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El derecho a la educación en el corazón del pueblo

Por: Alberto Croce

El tema que vamos a abordar en los próximos párrafos no es nuevo. Más bien, ha sido recurrente en los años que siguieron a la recuperación democrática en nuestro país (1983). Nos ha tocado ser a veces actores, a veces observadores, a veces protagonistas, de diferentes intentos de organizar, reunir, fortalecer, acompañar… a muchas organizaciones sociales, comunitarias, populares comprometidas con el derecho a la educación de nuestro pueblo.

           Los contextos fueron variando mucho, incluso, desde antes de la fecha que arbitrariamente señaláramos más arriba. La dictadura golpeó con fuerza al campo popular educativo que aportó también sus mártires, tanto desde el campo de la educación formal como en el de la educación popular, alternativa o no formal.

          Literalmente miles de organizaciones -algunas pequeñas otras más grandes- han llevado adelante diferente tipo de proyectos educativos con una mirada emancipadora en la búsqueda de lograr garantizar el derecho a la educación en las diferentes comunidades. Entre estos proyectos educativos hay que destacar como referente histórico más emblemático el de los “círculos de alfabetización” freirianos o los espacios de formación de las ligas y comunidades agrarias. Pero cómo no reconocer aquí la atención a los niños más pequeños en centros de cuidado infantil, jardines maternales o similares y los centros o grupos de apoyo escolar o educación complementaria. En tiempos más cercanos, la aparición de los bachilleratos populares, o el plan “Fines” de terminalidad secundaria. Y debemos sumar a este gran bagaje de experiencias a los centros de formación profesional, como también diferentes experiencias de educación de adultos, formación en las cárceles, atención a personas con discapacidad. O la educación/formación en temas ambientales, sindicales, de géneros, de comunicación y  organización popular. La lista, felizmente, se hace casi interminable.

          La mayoría de estas experiencias está invisibilizada para buena parte de la sociedad. Y en el debate educativo, ha sido muy difícil hacer que la misma -y sus autoridades- vislumbraran el enorme trabajo realizado por estas organizaciones en favor de la educación de nuestro pueblo y su organización. Incluso, no pocas veces todo este inmenso mundo educativo ha sido puesto en una absurda contraposición y hasta enfrentamiento con todo el mundo de la educación formal, como si la defensa del derecho del pueblo a una educación formal de calidad pudiera confrontarse con el derecho del mismo pueblo a seguir las estrategias necesarias para sostener una amplia franja de propuestas educativas que enriquecen la sociedad y le han permitido muchos de sus avances más relevantes en materia de derechos, organización y hasta de contenidos y  metodologías dentro de la misma educación formal. O incluso, garantizando la permanencia misma y la continuidad de nuestro pueblo más pobre en la educación formal.

         A estas organizaciones que se identifican con propuestas educativas, hay que sumar las que trabajan en el mundo “de la infancia”. No son pocas las que han surgido bajo la necesidad barrial de responder al cuidado de la niñez y la adolescencia. Desde Casas del Niño, hogares infantiles o de adolescentes, hasta Centros de protección o cuidado… Organizaciones que han tenido siempre una relación más fuerte con las áreas gubernamentales de los ministerios de acción o desarrollo social que con las áreas educativas, pero cuya población final y sus metodologías de trabajo cotidiano, no difieren demasiado de las que anteriormente caracterizamos.

          Los recorridos de encuentro y articulación de todas estas experiencias han sido diferentes. Con momentos en que estos caminos se podían encontrar con cierta facilidad y otros en los que se separaban y hasta enfrentaban bruscamente. A veces por cuestiones políticas que eran vividas como irreconciliables, otras por cuestiones de protagonismos personales que no han sido menos virulentos. La educación popular reivindica para sí un compromiso con perspectivas políticas que, como no podría ser de otra manera, no siempre es coincidente entre organizaciones que realizan tareas que, para quienes las observan desde fuera, no parecieran ser muy diferentes.

          Los que hemos transitado hace años por estos intrincados caminos hemos sido testigos de estos recorridos sinuosos, por momentos apasionantes, por momentos frustrantes, que nos ha tocado recorrer.

          Los tiempos actuales nos llevan a escenarios nuevos. Muchos insisten en quejarse por no estar suficientemente preparados para actuar en los mismos. Pero la historia no nos pide permiso para hacerse presente. Sencillamente nos llama a habitarla, vivirla y construirla como protagonistas o quedarnos al costado como público observador.

          La educación siempre está conminada a dialogar con los modelos y proyectos de sociedad que se proponen. No existe la burbuja educativa. Los grandes debates sociales -económicos, políticos, culturales- aparecen con crudeza en el debate educativo. No es posible evitar la inmersión en el debate educativo desde un lugar tecnicista ascéptico. Menos en nuestro tiempo en el que ese “tecnicismo” se acerca mucho a decidir tomar una postura en el propio debate.

