¿Existen los estilos de aprendizaje?

Javier Tourón

Este es un asunto controvertido (quizá) que se entiende de modos diversos y ello conduce a que muchos autores pongan en tela de juicio la misma existencia de los estilos de aprendizaje. ¿Existen realmente los estilos de aprendizaje? ¿Hay evidencias que lo prueben? Os traduzco un interesante artículo sobre el particular al que se refiere el enlace anterior.

«Existe un interés generalizado entre los profesores en el uso de los resultados de la investigación neurocientífica en la práctica educativa. Sin embargo, también hay conceptos erróneos y mitos que supuestamente se basan en la neurociencia sólida que prevalecen en nuestras escuelas. Deseamos llamar la atención sobre este problema centrándonos en una práctica educativa, supuestamente basada en la neurociencia, que carece de evidencia suficiente y, por lo tanto, creemos que no debe promoverse ni apoyarse.

Generalmente, conocido como «estilos de aprendizaje», es la creencia de que los individuos pueden beneficiarse de recibir información en su formato preferido, basados en un cuestionario de auto-informe. Esta creencia tiene un atractivo muy intuitivo, porque las personas son mejores en algunas cosas que en otras y, en última instancia, puede haber una base cerebral para estas diferencias. Los estilos de aprendizaje prometen optimizar la educación al adaptar los materiales para que coincidan con el modo preferido de procesamiento de la información sensorial del individuo. 

Sin embargo, hay una serie de problemas con el enfoque de los estilos de aprendizaje.

Primero, no existe un marco coherente de estilos de aprendizaje preferidos. Por lo general, los individuos se clasifican en uno de los tres estilos preferidos de aprendices auditivos, visuales o quinestésicos, basados ​​en autoinformes. Un estudio encontró que había más de 70 modelos diferentes de estilos de aprendizaje que incluían, entre otros, «left v right brain», «holistic v serialists», «verbalisers v visualisers», y así sucesivamente. El segundo problema es que la categorización de individuos puede conducir a la suposición de un estilo de aprendizaje rígido o fijo, que puede perjudicar la motivación para aplicarse o adaptarse.

Finalmente, y lo más duro, es que ha habido estudios sistemáticos de la efectividad de los estilos de aprendizaje que, constantemente, no han encontrado  evidencia o evidencia débil para apoyar la hipótesis de que el material coincidente con en el formato apropiado para el estilo de aprendizaje de un individuo es selectivamente más efectivo para el logro educativo.

Los estudiantes mejorarán si piensan en cómo aprenden, pero no porque el material se corresponde con su supuesto estilo de aprendizaje. La Educational Endowment Foundation en el Reino Unido ha concluido que los estilos de aprendizaje son de «bajo impacto a muy bajo costo, sobre la base de pruebas limitadas».

Estos neuromitos pueden ser ineficaces, pero no son de bajo costo. Consideramos que cualquier actividad que se base en recursos de tiempo y dinero que podrían dirigirse mejor a las prácticas basadas en la evidencia es costosa y debe ser expuesta y rechazada. Tales neuromitos crean una falsa impresión de las habilidades de los individuos, lo que lleva a expectativas y excusas que son perjudiciales para el aprendizaje en general, lo que es un costo a largo plazo.

Una forma de avanzar es llamar la atención sobre las prácticas que no están basadas en la evidencia y alentar a los neurocientíficos y educadores a promover la necesidad del pensamiento crítico al evaluar los reclamos de beneficios educativos supuestamente basados ​​en la neurociencia (…). 

El profesor Jason Burns realiza una serie de reflexiones sobre la existencia, o no, de los estilos de aprendizaje que se puede acceder desde aquí.

También os recomiendo leer este artículo breve sobre el tema, elaborado por el Center for Teaching de la Universidad Vanderbilt.

Finalmente os incluyo un infográfico muy ilustrativo sobre el particular. Traduzco las ocho razones por las que este «concepto» debe ser desbancado a la luz de la evidencia científica:

  1. No hay evidencias convincentes que prueben que cuando un instructor cambia el modo de presentación de una materia, para adaptarse al estilo de aprendizaje del alumno, esto le ayude a aprender.
  2. No hay un estilo «mejor» o más «rápido» como resultado de implantar en una materia las preferencias individuales. Se trata de un estilo que no produce diferencias en el aprendizaje.
  3. Los instructores no deberían tener en cuenta solo el estilo de aprendizaje de sus alumnos, sino su background e intereses.
  4. El contenido es el parámetro que debería afectar al modo de presentación y no el estilo de aprendizaje de los alumnos.
  5. Definitivamente es más eficiente crear un curso basado en las características motivacionales de los estudiantes que en sus estilos de aprendizaje, y siempre estar preparados para ajustar los métodos y las técnicas de aprendizaje para implicar a varios sentidos y no uno solo.
  6. El aprendizaje perceptivo tiene que ver con los sentidos y no hay nada restrictivo en esto. Pero ello no prueba que alguien sea un tipo de aprendiz dado. Simplemente sugiere que las personas tienen estilos preferidos para aprender.
  7. No todo el aprendizaje se produce del mismo modo, como no debe hacerlo la enseñanza. Lo que es crucial es decidir qué técnica es mejor para qué resultado de aprendizaje y no diseñar un curso basado en los estilos de aprendizaje.
  8. La mayoría pensamos en los estilos de aprendizaje, de facto, sin cuestionarnos su auténtico valor, propósito o relevancia. Y la verdad es que no hay correlación entre los estilos y el aprendizaje exitoso.

