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La emergencia climática nos impone programar una desescalada económica

Fuentes: The conversation [Foto: Freeport, Bahamas, tras el paso de huracán Dorian en octubre de 2019. Shutterstock / Anya Douglas]

Tres décadas de resumir y comunicar la evidencia científica sobre el cambio climático de origen humano nos han dejado tres conclusiones:

– La primera es que seguimos sin hacer nada efectivo contra el origen del problema, la emisión de gases de efecto invernadero, que sigue subiendo y con ella las temperaturas.

– La segunda es que la escala temporal y espacial del fenómeno sigue confundiéndonos a todos. Todavía pensamos que estamos hablando del clima futuro y de que es algo global y lejano. Dicho de otro modo, no tenemos del todo claro que el cambio climático nos afecta aquí y ahora.

– La tercera conclusión es que todos los matices científicos, todo el lenguaje de probabilidades y escenarios de emisiones y clima no hace sino confundir y abrir espacio a debates estériles y a posponer decisiones ingratas. Por ello los científicos combinamos informes con manifiestos y somos cada vez más tajantes en nuestras afirmaciones sobre lo que ocurre con el clima y por qué ocurre.

Sin tiempo para soluciones lentas

El panel internacional de cambio climático acaba de sacar un nuevo informe (el AR6 del IPCC) que ha generado mucha expectación y ha merecido extensos análisis.

Con el informe en la mano podemos decir un par de cosas bien sencillas de entender: hemos perdido un tiempo precioso para cambiar progresivamente a otra economía menos dependiente de la energía, en general, y del petróleo, en particular, que la actual, y tenemos que reducir nuestras emisiones como mínimo a la mitad en diez años para no entrar en escenarios climáticos realmente apocalípticos. Aunque aún estamos a tiempo y todavía están a nuestro alcance muchas opciones, nos estamos quedando sin tiempo para lo gradual y para adoptar medidas por consenso.

Estas dos cosas, sencillas y contundentes, están ortogonalmente contrapuestas a la estrategia que la mayoría de los países están planteando para salir de la crisis provocada por la covid-19. Suponen incluso una confrontación directa a nuestros deseos más íntimos de recobrar una cierta normalidad tras la pandemia.

El sexto informe del IPCC no deja margen para la duda. No se trata de especulaciones ni ideologías sino de un compendio riguroso de la aplastante evidencia científica que señala a las toneladas de gases de efecto invernadero emitidas a la atmósfera durante el último siglo como responsables de las sofocantes temperaturas de casi 50 ℃ a más de 50⁰ de latitud norte en Canadá, de las inundaciones escalofriantes sufridas en Alemania, Bélgica y China, de la sequía extrema de Asia Central y de los incendios inextinguibles de Siberia, Grecia, Turquía e Italia.

Todo esto por mencionar apenas la meteorología de los meses del verano de 2021. Pero todos tenemos en mente las tormentas Gloria o Filomena, la temporada de huracanes o los incendios de Australia y California en el 2020, si nos remontamos apenas unos pocos meses más atrás.

Un camino tan incómodo como inevitable

Reducir la emisión de gases de efecto invernadero supone frenar el desarrollo económico, reorganizar y limitar la generación de energía, transformar completamente el transporte de mercancías y personas, reducir la agricultura y la ganadería intensivas, y reorganizar las ciudades empezando por el aislamiento de las viviendas y terminando por la gestión del tráfico y de los residuos. Son cosas que sabemos que hay que hacer, pero son justo las cosas que no estamos haciendo. O no a la velocidad adecuada al menos.

El Pacto Verde Europeo y la política agraria comunitaria distan de ser todo lo verdes que parecen ser y que necesitamos que sean.

Los fondos de recuperación y los planes de desarrollo económico de los países de nuestro entorno vuelven a apuntar a la forma tradicional de hacer dinero. Una forma que se apoya en la definición monetaria de felicidad, salud y bienestar humano. Y sabemos que esta forma de hacer dinero no nos trae felicidad, ni salud ni bienestar.

El modo de vida insostenible y contaminante al que vamos orientándonos no nos hace felices y los escenarios climáticos a los que ese modo de vida nos lleva nos enfermannos quitan literalmente el sueño y nos sumen en ansiedad, depresión o enfado. Si cambiar el clima no nos hace ni sanos ni felices, entonces ¿por qué afanarnos en dar la espalda a lo que propone la ciencia del clima?

