Page 13 of 14
1 11 12 13 14

Los amores swinger

Por Coral Herrera Gómez

 Debido a la doble moral de la cultura patriarcal, tradicionalmente los hombres han podido tener relaciones sexuales al margen del matrimonio frecuentando prostíbulos, burdeles, mancebías, casas de citas, puticlubs, etc. en los cuales podían satisfacer sus fantasías sexuales con una o más mujeres a cambio de dinero. Nunca ha existido un lugar semejante para las mujeres, a excepción de las cortes faraónicas o reales en las que las reinas y las mujeres de la nobleza tenían sus harenes masculinos más o menos encubiertos.

Sin embargo, en la posmodernidad existen espacios para el placer compartido en los que las mujeres pueden desarrollar prácticas sexuales alejadas de la norma y de la moral sexual tradicional. Estos lugares de encuentro (chalés, casas particulares, hoteles, discotecas o bares) son utilizados por mujeres que llevan a cabo sus fantasías sexuales, a solas o con sus compañeros, en un ambiente liberal.

En las ciudades occidentales proliferan este tipo de espacios normalmente enfocados a los intercambios de pareja, en los que su máxima ley es el consentimiento mutuo y la libertad de elegir el número de personas o el tipo de prácticas sexuales que se  prefieren. En ellos se cuida al máximo la higiene y la seguridad (por un lado, la sexual –se fomenta el uso de preservativos- y por otro la seguridad de las personas ante situaciones conflictivas).

Su norma básica es el respeto: “No” significa siempre “no”, y no suele ir seguido de un “¿Por qué?”, de modo que las relaciones entre las personas que se encuentran allí no se tensen ni se produzcan malentendidos. Dado que nuestra cultura amorosa está basada en la posesividad y la exclusividad sexual de la pareja, las personas que acuden a este tipo de locales, fiestas, festivales o encuentros cuidan al máximo sus comportamientos y modos de relacionarse,porque son conscientes de que es un mundo alternativo a la sexualidad hegemónica en el que pueden surgir emociones intensas (celos, miedo, inseguridades, y emociones contradictorias como excitarse por ver a su pareja disfrutar con otra persona y a la vez sentir celos). Por ello la cortesía, la educación y la elegancia en el trato son básicos.

Existen, además, las figuras de los mediadores, que vigilan la armonía del entorno y guían a las parejas en el funcionamiento del local. Una pareja puede elegir el grado de implicación y participación en los intercambios sexuales según sus apetencias. En España estos sitios proporcionan una pulsera de colores que marca ese grado de implicación: desde parejas que solo quieren mirar o que los demás les miren mientras practican sexo, hasta la forma de empezar por primera vez un intercambio con una pareja. Los mediadores pueden presentar a parejas que se gusten y no se atrevan a saludarse por miedo al rechazo, asesoran a las parejas para su actitud no presione a otras personas, y resuelven cualquier duda o conflicto que pudiera presentarse.

Existe una especie de manual de etiqueta para este tipo de contactos, aunque es un código no escrito y está normalizado más que nada por el uso y por la cortesía elemental.

  1. Amabilidad. Aunque no te interesara llevar a cabo algún encuentro sexual con otra pareja o persona, respeta sus sentimientos, sus deseos y sus gustos, aunque no coincidan con los tuyos.
  2. Contesta los mensajes. No dejes de contestar los mensajes que te envíen, aun cuando sea para decir simplemente «No, gracias»; de esa manera evitas que alguien pierda el tiempo esperando inútilmente.
  3. Prepárate. Si deciden con tu pareja concretar un encuentro con alguien, toma las previsiones del caso. No olvides JAMAS llevar encima la correspondiente cajita de preservativos.
  4. Toma en cuenta los sentimientos de los demás. Observa si tu pareja y la otras personas actúan de un modo relajado o tenso, e intenta, si algo anda mal, disipar el mal momento con un gesto afectuoso o de confianza.
  5. No seas insistente. Si alguien te dice NO, no es válido preguntar POR QUÉ, porque después de todo, el ser swinger significa también la libertadde decisión y de elección para todos. Aquí en todos los caso NO significa NO.
  6. Sólo acepta lo que sea divertido para tod@s. Recuerda, ésa es la idea, divertirse y pasar un rato agradable.

Lo curioso del fenómeno es que el perfil de este colectivo de personas es de clase media-alta y profesiones liberales: jueces, profesoras, ejecutivos, empresarias, académicos, funcionarias, médicos, etc. En las páginas webs de los locales de encuentros de parejas existen guías y recomendaciones para las personas que quieran abrir su intimidad sexual para compartirla con más gente. Todas ellas recomiendan tener tacto, actuar con sinceridad, honestidad, y propiciar la comunicación. Normalmente son los hombres quienes introducen a sus parejas femeninas en este mundo. Sin embargo, cada vez es más común que las mujeres tomen la iniciativa o que incluso acudan solas a fiestas de este tipo donde son bienvenidas.

Estas prácticas sexuales se engloban bajo el término swinger, que deriva del inglés to swing (balancearse, oscilar). El movimiento swinger incide en el hecho de que las parejas que practican el libre intercambio se quieren, se respetan y poseen una profunda complicidad entre ellos. Nunca recomiendan entrar en el mundo swinger cuando la pareja sufre problemas graves, porque suponen que empeorarán sus problemas y su falta de confianza, inseguridad, miedos o contradicciones. El movimiento swinger en cambio es apta para parejas que se quieren, que se comunican entre sí con fluidez y que son capaces de compartir y expandir su sexualidad sin miedo a perder a su pareja.

Según el estudio de Mcginley  (1979), las parejas swinger:

1.- Disfrutan y están más satisfechos con su actual relación emocional.

2.- Se comprenden mejor a sí mismos y a su pareja.

3.- Tienen una comunicación más íntima y eficaz con su pareja.

4.- El sexismo es menor en su relación de pareja.

La tolerancia, el respeto y la sinceridad mutua eliminan la doble moral y la hipocresía, y supone un trato igualitario entre los miembros de la pareja, que se sienten libres para compartir sus fantasías con su pareja y con más gente afín. El movimiento swinger, en este sentido, separa la fidelidad sexual de la afectiva: se trata de divertirse y disfrutar en colectividad pero manteniendo la relación afectiva con su pareja como algo valioso e indispensable. De algún modo, creen en la fidelidad sentimental aunque no en la sexual, y se les ha criticado precisamente porque no rompen con la estructura de pareja de dos, ni con la heterosexualidad ni el matrimonio. Sólo rompen con la hipocresía burguesa del binomio matrimonio-adulterio. Los swingers, como principio teórico, no tienen sexo al margen de la pareja, por lo cual no mienten ni traicionan a su cónyuge, ya que lo hacen con su propio compañero o compañera.

A pesar de esta fidelidad sentimental, entienden que se exponen al riesgo de que su pareja se fascine con otra persona, pero al final ese riesgo es el mismo que corren las personas que practican la monogamia y el adulterio clandestino. Según Daniel Bracamonte, de la Asociación Argentina de Swingers, la gran mayoría de las parejas se iniciaron estando muy bien en su sexualidad íntima e, incluso, fue el alza del deseo el que los llevó a buscar “nuevos horizontes”.