          Por otra parte, el contexto internacional ha variado mucho para los países de la región de América Latina y el Caribe. Los procesos de integración regional que marcaron la última década, han rotado hacia la búsqueda de negociar la “incorporación al mundo más neoliberal” con tratados de libre comercio y propuestas de sumisión a las fórmulas de los organismos internacionales más comprometidos con el modelo capitalista. Las posturas de mayor defensa de la soberanía regional, por ejemplo,  mutaron hacia un gigantesco y creciente endeudamiento.

          En este marco, quienes trabajan directamente en los territorios están enfrentándose con situaciones cada vez más difíciles y críticas. Las familias de los barrios periféricos y marginales viven en situaciones de precarización creciente y las consecuencias empiezan a sentirse con crudeza en muchas comunidades. A esto hay que agregar las condiciones de fragilidad que genera el narcotráfico y una constante y creciente  amenaza de violencia.

          Para todas estas organizaciones el acceso al financiamiento se ha vuelto una dificultad cada vez más acuciante que está comprometiendo la existencia de muchas de ellas. El abanico de oportunidades al que en décadas pasadas era posible recurrir para gestionar recursos, se ha acotado drásticamente. Y, en muchos casos, los recursos del Estado que permitían llevar adelante distintos proyectos, estàn siendo recortados dìa a dìa por motivo de las tendencias del ajuste del gasto social, como por cuestiones político-ideológicas.

          En nuestro país, los movimientos sociales llegan a obtener algunos recursos a partir de la movilización y de la toma del espacio público, presionando a las autoridades con manifestaciones y acciones directas, pero esto les genera un desgaste cada vez más fuerte, acompañado no pocas veces por la  represión o persecusión de la militancia social, en el marco de una creciente y muchas veces descontrolada violencia institucional.

          Otras organizaciones más pequeñas, con menor capacidad de movilización o militancia, están en los límites de sus posibilidades de existencia y se debaten en encontrar caminos para sostenerse, no sólo por motivos económicos, sino también por no poder posicionarse en este nuevo contexto al que experimentan como una amenaza creciente.

          Por otra parte, este conjunto de experiencias y prácticas socio-educativas ha sido un espacio en donde históricamente ha sido posible el desarrollo de una militancia social muy activa, en donde miles de jóvenes han encontrado espacios para desarrollar un gran compromiso transformador. Jóvenes de los mismos territorios y barrios, como así también de otros sectores sociales que, por diferentes motivos, optan por comprometerse con los ambientes populares más pobres.  En los distintos momentos históricos, algunos de estos jóvenes asumieron lugares más fuertes en estructuras político-partidarias, sindicales, vinculados a espacios de diferentes iglesias o a movimientos sociales de distinto tipo. En los años kirchneristas, no pocos de ellos tuvieron responsabilidades institucionales en diferentes espacios del Estado.

Desafíos del presente y señales para caminar

          El contexto actual está haciendo sentir a muchos militantes de estas organizaciones que es necesario volver a articularse para lograr algunos objetivos que se sienten impostergables. Uno de ellos es el de un reconocimiento social y colectivo de todo este “movimiento social y educativo popular”. En este sentido, nuevamente se hace necesario reivindicar estas diferentes manifestaciones de organización popular como un derecho ciudadano y sacarla del lugar de cierto individualismo voluntarista en el que algún sector quiere depositarla. Cuando este derecho ciudadano se logra reconocer necesariamente se expresa en el acceso a recursos que posibilitan que estos proyectos educativos puedan llevarse adelante con la calidad que requieren. En tiempos de escasez y ajuste, el reclamo de recursos es visto por otros sectores populares como una amenaza que puede llevar al recorte de los ya conseguidos. Esta es una dificultad objetiva que debemos considerar. Así como la oportunidad de los reclamos y reivindicaciones que se hacen, para evitar que los enfrentamientos se produzcan al interior de los movimientos y organizaciones del campo popular.

          El reconocimiento exige visibilidad. La visibilidad de las prácticas debe construirse y eso conlleva organización y articulación. Por tanto, es un tiempo en donde los diferentes espacios deben encontrarse y acordar puntos de acuerdo por sobre eventuales diferencias que, con seguridad, permanecen y permanecerán porque la uniformidad es enemiga del espíritu democrático con el que debemos construir desde el campo popular.

          De acuerdo con nuestra mirada, este espacio de construcción social debe reflexionar y profundizar alrededor de algunos puntos claves.

  1. El derecho social a la educación popular, que es derecho a organizarse para poder enseñar y aprender desde una perspectiva emancipadora a lo largo de toda la vida.
  2. Algunos elementos para conceptualizar el espacio de educación popular, alternativa, cooperativa:
    1. ¿Qué formatos organizacionales llevan adelante hoy estas iniciativas? Cooperativas, Org. comunitarias, Movimientos Sociales, Grupos de hecho…
    2. ¿Quiénes son los educadores populares en las mismas y en qué condiciones realizan su trabajo? Militantes, voluntarios, contratados, registrados, bajo programas sociales…
    3. ¿Cuáles son los proyectos educativos que están implementando? ¿Qué “hacen”? Atención a primera infancia, terminalidad educativa, alfabetización…

