El muro de Trump contra América Latina

Por: Ilka Oliva Corado

Sin ir tan lejos, el muro que pretende construir Trump no detendrá la inmigración forzada de latinoamericanos, porque se debe a la política externa de Estados Unidos y su injerencia en América Latina. Primordialmente. El asedio constante, la intromisión en asuntos internos de otros países que toma como propios. El saqueo despiadado en tierras que siempre ha vulnerado a su antojo.

Si especificamos la migración de centroamericanos y mexicanos hacia Estados Unidos y nos adentramos un poco en la historia de los últimos 50 años en la región, veremos con detenimiento el papel que jugó el Plan Cóndor y las dictaduras impuestas que dieron paso a la creación de gobiernos neoliberales que responden a mandatos estadounidenses.

Las personas no se van porque es un lujo vivir en Estados Unidos, se van porque son obligadas a salir de sus países de origen. Las obligan los gobiernos corruptos con políticas clientelares e impunes que benefician a las grandes corporaciones de la oligarquía y del extranjero.

Estados fallidos, las grandes mafias que pululan en el sistema de justicia, de educación, de salud. La carencia de una infraestructura adecuada. La nula oportunidad de desarrollo que ofrezca y respalde una vida saludable e integral. Las razones están a flor de piel, son visibles y palpables, no podemos ser inmunes a la tragedia de la migración forzada. Ni nosotros como ciudadanos, ni la mediatización y mucho menos los gobiernos del país de origen, traslado y llegada.

Trump lo sabe, sabe que sí ayudaría y bastante eliminar la versión renovada del Plan Cóndor. Terminar de tajo con el carácter injerencista de las embajadas estadounidenses al sur del río Bravo. Devolver lo robado. Dejar de promover, manipular y llevar a cabo golpes de Estado.

Sacar de los países latinoamericanos la bases militares estadounidenses que de misiones humanitarias no tienen nada.

Si Trump realmente quiere terminar con la inmigración forzada de latinos hacia Estados Unidos, debe cortar de tajo con el Plan Mérida, el Plan Frontera Sur, el Plan Maya-Chortí , el Plan Alianza para la prosperidad, más al sur el Plan Colombia. Eso para comenzar.

Terminar con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana. El Tratado de Libre Comercio Chile-Estados Unidos. El Tratado de Libre Comercio Perú – Estados Unidos y, por supuesto dejar de insistir en que Suramérica le dé el sí con el Área de Libre Comercio de las Américas.

Porque todos estos tratados son nada más renovaciones del Plan Cóndor disfrazados de políticas de inclusión y hermandad entre países; son injerencias aceptadas por los gobiernos de carácter corporativo que solo benefician a las oligarquías y a Estados Unidos. Son maquinarias de destrucción masiva de vidas humanas y del ecosistema de Latinoamérica. Empobrecen más la región y la destruyen.

Mientras Estados Unidos no deje su injerencia en América Latina, no habrá muro que sea capaz de detener la migración forzada. Por más deportaciones masivas, la gente necesita comer y a Estados Unidos viene a buscar el sustento que le niega y le roba su país de origen.

Lo triste de todo esto es que, mientras se firman Acciones Ejecutivas y palabras van y palabras vienen, miles siguen muriendo en la frontera de la muerte, miles siguen siendo secuestrados, torturados y desparecidos, en su paso por Centroamérica y México buscando llegar a Estados Unidos. ¿Qué gobierno firmará una Acción Ejecutiva para detener ese genocidio de indocumentados? ¿Quién se indignará ante tanta tragedia?

No es un muro, es la injerencia de Estados Unidos en Latinoamérica.

Posdata: Ya que estamos en éstas, ¿cuándo firmará una Acción Ejecutiva para eliminar el Decreto contra Venezuela? Digo, aprovechando lo de la feria de firmas de Acciones Ejecutivas.