Para Bracamonte el sexo swinger no reemplaza al sexo en pareja porque en realidad distinguen muy bien entre las relaciones fugaces y descomprometidas que establecen con otros y otras, y su relación, que es más compleja, más profunda y duradera. Practicar los intercambios, los tríos y las orgías comunales no empobrece el sexo dentro de la pareja, sino que lo enriquece: “Podemos hablar de una interacción entre ambas variantes: el intercambio eleva el morbo junto a las fantasías de la pareja, y generan una complicidad sexual que estimula genitalmente. Es por esta razón que muchas parejas ven incrementada su sexualidad de pareja después del primer intercambio”.

Los swingers entienden que la fidelidad es una cuestión que tiene que ver con la función reproductora de la sexualidad. Sin embargo, la sexualidad va más allá de la reproducción porque se convierte en un instrumento de placer y un modo de relacionarse eróticamente con otras personas; por eso creen que el placer debe ser algo libre y múltiple, no constreñido socialmente. Los swinger son conscientes de la contradicción de sus planteamientos, porque por un lado defienden la pareja clásica heterosexual y por otro, a la vez, defienden la libertad sexual (pero compartida con el otro)

Daniel Bracamonte, por ejemplo, admite que el miedo es el trasfondo de la contradicción que sentimos las personas al ver gozar a nuestra pareja con un tercero. Los swingers transforman el miedo en confianza, y transforma “la aterradora imagen de que nuestra pareja goce con otros en una placentera forma de compartir fantasías y placer mutuo. Lo contradictorio es en general dialéctico: negamos lo que aceptamos y aceptamos lo que supuestamente negamos. El swinger es en sí una contradicción: puede ser placentero y nocivo, conveniente e inconveniente, todo depende de cómo se viva”.

Los swingers no necesitan, para sentirse seguros y amados, tener la exclusividad sexual, y declaran sentir el amor de una forma más profunda, menos posesiva: “Vemos a la pareja no como una unidad reproductiva sino como la unión de aspiraciones, proyectos y fantasías, y entendemos que acompañarnos es a la vez comprendernos y ayudar al otro a realizar aquellas cosas que lo hacen feliz o le aportan placer. No hay en la posesividad ni en los celos nada que nos asegure amor, más bien hay mucho de un individualismo no elaborado”.

Este individualismo además conlleva un egoísmo y una serie de mentiras que convierten las relaciones monogámicas heterosexuales en una institución hipócrita en el que cada uno de los miembros puede llevar una doble vida: actuar como una perfecta casada o casado y tener amantes sin problemas, y con mucha discreción. Los swinger entienden que mentir, ocultar o reprimirse no es sano para la salud física y mental de las personas, y además conlleva multitud de problemas asociados. El adulterio supone traicionar un pacto o contrato de fidelidad y sinceridad, hace mucho daño a las personas que lo practican y a los terceros protagonistas. En cambio, las prácticas swinger no socavan la confianza del otr@, sino que refuerza la unión de la pareja porque entre sus miembros no hay mentiras ni secretos.

El swinger es una actividad de parejas que nace de una relación estable, crece como fantasía de ambos, recorre el proceso de construcción de la confianza mutua, de la caída de los prejuicios y, superado ese momento, comienza el juego en la búsqueda de la primera experiencia”. La ley mayor del swinger es oscilar. Pasamos fugazmente por la cama de los otros, no nos quedamos en ella ni buscamos más atención que la genital en ese momento concreto. Si esto se respeta -y la mayoría de los swingers lo hacemos-, no hay otras historias que lamentar. Cuando, por el contrario, nos aferramos a otra pareja o a un solo o sola en el caso de los tríos, la cuestión comienza a tener sus riesgos. Somos ¨osciladores¨, vamos del placer hacia lo nuevo. Sólo tenemos un puerto fijo en nuestro constante navegar: nuestra pareja«

Daniel Bracamonte Los swingers

Según Terry Gould  en “The Lifestyle: A Look at the Erotic Rites of Swingers”, el intercambio de parejas comenzó entre los pilotos de su fuerza aérea y sus esposas durante la Segunda Guerra Mundial. A partir de los años 60, la práctica se ha extendido por E.E.U.U y Europa principalmente, y de ahí a muchos otros países. En la España de los años setenta fue conocido en círculos restringidos un lujoso chalé de la sierra madrileña donde se organizaban reuniones de pequeños grupos de parejas no profesionales. También por la misma época se habría dado actividad swinger con cierta asiduidad en determinados campings, entre clases sociales más modestas. Revistas como la histórica Lib fueron uno de los pocos canales de contacto entre parejas a finales de los setenta y durante la década de los ochenta.

En Estados Unidos existen al menos 400 clubes de intercambio de pareja y en Europa más de 600. Los clubes se dividen típicamente en clubes “internos” o «On premise», donde la actividad sexual puede ocurrir dentro del local, y clubes “externos” » Off premise» donde la actividad sexual no está permitida en el interior del local pero se puede concertar en un lugar cercano.

En Europa existen tres formatos de clubes estándar:

  • el bar / club nocturno, usualmente pequeño, ubicados en los centros de las ciudades, y enfocado alrededor de la pista de baile;
  • el formato de Spa en ambiente nudista, con piscinas, piscinas de hidromasaje, saunas, cuartos de vapor;
  • el formato de club de campo, fuera de las ciudades, que incluyen elementos de los dos anteriores, ofrece además amplias áreas recreativas y usualmente los alimentos se sirven a manera de buffet.

Existen algunas organizaciones nacionales que organizan el intercambio de sus miembros, convenciones y vacaciones grupales. En Europa, los intercambiadores de todo el continente se congregan en julio y agosto en el pueblo nudista de Cap d’Agde en el sur de Francia donde existen cerca de 8 clubes de intercambiadores de pareja. En su temporada alta, Cap d’Agde alcanza una población de 30.000 personas.

 En España proliferan chalés de encuentro swinger en la costa, o clubs cada vez más exitosos, como Momentos Club, Encuentros, o Satén en Madrid, o Training Events(*) en Barcelona.

Al margen de los organizadores empresariales que ven el movimiento swinger como un negocio, existen organizaciones autogestionadas que ven el swigerismo como un modo de vida y que tratan de no mercantilizar el sexo. Así que otras formas de conocer gente swinger es a través de anuncios personales, fiestas caseras de intercambio y principalmente Internet.

“Te amo, te comparto” es una contradicción, pero como toda contradicción respeta las generales de la evolución. Compartir no es entregar, dar un paso al costado ni perder nuestra posición dominante en el plano del amor, único sustento de la pareja. Compartir es más precisamente dejar hacer en comunidad para el placer mutuo. Esto parece muy filosófico, pero es esencial. También se ve como una contradicción aun más compleja el hecho de que los swingers gocemos viendo al otro gozar con un tercero. Allí lo que se expresa es el principio de la omnipotencia genital: si ella o él me ama, nadie le podrá dar placer sexual. Nada más inexacto. Quizás el amor nos asegure el lugar más cálido y requerido en la sexualidad del otro, pero no inhibe su capacidad natural para gozar. Podemos gozar con otros sexualmente y amar en exclusividad, esto es así, podemos aceptarlo o mirar para otro lado. Y si es así, ¿por qué no dejar que esa capacidad fluya y no mentirnos con la idea de que somos los únicos que excitamos a nuestra pareja?” 

