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Europa endurece las sanciones para los delitos ambientales

Estrasburgo (Francia), 27 feb (EFEverde).

Publicado por: Arturo Larena

El Parlamento Europeo ha aprobado nuevas normas y sanciones para los delitos ambientales con penas de hasta 10 años de cárcel en los delitos individuales y multas para las empresas de hasta el 5 % de la facturación mundial o 40 millones de euros.

La directiva fue aprobada con 499 votos a favor, 100 en contra y 23 abstenciones, según indicó el Parlamento Europeao.

La ley contiene una lista actualizada de delitos, entre los que se incluye el comercio ilegal de madera, el agotamiento de los recursos hídricos, las infracciones graves de la legislación europea sobre productos químicos y la contaminación causada por los buques.

La normativa, asimismo, contempla el denominado ‘delito cualificado’, como los incendios forestales a gran escala o la contaminación generalizada del aire, el agua y el suelo, «que conlleva la destrucción de un ecosistema y es, por tanto, equiparable al ecocidio», de acuerdo con la Eurocámara.

«Los delitos contra el medioambiente cometidos por personas y representantes de empresas se castigarían con penas de cárcel en función de la duración, la gravedad o la reversibilidad de los daños», expuso el PE.

Los delitos cualificados podrían ser castigados con ocho años de prisión, los que causen la muerte de una persona con diez años y los demás con hasta cinco años.

El Parlamento subrayó que todos los infractores estarían obligados a restablecer el entorno dañado y a ofrecer compensación, además de enfrentarse a multas.

Multas de hasta el 5% de la facturación mundial

Para las empresas, las multas alcanzarán el 3 % o el 5 % de su facturación mundial anual o, alternativamente, 24 o 40 millones de euros, según la naturaleza del delito.

«Los Estados miembros podrán decidir si persiguen delitos penales que no hayan tenido lugar en su territorio», apuntó la Eurocámara.

La institución comunitaria insistió en que las personas que denuncien delitos contra el medioambiente deben recibir apoyo y asistencia en el marco de un proceso penal.

«También garantizó que los Estados miembros impartirán una formación especializada para policías, jueces y fiscales, prepararán estrategias nacionales y organizarán campañas de sensibilización para luchar contra la delincuencia medioambiental», manifestó.

Agregó que los datos recogidos por los Gobiernos de la Unión Europea sobre delitos contra el medioambiente «deberían ayudar a abordar mejor esta cuestión y a la Comisión a actualizar periódicamente la lista».

«Ya es hora de que luchemos contra la delincuencia transfronteriza a escala europea con sanciones armonizadas y disuasorias para prevenir nuevos delitos medioambientales. En virtud de este acuerdo, quienes contaminen lo pagarán», declaró el ponente de la Eurocámara, el neerlandés del Partido Popular Europeo Antonius Manders.

Entrada en vigor

La directiva entrará en vigor a los veinte días de su publicación en el boletín oficial de la Unión Europea y los Estados miembros dispondrán de dos años para incorporar las normas a sus sistemas nacionales.

La delincuencia medioambiental es la cuarta actividad delictiva del mundo y una de las principales fuentes de ingresos de la delincuencia organizada, junto con la droga, las armas y el tráfico de seres humanos. La Comisión presentó en diciembre de 2021 una propuesta para reforzar la protección del medio ambiente en la UE mediante el Derecho penal, con el objetivo de paliar el creciente número de infracciones penales contra el medio ambiente. EFE
jug/jaf/icn

Europa endurece las sanciones para los delitos ambientales

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Crece pérdida de bosques pese a las promesas de cumbres climáticas

Por: Claudia Caruana
Fuentes: scidev.net [Imagen: Axel Fassio/CIFOR, bajo licencia Creative Commons (CC BY-NC-ND 2.0)]

La pérdida de bosques tropicales primarios alrededor del mundo se incrementó en un diez por ciento desde 2021-2022.

Los bosques tropicales siguen talándose o quemándose a un ritmo alarmante a pesar de las promesas hechas en las cumbres climáticas de las Naciones Unidas que buscan eliminar el problema para 2030, sugiere un análisis mundial publicado el 26 de junio.

Las mayores pérdidas se producen en Brasil, la República Democrática del Congo (RDC) y Bolivia, donde se ubican las selvas tropicales más extensas y ecológicamente más importantes del mundo, según datos del informe “Pérdida de Cubierta Arbórea” en 2022 de la Universidad de Maryland, presentados por Global Forest Watch del Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por su sigla en inglés).

Los nuevos datos muestran que en 2022 los trópicos perdieron 4,1 millones de hectáreas (10,1 millones de acres) de selva tropical primaria —aproximadamente el tamaño de Suiza— a un ritmo equivalente a 11 campos de fútbol por minuto.

Esto representa un aumento de diez por ciento con respecto a 2021 y se tradujo en 2,7 gigatoneladas de emisiones de dióxido de carbono, equivalentes a las emisiones anuales de combustibles fósiles de la India, según el análisis.

Los bosques son el hogar de más de 80 por ciento de las especies terrestres de animales, plantas e insectos y proporcionan refugio, trabajo y seguridad a las comunidades que los habitan, afirma la ONU. Y calcula que la pérdida y el deterioro de los bosques causan alrededor del diez por ciento del calentamiento global.

En la conferencia de la ONU sobre el clima, COP26, celebrada en Glasgow en 2021, 145 países se comprometieron a detener y revertir la deforestación para 2030, mientras que en la COP27, realizada en noviembre de 2022 en Egipto, 27 países se unieron para acelerar la acción hacia estos compromisos.

Sin embargo, el WRI señala que no se alcanzarán los objetivos si continúa la trayectoria actual, porque la disminución de la pérdida de bosques no se está concretando.

“A nivel mundial, estamos muy lejos de reducir la deforestación y vamos en la dirección equivocada”, dijo Rod Taylor, director mundial para los bosques del WRI, en una rueda de prensa realizada el 21 de junio.

“Nuestro análisis muestra que la deforestación mundial en 2022 superó en más de un millón de hectáreas el nivel necesario para estar en la senda de la deforestación cero en 2030”, añadió.

“A nivel mundial, estamos muy lejos de reducir la deforestación y vamos en la dirección equivocada”. (Rod Taylor, director mundial para los bosques del Instituto de Recursos Mundiales (WRI, en su sigla en inglés)

La pérdida de bosques se considera un problema clave en la lucha contra el cambio climático, porque los bosques vivos eliminan el carbono del aire y lo emiten cuando los árboles se talan o degradan.

En Brasil, la tasa de pérdida de bosques primarios aumentó 15 por ciento entre 2021 y 2022, en particular en la Amazonia. La pérdida total en ese país supuso más de 40 por ciento del total mundial.

Incendios y tala

Marcos Pedlowski, profesor asociado de la Universidad Estatal del Norte de Río de Janeiro (Brasil), explicó a SciDev.Net que la deforestación —la remoción total de árboles— es solo una parte del problema.

“Aunque las cifras puedan parecer dramáticas, no cuentan toda la historia porque hay otro elemento concurrente en el cambio de la cubierta terrestre: la degradación forestal”, explicó.

Las zonas degradadas —por incendios y talas selectivas, por ejemplo— son incluso más frecuentes que aquellas deforestadas, señaló Pedlowski.

“En consecuencia, hay muchos más motivos de preocupación en relación con el empobrecimiento de las zonas boscosas”, añadió.

En cuanto a Brasil, que alberga la mayor superficie de bosque tropical del planeta, Pedlowski indicó una combinación de factores que impulsan tanto la deforestación como la degradación.

