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Nota de duelo por la partida física del educador popular Noel Aguirre.

Hoy toca despedir a un compañero, a un hermano de nuestra Patria Grande, un hacedor de sueños y utopías, un caminante de las esperanzas inquietas, un luchador. La muerte tiene algo del sinsentido, siempre. ¿Cómo se explica esta ausencia cuando hace apenas unos meses estábamos urdiendo caminos y proyectando realidades a construir para lxs más desfavorecidxs de nuestra Región, para lxs que menos tienen, para aquellxs a quienes se les ha arrancado la voluntad de ser más, al decir de Freire?

Noel Aguirre Ledezma fue un educador popular, un pedagogo, un profesor. Fue ministro de Planificación del Desarrollo y viceministro de Educación Alternativa y Especial en el Estado Plurinacional de Bolivia. En su gestión, la praxis se volvió realidad: fue reflexión, pero sobre todo fue acción, para que la educación popular llegue a todos los confines, para que quienes no habían podido acceder a la escuela, pudieran pasar por ella y culminarla. Noel será esa memoria de que es posible la relación entre política pública y educación popular, que no necesariamente hay divorcio, sino caminos que se pueden entrelazar y estrechar.

Cuesta pensar en palabras de despedida. Quizás es porque justamente no las hay, porque es parte de nuestra responsabilidad, la de quienes aún nos quedamos en las mismas sendas de las educaciones populares, recoger su legado y su testimonio, para sembrar territorios desolados, para que emerjan las posibilidades en medio de políticas de muerte y destrucción.

Nos queda la tristeza momentánea, nos queda dolerte, pero sin permitirnos nunca la inacción, sin perder el espíritu inquieto de las dignas rabias y las alegres rebeldías.

Hasta la victoria siempre, hermano.

Centro Internacional de Investigaciones Otras Voces en Educación

Cooperativa de Educadorxs e Investigadorxs Populares Histórica – Argentina

Directiva y participantes del 2do Congreso Mundial contra el Neoliberalismo Educativo

 

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Desafíos de la educación hoy

Por: Fernando David García Culebro*

“Educar es enseñar a cuidar y habitar el mundo”, explica Carlos Magro en: Diálogo con Luis Bonilla Molina.

 

El 26 de septiembre del año 2023, Otras Voces en Educación realizó un encuentro virtual donde Dialogaron Luis Bonilla Molina (director de OVE) y el profesor Carlos Magro.

Carlos Magro es presidente de la asociación de educación abierta, trabaja como consultor independiente en la educación. Es miembro del departamento de diseño, innovación y tecnología educativa de la Universidad Camilo José Cela. Es miembro del Consejo, asesor de cuadernos de pedagogía y miembro del grupo de investigación, conocimiento abierto para la acción social de la Universidad de Granada. Es miembro de aula blog y también del colectivo DIME. Ha sido director académico del instituto europeo de diseño, director de innovación de la Escuela de Organización Industrial, director de comunicación, marketing y proyección institucional de EOI y director de la oficina de información científica de la Fundación Madrid MAS, en la  Consejería de educación de la Comunidad de Madrid.

A continuación, transcribo la charla entre Luis Bonilla y Carlos Magro:

 “A Carlos lo hemos seguido ampliamente durante los últimos tiempos con la intención de que sea una de las personas que nos motiven a pensar y a discutir sobre la escuela  hoy”, comentó Luis Bonilla y, enseguida, cedió el micrófono y dio la bienvenida a Carlos Magro.

Pues muchas gracias Luis, un placer estar con vosotros y vosotras, como decía Luis, buenas tardes, yo creo que ya un poco tarde es para todos, yo estoy hablando aquí desde España, muy agradecido por vuestra invitación.

Traigo una presentación que les comparto para conversar con vosotros y vosotras. El título es demasiado ambicioso.

Los desafíos de la escuela hoy, que como podéis imaginar, pues puede ser todo, ¿no?

Es decir, es un título suficientemente amplio para poder hablar sobre casi cualquier cosa, porque son muchos los desafíos que tenemos por delante.  Trataremos de pensar los desafíos en distintos planos, más institucionales, más de aula, más de políticas, más locales, más regionales y globales. Bueno, voy a tratar de hacer un discurso lo más general posible, que permita que cualquiera que esté escuchando, le resuene algo, «le ayude a pensar», como decía Luis.

Sobre todo, en ¿cuáles son sus desafíos?, ¿con qué desafíos pensamos la escuela hoy y cómo podríamos enfrentarlos vosotros que nos estamos encontrando en este momento?

Voy a utilizar en esta charla  muchas citas de compañeros y compañeras, a los que leo y de los que aprendo mucho. Voy a comenzar con una de un libro de mi amigo Toni Solano, que es un director de un Instituto de secundaria de  Castellón, de España. Acaba de publicar un libro que se llama: Aula o Jaula.

Y he tomado una cita muy importante de este libro que viene un poco a incidir en una idea que me parece significativa. Que todos los que estamos en las aulas o que hemos pasado en ella, y todos los que  pensamos en la educación o que pensamos en la escuela lo tenemos más o menos claro, pero que muchas veces en el ámbito más social, no, no es tan claro, lo que es la complejidad de lo que ocurre en la escuela, la complejidad de lo que ocurre en un aula. Por eso esta idea de los desafíos, pues es casi todo, nos dice Toni: “el aula, no es solo el aula,  es más que la suma de todos sus elementos, el aula no es solamente eso que está ahí, sino son todos y cada uno de los estudiantes” y, eso ya complejiza muchísimo la  situación. No es solo un estudiante, ni treinta veces repetido, sino que son los treinta o cuarenta de manera heterogénea.

Totalmente distintos entre ellos, pero también un aula es todo lo que lo rodea. El aula no es el espacio con sus limitaciones de infraestructura, ni solo la  capacidad que tengamos de movilizar recursos;  un aula también  pueden ser los docentes y las  complejidades que acarreamos nosotros como profesores y profesoras,  un aula también es el equipo de educadores, un aula también es la infraestructuras de toda la escuela, un aula es también las familias y un aula es igualmente las administraciones educativas, es decir que, en el aula inciden una gran variedad de asuntos que hace que sea de gran complejidad.

Mi intención es bastante modesta, es invitarlos a pensar en la escuela, a pensar en vuestra escuela, en la escuela y en nuestras aulas y en los desafíos.

Estamos intentando pensar, no con la idea de eliminar la escuela tal y como la conocemos, no de acabar con ella, sino de  preguntarnos todas las veces que haga falta, ¿qué es aquello que hace que una escuela sea una escuela?, ¿por qué una escuela no es  solamente un lugar de aprendizaje?, no todos los lugares de aprendizaje son escuelas, la escuela tiene algo diferencial, por eso hay que hacernos esas preguntas,  ¿qué es lo que hace que una escuela sea una escuela?, ¿quién hace la escuela?, ¿o qué es lo que hace la escuela?, ¿qué tenemos que enseñar y qué pretendemos que se aprenda en la escuela?, ¿cómo tenemos que hacerlo?, ¿qué tipo de relaciones tenemos que establecer en las escuelas?,  ¿qué tipo de gobernanza?, ¿qué es lo que no funciona?

En nuestra escuela, que no será igual en todas, al fin y al cabo ¿cuáles serán los desafíos?

Por tanto, quiero invitarles a cuestionar la escuela en el sentido de hacernos preguntas sobre ella.

Pero también quería que esta reflexión sirviera para defender la escuela, no para defender el inmovilismo. Sino, también quiero invitarlos a cuestionar muchos de los cuestionamientos, de lo que se le achaca o se le acusa la escuela. En concreto, hay un discurso que nos recorre, y que a veces tiene algo de razón, pero no siempre, en el que se supone que la escuela es algo totalmente anticuada.

Una institución de otro tiempo, atrasada, inadaptada, que no se adapta a los nuevos tiempos y que, por tanto, pues casi, casi, no convendría  cambiar la escuela, que es lo que nosotros queremos, hacerla un poco mejor, sino casi, casi eliminar la escuela y empezar de nuevo o sin escuela, como nos dicen las corrientes más desescolarizadoras, muchas veces vinculadas a la tecnología.

Bueno, eso es lo que quiero presentar en esta  tarde, hacer un poco de teoría de la escuela en el sentido bueno de la palabra teoría, es decir, entender la teoría como pensar, y todos somos muy capaces de pensar y entender el pensamiento. La teoría, como la capacidad de hacernos preguntas, de dudar de lo que nos dicen, de lo que nos pasa, de lo que damos por natural;  desnaturalizar un poco la realidad cotidiana que nos encontramos en las aulas, pero también la que nos hacen vivir muchas veces.

Esto es un poco la idea inicial y, ahora bueno, comienzo citando a Joan-Carles Mélich que es un profesor de la Universidad dedicado precisamente a la teoría de la educación y me voy a subir a sus hombros un poco para tratar de empezar a pensar ¿qué es esto?, ¿qué es la escuela? Lo que podemos pensar de una manera más o menos ideal, todavía no bajada a tierra, a cuerpos, pero sí de una manera ideal de lo que es la escuela. Y Mélich tiene un libro precioso que se llama: La sabiduría de lo incierto, y tomo de ahí esta cita que dice: “no sé leer, ¿acaso alguien podría decir que sabe?”, dice: “nos pasamos la vida leyendo, pero nunca aprendemos. Nadie sabe leer porque la lectura no es una competencia que puede adquirirse de una vez por todas, sino una forma de vida, y nadie sabe vivir.”

Nadie sabe vivir, continúo yo, porque siempre asistimos a la primera, rodeados de ignorancia, de perplejidad. Y por eso precisamente somos humanos, porque tenemos dudas, porque no lo sabemos todo, porque tenemos ignorancia, porque tenemos miedos, pero eso es lo que nos hace humanos, porque no sabemos vivir. De hecho, vivir, existir es salir de uno mismo y enfrentarse a  esa incertidumbre en que nos encontramos. Bueno, pues es precisamente ese no saber vivir, ese no saber explicarnos las cosas que nos pasa, ese no saber leer el mundo que nos rodea y explicar el mundo, por lo que hemos inventado la escuela.

