La mala palabra, la palabra prohibida

Las restricciones sanitarias castigan con especial dureza a la niñez.

Aborto: Interrupción de un embarazo (Diccionario panhispánico del español jurídico).

La prevalencia de doctrinas religiosas en los países latinoamericanos, cuya influencia ha sido estampada hasta en textos constitucionales, constituye un obstáculo aparentemente infranqueable para uno de los problemas sociales y de salud pública de mayor impacto en países de población mayoritariamente pobre: el derecho a la interrupción de embarazos de alto riesgo o producto de violaciones. Así, las muertes evitables en niñas, adolescentes y mujeres por la práctica clandestina de este procedimiento, terminan siendo resultado de decisiones políticas destinadas a privar a los menos privilegiados de acceso a la educación y a servicios básicos, como la máxima expresión de un sistema patriarcal de dominación y control.

En los países de nuestro continente, se estima que unos 25 millones de mujeres carecen de acceso a métodos anticonceptivos; pero la cifra se queda corta al sumar a quienes, a pesar de tenerlos, no los utilizan por razones religiosas, por desconocimiento o por imposición de los hombres en su círculo inmediato: pareja, padre, hermano o alguna autoridad de su comunidad. También se conoce la tremenda prevalencia de violencia en el ámbito familiar, violaciones sexuales, incesto y trata de personas, a cuyas víctimas el sistema deja a merced de sus agresores. Esta amenaza se cierne sobre las mujeres, la niñez y la juventud, sometidas desde el inicio de su vida a un sistema de estricto control masculino que les priva de su derecho a una vida sin violencia y acceso a las oportunidades en igualdad de condiciones.

Para ilustrar la dimensión del drama humano enfrentado por este sector, baste constatar que las cifras de embarazos en niñas y adolescentes, de entre 10 y 14 años, en un solo país y durante los primeros cuatro meses de 2020, ascienden a cerca de mil 500; estas, reportadas por el Observatorio de los Derechos de la Niñez en Guatemala, Ciprodeni. Sin embargo, Guatemala –al igual como muchos otros países de América Latina-, carece de un sistema confiable de estadísticas y registro, ya sea por la ausencia de instituciones del Estado en una buena parte de su territorio, ya sea porque muchos casos son ocultados por la familia de las víctimas, por lo cual los datos presentados podrían ser solo una muestra parcial de esta tragedia.

Estas niñas agredidas y violadas son, por decisión política, sometidas a la tortura de llevar su embarazo a término y, adicionalmente, exponerse a perder la vida y, de sobrevivir, a perder las mínimas oportunidades que el sistema les podría brindar. Es decir, quedan sujetas a un régimen de absoluta privación de todo aquello que presta valor a su existencia. La interrupción del embarazo para estas pequeñas víctimas de un sistema aberrante de poder patriarcal, debería ser una prioridad en el sistema de salud y también derribar de una vez por todas los absurdos prejuicios que rodean a esta práctica sanitaria. Del mismo modo, poner el procedimiento al alcance de quienes lo necesiten ya sean niñas, adolescentes o adultas, tal y como se brinda en hospitales privados a mujeres de círculos sociales privilegiados que lo requieren y lo reciben en un ambiente sanitario adecuado.

La negativa de esos mismos sectores de privilegio a poner al alcance de las familias la educación sexual y los métodos para planificar los embarazos, evitando así tanta muerte innecesaria no responde, por lo tanto, a una postura ética sino a una política de control y prevalencia de un sistema arcaico de dominación social, instrumentalizado por medio de doctrinas religiosas y restricción del acceso a la educación para las grandes mayorías.

Fuente: https://rebelion.org/la-mala-palabra-la-palabra-prohibida/

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No hay lugar para intelectuales, queda el compromiso

Por: Suso de Toro. 