“Algunos factores están directamente vinculados con lo que podemos llamar deforestación legal… relacionada con políticas y proyectos gubernamentales que han apoyado el crecimiento de la agricultura, la extracción selectiva de madera y la minería”, afirmó.

Pedlowski cree que estas tendencias exponen la debilidad de las conferencias e instituciones multilaterales cuando llega el momento de controlar el cambio forestal.

“A pesar de las innumerables reuniones y conferencias, la tendencia general es hacia más pérdida y no al contrario”, agregó.

 “Esta situación se complica aún más por el difícil escenario económico mundial, agravado por la pandemia de COVID y la guerra en Ucrania y su efecto en la producción de alimentos.

“A menos que los comerciantes mundiales de cereales, madera y carne se tomen en serio sus responsabilidades respecto a la trazabilidad de sus productos y eviten comprar materias primas provenientes de zonas deforestadas ilegalmente, no veo cómo lograr ningún cambio positivo”, afirmó.

Conservación de los bosques

Por el lado positivo, Indonesia ha reducido su pérdida de bosque primario más que ningún otro país en los últimos años, seguido de Malasia, según Global Forest Watch.

Las intervenciones gubernamentales y los programas empresariales y comunitarios han permitido a ambos países mantener sus tasas de pérdida de bosques primarios tropicales cerca de niveles mínimos históricos.

Los analistas atribuyen el éxito de Indonesia a políticas como la moratoria de la tala, el control de incendios y la restauración de la turba, así como a la eficacia de medidas empresariales.

M. Faiz Syuaib, ingeniero agrónomo y director de investigacióntecnología y servicios comunitarios del Ministerio de Educación, Cultura, Investigación y Tecnología de Indonesia, afirmó que el gobierno de su país lleva más de una década intentando activamente preservar los bosques.

La extracción de madera está limitada a empresas controladas por el Estado y se deben plantar nuevos árboles para reemplazar a los talados, dijo a SciDev.Net.

En las zonas vulnerables a los incendios forestales, dijo Syuaib, se están construyendo fosas de agua para detener la propagación de incendios.

Este artículo fue producido por la edición global de SciDev.Net

Fuente: https://www.scidev.net/america-latina/news/crece-perdida-de-bosques-pese-a-las-promesas-de-cumbres-climaticas/

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Chile René García: “Urge la educación ambiental, hay una desconexión muy grande con el manejo de residuos”

En 2017, la legendaria fonda de Antumapu tenía un problema. Cada año, la fiesta dieciochera terminaba con cerros de basura y desperdicios que afectaban al entorno. René García y Jorge Mac-Ginty, entre otros estudiantes, empezaron a cuestionarse ¿cómo este espacio de celebración podría volverse más sustentable? A partir de esa pregunta nació EcoMapu, un proyecto que busca una mejor gestión de los desechos y que hoy lleva 5 años de desarrollo en la Facultad de Ciencias Agronómicas de la U. de Chile.

“Era tanta la basura que quedaba posterior a la fonda que eran al menos tres semanas que seguían quedando vasos plásticos y cartones en el suelo. Como se hacía antes del receso de septiembre, las personas que trabajaban en la limpieza no daban abasto”, recuerda Jorge Mac-Ginty (26), uno de los fundadores de EcoMapu y actual jefe de la Oficina de Sustentabilidad del proyecto ubicado en la comuna de La Pintana.

“Ahí generamos el Plan Fonda”, agrega René García (25), estudiante de último año de Agronomía y otro de los fundadores de EcoMapu. “Empezamos a ver los ejes de acción: el primero era restringir plásticos de un solo uso. Lo segundo, que los stand también se tuvieran que hacer cargo de parte de sus residuos y no traer cosas empacadas en otras cosas. Y la tercera parte era la gestión del ‘ecovaso’ y gestión de residuos del espacio”, detalla.

Para poner en práctica el diseño hicieron distintas gestiones, entre ellas, conseguir basureros diferenciados para los residuos. Allí encontraron un recipiente viejo que tenía un logo que les llamó la atención: EcoMapu. Averiguando descubrieron que era una iniciativa que se había creado en 2009, pero que se había abandonado poco tiempo después. Decidieron “reciclar” el nombre y adoptarlo para este nuevo proyecto. 

En el medio de la fonda, idearon una forma de incentivar la recolección de latas con un juego. Además, coordinaron con las funcionarias a cargo del aseo para ir vaciando los basureros de manera constante y tener cero residuos en el suelo al finalizar el evento. Otra innovación fue el “ecovaso”, una idea que permitió reutilizar más de ocho mil plásticos y se instaló como tradición en los eventos futuros. “Nuestra idea era que cada uno tuviera su vaso, por ejemplo, ya los últimos dicen ‘soy de…”. Ahora si quieres tomar tecito, no vas al kiosco a pedir un vaso de plástico, sino que tienes tu ecovaso en tu mochila y lo ocupas para todo”, explica René.

Un modelo triestamental

Con el éxito total de aquel primer evento, y el apoyo de las autoridades y los centros de estudiantes, consiguieron mayor visibilidad para hacer nuevas actividades. “Se nos empezó a acercar mucha gente. Eso nos llevó a tener más personas y a motivarnos a hacer diferentes talleres dentro de la comunidad. Por ejemplo, hicimos talleres de construcción con palets: mesas, sillas y después los muebles quedaron para la comunidad”, señala Jorge.

Después de cinco años, pasaron de ser una iniciativa estudiantil a una organización triestamental con más de 30 personas dentro de la Facultad de Ciencias Agronómicas, con académicos y funcionarios que se han sumado a colaborar diariamente en el trabajo de reciclaje. Lograron implementar un punto de acopio e impulsaron un “impuesto” para los plásticos de un solo uso. Por ejemplo, si no llevabas tu vaso, el café del kiosco te costaba $150 más. Además, en 2018 participaron en la elaboración del proyecto de sustentabilidad de la Facultad, que hoy cuenta con un consejo para abordar esta materia.

“Es mucho más fácil levantar un proyecto teniendo a todos estos personajes claves, trabajamos con el director económico, el administrador del campus. Son distintas personas que pueden conversar en torno a lo que EcoMapu está trabajando. Esa lógica colaborativa es algo que se debería replicar en la Universidad de Chile”, agrega Mac-Ginty.

Una lección que han aprendido respecto a cómo generar compromiso en el cuidado del entorno de parte de la comunidad que convive diariamente en ese espacio, es incluirlos en el proceso. “Nos hemos dado cuenta de que la única manera de que las cosas se mantengan y se apliquen es que la gente genera un sentido de pertenencia con el espacio. La necesidad de vincular a la gente fue clave”, afirma René.

Próximos objetivos

Hoy, un desafío es trabajar fuera de los límites del campus con vecinos de la comuna de La Pintana. “Durante los últimos 2 años hemos postulado al Fondo Valentín Letelier para poder realizar este proyecto de educación ambiental en la comuna de La Pintana, a través de los colegios y de las distintas juntas de vecinos. Lamentablemente, no hemos tenido la posibilidad de adjudicarnos ese fondo. Ahora estamos buscando levantar distintas ideas de financiamiento, como una plataforma más consolidada”, cuenta García.