O sea que, la primera razón cuando nos preguntamos qué es la escuela es porque podríamos decir que la escuela está inventada, precisamente porque somos humanos, precisamente porque somos incompletos, porque nos faltan las palabras para explicar lo que nos pasa y lo que pasa alrededor nuestro. Bueno, pues para todo eso hemos inventado la escuela.

En esta misma línea, otra profesora de la Facultad de Educación de la Universidad autónoma de Madrid, Miriam Prieto, incide un poco en la misma idea cuando dice “la acción educativa nace de la condición del ser humano como sujeto inacabado”, es decir, si fuésemos perfectos cuando nacemos, no nos haría falta educarnos, pero porque no somos  perfectos, necesitamos educarnos, porque no estamos especializados en nada concreto, sino que tenemos capacidad, nuestra inteligencia, es una capacidad mucho más global, necesitamos la educabilidad, necesitamos educarnos porque con ella, con la educación, llega nuestra capacidad de llegar a ser algo distinto de lo que éramos al principio.

“Y de este principio, es de donde sale hoy o de esta condición de ser incompletos, de ser un ser humano inacabado”, dice Miriam Prieto, es de donde sale el principio fundamental de la educación, que es el principio que todos los maestros y maestras tenemos clarísimo, que es el principio de confiar siempre en las posibilidades del sujeto que se educa, de confiar siempre en las posibilidades, en este caso de nuestros estudiantes, en y también, la máxima finalidad que es educar sujetos comprometidos con el mundo, comprometidos con él, con la realidad que les rodea. Comprometidos con los otros.

Educar sería algo así como enseñar a habitar el mundo, porque no nacemos sabiendo.

Nacemos sin comprender el mundo, nacemos incompletos, y educar, sería dar las capacidades para poder habitarlo.

Un mundo habitable. Yo digo que algo es habitable, cuando algo es acogedor. Habitar el Mundo, es lo más parecido a aprender a cuidarlo.

Por tanto, educar sería enseñar a cuidar el mundo. Y es aquí, donde viene uno de los primeros desafíos que tiene la escuela hoy, y que ha tenido siempre, pero que desde luego tiene hoy.

Porque para cuidar, para cuidar algo, para cuidar el jardín, para cuidar a una persona, para cuidarnos a nosotros mismos, necesitamos prestar atención. Necesitamos poner nuestra atención en esa otra persona, jardín, objeto, lo que sea, y para prestar atención, es necesaria siempre una cierta pausa.

Es decir, necesitamos tiempo para cuidar el mundo, necesitamos tiempo si lo que queremos es aprender a cuidar en el mundo. Pero la escuela de hoy, precisamente es una escuela acelerada, es una escuela sin tiempo.

Luego aquí vemos ya un primer desafío, luego volveré sobre él, no lo voy a desarrollar más aquí, pero este desafío tiene que ver intrínsecamente con la función fundamental de la escuela y de la educación, que es esta función de enseñarnos a entender el mundo, a cuidar del mundo, darnos las palabras para poder describir lo que nos pasa, para entender a los otros. Bueno, para todo eso necesitamos esta capacidad importante que es humana, que es la atención y para eso necesitamos un tiempo que la escuela muchas veces, no lo tiene.

Desde ahí también nos podemos empezar a hacer preguntas, que es lo que ya nos proponía la escuela al principio, podemos preguntarnos ¿si hoy estamos educando a nuestros adolescentes, a nuestros niños, a los jóvenes, para cuidar el Mundo, es decir, si el tipo de contenidos, de dinámicas, de metodologías, de procesos, de valores que estamos transmitiendo en las aulas son valores para cuidar el mundo o no? O así podríamos sospechar  que, a veces, lejos de estar educando a las personas más jóvenes para que vivan unas vidas dignas y felices, igual les estamos educando con una serie de valores competitivos, consumistas. Con ello, también la sociedad va en contra de su propia supervivencia, de la supervivencia del propio planeta y del mundo. Luego ahí tenemos otro desafío importante, que es la sostenibilidad.

La pregunta que tenemos que hacernos, por tanto, también es ¿si la escuela hoy nos da las palabras que nos ayudan a entender El Mundo? darnos las palabras para entender El Mundo tiene que ver con muchas cosas porque es darnos un vocabulario para entender las violencias que nos rodean, pero también es darnos un vocabulario para entender los desafíos medio ambientales, pero también es darnos un vocabulario para entender los desafíos tecnológicos que están ahí.

Y estas son las preguntas que tenemos que hacernos, ¿si nos da tiempo la escuela para cuidar del mundo, para cuidarnos, si la escuela de alguna manera está iluminando la vida de los adolescentes, si la escuela es un lugar que genera horizontes de posibilidades?, O al revés, ¿si la escuela  coloca barreras, provoca exclusión?, ¿si da esperanza o al contrario?, ¿si es una fuente para algunos de desesperanza?

Es decir, con todo esto  ya empezamos a ver desafíos claros que vivimos en la escuela y que yo creo que están en el núcleo de mucho de lo que nos pasa y que yo quería plantear en este inicio de  esta charla.

Es cierto que llevamos muchos años  en  la mejora educativa, el cambio educativo tiene una larga tradición centenaria. De hecho, hay movimientos de reforma que todos conocemos que tienen ya más de 100 años, pero desde luego, en los últimos 20, 25 años, Estamos viviendo también un nuevo resurgir del cambio, la mejora, la transformación educativa. Y estamos viviendo un momento de reescritura, una oportunidad, podríamos decir de reescritura de la educación entre comillas tradicional. Y tenemos muchos ejemplos a nuestro alrededor. Basta con mirar la escuela de a lado, para ver esperanzas, como dice Axel Rivas, esperanzas practicables, inspiraciones que son alcanzables, que están ahí, que alguien ha hecho ya.

Todo ello, nos coloca en una oportunidad, y también en la responsabilidad de superar unas maneras de enseñar que sabemos que no terminan de funcionar por ser puramente transmisibles, que lo que generan muchas veces es un aprendizaje superficial que dificulta la transferencia de la vida real y lo que es peor, que provocan que la escuela finalmente sea una escuela muchas veces selectiva.

Es decir, que sirva para unos pocos, nada más, no para todos. Una escuela que muchas veces lo que ocurre en ella, es la  naturalización de desigualdades y deja fuera a muchos, o sea que, estamos en un buen momento, con muchas inspiraciones, un momento de transformación, pero también tenemos que ser conscientes de la responsabilidad que tenemos y también tenemos que ser conscientes de los desafíos  que ya hemos planteado.

Alguna de las paradojas que estamos viviendo es que, es un momento, como decía Toni Solano, “complejo” para la escuela,  porque plantea desafíos no solamente a los docentes, sino también a los estudiantes, a sus familias, a las administraciones, es decir, nos plantea desafíos a todos.

Hay desafíos que tienen que ver con El Mundo en el que estamos viviendo,  un mundo crecientemente desigual, un mundo en el que estamos viviendo una gran  desigualdad desbocada, donde crece cada vez más la distancia entre los que tienen mucho y los que no tienen nada, la distancia de los ricos y los pobres.

Una desigualdad que además genera polarización. Una polarización que en muchos casos no es igual en todos los países, pero sí a nivel regional. Esta desigualdad se produce   en Latinoamérica de similar manera que en Europa y en países asiáticos.  Por tanto,  la escuela en la que confiamos, en la que creemos, ofrece igualdad de oportunidades, y no en la institución desde el punto de vista de la meritocracia que se convierte en muchos casos, en un lugar de segregación, un lugar de desigualdad, un lugar que acrecienta las desigualdades desde el acceso a la propia escuela, porque hay diferentes redes escolares, porque no todos nos educamos con las mismas condiciones o tenemos las mismas oportunidades.

Vivimos un momento paradójico también porque a la propia escuela le estamos pidiendo cosas, sobre todo en los últimos 20 ó 30 años, a veces difíciles de compaginar. Porque le pedimos que transmita unos valores importantísimos, una cultura, una manera de entender El Mundo, pero al mismo tiempo le estamos constantemente pidiendo que transforme la sociedad, que forme a las personas que van a transformar una sociedad que no nos termina de convencer.

Otra paradoja también podría ser que  cada vez los niños pasan más años en los sistemas escolares, ya sea porque se incrementa la edad de entrada en preescolar, o bien porque conseguimos alargar la edad de permanencia en la secundaria o en la postsecundaria. Sin embargo, la sensación general es que cada vez, aparentemente se aprende menos.

Hay una especie de frustración, porque vemos que hay una brecha entre lo que vemos que necesitaríamos saber para manejarnos en un mundo de la complejidad que nos pone encima de la mesa la inteligencia artificial y sin embargo no lo logramos, como dice Juan Manuel Moreno:

 «Se ‘democratiza’ el acceso, aumenta el gasto educativo, se universaliza la educación básica y crece de modo espectacular la matrícula en educación infantil y en educación superior, pero proporciones inusitadas de alumnos continúan dejando la escuela sin ni siquiera saber leer y escribir correctamente en su propio idioma […] la llamada crisis del aprendizaje es la brecha creciente entre años de escolarización y el aprendizaje que realmente consiguen los estudiantes en esos años.»

Se anhela que sea extensible a todo El Mundo, sin embargo,  por ejemplo, la OCDE, señala algo que yo pongo entre comillas, porque también es una paradoja, que menciona “un aumento de democratización en el acceso a la escuela”, se generaliza prácticamente, aunque todavía nos haya recordado ayer mismo la UNESCO que estamos lejos de los Objetivos de Desarrollo para 2030, sigue habiendo 250000000 de niños que no van a la escuela. Y que, si queremos alcanzar los objetivos que nos hemos planteado en educación primaria, necesitaríamos acelerar muchísimo la escolarización y la finalización de esas etapas. Pero, bueno, podríamos decir que hay una mejora clara con respecto a hace 40 años, sin embargo, también vivimos una crisis de aprendizaje, donde parece que hay una brecha entre los años que pasamos en la escuela y los aprendizajes que tenemos o que queremos tener y que no llegamos a obtener, vemos como muchos chicos y chicas salen de la escuela sin las competencias mínimas para poder seguir desarrollándose a lo largo de su vida.

