conflictos, la pandemia de COVID-19 recrudeció las violencias hacia las mujeres, quienes en muchos casos tuvieron que confinarse con sus agresores y enfrentar mayores desigualdades en temas como el desempleo o la falta de ingresos.

Esto provocó aún más desplazamientos forzados entre mujeres y niñas. Pero además, expuso a más violencias a aquellas que ya estaban en situación de movilidad, buscando refugio en países diferentes al suyo.

Según datos del Fondo Malala, por ejemplo, es probable que el 50 por ciento de las niñas refugiadas que abandonaron la escuela durante la pandemia no vuelvan a pisar un salón de clases nunca más.

Aunado a esto, las restricciones por la pandemia, el cierre de fronteras internacionales y las cuarentenas limitaron las posibilidades de las familias refugiadas de reunirse en países de asilo. Por el contrario: la Organización de las Naciones Unidas (ONU) explica que se incrementó la posibilidad de separación entre madres, padres e hijas e hijos.

A lo anterior se suma el golpe derivado de la crisis económica y social para diferentes programas de ayuda a niños, niñas y sobrevivientes de violencia de género. Organismos como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) se vieron obligadas a reformar estos programas, pero no han garantizado concretamente la protección de miles de mujeres y niñas alrededor del mundo.

La pandemia también exacerbó la discriminación hacia las personas refugiadas, quienes han experimentado rechazo bajo argumentos racistas y clasistas que las señalan como portadoras de COVID-19.

Previo a la crisis desatada por este virus, niñas y mujeres desplazadas de sus países ya se enfrentaban a otras violencias: según OCHA, entre 24 y 80 por ciento de ellas experimentaron algún tipo de violencia sexual durante su tránsito. Además, el riesgo latente del tráfico de personas o matrimonios infantiles está presente, incluso en los países de acogida.

Ante este panorama, las acciones de diferentes organizaciones internacionales han quedado limitadas. Mientras tanto, millones de mujeres y niñas continúan siendo víctimas de diversos problemas sociales que las oprimen de profundas maneras.

Fuente: https://billieparkernoticias.com/asia-y-africa-principales-expulsores-de-mujeres-y-ninas-a-nivel-mundial-sus-vidas-como-personas-refugiadas/

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Afganistán: Talibanes prometen reabrir escuelas femeninas en medio de advertencias de protestas

Cerca de 1,1 millones de niñas afganas se han visto privadas desde el pasado 18 de septiembre del acceso a la educación.

Los talibanes, que abrieron los colegios de Afganistán hace un mes, pero excluyeron a las niñas de secundaria, prometieron este lunes que reabrirán “pronto” los centros femeninos entre las advertencias de manifestaciones por parte de activistas.

Cerca de 1,1 millones de niñas afganas se han visto privadas desde el pasado 18 de septiembre del acceso a la educación, y se encuentran a la espera de que los fundamentalistas redacten una supuesta guía que se lo permita.

“Nuestros esfuerzos están centrados en reabrir pronto las escuelas (secundarias) de niñas para que el proceso educativo vuelva a la normalidad”, señaló a EFE el portavoz talibán, Bilal Karimi.

El portavoz explicó que la formación islamista está trabajando en el diseño de un sistema para garantizar la seguridad de las niñas en las escuelas, al tiempo que se respeten los valores y principios tanto del islam como del pueblo afgano.

“Todavía estamos ocupados trabajando en el marco, las directrices y las regulaciones para las escuelas de niñas” y, poco a poco, las escuelas empezarán a abrir con base en estas medidas, precisó.

La prohibición de reabrir las escuelas a las niñas y jóvenes ha causado incertidumbre entre la población afgana, con críticas de activistas de los derechos de las mujeres, que temen volver a la época oscura del anterior régimen talibán, entre 1996 y 2001.

Durante ese tiempo, y a pesar de continuas promesas de que las medidas serían solo temporales, las niñas tenían prohibido asistir al colegio y el papel de la mujer quedó relegado a las tareas domésticas, sin posibilidad siquiera de trabajar.

Amenazas de protestas

“Nos estamos preparando para protestar, bloquearemos carreteras y utilizaremos cualquier método a nuestro alcance para presionar al Gobierno para que permita a las niñas en la educación secundaria”, dijo Matiullah Wesa, fundador y presidente de la Sociedad Civil Camino del Bolígrafo (PPCS, en inglés).

