La importancia de enseñar a los niños a sentir y a ser

Revista Semana Educación

El desarrollo emocional de los niños y jóvenes en los colegios estuvo relegado tradicionalmente a un segundo plano para darle prioridad a la formación académica y tradicional. Con el paso de los años y, más exactamente, con el cambio de siglo, este tipo de pedagogía se ha vuelto una prioridad para algunos colegios en Colombia. Sobre todo para los que entienden su incidencia de cara al contexto de posacuerdo que vive el país y como garantía de una paz estable y duradera y de la no repetición. De hecho, cada vez es más común ver cómo en muchos de ellos cobran fuerza los planes académicos complementarios orientados a fortalecer ciertas capacidades sociales de los estudiantes y favorecer el trabajo en equipo. Se trata de herramientas que, según varios expertos, brindan estabilidad a los menores y mejoran sus relaciones interpersonales.

El psicólogo Daniel Goleman subraya en su libro Inteligencia emocional la importancia de que los niños aprendan a manejar sus emociones desde los primeros años con el acompañamiento de sus padres y profesores. Esto garantiza el estímulo de la autoconciencia, la autorregulación y la empatía, además de mejorar sus resultados académicos. Esto último porque, o bien se sienten más confiados en su desempeño y sus habilidades, o, en caso de no tener un buen rendimiento, los alumnos son capaces de superar las barreras que se les presentan por medio del control emocional.

La ruta para educar sobre las emociones

De acuerdo con la doctora Vera Tatiana Colón, coordinadora de Consultores en Psicología de la Universidad Javeriana, para formar en competencias socioemocionales durante la primera infancia es recomendable “implementar actividades centradas en lo lúdico y lo creativo, como por ejemplo, por medio del juego, de la lectura de cuentos, del canto y del dibujo, que permitan a los niños la expresión y el conocimiento de las propias emociones”.

Explica que el vínculo que establece el menor con el maestro en sus primeros años es una relación privilegiada. Así, el profesor se convierte en una figura primordial con incidencia directa en su desarrollo emocional y en el manejo futuro de las situaciones que enfrentará.

Anne Kalil, psicóloga clínica de la Universidad Javeriana y especialista en psicología de la niñez y la adolescencia de la Universidad de La Sabana, señala la importancia de que los colegios cuenten con la ayuda de profesionales expertos, como psicólogos educativos, que acompañen a los niños en un proceso que permita desarrollar la inteligencia emocional. “El objetivo es identificar, reconocer, aceptar y posteriormente aprender a manejar las emociones. En cada edad se deben trabajar diferentes aspectos y acompañar a los niños y adolescentes a vivir sus emociones sin juzgarlas. Deben aprender a aceptarlas y, lo más importante, comunicarlas a los demás de forma efectiva y funcional”.

Para la doctora Kalil, un niño que sabe cómo manejar sus emociones será un adolescente y un adulto capaz de comunicarse con el otro, ponerse en sus zapatos, vivir en comunidad, respetar las normas y trabajar en equipo. “Podrá alcanzar sus sueños con más efectividad y aprenderá a ser resiliente y compasivo consigo mismo y con los demás”, concluye.

La mayoría de psicólogos señalan que formar en habilidades socioemocionales no es sencillo debido a lo abstracto de este tipo de aprendizaje. Lo que puede funcionar para un niño puede ser inservible para otro. Sin embargo, teóricos y expertos en el tema recomiendan algunas técnicas de fácil aplicación. Son las siguientes:

1. Mindfulness

Es un método de meditación que consiste en efectuar una serie de ejercicios que buscan generar espacios de quietud y silencio, para que los estudiantes entren en contacto con su cuerpo, con las sensaciones que experimentan, con las emociones, con los pensamientos y con los estímulos externos. Aplicado en niños y jóvenes tiene un impacto en la mente, la concentración, el aprendizaje, en la reducción de agresividad, en la autoconciencia y en la autorregulación.

2.Yoga

Es una técnica de meditación que involucra movimientos posturales para fortalecer la concentración. En los colegios cumple la finalidad de conectar a los niños, jóvenes y profesores con su organismo, sensaciones y emociones, y generar espacios de autoconciencia de su propio ser sin estímulo externo.

