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Entrevista a Vandana Shiva «El ecofeminismo tiene que ser antifascista»

Por Patricia Reguero Ríos

Vandana Shiva (Dehradun, India, 1952) participó en la conferencia Crisis climática, ecofeminismo y bienestar animal del Encuentro Internacional Feminista organizado por el Ministerio de Igualdad el 25 de febrero. En esta entrevista, realizada ese día, llam la atención sobre algo: es la única mesa prevista en este encuentro para hablar sobre ecología y feminismo, aunque hay más de cien ponentes.

Física, filósofa y escritora, en 1982 creó la Fundación para la Investigación Científica, Tecnológica y Ecológica para proteger la biodiversidad y, en concreto, las semillas, ante las prácticas expansivas y privatizadoras de Monsanto —corporación que impone sus semillas modificadas genéticamente—. La revista Time la ha definido como una “heroína medioambiental” y es autora de numerosos libros de referencia en el ecofeminismo, entre ellos ¿Quién alimenta realmente al mundo? (Capitán Swing, 2018). La ovación que recibe en el auditorio, absolutamente lleno, es una pequeña muestra de su influencia.

En su intervención ha planteado grandes desafíos y, al mismo tiempo, ha hablado de cosas muy pequeñas, como los microbios. ¿Cómo pueden los microbios ayudarnos a dejar de destruir el planeta?

Hay una cosmovisión mecanicista que va de la mano con la teoría de los gérmenes de que cada microbio es una cosa peligrosa que nos va a atacar. Incluso durante la época del covid, muchos científicos han hablado de cómo teníamos que acabar con los virus. Pero somos virus en un 90%, somos microbios andantes y biomas andantes.

¿Cómo pueden ayudarnos los microbios? En primer lugar, pueden hacernos más humildes al ayudarnos a recordar que son los seres más antiguos de este planeta, más que las plantas. En segundo lugar, pueden ayudarnos regenerando la idea de los ciclos. Porque lo que hizo el colonialismo con el extractivismo, con el industrialismo, es acelerar la idea de que las materias primas se extraen de la tierra. La cosmovisión mecanicista ha creado una linealidad y un reduccionismo del pensamiento. Incluso ahora, muchos de los movimientos están equivocados porque de alguna manera piensan que se pueden separar las plantas de los animales y los microbios de las plantas… Y nadie defiende a los microbios…

Bueno, usted sí…

¡No se dan cuenta de que la vida es un ciclo! Cuando nuestra vida se acabe, seremos alimento para los microbios. Podemos aprender de los microbios la humildad, a deshacernos de la arrogancia antropocéntrica y darnos cuenta de que la pequeñez en realidad es una fuente de poder.

Otras cosas pequeñas que son muy importante en su carrera son las semillas. ¿Confía en las lecciones que puedan darnos las semillas?

Confío en las semillas después de pasar casi cuatro décadas con ellas. Yo no sabía nada de semillas cuando empecé, tuve que aprenderlo todo. Empecé porque la industria que nos trajo los productos químicos, los pesticidas, en una reunión celebrada en 1987, dijo muy claramente que la razón principal por la que tenemos que hacer ingeniería genética es para poder obtener patentes de semillas. Y la razón principal por la que necesitamos un tratado internacional era impedir que los agricultores guarden semillas para que todas las semillas queden en monopolio.

Lo expusieron y dije que la idea de que todas las semillas les pertenecieran es obra del imperialismo. Imagina lo que les pasará a los campesinos si tienen que comprar semillas todos los años: se endeudarán más. Puedo imaginarme incluso que se suicidarían y, de hecho, es una de las razones de los suicidios de granjeros en la India: 400.000 agricultores se han suicidado y la razón principal es la deuda por productos químicos y semillas. El 85% de los suicidios se producen en la zona algodonera y el 95% del algodón está controlado por Monsanto y por una empresa de algodón.

Entonces, ¿qué nos pueden enseñar las semillas? Las semillas pueden enseñarnos la renovación, la regeneración. Todo el mundo habla de regeneración pero, si tú quieres aprender la regeneración, aprende de la semilla. Si tomas una pequeña semilla, obtendrás una nueva generación. Pero no solo te da otra: te da cien, mil, 100.000 semillas. Por lo tanto, las semillas pueden enseñarnos cómo superar la falsa construcción patriarcal de la escasez y te enseñan la abundancia. Y la tercera cosa que nos enseñan las semillas es que una semilla se convierte en planta, pero la próxima generación de semillas la producen los polinizadores: el crecimiento de la planta es una combinación del trabajo de los organismos del suelo y el sol. Así que las semillas también pueden enseñarnos a cooperar.

Lamento llevarla a otros escenarios, como la guerra en Ucrania. Esta guerra ha demostrado a los europeos los límites de nuestros recursos. Hemos aprendido que los recursos no están disponibles todo el tiempo para nosotros. ¿Cree que esa es la lección que el norte global necesita aprender?

Pienso dos cosas sobre la guerra en Ucrania y es que, en realidad, se trata de una crisis de la democracia. Y la crisis comenzó en 2014, cuando el gobierno electo fue derrocado por la interferencia de los Estados Unidos. Eso también llevó a la guerra ya en grandes partes de Ucrania, en las partes orientales. Se está librando una guerra donde muere gente todos los días.

Otra cosa que ya estaba clara, incluso antes de que Rusia invadiera Ucrania hace un año, es el hecho de que ya se estaban apoderando de sus recursos. La mitad de las tierras de cultivo de Ucrania han sido ocupadas por empresas respaldadas por Estados Unidos. Ucrania fue el primero de los países de Europa del Este en ser presionada a cambiar sus políticas agrícolas.

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Foto: Vandana Shiva en el Encuentro Internacional Feminista. Elvira Megías

Así que creo que, en primer lugar, Europa necesita entender su relación con el resto del mundo. Y en segundo lugar, están los límites de los recursos, que en Europa siempre son superados yendo a otros países. La colonización es una colonización europea, primero de España y luego de Inglaterra, que en realidad se produjo para obtener recursos. Se apoderaron de todas nuestras tierras, se apoderaron de todos nuestros bosques. Y hubo una ocupación continua de las semillas, de la biodiversidad, del agua. Esta colonización tiene que ver con la guerra de Ucrania en el sentido de que existe una economía global basada en la especulación, en el crecimiento ilimitado, en la financiarización. Y, si los precios del petróleo han subido, no es por la guerra de Ucrania sino porque las compañías petroleras están extrayendo más ganancias de la gente. Si los precios de los fertilizantes han subido, es por la misma razón. Y lo mismo con los alimentos. Se culpa mucho a la guerra de cosas que tiene que ver con la economía global.

Muchas mujeres han valorado estos días en el encuentro las políticas públicas feministas que están implementando en sus países. Hemos visto a figuras muy destacadas de Argentina o, por supuesto, de España hablar sobre cómo están implementando estas políticas feministas públicas. ¿Cree que estas políticas son políticas ecofeministas?

Las políticas que se han discutido en la conferencia han sido principalmente políticas sobre el trabajo de las mujeres. Las mujeres trabajan y cuidan, y son políticas importantes porque el capitalismo siempre se ha basado en extraer el trabajo gratuito de las mujeres, que es lo que sustenta todo el edificio. Hoy en día, la economía globalizada extrae cada vez más de los trabajadores, por supuesto, pero sobre todo de las mujeres. Cuando realicé estudios sobre el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional y nos organizamos en todo el Sur cuando se impusieron los programas de ajuste estructural, las mujeres tenían que trabajar para conseguir empleos en el marco del ajuste estructural solo para mantener a sus familias en pie. En una buena economía, un trabajo es suficiente. Pero cuando todo se derrumba y a los agricultores no se les paga lo suficiente, necesitas tener más y más trabajo.

Por lo tanto, ante la codicia globalizada y la falta de responsabilidad por parte de las empresas, el resultado es una carga cada vez mayor sobre las mujeres. Incorporar este tema a las políticas públicas empieza a dar resultado. Transfiere la carga de las mujeres al sistema público.