          Por otra parte, parece fundamental establecer un diálogo amplio, profundo y abierto con los compañeros y compañeras de mundo sindical. En tantos años hemos visto que muchos de estos intentos de organización terminaban enfrentándose con las organizaciones de los trabajadores de la educación por incomprensiones mutuas y poca capacidad de encontrar las necesarias articulaciones entre los espacios y derechos que todos proponemos defender y promover. Las luchas de los sindicatos docentes por garantizar la educación pública, gratuita y de calidad  y enfrentarse a las tendencias de privatización o precarizaciòn del derecho a la educación, llevan a cuestionar los proyectos que algunas de las organizaciones impulsan o llevan adelante. En algunos momentos de la historia que contamos y vivimos, resultaba casi imposible encontrar caminos de diálogo y reflexión al respecto. Quizás la coyuntura actual permita ir un poco más lejos de lo que fue posible en épocas anteriores, al tener en claro que lo que estamos enfrentando requiere de la mayor grandeza y generosidad.

La construcción de un espacio colectivo

           La construcción de espacios de articulación siempre ha sido un desafío complejo. Nada indica que estos nuevos intentos no lo sean. Sin embargo, estamos ante una nueva oportunidad que puede permitir la construcción de un actor colectivo que tenga posibilidades de incidencia, negociación y transformación.

          Para que sea posible lograrlo, es importante tener en claro que existen ya redes y espacios de articulación diferentes. El desafío es poder reunir a varios de estos espacios, con el propósito de construir algunos logros, sin desconocer que las agendas de cada uno individualmente van a ir más allá de las que se puedan acordar colectivamente, porque hay necesidades específicas que no pueden desconocerse pero que no serán propuestas como reivindicaciones para todos.

          La valoración de las historias y luchas previas es un punto de partida básico que es a la vez un activo fundamental de esta iniciativa, como una brújula orientadora en el camino que nos proponemos realizar. No se empieza de cero. Hay historia y camino en el haber popular. Pero la historia debe funcionar de trampolín que impulsa y no como un lastre que detiene.

          A los que venimos caminando hace más tiempo, nos toca acompañar con la mayor humildad y discreción a los nuevos liderazgos -sobre todo entre los jóvenes- que están surgiendo con mucho compromiso, valentía y generosidad. Y recordar y levantar a nuestros queridos, eternos y gigantes compañeros, como Mónica Mignone, el Pocho Lepratti, Alberto Morlachetti, Carlos Cajade, Norma Colombatto, Rodolfo Bustamante, David “Cañito” Salomone, Fito Molodevsky, Feli Mastropaolo, el Teki Rivero, Micaela García… y tantos y tantas, que han dado su vida con alegría y generosidad porque creyeron en que esta era una causa por la que valía la pena jugarse. Y viven y vivirán en la memoria de todos los que nos comprometemos por el derecho a la educación de nuestro pueblo y nos acompañarán a sostener las banderas que siguen flameando en nuestras luchas y corazones.

Fuente: https://albertocesarcroce.wordpress.com/2018/01/27/el-derecho-a-la-educacion-en-el-corazon-del-pueblo/

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La educación popular, ¿cómo liberarla del pensamiento heterosexualizado?

Por Paúl Ibarra Collazo

La puesta en marcha de programas que favorezcan la educación popular como herramienta metodológica para la promoción de los derechos humanos es fundamental cuando el mensaje a divulgar intente generar cambios dentro del paradigma dominante. Si este proceso incluyente se ve permeado por un pensamiento alejado de los estigmas heterosexuales, tendrá la ventaja de, en primera instancia facilitar la visibilidad de las identidades sexuales diversas, en los que se fomente la educación integral en sexualidades como eje formativo transversal. En segundo término, este proceso integral, orientado al fomento de la educación integral en sexualidades permitirá el surgimiento de agentes emprendedores. Dichos agentes que habrán emergido dispondrán de herramientas teórico-prácticas para el cambio de comportamiento, el cual tiene como objetivo principal la reducción de la discriminación asociada a la manifestación de afectos y/o erotismo hacia personas que compartes sexo-género al de adscripción individual. Por otro lado, dispondrá de herramientas conceptuales para distinguir entre las identidades existentes.

En este caso, la educación popular funge un papel trascendente. Ya que el centro del proceso no es la generación de estructuras verticales de conocimiento que jerarquicen los saberes, sino más bien, encontrar la forma en la que el marco conceptual se vincule de manera clara y tangible a la praxis de la sexualidad con un enfoque en derechos humanos. De lo contrario, educar en derechos humanos desde una posición de poder, donde existe violencia y una estructura jerarquizada, heterosexual y misógina, limita las posibilidades de transmisión de conocimientos y apropiación de los derechos humanos como agentes emancipadores (Mujica, 2017).

Liberar a la pedagogía del pensamiento heterosexual, es una tarea ardua, compleja, pero que vale la pena intentar. Esto debido a que al momento de colocar a la persona como eje central del proceso educativo, vinculado con la cotidianidad del ser, deriva en procesos que afianzan las identidades individuales. Dichos procesos de afianzamiento promueven los principios constitucionales a la igualdad y no discriminación que favorecerán el ejercicio del derecho al libre desarrollo de la personalidad como derecho fundamental reconocido en la normativa al tiempo que es legitimado por la comunidad al darle un sentido de unidad.