Otra paradoja u otro desafío podría ser esta sensación de insatisfacción  que viven los estudiantes, que viven las familias, pero que también vivimos los docentes. Este malestar que atraviesa tanto al docente como al discente, un malestar que crea en unos estudiantes y docentes, desenganche, desmotivación, un desenganche, una desmotivación que genera unas tasas de malestar en los últimos años, sobre todo, después de la pandemia, relacionados con la depresión y problemas psicológicos bastante fuertes en la escuela, tanto en estudiantes como en docentes, y una sensación  vivida por todos. Y también esa sensación de que la escuela no es un sitio donde se les escuche a los estudiantes, porque su voz no es tenida en cuenta.

De que lo que pasa en la escuela está muy desconectado de sus preocupaciones, de sus vidas, de sus intereses. Todo esto provoca algo que atraviesa todos los sistemas educativos y que para mí es uno de los desafíos, si lo miramos a nivel sistema, pero que tiene un impacto en el aula en lo que podríamos llamar el fracaso escolar, la no titulación, los no aprendizajes, abandonar tempranamente la escuela, el abandono escolar. Bueno, pues todo esto, es una bomba de explosión.

Que además tiene un punto de inflexión en la adolescencia, en la secundaria, que es cuando precisamente los chicos y las chicas están en un proceso de transformación de su identidad, de su autonomía, de sus relaciones, etc. Y Allí debemos preguntarnos, ¿qué ofrece la escuela en ese momento?, ¿qué les ofertamos?, o es acaso una escuela que no es capaz de atender precisamente a ese proceso de diferenciación, de construcción de la identidad diversa.

En todo el mundo tenemos una discusión sobre la formación docente para este periodo, porque   la formación docente es insuficiente en relación al nivel  secundaria prácticamente de todas partes, por muchas razones.

Es un momento bastante complejo que genera uno de los desafíos más importantes para enfrentar todo eso. Y no me voy a extender aquí, pero sí un poco señalar que, hemos intentado en casi todos los países en los últimos 30 años mejorar lo que pasa en las aulas, mejorar la educación, mejorar los aprendizajes a través de unos currículos muy cerrados, una burocracia muy alta, un control excesivo hacia los docentes.

En una generalización de las pruebas estandarizadas y de la estandarización de la educación. Hemos pensado que haciendo del proceso, un proceso más fabril, más industrial, las cosas iban a funcionar mejor. Bueno,  nada más alejado de la realidad.

Sobre todo por lo que hemos dicho al principio, que si algo es la escuela, es un lugar de posibilidades y  la escuela tiene sentido porque somos incompletos, diferentes, humanos, frágiles. Y por tanto difícil de estandarizar.

El resultado de estos años en muchos lugares, que también se añade a esta desmotivación, es una escuela muy regulada, una escuela muy burocrática, una escuela muy presionada por todos, sobrecargada clarísimamente de muchas responsabilidades, porque la responsabilizamos de todo y en el fondo, es una escuela evidentemente muy desmotivada. Cuando digo escuela, me refiero también a los docentes.

Porque es un poco esa mirada que piensa que todo es una cuestión de tocar la tecla oportuna, de suministrar mediante unas metodologías concretas, unos currículos concretos, unos estándares concretos y unos conocimientos, ya saldremos de ahí. Sin embargo, al final tenemos un sistema que ha acrecentado más las tasas de fracaso y abandono escolar, de repetición o como queramos decirlo.

Un desafío entonces, es superar el fracaso, el abandono y la  repetición escolar, que tiene que ver con muchas cosas y esto es una misión muy amplia, pero desde luego, tiene que ver con las políticas educativas, tiene que ver con la financiación, con los recursos que tienen nuestras escuelas, tiene que ver con cómo hacemos la provisión educativa, tiene que ver con el currículum que  nos mandan implementar, tiene que ver con muchas de estas cosas, pero también (y esto sí que es un llamamiento directo) con vosotros como maestras y como maestros, tiene que ver también mucho con las prácticas de los y las Docentes, con las metodologías, con la manera que tenemos de medir, de valorar, de evaluar, de relacionarnos con nuestros estudiantes, de acompañarles cuando tienen dificultades.

Bueno, tiene que ver con lo que pasa fuera del aula, pero también con lo que hacemos o dejamos de hacer dentro del aula de manera individual o colectiva.

El caso es que estos desafíos nos llevan a poder afirmar algo,  que garantizar  hoy el derecho a la educación, no es solo garantizar la escolarización, es también garantizar el derecho a aprender, que va más allá del acceso a la educación. Nos hemos quedado un poquito en esta idea, de hace unos años en la que nuestra preocupación era garantizar el acceso a la escuela y con eso, parecía que bastaba. Bueno, ya sabemos que no es suficiente, por esa crisis de aprendizaje, por ese estar, pero no estar, por esas cifras altas de personas que están, pero que abandonan, que tienen fracaso escolar, que no aprenden lo que tiene que aprender.

Tenemos que pasar de una idea del derecho solo a la escolarización, a garantizar un derecho al aprendizaje. El aprendizaje que muchos alcanzan, pero otros no, y ahí es donde está el quid de la cuestión.

Es decir, tenemos que garantizar que la escuela que tenemos no excluya a nadie, no deje fuera los casos especiales, los problemas de aprendizaje que están atravesados por los problemas sociales, los problemas económicos, las condiciones de vida, y esto es muy difícil, es un gran reto, porque implica ser capaz de acompañar a todas y todos los que están en esa escuela y este es el gran desafío que tenemos en todos los sistemas educativos en este mundo.

Porque hay un problema donde podríamos decir que, siempre ha habido buenas escuelas para unos pocos o buena educación para unos pocos y pocas, pero nosotros queremos que la buena educación sea para todos y todas, y ahí es donde empiezan las dificultades y la complejidad.

Todos estos desafíos dialogan con la cita inicial, con la idea de que la educación es un asunto complejo y esto todos lo sabemos, pero es importante remarcarlo porque no valen estas recetas de sentido común entre comillas, que muchas veces los políticos en los cafés, en la familia, cuando estamos conversando con la gente que no es del gremio se mencionan y se dice que  esto se soluciona de esta manera. Bueno, el sentido común no es suficiente para resolver algo complejo, no hay soluciones sencillas para resolver alguno de los desafíos que aquí se han planteado.

Desde mi punto de vista, estos desafíos por su complejidad, deberían requerir distintas respuestas, a distintos niveles de aula, de metodología, de evaluación, de currículum, de financiación, de liderazgo, de trabajo en equipo, de gestión escolar.

Pero hay una cosa que está en la base, y es con la que empecé, que hay un problema en los últimos años de entender cuál es el sentido de la escuela. Por eso al principio decía, quiero invitarlos a pensar la escuela, a pensar ¿qué es la escuela?, porque creo que si tenemos un poquito más claro ese sentido de la escuela hoy, el sentido de la escuela en nuestro contexto, podremos atender las problemáticas, pero si no tenemos claro el sentido de la escuela, el sentido de lo que hacemos y de por qué estamos en la escuela, no se van a resolver nunca esos desafíos, estos que tienen, insisto, muchas variables, necesitan que nos planteemos seriamente el sentido de la escuela hoy.

La escuela debería ser un lugar donde los jóvenes negociasen significados y produjeran sentido a lo que les pasa, o sea, la escuela es un lugar para dar sentido a lo que me pasa como adolescente o como joven, como alguien que es incompleto, que está formándose.

En la escuela debería ser el lugar que potenciase ese deseo, aprender a lo largo de la vida. Y sin embargo, ¿qué ocurre muchas veces?, que para muchos adolescentes  es un lugar carente de sentido y que para muchos adolescentes lo que genera no es amor hacia el aprendizaje, sino desafección hacia el aprendizaje.

Hay un estudio muy interesante de las sociólogas Aina Tarabini y Marta Curran (2015), que han entrevistado a los adolescentes, donde llegan a estas conclusiones, muchos jóvenes de los entrevistados por ellas son muy críticos con los institutos, con las escuelas, critican los contenidos, critican la metodología, critican en el fondo la utilidad de la institución, la consideran una pérdida de tiempo. Bueno, esto nos tiene que hacer pensar en ¿cuál es el sentido de la escuela hoy? como adultos, como adolescentes y como jóvenes.

Esta falta de sentido, yo creo, que se ha ido incrementando en las últimas dos o tres décadas, que es justo cuando en el Mundo a nivel global, se ha ido incrementando más control, tratando de hacer de la escuela un lugar sin riesgo, un lugar más burocrático.

Una escuela acelerada,  una escuela que quería correr por cumplir los objetivos curriculares, por ejemplo, o una escuela que solo buscaba la utilidad, como si el fin de la educación solo fuese la utilidad, una escuela muy orientada a las credenciales, a los títulos. Bueno, esta falta de sentido, paradójicamente, se ha incrementado cuando hemos querido controlar más la escuela, y esto ocurre precisamente porque la educación no es solo aprendizaje, la educación no es solo unos resultados de aprendizaje, ni es solo unas habilidades prácticas para trabajar. La educación necesita siempre de un sentido.

Por tanto, necesitamos como maestros siempre hacer juicios, cuando estamos en el aula, cuando estamos educando, necesitamos todo el tiempo hacer juicios sobre ¿qué es lo educativamente deseable?, ¿cuáles son los fines que queremos lograr?

Solo cuando tenemos claro los fines que queremos conseguir con lo que estamos haciendo, entonces podemos tomar decisiones sobre qué metodología utilizar, qué proceso utilizar, qué contenidos poner en marcha, qué manera de evaluar. Pero antes tenemos que tener claro cuáles son esos fines y esto es una discusión que tenemos que tener a nivel aula, pero también a nivel escuela, pero también a nivel sistema.

Ese deseo de hacer de la educación algo sólido, algo predecible, algo libre de riesgos que ha caracterizado las políticas educativas mundiales, más o menos en los últimos 30 años, en el fondo está negado.