Decrecer para reducir emisiones

En lugar de aceptar la evidencia científica y programar una desescalada económica que permita realmente reducir las emisiones de gases con efecto invernadero, nos proponemos una y otra vez hacer malabarismos socioeconómicos para conciliar desarrollo y sostenibilidad. Nos planteamos una agenda de objetivos de desarrollo sostenible que no estamos cumpliendo entre otros motivos porque está llena de contradicciones. Empezando por el propio concepto de desarrollo sostenible. Por este motivo están creciendo las voces de los que abogan por un decrecimiento, un término que asusta y escandaliza a propios y extraños, pero que resume con claridad lo que debemos hacer mientras no se nos ocurran malabarismos ambientales más eficaces.

Si recapacitamos bien, estamos transfiriendo al concepto de decrecimiento nuestro pánico, ancestral y justificado, a las recesiones económicas. Es una transferencia desafortunada porque son cosas bien distintas. Hacer resonar ambas cosas como algo parecido dificulta la adopción de medidas de mitigación climática. Una recesión sobreviene, un decrecimiento se programa. Por tanto, una recesión siempre tendrá más y peores efectos colaterales que un decrecimiento planeado.

El informe del IPCC asegura que sigue siendo matemáticamente posible no rebasar los 1,5 °C de calentamiento respecto a la era preindustrial. Pero para no rebasarlos no son suficientes las matemáticas, la física, la química y la biología. Hace falta la concurrencia rápida y eficaz de la economía, la política y la ciudadanía.

Estamos hablando de medidas difíciles de encajar por los políticos debido a su elevado coste electoral, por los ciudadanos por su notable esfuerzo de aplicación y por la economía porque supone, simple y llanamente, ponerlo todo patas arriba. Hay tecnología suficiente, pero el cuello de botella es su implementación real. No basta con tener soluciones tecnológicas, marcos jurídicos y estrategias políticas. Es imprescindible tener voluntad y capacidad de aplicar todo esto.

Cuando hablamos de reducir emisiones en serio, no podemos creernos que aumentando la eficiencia en el uso de la energía lo vamos a lograr. No olvidemos el efecto rebote o la paradoja de Jevons, según la cual el incremento de eficiencia da lugar a un aumento del consumo.

Podemos electrificar todos los coches y los edificios, podemos reorganizar el transporte público y favorecer el teletrabajo. Pero aun así no estaremos reduciendo emisiones lo suficiente. Pensemos en las imponentes emisiones asociadas a la agricultura convencional, a la aviación, a la generación y gestión de los residuos o a industrias como la del acero o del cemento. No hay más opción que reducir el consumo. Y lo mejor que podemos hacer es programarlo y acompañar las medidas con reconversiones profundas y con información, mucha información y diálogo social.

Si pensamos que mitigar el cambio climático es difícil y caro, recordemos, por ejemplo, el coste astronómico de los incendios de California en 2020, o que transitar por la senda óptima de emisiones le ahorrará a Homo sapiens 74 millones de fallecimientos para finales de este siglo y mejoraría significativamente la salud y el bienestar físico y mental de centenares de millones de personas en todo el mundo. ¿Hay algo más valioso que eso? ¿Realmente necesitamos más razones para poner en práctica los informes científicos sobre el cambio climático?

Fernando Valladares. Profesor de Investigación en el Departamento de Biogeografía y Cambio Global, Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC)

Fuente: https://theconversation.com/la-emergencia-climatica-nos-impone-programar-una-desescalada-economica-166049

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Privatizan en Brasil 22 aeropuertos del estado de Sao Paulo

Un total de 22 aeropuertos del estado de Sao Paulo, el motor económico de Brasil, fueron privatizados hoy por 30 años y el gobierno regional recaudó unos 4,3 millones de dólares.

‘Este es un compromiso de un Estado menor y más eficiente, enfocado en la salud, educación y seguridad’, afirmó el vicegobernador paulista, Rodrigo García, quien encabezó la apertura de las ofertas.

La puja ocurrió en la Bolsa de Valores de la división territorial, partida en dos grupos (noroeste y sudeste) que se adjudicaron dos consorcios nacionales por un valor superior en un 11 por ciento al mínimo fijado por las autoridades del estado.

Tal concesión tiene una inversión prevista de cerca de 88 millones de dólares que se destinarán para renovar, extender y actualizar la operación en las terminales.

La empresa Consorcio Paulista se llevó un lote con 11 aeropuertos, entre ellos el estratégico de Sao José do Rio Preto, uno de los polos agroindustriales del país.

