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Perú: Los docentes ante la emergencia: la importancia de la colaboración

Los docentes ante la emergencia: la importancia de la colaboración

“La heterogeneidad de situaciones hace recordar la importancia que tienen las redes docentes para algo que es esencial en la labor profesional: el trabajo colegiado que se traduce en compartir y aprender de experiencias».

Por Hugo Díaz Díaz, miembro del Consejo Nacional de Educación

La emergencia sanitaria pone a los maestros ante un gran reto. Son los actores que permitirán que el año escolar sea aprovechado por los casi 10 millones de estudiantes en el sistema educativo. Enorme responsabilidad que los obliga a liderar procesos de aprendizaje muchas veces en condiciones difíciles, diversas y sin la preparación debida.

Los primeros sondeos sobre al acceso a las modalidades de educación a distancia en las escuelas públicas señalan que el mayor porcentaje de estudiantes lo hace mediante la radio o la televisión.

Hay abundante material que se difunde, pero el diseñado para trabajar exclusivamente en casa es escaso y en localidades donde priman los bajos niveles de educación, muchos padres manifiestan su incapacidad para apoyar a sus hijos en aprendizajes cuya complejidad es mayor que en el pasado.

Frente a estudiantes que viven en hogares a veces muy dispersos, hay docentes que buscan el apoyo de miembros de la comunidad para orientar o retroalimentar a sus alumnos; otros procuran que la radio extienda sus espacios de emisión de mensajes educativos o aprovechan el celular que posee la mayoría de padres de familia.

El Estado podría negociar con las empresas respectivas para que, mientras dure la situación de emergencia, las comunicaciones entre docentes, padres y estudiantes referidas exclusivamente al aprendizaje, sean gratuitas. Nótese que la comunicación no es solo importante por los aprendizajes sino también para dar seguimiento al estado socioemocional que es un elemento clave en su desarrollo.

Quienes utilizan el Internet disponen de recursos variados y pueden utilizar metodologías de trabajo colaborativo, por proyectos, estudios de caso. Van conociendo el momento en que sus estudiantes disponen del equipamiento tecnológico en casa y se adaptan a las variadas situaciones. A veces deben llenarse de paciencia cuando la comunicación es lenta.

Un grupo de docentes se ha adaptado rápidamente a la nueva forma de trabajo, otros están en proceso y un tercer grupo necesita mucha ayuda.

La heterogeneidad de situaciones hace recordar la importancia que tienen las redes docentes para algo que es esencial en la labor profesional: el trabajo colegiado que se traduce en compartir y aprender de experiencias y buenas prácticas, colaborar para solucionar problemas comunes o particulares y enfrentar la situación lo mejor que se pueda.

La mejor capacitación de cualquier profesional, incluidos los docentes, es el trabajo con colegas. La capacitación oficial vendrá en el camino, los estudiantes que aprovechen las tecnologías podrán aumentar al igual que la variedad de los recursos de aprendizaje.

Mientras tanto, los beneficios potenciales del trabajo de docentes en redes no necesitan demostrarse, más bien extenderlos y generar las condiciones para que, con más autonomía que la habitual, se descubra un creciente número de iniciativas capaces de darle vuelta a la adversidad, aún en los casos en los que no se tenga acceso a ninguna de las modalidades a distancia que el Ministerio de Educación ha organizado.

Será clave contar con una normatividad que no sea frondosa, detallista, excesiva en procedimientos que funcionan, si acaso, en un escenario normal, pero no en la situación actual. Confiemos en los maestros y hagámosle la vida más fácil para enfrentar los retos que asumen, muchos en condiciones muy precarias.

Fuente de la Información: https://peru21.pe/opinion/los-docentes-ante-la-emergencia-la-importancia-de-la-colaboracion-educacion-noticia/

 

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¿Salvar el ciclo escolar o salvar la salud de los niños?

Por: Fidel Ibarra López 

El titular de la SEP, Esteban Moctezuma Barragán, ha indicado que las clases (presenciales) se reanudarán el 1 de junio. Y el Subsecretario de Salud en cambio afirma que, si la Jornada Nacional de Sana Distancia no se cumple adecuadamente, entonces el regreso a clases podría reprogramarse (Excelsior, 21 de abril del 2020). Y, además, agrega que “aún falta más de la mitad del ciclo epidemiológico” (Aristegui Noticias, 5 de mayo del 2020). Dos mensajes contrapuestos para una misma agenda. Y el resultado es uno: no hay certidumbre respecto a la reanudación de las clases en educación básica. Entonces, ¿para qué anunciar que se van a reanudar las clases? Y la respuesta es una: para dar certidumbre ante una realidad que no atempera en complejidad; y, al mismo tiempo, para enviar un mensaje respecto a que el sistema educativo funciona pese a esta contingencia sanitaria. Pero la certidumbre no se construye si el Secretario de Educación declara por un lado y el Subsecretario de Salud declara hacia otro. Además, como me indica un colega, la Biología no conoce de fechas. Es absurdo plantearse tiempos cuando no se pueden controlar las variables que determinar la expansión -o contracción- de una pandemia como la que tenemos enfrente.

No obstante, la hoja de ruta para reiniciar las clases se mantiene para el 1 de junio. Y en algunos estados de la república ya se han dado a conocer algunas propuestas de protocolos para reanudar las clases. En el caso de Baja California Norte, por ejemplo, se indica que: a) Los centros escolares deben reunir al personal para capacitarlo -en la aplicación y seguimiento de los protocolos-; b) De forma gradual y en jornadas de dos horas, se citará a una fracción de cada uno de los grupos (de clase); c) Los alumnos ingresarán con cubrebocas; d) Habrá filtros al entrar al plantel; e) La entrada y salida será en horarios diferidos y por diferentes accesos cuidando la sana distancia a fin de evitar conglomeraciones; f) Los alumnos deberán seguir una distancia de 1.5 metros de separación en las aulas, evitar el contacto, abrazos, saludo de manos, no prestarse materiales; y g) Se afirma que “El padre tiene derecho a no mandar al alumno a clases, pero tiene que seguir el trabajo a distancia y mandar evidencias”.

Ante esta propuesta de protocolo, la pregunta obligada es la siguiente: ¿reiniciar las clases solamente para tomar dos horas de clases en el aula? No tiene sentido. Además, la última observación respecto a que el niño puede seguir el trabajo de clase a distancia, ¿no sería lo más sensato para todo el sistema de educación básica en México -esto es, terminar el ciclo escolar en línea-? Me parece que sí. Es absurdo mantener la posición del reinicio de clases. No hay condiciones para ello, tanto en términos de logística como en lo referente a la salud pública. El propio titular de la estrategia contra la pandemia del Covid-19 lo ha manifestado: falta más de la mitad del ciclo epidemiológico. Esto va para largo.