Si escribí en los medios fue con la intención de ofrecer opiniones que fuesen útiles para que la ciudadanía tuviese contrastes y pudiese concluir una opinión propia

Veo unos medios de comunicación que no lo son, representan instrumentos de coacción y dominación social al servicio de sus dueños, la banca y las empresas del IBEX

La figura del intelectual, una persona particular que interviene en la sociedad a través del lenguaje, pertenece a un tiempo y un lugar en que hubo prensa libre y democracia liberal. La historia de España casi es la de la casa de los Borbones y no hubo mucha ocasión para que floreciesen verdaderos intelectuales independientes.

Personalmente no me acabo de sentir a gusto identificándome con esa categoría de intelectual pues tiene un algo de pedante y, además, reconozco en mí una tendencia militante que a estas alturas de mi vida y obras no puedo negar. Desde adolescente quise intervenir en mi alrededor para cambiarlo a través del lenguaje político desde organizaciones culturales, sindicales y políticas. Fui militante organizado un par de décadas de mi vida, pues la política es puro lenguaje y cuando desde la mitad de los años ochenta, comienzo a emitir opinión sobre cultura o el devenir social y político en medios de comunicación tengo que reconocer que lo hago intentando mantenerme dentro de una ética del periodismo pero, sin duda, movido por ese afán militante. Aunque siempre pretendí que mis opiniones no estuviesen al servicio de una organización o corriente y que verdaderamente fuesen mi visión personal de los hechos.

Si escribí o hablé en los medios fue con la intención de ofrecer opiniones que fuesen útiles para que la ciudadanía tuviese contrastes y pudiese concluir una opinión propia. Opiné para que existiese un juego democrático.

Mi experiencia de décadas de trabajo en los medios de comunicación en Galicia, primero, y en el conjunto del Reino de España, después, fue instructiva, apasionada y apasionante, pero tuvo el efecto de que lo que ganaba con una mano, la que escribía la obra literaria, lo perdiese con la otra mano, la que escribía opinión sobre sociedad y política, y por lo tanto me fuese quedando sin tierra debajo conforme avanzaba. Como el tren de los hermanos Marx, cuanta más madera echaba a la locomotora más avanzaba hacia el vacío. Pero el maquinista no puede echarle la culpa a nadie, desde el principio sabía que ése era el viaje (por eso adoro la película The Runaway Train de Konchalovsky. ¿Ven como el toque de pedantería es inevitable? Va a ser que sí, que al final soy un intelectual).

Pero aunque me fui quedando sin sitio para expresar mis puntos de vista en la prensa tradicional es cierto que me quedó este lugar para expresar mi visión de las cosas. Sin embargo, lo ocurrido en los últimos años, particularmente desde que vi como prácticamente todos los medios de comunicación participaron de una campaña para demonizar a Zapatero y llevar a M. Rajoy a la Moncloa (para que hiciese lo que hizo: enriquecer a la banca con nuestro dinero, robarnos derechos y castigar a la Catalunya rebelde), me hizo ver que se achicó tanto el espacio para mis opiniones que no hay lugar para intelectual independiente.

Veo unos medios de comunicación que no lo son. Representan instrumentos de coacción y dominación social al servicio de sus dueños: la banca y las empresas del IBEX; el entramado de políticos, funcionarios del estado, jueces y cortesanos de todo tipo que entrelazan sus intereses en esa corte de las maravillas. Las voces que emiten opinión en esos medios bien están directamente al servicio de esa oligarquía parasitaria o bien se ven obligadas a expresar ambigüedades y buenos deseos que no arrostren el castigo de la expulsión y el enmudecimiento. Pues todos sabemos que la disidencia conlleva castigo seguro.

