Page 1 of 3
1 2 3

24 de enero día internacional de la educación: La importancia de recordar este día

Autores: Editores OVE.

24 de enero se celebra el día internacional de la educación con el fin de celebrar el papel que desempeña la educación en favor de la paz y del desarrollo y como un derecho humano fundamental que nos incluye a todas y todos sin distinción de raza, género, religión, condición política, social, económica, personal o colectiva.

Fue la Asamblea General de las Naciones Unidas quien declaró el 3 de diciembre de 2018 el Día Internacional de la Educación, cada 24 de enero, con el objetivo de concienciar sobre el papel que la educación desempeña en la creación de sociedades sostenibles y autosuficientes.

En este día de la educación que se conmemora en el ámbito internacional es oportuno reconocer la importancia decisiva que tiene la misma en la constitución del ser humano, en la incidencia de la educación en el progreso de los pueblos, en el bienestar y bienser individual y colectivo, en las experiencias que genera para garantizar otros derechos y principios humanos como la igualdad y equidad de oportunidades.

Es por ello que hacemos una exhortación a todas las naciones del mundo, a priorizar la educación como derecho humano, a garantizar políticas de acceso, calidad y pertinencia, a incrementar la inversión en educación y a contribuir al ejercicio pleno de este derecho.

Adjuntamos la Resolución de las Naciones Unidas sobre la conmemoración de este día. A saber:

Resolución aprobada por la Asamblea General el 3 de diciembre de 2018

73/25.    Día Internacional de la Educación

La Asamblea General,

Reafirmando su resolución 70/1, de 25 de septiembre de 2015, titulada “Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, en la que adoptó un amplio conjunto de Objetivos de Desarrollo Sostenible y metas universales y transformativos, de gran alcance y centrados en las personas, su compromiso de trabajar sin descanso a fin de conseguir la plena implementación de la Agenda a más tardar en 2030, su reconocimiento de que la erradicación de la pobreza en todas sus formas y dimensiones, incluida la pobreza extrema, es el mayor desafío a que se enfrenta el mundo y constituye un requisito indispensable para el desarrollo sostenible, su compromiso de lograr el desarrollo sostenible en sus tres dimensiones —económica, social y ambiental— de forma equilibrada e integrada y de aprovechar los logros de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y procurar abordar los asuntos pendientes,

Reconociendo la importancia de la educación para alcanzar el desarrollo sostenible, especialmente en el contexto de los logros de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, el Programa 21[1], el Plan de Aplicación de las Decisiones de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible (Plan de Aplicación de las Decisiones de Johannesburgo)[2], los objetivos de la iniciativa “Educación para Todos”, el Programa de Acción Mundial sobre la Educación para el Desarrollo Sostenible[3], y la Declaración de Incheon y el Marco de Acción para la realización del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4,

Recordando su resolución 72/222, de 20 de diciembre de 2017, relativa a la educación para el desarrollo sostenible en el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, así como su resolución 70/209, de 22 de diciembre de 2015, y otras resoluciones anteriores relativas al Decenio de las Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sostenible,

Reafirmando sus resoluciones 53/199, de 15 de diciembre de 1998, y 61/185, de 20 de diciembre de 2006, relativas a la proclamación de años internacionales, y la resolución 1980/67 del Consejo Económico y Social, de 25 de julio de 1980, relativa a los años y aniversarios internacionales, en especial los párrafos 1 a 10 de su anexo, relativos a los criterios convenidos para la proclamación de años internacionales, así como los párrafos 13 y 14, en los que se establece que no debe proclamarse año internacional alguno sin que se hayan hecho antes los arreglos básicos necesarios para su organización y su financiación,

Reconociendo que la educación desempeña un papel fundamental en la creación de sociedades sostenibles y resilientes y contribuye al logro de todos los demás Objetivos de Desarrollo Sostenible; aumenta la productividad de las personas y el potencial de crecimiento económico, desarrolla las competencias necesarias para el trabajo decente y las aptitudes profesionales necesarias para el desarrollo sostenible, en particular en las esferas del agua y el saneamiento, la energía ecológica y la conservación de los recursos naturales, ayuda a erradicar la pobreza y el hambre, contribuye a mejorar la salud, promueve la igualdad entre los géneros y puede reducir la desigualdad, y promueve la paz, el estado de derecho y el respeto de los derechos humanos,

Reconociendo también la importancia de adoptar medidas para garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad a todos los niveles —enseñanza preescolar, primaria, secundaria, terciaria y a distancia, incluida la formación técnica y profesional— para que todas las personas puedan acceder a oportunidades de aprendizaje permanente que las ayuden a adquirir los conocimientos y aptitudes necesarios para aprovechar las oportunidades que se les presenten de participar plenamente en la sociedad y contribuir al desarrollo sostenible,

