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Conferencia Regional de Educación Superior (CRES+5)

Entre el 13 y el 15 de marzo se realizará en Brasilia, la Conferencia Regional de Educación Superior (CRES+5), una iniciativa que tiene como objetivo promover un espacio participativo para destacar los avances en la educación superior en América Latina y el Caribe, así como también analizar los desafíos aún pendientes provocados principalmente por el impacto del Covid-19 en la región.

El evento, organizado por el Ministerio de Educación de la República Federativa de Brasil (MEC), el Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC), y el Espacio Latinoamericano y Caribeño de Educación Superior (ENLACES), es una reunión de seguimiento a la Tercera Conferencia Regional de Educación Superior (CRES 2018), que se llevó a cabo en Argentina y donde se acordó un Plan de Acción 2018-2028.

Sin embargo, debido a la llegada del Covid-19 surgieron nuevos desafíos en educación los cuales demandan una actualización de prioridades en este plan. De esta forma, se acordó realizar una reunión de seguimiento (CRES+5), la cual permite, cinco años más tarde, analizar los avances y desafíos de la región en materia educativa.

Te invitamos a conocer más acerca de este evento: https://www.unesco.org/es/articles/conferencia-regional-de-educacion-superior-cres5

 

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Educatrónica, autonomía comunitaria y sociedad sustentable

Lev M. Velázquez Barriga[1]

Es la primera vez en dos décadas que, siendo docente de tele-secundaria, dispongo de una televisión inteligente y un decodificador de señal para la programación de educación a distancia (EDUSAT), aunque sin internet wifi y con dificultades para acceder a la red insostenible del móvil personal. En ninguno de los centros escolares he contado con una computadora para uso pedagógico; por supuesto, no soy la excepción de los profesores y las escuelas rurales, más bien parece la regla.

En estas circunstancias, en las que las escuelas no han superado del todo las carencias de infraestructura de la tercera revolución industrial: microelectrónica, informática computacional e internet; ya están bien adentrados otros avances mundiales, científico tecnológicos de cuarta generación, que nos colocan frente a nuevas necesidades, retos y debates; los de la educatrónica, robótica e inteligencia artificial.

Sobre los tres tópicos anteriores, se desarrolló un curso-taller interinstitucional CREFAL, SEP, SEE y el IISUE-UNAM[2], al que asistimos docentes de educación básica y después alumnos de comunidades. Ciertamente se trató de un trayecto de formación donde se apremió más lo práctico que la teoría; no obstante, se pueden hacer algunas reflexiones propias y referir otras que fueron colocadas por el equipo de asesores, como posicionamientos epistémicos personales y orientaciones éticas y pedagógicas del grupo de investigadores de la UNAM.

Partimos de la necesidad de aprender de origen los lenguajes, principios y bases de la programación, robótica y la IA para el desarrollo autónomo de las tecnologías convergentes; es decir, en la independencia de los intereses mercantiles y rentables de las Big Tech[3], cuyas orientaciones fundamentales son la alfabetización 3.0 y 4.0 para el consumismo de la estantería material  y digital de Lego, Google for Education y otros mega corporativos.

Estas empresas del edunegocio, no son las únicas, pero sí las más presentes en la recolonización cultural escolar, cuyo territorio fue invadido en décadas anteriores por el enfoque de estandarización basado en competencias del Banco Mundial y de la administración gerencial escolar de la OCDE. Antes como ahora, estamos ante ese latente proceso de privatización silenciosa de la educación, a través de modelos empresariales de aprendizaje, transferencias de las economías familiares y salarios docentes a la adquisición de ferretería tecnológica, que no deja de tener un sentido instrumental u operacional de la educación y la tecnología.

Uno de los modelos pedagógicos de la privatización silenciosa más recurridos por las narrativas de multilaterales, organismos empresariales y gubernamentales, es el STEM; que para expiarse de culpas o exfoliarse de críticas, por su clara filiación al reduccionismo productivista de las empresas hegemónicas del capitalismo de la era digital, se ha propuesto agregar a este acrónimo anglosajón la A de arte y la H de humanidades; sin embargo, esto no cambia las nociones que los mega corporativos del imperio norteamericano GATAM (con inclusión de Tesla) o del este asiático BATX[4] que, tras el reseteo mundial de la educación in/pos pandémico, expanden con mayor intensidad la idea de que es urgente formar un tipo de capital humano apropiado para las economías conectadas en sus (recalco el posesivo en plural) plataformas online.

De ahí que, las alianzas estatales con sus instituciones públicas de educación superior, sea un imperativo necesario para fomentar la autodeterminación del bien común en sus sectores estratégicos tecnológicos; además, porque es posible recurrir a experiencias y construcciones propias de metodologías del aprendizaje y el desarrollo de habilidades que han sido pensadas en contextos para la resolución de necesidades humanas y endógenas; cuando esto sucede, las comunidades de aprendizaje que se apropian de los lenguajes y las bases de las ingenierías convergentes, son capaces de crear propuestas utilizando materiales accesibles, reciclables, incluso, resignificando tecnologías comunitarias, justo como sucedió en este curso con los docentes de educación básica.

Para separarse de la noción consumista de lo social, que reduce al ser y la naturaleza como insumos rentables, una vía del pensamiento epistémico es la del “homo complexus, veritas complexa”[5]; entonces, la educatrónica no tendría como objetivo crear robots o la programación de algoritmos, sino el desarrollo integral de la persona, la comprensión y el abordaje de la realidad a partir del diálogo de conocimientos y saberes, para crear soluciones posibles a problemáticas planteadas por una comunidad local/global o propuestas de bienestar social, teniendo como puente estas nuevas tecnologías.

Aquí, podemos abrir otro debate: el lugar para la enunciación de la verdad y la construcción del conocimiento y su validez, tampoco son los dispositivos de las Big Tech ni las inteligencias artificiales o los buscadores digitales de información; todos ellos se producen también desde un territorio político e ideológico de clase social, en tanto burguesías hegemónicas y emergentes del capitalismo cognitivo, digital y de plataformas. Cada sociedad plurinacional o comunidad, que es capaz de tejer alianzas con sus instituciones educativas públicas, saberes e intereses propios, puede tomar otro sentido común, en el que el conocimiento se enuncia y se valida desde el territorio de la soberanía histórico, cultural y científica de los pueblos, por encima de las oligarquías económicas.