Lo que parece más conducente en esta coyuntura, es que si se decidió mantener el ciclo escolar en pie -y no darlo por concluido como ocurrió en otros países-, entonces debería ser concluido a través de la educación a distancia. Lo anterior, en efecto, tiene sus inconvenientes -por la desigualdad que se tiene en el acceso a las tecnologías en amplias zonas del territorio nacional-; pero también tiene sus puntos a favor: los maestros están integrándose al uso de las tecnologías. Y este elemento va a ser muy favorable a futuro, sobre todo si se llegase a presentar una contingencia que implique el cierre de las aulas.

Si no se concluye el ciclo escolar a través de la educación a distancia, entonces nos adentramos en una disyuntiva: o se salva el ciclo escolar -con el regreso a las aulas-, o se salva la salud de los niños. Y ante estas dos alternativas, ¿hacia cuál se inclinarán los padres de familia? Obviamente que no enviarán a sus hijos a la escuela si la pandemia no amaina. Entonces, ¿qué sentido tendría mantener una escuela con las puertas abiertas, pero sin la asistencia de los niños?

Si las autoridades educativas se pronuncian por terminar el ciclo escolar a través de la educación a distancia, la sociedad mexicana no lo vería mal. Al contrario, me parece que recibiría ese anuncio como una medida sensata.

Una condición es clave en esta coyuntura: estamos ante una coyuntura inédita y además es sumamente compleja. Lo peor que se puede hacer en este escenario es mantener un pensamiento rígido, cuando la realidad está cambiando día a día. Hoy más que nunca se requiere de la flexibilidad del pensamiento: no se puede encuadrar un círculo en un cuadrado, por más ímpetu que se tenga. La realidad no funciona así.

Así, no caigamos en la disyuntiva que da título al presente artículo. Lo conducente es terminar el ciclo escolar a distancia. Y prepararse, además, para el próximo ciclo escolar. Y subsanar -en la medida de lo posible- los puntos débiles del sistema educativo mexicano que está dejando a flote la pandemia. O dicho en otros términos, lo más importante para las autoridades educativas no tendría que ser el reinicio de las clases en el aula, sino cuáles son las debilidades estructurales que están quedando al descubierto con el Covid-19, y cómo se van a enfrentar para el próximo ciclo escolar.

Una última observación: mucho ayudaría para los propósitos que aquí se enuncian, que las autoridades educativas dejasen de recurrir a fechas. Ya no recurran a fechas señores. Es imposible manejar un calendario en las circunstancias en las que estamos. Al contrario, resulta contraproducente, porque si la situación no se llega a cumplir en las fechas fijadas entonces termina por desgastar el discurso de la autoridad educativa.

En suma, pues, nos pronunciamos entonces, por un anuncio donde se declare la finalización del ciclo escolar a través de la educación a distancia. Y porque se preparen las condiciones rumbo al próximo ciclo escolar. En esta parte hay bastante trabajo por hacer.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/salvar-el-ciclo-escolar-o-salvar-la-salud-de-los-ninos/

Imagen: https://pixabay.com/photos/school-tools-color-crayon-paint-3596680/

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México suma el femicidio de tres enfermeras y hermanas en el norte del país

Redacción: Telam

Las mujeres aparecieron muertas con claros signos de estrangulamiento en el estado mexicano de Coahuila, en un triple femicidio durante la pandemia de coronavirus.

Tres hermanas enfermeras aparecieron muertas con claros signos de estrangulamiento en el estado mexicano de Coahuila, en un triple femicidio durante la pandemia de coronavirus que demuestra que la violencia contra las mujeres y contra personal de la salud parece no tener fin en el país norteamericano, informaron las autoridades locales.

«La Secretaría de Seguridad Pública en Coahuila informa que elementos de la Fiscalía General del Estado tomaron conocimiento del hallazgo de tres personas del sexo femenino, sin signos vitales, en estado de descomposición y que de acuerdo a los primeros indicios habrían muerto por estrangulamiento», precisó un comunicado oficial.

Las tres hermanas fueron identificadas como Cecilia N, de 48 años; Araceli N, de 59 años y Dora N de 56 años. La Fiscalía del estado agregó que todas «se desempeñaban en el sector federal de salud», según reprodujo la agencia de noticias EFE.

Los cuerpos fueron encontrados dentro de una casa de ese estado norteño mexicano y la Fiscalía estatal ya investiga las tres muertes como femicidios, según informó el diario El Universal.

Las medidas de aislamiento y distanciamiento social impuestas para frenar la pandemia no parecen haber frenado o al menos reducido los niveles de violencia que existen en el país, ni los femicidios ni la actual saña contra el personal de salud.

Por eso, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y la Cruz Roja Mexicana advirtieron sobre su «gran preocupación por el aumento de las agresiones registradas contra el personal de salud y la infraestructura sanitaria en México».

«En estos tiempos de crisis desatados por la pandemia, es más necesaria que nunca la solidaridad, la humanidad y la generosidad de todos», señaló un mensaje del CICR, quien pidió que «respeto y gratitud» hacia el personal sanitario mexicano.

México es uno de los países de la región más golpeados con la pandemia con casi 30.000 casos y cerca de 3.000 muertos, aunque el diario estadounidense The New York Times denunció en las últimas horas que la cifra de casos y muertos en la capital, el epicentro del brote nacional, podría ser tres veces más alto de lo informado por las autoridades.

El país decretó a finales de marzo la emergencia sanitaria y estableció hasta el 30 de mayo la suspensión de actividades no esenciales y el distanciamiento social. Sin embargo, el gobierno federal anunció que las regiones menos afectadas podrían comenzar a flexibilizar las medidas la próxima semana.

Fuente: https://www.telam.com.ar/notas/202005/461442-mexico-femicidio-enfermeras.html
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Condiciones del regreso a la Escuela

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

Nadie ha dicho que el regreso a la escuela, después de la emergencia sanitaria de esta primavera 2020, será fácil. Las niñas, los niños y jóvenes estudiantes estarán de vuelta a clases en unas cuantas semanas (¿o quizá meses?), sin embargo, aún no sabemos con precisión para cuándo. Eso dependerá de la evaluación que hagan las autoridades federales y estatales responsables de las políticas públicas en materia de salud y educación. Mientras tanto, lo cierto es que tarde o temprano la escuela regresará o estará de vuelta a su formato habitual, presencial.