  1. Decide proclamar el 24 de enero Día Internacional de la Educación;
  2. Invita a todos los Estados Miembros, las organizaciones del sistema de las Naciones Unidas, otras organizaciones internacionales y regionales y las organizaciones de la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales, las organizaciones confesionales, las instituciones académicas, el sector privado, los particulares y otras partes interesadas pertinentes a que celebren el Día Internacional de la Educación de manera apropiada y a que sigan examinando la posibilidad de intensificar la cooperación internacional para apoyar los esfuerzos de todos los Estados Miembros para lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4[4];
  3. Invita a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en calidad de organismo especializado de las Naciones Unidas encargado de la educación, a que facilite la celebración el 24 de enero de todos los años del Día Internacional de la Educación, teniendo presentes las disposiciones que figuran en el anexo de la resolución 1980/67 del Consejo Económico y Social;
  4. Destaca que el costo de todas las actividades que puedan derivarse de la aplicación de la presente resolución debería sufragarse mediante contribuciones voluntarias;

       [1] Informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, Río de Janeiro, 3 a 14 de junio de 1992, vol. I, Resoluciones aprobadas por la Conferencia (publicación de las Naciones Unidas, núm. de venta: S.93.I.8 y corrección), resolución 1, anexo II.

       [2] Informe de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, Johannesburgo (Sudáfrica), 26 de agosto a 4 de septiembre de 2002 (publicación de las Naciones Unidas, núm. de venta: S.03.II.A.1 y correcciones), cap. I, resolución 2, anexo.

       [3] Véase A/69/76, anexo.

       [4] Véase la resolución 70/1.

Comparte este contenido:

Nekane Balluerka: “La educación pública comporta derechos, pero también obligaciones”

La Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU) ha abierto el curso académico 2017-2018 con las prioridades muy claras: investigación, formación dual, internacionalización y euskaldunización. Así las ha enumerado la rectora, Nekane Balluerka, durante su discurso de apertura. En su alocuión, Balluerka hizo un alegato para que la formación no se centre únicamente en “formar grandes profesionales para el futuro”, sino que también  cree “ciudadanos y ciudadanas responsables, conscientes de sus derechos y de sus obligaciones”.

Balluerka ha defendido la educación pública, pero resaltando en ella no solo los derechos que comporta, sino el nivel de exigencia y obligaciones que también comporta. “Lo público, lejos de ser una especie de cobijo o pretexto para la medianía en los objetivos, ha de obligarnos a una exigencia constante en el esfuerzo personal, porque el mismo carácter público de nuestra institución y de los recursos que la respaldan requieren redoblar esos niveles de compromiso con la calidad de nuestra actividad”.

El nuevo curso académico de la UPV/EHU contará con más de 32.500 alumnos y alumnas en los estudios de grado.

Fuente:http://www.eldiario.es/norte/euskadi/Nekane-Balluerka-educacion-comporta-obligaciones_0_686632158.html

Comparte este contenido:

Medimos lo que valoramos #CalmarEdu

By 

Desde hace años, nuestro sistema educativo, los sistemas educativos en general de todo el mundo, nuestros centros, nuestros docentes y sobre todo nuestros alumnos y alumnas están sujetos de manera regular y creciente a pruebas externas, a múltiples estadísticas y a informes promovidos por organismos transnacionales, nacionales y regionales. Centros educativos y docentes se encuentran también sometidos a un creciente escrutinio por parte de una sociedad (empresas y familias principalmente) que se considera con razón un actor importante del proceso educativo.

Nuestros alumnos y alumnas además se enfrentan a la evaluación periódica que tiene lugar en sus aulas y con la que sus docentes tratan al mismo tiempo de mejorar su aprendizaje, certificar unos conocimientos, acreditar niveles y responder a las demandas de sus administraciones y de la legislación educativa. Tareas que todas juntas no están exentas de tensiones y contradicciones.

Pruebas censales, diagnósticas, con y sin efectos académicos, certificadoras, con carácter de reválida o selectivas, clasificatorias o informativas, evaluaciones sumativas y formativas, continuas y finales podemos hablar de un gran y complejo sistema que actúa e influye en todos los niveles del sistema educativo: el macro de las políticas educativas, el meso del centro educativo y el micro del aula. Y que en última instancia repercute en los principales protagonistas de la educación: los alumnos y las alumnas.

No se puede decir que nos falten datos. Todo lo contrario. Tenemos tantos que podríamos decir, tomando el término popularizado hace unos años por Alfons Cornellá, que estamos infoxicados. Experimentamos tal indigestión de datos que, más que movernos hacia la acción, nos sume en un letargo adormecedor. Sufrimos en cierta manera una parálisis por exceso de análisis. Son tantos los datos que tenemos que finalmente conforman una especie de cortina que filtra nuestra percepción de la realidad amplificando ciertas cosas y ocultando muchas otras. Datos que, por cierto, la mayor parte de la comunidad educativa no utiliza pero que cada vez condicionan más su quehacer diario.

“Si no queremos entregar la responsabilidad de nuestros procesos y prácticas educativas a abstractos sistemas de medición y aspiramos a mantener un control democrático sobre nuestras iniciativas educativas y sobre las maneras en las que evaluamos su calidad”, decía hace unos años Gert Biesta.

