Fundamentos filosóficos del racismo

Por: Leonardo Díaz

En palabras, de Taguieff, “el racismo depende de los contextos, más que de las disposiciones de ciertos actores”. Nos habla de “racismos”, los cuales se expresan de diferentes modos en distintas circunstancias:

Cuando mis lectores se encuentren en contacto con estas líneas, habré concluido mi participación en un coloquio virtual sobre los fundamentos filosóficos del racismo, junto al Dr. Roque Santos, colega a quien agradezco haberme proporcionado un artículo clásico sobre el problema: “El racismo”, del filósofo francés, Pierre André Taguieff.

En el referido escrito, Taguieff nos estimula a reformular la idea clásica del racismo como ideología biologicista, distinguiendo dos clases de nuevo racismo: el universalista, fundamentado en la negación de la identidad; y el diferencialista, fundamentado en la negación de la humanidad. El primero desconoce las especificidades propias de los distintos grupos humanos, rechaza la diversidad. El segundo fetichiza las especificidades fenotípicas o culturales de los colectivos, negándoles las raíces y atributos comunes que los vinculan como integrantes de la especie humana.

Usualmente, reducimos el racismo a expresiones políticas como el colonialismo y el nazismo. Taguieff entiende que esta actitud simplifica el problema y obscurece la comprensión del racismo como representación simbólica vedada e incorporada a las prácticas humanas, de aparente difuminación en el espacio público.

La propuesta de reformulación de Taguieff implica no analizar el racismo desde un enfoque esencialista, sino, situacional. En otras palabras, en vez de mirar las actitudes racistas como típicas de individuos con una naturaleza injusta o maligna -lo que nos llevaría a creer que su marginación o penalización resuelve el problema- debemos comprender de modo integral las variables sociales y culturales que posibilitan las prácticas racistas a fin de transformar estas acciones desde la transmutación de esas variables.

En palabras, de Taguieff, “el racismo depende de los contextos, más que de las disposiciones de ciertos actores”. Nos habla de “racismos”, los cuales se expresan de diferentes modos en distintas circunstancias:

  1. Como actitud, o como prejuicio que estigmatiza.
  2. Como práctica social, desde la discriminación a la persecusión.
  3. Como dinámica institucional, o normativización estructural excluyente.
  4. Como discurso ideológico, o cosmovisión del mundo.

Por consiguiente, debemos analizar procesos complejos donde interactúan entre sí estas modalidades, así como ellas con los factores determinantes de carácter económico, social y político.

Y sobre todo, recordar la advertencia de Taguieff de que el problema de los racismos no se soluciona con una cacería de individuos, ni con esa actitud tan mojigata de nuestros días de comprometerse con un discurso políticamente correcto. Esto solo arroja un velo sobre el problema y su solución, obstaculizando una batalla cuyo escenario fundamental no es psicologico, ni moral, ni legal; sino político.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/fundamentos-filosoficos-del-racismo-8861799.html

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El sistema escolar en el PND

Por: Carlos Ornelas. 

Los propósitos son claros y loables: bienestar, inclusión, igualdad, búsqueda de paz y justicia. Las herramientas que define para alcanzarlos, sin embargo, no apuntan a lo estratégico; al Plan Nacional de Desarrollo le falla lo programático.

Las políticas de educación –concebidas como estrategias, policies en inglés– y la política como lucha por el poder están enmarañadas; sólo pueden separarse para fines analíticos. Esta conjunción se encuentra en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2019-2014, que el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó al Congreso para su aprobación o rechazo.

Los pertrechos intelectuales para el análisis de ese documento son variados: de la reseña simple a una revisión compleja de antecedentes, propósitos, instrumentos legales y políticos (tecnología del poder) y el contexto político en que se plantea desplegar la acción gubernamental. Todo envuelto en un discurso ideológico.

En una entrega periodística es imposible dilatar el examen del capítulo de educación en el PND, pero es factible destacar sus elementos centrales.