Se ha hablado mucho estos días de la institucionalización del feminismo. ¿Qué ocurre cuando el feminismo entra a la institución? ¿Se lleva bien con ese feminismo con los feminismos desde la base?

Por lo que observo en términos de las personas que hoy están en las instituciones en España, son personas que antes formaban parte del movimiento. Son activistas que hoy ocupan puestos ministeriales. El poder proviene de los movimientos y el día en que las instituciones olviden que la sociedad es lo primero y que las instituciones secundarias, ese día las instituciones se convertirán en sistemas opresivos y no liberadores.

Sus compañeras de ponencia han explicado cómo la explotación de la tierra está relacionada con la violencia contra las mujeres. ¿Es el ecofeminismo una propuesta para acabar con la violencia contra las mujeres?

La violencia contra las mujeres se debe al hecho de que algunos patriarcas quieren ser dueños de la tierra y quieren apoderarse de la tierra y los territorios. Muchas oradoras han dicho: se trata de nuestra tierra y nuestra vida. Que las mujeres defienden la tierra y la vida es evidente si nos fijamos en la literatura sobre feminicidios. Ante el hecho de que se está produciendo un ecocidio, las mujeres se ponen de pie. La violencia contra las mujeres y la violencia contra la tierra están interconectadas y la paz con la tierra y la paz y la sociedad están interconectadas.

Usted ha explicado que hay varios trucos fundacionales del patriarcado. Uno es que la mujer es el “segundo sexo”.

Sí. Y la otra parte del truco es que la naturaleza está muerta. Aquí están las plantas, los árboles que crecen en el bosque, las mariposas, las abejas… ¡y dice que está muerta! Llevamos cien años gobernados por una ilusión.

¿Cree que estos trucos ahora están expuestos?

Yo empecé a ver eso en los 70 y 80, cuando escribí mi libro Staying alive: Women, ecology and development. Traté de entender por qué destruimos el bosque cuando las mujeres ven que está vivo. Lo que encuentro ahora son, por supuesto, las ecofeministas que han dicho eso durante los últimos 30 o 40 años, pero los científicos ahora se están refiriendo a esto.

No solo viva sino, dice usted, creativa… 

La palabra “naturaleza” se compone de varios términos que significan “primera fuerza creadora”. Nuestra creatividad depende de la creatividad de la tierra.

Participó en el movimiento de los Chipko en los años 70 y lleva varias décadas en el ecofeminismo. ¿Qué nuevos desafíos tiene hoy el ecofeminismo?

Me involucré en Chipko porque había crecido en los bosques y vi bosques destruidos. Encontré a Chipko y fui voluntaria mientras hacía mi doctorado en Teoría Cuántica. Durante ese tiempo, solo había un lobby, y los derrotamos: acabamos con la tala comercial en las altas montañas. Hoy los desafíos tienen varias vertientes, eso no existían hace cuarenta años. Se trata de megaproyectos de lo que se denomina infraestructura. Yo la llamo la infraestructura de la codicia y la velocidad.

Cuanto más crece la infraestructura de la codicia, más se destruye la infraestructura de la vida. La segunda cosa que no existía en esa época es la globalización. En nuestra época, sabíamos exactamente quién era el contratista del lobby forestal y podíamos hacer que rindiera cuentas; hoy en día, los intereses económicos son invisibles, no están delante de ti, no son de su país, pero están al mando de todo en la economía.

El tercer desafío que no existía entonces, ni siquiera existía en los ochenta, es el dominio del sistema financiero y la financiarización del mundo. Como oculta quiénes son los que controlan las personas, escribí un libro llamado El planta es de todos, unidad contra el 1%  porque descubrí que la mayoría de las empresas ahora son propiedad de los fondos de gestión de activos, el 70%: Coca-Cola, Monsanto, Apple, Microsoft, todas ellas propietarias, y BlackRock, Vanguard y State Street. Ahora, estas son entidades invisibles en la vida de las personas y son anónimas y no están gobernadas por nadie. No están gobernados por los bancos de reserva ni por gobiernos, se gobiernan a sí mismos. Así que también han cambiado la economía, porque han tomado el valor real de un bosque y lo han convertido en un activo financiero. Han tomado el valor real del agua y lo han convertido en objeto de negocio. Estos son los tres desafíos que son muy diferentes y que nos indican que ahora necesitamos tanto la acción local, que es necesaria, como una solidaridad global y una solidaridad internacional, porque las fuerzas ahora son globales.

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Foto: David F. Sabadell

En su exposición no ha aludido al contexto actual de emergencia de ideas totalitarias a través de partidos de extrema derecha, como han hecho las otras ponentes. ¿Cree que la extrema derecha es un problema para el ecofeminismo?

Por supuesto que lo es. En mi libro Democracia en la Tierra explico que, si las corporaciones globales se apoderan de las economías y la globalización destruye las democracias nacionales, entonces un problema va a ser la concentración del poder. Así es como surgieron los multimillonarios. Así es como surgió Monsanto. Así es como crecieron todos los monopolios en la globalización. Pero otra cosa quedó muy clara: cuando el dinero se apodera de la democracia representativa, básicamente se roba los instrumentos de toma de decisiones. Y también destruye las economías locales y destruye los medios de subsistencia.

Así que una reacción natural es organizar una protesta, como ocurrió en Seattle. Pero después de eso, comenzó la militarización y en Ginebra mataron a tiros a un joven. Por otro lado, crearon guerras culturales. Y como escribió Samuel Huntington en ese período, en el choque de civilizaciones solo puedes saber quién eres si sabes a quién odias. Así que se creó una política de identidad basada en la negatividad. Tienes que encontrar enemigos, y el ascenso de la derecha busca enemigos y destruye las libertades colectivas indivisibles.

El ecofeminismo tiene mucho que decir, tanto sobre cómo recuperar la democracia económica, que tiene sus raíces en la democracia ecológica, como sobre cómo recuperar nuestra paz dentro de la sociedad, viviendo con nuestras diversidades.

¿El ecofeminismo es necesariamente antifascista?

Tiene que serlo. ¿Cuándo se construyó el racismo? Con el colonialismo. Cuando los esclavos se convirtieron en propiedad, la raza se definió como una discriminación. Antes de eso, teníamos la diversidad racial del mundo. Cada vez que ha habido una concentración del poder económico, hemos tenido el crecimiento del fascismo. Mussolini lo dijo muy claramente, el fascismo es la convergencia del poder económico y político. Por eso, cada vez que destruimos los sistemas públicos y permitimos que el beneficio privado crezca sin límites, la cabeza del fascismo se levanta. Así que el feminismo igualitario está en contra de tratar a la tierra como un objeto muerto, como terra nullius. Está en contra de tratar la diversidad cultural y racial en términos de superioridad e inferioridad, cuando todo lo que es es diversidad, y tiene que estar, por lo tanto, en contra del racismo. Y dado que la concentración del poder económico y político sobre la base de la superioridad cultural es fascismo, tiene que ser contra el fascismo.

Por último, volvamos a las cosas pequeñas. ¿Puede darme un ejemplo de algo pequeño, de una comunidad local, de comunidades indias, que sea un ejemplo de ecofeminismo?

Permítame volver a mi propia inspiración en este ámbito. Cuando los monsantos del mundo quisieron controlar la semilla, yo volaba de regreso a casa y dije: ¿cómo se afronta esto? Volví a pensar en el colonialismo británico y en cómo Gandhi hizo dos cosas. La primera fue decir: no usaremos ropa británica, la boicotearemos. Y lo segundo fue: haremos nuestra ropa. Sacó la rueca, que no sabía cómo hacer girar. La hilandería de la India había sido destruida por los británicos. Encontró a una anciana de 80 años y aprendió a tejer y enseñó a toda la nación a tejer. Y cuando la gente se reía y decía: ¿cómo pueden unos cuantos trozos de madera darte libertad?, él respondía: “Es lo único que me importa. Cualquier mujer en la cabaña más pequeña puede hacer su propia rueca e hilar su propia tela. El día que millones de mujeres hagan esto, seremos libres”.