Partir de la premisa del reconocimiento de las diferencias, implica además que el aprendizaje significativo no sólo se interiorice de manera individual, sino además de manera colectiva a través de procesos de conciencia y desarrollo de actividades liberadoras (Mujica, 2017).

Apuntes sobre la pedagogía de la diversidad

Al hablar de la pedagogía de la diversidad, se hace referencia sobre la forma en la que se plantea intervenir a través de procesos educativos incluyentes. Esta pedagogía en específico privilegia el hecho de entender que las personas no se desarrollan de la misma manera, ya que existen factores contextuales que influirán en la forma en la que se aprende.

La diversidad se observa de manera paulatina en cualquier espacio educativo, ya que cada grupo de trabajo tendrá manifestaciones varias en el ámbito orgánico, que va desde las diferencias motoras, intelectuales, auditivas, visuales hasta aquellas que atienden a lo social, sexual, étnico (Sánchez Carreño, 2008). De esta manera, es posible determinar el grado de importancia de incorporar la pedagogía de la diversidad en los procesos educativos, ya que, en todo momento, quienes faciliten los procesos, se encontrarán con contextos múltiples. Por tal motivo el promover la vinculación de las diferencias, así como la promoción de espacios de diálogo libres de estigma y discriminación, permiten a las personas en procesos de aprendizaje, a desarrollar de una manera más consciente, actividades tendientes a la incorporación de mecanismos que para el desarrollo de espacios favorables libertarios y emancipadores.

Actualmente, la pedagogía de la diversidad se torna en un reto importante dentro del sistema educativo formal e informal. El mundo globalizado ha permitido a las personas a acceder a información a la que antes era complicado, lo que ha dado como resultado la circulación de símbolos y significados que nivel metalingüístico enriquecen las culturas, promueven intercambios e intensifican el desarrollo de identidades sociales diversas cada vez más libre, pero a la vez más cooptadas por el aparato estatal que privilegia el consumo.  

Fuente: http://laorquesta.mx/la-educacion-popular-liberarla-del-pensamiento-heterosexualizado-columna-paul-ibarra-collazo/

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Sintonía Educar: Educación popular y formación de sujetos (Audio)

Argentina / 10 de diciembre de 2017 / Autor: Sintonia Educar / Fuente: Youtube

Publicado el 5 dic. 2017

Programa emitido el 25-11-2017 Lidia Rodriguez. Lic en Cs de la educación (UBA), Magister en Cs Sociales (Flacso) y Dra en Filosofía por la Universidad de París VIII.Docente de la Uba y Directora de proyectos del programa APPEAL .Especialista en Historia de la Educación y educación popular y de adultos. Roberto Tito Marengo (Política Educativa e Historia de la Educación)

 

 

 

 

 

 

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=YPJhM9QXsoA

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Ayelén, un mural por la defensa de los derechos de niños y mujeres

Vecinas, referentes sociales y especialistas de la UNCuyo participan de un colectivo para concientizar y construir redes de contención.

Ver “erigido como bandera” el rostro de Ayelén Arroyo en un mural y junto a él la frase que dijo tres días antes de morir asesinada por su padre – “yo nunca voy a bajar los brazos”- conmueve a todo el que pasa bajo el puente de la ruta 40, en Ugarteche, donde en setiembre de 2016 ocurrió esta tragedia que golpeó a toda la sociedad mendocina.

Sin embargo, este “grito” comunitario expresado con pinturas en la pared no nace sólo de la angustia. Es expresión de un proceso social más hondo y constructivo, inspirado en la valentía y convicción de esta joven, que a sus 19 años había realizado un largo camino “haciéndose fuerte” en la lucha por sus derechos y los de su hija (de un año y medio) y hermanito a cargo.

Concientizar sobre los derechos de cada uno y construir  redes sociales de contención y de lucha son los objetivos centrales de esta propuesta, que reúne a distintas agrupaciones y cátedras de la UNCuyo en Ugarteche a través de los proyectos Mauricio López.

El mural es una de las expresiones que surgieron durante este año de trabajo, pero no la única. Videos e intervenciones para la concientización, capacitaciones grupales, acompañamiento de casos son algunos de los resultados de este proceso que se llamó ‘Yo no voy a bajar los brazos.

Construyendo redes de solidaridad y lucha con niñas, niños, adolescentes, jóvenes y mujeres’.

“En el imaginario está la idea de que la mujer tiene poca conciencia de sus derechos o que no sabe cómo pedir ayuda. Ayelén nos mostró que no siempre es así”, sostiene Gabriela Castiglia, profesora de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNCuyo, que coordina el proyecto junto con Carolina Aciar, profesora de la Facultad de Educación.

