¿Por qué la academia no es lingüísticamente diversa?

Por: Sofía García-Bullé

La academia ha hecho un esfuerzo por trabajar el déficit de angloparlantes no nativos, pero el estigma continúa.

Las humanidades están en crisis, esto es lo que ha dicho texto tras texto. Se habla de una desaparición gradual de las humanidades en los currículums de educación superior, y la falta de capacidad en la forma en que se desarrollan estos programas para conectar con las necesidades del mundo laboral con la misma facilidad que las carreras de ciencias duras. ¿Pero es ese el único problema? ¿Tendríamos la misma situación si los departamentos de humanidades no hablaran en una sola lengua (el inglés)?

El problema de la diversidad lingüística

Cuando vemos un programa de educación superior en la disciplina de las humanidades, por lo general van incluidas un conjunto de habilidades base, sin importar si es un programa de literatura, sociología, filosofía, u otro. La mayoría de estos programas prometen que al terminar el grado, el alumno tendrá habilidades específicas de análisis, interpretación, comunicación, síntesis e investigación y que podrá expresar eficientemente los resultados de aplicar estas habilidades ya sea a través de la redacción, la representación gráfica o, en algunos casos, hasta numérica.

Estas son las herramientas básicas del profesional de las humanidades. Al aprenderlas, el estudiante estará listo para adentrarse al entendimiento y explicación de los fenómenos sociales, desde eventos históricos como la Gran Migración Atlántica y sus implicaciones, pasando por corrientes filosóficas como el existencialismo y el positivismo, siendo capaz de comprender por qué la primera fue tan popular en tiempos lúgubres como la Primera Guerra Mundial y prácticamente destronó al positivismo como la corriente filosófica más establecida.

En teoría, un estudiante de humanidades debería poder entender el impacto del conductismo sobre la educación infantil, o la influencia de las novelas del amor cortés no solo en la construcción de las costumbres sociales, sino en la del idioma español.  La lengua es un elemento integral para entender la base de los fenómenos sociales ligados a una determinada cultura o momento histórico, entonces, ¿por qué la mayoría de los programas, los contenidos didácticos y los auxiliares están en inglés? ¿Por qué los currículums de humanidades y ciencias sociales no cuentan con una intención educativa que incluya también el aprendizaje de más lenguas?

“A la fecha, la mayoría del volumen de investigación se ha enfocado en un centro versus una dicotomía de periferia [ . . . ] que desafía a los investigadores no angloparlantes cuando tratan de publicar sus trabajos”.

En artículos anteriores hemos hablado del valor de la traducción en la experiencia educativa, esto es especialmente crítico en el aprendizaje de las humanidades y las ciencias sociales. La comprensión de conceptos matemáticos tiene su base en la lógica, en la exactitud, en el cálculo; en el caso de las ciencias sociales parte de la perspectiva, el análisis, y el contexto. Este contexto se ve tremendamente limitado cuando las fuentes académicas y los contenidos didácticos están en un solo idioma (el inglés). Para explicar los efectos de esta carencia académica, es necesario un ejemplo concreto.

“No hablar español”

Ignacio Sánchez Prado, profesor de Español, Estudios Latinoamericanos, Cine y Media de la Universidad de Washington en Saint Louis, EE. UU., escribió para The Chronicle of HIgher Education sobre los efectos de la invisibilización del idioma español en los departamentos de estudios latinoamericanos universitarios.

El académico reconoció un frente común ante una desvalorización de las humanidades; antes básicas y ahora optativas, pero en ese frente académico, el idioma español, y el conocimiento específico que este carga, han sido dejados atrás. “Veo a mis colegas de habla inglesa como camaradas en una pelea común, pero se vuelve difícil convocar su solidaridad en los problemas que describe el español, cuando son los descritos por el inglés los que monopolizan las conversaciones críticas para otros campos”. El Dr. Sánchez sostiene que la integración del español a los departamentos de ciencias sociales y estudios culturales no es un asunto de canonicidad, sino una batalla cuesta arriba por representación, en la que muy frecuentemente tienen que encarar a esos mismos colegas de habla inglesa con los que han de cooperar para mantener a flote a las humanidades como un todo.

La integración del español como uno de los idiomas primarios en la academia no solo es un caso de justicia social y epistémica, sino de fundamentación numérica. Hay 460 millones de personas para la que el español es su lengua nativa, el idioma más hablado en el mundo es el chino, con 1.3 mil millones de hablantes nativos. El inglés es el tercer idioma más hablado del mundo, con 379 millones de personas para quienes el inglés es su idioma nativo.

Otro texto publicado en The Chronicle of Higher Education, ejemplifica a la perfección el punto de Sánchez. Simon During, profesor con grado de doctor y académico experto en Historia literaria, Teoría literaria y cultural, además de Secularismo y otras disciplinas. En el texto, el Dr. During habló de la influencia de la secularización de las humanidades en su proceso de desvalorización en las casas de estudios superiores.

De acuerdo a Sánchez, su análisis es bueno, pero solo hace sentido si se cree que todo el contenido referente de humanidades fue escrito en inglés y que las humanidades comprenden el estudio de la historia y otras tantas sub-disciplinas secundarias. “A la fecha, la mayoría del volumen de investigación se ha enfocado en un centro versus una dicotomía de periferia [ . . . ] que desafía a los investigadores no angloparlantes cuando tratan de publicar sus trabajos”, sostiene la Dra. Anna Kristina Hultgren, catedrática sénior de Inglés y Lingüística aplicada en la Open University del Reino Unido, en su texto “El Inglés como el idioma de la Publicación Académica: Sobre Equidad, Desventaja y carácter no nativo como distracción”.

