Reflexiones sobre una educación humana

Por: Jorge Balladares

¿Qué se entiende por un nuevo humanismo luego de una pandemia? ¿Qué sentidos y prácticas debe recuperar la educación? ¿Es posible hablar de una educación humana?

De hecho, la postpandemia nos ha permitido reflexionar sobre cómo son las nuevas relaciones entre el ser humano con la naturaleza y la tecnología. La pandemia trajo dolor y muerte a la humanidad y nos devolvió la mirada a nuestra condición humana: por un lado, la fragilidad y debilidad de nuestra condición ante un enemigo invisible; por el otro lado, nuestra voluntad de poder para ser resilientes ante la adversidad y enfrentar los desafíos por nuestra supervivencia y recuperación de nuestra normalidad.

Este escenario –como punto de partida de un nuevo humanismo– nos invita a pensar en que el ser humano no es el centro del universo o el cúlmen de la creación, sino que un ser que puede vivir en armonía con otros seres humanos y con otros seres vivos (los árboles, las plantas, los animales, el agua, la tierra), referenciando la cosmovisión de nuestros pueblos ancestrales andinos desde la visión del “Sumak Kawsay” (buen vivir). En este sentido, el pensamiento y la reflexión transitan de aquellas lógicas antropocéntricas hacia nuevas lógicas ecocéntricas.

Digitalización de la vida

Por otro lado, el acceso a internet y las redes sociales evidencia que una convivencia humana mediada por la tecnología incide en los estilos de vida de las presentes y futuras generaciones de estudiantes. Una realidad condicionada por la incertidumbre y el desencanto humano se confronta con una digitalización de la vida humana.

Desde una visión de un “ser digital”, surge la propuesta de una ética digital que se convierte en una opción para la construcción de principios, valores, deberes y derechos que guíen la acción del ser humano en el mundo digital.

Este tipo de ética aplicada resulta indispensable para plantear una ética para las generaciones digitales en la que se legitime la dignidad humana y el cuidado del ambiente como condiciones fundamentales para una ética digital.

En este sentido, la tecnología no se convertiría en un fin en sí mismo, ni tampoco debería ser la causa para propiciar nuevas minorías del poder del conocimiento que generen nuevas brechas digitales y promuevan procesos de exclusión y marginalidad digital en la población. La tecnología, de por sí, debe constituirse en una mediación para el acceso libre al conocimiento y a la información.

El sentido de la comunidad educativa

La triada ser humano, naturaleza y tecnología se constituye en un nuevo escenario relacional para pensar en un nuevo humanismo, en el que el ser humano viva en armonía con la naturaleza y tenga la responsabilidad de su cuidado y preservación. Por otro lado, este nuevo humanismo reubica a la tecnología al servicio de la vida humana y del cuidado de la naturaleza, resituando su papel como mediación y no como fin en sí misma. Hasta aquí respondo a la primera pregunta de esta reflexión.

¿Qué sentidos y prácticas debe recuperar la educación? La educación es un proceso humano y su condición relacional es indispensable en el proceso de enseñanza–aprendizaje. Lo relacional, lo dialógico, la convivencia, la formación, entre otros. Previo a la pandemia ya se hablaba de una crisis de la educación y, en el contexto actual, se continúa hablando de una crisis de la educación.

Un cierto enciclopedismo mal entendido sumado a la acumulación de conocimientos a través de la memorización ha marcado un estilo educativo poco fructífero en las últimas décadas. Se ha cuestionado la falta de preparación de los docentes debido a las bajas remuneraciones, lo que ha forzado al maestro a ser un mero repetidor de conocimientos y a acumular horas de clase antes que dedicar su tiempo a ser un pedagogo e investigador.

Brecha educativa

En los últimos años la diferencia de oportunidades entre la educación privada y la educación fiscal ha abierto la brecha educativa entre los que más tienen (y tienen más oportunidades de acceso al conocimiento) y los que tienen menores posibilidades de acceso.

Durante la pandemia, la ausencia de la presencialidad educativa aumentó esta crisis al momento de enfrentarse a una virtualización de la educación (muy diferente a lo que es una educación virtual en sí).

Ante la improvisación y la incertidumbre, los profesores y las estudiantes se enfrentaron a nuevos escenarios de temporalización del proceso educativo mediado por las plataformas de videoconferencia y los entornos virtuales de aprendizaje (LMS).