“Desde muy chica, Ayelén empezó a denunciar a su padre en la Policía y sabía bien cómo hacerlo: como en el destacamento de la zona no hay Fiscalía, viajaba hasta el centro de Luján y llevaba testigos.  Hizo lo que debía. Fue el Estado quien no le dio respuestas, sobre todo la Justicia”, agrega

Castiglia, quien también es docente en instituciones educativas de Ugarteche. 

Ellas conocen la historia de Ayelén de primera mano. Han sido sus compañeras, docentes, amigas, vecinas, familiares que se reencontraron en las marchas para pedir justicia.

La mayor satisfacción es que de allí surgió la agrupación Luchadoras Ayelén Arroyo. Junto a ellas en el proyecto también están los chicos de La Veleta y la Antena, una organización que lleva más de cinco años trabajando por los derechos de niños, niñas y adolescentes de Ugarteche, y la Juventud Andina, estudiantes de distintas carreras de la UNCuyo que defienden los derechos de familias migrantes y pueblos originarios.

El proyecto aplica estrategias de Educación Popular. “Nos reunimos en casas y, mate de por medio, leemos bibliografía que nos permita analizar la realidad y nos dé herramientas para reclamar al Estado y unirnos en redes.

También, organizamos charlas, consejerías de Género, acompañamos casos, etc.”, cuentan entusiasmadas las docentes, sobre este proyecto que termina en los plazos formales, pero seguirá en acción en el territorio.

Los reclamos que más surgen de la gente del lugar, según estos referentes, son contra “la Justicia, sus tiempos y su inacción”. La muerte de Arroyo -degollada por su padre en la casa que habitaban- motivó al Gobierno provincial a solicitar el Jury de Enjuiciamiento contra el fiscal Fabricio Sidoti por mal desempeño, quien sólo fue suspendido un tiempo y trasladado al Sur.

Todas las manos, todas

Algunos de los que fueron invitados a pintar el mural no asistieron. Pero un montón de vecinos y gente que pasó por allí cuando transcurría el hecho artístico se sumó con gusto a la tarea. “Fue como queríamos, una pintura muy participativa”, sostienen los referentes sociales.

La muralista social Lucía Olguín acompañó el proceso y les enseñó a construir entre todos un diseño que comunicara lo que ellos sentían. Fueron tres días de trabajo arduo y compromiso. Desde el diseño hasta limpiar el ‘terreno’ o construir el cerco para proteger a los nuevos artistas fue una tarea y “aprendizaje” comunitarios.

El hombre que vende mojarritas bajo el puente, ayudó a erradicar la maleza y alambre para la valla de protección. Quienes pasaban en autos o caminando, agarraron el pincel. Los vecinos le llevaban algo de refrigerio a los trabajadores. Hasta unos chicos que hacían destrezas con sus bicis, terminaron pintando la parte elevada de la obra.

En cada reunión, las Luchadoras Ayelén Arroyo llevan una sombrilla y sillas abajo del puente e improvisan la sede de su nueva agrupación.

Fuente: https://losandes.com.ar/article/view?slug=ayelen-un-mural-por-la-defensa-de-los-derechos-de-ninos-y-mujeres

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Ecología integral, pedagogía descolonizadora y buen vivir desde Leónidas Proaño

En la Universidad Nacional de Educación (UNAE, Ecuador), donde actualmente ejerzo mi docencia e investigación, se viene realizando toda una serie de políticas y acciones educativas, académicas e intelectuales para impulsar otra educación posible. Una pedagogía humanizadora, crítica y liberadora para el buen vivir (Sumak Kawsay). Desde lo anterior expondré, como estoy tratando de trabajar en mi actividad académica, una serie de claves para está educación y cultura del buen vivir. Tal como la transmitió y testimonió todo un pionero de dicha pedagogía crítica y liberadora con una ecología integral, el ecuatoriano Leónidas Proaño, conocido como el Obispo de los pobres e indígenas.
Efectivamente, el que fuera Obispo de Riobamba, desde su humanismo espiritual e integral con una espiritualidad liberadora, nos ha dejado todo un legado que anticipó y desarrolló todo este buen vivir con esta ecología integral. L. Proaño es paradigma de una ecología espiritual, una espiritualidad honrada, real y trascendente en la búsqueda de la verdad, del bien y de la belleza; frente a la mentira, el mal, injusticia y la destrucción. Como afirmaba Proaño, “no debía decir mentiras por nada de este mundo, aunque por decir la verdad pudiera sobrevenir dificultades y castigos…La honradez, en relación con la verdad, sembró en mi ánimo una especie de culto por la verdad”.

De esta forma, promovió la ecología mental con las experiencias, sentimientos, valores e ideales que nos dan sentido, felicidad y realización personal. En la comunión solidaria con esta transcendencia y espiritualidad liberadora, con los otros y con los pobres, con las culturas y con esa casa común que es el planeta. La ecología social en la solidaridad con los otros, el bien común universal, la paz y la justicia social-global con los pobres de la tierra, con la defensa de la dignidad y los derechos humanos. La ecología ambiental con el cuidado y defensa de esa casa común que es el planeta, con la hermana tierra para una desarrollo sostenible e inter-generacional. Como se observa, L. Proaño manifiesta una crítica a la colonización cultural, social, política y económica que impone la dominación, opresión e injusticia sobre los pueblos y sobre la naturaleza. Esa razón tecnocrática, mercantilista, competitiva e instrumental que empobrece y excluye a los otros, a las culturas y pueblos.

