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Educación en derechos humanos

Por: Pedro López López

Uno de los elementos destacables y preocupantes de los últimos años en el escenario político es el ascenso de la extrema derecha no solo en España, sino en gran parte de Europa y en otras zonas del planeta. La extrema derecha es por naturaleza antidemocrática, aunque aproveche las reglas del juego democrático para difundir su discurso e introducirse en las instituciones. Así, han llegado al poder personajes como Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil, Orbán en Hungría o Salvini en Italia. Así podemos observar aberraciones como 27.000 ejecuciones extrajudiciales en Filipinas, según denuncia Amnistía Internacional, en la aberrante lucha contra la droga que libra el presidente Duterte, o la presentación de leyes que recortan gravemente los derechos y el propio sistema democrático, como el proyecto de ley en Polonia que criminaliza la educación sexual. Estas y otras barbaridades hace la extrema derecha cuando llega al poder, lamentablemente con el aval de los mecanismos democráticos.

El cómo es posible que estas fuerzas antidemocráticas ganen terreno dentro del sistema democrático y lo amenacen gravemente no tiene una explicación sencilla. De hecho, ningún fenómeno político o social la tiene, pero sí pueden identificarse algunos factores. Yo me voy a centrar en el sistema educativo, en una reflexión sobre si este tiene algún papel en la construcción de ciudadanía, en la formación de una ciudadanía que contribuya a mejorar la democracia y la sociedad en general, o si, por el contrario, está ayudando a que vayamos a una democracia sin ciudadanos, en expresión de algunos autores, que facilita estos fenómenos preocupantes.

En mi opinión, y en consonancia con la organización a la que represento aquí, solo formando ciudadanos con capacidad crítica, autonomía moral (esto supone un enfoque laico en educación) y sentido de la justicia y de la solidaridad, esto es, ciudadanos formados en derechos humanos, podemos construir las defensas democráticas necesarias para frenar y hacer retroceder el avance que están consiguiendo a ojos vista las fuerzas antidemocráticas.

El deterioro de la conciencia ciudadana en favor de individuos delirantemente consumistas, adictos a las chucherías tecnológicas, inconscientes en gran parte de un modelo de producción y consumo que condena a millones de habitantes del planeta a la pobreza más absoluta y que condena al propio planeta a una seria destrucción; este deterioro, digo, ha ido en paralelo con los avances de un sistema educativo que en gran parte se ha convertido en una expendeduría de títulos enfocados casi exclusivamente a las habilidades demandadas por el mercado laboral. La formación del ciudadano ha quedado arrinconada en favor de la formación del productor-emprendedor y del consumidor que responde como un hámster a la sobreestimulación programada por todo el aparato publicitario.

Es así como textos de referencia de Naciones Unidas, del Consejo de Europa o del propio Ministerio de Educación, textos que deberían obligar a formar ciudadanos conocedores de los derechos humanos, han quedado como puro adorno para preámbulos grandilocuentes. Cito dos textos bastante explícitos. La Conferencia Mundial sobre la Educación Superior celebrada en julio de 2009 culminaba con un comunicado que señalaba que “la educación superior debe no solo proporcionar habilidades […] sino también promover el pensamiento crítico y la ciudadanía activa, y contribuir a la educación de un ciudadano comprometido con la construcción de la paz, la defensa de los derechos humanos y los valores de la democracia”. El Consejo de Europa, en su web dedicada a la Educación para la Ciudadanía y para los Derechos Humanos dice que la Educación para la Ciudadanía debe proveer a los alumnos de conocimientos y habilidades para prepararlos para ejercer y defender sus derechos y responsabilidades democráticos, así como para jugar un papel activo en la vida democrática.

La formación en derechos humanos es imprescindible no solo para ser conscientes de los propios derechos y poder ejercer como ciudadano, sino también para promover los derechos de los demás y poder desarrollar la profesión que se elija con responsabilidad social, sabiendo que nuestra profesión es un medio para que los ciudadanos vean satisfechos sus derechos.

Me referiré brevemente a la educación universitaria, que es mi medio. En el plano nacional, el Real Decreto 1393/2007, que regula las enseñanzas universitarias, dice en su preámbulo que “se debe tener en cuenta que la formación en cualquier actividad profesional debe contribuir al conocimiento y desarrollo de los derechos humanos, los principios democráticos…”. Bajando más el nivel de concreción, los Estatutos de la UCM dicen en su artículo 3.2 que una de sus funciones es la formación en valores ciudadanos de los miembros de la comunidad universitaria. Pues bien, a la hora de dar contenido y llevar a la práctica normas como estas, las dificultades son increíbles. Difícilmente uno encuentra que autoridades, colegas y alumnos apoyen asignaturas en torno a estos temas. El entorno educativo está impregnado de un utilitarismo profesional miope y cortoplacista, acompañado de la demoledora pregunta “¿esto para qué sirve?”. Vemos así que lo urgente desplaza a lo importante hasta hacerlo desaparecer.