Si las bodas son actos luminosos celebrados a plena luz del día, los intercambios de pareja pertenecen al lado oscuro de nuestra realidad, porque transgreden la monogamia y abren otras formas de relacionarse eróticamente. Sin embargo, gracias a Internet, este fenómeno invisibilizado por los grandes medios está experimentando un fuerte desarrollo; existen numerosos blogs, webs y redes sociales de swingers como Vidas Libres (*) en el que las parejas pueden conocerse, quedar, intercambiar fotos, vídeos, etc.

Coral Herrera Gómez

Fuente: http://haikita.blogspot.com/2010/11/los-amores-swingers.html

(*) El artículo original cuenta con varios enlaces rotos o ya no disponibles.

Comparte este contenido:

Argentina: Diversidad sexual: cuando lo que se calla excluye

Fuente: CTERA / 6 de junio de 2016

La población trans es la que más padece la discriminación en el aula. Opinan tres referentes del tema.

por Marcela Isaías

Agresiones verbales, físicas y hostigamiento son las expresiones más comunes de la discriminación que sufren estudiantes lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBT). La peor parte la padece el colectivo trans. Se trata de otra manifestación de la violencia de género que es poco o nada debatida en las aulas, y donde la consecuencia más inmediata es la exclusión escolar. En la provincia existe un protocolo de orientación para estas situaciones pero no siempre es conocido; en tanto que anticipan que se proyecta un programa específico para acompañar la trayectoria escolar de esta población. Tres especialistas en el tema comparten sus opiniones: Emiliano Samar (Educación y Diversidad Sexual de Ctera), Esteban Paulón (Diversidad Sexual de la Provincia) y Michelle Mendoza (Frente Diversidad del Movimiento Evita).

La problemática es de tanta preocupación que a mediados de mayo reunió por primera vez a los ministros de Educación de distintos países en un congreso organizado por la Unesco. El encuentro, realizado en París, tuvo como único tema «hacer un llamamiento a la acción y la discusión de nuevas recomendaciones que den respuesta a la violencia por motivos de orientación sexual e identidad de género», que derivan en exclusión escolar y más tarde en exclusión social.

 

Sensibilizar para educar?

Emiliano Samar es el responsable del equipo de Educación y Diversidad Sexual de Ctera. Una de las acciones iniciales de este equipo fue sumarse a principios de este año a la Primera Encuesta Nacional sobre Ambiente Escolar dirigida a jóvenes de la comunidad LGBT, impulsada por la organización 100% Diversidad y Derechos. Un relevamiento enfocado en la escuela secundaria (todavía no se conocen el resultado final).

«La mayoría de los encuestados de todo el país señaló que los y las docentes son testigos de situaciones de discriminación y sin embargo no pueden operar con eso. Ahí es donde pensamos que la acción de los sindicatos es fundamental porque hay un territorio donde muchas veces los gobiernos provinciales, los ministerios no están pudiendo arbitrar estrategias específicas a nivel de diversidad sexual. Es donde el docente se siente solo y sin recursos», analiza Samar.

Desde la Ctera se dan distintas estrategias de trabajo, como encuentros sobre diversidad sexual y educación, además de modelos de familias: «Por ejemplo, qué pasa con las familias compuestas con una mamá lesbiana y un papá gay o bien con dos mamás o dos papás». Además de la realización de talleres, en los que la primera tarea es «la sensibilización sobre la problemática para luego generar acciones concretas pedagógicas».

Samar dice que en la agenda de trabajo de la Ctera, «el colectivo trans es un tema prioritario, porque esa construcción que se va haciendo en relación del género que se percibe encuentra una tensión con las instituciones». Una de las preguntas más frecuentes que hablan de esta tensión en las escuelas secundarias es «a qué baño va este o esta estudiante». Es en esas situaciones donde se hace más clara «la necesidad de acompañamiento no sólo para comprender la letra de la ley sino también sensibilizar en esa transformación cultural que hace falta para poder achicar la distancia que hay entre la norma y la cultura escolar».

Twitear

Samar propone que el desafío es construir una contracultura que propicie el diálogo. También convertir a los problemas en preguntas para empezar a derribar estereotipos que se reproducen desde las aulas. Una tarea que bien comienza en el nivel inicial. Cita al educador Gabriel Brener cuando referencia a las canciones que se escuchan en el jardín de infantes, «por ejemplo, la de «El pato y su pata», que presupone que la pata es del pato»; o bien preguntarse sobre los libros y láminas que se eligen llevar al aula: «¿Por qué siempre tienen que tener un príncipe y una princesa?». Esas preguntas también abren el debate sobre las representaciones acerca de lo masculino y femenino.

 

El desafío de la convivencia

El subsecretario de Diversidad Sexual de Santa Fe, Esteban Paulón, reconoce que el colectivo trans es el más vulnerable, no sólo respecto de la población LGBT sino también de otras comunidades sociales. Y que la cuestión más compleja a atender «es la de la convivencia hacia el interior de la escuela, cómo se trabaja con este nuevo niño o niña».

Recuerda que ese reto se dimensiona cuando esos chicos o chicas empiezan a expresar abiertamente su identidad de género, «que implica desde cambios físicos hasta referenciarse con otro nombre, haya hecho o no el nuevo DNI». Y más cuando estos cambios no son acompañados por las familias, un abandono bastante frecuente, que profundiza las situaciones exclusión y se convierte en una de las causas que explican que la expectativa de vida de esta población sea de 42 años. «Son pocas —afirma— las familias que contienen; la generación de 17, 18 años ha sido mayormente expulsada, no les ha quedado otra que la calle».

Paulón menciona el caso reciente de un chico de 15 años que fue rechazado de una escuela de una localidad del sur provincial por su condición trans. «Es una quijotada querer permanecer en un ambiente que es totalmente hostil para alguien que está asumiendo tantos cambios», dice para contar que el chico, que en este caso cuenta con el apoyo familiar, volvió a su anterior escuela donde es contenido por sus compañeros, docentes y directivos. El director que no lo aceptó argumentaba desconocer el protocolo que la provincia aprobó en 2013 y acompaña a los estudiantes trans, tanto para que se respete, por ejemplo, el nombre que responde a su identidad autopercibida de género como su vestimenta.

De todas maneras, admite que «más allá que la decisión política sea acompañar el cumplimento de la ley y sostener el proceso de educación de las niñas y los niños fundamentalmente trans», en el día a día aparecen situaciones de vulneración de derechos donde la subsecretaría a su cargo debe intervenir. «A veces la información no llega o algunos directivos o docentes anteponen determinadas creencias, impresiones personales por sobre lo que es una política institucional», plantea como uno de los desafíos cotidianos.