Las prácticas académicas de publicación, divulgación y eventos académicos no ayudan. Frecuentemente se agrupan investigaciones de acuerdo a su idioma en vez de sus contenidos, fraccionando el conocimiento común de una sola área del conocimiento y dificultando la generación de una voluntad y esfuerzo para su traducción. De la misma forma, en las conferencias y simposios académicos se integran los paneles con académicos que tengan al menos un idioma en común, que es casi siempre el inglés, aquellos que no lo dominen serán agrupados en la periferia, convocados solo en pláticas en las que puedan procurar traductores, o serán restringidos a sus escenas locales.

“Veo a mis colegas de habla inglesa como camaradas en una pelea común, pero se vuelve difícil convocar su solidaridad en los problemas que describe el español, cuando son los descritos por el inglés los que monopolizan las conversaciones críticas para otros campos”.

El inglés como vehículo monopólico de comunicación facilita la diseminación de contenido académico de todas las disciplinas, no solo las humanidades. No se puede negar que contenido valioso ha llegado a más personas en menor tiempo gracias a una estandarización de la divulgación académica, bajo el idioma inglés, pero esta facilidad tiene un precio: ¿cuántas vías al conocimiento y perspectivas se pierden cuando la única plataforma para investigar y publicar es la que proporciona la lengua inglesa?

La Dra. Hultgren reconoce que en tiempos actuales, la academia ha hecho un esfuerzo deliberado por trabajar el déficit de angloparlantes no nativos, pero el estigma continúa; en la academia se siguen refiriendo a ellos como “académicos no angloparlantes” o “escritores de investigación de segunda lengua”. Tanto el idioma como el trabajo de estos académicos sigue en la periferia como algo secundario, esta es la desventaja comunicativa que habilita problemas enraizados en la academia como la injusticia epistémica o el retraso en el avance de diversos campos aún más allá de las humanidades porque no hay contenidos en inglés.

Hultgren puntualiza que no hay una solución unitalla para una problemática tan compleja, pero una manera de avanzar hacia una academia más eficiente y presta a estudiar las perspectivas de las que se nutre, es retomando el papel de los idiomas como parte integral de la disciplina de las humanidades. Es a través de la diversificación lingüística que se pueden abrir otras vías al conocimiento de fenómenos sociales y sentar las bases de una comunidad académica más cohesionada y presta a trabajar en conjunto. El inglés nos ayudó a llegar a un punto en el que los contenidos educativos pueden llegar a más personas.  Dominar más idiomas al momento de aprender, enseñar, investigar y divulgar nos puede llevar al siguiente paso, entendernos unos a otros como productores del conocimiento, además de comprender las fuentes, el contexto y el fondo del conocimiento que producimos.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/academia-lenguaje-ingles

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Así será la transición editorial a la ciencia abierta

Por: Candela Ollé

Retrocedamos al año 2011, cuando la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación y su artículo 37 centrado en la “Difusión en acceso abierto” ya detallaba en cinco puntos las medidas para poder tener un verdadero acceso abierto a la ciencia en España.

Desde entonces, numerosos estudios y autores han evaluado el grado de cumplimiento de esta ley dando como resultados porcentajes de cumplimiento muy bajos (9%).

No en vano, la citada ley en su último punto, el seis, retrocedía en avances:

“Lo anterior se entiende sin perjuicio de los acuerdos en virtud de los cuales se hayan podido atribuir o transferir a terceros los derechos sobre las publicaciones, y no será de aplicación cuando los derechos sobre los resultados de la actividad de investigación, desarrollo e innovación sean susceptibles de protección”.

En estos ocho años han surgido muchos informes que han intentado avanzar en el camino sin notable éxito, pero hasta la llegada del Plan S –publicado en 2018– no se ha acelerado la transición hacia el ya conocido acceso abierto y la ciencia abierta.

El Plan S consta de un objetivo y diez principios con la finalidad de que –a partir del 1 de enero de 2021– todas las publicaciones –con un claro énfasis en las publicaciones académicas revisadas por pares– financiadas con subvenciones públicas sean de acceso abierto, bien publicadas en revistas o repositorios.

Diez principios

El Plan S establece diez principios para conseguir estos objetivos:

  1. Los autores deben conservar los derechos de autor de sus publicaciones, que deben publicarse bajo una licencia abierta como Creative Commons (CC BY).
  2. Los miembros de la coalición deben establecer criterios y requisitos sólidos para las revistas y plataformas de acceso abierto que cumplan con los requisitos.
  3. También deberían ofrecer incentivos para la creación de revistas y plataformas de acceso abierto compatibles si aún no existen.
  4. Las tasas de publicación deben ser sufragadas por los financiadores o las universidades, no por investigadores individuales.
  5. Dichas tasas de publicación deben ser estandarizadas y limitadas.
  6. Las universidades, las organizaciones de investigación y las bibliotecas deben alinear sus políticas y estrategias.
  7. Para los libros y monografías, el plazo podrá ampliarse más allá de 2021.
  8. Los archivos y repositorios abiertos deben ser reconocidos por su importancia.
  9. Las revistas híbridas de acceso abierto no cumplen con el principio clave.
  10. Los miembros de la coalición deben supervisar y sancionar el cumplimiento de este Plan.