Me inspiré en eso y pensé que la semilla es realmente una rueca. Cuando tienes tu semilla, puedes cultivar tu cosecha. No te endeudas, no tienes que comprar transgénicos. Durante el covid, las grandes cadenas de suministro colapsaron y los cultivos comerciales se derrumbaron.

Las mujeres guardan las semillas y cultivan lo que llamamos jardines de esperanza. Siempre digo que no importa lo pequeño que sea, podría estar en tu balcón, el caso es que da algo de comida. Así que he estado alentando a las mujeres a tener pequeños jardines de la esperanza. Y algunos de ellos les permitieron superar el bloqueo por covid. Algo tan pequeño abordó el fracaso de las cadenas de suministro.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/ecofeminismo/vandana-shiva-encuentro-internacional-ecofeminismo-antifascista

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Libro (PDF): La lucha por los comunes y las alternativas al desarrollo frente al extractivismo. Miradas desde las ecología(s) política(s) latinoamericanas

Reseña: CLACSO

Este libro aporta nuevos elementos a los urgentes y necesarios cuestionamientos colectivos, teniendo en cuenta los nuevos paradigmas teóricos y políticos de la transformación social en América Latina en un diálogo entre experiencias de construcción de lo común. Las alternativas al desarrollo, nuestro gran desafío desde la ecología política latinoamericana, implica profundizar estas luchas por la producción de lo común hacia una transformación social que debe abordarse simultáneamente en sus complejas relaciones existentes entre capital, clase, raza, colonialidad, género y naturaleza, ya que son precisamente sus tejidos, enredos e interdependencias históricas los que configuran las bases civilizatorias del sistema que enfrentamos.

Autoras (es): Jenni Perdomo-Sánchez. Denisse Roca-Servat. [Compiladoras]

Jenni Perdomo-Sánchez. Denisse Roca-Servat. Raquel Gutiérrez Aguilar. Sandra Milena Rátiva Gaona. Carlos Walter Porto Gonçalves. Marcela Cely-Santos. Victoria Cifuentes Rojas. Viviana González Moreno. Andrés García Sánchez. David Gerardo López Martínez. Renata Moreno Quintero. Jeimy Arias. Juan David Arias-Henao. María Botero-Mesa. Alejandro Camargo. Kathryn Furlong. Camila Patiño Sánchez. Yesica Pérez Correa. Elizabeth Restrepo Gutiérrez. Cristian Romero. Gloria Patricia Zuluaga Sánchez. Ana Patricia Noguera de Echeverri. Camila Andrea Montoya Rodríguez. Germán Darío Valencia Agudelo. Leticia Saldi. Yamid González Díaz. Andrés Felipe Jiménez Gómez. María Alejandra Villada Ríos. Omar Andrés Osorio García. [Autoras y Autores de Capítulo]

Editorial/Edición: CLACSO

Año de publicación: 2020

País (es): Argentina

ISBN: 978-987-722-813-7

Idioma: Español

Descarga: La lucha por los comunes y las alternativas al desarrollo frente al extractivismo. Miradas desde las ecología(s) política(s) latinoamericanas

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2300&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1471

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Entrevista a Yayo Herrero: «El aislamiento ha sido el desencadenante para reconocer la interdependencia»

Por: Pablo Gutiérrez de Álamo

Yayo Herrero es una de las principales voces del ecofeminismo. Hablamos con ella para analizar la situación en la que nos encontramos y los retos que habría que afrontar en los próximos meses para que, después del coronavirus, afrontemos la crisis económica y social de una manera diferente a como lo hicimos en 2008.

La tercera semana de confinamiento comenzó con medidas más restrictivas para intentar aliviar la presión sobre el sistema sanitario. Un sistema que se ha visto desbordado de mil maneras. Todo el Estado, todo el sistema, se encuentra en una situación similar. Hasta el 9 de abril sólo podrán salir a trabajar aquellas personas que lo hagan en sectores estratégicos. Yayo Herrero cree que es necesario plantear unas nuevas políticas sociales y económicas más próximas a lo sociocomunitario, que permitan, entre otras cosas, una redistribución de la riqueza (para evitar que las capas sociales menos favorecidas no sean las que paguen los platos rotos de la crisis económica derivada del coronavirus). Opina que la situación actual ha puesto de manifiesto cómo los trabajos de cuidados, invisibilizados y poco valorados habitualmente, se han vuelto esenciales para sostener el confinamiento.

Parece que la crisis sanitaria está rompiendo ciertas costuras del sistema. ¿Cómo ve la situación?

La crisis sanitaria de la Covid-19 tiene lugar en un marco fuertemente tensionado. La salida de la crisis de 2008 se basó en políticas de austericidio, recortes de servicios públicos, rescate y mantenimiento de las estructuras financieras. En muchos casos, a costa de una precarización de la mayor parte de la gente. Por un lado, el importante desmantelamiento de la red de servicios públicos: sanidad, educación, dependencia; y por otro, la fragilización del trabajo. Las condiciones laborales, que ya eran frágiles, se deterioraron mucho más.

Antes de las crisis de la Covid-19 éramos un país con altas tasas de desempleo, con gran cantidad de trabajos de baja calidad, personas que tienen trabajo pero son pobres, fuerte crisis habitacional con la generación de la burbuja. Ahora, tenemos un modelo económico que, estructuralmente, es tremendamente dependiente. Dependiente de energía del exterior, de materiales y alimentos, y basado en monocultivos como el turismo que son tremendamente frágiles.

La crisis llega en este marco estructural. Por delante nos encontramos que las emergencias no son sólo las sanitarias. Hemos declarado la emergencia climática, todas las proyecciones del IPCC dicen que nuestras economías se resentirán por la influencia del cambio climático. Y esta es una crisis económica que era anunciada ya desde hace tiempo.

Esto es importante tenerlo en cuenta para analizar y tratar de presionar para ver qué tipo de políticas públicas se ponen en marcha para afrontar esta crisis sanitaria. Si la salida es similar a la de 2008, pero partiendo de un punto más precario, mucho más frágil, podemos encontrarnos una situación de empobrecimiento generalizado y precarización aún mayor. Y, sobre todo, cuando los discursos de ideología ultraderechista, o neofascista, van calando en algunos sectores de la población que cada vez tiene más miedo, o que pretende blindar de alguna manera su propia situación identificando un enemigo que es el otro , lo que está fuera, ante el que debe defender.

¿No cree que habremos aprendido algo respecto a 2008?

Ahora mismo no lo parece. Desde la UE se han hecho discursos grandilocuentes sobre cuántos millones de euros se iban a invertir en medidas sociales. Pero, cuando rascas un poco, ves que buena parte de estas medidas son más bien de impulso y sustentación del sistema financiero. Dar dinero a los bancos para que tengan liquidez para prestar a la gente para que salga por la vía del endeudamiento. No da la impresión, a nivel Europeo, que el 2008 haya dejado un aprendizaje interesante, al menos desde el punto de vista de las condiciones de vida de las personas. Quizás desde otros puntos de vista, desde los intereses de los grandes capitales, sí; no les salió tan mal y por eso pretenden reeditarlo.

Y ¿en el ámbito más local?

Si miras dentro del mismo gobierno, traslucen tensiones importantes. Una parte que quiere mantener un poco el pacto de estabilidad, el déficit, la dinámica algo más neoliberal de fortalecimiento financiero; y otra parte del gobierno que presiona para intentar sacar adelante medidas como la mejora de las condiciones de los ERTE, o la prohibición del despido a partir de ahora por causa del coronavirus. O algunas medidas que esperamos como la suspensión de alquileres, aunque sea con una pequeña protección a los propietarios que tengan alquilada la casa y sea su único ingreso. Sin estar satisfecha y siendo bastante crítica, por supuesto me planteo qué pasaría en esta circunstancia si tuviéramos un gobierno completamente neoliberal.

