¿Qué Pasará Con Los Programas Educativos En Prisiones Durante La Pandemia COVID-19?

Por: Paola Estrada Villafuerte

Ante la pandemia del coronavirus, los programas de educación penitenciaria enfrentan un futuro incierto.

Desde hace varias semanas, frente a la rápida propagación del coronavirus (COVID-19), el sistema educativo en todo el mundo se encuentra en pausa. Universidades y centros de aprendizaje de todos los niveles alrededor del mundo han cancelado clases y desalojado a todos sus estudiantes tras el aviso de emergencia de salubridad emitido. El traslado de sesiones a modalidad en línea ha sido la alternativa más viable para muchas instituciones. Aunque el cambio hacia plataformas virtuales es ya en sí un reto bastante complejo, este escenario se potencializa para aquellos en un estado de mayor vulnerabilidad. Si a este contexto le añadimos el persistente estigma e indiferencia asignados a espacios como los centros educativos en prisiones, el futuro del aprendizaje para los individuos que conforman esta comunidad, se torna sumamente incierto.

Hablar de estos alumnos en sistemas olvidados, para los cuales el aprendizaje vía internet no es una opción, significa iluminar una empatía constantemente negada a causa del espacio social que se les ha preasignado. Sin embargo, un obstáculo en particular para la discusión en torno a esta entidad educativa, es la falta de recursos que existen para su análisis.

¿Cómo funcionan los sistemas educativos en prisiones de Estados Unidos y México?

Second ChancePell, programa educativo para las prisiones en Estados Unidos y una de las pocas organizaciones en esta área, estima entre los datos aproximados que existen, que de los 2.2 millones de personas encarceladas, sólo alrededor de 11,000 están recibiendo algún tipo de educación. Durante más de 20 años, Bard Prison Initiative, un programa dirigido por Bard College ha dado a cientos de presos en el estado de Nueva York acceso a una educación universitaria, sin costo alguno. El documental College Behind Bars (Universidad tras las rejas) sigue a varios estudiantes del programa quienes combinan clases y tareas en medio de la vida en prisión. Dirigido por Lynn Novick, el documental ofrece un vistazo a la vida en la prisión y cómo el rigor y la estructura de la educación pueden ayudar a las personas a sobrevivir su tiempo en prisión y salir adelante una vez que salgan. «Un amigo mío me obligó a ingresar al programa [Bard College]. Probablemente sea el gesto más amable y amoroso que alguien haya hecho por mí», confiesa uno de los reclusos.

En el caso de México, los datos se vuelven aún más inaccesibles, dada la diferente estructura en la que este se establece. Según el INEGI, de las 229,000 personas privadas de la libertad, sólo el 11 % realiza actividades de aprendizaje. Es importante señalar, que en Estados Unidos, la mayoría de las jurisdicciones no tienen un mandato para apoyar la educación superior en cárceles, y en México, el presupuesto asignado a esta área alcanza apenas el 1 %, cinco veces menor a la destinada para compra de materiales eléctricos o lámparas.

Efectos del acceso a la educación en cárceles y centros penitenciarios 

Investing in futures, estudio que analiza los efectos positivos tras mejorar el sistema educativo dentro de cárceles, menciona que con un mayor acceso a la educación en centros penitenciarios, las personas anteriormente encarceladas volverían a ingresar al mercado laboral con habilidades y calificaciones competitivas, lo que llevaría a mayores tasas de empleo y mayores ganancias. Además, las empresas en industrias en expansión posteriormente tendrían un grupo más grande de solicitantes de empleo potenciales, y estima que el estado, ahorraría una gran cantidad de dinero a través de tasas de reincidencia más bajas que producirían estos programas de educación superior.

“El estudio me salvó del olvido. Me dio la posibilidad de superarme”.