Porque la educación siempre trabaja con seres humanos y no con objetos inanimados que podemos estandarizar, y no podemos tratar a las personas como si fuesen objetos. Como dice Philipe Meirieu:  “no querer convertir la educación en algo medible, siempre objetivo, seguro, que no falla”. Es entender que no todo sale exacto y, esto lo hemos experimentado todos y todas, cuando preparamos una clase y las cosas no funcionan como lo hemos planificado, porque precisamente lo que tenemos enfrente son seres humanos con sus problemas que son distintos cada día y eso es lo que hace que la educación siempre sea difícil y compleja, porque educar al final siempre es tomar decisiones, tomar partido por algo, tomar partido por los valores que queremos en  cada aula.

Por tanto,  educar siempre conlleva un riesgo. Un riesgo que no se combate solo con evidencia científica, que no se combate solo diciendo que tenemos que esforzarnos más como docentes o que se tienen que esforzar más los estudiantes, ni se combate solo con más motivación, porque es un riesgo que es intrínseco a la propia educación y que tiene que ver con esta idea de que no estamos trabajando con objetos que se puedan moldear, sino con seres humanos que son seres de acción y de responsabilidad, y esto hace que muchos de los desafíos que tenemos sean especialmente complejos de  llevar adelante.

La escuela también debe ser un lugar  donde se  aprenda a prestar atención,  prestar atención a lo que nos pasa y a lo que le pasa a los otros, es decir,  cultivar una mirada atenta, pues la escuela es un dispositivo atencional. Y el tiempo que estamos en la escuela, el tiempo escolar, es un tiempo para prestar atención al mundo y prestar atención al mundo, es cuidar del mundo, cuidarnos, darnos tiempo, demorarnos en las personas y si aceptamos esto, bueno, pues nuestra labor sería algo en lo que podríamos caracterizarnos como maestros y maestras de la atención y todo nuestro trabajo sería nuestra capacidad para dirigir la atención, sostener la atención.

Para hacer al final de la escuela un lugar que no sea solo un lugar para el aprendizaje, una Comunidad de aprendizaje, que lo debe ser, desde luego, pero también una Comunidad de atención y de cuidados. Esto es muy importante, lo vivimos muy claro después de la pandemia, con esa otra pandemia afectiva que nos está tocando a todos.

Entonces, en primer lugar, para afrontar esos retos, esos desafíos, necesitaríamos darnos tiempo. Necesitamos una escuela que vaya un poco a contratiempo del mundo acelerado en el que vivimos, una escuela que sea un espacio de deshacer la desaceleración que nos permita precisamente reflexionar y pensar a todos, también a los estudiantes.

Necesitamos una escuela que vaya más allá de la cualificación, que no quede solo en dar conocimientos y capacidades y que tampoco se quede en socializarnos, que es muy importante, sino que también nos ayude a formarnos como personas y como sujetos autónomos.

Necesitamos una escuela que nos ayude a empoderarnos y que nos de capacidades, pero también que nos emancipe, que nos haga sujetos, insisto, autónomos e independientes, sujetos capaces de entender que no vivimos solos en El Mundo. Sino que nos ayude a pensar que  vivimos con otros.

Por tanto, estas serían las bases sobre las que tendríamos que afrontar los desafíos de la escuela pública, en el sentido de que sea para todas y todos, que sea integradora, que combata la segregación, que combata las desigualdades que tenemos en nuestra sociedad, y esto es fácil de decir, pero dificilísimo de hacer, porque requeriremos además, de pactos políticos.

Porque implica que todos anhelemos una escuela que sea respetuosa, que no deje a nadie atrás, por tanto que sea respetuosa con los ritmos de aprendizajes de las personas, que responda a los intereses de los estudiantes, pero al mismo tiempo que no abandone la pretensión de interesarles, de dirigir su mirada y su atención hacia otras cosas.

Una escuela que nos dé las palabras para entender el mundo y por tanto que trabaje unos aprendizajes esenciales, sensibles a lo que nos está pasando justamente a todos, que no deje a nadie atrás, que no sean solo unos aprendizajes tradicionales, hegemónicos, sino también de los grupos que están normalmente marginados, pero también de las materias que son importantes hoy, pienso por ejemplo en la tecnología.

Por tanto, una escuela que nos ayude a dar sentido, que ayude a los jóvenes a dar sentido a lo que les pasa. Y en eso tiene que ver mucho con el currículum y tenemos que entender que el currículum, claro, es un lugar de lucha y de poder, pero también es un lugar de oportunidades educativas, o sea, en el currículum tenemos nuestra historia, nuestros valores, pero también en el currículum tienen que estar nuestros futuros comunes y posibles, y esos tienen que ver con un planeta distinto, con unas relaciones de género distintas, con unas relaciones tecnológicas diferentes, con unas relaciones entre las personas diferentes. Y todo eso tiene que estar en el currículum, que el currículum no es solo la historia, ni el pasado, sino también insisto los futuros comunes.

Además del currículum, deberíamos pensar ¿qué metodologías son las más apropiadas? ¿Qué estrategias de enseñanza?, ¿qué estrategias de evaluación?, ¿cómo me organizo?, ¿cómo  fomento la participación?, ¿cómo fomento la participación de los jóvenes?, ¿cómo escucho su voz?,  ¿cómo les involucró en las decisiones de lo que hay adentro y también cómo escucho lo que está afuera?, porque como decíamos al principio, la escuela es también todo lo que está alrededor, es también lo que ocurre fuera del aula y fuera de la escuela. No podemos seguir (desde luego en una sociedad  como la actual, totalmente digital) pensando que lo que ocurre fuera, en la vida de los chicos y lo que ocurre dentro son espacios distintos.

 Vivimos en un ecosistema digital que nos obliga a repensar ¿qué pasa con sus vidas en términos de aprendizaje, cuando salen de la escuela?, ¿dónde aprenden?, ¿con qué aprenden?, ¿cómo se mueven?, ¿qué les interesa?, ¿cómo personalizan su aprendizaje?, ¿en qué lugares están aprendiendo todo eso que antes podíamos un poco dejar fuera porque no era algo que trascendiera dentro del aula? Por tanto, hoy es necesario incorporarlo a la escuela.

Por ende,  atender esos desafíos tiene que ver también con cómo pensamos la escuela en los contextos de vida por los que transitan las personas que están en ella y, esto tampoco es fácil, pero es importante.

Y tenemos que hacerlo sin  derribar la escuela, sino reinterpretándola, es decir, que hay cosas de la escuela que son importantes, por ejemplo, la escuela griega era aquel lugar que  daba el tiempo y el espacio desvinculado de la familia, del mercado y del trabajo, a algo más centrado en la protección. Entonces,  necesitamos una escuela que sea una pequeña frontera que dé un espacio de protección, con un tiempo más calmado.

Que nos permita demorarnos en lo que nos pasa, pero al mismo tiempo no podemos permitirnos el lujo de tener una escuela totalmente cerrada. Sino, necesitamos una frontera que sea una frontera más móvil, más abierta. Y como decía Marina Garcés: “educar es dar herramientas para leer el propio tiempo y ponerlo en relación con los que ya han sido y con los que están por venir, para vivir el presente”, pero dialogando con el pasado y con el futuro, es dar herramientas precisamente para comprender que el futuro no es inexorable sino problemático. Sujetos, sueños, utopías, esperanzas y posibilidades, que es lo que hace que la escuela tenga sentido ayer y hoy.

Por tanto,  tenemos que preguntarnos siempre ¿cómo educar?, ¿cómo educar a los que tenemos con nosotros y nosotras en un momento concreto de la vida? Bueno, muchísimas gracias.

Luis Bonilla- Muchísimas gracias, querido Carlos magro.

  • Decías que la escuela tiene que ser un espacio feliz. Yo fui maestro de primaria, 18 años, 8 años de primer grado. Y uno de los grandes temas que suele decirse en la escuela por docentes, por autoridades educativas, y en los grandes medios es que los jóvenes no están leyendo. Pero cuando yo visito las librerías, (y lo hago de manera asidua), veo que a veces la mitad o más de la mitad de quienes están comprando libros son jóvenes y niños, y entonces me les acerco y les pregunto ¿qué van a leer? ¿una novela de historia fantasiosa o algo de ciencia amena?, y les pregunto, ¿pueden llevar ese libro a la escuela? y me dicen:
  • “No, eso es para leerlo en la casa”.
  • Entonces, ¿qué libros les ponen a leer en la escuela?

Y por lo general me dicen: – “son muy aburridos, no me gustan, pero lo leo porque es una tarea que me colocan.»

Tiene que ver quizás con mucho de eso, que tú decías ¿cómo recuperamos una escuela que se conecte con la realidad?

(Continúa Luis Bonilla), A veces los maestros queremos que los jóvenes y los niños lean las cosas que nosotros leemos. Y tal vez sea bueno que lo hagan en algún momento, pero quizá el esfuerzo pedagógico es ir a sus lecturas, a lo que están leyendo, a lo que los anima para poder fomentar la lectura, que es hoy una gran preocupación, sobre todo,  la lectura comprensiva, porque además ahora la tecnología crea otras posibilidades cuando están forzados a leer determinado libro, ahora hay herramientas como ChatGPT, que hacen un resumen en un momento y entonces el muchacho puede engañar al docente, que quiere además dejarse engañar con una buena tarea, para que todos cumplan con una especie de cumplo y miento cumplimiento, y no de cumplimiento real.

Esto hace que la escuela también esté en crisis y sobre todo,  para quienes defendemos como tú y yo la escuela pública presencial, esto es terrible porque la única forma de salir de ese atolladero es volver a hacer la escuela más conectada con la realidad. ¿Qué piensas respecto a la lectura?, que es hoy titular, cuando se habla de la escuela en Francia, en Inglaterra, en Estados Unidos, en Panamá, en Brasil, en Venezuela, están hablando de la lectura como un gran problema del sistema escolar.

Carlos Magro- Sí, bueno, no soy un especialista, pero sí alguien muy interesado en el tema de la lectura y de la lectura en la escuela. Lo que describes es realidad, y tiene que ver con muchas cosas, pero, la escuela debería ser el lugar en este caso que fomentase no solo el amor al aprendizaje, sino el amor a la lectura, que fomentase lectores. Y muchas veces lo que ocurre es que lo que generamos es todo lo contrario. Es a fuerza de imponer una serie de lecturas que están en una especie de canon clásico que no queremos abandonar sin más mediación. Lo que generamos son adolescentes que no quieren volver a leer, y que ya no leen.