Pese a las agendas globales para un mundo mejor, tal es el caso de los ODS[6],  discutidas y supuestamente promovidas por estos oligarcas de la tecnología que se reúnen en el Foro Económico Mundial, no sólo evaden educar para una economía solidaria, tampoco lo hacen para una ciudadanía de paz y la sustentabilidad planetaria, sin pobreza ni deterioro ambiental; baste ver los anaqueles de juguetería, repletos de lego y marvel, que son para el desarrollo de habilidades STEM, pero construyendo máquinas robóticas de guerra.

Si el actual modelo educativo de nuestro país, quiere construir una verdadera Nueva Escuela Mexicana, debería seguir fortaleciendo estas alianzas públicas, tomar distancia de la privatización silenciosa de propuestas de desarrollo tecnológico empresarial (como el STEM) y recuperar las propias, continuar con el impulso a los trayectos de formación que den sentido a la autonomía profesional de los maestros y la autodeterminación de las comunidades.

 

Referencias

[1] Doctor en Pedagogía Crítica y profesor rural de telesecundaria. Como @levmx666 en la red social X.

[2] Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe (CREFAL); Secretaría de Educación Pública (SEP); Secretaría de Educación en el Estado de Michoacán (SEE); Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la Universidad Nacional Autónoma de México (IISUE-UNAM).

[3] Big Tech  (Gigantes Tecnológicos).

[4] Acrónimos en español: Ciencias Tecnología Ingeniería Matemáticas (STEM);  Google Amazon Tesla Apple Microsoft Meta (GATAM) y Baidu Alibaba Tencent Xiaomi (BATX).

[5] Hombre complejo, realidad compleja.

[6] Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

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En todos los espacios y en todas las luchas: activistas reflexionan sobre la situación del movimiento feminista en Uruguay

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Movilización en el Día Internacional de la Mujer, Montevideo, Uruguay (archivo, marzo de 2020). · Foto: Agustina Saubaber
Movilización en el Día Internacional de la Mujer, Montevideo, Uruguay (archivo, marzo de 2020).

Foto: Agustina Saubaber

En todos los espacios y en todas las luchas: activistas reflexionan sobre la situación del movimiento feminista en Uruguay

 6 minutos de lectura

Desde sus distintas experiencias de militancia, coinciden en que hay dificultades en el encuentro y el diálogo, aunque eso no significa que estén “desmovilizadas”.

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Leído por Andrés Alba.
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El calendario vuelve a marcar 8 de marzo, día emblemático donde los feminismos se manifiestan en todo el mundo para visibilizar las desigualdades estructurales, denunciar las violencias machistas que impactan en las vidas de las mujeres todos los días y defender los derechos conquistados.

En Uruguay, es un 8M que transcurre en pleno año electoral, todavía entre los coletazos pospandémicos, que no pierde de vista los escenarios brutales que se desarrollan en otras latitudes del planeta y que también medirá, una vez más, la potencia del movimiento feminista en las calles.

La fecha se presta así para frenar un poco y analizar cuál es la situación actual de los feminismos en nuestro país. Con esa misión en el horizonte, y en lo que pretende ser apenas un primer intento de acercamiento a la realidad, activistas feministas compartieron sus reflexiones y miradas con la diaria.

Entre la precarización y el desencuentro

“¿Dónde están las feministas?” es una pregunta que los personajes antigénero usan con frecuencia y con cinismo cada vez que algún acontecimiento sirve de excusa para atacar al movimiento. Pero también es una pregunta que surge últimamente en conversaciones cotidianas entre las propias feministas, en este caso para problematizar la realidad, generar intercambios constructivos y buscar soluciones colectivas ante posibles problemas. Si bien las respuestas son variadas, suele quedar en el aire una sensación de desestímulo o cansancio. ¿Surfeamos la cresta de la ola entre 2015 y 2018, y ahora estamos llegando a una especie de valle? ¿Nos ganó la impotencia frente a tanta violencia? ¿La precarización de la vida hizo que la militancia se enfocara en la supervivencia? ¿Cuánto tuvo que ver la pandemia?

Para Lilián Celiberti, coordinadora de Cotidiano Mujer, no hay “desmovilización”, sino, más bien, “dificultades de encuentro y de diálogo”. La referente feminista dijo que esas dificultades tienen que ver con “condiciones precarias de la vida, de tener que afrontar de mil maneras la sobrevivencia, que es la realidad de muchas mujeres y que quitan mucha energía”. En ese paquete, incluyó también la gestión de los cuidados, que sigue recayendo en las mujeres y que es un tema que “no está resuelto”.

En esa línea, consideró que “no logramos tener espacios que articulen esta precariedad de la vida con la participación”, y que esto constituye “un nudo grande para resolver”. “Los espacios en sí requieren de muchos esfuerzos para realizar algo concreto y entonces eso desmotiva, porque todas necesitamos saber que lo que ponemos en tiempo y energía reditúa rápidamente”, agregó. Al mismo tiempo, reconoció que la pandemia “tuvo muchos efectos en las pequeñas organizaciones”, que atravesaron “dificultades de participación”.

De todas formas, destacó que existen “otras transformaciones que difícilmente vuelvan atrás”, por lo que “hay que balancear lo que es el aspecto organizativo concreto con lo que tiene que ver con otros cambios subjetivos”.

“También creo que hay momentos y momentos”, matizó Celiberti, que acumula casi 40 años de militancia feminista. “Muchas veces, a lo largo de estos años, nos preguntamos ‘qué está pasando que no nos encontramos, no nos movilizamos, no estamos presentes’, y, mientras tanto, vemos el crecimiento de los cambios en las vidas de las mujeres, las conquistas de las disidencias. […] Es decir, la subversión, no en las reuniones sino en la vida cotidiana, es impresionante”, reflexionó.

De todas formas, opinó que una de las características distintivas del momento actual es presenciar “cómo la frustración y la impotencia puede generar figuras como [Jair] Bolsonaro o [Javier] Milei”. “Por supuesto que siempre hubo sectores conservadores, pero no con esta ferocidad y odio frente a la diversidad y al feminismo. Ahora destruir el feminismo es el centro de un retroceso conservador, y eso hace a un escenario nuevo”, advirtió.

En todos lados y en todas las luchas

La militante feminista y sindicalista Tamara García está segura de que, si bien actualmente “no tenemos la gran explosión de colectivas que hubo en años anteriores”, las feministas hoy están activas en todos los espacios. “Este gobierno no nos ha dado tregua y estamos en todos los espacios, porque, por lo general, las que militamos no lo hacemos exclusivamente en una colectiva; ya sea en el movimiento estudiantil, en un sindicato, en un sector político partidario o a nivel territorial, nos termina llevando a esta lógica de tener que estar en todos lados”, señaló a la diaria.