Como ejemplo ideal tenemos a Noruega, con prisiones que cuentan con áreas de estudio, recreación, y espacios comunes abiertos. No es sorpresa que este país cuente con la tasa más baja de reincidencia criminal en el mundo, con un 20 %, mientras que en EE.UU., el 76 % de las personas que salen de la cárcel regresan a ella en los siguientes cinco años. «Las autoridades de EE.UU. y Reino Unido tal vez deberían preguntarse qué ha pasado con los millones de dólares y libras esterlinas que han gastado en encerrar a gente detrás de todos esos alambres y muros», dice Eberhardt, director de la prisión en la Isla Bastoey, para BBC News.

Igualmente, el aspecto de socialización es un recurso muy importante que el aprendizaje cara a cara ofrece a los alumnos. La interacción con profesores e información del mundo exterior, determina un prototipo sano que se espera el individuo mantenga mientras se encuentra en esta etapa de rehabilitación. Afirmaciones como las siguientes dicen mucho acerca de los resultados que tienen este tipo de relaciones interpersonales en los estudiantes.

«Antes de llegar a esta instalación [cárcel], había estado en [prisión federal] por tanto tiempo, que olvidé cómo comunicarme con personas del exterior. Pero al estar en el programa universitario me estoy acostumbrando nuevamente al interactuar con mis instructores y oradores [externos] que entran. Antes, era como si hubiera olvidado cómo tener una conversación en la que me trataran como a un humano. Interactuar en discusiones con maestros, que realmente se preocupan por mí, me socializa para estar en un punto donde puedo hablar contigo hoy y sentirme cómodo», menciona un estudiante para New America.

“Hay muchas formas de fugarse de la prisión”, explica Ethel Flores Castillo, para Reporte Índigo, “pero la mejor que yo encontré para liberarme dentro de la cárcel fue la lectura. Iniciar un proceso formal de estudio. Sumida en los libros de texto intenté no sentirme presa, traté de gritarle al mundo, desde mi encierro, que pese a todo, allí estaba yo, que seguía viva, que me aferraba a mí misma.

“Los presos somos asesinos”, dice Roberto Solís, de la cárcel de Mil Cumbres en Morelia, México, “porque todos los días despertamos con la única finalidad de matar el tiempo. No tenemos otro propósito más allá que vivir el día a día, y para eso nos las averiguamos de mil formas: desde meternos en el remolino de nuestros pensamientos hasta fingir que nos queremos, que nos importamos a nosotros mismo y que nos dedicamos a estudiar. En la cárcel pretendemos ser lo que no hicimos en libertad”.

El estudio me salvó del olvido, dice Félix Cerda, “Me dio la posibilidad de superarme. Me sacó del estado de estigmatización.


¿Cómo están respondiendo estos programas educativos ante la pandemia del COVID-19?

Las limitaciones en los programas educativos se hacen aún más evidentes en medio de la crisis sanitaria que se atraviesa. El acceso a internet en la mayoría de las prisiones en Estados Unidos está totalmente prohibido, por lo que se descarta la utilización de este recursos durante este periodo. Además, todos los materiales, como textos, cuadernos o plumas que se llegan a utilizar durante las sesiones, deben ser aprobados por distintos comités al inicio del semestre, dejando un margen mínimo para añadir o cambiar la estructura de las sesiones en caso de situaciones inesperadas como esta.

“Para nuestros estudiantes, venir a clase es lo más destacado de su semana porque pueden participar e interactuar”.

En México, además de todas estas restricciones, tenemos presentes las otras condiciones que obstaculizan aún más la creación de soluciones para los alumnos. La encarcelación en masa es uno de los principales conflictos. En la mayoría de estos centros, no se tienen espacios dignos para dormir, y ni hablar de los miles de casos de violación a derechos humanos en un sistema penitenciario que se encuentra en constante deterioro. Todos estos impedimentos, en conjunto con la epidemia del COVID-19, han generado que la mayoría de los programas educativos en prisiones desistan de seguir dando clases. Estas sesiones fueron recortadas de manera abrupta, y los profesores no tuvieron oportunidad de comunicarse con sus estudiantes. Actualmente, muchísimos alumnos están en la oscuridad y no saben cuándo se reanudarán sus clases (si acaso estas continuan).