En ese sentido, tras todos estos años de trabajo en EcoMapu, creen que es necesario relevar la educación ambiental a todo nivel y esperan que en 2024 se implemente un curso obligatorio para todos los estudiantes sobre cuidados y sustentabilidad. “Es necesario concientizar a la gente, por ejemplo, sobre el uso correcto de los basureros. Urge la educación ambiental porque hay una desconexión súper grande con lo que es un manejo consciente de los residuos. Hay que generar un modelo que sea replicable por las personas en el en su espacio cotidiano”, reflexiona René.

En 2017 partió la iniciativa Ecomapu para la gestión de residuos en la Facultad de Ciencias Agronómicas..
En 2017 partió la iniciativa EcoMapu para la gestión de residuos en la Facultad de Ciencias Agronómicas de la U. de Chile.
El proyecto cuenta con la participación de académicos, funcionarios y estudiantes que trabajan de manera colaborativa
El proyecto hoy cuenta con la participación de académicos, funcionarios y estudiantes que trabajan de manera colaborativa para avanzar en una cultura del reciclaje.
René García es estudiante de Agronomía y uno de los fundadores de Ecomapu.
René García es estudiante de Agronomía y uno de los fundadores de EcoMapu.
El "ecovaso" es uno los productos que han logrado desarrollar para la eliminación de plásticos de un solo uso.
El «ecovaso» es uno los productos que han logrado desarrollar para la eliminación de plásticos de un solo uso.
Jorge Mac-Ginty es uno de los fundadores de EcoMapu y actual jefe de la Oficina de Sustentabilidad.

https://uchile.cl/noticias/205122/rene-garcia-urge-la-educacion-ambiental-sobre-el-manejo-de-residuos

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Argentina: Ley de Educación Ambiental dos años de muchas palabras y poca integración en las aulas

La norma aprobada en 2021 está lejos de ocupar la centralidad encomendada a los ministerios de Educación y Ambiente. El educador y especialista Pablo Sessano advierte que el Estado aún niega en la currícula la actual crisis ecosocial, al igual que los gremios docentes, y propone un giro en la matriz educativa para abordarla desde una perspectiva de los derechos humanos y de la naturaleza.

Por Pablo Sessano para Agencia Tierra Viva

Se cumple otro año más. El segundo desde que se sancionó la Ley de Educación Ambiental Integral. Era una buena idea que tuviera un espacio en el III Foro de Derechos Humanos, realizado entre el 20 y 24 de marzo, pero el hecho no se concretó porque su organización fue fallida a último momento (quizá estaba más pensado para la foto que para ampliar el necesario diálogo entre derechos humanos y educación ambiental).

Planteado como un encuentro interministerial para informar y exponer el estado de avance de la implementación de esa ley, el espacio en el Foro fue propuesto desde el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, y, como históricamente ha ocurrido, el Ministerio de Educación participaría, pero menos comprometidamente, pese a que la implementación de la educación ambiental depende de un área que trabaja los derechos humanos en esa cartera.

Más allá de la retórica desplegada por los gobiernos en sus informes oficiales, siempre condescendientes respecto de sí mismos (puede verse el informe sobre los avances de la ley presentado en 2022 al Congreso Nacional), lo que hacen ambos ministerios en términos de política educativa es todavía mucho menos que insuficiente e invisible para la sociedad.

¿Qué avances tuvo el Ministerio de Educación en la implementación de la Ley de Educación Ambiental?

El Ministerio de Educación ofrece, a través del Programa Nacional de Formación Docente, cinco cursos de capacitación, entre ellos, uno específico sobre el Riachuelo, a cargo de ACUMAR. No es poco contrastado con años anteriores, pero no es mucho si se evalúa la irrelevancia de la cuestión ambiental en el programa educativo oficial.

En tanto, la publicación aleatoria de efemérides ambientales popularmente conocidas en el Instagram oficial del Ministerio no logra poner de relevancia el tema. Es justo mencionar que el material sobre educación ambiental integrado al dossier por los 40 años de democracia, en la web del Ministerio, es, desde lo pedagógico, interesante, pero en modo alguno novedoso. Además de naturalizar la “problemática ambiental” como un hecho del presente, elude tomar posición frente a las causas, convalida la idea del subdesarrollo como estado transitorio, omite criticar en forma directa el modelo productivista y resulta ambiguo en la definición del cambio climático en tanto expresión del modelo civilizatorio. Se trata de un material bastante más neutral que los malogrados Manuales de Educación Ambiental censurados en 2011.

Por otra parte, la página oficial de la cartera educativa no refleja interés alguno por la educación ambiental y, si bien existe un Área de Educación Ambiental Integral, su importancia relativa dentro del Ministerio es nula y no responde ni de lejos al compromiso que la Ley de Educación Ambiental Integral derivó en ese Ministerio.


Todo revela que la gestión educativa no atina a darle la relevancia que ha adquirido de hecho en el presente o, en otras palabras, la crisis ecosocial no constituye para la autoridad educativa un suceso lo suficientemente significativo, en los términos de su impacto en la vida de las personas, especialmente de las que se educan, las nuevas generaciones, como para darle un tratamiento prioritario y específico dentro del programa educativo nacional.


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¿Qué avances tuvo el Ministerio de Ambiente en la implementación de la Ley de Educación Ambiental?

El Ministerio de Ambiente, por su parte, mantiene —no sin controversias internas— una cierta dignidad pública discursiva respecto al tema, algunas propuestas educativas y mejor visibilidad en su sitio web, aunque sin dejar de plantear enfoques clásicos y repetidos. Además, Ambiente sostiene la red de secretarías y ministerios homólogos provinciales que dan o deberían dar soporte y consenso a la política pública nacional. Pero se sabe que el Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA) encuentra límites, también para la educación ambiental, en las conveniencias políticas poco sustentables de las provincias, amparadas en el desacertado artículo 124 de la Constitución Nacional sobre el manejo de los recursos naturales que se encuentran en sus territorios.

Pese a que la Ley de Educación Ambiental “establece el derecho a la educación ambiental integral como una política pública nacional”, propone “construir una cultura ambiental” y “defiende la sustentabilidad como proyecto social”; lo cierto es que, a dos años de su sanción, no puede decirse que haya una política pública de educación ambiental en el país. Ello implicaría un presupuesto que la Ley reclamó, pero no existe; una organicidad institucional que apenas avanza y debería incluir equipos de personas dedicadas —hasta el momento inexistentes— y un plan de trabajo, aún en ciernes, siempre en ciernes.

No obstante, vista en perspectiva, la sanción de la Ley constituye un avance en la concepción de la interrelación entre derechos humanos, educación y ambiente. Una relacionalidad fundamental que transforma la concepción hasta ahora sostenida sobre cada uno de estos temas por separado. Una cuestión clave del proceso de constitución de nuevos derechos, nuevos sujetos de derecho y de la educación ambiental, sobre lo cual el recientemente fallecido Antonio Brailovsky supo insistir enfáticamente.

Probablemente el espacio en el Foro de DD. HH. para la educación ambiental no hubiese sido propuesto siquiera si la Ley de Educación Ambiental Integral no hubiese sido aprobada hace dos años, abriendo definitivamente un espacio dentro de la política pública. En ese sentido es que reconocemos un avance, al menos en la intención del Legislativo, pero que espera su traducción en políticas y acciones concretas y sustantivas de parte del Poder Ejecutivo.