Luego del forzado desarrollo de competencias digitales de los actores educativos y ante la pérdida de aprendizajes por la carencia de un contacto cara a cara con el docente, hoy la educación postpandemia busca recuperar esos aprendizajes a través del acompañamiento socioemocional del estudiante, renovación de las prácticas docentes, la generación de nuevas formas de evaluación que no solamente se agotan en la prueba escrita, entre otros.

Si hoy se plantea el desafío de la transformación educativa buscando otra educación posible es importante recuperar esos sentidos de la educación en función del acompañamiento docente a través de la enseñanza y el empoderamiento de los aprendizajes por parte del estudiante para lograr una nueva mediación pedagógica, que es el conformar una comunidad de aprendizaje e indagación. En este sentido, la educación tiene como reto el recuperar el sentido de comunidad educativa, donde las comunidades de aprendizaje impliquen el vivir un “ágape” educativo en la interacción, integración, diálogo e inclusión de los diferentes actores.

Nueva relación con la tecnología y el medio ambiente

Asimismo, considero que la recuperación de una “racionalidad emergente” por parte de la educación nos invita a que la educación genere nuevos espacios de reflexión, diálogo y crítica ante los escenarios “deshumanizantes” que nos ha dejado las consecuencias de la pandemia como la violencia, la corrupción, la inseguridad, el individualismo, entre otros.

Desde la perspectiva integral e integradora de una racionalidad emergente, se plantean nuevas prácticas como desafíos para el proceso de enseñanza y aprendizaje como la integración entre los procesos de modernización y nuestras herencias culturales, el desarrollo de nuestra originalidad del pensamiento, la promoción de una educación incluyente, la recuperación de nuestra capacidad de diálogo e interlocución y el discernimiento sobre una mejor toma de decisiones en nuestra vida cotidiana.

Para concluir la respuesta de la segunda pregunta, es importante que la educación recupere el sentido comunitario, de comunidad entre sus diferentes actores que forme a buenos ciudadanos, buenos padres de familia, buenas personas, como seres relacionales. Por otro lado, la recuperación de una racionalidad emergente en los procesos educativos permitirá reintegrar aquellas prácticas de reflexión, diálogo, crítica, interpretación y acción tanto necesarias hoy en día, y que la escuela tiene la posibilidad de hacerlo.

Por último, queda la tercera pregunta: ¿es posible generar otro tipo de educación? ¿Es indispensable humanizar la educación? Hoy el modelo educativo vigente está en crisis con el surgimiento del contexto de emergencia sanitaria. Como consecuencia, se presenta la oportunidad de repensar y diseñar otro tipo de educación posible no solamente a través de pedagogías emergentes, sino de realizar una reflexión sobre los objetivos, los contenidos y el perfil de egreso que plantean los currículos vigentes en función de educar a un sujeto para una sociedad no solamente de alto rendimiento y productividad sino para un buen vivir y el bien común.

La postpandemia nos invita a pensar en un nuevo orden planetario donde se privilegie la vida misma en su relación armónica con la naturaleza. ¿Cómo podemos prepararnos para un nuevo futuro en la educación? ¿Es posible que la educación recupere la condición humana? Estas preguntas nos invitan a reflexionar sobre una educación humana y sus nuevas relaciones e interacciones, como relacionalidades emergentes, entre los diferentes actores de la comunidad educativa mediada por la tecnología y una nueva relación entre el ser humano y la naturaleza. Por este motivo, una educación humana plantea una nueva relación del ser humano con la tecnología y el medio ambiente, lo que nos posibilita aspirar a un mundo más solidario, más justo, más empático, más resiliente, más humano y más natural.


Una versión de este artículo fue publicada originalmente en la revista Telos de Fundación Telefónica.

https://theconversation.com/reflexiones-sobre-una-educacion-humana-210660

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Una educación humana, pese al coronavirus