Algunas de las medidas que ciertas prisiones han tomado, es el aprendizaje remoto a través de correspondencia, pero a causa de los reglamentos estipulados, este se ha convertido en un proceso frustrante y bastante lento para la mayoría de los profesores. Los materiales, como lecturas y ejercicios didácticos, se deben empaquetar en sobres individuales y, al ser objetos que provienen del exterior, deben mantenerse en cuarentena por varios días antes de ser revisados minuciosamente para finalmente  entregarse a los alumnos.

“Asistir de manera semanal [a clase], cambia no solo a los estudiantes, sino también a la cultura de la prisión. Pero si esto persiste durante meses, me temo que la cultura carcelaria cambiará para peor».

Por otro lado, en algunas instalaciones con ciertas configuraciones técnicas más avanzadas, se ha optado por sesiones sincrónicas vía videoconferencia. Este, aún siendo el escenario ideal para estos alumnos, representa una gran pérdida en el avance dentro de la educación superior dentro de prisiones. Eliminar lo que representa para estos alumnos, el único tipo de conexión humana con el que tienen contacto, significa un retroceso en el importante proceso de rehabilitación que se debe seguir.

“Para nuestros estudiantes, venir a clase es lo más destacado de su semana porque pueden participar e interactuar. Mi preocupación es que sacarnos de las cárceles nos quitará esta oportunidad. Y si esto se extiende hasta meses, va a tener un grave impacto no solo en nuestros estudiantes sino también en la cultura de las instalaciones. “Asistir de manera semanal, cambia no solo a los estudiantes, sino también a la cultura de la prisión. Pero si esto persiste durante meses, me temo que la cultura carcelaria cambiará para peor». Así lo indicó uno de los profesores para New America.

Además, al redirigir los planes de lectura y educación hacia procesos remotos, más fáciles de manejar para las instituciones gubernamentales, existe el temor en la comunidad de que la forma en que los programas respondan en la crisis actual sentará un precedente para la educación a distancia en el futuro. La inquietud continúa ya que, por ahora, todos los esfuerzos dirigidos a estas comunidades se encuentran priorizando las alternativas que se tendrán que generar en motivo de servicios de salud y prevención de contagio justo en estos espacios tan vulnerables.

El proceso que se está viviendo, espera abrir una puerta a las oportunidades de aprendizaje que se brinde a esta área de la población, para mejorar en el futuro la distribución de educación en las prisiones de Estados Unidos y México. El aumento del acceso a la información y los recursos tecnológicos, según menciona la organización Ithaka SR, otorgaría a estos programas una flexibilidad mucho mayor en el futuro y brindaría a los estudiantes una experiencia educativa más rica y equitativa. En este momento de crisis, es una buena oportunidad para aquellos centros penitenciarios y prisiones que no cuentan con un modelo educativo establecido, el impulsar la búsqueda de soluciones educativas proactivas para esta área de nuestra comunidad.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/programas-educativos-en-prisiones-covid-19

 

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Andrea Verdú: «Creo que puedes trabajar más en la cárcel»

Andrea Verdú está detrás del proyecto Harmony 2 , una serie de conciertos de las cárceles gallegas que comenzaron en 2017 y que se han presentado este año.

Andrea Verdú (Alicante, 1988) llegó a Galicia durante diez años para terminar la carrera de Educación Social. En 2013, fundó, con tres compañeros, Andhrea & The Black Cats . En 2016, impartió un taller de esquina en el Centro Penitenciario de Monterroso (Lugo), en nombre de la ONG Aliad-Ultreia. Con ella lanzó Harmony 2 en 2017, una serie de conciertos de las cárceles gallegas, que ha retomado en 2018.