Cinco retos

En este artículo pondremos el foco en cinco de los retos que deben afrontar las revistas a corto plazo en el contexto de la ciencia abierta, que va de la mano del Plan S.

La ciencia abierta se fundamenta en ocho dimensiones: acceso abierto, datos, educación, incentivos, nuevas métricas, integridad de la investigación y ciencia ciudadana. Además de un buen listado de beneficios identificados, como la transparencia, la efectividad, la rápida transferencia de conocimiento que evita duplicidades y aumenta la rapidez de la investigación, la reproducibilidad, evitar el fraude, una mayor productividad y la mejora del impacto social de la investigación.

En el contexto de las ocho dimensiones o pilares de la ciencia abierta hemos seleccionado los que consideramos los cinco grandes retos de las revistas académicas, que son:

  • la sostenibilidad económica,
  • la revisión abierta (open peer review),
  • las nuevas métricas (altmetrics),
  • la difusión de los contenidos en las redes sociales y
  • la gestión de los datos de investigación.

Todo ello configura un ecosistema en ebullición y expansión, con una coincidencia no casual de la explosión de las redes sociales junto con la ciencia abierta y los grandes volúmenes de datos científicos.

El acceso abierto es la palanca de arranque de la ciencia abierta y el fuerte impulso político de la Comisión Europea (Horizon 2020 o Plan S) ha acelerado la transición de la publicación de acceso libre.

Actualmente nadie se pregunta si el acceso abierto se llegará a imponer, ya que la pregunta es cuándo lo hará.

No hay marcha atrás para la ciencia abierta

La ciencia abierta se encuentra en una etapa en la que no es posible un paso atrás, pero hay que hacer todavía un cambio de paradigma, ya que abre todas las fases de la investigación científica, desde la revisión y la evaluación hasta la publicación y la difusión.

Así como en los años noventa del siglo pasado el reto era la digitalización e Internet y, desde el año 2000, el acceso abierto, a partir de 2015 el nuevo marco del open science contiene muchas implicaciones para la edición científica.

Es imprescindible marcarnos un calendario de acción en el que el primer reto es la sostenibilidad económica. ¿Cómo se pagan los costes editoriales? Hay mucho debate en torno a cuál debe ser el modelo de negocio. Existen diferentes vías de financiación de las revistas científicas y, a la vez, es uno de los aspectos más criticados.

Es el caso de los elevados precios de los Article Processing Charges (APC), con los que el autor se hace cargo de los costes de la edición.

La Fair Open Access Alliance recomienda que los costes de procesamiento de artículos no excedan los 1 000 dólares estadounidenses (800 euros aproximadamente) por artículo, aunque hay revistas que llegan a cobrar casi 4 000 dólares. Algunas de las vías de financiación mayoritarias son: las tasas (APC), la financiación pública y los consorcios de usuarios.

El segundo reto planteado es el modelo de evaluación de expertos en abierto. Las editoriales están experimentando cómo se puede dotar de más transparencia y apertura al proceso de evaluación de expertos. Por ejemplo, la plataforma F1000 hace públicas las identidades de los revisores y acompaña al artículo de sus informes y el estado de aprobación.

La editorial MDPI, en cambio, opta en algunos de sus títulos por un modelo más flexible, en el que el autor y el revisor deciden si se hacen públicos el informe y la identidad de los revisores. Open reports, open identities da la posibilidad de citar las revisiones, etcétera. Son algunas de las muchas posibilidades en este campo.

El mismo contexto obliga a buscar nuevas métricas (tercer reto) para evaluar más allá de las citas y los cuartiles. La búsqueda de indicadores alternativos para romper el monopolio del factor de impacto tiene un largo recorrido.

Además, surge el concepto de métricas abiertas, que son las métricas de la próxima generación, y serán claves, tal y como menciona el principio número 10 del Plan S, ya que “los financiadores se comprometen a evaluar los resultados de la investigación durante las decisiones de financiamiento, y valorarán el mérito intrínseco del trabajo y no considerarán el canal de publicación, su factor de impacto —u otras métricas de la revista— o el editor”.

Qué queremos comunicar

Las revistas y la comunicación científica no quedan al margen de las redes sociales (cuarto reto).

Nos tenemos que plantear la esencia de qué queremos difundir: dónde es más adecuado publicar, cómo hemos de hacerlo, ¿apostamos por los formatos audiovisuales?, para quién –cuál es nuestro público– y por qué. De este modo, seleccionaremos mejor la red para hacer llegar nuestro mensaje.

Las redes se pueden clasificar como generalistas y especializadas —las más utilizadas por los investigadores son ResearchGate, Academia.edu, Mendeley, Twitter, Facebook y LinkedIn—.

La web social permite que haya un enlace entre instituciones, autores y lectores; favorece la visibilidad y el impacto de los contenidos fuera de la academia; genera debate y dinamiza la comunidad científica y promueve el uso de diferentes formatos —vídeo, fotografía o infografía—.

Nuevas oportunidades para los investigadores

El uso de los medios sociales (social media) ofrece una serie de oportunidades para las revistas e investigadores: múltiples plataformas de interrelación entre instituciones, autores y lectores; incremento de la visibilidad; permiten llegar a múltiples públicos, la importancia en aumento de la estrategia SEO (siglas de Search Engine Optimization u Optimización para Motores de Búsqueda); generan un incremento del impacto, así como una dinamización de la comunidad científica, fidelización y curación de otros contenidos. Son un buen canal para socializar la investigación con la ciudadanía, y en el momento en que esto se produzca, el esfuerzo y el debate que está generando el Plan S estará ampliamente reembolsado.