3. Otras opciones

Existen además otras herramientas basadas en el desarrollo del bienestar psicológico, la felicidad, las fortalezas y virtudes humanas. Según estas teorías, cuando el cerebro experimenta este tipo de emociones se impulsan el aprendizaje y la creatividad. Algunas de estas técnicas que se pueden emplear con niños de la primera infancia y que varias instituciones del país promueven desde hace años son:

Gratitud: hacer que los estudiantes escriban o digan en voz alta por qué están agradecidos o qué fue lo bueno del día. Con este método el menor se vuelve consciente de su contexto, de lo que le hace feliz y lo que no, y puede actuar frente a su realidad.

Meditación: cinco minutos de silencio y quietud en los niños tiene un efecto poderoso en la construcción del cerebro y en la configuración de emociones positivas. El silencio permite a los niños reflexionar sobre lo que sienten.

Practicar actos de bondad: según los expertos, cuando se ayuda a alguien se experimenta una sensación de bienestar y se fortalece la empatía.

Ejercicio físico: hacer deporte tiene beneficios mentales. Además de regenerar las neuronas, generar nuevos canales neuronales, disminuir los niveles de estrés y tensión, ayuda a impulsar habilidades como la disciplina, la dedicación y la determinación en los niños.

Escribir o dibujar: mediante esta técnica, los profesores y padres pueden identificar y reconocer la emoción que experimenta el niño y acompañarlo para que tome conciencia de ella, pueda serle útil o transformarla por una más práctica.

 

Fuente del articulo: http://www.semana.com/educacion/articulo/el-desarrollo-emocional-de-los-ninos-y-jovenes/539092

Fuente de la imagen:https://static.iris.net.co/semana/upload/images/2017/3/29/520050_1.j

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¡Háblame bonito! La importancia de usar el lenguaje afectivo con los niños

Valeria Sabater

Háblame bonito, sin levantar la voz pero con la firmeza de quien puede convencerme de todo lo que soy capaz. Háblame con sonrisas un vez más, para que aprenda rápido que en este mundo manda el amor y no el miedo. Regálame palabras de afecto siempre que puedas para que así domine cuanto antes el lenguaje de las emociones…

Vivette Glover, psicobióloga perinatal del Imperial College de London, nos indica que la educación emocional se inicia ya desde el útero materno. Nos puede parecer algo sorprendente e incluso difícil de creer, pero a lo largo del tercer trimestre, el bebé es muy sensible a las voces que escucha del exterior. El líquido amniótico es un gran conductor del sonido, y aunque el feto no entienda el lenguaje como tal, sí tiene una gran sensibilidad a la carga emocional que se desprenden de esas tonalidades, de esas palabras.

Cuando venimos al mundo estamos íntimamente vinculados a la voz de nuestra madre y a ese mundo emocional que la ha acompañado a lo largo de esos meses de delicada gestación. No somos por tanto extranjeros en tierra extraña. El bebé ya atisba el gran poder que encierra el lenguaje afectivo. De hecho, Michel Odent, el prestigioso obstetra francés, nos recuerda que igual de importante es atender el mundo emocional de la embarazada como preocuparnos de que las revisiones médicas se cumplan.

Lo mismo ocurre con ese niño de 2, 3 o 5 años. Podemos darle lo mejor, buena ropa, alimentación equilibrada, juguetes que potencien su estimulación temprana… Sin embargo, si no lo nutrimos de afecto, de seguridad y confianza a través de un lenguaje sabio en emociones, ese niño no crecerá como debe. Su cerebro desarrollará carencias y experimentará vacíos que, llegada la adolescencia o madurez, llenará de otro modo.

Te proponemos reflexionar sobre ello.

Háblame bonito, háblame sin hacerme daño

Las palabras no matan, pero tienen un gran poder para herir. Todos lo sabemos, todos lo hemos vivido de algún modo, sin embargo, a pesar de tenerlo muy claro, en ocasiones descuidamos el modo en que nos dirigimos a nuestros niños e incluso a nuestros adolescentes. El lenguaje tiene el poder de crear un tipo de arquitectura determinada en los cerebros más jóvenes, y esto es algo que como padres, madres, abuelos o educadores jamás debemos descuidar.

Una mala palabra, un desprecio, un “todo lo haces mal”, “eres el más tonto de la clase” o un “me agotas, déjame en paz”, deja una impronta en el mundo emocional del niño hasta el punto de generar estados de indefensión, estrés o incluso depresión infantil.

Experimentos, como el realizado en el centro de Atlanta Speech School, demuestran que algo tan sencillo como hacer uso del lenguaje positivo promueve en los alumnos conductas más comprometidas. Les empuja ante todo, a tener una visión más positiva de sí mismos para superarse.