La pandemia de covid-19 encontró a los sistemas educativos latinoamericanos heridos o mortalmente dañados. Las políticas de privatización del mercado educativo habían actuado a fondo en la mayor parte de América Latina. Argentina y México conservaban la integridad de sus sistemas, en gran medida por la lucha de los docentes, y de las acciones de los gobiernos de Alberto Fernández y Andrés M. López Obrador. En tanto, la desigualdad del cumplimiento del derecho a la educación se verificaba entre todos los países, en el interior de cada uno de ellos, con especial acento en las zonas rurales, las periferias pobres de las grandes ciudades, las comunidades aborígenes, los grupos necesitados de una educación especial. No obstante, las prospectivas mostraban una tendencia a la universalización de la educación primaria y secundaria en pocas décadas (aunque relativa a las políticas educativas y socio económicas). Al mismo tiempo, se verificaba un voraz avance del mercado de la educación sobre la educación pública, a la vez que lentitud por parte de esta última para apropiarse de las nuevas tecnologías.
El coronavirus cayó de manera inesperada sobre una educación que no había incluido entre sus prioridades a la educación ambiental, como que el problema del medio ambiente no había sido asumido plenamente por las sociedades. La pandemia afectó la vida de las personas. Las tres instituciones principales que las cobijaban y constituían, la familia, el trabajo y la escuela, habían tardado tres siglos en diferenciarse y repentinamente se vieron superpuestas, confundidas. Los avances de las formas de trabajo individualizado y a destajo, y la educación en el aislamiento, se acentuaron por urgencias sanitarias. Las personas se comprendieron como objetos indefensos de la globalización. El grupo etario que probablemente resulta más afectado en su educación, el adolescente, estaba buscando caminos de libertad, cuando advirtió que su supervivencia dependía del aislamiento dentro de su familia.
Lo podemos tomar como ejemplo de trastornos en el orden afectivo, en las nociones espacio-temporales, en los vínculos del propio cuerpo con el entorno. Una elemental asociación nos remite a la teoría higienista que influyó notablemente en los años de construcción de nuestro sistema escolar, desde fines del Siglo XIX, y cuyas huellas persisten: tomar distancia en las filas escolares y los guardapolvos blancos, por ejemplo. Pero hay al menos una diferencia esencial: el higienismo colaboró con la homogeneización de los alumnos y la enseñanza, excluyendo toda diferencia. Instaló el temor al otro.
En cambio, hoy la política educativa del gobierno nacional y las jurisdicciones es consciente de la necesidad de prevenir nuevas formas de discriminación que puede producir el distinto acceso a las enseñanzas que distribuyen por distintos medios (portales, TV, radio, cuadernillos, libros), así como de la complejidad de las formas de reagrupamiento escolar que deberán producirse preventivamente cuando se retome la presencialidad. Siendo la igualdad del derecho a la educación nuestro Norte, no solamente podremos retomar el camino de la universalización de la educación, sino producir cambios en lo que se enseña y aprende y en la organización de las instituciones educativas, así como avanzar en una relación entre la educación virtual y la presencial que asegure la centralidad de esta última. O sea, resguardar el vínculo humano, intrínseco a la educación.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/271650-una-educacion-humana-pese-al-coronavirus
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El dalái lama defiende el derecho esencial de los hijos de refugiados

Asia/India/11 Julio 2019/Fuente: Sputnik news

Los hijos de los refugiados deben tener la posibilidad de estudiar, señaló el dalái lama, líder espiritual del budismo tibetano, en la conferencia internacional ‘La educación humana en el tercer milenio’.

«En la Tierra hoy día viven 7.000 millones de personas, es un mundo global de dependencias mutuas, uno de sus problemas son los refugiados que llegan a Europa y otras regiones. Si les cierran el camino será un acto inmoral, es necesario darles techo y comida, pero lo esencial estriba en garantizarles la asistencia médica y los estudios para sus hijos», dijo.

También indicó que es importante inculcar a la gente joven la idea de que después de recibir la instrucción deben regresar a su patria para reconstruirla.

La conferencia ‘La educación humana en el tercer milenio’ se celebró el 8 de julio en Dharamsala, India, donde se encuentra la residencia del dalái lama.

Es la primera etapa de un ambicioso proyecto del mismo nombre calculado para tres años y apoyado por este líder religioso.

Como su punto culminante se planea convocar en 2021 un foro con participación de centenares de expertos de diversos países y aprobar la Declaración de la Educación Humana en el Tercer Milenio, así como elaborar las respectivas recomendaciones para los pedagogos.

En la conferencia tomaron parte unos 20 destacados especialistas en materia de enseñanza procedentes de Rusia, India, Bangladés, Alemania, el Reino Unido, Finlandia, EEUU, Brasil, México y Australia.

Ellos dijeron compartir la opinión del dalái lama de que es necesario cambiar el enfoque materialista de la educación, dominante hoy día, e inculcar a los niños desde la más tierna edad «la higiene de las emociones», la compasión y el altruismo.

Fuente: https://mundo.sputniknews.com/sociedad/201907091087944247-dalai-lama-defiende-derechos-hijos-refugiados/

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