Explica que leyes como la de matrimonio igualitario (Nº 26.618, sancionada en 2010) han contribuido a una mayor visibilización de la población LBGT. Sin embargo, el colectivo trans es mayormente discriminado. En este panorama, la consulta obligada es cómo garantizarles la educación obligatoria. «Dentro de la subsecretaría creamos un programa especial de inclusión laboral, social y educativa para el colectivo trans, que se firmará el 21 de junio en Santa Fe cuando se presente el Consejo Provincial de Diversidad Sexual que prevé distintos mecanismos de acompañamiento y apoyo». Este programa trae la novedad de impulsar un plan de becas de incentivo: «Queremos que la población trans termine la escuela, que no tengan la dificultad del transporte, que cuente con tutorías que acompañen. Necesitamos de ese esfuerzo porque es una población de mucha exclusión».

 

Cambio cultural

Michelle Mendoza es la responsable del Frente Diversidad del Movimiento Evita. Reconoce que «hay un avance en la inclusión de las compañeras sobre todo en las Eempas (escuelas medias para adultos)»; pero por ahora eso responde más que nada a la apertura y buena disposición de los directivos, que de una política generalizada. Cita el ejemplo de una Eempa del macrocentro rosarino a la que asiste una buena cantidad de alumnas trans. «Es la misma escuela a la que fui hace ocho años, donde éramos cuatro amigas trans que logramos nos cambien la identidad en los papeles, que era en lo que nos dolía más: cómo nos nombraban y que no se nos respete la identidad», suma.

Considera que si bien el número de estudiantes trans terminando el secundario no es significativo, sí lo es en proyección histórica: «Que haya diez estudiando en la Eempa, en terciarios o universidades no es significativo, sí lo es que estamos en un proceso de cambio, que como pasa con el cupo laboral, permitirá que vean al estudio como una posibilidad, porque lo que se le había quitado a la población trans era la posibilidad de soñar. De a poco se nos está devolviendo la posibilidad de proyectarnos».

La referente tiene una mirada crítica sobre cómo se implementa el programa de Educación Sexual Integral (ESI) en la provincia (ley 26.150). «A comparación de otras provincias, Santa Fe está un paso adelante. Pero es un paso nada más, porque la ESI no se aplica realmente». Considera que la formación de nuevos profesionales para trabajar en la materia es insuficiente para la cantidad de escuelas santafesinas.

«Sí, hay un cambio social que repercute en las escuelas. La sociedad está un paso más adelante que la decisión política», opina y grafica con el ejemplo de la Eempa rosarina que admite a la población trans más que nada pero más por voluntad de su directora que por una decisión política generalizada y «por eso no se da en todas las escuelas». Al mismo tiempo que admite que el protocolo impulsado por la provincia se cumple.

A la hora del debate, su experiencia le demuestra que suele ser más fácil acceder a los padres y estudiantes que a los directivos y funcionarios: «Cuando pedimos reuniones con el Ministerio de Educación siempre es la misma persona muy piola quien nos atiende pero que no incide en nada». En su visión «el cambio social o cultural está un paso adelantado de las definiciones políticas. Un caso concreto son las leyes de matrimonio igualitario y de identidad de género, que se pusieron en la agenda social, más allá de la agenda política, y nos empezó a devolver derechos».

 

NOTA ORIGINAL: http://www.lacapital.com.ar/diversidad-sexual-cuando-lo-que-se-calla-excluye-n798252

Comparte este contenido:

Australia: Reinstate Roz Ward! Stand Up for Safe Schools!

Resumen: Roz Ward, es el cofundador del programa de escuelas seguras en la Universidad de La Trobe y ha sido suspendido luego de los ataque continuos por parte de políticos de derecha y medios de comunicación. El Programa de Escuelas Seguras se ha convertido en un estandarte en la defensa de las personas homosexuales y transexuales presentes en las escuelas, con una considerable disminución de los casos de acoso, discriminación, initimidación y maltrato a los LGBTI. La suspensión lleva por trasfondo la homofobia presente en los representantes de la Universidad y los medios

 

Roz Ward, co-founder of the Safe Schools program has been suspended from her role at La Trobe University following sustained attacks by right wing politicians and the Murdoch press.

This program has had tremendous success in reducing homophobic and transphobic bullying at schools. Young LGBTI people are starting to feel better about themselves and the conservative right can’t handle it.

Roz has been the most strident and courageous defender of the program and young people struggling with anti-LGBTI discrimination and bullying. La Trobe university management used the pretext of a political opinion on Roz’s private facebook page for the suspension, which is itself a serious attack on her freedom of speech. But we know that what really motivated this is the hounding of Murdoch’s press and extreme homophobes & transphobes.

We demand that Roz Ward be reinstated to her position and that the Safe Schools program be rolled out everywhere!

Tomado de: https://www.change.org/p/la-trobe-university-reinstate-roz-ward-stand-up-for-safe-schools?recruiter=2627348&utm_source=share_petition&utm_medium=facebook&utm_campaign=autopublish&utm_term=des-lg-no_src-no_msg&fb_ref=Default

Comparte este contenido:

Otras formas de quererse son posibles

Por Coral Herrera Gómez

El amor es una construcción (cultural, social, política), y por eso, lo mismo que se construye, se puede deconstruir, reformar, eliminar, reconstruir, y transformar.  El amor es una energía que mueve el mundo, y cambia con las épocas históricas y las culturas que se expanden a lo ancho del planeta, de modo que cambia, muta y se transforma como cualquier otra construcción humana. Otras formas de relacionarnos son posibles: ya es hora de que asumamos el reto colectivamente, con alegría y desparpajo, que liberemos al amor del patriarcado y del capitalismo, que inventemos otras formas de querernos, que reivindiquemos los afectos y los sentimientos como un espacio político, y que nos permitamos explorar otras formas de organizarnos.

Pese a que nos quieren hacer creer que el romanticismo es un asunto privado e individual, lo cierto es que el amor no es un virus ni una enfermedad a la que una ha de enfrentarse en solitario. No estamos condenados a padecer el hechizo del amor que nos roba el juicio y la sensatez, que nos quita horas de sueño, que nos hace infelices y desgraciados, que nos enloquece y nos enajena sin que podamos hacer nada por evitarlo.  Se puede sufrir menos y disfrutar más del amor, es cuestión de ponerse manos a la obra.

Tenemos que desmontar el amor para volver a reinventarlo, y así transformar también nuestra forma de organizarnos y de relacionarnos. Para acabar con este sistema jerárquico basado en la explotación de la naturaleza, los animales y las personas, y en la violencia de todos contra todos, necesitamos una transformación política, económica, social, afectiva, sexual, y cultural.

Necesitamos un cambio radical profundo en nuestras formas de relacionarnos con las personas, con los animales, con la naturaleza, con los pueblos y los países. Para lograrlo, necesitamos crear redes de solidaridad y ayuda mutua, acabar con la cultura del “sálvese quien pueda”, y trabajar colectivamente para mejorar las vidas de todos y todas.

Necesitamos derribar la desigualdad de género para poder construir relaciones basadas en la libertad, no en la necesidad y el interés egoísta de cada sexo.  Tenemos que desaprender lo que significa ser mujer o ser hombre, para poder ser como queramos sin tener que someternos a las “normas de género” que nos imponen un estilo de vida, unos estereotipos y unos roles, y nos encierran en una identidad inmutable.