Fuente del articulo: https://www.javiertouron.es/estilos-de-aprendizaje/

Fuente de la imagen: https://www.javiertouron.es/wp-content/uploads/2018/01/shutterstock_263

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Innovación social vs. Innovación ciudadana

Juan Freire

La innovación social, como concepto, se ha popularizado a remolque del crecimiento en el mundo empresarial de la importancia de la innovación. En su fase inicial la innovación empresarial se concibió siempre como innovación tecnológica y como parte de un proceso lineal y ordenado, conocido con I+D+i, donde tras un proceso de investigación básica se da el desarrollo de una solución técnica que finalmente se convierte en una innovación cuando se impacta a la sociedad al ser comercializada. La innovación social venía a reclamar la existencia de procesos de innovación que no tenían un objetivo comercial, al menos principal, y que buscaban sobre todo el impacto social (o sea la resolución de problemas que afectan a personas y colectivos).

Esta visión de la innovación social tuvo la virtud de reconocer formas de innovación que hasta ese momento eran invisibles dado que no generaban rentabilidad económica directa. Sin embargo, siguió manteniendo un marco de actuación lineal y en el que son los expertos los que buscan soluciones para los afectados. Este enfoque ha recibido recientemente la denominación de solucionismo tecnológico referido en concreto a las prácticas propias de los entornos de élite tecnológica y empresarial, y en particular a su máximo exponente Silicon Valley, que desarrollan soluciones generales y genéricas que imaginan que pueden resolver problemas sociales globales de una forma sencilla y meramente tecnológica. Esta exacerbación de la ingenuidad tecnológica entiende el mundo poblado de problemas agudos y sencillos que admiten soluciones técnicas pero a su vez su propia acción va generando nuevos problemas derivados. Pero este “solucionismo” no es nuevo ni patrimonio del mundo de la tecnología, el mundo de la cooperación internacional ha estado asentado sobre el modelo “do-good” en que las soluciones “occidentales” se implementan en los países en desarrollo sin atención a la comprensión de lo local y la participación activa de las comunidades de afectados. Pero esta forma de actuación no solo sucede en la cooperación internacional, algo similar puede observarse en todas las escalas geopolíticas, incluso cuando analizamos la actitud de nuestros “centros de innovación”, aquellos que se sitúan en el mundo desarrollado (como universidades, centros tecnológicos etc), respecto a los problemas de la sociedad de la que forman parte.

En paralelo, las corporaciones han desarrollado su propio enfoque social, que han denominado Responsabilidad Social Corporativa, y que sigue los mismos criterios que la innovación social tradicional además de desconectar por completo los objetivos de negocio con los sociales de la organización, lo cual ha sido el caldo de cultivo de incoherencias constantes y una forma de preservar un status quo más que trabajar por la transformación social.

Frente a este concepto de innovación social, se sitúa con fuerza creciente la innovación ciudadana o cívica. No se trata de un simple cambio de etiqueta sino de un enfoque diferente para la generación de innovación con impacto social.

Por una parte, mientras la innovación social se sitúa en los márgenes de la innovación principal (empresarial o comercial), la innovación ciudadana reconoce que innovar es una parte de nuestra idiosincrasia humana y por tanto toda la ciudadanía puede y debe estar implicada. Y dentro de este marco de una sociedad innovadora una parte se realiza con un objetivo empresarial, pero la mayor parte de la innovación no se organiza por razones comerciales (ni por eso mismo es registrada en la mayor parte de métricas convencionales).

Por otra parte la innovación ciudadana opera de otro modo y cuenta con dos ingredientes básicos:

  • Frente al solucionismo basado en enfoques genéricas y en colocar a la tecnología y algoritmos en en el centro de las cadenas de valor, la innovación ciudadana desarrolla enfoques locales o situados que diversifican la innovación al adaptarla a las condiciones locales y colocan a las personas en el centro de las cadenas de valor.
  • Frente al enfoque basado, casi en exclusiva, en expertos disciplinares, la innovación ciudadana trabaja con enfoques inclusivos en que los afectados trabajan de forma activa con expertos de diversas disciplinas (lo que ha venido a llamarse el enfoque “indisciplinar”) en la producción de soluciones. Por tanto, mientras la innovación convencional utiliza métodos de diagnóstico basados en expertos para la comprensión de los problemas que aborda, la innovación ciudadana desarrolla mecanismos de escucha basada en la inmersión y participación activa.