Específicamente, hablo de la escuela pública y básica (preescolar, primaria y secundaria), donde hay, al menos, tres cuestiones que resultan interesantes y preocupantes en la víspera del retorno de nuestras comunidades educativas a las aulas: 1) El tema de los recursos financieros destinados al fortalecimiento de la infraestructura educativa y al mantenimiento de las instalaciones, en términos generales, (que es la base para dar continuidad a las medidas de higiene personal e interpersonal o de sana distancia), después de la contingencia; 2) El asunto de las condiciones específicas de los servicios disponibles y de funcionamiento físico de la escuela pública (agua, energía eléctrica, drenaje, dispositivos de seguridad, etc.); y 3) El tema de las aportaciones que realizarán las familias para que las niñas, los niños y jóvenes estudiantes, sobre todo de la escuela pública básica, se incorporen a los centros escolares en condiciones de seguridad y con las medidas adecuadas de sanidad para evitar enfermedades o rebrotes de las mismas.

1) Con respecto al primer asunto, sabemos, a partir de los datos oficiales disponibles, que los recursos públicos destinados a la educación en general, en su mayor volumen, se destinan a la nómina magisterial (pago de salarios). “El Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (2015), en su reporte Gasto público para una educación de calidad, analiza la distribución del presupuesto de la educación básica para 2015, y encuentra que poco más de 85.6 por ciento se destina al pago de nómina, 4 por ciento a becas y 3.2 por ciento a gastos relativos a la infraestructura (mantenimiento, habilitación y construcción, y reconstrucción)”. (1)

2) En relación con el segundo, también sabemos que existen carencias en el rubro de estructura, organización y funcionamiento de las instalaciones educativas, de acuerdo con las cifras gubernamentales. Quizá lo que hace falta es valorar la profundidad y actualización de dichas carencias.

“Las primeras diferencias entre las escuelas públicas y privadas se encuentran en las características de la infraestructura: mientras más de 94% de los alumnos en todos los niveles de escuelas privadas asisten a inmuebles que cuentan con infraestructura adecuada (condiciones mínimas de sanidad y materiales duraderos), esta proporción se reduce para las escuelas públicas a 81%, 86% y 93% para los niveles de preescolar, primaria y secundaria, respectivamente (INEGI, 2014a). En cuanto a los alumnos que disponen de servicios básicos, las escuelas privadas se mantienen con rangos cercanos a 96% para todos los niveles educativos, mientras que las públicas registran 73% de los alumnos de preescolar y 78% de primaria y secundaria que cuentan con esta característica (INEGI, 2014a).” (misma fuente, p. 136)

“Con relación a servicios básicos, se identificó que hay una importante proporción de planteles que no reciben agua todos los días. A nivel nacional, 72% cuenta con este recurso diariamente; 17% tres o cuatro días; y 11% uno o dos días (INEE, 2018a). Ante la falta de agua, los planteles podrían no ofrecerla para beber a los alumnos, no tendrían agua en los sanitarios ni tampoco realizarían labores de limpieza, lo que afectaría el cumplimiento del derecho al agua y a la salud y, a su vez, afectaría el derecho a la educación. En el ámbito nacional, en 3.1% de los planteles públicos no hay sanitario (INEE, 2018b).” (misma fuente)

3) El tercer aspecto, que seguramente hará cambiar la manera de relacionarnos en las comunidades educativas, tiene que ver con los gastos que habrán de realizar las familias para que sus dependientes, es decir, las y los estudiantes niñas, niños y jóvenes, (zona de educación básica), acudan a las escuelas públicas en condiciones de seguridad e higiene elementales para evitar la transmisión de enfermedades virales y bacterianas (más allá del coronavirus y de la actual coyuntura).

Las economías de las familias se verán presionadas y aportarán lo necesario, de ahora en adelante, para que las niñas, los niños y jóvenes utilicen de manera cotidiana, al menos durante un buen rato: cubrebocas, protecciones para la cara o lentes especiales, gel antibacteriano (con alcohol), guantes especiales, batas o delantales, jabón neutro de tocador para lavarse constantemente las manos, entre otros materiales de protección y prevención que la misma escuela no va a proveer a sus estudiantes, docentes y directivos escolares. Ante esa circunstancia, me pregunto: ¿qué va a pasar si la escuela no tiene servicios básicos como agua potable, o no cuenta con sanitarios ni drenaje, o no dispone de servicios de recolección de basura o de energía eléctrica?

La reflexión necesaria sobre estas carencias de la infraestructura escolar, mantenimiento, servicios e insumos para la escuela, nos coloca ante la opción de cuestionarnos acerca de quiénes se harán cargo de estos gastos, y cómo esas condiciones serán adversas a las políticas públicas de salud. No hay que olvidar que la escuela, además y en ese sentido, requiere cada día de: líquido clorado para lavar pisos; escobas, trapeadores, recogedores, trapos, fibras, jabón en polvo, y demás enseres de limpieza o para llevar a cabo las labores de limpieza en la escuela de la “post contingencia” sanitaria.

Sin duda estamos (y estaremos) en la antesala de una nueva manera de convivir, de relacionarnos, de cuidarnos y de ser solidarios… luego de la experiencia colectiva que nos ha traído, para bien o para mal, el multicitado coronavirus, causante de la enfermedad Covid-19.

¿Cuál será la actitud y las acciones concretas que asumirá el gobierno de la República (de la “4T”) ante estas condiciones adversas? ¿Acaso la SEP dará nuevamente muestras de insensibilidad hacia las comunidades educativas, al autorizar, en breve, que se aumenten las cuotas “voluntarias” que realizan cada año las familias? ¿No existen otras alternativas a efecto de evitar que las familias mexicanas carguen con los gastos que traerá consigo la inminente vuelta a las aulas?

Fuente consultada:

(1) Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. Estudio Diagnóstico del Derecho a la Educación 2018. Ciudad de México: CONEVAL, 2018.

https://www.coneval.org.mx/Evaluacion/IEPSM/Documents/Derechos_Sociales/Estudio_Diag_Edu_2018.pdf

Fuente: https://profelandia.com/condiciones-del-regreso-a-la-escuela/

Imagen: https://pixabay.com/photos/walking-school-children-education-4555769/

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Perú descarta clases presenciales y apuesta en 2020 por educación a distancia

América del sur/Perú/07 Mayo 2020/https://www.france24.com/

El presidente peruano, Martín Vizcarra, descartó el martes que los colegios y universidades puedan reiniciar este año las clases presenciales ante la magnitud de la pandemia del nuevo coronavirus en el país, el segundo con más contagios de la región detrás de Brasil.