Despatriarcalizar el amor nos permitirá amarnos y querernos de tú a tú, sin jerarquías, sin dominación y sin violencia. Desmitificar todas nuestras historias de amor nos permitirá querernos los unos a los otros tal y como somos. Para poder desmontar el romanticismo patriarcal y capitalista, tenemos que ensanchar el concepto de amor a toda la comunidad, sin reducirlo a una única persona.

Tenemos que contarnos otros cuentos e inventar otros finales felices, mostrar la diversidad amorosa y sexual del mundo real, construir protagonismos colectivos y crear personajes capaces de salvarse a sí mismos, alejados de la masculinidad o la feminidad hegemónica.

Es necesario derribar las antiguas estructuras de dependencia e inventarnos otras formas de relacionarnos basadas en la solidaridad, la empatía, la libertad y la ternura social. Así podremos acabar con las guerras románticas, aprender a juntarnos y a separarnos con cariño, relacionarnos con amor con todo el mundo, y diversificar afectos.

Queriéndonos bien podremos acabar con las fobias y las enfermedades sociales como el machismo, la misoginia, el racismo, la xenofobia, la homofobia, o el clasismo. Con las guerras que hacemos contra los vecinos o los compañeros de trabajo, contra los raros y los diferentes… con más amor común, tendremos más herramientas para construir un mundo más pacífico y habitable.

Para aprender, organizarnos, celebrar, y transformar colectivamente el mundo que habitamos necesitamos mucho amor del bueno: es un asunto político que nos concierne a todos y todas, por eso es tan importante sacar el debate a las calles y a las plazas, a los congresos y las academias, a las asambleas y a los bares, a los medios de comunicación y a los espacios de discusión pública. Ya es hora de reivindicar el buen trato, el derecho al placer y al gozo, el respeto mutuo, las relaciones entre iguales, la expresión de nuestras emociones, la alegría de vivir y construir con más gente.

Tenemos que repensar colectivamente el amor, liberarlo de las estructuras que lo constriñen, romper con las normas del romanticismo tradicional y la doble moral sexual, derribar el régimen heterosexual, acabar con la sacralidad del dúo, cuestionar todos nuestros tabúes.

El reto es apasionante, porque una vez analizado y desmontado el amor, tenemos que lanzarnos sin referencias ni fórmulas mágicas a construirlo de nuevo, a probar nuevas vías de relacionarnos sexual, afectiva  y sentimentalmente, a crear otros romanticismos que nos permitan sufrir menos, y disfrutar más.

Sí, otras formas de querernos son posibles… hay que lanzarse sin miedo, apostar por la revolución de los afectos y las emociones, construir nuestras propias utopías para querernos bien, más y mejor.

Coral Herrera Gómez

———-♥———-

Este post es un fragmento del capítulo que Coral ha escrito para el libro colectivo (H)amor, de la editorial Con Tinta Me Tienes. Puedes leer el texto completo aquí.

Fuente: http://haikita.blogspot.com/2015/06/otras-formas-de-quererse-version-corta.html

Comparte este contenido:

Comienzan las clases del curso virtual internacional sobre educación sexual integral

2 de junio de 2016/Fuente: UNESCO

En mayo de 2016 docentes y otros profesionales del área de salud y educación de América Latina y España comenzaron su trabajo lectivo en el Curso Virtual Internacional de Educación Sexual Integral: Desafíos de la implementación en el ámbito educativo y comunitario.

La formación de 180 horas y que termina en agosto es resultado del trabajo colaborativo de la sede en Argentina de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC/UNESCO Santiago) y la Oficina para América Latina y el Caribe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA/LACRO).

Esta propuesta responde a las demandas de formación generadas a partir de los avances en las últimas décadas en la incorporación de la educación sexual integral en los sistemas educativos de América Latina y es también una prioridad institucional de la UNESCO a nivel global y regional.

Se espera que esta iniciativa consolide un grupo de profesionales comprometidos con este tema, que genere sinergia con las buenas prácticas de implementación de la educación sexual existentes en la región como una forma de potenciar y promover réplicas contextualizadas a las realidades de cada país.

Relevancia del intercambio de saberes y experiencias

Muchos docentes y profesionales del área de la salud y la educación han recibido formación básica en esta temática, y enfrentan múltiples desafíos al implementar estos tópicos en los ámbitos educativos y comunitarios. Con este escenario en común el curso brinda un espacio de diálogo e intercambio de saberes y experiencias provenientes de distintos países de Hispanoamérica, y a la vez, brinda contenidos y herramientas para fortalecer el abordaje crítico y reflexivo de estos desafíos en las prácticas cotidianas.

Mary Guinn Delaney, asesora regional en Educación en Salud y VIH de la Oficina Regional de Educación de la UNESCO para América Latina y el Caribe, resalta que el curso de FLACSO responde a una importante necesidad en la región de oportunidades para docentes en servicio de fortalecer sus capacidades con el apoyo de personas expertas de la región, acceder a nuevas evidencias y materiales y compartir en una comunidad de aprendizaje que enfrenta oportunidades y desafíos compartidos en muchos países.

En esta primera edición participan 108 profesionales de la salud y educación provenientes de 21 países de América Latina, diversidad que es una de las fortalezas de este curso, permitiendo amplias oportunidades de intercambio y visiones acerca de los múltiples procesos que la Educación Sexual enfrenta en la región.

Asimismo, el grupo específico de docentes proviene de 8 países de América Latina y España de amplia trayectoria en la temática y vinculados al campo de la educación sexual. Este aspecto facilita el diseño de la estructura y contenidos desde una perspectiva multidisciplinar e integral que enriquece la propuesta.

Los contenidos abordados se encuentran organizados en 4 módulos:

  1. El abordaje de la educación sexual integral en la institución educativa, en la comunidad y los servicios de salud, así como la formación de las/los profesionales en la temática;
  2. Los enfoques y dimensiones del trabajo en educación sexual integral, enfoque de género, enfoque de derechos, curso de vida e Interculturalidad;
  3. Los temas emergentes y lecturas posibles: embarazo en la adolescencia, gestión de la diversidad sexual en el ámbito educativo y comunitario, sexualidad y discapacidad;
  4. Estrategias de abordaje: puertas de entrada a través del arte, la cultura y el deporte, abogacía e incidencia en diferentes niveles de intervención, evaluación de las intervenciones en educación sexual, transformando los lugares de trabajo: propuestas de implementación.

Más información

Fuente: http://www.unesco.org/new/es/media-services/single-view/news/comienzan_las_clases_del_curso_virtual_internacional_sobre_educacion_sexual_integral/#.V0-1DfnhCUk

Imagen: http://www.cinu.mx/noticias/4b5d219e00.jpg

Comparte este contenido:

Quererse bien: Autoamor y autoestima

Por Coral Herrera Gomez

La guerra contra mi, la guerra contra todas

Quererse bien a una misma es un acto de desobediencia civil, y una forma de resistencia política ante la guerra que el capitalismo y el patriarcado sostienen contra nosotras.