Hasta tal punto, que voy a exponer muy brevemente una experiencia personal vivida durante el curso 2017-18. En febrero de 2018, desde el Vicerrectorado de Estudios de la Universidad Complutense (UCM), se nos pidió mediante un correo electrónico al profesorado que ofertáramos asignaturas llamadas “transversales”, dirigidas a cualquier estudiante de la Universidad, independientemente de la carrera que esté cursando. Las asignaturas debían estar incluidas en una serie de áreas del tipo liderazgo, emprendimiento, trabajo en equipo, técnicas de negociación, etcétera, aunque podían valorarse otras propuestas. A este correo respondí, junto con una compañera con la que comparto una asignatura denominada “Derechos humanos, ciudadanía y sociedad de la información” con algunas reflexiones y proponiendo una asignatura transversal de aproximación a los derechos humanos. La vicerrectora agradeció las reflexiones y aceptó la propuesta, de manera que no puedo decir que las autoridades la obstaculizaran. La asignatura se ofertó a una comunidad de más de 60.000 estudiantes universitarios. La preinscripción solo tuvo cinco estudiantes, por lo que la asignatura no pudo impartirse. O sea, aproximadamente un 0,01% de los estudiantes se interesó por el tema. Quizás en carreras técnicas este pobrísimo interés pueda tener su explicación, pero en disciplinas sociales y humanas el resultado es desalentador. Futuros maestros y profesores de secundaria, pedagogos, trabajadores sociales, filósofos, abogados, sociólogos, politólogos, etc. no mostraron prácticamente ningún interés. Esperábamos decenas de estudiantes, pero la desmoralizante realidad se impuso.

Todavía nos esperaba otra tremenda decepción. Dentro del plan anual de formación del profesorado, ofertamos el taller «El enfoque de derechos humanos en la enseñanza universitaria», para impartir en octubre. De una comunidad de unos 6000 profesores, se inscribieron tres, por lo cual, igualmente, el taller no pudo impartirse. En este caso, el porcentaje de interesados sube “espectacularmente” hasta situarse aproximadamente en un 0,05% del profesorado.

¿Se trata de una experiencia aislada, o es un indicador del estado de la universidad? La Universidad Complutense es una de las más grandes y representativas del país, así que entiendo que esta experiencia puede tomarse como un síntoma del sistema universitario. Esta reflexión no es un lamento personal por haber visto frustradas dos iniciativas que hemos lanzado entendiendo que la universidad debe estar para algo más que ser una expendeduría de títulos, títulos que suponen unas habilidades/destrezas que el alumno/cliente, en la universidad neoliberal, puede comprar para poder más tarde vender en el mercado laboral. Si el pensamiento, la formación ciudadana, la educación que trasciende las habilidades prácticas para formar en una práctica profesional socialmente responsable, estorban, la universidad, tal y como la hemos conocido los adultos actuales, ha desaparecido. Es una muy mala noticia.

Pues bien, entiendo que estas experiencias se enmarcan en una deriva del sistema educativo orientada por la demanda del mercado laboral y por la consideración de la educación como una mercancía más y no como un derecho humano y como un arma poderosa para cambiar el mundo, como decía Mandela.

Si seguimos aceptando el arrinconamiento de la Unesco, como agencia de Naciones Unidas para la educación, y dejando que las políticas educativas emanen de la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial, la CEOE o las multinacionales, el pensamiento estorbará cada vez más en las universidades y la democracia pasará de ser imperfecta a inexistente.

Nota

[1] Texto expuesto en el seminario “Declaración de los Derechos Humanos: conmemoración y vigencia” celebrado el 10 de diciembre de 2019 en el Consejo General de la Abogacía Española con motivo del Día Internacional de los Derechos Humanos.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=263616

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Libro: Formación ética y ciudadana 2. Serie para la enseñanza en el modelo 1 a 1

Por: open.libra.

Serie para la enseñanza en el modelo 1 a 1 – Material didáctico para docentes de Formación Ética y Ciudadana, que forma parte de la Serie para la enseñanza en el modelo 1 a 1, desarrollada por educ.ar y el Ministerio de Educación.