«Lo que queda absolutamente claro es que en el corto y medio plazo las clases no serán presenciales, aún serán a distancia», dijo Vizcarra tras revelar que la cifra de contagios supera los 51.100 y la de muertos se acerca a 1.500.

El gobernante reiteró que la educación para los escolares y universitarios deberá ser a través de clases virtuales por internet, radio y televisión.

«Los alumnos de inicial, primaria y secundaria, de estudios técnico superior y universitaria tendrán que hacer por un buen tiempo las clases a distancia», añadió durante una conferencia de prensa virtual.

Perú está en emergencia sanitaria desde el 15 de marzo y la población en confinamiento obligatorio hasta el 10 de mayo, mientras los negocios están cerrados salvo los indispensables.

La suspensión de clases fue una de las primeras medidas que tomó Perú, el 12 de marzo, una semana después de conocerse el primer caso del mortífero virus.

La cuarentena vigente dejó sin ingresos a cuatro de cada 10 peruanos, lo que ha acarreado demandas de reducción de mensualidades escolares ante el riesgo de deserción de los alumnos por falta de recursos económicos.

Vizcarra abogó por esa reducción alegando que la educación a distancia implicaría un menor costo.

«En este escenario, había muchas quejas de los padres de familia; y en un análisis simple, se concluye que este servicio genera menos costos. Por ende, debe haber una reducción de las pensiones», indicó el mandatario.

El gobierno incluso alienta a los padres a retirar a sus hijos de los colegios privados donde estudian para inscribirlos en escuelas públicas.

Varias escuelas privadas empezaron a reducir sus cuotas para adaptarse al modelo de «educación no presencial».

Las autoridades lanzaron un plan en la televisión estatal denominado «Aprendo en Casa».

El gobierno había desistido, a mediados de abril, de un plan que preveía reanudar clases presenciales el 4 de mayo ante el incremento de casos y el riesgo de colapso del sistema sanitario.

La educación a distancia y por internet empezó gradualmente desde abril, en colegios públicos, privados y en universidades.

El ministerio de Educación compró 719.000 tabletas con internet para los alumnos del ámbito rural, y 124.000 para los del área urbana para que puedan estudiar de forma virtual.

Fuente: https://www.france24.com/es/20200505-per%C3%BA-descarta-clases-presenciales-y-apuesta-en-2020-por-educaci%C3%B3n-a-distancia

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Entrevista a Pedro Alonso: “Eso de ‘aquí no llegará’ y ‘lo sabremos controlar’ era de una arrogancia notable”

Entrevista/30 Abril 2020/Autora: Patricia Peiró/elpais.com

El director del programa de malaria de la Organización Mundial de la Salud advierte de que la humanidad puede retroceder 20 años en la lucha contra esta enfermedad si queda postergada por el coronavirus y rechaza el uso político de la nueva pandemia

Pedro Alonso (Madrid, 1959, médico y epidemiólogo) dirige el Programa Mundial de Malaria de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Acaba de finalizar una de las decenas de reuniones en estos días de teletrabajo cuando atiende la llamada de EL PAÍS al hilo de la celebración del Día Mundial de la Malaria o Paludismo este 25 de abril. Esta vez era con el equipo técnico que ha analizado cómo va a afectar la covid-19 a la lucha contra la malaria que mata cada año a más de 400.000 personas en el mundo. El escenario más optimista deja los números como están. El más pesimista, pronostica que la humanidad va a retroceder 20 años en apenas unos meses y África (la región que acumula el 90% de los casos de paludismo) va a pasar de 360.000 muertes anuales, a 768.000 y de 215, a 260 millones de casos diagnosticados. El golpe es durísimo. La drástica reducción de muertes por malaria en los últimos 20 años es uno de los mayores logros médicos del último siglo.

Sobre la pandemia actual de coronavirus, Alonso afirma que ningún país, incluidos los ricos, se prepararon correctamente para la amenaza, defiende la gestión de la OMS y asegura que cualquier utilización política de esta tragedia es “inaceptable”.

Pregunta. ¿Se sabe cómo va a afectar la covid-19 a la lucha contra la malaria?

Respuesta. Podemos retroceder a niveles de hace 20 años. Llevamos semanas trabajando con modelos matemáticos pero hay muchas cosas difícilmente predecibles. No sabemos cómo se va a comportar en algunas zonas de menor densidad de población y, por tanto, menos conectividad y donde la estructura de edad es distinta. Luego están los efectos indirectos. Si a las poblaciones se las obliga a reducir su movilidad, puede que no lleven a un enfermo con fiebre al hospital, lo que dificultaría el diagnóstico. Estas restricciones también pueden afectar al reparto de mosquiteras.

¿Estamos aún a tiempo de reducir el impacto de la covid-19 en este tipo de enfermos?

Lo importante es mantener lo que hay y eliminar esa tendencia casi automática de suspenderlo todo. Hemos lanzado una serie de guías específicas para que se puedan seguir aplicando tratamientos de forma segura, hay países que ya las cumplen como Benín o República Democrática del Congo. En lo que se refiere a los suministros estamos trabajando casi a nivel diplomático con India, donde se fabrican la mayoría de los antipalúdicos.

Hablando de antipalúdicos, las agencias norteamericana y europea del medicamento han alertado de que no se ha demostrado que la hidroxicloroquina y la cloroquina sean efectivas para el tratamiento de la covid-19. Estos dos medicamentos contra la malaria en un principio se recomendaron para tal fin.

La OMS ha tenido una posición muy clara. Varios antipalúdicos han tenido efecto dentro de los laboratorios contra los virus, incluyendo la covid-19. En concreto esos dos medicamentos los empezaron a usar los colegas chinos y después un investigador francés creó una enorme expectativa en base a un estudio con muy mala calidad. Después Trump lo amplificó. No hay evidencias formales de la eficacia del tratamiento con estos medicamentos. La OMS recalca la necesidad de estudios para evaluar la eficacia de estos fármacos. A día de hoy no hay suficiente evidencia para recomendar un tratamiento u otro.

Pedro Alonso: “Eso de ‘aquí no llegará’ y ‘lo sabremos controlar’ era de una arrogancia notable”

La media de edad africana es de 18 años y el continente se ha enfrentado a grandes epidemias como la del sida, el ébola o la propia malaria. Normalmente se señalan estos dos elementos como las fortalezas del continente para afrontar el coronavirus.