Por ello, nos transmite toda una ecología de saberes: “cuanto he vivido y he aprendido, no ha sido extraído de las aulas universitarias de mi país o de algún otro país del mundo. Sino de la cantera del pueblo, porque mi Universidad ha sido el pueblo y mis mejores maestros han sido los pobres en general y, particularmente, los indígenas del Ecuador y de América Latina. Considerados en Puebla como los más pobres entre los pobres. Estoy convencido de que los indígenas conservan valores extraordinarios. Si se logra tomar conciencia de ellos, expresarlos en la vida práctica y organizada, esos valores están llamados a redimir a una sociedad, que se vuelve cada día más individualista y más conflictiva. Pienso que, inclusive, un esfuerzo de este tipo puede contribuir a la redención del mundo occidentalizado y capitalista”

En la línea de P. Friere y de la pedagogía crítica-liberadora, Proaño desarrolló toda una una cultura y educación popular, conscientizadora y ética-política para el conocimiento transformador de la realidad, del mundo e historia. En el que las personas, los pueblos y los pobres con sus virtudes y valores fueran los sujetos protagonistas de sus procesos educativos, culturales y sociales. Para una promoción y liberación integral. “Lo que llamamos pueblo, quizá es ahora en buena parte masa, multitud. Nosotros tenemos que contribuir a que el pueblo sea realmente pueblo, para que su conciencia sea cada vez más clara y más crítica. Para que su solidaridad sea cada vez más fuerte, para que su compromiso sea cada vez más decidido…Por esto, sueño en la posibilidad de una sociedad nueva. Veo la necesidad de crear conciencia, también en las organizaciones populares urbanas, de la necesidad de una práctica económica, educativa y política que sea convergente con el caminar del movimiento indígena. De modo que no se produzcan competencias y conflictos, sino más bien colaboraciones complementarias”.

Todavía más, Proaño propició una cultura para la fraternidad universal, una solidaridad mundial y una justicia global e internacional con todos los pueblos y los pobres de la tierra. Más allá de toda frontera, barrera y nación o patria. Frente a todo imperialismo colonizador que quiere dominar, expoliar y empobrecer a los pueblos. Con un diálogo y encuentro inter-cultural e inter-religioso. En donde se respetaran y acogieran todo lo bueno, bello y verdadero de los otros, de las diversas culturas, espiritualidades y religiones o religiosidades populares. Frente a todo fundamentalismo, sectarismo e integrismo del tipo que sea. En esta línea, hizo una crítica y desligitoimaación profunda al capitalismo que en su misma entraña es inhumano, injusto e idolátrico. Ya que pone a las cosas sobre los seres humanos, a la mercancía, mercado y capital (beneficio) por encima de las personas, de los pueblos y de los pobres

Con sus mismas palabras, “el capitalismo es frío, como es frío todo lo que es metálico. No le importan los hombres ni los pueblos. Le importan las ganancias. Y solamente le importan los hombres y los pueblos, en la medida en que éstos le proporcionan ganancias. Para poder devorar ganancias, devoran hombres y pueblos. Es frío, no tiene corazón. Nuestro país, como tantos otros países de América Latina, ha caído, desde mucho tiempo atrás, en las garras de este monstruo. Dependemos de él de múltiples maneras. Somos su juguete. Nos hace pensar como él piensa. Nos hace actuar como él quiere… Pero el monstruo del capitalismo no habita sólo en el extranjero, en los países llamados desarrollados, en Estados Unidos y Europa: habita también dentro de los países latinoamericanos; dentro de nuestro propio país. Esa raíz gruesa y profunda tiene ramificaciones. Ese monstruo tiene tentáculos aquí, dentro de nosotros”.

Tal como se observa, en la línea del movimiento obrero y de un pensamiento auténticamente crítico, Proaño vio que el problema no es solo el sistema económico-político del capitalismo. Sino el hombre capitalista, el burgués de la vida del lujo y la riqueza-ser rico, que se retroalimenta con él. De ahí que, con su vida y compromiso, Proaño testimonió una auténtica solidaridad humana, ecológica y del buen vivir. Con una existencia austera, sobria y del decrecimiento en la pobreza solidaria que comparte la vida, los bienes y las luchas liberadoras por la justicia con los pobres y con la naturaleza. En oposición al egoísmo e individualismo insolidario y posesivo con sus ídolos de la riqueza-ser rico, de la propiedad y del poder, del capital, mercado y del tener que se pone por encima de este ser persona fraterna, solidaria y ecológica.