Usted impartió un taller en Monterroso, donde se llevó a cabo un Plan de Animación Sociocultural entre las Universidades de Santiago de Compostela y la ONG Aliad-Ultreia. Lo sabias
No conocía el programa, pero uno de mis profesores de la facultad, Carmen Morán, trabajó en él. El taller duró cuatro meses, un día por semana. Trabajé mucho tiempo como instructor independiente. Para mí lo principal es buscar la cohesión grupal. Trabajé mucho en eso, incluso hicimos juegos y actividades que realicé con los niños. El grupo era muy variado, había un pueblo camerunés de etnia gitana … pero logré crear esa cohesión. Fue la primera vez que fui a un centro, no sabía cómo funcionaría, pero era un grupo muy respetuoso, me trataron muy bien. Intenté hacer actividades para que se desinhibieran un poco. En una ocasión, para liberar los nervios, terminamos gritando. De repente apareció el subdirector con un oficial! No creía que pudiera hacer ninguna alarma. Nos reíamos, saltando. Al final hicimos una audición con el Coro de la prisión, como lo llamaban él, y mi banda. Te expliqué que era algo voluntario; Aceptaron y quedaron encantados.

¿Armonía 2 de esta experiencia?
Mi banda y los internos disfrutaron del espectáculo y pensaron que otros también podrían hacerlo. Hablé con la ONG y les pareció muy bien. Valoramos una beca para pagar los viajes de los músicos. En la segunda edición pregunté a los centros que costaron al menos ese desplazamiento y los dos más grandes dijeron que no. Espero que para el año estén más involucrados. Creo que puede ser un ciclo para mostrar que se pueden hacer más cosas en las cárceles, para hacerlas más visibles. La gente siempre lo recibe de una manera muy positiva. Al final, son personas que cometieron un error, ¡pero a quien encuentres dentro, puedes descubrirlo! Siempre están muy felices, hablan con los músicos y aprecian su presencia. Los músicos al principio están un poco a la expectativa, ya que la audiencia se va, se les anima. Te animo a interceder, Que no solo hay música. Y a disfrutar.

A lo largo del proceso, ¿cómo cambia tu percepción de los centros penitenciarios? 
Veo que intentamos integrar a los internos, pero al final se trata de otro mundo. Tienen horarios muy apretados. Te preguntas hasta qué punto sirven para la reintegración. ¡Evidentemente es un castigo por algo que han hecho! No quería saber qué crímenes cometieron. Pensé que podría influir en mí y prefiero no saber por qué estaban allí. Muchos casos se deben al narcotráfico. Sí, has puesto muchas cosas. Creo que uno puede trabajar más en la cárcel, y que se están abriendo más a la posibilidad de hacer actividades. Tienen poco dinero, pero cada vez más puertas abiertas.

¿Ves continuidad al proyecto? 
A nivel personal me gustaría continuar. Los músicos terminan encantados y nunca se sabe, tal vez un recluso ve una salida en esa escena. Es una forma de superar, para ver que se puede trabajar en los centros. También pensé en llevar este ciclo a otros espacios, como hospitales o centros juveniles. Por que no Son ideas que tengo encima, pero poco a poco!

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/educacion/andrea-verdu-traballar-mais-dentro-carceres-

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Sentidos de la educación en una cárcel de mujeres: entre el tratamiento penitenciario, los modelos punitivos y de garantización de derechos

Por María Eugenia Bové Gimenez

RESUMEN

El texto que sigue reflexiona en torno a las condiciones en que se desarrolla la educación dentro de las cárceles, a partir del trabajo empírico realizado en una cárcel de mujeres de Uruguay en el año 2014. La reflexión se centra en la tensión ya discutida en la bibliografía entre la educación como un derecho y la educación como una herramienta para el tratamiento penitenciario, discutiendo elementos obtenidos del trabajo empírico realizado. Reflexiono sobre esta tensión en el contexto específico de endurecimiento punitivo en curso en Uruguay, dando cuenta de las consecuencias que esta tensión conlleva para el desarrollo de actividades educativas y atendiendo a las formas en que estas se incluyen en sistemas de premio-castigo propios del sistema carcelario, así como a las formas en que se circunscriben los sentidos de la educación.