Este activista y voz de la lucha por los derechos a la educación en Afganistán afirmó que la asociación, que está activa en las 34 provincias afganas y reivindica miles de miembros y simpatizantes desde su fundación en 2009, “no está sola”.

“Líderes comunitarios y miles de personas se han comprometido a unirse a nosotros”, dijo junto con estudiantes, profesores y sus familias, así como otras organizaciones de la sociedad civil.

La PPCS ha lanzado por ahora una campaña en todo el país asiático para que niñas, profesores y miembros de la comunidad reivindiquen este amenazado derecho básico a la educación.

«Queremos decir a los talibanes y al mundo que la educación de las niñas es nuestro derecho fundamental, islámico y humano. Nadie nos puede quitar este derecho y, si los talibanes intentan prohibir la educación de las niñas, será su mayor error y deberán hacer frente a todo el país», dijo Wesa.

El activista y un ejército de voluntarios subidos en sus motocicletas, que comenzaron su andadura en 2009, lograron antes de la llegada de los talibanes el pasado 15 de agosto la reapertura de cientos de escuelas cerradas por la guerra y establecieron 46 centros propios, así como 39 librerías públicas en todo el país.

Estudiantes preocupadas

La prohibición en la práctica de acudir a las clases preocupa a las estudiantes afganas.

“Con su llegada, los talibanes nos arrebataron el derecho a la educación. Estamos realmente preocupadas por nuestro futuro, sobre si podremos continuar nuestra educación o no”, dijo Sana, una estudiante de 17 años.

Sana lamentó que «los derechos de las niñas y de los niños deberían ser iguales», pero los fundamentalistas solo han permitido estudiar a estos últimos.

Nos afecta psicológicamente, pensamos que somos miembros inútiles de la comunidad y una carga para nuestras familias, a pesar de que las mujeres forman el 50 % de la población”, explicó.

En las últimas dos décadas, desde la caída del primer régimen talibán con la invasión estadounidense, Afganistán ha hecho avances sin precedentes en el plano de la educación, especialmente en el caso de las niñas.

Antes de que los talibanes capturasen Kabul, el país asiático contaba con unos diez millones de menores escolarizados, el 40 % de ellos niñas, según datos gubernamentales.

Pero muchos niños en edad escolar siguen fuera del sistema.

“En total, unos 4,2 millones de niños están fuera de las escuelas en Afganistán”, dijo a EFE el portavoz de Unicef para el país asiático, Salam Al-Janabi.

La agencia de Naciones Unidas, subrayó, está trabajando para “mantener una relación constructiva con las autoridades de hecho”.

Fuente: https://www.eluniverso.com/noticias/internacional/talibanes-prometen-reabrir-escuelas-femeninas-en-medio-de-advertencias-de-protestas-nota/

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La pandemia retrasaría 10 años la participación laboral de la mujeres en A. Latina, según informe del PNUD

El estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sostiene que las consecuencias de la pandemia exacerbaron las desigualdades de género preexistentes en el mercado laboral y podrían retrasar la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo en la región.

09 de Septiembre de 2021, 09:46

Muchos países de América Latina salen lentamente de las cuarentenas por coronavirus y las escuelas reabren de a poco sus puertas, pero la situación laboral sigue luciendo complicada para muchas mujeres que deben ocuparse de tareas de cuidado o trabajan en sectores muy golpeados por la pandemia.

Un informe reciente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sostiene que las consecuencias de la pandemia exacerbaron las desigualdades de género preexistentes en el mercado laboral y podrían retrasar la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo en América Latina por 10 años.

Si bien la región había logrado mejoras en los resultados del mercado laboral en las últimas décadas, el COVID-19 ha puesto en riesgo parte de ese progreso, indicó el estudio que evalúa cómo será el regreso de las mujeres al trabajo.

«La pandemia implicó no solamente el choque económico sino el hecho de que las escuelas cerraran. Una vez que las escuelas cierran, la demanda por el cuidado en el hogar se incrementa. Y la pregunta es quién atiende esa demanda», explicó Luis Felipe López-Calva, director para América Latina y el Caribe del PNUD.

«Estamos viendo que de manera desproporcionada esa demanda está siendo atendida por mujeres», agregó en una entrevista por Zoom.

Según el PNUD, en Latinoamérica, donde sólo el 40% de las mujeres participa en el mercado laboral, el 39% de los hogares están encabezados por una mujer y el 26% son hogares monoparentales donde el jefe es una mujer.