El último aspecto a enfatizar es la gestión de datos en abierto (quinto reto). Algunas de las recomendaciones son adoptar los principios FAIR (Findability, Accessibility, Interoperability, and Reusability, en español fáciles de encontrar, accesibles, interoperables y reutilizables), seleccionar los datos con interés para usos futuros, elaborar un plan de gestión de datos, asignar licencias abiertas, depositar los contenidos en repositorios de confianza y promover la citación de los conjuntos de datos como si fueran cualquier otro recurso.

¿Estamos listos?

¿La comunicación científica está lista para ser abierta en 2021? En España hemos analizado las 214 revistas del Scimago Journal Rank de Ciencias Sociales (López-Borrull et al. (2020). “El Plan S y el ecosistema de revistas españolas en Ciencias Sociales hacia el acceso abierto: amenazas y oportunidades”, El Profesional de la Información (en prensa)) valorando los requerimientos técnicos que el Plan S marca para las publicaciones académicas y los resultados muestran que solo 11 de las 214 revistas cumplen 10 de los 12 requerimientos obligatorios que la cOAlition S demanda a las revistas para que los investigadores puedan publicar en ellos.

Además, las revistas españolas de Ciencias Sociales deben tomarse los requerimientos del Plan S como una oportunidad para hacer una definitiva transformación digital, la que no se hizo cuando se pasó a la gestión de artículos en formato pdf. Así, los requerimientos son también una hoja de ruta de calidad y transparencia de las revistas científicas en acceso abierto.

En el camino hacia la ciencia abierta, de momento se concentran los esfuerzos y cambios para las publicaciones, pero la línea de tiempo para lograr el acceso abierto de las monografías y capítulos de libros será más larga y requiere un proceso separado, todavía por definir.

Fuente: http://theconversation.com/asi-sera-la-transicion-editorial-a-la-ciencia-abierta-131272

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El conocimiento y la posverdad

Por: Benito Navarrete Prieto

El autor pone en duda «la fortaleza científica» de la muestra ‘Leonardo Da Vinci. Los rostros del genio’

El tema está de plena actualidad. Se trata del conocimiento, de la investigación, de la ciencia y de la obligación que tienen las instituciones depositarias del legado cultural atesorado por el hombre de hacerlo accesible al ciudadano y legarlo a las generaciones futuras en las mejores condiciones y con la garantía de la búsqueda del rigor y de la verdad. No voy a entrar en la idoneidad del nombramiento de Christian Gálvezcomo comisario de una exposición asociada a la Biblioteca Nacional (BNE),ni en sus becas de investigación o reputación en el ámbito científico como experto en el Renacimiento. La propuesta de Gálvez se completa con la muestra en la BNE de los denominados Códices I y II de Madrid, que se encuentran entre los más importantes manuscritos de Leonardo para la ingeniería y la historia militar, al cuidado de la profesora de la Universidad Complutense de Madrid Elisa Ruiz García, la investigadora que mayor luz arrojó al conocimiento de estos manuscritos en su memorable libro de 2012: El imaginario de Leonardo: códices Madrid de la Biblioteca Nacional de España editado por el Ministerio de Cultura, indexado en el Scholarly Publishers Indicator por su impacto en el campo científico. Los códices se custodian además en los depósitos de la sala de manuscritos, incunables y raros, cuyo director técnico es uno de los más reputados expertos a nivel internacional en el estudio de libros miniados.

Entiendo el noble propósito de la dirección de la institución a la hora de divulgar el conocimiento y atraer a otro tipo de público, y no solo a los investigadores. Sin embargo, creo que en esta iniciativa hay que diferenciar tres conceptos que últimamente tienden a mezclarse, cuando no a confundirse: investigación, divulgación científica y ficción novelada. Todos son legítimos e incluso pueden complementarse, pero no podemos engañar al público que no tiene la obligación de saber en quién reside la fuente de autoridad.

He leído Leonardo da Vinci –cara a cara-, edición Debolsillo, 2018. Reconozco que es un ensayo que, bien tutorizado, podría haber sido un excelente libro de divulgación, siempre que en él se hubieran discriminado claramente lo que son libros científicos contrastados, opiniones personales, entrevistas a presuntos expertos y artículos de periódicos de variada credibilidad que no viene al caso prejuzgar.

El problema del planteamiento de la exposición que se inaugurará el próximo lunes en dos sedes, la del vestíbulo de la BNE y la Sala del Palacio de las Alhajas de Montemadrid, es el sensacionalismo derivado del citado libro. Por cierto, en sus 677 páginas no hay ni una sola cita a la profesora Elisa Ruiz, como tampoco a las personas que arrojaron luz y dieron con las claves del contenido del Códice I y II de Madrid. Ambos pertenecieron en el siglo XVII al importante coleccionista Juan de Espina, fascinante personaje para la historia de la ciencia que está estudiando el profesor de la Universidad de San Andrews, José Ramón Marcaida; uno de tantos cerebros fugados, como el propio Leonardo, según expresión a propósito del comisario de esta muestra. En el citado libro Leonardo da Vinci -cara a cara-, tampoco están citados los estudios de Amelio Fara, Leonardo e l’architettura militare, Giunti, 1997 ni tampoco el de Fara y Natali dedicado a Leonardo A Piombino e L’idea della città moderna tra Quattrocento e Cinquecento, Leo S. Olschki editore, 1999. Por supuesto, estos trabajos están recogidos y correctamente aprovechados en el estudio de la profesora Ruiz, verdadera fuente de autoridad. Desgraciadamente desconozco lo que es la asociación española de sindonología a la que el comisario pertenece.