El diagnóstico contiene un tono político en contra del neoliberalismo y los últimos 36 años de gobiernos “oligárquicos” del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido Acción Nacional (PAN): “devastaron al país (…) se emprendió una ofensiva brutal contra las normales rurales (…) se operó una mal llamada reforma educativa (…) orientada a crear las condiciones para la privatización generalizada de la enseñanza” (pp. 42-43).

El diagnóstico de los males del sistema escolar se exhibe con cierta largueza en el texto del objetivo 2.2: “Garantizar el derecho a la educación laica, gratuita, incluyente, pertinente y de calidad en todos los tipos, niveles y modalidades del Sistema Educativo Nacional y para todas las personas” (p. 90).

Al resumir antecedentes, el Plan Nacional de Desarrollo no reconoce ningún avance. La paradoja: apoya su dictamen en cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), con las pruebas de PISA, en otras del aborrecido Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y ratifica los Objetivos de Desarrollo del Milenio en su agenda para 2030.
Estos, si bien los abandera la Unesco y son defendibles en términos ideológicos y políticos, muestran que, a pesar de la retórica localista de la Cuarta Transformación, las “ideas itinerantes” están presentes en las mentes del alto funcionariado.

Los propósitos son claros y loables: bienestar, inclusión, igualdad, búsqueda de paz y justicia. Las herramientas que define para alcanzarlos, sin embargo, no apuntan a lo estratégico; al PND le falla lo programático. Claro, en el Programa Sectorial del Educación podemos esperar detalles, pero intuyo que se mantendrá más en la facundia antirreforma y menos en la sustancia.

El PND tiene líneas para todo el sistema escolar, pero privilegia dos cuestiones: maestros y propuestas para la educación superior.

Propone reconocer la función de los docentes, fortalecer su formación, otorgar estímulos y mejorar la actualización para “garantizar la calidad en el aprendizaje de las niñas, niños, adolescentes”. Asunto que embona con el diagnóstico de que las normales andan mal debido al neoliberalismo.

El PND sintetiza tres desafíos de la educación superior: mejorar calidad y pertinencia de la oferta respecto a las necesidades sociales y económicas; articular niveles, tipos y modalidades educativas de manera eficiente; y financiamiento oportuno, suficiente, con certidumbre para sustentar estrategias de largo plazo.

Para dar seguimiento y garantizar el cumplimiento de metas, propone indicadores de eficiencia y… nada más.

Tras revisar las páginas dedicadas al sistema escolar, lo único novedoso respecto a lo existente es la inclusión de educación inicial y crecimiento de programas de apoyo para estudiantes con el fin de asegurar el acceso y permanencia en la educación a mujeres, habitantes de pueblos indígenas y de grupos históricamente discriminados. Ratifica que ofrecerá oportunidades que tengan como eje principal el interés superior de niñas, niños y adolescentes.

Por lo demás, a pesar de la oratoria antineoliberal, no difiere mucho de los propósitos de la “mal llamada” Reforma Educativa, ni reniega de fines pedagógicos que adelantó el modelo educativo para la educación obligatoria. Tampoco documenta que el gobierno de Peña Nieto quisiera privatizar la educación.

Fuente del artículo: https://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/el-sistema-escolar-en-el-pnd/1314352

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La ideología es como la sombra: siempre nos acompaña

Por: Leonardo Boff

El tema de la ideología está a la orden del día: ideología de género, política, económica, religiosa etc. Intentemos poner en claro esta cuestión.

1. Todo el mundo tiene una determinada ideología. Es decir, cada uno se hace una idea (de ahí ideología) de la vida y del mundo. Tanto el vendedor de palomitas de maíz de la esquina como la persona que atiende el teléfono o el profesor universitario. Es inevitable, porque somos seres pensantes con ideas. Querer una escuela sin ideología es no entender nada de ideología.