Bárbara Temperley, una licenciada en administración de empresas de Buenos Aires separada y con dos hijos de 9 y 12 años, buscó un empleo en relación de dependencia durante la pandemia, un proceso que parece haber dado resultado tras postularse a más de 80 empleos.

«No fue fácil buscar trabajo en pandemia. Me he puesto a pensar si no tiene que ver con que tal vez las empresas hayan orientado sus búsquedas hacia hombres y no mujeres justamente por las tareas de cuidado», dijo Temperley, de 42 años, quien debe planear una nueva organización familiar ya que trabajará nueve horas diarias.

«No se volvió a como estábamos antes de la pandemia. Es lo que llaman ‘la nueva normalidad'», agregó Temperley sobre aspectos como la falta del transporte escolar de sus hijos y la menor asistencia de una empleada que la ayudaba en su casa.

Sectores más afectados. La situación laboral también se complicó para muchas mujeres de la región que trabajaban en áreas como la educación, el turismo y el servicio doméstico, especialmente golpeadas desde la llegada del COVID-19, según el informe.

Rosa manejaba un transporte escolar en Paraguay antes del inicio de la pandemia, pero se quedó sin trabajo cuando las escuelas cerraron las puertas para prevenir los contagios.

«Todo cambió con la pandemia. Tenía mi transporte y seguí haciéndolo hasta que no hubo más clases. Me quedé en casa con mis chicos, que tienen todos los días clases virtuales, y ahora dependemos del trabajo de mi marido», dijo Rosa Maidana, una mujer paraguaya de 45 años, madre de tres niños, que contó que hasta febrero no tendrán escuela presencial.

El informe del PNUD hace una distinción entre las mujeres con hijos de hogares monoparentales, que son quienes están reincorporándose más rápido al mercado laboral por no contar con otro ingreso, y quienes viven en hogares biparentales, en los que hubo una disminución de su participación laboral por haber tenido que ocuparse más de las tareas de cuidado.

Rosa Navarro, una chilena de 52 años con siete hijos grandes, tiene una empresa de organización de eventos en Santiago que empleaba a más de 20 personas antes de la pandemia, pero las restricciones a las reuniones la obligaron a reinventarse vendiendo desayunos y comidas.

«No había opción de no trabajar, había que hacer algo. Tuve que liberar a la gente que trabajaba conmigo para que también se reinventaran», dijo Navarro a Reuters por teléfono desde Santiago. «Yo soy sola, no tengo un marido que me ayude. Mis hijos me dan una mano, pero nos vimos muy afectados», agregó.

«Fue difícil porque en 2019 y 2020 teníamos agendados muchos eventos y todos se tuvieron que reagendar. Estuve casi un año y medio sin brindar ningún evento. Recién este sábado pude hacer uno que estaba agendado el año pasado», contó sobre una fiesta de casamiento.

Según el PNUD, en Latinoamérica, donde sólo el 40% de las mujeres participa en el mercado laboral, el 39% de los hogares están encabezados por una mujer y el 26% son hogares monoparentales donde el jefe es una mujer. El estudio fue hecho en base a encuestas de hogares de Argentina, Bolivia, Chile, México, Paraguay y Uruguay.

«Hay que regresar a la presencialidad en las escuelas (…)hay que invertir mucho más en servicios de cuidado para facilitar la participación laboral de las mujeres», concluyó López-Calva, del PNUD.

Fuente: https://www.americaeconomia.com/economia-mercados/finanzas/la-pandemia-retrasaria-10-anos-la-participacion-laboral-de-la-mujeres-en

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Entrevista a Nancy Hopkins, catedrática emérita de Biología en el MIT “Lo peor es cuando te das cuenta de que te infravaloran como científica por ser mujer”

Por: Ana Hernando

La bióloga neoyorkina Nancy Hopkins se ha destacado tanto por su investigación del pez cebra para el estudio del cáncer, como por su activismo de género. Ya jubilada, dice que nunca dejará de investigar y ha creado con otras colegas un grupo para ayudar a las mujeres a emprender en biotecnología.

Nancy Hopkins (Nueva York, 1943) comenta en el documental Picture a Scientist que acabó convirtiéndose en una “activista de género radical” en contra de sus deseos. Cuando entró en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) hace casi 50 años, no creía que el hecho de ser mujer fuera a tener un impacto negativo en su carrera.