Palabras clave: derechos humanos – educación en cárceles – tratamiento penitenciario.

Abstract:

This paper reflect on the conditions in which prision education happens, from the results of a study developed in a women prison in Uruguay in 2014. The argumentation starts with the theoretical discussion about the tensions between two forms of the prision education: as a right or as a part of the prison treatment. I put this discussion in the specific context of punitive reinforcement in Uruguay, attending to how these tensions impact in the educational activities, how the activities are involved in reward-punishment systems, and how they conditioned the posible senses of education.

Key words: human rights – prison education – prison treatment.

Texto completo: ARTÍCULO COMPLETO (PDF)

Fuente: http://www.fermentario.fhuce.edu.uy/index.php/fermentario/article/view/226
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Chile: Papa aboga por educación en cárcel de mujeres: Seguridad pública no se reduce a control

América del sur/Chile/20 Enero 2018/Fuente: Biobiochile

Pasadas las 16:00 horas de este martes, el papa Francisco llegó -en compañía de la presidenta Michelle Bachelet- hasta el Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín, lugar donde el jefe de la Iglesia Católica sostuvo un encuentro con las internas del recinto, instancia en la que aseguró que la seguridad pública no debe ser reducida a “medidas de mayor control”, sino que se debe edificar “con medidas de prevención, con trabajo, educación y mayor comunidad”.

El Papa, al tomar la palabra, agradeció el cántico compuesto en su honor por las reclusas, Pastor con olor a oveja, y la oportunidad de visitarlas para estar “más cerca” de tantos hermanos “privados de libertad” a través del país.

La hermana Nelly, encargada de la pastoral, agradeció la visita del Papa al recinto, quien destacó que las cerca de 400 asistentes fueron en representación de los más de 50 mil chilenos pobres privados de libertad ya que, a su juicio, en Chile “se encarcela la pobreza”.

Durante su turno, Zurita le dio la bienvenida al pastor mayor a nombre de todos los privados de libertad y le confesó que el haber sido elegidas fue una “gran bendición”. “Este lugar es muy ingrato”, dijo, añadiendo que sólo madres, hijos y uno que otro esposo llega allí.

Zurita agradeció la labor de los pastores y de los miembros de la Iglesia en la contención emocional y aseguró que los niños son los que más sufren cuando se les “arranca la madre del lado”, sentenciando que -lamentablemente- éste es el motivo por el cual muchos terminan delinquiendo en el futuro.

La mujer, además, precisó que muchas veces los niños terminan al cuidado del Sename, “y todos sabemos lo que pasa en esos centros”, disparó.

“Esto no es lo que nosotras queremos para nuestros hijos, Papa amigo. Aquí en la cárcel he sido testigo de grandes dolores. He visto llorar a muchas compañeras al enterarse que han abusado de sus hijos, o que han matado a alguno de ellos”, admitió.

Finalmente, previo al término de su intervención, Zurita pidió al Papa que el Sistema Judicial modificara las condenas para madres de menores de edad, a modo que ellas puedan cumplir su deuda con la sociedad sin descuidar a sus hijos y que éstos no sean los presos del futuro. Todo frente al ministro de Justicia, Jaime Campos, quien estaba sentado en primer fila junto a la presidenta Bachelet.