Otro problema añadido es la inclusión en las salas del Palacio de las Alhajas de la denominada Tavola Lucana, un presunto autorretrato de Leonardo que es autógrafo únicamente para su descubridor, el profesor de historia medieval Nicola Barbatelli quien lo localizó en una colección privada de Acerenza, sur de Italia en 2009 (véase Gálvez, 2018, pp. 389-428). Sin embargo, ninguno de los prestigiosos estudiosos de Leonardo reconoce la obra como original. Niegan su autoría como pintura autógrafa o directamente la ignoran: Mauro Natale, Marco Tanzi, Francesco Frangi, Alessandro Ballarin, Alessandro Cecchi, Martin Kemp, Antonio Natali, Cecilia Frosinini y Pietro Marani.

Llamativo es asimismo que para Matteo Ceriana, antiguo director de la Gallería Palatina de Florencia, actual jefe de conservación del Museo Nazionale del Bargello y miembro de la Junta de Exportación de obras de arte del Ministerio de Cultura de Italia, la pintura en cuestión es probablemente un constructo del siglo XIX realizado en una tabla antigua, con una imagen de Leonardo basada en la xilografía publicada por Vasari en la segunda edición de sus vidas de 1568, y con elementos tomados del dibujo tenido por algunos investigadores como autorretrato de Leonardo conservado en la Biblioteca Real de Turín y que perteneció a su discípulo Francesco Melzi. La imagen de la Tavola Lucanaademás se inspira en otro falso retrato de Leonardo conservado en los Uffizi, probablemente ya del siglo XVII, un punto que el propio Gálvez (2018, p. 402) reconoce. La fusión o pastiche se advierte sobre todo en los cabellos del personaje, en la extrema debilidad de la pincelada del retrato y en la absoluta disparidad con la técnica que solía emplear Leonardo. Más increíble resulta la presunta “firma especular” en la trasera de la obra, donde se quiere leer pinxit mea, pues ni existe tradición de una firma así en la historia precedente ni Leonardo solía escribir en latín, una lengua que prácticamente desconocía y no leía bien, como ha defendido recientemente Martin Kemp en Leonardo da Vinci: las maravillosas obras de la naturaleza y el hombre editado por Akal en 2011, editorial también indexada en el SPI y fuente de verdad para la Aneca.

Más preocupante -el verdadero problema para el que esto escribe y para muchos colegas de la comunidad científica- es que la exposición venga avalada por una de las instituciones culturales más importantes de nuestro país, y que se respalde un proyecto expositivo que da una imagen falsa o, cuanto menos, desvirtuada del artista. Al margen de todos los presuntos intereses que rodean a la Tavola Lucana, hace poco expuesta en la Galería del Palacio municipal de Puebla (México), con fotografía de familia de todos los políticos locales en un espacio sin solvencia, la contrariedad radica en la falta de inquietud por contrastar la fortaleza científica del proyecto con otros investigadores de prestigio de nuestro país, tanto de dentro como de fuera de la BNE; por ejemplo los que trabajan en el Museo Nacional del Prado, quienes no hace muchos años produjeron notables avances en el terreno del proceso creativo de Leonardo, reconocidos por el propio Museo del Louvre que celebrará su magna exposición el próximo año sin los códices de Madrid. Con ello volvemos al principal escollo de partida: realzar la cultura del espectáculo frente al sereno, lento, reflexivo y riguroso método científico que produce la unión y la colaboración de la comunidad de investigadores para luego, en equipo, realizar la necesaria labor de divulgación.

Por desgracia, la imagen que se construye del artista con este proyecto es, de nuevo, la propiciada por la leyenda, la fantasía y la ficción. Una imagen deudora de la visión que se construyó sobre Leonardo en el siglo XIX, bajo un prisma positivista, y condicionada por criterios políticos derivados del problema de la unidad de Italia y de la fabricación de héroes nacionales. Esta invención de un ingenio, al margen de su obra artística, descontextualizada de la historia de la ciencia y de su sociedad y cultura, ha llenado la literatura sensacionalista de absurdas teorías a lo Dan Brown que han terminado por contaminar y desfigurar a un artista en el que últimamente hay demasiados intereses económicos de por medio y que, sin duda, seguirá siendo materia de best sellers de mejor o peor gusto.

Seguramente la exposición será un éxito y se venderán muchos ejemplares de los libros de su comisario, aunque ese mismo éxito merecería desarrollarse en otro marco. Espero también que estas líneas sirvan para que nuestra Biblioteca Nacional y su sala de Manuscritos y Bellas Artes continúen siendo el lugar de referencia.

Fuente: https://elpais.com/cultura/2018/11/28/actualidad/1543430797_848164.html

 

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Darío Sztajnszrajber, el profe de filosofía que la rompe en Argentina

Argentina / 21 de octubre de 2018 / Autor: Karen Espíndola / Fuente: El Desconcierto

Darío se ha convertido en un fenómeno en el país trasandino logrando sacar del aula a la filosofía, llevándola a la radio, la televisión, ¡y a las calles!. Sus últimos libros son “¿Para qué sirve la filosofía? (2013) y “Filosofía en 11 frases” (2018). El 6 y 7 de noviembre estará en Chile y nos adelanta sus reflexiones y propuesta en una conversación con El Desconcierto.