Cuando leen, porque les obligamos, lo pasan por el ChatGPT y se acabó. Esto es una desgracia y esto se vive efectivamente en todos los países. Aquí en España, por ejemplo, hemos pasado muchos debates este verano, y uno de ellos tenía que ver con la lectura en secundaria, sobre si tenían que leer a los clásicos como es El Lazarillo de Tormes o don Juan Manuel y la literatura medieval en chicos de 13 ó 14 años, porque así está aparentemente establecido. Tradicionalmente hay una lista de lecturas y evidentemente que todos queremos que los chicos puedan conocer ese patrimonio, puedan disfrutar de ese patrimonio de la lengua castellana, puedan disfrutar en algún momento de su vida, de la lectura por supuesto del Quijote, pero tenemos que preguntarnos ¿cómo tenemos que hacer esto?, y los especialistas en lectura saben que la mediación es fundamental, y que mediar entre el texto y el lector en estas edades es fundamental para dar contexto, para explicar, para acercar la literatura, para acercar esos textos complejos a los chicos, y que lo que no podemos hacer en ningún caso es imponerles las lecturas o dejarles solos con esas lecturas, que es lo que muchas veces ocurre.

Entonces, esto tiene que ver con esta idea de ¿cómo nos acercamos a su mundo?, ¿cómo somos capaces de dar respuesta a sus intereses?, en este caso de lectura, porque tienen intereses en lectura, pero al mismo tiempo somos capaces de provocarles interés por otras cosas. Y esa es la labor del maestro constantemente, es decir, ¿cómo retomo sus lecturas para desde ahí abrirles posibilidades que les conecte con otras lecturas, con otros mundos literarios?

Esa es una labor fundamental del maestro que no podemos esperar que suceda simplemente porque les obligamos a leer un texto solos en casa y luego que nos hagan un resumen, no, esto va  en contra de cualquier proceso realmente educativo en el ámbito de lectura.

Yo estoy muy a favor, por ejemplo, de la lectura de los clásicos, pero una lectura acompañada, una lectura en voz alta, una lectura en el aula, todos juntos, en la que la maestra y el maestro acompañan, pero no la lectura en soledad de manera obligada, porque eso va a generar probablemente todo lo contrario.

Sin embargo, hay grandes libros de literatura juvenil muy interesantes en estos momentos que los chicos y las chicas están leyendo, que merecen también estar en los centros educativos y en las aulas. Los docentes debemos hacer el esfuerzo por  incorporarlos, por seleccionar lo mejor de eso, para poder ofrecérselo en y por acompañarles y guiarles.

Yo creo que la mediación en la lectura, la guía en la lectura, el acompañamiento, la recomendación es fundamental, y esa es la labor de una maestra, un maestro que lo que quiere es fomentar el amor por la lectura.

Desde luego, la imposición de las cosas, se han hecho así, por mucho tiempo, pero probablemente tengamos que darle una vuelta.

Luis Bonilla- Qué bien, Incluso hay clubes de muchachos, por ejemplo, que leen Harry Potter colectivamente, la idea de no leer solos. Sin embargo, no logramos en la escuela motivar a esos clubes para leer El Lazarillo de Tormes. Yo comparto contigo que hay que ver cómo diseñar una estrategia, pero eso es parte de acercarse a ver ¿cómo están leyendo los jóvenes? y contrario al estereotipo, ya están construyendo mecanismos como el que tú señalas de lectura colectiva, quizás somos los mayores quienes tenemos otra forma de aproximarnos.

Carlos Magro-  Sin embargo, es uno de los territorios en los que más se ha avanzado, hay gente que ha hecho cosas de lo más interesantes de mediación en la lectura, con relato gráfico de ella, de la lectura multimodal, de la lectura con distintos soportes, es decir, hay mucha experiencia en ese ámbito, del cual podría aprender mucho la escuela, observando qué se ha hecho desde las bibliotecas, desde los colectivos juveniles para mediar y fomentar realmente lo que queremos, que es, fomentar la lectura y la comprensión de los textos.

Luis Bonilla – Yo creo que esto es muy importante,  una escuela que aprende y una escuela que genera curiosidad. Yo nací en 1962 y recuerdo que la escuela para mí era un sitio donde llegaba para entender muchas de las cosas que habían en casa, provengo de una familia trabajadora donde no habían muchos cachivaches, pero hoy que mi hijo es adolescente, y que le gusta poco ir a la escuela, tiene un buen rendimiento académico, pero le gusta ir poco, y un día conversando le preguntaba, pero ¿por qué no te gusta ir? Y me decía:

“Es que en la escuela no me enseña a entender nada, ni siquiera de lo que hay en la casa. No me enseña cómo funciona la consola de videojuegos, no me enseña cómo funciona la nevera, no me enseña cómo funciona el televisor, cómo funciona el celular”.

(Continua Luis Bonilla): – Yo creo que es un problema también de cómo lo que enseñamos está conectado al presente. La escuela tiene que  actualizarse mucho más rápido de lo que lo hace, es un esfuerzo enorme. Los maestros lo hacen, pero lo que tú decías, a veces la cosificación curricular no le da la suficiente libertad al docente para poder trabajar otros temas que son de actualidad y a veces el currículo está muy obsoleto, habla de un mundo que ya está desfasado porque la  aceleración de la innovación ya no es de 40 años, sino de ciclos de 3 a 5 años, y las reformas curriculares suelen ser de cada 10 años. Eso significa un envejecimiento del currículum muy rápido. Y también, ese es un problema de cómo la escuela vuelve a despertar la curiosidad y se conecta a los temas concretos de los muchachos. No sé ¿qué piensas de eso?

Carlos Magro – bueno, yo creo que una frase definitiva que mencioné de forma rápida al principio, es que, “tenemos que ser capaces de responder a sus intereses.” Esos son los intereses, por ejemplo, de tu hijo. Él tiene interés en cosas, quiere entender cosas, quiere entender cosas que le pasan o que están a su alrededor. Hay que ser capaces de responder a sus intereses, pero sin abandonar la pretensión de interesarles por otras cosas. Y eso sería el currículum más tradicional, probablemente las disciplinas, las cosas a lo mejor menos útiles, porque la escuela no es solamente un lugar para lo útil, también es un lugar para aquello que es inútil. En el fondo El Lazarillo de Tormes, probablemente sea inútil, no nos va a hacer la vida más fácil, ni mejor, ni nos va a convertir en mejores personas. Sin embargo, si nos va a ayudar a pensar de otra manera, si nos va a ayudar a entender otras cosas, si nos va a dar una manera de entender El Mundo.

Es decir, la escuela es un lugar que tiene que ser capaz de combinar estas dos cosas. La pretensión de interesarles por cosas, abrirles ventanas que no están en su mundo y ser capaces también de responder a sus intereses, porque si solo respondemos a su mundo, es un poco limitado. Lo que le pasa a la escuela muchas veces es que niega la primera, o sea, no quiere responder a los intereses de los estudiantes porque son banales, no son suficientemente académicos, no están en los libros de texto, y considera a esto una cosa irrelevante, negándole  la importancia a lo que ellos sí le dan, y esto es un pecado original.

Y, Sin embargo, ponemos todo el peso en lo otro y no somos capaces de conectar esos dos mundos, de conectar El Lazarillo de Tormes con su vida actual, con lo que les pasa, con lo que les está pasando en la calle, en cómo se relacionan con los otros, ¿qué aprendizajes me da El Lazarillo de Tormes para relacionarme con mis compañeros, con mis amigos en la calle de otra manera, o en la vida para entender mejor lo que nos pasa? Porque los grandes clásicos, por ejemplo, lo que tienen cuando los lees es la capacidad de interpelarte 2000 años después, una odisea te interpela 2000 años después, un Quijote te interpela 500 años después, porque por eso es un clásico, pero eso la escuela no termina de digerirlo bien. Lo que tú dices es fundamental, «responder a sus intereses», al tiempo que les abrimos otras ventanas porque solo la escuela se las va a abrir.

Luis Bonilla – Se abrieron muchas ventanas de curiosidad sobre los desafíos. Este material permite luego replicarlo, discutirlo con colectivos docentes, colectivos de educación popular. Hay muchas cosas que las dijiste rápidamente, pero que es necesario luego hacer discusiones de cada una de ellas y abriste la ventana, la ventana de eso que tú señalabas. Nos abriste muchas ventanas para poder sintonizar con una parte importante de los debates y los desafíos de la educación hoy.

Esta Charla se encuentra disponible en video, pueden acceder a través del siguiente enlace:

https://www.youtube.com/live/pXEtuHmS8WM?si=l-jTtCKpyyNtR7S9

*Colaboración de Fernando David García Culebro, investigador y editor del CII-OVE.

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CII-OVE: Homenaje al nacimiento del maestro brasileño Paulo Freire. Les compartimos tres libros en(PDF)

Luz Palomino/CII-OVE/Periodista 

La educación es un pilar fundamental en el desarrollo de sociedades y la formación de individuos. A lo largo de la historia, han surgido pedagogos notables que han contribuido significativamente a la teoría y la práctica educativa. Uno de los nombres más influyentes en este campo es el de Paulo Freire, cuya pedagogía crítica ha dejado una huella perdurable en la educación a nivel mundial.

Hoy, 19 de septiembre, se cumplen 102 años del nacimiento en Recife, Brasil, del pedagogo y filósofo Paulo Freire, destacado defensor de la pedagogía crítica, conocido por su influyente trabajo “Pedagogía del oprimido”, que generalmente se considera uno de los textos fundamentales del movimiento de pedagogía crítica y su revolucionario método de enseñanza que introdujo a los analfabetos en la complejidad del conocimiento como primer paso para ensanchar el horizonte del mundo, recuperando la dignidad de la persona humana y construir la esperanza.

Freire proporcionó la autonomía como fundamento pedagógico en la escuela y su preocupación por los pobres, los desheredados de la cultura, los campesinos, que le ayudaría a forjar su perspectiva educativa para la alfabetización de adultos, cuyo principio básico era “la lectura del mundo precede a la lectura de la palabra”.