A su entender, eso es “lo interesante de esta cuarta ola de los feminismos”: “que la perspectiva feminista se está intentando transversalizar en nuestros espacios de militancia; no es exclusivamente militar feminismo, sino cómo logramos que la perspectiva feminista esté en todas las luchas y todas las reivindicaciones”.

Por otro lado, planteó como desafío la construcción de “espacios más unitarios”, que vayan más allá de la organización de una marcha específica, porque “en esto de que estamos todas en todos los espacios, no logramos encontrarnos siempre”. A su vez, dijo que es necesario desarrollar una “estrategia de acción política feminista” que, además de ser “más unitaria”, sea “más abrazadora”, para que “ninguna compañera se sienta sola cuando sufre violencia en su hogar, en su lugar de trabajo o en un espacio de representación”. García también abogó por “no perdernos en fundamentalismos” y, en esa línea, advirtió con preocupación sobre la “avanzada” de un “feminismo transexcluyente” que, “si bien sigue siendo minoritario, existe”.

“Desapasionado” e “institucionalizado”

Ivana Silvera, integrante de la Coordinadora de Feminismos, usó la palabra “desapasionado” para referirse a la situación, sobre todo después de la pandemia. En una reflexión que hizo a título personal, dijo que hubo un momento “de expansión, efervescencia y pasión sobre las cuestiones que tenían que ver con cómo organizarnos y pensarnos juntas y de, más allá de nuestras profundas diferencias, tejer entre nosotras vínculos y acciones”, pero que, “junto con la pandemia, se desinfló y muchos colectivos se desarmaron”.

La activista aseguró que, cuando terminó la pandemia y se pudo salir de nuevo al espacio público, “algunos colectivos se recompusieron, volvimos a hacer algunas cosas juntas, pero ya con un movimiento bastante desapasionado”, sobre todo respecto de “lo que fue en 2015, 2016, 2017 y aún en 2018”. En su opinión, esto no se ve sólo en los espacios feministas, sino también “en otras organizaciones sociales”, donde existe “un apagamiento, que no tiene que ver sólo con la pandemia”.

Por otra parte, opinó que el movimiento feminista “también se fue institucionalizando” y que “por eso desde hace unos años también se habla de feminismos”, en plural; “porque existen feminismos de derecha, de izquierda, anarquistas, autónomos, y a veces se puede coordinar y hacer acciones juntas, y otras veces no”.

Un contexto que “desestimula”

Para la activista transfeminista Josefina González hubo una “desestimulación” que en gran parte tiene que ver “con el impacto del contexto sociopolítico”. “Estamos bajo un gobierno que ha arremetido contra un montón de derechos, hemos dado pasos hacia atrás en conquistas y eso ha desestimulado”, puntualizó.

Además, según consideró, “las cosas surgieron de una manera tan veloz, que no dio mucho tiempo para un análisis, un detenimiento y una reacción compartida”. Como ejemplo, dijo que cuando se debatía la ley de tenencia compartida “el movimiento no salió a la calle masivamente como tendría que haber sucedido”. “Hay organizaciones que han activado y denunciado, por supuesto, pero no en conjunto, no desde una plataforma plural, interseccional y diversa”, puntualizó González.

En la misma línea que Celiberti y García, también consideró que hay un “desencuentro” que se da porque las militantes están “en un montón de cosas a la vez”.

Acerca de la participación de las mujeres trans en el movimiento, en particular, dijo que “son muy pocas” las que “activan desde los feminismos” y que, si bien “siempre está el anhelo de que cada vez seamos más”, es complicado porque tienen “otras urgencias”. En ese sentido, señaló que “si no acceden a la Justicia, al mercado laboral, al sistema educativo, está difícil que puedan saber sobre sus derechos y sobre todo tener una cercanía con cuestiones que tienen que ver con los feminismos”.

Por su parte, la activista afrofeminista Ada González, integrante de Mizangas y de la Coordinadora Nacional de Asentamientos, aseguró que, antes, “las feministas populares, de barrio, de a pie” siempre estaban “muy solas” y “no eran incluidas”, pero que el panorama se empezó a revertir “en este último tiempo”, por lo que el desafío es “seguir en ese camino”.

Las potencias

Frente a los distintos desafíos, y más allá de las amenazas externas, se impone la necesidad de poner el foco en las fortalezas y en eso que hace que hoy el movimiento feminista constituya uno de los movimientos sociales más convocantes y masivos del país.

Para Celiberti, su principal potencia es indudablemente “la transformación de las expectativas y de las vidas” de las personas. También la “potencia discursiva”, dijo, “porque nuestras formas de mirar la realidad son más amplias y articulan distintas vertientes, como el ecologismo, los problemas actuales, pero también en una lógica íntima y personal, y ahí vuelve a ser vigente que lo personal es político”.

Silvera, por su lado, consideró que la potencia fundamental es la de “seguir saliendo a la calle”, para “manifestarnos y ver desde qué lugar poder crear cosas nuevas entre nosotras y para nosotras”.

Por el mismo lado reflexionó Josefina González, que dijo que “el hecho de que hayamos logrado estos últimos años tomar las calles” es “muy poderoso, muy gráfico, pero también muy emotivo, porque no podemos quitarle a la lucha política la emoción de encontrarnos”.

Fuente: https://ladiaria.com.uy/feminismos/articulo/2024/3/en-todos-los-espacios-y-en-todas-las-luchas-activistas-reflexionan-sobre-la-situacion-del-movimiento-feminista-en-uruguay/

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Racismo y educación en genética

Las personas que aceptan el esencialismo genético creen, entre otras ideas, que la mayoría de las diferencias raciales están determinadas por los genes. Las creencias esencialistas constituyen un error biológico.

En todo el mundo, los estudiantes reciben una educación básica en genética que se centra en la herencia de un solo gen. Los estudiantes aprenden las leyes de la herencia de Mendel y cómo se heredan diferentes versiones de un gen (es decir, los alelos) a lo largo de generaciones a través de mecanismos probabilísticos que se pueden modelar fácilmente con un cuadro de Punnett.

Esto constituye un factor de riesgo para el desarrollo del esencialismo genético durante la adolescencia, afirman Brian Donovan, de la organización sin ánimo de lucro BSCS Science Learning en Colorado Springs, Estados Unidos, y sus colegas en su estudio titulado «Human genomics education can reduce racism», publicado en la revista académica Science.