Por su parte, el Consorcio Voa NW-Voa SE venció la subasta por el bloque sudeste con un lance de 2,8 millones de dólares.

De los aeródromos subastados, solo seis tienen operación comercial y el resto trabaja con vuelos ejecutivos.

Brasil proyecta recaudar unos 70 mil 100 millones de dólares mediante desnacionalizaciones y alianzas público-privadas en 2021, informó en diciembre Martha Seillier, secretaria del Programa de Asociaciones en Inversiones del gobierno.

Desde que asumió en enero de 2019, la administración de Jair Bolsonaro creó un amplio plan de privatizaciones y concesiones. La iniciativa es que esas compañías ayuden a disminuir la deuda pública y dinamizar la economía nacional.

Analistas aseguran que las desestatificaciones en el gigante sudamericano están de forma directa relacionadas con el Consenso de Washington de 1989.

Este evento presentaba una serie de recomendaciones económicas que funcionaban como instrumento de presión internacional para la adopción del neoliberalismo.

Alertan comentaristas políticos que la privatización, además de no mejorar la eficiencia, amenaza la seguridad energética, la soberanía y la capacidad de desarrollo.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php/component/content/?o=rn&id=462561&SEO=privatizan-en-brasil-22-aeropuertos-del-estado-de-sao-paulo
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Economía y educación técnica en pandemia

Por: Noel Aguirre Ledezma

“América Latina y el Caribe experimentan una crisis sin precedentes en sus mercados de trabajo como consecuencia de la pandemia por COVID- 19. La drástica contracción del empleo, de las horas trabajadas y de los ingresos da cuenta de los significativos efectos de la reducción del nivel de actividad económica sobre la dinámica laboral. El panorama resulta aún más preocupante al considerar que dichos impactos han sido desiguales y que el sendero de recuperación, que lentamente se está vislumbrando en la región, podría ir acompañado de una amplificación de brechas laborales y de ingresos entre los diferentes grupos de población”, comienza afirmando la Nota técnica: Panorama laboral en tiempos de la COVID-19 de la OIT, de septiembre de 2020. Esta constatación, en los indicadores de la gestión 2020, también se presenta en la economía y mercado laboral de Bolivia con relación a la variación negativa del PIB, incrementos en la tasa de desocupación y deterioro de la calidad del empleo, con mayor intensidad en los sectores más vulnerables, y refuerzan el aparente dilema “salud o economía/producción”, tema de debate en la actualidad.

Esta crisis no solo ha afectado a la economía sino también tiene impactos en la educación, para ser específicos en la educación técnica. Al igual que casi todos los sistemas educativos del mundo ha interrumpido las clases presenciales, aunque existen centros de formación que, con grandes dudas y temores, intentan poner en práctica la modalidad semipresencial. Así como se han modificado las prioridades de producción y consumo se han modificado las demandas y condiciones de formación técnica, por ejemplo pregúntese cuántas personas en lugar de adquirir ropa tienen que destinar sus recursos a la compra de medicamentos u otros servicios médicos. Del mismo modo que hay contracciones en el empleo y trabajo, surge la necesidad de plantearse formaciones técnicas alternativas para “reinventarse” en otras actividades laborales. También surgen interrogantes y retos específicos a los procesos de educación técnica, por ejemplo, los estudiantes se preguntan ¿dónde hago mis prácticas si los centros de formación están cerrados?; los maestros reinventan sus formas de enseñanza ante la necesidad de ingresar a la modalidad de educación virtual; estudiantes y maestros sufren por sus dificultades en el acceso, uso y disponibilidad de aplicaciones, plataformas y equipos digitales. Si a la problemática surgida como producto de la pandemia le añadimos las preocupaciones del tiempo pre COVID-19, los retos y también las oportunidades para recrear la educación técnica son grandes y de extrema importancia por su estrecha influencia en la economía, producción, trabajo y calidad de vida.

En términos de la problemática general e integral de larga data, queda por consolidar, más en la práctica que en el enunciado teórico, la transición de la educación técnica, muchas veces reducida a la formación de capacidades manuales, a la educación tecnológica y productiva, a unir práctica con teoría, a una educación profundamente vinculada con la producción, trabajo y territorio; como establecen las bases de la Ley de la Educación 070 “Avelino Siñani- Elizardo Pérez”, la educación tiene que constituirse en “productiva y territorial, orientada a la producción intelectual y material, al trabajo creador y a la relación armónica de los sistemas de vida y las comunidades humanas en la Madre Tierra…” Es tiempo de validar saberes, conocimientos y experiencias de las y los productores, constituir centros de formación que educan y producen en relación con las unidades y comunidades productivas establecidas en el territorio y/o la región.