Es una figura central en la pedagogía crítica y su trabajo ha influido en generaciones de educador@s comprometid@s con la justicia social, la equidad y la transformación de la educación y la sociedad. La pedagogía crítica de Freire sigue siendo relevante en la actualidad como un enfoque pedagógico que busca empoderar a l@s estudiantes para que sean crític@s, reflexiv@s y agentes de cambio en el mundo actual.

Su técnica pedagógica propone que l@s maestr@s observen cuidadosamente el universo de sus estudiantes, se adapten a su propio vocabulario y los incentiven a “salir de la cultura del silencio” para reconocerse como protagonistas de su propia cultura. Paulo Freire basó su pedagogía en una liberación del individuo a través de la educación, teniendo en cuenta el contexto económico, social, cultural e histórico de cada estudiante. Su pensamiento pedagógico sigue vigente y se manifiesta cuando afirma que la educación “es un proceso de conocimiento, formación política, manifestación ética, búsqueda de belleza, capacitación científica, técnica y humana.

Freire es reconocido como uno de los pedagogos más influyentes de América Latina. Promocionó una educación humanista orientada a integrar al individuo a la realidad nacional. Es autor de numerosas obras, entre las cuales se destacan “La educación como práctica de la libertad”, “Educación y cambio”, “Pedagogía de la esperanza”, “Cartas a quien pretende enseñar”, “La educación como práctica de la libertad”, “La importancia del acto de leer”, “Hacia una pedagogía de la pregunta”, “Pedagogía del oprimido”. Esta última fue base de su propuesta educativa, definiendo a la educación como un proceso destinado a la liberación y el desarrollo de la conciencia crítica. “La gran tarea humanista e histórica de los oprimidos: liberarse a sí mismo y liberar a los opresores”. “Todo acto educativo es un acto político”. Una educación igualitaria, justa e inclusiva es el legado histórico, político, reflexivo y de gran compromiso social que nos deja Paulo Freire.

Freire nos recuerda que la educación no solo se trata de transmitir información, sino de liberar el potencial humano y capacitar a las personas para cambiar sus vidas y el mundo que las rodea. Su legado es un llamado a la acción y un recordatorio de la importancia de la educación como fuerza motriz de la transformación social y la emancipación.

Les compartimos 3 libros que pueden descargar gratuitamente:

  • Pedagogía del Oprimido: Es una obra fundamental escrita por el pedagogo brasileño Paulo Freire y publicada en 1970. Este libro es un texto seminal en el campo de la educación y la pedagogía crítica. Descárgalo aquí: FreirePedagogiadelOprimido
  • Pedagogía de la Esperanza: Es una continuación de las ideas de Paulo Freire sobre la educación liberadora y la importancia de la esperanza en la lucha contra la opresión y la búsqueda de un mundo más justo. Freire aboga por una educación que empodere a las personas, fomente la reflexión crítica y promueva la acción transformadora, todo en el contexto de una pedagogía basada en la esperanza. Descárgalo aquí: Pedagogía de la esperanza
  • Educación como Práctica de la Libertad: Es una obra donde propone una forma de educación que empodera a las personas, fomenta la conciencia crítica y promueve la acción transformadora en la búsqueda de la libertad y la justicia social. Descárgalo aquí: La-Educación-como-Práctica-de-la-Libertad
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Boletín #5 Educación popular y pedagogías críticas en América Latina y el Caribe. (PDF)

Grupo de Trabajo CLACSO Educación popular y pedagogías críticas
Boletín Educación popular y pedagogías críticas en América Latina y el Caribe
Año 4 – Número #5 Tensiones y posibilidades de la educación popular y las pedagogías críticas en el escenario latinoamericano actual
Agosto 2023

ÍNDICE

  1. La educación popular y las pedagogías críticas en la construcción de proyectos
    que pongan la centralidad en la vida

    María Mercedes Palumbo
    Fernando Santana
    Victor Díaz Esteves
  2. El Estado y lo alternativo en educación. Conversaciones con Massimo Modonessi
    Massimo Modonessi
    María Rosa Goldar
    Natalia Baraldo
    Stephany Hernández Mahecha
    María Mercedes Palumbo
  3. “Estamos en tiempos de reinventar la emancipación y por eso, hay que reinventar las educaciones populares”. Entrevista a Marco Raúl Mejía
    Marco Raúl Mejía
    Piedad Ortega
    Anahí Guelman
    Fernando Santana
  4. Pensamiento accional y prácticas agrietadas en defensa de la vida. Entrevista a Catherine Walsh
    Catherine Walsh
    Bruno Hennig
    Andrea Zilbersztain
    Ixkik’ Chajal Siwan /Alicia Herrera
    Victor Díaz Esteves

Desacrgalo aquí: Educacion-popular-N5

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La educación en México, desde que surgió hace 200 años, ha estado al servicio de la clase dominante capitalista

Por: Pedro Echeverría V.

1. El problema de la educación en México y en el mundo no es primariamente un asunto de técnica de enseñanza, de pedagogía, de computadoras, enciclomedias, disciplina o de hacer que los profesores cumplan. Esas son boberías con las que nos quieren engañar. El problema de la educación ha sido siempre de política educativa, es decir, hacia dónde se dirige el proceso educativo y para conseguir qué; qué tipo de profesionistas o de técnicos queremos formar y para qué; cuánto interés y qué presupuesto debe dedicarse a la educación en función de su importancia; cómo debemos preparar o capacitar a los profesores para que se orienten hacia lo que se necesita. Para trazar la política educativa se tiene que tomar en cuenta el rumbo económico, político, cultural del país y muchos problemas aún no resueltos: ¿Cómo educar a los hijos de padres desempleados y explotados, que no les alcanza para alimentarlos ni para darles una vida sana?

2. Si antes de los años cincuenta del pasado siglo la educación se centró en el campo y su orientación fue para la vida rural, a partir de esa década la política educativa se dirigió a la vida urbana (abandonando el campo) para hacer crecer las ciudades y la industria. Aún siguió controlada la educación por el Estado que apoyaba la educación pública; pero a partir de 1982 la orientación educativa cambió radicalmente en beneficio de la educación privada y de los poderosos empresarios. Hoy, para los amos del capital, la educación debe estar al servicio de la producción, debe servir para crear riquezas para los capitalistas dueños de México. Todas aquellas profesiones, escuelas y asignaturas que ayudaban a humanizar, a entender los problemas sociales, a pensar en la solidaridad y a hacer a un lado los intereses privados, ya no cuentan en el sistema educativo. Hoy la educación es un negocio capitalista y forma a las personas para enfrentarse unas a otras en la competencia desigual.

3. Ante esa política empresarial impuesta en educación desde hace muchas décadas, los profesores sólo han sido “correas de transmisión” de los proyectos educativos de la clase dominante. Si buscáramos culpables, los profesores sólo serían irresponsables por acomodarse por miedo e inconciencia a las órdenes de la autoridad y por no luchar para que el pueblo tenga una mejor educación. Aunque también por aprovecharse de la corrupción institucionalizada arriba para ser parte del “río revuelto”. Pero los profesores saben que si les pagan poco (comparando sus salarios con los de otros profesores, de políticos y funcionarios) pues deben trabajar poco; y si observan corrupción en todos los niveles de gobierno, de la dirigencia sindical y de la SEP, entonces ellos tienen que ser corruptos. Aunque debe reconocerse que no todos los profesores son corruptos porque hay un buen porcentaje que lucha en las escuelas y en las calles para cambiar de raíz.

4. El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) cuenta con más de millón y medio de afiliados, pero desde que surgió en 1943 ha servido a los intereses del gobierno y del PRI. Estaría de más decir que negocia todo con el gobierno en turno porque ha sido siempre una organización corporativa controlada por un millar de dirigentes vendidos al gobierno y al capital (dirigentes charros o lacallos) En su interior surgió una oposición fuerte de izquierda en 1979 (La coordinadora, CNTE) que agrupa a más de la quinta parte de los asociados, pero parece estar estancada a pesar de sus masivas y heroicas batallas. A partir de 1982, los dirigentes charros se montaron en la ola de la “reforma educativa” y fortalecieron al caciquismo sindical que desde 1989 manipula a los profesores del SNTE. Este sindicato negocia todo con la SEP y ambos organismos han destruido parte de la educación.

5. La educación en México (de acuerdo a informes internacionales) no solo ocupa los últimos lugares en lectura, escritura, matemáticas y ciencias, también (y es lo más importante) se ubica en los últimos escalones en el porcentaje de inversión que se destina al presupuesto educativo, en producción de profesionistas y de investigadores. Bastaría con mirar algunos números en inversión en educación general, inversión universitaria e investigación para ver que nuestro cuatro o cuatro y medio por ciento en educación apenas es la mitad o la tercera parte de lo que invierten otros países. Si viajara al extranjero no solo no presumiría que ser universitario sino que me daría vergüenza decir que estudié en México. Mejor diría que soy autodidacta y que mi preparación viene de 60 años de lecturas y práctica social, como los Arreola, Revueltas y miles de escritores que piensan que la educación mexicana sólo sirve para conseguir títulos y trabajo.

6. Pero al parecer en educación todo se ha dicho hasta la saciedad. Se han hecho mil y una propuestas en grandes reuniones y consultas de campaña. El problema fundamental es cómo organizarnos los profesores independientes para derrotar a la dirigencia sindical traidora en la lucha de masas. Porque no se trata simplemente de quitar a unos dirigentes para poner a otros, aunque fueran de diferente color o signo; lo importante es que la mayoría de los profesores del país acaben con su dirigencia espuria al mismo tiempo en que intervienen en el cambio estructural del sistema capitalista. Esa transformación, aunque suene a maximalista y utópica, es la única que puede hacer que la educación cambie en serio. Lo demás, si no se cambien leyes constitucionales, será puro engaño. “Cambiar todo” en apariencia para que todo siga igual. Por ello nuestras luchas deben ser desde la raíz.