Fuente: http://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/region-metropolitana/2018/01/16/en-vivo-papa-francisco-visita-carcel-de-mujeres-de-san-joaquin.shtml

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Uruguay: Experto argentino en educación en cárceles pide situar la educación en un lugar central porque, además de ser un derecho, reduce la violencia

Uruguay /04 de Diciembre de 2017/La Diaria

Si bien la educación en condiciones de privación de libertad es un derecho, en Uruguay sólo dos de cada diez reclusos asistieron algún día de octubre de 2016 a una actividad educativa, según el Informe Anual de 2016 del Comisionado Parlamentario Penitenciario. Eso, sumado al alto porcentaje de analfabetismo en cárceles –un relevamiento del Comisionado Parlamentario detectó que en módulos del Comcar con 500 internos, había 150 que no sabían leer ni escribir– y el nivel de violencia –evidente en asesinatos y suicidios entre rejas–, le preocupa al comisionado Juan Miguel Petit. Por eso, ayer de tarde organizó en el Parlamento una charla con Francisco Scarfó, maestro argentino con 25 años de experiencia en enseñanza en cárceles, que es, además, licenciado en educación, magíster en derechos humanos e integrante del Grupo de Estudio sobre Educación en Cárceles. Asistieron autoridades del Instituto Nacional de Rehabilitación, del Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública, del Ministerio de Educación y Cultura, secretarias de diputados e integrantes del colectivo Nada Crece a la Sombra, que trajo a Scarfó a Uruguay para participar en el seminario “Sobre la cárcel” (que se desarrollará hoy y mañana en el Centro de Formación Penitenciaria).

Al inicio de la reunión, Petit transmitió el interés por conocer la experiencia argentina y por contar con recomendaciones para que la educación en cárceles tenga un programa especializado, una evaluación y un control de calidad y formación docente. “La educación tiene que ponerse en un lugar de gravitación en la vida de las personas, y más en las personas privadas de libertad”, planteó Scarfó, y remarcó que “si hay algo que reduce la violencia es el lograr acuerdos, y esos acuerdos se logran cuando tenemos hábitos y destrezas sociales, y las destrezas sociales se aprenden con la educación”.

Luego, en diálogo con la diaria, especificó que en Argentina hay escuelas con más de 50 años en unidades penales grandes, que hay “escuelas secundarias” desde 1980 y que la universidad también está presente. Esa es una diferencia con Uruguay, donde las aulas en las cárceles se abrieron recién en la última década. Otra diferencia, señaló, es que en Uruguay hasta hace un par de años las cárceles eran gestionadas por la Policía, y que eso imparte otra dinámica, porque los policías no eligen trabajar en sistemas penitenciarios. Aun así, la educación en las cárceles argentinas también tiene grandes carencias que nos asemejan. Scarfó planteó, por ejemplo, las contradicciones que implica dar contenidos de salud e higiene mientras se ve pasar una rata, o que el preso sea juzgado –o defendido– por alguien que nunca lo ve. “¿Cómo puedo construir el valor de la justicia en alguien que no tiene justicia en la práctica?”, preguntó. Otro factor común es que los criterios de seguridad terminan primando muchas veces sobre los criterios educativos, y eso, sumado al hacinamiento, provoca, por ejemplo, demoras al momento de llevar a los internos a las aulas. También mencionó que cuando un preso que estudia es trasladado en medio de los cursos –ocurre sobre todo con los estudiantes organizados, como castigo por haberse nucleado–, muchas veces no se hace el debido traspaso del legajo educativo. Conspira, también, el mandato judicial de estudiar y trabajar, puesto que no están dadas las condiciones para hacer las dos tareas, algo que también ocurre en Uruguay. Comentó que no hay jornadas de cuatro horas que permitan llevar a cabo las dos actividades, y que “el trabajo da más ventajas”, da prestigio dentro de la lógica carcelaria, además de acceso a pequeños beneficios, como puede ser llevarse dos panes a la celda, graficó. Dijo que, en Argentina, primaria no tiene cupos, pero sí los tiene la educación media, y eso hace que muchos presos, para cumplir con la condición de estudiar, se inscriban en primaria y luego el sistema no pueda reconocerles los estudios; también ocurre que el estudiante llega a veces con muy buenas calificaciones que, en verdad, no se corresponden en absoluto con lo que sabe, porque fueron “infladas” por un sistema que necesita justificarse.