Sin embargo, esta catedrática emérita de biología molecular y miembro de la Academia Nacional de Ciencias de EE UU, enseguida comenzó a ver cómo sus colegas masculinos recibían mejor trato y tenían más oportunidades. Entonces tomó conciencia de que la infravaloración estaba condicionando su carrera y la de otras mujeres investigadoras.

Aun así, siempre se ha considerado una apasionada de su trabajo. Se casó en segundas nupcias a los 64 años. “Me divorcié de mi primer marido cuando tenía 30 años y no tenía intención de volver a casarme, me veía a mí misma como una ‘monja’ de la ciencia”, comentó con sorna a The New York times en una bonita pieza que este diario dedicó a su boda.

El MIT ha cambiado mucho, pero mirando hacia atrás, veo claramente que no era la institución la que era hostil hacia la mujer, sino la sociedad que aún no estaba preparada para aceptarnos como científicas de alto nivel

Usted es catedrática emérita de biología en el MIT. ¿Cuál es el foco de su trabajo? ¿Continúa investigando?

Nuestra investigación se enfoca en el uso del pez cebra en el laboratorio para estudiar los genes esenciales para el desarrollo temprano, la longevidad y la predisposición al cáncer. Hemos logrado desarrollar herramientas para la investigación del pez cebra e idear un método eficaz de mutagénesis de inserción a gran escala. Con esta tecnología, identificamos y clonamos el 25 % de los genes esenciales para que un huevo de pez cebra fecundado se convierta en una larva nadadora. Estos genes incluían genes conocidos y nuevos que predisponen a los peces al cáncer.

Ya no dirijo el laboratorio porque me he jubilado, aunque creo que los científicos en realidad nunca nos retiramos del todo. Además, sigo trabajando en cuestiones de igualdad de género que afectan a las mujeres en el ámbito científico.

Entró a trabajar en el MIT en 1973. Al principio le costó creer que su género pudiera tener una influencia negativa en su carrera. ¿Era esta institución un entorno hostil para las mujeres?

El MIT ha cambiado mucho, pero, mirando hacia atrás, veo claramente que no era la institución la que era hostil hacia la mujer, sino la sociedad en general que aún no estaba preparada para aceptarnos como científicas de alto nivel. Mi generación de mujeres fue la primera que pudo conseguir trabajo en las grandes universidades de investigación. En aquel momento, no sabíamos que el hecho de que nos abrieran las puertas no era todo lo que se necesitaba para crear un entorno inclusivo.

En el documental Picture a Scientist usted relata varios episodios de discriminación flagrante en su institución, pero cuenta que al principio aguantó y no hizo nada.

Sí, al principio, cuando empecé a sentir esa discriminación por ser mujer, estaba tan sorprendida que no sabía qué hacer. Los posdoctorales me veían más como una técnica que como un miembro de la facultad y por eso me hacían esperar, por ejemplo, para usar mi propio equipo. En aquella época, las mujeres teníamos que ser amables porque si no te tildaban de desagradable y difícil, y te evitaban. Cuando empecé a publicar artículos científicos en revistas, me di cuenta de que también tenía problemas para conseguir el crédito por mis descubrimientos. Pero seguí trabajando y me ascendieron a profesora asociada. Luego, tras conseguir la titularidad, empecé a tener ya problemas muy significativos y decidí actuar. Ya fui plenamente consciente de que me infravaloraban por el simple hecho de ser mujer y que esto estaba condicionando mi carrera y la de otras mujeres investigadoras. Lo peor es darse cuenta, es algo difícil de aceptar.

Al principio soporté cosas como que los posdoctorales me hicieran esperar para usar mi propio equipo o tener dificultades para que mis colegas varones me acreditaran por mis descubrimientos en los estudios 

¿Cuál fue la gota que colmó el vaso?

Creo que fue alrededor de 1990. Iba establecer mi investigación con peces cebra y necesitaba conseguir 200 pies cuadrados [18 metros cuadrados] de espacio en mi laboratorio para instalar las peceras. Así que fui a administración y les dije que era profesora de investigación senior y que tenía menos espacio que algunos investigadores junior. El hombre me dijo: “Eso no es cierto”. Así que cogí una cinta métrica, recorrí el edificio cuando estaba vacío, medí los laboratorios y anoté y coloreé los espacios que tenía cada persona para saber cuánto espacio tenían. Hice también una tabla con todas las sumas, así que me llevó bastante tiempo.