La propuesta que queremos acercarles se basa en la posibilidad de integrar las nuevas tecnologías, sus herramientas y recursos y sus modos de utilizarlos, en las propuestas de enseñanza. Cuando hablamos de integración nos referimos a una inclusión significativa, en la que las tecnologías constituyan medios para enriquecer la enseñanza y el aprendizaje de determinados contenidos, en este caso, del área de la educación para la ciudadanía. Es decir, se trata de correr del centro de la escena a las tecnologías y concebirlas como herramientas a disposición de docentes y alumnos para cubrir sus necesidades pedagógico-disciplinares.

Fuente de la reseña: https://openlibra.com/es/book/formacion-etica-y-ciudadana-2-serie-para-la-ensenanza-en-el-modelo-1-a-1

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Escuela, educación y cultura en Colombia

Por Oscar Sánchez

Definir la cultura es algo muy difícil. No pretendo pontificar en dos párrafos sobre lo que ha ocupado a las mentes más lúcidas de todas las civilizaciones durante milenios. Afirmemos solamente que ante todo somos cultura. Es decir que aprendemos (o apropiamos) la cultura todo el tiempo, de modo cotidiano, a veces intencional y generalmente no inintencionado. La lengua; la corporeidad; las costumbres; las creencias; los patrones de consumo, progreso y equidad y hasta las ideas de lo bello y lo bueno suelen formarse a través de relaciones familiares y comunitarias, de experiencias de amor y poder y de mensajes recibidos a través de los medios de comunicación. Se aprenden sin mayor esfuerzo y con pocas elecciones.

Lo que nos permite hacer una distinción: la educación, aunque parte de la cultura, es un esfuerzo deliberado orientado a fortalecerla o transformarla. Lucha con o junto a la cultura con objetivos, contenidos, métodos y jerarquías firmemente definidos. Fíjense que a la hora de aprender, la una es veloz y natural, y la otra, lenta y exigente. Por eso, si queremos que la educación tenga el poder de actuar sobre la cultura, hay que tomarse muy en serio su tarea. Lo que no pueden ser las escuelas es ni ajenas a la cultura ni pretendidamente libres de creencias o valores. En cambio, aunque sea más difícil y escaso, pueden convertirse en un ámbito que abre puertas a las personas, asumiendo un desafío ético liberador y un rol, sobre todo, facilitador.

Digo lo anterior porque las escuelas pueden ayudar a que las comunidades transmitan a sus niños su tradición y los formen para adaptar el conocimiento universal a sus necesidades locales. Pueden mezclar elementos vernáculos y cosmopolitas. O pueden sostener unida a la nación y próspera a la economía como pieza de un engranaje institucional al servicio de las creencias de élites religiosas, políticas o empresariales. Y esas élites pueden ser de muchos signos ideológicos, pero en Colombia son dominantemente conservadoras.

Las escuelas pueden ayudar a que las comunidades transmitan a sus niños su tradición y los formen para adaptar el conocimiento universal a sus necesidades locales.

La violencia y la injusticia social están naturalizadas en nuestro machismo, clasismo, frivolidad y urbanocentrismo. Y los medios de comunicación y demás formas de reproducción de las creencias a lo sumo son hipócritas, cuando no cínicas frente a esos desafíos culturales. Pero los proyectos escolares para integrar en la educación a las personas diversas en circunstancias igualitarias y para reflexionar sobre el poder y la inequidad en la sociedad suelen ser vistos con recelo, cuando no descalificados de modo agresivo. Y doy cuatro ejemplos:

1. Los programas especiales para ofrecer educación de excelencia y apropiada a su contexto para poblaciones campesinas, indígenas y afrodescendientes no se logran concretar; todos decimos que sí, que muy importante, pero nuestra manera de ver el mundo no reconoce el valor del ámbito rural.

2. Frente a la discriminación homofóbica en los colegios se imponen fundamentalismos religiosos que justifican la violencia.

3. El sistema cada vez está más dividido por capacidad de pago y origen social, y hoy hay unos diez tipos de educación segregada desde los muy ricos, pasando por los ricos, las clases medias altas, las clases medias populares, hasta varios tipos de divisiones entre colegios para personas pobres; pero cuando se expresa la necesidad de romper ese tipo de barreras juntando a los chicos en condición de pares para tener una verdadera sociedad de ciudadanos, los padres de familia y asociaciones de colegios se oponen con todas sus fuerzas.