2. Cada grupo social o clase proyecta una ideología, una visión general de las cosas. La razón es que la cabeza piensa a partir de donde pisan los pies. Si alguien tiene los pies en la favela, tiene una cierta idea del mundo y de la sociedad. Si alguien tiene los pies en un apartamento de lujo junto a la playa, tiene otra idea del mundo y de la sociedad. Conclusión: no solo el individuo, sino también cada grupo social o clase, elaboran inevitablemente su visión de la vida y del mundo a partir de su lugar social.

3. Cada ideología personal o social, así como todo saber, tiene intereses detrás, no siempre explicitados. El interés del trabajador es aumentar su salario. El del patrón, aumentar su ganancia. El interés de un habitante de la favela es salir de esa situación y tener una casa decente. El interés del morador de un apartamento de clase media es poder mantener ese status social sin estar amenazado por la ascensión de la gente de abajo. Los intereses no convergen porque si aumenta el salario, disminuye la ganancia y viceversa. Aquí se instaura un conflicto.

4. El interés escondido detrás del discurso ideológico debe ser calificado: puede ser legítimo y es importante explicitarlo. Por ejemplo: tengo interés en que ese grupo de familias cree una pequeña cooperativa de productos orgánicos, de hortalizas, tomates, maíz etc. Este interés es legítimo y puede ser dicho públicamente. Puede ser también un interés ilegítimo y ser mantenido oculto para no perjudicar a quien lo propone. Ejemplo: hay grupos que combaten el desnudo artístico para, en realidad, encubrir la homofobia, la supremacía de la raza blanca y la persecución a los grupos LGBT. O un político de un partido neoliberal cuyo proyecto es disminuir los salarios, reducir las pensiones y privatizar bienes públicos y se presenta como alguien que va a luchar por los derechos de los trabajadores, de los jubilados y a defender la riqueza de Brasil. Él oculta ideológicamente los verdaderos intereses partidarios para no perder votos. Esa ocultación es la ideología como falsedad y él, un hipócrita.

5. La ideología es el discurso del poder, especialmente del poder dominante. El poder es dominante porque domina varias áreas sociales. Las élites brasileras tienen tanto poder que pueden comprar a las demás élites. Porque son dominantes, imponen su idea sobre la crisis brasilera, culpando al Estado de ineficiente y perdulario, a los líderes de corruptos y a la política de ser el mundo de lo sucio. Por otro lado, exaltan las virtudes del mercado, las ventajas de las privatizaciones y la necesidad de reducir las reservas forestales de la Amazonia para permitir el avance del agronegocio. Aquí se oculta conscientemente la corrupción del mercado, donde actúan las grandes empresas que sustraen millones de los impuestos debidos, mantienen una caja B, promueven intereses altos que favorecen al sistema especulativo financiero que drena dinero público, sacado del pueblo, hacia los bolsillos de unas minorías, que, en el caso brasilero, son seis multimillonarios que poseen igual riqueza que 100 millones de brasileros pobres. Estas élites ocultan las agresiones ecológicas, la desnacionalización de la industria y hacen propaganda de que el agro es pop. Practican una ideología descarada como engaño. Hay redes de televisión que son máquinas productoras de ideología de ocultación, negando al pueblo datos sobre la gravedad de la situación actual, generando espectadores alienados, pues creen en tales versiones irreales. Para encubrir su dominación, apoyan proyectos que benefician a niños o patrocinan grandes eventos artísticos para parecer benefactores públicos. Por detrás ocultan desfalcos y apoyan abiertamente a determinados candidatos, satanizando la imagen del principal opositor.

Existe también la ideología de los sin poder, de los sin tierra y sin techo, y otros que para sustentarse elaboran discursos de resistencia y de esperanza. Esa ideología es benéfica pues los ayuda a vivir y a luchar.

La ideología es como una sombra: nos acompaña siempre. Para superar las ilegítimas, es menester desenmascararlas y sacar a la luz los intereses escondidos. Y cuando hablamos a partir de un determinado lugar social, conviene explicitar en el discurso nuestra ideología. Concientizada, la ideología se legitima y democráticamente puede ser discutida o aceptada.

*Fuente: http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=859

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