Urge abrir un debate sobre aquello que nuestros esfuerzos educativos deberían tratar de conseguir. Urge recuperar el debate sobre los fines de la educación. Debatir sobre cuáles deben ser los parámetros de una buena educación; qué entendemos que es educativamente deseable. Urge porque, a pesar de que se podría argumentar que tales sistemas solo miden lo que ya se encuentra ahí, su impacto real va mucho más lejos.

Y urge también debatir sobre cómo evaluamos los aprendizajes de los alumnos. Sabemos que la evaluación no sólo mide los resultados, sino que condiciona profundamente lo que se enseña y cómo se enseña y, por tanto, determina qué aprendemos y cómo aprendemos y puede limitar o promover los aprendizajes efectivos y profundos. No son pocos los profesionales de la educación que sostienen, desde hace años, que la clave para la transformación educativa radica en modificar la actual cultura de la evaluación revisando cómo evaluamos, repensando los objetivos de la evaluación, fomentando una evaluación formativa y experimentando con nuevas maneras de evaluar. Sin un cambio en nuestra cultura de la evaluación no habrá cambio educativo.

La evaluación no debe ser nunca el momento final de un proceso. La evaluación no es el objetivo sino el medio. El fin de la evaluación no es ser el fin de nada. No debe ser el producto sino el comienzo de un proceso más rico y fundamentado. La evaluación debe ser una oportunidad para el aprendizaje. No debemos limitar la evaluación a la calificación. Calificar no es evaluar. Debemos pasar de una evaluación del aprendizaje a una evaluación para el aprendizaje.

En educación hemos dedicado mucho tiempo a los métodos y poco a reflexionar sobre las metas. Reflexionar y dialogar sobre evaluación es pensar en los fines de la educación. Reflexionar sobre la evaluación que queremos es una forma de reflexionar sobre la educación que queremos.

“Para que las mediciones sean un impulsor positivo en las formas de responsabilidad democrática y en la que sus miembros tengan poder, es importante que no nos centremos en lo que se valora en el sentido abstracto, sino que demos la palabra a todas las partes interesadas en articular que es aquello considerado como deseable “ (Gert Biesta)


Dar voz a todos, darnos la palabra, escucharnos, debatir tranquilamente fue el principal objetivo de la Jornada #CalmarEdu que organizamos el pasado 17 de junio en Medialab Prado y en el que participaron más de 100 personas entre alumnos, padres, profesores, directores de centros, profesionales de la educación, responsables educativos, académicos, representantes de empresas.

En la Asociación Educación Abierta pensamos que ha llegado el momento de hablar realmente de educación. Que ha llegado el momento de abrir un debate pausado, razonado y con datos que nos permita ampliar el campo de diálogo e incorporar voces y experiencias diversas al debate educativo. Que ha llegado el momento de la educación.

La jornada del pasado 17 de junio estuvo dividida en dos partes. Una primera, descriptiva, en la que el objetivo fue identificar la situación actual en torno a la evaluación y una segunda, propositiva, en la que tratamos de hacer propuestas de trabajo sobre evaluación, respondiendo al eje temático “Medimos lo que valoramos”.

Para comenzar la reflexión y empezar a debatir, planteamos una serie de preguntas iniciales¿Es evaluar un elemento imprescindible del sistema educativo?; ¿Tenemos claro su finalidad principal?; ¿Establecemos estos objetivos y fines de manera compartida?; ¿Cómo estamos seguros que conseguimos los objetivos establecidos?; ¿Es evaluar un proceso objetivo?; ¿Es evaluar un proceso técnico o ético?; ¿Somos conscientes del poder de la evaluación?; ¿Somos conscientes de cómo condiciona cualquier evaluación al proceso enseñanza/aprendizaje?; ¿Quién debe participar en el diseño de la evaluación?; ¿Qué ocurriría si a nuestros alumnos les evaluásemos por su capacidad para evaluar y evaluarse?; ¿Estamos midiendo lo que valoramos o medimos aquello que es fácilmente medible, llegando a la situación de que valoramos solo lo que podemos medir?; ¿Qué ocurriría si les evaluásemos por su capacidad para transformar sus entornos?; ¿Qué ocurriría si evaluásemos su capacidad para vivir y trabajar en la incertidumbre?; ¿Pueden mejorar los resultados en las evaluaciones sin mejorar los aprendizajes?; ¿Cómo se miden las competencias?; ¿Cómo podemos medir competencias sociales y emocionales, como la empatía y la responsabilidad, o competencias y valores como el respeto a la multiculturalidad o la dignidad humana?.


El tema era complejo y multidimensional y el debate fue rico y diverso. Estuvimos de acuerdo en muchos aspectos pero también, como no, hubo numerosos desacuerdos y discusiones de intensidad. Los siguientes 10 puntos, sin ánimo de ser exhaustivos de todo lo que se dijo, recogen las principales conclusiones a las que llegamos en las 3 sesiones de la mañana. Su intención, como ya hemos dicho, era describir la situación actual.

Dibujan el mapa de un territorio en el que hay acuerdos claros pero también zonas de oposición y conflicto. No es una cartografía abstracta elaborada en un gabinete cerrado, sino el mapa que resulta de darnos la voz y escucharnos, de manera abierta y sincera. Es el mapa que resulta de ponernos juntos a valorar la educación.