“Yo diría que la filosofía en sí misma es un ejercicio de desnaturalización permanente, y en eso radica su fuerza y también su molestia”.

Es docente de filosofía de la Universidad de Buenos Aires y su apellido se pronuncia –según reza la biografía de su Twitter (@sztajnszrajber)– “Shtain-Shraiber”. Darío se ha convertido en un fenómeno en el país trasandino logrando sacar del aula a la filosofía, llevándola a la radio, la televisión, ¡y a las calles! Sus últimos libros son “¿Para qué sirve la filosofía? (2013) y “Filosofía en 11 frases” (2018). Este último, lleva 23 semanas entre los más vendidos de Argentina. Pero Sztajnszrajber no es solo un docente, escritor y comunicador innato. También ha sido un comprometido luchador por la emancipación de la mujer.

Y aunque tiene una pesada agenda recorriendo Argentina con sus charlas, se detuvo por un momento para contestar algunas de nuestras inquietudes sobre la filosofía, la religión, su posición frente al debate acerca del aborto y su próxima visita a Chile, en el mes de noviembre.

– Hace unos meses atrás, en Chile se puso en cuestión la enseñanza de la filosofía (idea que finalmente no prosperó). Por su parte, la enseñanza de educación cívica fue eliminada de la malla curricular obligatoria en 1998 y solo el 2019 volverá a ser obligatoria bajo el nombre de “Educación Ciudadana”. ¿Qué te parece esta situación? ¿Qué importancia le das a la enseñanza de la filosofía y la educación cívica en los colegios?

-Creo que todo intento de extirpar de la currícula la disciplina filosofía es una manera que tiene la educación de inmunizarse así misma de sus propias contradicciones, porque básicamente lo que la filosofía genera al interior de una currícula, casi como una voz de alerta socrática, es recordar que no estamos produciendo entidades subjetivas al servicio de un dispositivo gerentocrático sino que reviviendo la vieja paideia griega. Lo que estamos es formando seres conscientes de sus propias ambigüedades, de su propia contingencia, y sobre todo de la necesidad de construcción con otro. Obviamente la filosofía es un espacio anti disciplinario, que tiene que vérselas con las paradojas de promover pensamiento crítico en un marco normativo, pero que más allá de eso, siempre resultó una materia molesta porque de algún modo está provocando en los alumnos el cuestionamiento permanente de aquello que van vivenciando en su cotidianidad. Entonces, lo fácil en todo proceso de autoinmunidad, es sacarse de sí mismo lo que uno considera elementos nocivos, pero sabemos como muchas veces termina la autoinmunidad, generando esta especie de manías de seguridad o de obsesión de defensa contra sí misma que muchas veces termina autodestruyéndose.

-Ligado al tema educativo, un científico y escritor que he seguido últimamente, Richard Dawkins, afirma que el adoctrinamiento religioso infantil debiera ser considerado una especie de abuso infantil. ¿Qué opinas?

-Yo creo que el abuso del que habla Dawkins es igualmente pensable para todo abordaje dogmático de cualquier disciplina. Yo creo que el adoctrinamiento religioso, que se encierra en su concepción metafísica como única verdad, obviamente tiene un profundo rasgo antidemocrático. Pero te soy sincero, me hace más ruido cuando el pensamiento supuestamente crítico o ateo en el caso religioso, termina siendo más religioso que el religioso, haciendo del lema ateo, un dogma. Yo creo que el problema no es la religión sino el dogmatismo y creo que en ese sentido si uno liberase lo religioso de sus dogmas, se encontraría con textos, reflexiones y preguntas fascinantes. De hecho, gran parte de la filosofía o incluso de la ciencia, y ni hablar de la política, permanentemente están secularizando y resignificando motivos religiosos. Entonces, como decía Nietzsche, el problema con la muerte de dios no es dios sino la verdad, de la cual dios es solo una imagen más. Habremos matado a dios –dice Nietzsche en La Gaya Ciencia– pero aún seguimos adorando sus sombras, y a veces esas sombras son las que construyen estas prisiones en las que estamos encerrados. O tal vez dios sea siempre una sombra de la que uno cree que no puede salir.

Digo, en conclusión, es evidente el dogma religioso, y estamos todos del otro lado junto a Dawkins, combatiéndolo, pero también está buenísimo que nos peleemos contra todo dogma, incluso contra aquellos que a nombre del dogma cuestionan el dogma religioso, porque terminan reproduciendo –en el fondo– lo mismo que quieren combatir.

– ¿Crees que en la actualidad es necesaria la idea de un dios?

-A mí me parece claro el esquema. O sea, retomando la pregunta anterior, incluso te diría que el problema es “La Verdad” –con mayúscula– más que con qué contenido rellenamos ese dispositivo de producción de lo verdadero. Y en ese sentido creo que tanto un creyente como un ateo están reproduciendo una metafísica, de manera soterrada, porque ambos en algún punto sostienen afirmaciones desde la verdad y a mí por lo menos me hace ruido eso: la posibilidad de acceder de modo tan taxativo a una verdad. Yo no podría firmar con tanta soltura que no hay algo más, del mismo modo que podría afirmar, con mucha soltura, que ninguna de las interpretaciones dogmáticas de las religiones institucionales a mí me convence, porque no me pueden dar una respuesta acerca de esa pregunta.