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El problema no es la Ley de Educación Ambiental, el problema es la negación de la crisis ecosocial

El problema no es la ley en sí, sobre cuya génesis, resultados, debilidades y potencialidades he opinado en anteriores columnas y artículos. El problema, obviamente, es la debilidad de la gestión pública, el no cumplimiento de las leyes, que es sin duda un síndrome que afecta a la democracia argentina y excede nuestro particular tema, pero impacta muy sensiblemente. La minimización de la relevancia de la crisis ecosocial resulta de entenderla apenas como un tema más de las problemáticas contemporáneas (un contenido) y no como el nudo subyacente de una crisis de civilización que, de no modificar su rumbo, se encaminará a la autodestrucción, según reconoce el consenso científico mundial, diluye los compromisos que la ciudadanía ha de adoptar para contribuir a reencaminar los procesos sociales hacia escenarios reconstitutivos y no meramente resilientes. Este no reconocimiento o negación por parte de la autoridad educativa y, en general, por el mundo pedagógico y docente constituye también una de las grandes debilidades del proyecto educativo progresista —si es que hay uno más allá de la resistencia— en América Latina y en Argentina en particular.

La Ley ya tiene dos años, pero la lenta y burocrática rutina de las instituciones —tanto nacionales como provinciales, más las de la misma sociedad civil, que debe participar de la gestión de la Ley, pero se muestra boba para asumir el compromiso— se constituye como el primer obstáculo en su cumplimiento. Muchas leyes no logran superar este primer escollo organizativo y, aún cuando ya rigen por estar sancionadas y publicadas, su concreción resulta fallida o nula. Ojalá no sea el destino de la Ley 27.621.

Depende en mucho o en todo del compromiso de las organizaciones de la sociedad. Porque, como también ya señalamos en las notas citadas, buena parte de las políticas de educación ambiental que la Ley ahora respalda legalmente pudieron ser llevadas a cabo sin necesidad de norma alguna. La superficialidad del compromiso que el Estado está, realmente, dispuesto a asumir no se ha modificado. Solo el empuje de las organizaciones sociales, que han quedado representadas y legitimadas para opinar y participar en la estructura de la Ley, será la clave para habilitar el debate y las prácticas necesarias que en el campo educativo deben desplegarse en torno a la crisis ecosocial.

Otro problema es que los gremios docentes, las universidades y hasta las organizaciones de la sociedad civil —pasando por los colectivos indígenas— asumen que la transformación integral del diseño educativo es un componente estratégico e indispensable de la tarea, de la lucha, por develar la posibilidad de un otro país y mundo posible. Ni que las modificaciones menores, retóricas, adición de contenidos e incluso invitaciones a interpretaciones alternas del mismo diseño curricular no solo son insuficientes, sino que terminan siendo funcionales al maquillaje educativo del extractivismo progresista o neoliberal.

A esta altura de la crisis ecosocial y dadas las connotaciones no cuestionadas que tienen los términos desarrollo y sostenibilidad, o la denominada Educación para el Desarrollo Sostenible, que bajo el eufemismo de educación ambiental integral se invoca en la Ley, es en sí un oxímoron, es decir, una contradicción en los términos. Sostener la ilusión de que bajo el mismo régimen formativo, que es funcional al productivismo ecocida, será posible desarmar las lógicas hegemónicas, que moldean hace siglos nuestra forma de entender el mundo y la vida, es una variante del negacionismo. O una “negación implicatoria”, según la expresión de Stanley Cohen, es decir, una negación “que no niega el problema (de la crisis ambiental y el cambio climático) ni sus causas –antropogénicas–, pero niega las implicaciones de esos hechos”. O acaso una variante más sutil de “amnesia intermitente”, por la cual “miramos (esa realidad) por una fracción de segundo y luego miramos hacia otro lado (…) o miramos, pero nos convencemos de que estamos demasiado ocupados para preocuparnos por algo tan distante y abstracto”, según lo explica Naomi Klein. Y sostenerlo desde el campo educativo es decepcionante.

Bien sabemos que los criterios de selección de formas y contenidos del saber, que será transmitido en el proceso de educativo, en especial, el instituido, son pautas que llevan implícitas las relaciones sociales (relaciones de poder) en las cuales se constituyen axiomas, prejuicios, mitos o sonseras (Jauretche/Merenson), que configuran esa óptica históricamente construida que oblitera toda opción de imaginar un mundo (y una educación) por fuera del instituido. Por eso, hemos insistido tanto en la responsabilidad compartida que el constructo educativo moderno, y al servicio del modelo hegemonizador, ha tenido en la crisis civilizatoria y en la importancia de un examen autocrítico hacia dentro.

Educar para un modelo extractivo o para otro mundo posible

Cada gobierno elige la educación que quiere, por acción u omisión. Y aunque, en democracia, el campo educativo debería contar con mayor grado de autonomía para desarrollar miradas no condescendientes con el status quo social, no es factible esperar que las políticas educativas de un gobierno contradigan las bases ideológicas que lo explican y sostienen.

Así, como dijera Ivan Illich hace 50 años: “Se mantiene la ilusión de que, pese a que se posea una economía precaria, la escuela [léase educación instituida] podrá producir una amplia clase media, con virtudes análogas a las que predominan en las naciones altamente industrializadas”. Lo que traducido a la actualidad equivale a mantener vivo el mito de un desarrollo con justicia, sobre la base de un perfil exportador de commodities —monocultivos, minería, madera, agua, recursos estratégicos— que supone necesariamente métodos de extracción destructivos e injustos.

El horizonte del desarrollismo —rico o pobre, facho o progresista— se ha topado con los límites de la naturaleza. La pregunta que subyace al problema entonces es si un Estado-Gobierno progresista-extractivista puede efectivamente desplegar una educación ambiental que contradiga esa lógica depredadora y excluyente de hacer uso de los bienes comunes. Más aún, la duda se extiende a si es posible, en ese marco, una educación ambiental definida como proceso de concienciación en defensa de la vida. E, incluso, si definida como “Educación para el Desarrollo Sostenible” es realmente educación ambiental. Es por eso que la Ley por sí misma no garantiza nada y librada a la decisión y voluntad gubernamental, en un contexto de gestión pública proclive a lógicas y métodos extractivistas y contrarios a la sustentabilidad, puede incluso resultar funcional a las mismas.

De hecho, la Ley no ha molestado a nadie. De allí la estratégica importancia de la participación consciente, activa, sostenida y no condescendiente de organizaciones de la sociedad civil que quedaron representadas y autorizadas a participar en la gestión de la Ley para hacer de ella, al menos, un instrumento útil para interpelar la conciencia social, especialmente en escenarios educativos.

Lo cierto es que en el complejo Educación-DD. HH.-Ambiente, la fragmentación persiste y, pese a las evidencias relacionales, no logra constituirse conceptualmente la amalgama que, en verdad, representan. Las reivindicaciones de género, mal que bien, ya son parte constitutiva en la concepción de los derechos humanos, las ambientales no. Es que no se trata de incluir a los derechos humanos a la agenda de minorías ambientalistas, sino de comprender que el derecho al ambiente sano consagrado constitucionalmente debe entenderse, no en forma limitada como la salud o conservación del entorno humano, sino extensivamente como el derecho de la naturaleza. O sea, la red de ecosistemas para conservar sanas y salvas las condiciones que garantizan su fisiología y reproducción, condición necesaria de la vida en general y de los humanos como parte de la misma.

Este “giro” conceptual es el núcleo de la educación ecosocial en la cual derechos humanos y derechos de la naturaleza son componentes del derecho a la vida como valor primordial, y, a partir del cual, habría que reordenar (refundar) la totalidad de los valores, derechos y obligaciones. Acaso una ética de mínimos que incluya a la naturaleza como sujeto de derecho.