  1. En general tendemos a valorar lo que medimos. Tenemos una evaluación muy reduccionista.
  2. Medimos. Confundimos evaluación con calificación. La evaluación no ayuda al proceso de mejora. No apoya los procesos formativos. No hay realmente una evaluación para la mejora.
  3. La evaluación sobredimensiona ciertos aspectos e infravalora y oculta otros. De alguna manera la evaluación oculta e inmoviliza.
  4. Nos faltan “herramientas” que nos permitan evaluar de una manera más rica, más profunda y más variada.
  5. En nuestro sistema, conviven distintas culturas de la evaluación. Hay mucha diversidad de opinión sobre cuál el valor y la utilidad de la evaluación y, por tanto, también hay mucha diversidad de opiniones sobre cómo debemos evaluar y para qué evaluamos.
  6. La evaluación de la educación responde a nuevas formas gerenciales e impone una cultura de la no confianza.
  7. Puede ayudar a la mejora pero hay una resistencia generalizada a que nos evalúen.
  8. En la evaluación de los aprendizajes se declaran unas intenciones (por parte de la administración o de los profesores) pero se hacen, miden y exigen otras.
  9. El proceso de evaluación está muy condicionado por las administraciones, las familias, los propios alumnos, la falta de formación.
  10. Hay muy poca diversidad. Son en general procesos muy unidireccionales y en el caso de la evaluación del aprendizaje con un excesivo peso en la hetero-evaluación del profesor.

Partiendo de estos 10 puntos, en la sesión de la tarde pasamos de describir a proponer. No buscábamos soluciones sino orientación para navegar por nuestro mapa. No hay recetas. Estas son las 8 propuestas que resultaron de esta última sesión de diálogo y sobre las que trabajaremos en las próximas semanas.

Propuesta 1: Definir conjuntamente los resultados del aprendizaje esperados.
Propuesta 2: Evaluar lo que valoramos y no solo lo que sabemos o podemos medir.
Propuesta 3: Personalizar la evaluación e ir hacia una evaluación solicitada.
Propuesta 4: Pasar de una cultura del dolor y el sufrimiento a una del placer y el aprendizaje.
Propuesta 5: Promover una evaluación no jerárquica y multidireccional.
Propuesta 6: Convertir la evaluación en un acto compartido.
Propuesta 7: Evaluar lo diferente.
Propuesta 8: Hacer de la evaluación un proceso que valore lo compartido.

Solo queda agradecer a todos los participantes la enorme generosidad que demostraron durante toda jornada compartiendo, debatiendo y proponiendo ideas. Construyendo, al fin y al cabo, entre todos la educación y la escuela que queremos.

Fuente: http://educacionabierta.org/medimos-lo-que-valoramos-calmaredu/?utm_content=bufferb9bb1&utm_medium=social&utm_source=twitter.com&utm_campaign=buffer

Comparte este contenido:

Reseña de la película: Hoy empieza todo

La responsabilidad social de la escuela

Por Enrique Martínez-Salanova Sánchez

hoy-empieza-todo1Sinopsis: En un pequeño pueblo del norte de Francia, el 30% de los 7.000 habitantes está en paro a causa de la crisis de la minería; Daniel, de 40 años, es el director y profesor de la escuela infantil que sin eludir sus propios problemas personales, asume que pertenece a una larga cadena de hombres y mujeres que han luchado durante siglos por sobrevivir en esa lejana y dura región minera. Y decide que no puede hacer otra cosa que seguir esa lucha. Un día, la madre de una de las alumnas llega borracha a la escuela, sufre un colapso y deja allí a su bebe y a su hija de cinco años. El profesor decide tomar cartas en el asunto, y solicita la ayuda de la comunidad y de los padres de sus alumnos. Su trabajo como docente será cuestionado. Refleja toda la problemática de una pequeña comunidad industrial: paro, alcoholismo, desestructuración familiar, abusos… y sobretodo la falta de esperanza en el futuro que aflora de cada uno de estos problemas. De este modo la escuela se convierte en una isla de color donde los niños pueden escapar de la cruda realidad que les envuelve.

Es película de denuncia, utilizando ciertas técnicas cercanas al documental, cumple con todos los objetivos que se marca, constatando la falta de atención de las autoridades e instituciones públicas hacia la educación infantil, la falta de apoyos a las familias más humildes (por la que los niños terminan pagando), revelando repulsivos movimientos político-burocráticos y otras injusticias de diverso pelaje. Es un homenaje a la figura del educador, auténtico héroe aquí, personificada en el protagonista, Daniel Lefebvre (Philippe Torreton), un hombre que emprende una lucha titánica cada día enfrentándose a toda la precariedad que rodea al centro donde imparte sus enseñanzas a niños pequeños, a veces viéndose obligado a ejercer como asistente social, y luchando contra la miseria moral y material de algunos de los familiares de los alumnos.