Scarfó insistió en que es clave la formación docente. Explicó a la diaria que “la persona que va a trabajar como docente en la cárcel tiene que tener la decisión de querer trabajar en ese contexto y con la hostilidad de ese contexto”. Por otra parte, dijo que los docentes tienen que plantearse “cómo podría ser una intervención ahí” y cómo pueden intervenir mejor. Señaló que es clave que los sistemas educativos “elijan bien quién va a trabajar allí, pensar qué tipo de docente queremos ahí, qué tipo de currículum queremos ahí y qué queremos que haga la escuela ahí. ¿Garantiza el derecho? ¿Cómo lo garantiza? ¿Con qué dimensión, con qué potencia, con qué intencionalidad? ¿Para qué ponemos la escuela? ¿Para que los presos lean y escriban, y ya está?”, preguntó. Por otra parte, aclaró que el rol de los docentes no es el de ser asistentes sociales, y que es necesario que se les exija a todos los funcionarios que cumplan con su trabajo, para que no recaigan sobre los docentes tareas que no les competen.

La escuela en la que trabaja Scarfó es de adultos y está ubicada en la Unidad Penal Nº 10 Melchor Romero, de La Plata. Sobre la institucionalidad, Scarfó dijo que siempre es mejor tener una escuela que un programa, porque será más difícil que se cierre una escuela. “La escuela, o liceo, es más fuerte que un programa, porque un programa depende siempre de recursos, de intencionalidades políticas, de voluntades políticas; son siempre para cubrir una demanda o una oportunidad del momento”, dijo. “Es interesante que esté la escuela, pero con mecanismos que le permitan cierta oxigenación, una variación de la conducción, algún movimiento de horizontalidad, cambio de funciones, porque si no, termina muy saturada”, agregó. Los “vicios del sistema educativo” parecen sumarse a los vicios carcelarios y, por eso, además de oxigenación y de capacitación, pidió “cuidar al cuidador” y tomar acciones como cambiar parte de la plantilla cada dos o tres años, cambiar de función, hacer proyectos, además de una buena selección de los docentes.

Fuente: https://ladiaria.com.uy/articulo/2017/11/experto-argentino-en-educacion-en-carceles-pide-situar-la-educacion-en-un-lugar-central-porque-ademas-de-ser-un-derecho-reduce-la-violencia/#!

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Argentina:Investigadores de distintos países analizan la educación en cárceles.

America del Sur/Argentina/14.11.2017/Autor y Fuente:https://lavozdetandil.com.ar/