Los autores del estudio abogan por enseñar conceptos genómicos de una manera que refute el esencialismo genético en un marco que denominan «educación genómica humanitaria».

Donovan y sus colegas señalan ensayos controlados aleatorizados (ECA) llevados a cabo en Estados Unidos que ya demuestran que enseñar a estudiantes de Octavo grado a Duodécimo sobre conceptos clave relacionados puede dar lugar a una reducción en las creencias genetistas esencialistas de los estudiantes sobre la raza.

Uno de estos conceptos es que la mayoría de la variación genética se produce dentro de poblaciones geográficas, en lugar de entre ellas.

Los resultados de estudios relacionados muestran que los estudiantes formados en estos conceptos tienen más probabilidades de no creer en el esencialismo genético porque tienen más probabilidades de desarrollar la percepción de que las razas no son tan genéticamente diferentes.

Sin embargo, los autores del estudio afirman que estos ensayos controlados aleatorizados pasados presentan limitaciones clave. Para superar estas limitaciones, diseñaron nuevos ensayos cruzados aleatorizados por conglomerados, en los que todos los conglomerados participantes reciben consecutivamente ambos tratamientos de intervención (educación genómica humana) y tratamientos de control (educación básica en genética) en períodos de tiempo separados. Sus ensayos fueron los primeros en explorar cómo estos dos estilos de instrucción afectan a la conceptualización racial.

Entre diciembre de 2019 y mayo de 2022, los autores reclutaron a 15 profesores y 1063 estudiantes de biología de seis estados de EE.UU. (Colorado, Illinois, Indiana, Kansas, Nueva Jersey y Massachusetts). Los profesores participantes recibieron 40 horas de desarrollo profesional para aprender a implementar la intervención genómica humanitaria.

A juzgar por los resultados, los estudiantes que participaron en el entorno de aula de genómica humanitaria mostraron un mayor conocimiento de la genómica y menos creencia en el esencialismo genético.

Es importante destacar que, a medida que los estudiantes comienzan a no creer en el esencialismo genético, también parecen inclinarse hacia la creencia de que la raza es un concepto social y que las disparidades raciales son causadas por prejuicios.

Por el contrario, la instrucción básica en genética no produjo ninguno de estos beneficios para los estudiantes.

Para acallar posibles críticas sobre la escalabilidad de su enfoque, los investigadores describieron los resultados de un ensayo adicional previamente registrado y aleatorizado con personas que llevaron a cabo con aproximadamente 1000 estudiantes universitarios en el sistema de la Universidad de California. Los resultados sugieren que la instrucción de genómica humanitaria puede escalarse de manera relativamente rentable y eficiente en tiempo a través de una plataforma en línea, afirman los autores del estudio. (Fuente: AAAS)

 

Fuente: https://noticiasdelaciencia.com/art/49835/racismo-y-educacion-en-genetica

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Del sentido común, la educación y el ambiente

 «La población general no sabe lo que está
ocurriendo, ni siquiera sabe que no lo sabe».
Noam Chomsky

                                                                       “La revolución tendrá que ser en defensa de la tierra o
no habrá donde hacerla”.
Graffiti urbano.

Resulta una perogruyada a esta altura recordar que en la cadena de transmisión del conocimiento que la sociedad genera y divulga específicamente a través de la educación institucionalizada los educadores -docentes- reconocidos agentes de esa transmisión ejercen (de hecho, pero cada vez menos conscientemente, parece) un rol determinante en la conformación de la conciencia ciudadana y de una determinada configuración de la visión del mundo y la realidad (aunque esta última, de un tiempo a esta parte, haya sido secuestrada por los medios,).

Ese rol, estratégico por cierto, en términos del devenir histórico posible, parece omitido en la conciencia del colectivo educador en el presente neoliberal y desestructurante que caracteriza el momento actual, muy sintomáticamente en Argentina donde claramente “todo apunta a que, a no mucho tardar, ni el mercado ni el Estado podrán garantizar ya de forma general los servicios prometidos por el progreso que suponemos derechos irreversibles —por limitados que ahora puedan parecernos— en educación, salud, pensiones y dependencia, y no podemos saber hasta qué punto podrá cumplir mínimos decentes en alimentación, en energía, en mantenimiento de las infraestructuras o en orden público y defensa”[1].

El modelo de desarrollo ha atacado las fuentes mismas de la vida y con ello anula la posibilidad de cualquier mejora en todos los ámbitos de la existencia. “Ningún sistema puede funcionar con su fuente de alimentación deteriorada”. (Vilar, ob.cit); pero en Argentina prevalece, incluso en sectores progres, el mito de que esa fuente aun goza de buena salud y de que “arreglando la economía arreglaremos todo” como escuche decir a un joven alfabetizado e ignorante fan del anarco libertarismo.

¿Se puede ser alfabeto o profesional e ignorante a la vez? Definitivamente sí! Y es que la ignorancia  que resta, en términos de otorgar sentidos a la vida, no es aquella que denota iletradismo o carencia de “cultura”, sino aquella que extravió el sentido común mas humano. Ese que la educación debería, de mínima, garantizar. Necesitamos menos especialistas y mas buenas personas.

Si algo es evidente que como humanos hemos perdido, es precisamente el sentido común, esa intuición capaz de ordenar las capturas de los sentidos externos sin mucho reflexionar, y rápidamente adoptar, frente a un hecho pasado, presente o potencial una postura u opinión. Y digo hemos perdido porque si bien el sentido común es desde siempre moldeado por los contextos socioculturales, de un tiempo a esta parte ese moldeado ha mutado en manipulación y esa capacidad  ese “don natural” para discriminar desde cierta ética mínima lo bueno de lo malo, lo sano de lo insano, la bondad de la maldad, lo justo de lo injusto, lo prudente de lo imprudente, lo verdadero de lo falso empíricamente hablando, en fin lo razonable de lo insensato, se ha degradado y con ello la propia naturaleza humana, única presuntamente capaz de dirimir entre estos opuestos. Y por ello, aun cuando el sentido común fuese moldeado históricamente por cada cultura y aceptara o convalidara hechos o prácticas aberrantes e injustas prevalecía detrás una razón/explicación cultural (religiosa o mítica) que en general era aceptada por la totalidad del grupo social, incluso aunque no siempre desde luego, por aquellos que eran victimas de esa costumbres.