Pensé que así podría demostrar con datos que tenía menos sitio que los investigadores varones. Pero cuando obtuve las mediciones y se las enseñé a la persona encargada de distribuir el espacio, se negó a mirarlas. Y fue entonces cuando me convertí en una ‘activista radical’, supongo que en contra de mis deseos, como cuento en el documental.

Y desde entonces ha estado involucrada en la defensa del avance de las mujeres en la ciencia.

Sí, durante los noventa un grupo de mujeres del MIT empezamos a organizar debates y establecer comités para analizar y combatir la desigualdad. Yo presidí el primer comité entre el 1995 y 1997. En 1999, escribimos un informe, que publicamos en el boletín del MIT. No imaginamos la repercusión que iba a tener. Aún pensábamos que nuestro problema era el de unas pocas mujeres de élite en instituciones punteras que querían hacer ciencia de muy alto nivel. Por supuesto, resultó ser un problema universal. Aquello causó una gran conmoción comenzaron a pedirnos declaraciones a los medios de comunicación y muchas mujeres nos escribieron desde todo el mundo con problemas similares, lo cual ha seguido sucediendo hasta el presente.

Me di cuenta de que las investigadoras senior teníamos menos espacio que los varones junior, así que medí todos los laboratorios cuando no había nadie y lo demostré con datos. Fue entonces cuando me convertí en una ‘activista radical’, en contra de mis deseos 

En 2018 usted y otras colegas del MIT crearon el Boston Biotech Working Group. ¿En qué consiste y cuál es el objetivo?

El grupo lo creamos tres mujeres del MIT, yo misma, Susan Hockfield, expresidenta del MIT e investigadora de neurociencia, y Sangeeta Bhatia, investigadora de ingeniería biomédica, que además ha cofundado y forma parte del consejo asesor de varias firmas de biotecnología. Entre los 39 miembros del grupo, están los principales grupos de capital riesgo, ejecutivos de la escena biotecnológica de Boston, investigadores del MIT, responsables políticos y administradores académicos.

Estamos trabajando para aumentar el número de mujeres que formen parte de los consejos de administración de las empresas de biotecnología y abrir más vías para que las investigadoras funden sus propias compañías.

Este grupo ha publicado un estudio que demuestra con datos la poca representación de las investigadoras del MIT en el sector de la biotecnología.

Nuestro estudio indica que entre 2000 y 2018, las investigadoras del MIT solo participaron en el 9 % de los eventos del MIT relacionados con biotecnología y otras industrias y que si las mujeres emprendedoras hubieran fundado empresas al mismo ritmo que los hombres, habrían lanzado 40 empresas más fuera del MIT en el mismo periodo de tiempo. Así que había que hacer algo para que las cosas comenzaran a cambiar.

Estaba sentada en el pequeño laboratorio en el que trabajaba [tenía 19 años], entró Crick, me tocó los pechos y me preguntó como si nada: “¿En qué estás trabajando?”. Me quedé tan estupefacta y avergonzada que no supe qué decir o hacer

Volviendo al documental Picture a Scientist. Algo que me dejo impactada es el comportamiento de Francis Crick con usted cuando era una joven investigadora en prácticas en el laboratorio de James Watson [Watson y Crick ganaron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por la estructura del ADN en 1962].

Si, bueno, lo que ocurrió fue que Francis Crick vino de visita al laboratorio para dar una charla. Yo tenía 19 años y estaba emocionada porque creía que tanto Watson como él eran genios. Estaba sentada en el pequeño laboratorio en el que trabajaba, entró Crick, me tocó los pechos y a continuación me preguntó como si nada: “¿En qué estás trabajando?”. Me quedé tan estupefacta y avergonzada que no supe qué decir o hacer.

En ese momento, solo me preocupaba que Jim Watson lo viera y que pudiera afectar a mi relación de estudiante-mentor con él —no lo vio, por cierto—. Yo admiraba mucho a Watson y me habría mortificado si lo hubiera visto. Tampoco quería avergonzar a Crick. Quería estar segura de poder interactuar con él científica y socialmente más adelante, sin que quedara ningún residuo de vergüenza. Así que hice como si no hubiera pasado nada.

Además, ¿a quién se lo iba a decir y qué iba a decir?, era una época diferente. El término ‘acoso sexual’ no existía. Ni siquiera yo sabía lo que era.