4. Se habla de educación para la ciudadanía, pero los ejercicios genuinamente democráticos en las escuelas, que cuestionan el poder dentro de esas instituciones, son casos muy excepcionales.

Cuando han existido políticas educativas en Colombia que han querido aprender de escuelas alternativas, democráticas, incluyentes o que han apostado por la equidad para generalizar sus experiencias, esos esfuerzos han sido rápidamente neutralizados. Las ideologías moralmente retardatarias se han impuesto, y en el mejor de los casos se entiende que el papel de la educación pública llega hasta el mejoramiento de condiciones físicas o el fortalecimiento de las competencias laborales de los estudiantes pobres, dejando que las clases medias accedan a un mercado educativo a la medida de los padres consumidores. ¿Quién se atreve a proponer escuelas realmente nuevas para una educación que transforme los rasgos trágicos de nuestra cultura?

Fuente del artículo: https://www.google.com/amp/www.eltiempo.com/amp/opinion/columnistas/oscar-sanchez/escuela-educacion-y-cultura-en-colombia-239322

 

 

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España: Vuelve Educación para la Ciudadanía

Europa/España/03.07.18/Por Jorge García Domínguez/Fuente: www.libertaddigital.com.

a nueva ministra de Educación del PSOE se acaba de estrenar en el cargo haciendo lo mismo que siempre han hecho todos los nuevos ministros de Educación del partido que fuera, esto es, introducir otro cambio en los contenidos curriculares que deben cursar los alumnos españoles sin tener en cuenta para nada lo que opine o deje de opinar el otro gran partido, que será el llamado a derogar ese enésima reforma para volver a imponer la suya propia en cuanto retorne al poder. Así, frente a la manida retórica rutinaria a cuenta de la necesidad de los grandes consensos en materia tan sensible, el trágala constituye el principio fundamental por la que siempre se rigen PP y PSOE en ese asunto. Y lo que ahora quiere implantar el PSOE, según parece, es un refrito rebautizado de la célebre educación zapateril para la ciudadanía.

La cosa, dicen, se llamará Valores Cívicos y Éticos. Una maría más para que en las aulas se pierda el tiempo rellenando fichas coleccionables sobre asuntos de nalga y entrepierna, que es por donde suelen ir las obsesiones recurrentes de los guionistas de esas materias. Un clásico, las habituales batallitas pedagógicas entre izquierda y derecha, que a muchos despistados les lleva a caer en la falsa creencia de suponer que unos y otros defienden proyectos muy distintos y distantes entre sí en materia educativa. Nada más lejos de la verdad, sin embargo. Porque nadie piense ni por un segundo que el PP ha propugnado jamás algo remotamente parecido a un proyecto conservador en cuestión de instrucción pública. Bien al contrario, los ministros de Educación del Partido Popular han resultado por norma tan ajenos y refractarios a la tradición intelectual conservadora como los socialistas. Exactamente igual.

Y como muestra un botón. Porque, ahora que se va a imprimir en el BOE la enésima bagatela inane para tratar de adoctrinar sobre valores morales a los escolares hispanos, conviene recordar que quien expulsó a patadas a la Filosofía de la enseñanza secundaria fue el Partido Popular, en concreto esa lumbrera que responde por Wert. A la derecha, que no a Monedero o a Màxim Huerta, fue a quien le cupo el honor de poner de patitas en la calle a Platón y a Kant para que su lugar en las aulas y en los manuales escolares los pudiera ocupar la última chorrada experimental emanada de los laboratorios de innovación pedagógica. Por mucho que intenten engañar a sus respectivas clientelas fabricando disensos aparentes, PP y PSOE se parecen como gotas de agua en materia educativa. Porque los dos desprecian con idéntica intensidad aquella máxima docente que el más grande pensador conservador del siglo XX, Oakeshott, sintetizó así: «La idea de Escuela es, en primer lugar, la de una iniciación seria y ordenada en una herencia intelectual, imaginativa, moral y emocional». Frente a eso, el gran sueño escolar del PSOE consiste en fabricar adolescentes eternos en los pupitres de colegios e institutos, cientos de miles de clones vitalicios de Peter Pan. La derecha, menos ambiciosa siempre, se conformaría con producir cientos de miles de espectadores, también vitalicios huelga decir, de Sálvame y El Hormiguero. ¿Kant en los colegios? ¿Para qué?, que diría Lenin.