En tiempos de COVID-19 también es necesario y urgente la realización de diagnósticos y estudios de mercado para reactualizar la oferta educativa y los programas de formación incorporando nuevas áreas curriculares como las vinculadas a lo socio-emocional, establecer convenios y acuerdos con centros de producción para facilitar la realización de prácticas aplicadas a la realidad, desarrollar procesos formativos sobre las concepciones pedagógicas que incorporan la educación virtual, así como fortalecer la dotación de equipos y medios para la educación en línea. Los retos y las oportunidades en tiempos de disrupción impulsan a recrearse y superar todo lo que estamos realizando. La creación es parte substancial de la educación productiva y tecnológica.

Fuente e Imagen: https://www.la-razon.com/voces/2021/06/11/economia-y-educacion-tecnica-en-pandemia/?fbclid=IwAR1q_d7lnBdwFDE6VKiod2uWXzg5QPK6ZxFcbH5KQmFRicm9WnuRL-5QpO4

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Suiza acoge el 8º Congreso Mundial de Agricultura de Conservación

Del 21 al 25 de junio se va a celebrar en Berna, Suiza, el 8º Congreso Mundial de Agricultura de Conservación, planteado este año como evento virtual a causa de la pandemia del COVID-19. Tan alta es la importancia dada a la Agricultura de Conservación en el mundo y para la Política Agraria Comunitaria en Europa que el Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Comisarios Europeos y miembros del gobierno suizo serán ponentes en la sesión de apertura.

La Agricultura de Conservación (AC) es un paradigma alternativo innovador de agricultura regenerativa, protectora del medio y sostenible que está reemplazando en todo el mundo a la degradante agricultura convencional basada en la labranza. AC se ha extendido globalmente a más de 205 millones de hectáreas de tierras de cultivo por todos los continentes y agroecologías terrestres.

El área global de AC se incrementa anualmente más de 10 millones de hectáreas desde la campaña 2008/09, área igual al tamaño de Portugal. Pequeños y grandes agricultores en todo el mundo llevan a cabo exitosamente prácticas de conservación medioambientalmente efectivas para alcanzar esta notable transformación. Los sistemas de AC están presentes en todos los continentes a través de un amplio rango de agrosistemas en zonas templadas, subtropicales y tropicales. La adopción de AC está ocurriendo en todos los sistemas terrestres tanto secano como regadío abarcando sistemas de cultivos anuales y permanentes, incluyendo plantaciones arbóreas, sistemas agroforestales, agroganaderos, arrozales y agricultura ecológica.

En el siguiente link se puede acceder al programa del Congreso siendo el discurso de bienvenida y discurso inaugural a cargo de Dongyu QU, Director General de la FAO, y con la participación de la Comisión Europea y del Gobierno suizo:

  • Janusz Wojciechowski, Comisario de Agricultura, UE
  • Virginijus Sinkevičius, Comisario de Medio Ambiente Océanos y Pesca, UE
  • Norbert Lins, Presidente, Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural, Parlamento Europeo
  • Christoph Ammann, Miembro del Cantón de Berna y Ministro de Economía, Energía y Medio Ambiente, Suiza
  • Christian Hofer, Director, Oficina Federal Suiza de la Agricultura, Suiza

Fuente: https://www.lavozdealmeria.com/agricultura2000/noticia/8/agricultura/216404/suiza-acoge-el-8o-congreso-mundial-de-agricultura-de-conservacion

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Mundo: La pandemia aumenta los trabajadores pobres y pone en riesgo la igualdad de género en el mundo, según la OIT

La Organización Internacional del Trabajo advierte en su informe anual de que «hemos perdido cinco años de avances hacia la erradicación de la pobreza laboral», con tasas que han vuelto a los índices de 2015, y señala que las mujeres han sufrido muchas más pérdidas de empleo, mientras ha aumentado su tiempo de los trabajos no remunerados

2022 aún no será el año de la recuperación del empleo perdido por la pandemia en el mundo, advierte la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su informe anual. «Al menos hasta 2023 el crecimiento del empleo no logrará compensar las pérdidas sufridas», apunta el organismo. Este no es el único daño que deja el coronavirus en el mercado de trabajo. La COVID ha engordado la desigualdad, en muchos de sus ámbitos. Entre países ricos y pobres, entre trabajadores de un mismo entorno, cebándose con los más precarios y haciendo retroceder «cinco años» en los niveles de trabajadores pobres, y también entre mujeres y hombres, siendo ellas las más perjudicadas por esta crisis.