Un comportamiento así hoy sería inadmisible. Algo se ha mejorado, ¿no?

¡Sí! Ahora es muy diferente. Las mujeres pueden hacer cualquier cosa. Aunque sigue siendo más difícil para nosotras debido a las mayores responsabilidades familiares y a algunos prejuicios de género que aún existen, pero todo es mucho mejor ahora.

Mi generación —tal y como describíamos en nuestro informe de 1999— descubrió cómo el sesgo inconsciente da lugar a la exclusión, la marginación y la infravaloración de las científicas, y cómo esto conduce a desigualdades en la distribución de los recursos y la compensación para las mujeres. En aquel momento, pedimos al MIT que solucionara estos problemas mediante un seguimiento y una medición constantes, y que luego se ajustara para garantizar la equidad.

Mi generación descubrió cómo el sesgo inconsciente da lugar a la exclusión, la marginación y la infravaloración de las científicas, y cómo esto conduce a desigualdades en la distribución de los recursos y la compensación para las mujeres

¿Cree que las nuevas generaciones de científicas son más exigentes?

¡Claro! Hoy las jóvenes investigadoras piden mucho más. Esperan que la institución ofrezca una cultura inclusiva. No quieren tener que pedir que se les trate de forma equitativa, ni hacer el duro trabajo de señalar constantemente las desigualdades. Quieren cambiar la propia cultura, recompensando a las personas que son grandes científicas y que además saben cómo crear entornos de trabajo inclusivos.

Sin embargo, una de las cosas importantes que hay todavía que cambiar es la equiparación de las responsabilidades familiares entre las mujeres y los hombres que trabajan. También en este caso se trata de una cuestión social amplia y profunda en la que todavía se necesitan muchos cambios.

¿Qué consejo le daría a una joven que quiera dedicarse a la investigación?

¡Hazlo! ¡No lo dudes! Ser científica ha sido el mayor privilegio de mi vida. Es la profesión más apasionante que conozco. Cualquiera que consiga ser científica es una persona afortunada.

Fuente: https://rebelion.org/lo-peor-es-cuando-te-das-cuenta-de-que-te-infravaloran-como-cientifica-por-ser-mujer/

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Una educación libre de prejuicios sociales, esencial para fomentar la curiosidad científica y las vocaciones STEM en las niñas

Por: Nacho Meneses

La brecha de género que persiste entre las carreras tecnológicas y científicas hace que se pierda una parte importante del talento clave para afrontar el futuro

Más de la mitad del alumnado universitario en España, un 55 %, es femenino, y sin embargo la brecha de género es abismal en algunos estudios superiores. La presencia de la mujer continúa siendo minoritaria en las llamadas disciplinas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés): si en el curso 2018-2019, por ejemplo, un 51 % de las matrículas de Ciencias corresponden a mujeres, tres de cada cuatro alumnos matriculados en la rama de Ingeniería y Arquitectura son hombres, y en Informática las mujeres se quedan en un 12,9 %. Estas, por el contrario, representan una abrumadora mayoría en las ramas de Ciencias de la Salud (70,3 %), Artes y Humanidades (63,6 %) y Ciencias Jurídicas y Sociales (59,8 %), según datos del Ministerio de Universidades. Los datos fuera de España no cambian demasiado, y a nivel mundial solo el 29 % de los investigadores en el campo de las Ciencias son mujeres.

¿Obedece esto a una predisposición innata de género o es más bien producto de una larga historia de prejuicios y estereotipos sociales? Más bien lo segundo, afirman los expertos: “Lamentablemente, vivimos en un sistema profundamente dominado por los roles de género (…). Tradicionalmente, a las mujeres se nos ha socializado en los cuidados (del hogar, de la familia, de nuestros mayores y de nuestros hijos), y se ha dicho de nosotras que somos “más intuitivas” o “sensibles”, por lo que existe una mayoría de mujeres en carreras como comunicación, filologías, terapia ocupacional o enfermería”, sostiene Ludi García, directora gerente de la consultora de comunicación Hotwire. “Mientras tanto, a los hombres se les han atribuido fortalezas como la mente fría y analítica, empujándolos hacia carreras más científico-técnicas como las ciencias, las ingenierías o las matemáticas. Por supuesto, esto no son más que construcciones sociales que, por desgracia, siguen prevaleciendo en algunos sectores de la sociedad”.