A pesar de las tensiones, ¿diría que la sociedad está viendo que los servicios públicos se han convertido en algo esencial?

Este es de los grandes aprendizajes de las últimas semanas. Tengo la sensación de que una parte importantísima de la sociedad, diría mayoritaria, de repente es consciente de la importancia de tener un sistema sólido de salud pública que hace que cualquier persona, venga de donde venga y tenga lo que tenga, disfrute del derecho y la posibilidad de ser dignamente atendida en un hospital. Independientemente de que en este momento, la lógica de recortes haga que se esté teniendo que hacer en unas condiciones tremendamente precarias.

Hay una explosión de reconocimiento, de agradecimiento, hacia todas las personas que trabajan en el ámbito de la sanidad pública, y no sólo: cuidadoras, trabajadoras domésticas, reponedores de supermercado, carretillas, transportistas… de repente nos damos cuenta de que una buena parte de los trabajos, que por cierto, están mayoritariamente feminizados y que han sido absolutamente precarios, despreciados, mal vistos y desprotegidos, cuando llega el momento de afrontar una cosa de estas, son los que no pueden dejar de funcionar.

¿Trataremos estos trabajos de otra manera a partir de ahora?

Creo que probablemente sí. Para mucha gente lo que vendrá será diferente de lo que había antes. Ver, de repente, este frenazo económico evidenciará la fragilidad de todo el sistema económico y el hecho de que nuestras vidas dependen de un cúmulo de relaciones poco sólidas, precarias, muy basadas en la lejanía. Que cuando caen o se desploman se nos llevan a todos por delante.

Es muy interesante también, creo, en sociedades tan atomizadas como nuestras, sobre todo en los ámbitos urbanos, ver cómo precisamente, la orden de aislarnos, de tener que encerrarnos y mantener la distancia social, ha sido el desencadenante para que mucha gente empiece a mirar por las ventanas, los balcones, empiece a conocer por el nombre a sus vecinos, a preocuparse un poco por otras personas que están en el exterior de sus casas. Teniendo la conciencia de que preocuparte de otras personas hará también que otros se preocupen por ti. Es un reconocimiento de la interdependencia muy fuerte.

Esta situación parece haber dejado claro que la interdependencia es mucho mayor de lo que parecía antes …

Absolutamente. Son sociedades que están hiperconectadas por arriba, en lo económico y político y, sin embargo, en los últimos años se han atomizado mucho por la base. Estamos en un momento de convulsión en el que muchas personas, de manera intuitiva, se ven obligadas a reconectarse rápidamente por pura supervivencia, material y emocional.

Vemos cómo el frenado tan brutal de la economía se lleva por delante las ocupaciones, la normalidad tal cual la conocíamos y, al mismo tiempo, paradójicamente, hace que la atmósfera sea respirable, que el agua sea más clara, que se reduzcan las emisiones. Y revela, yo creo, el gran problema civilizatorio que tenemos: una economía que, cuando crece, destruye las posibilidades de seguir viviendo de forma digna, y cuando decrece, como ahora, con la lógica de poder que hay, cae violentamente sobre las personas más pobres y vulnerables. Y creo que esta doble tensión también puede hacer que muchas personas sean más conscientes de que salir de aquí requiere cambios profundos en nuestras maneras de organizar la economía, la política y la vida.

Parece que la crisis sanitaria tiene que ver con la ingesta de animales salvajes, en este caso, el pangolín. ¿Hay relación entre esto y un sistema económico que empuja a las personas a buscar estas formas de alimentación?

Hay que ser cauta. Debemos leer bastantes más estudios antes de sacar conclusiones precipitadas. Dicho esto, lo que sí me parece absolutamente clave es el hecho de que la cadena alimentaria y las atrocidades que se cometen en ella, son un factor de riesgo en la salud importantes. Sabemos ya mucho sobre la presencia de pesticidas, de productos contaminantes, alteradores hormonales y endocrinos en algunos productos alimenticios.

Ahora, por ejemplo, todo lo que sale con el pangolín. Pero recordemos la encefalitis espongiforme que transmitían las vacas. Hablábamos de vacas que habían sido alimentadas con restos de proteína animal. Obviamente saltarse y el alterar ciclos y dinámicas naturales en muy poco tiempo genera distorsiones y consecuencias que no sabemos por donde vendrán.

Me parece interesante, según he ido viendo, varios artículos en diversas publicaciones europeas sobre la incidencia que tiene la pérdida de biodiversidad en la transmisión más acelerada del virus y en la llegada de estos virus a las cadenas más altas de las redes tróficas, es decir, que la desaparición de la biodiversidad hace que cada vez haya menos especies interpuestas entre los virus y mamíferos. Eso sí que aumenta la expansión de los virus y pandemias.

También hay otros artículos que hablan de que la expansión del virus ha sido más dura en los lugares que previamente tenían un nivel de contaminación más fuerte. Algunos de los investigadores a los que he preguntado me han dicho que todavía tienen que hacer estudios, pero obviamente, si tienes un virus que afecta en mayor medida a personas que tienen patologías previas o afecciones cardiorrespiratorias, y vivimos en ciudades donde la gente respira durante años aire sucio, nos coloca en una situación de mayor riesgo ante virus y pandemias. Que, además, aumentarán debido al cambio climático.

¿Qué cree que deberíamos aprender de esta crisis socialmente?

Creo que si asumimos que esta situación de emergencia no es coyuntural, sino que es una nueva normalidad, que es lo que nos está diciendo la comunidad científica queramos o no queramos escucharla, necesitaríamos actuar en ejes diferentes, empezando por apostar de manera clara por un principio de suficiencia.

Aprender a vivir con lo necesario. Todo el mundo. Esto supone un cambio en los modelos productivos, en los estilos de vida y de consumo absolutamente radical. Por lo tanto, tenemos que cambiar la cultura del reparto. Para que personas que están en situaciones tremendamente vulnerables, empobrecidas y precarias puedan vivir con lo necesario, hay que abordar la redistribución de la riqueza, de los tiempos y de los trabajos que hacen falta para mantener nuestra especie. Mira la cantidad de trabajo de cuidados que se ha revelado como necesario a partir de esta crisis.

Y, finalmente, también hay una política pública basada en la precaución, en la cautela y el cuidado. Parece fácil pero es radicalmente incompatible con la lógica que defiende que hay que correr cualquier riesgo o sacrificar cualquier cosa con tal de que la economía crezca. Este principio del cuidado, desde la lógica del reparto y la justicia para que todos tengan suficiente, supone una manera de abordar la política pública y la economía que está en las antípodas de las que tenemos en el momento actual.

Al igual que el sistema sanitario se ha visto tensionado, el educativo también… ¿Qué respuesta puede dar el sistema?

Tengo la sensación de que por la urgencia y la rapidez con la que ha sucedido todo esto, parte de lo que está pasando cayó directamente sobre el profesorado, que está asumiendo la situación como puede. Estoy viendo un compromiso brutal para intentar atender, hacerse cargo de una situación que ha caído a plomo. Y luego, están las familias. Se dice que el virus afecta igual a todos y que no conoce de clases. El virus probablemente no, pero sus consecuencias son marcadamente diferentes en función de la posición de clase, de si eres gitana o paya, de la edad que tengas.

Cuando vives en una casa de 120 metros, tienes una buena conexión de wifi, una familia que te puede resolver una duda o te puede ayudar a organizar el cuadrante de tareas, estás en mucho mejores condiciones que si vives en una casa de 40 metros, no tienes conexión y, además, tu familia no te puede echar un cable. Y por si fuera poco tienes un profesorado que se encuentra confinado en casa y a su vez tiene hijos, y que lidia con ello como puede.