El profesor es un hombre extremadamente amable y paciente, pero no duda en ponerse firme para defender sus convicciones en determinados momentos. La ingente cantidad de problemas que se ciernen sobre él le harán flaquear en su contienda cotidiana para sacar adelante a sus pupilos y su vida personal, que también atraviesa por diversas dificultades. Cansado de cargar con semejante peso, Daniel llega a plantearse la posibilidad de dejarlo todo y claudicar, algo a lo que finalmente renunciará gracias al apoyo de la familia y de los amigos.

Premios: Destacan el Premio de la Crítica Internacional del Festival de Berlín y Premio del Público en el Festival de San Sebastián. Hay que señalar que obtuvo diversos premios en sindicatos de enseñanza.

El ambiente escolar en la película
«El protagonista y los admirables profesores que le ayudan asumirán sus contradicciones, los múltiples problemas afectivos de su vida cotidiana y se dedicarán con tanta furia contra las instituciones oficiales como auténtico amor y respeto hacia los críos en la complicadísima labor de enseñar a los niños, de cubrir las necesidades de su estómago, de espantar los ogros ficticios y reales de su desamparada vida». (de una crítica de Carlos Boyero)
«La forma en que la cámara se introduce en las clases, moviéndose entre decenas de niños, y sin perder jamás el punto de vista ni desorientar al espectador, es un prodigio que quizá los seguidores de un cine más mecánico y espectacular deberían empezar a comprender y apreciar como una forma de representación insuperable, pues su base, sus cimientos, son las personas, la gente real, y nada puede superar la poesía de una mirada que sabe extraer de la realidad tanta esperanza. En ocasiones los actores se dirigen a la cámara y hablan de sus experiencias (pues algunos son profesores auténticos y no actores profesionales), y esto en lugar de romper el continuo secuencial, su poder hipnótico, lo enriquece con la invitación a lo que no es ficción». (de una crítica de Adrián Massanet)

«Uno de los grandes aciertos de la película es combinar el exterior del aula (inspección, educadores sociales, ámbito socio-económico) con el interior del aula (corros, juegos, canciones con el profesor, fiestas escolares). Parece como si la escuela fuese el único lugar donde todos los alumnos son iguales, el único lugar donde se defienden los derechos del niño, donde juegan, aprenden y son felices. La escuela es como un jardín aislado de los vientos fríos de la sociedad en la que viven». (De un curso del Centro de Profesores y Recursos de Badajoz).

Cuando Daniel Lefevre, el director de la escuela irrumpe en el Ayuntamiento para hablar con el Alcalde, este le dice: «que los padres sean responsables» y Lefevre contesta «¿y qué hacemos con los niños?».

La escuela comprometida con el entorno social

El compromiso de la escuela de hoy no puede ser solamente con el alumnado, sus familias y el entorno que la rodea, y va más allá de lo puramente académico, pues está inserta en una problemática global que lucha contra cualquier forma de manifestación violenta (racismo, sexismo…) dentro y fuera de sus aulas. Una Escuela comprometida con los valores democráticos fomenta la participación de las familias implicándolas en el objetivo de hacer una escuela para todos y aspira a trasmitir modelos de vida, valores desde un punto de vista sociológico.

El profesorado tiene que buscar los medios que permitan la participación consensuada de los miembros de la comunidad escolar, y la creación de un clima de bienestar y seguridad en el centro. Dicha comunidad escolar, en colaboración con otros agentes sociales deben crear una conciencia colectiva en favor de una cultura de Paz, entendida como el proceso de realización de justicia en los distintos niveles de relación humana: afrontar y resolver los conflictos de forma no violenta, de manera armónica. Un nuevo estilo de vida y una nueva estrategia para transformar la sociedad de hoy, la sociedad del conocimiento.

La escuela es uno de los instrumentos de transmisión de los valores democráticos y la educación, en conjunto con el resto de la sociedad, el agente más importante para el cambio cultural y el progreso social, ya que permite el desarrollo integral de la persona, la conciencia sobre los problemas sociales y la búsqueda y puesta en práctica de soluciones adecuadas.

Situando esta reflexión en el terreno de lo que debe ser una escuela en su entorno, la escuela, la comunidad educativa, deben ser un actor más en la sociedad, en la que todos somos responsables, familias, administración, medios de comunicación, servicios sociales y sanitarios, agentes sociales, gestores de medio ambiente, empresas, etc. Aún así, la escuela no debe excusar su responsabilidad, pues en torno a ella se mueven las familias y la comunidad, ni los profesores la suya, pues son profesionales no solamente para la instrucción de sus alumnos sino también de su educación.

Fuente: http://www.uhu.es/cine.educacion/cineyeducacion/temashoyempiezatodo.htm

Comparte este contenido:

Nicaragua: UniRse trabajará por calidad de la educación

Centro América/Nicaragua/17 Diciembre 2016/Fuente:elnuevodiario /Autor:Ingrid Duarte

Para el 2017 la Unión Nicaragüense para la Responsabilidad Social Empresarial (uniRSE) se ha propuesto continuar trabajando en el cumplimiento de los 17 Objetivos para el Desarrollo Sostenible aprobados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a finales del año 2015, enfocados en la erradicación de la pobreza extrema, la desigualdad y el cambio climático.