En lo que a políticas públicas refiere, en Argentina, tanto en el campo de los derechos humanos como en el de la educación, todavía estamos lejos de asumir y, más lejos aún de practicar, esta concepción, los sucesos cotidianos lo demuestran. Pero lo más patético es corroborar cómo, más allá del Estado, el campo específicamente educativo, inconsciente o negligente frente a los tiempos en juego, cae en la “negación implicatoria”. Pues conviene recordar que los plazos para realizar las transformaciones necesarias, que también son técnicas, pero fundamentalmente sociales, para no ingresar en un proceso de colapso irreversible (según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) no rebasan el tiempo que ocupa en educarse una sola generación. Los plazos están vencidos, el dinero del mundo rico no llegará a tiempo y, si acaso lo hiciere, no será para transformar el modelo, sino para apuntalarlo. No necesitamos una educación que colabore a este reciclado hegemónico, sino una que lo desarme.

*Por Pablo Sessano (*) para Agencia Tierra Viva / Imagen de portada: Agencia Tierra Viva.

(*) Educador ambiental. Diplomado Internacional en Transformación Educativa. Máster en Eco auditorías y Planificación Empresarial del Medio Ambiente. Especialista en Gestión Ambiental Metropolitana y políticas públicas ambientales.

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Educación ambiental para cuidar a nuestra madre tierra

Por: David Auris Villegas

 

Desde 1970, cada 22 de abril, todos tenemos el deber ecológico de reflexionar sobre nuestras acciones humanas para cuidar mejor a nuestra madre tierra y así prolongar esta convivencia bajo la educación ambiental, como dijo el activista estadounidense, Bill McKibben: «La educación es clave para cambiar la mentalidad de las personas y hacer que comprendan la importancia de cuidar nuestro planeta», pues, si no la cuidamos y continuamos maltratándola, pronto perecerá y junto a ella todos desapareceremos.

Animándonos para revertir esta situación y consciente que la tierra está afiebrada debido a nuestras acciones depredadoras y consumistas, hace más de veinte años, Paulo Freire, alertaba: «La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo», es por ello que es necesario fomentar la educación ambiental desde temprana edad, para que los niños y jóvenes del planeta, crezcan conscientes de la importancia de cuidar a nuestra mama pacha.

Mirando con pavor los reportes mundiales que dicen que Europa está viviendo la época más calurosa de su historia, la ambientalista Jane Goodall apuesta a la educación como una poderosa herramienta para cuidar al planeta y dice, «La educación es la clave para la conservación a largo plazo de la naturaleza», por lo que necesario que los programas educativos incluyan una formación en valores y prácticas sostenibles, para que los estudiantes desarrollen habilidades que promuevan la conservación del medio ambiente como estilo de vida.

En este sentido, la educación del cuidado de nuestra tierra ha de apoyarse en la ciencia para una restauración ecológica global y esta debe ser asumida como una política mundial de sostenibilidad de los gobiernos junto a la ONU, impulsando carreras y profesiones en todas las universidades dedicadas a salvar la tierra, asimismo, para afianzar la práctica ecológica ha de incrustarse como líneas de investigación en las universidades y escuelas superiores, como lo viene haciendo la Universidad de Wageningen de Holanda.

Además, la educación ambiental está obligada a fomentar en la sociedad a través de campañas ecológicas en alianza con los medios de comunicación, la cultura de sembrar árboles, consumir lo necesario, no ensuciar las aguas, cuidar la tierra, conservar los recursos naturales y promover el uso de energía renovable como parte de nuestro andar cotidiano.

En conclusión, la educación ambiental nos enseña que somos los únicos responsables del destino de nuestra madre tierra, por lo que es fundamental tratarla con amor y respeto como si tratáramos a nuestra madre carnal y es nuestro deber como seres pensantes, trabajar juntos, para crear una cultura de cuidado y protección del medio ambiente, y la educación es el primer aliado para lograr una armoniosa convivencia planetaria.

© David Auris Villegas. Escritor, columnista, pedagogo peruano y creador del ABDIV.

Fotografía: Asamblea nacional de nicaragua

Fuente de la información e imagen:  https://insurgenciamagisterial.com

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La ley mata, el espíritu vivifica una ley de educación ambiental

Por: Miguel Andrés Brenner

 

Dios de amor, muéstranos nuestro lugar en este mundo como instrumentos de tu cariño por todos los seres de esta tierra, porque ninguno de ellos está olvidado ante ti. Ilumina a los dueños del poder y del dinero para que se guarden del pecado de la indiferencia, amen el bien común, promuevan a los débiles, y cuiden este mundo que habitamos. Los pobres y la tierra están clamando: Señor, tómanos a nosotros con tu poder y tu luz, para proteger toda vida, para preparar un futuro mejor, para que venga tu Reino de justicia, de paz, de amor y de hermosura. Alabado seas. Amén.

Laudato Si, Alabado Seas. Párrafo 246.

 

Un eje fundamental de la institución de cualquier curricular en la escuela pública, hoy, es la educación ambiental. Desde este lugar, formulamos nuestros interrogantes.

Hay varias palabras claves que presentamos a modo de problemáticas: ¿el Norte político decide el sujeto del reclamo o de la crítica?, ¿innovación tecnológica o ecocidio?, ¿desarrollo?, ¿desarrollo sustentable?, ¿cultura-naturaleza?, ¿derechos de la naturaleza?, ¿ampliación de derechos?

Podemos plantear diferentes interrogantes.

  1. ¿Qué sentido tiene la educación ambiental y las leyes que se generen a tal efecto?
  2. Parecieran ser muy loables las mismas, y aún pertinente a las condiciones ambientales del presente histórico. Sin embargo, ¿no constituye una forma de ocultar la voracidad de ganancias y del ejercicio del poder político?
  3. Se ha escrito mucho acerca de las bondades de la educación ambiental y sus leyes, aunque poco o nulo efecto han tenido en el mundo.
  4. ¿No es un rasgo pesimista al respecto? ¿Acaso no es importante para alertar a las jóvenes generaciones acerca de una acuciante problemática?
  5. En la Conferencia Internacional sobre Cambio Climático celebrada en Egipto, enero de 2022, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterrez, advirtió: “O cerramos un pacto de solidaridad climática o un pacto de suicidio colectivo[1].
  6. Sin embargo, reiterando, ¿no resulta sumamente importante que las nuevas generaciones conozcan la problemática?
  7. Obviamente que sí, aunque a partir de las luchas de los pueblos. Las luchas pueden llegar a torcer voluntades devoradoras de la dignidad humana.
  8. ¿Qué rol, en tal sentido, puede asignarse al respecto a los líderes juveniles?
  9.  Me pregunto quién desde el ámbito juvenil lidera las mismas. ¿Será Greta Thumberg[2] – [3], sobre quien pesan algunas dudas, más allá de su personal honestidad? ¿Será desde las voces negadas de los pueblos originarios? Ninguna voz debiera ser silenciada, pero dar pantalla a una en desmedro de otras, es problemático, radicalmente discriminatorio, discriminación cuyo objetivo es la cancelación de las mismas comunidades.
  10. Cuando se habla de la innovación tecnológica como una solución para superar la incertidumbre, como rezan tantas ONGs u organismos multilaterales, nunca la referencia es al medio ambiente. ¿Por qué?
  11. Por cierto, es así, tendencialmente en el plano económico y no en el ambiental, lo que hace a un ecocidio. Valga como ejemplo a la prestigiosa consultora McKinsey, quien sostiene la importancia de la innovación para la creación de valor económico y la resiliencia a largo plazo, en tanto apostar fuerte por la innovación ahora puede ser más seguro que invertir en cambios graduales[4]. Sin embargo, la percepción de la importante consultora internacional norteamericana deja de considerar la sustentabilidad de su propuesta desde la perspectiva ambiental. Es que la noción de innovación se aplica básicamente al reditúo de las tasas de ganancias, rédito que a largo plazo ingresa en zonas de turbulencia. Además, la misma noción “sustentabilidad” resulta engañosa, por cuanto la ambición desmedida de tasas de ganancias, en el plano real, hace a la insostenibilidad, como quien escupe hacia arriba y el esputo le cae sobre la propia cabeza, con lo que amerita preguntar “¿dónde se establece el límite entre lo sustentable y lo no sustentable, pues pasado el mismo, difícil es el retorno?”
  12. Es que existe una flagrante contradicción entre desarrollo económico/tecnológico y cuidado del medio ambiente. Sería como si intentara inflar un globo introduciendo aire en él, expandiéndolo, y por otro lado, ejercer una presión opuesta sobre el mismo para evitar que se expanda, por ende, se contraiga. Así, tendemos a generar un “suicidio colectivo”.
  13. Hay un caso muy interesante en la comparativa de Argentina y Australia. Se encuentran en la llamada zona sur del mapamundi, tienen recursos similares y ambientales. ¿Por qué las diferencias en favor de Australia en el plano del desarrollo económico capitalista? A su vez, en la cuestión ambiental, considerando los rankings que se ofrecen, Australia se encuentra mejor posicionada que Argentina, aunque aquella en franca zona de desastre a futuro, mientras que esta última se halla al borde del precipicio. Aquí hay dos cuestiones a tratar, primero “el desarrollo económico”, segundo “el ecocidio”

