Henry Giroux: su visión educativa en diez puntos

Por Aula Planeta

Henry Giroux es un profesor y estudioso estadounidense, pionero en el campo de la pedagogía crítica. Sus teorías se basan en la importancia de que las estrategias didácticas promuevan el pensamiento crítico del alumno y tengan en cuenta un contexto de democracia, justicia social, poder, cultura y comunidad. Te explicamos cuál es la visión de Giroux sobre la educación actual y su defensa de la pedagogía como instrumento para educar a mejores personas y, en último término, para crear una sociedad mejor donde proliferen los verdaderos valores democráticos.

LA EDUCACIÓN, SEGÚN HENRY GIROUX

  1. La educación se ve afectada de manera muy profunda por las grandes fuerzas políticas y corporativas. No se puede hablar de educación sin hablar de las grandes estructuras políticas, económicas, culturales y sociales en las que se enmarca y que ejercen una presión sobre la enseñanza y los docentes que no puede obviarse.
  2. La sociedad actual desprecia la esencia de la educación. Vivimos en una sociedad donde predomina el interés privado, el dinero, el mercado, el consumismo y el miedo frente al interés público, la responsabilidad compartida, los valores y las instituciones democráticas. Esto acaba con la comunidad, la justicia, la igualdad y el bien común y, por el camino, elimina la educación entendida como un bien público y la pedagogía como práctica empoderadora.
  3. La pedagogía actual es una forma de violencia. La pedagogía, tal y como está planteada en muchas escuelas actuales, ataca en vez de educar y no logra que los alumnos se reconozcan en lo que hacen. La multitud de pruebas y exámenes, modelos de aprendizaje que apagan la chispa crítica y crean espacios sin ningún tipo de imaginación, los sistemas de organización represivos y basados en el castigo, la memorización y el conformismo crean un ambiente donde los alumnos comprenden rápidamente que la escuela es un lugar desagradable y que no existe nada parecido a la satisfacción de aprender.
  4. La educación debe ser comprometida, crítica y revolucionaria. Hay que ver la educación como algo más que un diploma o un instrumento para conseguir trabajo al servicio de la cultura de la empresa. Debemos recuperar el papel que la enseñanza ha tenido históricamente como herramienta para desarrollar la capacidad crítica, utilizarla para que los alumnos sean agentes comprometidos con el mundo, preocupados por afrontar asuntos sociales esenciales y dispuestos a profundizar y extender el significado y la práctica de una democracia radical y revolucionaria.
  5. El pensamiento crítico está en peligro. En la sociedad actual pensar se convierte en algo peligroso, al igual que los sitios donde se promueve el pensamiento. Y, como señaló Goya en uno de sus grabados, “el sueño de la razón produce monstruos”. Hay que desarrollar formas de pedagogía crítica que sean capaces de desafiar las crecientes políticas y prácticas antidemocráticas y que permitan imaginar una alternativa a la sociedad actual, inmersa en la desigualdad, la degradación del medio ambiente y el encumbramiento de la guerra y la militarización como ideales nacionales.
  6. La educación no solo ocurre en las escuelas. Hay multitud de instituciones, desde los medios de comunicación hasta los nuevos espacios digitales, que forman parte de la llamada pedagogía pública y resultan primordiales para expandir y permitir la voluntad cívica y política o para acallarla.
  7. Hay que repensar la educación para que sea un instrumento democrático. Debemos preguntarnos qué debe lograr la educación en una democracia, qué trabajo deben hacer los educadores para crear las condiciones económicas, políticas y éticas que permitan dotar a los jóvenes de las capacidades necesarias para pensar, preguntarse, dudar, imaginar lo inimaginable y, en consecuencia, para que ellos mismos defiendan la importancia de la educación como herramienta inspiradora e impulsora de ciudadanos críticamente implicados y socialmente responsables.
  8. La pedagogía crítica es mucho más que la transmisión de conocimientos. La pedagogía crítica no se limita a comunicar técnicas y metodologías, sino que se centra en comprender qué ocurre realmente en el aula y en otros espacios educativos, lanzando preguntas sobre cuál es la relación entre el aprendizaje y el cambio social, qué conocimiento tiene más valor o qué significa conocer algo. Pone el énfasis en la reflexión crítica, crea un puente entre el aprendizaje y la vida cotidiana, entiende la conexión entre poder y aprendizaje y amplía los derechos democráticos y la identidad.
  9. Los profesores tienen una gran responsabilidad en el desarrollo de la pedagogía crítica, pero no siempre pueden ejercerla. Los docentes deben aprovechar el poder de la educación para crear una cultura formativa que ponga freno a las amenazas que sufren la democracia y la justicia y promueva esferas públicas, ideales, valores y políticas que ofrezcan modelos alternativos de identidad, pensamiento, relaciones sociales y política. Sin embargo, las condiciones de trabajo de los docentes, la temporalidad o la carga de trabajos administrativos no dejan tiempo ni generan espacios de intelectualidad para poner en práctica sus habilidades de forma adecuada.
  10. El objetivo final no es solo una nueva educación, sino una nueva sociedad. No solo debemos imaginar que reformamos una sociedad que está rota, sino que la eliminamos: necesitamos un nuevo tipo de sociedad, un nuevo discurso, unas nuevas instituciones. Y para empezar a hacerlo debemos tomarnos en serio la educación y sus implicaciones, comprender que con la pedagogía no solo estamos modificando el conocimiento, sino que estamos influyendo en la consciencia y la percepción, y tenemos el poder de crear nuevas subjetividades que no se definan a sí mismas por el precio de mercado.