Sabemos que una parte de la mortalidad viene dada por la existencia de otras enfermedades, pero no cómo va a afectar por ejemplo a niños con malaria o con neumonías. En Europa los niños se infectan pero el riesgo de que evolucione es bajo; en África podría ser muy distinto. Yo he vivido el ébola en Sierra Leona, la crisis humanitaria de Boko Haram en Nigeria… Es cierto que en los países africanos son conscientes y han adquirido experiencia de lo que es tener una emergencia sanitaria, pero esto es distinto. No sabemos bien cómo se va a comportar este virus. Como vemos en Europa o Estados Unidos es focal: no es lo mismo el brote en Madrid que en Ciudad Real o el norte de Italia y el sur. En los sistemas de salud africanos no es extraño enfrentarse a una emergencia, pero eso no quiere decir que estén necesariamente preparados. No soy pesimista, pero se corre un enorme riesgo de ver un efecto devastador en la salud y en la economía.

Y en el caso de Europa ¿los países van a aprender lecciones de esta crisis?

Me gustaría pensar que sí pero no estoy seguro. Ya sabíamos que esto iba a ocurrir, hay múltiples informes que alertaban de que íbamos a sufrir una pandemia, pero no sabíamos cuando. Era evidente pero ni siquiera aquellos con más medios estaban preparados ni han sabido reaccionar de forma adecuada. Se ha demostrado que los esquemas mentales humanos no reconocen la globalidad del mundo. Desde enero sabemos que había un brote de una enfermedad rara en China y en cuestión de días se secuencia el virus y se publica. Sabíamos que tenía potencial de transmitirse de humano a humano. Es bastante evidente que desde Europa se veía como un problema lejano. Ha habido declaraciones en las que se afirma que ‘aquí no llegará’ y que si llega ‘lo sabremos controlar’. Declaraciones de una arrogancia notable. Estos son esquemas mentales tipo ‘nosotros estamos en nuestro país y estas cosas no nos van a llegar’. ¡Y aún peor! Decimos que si nos llegan somos tan capaces que lo resolveremos sin ningún problema y en dos días. Estos esquemas mentales son difíciles de romper. ¿Cuántos años llevamos clamando que las enfermedades infecciosas no son del pasado? ¿Qué si hay una enfermedad que tiene capacidad de paralizar el mundo y suponer un reto existencial a la humanidad no es el cáncer, sino una infecciosa?

LOS DATOS DE MALARIA, HOY

– Se estima que hay 228 millones de casos de malaria en todo el mundo, en comparación con los 251 millones en 2010.

– 213 millones de estos se encuentran en África

-En el último informe, 2108, un total de 405.000 personas murieron por malaria. En 2010 fueron 585 000.

– Mas de la mitad de todos los casos de malaria se dan en seis países: Nigeria (25%), República Democrática del Congo (12%), Uganda (5%) y Costa de Marfil, Mozambique y Níger (4% cada uno)

Ahí entra en juego la desigualdad

África está a 14 kilómetros de Europa y nos comportamos como si fuera un planeta distinto. En este mundo tan globalizado con esta increíble capacidad de comunicación seguimos operando con esquemas localistas de nuestras pequeñas fronteras, algo que nos impide ver y anticiparnos a los problemas incluso aunque los tengamos muy cercanos. Esta sería la clave para mí: si esta pandemia nos hace reconocer que estamos en el mismo planeta y que tenemos el deber moral de abordar los problemas de salud en el mundo y superar las desigualdades, entonces esto habría servido de algo. Ahora estamos preocupados porque es un reto a nuestra civilización pero en amplias zonas del mundo se enfrentan a sus pequeñas pandemias desde hace cientos de años, o no tan pequeñas, como la malaria con 200 millones de casos al año, pero eso no nos afecta en nuestro pequeño mundo rico occidental, desarrollado y confortable.

Líderes políticos como Donald Trump han criticado la actuación de la OMS ante esta crisis. ¿Cómo afectan dentro de la institución estás críticas? ¿Qué tiene que decir ante ellas?

Es una enorme equivocación politizar el virus y me resulta inaceptable tratar de sacar ventaja política de esta tragedia. Usar esto para pequeñas luchas políticas o para atacar a un Gobierno no es aceptable. Lo cual no es óbice para que no se pueda criticar y decir no se ha actuado de forma correcta, algo que deberá ser objeto de análisis cuando llegue el momento para entender y aprender. Personalmente creo que en general la respuesta de la OMS, que es una organización mal financiada, ha sido excelente, en tiempo real, ha emitido guías técnicas para los países… La OMS ya aprendió mucho de las críticas durante la epidemia de ébola.

¿Cómo saldremos de esta? ¿En qué se convertirá la covid-19?

La pandemia se superará desde el punto de vista sanitario, la ciencia tiene enormes capacidades y acabará desarrollando tratamiento y vacunas, pero nos olvidaremos de aquellos que sufren todos los días sus pandemias y que no nos afectan a nosotros… El virus es relativamente sencillo, quiero decir, que desde luego es más fácil hacer vacunas para virus que para bacterias o parásitos. Luego existirá el riesgo de que mute o no, pero lo dudo. Lo más complicado va a ser que la vacuna llegue a los que más lo necesitan y que no haya acopio en los países ricos y que el que no lo pueda pagar mala suerte… La OMS va a estar pendiente de que esto no ocurra.

¿Y qué herramientas tiene la OMS para evitarlo?

La OMS tiene poder moral pero no financiero ni coercitivo. Pero ese poder moral puede mover montañas y hay varios ejemplos de ello. Creo que estamos en un punto en el que a todos nos tendría que costar muchísimo imaginar que se pudiera desarrollar una vacuna pero que no pudiéramos aportársela a todo ser humano que lo necesite independientemente de dónde esté. La OMS tomará un papel muy activo en asegurar que no nos deslizamos por esa pendiente.

Hace unas semanas se constituyó una coalición científica para que los países del Sur no se queden atrás

Hay más de 300 ensayos clínicos de diferentes fármacos contra la covid-19 y sin embargo tenemos las enfermedades olvidadas: malarias, tuberculosis, leishmaniasis… Incluso para desplegar una primera generación de vacunas de malaria nos cuesta un horror conseguir los apoyos para poder hacerlo. Ahora llevamos más de 50.000 niños africanos vacunados en la implementación piloto de la vacuna. ¿Habría algún problema para financiar una vacuna del coronavirus? No. Cuando son problemas que nos afectan a nosotros somos capaces de lo que haga falta: paralizar el país, hibernar la economía… Pero no somos capaces de hacerlo por nuestro continente hermano más cercano.