Mathias Dietrich, director de uniRSE, explicó que desde la aprobación se procedió a crear una alianza de trabajo para una agenda nacional. “Estos objetivos tienen como meta ser cumplidos hasta en 2030, uno podría decir: bueno, tenemos tiempo, pero como son muy amplios y requieren mucho esfuerzo de todos los sectores de la sociedad necesitamos esfuerzo de cada uno ya, de hoy en adelante”, expresó.

Temas

Definidos como temas principales está la educación de calidad debido a que es un punto de partida para el desarrollo. Para esto mantienen un acuerdo con el sector empresarial dirigido a mejorar la preparación profesional de los nicaragüenses. También han priorizado el tema del agua. “Somos miembros de una alianza de muchas organizaciones que buscan cómo mejorar esta situación. Sensibilizamos empresas para que  participen en reforestaciones y el otro tema es la institucionalidad, que para nosotros es un tema importante”, dijo.

Para el 2017, Dietrich agregó que ofrecerán a sus miembros una metodología para adaptación al cambio climático, una metodología para igualdad de género y otra para el fortalecimiento de pequeñas y medianas empresas en la cadena de valor. Asimismo, quieren aportar al cumplimiento de la  Agenda Cosep 2020, presentada este miércoles por el Consejo Superior de la Empresa Privada.

El director contó que a inicios del 2016 una delegación empresarial viajó a Chile para conocer la experiencia de ese país en cuanto a Responsabilidad Social Empresarial para el desarrollo sostenible, donde confirmaron que para lograr resultados deseados es necesario unir esfuerzos del sector empresarial y el sector público.

La entidad aglutina a más de cien organizaciones en Nicaragua, aunque hay una cantidad mayor que trabaja en RSE, a cuyos representantes llaman a integrarse para sumar esfuerzos.

Fuente de la noticia: http://www.elnuevodiario.com.ni/economia/413294-unirse-trabajara-calidad-educacion/

Fuente de la imagen: http://endimages.s3.amazonaws.com/cache/06/a6/06a69dec57ab587a14d0bc05377626bc.jpg

Comparte este contenido:

Un horizonte para transformar la educación

Confieso de entrada que estos párrafos estarán cargados de optimismo. Puede que resulte extraño ya que, en general, los artículos vinculados con educación tienden a mostrar un panorama desolador, debido a que los indicadores en la Argentina son, cuando menos, preocupantes. Los bajos niveles de aprendizaje, las altas tasas de deserción, el elevado nivel de ausentismo de alumnos y docentes, y el clima escolar que peor mide en la región dejan poco espacio para celebrar. Sin embargo, intentaré argumentar las razones que me llevan a confiar en que las condiciones para una transformación educativa se están generando.

Se están abriendo canales de diálogo inter-sectorial. El lanzamiento del Compromiso Nacional por la Educación que realizó Macri el 12 de este mes, poniendo a la educación en el centro de la agenda nacional, representó una muestra cabal de la disposición de distintos sectores -público, social, empresarial, gremial, prensa- que vienen dialogando a fin de lograr acuerdos indispensables para posicionarnos en el camino hacia un sistema de calidad. Este gesto cargado de simbolismo augura un proceso de diálogo continuo hasta consensuar, hacia fines de año, una visión educativa para lel país.

El diálogo entre sectores genera impacto real. Un ejemplo concreto es la colaboración que se verifica entre las organizaciones vinculadas a la educación rural y el gobierno nacional a través de la planificación de acciones conjuntas. El intercambio de buenas prácticas aumenta la probabilidad de que los esfuerzos de ambos sectores se fortalezcan y de que el Gobierno pueda llevar a escala acciones de las ONG que poseen años de experiencia en el campo. En unos meses se realizará el primer encuentro público-privado para la mejora de la calidad educativa de escuelas rurales y agropecuarias.

El Instituto Nacional de Educación Tecnológica, INET, que trabaja a un ritmo sin precedente, nos muestra también la disposición al diálogo intersectorial. Tras realizar encuestas y entrevistas a empresas y expertos del sector, esta agencia publicó recientemente el informe «Demanda de capacidades 2020». El estudio definió la dinámica y tendencias de los sectores productivos argentinos y concluyó que existe una demanda laboral insatisfecha causada, mayormente, por la escasez de competencias técnicas vinculadas con el conocimiento de las distintas disciplinas. Así, el INET podrá diseñar e implementar políticas educativas que adecúen la educación a las necesidades del sector productivo.

Estos ejemplos son apenas una muestra. El mes pasado, en el Pre Foro de Calidad Educativa realizado en Córdoba, el ministro de Educación de esa provincia, Walter Grahovac, expresó que en los últimos meses vio un Consejo Federal de Educación renovado y con diálogo abierto. También el ministro de Educación de Mendoza, Jaime Correas, ha expresado que estos encuentros de ministros de todas las provincias se han vuelto sumamente productivos por la apertura que todos están demostrando.