La guerra contra las mujeres está basada en dos objetivos estratégicos: uno, que todas batallemos contra una misma, dos, que luchemos también contra las demás. El primer objetivo se logra minando nuestra autoestima para convencernos de que somos imperfectas, feas, viejas, gordas, o peludas. El segundo, se logra fomentando la competitividad entre las mujeres, haciéndonos creer que nosotras somos nuestras peores enemigas, que lo normal es compararnos y competir por la atención de los hombres, y que somos malas personas que no sabemos comportarnos cuando estamos juntas. Por eso es tan frecuente escuchar cosas como: «no hay nada peor que trabajar con mujeres, son todas unas chismosas», «las mujeres se tratan fatal entre ellas». Y es cierto: esta guerra es real, y cotidiana, y está basada en el lema: «divide y vencerás».

La industria de la belleza nos lanza bombardeos a diario, y por todas las vías posibles: cuñas publicitarias de radio, reportajes en revistas «femeninas», anuncios en vallas publicitarias, programas de televisión, anuncios en redes sociales… en todos ellos nos animan a auto torturarnos voluntariamente bajo la amenaza de que sin belleza no valemos nada, y que estando feas nadie nos va a querer.

 Los medios de comunicación tratan de convencernos de que nos faltan muchas cosas que pueden comprarse con dinero, y de que tenemos muchos problemas que pueden arreglarse si una realmente lo desea y se esfuerza lo suficiente. Por eso nos animan a luchar contra los kilos, las arrugas, los pelos, las imperfecciones ofreciéndonos diversas soluciones para ganar la batalla contra nosotras mismas. Y por eso nos arrancamos los pelos, pasamos hambre, compramos medicinas milagrosas y productos mágicos, sudamos en el gimnasio, y nos sometemos a todo tipo de tratamientos de belleza y cirugías invasivas.

Como cualquier religión, la tiranía de la belleza nos asegura que el dolor, el gasto y el sacrificio merecen la pena: «para ser bella hay que sufrir». El sufrimiento te lleva al paraíso, que es aquel lugar en el que seremos admiradas por los hombres y envidiadas por las mujeres. El premio es el amor de un hombre que caerá rendido ante nuestros encantos, un Salvador que al elegirnos nos hará sentir especiales, un varón exitoso que pagará nuestras operaciones y tratamientos para que sigamos bellas hasta la eternidad.

El infierno es la soledad: la amenaza constante es que nadie te va a querer si no luchas contra la fealdad, contra la edad y la grasa. La publicidad de la industria de la belleza fabrica las inseguridades, los complejos y los miedos que interiorizamos sin darnos cuenta (el miedo a envejecer, el miedo a quedarte sola, el miedo al fracaso personal y profesional, el miedo a la invisibilidad social…). A los publicistas no les falta razón: en el capitalismo patriarcal las mujeres guapas, jóvenes, y delgadas tienen muchas más posibilidades de encontrar un buen trabajo (especialmente si es de cara al público), y ganar más dinero que las demás.

Además, las más bellas son las que consiguen emparejarse con los hombres más exitosos del planeta: futbolistas millonarios, actores famosos, empresarios y políticos situados en a cúspide del poder y la riqueza. No importa si ellos son gordos, viejos y feos: lo que importa es que tienen recursos de sobra para mantenerte, y eso es lo que les hace deseables: si te eligen para acompañarlos, te contagias de su poder y su fama, y dejas de ser pobre y desconocida. Como las princesas Disney cuando son elegidas por el príncipe azul.

Desde pequeñas nos inculcan el deseo de ser especiales y diferentes al resto para que no se nos ocurra sentirnos iguales a las demás (para que jamás nos veamos como hermanas, ni como compañeras, y estemos siempre en guerra ). Por eso las protagonistas de los cuentos están siempre solas, sin amigas, y muy necesitadas de amor y protección: son tan débiles que ni se salvan a sí mismas, ni se ayudan entre ellas.

El objetivo final de esta guerra contra una misma y contra las demás, es tenernos solas y aisladas, y muy entretenidas con nuestra salvación personal. Cuanto más divididas estamos y más nos comparamos entre nosotras, más débiles y vulnerables somos. Cuanto más insatisfechas y frustradas estamos, más consumimos (productos de belleza, medicamentos, gimnasios, clínicas, peluquerías, centros de adelgazamiento, psicólogos, coachers, etc).

Cuanto más centradas estamos en nuestros problemas, y cuanto más nos deprimimos, más recursos invertimos en terapias con profesionales cuya principal tarea es subirnos la autoestima y hacernos creer que somos las mejores, que los demás no nos comprenden, que los que se equivocan son los demás. Nos irresponsabilizamos de nuestros actos creyendo que nosotras somos las buenas, y los demás son los malos. Nos dicen que todo está dentro de nosotras, y que para alcanzar la perfección sólo tenemos que tener fe en nosotras mismas, y en nuestra capacidad para transformarnos (como el cuento del patito feo que llega a ser cisne, o el cuento de la muchacha pobre que llega a princesa).

La super mujer y otros mitos patriarcales

La mayor parte de nosotras hemos sido educadas para ser las mejores en todo, por eso nuestros niveles de auto-exigencia son tan altos. No nos conformamos con estar sanas y tener un buen aspecto físico: además queremos ser las mejores estudiantes en el colegio y en la Universidad, ganar todos los concursos deportivos, de belleza o de inteligencia, tener las mejores calificaciones y destacar por encima de las demás en todas las áreas posibles.

Queremos conseguir un buen trabajo y escalar puestos dentro del mismo, queremos ser buenas amantes, novias y esposas, queremos ser las mejores hijas, las mejores madres, las mejores nietas, las mejores hermanas, las mejores amigas de nuestras amigas, por eso cuando fallamos nos sentimos culpables. Especialmente cuando creemos que las demás si pueden y nosotras no.

El mito de la super woman es tremendamente dañino porque nos hace creer que es posible hacerlo todo: trabajar 8 horas o más como una leona, ir al gimnasio y darlo todo, dedicar tiempo a tus hijxs y ayudarles a hacer las tareas, hacer lavadoras, planchar y cocinar la cena y la comida del día siguiente, pasear al perro y llevarlo al veterinario, hacerle terapia a tu amiga que está pasando un mal momento, visitar a tu madre y comprobar que está todo bien, ir a clases de inglés, visitar al dentista, hacer el amor con tu pareja aunque estés rota de cansancio, y todo ello sin perder el buen humor y la alegría de vivir.

La super mujer es un mito porque no es cierto que podamos con todo, y tampoco es cierto que nos alcancen las horas del día. De ahí que nos frustremos tanto: nunca cumplimos cien por cien  con los mandatos de género ni con nuestras propias expectativas sobre lo que nos gustaría ser o deberíamos ser, porque es materialmente imposible. Nunca damos la talla por mucho que tratemos de impresionar a los demás, lo que nos genera aún más frustración e impotencia. Estas imperfecciones nos hacen sentir culpables (no me esfuerzo lo suficiente), nos llevan a sentir envidia de las demás (cómo harán ellas para ser tan divinas), nos hacen sentir poca cosa, nos provocan una constante ansiedad, y nos deprimen profundamente.