LOS ÚLTIMOS AVANCES CONTRA EL PALUDISMO

La malaria ha encontrado a lo largo de las décadas diferentes caminos con los que evadir insecticidas, tratamientos y vacunas. Pero los científicos también exploran vías novedosas para acabar con esta enfermedad. La pandemia de coronavirus pone en riesgo muchos de estos proyectos. Estos son algunos de ellos:

Mosquirix, la primera vacuna contra el paludismo. Tras 30 años de investigación, la RTS,S también conocida por su nombre comercial, Mosquirix, tiene como objetivo el Plasmodium falciparum, la más común y letal de las cuatro especies de parásitos que provocan la malaria. La eficacia y la durabilidad del Mosquirix son insuficientes: cuatro dosis ofrecen solo un 30% de protección frente a la malaria severa, durante no más de cuatro años. La Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió poner en marcha un programa piloto de vacunación en Malawi, Ghana y Kenia, donde la vacuna se ha administrado a cientos de miles de niños.

El pueblo africano que modificará los mosquitos genéticamente para combatir la malaria. Burkina Faso trabaja en un sistema nuevo y radical de lucha contra la malaria: los mosquitos modificados genéticamente. «Estamos desarrollando un mosquito que solo pueda tener crías macho, las cuales, a su vez, solo engendren crías macho, de manera que la población de hembras, que son las que pican, se reduzca hasta que la especie se extinga», explica el investigador Moussa Namountougou.

‘Insecticidas humanos’ contra la malaria. Un experimento español trata de eliminar a los mosquitos que transmiten el paludismo administrando un fármaco a las personas que corren el riesgo de ser picadas por ellos. Ya se han hecho decenas de experimentos en laboratorio que muestran que podría ser parte de la solución. Consiste en tomar ivermectina, un medicamento que funciona como veneno para el insecto. Los voluntarios, tras ingerirlo, alimentaban a mosquitos en laboratorios y se ha comprobado cómo las facultades de los insectos se veían mermadas.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/04/22/planeta_futuro/1587547394_050504.html

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La ruina de los trabajadores autónomos africanos contada por ellos mismos

Por: Lola Hierro

La covid-19 se llevará por delante al menos 20 millones de empleos en el continente. Varios emprendedores de diversos países nos cuentan cómo les ha cambiado la vida y cuáles son sus miedos

Nunca han protagonizado noticias sobre hambrientos o pobres. Como mucho, las han leído en sus teléfonos móviles o las han visto por televisión en casa. Pero el nuevo coronavirus le ha dado la vuelta a sus vidas y se han convertido, sin quererlo, en ejemplos con nombre y apellidos de aquellos que forman el grueso de los trabajadores informales, por cuenta propia, autónomos, emprendedores y pequeños empresarios de África. Esos a los que los Gobiernos, los organismos internacionales importantes y los medios de comunicación se refieren cuando mencionan el daño que las restricciones para contener la covid-19 pueden causar a los bolsillos y medios de vida de millones de personas.

Mophete Thebe no tiene ahora ni para recargar el móvil. Lizzy Jowo se pregunta qué va a hacer para alimentar a sus cuatro hijos cuando se acaben las provisiones que compró antes de empezar la cuarentena. Benedict Muindi piensa en enviar a su mujer y su hijo al pueblo, con su madre, para que, al menos ellos, vivan con un poco más de desahogo. Moussa Ndoye se da con un canto en los dientes porque tiene trabajo hoy, pero mañana, no sabe. Y Yasmeen Helwani está venga a pensar cómo proceder para que ella y las decenas de artesanos que dependen de su mercadillo sigan teniendo sustento.

En África, la situación es compleja porque la mayoría de sus habitantes está empleado en el sector informal: son un 85% de los trabajadores de una población de 1.300 millones de personas que viven al día, con lo que ganan aquí y allá, que no pueden permitirse ahorrar, ni comprar para dos semanas de cuarentena, y que residen en países donde —salvo excepciones— no existe Seguridad Social, ni prestaciones por desempleo. A esto hay que sumar dificultades anteriores como los efectos del cambio climático, los conflictos y el difícil acceso a zonas remotas.

En países de África Subsahariana como Senegal, Ghana, Sudáfrica, Kenia y Zimbabue, ese problema ya ha estallado de lleno. «No estamos hablando de asalariados; son personas que dependen de realizar actividades diarias con las que obtienen ingresos para satisfacer sus necesidades las de su familia», describe mediante vídeo llamada Abebe Haile-Gabriel, subdirector General de la Agencia de la ONU para la Agricultura y Alimentación (FAO) y representante regional para África. Las previsiones de la Unión Africana son pesimistas: calculan que la epidemia puede costar hasta 20 millones de empleos, la economía caerá hasta un 1,1% y los gobiernos africanos pueden perder hasta un 30% de sus ingresos fiscales, estimados en 500 mil millones en 2019. Estos datos brutos se traducen en problemas y temores concretos para personas como Lizzy, Benedict, Mophethe, Moussa y Yasmeen, cinco africanos, cada uno de una esquina del continente, que han accedido a hablar con EL PAÍS a pesar de que no están en su mejor momento para explicar qué les está ocurriendo.

Kenia: Benedict Muindi, empresario en el sector hostelero

Benedict Muindi, empresario keniano de negocios de catering.
Benedict Muindi, empresario keniano de negocios de catering. CORTESÍA DEL ENTREVISTADO

Benedict Muindi, de 27 años, comenzó a trabajar de chico para todo en un pequeño hotel de Nairobi y con el tiempo y los años se pasó al negocio del catering. No le ha ido mal, pero ahora se han cerrado fronteras y se ha impuesto un periodo de cuarentena en Kenia que ha echado por tierra los negocios turísticos y relacionados con los eventos. Incluidos los suyos. «Casi todos los hoteles han cerrado, la situación es terrible: no hay comida, no he pagado el alquiler…», se queja. Muindi vive con su esposa, ahora desempleada, y su hijo de tres años, pero piensa en mandarlos a casa de su madre, en el pueblo, si la situación no mejora. Cree que allí se las arreglarán mejor porque la vida es más barata.

Ninguna de las medidas de apoyo anunciadas por el Gobierno se ha traducido en una ayuda real para Muindi. Por ahora, él tiene que pensar en cómo salir del apuro por sí mismo, y para ello tiene un plan: «Quiero comprarme una motocicleta; aprovechando que tengo el carné de conducir en regla quiero intentarlo como repartidor para tiendas y negocios pequeños», cuenta. El principal bache es que la inversión supone como mínimo 1.200 euros y él tiene ahorrados unos cien. «Estoy buscando algún tipo de préstamo, tengo que hacer algo diferente. Y si en la ciudad no me va bien, puedo hacerlo desde el campo, donde vive mi madre», confía.