 

Fuente de la noticia: https://www.libertaddigital.com/opinion/jose-garcia-dominguez/vuelve-educacion-para-la-ciudadania-85491/

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PSOE y Podemos quieren recuperar la polémica Educación para la Ciudadanía

Europa/España/Por Luz Sela/19.06.18/Fuente: okdiario.com.

 

Recuperar la polémica asignatura de Educación para la Ciudadanía, que el Gobierno del PP suprimió con su última reforma educativa, podría ser una realidad por el apoyo de Podemos a la propuesta socialista.

El partido de Pablo Iglesias se abre por primera vez a apoyar la asignatura, y en su denominación original, en una moción presentada en el Senado, y que fue rechazada la pasada semana.

En el articulado de esta propuesta, en la que se insta al Gobierno a “impulsar la igualdad y la visibilidad de las personas LGTBI en el ámbito escolar”, se pide “recuperar en el currículum educativo la asignatura de Educación para la Ciudadanía” y se añade-en relación al tema que ocupa-“que debe incluir el conocimiento, respeto y valoración de la diversidad afectivo-sexual, la diversidad de género y la diversidad familiar como parte de la condición humana y la visibilización de referentes positivos de personas LGTBI en los diversos campos del conocimiento (ciencias, historia, literatura, etc).

PSOE y Podemos quieren recuperar la polémica Educación para la Ciudadanía

La reivindicación de esa controvertida asignatura ha sido una constante en el PSOE, que la ha venido reclamando en distintos foros y manifiestos, aunque de forma discreta. En concreto, en marzo pasado, en un texto difundido por el partido con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial, los socialistas consideraron “necesario promover una educación inclusiva y respetuosa con la diversidad étnica y racial para lo que se hace imprescindible recuperar la asignatura de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos, porque como dijo Mandela ‘Ninguna persona nace odiando a otra por el color de su piel, por su origen o por su religión. Para odiar, las personas necesitan aprender, y si pueden aprender a odiar, pueden ser enseñadas a amar’.

La materia fue establecida en 2006, por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y provocó un sonoro rechazo entre sus opositores, entre ellos, el Partido Popular.

La finalidad, según el Real Decreto de su aprobación, era la de “favorecer el desarrollo de personas libres e íntegras a través de la consolidación de la autoestima, la dignidad personal, la libertad y la responsabilidad y la formación de futuros ciudadanos con criterio propio, respetuosos, participativos y solidarios, que conozcan sus derechos, asuman sus deberes y desarrollen hábitos cívicos para que puedan ejercer la ciudadanía de forma eficaz y responsable”.

Sin embargo, el curriculum incluía aspectos controvertidos, y rechazados por sus detractores, como en el caso que pretende Podemos, la diversidad afectivo-sexual, que fueron objeto de polémica. El PP la suprimió en 2013, cuando aprobó la LOMCE.

Fuente de la noticia: https://okdiario.com/espana/2018/06/17/psoe-podemos-quieren-recuperar-polemica-educacion-ciudadania-2416020

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Holanda hace obligatoria Educación para la Ciudadanía

Europa/Holanda/14 Junio 2018/Fuente: El país

Las escuelas religiosas, calvinistas y musulmanas, muestran reticencias

La falta de consistencia de las escuelas holandesas a la hora de impartir clases de Educación para la Ciudadanía, ha llevado al Gobierno a convertir la materia en una asignatura obligatoria en primaria y secundaria. La democracia, libertad de expresión, o bien los derechos humanos, aparecerán en el temario a partir del curso 2019-2020. Y la inspección educativa tendrá mayores poderes para actuar si un centro instruye en contra del Estado de derecho. Los directores deciden ahora cómo dar estas lecciones, ya sea con trabajos, excursiones o charlas. Pero Arie Slob, titular de Educación, dice que falta continuidad. Unos dedican varias semanas, otros unas horas, y los menos, apenas una sesión anual.

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Bélgica: Bruselas observa que en la Formación Profesional se presta menos atención a Educación para la Ciudadanía

Bélgica/09 noviembre 2017/Fuente: 20 Minutos

La Comisión Europea ha alertado este martes de que se presta “menos atención” a la Educación para la Ciudadanía en estudios de Formación Profesional que en los sistemas educativos generales en los países de la Unión Europea. “Se presta menos atención a la educación para la ciudadanía en escuelas de FP en comparación con la educación general”, ha avisado el Ejecutivo comunitario en un informe sobre los diferentes modelos de impartir Educación para la Ciudadanía en las aulas en los 28 países de la UE, Macedonia, Islandia, Liechtenstein, Montenegro, Noruega, Serbia, Suiza y Turquía.