Blog del autor: http://pedroecheverriav.wordpress.com

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Lourdes Manrique: La educación Popular como alternativa ante el fenómeno del Neoliberalismo y la globalización

Desde el último cuarto del siglo XX una serie de transformaciones económicas, políticas y culturales agrupadas bajo el término globalización, habían ido adquiriendo un progresivo protagonismo en el conjunto de la sociedad. En nombre de la globalización se someten cada vez más espacios a la lógica mercantilista del beneficio económico, se privatizan empresas públicas y servicios sociales, se recortan los presupuestos del Estado de Bienestar, se exalta al consumidor en detrimento del ciudadano. La invocación a la globalización en el campo educativo hace que se impongan unos modelos dirigidos a satisfacer las necesidades del mercado. El conocimiento, la educación y la cultura funcionan, en la lógica del sistema globalizado, como mercancías. Para unos pocos, la globalización ha generado un escenario ideal , aumentar su riqueza y poder; para la inmensa mayoría de la población del planeta, la globalización ha supuesto mayores grados de exclusión, pobreza y desigualdad y, a su vez, anuncia nuevos referentes desde los que se organiza la vida social. Enfocamos el término globalización en sentido amplio y en sentido restringido. Cuando nos referimos al sentido amplio de la globalización, estaríamos hablando del capitalismo mercantil, que tuvo su primer signo expansionista en el siglo XV al traspasar las fronteras europeas hacia América en busca de materias primas y nuevos mercados. Si hablamos de la globalización en sentido restringido estaríamos hablando de la última etapa del capitalismo, pero también de la última fase del imperialismo. La globalización en sentido restringido tiene sus inicios después de la caída del muro de Berlín. Esta globalización tiene una sustentación ideológica y se expresa en lo que Ignacio Ramonet y otros analistas han llamado “pensamiento único”. Según Ramonet , el pensamiento único tendería a ser universal y expresaría los intereses económicos del capital transnacional, de los mercados financieros, los cuales estarían orientando y determinando el movimiento general de la economía; la competencia y la competitividad, aspectos que estimulan y dinamizan las empresas, el librecambio, la división internacional de trabajo. (Ignacio Ramonet) Consideramos, igualmente como importante que tales condiciones generan unas reivindicaciones laborables ínfimas, mayor desempleo y exclusión de los ciudadanos de los beneficios sociales: salud, alimentación y vivienda.

La educación popular

Es el pueblo mayoritario, con su experiencia, saberes y disposición al cambio, desde sus luchas y prácticas sociales comunitarias, quien puede construir y darle contenido a la auténtica educación. Entre todos (maestros-participantes-comunidades) debemos construir una ética social y colectiva que rompa con la ética individualista impuesta desde el poder que nos domina desde hace quinientos años, imponiéndonos unos antivalores que no se corresponden con los valores de nuestros pueblos originarios, reproduciendo el egoísmo, el individualismo, la visión étnica, racista, inhumana y excluyente. La educación popular aparece como la única y verdadera educación para un desarrollo integral y solidario de nuestros pueblos, por cuanto nos permitirá superar toda forma de explotación y de dominio, y nos orientará en la construcción de una sociedad basada en el trabajo de todos y todas, sin amos y sin egoísmo.

Implica utilizar el pensamiento crítico en el análisis de nuestra sociedad, para desentrañar y conocer la realidad tal como es, para descubrir y desenmascarar a las minorías que esconden sus intereses y privilegios, y para comprender que la riqueza de la minoría no tiene otro origen que la explotación a las mayorías. La educación Liberadora lleva en su esencia la Pedagogía del Sentimiento, el crecimiento comunitario y compartido del conocimiento, donde el diálogo de saberes nos ayuda a construir una nueva ciudadanía, y nos permite convertir todos los espacios de nuestra vida cotidiana en lugares de auténtica educación, para el crecimiento solidario y socialista: el hogar, el trabajo, la escuela, la calle, las visitas a los vecinos, las iglesias y capillas, las asambleas y los Consejos Comunales, las fiestas y celebraciones. Debe integrar la cultura, la espiritualidad, la ciencia y la tecnología, abrir espacios para todos los saberes, donde se puedan construir y reconstruir imaginarios en búsqueda permanente de nuestra identidad mestiza, integrada por nuestras culturas indígenas originarias, mezcladas con las europeas y nuestros ancestros africanos. Estas verdades de relación dialéctica entre educación y lucha social, largamente teorizadas, han tomado vida y forma concreta como consecuencia de la emergencia revolucionaria que vive América Latina. Ser, conocer, hacer y convivir, se ponen en práctica, está trabajándose hacia la formación del hombre integral.

Fuente: https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/la-educacion-popular-como-alternativa-ante-el-fenomeno-del-neoliberalismo-y-la-globalizacion/

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El Caracol, Una Escuela De Guerreros Para Sobrevivir Las Calles

Por: Karla Guerrero, reportera; Carlos Acuña, mentoría / Corriente Alterna

El Caracol A. C. es una organización que brinda acompañamiento y atención a las poblaciones callejeras. Con casi tres décadas de trayectoria, se trata de una de las asociaciones con mayor presencia y trabajo en la capital.

Luis Enrique Hernández recuerda bien el aroma penetrante de la loción que usaba aquel hombre calvo y de bigote; el saco gris, la corbata, las cadenas y alhajas colgando de su cuello.

—¿Cuánto dinero quieres para quitar a esos chavos de esta zona? —le preguntó—. ¿Qué quieres para ti? ¿Una camioneta? ¿Unas casas de campaña?

Han pasado más de siete años. Hernández ya era, entonces, director de El Caracol, una asociación civil que desde 1994 brinda acompañamiento a niños, niñas, jóvenes, hombres, mujeres y personas con discapacidad que habitan en la calle.

Luis Enrique estaba distraído en las oficinas de la asociación, ubicadas a unas cinco cuadras de la estación del Metro Fray Servando de la Ciudad de México. Minutos antes preparaba materiales que debía presentar en unos días. Había sido invitado a España para explicar el trabajo que hacía El Caracol A. C., como parte de la Red Internacional de Trabajo de Calle Dynamo Internacional.

—Ese día había 45 personas en el comedor—recuerda—. Estaba lleno: educadoras, educadores, gente que vino a comer.  Cuando viene la población callejera es un escándalo, como una fiesta.

Ante la insistencia del sujeto misterioso, luego de explicar las actividades y objetivos de la organización, Luis Enrique le pidió que regresara en tres semanas, después de su viaje. Le invitó a buscar otro tipo de soluciones.

—En tres semanas te busco—respondió el hombre de saco gris—. Nada más te digo una cosa: no te arriesgues a que esos muchachitos amanezcan muertos.

Sólo entonces comprendió que habían ido a amenazarlo.

—Ahí sí sentí frío, frío, frío, frío. Salí atrás de él, tenía un coche Lincoln estacionado. Yo regresé pálido con la gente. “¿Vieron al señor que acaba de salir?”, “¿Cuál señor?”, me dijeron.

En medio de la fiesta, nadie lo había visto entrar ni salir. Afortunadamente, por puro instinto, Luis Enrique había grabado toda la conversación.

UN COLECTIVO INCÓMODO

De acuerdo con el Cuarto Informe de Gobierno de la Ciudad de México 2019-2022, la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social (Sibiso) identificó mil 108 personas viviendo en las calles de la capital en 2019. Un año después, la cifra llegó a mil 226 y en 2021 bajó a menos de mil. Las alcaldías Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Iztapalapa y Venustiano Carranza concentran a la mayoría de la población callejera.

Luis Enrique Hernández, el actual director de El Caracol A. C.
Luis Enrique Hernández, el actual director de El Caracol A.C. / Foto: Eunice Adorno

Pero en El Caracol A. C. dudan de estos números.

“Para contar a la población de calle hay metodologías específicas que este gobierno no quiere implementar”, cuenta Luis Enrique, y explica que un censo de esta naturaleza debería levantarse en un sólo día, con un equipo numeroso y mediante el apoyo de alcaldías, hospitales, cárceles y albergues.

Hablar de población callejera en México implica hablar del trabajo de El Caracol. La organización ha brindado acompañamiento a esta población en la capital del país desde hace casi 30 años. Su objetivo es generar procesos que le permitan a las personas sin casa reconocerse como ciudadanos e incidir en las políticas públicas que les permitan acceder a sus derechos.

Entre las actividades que realizan destaca el acompañamiento para que, quienes duermen en las calles, puedan tramitar sus registros de identidad: acta de nacimiento, credencial del INE, comprobantes de domicilio, etcétera. Pero, también, documentan violaciones a derechos humanos y asesoran para interponer las denuncias correspondientes.

Su base es la educación. Talleres y campañas para promover la participación y el trabajo directo con la población callejera, además de recuperar información para crear  diagnósticos rápidos sobre salud, identidad, violencia, salud sexual, consumo de substancias y otros temas.

Además, El Caracol A. C. realiza el conteo anual de muertes de población callejera (en 2022 registraron 87 en la Ciudad de México). A su metodología, que han perfeccionado a lo largo de los años, la han llamado: “Chiras Pelas Calacas Flacas”. A partir del juego de canicas los educadores crean espacios de confianza para que la población callejera pueda compartir recuerdos de sus compañeras y compañeros fallecidos durante el año.

El Caracol crea espacios de confianza para que la población callejera comparta recuerdos de sus compañeras y compañeros fallecidos durante el año
El Caracol A.C. crea espacios de confianza para que la población callejera comparta recuerdos de sus compañeras y compañeros fallecidos durante el año. / Foto: Archivo El Caracol

Toda esta labor les ha valido varios reconocimientos. En 2021, por ejemplo, recibieron el Premio Internacional Navarra a la Solidaridad, otorgado en España.

Pero su trabajo no siempre es bienvenido.

—Cuando tú defiendes derechos te enfrentas al Estado, porque esas estructuras son las que les discriminan y criminalizan —explica Luis Enrique—. No les gustamos, no nos dan recursos, no nos nombran, no nos toman en cuenta para decisiones de política pública. Somos incómodos.

“PINCHE BUÑUEL, ERA UN GENIO”

A sus 53 años, por momentos, Hernández parece todavía un niño. Hay ternura en sus gestos, en las palabras que usa para narrar su propia historia.