SITUACIÓN EN KENIA

Kenia ha registrado 296 contagiados y 14 muertos hasta ahora. Cuando se informaba de los primeros casos, el presidente Uhuru Kenyatta impuso en Nairobi y otros tres condados, identificados como de alto riesgo, la prohibición de salir durante 21 días, comenzando el 6 de abril. Poco antes decretó un toque de queda nocturno a partir de las siete de la tarde. Y también se han aprobado ayudas: una reducción de la tasa del IVA del 16% al 14% y la eliminación del impuesto sobre la renta de los trabajadores que ganan menos de 24.000 chelines, unos 225 euros, aunque esto aún es una propuesta. El Banco Mundial ha anunciado que destinará un fondo de emergencia de 50 millones de dólares.

Zimbabue: Lizzy Jowo, comerciante con cuatro hijos en casa

Lizzy Jowo, de 37 años, acostumbraba a viajar por Mozambique, Sudáfrica y Zambia para irse de compras. Pero no para ella, sino para su negocio. Es importadora: adquiere telas, ropa y perfumes que luego vende en el mercado de su barrio, Hatcliffe Consortium, en el norte de Harare (Zimbabue). Ella y su familia son ahora un gran ejemplo de los damnificados por las medidas de restricción impuestas para tratar de contener la expansión del coronavirus. Con las fronteras cerradas y el periodo de cuarentena en vigor, Jowo no puede ganarse la vida. «No se nos permite ir al mercado donde suelo vender; se supone que tenemos que estar en casa y no puedo ganar dinero para alimentar a mi familia, para pagar las tasas escolares de mis hijos…», protesta. Esta mujer tiene cuatro vástagos de entre seis y 17 años, todos escolarizados, y un marido que es barbero y que no está en mejor situación que ella, porque también es autónomo.

Por ahora, a Jowo no le ha llegado ninguna clase de ayuda. «No tengo ahorros, y no tengo ningún plan, no tengo comida suficiente, y no sé cómo va a acabar todo esto, pero espero que sea pronto y podamos volver a salir a trabajar. Por ahora, estamos sobreviviendo con lo que compré antes de que empezara la cuarentena» dice, y antes de despedirse indica que prefiere no enviar su fotografía. que declina enviarla. «¡Podría acabar en las redes sociales!», se excusa.

SITUACIÓN EN ZIMBABUE

Zimbabue cuenta con 25 casos confirmados de coronavirus y tres muertos. Su precarísima situación, inmerso en una honda crisis económica y con un sistema sanitario muy débil, llevó al Gobierno a decretar medidas como un periodo de confinamiento que empezó el 30 de marzo y sin fecha de fin en un país donde al menos el 80% de la población se gana la vida en el sector informal.

Organizaciones como el Programa Mundial de Alimentos están brindando ayuda humanitaria no solo en el campo, sino en núcleos urbanos empobrecidos. De hecho, esta organización de la ONU hizo recientemente un llamamiento: hacen falta 130 millones de dólares, pues unos 7,7 millones de habitantes (la mitad del país) necesita ayuda después de la dura sequía y los ciclones del año pasado. La inflación, de un 540% en febrero, está elevando tanto los precios de los alimentos básicos que mayoría de los zimbabuenses se están viendo obligados a comer menos y vender sus pertenencias o endeudarse para sobrevivir.

Sudáfrica: Mophethe Thebe, un productor sin clientes

El periodista sudafricano Mophethe Thebe.
El periodista sudafricano Mophethe Thebe. CORTESÍA DEL ENTREVISTADO

«Estoy bien, tratando de sobrevivir y tomando cada día como viene. Perdona por hablarte por Facebook, es que es gratis». Así contesta Mophethe Thebe desde su casa en Johanesburgo, Sudáfrica. Lleva en cuarentena tres semanas muy duras porque su actividad laboral ha sido completamente interrumpida, y es tajante con la situación en la que se ha visto inmerso de la noche a la mañana: «Esto es frenético, ya no puedo mantenerme. Las cosas esenciales se han convertido en un lujo».

Thebe, de 36 años, es reportero, guía de viajes y productor para periodistas y medios de comunicación extranjeros cuando visitan Sudáfrica. Es un conseguidor de cualquier cosa que alguien pueda necesitar para llevar a buen término un reportaje, un documental o una película. Pero sus clientes se han marchado y sus proyectos se han cancelado. «Tenía que empezar a filmar con un canal de televisión francés a principios de este mes, pero se ha suspendido», lamenta.

Ahora mismo está viviendo en una habitación de un piso compartido con otros dos inquilinos y una anciana casera, y cuenta con una mezcla de perplejidad y amargura que las cosas que antes estaban al alcance casi de cualquiera, ahora son difíciles de encontrar. «Alimentos, artículos de higiene y hasta datos para el móvil para intentar conseguir algo de trabajo. Tengo que arriesgarme a enfrentarme cara a cara con la Policía o el Ejército cuando quiero acudir a mis amigos para pedirles una comida o que me dejen usar el wifi», describe. Y no tiene ahorros, porque se le agotaron al pagar la nueva escuela de su hijo. Nadie podía vaticinar la que se venía encima.

SITUACIÓN EN SUDÁFRICA

Sudáfrica es el país con más casos registrados del continente: 3.465 y 58 muertos. El periodo de cuarentena inicial, de 21 días, se ha extendido un mes más, y hay penas de hasta 10 años de cárcel para quien se lo salte. El país ha cerrado sus fronteras salvo para permitir el paso de corredores humanitarios, los hospitales hacen acopio de respiradores, guantes y mascarillas, las autoridades han ordenador ayudas alimenticias y habitacionales a personas sin hogar y con bajos recursos, pero la necesidad sobrepasa los medios: ya antes del brote, el 29% de la población estaba en paro, una de las tasas más altas del mundo.

Senegal: Moussa Ndoye, obrero rascando trabajos en el barrio

La Asociación Quartier La 2, que preside el senegalés Moussa Ndoye, está repartiendo jabones entre los vecinos de Camberene, en Dakar, e instalando grifos en las calles del barrio para ayudar a prevenir el nuevo coronavirus. QUARTIERE LA 2

«Lo estamos viviendo como todo el mundo, vemos las noticias y es verdad que hay menos casos que en Europa». Moussa Ndoye está tranquilo. De momento. El coronavirus no ha golpeado a su barrio, Camberene, en los alrededores de la capital senegalesa, Dakar. Esto para él tiene una ventaja primordial: aunque con dificultades, se puede trabajar. «Ahora es más difícil ir y venir porque han limitado los horarios y muchas empresas han cerrado, explica. Ndoye se refiere al toque de queda impuesto en el país hasta, al menos, el 3 de mayo: a partir de las ocho de la tarde y hasta las seis de la mañana nadie puede estar en la calle, comenta este obrero experimentado.