Fuente: https://www.aporrea.org/internacionales/a240569.html

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El triunfo del ‘brexit’ abre un período turbulento en la Unión Europea de los ricos

Por: La Haine
Cameron ha quedado ya como el principal perjudicado. El referendo surgió como estrategia partidaria para sofocar el incendio que la UE llevaba generando en los conservadores

Aunque el escrutinio no ha concluido oficialmente, el brexit ha logrado una victoria recibida por sus partidarios como el «día de la independencia británica», una euforia que contrasta con la negativa reacción de los mercados, que evidencian las serias implicaciones de una decisión contra la que habían luchado la práctica totalidad de las fuerzas políticas, económicas y sociales de Reino Unido.

Junto a los efectos sobre la volatilidad financiera, el statu quo británico se enfrenta a un terremoto político con epicentro en el Número 10 de Downing Street, puesto que el primer ministro, David Cameron, había apostado por una opción, la de la permanencia, ignorada por la mayoría de los ciudadanos.

Con una participación del 71,3%, la mayor en una votación en Reino Unido desde 1992 y más de seis puntos por encima del plebiscito de 1975 que había confirmado la permanencia en la por entonces Comunidad Económica Europa, el escrutinio ha dado un vuelco sin precedentes a una noche electoral que había arrancado con las encuestas a favor de la continuidad.

Este desenlace tiene profundas connotaciones políticas e institucionales, puesto que el debate sobre la sostenibilidad de Cameron al frente del Gobierno, del que había avisado que no dimitiría en caso de brexit, está ya planteado, incluso pese a la carta de dos tercios de los diputados conservadores que habían defendido la salida y que le han expresado su apoyo para permanecer en Downing Street por el «mandato y deber» obtenido hace tan sólo un año.

Sin «plan B»

Además, otra de las incógnitas es el grado de preparación de Reino Unido para un proceso que podría llevar años, puesto que el propio primer ministro había asegurado públicamente que no había «plan B».

Tras jugarse su credibilidad a la carta de una apuesta que, según él, haría al «más fuerte y más seguro», Cameron ha quedado ya como el principal perjudicado de una campaña que ha dividido a la sociedad británica por una estrategia partidaria, puesto que, más que por clamor popular, el referéndum surgió para sofocar el incendio que Bruselas llevaba generando en los conservadores desde hace décadas.

La oposición laborista ha sugerido ya la necesidad de su dimisión ante un escenario sin precedentes en el que la única certidumbre es que, de vencer la salida, la decisión sería «irreversible». No en vano, David Cameron había avanzado ya que el proceso formal de retirada de los Veintiocho comenzaría de inmediato.

Aunque el Tratado de Lisboa establece las pautas de este procedimiento en el artículo 50, el primer movimiento ha de partir del estado miembro, que debe notificar a la UE su deseo de abandonar.

De hecho, Londres no está obligado a proceder inminentemente, es más, los partidarios de romper con Bruselas han manifestado ya su preferencia por aguardar, puesto que, pese a meses de campaña, la fórmula que regiría sigue siendo una incógnita.

Los plazos, a priori, están marcados, si bien los dos años establecidos en la normativa comunitaria podrían ampliarse siempre que lo autoricen los otros veintisiete socios. Expertos en Derecho europeo creen que, dada la complejidad, las negociaciones podrían llevar hasta una década y los propios defensores del divorcio asumen que, como mínimo, serían necesarios cuatro años.

Reacción

De momento, los mercados han evidenciado las secuelas del escenario que se abre en el bloque occidental: la divisa británica ha caído a niveles inéditos desde 1985, lo que podría acarrear una intervención de contingencia del Banco de Inglaterra, que ya había avanzado que tenía previstas medidas para garantizar la estabilidad financiera.

Junto a la City y Downing Street, la atención estará en el continente, donde se espera que los demás líderes, que han mantenido en secreto su plan de acción en caso de brexit, se reúnan a la máxima urgencia y exijan a Reino Unido clarificaciones sobre las áreas más delicadas, como el futuro de los casi tres millones de ciudadanos comunitarios que residen al norte del Canal de la Mancha.

Encaje

Además, uno de los factores más complejos será el potencial encaje británico en el mercado común. La presión, por tanto, será notable para hallar una solución que implicará delicados compromisos de las partes, un esfuerzo que podría necesitar años antes de que se pueda garantizar el apoyo de una mayoría cualificada de los ministros del ramo para, posteriormente, lograr que la propuesta sea ratificada por los demás estados miembro y, a continuación, por los Parlamentos europeo y británico.