Fuente e imagen:  https://rebelion.org/el-aislamiento-ha-sido-el-desencadenante-para-reconocer-la-interdependencia/

Fuente original: https://catalunyaplural.cat/es/el-aislamiento-ha-sido-el-desencadenante-para-que-las-sociedades-atomizadas-reconozcan-la-interdependencia/

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Yayo Herrero: «Estamos educando a los niños y las niñas en contra de su propia supervivencia»

Diario de la Educación

Empieza la tercera semana de confinamiento, con medidas más restrictivas en este sentido, que intenta aliviar la presión sobre el sistema sanitario. Un sistema que se ha visto desbordado de mil maneras. Todo el país, todo el sistema, se encuentra en una situación similar. Hasta el 9 de abril solo podrán salir a trabajar aquellas personas que lo hagan en sectores estratégicos.

Yayo Herrero cree que es necesario plantear unas nuevas políticas sociales y económicas más cercanas a lo sociocomunitario, que permitan, entre otras cosas, una redistribución de la riqueza (para evitar que las capas sociales menos favorecidas no sean quienes paguen el pato de la crisis económica derivada del coronavirus). Para ella, entre otras cosas, la situación actual ha puesto de manifiesto cómo los trabajos de cuidados, invisibilizados y poco valorados habitualmente, se han tornado esenciales para sostener el confinamiento. Intentamos sacar algunas conclusiones sobre qué hacer para que no salgamos de la crisis actual como lo hicimos de la de 2008.

Parece que la crisis sanitaria está rompiendo ciertas costuras del sistema. ¿Cómo ves la situación?

La crisis sanitaria, del COVID-19, ocurre en un marco fuertemente tensionado. En 2008 se desencadenó la crisis anterior y la salida se basó en políticas de “austericidio”, en políticas de recortes de servicios públicos, del rescate y el mantenimiento de las estructuras financieras. En muchos casos, a costa de una precarización de la mayor parte de la gente.

Por un lado, el importante desmantelamiento de la red de servicios públicos: sanidad, educación, dependencia; y por otro lado, la fragilización del trabajo, es decir, que las condiciones laborales que ya eran frágiles, se deterioraron mucho más. Antes de las crisis del COVID-19 éramos un país con altas tasas de desempleo, con gran cantidad de empleo de baja calidad (ya sea por la temporalidad o por la parcialidad), personas que tienen trabajo pero son pobres, fuerte crisis habitacional con la generación de la burbuja, ahora, alrededor de los alquileres y un modelo económico que, estructuralmente, es tremendamente dependiente. Dependiente de energía del exterior, de materiales, también en clave alimentaria y basado en el monocultivo como el turismo que es tremendamente frágil.

La crisis llega en ese marco estructural. Por delante, nos encontramos que las emergencias no son solo las sanitarias. Hemos declarado la emergencia climática, todas las proyecciones del IPCC dicen que nuestras economías se van a resentir por la influencia del cambio climático. Y esa crisis económica que venía siendo anunciada ya desde hace tiempo.

Esto es importante tenerlo en cuenta para analizar y tratar de presionar para ver qué tipo de políticas públicas se ponen en marcha para afrontar esta crisis sanitaria del virus. Si la salida es parecida a la de 2008, pero partiendo de un punto más precario, mucho más frágil, lo que podemos encontrarnos cuando todo esto termine es una situación de empobrecimiento generalizado y precarización aún mucho mayor. Y, sobre todo, cuando los discursos de corte ultra derechista, o neofascistas van calando en algunos sectores de la población que cada vez tiene más miedo, o que pretende blindar de alguna manera su propia situación identificando un enemigo que es el otro, el que está fuera, ante el que se tiene que defender.

¿No crees que habremos aprendido algo con respecto a 2008?

Ahora mismo no lo parece. Desde la UE se han hecho discursos grandilocuentes sobre cuántos millones de euros se iban a invertir en medidas sociales. Pero, en cuanto rascas un poco, ves que buena parte de esas medidas son más bien de impulso y sostén del sistema financiero. Dar dinero a los bancos para que tengan liquidez para prestar a la gente para salir por la vía del endeudamiento.

No da la impresión, a nivel Europeo, que 2008 haya dejado un aprendizaje interesante, al menos, desde el punto de vista de las condiciones de vida de las personas. Quizá desde otros puntos de vista, desde los intereses de los grandes capitales, sí; no les salió tan mal y por eso pretenden reeditarlo.

¿Y en el ámbito más local?

Si miras dentro de nuestros propio Gobierno, lo que va trasluciendo son también tensiones importantes. Una parte que quiere mantener un poco el pacto de estabilidad, el déficit, la dinámica un poco más neoliberal de fortalecimiento financiero; y otra parte del Gobierno que presiona para intentar sacar adelante medidas como la mejora de las condiciones de los ERTE, o la prohibición del despido a partir de ahora por causa del coronavirus. O algunas medidas que esperamos como la suspensión de alquileres, aunque sea con una pequeña protección a los propietarios que tengan alquilada la casa y sea su único ingreso.

Sin estar satisfecha y siendo bastante crítica, desde luego me planteo qué pasaría en esta circunstancia si tuviéramos un gobierno digamos completamente neoliberal.

A pesar de las tensiones, ¿dirías que la sociedad está viendo que los servicios públicos se han convertido en algo esencial?

Ese es de los grandes aprendizajes de las últimas semanas. Tengo la sensación de que una parte importantísima de la sociedad, diría mayoritaria, de repente es consciente de lo importante que es tener un sistema sólido de salud pública que hace que cualquier persona, venga de donde venga y tenga lo que tenga, tenga el derecho y la posibilidad de ser dignamente atendida en un hospital. Independientemente de que en este momento, la lógica de recortes haga que esté teniendo que hacerse en unas condiciones tremendamente precarias. Hay una explosión de reconocimiento, de agradecimiento hacia todas las personas que trabajan en el ámbito de la sanidad pública, y no solamente: cuidadoras, empleadas domésticas, reponedoras, carretilleras, transportistas… de repende, nos damos cuenta de que una buena parte de los trabajos, que por cierto, están mayoritariamente feminizados y que han sido absolutamente precarios, despreciados, mal vistos, desprotegidos, cuando llega el momento de afrontar una cosa de estas, son los que no pueden dejar de funcionar.

¿Miraremos a esos trabajos de otra manera a partir de ahora?

Creo que mucha gente probablemente sí. Para mucha gente lo que haya después va a ser distinto a lo que había antes y el ver, de repente, este frenazo, muestra una fragilidad de todo el sistema económico tremenda y cómo nuestras vidas, al final, dependen de un cúmulo de relaciones poco sólidas, precarias, muy basadas en la lejanía. Que cuando caen o se desploman nos llevan a todos por delante.

Es muy interesante también, creo, en sociedades tan atomizadas como las nuestras, sobre todo en los ámbitos urbanos, ver cómo precisamente, la orden de aislarnos, de tener que encerrarnos y mantener la distancia social, ha sido el desencadenante de que mucha gente empiece a mirar por las ventanas, por los balcones, empiece a nombrar a sus vecinos, a preocuparse un poco por otras personas que están en el exterior de sus casa. Teniendo la conciencia de que preocuparte de otras personas va a hacer también que otros se preocupen por ti. Es como un reconocimiento de la interdependencia muy fuerte.

Esta situación parece haber dejado claro que la interdependencia es mucho mayor de lo que parecía antes…
Absolutamente. Son sociedades que están hiperconectadas por arriba, totalmente hiperconectadas en lo económico, en lo político y, sin embargo, en los últimos años se han venido atomizando mucho por abajo. Estamos en un momento de convulsión en el que muchas personas, de forma intuitiva, se ven obligadas a reconectarse rápidamente por pura súperviviencia, material y emocional también.