El informe alerta de que en términos “en un tercio de los sistemas educativos, los enfoques curriculares” respecto a la Educación para la Ciudadanía que se utilizan en los sistemas educativos generales “o no se utilizan en FP o se utilizan en menor medida”. En general, los estudiantes de FP tienen “menos asignaturas obligatorias que integran la educación para la ciudadanía, menos asignaturas optativas” que la integran, “ninguna asignatura separada optativa”, “menos” asignaturas o módulos separados obligatorios y “menos temáticas multicurricualres relevantes para educación para la ciudadanía”.

Sólo Bélgica (el sistema flamenco), Croacia, Letonia, Lituania, Polonia, Eslovenia y Reino Unido prevén para “algunos estudiantes” de FP exámenes nacionales en Educación para la Ciudadanía y un número “significativamente menor” de sistemas educativos “ofrecen directrices y material de apoyo para profesores” en Educación para la Ciudadanía en Formación Profesional. El informe constata que los exámenes nacionales que cubren Educación para la Ciudadanía se realizan en los sistemas educativos generales de 17 países “en algún momento”, tanto si se trata de una asignatura obligatoria separada o como parte de otra asignatura o temática multicurricular.

En la mayoría de los casos, los exámenes nacionales que cubren Educación para la Ciudadanía tienen por objetivo evaluar los logros de los alumnos al final de un año escolar, antes de pasar al siguiente ciclo educativo, con la excepción de los sistemas educativos de España, Bélgica (comunidad flamenca), República Checa, Estonia, Francia, Lituania, Eslovenia y Finlandia, donde este tipo de exámenes busca evaluar el sistema educativo en su conjunto y/o a las escuelas individuales de cara a lograr mejoras en la enseñanza y aprendizaje en el área de Educación para la Ciudadanía y no los progresos de los alumnos.

En comunidades como Andalucía y Extremadura es una asignatura obligatoria separadaEn la mayoría de países Educación para la Ciudadanía se integra en otras asignaturas o como materia multicurricular, tanto en Educación Primaria como Secundaria y apenas se estudia como asignatura obligatoria separada en siete países a nivel de Primaria y en 12 en Secundaria.

La reforma educativa de 2013 en España eliminó la obligación para las Comunidades Autónomas de impartirla como asignatura obligatoria separada en toda la Educación General y tienen elección para decidirlo. En comunidades como Andalucía y Extremadura, Educación para la Ciudadanía es una asignatura obligatoria separada, que está integrada en otras asignaturas obligatorias en Educación General o como temática multicurricular, de acuerdo con el currículo básico que establece el Ministerio de Educación a nivel nacional.

Bélgica (comunidad francófona) y Francia son los países donde se imparten más horas de Educación para la Ciudadanía en Primaria (25 y 36 horas al año respectivamente), mientras que en Secundaria se imparten más horas, entre 25 y 30, en Estonia, Finlandia y Luxemburgo, mientras que en los países donde Educación para la Ciudadanía sólo se enseña en un curso se recomiendan casi 20 horas anuales en Grecia y 12 en España.

Diferencias en la especialización del profesorado

El informe también alerta de las diferencias “significativas” respecto a la especialización del profesorado en materia de Educación para la Ciudadanía entre países. Sólo Reino Unido ofrecía en 2010/2011 la posibilidad a los profesores de una especialización “inicial” en Educación para la Ciudadanía, algo que ya es posible también en los sistemas educativos de Bélgica (sistema francófono), Irlanda, Luxemburgo, Países Bajos y, desde otoño de 2017, en Dinamarca. Ootros siete países(República Checa, Estonia, Letonia, Lituania, Austria, Polonia y Eslovaquia) también forman a los profesores para que sean “semi especialistas”.

El informe constata que en algunos países se definen “competencias” consideradas “esenciales” para los profesores en esta área aunque “menos países” identifican competencias para evaluar la capacidad de los profesores de “mejorar su enseñanza y prácticas docentes, así como su entendimiento y concienciación de los valores en el corazón de Educación para la Ciudadanía tales como la democracia, el Estado de Derecho, los Derechos Humanos y la igualdad”.

En 17 países no existe normativas o recomendaciones “de ningún tipo” sobre las perspectivas de desarrollo de las competencias del profesorado en esta área en los sistemas educativos y se trata de una cuestión que queda en manos de las instituciones de Educación Superior.

Fuente: http://www.20minutos.es/noticia/3181223/0/educacion-ciudadania-ue-menos-atencion-fp/

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