Vacuna china se probará en niños a fin de mes para poner fin a brotes en escuelas

Conseguir que la vacuna se pueda aplicar a toda la población, incluidos niños y adolescentes, es una de las claves para prevenir rebrotes del virus en centros educativos.

La farmacéutica china Sinovac comenzará el 28 de este mes, dentro de apenas once días, a probar su vacuna contra el coronavirus en adolescentes y niños, después de que las pruebas realizadas en adultos, que se encuentran en la fase final, hayan dado resultados positivos, confirmaron hoy a Efe fuentes de la compañía.

Sinovac anunció el pasado 9 de septiembre que los resultados de los ensayos de su vacuna CoronaVac en las fases 1 y 2 habían mostrado “buena seguridad e inmunogenicidad” en adultos sanos mayores de 60 años al igual que lo hicieron entre las personas de entre 18 y 59 años.

Los niveles de anticuerpos en los mayores de 60 fueron ligeramente inferiores a los que arrojaron las pruebas con población más joven, según la compañía.

Conseguir que la vacuna se pueda aplicar a toda la población, incluidos niños y adolescentes, es una de las claves para prevenir rebrotes del virus en las escuelas y guarderías.

Según un registro del estudio publicado en su página web por la Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU., hasta 552 personas sanas de entre 3 y 17 años recibirán dos dosis de CoronaVac y un placebo, una prueba que combinará las fases 1 y 2 de ensayos clínicos.

Los ensayos comenzarán el 28 de septiembre en la provincia nororiental china de Hebei, que circunda a Pekín.

La vacuna de Sinovac, que en Latinoamérica se produce en cooperación con el instituto brasileño Butantan, con sede en Sao Paulo, se encuentra en la última fase de ensayos en adultos a gran escala en países como Brasil, Indonesia o Turquía.

El gobernador del Estado de Sao Paulo, Joao Doria, aseguró el pasado lunes que pretenden inmunizar con la vacuna china a todos los brasileños y posteriormente a otros países de Latinoamérica.

La Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) de Brasil ha autorizado pruebas clínicas en 9.000 voluntarios de la vacuna de Sinovac.

La CoronaVac tiene aseguradas 46 millones de dosis en el país sudamericano hasta diciembre y otros 16 millones para el primer trimestre de 2012, según a las autoridades brasileñas.

Cerca del 90 por ciento de los empleados de la farmacéutica china en todo el mundo y sus familias han recibido sus dosis, según la empresa.

Cuatro vacunas chinas se encuentran actualmente en la fase 3 de ensayos clínicos –entre un total de nueve en el mundo–, aunque una de las cinco restantes forma parte de un consorcio formado por la china Fosun Pharma, la alemana Biontech y la estadounidense Pfizer.

Las cuatro totalmente chinas son las de Sinovac, Sinopharm, el Instituto de Productos Biológicos de Wuhan y la de Cansino Biologics, que comenzó a usarse a finales de junio en el Ejército chino.

Fuente: https://www.forbes.com.mx/mundo-vacuna-china-se-probara-en-ninos-a-fin-de-mes-para-poner-fin-a-brotes-en-escuelas/

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Bajo ensayos clínicos vacuna antiCovid-19 de China y Alemania

Asia/China/06 Agosto 2o20/prensa-latina.cu

La firma Shanghai Fosun Pharmaceutical somete hoy a la primera etapa de pruebas clínicas en humanos un candidato de vacuna contra la Covid-19 que desarrolló junto con la alemana BioNTech.
El preparado se creó con la tecnología mRNA y se sumó así a una veintena obtenidos por varios países que actualmente están bajo ese tipo de investigaciones en el mundo.Según Fosun, 72 personas sanas de entre 18 y 55 años de edad recibieron una dosis de la sustancia –denominada BNT162b1- y en los próximos días se le administrará a un segundo grupo con la misma cifra de adultos, pero mayores de 55.

Estos estudios buscan evaluar la inmunogenicidad y la selección de la cantidad apropiada a aplicar.

La vacuna se prueba simultáneamente en Alemania y Estados Unidos como parte de un programa internacional de BioNTech.

China ensaya otros ocho candidatos dentro y fuera de su territorio nacional.

Un acuerdo con Emiratos Árabes Unidos permitió arrancar con la tercera fase de pesquisas de una vacuna inactivada de la farmacéutica local Sinopharm en 15 mil voluntarios de 16 a 60 años de edad de la ciudad de Abu Dhabi y el emirato Al Ain.

China busca asociarse con otros países en los últimos ensayos de sus candidatos vacunales contra la Covid-19 porque la sustancial reducción de pacientes en su suelo impide llevar adelante la investigación, la cual requiere de gran cantidad de voluntarios.