El problema es que uno de los catalizadores del brexit ha sido el control de los flujos migratorios y la pertenencia al mercado común implicaría, a priori, el libre movimiento de personas, dos elementos indisociables y, para la UE, innegociables, por lo que, a priori, Londres no podría mantener el primero sin tener que aceptar el segundo, lo que complica la ecuación entre prosperidad económica y límites a la entrada de ciudadanos comunitarios.

No en vano, abandonar el mercado común no es una opción extendida entre los defensores del ‘Brexi’, que se encuentran divididos entre quienes proponen directamente abandonarlo, aquellos que creen posible permanecer por el propio interés del resto de sus integrantes de no perder a la segunda economía europea, los que abogan por establecer acuerdos bilaterales e, incluso, quienes ven viable operar con los 161 miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Este encaje, con todo, constituye tan solo una pieza más del complejo puzle legislativo de un proceso que obligaría a revisar hasta 80.000 páginas de acuerdos comunitarios, con el objetivo de decidir descartes, qué áreas enmendar y cuáles mantener, un sumario que, inevitablemente, querrá supervisar el Parlamento británico y cuya duración constituye un enigma.

Además, la salida incrementa el riesgo de una crisis constitucional para la unión británica, puesto que Escocia, protagonista de un plebiscito de independencia hace menos de dos años, ha apoyado mayoritariamente la continuidad en la UE y cuya ministra principal ha reconocido que este desenlace reavivará las ansias secesionistas.

Sin precedentes

En consecuencia, junto a la resolución de una profunda crisis política en casa, el Gobierno, independientemente de su constitución, tendrá que resolver un proceso sobre el que no hay precedentes, tan solo la salida de Groenlandia, ni siquiera un estado, sino un territorio que formaba parte de Dinamarca, hace más de 30 años, cuando la UE no era tampoco la unión política en la que se ha convertido hoy en día.

Por si fuera poco, este nuevo capítulo tendría que acordarse con socios que difícilmente mostrarán empatía hacia quien ha decidido abandonar, a pesar de los compromisos que tanto costaron en febrero y que hubiesen garantizado para Reino Unido el ansiado estatus de verso libre de una Europa cada vez más cohesionada.

Por otra parte, a escala europea, el temor es que la partida británica genere un efecto dominó entre otros integrantes de los Veintiocho y, sobre todo, que desencadene un peligroso auge del nacionalismo de derecha.

Fuente: http://www.lahaine.org/el-triunfo-del-brexit-abre

Fuente de la imagen: http://www.muypymes.com/wp-content/uploads/2016/06/Brexit-1.jpg

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Escocia e Irlanda del Norte dejarían Reino Unido tras Brexit

25 Junio 2016/Fuente: Panorama

La sorpresiva decisión de Gran Bretaña de salir de la Unión Europea podría culminar con la división del Reino Unido.

Aunque la mayoría de los votantes en Inglaterra y Gales respaldaron la campaña por desprenderse del bloque de 28 naciones, las otras dos regiones del Reino Unido, Escocia e Irlanda del Norte, votaron por permanecer.

Tras los resultados del viernes, líderes nacionalistas de ambos países prometieron dejar al Reino Unido si ese es el precio para mantener a sus naciones conectadas por completo a Europa.

Escocia, en donde los nacionalistas que ya ocupan el poder perdieron por escaso margen un referendo independentista en 2014, parece enfilada a dejar el Reino Unido en caso de que sus vecinos ingleses no encuentren una negociación que les permita permanecer en la Unión Europea. La mayoría de los analistas rechaza esa posibilidad.

«Escocia enfrenta la posibilidad de salir de la Unión Europea en contra de su voluntad. Creo que es democráticamente inaceptable», dijo la primera ministra Nicola Sturgeon. Más del 60% de los escoceses votaron por permanecer en la UE, en comparación con el 48% del Reino Unido en general, lo que refleja la creencia de los escoceses de que pertenecer a la Unión Europea les provee de una influencia moderada en la vida política de un Reino Unido que tradicionalmente es dominado por los ingleses.