«La crisis del mercado de trabajo provocada por la pandemia de COVID-19 dista mucho de haber terminado». Con esta contundente frase presenta la OIT su informe Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Tendencias 2021, que se difunde este miércoles en todo el mundo y donde el organismo detecta varios retos del mercado laboral debido a la pandemia.

La OIT calcula que el próximo año seguiremos hablando de pérdidas de empleo globales. El organismo habla del «déficit de puestos de trabajo» inducido por la pandemia, que tiene en cuenta no solo los empleos destruidos tras la irrupción del coronavirus, sino también aquellos que no se han creado en este contexto de crisis por la pandemia y que estaba previsto que se generasen.

En 2020 la entidad calcula que hubo un déficit de 144 millones de puestos de trabajo, teniendo en cuenta la reducción de 114 millones de trabajadores respecto a 2019 y los «30 millones de nuevos puestos de trabajo» que se estimaba que se iban a crear el año pasado en todo el mundo. La pérdida de 2021 se sitúa todavía en 75 millones de trabajadores y en 2022 aún estima un déficit de puestos de trabajo de 23 millones. En este último año, ya sin pérdidas de trabajadores respecto el escenario prepandemia, pero con una creación de empleo aún lastrada por la pandemia, como se puede observar en el siguiente gráfico.

La pandemia aumenta los trabajadores pobres y pone en riesgo la igualdad de género en el mundo, según la OIT
Déficit mundial de puestos de trabajo inducido por la pandemia, comparado con 2019

Ya no solo hablando de puestos de trabajo, sino también de horas de trabajo, la OIT indica «las olas recurrentes de la pandemia en todo el mundo han provocado que los índices de pérdidas» se mantengan en cifras altas en 2021. «América Latina y el Caribe, y Europa y Asia Central son las dos regiones más afectadas, con pérdidas estimadas de horas de trabajo en cada caso superiores al 8% en el primer trimestre y al 6% en el segundo trimestre de 2021 (frente a las medias mundiales de -4,8% y -4,4%, respectivamente).

El organismo internacional calcula que en 2022 el número de personas desempleadas en el mundo se situará en 205 millones, todavía «muy por encima de los 187 millones de 2019».

Los trabajadores pobres, en niveles de 2015

Como advirtió en otro estudio Oxfam Intermón, la OIT también llama la atención sobre que la COVID-19 ha incrementado la desigualdad en el mundo. Por varios motivos, como una vacunación que está dejando atrás a los países pobres frente a los ricos, así como la mayor vulnerabilidad de los llamados «trabajadores informales» que no han tenido acceso en la mayoría de casos a protección social y unas medidas que han amortiguado la crisis –como el teletrabajo– más accesibles para trabajos cualificados y para hogares con mejores recursos (por ejemplo en lo referido en el acceso a internet).

Una maraña de factores que deja un mundo más desigual, entre los diferentes países y dentro de estos. Más desigual y con más trabajadores pobres. En comparación con 2019, a nivel mundial, la categoría de trabajadores pobres o sumamente pobres (es decir, que viven en hogares con una suma inferior a 3,20 dólares de los Estados Unidos por persona al día) ha aumentado, en lugar de retroceder. «Ha engrosado en 108 millones de personas», indica la OIT hasta un total de unos 700 millones de personas trabajadoras en pobreza extrema o moderada. La pobreza extrema, en concreto, ha sumado 34 millones de trabajadores.

Las medidas para compensar la caída de los ingresos laborales han sido más frecuentes en los países de ingresos más altos y, en cualquier caso, estas «en su mayor parte, se aplican a los «trabajadores formales», recuerda la OIT, lo que ha dejado a personas en situación irregular o con trabajos vulnerables sin protección. «Hemos perdido cinco años de avances hacia la erradicación de la pobreza laboral, ya que esta ha alcanzado tasas equivalentes a las de 2015», resalta el organismo. Esto empaña el horizonte de erradicar la pobreza en 2030, comprometido en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.

Riesgo para la igualdad de género

La agencia de las Naciones Unidas para el mundo del trabajo subraya el riesgo que supone la pandemia para otra desigualdad: la de género. «Las mujeres se han visto excesivamente afectadas por la crisis» laboral de la COVID-19, advierte la OIT. En primer lugar, con una mayor pérdida de empleo: en 2020, la contracción del empleo femenino fue del 5% frente al 3,9% del empleo masculino. También es más elevada la cantidad de mujeres que dejaron el mercado laboral y pasaron a la inactividad, indica el estudio.