Ese dominio ideológico y fáctico de esos poderes está tan arraigado que es prácticamente imposible llevar la contraria a la visión castiza de las cosas. Casi da igual la visión de quienes se definen de izquierdas como de derechas, al final todo es “la sagrada unidad de España”. La concentración de los medios de comunicación españoles en Madrid es tan centralista, centrípeta y radial como esa obscena red radial del AVE. A ella no escapan incluso los medios y las personas con la mejor voluntad que vean las cosas desde allí y no hagan el esfuerzo de viajar para escapar de la burbuja mediática y preguntar y escuchar. De un modo natural los medios de comunicación identifican y transmiten Madrid como sinónimo de España, o dicho de otro modo “Madrid y sus provincias”.

Lo vivido con Catalunya lo resume todo, las opiniones desde España más benévolas lo consideran un problema parcial o local, pudiendo tener menos importancia que el champú de una tal Cifuentes que era no me acuerdo qué en alguna institución madrileña. Sin aceptar que la persecución de los derechos civiles a la ciudadanía de un territorio es un problema absoluto para el conjunto de la población. Y la utilización de la mítica “burguesía catalana” -parece que en otros lugares no hay de eso- para referirse a una ciudadanía que lucha por sus derechos enfrentándose a multas, cárcel y exilios. Una ciudadanía libre y ejemplar que debiera ser nuestra maestra y precisamente por eso la persiguen y desacreditan en este reino de las mismas miserias de siempre.

He visto el lugar que le queda a los intelectuales en España y también los intelectuales que le quedan a España. Con gloriosas y magníficas excepciones, al servicio del poder establecido. Veo la homogeneidad del pensamiento en asuntos esenciales como lo es la defensa de los derechos democráticos, que no son “burgueses”, sino para todos y todas. Veo esa incurable falta de cultura democrática que conduce a que bajo alegaciones de clase y coartadas para justificar la pasividad cómplice se sirva a los mismos poderes reaccionarios de siempre. Veo a artistas y opinadores callados ante la cárcel y el exilio por actos políticos democráticos.

Veo una España homogénea que está muy dibujada territorialmente de Norte a Sur y que identifica su nacionalismo con el monolingüismo imperial castellano y con la monarquía borbónica con su himno y su bandera. Veo a comunidades que mantienen administraciones autonómicas y sus servicios sociales gracias a transferencias de otros territorios capaces de crear riqueza insultando a la población de esas comunidades; un “¡a por ellos!” que debiera avergonzar para siempre. Veo una gran parte de la población española presa de la ignorancia en que la mantienen y de la envidia inducida, una envidia que la condena a desear el mal del otro en vez de estimular la emulación.

Tiempo atrás pretendí una España que aceptase la diversidad nacional y la diversidad en general, donde no hubiese un centro monstruoso que absorbiese todas las energías y oportunidades y vaciase todo a su alrededor. Verifiqué que nunca hubo oportunidad y que las mínimas invocaciones al federalismo eran coartadas del centralismo. Compruebo que mis opiniones están fuera de lugar.

Corresponde defenderse de esta España que ya es y que va a ser, cualquier derecho hay que ganarlo y el derecho a vivir como ciudadanos libres en su propio país hay que ganarlo, la soberanía frente a una corte voraz hay que ganarla. El federalismo sólo es posible si se tiene poder propio y luego si se quiere pactar entendimientos y solidaridades se pacta libremente, pues la democracia sólo se construye desde la libertad. No veo que quede lugar para intelectuales independientes pero sigo viendo la pertinencia del compromiso personal y militante. En tanto estemos vivos respirando, defendamos las esperanzas del modo que mejor podamos.

Fuente del artículo: https://www.eldiario.es/zonacritica/lugar-intelectuales-queda-compromiso_6_853274676.html

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Sociología del poder y de la desigualdad, violencia estructural