– Primero. Ante todo, aclaremos que el término “desarrollo” proviene originalmente del desarrollismo, originado en la CEPAL – Comisión Económica para América Latina y el Caribe creada por las Naciones Unidas hacia 1948- .  Es una especie de cliché incorporado en nuestras mentes, como si hubiera una especie de rollo que desplegándose alcanzaría un máximo de plenitud, prefijada anteriormente, que en realidad responde a una teoría economicista. Y desde esta consideración, valga la respuesta dada en una nota de prensa por la Universidad Torcuato Di Tella, la que sostiene entre otros, lo siguiente: Mientras la Argentina tenía una historia de conflictos (unitarios y federales, rebelión de caudillos, ausencia de institucionalización, guerra de la Triple Alianza), Australia se desarrollaba en paz (y no debemos olvidar hasta la actualidad yrigoyenistas/anti-yrigoyenistas, peronistas-antiperonistas, kirchneristas-antikirchneristas). Una diferencia es que ellos /Australia y su historia/ no tuvieron lucha por la independencia; hasta se verificó el interés de Inglaterra por el autogobierno australiano. Como es una isla, adicionalmente estaban más protegidos y aislados de posibles guerras. En ninguno de los dos casos -Argentina y Australia- hay un proceso temprano de industrialización. Lo que si hay en Australia tempranamente es una ampliación de la legislación social, del proteccionismo y de la redistribución, combinados con una consolidación institucional de la mano del parlamentarismo. En la Argentina se observa una demora social e institucional: las vacas engordaban, no se buscaban consensos y los conservadores gobernaban con baja legitimidad social.  La primera guerra mundial beneficia a Australia por su estrecha relación con Gran Bretaña. Aquel país parece tener cierta fortuna que explica parte importante de la divergencia posterior: en lo geográfico y político, le da impulso la preferencia británica, la demanda japonesa en la segunda guerra mundial, el haberse convertido en el país favorito de Estados Unidos en el Pacífico Sur (clave frente al fantasma comunista) y fundamentalmente su perfil productivo.  Los minerales e hidrocarburos australianos hacen la diferencia y generan una diversificación que la Argentina no tuvo. Además, el hecho de no producir sólo alimentos le permite -según razonan los autores del trabajo- disminuir las tensiones del conflicto distributivo. Como se sabe, el país que exporta lo que come su población tiene un problema social por el impacto de los precios internacionales[5], tendencia que, sí, se da en Argentina.

– Segundo. Sin embargo, vale recalcar la contradicción entre la perspectiva económica y la ambiental[6], aunque comparando Australia con Argentina en el cuidado del ambiente, aquel país de la región de Oceanía todavía se encuentra en mejores condiciones que aquel otro de la región de América del Sur[7], aún considerando la fuerte llamada de atención debido a sus condiciones de deterioro, las que en Argentina, empero, serían más dramáticas. Ante este panorama, vale precisar que la denominada “innovación tecnológica” no se ha hecho carne en el cuidado del medio ambiente.

7) Ahora bien, la pregunta que puede formularse es la siguiente: Dentro del presente panorama, ¿para qué sirve una ley de educación ambiental?

  • Respondo taxativamente: la ley mata, el espíritu vivifica. O sea, la ley debiera ser consecuencia de una voluntad política, real, efectiva, y no una simple promesa de dudoso cumplimiento. En particular, nuestras jóvenes generaciones dudan actualmente del derecho en tanto se relacione a cuestiones de poder. Es decir, una ley debiera ser consecuencia-de, y no meramente un a priori que no establece las condiciones de posibilidad-para.

8) Perplejidad. Entonces, ¿qué hacemos con los proclamados derechos de la naturaleza?

– Para el capitalismo actual la naturaleza no es la condición de vida de los seres humanos, sino un “recurso” para la maximización de ganancias.

– Y, al respecto, discurramos un poco más.

– Partimos de la noción del fetichismo de la mercancía, según Karl Heinrich Marx, en los “Manuscritos económico-filosóficos de 1844”. De allí, el significado “alienación”. El término alienación proviene de “alienus”. En el caso de Marx, significa fuera de sí, extraño a sí, pérdida de sí mismo. Lo que produce el trabajo se enfrenta al trabajador al modo de un ser extraño que lo domina, así por ejemplo, la inflación que domina al mismo trabajo, al trabajador, que produce objetos para satisfacer sus necesidades, necesidades convertidas inmediatamente en mercancías o valores de cambio, con el indefinido motivo de lucro.

– Podríamos decir que existe un proceso de fetichización de la naturaleza o sea de la naturaleza bajo el signo de la mercancía. ¿Mas no sería, acaso, éste un concepto erróneo, pues dicha naturaleza no es producto del trabajo que se enfrenta a él como algo extraño, una mercancía que lo domina?

– Sin embargo, no lo considero un error. Ocurre que desde la modernidad se comprende a la naturaleza signándola de “recurso”, éste es un medio “para”. En el caso de las economías de mercado, un medio para obtener “ganancias”. Entonces, si bien se encuentran interrelaciones, hay una separación entre naturaleza y cultura. Y en este hiato existe un serio problema.

– Es que aquello que se denomina naturaleza, en realidad, “no se denomina”. Algunos con la fuerza del poder hegemónico la denominan así, cuestión que se generaliza dentro de un fuerte cientificismo. Cuando se asigna un nombre, se lo hace desde una perspectiva, y desde una perspectiva cultural. Por lo que la mirada sobre la supuesta naturaleza, que la definiría como tal, no es natural, sino cultural.