Así nos quiere el patriarcado capitalista: tristes, pequeñitas, solas, en guerra con el mundo y contra nosotras mismas. ¿Por qué nos necesitan así?, porque una mujer centrada en lo suyo (en sus necesidades, en sus miserias, en sus frustraciones, en sus sueños), es más obediente y dócil que una mujer empoderada, alegre, combativa y unida a otras mujeres. Una mujer que compite por «ser la mejor» es más patriarcal que una mujer que dedica su tiempo y sus energías a luchar por «un mundo mejor para todas». Una mujer que no se somete a los mandatos de género es una mujer peligrosa porque revoluciona la sociedad entera. Por todo ello, es fundamental que paremos la guerra y nos rebelemos contra un sistema que nos quiere hundidas, deprimidas y entretenidas en la búsqueda de soluciones individuales.

 Auto-estima y  auto-reconocimiento

En la búsqueda de la perfección y la felicidad, ahora se ha puesto de moda trabajarse la autoestima, o sea, quererse mucho a una misma sin dejar de guerrear contra las demás. Quererse bien es fundamental, pero no es posible si no sabemos querer bien a las demás personas.

Para aprender a valorarnos y para reconciliarnos con nosotras mismas tenemos que dejar de repetirnos una y otra vez: «Soy la mejor, yo puedo hacerlo». Nos sentiríamos mucho más libres si pudiésemos eliminar las jerarquías y las comparaciones con las demás mujeres: «Ninguna de nosotras es la mejor, somos todas estupendas».

 Y es que no podremos aprender a practicar el auto-amor, si estamos en guerra con los demás.Quererse bien a una misma es querer también bien a los demás, porque el amor no puede reducirse a una sola persona, y porque el amor es en realidad una forma de relacionarnos con el mundo entero. Por eso cuando nos tratamos mal a nosotras mismas, es más difícil tratar bien a las demás personas, y viceversa: si odiamos a los demás, es más fácil desarrollar sentimientos negativos hacia una misma.

Para querernos bien, necesitamos ser nuestras mejores amigas, y tratarnos con el mismo amor con el que las tratamos a ellas. Sin embargo, nos cuesta mucho darnos cariño porque nos han enseñado que todo (el orgullo, el reconocimiento, los halagos) vienen de fuera: desde pequeñas nos enseñan a buscar la aprobación en los demás, especialmente en los hombres.

Las mujeres perdemos mucho tiempo y energías en resultar atractivas y encantadoras porque no sabemos valorarnos a nosotras mismas: el valor personal nos es siempre dado por otros. Nos enseñan que somos valiosas si tenemos la capacidad para generar admiración, orgullo, envidia y sentimientos de inferioridad en los demás. En la publicidad explotan al máximo esta necesidad de admiración, por eso es tan frecuente que en los anuncios haya gente mirando con envidia a la dueña de esa cabellera larga y hermosa que usa tal o cual champú, o al dueño del auto deportivo al que todo el mundo vuelve a ver como si fuese una divinidad del Olimpo.

Si no logramos el reconocimiento de los demás, las que nos sentimos inferiores somos nosotras: la autoestima se nos baja cuando, por ejemplo en una fiesta, es otra persona el centro de todas las miradas. Cuanto más dependemos del reconocimiento externo, más vulnerables somos. No nos enseñan a obtener el reconocimiento de una misma, y mucho menos a decirlo en voz alta delante de los demás: se me da bien esto, soy buena en lo otro, qué bien he hecho el examen, qué bien se me da aprender idiomas, qué rica me queda la paella, qué bien me he portado hoy, qué generosa estoy siendo, qué valiente fui aquel día…

Cualquier auto-alabanza es inmediatamente señalada como falta de humildad por parte de quien la emite, de manera que hay que esperar siempre a que alguien más nos felicite para poder sentirnos satisfechas, o para poder sentirnos orgullosas de nosotras mismas. El Ego y la autoestima son cosas diferentes, pero las confundimos a menudo. Las alabanzas de los demás pueden hincharnos el Ego, pero no necesariamente nos lleva a querernos más a nosotras mismas. El Ego es el que nos mueve a competir con otras mujeres, a compararnos y a exigirnos la victoria, y a castigarnos a nosotras mismas cuando no logramos ser las mejores.

Auto-castigo y auto-boicot

El auto-castigo es la peor arma en la guerra contra nosotras mismas, pero la utilizamos a diario sin ningún tipo de pudor. La práctica del auto-boicot es de lo más corriente en nuestra cultura patriarcal: nos construimos muros y barreras al disfrute porque tenemos miedo a ser felices y estar bien, y porque nuestra cultura sublima el placer sadomasoquista del sufrimiento.

Una mujer que se auto-destruye es una mujer poética, como Virgina Woolf, como Janis Joplin, como Amy Winehouse. Ellas son ejemplos de mujeres hiper-sensibles que sucumben ante la dureza del entorno, que pese a tener enormes cualidades no creían en sí mismas, y no tenían herramientas para sobrevivir a un mundo tan competitivo como el que les tocó vivir. Nuestra cultura ensalza a este tipo de mujeres porque se las considera románticas y especiales: se matan ellas solitas, no hace falta que nadie las aniquile. Es la guerra contra las mujeres librada en el interior de cada una de nosotras.

El auto-boicot entonces puede parecer bello a la par que sublime, pero en realidad no nos sirve para nada: la crítica destructiva contra nosotras mismas incrementa nuestro sufrimiento, nuestra dependencia, nuestra vulnerabilidad. La clave es que cuanto peor nos tratamos a nosotras mismas, peor nos sentimos y más tristes estamos (por eso necesitamos que llegue alguien a convencernos de lo maravillosas que somos).

Nos insultamos, nos minusvaloramos, nos hablamos mal y nos empequeñecemos, y por eso necesitamos que alguien nos trate bien, nos quiera y nos salve de nosotras mismas. Es un círculo vicioso: cuanto más tristes estamos por nuestra inutilidad, nuestra estupidez, nuestra fealdad, etc, más necesitamos la atención y las alabanzas de los demás. Nosotras mismas nos fabricamos el sufrimiento, y nosotras buscamos a alguien que nos salve de nuestro infierno y nos de amor.

Por eso las mujeres utilizamos tanto el victimismo para obtener reconocimiento externo: nuestro Ego siempre rechaza las muestras de auto-amor, y prefiere recibir lo que necesita de otras personas. Por eso pagamos a alguien para que nos lleve la contraria y nos anime (tú eres especial, claro que puedes), por eso buscamos a alguien que nos ame de un modo total (y ese alguien nunca somos nosotras mismas)

 Cuánto has adelgazado, qué bien te sientan los pechos nuevos que te has puesto, qué bien te sienta esa falda, qué guapa estás con ese bronceado divino, qué bien te lucen esas joyas, qué pedazo de novio te has echado, qué gran trabajo has hecho este año en la oficina… nos es mucho más fácil creer a los demás que creernos a nosotras mismas.  Nos gusta despertar admiración y envidia en los demás porque así se construye el status y el prestigio: en base al reconocimiento externo.

El máximo reconocimiento viene siempre del príncipe azul: si El nos ama y nos elige entre todas las mujeres, es una prueba de que valemos mucho, de que somos especiales, o de que somos las mejores.