Por: Agustín Ortega Cabrera

En la época contemporánea, como es sabido, se han desarrollado las ciencias sociales como la sociología, la psicología o la antropología. Estas ciencias con su base filosófica, crítica y ética nos posibilitan un análisis más estructural, global e integral de la realidad con los problemas sociales y patologías que padecemos en la actualidad. No podemos reducir estos problemas, como son los actuales que sufrimos, a una cuestión meramente individual y puntual. Las ciencias sociales y la sociología nos muestran las causas, raíces y el sentido de estas problemáticas con una explicación y compresión más profunda de la sociedad-mundo en el que vivimos. De tal forma, podemos conocer y valorar como nos dominan, oprimen y empobrecen las relaciones inhumanas, la cultura alienante, la estratificación social de los poderosos y enriquecidos a costa de los empobrecidos. Todas esas estructuras sociales injustas, los sistemas políticos y económicos perversos, la inequidad de los sistemas laborales, comerciales y financieros/bancarios especulativos, usureros y causantes de crisis sistemáticas.

En nuestro mundo, como nos enseñan los estudios sociales, esta desigualdad e injusticia social, global y ecológica cada vez es más acentuada, escandalosa u obscena. En donde el poder, el capital y la riqueza se concentran cada vez más en menos manos de estos poderosos y enriquecidos. Lo que genera toda esta desigualdad, inequidad e injusticia social-global de la creciente, extensa e intensa hambre, miseria, pobreza, esclavitud infantil, desempleo, trabajo basura, exclusión social, guerras y destrucción ecológica. Una auténtica violencia (mal) estructural, una estructura social y global perversa e injusta que insistentemente provoca conflictos, patologías y problemas. Por ejemplo en el Sur empobrecido, en África, buena parte de Asia o América Latina se extiende toda esta desigualdad e injusticia socio-estructural, con la mayor parte de las poblaciones sometidas a condiciones de vidas indignas e inhumanas, cada vez más explotadas, empobrecidas y excluidas.

Tal como estudian las ciencias sociales, no es casualidad que en este Sur empobrecido, que en los pueblos africanos o latinoamericanos a causa de toda esta desigualdad e injusticia del empobrecimiento y marginación: se hayan originado todo tipo de violencias o conflictos bélicos; con la aparición de guerrillas, paramilitares, pandillas o maras, narcotráfico, corrupción y crimen organizado. El poder y dominación que padecen los pueblos, sufriendo toda esta desigualdad e injusticia social-global, es el caldo de cultivo para todas estas violencias, guerras, terror, delincuencia y criminalidad de todo tipo. Tal como, por ejemplo, sigue sucediendo en El Salvador, Colombia o últimamente Ecuador con el caso de los tres periodistas asesinados y, parece, otras personas secuestradas.

Como nos enseñan los estudios sociales, hay una mayor salud integral y desarrollo humano global, con una convivencia más pacífica, en aquellas realidades donde existen unas condiciones sociales e históricas más dignas. Por las que se aseguran los derechos humanos, sociales, económicos y políticos con una democracia más real, participativa y autogestionaria. Un estado social de derechos con libertad, ética, equidad y justicia social. Los conflictos sociales, guerras y violencias de todo tipo, con la corrupción o criminalidad extendida, afloran más en aquellos lugares que padecen la desigualdad e injusticia. Con la apropiación y expolio de las tierras o bienes para disfrute de unos pocos, con un trabajo basura (indecente) y salarios injustos, con el paro, la pobreza y exclusión, con la dominación política que impide una auténtica democracia y la destrucción ecológica. Cuando no se distribuyen de forma justa los recursos o bienes y la propiedad, con una sistema laboral digno y una economía que posibilite la equidad- como es una fiscalidad con justicia social-, entonces, la violencia estructural está servida. La humillación y empobrecimiento de las poblaciones del Sur como las africanas o latinoamericanas, con su desesperación por la negación de la vida-dignidad y un futuro con esperanza, no puede más que traer todo este conflicto, violencia y crimen.