Vemos cómo el frenazo tan brutal de la economía se lleva por delante los empleos, la normalidad tal cual la conocíamos y, a la vez, paradójicamente, hace que la atmósfera sea respirable, que el agua esté más clara, que se reduzcan las emisiones. Y desvela, yo creo, el gran problema civilizatorio que tenemos, el de tener una economía que, cuando crece, destruye las posibilidades de seguir vivos de una forma digna, y cuando decrece, como ahora, con la lógica de poder que hay, decrece violentamente sobre las personas más pobres y vulnerables. Y creo que esa doble tensión, también puede hacer que muchas personas sean más conscientes de que salir de aquí requiere cambios profundos en nuestras formas de organizar la economía, la política y la vida.

Parece que la crisis sanitaria tiene que ver con la ingesta de animales salvajes, en este caso, el pangolín. ¿Hay relación entre esto y un sistema económico que empuja a las personas a buscar estas formas de alimentación?

Hay que ser cauta. Tenemos que leer bastantes más estudios antes de sacar conclusiones apresuradas. Dicho esto, lo que sí me parece absolutamente clave es el hecho de que la cadena alimentaria, y digamos, las atrocidades que se cometen en ella, son un factor de riesgo en la salud importantes.

Sabemos ya mucho sobre la presencia de pesticidas, de productos contaminantes, alteradores hormonales y endocrinos en algunos productos alimentarios, otros de consumo cosmético o cotidiano. Ahora, por ejemplo, todo lo que sale con el pangolín. Pero acordémonos de la encefalitis esponjiforme que la transmitían las vacas. Hablábamos de vacas que habían sido alimentadas con restos de proteína animal.

Obviamente el saltarse y el alterar ciclos y dinámicas naturales en muy poco tiempo (aunque estos no sean estáticos y cambien con el tiempo) genera distorsiones y consecuencias que no sabemos ni por dónde nos vienen.

Me parece interesante, según he ido viendo, varios artículos en diversas publicaciones europeas sobre la incidencia que tiene la pérdida de biodiversidad en la transmisión más acelerada del virus y en la llegada de esos virus a las cadenas más altas de las redes tróficas, es decir, que la desaparición de la biodiversidad hace que cada vez haya menos especies interpuestas entre los virus y mamíferos. Eso sí acrecienta la expansión de los virus y pandemias.

También otros elemento que salían estos días y que habrá que comprobar, que hablan de que la expansión del virus ha sido más dura en los lugares que previamente tenían un nivel de contaminación más fuerte. Algunos de los investigadores a los que he preguntado me han dicho que tienen que hacer estudios, experimentación. Pero obviamente, si tienes un virus que afecta en mayor medida a personas que tienen patologías previas o afecciones cardiorespiratorias; y vivimos en ciudades en donde la gente respira durante años aire sucio y los científicos nos han dicho que esto hace a las personas más vulnerables a las enfermedades caradiorespiratorias, obviamente, generar condiciones de vida, ya sea en los sistemas alimentarios, en el aire que respiramos o en el agua que bebemos que fragilicen y hagan más vulnerables los propios órganos y organismos en los que vivimos, acelera y nos coloca en una situación de mayor riesgo ante virus y pandemias. Que además, van a aumentar a causa del cambio climático.

¿Qué crees que deberíamos aprender de esta crisis socialmente?

Lo plantearé de forma general aunque esto tiene su traducción a políticas públicas, de corte sociocomunitario. Cero que si asumimos y tenemos clara la conciencia de que esta situación de emergencia no es una cosa coyuntural sino que es una nueva normalidad, que es lo que nos está diciendo la comunidad científica queramos o no queramos escucharlo, necesitaríamos actuar en tres ejes distintos: apostar de forma clara por un principio de suficiencia.

Aprender a vivir con lo suficiente. Cuando hablamos de esto, quiere decir para todas las personas. Eso supone un cambio en los modelos productivos, en los estilos de vida y de consumo absolutamente radical. El segundo sería la cultura del reparto. Para que personas que están en situaciones tremendamente vulnerables, empobrecidas y precarias puedan vivir con lo suficiente, es necesario abordar la redistribución de la riqueza, y también de los tiempos y trabajos que hacen falta para mantener nuestra especie. Fíjate tú la cantidad de trabajo de cuidados que se ha desvelado como necesario a partir de esta crisis. Y, por último, y acompañando a los otros dos, una política pública basada en la precaución, en la cautela y el cuidado. Parece fácil pero es radicalmente incompatible con la lógica que defiende que hay que correr cualquier riesgo o sacrificar cualquier cosa con tal de que la economía crezca. Ese principio del cuidado, desde la lógica del reparto y la justicia para que todo el mundo tenga lo suficiente, supone una manera de abordar la política pública y la economía que está en las antípodas de las que tenemos en el momento actual.

Igual que el sistema sanitario se ha visto tensionado, el educativo también… ¿Qué respuesta puede dar el sistema?

Igual que una parte importante del coronavirus está siendo asumido por una parte importante de las familias, es decir, más allá del sistema público de sanidad donde van las personas que están más enfermas, una parte de las personas que tienen síntomas como consecuencia de la situación de confinamiento, son mayoritariamente familias, que bregan con ello como pueden. Tengo la sensación de que por la premura y la rapidez con la que ha sucedido todo esto, parte de lo que está sucediendo ha caído directamente sobre el profesorado, que está asumiendo la situación como puede. Estoy viendo un compromiso brutal del conjunto del profesorado para intentar atender, hacerse cargo de una situación que se ha caído a plomo. Por mucho que quieras adaptarlo todo rápidamente, cae de sopetón. Cualquier persona que haya trabajado en educación sabe que es completamente distinto tener una educación presencial y que te sirvas de instrumentos informáticos como herramientas, a que todo esté en los instrumentos informáticos. Es una forma de enseñar y trabajar que ni se parece. La gente está haciendo todo lo que puede por asumir esa situación. Y luego, están las familias. Se dice que el virus afecta igual a todo el mundo y que no conoce ni clases ni nada. El virus probablemente no, pero sus consecuencias son marcadamente diferentes en función de tu posición de clase, de dónde se venga, de si eres gitana o paya, de la edad que tengas.

Cuando tú vives en una casa de 120 metros, tienes una buena conexión de wifi, una familia que te puede resolver una duda o te puede ayudar a organizar el cuadrante de tareas, estás en muchas mejores condiciones que si vives en una casa de 40 metros, no tienes conexión o es muy precaria y, además, tu familia no te puede echar un cable. La vuelta de tuerca la tienes cuando tienes profesorado que se encuentra confinado en su casa y a su vez tiene hijos e hijas; y que brega con esto como puede.

Las administraciones parecen no darse mucha cuenta de esta situación de dificultad y se ha dado por hecho que todo esto iba a funcionar…

Completamente. Creo que, además, se da por hecho que tú un lunes, has ido por la mañana al cole y el miércoles ya no vas y todo va a fluir y la gente va a seguir aprendiendo… A parte de la situación de los niños y las niñas, que no pueden salir a la calle, una necesidad básica como la de socializarse. De repente se ven separados de su entorno de compañeros de clase… es todo bastante marciano.

Decía la ministra que aspira a que por los menos los últimos 15 días puedan ir al cole y hacer alguna actividad de repaso. Pero, claro, me parecía poco para saber qué es lo que quieren que pase con el curso escolar y cómo se va afrontar esto. De hecho, en lo único en lo que hay un poco más de certeza es con la EVAU.