Lo más complicado de todo esto es que, lamentablemente, no todos los padres son hábiles a la hora de hacer uso de un lenguaje emocional efectivo y trascendente. Hablar “bonito” requiere intuición, voluntad, requiere tiempo, paciencia y sobre todo, haberse sanado como mujer o como hombre para poder ejercer una paternidad digna, respetuosa y que permita a ese niño no solo crecer en altura, sino crecer en seguridad, autoestima e Inteligencia Emocional.

Las claves de la comunicación afectiva con los niños

Daniel Goleman nos explica en su libro “Inteligencia Emocional infantil y juvenil” que a veces, los adultos, llegamos a abusar del refuerzo positivo hasta el punto lograr que pierda todo su valor. Los niños diferencian muy bien la autenticidad del cansancio o de la simple falta de interés.

Cuando un papá o una mamá le dice aquello de “sí, sí es un dibujo muy bonito” a su hijo de 8 años sin ni siquiera mirar el propio cuaderno porque tiene prisa, ese niño no se queda con el mensaje. Se queda con la actitud de los padres. Porque un “háblame bonito” no es hacer uso de las muletillas positivas de rigor. Es detenernos, es atender y ante todo, saber conectar.

La comunicación afectiva tiene como principal estrategia este mismo elemento: saber conectar con la mente, las emociones y el cerebro de nuestros niños. Te explicamos cómo.

Principios para conectar con los niños mediante el lenguaje emocional

En ocasiones, casi sin darnos cuenta, hacemos uso de estrategias muy poco pedagógicas con los niños. Cabe decir, eso sí, que no lo hacemos con mala intención. Simplemente, no entendemos aún cómo procesan la información o qué necesidades presentan en cada etapa de su crecimiento personal.

Estas son unas sencillas estrategias.

  • Evita los discursos largos. Si tienes que enseñarle algo a tu hijo, corregirlo o explicarle una cosa en concreto, recuerda la regla de los 30 segundos. Es el tiempo máximo en que un niño de pocos años mantendrá la atención.
  • Dar múltiples advertencias no sirve de nada. Algo bastante común es que todo padre o toda madre con grandes presiones en el día a día, tengan niños que tardan mucho en “reaccionar”. Esto es así porque se pasan la mayor parte del tiempo apremiándolos: date prisa, levántate, vístete, haz esto, haz lo otro…
  • Este tipo de verbalizaciones en forma de orden nunca permitirán que conectemos con nuestros hijos. Los niños saben que tras una orden llega otra más, así que no merece la pena obedecer a la primera. No es lo adecuado. A los niños no se les educa con prisas, sino con paciencia y cercanía. A veces, basta con una sola indicación dicha con firmeza, cercanía y razonando bien la finalidad para promover y asentar una conducta.
  • Escucha cuando te hablan tus hijos, demúestrales que cada palabra que digan es importante para ti. Deja que el mundo se detenga a vuestro alrededor. No hay prisas, cultiva la paciencia.
  • Pronuncia el nombre del niño con afecto y no hagas uso de respuestas simples o condescendencientes cuando les respondas.

El diálogo con tus hijos debe despertarlos, darles una inyección de curiosidad, de descubrimiento y de sentido afecto para que desarrollen una conciencia más segura, plena y feliz día a día, momento a momento.

Fuente del articulo: https://lamenteesmaravillosa.com/hablame-bonito-lenguaje-afectivo/

Fuente de la imagen:https://lamenteesmaravillosa.com/wp-content/uploads/2016/06/niño-en-barco.jpg

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Los niños y las corridas de toros

Marillanos Reolid Rodenas

Hace más de 10 años, en respuesta a múltiples demandas de defensores de los animales y/o de la infancia(1.848 quejas en total, de ellas 1.473 procedentes de asociaciones españolas), el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid encargó una serie de estudios a sociólogos y psicólogos con el objetivo de evaluar el impacto de la asistencia a corridas de toros (o la visión de sus retransmisiones televisivas) causaba en los menores.

El informe final[1] fue realizado por un Psicólogo Clínico de la Universidad del País Vasco, E. Echeburua. Sus tibias conclusiones difieren mucho de las expuestas por el trabajo francés que acaba de ser difundido. Entre los trabajos de campo realizados hay uno especialmente interesante realizado por Amalio Blanco y Alberto Becerra, Psicólogos Sociales de la Universidad Autónoma de Madrid. En este trabajo, mediante el análisis de contenido de 344 redacciones realizadas por niños de entre 8 y 14 años a partir de cuestiones abiertas, se intentó conocer las representaciones sociales de las corridas de toros en la infancia.