Ocurre que esta situación ya no se da y la humanidad actual actúa su existencia social y ecológica en la mayor ignorancia sin marcos culturales ordenadores del sentido común, en un caos ético o directamente en ausencia de ética alguna. Sin compromiso y solidaridad con el o los colectivos a los que pertenece, sus propios congéneres y mucho menos con “les otres” especies vivas.

No es solo desestructuración cultural sino insensibilidad suprema que convierte a la especie humana  en agente de destrucción de la vida. La guerra como práctica naturalizada, la naturalización de la pobreza y la marginalidad, de la explotación infantil y la trata de personas, la tortura, el maltrato a los animales y la destrucción de ecosistemas son ejemplos cotidianos del extravío en que ha caído el sentido común, colonizado por pulsiones de muerte naturalizadas bajo la cortísima historia del  capitalismo.

El punto es que la educación, la que se practica cotidianamente en las instituciones, allí donde (además de alfabetizarse) se modelan, presuntamente, la razón, la sensibilidad y el sentido común de los ciudadanos, lejos de contrarrestar esta cultura tanática – cultivada perversamente en el marco de las configuraciones socioeconómicas antropocentradas que objetualizaron la naturaleza e instrumentalizaron la vida-, estimula aquella y estas, por acción u omisión. La educación hermanada con la ciencia que es su referente principal, aportan fantásticos  conocimientos a la ciudadanía, mismos que pueden ser utilizados y puestos al servicio de la (pulsión de) vida o la (pulsión de) muerte, sin embargo lo cierto es que ni ciencia ni educación centran su interés y su propósito en orientar el sentido común hacia la valoración de la vida y por omitir tal fundamental componente político, contribuyen en sentido contrario, abandonando de hecho al ciudadano a la influencia de ese otro gran y hegemonizante formador del sentido común que son los medios, las redes y el algoritmo, no casualmente sino estratégicamente dominados por el poder.

La pregunta es ¿puede, todavía, la educación hacer su aporte en sentido contrario? No la educación en abstracto, ni su institucionalidad burocrática que inevitablemente serán expresión del modelo social, pero sus actores o una parte de ellos, en los escenarios educativos concretos subvirtiendo el sentido instituido?

Para re-educar y recuperar o restaurar aquel sentido común capaz de privilegiar la vida, ante todo conviene preguntarnos y responder con toda franqueza una pregunta olvidada (e independientemente de que el currículum lo mencione de alguna manera en algún lugar….) ¿educamos para…? ¿Sabrán (sabremos) esos actores hacer honor al lugar en que los coloca la historia?

Y consecuentemente proponer un “otro” Programa educativo orientado y puesto al servicio de un propósito reconstitutivo imperativo, lo cual supone recrear escenarios concretos de reproducción de vida sin importar el tamaño ni el contexto. No alcanza ya con disputar la interpretación de nuestra identidad e historia colectivas, la lucha por la emancipación requiere “asumir el carácter político del hecho educativo, en la medida en que hay no solo un orden educativo que transformar sino un orden social a ser reinventado”.[2] Proponer escenas de aprendizaje donde los valores regidores de la práctica sean la cooperación, la solidaridad, la austeridad, la dignidad, la diversidad y la tolerancia y el principal objetivo del aprendizaje la recreación de saberes y la formación de capacidades para autosatisfacer las necesidades fundamentales de la vida. Capacidades para recuperar soberanía sobre nuestras asociadas y colectivas necesidades vitales, sobre nuestros cuerpos, para abandonar la dependencia de “la maquina” y de un sistema que nos ha convertido en seres llenos de información pero vacíos de saberes elementales, sometidos a la tiranía urbana de tener que recurrir al servicio mercanitilizado para todo porque lo cierto es que la educación realmente existente no enseña a comer, a consumir, a cultivar, a cooperar, a valorar, a usar racionalmente el agua, la energía, ni a cuidar la naturaleza, ni a querer y valorar a los otros seres con los que compartimos el mundo, tampoco enseña a considerar el derecho de las generaciones venideras pues nada apunta en la educación a proteger la capacidad de la tierra de proveer bienes necesarios para la vida de una población creciente y futura. Producción de alimentos sanos (sin venenos), conservación y restauración de ecosistemas autóctonos, erradicación de especies exóticas, reformulación de las ciudades, cuidado del mar, preservación de la calidad del aire, reconocimiento de derechos de comunidades ancestrales prexistentes, son entre muchas otras, ausencias en la enseñanza instituida. En lugar de estos, la escuela incluye la educacion financiera, la formación emocional y la inteligencia artificial, se abandonan la filosofía y la historia y se refuerzan las matemáticas, la informática y la tecnología, y como correlato trágico de este mirar umbilicadamente solo el universo creado por el humano, en los medios ya aparecen ofertas tales como turismo de ultima oportunidad, una forma mas de mercantilización (gentrificación de la naturaleza?) ahora, de la extinción, a la que la misma propuesta contribuye llevando miles de turistas a visitar zonas y especies en peligro o en la certeza de desaparecer.

La ciudad como hecho cultural y material paradigmático del capitalismo y en tanto conflicto ecosocial y ambiental no es materia de reflexión alguna en ningún momento ni espacio educativo, siendo tal vez el principal componente de la crisis ecológica y psicosocial. Mucho menos es problematizado el uso del dinero o la oposición entre competencia y cooperación que podría abrir una revisita critica a las nociones de valor de uso y valor de cambio para ver que otras relaciones sociales fueron y son posibles e incluso rever la noción de competencia, falsamente legitimada como la fuerza del progreso y la evolución.

La pregunta es pertinente ¿desde los sectores educativos que reivindican otra sociedad posible, no hay nada que decir y hacer al respecto? O es que siguen creyendo posible cambiar la sociedad con el mismo manual que fue destruida?

Si algo debería hacerse desde la escuela en el momento actual (y promoverse desde la educación en cada organización social, religiosa, deportiva o cultural) es suscribir este mandato imperativo que el valor de la vida nos impone como especie: contribuyendo a rescatar la vida, la igualdad, la compasión, la dignidad, el derecho al futuro; poniendo todo el conocimiento que heredamos, supimos y podemos generar al servicio de rescatar-nos del colapso y recuperar nuestros mejores y mas amorosos valores, haciendo vida mediante practicas contraculturales, subvirtiendo el sentido común impuesto por la hegemonía cultural del productivismo capitalista. Incluyendo todo el conocimiento y todos los sujetos excluidos.