En ese contexto, su empresa CanSino Biologics está en negociaciones con Rusia, Brasil, Chile y Arabia Saudita para realizar las terceras pruebas de la recombinante Ad5-nCoV que desarrolló junto a científicos militares.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=387357&SEO=bajo-ensayos-clinicos-vacuna-anticovid-19-de-china-y-alemania
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Esbozos de complejidad (3): Los ensayos clínicos no son conocimiento científico

Por: Abel Novoa

A propósito de la controversia en las redes por un texto que escribí hace unos meses titulado “Esbozos de complejidad: Por qué los profesionales de la salud no deberían estudiar ciencias básicas” repaso un artículo del filósofo de la ciencia argentino Mario Bunge titulado “Acción” que se encuentra en la estupenda recopilación editada por Karl Mitcham y Robert Makey “Filosofía y tecnología”

En mi texto, reflexionaba alrededor de la propuesta de Vinay Prasad y Adam Cifu de reducir la formación básica de la carrera de medicina (física, química, biología, fisiología y fisiopatología..) por transmitir una idea simplista y reduccionista de la biología humana:

Entrenamos a nuestros estudiantes en el reduccionismo y no en el empirismo. Por eso, los alumnos acaban creyendo que los medicamentos funcionan gracias a los mecanismos básicos sobre los que parece que actúan. Y eso no es cierto.”

Y continuaban:

La ciencia básica no es lo primero que deben aprender los estudiantes. La primacía que se le da a estas materias explica que a los cardiólogos les cueste aceptar que reducir el colesterol en prevención primaria no salva vidas o a los traumatólogos que operar meniscos dañados por los años tiene los mismos resultados que no hacerlo. Esos estudiantes se convierten en médicos que piensan: “¿Cómo puede este estudio empírico contradecir el mecanismo básico?”. La realidad es que el organismo humano es tan complejo y nuestra comprensión sobre su funcionamiento tan escasa que con demasiada frecuencia pensamos que funciona lo que realmente no funciona”

Para concluir que la teoría científica es muy poco útil para la medicina clínica:

Los tradicionales estudios preclínicos deberían desaparecer para que los alumnos aprendieran a enfrentarse a los enfermos desde la experiencia empírica más que desde la teoría científica”

Por “experiencia empírica” se refieren Prasad y Cifu a actuar considerando, con las debidas precauciones, las conclusiones que puedan extraerse de ensayos clínicos bien diseñados o estudios epidemiológicos sólidos.

Los profesionales sanitarios ¿somos empiristas pero no científicos?

Seré extremo en esta afirmación: el conocimiento científico es para los profesionales sanitarios una curiosidad mayoritariamente irrelevante y potencialmente generador de sesgos en los procesos de toma de decisiones clínicas.

Me explicaré utilizando el mencionado texto de Mario Bunge

Los ensayos clínicos o los estudios epidemiológicos no son conocimiento científico, en sentido estricto, sino tecnológico. Su orientación es práctica, no cognoscitiva:

“ Consideradas desde el punto de vista práctico, las teorías tecnológicas son más ricas que las teorías científicas en el sentido de que -lejos de limitarse a dar cuenta de lo que puede ocurrir, ocurre, ocurrió u ocurrirá, sin tener en cuenta lo que hace el que toma decisiones- ellas se ocupan de averiguar lo que hay que hacer para conseguir, evitar o simplemente cambiar el ritmo de los acontecimientos o su desarrollo de un modo predeterminado” (negritas nuestras)

Su orientación práctica es la que, precisamente, empobrece sus bases conceptuales:

“ En cambio, desde el punto de vista conceptual, las teorías tecnológicas son claramente más pobres que las de la ciencia pura: son siempre menos profundas, porque el hombre práctico, al qué se dedican, … lo que quiere saber es como puede conseguir que trabajen para él las cosas que se encuentran a su alcance, y no como son realmente las cosas de cualquier clase. Así, por ejemplo, el especialista de electrónica no necesita preocuparse de las dificultades de las teorías cuánticas del electrón” (negritas nuestras)

Los ensayos clínicos actúan con un sistema de caja negra, es decir, solo consideran “variables externas”: inputs y outputs, ignorando los demás niveles intermedios. Por ejemplo, un ensayo clínico quiere saber si es útil un analgésico para quitar el dolor: para ello controla la intervención y sus resultados pero no le interesa (mejor dicho, es irrelevante desde el punto de vista de la acción) saber qué pasa en medio, es decir, qué fenómenos fisiológicos producen la analgesia. De hecho, con muchos medicamentos (por ejemplo, antidepresivos o neurolépticos), desconocemos las razones de sus efectos clínicos.