A Ndoye, de 39 años, no le contratan solo para poner un ladrillo sobre otro; él emprende reformas integrales de viviendas, tanto si hay que añadir una planta entera a una vivienda como rehabilitar un viejo edificio. Lleva toda su vida en el oficio, le conocen en el barrio y quizá, gracias a eso, aún tiene de dónde tirar. «Ahora trabajo justo detrás de mi casa, estoy arreglando la de un vecino que me ha contratado», cuenta a través de una video llamada de WhatsApp. «Estaré con él hasta el fin de semana que viene», calcula. Luego, tendrá que esperar a dar con otra cosa, pero confía en encontrarla pronto. «Creo que voy a poder coger la obra de otro vecino que me ha llamado».

Aunque el impacto del coronavirus está siendo algo menor en Senegal, eso no quita para que sus habitantes no permanezcan alerta. «Estoy algo preocupado por lo que pasará el mes que viene si no consigo trabajo, ya que el Gobierno habla de aumentar la cuarentena, pero parece que la gente se está curando y la cosa mejora», dice Ndoye. Este hombre vive en pleno Camberene, un barrio donde muchas calles aún son de arena en vez de asfalto y donde todos los residentes se conocen. En su amplia casa, de cuatro plantas levantadas con sus propias manos, viven ocho adultos y siete niños: él, su esposa, su madre, sus hijos, hermanos, cuñadas, sobrinos… Todos siguen trabajando por ahora menos Medun, uno de sus hermanos, que es profesor. «Y como se han suspendido las clases, no tiene empleo y no cobra», afirma.

Los miembros de esta familia no han dudado a la hora de apoyar a otros vecinos que lo están pasando peor y por eso han emprendido una campaña desde Quartiere La 2, la asociación que Ndoye preside. «Para ayudar a todo el mundo y comprar cosas que hagan falta». Tiene solo cinco meses de vida, pero con el dinero que han reunido sus miembros en ese tiempo han hecho una inversión: comprar e instalar grifos en varias esquinas del barrio «para que la gente se cuide, se lave las manos y haga bien las cosas», dice. También reparten pastillas de jabón entre los vecinos y comercios abiertos.

SITUACIÓN EN SENEGAL

La pandemia ha llegado a Senegal y de momento hay registrados 412 casos y cinco muertos. Aquí también se ha establecido el estado de emergencia y, pese a que no se ha ordenado una cuarentena total, el país prevé daños en su economía, aunque no tan graves como otros. De hecho, el Banco Mundial calcula que su PIB será de los pocos que crezca un poco en 2020, hasta un 3%. Pero, aun así, fue de los primeros en pedir ayuda internacional, y también ha sido de los primeros en obtener respuesta: el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial van a destinar sendos fondos de emergencia. El primero enviará 442 millones de dólares y el segundo, otros 20 millones.

Ghana: Yasmeen Helwani, preocupada por decenas de artesanos

Yasmeen Helwani posa frente a una de las tiendas del mercado Green Butterfly que organiza en Accra desde hace una década.
Yasmeen Helwani posa frente a una de las tiendas del mercado Green Butterfly que organiza en Accra desde hace una década. GREEN BUTTERFLY

Yasmeen Helwani es una mujer multitarea de 37 años, empresaria, cantante, artesana, madre de dos críos y activista por el medio ambiente. Ha estado un mes encerrada en casa, como todos los ghaneses, y aunque se acaba de levantar el confinamiento, como todas las actividades y reuniones siguen prohibidas, ni ensayar puede con su banda de música. Aún así, su actividad frenética no cesa ni en tiempos de pandemia. «Perdona que haya tardado en contestar, estoy tratando de organizarme en casa con los niños y todo», saluda a través de WhattsApp. Lo que sí se ha detenido son sus ingresos, pues esta emprendedora organiza desde hace diez años un mercado al aire libre de artesanía, alimentos saludables y productos ecológicos en Accra, la capital de Ghana. «Por desgracia, la covid-19 nos ha afectado muy severamente porque durante el mes pasado no he podido organizar el mercadillo; hice un evento virtual, pero fue muy estresante, ¡aún estoy tratando de recuperarme! —exclama—. Tuve que lidiar con muchos envíos de productos de distintos vendedores y, bajo las condiciones de cuarentena en las que estamos, no fue nada fácil».

Green Butterfly es la empresa que Helwani fundó hace una década, al regresar a su país después de una estancia en Canadá. «Quería contribuir al desarrollo socioeconómico de mi comunidad y me interesaba mucho el trabajo de los artesanos y artistas a pequeña escala», cuenta esta autónoma. Hoy en día, el negocio tiene el éxito suficiente para que varias decenas de creadores vivan de él. «Mucha gente hace dinero en las fechas del mercado; la mayoría somos familias con pequeños negocios y con hijos, y este es el medio gracias al que nos mantenemos», comenta. Ella participa también como comerciante: fabrica jabones y productos de baño ecológicos, y ahora que no puede salir de casa, está pensando en desarrollar más esta faceta suya hasta que la situación mejore y pueda empezar de nuevo, dado que sus productos sí que pueden ser muy necesarios en este momento. «Ahora que el virus está aquí, es importante que nos mantengamos lo más limpios posible. Espero que las restricciones se suavicen pronto porque ahora es muy difícil moverse y realizar cualquier envío», comenta.

SITUACIÓN EN GHANA

Ghana entró cuarentena a mediados de marzo y el 19 de abril el Gobierno anunció el fin del confinamiento, aunque otras restricciones siguen vigentes y eso impide la reactivación de la actividad laboral: colegios, universidades, bares, discotecas permanecen cerrados, y se han suspendido todas las conferencias, talleres, eventos deportivos, manifestaciones y entierros en el caso de que haya más de 25 asistentes.

Este país del Golfo de Guinea, con unos 30 millones de habitantes, ha registrado por ahora 1.042 casos y nueve muertes. El presidente Akufo-Addo ha declarado que el Gobierno cubrirá todas las facturas de electricidad de los más pobres y el 50% para el resto de ciudadanos y para empresas durante tres meses.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/04/06/planeta_futuro/1586176607_933556.html

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