Sturgeon hizo énfasis en que su gobierno buscará primero una negociación para encontrar un punto medio entre el gobierno británico en Londres y las autoridades de la UE en Bruselas «para garantizar nuestro lugar continuo en la UE y el mercado único».

Pero admitió que esas esperanzas son poco probables, y dijo que un segundo referendo de independencia escocesa «ahora es muy probable». Pero dijo que esa votación tendría que realizarse antes de que el Reino Unido salga formalmente de la Unión Europea, lo que podría suceder en 2018.

En septiembre de 2014, Escocia rechazó con 55% la independencia. Pero los líderes del Partido Nacional Escocés se dijeron optimistas en que muchos de los votantes que hace dos años rechazaron la independencia están listos para cambiar de bando dado el decisivo apoyo de Inglaterra al euroescepticismo.

«La gente en Escocia simplemente está sorprendida», dijo John Nicolson, un legislador del partido gobernante, quien señaló que los tres principales partidos británicos — los Conservadores, los Laboristas y el Demócrata Liberal — argumentaron hace dos años que la pertenencia al Reino Unido era la única manera de garantizar el lugar de Escocia en la Unión Europea.

«Evidentemente engañaron al pueblo escocés», afirmó.

Sus vecinos, los nacionalistas irlandeses en la región de Irlanda del Norte, indicaron que la votación británica ha renovado sus exigencias de un referendo de toda la isla para unificar a las dos partes de Irlanda luego de una división de 95 años. Argumentan que el retiro de Gran Bretaña de la Unión Europea obligaría a las dos zonas de Irlanda a renovar sus controles aduanales y de seguridad en lo que sería la única frontera terrestre del Reino Unido con un estado de la Unión Europea, la República de Irlanda.

Sinn Fein, ya en el poder en el gobierno de unidad de Irlanda del Norte y está en posición de convertirse en el principal partido de oposición de la República de Irlanda, insiste en que se le debe dar la oportunidad a cientos de miles de ciudadanos irlandeses que viven en Irlanda del Norte de decidir si desean o no salir del Reino Unido.

En Dublín, el primer ministro irlandés, Enda Kenny, convocó a una reunión de emergencia del gabinete luego de que el mercado bursátil irlandés sufrió la peor caída en Europa, un reflejo al hecho de que el principal socio comercial de Irlanda es Gran Bretaña.

Kenny dijo que la principal prioridad de su gobierno es minimizar los daños en una economía irlandesa impulsada por las exportaciones, y no abrir añejas heridas en Irlanda del Norte.

Kenny y la secretaria de Estado de Gran Bretaña para Irlanda del Norte, Theresa Villiers, estuvieron de acuerdo en que el tratado de paz de 1998 de Irlanda del Norte, auspiciado por Estados Unidos, incluye una cláusula para convocar una votación en toda Irlanda sobre una reunificación, en caso de que exista una demanda popular.

Pero ambos recalcaron que décadas de encuestas de opinión y resultados electorales habían demostrado que esa exigencia no era suficiente para ameritar una votación en el corto plazo.

Kenny dijo que su gobierno apoyaría un referendo de unidad en Irlanda únicamente si los analistas pueden documentar «un movimiento serio de la mayoría de las personas a una situación en la que la quisieran unir a la república. No existe dicha evidencia».

«Hay asuntos más importantes que tratar a mediano plazo», dijo, y dio como ejemplo la necesidad de proteger un añejo acuerdo de Irlanda para mantener relaciones especiales de viaje y comerciales con Gran Bretaña, un acuerdo previo al ingreso de las dos naciones a la entonces Comunidad Económica Europea en 1973. «En eso nos enfocamos».

Fuente: http://www.panorama.com.ve/mundo/Escocia-e-Irlanda-del-Norte-dejarian-Reino-Unido-tras-Brexit-20160624-0092.html

Fuente de la imagen: http://img.informador.com.mx/biblioteca/imagen/370×277/1325/1324651.jpg

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