Fuente: http://www.aulaplaneta.com/2017/10/30/recursos-tic/henry-giroux-vision-educativa-diez-puntos/

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Libro: Som crítics? Fonaments per a una educació compromesa Mar Rosàs Francesc Torralba

Reseña:

¿Qué entendemos por pensamiento crítico? ¿Qué relación tiene con el aprendizaje basado en competencias y qué promoción se puede hacer dentro y fuera de las aulas? En este Informe Breve encontraremos una aproximación al concepto de pensamiento crítico y una reflexión sobre la relación que tiene con la filosofía. Además, haremos un paseo por la historia que nos mostrará los principales ejes temáticos que han sido objeto del pensamiento crítico. Por medio de un análisis veremos de qué manera se relaciona con el aprendizaje basado en competencias y cómo se puede promover dentro y fuera de las aulas. Finalmente, se ofrecerán las conclusiones sobre su implementación tanto en primaria como en secundaria y algunas indicaciones sobre cómo ponerlo en práctica.

Què entenem per pensament crític? Quina relació té amb l’aprenentatge basat en competències i quina promoció se’n pot fer dins i fora de les aules?

En aquest Informe Breu trobarem una aproximació al concepte de pensament crític i una reflexió sobre la relació que té amb la filosofia. A més, farem un passeig per la història que ens mostrarà els principals eixos temàtics que han estat objecte del pensament crític.

Per mitjà d’una anàlisi veurem de quina manera es relaciona amb l’aprenentatge basat en competències i com es pot promoure dins i fora de les aules. Finalment, s’oferiran les conclusions sobre la seva implementació tant a primària com a secundària i algunes indicacions sobre com posar-lo en pràctica.

Pàgines: 140
Data: 2019
ISBN: 978-84-947887-1-0
Fuente: https://www.fbofill.cat/publicacions/som-critics
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Las seis condiciones ‘sine qua non’ para educar en el pensamiento crítico

El filósofo y teólogo Francesc Torralba esboza las condiciones que deben darse en el aula para hacer posible la educación en el pensamiento crítico, como colofón de una serie de jornadas, talleres y visitas a escuelas organizadas por la Fundación Bofill bajo el concepto #somcrítics (somos críticos)..

“Todo niño tiene capacidad de pensamiento crítico, pero para activarlo se necesitan unas condiciones; del mismo modo que un roble no florecerá si la semilla cae sobre el asfalto, el pensamiento crítico no lo hará sin las condiciones de posibilidad adecuadas”. Francesc Torralba y Mar Rosàs, respectivamente director y coordinadora de la Cátedra Ethos de la Universidad Ramon Llull, acaban de publicar un informe (en catalán) de un centenar de páginas titulado ¿Somos críticos? Fundamentos para una educación comprometida, por encargo de la Fundación Bofill. El sábado, en el encuentro sobre pensamiento crítico organizado por la fundación en la Nave Bostik, en la Sagrera (Barcelona), Torralba desgranó algunas ideas fuerza de este informe, es decir, lo necesario para educar en el pensamiento crítico, que según el filósofo significa “poner en cuestión incluso aquello que parece obvio”.

¿Y cuáles son estas condiciones? Torralba enumeró seis, todas ellas sine qua non, y que en realidad se podrían aplicar también al buen periodismo.