Pero además, como ha apuntado ya alguna investigación nacional, la pandemia que supuesto que las mujeres volvieran a asumir más los cuidados y el trabajo no remunerado en el hogar. «El aumento de las responsabilidades domésticas derivadas del confinamiento por la crisis ha planteado el riesgo de un ‘retorno a lo convencional’ con respecto a los roles de género», llama la atención la OIT.

Las mujeres ya soportan una carga desproporcionada del trabajo no remunerado en circunstancias normales y la crisis del coronavirus la ha incrementado. Entre otros motivos figuran el cierre de colegios y escuelas infantiles durante la pandemia, pero también por la mayor presencia de los trabajadores en casa por el teletrabajo. «En Canadá, por ejemplo, se ha descubierto que las madres solteras de niños menores de 6 años han sufrido una disminución del 28% de las horas de trabajo como consecuencia de la crisis», menciona el informe de la OIT.

Estas desigualdades de género durante la pandemia ya son preocupantes, pero lo serán más aún si no revierten con la recuperación y se confirma ese riesgo de volver al pasado en los avances entre mujeres y hombres. «Los retrocesos en la igualdad de género son especialmente preocupantes en aquellas regiones donde las brechas de género ya eran muy acusadas antes de la crisis», apunta el organismo.

Para contrarrestar este camino hacia la desigualdad en sus diferentes facetas, la OIT apuesta por una recuperación estructurada en torno a cuatro principios: promover el crecimiento económico de base amplia y crear empleo productivo; apoyar los ingresos de los hogares y la transición en el mercado de trabajo; apostar por un crecimiento y un desarrollo económicos inclusivos, sostenibles y resilientes; y utilizar el diálogo social para formular estrategias de recuperación centradas en las personas.

Fuente: https://rebelion.org/la-pandemia-aumenta-los-trabajadores-pobres-y-pone-en-riesgo-la-igualdad-de-genero-en-el-mundo-segun-la-oit/

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Celebran en Beijing diálogo de asociaciones de investigación entre Asia Oriental y América Latina

Beijing acogió del 26 al 27 de mayo la conferencia internacional sobre el «Diálogo de Asociaciones de Investigación entre Asia Oriental y América Latina», organizada conjuntamente por el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia de Ciencias Sociales de China, la Universidad de la Ciudad de Macao y la Universidad de Ciencia y Tecnología del Sudoeste.

Al evento asistieron más de 120 expertos y académicos, representantes de los medios de comunicación y público de China, Japón, República de Corea, Singapur, Rusia, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú, Uruguay y otros países.

La directora del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia de Ciencias Sociales de China, Chai Yu, afirmó en la ceremonia de apertura que resulta especialmente importante mantener el espíritu de cooperación del multilateralismo en la actual situación internacional.

Un modelo de cooperación abierta específico y diversificado debe ser la dirección del desarrollo, al tiempo que el Foro de Cooperación Asia Oriental-América Latina debe ser una forma eficaz de promover los modelos de cooperación abierta, añadió.

A pesar del gran impacto de la epidemia, las relaciones entre Asia y América Latina han podido consolidarse y desarrollarse gracias a las correctas estrategias internacionales desarrolladas por ambas partes, refirió Sabino Vaca Narvaja, embajador de Argentina en China.

El diplomático añadió que China ha conseguido grandes logros en el campo de la ciencia y la tecnología y también en el ámbito de la cooperación multilateral.

Argentina y los países latinoamericanos deben aprender y beneficiarse de la experiencia china para que en última instancia conduzca a un resultado de ganar-ganar, dijo Vaca Narvaja.

Cai Wei, director general del Departamento de América Latina del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, abordó el desarrollo de las relaciones entre China y América Latina en el marco de la epidemia.

El funcionario afirmó que China y América Latina se han apoyado mutuamente en la lucha contra la epidemia y trabajado juntos en la recuperación de la economía.

China acelerará la construcción de un nuevo patrón de desarrollo de circulación dual, que asume el mercado interno como pilar principal, al tiempo que permite que los mercados internos y externos se impulsen mutuamente.

Este enfoque creará más demanda y traerá más oportunidades de desarrollo para Asia Oriental, América Latina y el mundo, dijo Cai.

Karina Batthyány, secretaria general del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) afirmó que la epidemia ha vuelto a suscitar un gran debate en Latinoamérica sobre el papel del Estado y de la política, particularmente de las políticas públicas.