El horizonte promisorio, lejos de satisfacernos, debería interpelarnos más que nunca. Al Ministerio de Educación de la Nación y los ministerios provinciales, para cumplir sus promesas de aplicar la prueba «Aprender» en todo el país el próximo octubre; también, a trabajar para lograr la aprobación del Instituto Nacional de Evaluación de la Calidad Educativa en el Congreso, y comprometerse a fortalecer los procesos de formación inicial y continua de docentes, a fin de llevar a las aulas formatos de innovación pedagógica y tecnológica que devuelvan a nuestros niños y jóvenes la curiosidad por el aprendizaje y el conocimiento.

Por otra parte, la sociedad civil debe unirse para acompañar y contribuir con estos procesos, pero a la vez debe exigir un plan de acción que trascienda el período de gobierno. Aprobar una ley nacional de educación a diez años debería ser un tema que nos desvele como sociedad. Un cambio educativo es una tarea de tal complejidad que requiere un faro que ilumine el rumbo más allá de lo que dura un gobierno. Es necesario implementar un Observatorio de la educación, independiente del gobierno, que mida el alcance de las metas fijadas en el plan de acción nacional.

Todo esto requiere de diálogo, acuerdos y colaboración, para poder cumplir con los enormes desafíos que enfrentamos. Vuelvo al optimismo inicial: las condiciones se están generando. Aprovechemos y comprometámonos como nunca antes, Lo sabemos bien: a la educación la construimos entre todos.

Directora ejecutiva de Proyecto Educar 2050

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1921758-un-horizonte-para-transformar-la-educacion

Imagen tomada de: https://pixabay.com/p-908512/?no_redirect

Comparte este contenido:

Familias que entran en las aulas

Por Pau Rodríguez

Cada vez son más los centros que se coordinan con las familias y las aceptan como un agente educador fundamental para la mejora de los resultados de los niños.

Grupos interactivos, asambleas en el centro, talleres de deberes conjuntos… son algunas de las formas que toma la participación de las familias cuando va más allá de las AMPA y del Consejo Escolar.

Carme repasa la lectura con Julia, su hija, en la biblioteca de la escuela Mas Masó de Salt (Girona), que está llena de familias -padres, madres, niños-, que hacen deberes y actividades conjuntamente. «Antes le costaba mucho leer y concentrarse sola, pero aquí aprendemos de forma divertida y se la ve más interesada», explica Carmen. Como ella, la mayoría de familias que participan en el taller de estudio asistido de Mas Masó -muchos de ellos no llevan ni medio año- están convencidos de la importancia que tiene su presencia en la escuela para el aprendizaje de sus hijos. «Están más motivados», «están contentos de ver que sus padres se preocupan», «cogen el hábito de estudiar también en casa», «mejoran los resultados»… Estas son algunas de las valoraciones que hacen Mohammed, Seidatou, Fatima, Lamiae, Carmen, Choumicha o Karima, todos ellos padres y madres de Salt que han decidido entrar en la educación de sus hijos al ver que la escuela les abría las puertas.

La escuela Mas Masó hace sólo dos años que tiene en marcha este programa de trabajo entre familias, alumnos y maestros -que supervisan la actividad-. En su caso lo hacen en horario extraescolar. Pero cada vez hay más centros que han visto en la implicación familiar una palanca hacia la mejora de los resultados de los niños y en la reducción de las desigualdades, y apuestan incluso para trasladar su participación dentro de las aulas y en la organización del centro. «La participación de las familias y también de otros miembros de la comunidad en el programa escolar tiene una gran incidencia en los resultados académicos de los niños», expresa Ramón Flecha, catedrático de Sociología en la UB y coautor del estudio Actuaciones de éxito en las escuelas europeas, que repasa diferentes modelos de centro europeos por encargo del Ministerio de Educación.

Pero la voluntad de muchos centros no se reduce a aumentar la participación de los maestros, sino que pretenden provocar un cambio de concepción de la escuela que permita a los padres y madres «sentir que forman parte de ella», en palabras de Gerard Ros, director del Mas Masó. «Nos paseamos por aquí como si fuera nuestra casa, los niños nos ven, venimos a la biblioteca…», explica la Karima. En este sentido, los programas de trabajo conjunto entre familias y docentes «van acompañados de una coordinación y un diálogo constante, de una predisposición de la escuela», explica Ros. De hecho, en este centro de Salt los maestros y padres y madres preparan juntos, cada lunes, las actividades y estrategias que seguirán durante el tiempo que pasan con los hijos en el taller asistido.

Grupos interactivos: las familias en clase

Entre las muchas experiencias de participación familiar en las escuelas juegan un papel principal las comunidades de aprendizaje, proyectos de centro que intentan implicar a todas las personas que influyen en el desarrollo del niño -maestros, amigos, vecinos, asociaciones vecinales, voluntarios y, sobre todo, familias- para mejorar su educación. Mas Masó es un ejemplo. En Cataluña hay unas 40 comunidades de aprendizaje. Otro caso es el de la escuela Tanit, de Santa Coloma de Gramenet, que hace años que por las tardes organiza grupos interactivos. «Durante una hora y media, la clase se divide en grupos, y para cada uno de ellos hay un referente adulto -puede ser un maestro, una familia o un voluntario-. Entonces los grupos de niños van rotando por las actividades de cada adulto, que son temáticas e interactivas, experimentales, con un componente de juego», relata Montse Ruiz, directora de Tanit.