Como afirma Proaño, “ese amor y respeto a los pobres, particularmente a los indígenas, llegó a formar parte de mi propia existencia. Por esto, he dicho más tarde que no he querido nunca ser traidor a los pobres, pues nací en un hogar pobre y aprendí en ese mismo hogar a amar a los pobres…Ahora digo que también la amistad de los pobres es un don y que también este don viene acompañado de un mensaje. De lo ajeno, ni una aguja. Esta es una frase que se repetía mucho en el seno de mi pequeña familia y que tenía que ver, particularmente, en nuestras relaciones con los demás pobres. Así, el respeto a los bienes ajenos y al derecho que tiene toda persona a la verdad imprimieron en mí uno de los rasgos característicos de mi personalidad, para toda la vida…”

Ph. D. Agustín Ortega (España) es Trabajador Social y Doctor en Ciencias Sociales (Dpto. de Psicología y Sociología). Asimismo ha realizado los Estudios de Filosofía y Teología, Doctor en Humanidades y Teología. Profesor e investigador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y, actualmente, de la UNAE (Universidad Nacional de Educación) así como invitado en diversas universidades latinoamericanas. Autor de diversas publicaciones, libros y artículos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=234748

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Autogestión y cooperativismo, los pilares del Bachillerato Popular en Argentina

Por: Meritxell Freixas Martorell

Casi un centenar de experiencias de educación secundaria popular tienen lugar en el país latinoamericano, muchas de ellas en fábricas recuperadas por los propios trabajadores. Los docentes-activistas han logrado el reconocimiento Estatal y convertirse, así, en actores protagonistas de una transformadora forma de educar.

Carola Rubén tiene 18 años, vive en Buenos Aires y es una de los 200 estudiantes del Bachillerato Popular de Jóvenes y Adultos que se imparte en la primera fábrica recuperada de la capital argentina, IMPA (Industrias Metalúrgicas y Plásticas Argentina).

La joven, que había estudiado toda su vida en un colegio tradicional, decidió hace un año pasarse a la educación popular: “Estaba incómoda en mi colegio, no me gustaba el trato de los profesores ni las formas de enseñar”, explica.

Aconsejada por su madre, acudió al IMPA. Recuerda muy bien el día que su actual profesor de literatura española la acompañó en el proceso de inscripción: “Me senté, Fernando me sacó un mate y me explicó cómo era allí la educación popular”. Y la convenció.

Fernando Santana fue uno de los impulsores del proyecto educativo. La iniciativa arrancó en 2004 gracias a la articulación entre el IMPA, vinculado al Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER), y la Cooperativa de Educadores e Investigadores Populares Histórica (CEIPH), una organización social, política y educativa, que concibe la educación como una herramienta de transformación social. El CEIPH coordina seis de los 93 bachilleratos populares que, según el último censo (2015), existen en el país, algunos de ellos levantados en fábricas recuperadas.

El Bachillerato Popular del IMPA toma como referentes la educación popular latinoamericana y las doctrinas del pedagogo Paulo Freire: “Apunta a la formación de sujetos políticos y conscientes desde la promoción de valores como el cooperativismo, la lucha y solidaridad de clase, y la recuperación y apropiación de la historia de la clase trabajadora”, relata Santana.

Para él, una de las prioridades del proyecto es el trabajo autogestionado, retomando experiencias como las de organizaciones sindicales ligadas al anarquismo y al socialismo, vigentes en Argentina desde la década de 1920, las del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) en Brasil, o las escuelas de los zapatistas en Chiapas.

Otras asignaturas

Cooperativismo es la materia central del Bachillerato del IMPA y se enseña durante los tres años que duran los estudios. Además, se refuerza “recuperando el principio de autogestión y también haciendo que la historia de la fábrica sea objeto de estudio, con visitas guiadas o clases dictadas por trabajadores, por ejemplo”, detalla Fernando Santana.

Otras materias que proponen desde el IMPA y que salen del currículum escolar tradicional son Pensamiento Latinoamericano, Desarrollo de Comunidades o Metodología de Investigación. Sin embargo, el profesor asegura que “la diferencia a veces no está tanto en el nombre de la materia como en el enfoque, el método de trabajo y la opción política que cada uno toma al momento de pensarla”.

Con una veintena de alumnos por clase y dos profesores a su disposición, el proyecto prioriza el trabajo en el aula y el seguimiento cotidiano de los trabajos individuales y colectivos.

Para Carola, “lo más enriquecedor son los debates que se dan entre profesores y estudiantes en todas las clases, de la materia que sea. Nos hacen sentir que somos todos pares y que ellos también aprenden de nosotros”, comenta. Para ella la relación con sus docentes es mucho más cercana ahora, hasta el punto que se convierten en verdaderos referentes. De hecho, el próximo año quiere estudiar literatura y ser profesora, como Fernando.

La organización escolar se da en torno a las asambleas mensuales, espacios donde se toman las decisiones que afectan a la comunidad. Estas instancias se dan tanto entre los 40 docentes que integran el equipo, para tratar cuestiones meramente pedagógicas, como entre profesorado y alumnado, para abordar temas más políticos o de la cotidianidad escolar.

Al finalizar los estudios, que son totalmente gratuitos, se entrega a los estudiantes la certificación oficial de la Educación Secundaria.