En síntesis la innovación ciudadana entiende la innovación como un proceso colectivo que forma parte de la propia naturaleza humana y que se asienta sobre la capacidad de escucha y sobre lo indisciplinar y que actúa siempre de modo situado. Esta innovación es la que puede abordar los problemas crónicos de una forma orgánica. Por tanto la innovación ciudadana no es algo susceptible de ser planificado ni forzado pero si existen mecanismos que pueden impulsarla por medio de su visibilización, de la toma de conciencia de las personas y de la creación de infraestructuras a su servicio.

Este post es la continuación de La crisis de las políticas públicas tradicionales y ambos introducen a los laboratorios ciudadanos que abordaré en futuros textos. Este texto fue parte de mi aportación al proyecto CO-LAB, Laboratorio de Innovación Ciudadana del Concello de A  Coruña y como el anterior está basado en las aportaciones de Marcos García y Antonio Lafuente.

Fuente del articulo: http://juanfreire.com/innovacion-social-vs-innovacion-ciudadana/

Fuente de la imagen: http://juanfreire.com/wp-content/uploads/2017/02/sk1_jk-zhoo-clem-onojeghuo.jpg

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La suspensión de estudiantes de la escuela: ¿Funciona?

08 de febrero de 2017 / Fuente: https://revistaeducacionvirtual.com

Por: Claudia García

Los maestros son responsables de crear un ambiente seguro, estable a sus estudiantes a través de diversas tácticas disciplinarias. La suspensión de los estudiantes de la escuela es una de las formas más comunes de la disciplina.

La historia de la disciplina escolar

Una de las primeras formas de disciplina de la escuela era el castigo corporal (azotes, palmadas, etc.), aunque se ha vuelto cada vez más eliminado debido a la evidencia que confirma su daño.

Los cambios importantes en la disciplina escolar surgieron en la década de 1990 con el advenimiento de las políticas de “tolerancia cero”. La creciente prevalencia del consumo de drogas entre los jóvenes y la violencia en la década de 1980 llevó a la mayoría de las escuelas empezaron a adoptar la política de suspensión automático para las infracciones tales como drogas y alcohol posesión, la lucha, la posesión de armas, y la actividad relacionada con pandillas. Algunas escuelas han ampliado sus políticas de “tolerancia cero” para incluir suspensiones para otros delitos, incluyendo toma de posesión, la falta de respeto verbal, y que viola el código de vestimenta de la escuela.

Suspender los niños como castigo

Como se mencionó anteriormente, la eficacia de las políticas de “tolerancia cero” OSS ha sido ampliamente debatido en la historia reciente. Muchos estudios se han publicado en los últimos años que demuestran los efectos peligrosos de los OSS en todo el ecosistema educativo. Primero y ante todo, el OSS elimina los estudiantes de la clase y con frecuencia no presenta otra alternativa de la educación, lo que resulta en problemas de aprendizaje que pueden afectar el éxito continuo del estudiante en la vida.

El estudiante suspendido no es el único afectado significativamente por el OSS. Los educadores, los padres y otros estudiantes también se ven afectados. Los padres de los niños que están suspendidos de forma inesperada de la escuela pueden verse obligados a ir al trabajo o encontrar otras opciones de cuidado de niños, lo que resulta en una pérdida imprevista de ingresos.

El impacto en los padres y los estudiantes pueden agravar el impacto negativo sobre los educadores que deben tomar las decisiones difíciles de retirar a un estudiante de la escuela y obstaculizar su capacidad para aprender y socializar. Un estudio realizado en 2009 por el Centro Nacional de Estadísticas de Educación encontró que el 12% de los maestros dejó la profesión debido a problemas con la disciplina dentro de su último año de enseñanza.

Alternativas a la suspensión en la escuela tradicional

Las escuelas están tratando de eliminar algunos aspectos negativos de sus políticas, por enfoques basados en enfoques basados en pro actividad, que abordan las causas subyacentes de la mala conducta y proporcionan un refuerzo positivo para los comportamientos que aumentan la participación y el logro académico. Este cambio ha ya mostrado ser prometedor en algunas escuelas, donde ha mejorado el clima escolar y el rendimiento académico, y la reducción de referencias disciplinarias. En general, la interrupción de la OSS y la aplicación de protocolos de disciplina positivas se está convirtiendo en el método preferido para la manipulación de los estudiantes que pueden ser de otra manera perjudicial para el ambiente de aprendizaje.

Fuente artículo: https://revistaeducacionvirtual.com/archives/2886

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