Esos actores sociales tan importantes que son los trabajadores de la educación, ¿van a seguir apenas defendiendo el piso mínimo (casi obsoleto) de su estratégico rol social y cultural (solo el salario y el trabajo) y reivindicando, aunque con todo derecho por cierto, la contención social que siempre ofrecen por fuera de su compromiso instituido, cada vez que todo se va a la mierda, y la inclusión sin horizonte, pero sin ir mas allá, sin desobedecer las reglas del Programa, sin asumir la inutilidad del mismo en el marco de destrucción presente, es decir sin proponer nada nuevo, diferente y contracultural?

Hemos superado la etapa en que aun era plausible (?) confiar en una transformación posible de la relación humanidad naturaleza dentro del esquema de las relaciones de producción capitalistas. Confianza que en rigor solo era atribuible a la fuerza cooptadora del discurso universalista que sobre todo desde foros internacionales suavizaban los datos de la crisis ecosocial, invisibilizan las realidades locales en cada territorio y reciclan constantemente las esperanzas en un posible cambio de conciencia en poblaciones, gobiernos y empresarios que fructificara en el cambio necesario.

La UNESCO se ha dedicado a este ejercicio de dilación desde hace décadas, la Carta de la Tierra mas allá de sus poéticas expresiones de principios, parece haber devenido en ONG que subsiste de cobrar sus cándidas propuestas de capacitación, que sigue difundiendo mas en ingles que en español. La Internacional de la Educación y su versión latinoamericana no agendan la crisis ecosocial entre sus prioridades políticas y tampoco sus sindicatos adheridos. Todo este tímido por no decir condescendiente posicionamiento, a contribuido a reciclar permanentemente la ilusión de que dentro del statu-quo capitalista siglo XXI tendremos gracias a la tecnociencia y a un presunto cambio de actitud social frente, sobre todo, a las consecuencias del Cambio Climático (devenido central pero en modo alguno único aspecto de la crisis ambiental) sera posible superar esta etapa crítica y encaminar el desarrollo hacia la sustentabilidad; dos conceptos a esta altura vaciados de todo significado.

Como complemento el sistema de educación pública, y en particular todos sus actores, se resisten a acusar recibo de esta realidad que en buena medida termina de sepultarlos bajo la obsolescencia que ya le impuso la tecnología de la información y comunicación. Cada vez mas lejos de ofrecer emancipación alguna el sistema educativo, incapaz de autocrítica, lastra su verdadero desafío contribuyendo a la inercia generalizada. Las experiencias educativas ambientales, que representan una irrelevante parte de los procesos educativos (contra el desmedido e ingenuo optimismo que generó la sanción de una ley de EA en 2021, sobre lo cual advertimos oportunamente), transitan una superficialidad desinformada exasperante, mientras las que acaso debieran ser mejores opciones, tales las experiencias educativas populares que se referencian en prácticas y teoría Freireana, las autodenominadas populares o aquellas que se dan en contextos de lucha socioambiental, al no cuestionar los fundamentos mismos del sistema educativo y de su edificio curricular, aun cuando incorporan sesgos con enfoques socioterritoriales, de genero, decoloniales, etc. convalidan explícita o tácitamente el modelo social hegemónico y así estiran la ilusión de su posible transformación mediante un ejercicio crítico que le interpela ocacionalmente desde la palabra, pero casi nunca subvierte la practica efectiva y con ella los fundamentos de una concepción educativa epistémicamente sometida y sometedora: no desobedecen, no cuestionan el fondo ni el contenido, apenas la forma mientras el propósito parece no requerir revisión alguna. Moralista y obediente la practica educativa toda parece confirmar lo que Iván Illich temía y vaticinaba hace 50 años (exageradamente en esos años, pero no ahora): que “el sistema escolar de hoy en día desempeña la triple función que ha sido común a las iglesias poderosas a lo largo de la historia. Es simultáneamente el depósito del mito de la sociedad, la institucionalización de las contradicciones de ese mito y el lugar donde ocurre el ritual que reproduce y encubre las disparidades entre el mito y la realidad”.

“Necesitamos la mejor ciencia y el máximo respeto a la verdad. Pero ésto sólo permite conocer el mundo, no transformarlo. Transformarlo es un juego de afectos, pasiones, identidades compartidas, mitos comunes, de alianzas, de intereses y de pericia en el ejercicio del poder. La rebeldía es un estado de ánimo que no se alimenta de ideología ni de conceptos. Es algo que arde en la certeza de sentir que la vida es el máximo don que no se puede desperdiciar. La necesidad histórica del momento es la de dar a luz una forma de producir, consumir, habitar e imaginar un mundo que deje atrás la depredación de la biósfera y adopte los principios de la cooperación y la simbiosis”[3].

Nunca como ahora, frente a la posibilidad cierta del colapso civilizatorio, educación y rebelión fueron nociones tan afines. Frente a la amenaza de disgregación nacional, destrucción cultural y depredación extrema de nuestros bienes comunes, esperamos aún que los actores educativos conscientes de su rol, asuman el papel y el poder que en ello tienen!!!


[1]https://www.15-15-15.org/webzine/2024/02/01/mesorreligion-para-una-accion-intersticial-con-sentido/

[2]Imen Pablo (2022) Pensamiento pedagógico Latinoamericano en prospectiva, en ¿Que docencia para estos Tiempos? CETERA.

[3]https://www.nodal.am/2023/12/el-colapsismo-ecologico-por-nieves-y-miro-fuenzalida/

Fotografía: desinformemonos

Fuente de la información:  https://insurgenciamagisterial.com

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Libro (PDF): ¿Quién se apropia de qué? tecnologías digitales en el capitalismo de plataformas

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

Esperamos que la lectura de estos artículos contribuya al debate urgente sobre la direccionalidad que como sociedad queremos imprimir a nuestras prácticas a partir de la integración de las tecnologías digitales en todas las dimensiones de la vida. Para que, desde una perspectiva crítica y lúdica, podamos participar con mejores herramientas en la apropiación de estas tecnologías para la emancipación y autonomía. Del Prólogo

Autoras(es): Susana Morales. Elizabeth Vidal. [Coordinadoras]

Editorial/Edición: CLACSO. Red de Investigadores sobre Apropiación de Tecnologías. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Córdoba.

Año de publicación: 2022

País (es): Argentina.