Es cierto que para plantear el ensayo clínico del analgésico hace falta que los investigadores utilicen determinados “fragmentos” de la teoría científica (la que hay detrás de la fisiopatología del dolor) pero estos fragmentos de teoría científica no son “toda la teoría” ya que, a la vez, en el diseño del estudio, se ignorarán “todas las micropropiedades que no se manifiesten de modo apreciable” en el fenómeno de la analgesia.

Es decir, el ensayo clínico, que es conocimiento tecnológico, utiliza el conocimiento científico ocasionalmente (por ejemplo, para satisfacer el criterio de plausibilidad), pero siempre de manera superficial e, inevitablemente, empobreciéndolo.

La razón es económica: el investigador clínico necesita conocimiento de gran eficiencia, es decir, con  una razón input / output elevada”. Y los ensayos clínicos “ dan mucho por poco”, o sea, dan resultados a pesar de tener una teoría científica detrás muy pobre. Los ensayos clínicos producen un conocimiento “menos verdadero”, más simple, pero, a la vez, más eficiente, más útil, desde el punto de vista práctico, que el conocimiento científico.

Bunge lo dice claramente:

“La verdad profunda y precisa, que es un desideratum de la investigación científica pura, no es económica”

El bajo coste de los ensayos clínicos (en el sentido de la poca cantidad de teoría científica que necesitan para ser planteados) compensa su baja calidad.

De hecho, necesitan tan poca teoría científica que ésta podría ser incluso falsa y, aun así, el ensayo clínico demostrar efectividad.

¿Cómo es posible?

Hay varias razones, pero la más importante es que toda teoría, aunque globalmente falsa, puede tener algún enunciado verdadero que es el que tiene capacidad de ser efectivo:

“ Una teoría puede contener un gramo de verdad que sea lo único utilizado en las aplicaciones de la teoría. En realidad, una teoría es un sistema de hipótesis, y basta con que sean verdaderas o aproximadamente verdaderas unas pocas de ellas para acarrear consecuencias adecuadas, siempre que los ingredientes falsos sean prácticamente inocuos”

Y pone dos ejemplos:

“Por ejemplo, es posible fabricar un acero excelente combinando exorcismos mágicos con las operaciones prescritas por esa técnica; también es posible mejorar la condición de los neuróticos por medio del chamanismo, mientras se combinen con él otros medios realmente eficaces”

Esta paradoja epistémica es compartida por las “pseudociencias” y la “mala ciencia”: tanto unas como otras pueden ser efectivas a pesar de que sus bases conceptuales sean erróneas. La homeopatía funciona porque se aprovecha de la efectividad que procura una entrevista clínica terapéutica y el efecto placebo (tiene “gramos de verdad” en una teoría globalmente falsa). Un ensayo clínico donde “se tortura la p”, sobre todo con medicamentos preventivos, se aprovecha de la falacia ecológica (la caja negra tiene “tantas cosas dentro” que es imposible realizar atribuciones causales relevantes clínicamente por más que se demuestre correlación estadística).

Que funcione no significa que sea verdadero.

Bunge lo dice de otra manera:

“La práctica no tiene ninguna fuerza convalidadora; solo la investigación pura puede estimar el valor veritativo de las teorías”

Esta es la razón por la que las teorías científicas, las ciencias básicas, son inútiles y, diría, peligrosas para los profesionales sanitarios y su enseñanza no debería ser, en absoluto, una prioridad, como ocurre en la actualidad.

Las ciencias básicas son inútiles porque ni las decisiones clínicas requieren una comprensión profunda ni las intervenciones efectivas están basadas en un conocimiento básico científico. Como dice Bunge, a los profesionales prácticos, como los sanitarios, les “interesa conseguir cosas, no una comprensión más profunda de ellas”

Las ciencias básicas son también peligrosas porque trasmiten una falsa idea de coherencia y seguridad. De hecho, es muy frecuente la utilización comercial de la ciencia básica por parte de los laboratorios: nos venden los medicamentos con bonitos gráficos que explican el mecanismo fisiológico que, no es que sea mentira, sino que, sencillamente, no es explicativo del efecto clínico del fármaco.

La paradoja entre conocimiento científico y técnico en medicina es muy similar a la que existe entre el conocimiento teórico y práctico. Saber tomar decisiones en medicina no es lo mismo que saber de medicina.

Tener conocimiento teórico (hablamos, por ejemplo, de “saberse los protocolos” para una determinada patología) y saber-hacer no son lo mismo:

“Es falso que el conocimiento sea idéntico con el saber-hacer. La verdad es más bien esta: el conocimiento mejora considerablemente las posibilidades del hacer lo correcto, y el hacer puede llevar a un mejor conocimiento, no porque la acción sea conocimiento, sino porque, en cabezas inquisitivas, la acción puede impulsar el planteamiento de problemas”

Es decir, ¿hay que tener conocimiento teórico? Por supuesto (siempre que este conocimiento tenga una mínima calidad que, como sabemos, no es lo que está pasando en este momento). ¿Es suficiente para buenas decisiones clínicas? En absoluto.