«No se trata de enseñarles, sino que se enseñen entre ellos; los alumnos se esfuerzan por explicar lo que hacen, y eso obtiene unos resultados espectaculares», apunta Flecha, impulsor de las comunidades de aprendizaje en España. Màrius Martínez, profesor de Orientación Profesional de la UAB y referente también de la implicación familiar en las aulas, enumera más ventajas de estos grupos: el «trabajo en la heterogeneidad», «la colaboración» o incluso «el empoderamiento de los padres y madres «, que en algunos casos piensan, de manera equivocada, que no pueden aportar nada a la educación de sus hijos.

La directora del Tanit, que cuenta con este proyecto desde el año 2000, asegura que ya no sabría enfocar su relación con las familias de otra manera, y añade otras ventajas fundamentales. Por un lado, «si familia y escuela van juntos, el niño se siente reforzado y le sube la autoestima, se siente seguro porque todos vamos en una misma dirección». Además, «la presencia de familias y voluntarios al aula hace que tengas más personal, que disfrutes de una atención más personalizada que es clave, entre otras cosas, para reducir las desigualdades», subraya Ruiz.

Familias y maestros: una persona un voto

Considerar la familia como parte integrante de la escuela conlleva también darle cierta capacidad de intervención y decisión en el día a día de los centros. En la mayoría de escuelas, los padres y madres tienen voz a través de los canales clásicos: las AMPA -en tareas sobre todo de organización: comedores escolares, actividades extraescolares…- y el Consejo Escolar -organismo formado por diferentes actores de la comunidad educativa, entre los que se encuentran las familias, y que ahora pierde la capacidad de decisión con la entrada en vigor de la LOMCE-. Pero las escuelas que tienen comunidades de aprendizaje apuestan por reforzar la participación de padres y madres con comisiones mixtas -de maestros y familias- que se encargan de diferentes necesidades de la escuela y que rinden cuentas ante la asamblea del centro.

En la escuela Lledoners, de Granollers, estas comisiones tienen como objetivo «llevar a cabo proyectos que nos marcamos cada cuatro años». «Pueden ser de fomento de la lectura, de servicios extraescolares, de alimentación, de decoración…», comenta el director Ricard Las Heras, que añade que están formadas por «voluntarios que son familias, algún exalumno, entidades, el Ayuntamiento…» Y una vez al año deben rendir cuentas ante el plenario, una asamblea en la que toman parte los vocales de cada comisión, del AMPA y del Consejo Escolar. «Procuramos que haya consenso para aprobar los puntos, pero de entrada cada persona es un voto», explica Las Heras, remarcando que incluso en materia pedagógica los padres y madres tienen la misma capacidad de decisión que los maestros.

Horarios laborales, un inconveniente?

«Estoy encantada de poder venir a ayudar en la educación de mi hijo, porque si mis padres hubieran hecho lo mismo conmigo quizá ahora no estaríamos así, pero también es cierto que si encontrara trabajo no podría venir», explica Seidatou. En el caso de Lamiae, hay días que no puede venir, porque trabaja, y entonces es su hijo mayor el que viene a la escuela a ayudar al pequeño. Catalunya está lejos de conseguir una integración familiar como la de Finlandia, el país europeo de referencia en este aspecto, que reserva un espacio en las aulas para los padres y madres que quieran asistir a las clases. ¿Pero hasta qué punto no es culpa de las extensas jornadas laborales? ¿O de la normativa que rige los centros?

«Sí que hay muchos factores que lo dificultan: la conciliación laboral, la tradición, la falta de ayudas a las familias, incluso el marco legal… Pero al final es la escuela quien puede decidir si abre sus puertas o no», analiza Jordi Collet, sociólogo de la Universidad de Vic. «Todo son condicionantes, pero ninguno es determinante, y la prueba es que ya hay muchas escuelas que lo hacen muy bien», concluye Collet, que se muestra bastante crítico con la actitud hasta ahora de los centros y los docentes de aceptar la familia como agente educador.

Màrius Martínez, por su parte, profundiza en el hecho de que no es necesaria una participación como la finlandesa siempre que haya una «predisposición» por parte de centros y escuelas. «Tenemos que aceptar que la implicación puede tener varias intensidades, no se puede ser purista y pensar que la participación debe ser absoluta en todos los casos, porque mucha gente no puede», opina Martínez. Es tan importante aquel padre que toma parte de los grupos interactivos cada tarde como la madre que sólo tiene dos horas libres a la semana y las dedica a editar desde su casa la página web del centro. «Esto es la igualdad de las diferencias», sentencia Martínez.

Fuente: http://www.nodo50.org/filosofem/spip.php?article372

Comparte este contenido:
Page 1 of 3
1 2 3