La posibilidad de ampliar un relevamiento a través de la investigación y la generación de estrategias ante las trabas que surgen desde el Estado fueron ejes en común trazados en la inauguración del Encuentro Internacional de Tesistas e Investigadores en temáticas de cárceles y acceso a los derechos educativos, que se realiza este fin de semana en el Centro Cultural Universitario, tras haber sido elegida Tandil como sede y la UNICEN como anfitriona.
Representantes de cinco países de América Latina participan de estas jornadas cuyas expectativas se vieron desbordadas por la gran cantidad de investigadores dispuestos a trabajar en esta temática tan sensible.
Daniel Herrero, Secretario de Extensión de la UNICEN, fue el primero en dar la bienvenida a los presentes subrayando la importancia del mismo por la cantidad de inscriptos y una impensada presentación de trabajos, 60 en total.
“Tengo que agradecerles –dijo- que hayan decidido poner a la UNICEN en un lugar de privilegio en este debate y en tal sentido no puedo dejar de mencionar el trabajo articulado y persistente, principalmente de las Facultades de Ciencias Sociales y de Derecho que también son coorganizadoras de este Encuentro, junto a este programa de Extensión de Rectorado denominado la Universidad en la Cárcel. Sabemos que a la vez que hacemos extensión estamos garantizando un derecho a la educación, al mismo tiempo que esa vinculación con el otro aporta interrogantes que profundizan nuestros trabajos de investigación o despiertan nuevas propuestas en este sentido. Esta integralidad de funciones tiene la particularidad de producirse en un mismo lugar: la cárcel, que es la universidad y el territorio a la vez. Todo en un mismo espacio, cargado de significados y significantes provenientes del encierro”.
Más adelante expresó que “es central la posibilidad de acordar una agenda de investigación internacional en la temática. Estamos ante la posibilidad de iniciar hoy una carrera de postas que esperamos se convierta en una red de países latinoamericanos decididos a aportar conocimiento valioso para la definición de políticas públicas en materia de educación en contextos de privación de la libertad, un derecho humano y universal y un deber del Estado”.
Acto seguido habló la decana de la Facultad de Ciencias Sociales, Gabriela Gamberini quien valorizó e historió el Programa Universidad en la Cárcel que coordina Analía Umpiérrez, considerando central la realización de espacios como éste que promuevan propuestas pedagógicas y de extensión en contextos de encierro, tarea que “viene acompañada de cuestiones cotidianas y trabas burocráticas ante lo que debemos dar batalla y resistir para poder generar otros modos posibles de pensar la educación”.
Laura Giosa, decana de la Facultad de Derecho, cerró el terceto de oradores que dio la bienvenida recordando que “al principio de esta tarea la idea era vincular la educación en contextos de encierro con los estudios en libertad, en el mismo ámbito, pero nos pidieron aulas virtuales” en las mismas unidades donde igualmente se pudo ofrecer una educación superior “para lograr un paliativo a la violación de derechos que se viven en esos contextos”. La decana valorizó el encuentro porque “para exigir políticas públicas necesitamos un estudio profundo de la problemática y una red de investigación que nos permita enfrentar el retroceso en el respeto a los derechos humanos de los que están y de los que no estamos en contextos de encierro”.
Tras la presentación tuvo lugar un panel donde expusieron sus primeras impresiones Analía Umpiérrez, Violeta Acuña Collado, de la Universidad de Playa Ancha, Chile y Andrea Godoy, presidente del Grupo de Estudios sobre Educación en Cárceles (GESEC).
La coordinadora del Programa Universidad en la Cárcel, de la UNICEN, sostuvo la necesidad de mantener activa la mirada sobre esta problemática, desde la Extensión y la Investigación, para darle visibilidad a los problemas de la cárcel y pensar estrategias que mejoren las prácticas de quienes allí se desempeñan. “Los diagnósticos existen –precisó- pero ahora hace falta saltar el muro de la Universidad, tener la disponibilidad ideológica para salir a la calle e investigar”. Tras aportar datos estadísticos relativos a la superpoblación carcelaria, describió la realidad como “a un ritmo de recorte” en los respaldos a políticas públicas de este tipo.
Violeta Acuña Collado elogió a Argentina por ser un país líder en este tipo de estudios, “siendo un país referente para todos nosotros ya que está muy avanzado en estas investigaciones. Chile, por ejemplo, no tiene a la Universidad trabajando dentro de la cárcel. Este encuentro nos da la posibilidad de hacer un relevamiento a partir de la investigación, democratizada y con sentido de transformación”.
Finalmente Andrea Godoy se refirió a encuentros previos realizados en La Plata donde “se analizó con sentido crítico el modelo hegemónico de educación, generándose espacios de resistencia con otros actores sociales que incluyan a familiares de personas privadas de su libertad. “No es casual –agregó- que haya espacios que no son ocupados por el Estado como lo demuestra la caída en un 7% del presupuesto en educación por eso la consigna es rescatar la resistencia en la calle ante el atropello, adentro y afuera, de los derechos humanos”.
La jornada se completa con varias mesas de debate en simultáneo y también con una agenda cultural, estando previsto el cierre y las conclusiones para este sábado.

Fuente:https://lavozdetandil.com.ar/2017/11/11/investigadores-de-distintos-paises-analizan-la-educacion-en-carceles/

Imagen:https://lavozdetandil.com.ar/wp-content/uploads/2017/11/investigadores-678×381.jpg

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