Ante ese escenario, resulta necesario abogar por un nuevo mecanismo de diálogo entre las instituciones académicas para la promoción del desarrollo y la cooperación en Asia Oriental y América Latina, aseguró Batthyány.

Los expertos y académicos que participaron en la conferencia llevaron a cabo intercambios y diálogos en profundidad sobre cuatro temas: las oportunidades y los retos que afronta el desarrollo de Asia Oriental y América Latina; el desarrollo innovador y la apreciación mutua de las experiencias asiáticas y latinoamericanas; la cooperación internacional en materia de desarrollo sostenible y el mecanismo de «Diálogo de Asociaciones Regionales de Investigación Asia Oriental-América Latina» y la construcción de la cooperación interregional de laboratorios de ideas entre Asia y América Latina.

Los asistentes debatieron sobre la necesidad y la viabilidad de establecer el mecanismo de cooperación del «Diálogo de Asociaciones de Investigación Asia Oriental-América Latina», discutieron de forma integral sobre el «Consenso de Cooperación del Diálogo de Asociaciones de Investigación Asia Oriental-América Latina».

Asimismo, expresaron su voluntad de jugar un papel constructivo en el establecimiento del mecanismo de cooperación del «Diálogo de Asociaciones de Investigación Asia Oriental-América Latina», con el fin de establecer una interacción regular y continua.

Fuente: http://spanish.xinhuanet.com/2021-05/28/c_139975721.htm

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La bomba de relojería demográfica que amenaza a China: menos población y más envejecida

Cada año nacen menos niños en el país más poblado del mundo y el que más rápidamente envejece

La pregunta del libro de texto cayó como un rayo durante la clase en un centro de enseñanza de idiomas en Pekín: “Sin hijos, la vida no tiene tanto sentido. ¿Estás de acuerdo?”. Las seis alumnas ―entre la adolescencia y la treintena, estudiantes y profesionales de clase media― respondieron de manera tan rápida como casi unánime. “¡No, en absoluto!”, replicaron cinco de ellas. Dos se apresuraron a agregar que no deseaban niños. “Quiero independencia económica, mi carrera, mis viajes”, precisó una. Solo la más joven, de 16 años, reconoció que sí veía en su futuro casarse y formar una familia.

Son respuestas típicas, al menos en las ciudades, en China. La prosperidad económica de los últimos años y un aumento del nivel educativo, los altos costes de vida, junto a una evolución de la mentalidad en torno al amor, el matrimonio o la familia, se han sumado a los efectos dejados por décadas de política del hijo único. Como en otras sociedades desarrolladas, casarse y tener hijos ya no representa, para las generaciones chinas más jóvenes, la necesidad o la obligación que pudieron representar para sus padres o sus hermanos mayores. Cada año nacen menos niños: 17,86 millones en 2016, tras el fin de la política del hijo único; 14,65 millones en 2019.

La caída de la natalidad está entre los factores de un problema que dispara las alarmas entre las autoridades nacionales: el descenso de población, que se combinará con un drástico envejecimiento, el más rápido del mundo. Una auténtica bomba de relojería demográfica en el país más poblado del planeta, para el que serlo supone uno de los pilares de su influencia. Según el Ministerio de Asuntos Civiles, en 2019 la proporción de mayores de 65 años era del 12,57%; para 2025, esa cifra podría alcanzar el 25%, esto es, 300 millones de personas. En 2050, según las proyecciones de la Comisión Nacional sobre Envejecimiento, los mayores de 60 años superarán los 487 millones de personas, un 28% de su población y más que los habitantes de toda la Unión Europea. En cambio, la población en edad de trabajar, entre los 15 y los 59 años, representaba a finales de 2019 el 64% del total, mientras que entre 2000 y 2010 creció del 66% al 70%.

Políticamente delicado

Es un problema sobre el que los expertos vienen alertando cada vez con mayor insistencia, que se ha convertido en una cuestión políticamente muy sensible y que ha hecho de las cifras del último censo un secreto guardado bajo siete llaves: debían haberse hecho públicas a principios de abril y, un mes después, aún no hay fecha prevista para su divulgación. La portavoz de la Oficina Nacional de Estadísticas, Liu Aihua, señalaba hace dos semanas que aún hacen falta “más preparativos” antes de presentarlas.