– Por ende, si consideramos a la naturaleza a partir de otro lugar, la cosa cambia de sentido. Precisemos el lugar: percibo que la naturaleza es matriz, condición de vida, y en particular de vida humana. Es lo que nuestros ancestros llamaron “madre tierra”, condición de toda vida, y no meramente medio para un lucro, al que hasta no le interesa el hábitat de las futuras generaciones, pues lo único que importaría es la “puta común de todo el género humano”, el dinero – al decir de Carlos Marx, que cita la obra de William Shakespeare “El timón de Atenas”, “la puta universal”[8].

– Más aún, en la narrativa de la creación, Génesis 2: 4b – 3: 24, Adam (persona), sustantivo hebreo ādām, generalmente denota “ser humano”, “humanidad”. El término también se usa para el individuo masculino en la narrativa de la creación, Génesis 2: 4b – 3: 24. Hay un juego de palabras en Génesis 2: 17 y 3: 19 entre ādām (ser humano) y ădāmâ (suelo, tierra)[9]. El ser humano (ādām) y la tierra (ādām) no están lejos de los animales, de las plantas y del humus, ya que comparten el mismo sustrato, del que se nutren y del que provienen. En el Génesis, la humanidad, como el humus, sale del suelo[10]Humildad y “humus” comparten la raíz, al igual que el ser humano y la tierra. Humilde es quien proviene del “humus”, del suelo. Humilde es quien encuentra sustento en lo pequeño, en lo oculto, en lo terreno. Humilde es, en definitiva, quien germina y crece en el “humus”, en esa capa fértil del suelo donde nace la vida. Desde la presente explicación, si bien hay diferencias entre ser humano y naturaleza, esta última no podría comprenderse como tal, sin más, pues existe una unidad constitutiva. Es en el origen del mal, como aparece en el segundo relato de la creación, capítulo 2 del libro del Génesis, donde se presenta al hombre tratando a la tierra con sentido de omnipotencia, “querer ser como dioses”, ausencia de su cuidado que redunda en la ausencia de cuidado del otro, hasta su destrucción. Esto último se patentiza a continuación, en el capítulo 3 del libro del Génesis, con el relato del asesinato de Abel por parte de su hermano Caín, cuando Dios pregunta a Caín “¿dónde está tu hermano Abel?”, y Caín le responde elusivamente afirmando “¿acaso soy yo el guarda de mi hermano?” Es que, en realidad, sí lo es.

– A partir de aquí, vemos la relación entre culturas ancestrales y las comunidades nuestroamericanas con su mito de origen, la tierra madre. Y también cómo el hiato cultura-naturaleza es un corte exabrupto, construcción de ciertos humanos que se hizo propio del “sentido común”, amén que como hiato merece su crítica.

9) Precisando. Dentro de este panorama, ¿puede asignársele a la educación ambiental en la escuela pública algún rol importante?

– Obviamente, una ley de educación ambiental no está demás. Más vale el ser que la nada. Aunque, si la norma reemplaza a la madre tierra, caemos en la crítica del mero formalismo de la ley: la ley mata, el espíritu vivifica. No es cuestión de ampliar jurídicamente derechos, mas bien de luchar comunitariamente por la dignidad del ser humano. Así, la ley o norma sería una consecuencia.

– Si la ley es producto de las circunstancias que nos acosan, y no de una lucha frontal contra quienes defecan el universo, aunque individualmente se muestren pulcros, aseándose todos los días -típica pulcritud de clase media-, esa ley poca fuerza tendría, y sería una manera para dejar “tranquilas” a nuestras conciencias.

– La conciencia educativa se concretiza en la organización y lucha en contra de los depredadores del universo, que tienen nombre y apellido, Juan Pérez gerente de “x” empresa, sita en tal lugar, con ganancias en tales y cuales paraísos fiscales, que lesionan a determinadas personas, y en determinados espacios, etc., etc.

– Si se nos enseña que todos somos responsables de la misma manera, nadie lo es. Y este nadie es una especie de chip incorporado en la mente de todos para ocultar la hiper responsabilidad de algunos. La materialización de una ley debe enfatizar que la responsabilidad de un alumno no es la misma que la de quien defeca el universo. Hacer recaer la responsabilidad del cuidado en el eslabón más débil de la cadena, es una hipocresía.

– ¿Habrá alguna institución educativa pública o privada que bregue en tal sentido? ¿Será que dicho sentido solamente interese a los movimientos sociales populares, si es que les interesa efectivamente?

– Sería auspicioso incentivar el cuidado del ambiente en las jóvenes generaciones, tanto desde el punto de vista personal y comunitario a la vez, aunque también incentivar la denuncia de los actores prioritarios en la región donde la escuela se sitúa, como en el plano más macro, movilizando a toda la comunidad educativa, a las autoridades zonales, a los medios de comunicación. La citada denuncia adquiere un carácter profético, denuncia del ecocidio-anuncio de la dignidad humana, que se convertirá en la flagrante manifestación del pecado ambiental cuando haya palabras vacías de ética en los principales responsables de matar a Abel, queriendo ser como dioses.

CONCLUSIONES

Quien haya leído el presente texto, advertirá el sesgo esperanzador que adquiere una educación ambiental auténtica, desde las raíces de nuestro suelo, desde su más prístino hedor[11]. Más que palabras vacías o huecas, se constituye en hálito de vida, porque el ser humano es “vida que crea vida”[12].


[1]https://leonardoboff.org/2023/01/28/la-crisis-de-brasil-y-del-mundo-tragedia-o-drama/  (consulta: 18 febrero 2023)

[2]https://www.elmostrador.cl/generacion-m/2019/12/09/quienes-financian-la-lucha-de-greta-thunberg/    (consulta: 15 agosto 2022)

[3]https://www.elconfidencial.com/empresas/2019-12-06/vinculo-greta-thunberg-lobbies-financieros-internacionales-656_2367291/   (consulta: 15 agosto 2022)

[4] McKinsey, consultora. Innovación: Su solución para superar la incertidumbre | McKinsey  (consulta: 27 febrero 2023)

[5]https://www.utdt.edu/ver_nota_prensa.php?id_nota_prensa=1320&id_item_menu=6   (consulta: 27 febrero 2023)

[6]  https://www.swissinfo.ch/spa/australia-ambiente_australia-tiene-un-medioambiente–pobre-y-en-deterioro—seg%C3%BAn-informe/47763194 y https://www.carbono.news/economia/las-dos-caras-de-australia-inedito-exito-economico-y-record-mundial-de-contaminacion-ambiental-per-capita/   (consulta: 15 febrero 2022)

[7] Según un ranking general mundial, Australia se encontraría en el número 17, Argentina en el número 92. Center for International Earth Science Information Network Earth Institute, Columbia University.  https://epi.yale.edu/epi-results/2022/component/epi  (consulta: 25 febrero 2023)

[8] Marx, Carlos (1844). “Manuscritos económico-filosóficos.” Pg. 179. https://pensaryhacer.files.wordpress.com/2008/06/manuscritos-filosoficos-y-economicos-1844karl-marx.pdf

[9] https://www.biblia.work/diccionario-biblia/adam-persona-hb-adam-el-sustantivo-hebreo-dm-generalmente-denota-ser-humano-hu/ para una mayor ampliación cfr. Taub, Emmanuel (2013: 281-298). “La casa desterrada: notas para una ética desde la naturaleza del judaísmo.”  En Cuda, Emilce (coordinadora) “El futuro del trabajo y el cuidado de la casa común. Reflexiones latinoamericanas y caribeñas.” Ciudad de Buenos Aires. Poliedro Editorial y CLACSO.

[10] http://jesuitasaru.org/un-suelo-fertil/  (consulta: 28 febrero 2023)

[11] “Hedor”, según la noción ofrecida por Rodolfo Kusch.