Si no nos ama, es porque no valemos lo suficiente (ante lo cual podemos hundirnos y resignarnos, o esforzarnos más para ser deseables y atractivas). Frente a estos absurdos pensamientos, urge destronar al príncipe azul y encontrar compañeros y compañeras con las que poder relacionarnos horizontal e igualitariamente.

Auto-conocimiento y auto-crítica

La alternativa al castigo y el auto-boicot, es mucho amor del bueno, y la auto-crítica constructiva. Si trabajamos para conocernos bien, podremos identificar todas las virtudes y los defectos, las potencialidades y las debilidades, y las cosas que no nos gustan y que podríamos mejorar de nosotras mismas. No para alcanzar la perfección, sino para ser buenas personas, estar más a gusto, y hacerle la vida más fácil a la gente que nos rodea. Confundimos ser buenas personas con ser perfectas, por eso le damos más importancia a la apariencia o la imagen que ofrecemos, que a nuestra manera de relacionarnos con los demás.

 A las niñas les pedimos que sean encantadoras, pero no les animamos a que sean solidarias o generosas. Por eso todo el mundo corre al gimnasio para quitarse la grasa pero a nadie le molesta esas miserias personales que todo el mundo tiene que trabajarse. Según los mandatos de género, las mujeres han de esforzarse primeramente en ser atractivas y agradar a los hombres. Por eso no nos educan para ser personas solidarias, generosas, inteligentes, valientes, honestas, coherentes, sinceras, igualitarias, comprensivas, empáticas, sensibles, y no violentas.

La gente emplea muchas horas en desarrollar sus músculos, en rebajar la grasa o en cuidar su cabello, pero apenas hay gente cuyo objetivo en la vida sea trabajarse el egoísmo, el afán de dominar, la codicia, la insensibilidad ante el dolor ajeno, la envidia, la violencia, la capacidad para manipular o para mentir a los demás…

Muchas mujeres se avergüenzan por tener los pechos caídos o las caderas demasiado anchas, pero pocas se sienten mal cuando se han portado horriblemente con la persona que limpia la mierda en su casa, por ejemplo. Muchas quieren curarse la tristeza y el vacío existencial, pero pocas piden ayuda para curarse de todas esas enfermedades sociales que nos llevan a discriminar y a tratar con desprecio a las personas por ser de un país diferente, por tener otra orientación sexual, por profesar una religión diferente a la tuya….

En las películas, las únicas batallas que libran las mujeres son contra si mismas, y contra las demás (la violencia de las madrastras contra las hijastras, por ejemplo). Nunca aparecemos luchando por un mundo mejor, y apenas hay mujeres poderosas que construyen alianzas con otras mujeres para salir de su encierro en la torre o para salvar a la Humanidad. La violencia femenina siempre se dirige contra una misma: nos suicidamos, nos sacrificamos, nos obligamos a pasar hambre, nos auto-torturamos mediante los más variados métodos, y podemos llegar a ser terriblemente crueles y despiadadas con nosotras mismas (qué gorda me veo en el espejo, qué mal me sienta este vestido, qué mediocre soy, qué ignorante me siento, qué indisciplinada soy, qué vaga soy, qué tonta soy, qué mal me veo, nunca me van a querer, no me merezco que me amen…).

Es urgente, entonces, que las mujeres nos rebelemos ante la guerra contra nosotras mismas y las demás mujeres. Tenemos que independizarnos de esta necesidad de reconocimiento externo, y aprender a tratarnos a nosotras mismas con el mismo amor y el mismo cariño con el que tratamos a los demás.

Quererse bien a una misma es un acto transformador y revolucionario: el auto-amor nos permitirá desviar nuestro foco de atención desde el ombligo propio, al mundo que nos rodea. Emplear nuestro tiempo y nuestras energías en el bienestar personal y en el colectivo es mucho más placentero y gozoso que dedicarse a la autotortura o la autodestrucción: no le hagamos ese favor al capitalismo patriarcal.

Para disfrutar de la vida es esencial que podamos disfrutar de nosotras mismas, cuidarnos, mimarnos, dedicarnos tiempo y atenciones como lo hacemos con nuestros seres queridos. Para relacionarnos con amor con nuestros cuerpos y nuestras mentes, tenemos que parar la guerra contra las demás mujeres, y contra nosotras mismas. Cuidarnos y trabajar por nuestro bienestar es un acto político, porque así contribuimos a la lucha contra el patriarcado: es una batalla diaria, personal y colectiva, para empoderarnos individual y colectivamente.

Cuidarnos y querernos contribuye a que las demás también se quieran y se cuiden, y toda esta energía genera amor del bueno para todas nosotras… de ahí la importancia de querernos bien, de tratarnos con amor, de querernos mucho, y de expandir el amor desde dentro hacia fuera, y desde fuera hacia dentro…

Sigamos luchando, chicas, desde nuestros cuerpos, desde nuestro placer, desde nuestro gozo, desde nuestro derecho al bienestar y a la felicidad…

Tomado de: http://haikita.blogspot.com/2016/04/quererse-bien-autoamor-y-autoestima.html

Fuente de la imagen: https://pixabay.com/static/uploads/photo/2014/04/05/11/32/beautiful-316287_960_720.jpg

Comparte este contenido:

Costa Rica: Ministerio tico de Educación promueve respeto a diversidad sexual

San José / 17 de mayo de 2016 / Por: Prensa Latina / Fuente: http://www.prensa-latina.cu

El Ministerio de Educación Pública (MEP) de Costa Rica llamó hoy a las comunidades educativas a contribuir para fomentar una cultura de respecto por la orientación sexual e identidad de género.

En el Día Nacional contra la Homolesbotransfobia, como parte del Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, el MEP -por segundo año consecutivo- convocó a la Jornada de promoción del respeto y reconocimiento de la diversidad sexual en contextos educativos.

La titular de esa cartera, Sonia Marta Mora, aseveró que con esta actividad el gobierno del presidente Luis Guillermo Solís reafirma su compromiso con el respeto de los derechos humanos de todas las personas, así como la eliminación de todas las formas de discriminación en centros educativos y oficinas administrativas.

Por su parte, la asesora del despacho de la ministra, Adriana Sequeira, recordó que el MEP emitió el año pasado una directriz en la que se declara espacio libre de discriminación por orientación sexual e identidad de género, así como ha elaborado materiales para la promoción del respecto a la diversidad sexual.

«Estamos convencidos de que las alianzas y los procesos de capacitación constituyen una estrategia para la erradicación de la discriminación en todas sus manifestaciones», indicó Sequeira.

Convocado por la vicepresidenta de Costa Rica, Ana Helena Chacón, y la viceministra de la Presidencia, Ana Gabriel Zuñiga, esta tarde se efectuará en Casa Presidencial la conmemoración del día internacional contra la discriminación por orientación sexual e identidad de género.

Fuente noticia: http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=4886731&Itemid=10

Fuente Foto: http://mba.americaeconomia.com/sites/mba.americaeconomia.com/files/styles/article_main_image/public/field/image/diversidad_sexual.jpg?itok=ADwiuBSw

Comparte este contenido:
Page 13 of 14
1 11 12 13 14