Desde Ecologistas en Acción habéis hecho crítica por la escasa aparición de la enseñanza sobre la emergencia climática en la LOMLOE. No sé si creéis que la situación actual pueda cambiar esto

Según la revisión que hicimos de la LOMLOE efectivamente nos parecía que se quedaba muy corta, sobre todo, por la declaración de emergencia climática que hizo el Estado. Es verdad que se introducía una asignatura obligatoria, pero en la que se quieren dar temas sobre sostenibilidad, coeducación y la perspectiva de género, junto a temas de educación para la paz… Nos daba la sensación de que se hacía un mix, con cuestiones todas ellas centrales, pero insuficiente. También observamos que la sostenibilidad, que se desarrollaba en esta asignatura específica, no estaba considerada como elemento que debía estar transversalizado en todo el currículo, desde infantil a bachillerato. Nos preocupaba. Aunque hubiese una asignatura solamente de educación para la sostenibilidad, que sería estupendo, esta tendría que ocuparse de desmentir o pugnar con muchas de las cosas que se estudian en las otras asignaturas.
Lo necesario, básicamente, es pensar en el conjunto del currículum desde la perspectiva de aquellos conocimientos, aptitudes, competencias, valores que las personas que se educan han de adquirir para poder desenvolverse en un futuro y sean capaces de entender las cosas que están sucediendo y de actuar frente a ellas. En ese sentido nos parecía insuficiente.

Ese trabajo hemos tenido ocasión de compartirlo con la ministra Teresa Ribera, que lo recibió de forma abierta, y sabemos que la ministra (Isabel) Celaá se mostraba abierta a hacer modificaciones durante la tramitación. Esperemos a ver, cuando se retome la actividad normal, si somos capaces de mejorarla un poco y vamos poniendo las bases para que el decreto de enseñanzas mínimas incorpore estas cosas con fuerzas.

Entonces ¿debería haber un cambio de valores en todo el currículo? ¿Tener más peso estos temas que hoy son subsidiarios, pero parecen más necesarias?

Absolutamente. Muchos llevamos trabajando desde hace años, también desde la FUHEM sobre el currículo ecosocial y la transversalización. No es que necesitemos solo ser conscientes, que es imprescindible, de que somos ecodependientes e interdependientes, sino que necesitamos una forma de aprender la economía, la física, las matemáticas, la filosofía, la tecnología que también sea consciente de esa ecodependencia e interdependencia. El problema es que cuando revisas, muchas veces, los contenidos básicos de ciertas asignaturas, estos adolecen de no ser conscientes de la situación de crisis civilizatoria que atravesamos. Ni siquiera son conscientes de hasta qué punto algunas de estas convicciones y conocimientos están en el corazón del problema y necesitan ser revisados desde otra perspectiva, simplemente para que chicas y chicos que están aprendiendo no sean educados en contra de su propia supervivencia. Es un poco bestia decirlo, pero es que es así. Estamos educando a los niños y las niñas en contra de su propia supervivencia y eso es terrible.

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Entrevista a Alicia Puleo: «La masculinidad incide negativamente en el medioambiente»

Entrevista/12 Marzo 2020/Autor: Raúl Solís Galván/rebelion.org

La filósofa ecofeminista ha dado la conferencia inaugural del Congreso Andaluz de Filosofía celebrado estos días en Sevilla.
Sostiene que las mujeres son las primeras víctimas de la destrucción ambiental

Alicia Puleo (Buenos Aires, 1952), catedrática de Filosofía de la Universidad de Valladolid y directora de la Colección Feminismos de la editorial Cátedra, es la madre un ecofeminismo crítico y no esencialista. Su mirada se centra en la  relación que existe entre el género y la crisis ambiental y en hacer de puente entre el ecologismo y el feminismo. 

La filósofa feminista ha sido invitada a pronunciar la conferencia inaugural del XII Congreso Andaluz de Filosofía, celebrado en la capital andaluza este pasado fin de semana bajo el título ‘Filosofía, Mujeres y Naturaleza’, donde ha desgranado parte del pensamiento que la convierte en una de las figuras intelectuales claves del feminismo español.

¿Qué relación existe entre la Filosofía, la naturaleza y las mujeres?

Podríamos decir que hay dos tipos de relaciones. Una historia de la filosofía en la que las mujeres han sido pensadas más cercanas a la naturaleza que los varones. Y un presente, de algunas décadas ya, en que surge una forma de pensamiento, llamado ecofeminismo, que analiza las relaciones de dominación sobre la naturaleza y las mujeres como relaciones vinculadas y que, a través de un análisis, se pueden llegar a desmontar. 

Hay feministas muy críticas con el ecofeminismo porque alertan de que retrotrae a las mujeres a una construcción biológica, al esencialismo naturalista.

En algunas formas de ecofeminismo, lo que se puede llamar ecofeminismo esencialista, que insistía en la cercanía de las mujeres con la naturaleza, por diferencias innatas y no construidas culturalmente, sí que existe ese riesgo. Desde otras posiciones ecofeministas, en las que yo me sitúo, que son constructivistas, que analiza cómo la cultura construye las identidades de género, no habría ese problema esencialista.

¿Existe el riesgo de que el ecofeminismo sea usado para resituar a las mujeres en papeles opresivos de donde han escapado?

Sí, hay algunas tendencias del ecologismo que están manteniendo un discurso de vuelta a los roles tradicionales en nombre, precisamente, de la defensa de la naturaleza. La conclusión que sacan es que las mujeres juegan un papel de usar y tirar y que tienen que volver al hogar. Por otro lado, curiosamente, mistifican mucho la maternidad y la reproducción, olvidando que el ecologismo, en sus orígenes, tenía una gran preocupación por la sobrepoblación. Entonces, sí, ciertas tendencias del ecologismo están mistificando a la mujer-madre cuando, en realidad, el ecologismo desde el principio se planteó que la humanidad no puede reproducirse tanto. Es curioso ese giro hacia un ecologismo muy conservador, que no conservacionista. 

¿A qué se debe a esa vuelta de ciertas tendencias feministas y ecologistas hacia un conservadurismo mistificador de la maternidad?

No son planteamientos feministas, para nada. El feminismo en ese discurso ecologista conservador es el gran enemigo porque, según dicen, estaría llevando a la sociedad a su esterilización. Esas tendencias de ecologismo conservador no son feministas. 

¿Existe alguna vinculación entre la igualdad de género y la ética ambiental?

Por un lado, las mujeres, sobre todos las pobres, son las primeras víctimas de la destrucción medioambiental. En los países empobrecidos son las que dependen directamente del medio ambiente y, por lo tanto, su destrucción les afecta en su vida cotidiana. Si tienen que recoger leña y se ha talado el bosque, tendrán que caminar kilómetros para calentar el hogar. Son las primeras en sufrir las consecuencias de las fumigaciones intensivas. Ellas y sus hijas e hijos. Las mujeres, en muchos sitios del planeta, están siendo también protagonistas en los movimientos de defensa del medio ambiente. Las mujeres son víctimas directas del cambio climático, pero también son vanguardia en la lucha contra el deterioro ambiental.

¿Es el movimiento feminista consciente de la crisis ambiental que vivimos?

Yo creo que hace falta trabajar la relación entre feminismo y ecologismo porque no se puede decir ni que el feminismo sea ecologista, ni que el ecologismo sea feminista. Es una tarea muy larga y en eso estamos, el ecofeminismo trata de hacer ese puente. 

Aseguras que en nuestras sociedades tiene más valor ético el odio que la filantropía y que urge valorizar una ética del cuidado que feminice la ética, ¿qué quieres decir?

Me refiero a que en la Filosofía de Kant hay una desvalorización clara de los sentimientos, de las personas que actúan por sentimientos éticos. Porque, para Kant, la acción ética solamente tiene valor si no están movidas por los sentimientos, por las emociones, porque las emociones son nuestra parte irracional, animal. Hay una tradición, que viene del estoicismo, en que lo emocional es negativo, es lo bajo, las pasiones, lo débil de nuestra constitución y ha de ser dominado por la razón, que te dice qué es lo que debes hacer. Por eso, se ha considerado durante mucho tiempo que las mujeres no podían ser jueces porque, se decía, se guiarían por el sentimiento y no por el sano juicio. Esto cambia en la década de los 80, donde pensadoras como
Nel Noddings van a criticar esa desvaloración de las emociones y resaltan una ética del cuidado, donde sostienen que actuamos éticamente no sólo por razón, sino también por sentimientos.

Afirmas también que estamos asistiendo a un cambio de paradigma de la masculinidad que traerá una revolución esperanzadora. 