Esta semana, el Financial Times publicaba que el censo, compilado en 2020, revela la primera caída en el número de habitantes en China desde los tiempos del Gran Salto Adelante, entre 1959 y 1961, cuando una hambruna mató a decenas de miles de personas. La población se colocará por debajo de 1.400 millones de personas, un hito que había alcanzado en 2019. Casi de inmediato, Pekín lo negaba. En un seco comunicado de una sola línea, la Oficina Nacional de Estadística sostenía que “la población siguió creciendo en 2020”, aunque no precisa si con respecto al año anterior o frente a 2010, la fecha del censo anterior.

Pero el consenso entre los expertos chinos sigue siendo que la contracción llegará pronto, quizás en un año o dos. Un estudio del Instituto de Investigación Evergrande, de la prestigiosa Universidad de Tsinghua, calcula que el temido pico llegará durante los próximos cinco años; la oficial Academia de Ciencias Sociales de China lo prevé para 2027, la fecha con la que se mueven mercados y funcionarios.

Temores

La perspectiva es un drama para China: una población más envejecida y con una mayor esperanza de vida, sumado a un menor número de nacimientos y trabajadores jóvenes, implica que la fuerza laboral no vaya a ser suficiente para sustentar a las generaciones de más edad. Algo que tendrá impacto en las perspectivas económicas, desde el consumo a los cuidados para los ancianos, pasando por el gasto de la Seguridad Social. Un problema que ya afrontan otras sociedades ricas, pero que a la segunda economía del mundo se le plantea con un nivel menor de desarrollo. Y es algo que puede complicar las aspiraciones de su presidente, Xi Jinping, de convertir al país en una gran potencia en las próximas tres décadas.

“Nuestras proyecciones, con las cifras de antes del censo, ya sugerían que la fuerza laboral se contraería en un 0,5% anual para 2030, con un impacto similar en el PIB”, apuntaba la consultora Capital Economics este miércoles en una nota. “Un crecimiento más lento puede hacer más difícil alcanzar a Estados Unidos (la primera potencia) económicamente. Y también puede haber un impacto intangible en el prestigio global de China”.

Si se confirma la caída de población, y que llega antes de lo esperado, China tendrá que acelerar la toma de medidas hasta ahora pospuestas. “Posiblemente tendría que relajar completamente la política de control de natalidad” para permitir que quienes lo deseen tengan tres hijos o más, apunta en una nota Zhiwei Zhang, de la consultora Pinpoint Asset Management. Permitir que todas las parejas puedan tener dos niños desde 2016 no ha sido suficiente: aunque ese año hubo un leve repunte en los nacimientos, en los años posteriores las cifras no han dejado de caer.

Ya en marzo, el primer ministro, Li Keqiang, adelantaba en su discurso anual ante la Asamblea Nacional Popular (ANP, el parlamento chino) la puesta en marcha de una “estrategia nacional para afrontar el envejecimiento de la población”, en un indicio de la preocupación que desata el problema entre los líderes. Según el jefe de Gobierno, Pekín trabajará para que el índice de natalidad sea “apropiado”, en una posible referencia a la eliminación de los controles a los nacimientos.

Otra patata caliente será la subida de la edad de jubilación. Algo que, según mencionó Li en su discurso, también se pondrá en marcha “de manera gradual”. En la actualidad, el retiro está fijado en los 60 años para los varones y los 55 para las mujeres, aunque en el caso de ellas puede llegar a los 50 si ocupan puestos de trabajo que supongan un mayor desgaste físico. La esperanza de vida ronda los 76 años.

El propio banco central chino también ha lanzado un mensaje de alerta. En un informe publicado la semana pasada, instaba a “reconocer que la situación demográfica ha cambiado” y que la “educación y el progreso tecnológico no pueden compensar la caída de población”. Entre otras cosas, el documento recomienda “liberalizar por completo y alentar los nacimientos” y reducir la carga financiera que acompaña la crianza de un hijo ―incluida la educación― que disuade a muchas parejas de buscar más descendencia. También, de manera novedosa, apunta la posibilidad de permitir una mayor inmigración, una idea hasta ahora casi tabú en China.

Si este tipo de medidas persuadiría a las alumnas de la clase de idiomas en Pekín, está por ver. “No quiero bebés”, insistía una de ellas, profesional bancaria. “Viajar a otros sitios, moverme por ahí, recorrer paisajes, es lo que más me gusta en la vida. Para tener un hijo tendría que renunciar a eso”.

Fuente: https://elpais.com/sociedad/2021-05-01/la-bomba-de-relojeria-demografica-que-amenaza-a-china-menos-poblacion-y-mas-envejecida.html

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