¿Por qué no motivamos más a los docentes?

Por: Francesc Vicent Nogales Sancho.

Los maestros solemos buscar técnicas de motivación para el alumnado, como gestores del aula nos interesa que los estudiantes vengan con sed de conocimientos, que degusten un buen menú en clase, pero que no se sacien del todo para que mañana vuelvan con ganas de más.

Algunos docentes, además de gestionar el aula, ejercen funciones directivas en sus centros, cocinan sus recetas motivacionales para alumnos, pero… ¿y para los profes? ¿y para nosotros?. Un docente desmotivado es el mayor enemigo del aula.

Recientemente, el 25 de mayo, la OMS ha reconocido el síndrome de “burn out” como enfermedad laboral, y la cataloga con el código QD85. En 2005, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña otorgaba a una maestra la incapacidad permanente por el síndrome del profesor quemado. Estos datos nos hacen reflexionar sobre la necesidad de motivar a nuestros claustros.

Según numerosos estudios (Viñao, 2002), los profesores se desmotivan por algunas de las siguientes razones:

  • Reformas educativas que no tienen en cuenta el papel ni las opiniones de los docentes.
  • Sentimiento de fracaso ante la realidad de trabajar firmemente en el aula para que luego la opinión pública o los informes de PISA nos sitúen en los niveles educativos más bajos de Europa.
  • El incremento de las funciones y responsabilidades del docente, que además de impartir su materia, debe asumir enseñanzas que antes realizaban los padres.
  • La cultura de la evaluación de calidad, y el rendimiento de cuentas hace que los docentes se vean constantemente evaluados por agentes externos que en ocasiones no conocen el sector educativo.

Para Silvero, 2002 las causas que generan el burn out son, principalmente:

  • Conflictos de roles y ambigüedad. Por ejemplo, esto se ve actualmente   cuando el profesor trata de enseñar a aprender, trabajando por metodologías dinámicas, pero después se ve obligado a cumplir un temario cerrado y obsoleto.
  • Ambiente de control con baja autonomía, producida por la tarea burocrática y administrativa.
  • Sobrecarga de trabajo, provocada por el elevado número de tareas multifacéticas, la alta responsabilidad, las elevadas expectativas y la exigencia de resultados a corto plazo.
  • Deterioro de relación con los compañeros y directivos, lo que se convierte, según los especialistas en una de las principales causas de insatisfacción.
  • Problemas con los estudiantes o las familias, es algo que se puede producir, pero lejos de lo que muchos piensan no es una de las principales causas de desmotivación.

Esta es una realidad palpable en muchas escuelas, y suele ser habitual y sencillo encontrar algún docente “menos motivado” en los claustros. Pero toda realidad es susceptible de cambio y transformación, y vamos a intentar dar algunas pautas para ello.

Directivos dinamizadores

Los equipos directivos deben ser los primeros dinamizadores del profesorado. Y para ello presentamos algunas propuestas:

  • No asfixiar la motivación intrínseca y la creatividad de los profesores. Para ello se debe comunicar a los docentes lo que se espera de ellos, darles objetivos y una meta por la que hacer las cosas. Proponerles retos óptimos, y encargarles aquellas cosas en las que ellos son grandes profesionales. Es importante ofrecer un feedback personal al docente, hablar con él y felicitarle personalmente por lo que hace. Y por supuesto, las iniciativas individuales que puedan tener, valorarlas, estudiarlas y apoyarlas si se ven adecuadas, al igual que explicarle los argumentos por los que se rechazan en su caso.
  • Apoyar la autonomía del docente. No todos los profesores deben trabajar exactamente igual ni deben hacer lo mismo al unísono. Es necesario dejar autonomía, libertad al docente para que los programas que debe desarrollar los adapte a su propio ser, sin por ello ser prejuzgado. También es importante que se sienta partícipe en la toma de decisiones, que al establecer objetivos se sienta escuchado, y su opinión se tenga en cuenta. En ese sentido los equipos directivos circulares son muchísimo más motivadores que las estructuras piramidales.
  • Valorar la efectividad en función de la marca que se deja en el alumno. Los alumnos no son mejores por sacar un 10 en vez de un 7, ni el docente es mejor porque su alumno saca un sobresaliente. Nuestros profesores deben comprender que el equipo directivo valora lo que ellos son, cómo enseñan, y qué dejan de sí mismos en esos alumnos. De esa forma eliminamos la presión de tener que acabar temarios obsoletos, o la obligación de alcanzar unas determinadas calificaciones.
  • Trabajar con sentido. En algunos centros se hacen reuniones, actas y papeles sobre aspectos que realmente son innecesarios, y es sencillo en caer en la necesidad de justificar la existencia de determinadas comisiones o departamentos. Un aspecto muy importante es reducir el número de reuniones, pero que éstas sean importantes, y fomentar la participación de todos en la toma de decisiones.
  • El apoyo afectivo. Al igual que trabajamos la afectividad con los alumnos nuestros docentes también necesitan sentirse acompañados. Es necesario dedicar un tiempo a los pequeños detalles, establecer momentos distendidos en el claustro, o establecer “el café de la mañana” como tiempo breve para compartir vivencias.

Herramientas de motivación personal

Todas estas propuestas serían válidas para equipos directivos, pero los propios docentes también tienen sus propias herramientas de motivación personal. Vamos a dejaros algunas, las más básicas:

  • Es importante recuperar la coherencia entre el profesor que queríamos ser, cuando decidimos dedicarnos a la docencia, y el maestro que somos en la actualidad. En este sentido es bueno recordar aquellos docentes que nos marcaron en nuestra infancia, valorar hoy sus puntos fuertes, y buscar nuestras propias fortalezas para identificar la huella que posiblemente nosotros dejamos en los estudiantes.
  • Al igual que los alumnos tienen una motivación extrínseca, nosotros tenemos nuestras propias versiones, como son concursos y premios destinados a nuestros estudiantes. Es bonito, y positivo, participar en certámenes en los que nuestros alumnos pueden ser reconocidos, ya que también se reconoce nuestra propia labor.
  • Y por último, debemos desarrollar una piel de cocodrilo que nos proteja de aquellas personas que por envidia, por celos, o por simplemente apatía critican a los docentes, si son compañeros posiblemente se deba a que no quieren salir de su zona de confort, si son familias posiblemente nos critiquen porque no entienden los motivos que nos guían, si son alumnos posiblemente suceda lo mismo, en todos esos casos hablar es la mejor de las soluciones.

No podemos motivar si no estamos motivados, no podemos hacer volar a nuestros alumnos si nosotros no somos capaces de agitar las alas. Juntos, alumnos motivados, profes con ganas, y familias con corazón hacen que las escuelas tengan el sentido que les pertenece.

 

Fuente del artículo: https://exitoeducativo.net/motivacion-docentes/

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