Luchar contra la brecha de género, imprescindible

Para Ana Delgado, Chief Education Officer en The Valley, el talento femenino existe y es muy abundante, y considera que la base del éxito está en lograr un equilibrio que ponga en evidencia el valor añadido que puede aportar cada uno a este ámbito STEM. “Los equipos con perfiles variados y multidisciplinares incitan a la productividad, la eficiencia y la creatividad. De la misma manera que existen diferentes perfiles en cuanto a capacidades (como, por ejemplo, personas más dadas a la analítica, a la estrategia o al negocio), pasa lo mismo con el género. Y todos son necesarios”. Con los avances tecnológicos y la rápida evolución de la digitalización, se necesitan cada vez más expertos capaces de ayudar y guiar a las empresas y profesionales a abordar este nuevo panorama y cubrir esas necesidades, y en esta demanda resulta irrelevante si se es hombre o mujer.

“Un mantra que repetimos constantemente, pero que no por ello es menos cierto, es que por culpa de la brecha de género en estas disciplinas estamos perdiendo la mitad del talento. A día de hoy vemos que uno de los problemas principales, anunciado por la Unión Europea, es la falta de habilidades en los trabajos del futuro, aquellos ligados estrechamente a la tecnología”, afirma Belén Perales, responsable de RSC de IBM España. Los datos apuntan a que las disciplinas STEM no figuran entre las favoritas de los jóvenes, pero, aun así, un 16,3 % de los adolescentes españoles de 15 años contempla dedicarse a estas áreas cuando sean adultos: de ellos, un 12,1 % corresponde a los chicos y solo un 4,2 % a las chicas, lo que demuestra que la brecha de género se da ya en edades muy tempranas. “Desde IBM, consideramos que la solución se encuentra en fomentar la educación en estas disciplinas desde muy jóvenes, para acabar con estos estereotipos que hacen pensar más adelante que ciertas carreras son masculinas o femeninas”, añade.

Las proyecciones económicas y sociológicas apuntan, efectivamente, a que el bienestar de nuestro sistema económico pasa por un desarrollo de perfiles tecnológicos que no puede detenerse ante obstáculos de género y que implicará a todos los sectores productivos. “El futuro no estará tan demarcado como ciencias y letras, sino que vamos hacia una formación más transversal”, argumenta Rafael Conde, director del grado en Artes Digitales de la Universidad Camilo José Cela (UCJC), en Madrid. “Las materias STEM estarán presentes en todas las formaciones. Antes, ser analfabeto era no saber leer ni escribir; exagerando un poco, pero no tanto, en el futuro lo será no saber código, te dediques a lo que te dediques. Por eso necesitamos mujeres STEM, para que rompan los estigmas y no solo las niñas, sino toda la población, se acerquen a estos conocimientos sin prejuicios ni complejos”.

Por supuesto, eso no implica que haya que forzar vocaciones científicas si no existe interés. El problema es que, como recuerda Conde, este existe, “pero muchas mujeres que querrían entrar no lo hacen por el estigma social que conlleva de “mundo masculinizado” y, sobre todo, algo asocial”. El caso del grado en Artes Digitales de la UCJC es algo diferente, ya que (si bien son un grupo pequeño) este curso el 100 % de las matrículas ha correspondido a mujeres, y en el segundo curso también hay una mayoría femenina. Allí, los estudiantes aprenden desde disciplinas más artísticas como la fotografía y el dibujo hasta elementos más técnicos como la programación multimedia, principios de robótica y diseño, entendido este como ilustración 2D, modelado e impresión 3D, diseño web, maquetación… Unos estudios cuyas salidas profesionales están en las industrias creativas, que hoy por hoy generan más empleo que la industria del automóvil de Estados Unidos, Europa y Japón juntas, según la OIT: la animación, el diseño digital, los videojuegos, los efectos especiales, la posproducción o el diseño web.

Una mayor visibilidad de referentes femeninos

Para fomentar la curiosidad científica y las disciplinas STEM entre las niñas se requiere de un esfuerzo conjunto que promueva valores inclusivos desde la infancia y que ayude a visibilizar los referentes femeninos que ya existen (y que han existido) dentro del campo STEM. Una labor en la que los padres y las familias, por un lado, y los educadores, por otro, juegan un papel fundamental: “Es necesario que no solo en el colegio, sino también en casa, se eduque en la igualdad y la colaboración. Es responsabilidad de todos que trabajemos en derribar las ideas convencionales y los roles tradicionalmente adjudicados a cada uno de los géneros”, reflexiona Ludi García.