La medicina es una práctica y, sin duda, es una práctica racional, pero no porque esté basada en conocimiento científico sino en “conocimiento relevante” utilizado lógicamente en un sistema medios-fines:

“Un acto puede considerarse racional si (1) es máximamente adecuado a un objetivo previamente puesto y (2) el objetivo y los medios para conseguirlo se han escogido o realizado mediante el uso consciente del mejorconocimiento relevante disponible” (negritas nuestras)

Bunge define conocimiento relevante como aquel que se encuentra “en cualquier tramo del amplio espectro encerrado por los límites del conocimiento común y el conocimiento científico”.

Con cada enfermo, el conocimiento relevante es diferente. Las evidencias (el conocimiento teórico) que necesitamos para un grupo de pacientes con la misma enfermedad pueden ser las mismas pero las decisiones muy diferentes.

Por eso la investigación en variabilidad tiene limitaciones epistémicas muy importantes y nunca debe aplicarse a enfermos individuales. Los estudios sobre la variabilidad de la práctica clínica solo otorgan conclusiones poblacionales. La variabilidad claramente “mala” es la que tiene que ver con el diferente acceso a los servicios.

¡Cuidado! porque los estudios de variabilidad son otro de los caballos de Troya epistémicos (como las ciencias básicas) que la industria introduce en la racionalidad clínica.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=249170&titular=esbozos-de-complejidad-(3):-los-ensayos-cl%EDnicos-no-son-conocimiento-cient%EDfico-

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Científica brasileña gana premio de la Unesco por sus investigaciones del zika y el Chagas

Brasil/31 de Marzo de 2018/Spanish.xinhuanet

Resultado de imagen para investigadora brasileña Rafaela Ferreira

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) premió a la investigadora brasileña Rafaela Ferreira, profesora adjunta del Departamento de Bioquímica e Inmunología de la Universidad Federal de Minas Gerais, con el premio que reconoce el trabajo de mujeres científicas que más se destacaron en el mundo en 2017 por sus trabajos sobre el zika y el Chagas.

Unica representante de América Latina entre las 15 ganadoras del International Rising Talents, Ferreira ganó con el premio 15.000 euros para continuar la investigación que busca producir remedios para el tratamiento del virus zika y de la enfermedad de Chagas.

El objetivo de la investigación dirigida por Rafaela Ferreira es descubrir moléculas que sean capaces de alterar la estructura de funcionamiento del protozoario causante de la enfermedad de Chagas y del virus que provoca zika, inhibiendo así la acción de estos agentes en el cuerpo humano.

En una entrevsita televisiva, la investigadora aseguró que ya se analizaron más de 400.000 moléculas en complejos programas informáticos y algunas de ellas fueron identificadas como «prometedoras».

«Nuestro trabajo es la producción de fármacos en el primer momento, que es el descubrimiento de moléculas prometedoras.

Después de eso, estas necesitan ser evaluadas en modelos animales, pasar por varias pruebas de seguridad y, finalmente, los ensayos clínicos, en los que estas moléculas se evalúan en humanos para analizar la eficacia y seguridad del medicamento», afirmó la científica.

En el caso del zika, los inhibidores sintéticos están siendo preparados para pruebas futuras en células cerebrales (neuronas) de bebés con microcefalia, para que puedan degradar la acción del virus e interrumpir los efectos de la enfermedad.

Ferreira también fue contemplada el año pasado con la versión brasileña de esta premiación, el premio para Mujeres en la Ciencia. Con este reconocimiento, ella espera obtener más apoyo y visibilidad para el desarrollo de su investigación.

«Desde un punto de vista más práctico, el problema que tenemos es la alta inversión que se necesita para producir un medicamento, y este se va encareciendo conforme el avance de su etapa de desarrollo», explica la investigadora.

Conocidas como enfermedades olvidadas, la enfermedad de Chagas y el zika históricamente no atraen el interés de la industria farmacéutica.

«La enfermedad de Chagas, por ejemplo, fue descrita hace más de 100 años [por el científico brasileño Carlos Chagas] y hasta hoy la industria no se interesa en invertir mucho en esto porque es una enfermedad que afecta a países más pobres. Es muy importante contar con el esfuerzo de instituciones públicas para que podamos avanzar en el desarrollo de esos fármacos «, aseguró la premiada.

Fuente: http://spanish.xinhuanet.com/2018-03/27/c_137068940.htm

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