Por eso creo, de nuevo siguiendo a Nietzsche –y a Derrida también–, que no se trata de matar a Dios, sino que se trata de, una vez muerta la verdad, entender la metáfora de Dios en función de nuestras necesidades existenciales (por llamarlo de algún modo). Y entonces, sí creo que hay una necesidad siempre de la pregunta para cada época. Para mí, dios es apertura. Es la pregunta que irrumpe ante la conciencia de nuestras propias limitaciones. Que lo hayan llamado dios y lo hayan empezado a adorar es traicionar esa pregunta. Nadie ha traicionado más nuestra voluntad, nuestro deseo religioso, que la religión. Entonces, no me peleo con lo religioso, que no lo veo más que como el impulso permanente por trasgredir el límite; esa necesidad de siempre seguir preguntando y de no contentarte con lo que se te dice que se resuelve en el más acá.

Ahora, claramente las religiones institucionales son más un producto del más acá, porque justamente abandonan la pregunta por el más allá.

-¿Qué opinas del concepto “naturaleza humana”, usado muchas veces como un eufemismo para sugerir la idea de que los seres humanos son de una determinada manera (principalmente en cuanto a su sexualidad)?

-Claramente el concepto naturaleza humana es el que mejor plasma el nexo constitutivo que hay entre el poder y el saber, donde cualquier tipo de poder, en la medida en que logra postular su propio interés como algo propio de la naturaleza del ser humano, consigue de ese modo detener cualquier ejercicio de resistencia. Nadie va a pelearse ni hacerle la revolución a algo que se presenta como parte de la naturaleza de las cosas. Por eso los que abogamos por una filosofía de la deconstrucción, entendemos que no hay mejor manera de hacer una filosofía revolucionaria que deconstruyendo sobre lugares comunes donde se postulan rasgos naturales de cualquier cosa para justificar primacía. El caso de la sexualidad es el caso extremo, o el caso donde, por ahí, más cuesta verlo. Por eso, no es casual que a partir de Foucault se haya puesto tanto el acento en la deconstrucción de la identidad sexual. Porque uno puede ir entreviendo muchas construcciones culturales que luego se hacen pasar por naturales, pero en la sexualidad uno sigue creyendo que implica un rasgo orgánico, algo que viene con nosotros y todas esas características profundamente economicistas que tiene la sexualidad, y que justamente la sacan fuera de todo ese horizonte abierto, infinito de opciones que promueve lo sexual. Entonces, es una pelea deconstructiva diaria, ir todo el tiempo desnaturalizando. Yo diría que la filosofía en sí misma es un ejercicio de desnaturalización permanente, y en eso radica su fuerza y también su molestia.

-Argentina viene saliendo de un gran debate sobre el aborto (en Chile recién el año pasado se aprobó la despenalización del aborto bajo tres causales específicas). ¿Cómo viste el debate en general? ¿Qué fue lo que más te impactó (positiva y/o negativamente)?

-Mirá, por un lado, te diría que fue muy positivo el cómo se fueron estructurando las posiciones. La visibilización de la lucha de la mujer por su propia emancipación es un gran logro que el debate por la ley del aborto logró de algún modo representar o espejar. O sea, la derrota en la votación en el Senado no opaca la posibilidad de que el tema haya circulado y que entonces, siempre los que creemos en la educación, los que somos docentes, vamos a ponderar cuando en la opinión pública un tema puede ser debatido.

Después lo que tenés es obviamente posiciones muy pobres. Era muy difícil encontrar en aquellos que están en contra del aborto, postulaciones o justificaciones convincentes, profundas, desarrolladas. No sé si en todos los casos –hablaron 700 personas, distintos expertos– pero en la mayoría, las posiciones en contra del aborto no podían sino salirse de posturas muy simplistas, reduccionistas o profundamente metafísicas, que imposibilitaban cualquier tipo de cruce. Me parece que el hecho de que el debate haya circulado por todos lados, genera la necesidad de repensar estos temas en la agenda. O sea, cuando la agenda se corre un poco de lo que el poder –principalmente económico-mediático-político– impone como temas importantes, siempre es bienvenido, más allá de que después se haya o no aprobado. Obviamente los que estamos a favor de la ley, seguiremos trabajando año a año para que la ley finalmente se apruebe Y el dolor por esta derrota no opaca esta toma de conciencia social y la posibilidad de seguir dando esta lucha en los años venideros.

Sacando la filosofía fuera de las aulas

-¿Cómo surge la idea de realizar clases de filosofía para un público general que le interesa el tema, pero que no tienen mayores conocimientos o que no son estudiantes de filosofía? ¿Fue tu idea difundir las clases en Youtube?

-Lo que pasó fue que en Argentina hubo un proyecto muy específico, muy concreto, llamado “Canal Encuentro” que es una apuesta por parte de la gestión anterior a la de Macri, la de los gobiernos kirchneristas, por crear el canal de televisión del Ministerio de Educación y trabajar fuertemente en nuevos formatos audiovisuales que pudieran acercar y generar un acceso –sobre todo en principio– al público escolar de las temáticas tradicionales del saber, pero que, en términos de crisis áulica, no convocaban, no erotizaban, no producían transferencia. Antes que nada, Canal Encuentro fue una revolución pedagógica. Al día de hoy se siguen usando muchísimos de nuestros programas en las aulas. Entonces, ese fue el comienzo, que por ser un canal de televisión que estaba en la grilla, empezó a ser visto por gente más allá de la comunidad escolar. Y entonces nos fuimos dando cuenta que haber abierto el aula a un público masivo también rendió sus frutos en términos de convocatoria, de interés. Yo creo que es una gran reivindicación de la labor docente que, en general, nuestra sociedad la reduce a una cuestión institucional. A todo el mundo le encanta poder seguir trabajando su deseo de saber (de ahí viene la palabra filosofía) y en la medida en que vós les propongas formatos entretenidos, conmovedores, que cotidianicen las grandes temáticas epistémicas en la vida diaria y que uno se la puede apropiar como para pensar su propia existencia, siempre va a ser valorado.