ISBN: 978-987-813-224-2

Idioma: Español

Descarga: ¿Quién se apropia de qué? tecnologías digitales en el capitalismo de plataformas

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2588&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1652

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Docentes y trabajadoras de la educación: ¿Por qué conmemorar un nuevo 8M haciendo huelga y marchando de forma independiente al gobierno?

Por: Patricia RomoProfesora del Liceo Domingo Herrera B-13. Integrante de la Agrupación Nuestra Clase Antofagasta.

Se acerca un nueva conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, y las trabajadoras de la educación nos preguntamos: ¿por qué seguir conmemorando esta fecha? ¿Cuáles son las necesidades y tareas pendientes a conquistar por las mujeres en Chile y en el mundo ? Y por último (pero no menos importante): ¿cómo hacerlo?

Orígenes

El 8 de marzo es una fecha que tiene sus raíces en el movimiento obrero de mediados del siglo XIX. En un momento de gran expansión y turbulencias en el mundo industrializado, las mujeres comienzan a alzar la voz. Hasta ese momento, la vida de las mujeres estaba llena de limitaciones: sin derecho a voto, no tenían permiso para manejar sus propias cuentas y finanzas, ni tampoco a formación académica, la esperanza de vida de las mujeres era inferior a la de los hombres y los malos tratos hacia las mujeres eran extendidos y generalizados.

Hubo varias antesalas a la conmemoración misma de un Día Internacional de la Mujer, como en 1908, cuando 15.000 mujeres en Nueva York salieron a las calles a exigir menos horas de trabajo, mejores salarios, y derecho a votar. En varios encuentros y conferencias de mujeres rondaba la conmemoración de una fecha así, pero fue en 1910 durante la Conferencia Internacional de la Mujer Trabajadora en Copenhague (Dinamarca) que la comunista Clara Zetkin sugirió un día internacional, lo cual fue aceptado por las demás representantes de 17 países.

En los acuerdos de esta conferencia, las mujeres tenían por objetivos: conquistar el derecho a voto, protección social a las madres, y lograr una relación más asidua entre las mujeres socialistas. Es por ello, y sobretodo por los acontecimientos históricos que repasaremos a continuación, que decimos que el Día de la Mujer tiene orígenes socialistas.

Tomando esta moción en sus manos, son muchos los países que comenzaron a conmemorar el Día de la Mujer en distintas fechas, y en sus primeros años esta conmemoración sirve como protesta contra la “Gran Guerra” (I Guerra Mundial). En Rusia, en 1917, donde también se estaba conmemorando esta fecha, las mujeres se lanzaron a las calles contra la guerra, en una protesta que desembocó en la Revolución, y que marcó la fecha de Día Internacional de la Mujer para siempre. Pese a la represión del Zar, que ordena disparar si es necesario para acabar con la revolución de las mujeres, más sectores se unen a esta gran movilización, como los obreros metalúrgicos. Finalmente la medida del zar fracasa, dando paso a la Revolución de Febrero, y terminando por abdicar en marzo. Fue así como el día de la mujer se convirtió en el primer día de la revolución.

Se dice que la retirada del Zar permitió el reconocimiento automático del derecho al voto de las mujeres. La Revolución que parieron las obreras textiles en 1917 abrió las puertas a las mujeres a muchísimos derechos impensados, al menos así fue durante la primera etapa de este novedoso proceso. Pero lamentablemente, bajo la dirección de Stalin, se hizo trizas la emancipación femenina. Se volvió a prohibir el aborto, y se volvió a destacar a las mujeres en su contribución como madres y amas de casa.

Como podemos ver, el 8 de marzo es una fecha que tiene un potencial enorme (que puede hacer tumbar regímenes como podemos ver a lo largo de la historia), y que sería muy diferente si las direcciones de los movimientos sociales y sindicales llamaran a la huelga y a la acción organizada durante ese día (llamamos “burocracias” a estas direcciones porque sólo sirven para detener o hacer más lento todo).

La situación de las mujeres en el mundo de hoy

En el mundo de hoy, la realidad que vivimos las mujeres no es menos apremiante: las mujeres componen el 80% de las víctimas de las redes de trata, son el 75% de los analfabetos a nivel mundial, ganamos un 30% menos que los hombres y no tenemos derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo. En Chile, en particular, los derechos sexuales y reproductivos son escasos, el derecho al aborto es acotadísimo y encima tiene la barrera de la “objeción de conciencia” por parte de profesionales médicos conservadores. Además, otro de los focos de preocupación a nivel mundial el último tiempo ha sido la precaria situación de mujeres y niñas migrantes en las fronteras de Chile.

Otras de las principales problemáticas en nuestro país sigue siendo la brecha salarial, que bordea el 20%, y donde los estudios señalan que las mujeres ganan en promedio menos que los hombres en todos los tramos etarios. Además, las mujeres somos las más precarizadas en lo laboral, trabajamos en mayor informalidad, sin contrato y en peores condiciones. Las madres trabajadoras tienen bajas tasas de empleo en Chile, y poseen altos índices de depresión y ansiedad (cifras que van en aumento). Por otro lado, los estudios indican que las mujeres y las niñas en Chile trabajan mucho más que los hombres, tomando en consideración el trabajo doméstico no remunerado. Sin contar con que además, se observan especiales diferencias de género en las áreas de conocimiento y especialización; en ese sentido, los estudios indican que durante su adolescencia las niñas chilenas ya habrían desarrollado una disposición hacia las disciplinas humanistas, en lugar de las científicas, que en cambio tienden a ser vistas como una prerrogativa de los varones adolescentes. Esta divergencia tiene una contrapartida en las selecciones que harán las niñas y los niños más adelante, primero como estudiantes y luego como trabajadores.

Con respecto a la violencia de género, actualmente en nuestro país la mujeres son mucho más propensas a sufrir acoso que los hombres (64% vs 26%). Las mujeres pueden sufrir violencia por parte de sus parejas actuales u otros miembros de la familia, pero también en la oficina, la escuela y la universidad, en el transporte público y en la calle. Sin mencionar los costos y consecuencias de este acoso, que en la mayoría de los casos lleva a las mujeres a abandonar espacios, círculos, planes y proyecciones de vida. Este 2024, lamentablemente, la violencia machista y el femicidio ya ha cobrado la vida de 6 mujeres ha dejado 36 femicidios frustrados.

¿Y qué ocurre en la educación?