Obtener legitimidad

El reconocimiento oficial de los estudios impartidos en el Bachillerato Popular del IMPA ha sido una ardua lucha que han librado los docentes desde la puesta en marcha del proyecto. “Hasta nuestra llegada, solo el estado y las empresas privadas podían definir los contenidos y saberes que se tenían que estudiar”, apunta Santana.

De hecho, su batalla histórica fue para lograr que el Estado argentino los legitimara como trabajadores de la educación, por lo tanto, merecedores -como cualquier otro- de un salario a fin de mes pagado por el Ministerio de Educación. Tras siete años persiguiendo el objetivo, en 2011 lo lograron y empezaron a cobrar los primeros sueldos.

Desde entonces, el dinero que reciben se gestiona bajo la lógica del proyecto colectivo: “Mensualmente los trabajadores destinamos una parte de nuestros ingresos a un fondo para cubrir actividades de la organización o dar apoyo económico a los bachilleratos populares que aún no están reconocidos y no disponen de recursos”, explica el profesor. En el caso de IMPA los docentes también entregan “los aguinaldos” [paga excepcional que se entrega en Navidad y festividades relevantes] para cubrir las necesidades del proyecto.

Otros obstáculos importantes que enfrenta la educación popular argentina, en particular, pero también el sector educativo del país, en general, tienen que ver con la falta de políticas públicas destinadas a la juventud y a los sectores más vulnerables. Y cuando las hay, según el profesor, “a menudo se enfocan en la criminalización de los contextos de marginación y segregación social, lo que torna difícil el estar de nuestros jóvenes en la escuela”.

Santana recuerda que los bachilleratos populares surgieron como una forma de resistencia a las reformas educativas neoliberales de mediados de los años 90, para dar respuesta a un proceso que expulsó a miles de personas de las escuelas de todo el país.

Fábrica abierta al barrio

Ubicada en el corazón del barrio de Almagro, la fábrica del IMPA se levantó en 1910 con capitales alemanes. Su máximo desarrollo llegó durante los años 30, con la sustitución de las importaciones de aluminio. La industria se nacionalizó en 1945 y se convirtió en cooperativa a principios de los 60. A partir de entonces, se fue transformando al ritmo que avanzaba la historia de Argentina. En 1997, el último comité directivo llevó a la cooperativa a su momento de máximo de deterioro, aumentando el endeudamiento y los despidos. Ante la amenaza extranjera de convertir el edificio en un centro comercial, los trabajadores decidieron dar la pelea. Un año más tarde, con cuentas en rojo, sin luz, gas ni teléfono, los asociados ocuparon el edificio, recuperaron sus puestos de trabajo y pusieron en marcha un centro cultural que se mantiene vivo hasta hoy.

Máquinas antiguas, reliquias que alguna vez fueron engranajes de la cadena productiva, fotografías en blanco y negro, o carteles publicitarios de algunos productos estrella, como las bicicletas Ñandu que el expresidente Juan Domingo Perón (1946-1955) y su mujer, Eva, se dice que repartían entre los niños. Son los vestigios que hoy conservan las paredes del IMPA y que sirven de testimonio de más de un siglo de historia obrera.

Hoy es la segunda fábrica de aluminio del país, tanto en producción como en comercialización y, tras abrir las puertas al barrio, comparte espacios con otras iniciativas como el centro cultural, una radio y una televisión comunitarias, un espacio de salud, el museo de los trabajadores o el bachillerato popular, entre otras. En total, casi 200 personas trabajan en el edificio.

Una heterogeneidad que convive por el respeto a la autogestión de cada una de las organizaciones, y la defensa de la lucha del IMPA, que todas las organizaciones se han apropiado. La consigna la tienen clara y la resume Fernando: “Siempre que se trate de defender a la fábrica, vamos a estar todos ahí”.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/11/13/autogestion-y-cooperativismo-los-pilares-del-bachillerato-popular-en-argentina/

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Libro: Técnicas participativas para la educación popular

tapatomo1Compartimos un material de referencia y de consulta ineludible para el trabajo en el barrio, en las organizaciones y en cada territorio, desde las prácticas liberadoras y emancipatorias de la educación popular: una selección de los tomos I y II de “Técnicas participativas para la educación popular”, editados por  el Centro de Estudios y Publicaciones Alforja, el IMDEC y la Red Alforja.

Click acá para descargar selección de Tomo I.

Click acá para descargar selección de Tomo II.

Ambos manuales son, desde hace largas décadas, una herramienta que ha alimentado prácticas y experiencias de educación y organización para la liberación de los pueblos en toda América Latina. Con mucha alegría los compartimos en el Cajón y agradecemos el esfuerzo y la buena voluntad de l@s compañer@s del CEP Alforja quienes se tomaron el trabajo de digitalizar especialmente este material para que lo podamos compartir con tod@s ustedes.  Recalcamos que ésta es sólo una selección autorizada de algunas de las muchas técnicas que pueden encontrarse completas en sus ediciones impresas en México, Perú, Costa Rica y otros países.

Fuente: http://cajondeherramientas.com.ar/index.php/2015/08/10/tecnicas-participativas-para-la-educacion-popular/

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