El feminismo ha terminado trayendo un cuestionamiento de las identidades del conjunto de la sociedad, no sólo de las mujeres. La entrada de los hombres en lo privado y en lo afectivo empieza a darse, fruto del feminismo y, con respeto a la naturaleza, me parece un signo de esta nueva masculinidad la cantidad de jóvenes que están entrando en movimientos de defensa de los animales, contra la crueldad. Estos eran movimientos muy feminizado y hoy vemos a muchos hombres entrando en ellos. 

Hay quienes dicen que la ultraderecha se ha vinculado también con el animalismo. 

Yo no lo veo así. Es una forma de ataque que ha sufrido el animalismo. Se dice: ¡Es que Hitler era animalista! Mentira, Hitler ni era vegetariano, ni era animalista. Es una forma de estigmatizar. 

Sostienes que vivimos en un tiempo histórico llamado antropoceno. ¿Qué tiempo histórico es este?

Es una denominación que han acuñado científicos dedicados a la observación del clima y que consideran que es una nueva era geológica, en la medida que los grandes cambios no los produce sólo la tierra, sino el ser humano sobre la tierra y a través de la tecnología. Algunos sitúan el comienzo del antropoceno en el inicio de la revolución industrial, otros lo sitúan en el siglo XX. Hay quienes han hecho una crítica al concepto de antropoceno, porque dicen que debería llamarse algo así como capitaloceno porque afirman que existen razones económicas que están llevándonos a la catástrofe: la explotación intensiva, las técnicas agresivas, el poco respeto al medio ambiente. Estos críticos sostienen que el término antropoceno no visibiliza este origen económico. Yo pienso que el término antropoceno es acertado porque es cierto que hay elementos importantes económicos, pero también es verdad que, desde un punto de vista filosófico, se deriva de una visión antropocéntrica, en la que sólo el ser humano tiene valor. 

¿Tiene el cambio climático una huella de género?

Hay estudios estadísticos que dicen que las mujeres tienen menos huella ecológica que los varones; no porque sean mejores, sino porque se desplazan más en transporte público, realizan labores que tienen una incidencia menor en el medio ambiente. En este sentido, vemos que hay una relación entre género y medio ambiente. Una de las definiciones de varón, del sociólogo valenciano Josep Vincent Marqués, es que ser varón es ser importante. Entonces, si la consigna del varón es ser importante, hay cosas que el varón tiende a hacer porque tiene una consigna que no tienen las mujeres. Así, tiene que comprarse el coche más lujoso, que contamina más, porque tiene que ser importante. Son estas consignas de la masculinidad las que inciden negativamente en la contaminación. Por no hablar, por ejemplo, de actividades como la caza, con gran incidencia negativa en el medio ambiente, protagonizadas por los hombres. 

¿Nos estamos tomando en serio la crisis ecológica?

Para nada. La crisis ecológica demanda acciones individuales y de los gobiernos. Hay gente que no recicla porque otros no lo hacen y la clase política no toma decisiones ecológicas porque no tiene rédito electoral inmediato. Luego creo que hay responsabilidad en los medios de comunicación. Tenemos un gran problema, porque la crisis ecológica es la gran crisis y la que explica todas las demás.

¿De qué salud goza la Filosofía?

Tiene que luchar contra toda una tendencia muy instrumental de la educación a nivel internacional, una visión muy corta de lo que es la formación y que cree que formar es enseñar a la gente a producir para el mercado. Para poder ser humano y tener una civilización se necesita una formación filosófica.

¿Por qué la guerra de los gobiernos contra la Filosofía?

La Filosofía puede servir como legitimación del orden existente y también puede ser y ha sido fuente de pensamiento alternativo y de horizontes distintos, de impugnación al orden establecido y trazar mundos emancipatorios por donde caminar.

Fuente e imagen tomadas de: https://rebelion.org/la-masculinidad-incide-negativamente-en-el-medioambiente/

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La Asamblea Feminista Unitaria de Sevilla (AFUS) presenta sus acuerdos de cara al próximo 8M

Europa/España/12/02/2020/Fuente: tercerainformacion.es

Ante la celebración del próximo 8 de Marzo, la Asamblea Feminista Unitaria de Sevilla (AFUS) ha celebrado dos Asambleas Abiertas a todos los colectivos feministas, de cara a organizar de forma unitaria la huelga feminista y todas las actividades previstas para los 8 días de revuelta previos al 8 de Marzo. La primera asamblea tuvo lugar el 31 de enero y la segunda el 10 de febrero, y se han alcanzado ya los siguientes

ACUERDOS:

  • Se han creado 5 comisiones que reflejan los ejes temáticos de la huelga feminista: cuidados, cuerpos, laboral, consumo, migradas y racializadas, además de otros 4 grupos encargados de los aspectos logísticos (manifiesto, recorrido manifestación, diseño cartel y fiesta). Todas las comisiones proponen el ecofeminismo como referente ético transversal.

  • Cada comisión está planeando acciones reivindicativas para cada eje, que tendrán lugar a lo largo de los 8 días de revuelta, es decir en los 7 días previos al domingo 8 de marzo y el mismo día 8 de marzo.

  • Se está elaborando un manifiesto común, cuyo texto se difundirá previamente a la manifestación.

  • Todas las actividades se difundirán en un CARTEL UNITARIO, que se facilitará una vez que todas las acciones estén planeadas y confirmadas.

  • Se ha decidido convocar una MANIFESTACIÓN el domingo 8 de Marzo, que saldrá a las 12:30 hrs. Desde la Torre Pelli hasta el Palacio de San Telmo y cuyo cartel se adjunta.

  • PROXIMA CONVOCATORIA de Asamblea Abierta de la AFUS. El 20 de febrero de 18 a 21 hrs. En el Centro Cívico Las Sirenas.

Fuente e imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/actualidad/2020/02/11/la-asamblea-feminista-unitaria-de-sevilla-afus-presenta-sus-acuerdos-de-cara-al-proximo-8m

 

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Libro(PDF): «Activismos feministas jóvenes. Emergencias, actrices y luchas en América Latina»

Reseña: CLACSO

Una cartografía de los feminismos latinoamericanos contemporáneos abarca una cantidad inmensa de corrientes de índole diversa: feminismos urbanos de clase media, feminismos comunitarios indígenas y noindígenas, ecofeminismos, feminismos descoloniales, para mencionar algunas. En esta particular intersección de quienes se reconocen como jóvenes activistas feministas, reside uno de los principales aportes de esta publicación. El abordaje de los estudios de los feminismos se ha hecho desde la trayectoria del largo y mediano plazo de las “olas” feministas, o desde el análisis de clase o desde posicionamientos teóricos. También se ha estudiado la relación de los movimientos feministas en su dinámica frente al Estado. La irrupción en la escena latinoamericana de jóvenes beligerantes contra el acoso, contra el femicidio, a favor de la interrupción voluntaria del embarazo, ha planteado el desafío de comprender las trayectorias, las subjetividades de estas jóvenes. Este libro, al visibilizar las particularidades de esa interseccionalidad jóvenes/feministas, alumbra elementos invisibilizados en los feminismos y permite caracterizar mejor las luchas sociales contemporáneas.

Autores (as): Marina Larrondo. Camila Ponce Lara. [Editoras]

Marina Larrondo. Camila Ponce Lara. Nora Garita. Valeria Manzano. Lucía Miranda Leibe. Beatriz Roque López. María Victoria Seca. Ana María Castro Sánchez. José Raúl Ruiz. Adriana Arroyo Ortega. Vanessa Londoño Marín. Danila Suárez Tomé. Mercedes D’Alessandro. [Autores/as de Capítulo]

Editorial/Editor: CLACSO.

Año de publicación: 2019

País (es): Argentina

Idioma: Español

ISBN: 978-987-722-479-5

Descarga: Activismos feministas jóvenes. Emergencias, actrices y luchas en América Latina

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=1803&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1356

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