Por otro lado, es necesario que, desde los centros educativos, se ofrezca una orientación libre de estereotipos en la que reforzar la presencia de mujeres en los contenidos educativos ayude a que las chicas quieran dedicarse a la ciencia. “La clave pasa por ofrecer experiencias con disciplinas de ingeniería, ciencias, matemáticas y demás desde pequeños, para que todos se familiaricen con esos ámbitos y vean todas las posibilidades que ofrecen, sin distinción de género”, incide Delgado. En cualquier caso, se trata de educar a los niños y niñas, inspirándoles e impulsándoles a avanzar en el camino que más les interese. “En general, la inclusión de referentes femeninos ayuda a disminuir la desigualdad de género en todos los ámbitos”, insiste Perales.

Sin embargo, cuando se trata de dar visibilidad a estos referentes, la responsabilidad va mucho más allá, e implica a empresas, instituciones públicas y privadas y medios de comunicación. Así, espacios públicos como ChicaStem, que recoge iniciativas nacionales e internacionales para fomentar las vocaciones en estas disciplinas, o el Observatorio Mujeres, Ciencia e Innovación, creado en 2019 para “combatir cualquier discriminación por razón de sexo, garantizar la igualdad de oportunidades y aumentar la presencia de mujeres en todos los ámbitos de la vida científica y universitaria”.

La Universidad Complutense de Madrid (UCM) presentó en junio de 2019 el proyecto Por qué tan pocas, que incluye un largometraje y 20 píldoras audiovisuales con las que se pretende visibilizar el papel de las mujeres españolas en los campos de la tecnología y la ciencia, con referentes como Margarita Salas (bioquímica), María Blasco (bióloga), Elena García (ingeniera robótica) o Clara Grima (matemática). IBM, por su parte, tiene en marcha desde hace varios años iniciativas como Watson va a clase y Open P-Tech, que ofrecen a los más jóvenes las herramientas necesarias para despertar esta curiosidad y fomentar la vocación en estas disciplinas.

El ámbito de la comunicación es, finalmente, muy importante a la hora de dar visibilidad a las mujeres y que las futuras generaciones vean referentes a los que seguir: “En muchas ocasiones, los estudiantes se interesan por una disciplina por las informaciones que ven en los medios. Si la periodista es una mujer, las posibilidades de que se sientan reflejadas y captar su interés son mayores”, concluye Ludi García.

Liderazgo femenino en el campo STEM

Si hay una brecha de género respecto al número de mujeres que entran en las titulaciones STEM, también la hay en cuanto a la cantidad de ellas que se incorporan a puestos de alta dirección en las empresas tecnológicas, una carencia del mercado que pretende contribuir a subsanar el máster Desarrollo Directivo para Mujeres STEM, de la UCM, una formación “dirigida a mujeres que han sido referentes y que llevan 15 o 20 años trabajando en áreas tecnológicas, formándolas en habilidades y competencias que les permitan ejercer ese liderazgo en unos contextos empresariales que son eminentemente masculinos”, explica Silvia Carrascal, directora del programa.

El objetivo, afirma, es empoderar a la mujer, aunque a la vez hace hincapié en que se trata más de poner en valor el talento y reconocer las competencias que se poseen, ya seas hombre o mujer, que de cumplir con un determinado porcentaje [por los planes de igualdad de las empresas]. El máster de la UCM pone así el foco en “contribuir a su desarrollo personal y su empoderamiento a través de la mentoría y del coaching de carrera, con expertos en habilidades comunicativas y sociales, liderazgo, toma de decisiones, visión estratégica y actualizaciones en la transformación digital de las empresas”.

Para Carrascal, se trata de aportar nuevos estilos de liderazgo, ya que la mujer puede promover “uno mucho más flexible y transversal, menos encasillado en lo que es el conocimiento y mucho más relacionado con los retos, los logros y los desafíos de una empresa, un equipo o un proyecto”. “Alguien”, continúa, “que es capaz de ver no solo el impacto económico, sino también el lado más personal y emocional de las cosas: el efecto que tiene en la sociedad; cómo es de sostenible para la empresa; cuál es el impacto positivo para sus empleados o qué políticas implementar para una mejor cultura organizativa”.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/economia/2020/10/28/actualidad/1603878746_104941.html

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