La violencia estructural, en donde el poder con el el capital dominan sobre la vida (humana o ecológica) y el trabajo decente, impide la solidaridad y la justicia provocando las violencias, conflictos y guerras. La civilización del capital con su cultura del individualismo posesivo, relativista e insolidario, del consumismo y de la competitividad: generan las violencias y guerras de todos contra todos; en donde triunfan los más fuertes, poderosos y enriquecidos. Es la ideología del éxito y de ciertos enfoques del emprendimiento. Por el que cada uno va a lo suyo, al interés individual y al mayor beneficio, a costa de aplastar al otro e indiferencia ante todo este sufrimiento y opresión. El poseer y el tener se impone sobre el ser (humano-persona). El placer (hedonismo) y la buena vida burguesa del lujo con la riqueza-ser rico, por encima de todo y de todos, es la máxima ley. Y es que el que no consume ni produce no es, no merece existir. Solo los fuertes-poderosos y enriquecidos con la regla mercantilista de la competitividad, el ídolo del mercado, deben sobrevivir a costa del descarte de los demás.

Por tanto, este mundo idolatra con sus falsos dioses de la riqueza-ser rico y del poder, de lo ídolos del mercado/capital o del estado, nos lleva a esta jungla global violenta, con su ley de la selva competitiva del éxito y del fracaso que merece la muerte. Los “mayores” resuelven sus conflictos a base de guerras y violencias que son el medio para conservar, mantener y acrecentar el poder y la riqueza-ser rico, para dominar a los pueblos con el robo de sus bienes, recursos y capacidades de todo tipo. No es casual que en aquellos territorios geo-estratégicos y que poseen bienes o materias como las energéticas, por ejemplo en Medio Oriente (Siria e Irak como casos dramáticos) o Latinoamérica (Venezuela es otro ejemplo terrible), se produzcan el terror, los conflictos y las guerras.

Y para mantener todo este desorden violento e injusto hace falta controlar las conciencias, por ejemplo, a través de los medios de comunicación, de la cultura y de la educación. Es más que evidente la manipulación de las conciencias por medio de toda esta publicidad o propaganda, cultura y educación mercantilista, competitiva y violenta. El poder y la riqueza/ser rico necesita des-educar para producir animales científicos-técnicos y competitivos al servicio del productivismo mercantilista. Seres individualistas y hedonistas, esclavos del consumismo que es su negocio y que asegura la alienación humana. Impidiendo así que seamos personas, sujetos protagonistas y gestores de la vida pública, social, política y económica con la militancia por la solidaridad, la paz y la justicia con los pobres de la tierra. Toda esta mercantilización y corrupción global que estamos sufriendo, por ejemplo en el mundo universitario y académico español con todos esos casos de fraudes generalizados, responden a toda esta “lógica” del poder y del dominio del capital; con los ídolos de la riqueza-ser rico, del beneficio y del tener.

Como nos muestran las ciencias sociales, los poderes económicos, políticos e ideológicos siempre pretender controlar y dominar la educación para el monopolio de los ricos, potentados y de la vida burguesa. Manipulando y expulsando así a los pobres o a los pueblos más empobrecidos. Como pasa ahora con los títulos de posgrados (“masters” o “expertos” e inclusos doctorados), la educación se convierte en una mercancía o negocio para unos pocos. Una realidad educativa de desigualdad e injusticia, con la exclusión de los más pobres y del acceso al trabajo, por no acceder a esta mercantilización de la educación. En esta línea, la educación como lavado de conciencia para fabricar animales técnicos-competitivos, al servicio del lucro y productivismo, que no se comprometan y luchen por la justicia.

Frente a todo lo anterior, la propuesta y alternativa solo puede ser la vida honrada, asociada y militante con la civilización del trabajo y de la pobreza solidaria, en contra de la del capital y de la riqueza. Esto es, una existencia desde la solidaridad en la comunión de vida, de bienes y de luchas por la justicia con los pobres de la tierra, con los obreros y trabajadores del mundo. Para que haya una economía y política democrática al servicio del bien común, del trabajo decente con salarios justos y del desarrollo humano, ecológico e integral. En oposición a las idolatrías del capital, de la riqueza-ser rico y del poder.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=240469

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