Desde la vereda de quienes nos desempeñamos en el mundo de la educación, la situación cada día aparece como urgente: no hay políticas ni recursos destinados a planes de Educación Sexual Integral, la cual se hace cada vez más necesaria para todos los estamentos de las comunidades educativas. Peor aún, la educación pública se encuentra totalmente abandonada desde hace años, con gobiernos como los de Sebastian Piñera que fueron un total retroceso en muchísimas áreas (fortaleció el mercado educativo y el autoritarismo dentro de las escuelas, eliminó áreas de conocimiento y rebajó horas de historia, filosofía y ciencias, y desfinanció la educación pública en pandemia, cuando más recursos necesitábamos), pero también incluyendo el actual gobierno de Gabriel Boric, donde la educación definitivamente no es prioridad, y no ocupa prácticamente ningún lugar en su agenda.

El gobierno actual sencillamente se ha dedicado a contemplar, pasivamente y hasta con indiferencia cómo el sistema educativo hace aguas tanto por el lado de los municipios (herencia de Pinochet), como por el lado de los SLEP (política levantada por el gobierno de Bachelet en conjunto con el PC y el FA el 2016), donde ambos tipos de instituciones se dedican a “administrar” la educación pública robando o malversando fondos públicos, usando los “altos” puestos para pagar favores, y llevando adelante malos tratos combinado con una pésima gestión. Incluso, podríamos señalar que prácticamente todas las respuestas que ha dado el actual gobierno frente a la crisis educativa van por la línea de aceptar las malas condiciones que hay, tal como expresó Nicolás Cataldo, ministro de educación, frente al paro de Atacama, donde las comunidades educativas completas paraban de conjunto frente a una crisis regional que no daba para más, y que fue la mayor expresión de un problema que es nacional, el abandono de la educación pública. En dicha ocasión (a fines del pasado octubre), Cataldo señalaba que “no había razones para estar en paro”, además pedía a los profesores (pese a que el paro era con apoderados y demás trabajadores de la educación) que no “capturaran” a los estudiantes y que volvieran a clases, en las precarias condiciones en que se encontraban los establecimientos.

Este nivel de crisis y precariedad en el sistema educativo nos lleva a pensar en cuáles son las direcciones pasivas que nos llevaron hasta este punto que nos encontramos ahora. Las direcciones de la CUT, el Colegio de Profesores, la Confech -por mencionar a algunos de los grandes organismos sociales y sindicales del país- se encuentran borrados de escena, o en el caso del Colegio de Profesores, sus cuñas y declaraciones se encuentran acotadas a temas sólo “superficiales” o “urgentes”, mientras otras demandas (como el sistema de financiamiento de las escuelas, la misma ESI o la cantidad de alumnos por sala, por ejemplo) mueren en el olvido. Muchas veces discursos como el de Mario Aguilar, presidente del CdP, se oyen como críticos al gobierno, pero lamentablemente su estrategia y sus llamados responden a una estrategia “de presión”, vale decir, utilizando la movilización para presionar los acuerdos que el gobierno ya sostiene con la derecha y las grandes empresas vía reuniones o comisiones en el parlamento. Lejos de la confianza en el parlamento y sus acuerdos, lo único que nos permitirá conquistar nuestros derechos es fortalecer la movilización, las asambleas, y la deliberación de base, en unidad con otros sectores que nos permitan tener la fuerza y la solidaridad necesaria para vencer.

Las mujeres componemos por mayoría el mundo de trabajadores de la educación: por ejemplo, el 73% de las docentes son mujeres. Lamentablemente, esto no ha sido nunca motivo suficiente para que las direcciones recién mencionadas -como el CdP- impulsen verdaderamente la conmemoración del 8M, el cual debiese ser un día de paralización productiva, protestas, marchas y asambleas. Es por ello que resulta clave autoorganizarse sin confianza en estas direcciones que están más preocupadas de no “perturbar” al gobierno ni entrar en conflicto con él. Incluso, muy importante, desde Pan y Rosas hacemos un llamado a organizarnos y marchar desmarcándonos totalmente de un gobierno que sigue haciendo acuerdos con la derecha, le lava la cara a Piñera que nos reprimió durante el estallido (contexto donde se dieron innumerables casos de acoso sexual y vejámenes en comisarías), perpetúa el sistema de AFP que afecta especialmente a las jubiladas, mantiene militarizada la vida de mujeres y niñas en la Araucanía, que mantiene las zonas de sacrificio y saqueo que afectan las vidas de muchísimas comunidades y que además renunciaron al derecho al aborto y a impulsar una Educación Sexual Integral.

¿Qué lecciones podemos sacar de todo esto?

Las lecciones de todo este hilo histórico de las mujeres como vanguardia que hemos repasado a propósito del 8M, nos invita a reflexionar que así como a comienzos del siglo XX las mujeres del mundo se unían y se politizaban solidarizándose contra la guerra, el movimiento de mujeres en el mundo actual también tiene el desafío de tomar en sus manos la lucha contra la barbarie de la guerra capitalista. Tanto así en Gaza, donde el genocidio de Israel con las potencias aliadas busca borrar a un pueblo oprimido y ha afectado la vida de miles de desplazados, sobretodo niños y mujeres, así como la guerra en Ucrania que acaba de cumplir 2 años. La barbarie se expresa en cómo incluso la guerra despilfarra cifras irracionales de dinero por minuto, mientras la ayuda humanitaria no alcanza a llegar a las personas, y donde las cifras de fallecidos aumentan por miles a cada instante. Tenemos el desafío de observar atentamente los procesos de ataques políticos a las mujeres y su resistencia en la lucha de clases, y seguir su ejemplo, como lo que viene ocurriendo en Argentina, donde las mujeres resisten a los ajustes y ataques de Milei, donde la extrema derecha busca arrebatar incluso derechos ya conquistados. Pero la última palabra la tenemos nosotras.

Desde el feminismo socialista de Pan y Rosas apostamos a que las mujeres trabajadoras encabecen la lucha por su propia emancipación, pero no nos limitamos a la lucha de derechos formales, corporativos o económicos, ya que en los estrechos márgenes del actual sistema capitalista no alcanza con exigir mayor equidad a un sistema que funciona en base a la más profunda de las desigualdades, que es la concentración de riquezas del mundo por parte de una minoría absurda. Nuestra perspectiva es acabar con este sistema de explotación y sentar las bases para la completa emancipación de las mujeres y la liberación de la humanidad.

https://www.laizquierdadiario.cl/Docentes-y-trabajadoras-de-la-educacion-Por-que-conmemorar-un-nuevo-8M-haciendo-huelga-y-marchando

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