[12] Marx, Carlos. “Manuscritos económico-filosóficos de 1844.” Capítulo I: El trabajo enajenado, parágrafo XXIV. https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/manuscritos/

 

Fuente de la información:  https://revistaaula.com

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Chile: Educación ambiental, inclusión de las comunidades y bosque nativo: las claves para disminuir los riesgos de incendio

Por:  Emilia Aparicio/elmostrador

En Chile existen más de tres millones de hectáreas de plantaciones forestales, principalmente de pino y eucalipto. Estas especies exóticas son altamente inflamables y constituyen uno de los factores de riesgo de los megaincendios que están afectando a la zona centro-sur del país. En 2020, el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 publicó el informe «Incendios en Chile: causas, impactos y resiliencia», donde afirma que «se hace necesario establecer políticas y acciones de manejo destinadas al control de las especies exóticas y la restauración de ecosistemas nativos para disminuir la probabilidad de eventos catastróficos». La recuperación de bosques nativos surge como un factor esencial en la prevención de incendios de gran magnitud y, en tal sentido, por ejemplo, la Fundación Núcleo Nativo trabaja desde 2014 en educación ambiental, así como en el fortalecimiento y conservación de la biodiversidad, a través de la promoción tanto de viveros locales como reforestación al sur del país.

Los incendios que afectan a la zona centro-sur del país ya han dejado 26 fallecidos, según el balance del Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred). También, el organismo informó de 1.559 viviendas destruidas, 3.276 personas damnificadas y 1.383 albergadas.

Ante esta dramática situación, la alcaldesa de Santa Juana –una de las zonas más afectadas por las llamas–, Ana Albornoz,  manifestó en el matinal de Chilevisión la urgencia que han vivido los habitantes de la comuna. “No hay un plan para el monocultivo, necesitamos que se regule y eso no lo hizo el Estado. La legislación que tenemos es horrible, no nos protege”, acusó.

“La Región del Biobío está entera plantada de monocultivos. A veces parece que solo importara Providencia, Las Condes y grandes ciudades, pero no las comunas que alimentan a nuestro país”, agregó.

Según datos de la Conaf, las plantaciones forestales cubren una superficie aproximada de 3,11 millones de hectáreas, equivalentes al 17,27% del total de bosques de Chile.

Según la actualización del Catastro de los Recursos Vegetacionales Nativos de Chile, aproximadamente el 60% de la superficie de plantaciones forestales corresponde a pino radiata, el 33% a especies del género Eucalyptus y el resto a otras especies, tales como Atriplex, tamarugo y pino oregón.

Los debates sobre las plantaciones de especies exóticas han estado al centro de la discusión en estos últimos días y es que especies como el pino y el eucalipto tienen características que las hacen potencialmente inflamables, sobre todo cuando existen otros factores determinantes, como los monocultivos, las sequías, las olas de calor y otras consecuencias de la crisis climática.

Plantaciones forestales, sequía y densidad poblacional

En 2020, el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 publicó el informe «Incendios en Chile: causas, impactos y resiliencia», donde explica que la presencia de plantaciones forestales, la megasequía que afecta a Chile hace más de una década y los territorios donde conviven comunidades humanas con ecosistemas vegetales sin planificación territorial son algunos de los factores que incrementan el riesgo de incendios.

«En Chile, en un escenario de cambio climático donde las condiciones de temperatura y humedad aumentarán la frecuencia, extensión e intensidad de los incendios forestales, la expansión de la vegetación exótica puede exacerbar los impactos de estos sobre los ecosistemas naturales y en el bienestar humano, aumentando el riesgo de incendios en áreas pobladas o zonas de cultivos», explica el documento.

Relacionado con estos factores que menciona el informe, es que en 2014 surge la Fundación Núcleo Nativo.

«La fundación surge como una necesidad de aportar al ecosistema desde un trabajo comunitario con árboles nativos. La idea nació hace más de 10 años, de la sequía de las norias (POZOS) en el sector norte de Chiloé a causa de la sustitución de bosque nativo por eucaliptus. Esta observación nos llevó a ejecutar acciones en conjunto con la comunidad para compartir experiencias sobre cómo funcionan los ecosistemas locales y cómo podemos cuidarlos», sostuvo el director de la fundación, Humberto Ulloa.

Justamente el documento del (CR)2 sostiene que «se hace necesario establecer políticas y acciones de manejo destinadas al control de las especies exóticas y la restauración de ecosistemas nativos para disminuir la probabilidad de eventos catastróficos».

«Las especies nativas se han ido adaptando a la par de los cambios de las condiciones climáticas, por esto poseen una mejor respuesta ante eventos extremos. Además, son las responsables de proteger las quebradas, lugares donde es posible encontrar pequeños afloramientos de agua, vitales para la supervivencia de fauna silvestre y comunidades. Además, disminuyen la radiación directa a los suelos y son un aporte nutricional permanente. En relación con los incendios forestales, los bosques nativos poseen una gran riqueza de biodiversidad, esto se traduce en distintos hábitos de crecimiento y propagación. Gracias a esto muchas especies tienen la capacidad de rebrotar rápidamente después de un incendio, facilitando el crecimiento de otras especies que requieren de sombra o protección para su desarrollo», explicó Humberto Ulloa.

Bosques nativos e inclusión de las comunidades

Uno de los ejes de Núcleo Nativo es la educación ambiental y el desarrollo de una transformación cultural, es por eso que los proyectos que realizan los hacen directamente junto a las comunidades.

«En el tiempo, el desafío ha sido propagar árboles nativos en viveros familiares a cargo de mujeres de zonas rurales, por lo que lo más relevante se ha centrado en el ámbito social, no solo entregando un aporte económico a familias vulnerables, sino también dando un nuevo y relevante propósito a esas mujeres adultas mayores. Además actualmente se han sumado a esta iniciativa viveros de árboles nativos que son cuidados por personas privadas de libertad, las que han propagado y donado miles de árboles para proyectos de restauración, arborización o educación ambiental del centro y sur del país», manifestó Ulloa.

Créditos Imagen: Fundación Núcleo Nativo

En ese sentido, el director de la fundación afirmó que, para generar procesos de restauración exitosos, es fundamental incluir a los territorios involucrados en los procesos de conservación, restauración y fortalecimiento de biodiversidad.

«Parte de los objetivos es restaurar el tejido social, recomponiendo las confianzas, visibilizando la importancia del ecosistema para esa comunidad. No vemos un cambio posible sin el relevante aporte de los ciudadanos, las comunidades, organizaciones, empresas, escuelas y Estado», señaló.

Créditos Imagen: Fundación Núcleo Nativo

Si bien espacios como Núcleo Nativo tienen un impacto a escala local, el modelo de trabajo promueve la restauración de la biodiversidad nativa junto al trabajo de las comunidades involucradas. Sin duda, es un ejemplo donde la educación ambiental se hace cargo de la gigantesca tarea de restaurar los ecosistemas del futuro.

Humberto Ulloa sostuvo que para eso es fundamental la «educación desde la escuela y una legislación comprometida no solo con el medio ambiente, como simplemente se habla, sino que con la ciudadanía y su entorno, en donde las empresas también deben contribuir para producir con sostenibilidad. No hay restauración posible si seguimos sobreexplotando recursos y destruyendo el entorno de quienes habitamos y DEPENDEMOS de él».

Educación ambiental, inclusión de las comunidades y bosque nativo: las claves para disminuir los riesgos de incendio

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