Acá hubo una gran apuesta a renovar lo que podemos llamar, a grandes rasgos, la televisión cultural y educativa que siempre se reducía a dos tipos de barba hablando con potos en el medio. ¡Y funcionó! Y funcionó tanto que desbordó el aula tradicional y te diría, nietzscheanamente, generó la muerte del aula en algún punto. Lo digo distinto: En tiempos de muerte del aula, el parangón de la muerte de Dios nietzscheano, hoy, todo es aula, también un programa de televisión, también este tipo de construcción con un otro (el estudiante) que va por otro lado. Muchos devotos fanáticos de nuestros programas de televisión se aburren en el aula. ¡Y aprenden! Y no porque el canal de un programa de televisión pueda, o una clase en YouTube como después fuimos subiendo, o programas de radio o porque nuestros espectáculos teatrales y musicales puedan resumir todo lo que se hace en el aula. Porque el problema del aula no es hoy de contenido sino de transferencia. De que le suceda algo al alumno, que no lo vio burocráticamente como un momento perdido. Creo que algo de eso pasó con el proyecto Canal Encuentro, y me parece que a partir de ahí hubo muchos divulgadores que empezamos ahí y después fuimos llevando nuestra disciplina y nuestros proyectos en otro formato, pero siempre con esa vocación de generar divulgación.

-Si tuvieras todo el tiempo que quisieras para escribir un libro, ¿sobre qué trataría? 

-Mira, claramente ese libro tendría que ver con las grandes preguntas existenciales. No dejan de ser las clásicas y las que se van –diría Baudelaire– vistiéndose con el ropaje de la época. Pero no dejan de ser, por nombrar a tres, la muerte, dios y el amor. De hecho, mi próximo libro lo estoy pensando un poco en una de esas líneas; pero si tuviera todo el tiempo iría por ahí, tal vez elegiría a dios. La muerte es el tema, en realidad, que más me preocupa, pero como diría Heidegger, sigo pensando que todavía falta mucho tiempo, que ya voy a tener tiempo para pensar la muerte cuando esté más cerca. Muy loco, porque me podría morir ahora, pero es como que uno no quiere verlo.

Pero el tema desde entender el sinsentido originario es como lo que más me calienta (decimos acá, de excitación) para encarar un trabajo de investigación abrumador. Tratar de entender el porqué del porqué.

-¿Cuál es tu libro de filosofía preferido? ¿El que más te voló la cabeza? 

-Fueron cambiando a lo largo del tiempo. Hoy te diría, “Dar el tiempo” de Derrida es un libro que me sigue partiendo la cabeza mal. Y el Zaratustra de Nietzsche fue como un hito, El Manifiesto Comunista también, para ir a los clásicos. Hoy me impacta y me convoca mucho toda la filosofía biopolítica, la obra de Roberto Espósito, por ejemplo, me encanta por donde va, y bueno, la filosofía de género hoy en día tiene el punch que tuvieron otros movimientos en otros tiempos. Leer a Judith Butler o a Paul Preciado me parece imprescindible y todavía como que me abre la cabeza. Y bueno, de los clásicos, Epicuro es un autor que me lo leí de más jovencito. Me descolocó. Y “El Banquete” de Platón es un libro para llevar a todos lados. “Ser y el tiempo”, de Heidegger también, son esos libros que me lo llevaría a la tumba. Y también La Biblia me la llevaría enterita, con el antiguo y el nuevo testamento, son esos libros que cuando uno se anima finalmente a perderles el respeto, los abre y empieza a aprovecharlos desde otro lugar.

-Finalmente, ¿Vendrás pronto a Chile a dar alguna clase pública o a presentar tu último libro “Filosofía en 10 frases”?

-Sí, se supone que el 6 y el 7 de noviembre. Estamos ultimando detalles, pero estaríamos en Santiago, en principio, con alguno de los sellos del grupo editorial Planeta. Estaría presentando “Filosofía en 11 frases”, además de hacer notas como esta en los medios, y de hacer una presentación abierta en algún teatro donde estaríamos dando una charla de dos horas, en algunos de esos dos días.

Así es que felicísimo de ir para Santiago finalmente. Estuve el año pasado, pero de vacaciones, y era fuerte porque me pasó –no te miento– que por lo menos una vez por día alguien me paraba porque me conocía por los videos o por los programas. Así es que más allá de la cantidad, es impresionante la gente que me escribe en las redes, de distintos lugares de Chile. Sé que siguen un poco esta línea y que hay mucha avidez por la filosofía Así que yo estoy absolutamente entregado y deseoso de poder visitar Chile y de poder no sólo presentar el libro sino después hacer los shows de filosofía y música y todo lo que se pueda.

Fuente de la Entrevista:

http://www.eldesconcierto.cl/2018/10/15/dario-sztajnszrajber-el-profe-de-filosofia-que-la-rompe-en-argentina1/

ove/mahv

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