Era domingo en Ciudad Nezahualcóyotl y él estaba sentado junto a su familia. La abuela ya había encendido la hornilla y, como cada semana, Enrique sintonizó el Canal 2 para esperar a que iniciara Siempre en Domingo. No obstante, antes de iniciar el programa musical que Raúl Velasco condujo por casi 30 años en la televisión mexicana, en la pantalla apareció una película que le cambiaría la vida a Luis Enrique: Los Olvidados cinta de Luis Buñuel realizada en 1950.

—Esta imagen del Jaibo caminando sobre Eje Central, herido, un adolescente que acaba de salir de la correccional… es emblemática —dice ahora—. La película comienza con un texto que habla de la Ciudad de México como una ciudad moderna, cosmopolita, donde encontraremos siempre niños y jóvenes vagabundos. Y advierte que esto no cambiará hasta que el Estado reconozca su obligación de atender los derechos de estas personas. ¡Pinche Buñuel, era un genio! Él no criminalizó a esta población. O sea, tenía claro que era un tema de derechos.

Luis Enrique, director de El Caracol, insiste en que el término menos estigmatizante es “poblaciones callejeras”, antes que “población en situación de calle".
Luis Enrique insiste en que el término menos estigmatizante es “poblaciones callejeras”, antes que “población en situación de calle”. / Foto: Eunice Adorno

Con el tiempo, Luis Enrique conocería los estudios de Silvia Arrow, quien documentó cómo se criminalizaba a la vagancia en los años posteriores a la Revolución Mexicana, al grado de instaurar un Tribunal de Vagos. Luis Enrique también se enamoraría de la figura de Diógenes, el filósofo griego que renunció a los bienes terrenales para vivir en la calle, filosofando.

—Diógenes decía que un principio para encontrar el sentido de la vida era no tener nada. La película Nazarín, también de Buñuel, sigue el mismo principio. Siempre vamos a encontrar estos personajes en la historia y los adjetivos que les ponemos son “vagos, malvivientes, vagabundos, indigentes, pobres, viciosos, limosneros, pordioseros”.

El Caracol A. C. insiste en que el término menos estigmatizante para referirse a estas personas es “poblaciones callejeras”, antes que “población en situación de calle”. El primer término reconoce el carácter activo de la diversidad de personas que sobreviven en las calles, pues han generado una cultura y un sentimiento de pertenencia.

Luis Enrique no para de mencionar otras películas, documentos y artículos académicos que abordan el tema. Pero Los Olvidados fue el primer chispazo que lo llevó a convertirse en quien es hoy. Después de ver esa película solía soñar con el superpoder de lanzar rayos por los ojos para defender a los demás.

EL CARACOL A. C., UNA ESCUELA DE GUERREROS

Es necesario cazar las sombras: los rayos de sol son insoportables. Es martes.  Faltan veinte minutos para las cuatro de la tarde y en la Plaza de la Concepción, en el Centro Histórico, la gente duerme o platica en los rincones.

Elizabeth Valencia y Yahel Wagner, ataviadas con un chaleco rojo, cargan mesas y sillas plegables. Las colocan frente a un edificio viejo. Se alcanza a ver una mano diminuta salir de una ventana, agitándose: alguien se alegra de verlas.

Con motivo del Día Internacional de la Familia se les pregunta a las niñas y niños: “¿qué es la familia?”
Con motivo del Día Internacional de la Familia se les pregunta a las niñas y niños: “¿qué es la familia?”.  / Foto: Karla Guerrero

En menos de un minuto aparecen dos niños y una niña. Los tres son hermanos. Esta es La Escuela de las Mariposas: un proyecto de El Caracol que busca generar espacios de aprendizaje para las y los niños que habitan las calles o que provienen de ellas. No es el único; con programas como Chamany: salud física y mental para niñas, niños y adolescentes, brindan acceso a diagnósticos y prácticas de prevención.

Les niñes se sientan alrededor de la mesa. Un hombre, visiblemente intoxicado, se acerca.  Una de las chavas le ofrece preservativos y le pide respetar la actividad. Nadie se incomoda.

Los colores se despliegan sobre la mesa. Con motivo del Día Internacional de la Familia se les pregunta a las niñas y niños que se van acercando “¿qué es la familia?”.  “Amor, cuidado, unión…”.

La actividad es sencilla, pero genera un momento de euforia en torno a lo que significan para ellos sus familiares más cercanos.

—¿Cuándo volverán?

—¿Nos vemos la próxima semana?

El caracol es un animal que carga su casa a cuestas. Como muchas de las personas que viven cargando costales o diablitos para dormir en alguna jardinera o en alguna banqueta solitaria. Para Luis Enrique Hernández, el caracol también simboliza el juego. La forma en espiral del caparazón le hace pensar en el movimiento, pero también en el instrumento con el cual Quetzalcóatl, mediante su soplo divino, invocaba a los guerreros.

—El Caracol es eso —insiste—: una escuela de guerreros, de gente que lucha por su vida.

POLÍTICAS DE “LIMPIEZA SOCIAL”

Luis Enrique se unió a El Caracol poco después de que Juan Martín Pérez,  hoy director de la Red por los Derechos de la Infancia en México, fundara la asociación. Lo atrajo la posibilidad de colaborar con gente con quien compartiera gustos por películas como Perro Callejero (1980, protagonizada por Valentín Trujillo) y trovadores como Silvio Rodríguez o Pablo Milanés. Por aquellos años, las instituciones sólo brindaban atención a la población de calle mayor de 18 años y él creía que los niños y jóvenes también merecían ayuda.

Con el tiempo, El Caracol A. C. se convirtió en una de las organizaciones con mayor presencia en la capital. Su trabajo incluye el diálogo con entidades de gobierno e instancias internacionales para impulsar una agenda que promueva y garantice los derechos de las poblaciones callejeras. Han logrado que la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México emita siete recomendaciones en casos de discriminación, trata de personas, retiros forzados, deficiencia en servicios de salud, criminalización y nula eficacia ante la búsqueda de personas desaparecidas.

El Caracol A. C.: "Hay que reconocer que en la calle se va desarrollando un sentido de vida, aunque no nos guste".
El Caracol A. C.: “Hay que reconocer que en la calle se va desarrollando un sentido de vida, aunque no nos guste”. / Foto: Archivo El Caracol

En 2012 estuvieron en audiencia pública ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para presentar documentación en torno a 12 políticas públicas y programas gubernamentales de distintas ciudades de México con las cuales se promovía la “limpieza social” y la violencia institucional hacia los habitantes de la calle.

—La política pública no cambia, los niveles de pobreza en el país no cambian —se lamenta Luis Enrique—. Hay que reconocer que en la calle se va desarrollando un sentido de vida, aunque no nos guste. Hay un lenguaje y una serie de valores que les permiten sobrevivir, crear afectos, cariños y toda una identidad asociada al lugar donde estás. Ellos están arraigados a un territorio y, aunque la policía los violenta y los corre, ellos siempre regresan.

LA ÉTICA DEL CUIDADO EN EL CARACOL A. C.

El Caracol se precia de haber calificado a su equipo en estrategias de seguridad y de cuidado. Pero no fue hasta la pandemia de covid-19 cuando entendieron, a cabalidad, lo que esto significaba. En medio de la crisis sanitaria El Caracol asumió la misión de llevar información útil, además de insumos de prevención, a más de dos mil personas en las calles y brindar apoyo alimenticios a unas 50 familias.

Otros colectivos dedicados a atender poblaciones callejeras perdieron integrantes debido al contagio y, por eso, las brigadas de El Caracol eran las más visibles en aquellos días: ataviados con trajes sanitarios de color rojo que les protegían de cuerpo entero, los integrantes de El Caracol recorrían la ciudad documentando las agresiones contra la población de calle que, ante la emergencia sanitaria, se agudizaban.

Pero el riesgo de contagio era sólo uno de tantos.

—En la pandemia comenzábamos a las diez de la mañana y comíamos a la diez de la noche, porque no podíamos comer en la calle.Yo no me daba cuenta de los impactos emocionales que vivíamos todos.

A lo largo de su historia El Caracol ha recibido más de una amenaza y atravesado distintos incidentes que han puesto en riesgo su seguridad. Desde notas periodísticas que acusan a sus integrantes de hacer mal uso de los recursos que percibe la organización hasta personas que se instalan afuera de sus oficinas para tomar fotografías.

Este tipo de incidentes les ha hecho entender la complejidad de la calle y los distintos actores e intereses que se disputan el espacio.

Actualmente, más de un integrante de la organización asiste a terapia y recibe tratamiento psiquiátrico
Actualmente,  más de un integrante de El Caracol A. C. asiste a terapia y recibe tratamiento psiquiátrico. / Foto: Eunice Adorno

Por eso, hoy El Caracol cuenta con protección gubernamental. En un principio, a través de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). Después, con el Mecanismo de Protección Integral de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas.

Pero, luego de tres décadas de trabajo, Luis Enrique ha entendido que el peligro puede estar en todos lados.

—Estamos atendiendo casos de personas donde la esperanza de vida es corta —explica—, donde las violencias son brutales, donde las niñas y niños cuentan con pocas expectativas de futuro. El equipo vive una altisisisisisísima frustración. Hemos encontrado una organización que nos ha brindado contención y ha valorado nuestro trabajo: ha sido muy bonito sentir que alguien más nos valora y nos quiere. Que nos cuida.

Actualmente,  más de un integrante de El Caracol asiste a terapia y recibe tratamiento psiquiátrico por parte de Aluna Acompañamiento Psicosocial A. C., una organización compuesta por profesionales de la salud mental y derechos humanos que acompañan a otros colectivos y personas en contextos de violencia sociopolítica. Luis Enrique Hernández, director de El Caracol, hoy sabe que cuidar a los otros también puede enfermar, que no puede sobrepasar sus capacidades ni la de sus colaboradores; que, para cuidar a los otros, primero necesita cuidarse a sí mismo.

—Una vez la psicóloga me preguntó: “¿Tú qué le dirías a Quique de ocho años?”. Cuando era niño todo era adversidad. Me decían que nunca iba a estudiar, me decían que por el sobrepeso nunca iba a poder hacer nada, me decían que no iba a poder. Yo no estoy esperando que mi nombre sea escrito en letras de oro, yo sólo quiero estar tranquilo con lo que hice bien. Con eso.

Fuente de la información e imagen:  https://corrientealterna.unam.mx

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