Según el estudio, los niños son tolerantes con las personas que gustan de ir a las corridas de toros, aunque a ellos no les guste; y en general, las familias no suelen tener una afición muy grande por la fiesta, aunque a veces van a la plaza o ven las retransmisiones por televisión.

Sin embargo, a mi juicio el punto más importante que destaca -también- el estudio, es la relación que establecen los niños entre muerte, sufrimiento y diversión, que a juicio del estudio:

«conforman una estructura que se repite una y otra vez en el discurso bajo un argumento muy común: no resulta lícito que haya gente a la que le gusta divertirse haciendo sufrir hasta la muerte a un animal.» (P. 234)

En las conclusiones, se enfatiza la tendencia a reflejar opiniones negativas hacia la fiesta de parte de los escolares, con argumentos como la muerte, el sufrimiento, la diversión y la sangre, de las que se derivan posturas tajantes y decididas a no apoyar la fiesta. Se critica también el hecho de que las personas lucren con la tortura de un animal, y se apoyan estas posturas con escritos muy decidores:

«He estado en una plaza de toros. Huele mal, tiene gradas muy altas, está muy sucio, no me gusta porque matan al toro» (Niña de 10 años). «Creo que no deberían verla los niños porque aprenden a maltratar a los toros y ellos no les han hecho nada». (Niño de 12 años). «Opino que es un espectáculo sangriento donde se hace sufrir a un animal tan bello como el toro para lucimiento de una persona llamada torero» (Niño, 12 años). «Las corridas de toros no me parecen divertidas porque además de matar al toro se divierten matándole» (Niña de 10 años). «Mi opinión sobre las corridas de toros es que son un atentado hacia el derecho a la vida de un animal. Hay gente que dice que gracias a las corridas de toros sobreviven los toros bravos, pero yo pienso que es irónico decir que sobreviven si nacen para ser matados. También dicen y catalogan la tauromaquia como un arte, pero yo me pregunto, ¿es un arte torturar? ¿es un arte matar?» (Niño de 14 años).

La lucidez de quienes en 1999 tenían esas edades es ejemplar. Estos niños y niñas tienen hoy entre 20 y 25 años. Todo esto nos lleva a explicar lo que muestran múltiples encuestas: las corridas han perdido todo el sentido que algún día pudieron tener en este extraño país que es España…

Si se mantienen contra viento y marea es por la voluntad de una minoría anclada en el pasado.

Entre las estrategias de esa inmensa minoría está acosar a los menores y hacerles objeto de manipulación. El negarnos a secundar esta estrategia y denunciar este acoso de que son objeto los menores y jóvenes debe ser un objetivo prioritario de la lucha antitaurina y una responsabilidad en particular de los enseñantes y educadores.

[1] (http://asanda.org/index.php?module=Pages&func=display&pageid=31)

Fuente del articulo: http://profesoresanimalistas-pda.blogspot.com/2011/04/los-ninos-y-las-corridas-de-toros.html

Fuente de la imagen: http://gq8ne3sd6ka12wvdz3ubnadf.wpengine.netdna-cdn.com/wp-content/uploads/cache/2014/02/538244_NpAdvHover.jpg

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Fundación española educa a docentes uruguayos en emociones

España/11 agosto 2016/www.elobservador.com.uy/Fuente: El Observador

La Fundación española Botín desembarcó en Uruguay, con el objetivo de comenzar a implementar en cinco centros educativos su programa Educación Responsable, un programa que procura promover el desarrollo emocional, social y creativo en niños y adolescentes, a través de la formación y el apoyo a los docentes. El objetivo es generar en los estudiantes una mejora del clima escolar que redunde en los centros educativos.

Con este propósito, días atrás visitó el país Adriana Yepes, directora del programa Educación Responsable, que en España coordina más de 210 centros educativos, y del cual Uruguay se ha convertido en la primera expansión fuera de frontera.

En diálogo con El Observador, Yepes explicó que la base del programa es la inteligencia emocional, en la cual se trabaja a través de diferentes dimensiones: la parte afectiva (autoestima, empatía, identificación y expresión emocional), la parte cognitiva (autocontrol, toma de decisiones, actitudes positivas hacia la salud) y la parte social (habilidades de interacción, de oposición asertiva y habilidades de comunicación).

Fuente: http://www.elobservador.com.uy/fundacion-espanola-educa-docentes-uruguayos-emociones-n952682

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