1) Tomar distancia. Una distancia, por supuesto, intelectual, porque “cuando uno no toma distancia fácilmente sucumbe al dogmatismo y el fanatismo”. Esta distancia también es válida para las fuentes de información, sobre las que hay que aplicar un “escepticismo metodológico”, añadiría más tarde a preguntas de un asistente;

2) Pensar en clave de comunidad. La crítica no puede ser individual, requiere comunidad, dijo Torralba, lo que implica “acostumbrarnos a dar voz a aquellos a los que no se suele dar voz”;

3) Tener la audacia de criticar, lo quiere decir “atreverse a decirle al emperador que va desnudo”, un ejercicio mucho más difícil de lo que parece porque, a menudo, caemos “en la cárcel de lo políticamente correcto”;

4) Actuar con humildad, que no es otra cosa que “aceptar que la crítica del otro puede tener más consistencia que la tuya”;

5) No excluir ningún objeto de la crítica. “Eso es lo que haría un profesor dogmático: puedes criticarlo todo menos a mí”; y

6) Evitar quedar atrapados por el principio de autoridad, que es aquello tan típico de citar un sabio como estrategia para cerrar un debate ( “¡Esto ya lo decía Platón!”). Aunque, añadió, hoy, más que un sabio, los adolescentes citarían un influencer. En el fondo es lo mismo, porque “el principio de autoridad es la gran excusa para no pensar más, a lo largo de la historia se ha usado mucho y es un gran mecanismo de censura del pensamiento crítico”, advierte Torralba. Como dice el informe, “pensar críticamente es pensar por uno mismo”.

“Podemos educar niños en todos estos aspectos, los podemos educar para tomar distancia, o para ser audaces, o encajar la crítica”, asegura el director de la Cátedra Ethos de la URLL. La defensa del pensamiento crítico en las aulas se debe hacer de forma proactiva, opina, “por todos los beneficios que aporta”, pero también se puede hacer una defensa reactiva, que sería aquella que fundamenta su fuerza en las consecuencias que tiene la ausencia de pensamiento crítico. “Mira lo que pasa en el mundo cuando no hay pensamiento crítico: crece el populismo y la demagogia”.

Foto: Fundación Bofill

Críticos sí, ‘criticones’ no

A estas seis condiciones después hay que añadir algunos matices y precisiones. Por ejemplo, advierte Torralba, no es lo mismo ser crítico que criticón. “El criticón es aquella crítica reactiva, epidérmica, la que lo critica todo para hacerse notar, el ‘reventador’ adolescente. De eso el mundo está lleno”, asegura, mientras que la crítica es “la que se fundamenta en las razones”.

Tampoco es lo mismo ser creyente que crédulo. Todos somos creyentes en algo, lo que no podemos es ser crédulos. En general, los alumnos son crédulos, “los puedes engañar con una facilidad extraordinaria por este desequilibrio de saberes” y, por ello, afirma Torralba que “el pensamiento crítico es un poderosísimo antídoto ante la credulidad”.

Transversalidad y pautas de actuación

El informe elaborado por Torralba y Rosàs advierte que el pensamiento crítico no es un contenido curricular, sino que es un elemento indispensable para convertir la información que nos llega en conocimiento. Y que tampoco el Departamento de Educación lo considera una competencia, sino una capacidad que hay que trabajar para alcanzar determinadas competencias como «desarrollar habilidades para hacer frente a los cambios y a las dificultades y para alcanzar un bienestar personal», «analizar el entorno con criterios éticos para encontrar soluciones alternativas a los problemas»,«cuestionarse y usar la argumentación para superar prejuicios y consolidar el pensamiento propio» o «aplicar el diálogo como herramienta de entendimiento y participación en las relaciones entre personas». De hecho, los autores defienden que el pensamiento crítico debe tener una presencia transversal en el trabajo de todas las competencias.

El informe también entra, en su parte final, en dar unas pautas para generar pensamiento crítico, sobre las mismas instituciones educativas y sobre lo que hay más allá de ellas. No ofrece recetas mágicas, sino pautas que hay que adaptar a cada contexto, para la organización de grupos de discusión crítica entre la juventud. A grandes rasgos, viene a decir que los grupos funcionarán si hay motivación y compromiso, que en la elección de los componentes es interesante velar para que haya un alto nivel de afinidad, pero con el máximo grado de diversidad, ya que es “es una ocasión para trabajar el respeto a la diferencia”; también anima a hacer que los encuentros tengan una periodicidad estable, elegir un espacio donde todo el mundo se sienta a gusto, o que se respete el criterio del alumnado en la elección del tema. Y, por último, da varios consejos sobre la tarea que debe llevar a cabo el facilitador.

Aparte de la charla de Torralba, la jornada contó con también con una conversación entre Pilar Benejam y Joan Manuel del Pozo, moderada por Boris Mir, quienes coincidieron en señalar, como había hecho también Torralba, que el pensamiento crítico es un pleonasmo porque, si es pensamiento, debe ser crítico. Para Benejam, el pensamiento crítico “siempre ha estado presente en la educación, porque quien no aprende siempre no puede enseñar”, mientras que Del Pozo señaló que “el pensamiento crítico es una actitud, y si es una actitud, contagia tanto entre compañeros como a los alumnos”.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/03/04/las-seis-condiciones-sine-qua-non-para-educar-en-el-pensamiento-critico/

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